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ALOYSIUS PIERIS

EL ROSTRO
ASIÁTICO
DE CRISTO

VERDAD
E
IMAGEN
VERDAD E IMAGEN ALOYSIUS PIERIS
119

EL ROSTRO
ASIÁTICO DE CRISTO
Notas para una teología asiática
de la liberación

Otras obras en la colección Verdad e Imagen:

— J. Ramos Regidor, Jesús y el despertar de los oprimidos (Vel, 88).


— J. Alfaro, Revelación cristiana. Fe y teología (Vel, 90).
— R. Fabris, Jesús de Nazaret (Vel, 93).
— J. M. Castillo-J. A. Estrada, El proyecto de Jesús (Vel, 94).
— B. Forte, Trinidad como historia (Vel, 101).
— A. Orbe, Introducción a la teología de los siglos II y III (Vel, 105).
— G. Gutiérrez, Teología de la liberación (Vel, 120). EDICIONES SIGÚEME - SALAMANCA, 1991
é:é

CONTENIDO

Introducción 9
1. El ecumenismo contemporáneo y la búsqueda asiática
de Cristo 25
2. Hacia una teología de la liberación en Asia: orienta-
ciones religioso-culturales 45
3. Misión de la iglesia local en relación con las religiones
no-cristianas 73
4. El puesto de las religiones y culturas no-cristianas en
la evolución de la teología del Tercer Mundo 97
5. La espiritualidad desde una perspectiva de liberación 133
6. ¿Ser pobres como Jesús fue pobre? 149
7. Los límites de aplicación de los modelos de incultu-
rización occidentales al Asia no semítica 163
8. ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? 175
9. El lenguaje de los derechos humanos y la teología de
la liberación

Selección, traducción, e introducción de


Juan M. Sánchez-Rivera Peiró
© Orbis Books, Maryknoll, N. Y. 1988
© Ediciones Sigúeme, S.A., 1991
Apartado 332 - 37080 Salamanca (España)
ISBN: 84-301-1130-1
Depósito legal: S. 62-1991
Printed in Spain
Imprime: Imprenta Calatrava, soc. coop.
Polígono El Montalvo - Salamanca, 1991
INTRODUCCIÓN

1. Encuentro con A. Pieris

La teología, como cualquier otra creación, no es (o no tiene


por qué ser) algo impersonal o casual. La teología es el resultado
de un encuentro. Y aunque no soy el responsable de este libro, sí
me siento algo responsable de su nacimineto. Y creo (¿espero?)
que describir aquí el origen del mismo puede añadir, a lo que tal
vez se interprete como una «elucubración teológica», la dimen-
sión personal que acompaña a toda creación.
La universidad Sophia de Tokyo organizó, a finales de 1985,
una serie de conferencias en torno al tema de la Teología de la
liberación. Como principales conferenciantes los organizadores
(presididos por mi colega y amigo Anselmo Mataix, vicepresiden-
te académico) invitaron a un teólogo de Latinoamérica muy cono-
cido, también en Japón, Gustavo Gutiérrez, y a un teólogo asiáti-
co, prácticamente desconocido (por lo menos para mí), Aloysius
Pieris.
Gustavo Gutiérrez desarrolló el tema que se le había asignado
con su acostumbrada claridad y pathos cristiano. Y los periódicos
japoneses, encabezados por el Katorikku Shimbun (Semanario
católico) se hicieron amplio eco de su conferencia. Aloysius Pieris
presentó su tema (que constituye el capítulo 7 de este libro) con
claridad no exenta de ironía, y con una pasión contenida que se
puede considerar característica del espíritu asiático. Los periódi-
cos se limitaron a hacer constar su colaboración.
Mi reacción personal fue la de que la conferencia de Gustavo
Gutiérrez resonaba profundamente en mi alma «cristiana» pero
dejaba sin resolver los interrogantes que, a lo largo de los años,
habían ido surgiendo en mi mente «asiática». Gutiérrez hablaba
como cristiano a los cristianos. Pieris, en cambio, hablaba de lo
10 Introducción Introducción 11

que tiene que hacer un (teólogo) cristiano cuando entra en una na que vive y que desea vivir más profundamente. Un diálogo
cultura/religiosidad no cristiana. Gutiérrez era un cristiano ha- que avanza, sí, pero a base de curvas y meandros. Un diálogo
blando a cristianos desde la experiencia de los pobres. Pieris era lleno de preguntas, afirmaciones incompletas, formulaciones y re-
un asiático hablando a los misioneros desde la experiencia de la formulaciones, contradicciones (¿aparentes?) a veces, y cambio
pobreza y religiosidad de Asia. Creo que si su mensaje pasó desa- continuo de posiciones. El diálogo que, como la palabra misma
percibido es porque o bien los misioneros no entienden (¿enten- dice, va sin fin (día-) de un discurso al otro (logos). En las pági-
demos?) todavía el lenguaje de Asia, o porque Japón no entiende nas que siguen trataré de presentar (¿fosilizar?) las líneas funda-
la experiencia de la pobreza. mentales de ese diálogo.
A las primeras ponencias siguieron otras a cargo de diversos
conferenciantes. También hubo tiempo para el diálogo (?). Gu- 2. Hacia una definición de la teología
tiérrez asistió a todas las actividades pero Pieris, presa de una
gripe, dejó de asistir desde mediados del segundo día. Lo que
a) ¿Qué es teología?
para mí fue, al comienzo, motivo de desilusión, se convirtió, en
último término, en una bendición (¡no es la primera vez que me Nuestro punto, real, de partida, es menos críptico. Como dice
pasa!). Pieris, que vivía en la comunidad de los jesuítas de So- el mismo Pieris, la «Iglesia de Asia, por el momento, no tiene
phia, no podía salir de su cuarto, y tuve ocasión de pasar largas una teología propia a pesar de que las culturas que la hospedan
horas con él. Aparte de ponerme al día de sus preocupaciones y cuentan con abundantes teologías» (p. 74). Explicar esta afirma-
estilo de vida, tuvo la amabilidad de indicarme algunos artículos ción (hecho) nos llevará a establecer la diferencia entre «iglesias
que había ido publicando a lo largo de los últimos años. Son los en Asia» e «iglesias de Asia». Parece mejor dejar el tema para
que forman este libro. más adelante y empezar, más bien, con las dos teologías predomi-
Es importante describir aquí a este hombre increíble. Moreno, nantes del momento actual. Siguiendo a Sobrino, Pieris habla de
pequeño (como Gutiérrez), de apariencia «insignificante», es un la Teología clásica europea y la Teología latinoamericana de la
torbellino cuando se deja llevar de la inspiración. Los artículos liberación. La primera gira en torno al intento kantiano de «libe-
que se presentan a continuación dan testimonio de su agudeza y rar la razón de la autoridad». De aquí la preocupación teológica
de su creatividad (fruto, creo, de innumerables encuentros). Lo por armonizar «fe y razón». La segunda, en cambio, basándose
que no pueden reproducir (aunque, si se le conoce, sí se puede en el intento marxista de «liberar la realidad de la opresión», no
vislumbrar) es ese pathos asiático del que hablaba más arriba. busca tanto explicar como cambiar. De aquí la importancia de la
Recuerdo que, agotado como estaba por la fiebre, empezó a ha- praxis que, en esta teología, significa el compromiso radical con
blarme tumbado en la cama. Pero a medida que se iba animando los pobres y los oprimidos. Pero la conclusión de Pieris no es la
la conversación, empezó a levantarse, se bajó de la cama, dio aceptación incondicional de la Teología latinoamericana (en con-
algunos pasos por la habitación... ¡y acabó paseando frenética- traste con «asiática») de la liberación. Como dice él mismo, «para
mente por ella ante mi mirada asombrada! El que hablaba conmi- nosotros, asiáticos, la Teología de la liberación es totalmente oc-
go no era el teólogo llamado Aloysius Pieris, sino la encarnación cidental, pero tan radicalmente renovada por los desafíos del Ter-
de un pueblo, el símbolo de lo que él llama «la Teología asiática cer Mundo que es más conveniente y apropiada a Asia que la
de la liberación». Es a ella a la que debemos, ahora, volver nues- Teología clásica» (p. 75).
tra atención. Pero, como se verá en seguida, no se trata de algo El punto de partida es (o parece ser), por consiguiente, el
que está hecho sino de algo que se está haciendo, algo que es hecho de que de las dos únicas teologías presentes en Asia, es la
fruto de innumerables variantes (que dirían los científicos) o de Teología de la liberación la que más cercana se encuentra, a pesar
innumerables encuentros. Todo el libro es un diálogo continuo. de ser tan occidental como la clásica, a la realidad asiática. ¿Por
No el diálogo fácil que consiste en hacer como que escuchamos al qué? Para responder a esta pregunta (formulada en 1976) es nece-
otro para luego imponerle (más o menos sutilmente) nuestra teo- sario profundizar en el quehacer de la teología.
ría (estilo de diálogo que el mismo Pieris ataca frecuentemente a Aunque más tarde (1985) él mismo modificará esta afirma-
lo largo de las páginas que siguen). No. Es el diálogo de la perso- ción, en el artículo de 1982 (cap. 4 de este libro) Pieris parece
12 Introducción Introducción 13
hacer una distinción entre «Teología como lenguaje-sobre-Dios» presupone una experiencia de pobreza que los teólogos no tienen
o «lenguaje-de-Dios», que «excluye del discurso teológico aquello (todavía). Y los pobres no son (todavía) teólogos. Tal vez haya
que es el tema básico de toda teología genuina: los pobres» quien se contente con esta tensión. Pero lo que todavía está por
(p. 115), y «Teología como explicitación de una praxis». Más tar- reflexionar es el sentido en el que estamos tomando la palabra
de (1985) volverá sobre el tema al añadir que «la teología es váli- teología. Cambiemos, por ejemplo, el planteamiento y hagamos
da si origina, desarrolla y culmina en una praxis/proceso de libe- la siguiente pregunta: ¿Qué teología tenían los primeros cristia-
ración» (p. 173). nos antes de que fueran escritos los evangelios? O también ¿no
El lector acostumbrado al modo de pensamiento de la teología son ya los evangelios una teología? ¿Tiene que ser toda teología
latinoamericana de la liberación no encontrará dificultad en reco- una teología escrita? ¡Sólo en caso de responder afirmativamente
nocer aquí a esa teología. Si la teología es, por necesidad, una a la segunda pregunta podríamos decir que los pobres no son
reflexión sobre o explicitación de algo, ese algo no es, para Pieris, todavía teólogos!
otra cosa que la praxis liberadora. Pero lo que conviene advertir Creo que con esto estamos replanteando el problema. No se
ya desde ahora, aunque no se podrá ver con claridad hasta que trata de saber qué es la teología ni quiénes hacen la teología. Se
desarrollemos las secciones siguientes, es que esa praxis liberado- trata de ver la creación de los textos religiosos (cristianos y no
ra no se reduce a la de las «comunidades cristianas de base». Y cristianos) en el proceso de ser elaborados a través de una praxis
es aquí donde surgiría, a mi parecer, la primera diferencia entre liberadora de los pobres de la historia. O, como dice Pieris «el
esa teología asiática que busca Pieris, y la teología latinoamerica- tipo de "Teologías de inculturización" que sólo se ocupaban de
na de la liberación. las especulaciones filosóficas de los textos religiosos no-cristianos
(o cristianos, añadiríamos nosotros) "han de ser abandonadas en
b) ¿Quién es el sujeto de la teología? favor de comunidades teológicas de cristianos y no cristianos que
formen comunas humanas básicas con los pobres; compartiendo
Acabamos de ver que Pieris acusa a la teología (¿europea?, el patrimonio común de religiosidad que su voluntaria (o forzada)
¿sólo?) de abstraer del discurso teológico aquello que es el tema pobreza genera. Son ellos los que interpretarán sus textos sagra-
básico de toda teología auténtica: los pobres. Ahora bien, ¿son dos a la luz de su aspiración "religiosa" a la libertad» (p. 193).
los pobres objeto o sujeto de la teología? La respuesta a esta pre- A la luz de estas reflexiones podemos volver a tomar la defini-
gunta nos obligaría ahora a tocar el tema de la pobreza, tema que ción de teología que presentábamos al principio de esta sección y
preferimos dejar para más adelante (así como el tema de la libera- enriquecerla con una aportación posterior (1985). «La teología
ción, íntimamente ligado al mismo). El pensamiento de Pieris pa- asiática no es el fruto de elucubraciones sino un proceso de expli-
rece oscilar, a lo largo del decenio que abarcamos, entre una vi- citación o, más específicamente, un apocalipsis cristiano de la lu-
sión de los pobres como «objeto» preferencial de la teología (teo- cha no cristiana por la liberación» (p. 167). Lo que media entre
logía de la praxis de liberación) y una visión de los mismos como la primera definición y la segunda es la adición de los términos
sujetos de la teología (los pobres creando su propia teología en su «explicitación» y «lucha». El sentimiento que inspiran estos tér-
praxis de liberación). En ningún lugar aparece más clara esta osci- minos es uno de esfuerzo que contrasta con la pasividad de la
lación que cuando dice (1981): «El dilema asiático, por tanto, primera formulación (1979). Este esfuerzo se refiere al modo de
puede sintetizarse de este modo: los teólogos no son (todavía) hacer teología, es decir, a la praxis de liberación. Pero permanece
pobres; y los pobres no son (todavía) teólogos (...) Esta apertura sin cambiar la expresión «apocalipsis cristiana». Si apocalipsis
recíproca al evangelio consiste en que los teólogos despierten a la quiere decir «revelación» o «desvelamiento», entonces lo que la
dimensión liberadora de la 'pobreza' y que los pobres sean cons- expresión parece querer decir es que en la lucha no cristiana (o
cientizados en las potencialidades liberadoras de su 'religiosidad'» sea, de los que no pertenecen a las comunidades cristianas de
(p. 58). base) por la liberación se revela o descubre el Dios de los pobres.
Tomemos nota de los problemas que vamos indicando a lo La base escriturística de esta afirmación la encontraríamos, siem-
largo de esta reflexión sobre la teología. La praxis liberadora (no pre siguiendo a Pieris, en ese juicio de las naciones del que habla
necesariamente cristiana) es el origen de la teología. La teología Mateo en el capítulo 25. La víctima que, en la historia, es sacrifi-
14 Introducción Introducción 15

cada por los ricos y poderosos, se muestra juez al final de la histo-


ria. La formulación cristiana de esta realidad es, por definición, 3. Hacia una definición de la liberación
fruto de esa fe cristiana, pero la realidad misma parece transcen-
der dicha formulación. De aquí la expresión «apocalipsis cristia- Ya hemos indicado que Pieris inicia su análisis del sentido y
no» de una «lucha no-cristiana». función de la teología a partir del hecho insoslayable de la exis-
Podríamos seguir explicitando el tema pero preferimos dejarlo tencia de dos teologías (la europea y la latinoamericana), y su
para más adelante. Más bien quisiera ahora llamar la atención elección de la segunda por descarte de la primera. A medida que
del lector, sobre todo si está acostumbrado a las categorías teoló- su reflexión (basada en la praxis) va madurando, su crítica de la
gicas de la Teología latinoamericana de la liberación, sobre el tesis liberacionista se va haciendo más aguda. Ahora bien, convie-
acento (positivo) que Pieris pone en la religión y la religiosidad. ne tener en cuenta que dicha crítica se ciñe a los límites de su
aplicación al «contexto» asiático. Y, al mismo tiempo, su crítica
c) ¿Fe o religión? de la teología «romana» se va haciendo más positiva en tanto en
cuanto dicha teología es una explicitación válida de una experien-
Para Pieris, los teólogos lationamericanos de la liberación se cia limitada.
muestran si no negativos (Miranda, Sobrino) sí ambiguos (Gutié- Al hablar, al comienzo de esta introducción, de mi encuentro
rrez, Segundo) con respecto al papel de la religión en el proceso con Pieris, hacía una distinción entre mi «alma cristiana» y mi
de la liberación. Y, curiosamente, éste es uno de los aspectos que «mente asiática». El lenguaje de la teología latinoamericana de la
los muestran más claramente como hijos de esa teología occiden- liberación es un lenguaje basado en categorías bíblicas aplicadas
tal que, por otra parte, tan enérgicamente denuncian. La razón a un contexto cultural que no difiere mucho del europeo. Esa
de esta negatividad con respecto a la religión la encuentra Pieris teología es efectiva en su contexto porque dicho contexto es cris-
en el influjo de los dos Carlos de fama universal: Karl Barth y tiano. Pero el intentar aplicar dicha teología a un contexto en el
Karl Marx. El primero rechaza la religión como «manipulación que sólo el dos por ciento de la población es cristiana (y si pres-
blasfema de Dios»; el segundo como «opio». En el caso de Barth cindiéramos del caso de Filipinas el porcentaje sería, evidente-
lo que tenemos, en realidad, no es el rechazo de la religiosidad mente, mucho más bajo) crea unas aporías que, a la larga, llevan
en cuanto tal sino, a lo más, la idea occidental de religión. En el a una reformulación del sentido de la liberación. El problema se
caso de Marx, asimismo, hay que decir que se trata de una postu- puede formular, siguiendo a Pieris, del modo siguiente: «Asia
ra cultural de occidente. También Marx, como Freud, era hijo de siempre será un continente no-cristiano» (p. 52).
su tiempo. Y la comprensión occidental de la religión asiática no Pieris basa esta conclusión en su propio análisis del contexto
supo incorporar - t a l vez fuese imposible- el sentido liberador asiático. Aunque la presentación final de dicho contexto pertene-
de la religión asiática. La Teología latinoamericana de la libera- ce a la última sección de esta introducción, podemos decir ya
ción (como veremos en seguida) ha absorbido, paradójicamente, desde ahora que si Asia no se ha convertido hasta ahora es por-
ambos prejuicios. que el cristianismo ha llegado a ella demasiado tarde. Este «de-
Esto no quiere decir que la religión sea absolutamente positi- masiado tarde» ha de entenderse en el sentido de que, así como
va. En primer lugar, Pieris mismo hace una distinción entre «reli- en otras regiones (África, por ejemplo, y Filipinas) la estructura
giones cósmicas» (las que los antropólogos llaman «animistas») y soteriológica del cristianismo pudo absorber (¿asimilar?) las elu-
«religiones metacósmicas» (las «grandes religiones»). Sobre esto cubraciones soteriológicas délas religiones «cósmicas», cuando el
tendremos que volver más adelante al hablar del rostro asiático cristianismo llegó a Asia otras religiones «meta-cósmicas» (no-se-
de Cristo. En segundo lugar, tanto la religión como la pobreza míticas) habían cubierto ya ese vacío. Añadamos, de paso, que
tienen un doble rostro positivo/negativo en un artículo de 1981 en el caso de África puede darse esa asimilación (la «lucha por
(p. 90). Pero para Pieris es imposible pensar en una Teología de las conversiones») por parte tanto del islam como del cristianis-
la liberación que no tenga en cuenta el factor religioso. Y con mo. Las posibilidades que presentan para ambas religiones son:
esto entramos ya, de lleno, en el tema de la liberación. confrontación, avenencia, o colaboración. Ni que decir tiene que
Pieris se presenta como partidario incondicional de la tercera.
16 Introducción Introducción 17

Las objeciones de Pieris se dirigen, por consiguiente, a los Así como Pieris parece haber estado oponiendo hasta el mo-
liberacionistas asiáticos. Ya hemos indicado en la sección anterior mento la teología clásica a la teología latinoamericana, ahora ad-
que una de esas objeciones se refiere a la interpretación que los mite la validez de la teología romana por estar basada en «una
liberacionistas hacen de la religión como «opio del pueblo». In- experiencia humana única y específica que ha explicitado el qué y
cluida en esta crítica puede estar, también, la de que «ahora el el cómo de la liberación» (p. 175). El acento está, por supuesto,
desarrollo está dando lugar a la "liberación", y en el mismo clima en que se trata de «una» experiencia que no se puede imponer
de megalomanía cristiana. Una pequeña iglesia minoritaria pro- como normativa, por las razones que se expondrán a continua-
clama ofrecer la "liberación" a Asia sin entrar primero en las ción, a toda teología. Pero, y esto también es nuevo, no es menos
corrientes liberadoras de la religión asiática, que tiene sus propios cierto que dicha experiencia —y su explicitación— también en-
antídotos contra Mammón» (p. 103). Nos encontramos, pues con cuentran eco en las culturas no-semíticas de Asia.
que, paradójicamente, los liberacionistas están emparentados con Pieris explícita que, si liberación equivale a oeconomia salutis,
los teólogos «clásicos» europeos en su afán de presentar a Cristo entonces «la teología es válida si origina, desarrolla y culmina en
como un Cristo contra las religiones. La raíz de esta confronta- una praxis/proceso de liberación» (p. 173). Ahora bien, si el acen-
ción está en la influencia que el marxismo ha ejercido en la meto- to se pone en «praxis/proceso de liberación», entonces hay que
dología de la Teología de la liberación latinoamericana. Ni que apresurarse a añadir que, en el momento presente, nos encontra-
decir tiene que lo que Pieris está atacando aquí no es la lucha mos con cuatro corrientes históricas de liberación, a las que habrá
marxista contra las estructuras opresivas (lo que Pieris llama la que añadir una quinta que es la que él mismo propone. Estas
«lucha contra Mammón») sino su «colonialismo occidental». «La cuatro corrientes son, brevemente expuestas: 1) La de la Roma
liberación verdadera no es posible si el pueblo no está motivado pagana (representada por la liberación interior del estoicismo);
"religiosamente"» (p. 124). Así como el cristianismo encierra en 2) La de la Roma cristiana que añade a la primera una preocupa-
sí mismo la semilla liberadora, así no menos las soteriologías no- ción por las estructuras sociales opresivas y la posibilidad de un
semíticas llevan en sí su propia semilla liberadora. ¡Y esta semilla cambio desde dentro; 3) La del «budismo de los textos», que se
se encuentra, paradójicamente, no sólo en la «pobreza forzada» enfrenta más o menos con el mismo problema; y 4) La del marxis-
del campesino asiático, sino también en la «pobreza voluntaria» mo, simbolizado en la lucha de clases que persigue la justicia so-
de los monjes/monjas! cio-económica. Cada una de estas «teologías liberadoras» parece
Antes de llegar a la última postura de Pieris, conviene hacer necesitar de las otras para no perder una de las funciones libera-
alusión a una primera síntesis. Si no me equivoco, es en 1982 doras. La liberación estoica, como la del «budismo de los textos»,
cuando Pieris hace alusión, por primera vez, al doble camino libe- puede acabar convirtiéndose en un otium burgués. La liberación
rador del ágape y la gnosis. El camino agapeico liberador (de las de la teología romana, además de correr el mismo peligro, descui-
religiones semíticas) es el de la solidaridad con los pobres. El da una línea bíblica que se presentará a continuación. Y el mar-
camino gnóstico (que parece ser el predominante en las soteriolo- xismo se puede olvidar del «análisis del yo» que no por sonar a
gías no-semíticas) es el camino de la «pobreza voluntaria» escogi- preocupación burguesa deja de ser fundamental a la hora de ha-
da tanto como método de iluminación cuanto como protesta con- blar de liberación total.
tra las estructuras opresivas de la sociedad. Lo que, en esta última toma de posiciones^resulta 1 nuevo ék lo
Y llegamos así a la última toma de posiciones de Pieris. Lo que Pieris llama «la religiosidad de los pobres». Aquí intenta inte-
que me parece más original en el artículo de 1985 (capítulo 7) es: grar la experiencia religiosa asiática en la perspectiva bíblica de
a) la admisión de la postura romana sobre la liberación; un «no-pueblo» en su lucha constante por ser pueblo (p. 192).
b) la afirmación de que toda teología ha de versar sobre la Pero antes de entrar en esta última reflexión conviene anotar
liberación, y otros aspectos de la revelación bíblica en su totalidad. Dichos as-
c) el juego o influjo mutuo de todas las teorías liberacionistas. pectos se podrían resumir en los siguientes:
Vayamos por partes. 1) Síntesis de las tensiones personal/social, espiritual/material,
interno/estructural;
18 Introducción Introducción 19

2) Liberación como «experiencia religiosa de los pobres» (p praxis transformadora. Pero así como acepta, también, el acento
191); que ponen los teólogos latinoamericanos en los pobres, se niega
3) Liberación como «aventura conjunta de Dios y el pueblo a aceptar en el contexto asiático la escisión pobreza/religiosidad.
(pobre) unidos en abrazo en una realidad indivisible y salvífica» Este es, en Pieris, tanto el punto de partida como el de llegada
(ibid.); de su explicitación teológica. Empecemos por replantear el pro-
4) Las naciones son juzgadas por sus víctimas. blema antes de intentar una última clarificación.
Lo que define el contexto asiático, aparte de su heterogenei-
Cada uno de estos temas ha aparecido, como reflejo parcial y dad lingüística, es su abrumadora pobreza (no sería difícil aducir
fugaz, en las páginas precedentes. Pero lo que Pieris parece decir estadísticas que prueben el hecho de que es el continente que
ahora es que sólo en la Biblia nos encontramos con la idea de un «acumula» más pobreza del mundo) y su religiosidad. Su pobreza
pacto de alianza entre Dios y los pobres. La idea transciende el' es la que lo hace alinearse con el «Tercer Mundo». Su religiosidad
nivel personal y comunitario para convertirse en un paradigma es la que le da su talante específicamente asiático (p. 45ss). Pero,
universal. El pacto que encontramos como typos (modelo) en la en última instancia, no es, probablemente, la religiosidad en sí
Biblia no se limita a los pobres de Israel (o a los cristianos) sino misma la que define el rostro de Asia sino la combinación religio-
que se extiende a todo el mundo. Dios es un Dios de los pobres, sidad y pobreza. Esta parece ser la tesis de Pieris. Tratemos de
dondequiera que éstos se encuentren. Aplicado a Asia esto pare- analizar cada uno de los temas antes de intentar una síntesis.
ce querer decir que el «contexto» no cristiano (es decir, la religio-
sidad de los pobres de Asia) estampa un sello cultural indeleble
en tales comunidades y lleva a los miembros cristianos a intentar a) Religiosidad
articular una nueva identidad religiosa (es decir, asiática).
Hemos visto, a lo largo de las páginas precedentes, que el
Me parece que el sentido último de esta síntesis es no sólo el tema de la religiosidad era no sólo una de las constantes del pen-
de un Dios que libera a los pobres (teología «de arriba a abajo») samiento de Pieris sino, también, una de sus críticas a la teología
sino también el de los pobres liberando el mensaje de Dios, la latinoamericana. Hemos visto, también, aparecer la dualidad reli-
Biblia, y en cierta manera liberando a ese mismo Dios de las giosidad cósmica/religiosidad metacósmica. Si definimos (simplifi-
cadenas con las que le hemos tenido aherrojado. La Biblia ilumi- cando) la primera como religiosidad «popular», podemos definir
na el sentido de la liberación total (o integral) de la que habla la la segunda como religiosidad «soteriológica». Una de las tesis de
teología romana, pero los pobres (dondequiera que estén y cual- Pieris seria que así como la religiosidad cósmica necesita de la
quiera que sea su religión) dan sentido al Dios de la Biblia (teolo- religiosidad soteriológica para alcanzar una dimensión transcen-
gía «de abajo a arriba»). Esto es lo que parecen querer decir dente, así también la religiosidad metacósmica necesita de la pri-
tanto los teólogos latinoamericanos (explícitamente) como los mera para «encarnarse». No se da, pues, contradicción sino com-
marxistas (implícitamente). Dios es un Dios de los pobres (lo sa- plemento.
bemos por la Biblia) pero sólo los pobres lo experimentan. Esa
parece ser, a juicio de Pieris, la aportación asiática a la teología. Otro de los puntos que hemos tocado de paso ha sido el de la
dialéctica religiosidad positiva/religiosidad negativa. Aquí se nota
en Pieris una cierta inseguridad en sus formulaciones. Por una
4. Hacia una definición del rostro asiático de Cristo parte insiste en el papel de la «pobreza voluntaria» tanto como
«búsqueda ardiente de Dios» (p. 185) o «camino gnóstico», cuan-
Ya hemos visto, a lo largo de las páginas precedentes, que to como protesta contra la «sociedad de consumo» (en términos
Pieris mantiene una relación dialéctica tanto con la «Teología clá- actuales). Por otra parte incluso esa misma «protesta» (la renun-
sica» (o romana) como con el marxismo y la Teología de la libera- cia como denuncia) corre el peligro de convertirse en un «ocio
ción latinoamericana. En su última toma de posiciones Pieris pa- burgués» (la moda actual de las «espiritualidades orientales»).
rece aceptar la Teología romana como una experiencia válida. Así como la espiritualidad (occidental) del «desierto» acabó sien-
Del marxismo y de la Teología latinoamericana de la liberación do absorbida por un monacato que, a la larga, se convirtió en
acepta la conciencia del pecado estructural y la necesidad de una feudalismo, así también la espiritualidad (oriental) del «bosque»
20 Introducción Introducción 21
fue absorbida por los grandes monasterios budistas. Las causas
de esta «degeneración» no están claras aunque Pieris indica diver- b) Pobreza
sos factores. Lo que sí está claro es la postura, presentada de Empecemos con un pregunta: ¿Es la pobreza algo que hay
diversas formas a lo largo del libro, de que los «ashrams» asiáticos que extirpar sea como sea? Añadamos una respuesta a esta pre-
(u occidentales) no tienen sentido si se los separa de la lucha de gunta: La pobreza de Asia no es una categoría puramente econó-
los pobres por la libertad. Pero lo que resulta más paradójico (y mica. Esta es la premisa fundamental que Pieris exige tener en
tal vez más sugerente) es la afirmación (de 1982) de que «la socie- cuenta antes de iniciar su discurso. Dicho de otro modo: en el
dad tribal, se encuentre donde se encuentre, es igualitaria, libre contexto asiático la riqueza no se opone a la pobreza; el antínomo
de castas y clases, basada en un socialismo religioso, y sin las de la pobreza es la codicia/avaricia. Entre la riqueza y la pobreza
inhibiciones de las costumbres (mores) puritanas de las religiones existe la posibilidad de compartir, mientras que esa posibilidad
escriturísticas» (p. 121-122). ¿Se da aquí una exaltación de lo po- no puede exisitir nunca en relación con la codicia/avaricia (véanse
pular (cósmico) a costa de lo metacósmico? p. 45 y ss).Esto quiere decir que el modo de pensar (occidental)
El problema de la religiosidad lleva consigo dos sub-proble- que se limita a pensar en la liberación de la pobreza, ignora ese
mas que no necesitan aquí una explicitación puesto que son sufi- otro modo de pensar (asiático) que busca la libertad que viene de
cientemente tratados en los capítulos respectivos (1 y 6): el del la pobreza. Ahora bien, está claro que la pobreza de la que esta-
ecumenismo y el de la inculturación. Baste con decir que la solu- mos hablando es ambivalente. Hay una pobreza que hay que
ción a ambos depende de la definición de teología (y si toda teo- combatir: la material. Y hay una pobreza que hay que defender:
logía es explicitación de la liberación, de la definición de libera- la voluntaria. Pero sigue en pie la tesis de que la riqueza no es,
ción) que escojamos. Y no olvidemos que todos los teólogos (in- de por sí, enemigo de la pobreza, y que ésta no puede ser nunca
cluso los de la liberación, como hemos visto) están teñidos de una categoría meramente económica.
occidentalismo y colonialismo.
La reflexión ulterior de Pieris se dirige a una clasificación se-
Supuesto esto podemos abordar el tema principal. ¿Qué es la mejante a la que hemos presentado más arriba al hablar de la
religión? A lo largo de las páginas anteriores hemos visto cómo religiosidad. Existe una pobreza «negativa» que es impuesta a
Pieris rechaza el intento marxista y liberacionista de reducir la nivel tanto individual como colectivo (y aun internacional, como
religión a la definición que hace de la misma el Occidente. Es indica la categoría de «Tercer Mundo»). Y existe, también, una
necesario abordar el tema de la religión no como algo apartado pobreza «positiva» que al nivel individual se manifiesta como «an-
de la vida diaria (la religión occidental «de los domingos»), sino tídoto espiritual» y al nivel sociológico como «estrategia política»
como una dimensión de esa vida cotidiana. Pieris mismo la define (p. 78-79). La conclusión de esta segunda aproximación es la de
del modo siguiente: «Presuponemos que el instinto religioso pue- que «la primera y la última palabra acerca de la Iglesia local para
de definirse como un impulso revolucionario, el impulso psico-so- con los pobres de Asia, es identificación total (o immersión bau-
cial a crear una humanidad nueva (...) La búsqueda religiosa es, tismal) con los monjes y campesinos que nos han conservado, en
en otras palabras, el deseo irresistible de humanizar lo que sólo su socialismo religioso, la semilla de liberación que religiosidad y
ha sido hominizado. (...) Los fundamentos de una teología de la pobreza combinados han dado como fruto» (p. 87).
religión del Tercer Mundo permanecen inamovibles: este impulso
Lo que se sigue no es más que una profundización (¿exten-
revolucionario es el que constituye y, por consiguiente, define la
sión?) de los elementos presentados, y un diálogo con otras pos-
esencia del homo religiosas» (p. 125-126). El texto es denso por-
turas. En la primera línea se encuadraría el concepto de «Tercer
que, como Pieris mismo indica, se trata de una «visión unificada»
Mundo» como equivalente sociológico de la categoría teológica
de la revolución, la religión y la evolución cósmica que da una
«pueblo de Dios», es decir, «los hijos hambrientos de Jacob de
dimensión tercermundista a la comprensión de la «tecnología» y
todo tiempo y lugar que van en busca de pan a un país rico sólo
de conceptos afines como «progreso» y «modernización» y, por
para convertirse en esclavos» (p. 95), y la conclusión —ya esboza-
consiguiente, lleva todo el debate sobre la «inculturización» a
da anteriormente- de que «la realidad asiática es una interrela-
otro plano (p. 126). Pero esto nos obliga a abordar el tema —pa-
ción de religiosidad y pobreza» (p. 176). La religiosidad del pobre
ralelo— de la pobreza, antes de intentar una síntesis.
y la pobreza de los monjes y monjas constituyen juntas la estruc-
22 Introducción Introducción 23

tura compleja de la realidad asiática que es la matriz de la teolo- teología y religión. La praxis puede ser tanto la aplicación de la
gía asiática (ibid.). En la segunda línea habría que incluir la repul- propia idea de liberación como la fuente de toda conceptualiza-
sa incondicional del desarrollismo, la aceptación condicionada de ción. Tal vez habría que hablar de una praxis pre-conceptual y de
los «ashrams» como búsqueda de Dios y repulsa de las estructuras una conceptualización práxica.
sociales vigentes, y la aceptación, también incondicional, del 4. La formulación de «apocalipsis cristiano» de una «lucha
análisis estructural marxista (y Iiberacionista). A esto hay que (praxis) no cristiana» es, probablemente, lo que mejor muestra el
añadir la crítica de los «ashrams» como posibles centros de «rostro asiático de Cristo», aunque, indudablemente puede, en
«ocio», y la crítica del marxismo (y liberacionismo) por su incapa- teoría, aplicarse a contextos no asiáticos. Allí donde se dé lucha
cidad para aceptar e integrar el potencial revolucionario de lo no-cristiana desde la pobreza voluntaria contra la pobreza forzada
religioso. se puede dar (o tal vez se incluya necesariamente) un «apocalipsis
Y con esto llegamos a la última toma de posiciones que hemos cristiano». Queda, sin embargo, pendiente si se puede dar esa
indicado al hablar del pacto de Dios con los pobres. Este mensaje posibilidad -desde el punto de vista de Pieris- de una pobreza
o intuición que es un «axioma revelado sólo en la Biblia, sólo voluntaria no religiosa que es la que, en su pensamiento, caracte-
específico de la fe cristiana y totalmente ausente en todas las reli- riza a Asia.
giones no-semíticas» (p. 186) es, al mismo tiempo, «tremenda-
mente verdadero en el contexto del análisis marxista» (ibid.). Lo 5. Y queda, también, esbozado (véase lo que se dice, por
que Pieris parece querer decir es que se puede dar un movimiento ejemplo, en la página 127-128) el tema del sexismo que, junto
no-cristiano (¡alguien diría «ateo»!) que nos ejemplifique o haga con el de la religión, es hasta ahora uno de los grandes huecos de
conscientes de una verdad bíblica olvidada en la tradición cristia- la Teología de la liberación. La tesis del «apocalipsis cristiano»
na. Con lo cual podemos cerrar el círculo (¿hermenéutico?) y de la lucha no-cristiana por la liberación se puede aplicar, sin
volver a nuestro punto de partida que es el de «apocalipsis cristia- duda, a dicho problema, pero no agota sus posibilidades. La cate-
no» de una «lucha no-cristiana» por la liberación, punto de parti- goría de «pobre» resulta demasiado abstracta (o tal vez incon-
da que, después de todo lo expuesto, podríamos resumir con más gruente) a la hora de hablar de «hombres pobres» y «mujeres
fueza en las siguientes conclusiones que, creo, expresan el pensa- pobres». Incluso dentro de dicha categoría se daría una «jerar-
miento de Pieris con suficiente fidelidad (una fidelidad total sólo quía» de pobreza. Lo cual llevaría, tal vez, a acentuar el papel
sería posible a base de repetir literalmente sus tesis). femenino del «sujeto» de la Teología de la liberación. Pero aquí
los hombres tenemos que empezar con la reflexión previa de has-
1. La teología empieza, probablemente, con la «celebración» ta qué punto nuestra mirada puede ser objetiva (?) al abordar el
(o «liturgia») nacida de la lucha por una humanidad nueva. Es tema.
decir, la teología es el fruto de una praxis, que se convierte en
celebración y, sólo más tarde, se vuelve Escritura. 6. Acabemos, pues, diciendo que el pensamiento de Pieris,
2. Las comunidades humanas de base —que son el lugar de en su última toma de posiciones, subraya la importancia de todas
esa «celebración»— anteceden a (o coexisten con) las comunida- las tendencias a la hora de profundizar en el sentido de la libera-
des cristianas de base. Si éstas son un «descubrimiento» de la ción desde una praxis no sólo en Asia sino de Asia. Pero sin
Teología latinoamericana de la liberación, las primeras son una olvidar que el rostro asiático de Cristo es, tan sólo, uno de sus
de las aportaciones más interesantes, teológicamente hablando, rostros.
de Pieris. Queda colgada, sin embargo, a mi parecer una profun-
dización ulterior de su idea de humanización (o humanidad Juan M. Sánchez-Rivera Peiró
nueva). Sophia University
3. Desde su primer artículo de 1976 hasta el último de 1985,
uno de los pocos temas que permanece inaterable en todos los
contextos es el de la praxis. La riqueza del concepto es inexhaus-
tible, y se aplica tanto a la idea de ecumenismo como a la de
1
El ecumenismo contemporáneo
y la búsqueda asiática de Cristo*

I. L A PRIMACÍA DE LA «PRAXIS»

1. Una teoría del ecumenismo que no ha empezado a operar


como praxis no parece que pueda engendrar un movimiento ecu-
ménico. En una comunidad que dice ser guiada por el Espíritu, la
praxis en cuanto tal es la primera formulación de la teoría'. De
aquí que nuestra postura sea fundamentalmente positivista y
práctica. En primer lugar consultamos la práctica ecuménica vi-
gente (partes II y III) y la examinamos críticamente (parte IV),
para luego exponerla a la luz de evangelio (parte V) y ver si
puede, de algún modo, acercarnos al camino que los peregrinos
de Asia han seguido en su secular búsqueda de Cristo (parte VI).
2. La precisión y la claridad exigen que limitemos el signifi-
cado de ecumenismo al de mera «unidad de la Iglesia» (church-
unity) o al de «curación de las heridas de la división» entre los
cristianos, de modo que, por contraste, podamos poner el debido
acento en nuestra respuesta común al desafío no cristiano 2 .
3. El ecumenismo, entendido de este modo, ha alcanzado
un punto de saturación que obliga al movimiento a cambiar de
dirección en provecho de Asia. Si tomamos el camino seguido por
el ecumenismo clásico —al que llamo «ecumenismo intereclesial»
en este capítulo— llegamos a un punto en el que tenemos que
decidir si seguir la jornada hasta su fin - q u e es una forma intra-
mural de unidad eclesial— o si «desviarnos» hacia un nuevo cami-

* Publicado en Teaching Al! Nations 1/XIII (1976) 23-39


1. El general de los jesuítas, P. Pedro Arrupe, hablando en el último sínodo
de obispos, dicen que pidió a los teólogos que «pusieran más valor teológico en la
ortopraxis» (PMV. Special Note 36, 4).
2. Se le llama también «ecumenismo amplio», término que evitamos aquí.
26 El ecumenismo contemporáneo La nueva praxis: «Ecumenismo transeclesial 27

no que me gustaría llamar «ecumenismo transeclesial» (parte III), en su postura actual con respecto a las iglesias que se encuentran
camino que pasa a través del corazón de Asia. ¡Nosotros optaría- ya en comunión con él 4 .
mos por deviarnos! (parte IV). 4. El carácter bíblico-eucarístico. Lo que se da aquí no es
tanto una expresión verbal cuanto una convicción implícita que
se traduce, con mucha frecuencia, en la praxis: «Iglesia» son los
II. E L MODELO CLÁSICO: «ECUMENISMO INTERECLESIAL» que han sido convocados por la palabra de Dios y, de alguna
manera, están alimentados por el Pan de vida. ¿Podemos, sincera-
1. Este movimiento tradicional surgió casi como consecuen- mente, llamar a otra comunidad cristiana «iglesia» si rehusamos
cia de las primeras divisiones. Se dio un esfuerzo mantenido por admitir, por lo menos de un modo cualificado, el que tal comuni-
restaurar la comunión con Roma. Recientemente, sin embargo, dad tiene una base bíblico-eucarística? Por supuesto, la Biblia no
estos esfuerzos ecuménicos han alcanzado un alto grado de madu- es ya la fuente de disensión que fue en otro tiempo. Se ha conver-
rez que origina un cambio cualitativo en la noción misma de ecu- tido en el eje central del ecumenismo intereclesial. El que se den
menismo3. diversa interpretaciones de la Escritura no es óbice para que las
2. Esta madurez que, por supuesto, no ha penetrado en to- iglesias celebren conjuntamente la Palabra5. En lo que toca a la
dos los rincones de la comunidad cristiana, consiste en que los eucaristía (que en otro tiempo fue un símbolo de unidad y hoy se
ecumenistas han empezado a llamar a las denominaciones mutuas ha convertido en un símbolo de separación), la postura oficial
«iglesias», atribuyendo indirectamente al ecumenismo un carácter todavía está en el proceso de decidir cómo convertirla de nuevo
multieclesial y bíblico-eucarístico. Como indicaremos más adelan- en el foco de la celebración ecuménica 6 . ¡Pero la praxis que se da
te, los que se encuentran comprometidos en la nueva praxis dan en la periferia de las iglesias ya ha anticipado las tendencias futu-
casi por supuesto estos dos aspectos (III). De ahí, que, aun a ras! 7 .
riesgo de decir lo obvio, parezca conveniente el exponer aquí di-
chos aspectos.
3. El carácter multieclesial. Se da una convicción creciente III. L A NUEVA PRAXIS: «ECUMENISMO TRANSECLESIAL»
de que el objetivo del ecumenismo no es ni la absorción de las
iglesias por Roma, ni la fusión de éstas en una especie de cristia- 1. La madurez que el ecumenismo clásico está adquiriendo
nismo «ensalada». Puesto que ninguna iglesia puede agotar en su en el Oeste (II, 1 y 2) con relación al pluralismo cristiano (II, 3)
ser «la longitud y la anchura, la altura y la profundidad» del mis- y el papel de la Palabra y el Sacramento en las iglesias respectivas
terio de Cristo del cual el romanismo, el anglicanismo, el meto- ha dado su primeros frutos bajo la forma de un nuevo movimien-
dismo y las demás tradiciones no son más que otras tantas expre- to ecuménico basado en cuatro modos distintos de acentuar el
siones sacramentales o acentos históricos, se sigue que lo que en papel redentor de Cristo en el mundo. Sin renunciar a sus respec-
otros tiempos se lamentaba como una triste división debe conver- tivas afiliaciones denominacionales ni diluir las discrepancias doc-
tirse hoy, mediante un proceso de exposición mutua, en un rico trinales, los más ardientes miembros de las diversas iglesias se
pluralismo cristiano. Dicho de un modo más concreto: «la Iglesia reúnen bajo una u otra de estas cuatro banderas con un senti-
una y santa» que buscan los ecumenistas es una ecclesia ecclesia- miento ecuménico que no han procurado conscientemente pero
rum que se mantiene unida en un vínculo visible de comunión
—vínculo que podría ser, fácilmente, el oficio petrino que reclama
el obispo de Roma siempre y cuando se redima su credibilidad y 4. Véase las observaciones y peticiones sometidas por el Círculo (Workshop)
Francés B en el último sínodo de obispos (PMV Special Note 36, 6-7). Véase
se vindique su potencial ecuménico mediante un cambio visible especialmente el capítulo sobre «El Sentido de la Iglesia local» en Adrián Hasting
Church and Ministry, Kampala 1973.
5. Véase G. J. J. Heuthorst, The Bible in the Service of Ecumenism, en Mede-
llín Papers, Manila 1969, 202-205.
6. En esta dirección iba la sugerencia hecha por el Círculo Francés C en el
último sínodo al referirse a la «hospitalidad eucarística».
7. La prevalencia de esta praxis fue admitida, con alarma, por alguno de los
3. Cf. A. Pieris, Ecumenism Today en la revista mensual anglicana Ceylon. padres sinodales (ibid., 12).
28 El ecumenismo contemporáneo La nueva praxis: «Ecumenismo transeclesial 29

que, algunos de ellos, no dudan en celebrar eucarísticamente. eclesiolatría (no hay salvación fuera de la Iglesia) ,2 . Gracias al
Éste tipo de ecumenismo se está extendiendo por todas partes: ecumenismo clásico (II) se ha intentado redefinir la relación entre
este y oeste, primer mundo y tercero. la Biblia y la Iglesia, entre le Escritura y la Tradición. El resulta-
2. Esta cuádruple corriente está atravesando literalmente las do es que tanto el fundamentalismo bíblico protestante como el
iglesias que se encuentran comprometidas en el ecumenismo clá- triunfalismo eclesiástico católico convergen en una sola corriente
sico. Por esto la llamo ecumenismo «transeclesial». De aquí, tam- evangélica. Ambos incitan a las iglesias para que declaren tanto
bién, su ambivalencia: ¡estas cuatro tendencias recogen a los cris- al oeste post-cristiano como el este no cristiano —que son tan
tianos a través de las iglesias sólo para dispersarlos de nuevo en «paganos» el uno como el otro— que Jesús de Nazaret es el Hijo
cuatro direcciones opuestas! Ahora bien, puesto que en esa mis- de Dios y el Salvador del hombre ".
ma semilla de disensión que lleva en sí esta neo-praxis contiene 5. Dialoguismo. El acercamiento dialogal a las otras expre-
un potencial todavía no experimentado para una cristiandad rege- siones de fe es también una respuesta auténtica que nace de la
nerada capaz de responder a las necesidades de nuestro continen- misma urgencia evangélica que anima al primer grupo. Y, sin
te, yo la consideraría como un signo providencial que nos indica embargo, los dialoguistas se mueven hacia el otro polo, empujan-
la dirección que nuestro esfuerzo misionero ha de tomar en do a los evangelistas al suyo 14. La diferencia es total. El dialoguis-
Asia 8 . ta cree que el Cristo que encuentra en la Biblia es una fase salví-
3. ¿Cuáles son, pues, estos cuatro movimientos? ¿Cómo de- fica de un suceso (event) que todavía espera revelarse más allá de
signarlos? A falta de una terminología mejor los llamaré, provi- la Biblia; que el Cristo que encuentra en la Iglesia es un momento
sionalmente, evangelismo, dialoguismo, espiritualismo y activis- intensivo de una presencia que todavía busca ser reconocida más
mo9. allá de la Iglesia 15. La Biblia y la Iglesia no son el punto final de
4. Evangelismo. Las raíces inmediatas de este movimiento la jornada hacia Cristo; son, más bien, un divine milieu en el que
se remontan a la Europa del s. XVI. Tanto la reforma protestante el cristiano adquiere el deseo de un Cristo cada vez más grande;
como la contrarreforma católica resultaron ser un movimiento rí- una escuela en la que aguza su instinto de búsqueda del Salvador,
gido de conversión inspirado en la creencia de que las masas rura- no a solas sino con todos los hombres de buena voluntad (véase
les de Europa todavía vivían en la ignorancia y la superstición y V y VI). Es precisamente esta búsqueda de un último sentido de
necesitaban ser «cristianizadas» ,0. Algunos jesuítas pensaron que las cosas la que ha hecho surgir nuevos grupos ecuménicos que se
la Italia del Sur era tan «pagana» como la India; y tal vez fuese encuentran en contacto directo con ideologías no cristianas16.
este prejuicio contra el «paganismo» europeo el que motivase la 6. Espiritualismo. A los que pertenecen a este grupo Cristo
postura inflexible que la Iglesia tomó en la controversia de los se les aparece como el Liberador personal, espiritual que ejerce
ritos chinos ". su papel salvífico en el mundo interior del alma o espíritu indivi-
La diferencia entre la forma protestante de evangelismo y la dual. Se da a la liberación en Cristo un fuerte acento psicológico.
católica nace de la importancia exagerada que dieron respectiva-
mente a la Biblia y a la Iglesia. La primera estaba basada en una 12. Para un análisis crítico véase A. Pieris, The Church, The Kingdom and
bibliolatría (no hay revelación fuera de la Biblia) y la otra en una The Other Religions, conferencia de 1968 publicada en Dialogue, 22 (1970) 2 ss.
13. Nótese aquí el papel de agencias tales como la Bible Society que se ali-
mentan de este grupo, orientan su celo e, indirectamente, moderan sus excesos.
8. Para un ejemplo concreto véase la nota 20. Los católicos romanos extienden su cooperación hasta ellos predicando a Cristo en
9. Si hay algún término que pueda resultar ofensivo a los que se suscriben a todas las naciones, razas y tribus en la lengua de cada uno.
la ideología descrita, pedimos perdón y aceptamos, de buen grado, cualquier co- 14. ¿No fue la cruzada masiva de Bill Graham una reacción patente contra
rrección. El uso de términos tales como «fundamentalismo», «triunfalismo», etc. los métodos dialógicos de la W. C. C ? Una reacción semejante se puede percibir
que son connotativos más que denotativos, son utilizados, de un modo deliberado, en revistas misioneras católicas tales como Christ to the World.
para indicar las opciones y preferencias del autor. 15. Véase la teoría sacramental que se propone en art. cit., n. 12.
10. Jean Delumeau. Les Reformes, la protestante et la catholique, ont imposé 16. Por ejemplo los Teilhardian Groups de Inglaterra y Francia, o el Centre
aux masses la religión de Vélite, extractos de una conferencia dada en el Collége du Monchanin de Montreal en el que Robert Vachon adopta una postura totalmente
France el 13 de febrero de 1975, y publicado en ICI (n. 479), 2 de mayo de 1975 secular y humanística, o el Grupo Dialogue de Sri Lanka (véase el informe de T.
21 ss. Kuriacose) que responde a un ambiente budista. En lo referente al marxismo,
11. Ibid. véase la n. 20.
30 El ecumenismo contemporáneo La doble praxis y la opción asiática 31
Esta aproximación «experiencial» dista mucho de ser monotí- postura psicológica del tercer grupo. La ética social del evangelio
pica. No resulta fácil trazar todas sus ramificaciones. Aquí pre- ha comenzado a atraer a los jóvenes de todas las denominaciones,
sentaremos, solamente, sus dos ramas principales: la carismática creando así un nuevo campo magnético en el ecumenismo. Se
y la místico-monástica. reúnen para formar una sola voz cristiana que denuncia la injusti-
Conviene anotar las diferencias. Los carismátícos retienen el cia organizada tanto dentro como fuera de la Iglesia. Al percibir
sabor pneumatológico del nuevo testamento, mientras que los la dimensión estructural del pecado proclaman al Cristo salvador
«místicos» tienden a adoptar el impulso «gnóstico» de las religio- que condena la opresión haciéndose él mismo su víctima aquí y
nes asiáticas tales como el budismo y el hinduismo n . Los prime- ahora. Sus inclinaciones filo-marxistas les han valido la etiqueta
ros manifiestan un carácter eclesiástico, mientras que los segun- de «cristianos de izquierda». El hecho es, sin embargo, que tam-
dos acentúan el elemento individualista, aunque ninguno de los bién la «izquierda» cristiana es un movimiento ecuménico que
grupos excluye totalmente los elementos de los otros. Los caris- hay que tener en consideración20.
máticos tal vez encuentren atrayente el evangelismo, pero los mís-
ticos tienden, más bien, a intoducirse en la senda dialógica para
encontrar a los no-cristianos. La renovación carismática es de ori-
IV. LA DOBLE PRAXIS Y LA OPCIÓN ASIÁTICA
gen occidental aunque se ha extendido rápidamente por Asia. El
movimiento del «Ashram», y sus equivalentes, que tanta popula- 1. El ecumenismo clásico ha nacido de la división clásica del
ridad tiene ahora en el este, tiene su hogar en Asia 18 . Es impor- oeste (II, 1-4) y se ha extendido por el este del mismo modo que
tante recordar, por último, que el movimiento carismático es in- las rivalidades eclesiásticas del oeste pre-ecuménico plagaron a
tra-mural y sigue al modelo clásico de ecumenismo (véase VI, los misioneros de otros tiempos. En nuestra praxis tendemos a
13) mientras que lo contrario se aplica al movimiento del «As- acusar las actitudes y conductas del cristianismo occidental por-
hram» que proporciona, invariablemente, un contexto para el que la Iglesia es todavía en Asia una versión, y en algunos casos
ecumenismo transeclesial (véanse notas 17, 18, y 19). una mera extensión, de la Iglesia occidental.
No necesitamos detenernos a describir las situaciones comple- 2. La única forma de ecumenismo intereclesial que tendría
jas que resultan cuando los que abogan por la tesis espiritualista sentido en nuestro contexto, aunque todavía no ha echado raíces
intentan combinar las modernas técnicas psicológicas —tales a escala pan-asiática, es lo que podríamos llamar una confronta-
como el counseling y la dinámica de grupos— con elementos del ción teológica creadora entre las iglesias misioneras del este y las
misticismo oriental sin excluir la parapsicología y el ocultismo 19. iglesias de los 'ritos orientales'. Estas iglesias orientales han
7. Activismo. Nos encontramos aquí con la postura más au-
daz del ecumenismo transeclesial. Su foco es la liberación social
que, evidentemente, se encuentra en marcado contraste con la 20. La Christian Workers' Fellowship (C.W.F.) actúa desde la oficina central
que posee en el edificio de la Y.M.C.A. y es un ejemplo único de «ecumenismo
de izquierdas». Algunos de los líderes cristianos y budistas del movimiento son
17. El Centro del P. Dechanet en Val Joufray (Francia) utiliza el yoga como miembros activos del Partido Marxista. Simbólicamente, el momento cumbre de
un medio de integración espiritual, mientras que el jesuíta Lasalle y el dominico este ecumenismo es la Eucaristía de los obreros que se celebra el Día de Mayo y
Oshida han abierto centros de Zen en los que se adoptan técnicas budistas como que se repite, en un tono más mitigado, cada mes, en la capellanía de los obreros.
ingredientes de una vida espiritual adaptada a la cultura japonesa. ¡Es una celebración común con intercomunión, que las cabezas de las iglesias ad-
18. El Ecumenical Ashram de Murray Rogers hace mucho que ha dejado el miten en secreto u observan a distancia! El diálogo-sermón es dirigido por marxis-
habitat indio y ha llegado al Oeste hasta Jerusalén. El Anchor Hold del Rev. H. tas, budistas y cristianos. También participan trabajadores hindúes. La Eucaristía
E. W. Slade en Sussex ha creado una atmósfera ashrámica que atrae a los inmi- se centra en torno al tema de Cristo el Obrero, una obra maestra de liturgia conce-
grantes asiáticos. El Gemeenschaphuis «Zonnelied» de Andrew Montanus Vers- bida en el espíritu cristiano, nacida en una cultura budista, y alimentada en un
teeg está transido de una espiritualidad franciscana que es intensamente ecuménica ambiente marxista. Esta liturgia simboliza a todo el movimiento, en el que las
y agudamente sensible al misticismo oriental (véase su Christian Spirituality: A fuerzas políticas y religiosas más dispares se mantienen unidas en un centro que se
Challenge for the Encounter with World Religions, Leerdam 1974). puede ver fácilmente que es Cristo el Trabajador, es decir, Cristo en el trabajador,
19. Se podría citar el «teosofismo» a modo de ejemplo. Hoy en día es un Cristo que todavía se encuentra comprometido en la tarea de redimir y reconstruir
fenómeno que no abunda. En Colombo hay una ermita, conocida internacional- el mundo. Aunque este grupo, originariamente, era de inspiración protestante,
mente, dirigida por el famoso teosofista Theja Gunawardhana, autor de Mystic hoy es un grupo ecuménico que incluye a muchos católicos. Dos jesuítas y un
and Occult Christianity. obispo católico se encuentran asociados, de algún modo, al movimiento.
32 El ecumenismo contemporáneo La doble praxis y la opción asiática 33

mostrado el carácter universal de cristianismo a base de encarnar- tienen que hacer, más bien, es enfrentarse al mundo unidas! El
se en culturas particulares, pero este mismo particularismo se ha ecumenismo de iglesia a iglesia podría ser, también, el resultado
convertido en provincialismo, aprisonando la universalidad que espontáneo de un esfuerzo común por descubrir el rostro asiático
intentaba encarnar y congelando el celo misionero del que nació. de Cristo. Es decir, el ecumenismo intereclesial debería ser, aquí
Las misiones occidentales, por el contrario, han caricaturizado el en Asia, el resultado (by-product) de una nueva praxis que es
universalismo y la misión del cristianismo al convertirlo en Asia transeclesial, cristocéntrica, y orientada hacia el mundo (III, 4-7).
en una mera extensión material de las iglesias locales del oeste. 5. Nótese, sin embargo, que al optar por una nueva praxis
Desgraciadamente estos dos grupos no están expuestos el uno al nos ligamos a la agenda que ofrece. Se trata de un programa de
otro en la mayor parte de Asia. El encuentro ecuménico de estas reconciliación, que es la esencia del ecumenismo. ¡Reconciliación
dos tendencias daría lugar a dos consecuencias prácticas: la explo- no entre protestantes y católicos, sino entre las nuevas facciones
sión tanto del mito de que el rito latino (¿existe todavía?) es una que han sustituido a las antiguas (III, 2)! El largo debate manteni-
condición esencial para la comunión con Roma y la de que «el do entre el evangelista que desea, como sea, «cristianizar» Asia,
autogobierno de las iglesias locales», que el Vaticano II declaró y el dialoguista que escoge en primer lugar «asiatizar el cristianis-
inviolable21, sería un obstáculo para el objetivo último del ecume- mo», no puede tocar a su fin, de un modo satisfactorio, si uno no
nismo (véase II, 3). se adhiere a la metodología que impone la nueva praxis (IV, 6).
3. Supuestas estas premisas, podemos proponer que el ecu- Más adelante veremos (VI) que, a medida que desaparece la ten-
menismo clásico (que se ha descrito en II, 1-4) es un carisma sión entre esplritualismo y activismo, el veredicto será favorable
específico de las iglesias locales del oeste. El encuentro de iglesia al dialoguismo, ya que ambos son movimientos «dialógicos». La
con iglesia, y la obligación concomitante de discutir las diferencias tendencia «místico-monástica» representa el deseo de la Iglesia
doctrinales y de codificar la disciplina inter-eclesial, descansa, pri- de adentrarse en la vena «gnóstica» de la espiritualidad hindú-bu-
mordialmente, en su conciencia. De momento, nuestra tarea con- dista (C. 6), mientras que el compromiso político de los «cristia-
siste en aprovecharnos de sus esfuerzos más que en duplicarlos, y nos izquierdistas» provoca en la Iglesia una sorpresa que lleva a
en sacar nuestras conclusiones de un modo juicioso más que en una sana inseguridad dada la irrevocable opción de Asia en favor
gastar nuestras reservas en tales teologías ecuménicas. De aquí del socialismo (III, 7; VI, 6). La tradicional e inofensiva contro-
que un concilio ecuménico que se reuniese para discutir tales pro- versia acerca de «la contemplación y la acción» ha abandonado la
blemas sería un lujo que los asiáticos no nos podemos permitir 22 . sala de conferencias de los novicios para entrar en la arena políti-
4. Dejemos, pues, que la experiencia occidental del ecume- ca de las nuevas naciones asiáticas. La antinomia que se nos pre-
nismo clásico fluya libremente en la profundidad de nuestro espí- senta ahora es la de la «espiritualidad» política de los activistas y
ritu de modo que, gradualmente, se convierta en un sentir (mood) las «actividades» apolíticas de los espiritualistas. De aquí que
más que en un objetivo, un estilo de vida y no la meta de una nuestra energía apostólica se dispersa en dos direcciones opuestas
acción organizada. Las iglesias de Asia no tienen tiempo para que se neutralizan mutuamente. La Iglesia de Asia muestra una
enfrentarse unas con otras como en el modelo clásico; ¡lo que personalidad dividida y predica a un Cristo roto.
6. Providencialmente estas voces disonantes pueden armoni-
zarse, ya que todas parten de una misma nota: Jesucristo o, para
21. Véase el decreto sobre las Iglesias católicas del este, art. 5 (y el pasaje
correspondiente del decreto sobre el Ecumenismo):
ser más preciso, la búsqueda de Cristo (III, 4-7). La madurez
Este concilio declara solemnemente que las iglesias del Este, tanto como las del creciente de las iglesias occidentales con respecto a las antiguas
Oeste, gozan totalmente del derecho y están orientadas en deber, a regirse por sí divisiones (II, 1-4) deben inspirarnos a adoptar una postura seme-
mismas. jante con respecto a estos nuevos conflictos: reconciliémoslos en
El subrayado es mío. Adrián Hasting (loe. cit. supra) opina que ésta es la cosa
más revolucionaria que ha declarado el concilio y que sólo en este lugar se ha
el impulso cristológico (Christ-ward thrust) que muestran todos
empleado la palabra «solemnemente» en sus documentos. ellos. Pero para no perdernos en especulaciones cristológicas limi-
22. Nos apresuramos a añadir que este congreso ecuménico de los jesuítas, témonos a la situación concreta de Asia, a su peregrinaje espiri-
como se puede ver en la agenda, no cae bajo esta censura. Y en lo que nos toca, tual hacia Cristo (VI). Si situamos este análisis de los hechos den-
lo que queremos ofrecer en este trabajo no es el material de discusión sino un
método.
tro de una estructura teológica aceptable a todas las iglesias,
34 El ecumenismo contemporáneo La búsqueda asiática de Cristo 35
nuestra disquisición sonará a verdadera y persuasiva. Este es el a. La luz que brilla en el este no se percibe en la ciudad de
paso siguiente. la montaña (Mt 2, 9). Jerusalén permanece a oscuras en lo que
respecta al nacimiento de Cristo.
b. Jerusalén oye la Buena Noticia de labios de los sabios
V. L A BÚSQUEDA ASIÁTICA DE CRISTO: orientales (Mt 2, 2). Por su medio Dios revela a los suyos en
UN PARADIGMA TEOLÓGICO Jerusalén que está a su alcance el Cristo. Son sus preguntas las
que incitan a los sacerdotes a leer las Escrituras en busca de más
1. El paradigma que presentamos aquí no es creación nues- luz (Mt 2, 5).
tra. Ha salido de la pluma de un satirista asiático al que se ha c. «Hemos venido a adorarle» (Mt 2, 2b). ¡Lo que satisface
conocido legendariamente como Mateo o Leví. El tema es la bús- su sed no son las explicaciones sino la experiencia!
queda asiática de Cristo. En un lenguaje mítico, el autor dramati- d. Herodes, que no dudaría en matar a los inocentes en un
za un hecho auténticamente histórico: el de que los orientales bus- momento de inseguridad, y todos aquellos que están asociados
can en el oeste un encuentro con Cristo. Este hecho, tantas veces con él se sienten perturbados por la Buena Nueva (Mt 2, 3).
repetido, está profundamente imbuido en la memoria cristiana y Es decir, que cuando la lucha de Asia por encontrar la fuente
se exterioriza ritualmente cada 6 de enero: epifanía o revelación última de la liberación llega al momento de fruición en el dintel
de Cristo a los orientales. del oeste con la noticia de que «el Liberador está aquí», la noticia
2. Mateo lo expresa como una tragedia en tres actos: la bús- no le suena al poder —tanto religioso como secular— a «Buena
queda, la desilusión, y el descubrimiento (Mt 2, 1-12). Todo el Nueva». Todo vale con tal de acabar con la liberación inminente
drama está transido de enigmáticas expresiones teológicas con im- (Mt 2, 16).
plicaciones sorprendentemente modernas. e. Ni la palabra de Dios en la Biblia, ni el pueblo de Dios en
3. Acto I: la búsqueda. «Hemos visto su estrella en el este y Jerusalén constituyen el destino de la peregrinación de Asia. Pero
hemos venido a adorarle» (Mt 2, 2). Aquí Mateo asienta las bases a lo largo de la búsqueda se les consulta a ambos. A los peregri-
para una Teología asiática de la religión que, más tarde, se con- nos les sirven de sacramento para ir más allá. ¡De hecho los Ma-
vertirá en una maravillosa estructura. En esta fórmula tersa ha gos abandonan el lugar santo para encontrar a Cristo!
comprimido, por lo menos, seis hitos teológicos. f. La escena final. ¡Los sabios del este parten solos!
a. Una luz ha aparecido en el este. Es decir, el este no care- Los sacerdotes de Jerusalén, guardianes de la ley, intérpretes
ce de pistas con respecto al proceso de la liberación. de la revelación, custodios de la tradición y guías de Israel no se
b. Es su luz la que han visto. La venida de Cristo se revela unen a los asiáticos en su búsqueda de Cristo y, por consiguiente,
en el este aun antes de que Jerusalén la conozca. tampoco participan en el descubrimiento (Mt 2, 12).
c. Reconocen su luz. 5. Acto III: el descubrimiento. ¡El anticlímax! La fastidiosa
d. Ven en ella una señal sacramental que indica un misterio jornada de Asía en busca deí ííbertador acaba en la cabana de un
que les mueve a una búsqueda más profunda. No se contentan jornalero. Lo que descubren es que la luz que brilla en el este
con la luz y buscan su fuente. emana de una casa rural. La liberación de Asia se anuncia desde
e. El resultado es un largo viaje a través de desiertos y cami- el hogar improvisado de un rústico. Al Cristo asiático se le en-
nos solitarios. Los orientales no conocen atajos. ¡Su camino es cuentra sentado en las rodillas de una mujer campesina, la esposa
aburrido y muy exigente desde el punto de vista ascético! de un trabajor. Fin de la búsqueda.
f. La luz les lleva hacia el oeste, a la ciudad en el monte. La sabiduría asiática se inclina humildemente ante el hijo de
4. Acto II: la desilusión. Mateo conduce el drama, ahora, a un pueblerino. Esta es la verdadera adoración, la liturgia supre-
la cumbre de la ironía al contrastar la seriedad de los sabios asiá- ma: adorar al Salvador dejando el oro en el dintel de ese hogar
ticos con la complacencia de los sacerdotes de Dios que viven en rústico (Mt 2, 11).
Jerusalén. Y vuelven a dirigirse hacia el este con la Buena Nueva. La
El escenario está totalmente a oscuras cuando se alza el te- misma providencia que los guió al Salvador les hace ahora dejar
lón... Estas son las escenas de este segundo acto: a un lado a Jerusalén, el centro institucional del pueblo de Dios.
36 El ecumenismo contemporáneo La participación cristiana en la búsqueda asiática de Cristo 37

Su liderazgo no les vale a los asiáticos para buscar a Cristo. Y, negativa. De aquí que, en este trabajo, subsumamos el animismo
por consiguiente, no es necesario para proclamarle en Asia (Mt (juntamente con el confucionismo) bajo las categorías 'a' y 'b' 2 3 .
2, 12). 4. ¿Cómo indican estas fuerzas la imagen que Asía tiene de
sí misma? Responder a esta pregunta implica anticipar nuestras
conclusiones, a saber, que la liberación de Asia yace en la otra
VI. L A PARTICIPACIÓN CRISTIANA EN LA BÚSQUEDA vertiente, invisible, de una convergencia (o colisión) inminente
ASIÁTICA DE CRISTO de la soteriología gnóstica y la revolución socialista. Estas dos
fuerzas mayores aparentemente antitéticas, se oponen a un ene-
1. El paradigma que acabamos de presentar (V, 1-5) puede migo común, la tecnocultura de tipo capitalista, una fuerza hostil
ayudarnos a descubrir cómo la nueva praxis ecuménica - c o n sus de la que la Iglesia debería disasociarse si quiere unirse a Asia en
cuatro corrientes transeclesiales (III, 1-7; IV, 5-6) — , puede condu- su búsqueda de la liberación total.
cirnos a los cristianos al «camino seguro y firme» que Asia afirma 5. La zona gnóstica de Asia está controlada por el budismo
haber tomado en su marcha hacia la liberación total. ¿Es la Igle- hindú y las culturas taoístas que, bajo su corteza animista y/o
sia un observador marginal que pronto será sobrepasado? ¿O es confucionista, conservan la savia del misticismo que circula en
un participante creador, un colaborador que inspira? ¿Sabe Asia miles de instituciones monásticas. La cultura hindú que pervade
lo que desea? Las respuestas se pueden encontrar en la práctica el subcontinente indio, continúa como una vena subterránea en
misma de la Iglesia (I, 1). Indonesia y, también, en las naciones budistas de Burma, Tailan-
2. La búsqueda asiática no se puede definir con categorías dia y Camboya, para no decir nada de Sri Lanka 24 . El budismo
nítidas y claras. Es un proceso complejo que implica por lo menos es, con mucho, la fuerza gnóstica más resistente de Asia. Su mera
cuatro movimientos diferentes y, a veces, contradictorios. Se los fuerza numérica (hay casi tantos budistas en Asia como católicos
puede clasificar del modo siguiente: en el mundo) 25 y su numerosa distribución en el continente (es la
A. Fuerzas religiosas: religión oficial y/o el factor cultural más influyente en veinte terri-
a. Soteriologías gnósticos representadas por las formas supremas del torios políticos diferentes que cubren la mayor parte de Asia) 26 ,
hinduísmo, budismo, taoísmo, etc. hacen que el estudio del budismo sea casi sinónimo del estudio
b. Teísmo bíblico: islamismo y cristianismo. de Asia. Los marxistas, de hecho, están empezando a admitir
que es imposible comprender a las masas asiáticas sin un conoci-
B. Fuerza seculares: miento (grasp) concienzudo del budismo 27 . Conscientes de ello,
c. Tecnología occidental basada en el modelo capitalista de desarro-
llo.
23. Omitimos el confucionismo por la misma razón. No se trata de una fuerza
d. Socialismo, especialmente la variación marxista. religiosa sino de una sub-estructura, casi irresistible, que Mateo Ricci encontró útil
3. El animismo no es per se, desde nuestro punto de vista, como terreno cultural en el que implantar el cristianismo. ¿El que no encontrase
al budismo útil (Y. E. Raguin, Father Ricci's Presentation of Some Fundamental
un factor determinante. Se marchita cuando se le expone a la Theories of Buddhismo, en Chínese Culture X, 1, 37-38) se debió, en parte, a que
tecnocracia o al marxismo (c y d), pero a las diversas religiones el budismo se había implantado en el mismo terreno? Los marxistas tal vez encuen-
mundiales (a y b) les resulta muy fácil de domesticar. En Asia, tren el confucionismo aún más pernicioso que la superstición animista (véase Yang
tanto la religión bíblica como la gnóstica han brotado en el suelo Jung-Kuo, Confucius, «Sage» of the Reactionary Classes, Peking 1974 y Anón,
Ghost of Confucius, Fond of the New Tsars, Peking, 1974).
animista. De aquí que sea más frecuente la conversión del animis- 24. D. J. Steinberg, In Search of South East Asia. A Modern History (a sym-
mo a una de estas religiones que de una religión a otra. A esto posium), OUP, 1971, 59 ss.
hay que añadir que cuando estas religiones chocan con el marxis- 25. H. Saddatissa en The Buddha's Way, London 1971, 121, estima la canti-
mo o la tecnocracia, lo primero que se viene abajo es su subes- dad en 516.975.000. Se trata, probablemente, de una aproximación, ya que las
fuentes que cita son censos antiguos y algunos cálculos aproximados.
tructura animista. La pregunta de si estas religiones pueden echar 26. Sir Lanka, Burma, Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam, China, Taiwan,
raíces culturales en Asia sin absorber la religiosidad popular y las Singapur, Hong Kong, Corea, Japón, Mongolia, las Repúblicas de Buriat Calmic
prácticas cúlticas de cada región y sin subordinarlas a sus propias y Tuva (en Siberia), Nepal, Tibet, Butan, y Sikim.
soterologías, es una pregunta que parece exigir una respuesta 27. Véase la tesis del marxista ruso Parfionovich, Relevance of Buddhist Stu-
dies en World Buddhism XXI/3 (oct. 1972) 67 ss.
38 El ecumenismo contemporáneo La participación cristiana en la búsqueda asiática de Cristo 39

los budistas han empezado a afirmarse a sí mismos como una la ilusoria felicidad del pueblo que es la religión»31. Los budistas
fuerza asiática a base de formar organizaciones mundiales 28 . actuales son conscientes de esto. En algunos casos han empezado
6. La zona socialista, que no es menos extensa, está en su a anticipar la crítica de Marx a base de presionar el monasticismo
mayor parte bajo el dominio marxista. ¡Más de dos terceras partes budista desde dentro para que se renueve en una línea socialis-
de Rusia están en Asia! La China maoísta constituye la mayor ta 32 . Y no resulta menos importantes el hecho de que, desde los
parte del resto de Asia. Indochina también ha luchado por mucho años cincuenta, Asia sureste ha producido ya tres ramas diferen-
tiempo por establecer un gobierno marxista. Otras naciones, tes de «Socialismo Budista»33.
como Sri Lanka, han llevado a cabo recientemente una serie de 8. Este experimento de socialismo budista nos proporciona
reformas que confirman su opción por el socialismo aunque éste una intuición de lo que constituye «el rostro asiático de Cristo».
esté muy lejos de ser un marxismo genuino. Pero está muy claro Los autores de este experimento, combinando la ecuanimidad
a dónde lleva el camino. gnóstica con el concepto socialista de comunidad, han probado
El marxismo no es ya, en Asia, una ideología «importada». que tanto el budismo como el socialismo son indígenas de Asia y
Aunque es la única «religión» nacida en el oeste, está ya más que la zona común en la que se encuentran ha de ser, igual y
asiatizado que la religión cristiana, que es asiática de origen y auténticamente, asiática. Puesto que la historia sitúa la génesis
occidental por adopción. ¡El mensaje marxista se empezó a estu- del socialismo budista en un contexto de lucha contra el neocolo-
diar a fondo, a poner por escrito, a discutir, e incluso a desarro- nialismo y la tecnocracia capitalista o, de un modo más positivo,
llarse en dialectos vernáculos cuando todavía la teología cristiana como la lucha por los trabadores, las masas campesinas, el «prole-
se balbuceaba en latín en los seminarios de Asia! El marxismo ha tariado», podemos asumir sin miedo que las corrientes gnóstica y
venido para quedarse. budista han encontrado su punto de confluencia en el campesina-
7. La senda hacia el destino de Asia es, pues, una senda con do asiático que es el que encarna, en verdad, el espíritu de Asia.
dos líneas paralelas: la gnóstica y la socialista. Esto se puede infe- Nos negamos a romantizar estas dos ideologías que, cuando
rir de la tensión que existe entre las dos en las naciones que han se las deja establecerse confortablemente, son tan perniciosas
venido a parar bajo el régimen marxista. Es cierto que en Rusia para el campesino como cualquier otra institución petrificada.
y China las dos ideologías han chocado, pero la experiencia del Nos limitamos simplemente a verlas como «movimientos» que,
Vietnam, más sobria, hace pensar que tanto budistas como mar- en los últimos decenios, se han convertido en campeones de la
xistas, están tratando de no repetir los errores cometidos en otras causa de los trabajadores y campesinos contra los explotadores
partes 29 . El curso de acción, graduado y prudente, que ha adopta- neocolonistas.
do el partido revolucionario de la república de Mongolia al des- 9. No hay ningún ejemplo que ilustre mejor lo dicho que
menuzar el poder feudal de las lamaserías budistas 30 ha mostra- una comparación entre las perspectivas de Mahatma Gandhi y el
do, de un modo indirecto, que la soteriología gnóstica, en el acto presidente Mao, los dos representantes más coherentes de cada
mismo de institucionalizar su ideal místico, convierte la felicidad una de las ideologías. Los dos hablaron desde pulpitos diferentes
mundana en una ilusión y tiende a engañarse a sí misma al crear el hindú y el marxista, pero, como verdaderos asiáticos trataron
una estructura mundana que confirma la tesis opuesta del marxis- de conseguir una simbiosis entre «espiritualismo» y «activismo».
mo de que «para llegar a la verdadera felicidad es necesario abolir Cada uno de ellos combinó, de un modo personal, la transforma-

31. Citado de art. supra cit., 28.


32. Incluso el budismo sonriente de Tailandia ha empezado a fruncir el ceño
28. World Fellowship of Buddhits (WFB), World Buddhist Sangha Council al ver su propia estructura burguesa de valores y sus simpatías filo-capitalistas. En
(WBSC), World Buddhist Social Service (WBSS), etc. relación a los históricos sucesos del pasado año, véase el informe del ICI, n. 476
29. Para un análisis factual véase mi trabajo Buddhist Experience of Marxism 15 de marzo de 1975, bajo el título Thailand, Une Revolution Bouddhiste?
in Russia and China, que nació como un trabajo-respuesta para ser leído en el 33. Por ejemplo, la de Badaranayake de Sri Lanka, la de U Nu de Burma, y
M'arxist-Christian Dialogue organizado por Paul Caspersz, s. i., Kandy, mayo 1974. la del presidente Sihanouk de Cambodia. Todas ellas han fracasado si se admite'el
30. Dulamzhvyn Dashzhamts, Non-Capitalist Development and Religión, en veredicto prematuro de Donald K. Swerer, Buddhism in Transition, Philadelphia
World Marxist Review (dic. 1973) 27-29. 1971.
40 El ecumenismo contemporáneo La participación cristiana en la búsqueda asiática de Cristo 41

ción estructural de la sociedad con las necesidades individuales 11. Una tal participación tuvo lugar en Sri Lanka bajo la
de transformación interior. Ambos hablaron de liberación psico- forma de un diálogo, pausado y firme, con los componentes gnós-
lógica y sociológica. El sabio indio dio sentido social al hinduís- ticos (en este caso budistas) y socialistas (sobre todo marxistas)
mo; el lider chino convirtió al marxismo en un reto espiritual 34 . del ethos asiático.
Lo que resulta más interesante para lo que buscamos es la Probablemente todo comenzó hace quince años con la naciona-
zona común de interés en la que parecen convergir dos filosofías lización de las escuelas. Los argumentos que se adujeron contra
tan distintas 35 . Hablamos del artículo básico de fe que tanto las escuelas católicas al comienzo de los años sesenta37 provenían
Gandhi como Mao expusieron a sus seguidores: la «mística asiáti- de dos secciones: los budistas nos acusaban de que nuestros esta-
ca», cuya soberanía es inviolable, reside en el corazón de los cam- blecimientos educativos alienaban a la juventud de las tradiciones
pesinos; la esperanza de Asia está en la población rural; la auto- religiosas y culturales de las masas rurales; los socialistas, a su vez,
determinación de campesinos y trabajadores es, en sí misma, la nos acusaban de cultivar o crear una élite absorta en el capitalismo
liberación de Asia. De aquí que ambos temieran la «tecnocracia occidental. Pero no fue necesario mucho tiempo para que los inte-
capitalista» que produce en Asia ciudades monstruosas en detri- lectuales católicos se diesen cuenta de que la Iglesia, al mantener-
mento de sus pueblos, agotando la economía rural y destruyendo se al margen de la corriente predominante del «socialismo budis-
los valores espirituales que subsisten en la cultura campesina. El ta» (VI, 8) estaba cavando su propia tumba y que una sana teolo-
movimiento Sarvodaya que encarna el espíritu de Gandhi, y la gía reforzaría los argumentos de los budistas y de los socialistas38.
tesis maoísta que cristalizó en la Gran Revolución Cultural del En 1970 vemos a los jesuítas devolver voluntariamente sus escue-
Proletariado36 ejemplifican no sólo la divergencia entre el acento las al Estado. Las grandes escuelas urbanas todavía siguen defen-
gnóstico y el social de sus respectivas filosofías, sino también la diendo una política de «elitismo basado en la capacidad de pago» 39
convergencia que existe entre ellas al situar el futuro de Asia en que deja a las masas de la juventud rural en una situación irreme-
las manos y en los corazones de las masas rurales. La estrella que diable de desventaja. Esa juventud rural responde con un baño de
apareció en el este se ha detenido sobre una casa campesina. sangre que se dirige a las nuevas clases explotadoras, mantenidas
10. Intelligentibus pauca! El paradigma teológico (V, 1-5) por los establecimientos monásticos del budismo, con sus grandes
que hemos presentado anteriormente nos exime de presentar aquí territorios, y alimentada en las grandes escuelas privadas 40 . Esto
ningún tipo de conclusiones. ¡Ni tenemos que molestarnos en re- pasó en 1971. Desde entonces se ha intensificado la necesidad de
petir slogans contra la Iglesia que ya están pasados! Es mejor afinar la conciencia de la Iglesia a las aspiraciones de las masas.
tomar la praxis actual de la Iglesia como criterio (I. 1-3) e indicar A lo largo de estos acontecimientos muchos grupos cristianos
cómo la Iglesia de Asia ha comenzado ya a participar en la búsque- de carácter ecuménico han aprendido a sentir el pulso de la na-
da asiática de Cristo. ción. En los últimos 15 años han surgido, en la periferia de la
Iglesia, centros de encuentro que, por medio de publicaciones,
discusiones, y programas de acción, posibilitan a los cristianos el
34. La fuerza espiritual del maoísmo puede dar la impresión de desvanecerse diálogo con el budismo y el socialismo41.
a la luz del gandhismo si uno no trata de ver la correspondencia idiomática que
existe entre ambos. Este error se puede ver en el libro de Jayantanba Bandhyopad-
hyay, Mao-tse-tung and Ghandi, Bombay 1973 en el que, sin embargo, se afirma 37. Frangois Houtart, Religión and Ideology in Sri Lanka, Colombo 1974,
el sorprendente paralelismo que existe entre ambos. Theja Gunawardhana obser- 264-265. Para un análisis bien documentado del conflicto escolar, véanse 265-300.
va, en su China's Cultural Revolution, Colombo 1967 que, antes de la revolución 38. Véase, por ejemplo, Patrick Fernando y A. Pieris, On Christian Schools-
cultural de Mao, no se oía mucho la frase «remoldear el alma» (p. 160). El maoís- Agitation For Their Give-over, en The Ceylon Churchman, LXVI, 9 (septiembre
mo es, básicamente, una guerra contra el egoísmo (ibid., 184 ss.). Véase también 1970).
Theological Implications of New China, LWF/PMW, Genéve/Brussels 1974 para 39. Tomo esta frase de la carta del Padre general de la Compañía a los jesuí-
un tratamiento más extenso del tema. tas americanos (1969) sobre este mismo tema de las escuelas.
35. Que ha sido revitalizado por el budista Tudor Ariyaratne que ha converti- 40. F. Houtart, o. c, 356. Véase también Yohan Devananda, Violent Lanka,
do a Sri Lanka en el centro de difusión para el resto de Asia. Su objetivo es el The Day Of Slaughter, Ibbagamuwa 1971 y A. Pieris, Catholic Education and the
desarrollo rural de base interreligiosa. Misguided: Outlook (Colombo), 2-3/IV (abril-julio 1971) 8 ss.
36. Véase, por ejemplo, Chang Chun-Chiao, On Exercising All-round Dicta- 41. Por ejemplo, el Study Center de Lynn A. De Silva (Colombo), el Devasa-
torship Over The Bourgoisie: Peking Review 14 (abril 4, 1975) 5-1. rana (Ibbagamuwa) de Yohan Devananda, The Christian Workers' Fellowship
42 El ecumenismo contemporáneo La participación cristiana en la búsqueda asiática de Cristo 43

12. ¿No es esto una lección objetiva para el resto de Asia? de lenguas que requieren un intérprete incluso dentro de la comu-
¿No fue el clima de tensión engendrado por la crisis de identidad nidad cristiana (1 Cor 14, 1-25) sino el hablar, como el día de
nacional de la Iglesia local el que favoreció la aparición de los Pentecostés, un lenguaje que puedan entender los asiáticos (Hech
«grupos de ecumenismo transeclesial que acabamos de mencio- 2, 5-11) ¡Y esto es lo que hacen los ashrams cristianos! La simpli-
nar? ¿No es acaso la Iglesia un mero dos por ciento de la pobla- cidad y pobreza, que los acerca al estilo de vida del campesino, y
ción de Asia, una minoría insignificante desperdigada en la diás- el idioma místico que emplean los convierten en una señal fácil-
pora asiática que vive bajo el miedo de perder su identidad y, por mente inteligible en Asia 43 .
consiguiente, se siente tentada a consolidarse como una estructu- 14. Desgraciadamente el diálogo de la Iglesia con las religio-
ra de poder en la línea fácil que le abre una tecnocracia capitalista nes monásticas y con los movimientos marxistas de Asia, ha pola-
que contrasta abiertamente con los componentes gnóstico-socia- rizado a espiritualistas y activistas creando una tensión no muy
lista del alma asiática? ¿No se aplica esto a algunos de los institu- diferente de la que existe entre monjes y marxistas en algunas
tos educacionales, agrícolas y tecnológicos que cultiva la Iglesia y naciones (VI, 7). Como hemos dicho anteriormente (IV, 5) esto
que la convierten en «la Ciudad Occidental en la Montaña» (V, no es más que una versión politizada de la controversia tradicio-
3) incapaz de poner a los no-cristianos en contacto con la fuente nal entre contemplación y acción. El hecho de que dos líderes no
de liberación (V, 5)? ¿No tiene, pues, la Iglesia una deuda de cristianos hayan ofrecido una solución (VI, 9) no parece que haya
gratitud con los grupos de ecumenismo transeclesial, especialmen- dejado una huella perceptible en la mente de los espiritualistas y
te los «espiritualistas» y «activistas» (III, 6-7, IV, 5, VI, 4-6) que activistas de la Iglesia.
han optado por ser coperegrinos de los buscadores asiáticos (V, Y sin embargo, una vez más, hay lugar para el optimismo. Ha
4)? ¿Puede la Igleisa esperar el reformular para los asiáticos el comenzado una praxis. El segundo congreso de monjes en Banga-
evangelio de la liberación, olvidado ya hace mucho tiempo, inde- lore (octubre 1973) intentó, de un modo positivo aunque no defi-
pendientemente de tales grupos? ¿No son éstos los nuevos evan- nitivo, relacionar el ideal monástico de liberación interior con la
gelistas de la iglesia de Asia? (III, 4-5). emancipación político-social del pecado organizado44. Algunos
13. Hay señales de que el cuerpo estudiantil de Asia va a ashrams han empezado a dar pasos en esta dirección45. Otros se
asumir el liderazgo que actualmente ejercen los pioneros de estos han lanzado a la batalla política, afinando su vocación monástica
movimientos ecuménicos transeclesiales. La oficina asiática en en vez de renunciar a ella 4(\ Si esta praxis se volviese contagiosa,
Bangkok de la federación mundial de estudiantes cristianos sería posible la inserción de todos en el ethos de Asia, por lo
(WSCF) ha publicado su manifiesto que está en perfecta concor- menos en la periferia de la Iglesia. No hay otra posibilidad de
dancia con todo lo que hemos venido diciendo 42 . El mensaje que que evangelistas y activistas conviertan sus esfuerzos dialógicos
se predica es que el itinerario espiritual del alma cristiana es sos- en un frente evangélico.
pechoso, desde el punto de vista asiático, si su cumbre no es el 15. Y ahora, con un sentido de culpabilidad académica, vol-
encuentro con Dios en Cristo, el hijo obrero de una campesina vemos nuestra mirada al islam. Se nos puede acusar legítimamen-
(V, 5, VI, 8-9). te de relegar a un apéndice una ideología asiática que es socioló-
Por eso, nuestra estima, desde un punto de vista ecuménico gicamente más determinante que el cristianismo. La verdad es lo
transeclesial, de la renovación carismática no obsta para que pon- contrario. Al encuadrarla en el «teísmo bíblico» (VI, 2) la hemos
gamos más esperanza en la corriente místico-monástica del ecu-
menismo transeclesial (III, 6). ¡Lo que necesitamos no es el don 43. Se pueden ver descripciones de algunos de los experimentos en Versteeg,
o. c, (véase nuestra nota 18) y en el Bulletin publicado por el secretariado de
A.I.M., Rué d'Issy, Vanves, Francia.
(Colombo) al que hemos aludido en la nota 20, el Center for Society and Religión 44. Véase Christian Monks and Asian Religions: Cistercian Studies, 2-3/IX
(Colombo) de Tissa Balasooríya, el Satyodaya Center (Kandy) de Paul Casperz, el (1974) 261 ss; y también BBC Bulletin (Benedectine Monastery, Penant Hills, Syd-
Tulana (Kelaniya) de A. Pieris, etc. ney), n. 10, p. 17-23.
Hay una colaboración informal y no estructurada, pero real, entre estos cen- 45. Véase la nota concerniente al Shantivanan de Dora Bede Griffith en Ver-
tros. teeg, o. c, 63, bajo el título «contact with the local people».
42. Véase Praxis (WSCF's Asia Newsletter), vol. I, n. 1. El segundo número 46. Por ejemplo, la fraternidad del benedictino Dinh Bich (Ephraim) en Sai-
(vol. I, n. 2) está dedicado totalmente al tema de campesinos y trabajadores en Asia. gón, y la Devasarna del monje anglicano Yohan Devananda en Sri Lanka.
44 El ecumenismo contemporáneo 2
colocado a la par con el cristianismo, de modo que nuestras ob-
servaciones se aplican a ambos. Hacia una teología de la
Debemos acentuar aquí un aspecto que es peculiar del islam.
Al contrario de las religiones gnósticas, cuyo centro de gravedad
está en Asia, el islam parece gravitar en torno al margen occiden-
liberación en Asia: orientaciones
tal de Asia y África, empujando a los musulmanes asiáticos (de
Paquistán, Bangladesh, Malasia, Indonesia, etc.) hacia los márge-
religioso-culturales *
nes del mundo islámico. Podemos proponer que el Este Medio y
África van a determinar, de un modo considerable, las tendencias
de las naciones musulmanas de Asia.
Una reciente declaración de un portavoz del PLO 4 7 sugiere
que son los musulmanes los que defienden ahora las puertas de
Asia del capitalismo. No es difícil responder a la pregunta de
hasta qué punto la tendencia socialista de los musulmanes podrá
introducirse en las naciones musulmanas de Asia. Por otro lado,
también los Estados musulmanes de Asia tienen que aceptar a las
I. HACIA UNA DEFINICIÓN DE LA DIMENSIÓN RELIGIOSO-CULTURAL .
minorías hindú, budista, taoísta, etc.
Esto hace que la situación musulmana en Asia sea única. De 1. Siendo éste un encuentro «asiático» de teólogos del «ter-
aquí que se necesite, también en estas tierras, una Iglesia asiatiza- cer mundo», supongo que el eje teológico de nuestras deliberacio-
da al modo dicho (VI, 10-14). No resulta exagerado pensar que, nes debe tener como polos la característica tercermundista de
ante las luchas que se prevén, el cristianismo necesite equiparse nuestro continente y su peculiar carácter asiático: dos puntos de
con un teísmo bíblico auténtico, purificado y fortificado en el cri- referencia que nunca debemos perder de vista. Puesto en térmi-
sol del ateísmo marxista 48 , antes de ponerse a colaborar con la nos más reales, el denominador común de Asia y del resto del
generación musulmana que emerge en la formación de un pueblo tercer mundo es su abrumadora pobreza; el carácter específico
que dé testimonio de un Dios absolutamente justo y santo. que define a Asia dentro de los demás países pobres es su polifa-
cética religiosidad. Son éstas dos realidades inseparables que, en
su compenetración, constituyen lo que podría ser designado como
el contexto asiático, que es la matriz de toda teología que quiera
ser verdaderamente asiática.
2. Debemos inmediatamente tomar conciencia de que la po-
breza en Asia no puede reducirse a categorías puramente «econó-
micas», como tampoco la religiosidad en África puede definirse
en términos meramente «culturales». Ambos están entrelazados
cultural y económicamente constituyendo la compleja realidad so-
ciopolítica que es Asia. Por esta razón, un teólogo en Asia no
debe olvidar el aviso de Roy Preiswerk 1 : las «teorías de depen-
dencia» de los latinoamericanos (Cardos, Frank, Furtado, etc.)

* Trabajo presentado en el Tercer Encuentro de teólogos del Tercer Mundo,


Al. En un interviú radiofónico transmitido por Sri Lanka Broadcasting Corpo- Sri Lanka, enero de 1979.
ration el 4. 6. 75. 1. Roy Preiswerk, La rupture avec les conceptions actuelles du développement,
48. Así, por ejemplo, el procedimiento que adopta Enrique D. Dussel en su en Rélations ínterculturelles et développement, Genéve 1975, 71-96.
El ateísmo de los profetas y de Marx: Misiones Extranjeras, n. 22-23. 505 ss.
46 Hacia una teología de la liberación en Asia Hacia una definición de la dimensión religiosa-cultural 47

que ofrecen explicaciones válidas y estrategias útiles contra la cre- 2. La primera implicación de esta heterogeneidad lingüística
ciente pobreza en el tercer mundo, deberían completarse —y yo se deriva de lo que se entienda por «lengua». De acuerdo con un
añadiría, incluso corregirse- con el «método cultural» de los punto de vista nominalista, una verdad es percibida intuitivamen-
científicos sociales. te y sólo después es expresada exteriormente por medio de una
3. Esto tiene aplicación especialmente en Asia, donde existe lengua. Si esto fuera cierto, las interferencias comunes entre gru-
en nuestro ethos cultural un «punto todavía no descubierto» en el pos lingüísticos tales como los de Sri Lanka, Camboya o Burma
cual pobreza y religiosidad parecen fundirse en orden a crear el tendrían que explicarse simplemente en términos de factores polí-
carácter asiático de este continente. De hecho, la historia da testi- ticos y económicos; pero no es éste el caso.
monio de que —como indicaremos más adelante— tanto los inten- 3. El caso es, más bien, que cada lengua es un camino distin-
tos teológicos por salir al encuentro de las religiones de Asia sin to de «experimentar» la verdad, lo cual implica que el pluralismo
una preocupación radical por sus pobres, como los programas lingüístico es un exponente de la diversidad religiosa, cultural y
ideológicos para erradicar la pobreza de Asia ignorando ingenua- sociopolítica. Zaehner parece suponer esto cuando, quizá con de-
mente su religiosidad, no han pasado de ser un entusiasmo mal masiada facilidad, tipifica toda la religiosidad occidental como se-
orientado. De aquí que las teologías ahora en boga en la Iglesia mítica y la religiosidad oriental como «india» 2 . Yo pienso que
de Asia y las ideologías seculares que operan actualmente en este decir que la religión es una «experiencia» de la realidad y que la
continente deban todas ser juzgadas a la luz de ese axioma, como lengua es su «expresión», es verdad sólo en parte; lo contrario
haremos a lo largo de nuestra discusión. me parece más cierto: la lengua es «experiencia» de la realidad y
4. Por tanto, sin diluir o quitar énfasis a los factores econó- la religión es su «expresión». La religión comienza con la lengua.
micos que definen «la categoría tercermundista» de Asia, los or- ¿Sería falso decir que la lengua es una «theologia inchoativa»,
ganizadores de este Encuentro me han pedido que me centre en una teología incipiente?
la dimensión «religioso-cultural» del contexto asiático. Como al- 4. ¿Cuál es la realidad fundamental que una cultura particu-
guien pudiera objetar que tal dimensión existe también en todos lar vislumbra a través de su propia lengua y símbolos? Leed lo
los otros países pobres, quiero antes de nada enumerar tres facto- que el proletariado asiático ha producido a lo largo de los siglos,
res característicos que delimitan con claridad las fronteras «reli- no solamente los escritos sofisticados tales como los Vedas y Upa-
gioso-culturales» de Asia dentro del tercer mundo. Estos son: nisads, los Tripitaka, la Tora o el Tao Te Ching. Aprended antes
a) Heterogeneidad lingüística. de nada el lenguaje popular. Asistid a sus ritos y ceremonias ri-
b) La integración de elementos cósmicos y metacósmicos en tuales, escuchad sus cantos, vibrad con sus ritmos, tomad parte
las religiones asiáticas. en sus danzas, saboread sus poemas, tratad de entender sus mi-
c) La abrumadora presencia de soteriologías no-cristianas. tos, llegad hasta ellos a través de sus leyendas. Entonces descubri-
réis que la lengua que ellos hablan les pone en contacto con aque-
1. Heterogeneidad lingüística llas verdades fundamentales por las que toda religión lucha, aun-
que cada una lo haga de una forma nueva: el significado y destino
1. En Asia hay una diversidad tal de grandes zonas lingüísti- de la existencia humana, las claudicantes limitaciones del hombre
cas —siete al menos— como no existe en ningún otro continente. y su capacidad infinita de superarlas, la liberación tanto humana
Tenemos la zona semítica centrada en el margen occidental de como cósmica; en definitiva, la lucha por una humanidad plena.
Asia. El grupo ural altaico se extiende por toda la Rusia asiática 5. Así, pues, toda cultura asiática se ha desarrollado en tor-
y el noroeste de Asia. El tronco indo-iraní junto con las razas no a un núcleo soteriológico que todavía no ha sido asimilado
dravídicas tienen su habitat cultural en el sur de Asia. La región dentro de la conciencia cristiana. La teología asiática de la libera-
chino-tibetana, la mayor con mucho, se extiende desde Asia cen- ción está escondida allí, esperando a ser descubierta por quien
tral hasta el lejano oriente. El ala malayo-polinesia se abre hacia
el sureste. Finalmente, aunque no por eso menos importante, está
el incatalogable japonés formando una unidad lingüística cerrada
2. R. C. Zaehner, Foolishness to the Greeks. An Inaugural Lecture Delivered
en el extremo del nordeste de Asia. Before the University of Oxford on 2 November 1953, Oxford 1953, 17.
48 Hacia una teología de la liberación en Asia Hacia una definición de la dimensión religiosa-cultural 49

esté dispuesto a «venderlo todo». Redescubrir una revelación pri- con fuerzas cósmicas —el calor, el fuego, los vientos y ciclones, la
mitiva es, sin duda, una nueva creación. tierra y sus terremotos, los océanos, las lluvias y las inundacio-
6. Esto significa que la labor del teólogo asiático es más nes—, fuerzas que necesitamos y al mismo tiempo tememos. Ellas
compleja que la de sus colegas en la región del Atlántico Norte y sirven como símbolos ambivalentes de nuestros propios poderes
en el hemisferio sur. Después de todo, ¿no es cierto que los teólo- subconcientes, símbolos empleados libremente en la conversación
gos europeos se comunican entre sí en lenguas del mismo origen ordinaria y en los ritos sagrados, como expresión de nuestras ape-
indo-germánico? Incluso los teólogos de la liberación piensan, ac- tencias más profundas. Incluso en occidente, donde estos elemen-
túan y hablan en un idioma común de origen latino. Se hacen tos naturales sirven al hombre por medio de la tecnología, ¿puede
asequibles unos a otros a través de un medio de comunicación un cristiano celebrar el misterio pascual sin utilizar fuego y agua?
europeo. No es éste nuestro caso en Asia. Después de todo, si la teoría de la evolución es realmente cierta,
7. Es, por tanto, desafortunado el hecho de que los asiáticos todos fuimos en otro tiempo montaña, la corteza de la tierra, el
—al igual que ocurrió a los africanos en el encuentro de G h a n a - agua y el fuego y todo lo que ahora llevamos en nosotros como
no puedan consultar sus propias teologías latentes a no ser en un nuestro substrato material y por medio del cual nos hacemos pre-
idioma no-asiático, neutralizando así la característica más promete- sentes sacramentalmente a los demás y a nosotros mismo. Sin
dora en nuestra metodología. Nosotros en Asia teologizamos pro- estos elementos naturales, no podemos ser plenamente humanos.
fesionalmente en inglés, la lengua en la cual la mayoría de noso- 3. En nuestras culturas, estos elementos y fuerzas naturales
tros piensa, lee y ora. Se ha subestimado el rol teológico de la se van perdiendo en el mundo misterioso de poderes invisibles
lengua en un «continente de lenguas»; y nuestra testarudez al que mantienen el equilibrio cósmico. Estos pueden manifestarse
rehusar consultarnos sobre nuestros mutuos tesoros haciéndolo en formas diferentes en la distintas regiones: Devas en las culturas
directamente en las formas idiomáticas de cada uno, o incluso la indianizadas del sureste asiático; Nats en Burma; Phis en Tahilan-
dejadez por familiarizarnos con nuestra propia herencia cultural, dia, Laos y Camboya; Bons en Tibet; Kamis en Japón; y, sin
continuará siendo uno de los mayores obstáculos para el descubri- duda, en la concepción del mundo propia del confucianismo. Los
miento de una teología realmente asiática. No es esto una llama- antepasados difuntos pertenecen a esa esfera invisible. Ritos, ri-
da al chovinismo, sino un ruego de autenticidad que nos viene tuales y una clase de mediadores forman los elementos constituti-
impuesto por lo que hemos definido como contexto asiático. Este vos de esta religiosidad.
Encuentro debería poner los cimientos para una consulta genui- 4. El aspecto característico de la religiosidad asiática es que
namente asiática. — a diferencia de lo que sucede en África o en Oceanía— esta
religión cósmica no se manifiesta en su forma pura y primitiva,
2. Integración de lo cósmico y de lo metacósmico excepto en algunos grupos muy alejados que los antropólogos vi-
en la religiosidad asiática sitan con frecuencia. Ha sido prácticamente domesticada e inte-
grada dentro de una u otra de las tres soteriología metacósmicas:
1. El encuadre institucional dentro del cual actúa la religiosi- hinduísmo, budismo y, hasta cierto punto, taoísmo.
dad asiática está compuesto por dos elementos complementarios: El summum bonum que ellas presentan es un «más allá trans-
una religión cósmica que constituye los cimientos, y una soteriolo- íenoménico» que ha de llegar a ser realidad aquí y ahora a través
gía metacósmica que constituye el resto del edificio. de la gnosis. Esto justifica la existencia de una cierta élite espiri-
2. Con el término de «religión cósmica» quiero designar ese tual, los sabios, que vienen a ser la personificación del idealismo
tipo de religión que existe también en África y Oceanía y que místico-monástico tenido como la cima de la perfección humana.
algunos autores occidentales han llamado peyorativamente «ani- Ellos sirven de modelo y símbolo de «personas liberadas».
mismo». En realidad, ella representa la postura psicológica fun- 5. De aquí que también es cierto que las soteriologías meta-
damental que el homo religiosus —existente en cada uno de noso- cósmicas antes mencionadas nunca se encuentran en una forma
tros— adopta de forma subconsciente ante los misterios de la abstracta «textual», sino siempre «contextualizadas» dentro de la
vida; una actitud sana que un uso imprudente de la tecnología visión del mundo de la «religión cósmica» de una cultura dada,
puede desequilibrar. Esos misterios de la vida están relacionados creando así dos niveles de experiencia religiosa bien integrados el
50 Hacia una teología de la liberación en Asia Hacia una definición de la dimensión religiosa-cuhural 51

uno dentro del otro. En esto difiere el contexto asiático del con- se halla limitado a una lengua o a un grupo nacional, como ocurre
texto africano; pues debido a esta superposición las religiones cós- con el hinduísmo y el taoísmo. Al permitir que las distintas «reli-
micas — a diferencia de lo que sucede en África— no son tenidas giones cósmicas» de Asia le dieran formas variadas, él a su vez ha
como salvíficas. Esto tiene mucha importancia para la teología moldeado varias culturas asiáticas. Y así hoy, por cada católico
asiática. Quiero mencionar aquí de pasada que tanto la actividad en el mundo, hay un budista en Asia. Al menos en veinte territo-
tecnológica como la sociopolítica afectan a las grandes religiones rios políticos de Asia, el budismo es o la religión oficial o un
siempre a este nivel cósmico; es éste un hecho del que trataremos factor influyente culturalmente. Es la única religión que puede
más adelante. enorgullecerse de contar con organizaciones ecuménicas en toda
6. (Entre paréntesis, uno diría que el establecimiento de reli- Asia, como son la Hermandad Budista Mundial (WFB), el Con-
giones bíblicas tal como el islam en Indonesia y el catolicismo en sejo Budista Mundial Sangha (WBSC) o el Servicio Social Budista
Filipinas fue más fácil, en parte, porque las «religiones cósmicas» Mundial (WBSS), todos los cuales buscan su liderazgo en Sri Lan-
se hallaban allí en formas no domesticadas o ligeramente domes- ka. Es también, políticamente, la religión más elástica y resistente
ticadas en aquel tiempo; mientras que en Sri Lanka, India, Bur- de Asia y tiene un papel muy importante que jugar en el desarro-
ma y otros países, ni el islam ni el cristianismo podían barrer llo y liberación de Asia, pues ha adquirido una rica experiencia
estas culturas porque las soteriologías gnósticas antes menciona- tanto del colonialismo occidental como del marxismo. Por esto,
das habían domesticado ya las religiones cósmicas dentro de un no puede construirse una teología de la liberación en Asia sin
sistema cultural bien integrado). tener en cuenta el budismo asiático.
7. Estos hechos que apenas han llamado la atención de los 9. Concedemos que el budismo no agota la totalidad del fe-
teólogos asiáticos, han sido una de las mayores preocupaciones nómeno de la religiosidad asiática; no obstante, nos servirá de
de los antropólogos que realizan trabajos de campo en Asia 3 . Sin paradigma para demostrar que la mutua relación entre los niveles
embargo, los términos cósmico y metacósmico usados aquí no los cósmico y metacósmico de la experiencia religiosa ofrece un nue-
hemos tomado directamente de los antropólogos, sino que se de- vo punto de partida para el cambio socio-político y el avance tec-
rivan de la propia concepción budista de los dos niveles; Lokiya nocrático en el mismo proceso de liberación de Asia; algo que ni
(Sinh: Laukika) y Lok'uttara (Sinh: Lokottara). Los budista reco- la tecnocracia occidental ni el socialismo científico han apreciado
nocen las dos dimensiones y explican su propia experiencia reli- suficientemente y que los teólogos de Asia no pueden minusvalo-
giosa en términos de esta distinción (ver diagrama en la rar.
p. 57).
8. Mi referencia al budismo aquí no es accidental. Es muy 3. La abrumadora presencia de soteriologías no-cristianas
razonable que me centre en una de las grandes religiones si he-
mos de enrocar en profundidad el problema de la religiosidad 1. Asia es la cuna de todas las religiones escriturísticas del
asiática. He escogido el budismo no sólo porque me es más fami- mundo, incluido el cristianismo que, sin embargo, abandonó Asia
liar, sino sobre todo porque es la única religión panasiática en muy pronto y se esforzó por volver siglos más tarde, como extran-
cuanto a integración cultural, fuerza numérica, extensión geográ- jero e «intruso» a quien Asia ha rehusado insistentemente dar hos-
fica y madurez política. Aunque es parte integral de la herencia pedaje. Así, después de cuatro siglos de presencia misionera, los
de la India, preservada en su forma india sólo aquí en Sri Lanka, cristianos son numérica y cualitativamente una minoría insignifi-
llegó a penetrar en todas las zonas lingüísticas, incluida la semíti- cante: un dos por ciento escaso de las masas de Asia. Una mitad
ca durante un breve período 4 . En otras palabras, el budismo no larga de esta población cristiana está en Filipinas que, en su proce-
so de cristianización, se vio forzada a perder sus raíces asiáticas.
La Iglesia de Filipinas es sólo una versión aumentada de la mayo-
3. La última discusión sobre este tema puede verse en H. Bechert (ed.),
Buddhism in Ceylon and Studies on Religious Syncretism in Buddhist Countries, ría de las comunidades cristianas diseminadas por la diáspora asiá-
Góttingen 1978, sobre todo III, 146-339. tica. Una cristiandad que ha perdido su «sentido asiático», ¿puede
4. Rock Edit XIII de Asoka habla sobre misiones budistas en Siria. Comple- soñar con crear una «teología asiática»? Incluso las Iglesias de rito
mento de esto es la inscripción aramaica encontrada en el este de Afghanistan en oriental han congelado su primitiva apertura a la realidad asiática.
1969.
52 Hacia una teología de la liberación en Asia Hacia una definición de la dimensión religiosa-cultural 53

2. Sin embargo, esta limitación es a la vez la mayor potencia- cumbre espiritual de una sociedad budista. Ayuda al nivel cósmi-
lidad que posee la Iglesia de Asia para crear una teología del co de la existencia humana haciendo que dirija su atención al fin
tercer mundo que será radicalmente diferente de las teologías su- metacósmico, a la suma Perfección (Arahatta) consistente en la
damericana y africana. Los teólogos sudamericanos de la libera- ausencia de codicia y de avaricia (alobha), ausencia de deseo de
ción pueden hablar de Cristo y su liberación como de un asunto opresión y de odio (adosa), y conocimiento perfecto salvífico
de importancia nacional y continental debido a su legado tradicio- (amoha). Esta es la descripción clásica del Nirvana. La comuni-
nal cristiano. Y por esto pueden ofrecernos una teología cristiana dad monástica que personifica este ideal es también un símbolo
con garra en lugar de la teología clásica de las Iglesias de Europa. de comunismo religioso puesto que ellos están llamados a com-
También los africanos pueden convertirse pronto, numérica y partir todo, «incluso el bocado de alimento que cae en el plato
cualitativamente, en una potente voz cristiana dentro del tercer del mendigo», como declaró Buda 5 .
mundo. Pero Asia, como lo indican claramente las circunstancias, 3. La base de tal comunidad es la pobreza, renuncia volunta-
siempre será un continente no-cristiano. ria a la riqueza y a la vida familiar. Pero esta pobreza es socorrida
3. Esta situación es ambivalente. Ofece enormes oportunida- por el laicado, capaz de adquirir riquezas, y a quien están enco-
des de producir formas más creativas de presencia cristiana en mendados el desarrollo material (tecnológico) y el bienestar so-
Asia mediante una humilde participación en la experiencia no- ciopolítico. La relación mutua existente en este sistema de religio-
cristiana de liberación; o se pueden repetir errores pasados en sidad cósmica y metacósmica se puede discutir mejor en términos
formas radicalmente nuevas. Voy a probar esto inmediatamente de la bipolaridad existente entre a) riqueza y pobreza; b) Estado
señalando algunas facetas más salientes de una soteriología no- e Iglesia; c) conocimiento científico y sabiduría espiritual.
cristiana tomando al budismo como ejemplo y descubriendo así
la visión del mundo dentro de la cual la Iglesia de Asia está llama-
da a hacer sus opciones. Si las abordamos de forma positiva y con 1. Riqueza y pobreza
aprecio, se debe a que queremos asimilar de estas religiones el 1. En este sistema, quien renuncia a la riqueza es sustentado
estilo asiático de ser, pensar y actuar. por la riqueza de aquél que no renuncia a ella. La riqueza está al
servicio de la pobreza y la pobreza es condición necesaria para la
liberación de la condicia y de la avaricia (tanhá, lobha, upadana,
II. SOTERIOLOGÍA NO-CRISTIANA: etc.). De aquí que todo el progreso material esté controlado por
ALGUNAS PERSPECTIVAS TEOLÓGICAS el ideal de no codicia y de compartir, de los que es símbolo el
monasticismo. Esto es, por supuesto, el ideal; pero, como mues-
1. Antes de nada, debemos volver a captar la imagen del bu- tra la historia, está abierto al abuso.
dismo institucional con sus dimensiones cósmica y metacósmica de 2. Por esto, en un contexto asiático, el antónimo de «rique-
la experiencia religiosa. A ¡a esfera cósmica deben ser relegados: za» no es «pobreza», sino codicia y avaricia que hacen que la
a) todas las actividades sociopolíticas riqueza sea antirreligiosa. Así, pues, el interés fundamental no es
b) el proceso tecnológico y científico. la erradicación de la pobreza, sino la lucha contra Mammón, esa
A la esfera metacósmica pertenece todo lo que está ordenado fuerza indefinible que se organiza dentro de cada hombre y entre
a la liberación interior del hombre. los hombres para hacer que la riqueza material se convierta en
Estos elementos se hallan tan bien integrados que ciertos tipos antihumana, antirreligiosa y opresora.
de actividades «cósmicas», tanto políticas como científicas, pue- 3. De hecho, una de las causas del fallo del cristianismo en
den perturbar el equilibrio del sistema religioso. Es lo que sucede Asia fue su asociación con Mammón (la explotación comercial y
cuando el budismo se enfrenta a la tecnocracia capitalista prove- colonial) y su rechazo por entrar dentro del espíritu monástico de
niente de Occidente y al socialismo científico introducido por los las soteriologías no-cristianas. Este mismo error se repite hoy en
marxistas. Sobre este punto volveremos más adelante.
2. El Sangha, es decir, el núcleo monástico en torno al cual
se desarrolla el budismo, es sin duda el centro institucional y la 5. Samagama Sutta del Majihima Nikaya.
54 Hacia una teología de la liberación en Asia Soteriología no-cristiana: algunas perspectivas teológicas 55

los enormes programas de «desarrollo» mediante los cuales las puramente anti-pobreza. De hecho, no hay persecución religiosa
Iglesias de Asia —minorías amenazadas con perder su identidad— bajo un régimen marxista que pueda compararse con la sutil des-
se consolidan como oasis occidentales. Nos referimos a las gran- trucción de los valores religiosos que la tecnocracia capitalista
des instituciones de educación privada, de tecnología y de agricul- opera en nuestras culturas. El primero puede purificar la religión
tura mantenidos con ayuda extranjera que obligan a una mayoría institucional de sus alianzas menos santas con los creadores de la
no-cristiana a depender de una minoría cristiana en cuanto al pro- pobreza; la segunda contamina la religión traicionándola y entre-
greso material. Este uso de Mammón para estar presente en Asia gándola a Mammón. De aquí que el espíritu monástico, sano en
imponiendo y manipulando es una continuación, si bien en una sí mismo, siempre ha requerido como su complemento un orga-
forma nueva, de la misionología de conquista y poder característi- nismo del Estado que pudiese crear un sistema sociopolítico con-
ca de la era colonial. Cuando surge una revolución contra tales ducente a su bienestar. La reciprocidad entre autoridad religiosa
instituciones, las Iglesias hablan de que son perseguidas, pero en y civil es un ingrediente esencial de la visión budista del mundo.
realidad son solamente pisoteadas como la sal que ha perdido su
sabor (Mt 5, 13).
2. El Estado y el Sangha
4. Por otra parte, Mammón tampoco ha dejado en paz a los
monjes. Para un monje, la pobreza es la virtud más difícil, no el 1. La dependencia recíproca de los niveles cósmico (lokiya)
celibato. La paradoja de la renuncia monástica es ésta: cuanto y metacósmico (lokuttara) de la existencia es atestiguada por la
más santo se muestra el monje, más generosa es la gente con él. historia política de los países budistas donde la institución monás-
Cuanto más pobre quiere ser, mayores son los donativos que reci- tica ha mantenido su condición espiritual frente a la autoridad
be. Cuanto más se aleja de las riquezas, más cerca se pone de política. Esto es especialmente cierto del sureste asiático donde
ellas. Cuanto más se retira de la sociedad, tanto más arrolladura la legitimación del Sangha por parte del Estado es correspondida
es la devoción de la gente hacia él. Así, el depender de la gente con la sanción moral del Estado por parte de los monjes 8 . La
para el sustento material es a la vez la condición más fundamenta] relación es, por tanto, no sólo puramente espiritual, sino también
y la faceta más vulnerable de la pobreza monástica. política, ya que en el esquema budista de las cosas lo metacósmi-
5. Esto que ocurre con un monje ocurre aún más con todo el co se apoya sobre lo cósmico. Por eso el monastícismo budista
monasterio. Ricos bienhechores e incluso potentados demuestran nunca es neutral de cara a la realidad sociopolítica. Y por esto ha
su aprecio donando generosamente a los monasterios tierras y sufrido frecuentemente tanto persecución como purificación por
riquezas. No es raro encontrar monasterios que adquirían rique- parte del Estado; pero también por esto, en otras ocasiones ha
zas en el Asia medieval, como sucedía en la Europa medieval. iniciado revoluciones políticas contra el Estado. De hecho, se oye
Hubo tiempos en que Tibet y Japón mantuvieron ejércitos para en nuestros días que existe un colegio militar en Thailandia donde
proteger la riqueza de los monasterios 6 . De hecho, el ideal mo- los monjes se preparan para una guerra antimarxista 9 . Los movi-
nástico de la pobreza religiosa que por contraste hace ilusoria la mientos anticristianos y anticolonialistas de Sri Lanka, Burma e
felicidad mundana, tiende a convertirse, bajo la influencia de Indochina nacieron en los monasterios budistas. A partir del siglo
Mammón, en una «estructura mundana» confirmando así la tesis V tuvieron lugar en China varias insurrecciones que no eran sino
de Marx: para conseguir la felicidad real del hombre es necesario movimientos mesiánicos basados en un deseo de hacer presente
abolir la religión que solamente le proporciona una felicidad «ilu- aquí y ahora la «era de justicia y paz» predicha por Buda 10 . La
soria». Es precisamente en este punto donde marxistas y monjes dinastía Ming en la edad media surgió de una rebelión inspirada
se han enfrentado en Asia 7 . por el budismo. Algunos de aquellos movimientos políticos han
6. Al menos en teoría, y en contraste con la tecnocracia capi-
talista, el marxismo es más constantemente anti-Mammón que 8. Una ilustación histórica exhaustiva puede verse en: Bardwel L. Smith
(ed.,), Two Wheels of the Dhamma: Essays on Theravada Tradition in India and
Ceylon, Chambersburg, Pensylvania 1972.
6. Cf. E. Conze, Buddhism, Oxford 1953, 64-65. 9. Cf. la noticia bajo el epígrafe Militant Monks: Far Eastern Economic Re-
7. Cf. Dulamzhavyn Dashzhamts, Non-Capitalist Development and Religión: view 97/39 (sept. 30, 1977).
World Marxist Review (diciembre 1973) 27-29. 10. En Cakkavattisthanada Suttanta del Digha Nikaya.
56 Hacia una teología de la liberación en Asia Soteriología no-cristiana: algunas perspectivas teológicas

continuado hasta la mitad de este siglo " . L a dialéctica entre reti-


rada del mundo y compromiso con el mundo —o contemplación
y acción— ilustrativa de la mutualidad existente entre lo cósmico ^^¿üi>2>H£^^
y lo metacósmico queda atestiguada con toda claridad en el
rol político que juegan los hombres espirituales en una cultura
r 2HAÍIM_A
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r W 3'^HMA ^
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budista. da orientación 1 • paed». ejercer la
2. Voy a ilustrar esto refiriéndome a una lección que los rníta.:0¿mica tj / V
A
M misma función en
marxistas apredieron sobre el budismo. al orden ^ ^ %,v / ^r I el nueva orJen
3. En su ponderado tratado sobre la situación del budismo
en la China revolucionaria n, Welch muestra cómo Mao Tse Tung
^ ^ cósmico ^ ^ r S ^ \
v
J^^»
^ /
>. saténolo
A
N
*v ^ r ^ ^ Cósmico ^r

no insistió al comienzo de su mandato en la abolición del budismo


o de cualquier otra religión. Su tesis era que la religión es fruto
de ciertas estructuras socioeconómicas que, cambiadas, harían I orden
que la religión desapareciera automáticamente. En lugar de per-
der el tiempo en abolir una religión, él prefería utilizarla para /roefcaco¡simco*v
cambiar las estructuras sociales haciendo así expedito el camino
para su propia desaparición. Esta es la clásica tesis marxista 13 .
T
4. En este contexto podemos entender la fundación de la
Asociación China Budista (CBA) y su órgano «Modern Budd- rel¡ola¿o HUÍ joliticO y
hism». Por medio de este periódico, la CBA intentó convencer a ampl.'o de ¡os SOCIALISMO
los budistas de que su vida dentro de un régimen marxista tenía DIOSES MARXISTA
sentido colaborando en la renovación de las estructuras sociales.
Esta es una reacción normal. La CBA organizó también misiones orden cósmico JL.
de buena voluntad a otros países budistas.
5. En la sexta sesión de la Hermandad Budista Mundial
(WFB) se intentó convencer al mundo budista de que la visión r-eiig"
maoísta de la nueva sociedad era aceptable dentro de la WFB.
Sin embargo, en esta sesión prevaleció la ideología de derechas y
el fracaso de la delegación china fue evidente. El caso del Tibet,
^
que la facción anticomunista de los budistas no entendió bien,
fue un revés para la CBA. Por otra parte, no se puede juzgar a la
ligera la parte activa que tuvo la Asociación China Budista en las
demostraciones anti-Diem sobre Vietnam del Sur (1963-64), a pe- CIENCIA
JIQ5ES •
sar de que su éxito fuera sólo temporal. Es asombrosa la cantidad 'recwQLOGiA
domesticado^
de debates sostenidos en la China continental en los años
[rilualnieiite por losl domestican laa
rJote a
£uer¡»a:> (.obinicaj
i
11. Cf. Daniel L. Overmyer, Folk Buddhist Religión: Creation and Eschatolo- someter el orJ*? ¡>¿r¿ so>'iett>rUi
gy in Medieval China, en History of Religions (Universidad de Chicago) 12/1 (agos- íOMnlíü al
to 1972) 42-70. al hombre
12. Cf. H. Welch, Buddhism Under Mao, Cambridge, Mass (1972) 1-41 y
340-363.
13. Cf. Luciano Parinetto (ed.), Karl Marx Sulla Religione, Milano 1972, 511
ss, citado por Erich Weingartner (ed.), Church Within Socialism (Idoc Internatio-
oxden tA.a.dicicna.1 cambios moderno
nal, Roma 1976), 9.
Soteriología no-cristiana: algunas perspectivas teológicas 59
58 Hacia una teología de la liberación en Asia

1963-65 sobre «la importancia de la religión en la nueva socie- influencia política en los países budistas contra las maniobras chi-
dad». Después de todo, la religión no murió con el cambio de no-americanas? 15.
estructuras, sino que se adaptó solamente y recuperó su vitalidad. 9. Por primera vez desde la Revolución rusa se organizó en
6. Así, pues, no resulta sorprendente que se produjera un Ulan Bator -junio de 1970- una Conferencia Budista Mundial.
cambio en la tesis marxista en 1965: en esta conyuntura, se com- Es muy significativo que, tanto la China roja como Taiwan, brilla-
para la religión a una cobra moribunda que puede morder antes ron por su ausencia en la reunión. Los organizadores declararon
de morir. Por tanto, la necesidad de matarla resultaba imperativa. oficialmente que su intención era salvar a los países budistas de
En esta época, el periódico «Modern Buddhism» deja de publi- una agresión americana 16. Esta Conferencia ha proseguido, desde
carse casi de repente. El presidente de la CBA desaparece, y se entonces, sus trabajos.
destituye al Panchan Lama. Estas eran las nubes que presagiaban 10. La Bolshaiya-Sovetskaya Entsiklopediya de 1971 (Moscú
la tormenta de la Revolución Cultural de 1966. Se produjo una 1971, IV, 89) parece tomar una posición más suave en su columna
secularización masiva y una vuelta al estado laical de muchos sobre el budismo y se presenta claramente anti-china en su eva-
monjes, y fue grande la destrucción de estatuas y objetos sagra- luación de la cuestión del Tibet. Esta nueva apreciación del budis-
dos. Desde las persecuciones del 644 y el 845, el budismo nunca mo se ha atribuido al marxista ruso Parfionovich. El se pregunta
se había enfrentado con una crisis peor hasta la revolución cultu- por qué los marxistas tienen que estar tan preocupados por el
ral de 1966 u. budismo. ¿No sería mejor qué luchasen contra él? Su respuesta
7. La experiencia rusa se movió en dirección opuesta. Co- es reveladora:
menzó con una actitud de intolerancia hacia el budismo y acabó
Bueno, ¿no dijo Lenin que el marxismo, lejos de rechazar el pasado,
dialogando con él. Los rusos no tomaron en serio los esfuerzos debería asimilarlo y trabajar sobre él como el único cimiento seguro
de los jefes Lamas, al comienzo de la Revolución de octubre, por de una cultura proletaria? Nadie puede negar que el budismo ha
adaptar el pensamiento y conducta budistas al nuevo ambiente sido algo más que una simple religión; ha sido una forma de vida
marxista. Los budistas intentaron adaptar su religión a la nueva para millones de personas. Sus valores culturales e históricos han
ideología apelando al ateísmo y al humanismo, como campo co- moldeado el legado espiritual de la humanidad. Conscientes del pre-
mún que tenía con los marxistas, pero en aquel tiempo tales in- cepto de Lenin de que deberíamos asimilar todos los logros del espí-
tentos de apertura parecían ingenuos al nuevo régimen. La Revo- ritu humano, descubrimos con dolor que nuestro conocimiento del
lución era decididamente antirreligiosa y antibudista. La Filosofi- mundo antiguo y medieval se centra principalmente en Europa y el
kaya Entsiklopediya (Moscú 1960, vol. I, Buddizm) da la clásica Oriente Medio. Conocemos demasiado poco de las grandes civiliza-
definición marxista del budismo, presentándolo como («¿opio»?) ciones de Asia17.
pacificador de las clases oprimidas de Asia que les hace someterse
a los regímenes opresores. No es preciso detenerse aquí a probar 11. Tanto la experiencia china que fue de acomodación a la
lo convencidos que estaban los marxistas de su posición. La des- persecución, como la experiencia rusa que comenzó con la intole-
piadada eliminación de los Lamas, acusados insistentemente de rancia y ha llegado ahora al diálogo, muestran que el budismo es
ser espías de los japoneses, fue una prueba de ello. una fuerza a tener en cuenta. Esta fuerza no reside tanto en los
8. Asistimos recientemente a un cambio inesperado en la ac- textos sagrados de una era lejana como en la cultura de un pueblo
titud de Rusia frente al budismo. Uno se pregunta cuál pueda ser
la razón. ¿Es simplemente por un aprecio genuino del contenido 15. Paralelo a las actividades de CBA, la parte pro-occidental organizó una
religioso del budismo, o es porque reconocen la realidad social conferencia mundial que se llamó a sí misma «Unión Mundial Budista» (World
de las masas budistas que no renunciaron a sus convicciones? ¿O Buddhist Union) y cuyas inclinaciones políticas podían imaginarse dada la ausencia
de pueblos como China, Vietnam del Norte y Corea del Norte, y la presencia de
se trata más bien de reconocer las potencialidades que encierra el Taiwan y Vietnam del Sur (Cf. World Buddhism XIX/4, nov. 1970, 111). Esta
budismo para un cambio social? ¿O se trata de buscar una Unión Mundial Budista se consideraba a sí misma la cuarta organización mundial
junto con las WFB, WBSS y WBSC (Ibid., XIX/5, diciembre 1970, 136).
16. Cf. World Buddhism XVIII/12, julio 1970, 325 y XIX/1, agosto 1970, 17.
14. De nuevo, la CBA es noticia. Cf. China Talk 8/78, citado en LWF 17. Relevance of Buddhist Studies, en World Buddhism XXI/3, octubre 1972,
Marxism & China Study, Information Letter n. 23 (sept. 1978) 5. 67 ss.
60 Hacia una teología de la liberación en Asia Soteriología no-cristiana: algunas perspectivas teológicas 61

que ha aprendido a integrar sus preocupaciones cósmicas en una progreso científico, y el sabio que podría ser su guía desde una
visión metacósmica, la política en la espiritualidad. distancia contemplativa ]9. Así el patriarca de la Iglesia occidental
reconocía la necesidad de una bipolaridad entre el conocimiento
3. Conocimiento científico y sabiduría espiritual secular y la sabiduría espiritual. Asia ha enseñado esto a lo largo
de los siglos en su visión religiosa del progreso material.
1. La tecnología amansa las fuerzas cósmicas y las pone al 5. Los antiguos sistemas de riego de Sri Lanka nos descu-
servicio del hombre. Con el avance de la tecnología, los «ritos bren una maravilla de ingeniería. ¿Por qué, pues, no se ha desa-
religiosos» —en otros tiempos instrumentos de esta domesticación rrollado nuestra tecnología como lo ha hecho occidente? Después
de las fuerzas cósmicas—, pueden hacerse insignificantes. Hay un de todo, la tecnología o «ars mechanica» como la llamaron los
cierto proceso de desacralización que pueden interpretarse como europeos del medievo, ¿no fue traída del este después de las Cru-
«liberación del hombre» de la superstición. Pero no es esto sola- zadas? 20. ¿Por qué ese empeño por esconder las conquistas del
mente. pasado tras la fachada de restos arqueológicos? Una cosa es cier-
2. La tecnología es ambivalente, como las fuerzas cósmicas ta: en nuestra cultura, el técnico siguió siendo un artesano sin
a las que pretende domar. Su uso imprudente, lejos de hacer que formación cuyos logros nunca formaron parte de los manuscritos
las fuerzas cósmicas estén sujetas al hombre, les ha provocado a producidos por los monjes. Los literatos que conocían las artes
desquitarse y a «esclavizar al hombre» con la polución, el consu- eran, al mismo tiempo, los sabios; las ciencias cósmicas no perte-
mismo, el secularismo, el materialismo y todo un ejército de ma- necían estrictamente a su dominio. Así, la tecnología, tal y como
les que la sociedad tecnocrática ha introducido en el primer mun- empezó, parece haber desaparecido con el correr de los tiempos.
do. Además, ha privado a la mente humana del mito y del rito, Esta podría ser una debilidad fundamental en el sistema asiático.
mediante los cuales el hombre pone de manifiesto sus deseos pro- 6. La cuestión puede considerarse también desde otro ángu-
fundos y se mantiene sano en cuerpo y mente. ¿Puede la tecnolo- lo. En ese sistema, los científicos no podían construir una clase
gía liberar al hombre? Ciertamente no en la forma en que nos la de «clérigos vestidos de blanco» oficiando en el sanctum del labo-
han ofrecido las naciones «cristianas». Aparta a las masas de la ratorio, predicando una peligrosa clase de «neo-gnosticismo» que
religión cósmica y la sustituye por la neurosis. Nos quita la pobre- pretende que el poder para liberar al hombre reside en el conoci-
za religiosa y nos da a Mammón. miento científico de los secretos de la naturaleza 21 . La visión bu-
3. Y nos causa asombro el leer una justificación teológica de dista del mundo ha preservado siempre aquella orientación pro-
esta «ideología del desarrollo» expuesta en la tesis ya clásica ela- pugnada por Pablo VI y según la cual la verdadera gnosis es la
borada por Van Leewen: La revolución científica e industrial, sabiduría espiritual que guía al conocimiento científico hacia la
con su cultura secular moderna, ha de ser bien acogida como un «madurez del desarrollo auténtico» 22 . La tecnología es un proce-
fruto del cristianismo (occidental); ¡de aquí que el cristianismo so cósmico inducido, que es al mismo tiempo una continuación
debería llevar esta misión a Asia y liberar a sus masas de su reli- consciente de la evolución biológica y que, como ésta, llega a ser
giosidad supersticiosa! ¡En esta tesis parece estar implicado que humanizado solamente por su orientación metacósmica.
la misión de la Iglesia es usar la ideología y teología occidentales 7. La tesis de que la superstición ha de ser desterrada por la
para erradicar al mismo tiempo la religiosidad y la pobreza de tecnología ha de ser cualificada también por el hecho de que las
nuestro continente! Ninian Smart, de la universidad de Lancaster, religiones cósmicas en Asia se purifican mediante la orientación
describió muy bien esta misionología llamándola «tribalismo occi- metacósmica que reciben de manos de las religiones monásticas.
dental» 18. Es éste un hecho ampliamente demostrado en nuestros trabajos
4. Hubo un hombre sabio en occidente —Pablo VI— que
abogó por una reciprocidad entre el técnico, ocupado en el
19. Populorum progressio, 20.
20. Cí. E. Schillebeeckx, Dios, futuro del hombre, Salamanca, 31971, 60.
18. Citado por Charles Davies, Christ and the World Religions, London 1970, 21. Cf. L. Gilkey, Religión and the Scientific Future, London 1970, 76-77.
21. 22. La cita es de Populorum progressio, 20.
62 Hacia una teología de la liberación en Asia El sentido asiático en la teología 63

de campo (field-work), pero que no podemos detenernos a estu- la actitud latinoamericana como un método psicológico difiere
diar aquí 23 . de uno sociológico. En el primero, la pobreza voluntaria es un
8. El sacerdote y periodista Pier Gheddo también simplifica antídoto espiritual; en el segundo, es una estrategia política
demasiado el caso cuando dice que el progreso de occidente tiene (ver III, 9). Mammón - q u e algunos teólogos cristianos han tra-
su origen en la doctrina cristiana de la «dignidad del hombre» y ducido por «capital»27— ha de encontrar una oposición enérgica
que el subdesarrollo entre nosotros hay que explicarlo, al menos en ambos métodos. Utilizando términos maoístas, una revolución
en parte, por una falta de tal perspectiva en nuestras culturas 24 . estructural puede evitar gran parte de su innecesaria violencia si
Por el contrario, un distinguido economista vio en nuestro «lento es acompañada (no seguida) de una revolución cultural. Una
progreso» una cierta sabiduría que preserva a la larga la dignidad «teopraxis de la liberación» en Asia que use sólo los instrumentos
humana. El lo llamó «economía budista» y lo encerró en un claro marxistas del análisis social seguirá siendo no-asiática e ineficaz
slogan: lo pequeño es hermoso 25 . Esto significa: Mammón es re- hasta que integre el método psicológico de introspección que
pugnante. nuestros sabios han descubierto. Una sociedad nueva evoluciona
9. La «liberación de la pobreza», meta de la tecnocracia oc- con la evolución del hombre nuevo, y viceversa.
cidental, puede ser un proyecto esclavizante que acaba en hedo- 11. Permítaseme sugerir un ejercicio práctico que podría
nismo si no es atemperado por «la libertad que viene de la pobre- ilustrar lo que intento decir. Hacer una lectura teológica de la
za». No se trata de una glorificación de la pobreza —la «espiritua- teoría y praxis revolucionarías del Che Guevara a la luz de una
lidad» que el explotador impone normalmente al pobre—; yo me lectura semejante de Ho Chi Minh. Saboread el claro aroma cris-
refiero más bien a la forma religiosa de entender la pobreza, que tiano del primero. Notad después la diferencia en el segundo.
obliga a la Iglesia a escoger entre el marxismo materialista y el Eso que notéis, es el sentido asiático.
hedonismo de las sociedades ricas. Si «la Iglesia vuelve su aten-
ción hacia el primero ya que es potencialmente más renovador,
más cercano a la llamada de justicia e igualdad; incluso —aunque III. E L SENTIDO ASIÁTICO EN LA TEOLOGÍA
en menor grado- un defensor de las libertades formales»26, tam-
bién es igualmente cierto que el marxismo no ha apreciado en su Si queremos predisponernos a recibir el sentido asiático den-
totalidad la dimensión religiosa que las culturas asiáticas atribu- tro de nuestra consciencia cristiana es preciso eliminar antes cier-
yen a la pobreza; y por consiguiente la teología latinoamericana, tas inhibiciones heredadas de las Iglesias locales de occidente.
la única teología válida hoy para el tercer mundo, carece de una Siguiendo la metodología que hemos empleado hasta aquí en
comprensión profunda de este ideal monástico. El desconcierto nuestra investigación, esta revisión de nuestro pasado teológico
marxista frente a la religiosidad indestructible de Asia puede rea- debe hacerse también
parecer en una teopraxis asiática demasiado subordinada al mo- a) desde el punto de vista del tercer mundo en general
delo latinoamericano. b) desde el punto de vista de Asia en particular.
10. La actitud religiosa de Asia hacia la pobreza, incluso en No nos compete aquí determinar cuál sea el contenido de una
el contexto de su marcha hacia el progreso económico, difiere de teología asiática. Lo único que esperamos conseguir con esta críti-
ca es descubrir el estilo asiático de hacer teología.

23. Nuestro estudio sobre las ceremonias de curación indican cómo los demo- 1. Crítica de nuestro pasado teológico, desde una
nios que están asociados a la enfermedad son descubiertos y eliminados, aparecien- perspectiva de tercer mundo
do Buda como el Poderoso; el remedio por excelencia para obtener la curación es
la observancia perfecta de su doctrina. Se purifican constantemente las creencias de
las religiones cósmicas y se les hace ponerse al lado del fin metacósmico de la 1. A lo largo de nuestra discusión nos hemos encontrado con
Perfección. dos movimientos «seculares» comprometidos en liberarnos de
24. Cf. Pier Gheddo, Why is the Third World Poor?, N. York 1973, 30-37 y
en otros lugares del mismo libro.
25. E. F. Schumacher, Lo pequeño es hermoso, Barcelona 1983. 27. Cfr. R. B. Y. Scott y G. Vlastos (eds.), Towards the Christian Revolution,
26. Cf. E. Weingártner (ed.), o. c, 3. London 1937.
64 Hacia una teología de la liberación en Asia El sentido asiático en la teología 65

nuestra «pobreza»; ambos tienen su origen en occidente: el pri- poráneas M es sólo una ligera reforma comparada con lo que los
mero es el socialismo marxista y el otro es la ideología del desarro- latinoamericanos consiguieron a partir de los años sesenta. Reali-
llo asociada a la tecnocracia capitalista. El occidente se hace tam- zaron un cambio completo de método. Hicieron con la teología
bién «espiritualmente» presente por medio de la Iglesia que, en europea algo semejante a lo que hizo Feuerbach con la dialéctica
su mayor parte, es una extensión del cristianismo occidental. De de Hegel. Pusieron a la teología de nuevo sobre sus pies, la hicie-
aquí que la Iglesia refleje también, en su propio modo de enten- ron tocar tierra en la teopraxis. Lo que antes giraba en torno a
derse teológicamente, los conflictos ideológicos de occidente. Por una órbita kantiana se le obligó a girar sobre un eje marxista 31 .
eso hacemos esta investigación sobre los instrumentos teológicos 5. Para nosotros, asiáticos, la teología de la liberación es to-
de la Iglesia. talmente occidental; pero tan radicalmente renovada por los de-
2. La Iglesia de Asia, por el momento, no tiene una teología safíos del tercer mundo que es más conveniente y apropiada a
propia a pesar de que las culturas que la hospedan cuentan con Asia que la teología clásica. Tal vez su primer fruto tangible en
abundantes teologías. La Iglesia de Asia se halla hoy atrapada Asia sea esta misma Asociación Ecuménica de Teólogos del Ter-
entre dos «teologías» que son tan «occidentales» como las ideolo- cer Mundo (EATWOT) que está celebrando aquí la presente con-
gías seculares antes mencionadas. La primera es la teología clásica sulta asiática. Este nuevo método ha comenzado ya a competir
europea que, en sus distintas formas, se enseña en todas las insti- con la teología tradicional en las Iglesias del este. Los latinoame-
tuciones importantes de la Iglesia en Asia. La segunda es la teolo- ricanos afirman, y nosotros asiáticos debemos conceder de buen
gía latinoamericana que se está dejando sentir también en algunos grado, que no se trata quizá de una nueva teología, sino de un
círculos teológicos. Por supuesto, estas teologías son diametral- nuevo método teológico, ciertamente el método correcto para ha-
mente opuestas entre sí, tal como ocurre con las dos ideologías cer teología.
seculares arriba mencionadas. 6. Entresacamos de la presentación de Jon Sobrino 32 aque-
3. Se dice que la teología clásica de occidente, que a partir llas características de esta metodología que son más aplicables y
del siglo XIX ha pasado por el molino de la renovación, ha pertinentes para nosotros en Asia. La primera característica es
«abierto brecha» a mediados de este siglo, culminando en la teo- que el intento kantiano de «liberar la razón de la autoridad» pre-
logía moderna con su apertura al «mundo». Según Mark Schoof, paró el camino a una preocupación teológica por armonizar «fe y
los principales centros de esta renovación se encuentran en los razón», mientras que el intento marxista por «liberar la realidad
países de habla francesa y alemana porque, según sus propias de la opresión» no recibió atención teológica en Europa hasta
palabras, fue allí donde «los teólogos contaron con la necesaria que los latioamericanos decidieron emprender esta tarea 33 . Así,
tradición científica y la suficiente energía creativa»28. Este mismo el uso de la «filosofía» para explicar el «sufrimiento» racional-
autor afirma que una de las principales fuentes de inspiración mente o para definir a Dios y su naturaleza de tal forma que
para la renovación de la teología católica europea se encuentra
más atrás, en la Alemania protestante 29 .
30. Se observa, -Ibid., 2 6 - que la nueva teología comenzó haciendo de
4. Esta visión de la teología europea justifica el título de la «toda la vida de la Iglesia en su conjunto» el lugar de una reflexión teológica;
tesis d e Schoof: Abrir brecha (Breakthrough). Pero un asiático sobre todo del «mundo en que vivía esta comunidad (de la Iglesia); especialmente
que se sitúa a distancia y contempla las cosas con ojos críticos el mundo de la filosofía contemporánea (los subrayados y el parénteis son míos).
descubre una imagen muy distinta. El real abrir brecha en la teolo- La forma de filtrar «el mundo en que vivía la Iglesia» en «el mundo de la filosofía»
no escapa al criticismo sudamericano.
gía occidental vino con la crítica que Latinoamérica hizo de aque- 31. Jon Sobrino expone con lucidez esta ruptura latinoamericana: cf. El cono-
lla misma «tradición científica» a la que se refiere Schoorf con cimiento teológico en la teología europea y latinoamericana, en Liberación y cauti-
orgullo, la apertura al mundo que consiguieron los teólogos euro- verio: Debates en torno al método de la teología en América Latina, México 1975,
peos hasta los años sesenta en su diólogo con las filosofías contem- 177-207. Un resumen claro puede encontrarse en: Alfred T. Hennelly, Theological
Method: the Southern Exposure: Theological Studies 38/4 (diciembre 1977) 708-
735. '
32. Artículo citado, passim.
28. Mark Schoof, Breakthrough, The Beginnings ofthe New Catholic Theolo- 33. No obstante, ejemplo de un intento relativamente temprano -quizá pre-
gy, D u b l i n 1970, 17. maturo, pero plausible- de valoración cristiana del reto marxista, puede verse en:
29. Iba., 22-30. R.B.Y. Scott y G. Vlastos (eds.). Towards the Christian Revolution, London 1937.
66 Hacia una teología de la liberación en Asia El sentido asiático en la teología 67

justifique la existencia de la opresión y la injusticia era inteligible siendo un don gratuito de Dios. Esto explica la opción política de
en un constexto sociopolítico europeo; mientras que la sustitución los teólogos de la liberación por el socialismo, por un orden social
de la especulación filosófica por el análisis «sociológico» para concreto en el que se cambia radicalmente —incluso violentamen-
cambiar, mejor que explicar, el mundo de la injusticia ha venido te— las estructuras opresoras, a fin de que cada persona pueda
a ser la preocupación inmediata de la teología de la liberación. ser totalmente humana, y partiendo del presupuesto de que nadie
Tal preocupación no puede tener lugar dentro de la visión «cien- está liberado hasta que todos lo estén.
tífica» de la teología europea tanto protestante 34 como católica 3Í . 11. Esta teología, y también su predecesora europea, reci-
7. La segunda característica, muy importante para los asiáti- ben su significado contextual en Asia precisamente en relación
cos, es la primacía de la praxis sobre la teoría. Por ejemplo, la con las ideologías occidentales antes mencionadas con las que es-
espiritualidad no es la conclusión práctica de la teología, sino el tán en conexión muy estrecha. Nuestra crítica anterior sobre la
compromiso radical con los pobres y oprimidos, y eso es lo que forma de operar de estas ideologías en Asia ha situado claramen-
crea la teología. Conocemos a Cristo Verdad si seguimos a Cristo te a ambas teologías en el contexto de la religiosidad oriental.
Camino. Por tanto, nuestra tarea consiste en completar el método latinoa-
8. En tercer lugar, este Camino es el camino de la cruz, la mericano con una crítica asiática de la teología clásica.
base de todo conocimiento. Así, el crecimiento del mundo hacia
el reino de Dios no es un «desarrollo progresivo» sino un proceso
puntuado por contradicciones radicales, transformaciones violen- 2. El estilo asiático como teología asiática
tas y experiencias de muerte-resurrección; es lo que Sobrino lla- 1. Recientemente, Pekín hizo la siguiente predicción sobre
ma la «ruptura epistemológica» fundada escriturísticamente en la el futuro del budismo:
«trascendencia del Dios crucificado»3fS.
9. En cuarto lugar, vemos que esto no es una «teología del Los comunistas mantienen que el budismo en cuanto religión morirá
desarrollo» que justificaría y perpetuaría los valores de una cultu- gradualmente con el cambio de la historia, pero en cuanto filosofía
ra «adquisitiva» sino una «teología de la liberación» que demanda merece un estudio detenido 3 8 .
un ascetismo de renuncia y una pobreza voluntaria que desprecia
la codicia. La «espiritualidad» resultante de aquí no está encerra- Esta especie de optimismo apocalíptico que convierte esperan-
da en sí misma, ya que está motivada por el deseo de hacer pre- zas en predicciones no es nuevo en la historia del budismo en Asia.
sente el reino de Dios aquí en la tierra. Lo que inculca no es Por ejemplo, los misioneros cristianos pronunicaban tales profecías
meramente una solidaridad pasiva con los pobres en su pobreza y el siglo pasado en Sri Lanka 39 cuando todo el montaje del estado
opresión, sino también una participación dinámica en su lucha colonial respaldaba sus misiones contra los budistas40. Sin embar-
por una humanidad completa. En una palabra, un seguimiento go, el budismo ha sobrevivido para contarlo. No es necesario insis-
dinámico de Cristo 37 . tir en la analogía existente con la situación actual de China.
10. Finalmente, el encuentro de Dios y el hombre, es decir, 2. Los marxistas conceden que es la «religión» la que morirá
la relación entre gracia y libertad, se presenta como una obliga- y no la «filosofía», que merece estudio. No puedo menos de seña-
ción del hombre de hacer uso de todas sus potencialidades huma- lar el paralelismo con los teólogos de occidente que, en su «teolo-
nas para anticipar el reino de Dios que, a pesar de todo, sigue gía de las religiones», han separado también religión y filosofía.
De hecho, tanto el marxismo clásico como la teología clásica su-
fren una inherente incapacidad de captar el sentido asiático que
34. Según la tesis de W. Pannenberg, Theology and Philosophy of Sciencie, se revela en la polifacética religiosidad de nuestro pueblo; incapa-
London 1976, la función principal de la teología es establecer racionalmente la cidad que tiene sus raíces en esta dicotomía heredada de una
verdad de las proposiciones teológicas.
35. Para una comprensión de la teología católica como «búsqueda o quehacer
científico», cf. Y. Congar, A History of Theology, Garden City, NY 1968, 221 ss. 38. Peking Review 47 (novbre. 24/1978) 31. El subrayado es mío.
36. En este lugar Sobrino (art. c, 201) cita a Moltmann, Cf. Hennelly, art. 39. Cf. K. Malalgoda, Buddhism in Sinhalese Society 1750-1900. A Study of
c, 721. Religious Reviva! and Change, Berkeley, UC press, 173-174.
37. Hennelly, art. c, 710-713. 40. Ibid., 191-196.
68 Hacia una teología de la liberación en Asia El sentido asiático en la teología 69

tradición que comenzó, tal vez, en los primeros encuentros de sistemas no-bíblicos, restringieron su interés más al plano filosófi-
occidente con culturas no-cristianas41. co que al teológico. Yendo más lejos, ¡ellos imprimieron esta di-
3. Quiero volver a enfocar la cuestión. En todas las soterio- cotomía en la tradición teológica de occidente al sacar de su con-
logías no-bíblicas de Asia, religión y filosofía se mezclan de forma texto religioso a la filosofía «pagana» para convertirla en un arma
inseparable. La filosofía es una visión religiosa (del mundo) y la intelectual al servicio de la apologética cristiana contra aquellas
religión es una filosofía vivida. Toda soteriología metacósmica es mismas religiones! Así, la filosofía se transformó en sierva de la
a la vez una darsnñ y una pratipadá (por decirlo en términos in- religión cristiana, ancilla theologiae, como se hace notar ya en los
dios); es decir, una interpenetración de una «visión» de vida y de escritos de Clemente de Alejandría y de Pedro Damiano 42 . En
un «camino» de vida. En realidad, la tan repetida pregunta de si este juego de circunstancias pueden comprenderse los dos golpes
el budismo es una filosofía o una religión se formuló primero en que la teología occidental de las religiones ha recibido desde muy
occidente antes de que llegara a Pekín a través del marxismo. En pronto en la historia.
la formula de Buda, la cuatripartita verdad salvífica incorpora el 7. En primer lugar, el uso de la filosofía sin la religión propi-
Camino como uno de sus constituyentes, mientras que el Camino nó una sacudida cerebral a la teología de las religiones. Esta sur-
de ocho vías coincide con la realización de la Verdad. gió junto con una abominación de las prácticas religiosas «paga-
4. Quisiera referirme ahora a la tendencia actual de utilizar nas»: una antigua intransigencia semítica que duró hasta la era
«técnicas budistas» de meditación en la «oración cristiana», sin apostólica. Sin embargo, a pesar de que la teología se aferraba a
ninguna reverencia por el contexto soteriológico de tales técnicas. su ancilla, con el correr del tiempo estas prácticas religiosas in-
Existe la presuposición simplista de que se puede tener el Camino fluenciaron la liturgia y la ética cristianas. De tal forma que, ya
(budista) sin tener la Verdad budista. Ya es hora de que nuestros desde el principio, se separaron teología y teopraxis. El discurso-
teólogos caigan en la cuenta de que, en nuestra cultura, el método sobre-Dios de los teólogos y la experiencia-de-Dios de los monjes
no puede separarse de la meta. Hemos de remontarnos al sentido corrieron paralelos. El primero trabajaba sobre el pensamiento
original griego de la palabra «técnica», mal usada hoy por aque- «pagano» y la segunda sobre la espiritualidad «pagana». Los aca-
llas culturas del «quehacer» o la «tarea»; técnica significa para démicos y los místicos vivían en constante recelo mutuo.
ellas una acción mecánica que, realizada de acuerdo con unas
determinadas reglas, produce unos resultados predecibles. La tec- 8. El segundo golpe es aún más profundo. Se trata de la
né griega no es una acción mecánica, sino una habilidad, un arte; técnica apologética de usar una religión no-cristiana contra sí mis-
en nuestras tradiciones, el arte de hacer una cosa es, en sí mismo, ma. Esto se convirtió más tarde en una estrategia misionológica,
la cosa hecha. La meta de la vida en el budismo es el arte de a la que todavía se recurre en nuestra teología de las religiones.
vivirla. La perfección a conseguir es el estilo de conseguir la per- Comenzó por la forma en que una filosofía pagana era sacada de
fección. La consecuencia clara que se deduce es que el método su contexto original religioso para ponerla al servicio del cristia-
asiático de hacer teología es en sí mismo teología asiática. La nismo, no sólo para enriquecerlo con un nuevo bagaje intelectual,
teopraxis es ya la formulación de una teología. sino también para neutralizar las mismas religiones «paganas».
5. De este modo, la correspondencia recíproca existente en- Este proceso de «instrumentalización» se encuentra incluso en De
tre praxis y teoría que determina el sentido asiático en teología es Nobili y Ricci, misioneros innovadores del siglo XVII en Asia.
el ingrediente que falta a la teología de las religiones que nosotros Lo que los primeros Padres de la Iglesia hicieron con la filosofía
hemos aceptado sin criticarla y que impide nuestra tarea de ad- extrabíblica, estos hombres lo hicieron con la cultura asiática. La
quirir el estilo asiático. truncaron de su contexto religioso y la convirtieron en un medio
6. Esta falta de adecuación parece haber sido introducida de conversión. Constituyó un paso adelante, sin duda, pero en la
por los primeros Padres de la Iglesia que, en su diálogo con los misma dirección. A esta categoría tenemos que relegar también
el «Gurú» cristiano quien, como ya hemos dicho antes, desgaja al
Zen y al Yoga del entronque religioso de donde reciben la savia,
41. Cf. Aloysius Pieris, Western Christianity and Easlern Religions: a theologi- y adorna la espiritualidad cristiana con un follaje estéril.
cal reading of historícal encounters (Pro Manuscripto), trabajo leído en el Semina-
rio de Profesores de Teología Alemanes, Bossey, Suiza, 27-30 septiembre 1978.
42. Cf. Pannenberg, o. c, 10.
70 Hacia una teología de la liberación en Asia El sentido asiático en la teología
71
9. Esta especie de vandalismo teológico ha sido expresada y Kenosis; o como lo expresan los budistas, la mutualidad entre
eufemísticamente con un nuevo uso cristiano de la palabra «bau- «el Conocimiento que nos orienta hacia el Nirvana y la Compa-
tismo». Se habla de «bautizar» las culturas asiáticas, y ahora, des- sión que nos sujeta a este mundo» 43 . Pues la liberación-praxis es
pués del Vaticano II, de «bautizar la religiosidad asiática». El al mismo tiempo una retirada en lo metacósmico y una inmersión
bautismo, que en su uso escriturístico expresaba el supremo acto en lo cósmico.
de anonadamiento de Cristo -primero en el Jordán donde se d. El punto más sutil de esta dialéctica se encuentra entre la
arrodilló ante su precursor (Me 1, 9-11) y después en la cruz (Me autoridad y la libertad. El papel magisterial en la Iglesia de Asia
10, 35; Le 12, 50) donde, como siervo doliente, completó su mi- ha de conseguirlo el maestro mediante su competencia en mediar
sión en la tierra en fracaso aparente-, se ha convertido en signo la liberación. La autoridad no reclama nada desde fuera. La auto-
de triunfalismo cristiano que todo cuanto toca lo cambia en pro- ridad es competencia en comunicar libertad. Quien no es compe-
vecho propio, sin respeto alguno por la integridad de la experien- tente usa el poder. «¿Con qué autoridad...?», le preguntaron los
cia religiosa de los demás. clérigos sedientos de poder al Hijo de hombre, que se sometió a
10. De todo lo anterior deducimos las siguientes conclusio- ese mismo poder para vindicar su autoridad. Su autoridad era su
nes: libertad, accesible a todos cuantos se acercaban a él. Es una au-
a. Nuestra teología es nuestra forma de sentir y hacer las tenticación de sí mismo que deriva de una praxis de liberación; es
cosas, como aparece en las luchas de nuestro pueblo por la eman- una Preocupación-del-Hombre que da testimonio de un Dios-ex-
cipación espiritual y social y como se expresa en los giros idioma- periencia: los dos mordientes de una lucha de liberación.
ticos y en las lenguas de las culturas creadas por estas luchas. e. La Iglesia de Asia tiene que abdicar de sus alianzas con el
b. Por tanto, la teología no es un mero hablar-de-Dios; por- poder si quiere recuperar su autoridad perdida. Tiene que hacerse
que en nuestras culturas, el hablar-de-Dios en sí mismo es pura lo suficientemente humilde para dejarse bautizar en el Jordán de
«necedad». Todas las palabras tienen por origen y destino el Si- la religiosidad asiática y lo suficientemente atrevida para bautizar-
lencio, tal como manifiesta Buda al rehusar hablar del Nirvana. se en la cruz de la pobreza de Asia. El miedo a perder su identi-
El discurso-sobre-Dios está en relación con la experiencia-de- dad, ¿no le hace apoyarse en Mammón? Su rechazo a morir, ¿no
Dios. El juego verbal sobre naturaleza y persona o las matemáti- le impide vivir? La teología del poder-dominio y de la instrumen-
cas del uno y tres sólo han producido siglos de verborrea. Es la talización tiene que ceder el paso a una teología de la humildad,
carencia-de-palabra lo que da a cada palabra su verdadero senti- la inmersión y la participación.
do. Esta Armonía interior entre Palabra y Silencio es el termóme- f. Por esto, nuestra búsqueda desesperada de un rostro asiá-
tro (test) de autenticidad asiática, es ciertamente el Espíritu, la tico de Cristo sólo se verá colmada si nosotros participamos en la
Eterna Energía que hace que cada palabra brote del Silencio y búsqueda que Asia misma lleva a cabo en el abismo insondable
conduzca al Silencio, que cada compromiso brote de la renuncia, donde religión y pobreza parecen tener un origen común: Dios,
cada lucha nazca de un profundo descanso, cada libertad surja de que ha declarado enemigo suyo a Mammón (Mt 6, 24).
una dura disciplina, cada acción de la quietud, cada «desarrollo» g. ¿Cuál es, pues, el lugar de esta praxis? Ciertamente no es
del desapego, y cada adquisición de la no-adicción. No obstante, la «vida cristiana vivida dentro de la Iglesia en presencia de los
puesto que el Silencio es la Palabra No Pronunciada y la Palabra no-cristianos»; es más bien la «experiencia de Dios —God-. Ex-
es Silencio Oído, la «relación» entre ellos no es de prioridad tem- perience- (que es al mismo tiempo la Preocupación-del-Hombre)
poral, sino de mutualidad dialéctica. Es el Espíritu de la Sabidu- del pueblo de Dios que vive más allá de la Iglesia» y entre el que
ría budista y del Amor Cristiano. Si existe Armonía entre nuestro la Iglesia es llamada a perderse a sí misma en total participación.
Hablar y nuestro Silencio, bien sea en el culto, el servicio o la Es decir, la teología en Asia es el apocalipsis cristiano de las expe-
conversación, el Espíritu está en medio de nosotros. riencias no-cristianas de liberación.
c La misma armonía reina entre Dios-experiencia, que es
Silencio, y la Preocupación-del-Hombre que hace que el Silencio
se oiga. El uno no es anterior al otro en el tiempo. Es más bien
la mutualidad entre Sabiduría y Amor, Gnosis y Ágape, Pleroma 43. Ilustración de esto, cf. A. Pieris, a. c, 25.
3
Misión de la Iglesia local
en relación con las religiones
no-cristianas*

I. PERSPECTIVAS Y CLARIFICACIONES

La actual crisis de la misión es básicamente una crisis de auto-


ridad. Es de sobra conocido que en el corazón de las iglesias
tradicionales, fundadoras de las misiones, la autoridad de los líde-
res institucionales —que en otro tiempo lo penetraba todo— ha
sido puesta en cuestión o simplemente ignorada con intensidad
creciente. Para quienes detentan la autoridad, ha sido una crisis
de obediencia. Para los demás, ha sido simplemente crisis de cre-
dibilidad. Cuando esta crisis maduró en las fronteras coloniales
de las mismas iglesias, es decir, en las llamadas tierras de misión,
de allí volvió otra vez al centro en forma de crisis de la misión.
Por tanto, a nuestro juicio, la crisis de la misión no es más ni
menos que una crisis de autoridad.
Aquí, en Asia, esta crisis estuvo adormecida como rescoldo
hasta que el Vaticano II con su aliento provocó un incendio de
autocrítica reduciendo a cenizas las «exigencias misioneras» de la
Iglesia. De estos incinerados restos surge para los asiáticos la lla-
mada a resucitar un nuevo símbolo creíble de la presencia salva-
dora de Dios en medio de nuestro pueblo; una Palabra con auto-
ridad de la fuente de revelación universalmente reconocida como

* El presente artículo es un estudio preparado para el «Seminario de Estudio


sobre la Misión» organizado por SEDOS y celebrado en Villa Cavalletti, Roma,
en marzo de 1981. El texto inglés ha sido publicado en SEDOS Bulletin (Roma),
82/5, 92-96; 82/6, 103-109; 82/7, 123-127.
74 Misión de la Iglesia local
Perspectivas y clarificaciones 75
tal en Asia. En una palabra, tenemos ante nosotros el desafío de
descubrir el perfil de una nueva comunidad misionera que esté
3. Ola de inculturización
verdaderamente cualificada para anunciar el reino de Dios y me-
diar la revolución liberadora inaugurada por Jesús con su vida y Sin embargo, las observaciones precedentes no garantizan la
muerte; es decir, una comunidad que no busque más signo de conclusión de que la tarea inmediata de las Iglesias locales que
credibilidad o de autoridad que los que le confiera una tal media- hay en Asia sea hacerse Iglesias locales de Asia, y que ésta sea
ción. Lo que se nos pide, por tanto, es nada menos que un revo- una condición indispensable para la evangelización de los pueblos
lución eclesiológica. De este modo, la situación de frontera en del continente. Tal sería la perspectiva misionológica que subyace
que vivimos nos ha abierto a un nuevo horizonte. Aunque nuestra a las teorías de la «inculturización» ahora en boga. Yo no apoyo
praxis está entrecortada de debates y deliberaciones, no tenemos semejante interpretación. Para mí, el proceso de hacerse Iglesia
duda alguna respecto a la dirección de nuestra búsqueda. Las local de Asia es sólo un concomitante o corolario del proceso de
perspectivas son claras y evidentes. «llevar a cabo la misión de evangelizar los pueblos (asiáticos)».
Y es de estas prespectivas de las que quiero hablar a continua- Expresado de forma inversa, significa que las Iglesias locales que
ción. Son supuestos que no exigen verificación alguna, sino que hay en Asia no han cumplido su misión y por tanto no han logra-
requieren tan sólo explicitación. Sin embargo, dado que se me ha do producir Iglesias locales de Asia.
señalado como título de mi disertación «La Misión de la Iglesia
local y las grandes tradiciones religiosas», me veo obligado a esta- 4. Misión a los pobres
blecer el marco de la discusión precisando nuestras concepciones
misionológicas respecto a dichos conceptos: «misión», «Iglesia lo- Ahora bien, la misión a las naciones es primariamente (conf.
cal», «religiones». Medellín 1968), aunque no exclusivamente (Puebla 1980), una
misión a los pobres. El que nos encomendó esta misión la definió
así.
1. Iglesia local Dado que la buena nueva para los pobres es siempre mala
nueva para los ricos, la liberación del rico pasa por la mediación
La expresión «Iglesia local» es una tautología. No puede ha- de la liberación del pobre, no a la inversa. En otras palabras,
ber Iglesia sin que sea local. Por eso, hemos de añadir que las nuestra misión es profética y viene coloreada desde el comienzo
comunidades cristianas que existen en Asia son todas realmente por una opción de clase. De ahí la observación siguiente: la Igle-
Iglesias y por tanto auténticamente locales. sia local que está en Asia es, en general, una Iglesia rica que
trabaja para los pobres, mientras que la Iglesia local de Asia sólo
puede ser una Iglesia pobre que trabaje con los pobres, una Igle-
2. En Asia — de Asia sia que ha sido evangelizada, una Iglesia que se ha hecho buena
Lo que acabamos de decir no implica, sin embargo, que todas nueva para los asiáticos.
las Iglesias locales que hay en Asia sean necesariamente Iglesias
locales de Asia. La mayor parte de ellas, por desgracia, son Igle- 5. Grandes religiones (monásticas)
sias locales de otro continente que llevan siglos luchando por acli-
matarse al ethos de Asia. Evidentemente nos estamos refiriendo Esta Iglesia, sin embargo, es un pequeño rebaño, una minoría
a las llamadas «misiones de occidente» que son ramas asiáticas de insignificante en Asia, y no tiene ningún monopolio de esa mi-
Iglesias locales de Roma, Inglaterra, etc. Esto puede afirmarse sión. Las grandes religiones (monásticas), que anteceden al cris-
también, aunque con ciertas limitaciones, de las Iglesias de rito tianismo, reclaman también la posesión de un mensaje de libera-
oriental que pueden legítimamente reclamar el título de Iglesias ción para los pobres de Asia. Por eso las Iglesias locales que hay
locales de Asia, aunque quizá no siempre del Asia de hoy. En mi en Asia miran a estas religiones como pretendientes rivales. Sin
exposición trato tan sólo de las primeras, es decir, de las misiones embargo, para una Iglesia local de Asia, ellas deben haberse con-
de occidente. vertido en colaboradores de una misma misión.
76 Misión de la Iglesia local
Perspectivas y clarificaciones 77

6. Política 8. ¿Probreza?
Es curioso que incluso los documentos de Medellín, cuando
Desde el momento en que asociamos a los pobres de Asia y hablan del fenómeno de la pobreza, describen un camino zigza-
las religiones del continente con nuestra misión profética, esta- gueante, deplorándola aquí, cantando allí sus bendiciones. Y esta
mos en el centro de la política. Es más, pobreza y religiosidad ambigüedad puede retrotraerse hasta los evangelios. Cuando Je-
son dos áreas en las que es imposible evitar la confrontación con sús invitó al joven del evangelio a vender todas las cosas y dar su
dos ideologías políticas: capitalismo y marxismo. Ambas ideolo- importe a los pobres —¡y no al templo, por supuesto!— solicitaba
gías tienen implicación directa en la «liberación» de los pobres de al rico no ser rico y al pobre no ser pobre. El manifiesto mariano
Asia, y tienen asimismo teorías y actitudes definidas respecto a que nos transmite Lucas anuncia la intervención mesiánica por la
las religiones asiáticas. Las Iglesias locales que hay en Asia, sean que se invertirán las posiciones del rico y del pobre, significando
proféticas o no lo sean, sean ricas o pobres, son Iglesias políticas; que quedarán eliminadas ambas, riqueza y pobreza.
una Iglesia neutral es una contradicción en términos, pues dejaría
El intento de distinguir entre pobreza «económica» y «evangé-
de ser local.
lica» no ayuda a clarificar esta ambigüedad. La única salida sería
admitir la distinción entre una «pobreza forzada», infligida sobre
algunos por el hedonismo o la indeferencia de otros (el rico Láza-
7. Autoridad
ro), y una «pobreza voluntaria» abrazada como protesta y preven-
Como todas estas religiones e ideologías se presentan como ción contra la «pobreza forzada». La primera es esclavizante; la
movimientos liberadores, salvadores de los pobres y de las masas, segunda, liberadora. En las religiones orientales, la pobreza vo-
sólo los pobres podrán decidir quién es competente, quién está luntaria es un antídoto espiritual de la liberación, y también un
cualificado para liberarles. Hoy día no son suficientes ni las razo- arma sociológica, es decir, una estrategia política necesaria en la
nes que apelan a los textos (que nuestra autoridad está expresa- batalla contra el egoísmo organizado o contra los principados y
mente mencionada en los libros sagrados), ni las que remiten a la poderes de Mammón. Mahatma Gandhi es el ejemplo asiático
tradición (que siempre reclamamos esta autoridad y la gente la más sobresaliente de pobreza voluntaria con implicaciones tanto
acataba). La autoridad es la manifestación espontánea de la com- psicológicas como sociológicas.
petencia de una Iglesia en la mediación de la liberación total para
el pueblo de Asia. La fuente última de esta autorida es Aquel que 9. ¿Religión?
nos encomendó la misión. Pero El se ha identificado con el pobre Parecida clarificación sería de desear al hablar de religión.
como «Víctima-Juez» (Mt 25), y es en el pobre y a través del Bajo la influencia de la crítica marxista de la religión, y arrastrados
pobre cómo la Iglesia, o cualquier otra religión o ideología, recibe también por la hermenéutica bíblica de teólogos latinoamericanos,
su autoridad aquí en este continente. Por tanto la crisis de autori- algunos de nuestros liberacionistas asiáticos definen la religión y
dad es una posibilidad permanente en la misión de una Iglesia la pobreza como fuerzas negativas que forman una alianza no san-
local en nuestro continente. ta de la que hay que liberar a las masas del continente. La pobreza
Las implicaciones políticas de esta misión profética constitu- para ellos es un mal en sí mismo. La religión, a su juicio, perpetúa
yen tan sólo una fuente de los conflictos que experimentan actual- la pobreza, restringiendo en primer lugar el área de liberación
mente las Iglesias locales. Otro importante factor divisorio, aun- espiritual al plano no-social, no-político, no-económico (¿existe un
que su solución puede ser más fácil, se encuentra sencillamente tal plano?) y además legitimando (y dejándose legitimar por) siste-
en el área de la semántica. Las palabras clave religión y pobreza mas opresores que crean y mantienen los males de la pobreza.
que describen conjuntamente el ethos asiático, son ellas mismas Los inculturacionistas, por otra parte, ignoran o disculpan este
palabras de diversos sentidos que significan realidades contradic- aspecto negativo de la religión y a veces de la pobreza, excepto
torias. Los protagonistas de debates misionológicos —especial- quizá a la hora de reconocer la impotencia de las otras religiones
mente los «liberacionistas» y los «inculturacionistas»— son culpa- para inspirar y crear una madre Teresa que alivie los sufrimientos
bles de simplificar en exceso este complejo problema. de los pobres.
78 Misión de la Iglesia local Temas concretos 79

La exigencia de una transformación radical de la sociedad


como condición indispensable para eliminar esos sufrimientos, es
neutralizada mediante «obras apostólicas» que hacen de las vícti- RELIGIOSIDAD Y POBREZA EN ESQUEMA
mas de la pobreza objetos perpetuos de compasión. Apreciarían
también el empuje monástico de las grandes religiones asiáticas, Polos Psicológica Sociológica
en cuanto que éstas valoran la pobreza como algo que se abraza Superstición, ritualismo, Tendencia de la religión a
Cara esclavizante
voluntariamente para combatir el egoísmo y deseo de posesión. de la religiosidad. dogmatismo, etc.; trascen- legitimar el statu quo opre-
Quisieran que la Iglesia absorbiera estos rasgos de algunas religio- dentalismo y maniqueísmo, sor; a servir a Mammón o
nes en el proceso de aclimatación al continente asiático. Pero esta docetismo, etc.). Antidiós. Comercialismo.
perspectiva de los inculturacionistas suena demasiado acomodati-
cia a oídos de los liberacionistas. Cara liberadora liberación interior del peca- Potencial organizativo e im-
La realidad es bastante más compleja. También la religión, al de la religiosidad. do (Mammón, Antidiós, pulsor de la religión, de cara
igual que la pobreza, tiene una dimensión esclavizante y otra libe- Tanha, etc. o instintos ex- a un cambio social radical
plotadores). (por ejemplo, movimientos
radora. Después de todo, ¿no ha producido la misma religión
de independencia en Asia).
cristiana una teología de la dominación y una teología de la libe-
ración? Cara esclavizante Pobreza impuesta que viola Pobreza como subyugación
Ofrecemos a continuación, de forma tabulada, las realidades de la pobreza. la dignidad de la persona de los pueblos llevada a
contradictorias que designan las palabras «religiosidad» y «pobre- humana (alienación). cabo por los esclavos de
za». De ellas se desprende que dichas palabras son bipolares, es Mammón (desheredación,
decir que cada una tiene un polo positivo y otro negativo. Por desposesión, etc. — coloni-
otra parte, cada polo tiene a su vez dos dimensiones complemen- zación, multinacionales).
tarias: sociológica y psicológica, o con mayor precisión: socio-po-
Cara liberadora Pobreza voluntaria como li- Pobreza voluntaria como es-
lítica e individual.
de la pobreza. beración interior propia del trategia política en la libera-
Espero que la discusión subsiguiente de los temas concretos Mammón, es decir, como ción de la sociedad humana
que abordo en la segunda parte, resultará más clara a la luz de antídoto espiritual (subra- del Mammón o pecado es-
esta cuádruple distinción. yado por las religiones tructurado (posición de los
orientales). teólogos de la liberación).
80 Misión de la Iglesia local
81
Temas concretos

los pobres -principales destinatarios de la Buena Nueva e invita-


II. TEMAS CONCRETOS dos especiales al discipulado cristiano - u n factor culturalmente
decisivo en la Iglesia local? De este modo, todo el problema de
1. Inculturización, teología indígena, espiritualidad oriental la inculturización deriva su significado de la misión fundamental
de la Iglesia local de llevar - y hacerse- la Buena Nueva para los
La inculturización es algo que se gesta naturalmente. No pue- pobres de Asia.
de ser producida artificialmente. Una comunidad cristiana tiende Digamos de pasada que la presente discusión sobre la indige-
a apropiarse los símbolos y los «más» (aspectos positivos, valores) nización, si se sitúa en el contexto de esta misión fundamental,
del pueblo a su alrededor, sólo en la medida en que se sumerge exigiría que revisásemos críticamente los medios de apostolado
en la vida y luchas de éste. Es decir, la inculturización es un que la mayor parte de las Iglesias locales utilizan en la formación
resultado concomitante del compromiso con el pueblo más que el de sus ministros (es decir, los seminarios) y en la educación de
objetivo consciente de un programa de acción. Porque es el pue- los seglares (escuelas, colegios, institutos técnicos). ¿No son di-
blo el que hace una cultura, es del pueblo desde donde uno com- chas instituciones las que perpetúan la mencionada brecha cultu-
prende y adquiere una cultura. ral, manteniendo la división de clase que subyace? ¿No tuvieron
Según esto, las cuestiones que los inculturacionistas se plan- su origen en una época en que la evangelización era vista restric-
tean como importantes son, en realidad totalmente irrelevantes: tivamente como extensión cuantitativa de un complejo eclesiásti-
a saber, si una Iglesia particular está o no inculturizada, o por co y estratificado sin idea alguna de la revolución eclesiológica
qué no está inculturizada, o cómo podría realizar ese cometido. que evoca constantemente el «evangelizar»?
Sin embargo es importante conocer por qué se plantean con tanta En la Iglesia contemporánea, esta revolución eclesiológica pa-
frecuencia hoy día en nuestras Iglesias locales esas impertinentes rece haberse inciado con la rápida expansión de las «comunidades
cuestiones. Nuestra diagnosis es que los inculturacionistas se fun- de base» o «comunidades populares» o ecclesiolae. En el apartado
damentan en la observación, válida en sí misma, de que la cultura siguiente de este trabajo indicaré la contribución específica que
eclesiástica de la Iglesia ministerial de Asia es elitista y está apar- Asia ofrece a esa revolución. Baste recordar aquí que el creci-
tada de la cultura de las masas pobres. Esta brecha cultural es miento de dichas comunidades apostólicas coincide con una re-
más pronunciada todavía en las antiguas colonias europeas tales evangelización de la Iglesia en su totalidad, con la evolución y
como India, Malasia o Indochina, donde la formación sacerdotal creación de nuevos ministerios dentro del ethos cultural de los
en los seminarios y toda la comunicación clerical se lleva a cabo pobres, y con el nuevo despertar de los mismos pobres respecto
en la lengua de los antiguos patronos coloniales. Pero lo que los a su papel irreemplazable en la revolución liberadora que Jesús
inculturacionistas no aciertan a ver es que la mencionada brecha designaba al hablar del Reino. Un obispo de Sri Lanka tiene en
cultural tiene una base económica; que la doble cultura de la Igle- su haber al menos cuatro sacerdotes formados fuera del seminario
sia indica un proceso sociológico en el que la división de clase de tradicional. Está en curso la segunda hornada. Yo mismo estoy
la sociedad civil ha quedado inscrita eclesiológicamente en la vida trabajando en un proyecto semejante. En realidad, hay unos po-
de la comunidad creyente, pecado éste contra el Cuerpo del Se- cos laboratorios de esperanza donde la experiencia de Cristo de
ñor, según lo habría llamado san Pablo; que las culturas de los los menos privilegiados adquiere formulación espontánea en una
clérigos representan al sector dominante de la comunidad creyen- teología indígena.
te; y así podríamos seguir con constataciones semejantes. Sin embargo, si esta última observación es válida, a saber,
Por otra parte, la irrelevancia de las cuestiones arriba mencio- que una teología indígena en nuestro contexto es una articulación
nadas, que está en el centro del debate sobre la inculturización, de la experiencia de Cristo por parte de los pobres de Asia, en-
está basada en el erróneo presupuesto de que las Iglesias asiáticas tonces ni los líderes clericales de la Iglesia, ni siquiera los teólogos
no están inculturizadas. Por tanto, la pregunta decisiva que hay asiáticos (de la liberación) que han sido educados en una cultura
que plantearse es: «qué cultura - o la cultura de quiénes- refleja elitista, pueden presentarse como artífices de una teología indíge-
la Iglesia oficial? O lo que es lo mismo: ¿con qué clase de gente na. De hecho, al igual que la Iglesia jerárquica, también estos
está predominantemente asociada la Iglesia? ¿constituyen los teólogos hablan de los pobres en tercera persona. Esto es un
82 Misión de la Iglesia local Temas concretos 83

reconocimiento implícito de que ellos no son realmente pobres. personalidad (llamada de distintas formas «mente», «corazón»,
Por otra parte, los pobres todavía no han sido auténticamente «alma», «conciencia», etc.) es transformado radicalmente por me-
evangelizados y consiguientemente tampoco ellos están cualifica- dio de un ascetismo de renuncia. Su objetivo es liberar a la perso-
dos todavía para expresar una teología indígena para Asia. Sin na del ego, limpiarla de su sed innata de poder sobre los demás,
duda alguna, han recibido la simiente de liberación del evangelio y purificarla de su propensión a poseer. Es un proceso psicológico
y de otras religiones: el «polo positivo» de la religiosidad, tal por el que uno experimenta la liberación interior del «Mammón»,
como lo calificamos antes. En otras palabras, evangelizar Asia es para usar una frase bíblica.
evocar en los pobres esta dimensión liberadora de la religiosidad En este terreno habría cuatro trampas a evitar. La primera
asiática, cristiana y no-cristiana. Porque los pobres no evangeliza- sería que la indigenización no debería comportar en la práctica
dos tienden a reducir la religión a un somnífero, a luchar sin espe- esa especie de «vandalismo teológico» por el que, con demasiada
ranza y a someterse demasiado fácilmente a la dominación reli- frecuencia, las técnicas orientales de introspección son despojadas
giosa de la clase elitista. del ethos soteriológico de las religiones orientales y obligadas a
El dilema asiático, por tanto, puede sintetizarse de este modo: «servir» a la oración cristiana, sin respeto alguno a la santidad de
los teólogos no son (todavía) pobres; y los pobres no son (toda- la experiencia religiosa de los no-cristianos. Yo levanté mi voz ya
vía) teólogos. Un tal dilema sólo admite solución en las iglesias en la Conferencia Teológica de Asia (1979) contra esta insensibi-
locales de Asia, es decir, en las comunidades populares donde los lidad, y lo vuelvo a hacer ahora, ofreciendo al mismo tiempo un
teólogos y los pobres se reconcilian culturalmente mediante un planteamiento alternativo que respete la auto-concepción de las
proceso de mutua evangelización. otras religiones (conf. III).
Esta apertura recíproca al evangelio consiste en que los teólo- La segunda advertencia sería que todo intento por crear o
gos despierten a la dimensión liberadora de la «pobreza» y que los perpetuar una «clase de ocio» mediante «centros de oración» y
pobres sean concientizados en las potencialidades liberadoras de «ashrams» que atraen a los rnás opulentos a los breves encantos
su «religiosidad». De este modo, si hay un modelo de Iglesia local de la tranquilidad mental más bien que a una vida de renuncia, es
para Asia, habrá que buscarlo en aquellas comunidades del conti- un abuso de la espiritualidad oriental. El hacer de la experiencia
nente en que emergen los polos positivos de la religiosidad y de religiosa asiática un opio que adormezca la conciencia tanto de
la pobreza; y tales comunidades existen en Asia fuera de las Igle- los ricos como de los pobres frente a sus respectivas condiciones
sias cristianas. A ellas dedicaremos nuestra atención en el aparta- sociales en la vida, es antievangélico. El polo positivo de la reli-
do siguiente de este trabajo. giosidad asiática debe ser sincronizado con el polo positivo de la
Dicho esto, considero una pérdida de tiempo incluso el co- pobreza. El contraste de una religión asiática que evoca en sus
mentar los esfuerzos de aquellos estudiosos que emplean su cono- fieles un deseo de renuncia al ego y de abandono del culto a
cimiento de los antiguos textos religiosos en construir esquemas Mammón, es en verdad un complemento estupendo de la misión
conceptuales para una «teología indígena» que el pueblo no nece- mesiánica de Jesús a los pofcres, cuya continuadora en Asia se
sita. Yo mismo, indólogo clásico, no niego que los textos sagrados declara la Iglesia.
contengan el núcleo en torno al cual se ha desarrollado la religio- El comercialismo es el tercer peligro a que nos referíamos. Lo
sidad asiática contemporánea. Pero, extraer una teología indígena que solía acontecer con nuestros recursos materiales como el té,
de los textos antiguos sin permitir que la práctica actual de la el cobre, la madera o el aceite, está pasando ahora con nuestros
religión desempeñe su papel hermenéutico en la interpretación tesoros espirituales: van p a r a occidente, gracias a la conspiración
de esos mismos textos, es poner el carro delante de los bueyes. de mercaderes y misioneros, y vuelven atractivamente presenta-
Puede ser más provechoso quizá discutir los esfuerzos de quie- dos... para vendérsenos p a r a nuestro propio consumo. Los agen-
nes buscan en la espiritualidad oriental el lugar de una teología tes locales de dicha explotación son los más culpables. Porque
indígena. Parece que con esas palabras designan lo que nosotros algunos de nuestros Maharisriis y Roshis de Asia han hecho de la
hemos descrito aquí como el polo positivo (el decir, liberador) de meditación un verdadero negocio de dólares. La meditación tras-
la religiosidad asiática. Sería una forma totalizante de ser y de cendental es un ejemplo d e <ómo un producto oriental vuelve a
ver, que uno adquiere cuando el centro interior de la propia Asia tras haber sido procesado en un complicado artículo en
84 Misión de la Iglesia local
Temas concretos 85
occidente. Esta clase de mercancías importadas aparecen más dig-
nas de respeto a los ojos de muchos clérigos y religiosos de origen tica para con los pobres. La evangelización tiene lugar siempre
asiático. dentro o contra, pero nunca fuera de un sistema político dado.
Siendo éstos de estirpe elitista por su formación, rehusan con- Lo que aquí sugerimos es que, en medio de esta selva de con-
flictos, se puede ver un camino claro que se nos abre aquí en
sultar las fuentes auténticas de espiritualidad oriental que tienen
Asia, gracias a su antigua tradición de «socialismo religioso». An-
a su puerta. Después de todo, ellos pertenecen a la Iglesia local
tes de entrar en la descripción de este fenómeno, permítaseme
de otro continente, tal como hemos explicado antes. Muchos su-
definir el término «socialismo». Siendo una palabra recargada de
periores eclesiásticos -cosa muy comprensible- encuentran estas sentidos, para nuestro tema quiero restringir su significado a la
mercancías procesadas «más seguras» para sus subordinados. De teoría y práctica de la organización social en que los medios de
ese modo queda neutralizado el desafío que la religiosidad origi- producción son poseídos por toda la comunidad y los frutos del
nal de Asia lanza a la Iglesia. Incluso programas de renovación se trabajo son distribuidos equitativamente entre los miembros. El
acomodan a veces de modo que resguarden a los participantes de principio de justicia que aquí subyace adquiere su mejor expre-
ser atraídos por las riquezas espirituales de Asia. sión en el famoso adagio marxista: «A cada uno según sus necesi-
Nuestra cuarta y última llamada de atención hace referencia a dades; de cada uno según su capacidad». En un cierto sentido,
los motivos, conscientes o inconscientes, que inspiran nuestros ésta parece ser la norma a que se atiene la familia humana normal
diálogos espirituales con las otras religiones. Sospecho que el de cualquier cultura. La razón de que nosostros añadamos al tér-
compartir espiritual de concepciones religiosas es propugnado fre- mino «socialismo» el calificativo de «religioso» quedará claro en
cuentemente como una estrategia contra un enemigo común, sea el curso de nuestra exposición.
secularismo o consumismo, ateísmo o comunismo. La obligación Actualmente hay dos versiones claras del socialismo religioso
cristiana de llevar a cabo un ataque abierto contra los Principados en Asia, a saber: la forma más primitiva practicada por las socie-
y Potestades que levantan altares a Mammón —porque ¿qué otra dades ciánicas y cuasiclánicas y extendida por las vastas regiones
cosa son el ateísmo y consumismo?— es reemplazada cuidadosa- del Asia no urbanizada, y la forma más sofisticada representada
mente por un celo excesivo de compartir, intra muros, los patri- por las comunidades monásticas de origen budista (hindú, taoís-
monios espirituales a nivel de grupos selectos de religionistas. Da ta). La sociedad ciánica es catalogada por los antropólogos como
la impresión de que el énfasis se pone en el «polo negativo» de la pre-tecnológica (yo prefiero decir pre-tecnocrática) y su sistema
religiosidad asiática. Desgraciadamente, por tanto, la así llamada de creencia como «animismo», palabra ésta que yo prefiero reem-
espiritualidad oriental es apoyada en círculos cristianos como una plazar con la locución más apropiada de religiosidad cósmica, en
evasión política de las complejas situaciones humanas, en lugar orden a incluir también las expresiones religiosas más refinadas,
de permitírsele surgir como movimiento profético contra el peca- tales como el sintoísmo y el confucianismo. En un sistema de este
do institucional que perpetúa la pobreza en Asia. tipo el orden de la naturaleza y el orden de la sociedad se super-
ponen; la armonía social es asegurada por la comunión cósmica
con los elementos de la naturaleza. El comunismo de los monjes
2. Las religiones asiáticas y la política de la pobreza en el de Asia, por otra parte, se fundamenta en una religiosidad meta-
contexto de la misión de la Iglesia local para con los pobres cósmica que apunta a un más allá salvífico, alcanzable dentro del
hombre mediante la gnosis; subraya no una negación de la reali-
La pobreza no es sólo una realidad socio-económica de las dad cósmica, como a veces equivocadamente se piensa, sino un
masas del continente; es también una realidad política. Los «no apego a las necesidades cósmicas». Sin embargo, el origen y
marxístas proclaman que la religión medra a su costa. Los capita- primer desarrollo de este sistema ha estado asociado histórica-
listas dicen que el marxismo la capitaliza. Unos y otros cuidan de mente con el feudalismo que vino a sobreponerse a las sociedades
modo especial la política de la pobreza. La religión, que tiene su ciánicas.
teoría propia sobre ella, está entre dos fuegos. Y es en medio de
estas ambigüedades político-religiosas donde las Iglesias locales Hay que notar, por tanto, que las dos clases de socialismo
que hay en Asia se encuentran llamadas a ejercer su misión profé- pertenecen a dos sistemas sociales diferentes (ciánico y feudal) y
a dos sistemas religiosos también diferentes (cósmico y metacós-
86 Misión de la Iglesia local
Temas concretos 87
mico). La relación entre ambos varía según las regiones. Podría de una convicción religiosa, de un camino salvífico. Es un sistema
haber - y a veces las h a y - contradicciones entre ellos. La comu- en que pobreza y religiosidad concurren para liberar al hombre
nidad monástica puede practicar un comunismo perfecto en el de las «obsesiones cósmicas», de las que los asiáticos de las ciuda-
ámbito de sus miembros y puede actuar como un señor feudal des han aprendido otro nombre: «consumismo».
respecto a las sociedades ciánicas. Después de todo, ¿no ha pro- Como se ve, esto corrobora las conclusiones de nuestra argu-
bado la historia que una nación socialista puede ser explotadora mentación anterior. Por eso sugerimos que si el punto de inser-
respecto a otros países? La vida monástica ha sucumbido a menu- ción de la Iglesia local en el ethos asiático es la multiplicación de
do a esta debilidad, cuando es mantenida por —y por tanto obli- comunidades de base apostólicas, entonces Asia ofrece motivos
gada a legitimar- regímenes feudales (y ahora capitalistas). Lo estimulantes para crearlas y presenta su propia matriz indígena
que los monjes poseen en común y comparten equitativamente, donde gestarlas. ¿Inculturización? Aquí es es donde tiene lugar.
pudiera muy bien ser propiedad de sociedades ciánicas expropia- ¿Indigenización? Esta es su única fuente. ¿Espiritualidad orien-
das por regímenes políticos que buscan de los monjes sanción tal? Cabe encontrar aquí su mejor expresión social. La revolución
religosa. De esta forma, la vida contemplativa, supuestamente eclesiológica que tan vivamente esperamos como preludio a la
basada en la «pobreza voluntaria», podría ser el lujo de una clase inculturización e indigenización, no es otra que la respuesta evan-
holgada que de hecho es mantenida por los «pobres reales». Di- gélica a las promesas que el socialismo religioso de Asia ofrece a
gamos de paso que ésa es la razón por la que antes advertimos a nuestra Iglesias locales de hoy.
los «entusiastas de la espiritualidad oriental» no fomentar una
mentalidad feudal o de clase de ocio; a los indigenizadores de la De hecho, grandes líderes políticos de Asia vieron en él un
teología el hacerse pobres, y a los inculturacionistas compromete- gran antídoto político y social contra el capitalismo, el consumis-
rese con las masas. mo y por supuesto el feudalismo que todavía subsiste en Asia. El
Movimiento Servodaya, tal como originariamente lo pensó
Esta contradicción entre el modo como los monjes comparten Mahatma Gandhi y lo organizó Vinobha Bhave, estaba basado
la tierra y sus frutos, y la forma en que las sociedades rurales en esta convicción. Mao Tse Tung y más particularmente Ho Chi
comparten la tierra y el trabajo, parece desvanecerse en una feliz Minh, descubrieron en la mentalidad campesina tanto una capaci-
simbiosis en algunas áreas menos urbanizadas y menos tecnocrati- dad inveterada para una reconstrucción socialista de la sociedad
zadas de Asia. Los monjes, que se mantienen de limosnas, viven como una inclinación natural a adquirir. La lucha entre gracia y
en poblados remotos en el marco de un socialismo religioso que pecado, entre Dios y Mammón, está siempre presente en Asia.
no implica separación cultural o económica ninguna entre la co- Esto es lo que hace de nuestra adopción del socialismo rural un
munidad monástica y la comunidad de la aldea. La religión no imperativo religioso y una opción política.
sirve para justificar una división de clase, aun cuando el monje Si la Iglesia local que está en Asia desecha esta idea como
permanece como símbolo soteriológico y guía espiritual aparte y utópica, será precisamente porque no es de Asia sino un enclave
sobre la masa común. monárquico o feudal de otro continente que busca desesperada-
Este fenómeno puede no ser tan general ni tan permanente mente ser «inculturizado» ahora, tras de haber fracasado durante
como quisiéramos, ya que se dan influencias hostiles que lo malo- siglos en arraigar en Asia. ¡Fue ella quien en otro tiempo asoció
gran tanto desde dentro de las culturas asiáticas (p.e. feudalismo) evangelización y colonización; y ella es la que ahora nos ofrece
como desde fuera (p.e. la tecnocracia capitalista). Sin embargo, como «pre-evangelización» un modelo capitalista, tecnocrático,
en él encontramos un modelo asiático de una comunidad de base. de desarrollo «humano»! ¡Hasta nos censura con dureza esta
Aquí la pobreza —incluso pobreza económica— parece adquirir nuestra crítica! Recientemente la autoridad central europea de
un sabor evangélico puesto que es practicada «voluntariamente» una Iglesia local que fue implantada aquí hace cuatrocientos años,
por el bien de la comunidad. Yo busco quedar satisfecho con lo amonestaba a los teólogos asiáticos por criticar el capitalismo.
que necesito realmente, y doy todo lo que puedo a la comunidad. Incluso en los documentos oficiales, donde dicha Iglesia cuestiona
En el socialismo rural la tierra es propiedad de todos y monopolio los valores de este sistema ateo, uno raras veces oye que se «llame
de nadie. En el socialismo monástico las necesidades cósmicas al demonio por su nombre», para utilizar una expresión asiática
son para servir, más bien que para obsesionar al hombre. Se trata de exorcismo. Porque ella ve una amenaza mayor en el marxismo
88 Misión de la Iglesia local
Camino hacia la revolución eclesiológica 89
que se está convirtiendo en rival de la religión en el tercer mundo.
Los Estados marxistas - n o cabe d u d a - son confesionalistas y no hecho de que Jesús, a quien sus seguidores habían llegado a dar
dan reconocimiento alguno oficial a ninguna visión de la vida ni culto como el Señor y el Cristo, hubiese creído oportuno comen-
a ningún código de conducta más que al suyo propio. De este zar su misión mesiánica haciéndose. El mismo, seguidor de Juan
modo, cuando la Iglesia tiene que enfrentarse al marxismo esta- el Bautista. Las implicaciones eclesiológicas de este hecho cristo-
blecido, descubre, como en un espejo, su propio autoritarismo y lógico no han sido suficientemente valoradas en la Iglesia contem-
dogmatismo, su propia reluctancia a dar autonomía a las comuni- poránea. Por eso quisiera deducir de él al menos cuatro principios
dades locales de la periferia, y sus propias maniobras para centra- misionológicos para las Iglesias locales que hay en Asia.
lizar el poder. En primer lugar, observamos que Jesús se encontró con diver-
Más todavía, si la Iglesia duda en desafiar al capitalismo abier- sas corrientes de religiosidad tradicional, cuando respondió a su
tamente porque está asociada indirectamente con sus institucio- llamada profética. No fue todo tipo de religión lo que le atrajo.
nes, tampoco puede condenar las atrocidades del marxismo en De sus reacciones posteriores colegimos que la estrecha ideología
Asia sin rememorar sus propios siglos de colonialismo que han del movimiento zelota no le sedujo. Ni tampoco tuvo impacto
dejado cicatrices indelebles en naciones enteras. Este dilema de sobre él el sectarismo puritano de los esenios. En cuanto a la
la Iglesia asiática se agrava más todavía por el hecho de que el espiritualidad farisaica de la autojustificación, Jesús la ridiculizó
tiempo y energía gastados en batallas teóricas contra el marxismo abiertamente. De otra parte, su enfrentamiento constante con los
no se dediquen con más fruto a la tarea práctica de incorporarse saduceos - l o s Jefes de los Sacerdotes y los Ancianos- indica
a la guerra que ya Asia está librando contra la injusticia y la que El difícilmente aprobaba su aristocrática espiritualidad de
explotación. Una tal Iglesia no está preparada para valorar o fo- «clase holgada». Fue más bien en la antigua tradición (deuteronó-
mentar el socialismo asiático debido a sus implicaciones políticas. mica) del ascetismo profético representado por el Bautista, donde
En resumen la primera y la última palabra acerca de la misión de Jesús descrubrió una espiritualidad auténtica y un punto apropia-
la Iglesia local para con los pobres de Asia, es identificación total do de partida para su propia misión profética. Al optar por esta
(o inmersión bautismal, como la voy a denominar en el apartado forma de religiosidad liberadora con exclusión de las otras que
siguiente de este trabajo) con los monjes y campesinos que nos aparecían esclavizantes, Jesús practicó una especie de «discerni-
han conservado, en su socialismo religioso, la semilla de libera- miento» que nosotros, cristianos de Asia, enfrentados por com-
ción que religiosidad y probreza combinadas han dado como fru- pleto a una variedad de ideologías y religiones, nos vemos invita-
to. Es el camino seguro que se abre a la Iglesia local para quitar dos a hacer continuamente.
la cruz de donde ha estado durante cuatro siglos y colocarla otra En segundo lugar, en este hecho podemos sentir inmediata-
vez en el Calvario, donde las comunidades proféticas mueren víc- mente una peculiar reciprocidad entre la propia espiritualidad
timas de la política y de la religión para resurgir de nuevo como personal de Juan y la de sus seguidores. El Bautista representaba
Iglesias locales de Asia. De esta muerte y resurrección me pro- una espiritualidad extrema de «renuncia al mundo». Se nos dice
pongo tratar en la siguiente y última sección de mi trabajo. que vivía «con la naturaleza» más bien que «en sociedad»; su
dieta y atavío —cosas recogidas en el campo— eran símbolos de
esta rama de ascetismo eremítico. Pero él no imponía esto a sus
III. CAMINO HACIA LA REVOLUCIÓN ECLESIOLÓGICA: bautizados. Estos eran gente sencilla y humilde, los «pobres reli-
EL DOBLE BAUTISMO EN LA RELIGIOSIDAD Y POBREZA DE ASIA giosos» del campo, los pecadores segregados pero arrepentidos,
los anawim, que eran atraídos por la predicación y estilo de vida
1. El Jordán de la religiosidad asiática del Bautista, naciéndose más receptivos a la Buena Nueva de pró-
xima liberación. Así, los pobres también tenían una «espirituali-
Schillebeeckx ha llamado nuestra atención sobre el hecho de dad» propia. Fue, por tanto, en el Jordán, donde Jesús estuvo
que el bautismo de Jesús por Juan fue el primer gesto profético ante el Bautista y entre los bautizados, donde las dos corrientes
de Aquel cuya memoria resultó fuente de continua perplejidad de espiritualidad encontraron su punto de confluencia. Jesús mis-
para la primera generación cristiana. El embarazo surge del mo, que acababa de experimentar el ascetismo eremítico del de-
sierto, viene a Juan, no para bautizar a otros, sino para ser bauti-
90 Misión de la Iglesia local
Camino hacia la revolución rclt^ioloxini 91
zado, identificándose El mismo de este modo como «pobre reli-
gioso» del campo. De nuevo, la implicación eclesiológica de este La crisis de la misión se resolverá sólo si la I^ICNIII » ••'•
hecho cristológico es de sobra evidente para explicarla. Las Igle- la doble tradición liberadora de los monjes y di* lo-
sias locales de nuestro continente tienen la misión de estar en el de Asia. Al igual que su maestro, siéntese a los pli't.
punto de confluencia de la espiritualidad metacósmica de las reli- asiáticos no como ecclesia docens, sino como evt'bshi
giones monásticas y de la religiosidad cósmica de los campesinos dida entre los 'pobres religiosos' de Asia, cMitit* lo*
sencillos; la misión de ser el lugar donde las fuerzas liberadoras se van a esos gurús en busca del reino de santidad, dt* |n ><
combinen de tal forma que neutralicen y excluyan la mentalidad paz. Los muchos intentos individuales realizados cu FNIII •!"
aristocrática de «clase de ocio» de la primera y las supersticiones no son sino comienzos simbólicos. A menos que l.i ltlt<>ilii iiciiiu
de la segunda. Es este un método misionero que aprendemos del cional se dé la zambullida, difícilmente puede i i - un NCI |MIH
Maestro. nosotros, los asiáticos, una palabra comprensible • i. levelmlnn <>
El tercer principio que quisiera enunciar aquí tiene relación un signo creíble de salvación.
con la «pérdida de autoridad», a la que aludimos al comienzo, El cuarto principio misionológico surge como i H'MII itl
reduciendo a ella la actual crisis de la misión. El primer gesto «problema de identidad» que el principio anterior o I *'NIMIC*
profético de Jesús, como toda otra palabra o hecho profético, es una fobia tanto en occidente como en las Iglesias local MVIIICMV
«auto-autenticante». El profeta habla y obra en nombre de Dios tales) que hay en Asia, lo cual constituye una seria i HH/M tt In
y con su autoridad. Si un hecho no revela esta autoridad, no es identidad cristiana de una comunidad creyente, Examinando con
profético. La humilde sumisión de Jesús al bautismo de Juan, mayor detención se observa que dicha fobia surge mili' In illlíi'll
embarazoso como resultó para los primeros cristianos, no obstan- opción que tenemos que hacer entre un pasado claro y mi luluio
te aparecía ante ellos como una manifestación pública de su auto- desconocido, entre las Iglesias locales que están en Asia ion uiiii
ridad para predicar el reino liberador de Dios que comenzaba a clara identidad occidental y las Iglesias locales de Asin con muí
amanecer para los «anawim». Fue mediante este acto de humil- identidad asiática todavía por definir. Más todavía, en el modelo
dad como su credibilidad resultaba certificada por Dios ante los del pasado identidad occidental e identidad cristiana se superno
pobres: «Escuchadlo». Fue un momento profético precisamente nen, por lo que en la Iglesia del futuro se tiende a busiai con
porque en él se le otorgaron tanto su auto-compresión mesiánica toda razón que el «ser asiático» coincida con el «ser erisliano».
como sus credenciales misioneras ante el pueblo. ¡Ojalá la Iglesia Pero la identidad cristiana nunca existe per se, como tina especie
local de Asia fuera tan humilde como su Esposo y Señor! ¡Ojalá de realidad neutral de la que puedan deducirse los elementos oc-
los cristianos buscasen ser bautizados más bien que bautizar! La cidentales y ser añadidos los rasgos asiáticos. Esta dificultad surge
teoría del «cumplimiento» de los antiguos Padres, ahora revivida de la naturaleza misma de la Iglesia local, que es al mismo tiempo
por el Vaticano II, —teoría que yo repetidas veces cuestioné en el Iglesia y local.
pasado- relega las otras religiones a una categoría «pre-cristiana» En esto, como en cualquier otra cosa, la Iglesia debe volver a
de espiritualidad que tiene que ser «cumplida» mediante el es- su fuente: Jesucristo, que dejó enunciado para nosotros el princi-
fuerzo misionero de la Iglesia. pio de perderse uno mismo para encontrarse. El ejemplo más
Sobre la base de esta teoría algunos misionólogos (occidenta- claro es su bautismo en el Jordán. Este es precisamente el cuarto
les) hablan de la necesidad de «bautizar» la religiosidad y cultura principio misionológico. ¿No fue precisamente perdiendo Su
del precursor más bien que del imperativo profético de sumergir- identidad entre los modestos pero arrepentidos pecadores y entre
se uno mismo en las aguas bautismales de las religiones asiáticas los «pobres religiosos» de su país como Jesús descubrió -pata El
que anteceden al cristianismo. La iglesia local en Asia necesita, y para los demás— Su auténtico ser y conciencia propios: el Cor-
todavía, ser «iniciada» en las tradiciones precristianas bajo la guía dero de Dios que nos libera del pecado, el Hijo amado a quien
de nuestros antiguos gurús o continuará siendo un complejo ecle- hay que escuchar, el Mesías con un nuevo mensaje y bautismo
siástico lleno de «poder» pero falto de «autoridad». Sólo en el que ofrecer? La espiritualidad de Juan era tradicional pero nega-
Jordán de la religiosidad asiática es donde ella podrá ser reconoci- tiva; la religiosidad de Jesús era positiva y enteramente nueva. A
da como palabra digna de ser escuchada por todos: «Escuchadla». las maldiciones de Juan contra los farisaicos fanáticos religiosos y
contra los líderes políticos, Jesús añadiría las bendiciones y
92 Misión de la Iglesia local
Camino hacia la revolución eclesiológica 93

promesas ofrecidas a los pobres marginados y a los pecadores medio de tres renuncias (Mt 4, 1-11). Jesús, el hijo de un trabaja-
excluidos. El Bautista predicaba malas noticias acerca del juicio dor (Mt 13, 55), que no tuvo casa propia para nacer (Le 2, 7), en
próximo; pero Jesús, a quien él bautizó, tenía buenas nuevas que lo sucesivo tampoco tendría un lugar propio donde reclinar su
dar sobre la inminente liberación. El precursor daba a los conver- cabeza (Mt 8, 20) o incluso donde ser enterrado (Mt 27, 60).
tidos un bautismo de agua. El Hijo amado recibiría El mismo el Jesús iría mucho más lejos que Juan. Su pobreza no fue mera-
bautismo de la cruz para la conversión del mundo. Aquél cuesti- mente una protesta negativa, ni tampoco una solidaridad pasiva
naría la creencia de que la salvación se otorgaba simplemente por con los «pobres religiosos» de Israel. Fue una estrategia calculada
pertenencia al pueblo elegido y exigiría la conversión individual; contra Mammón, al que calificó de rival de Dios (Mt 6, 24). El
Jesús, en cambio, transformaría el pueblo así convertido en una Reino que anunció no era ciertamente para los ricos (Le 6, 20-
comunidad de amor. Sí, se daría un cambio radical incluso en el 26). Es necesario un milagro para que un rico renuncie a su rique-
estilo de vida que Jesús eligió en contraste con Juan. El Bautista za y entre en el Reino (Me 10, 26-27). Sus anatemas a los «que
pasó sin comer ni beber; mientras que el Hijo del Hombre toma- tienen» (Le 6, 24-25) y sus bendiciones a los «que no tienen» (Le
ba parte en las fiestas en compañía de pecadores. De este modo, 6, 20-23) son reforzados por el pasaje en que establece que es en
sumergiéndose El mismo en la corriente de una antigua espiritua- y a través de los pobres (hambrientos, desnudos, etc.) como rea-
lidad, salió de ella con su propia y nueva misión. Es sólo el bautis- lizará su juicio mesiánico sobre todos los pueblos (Mt 25, 31-46).
mo el que nos confiere la identidad cristiana y la novedad cristia- Nada de extraño, por eso, que la sola vista del dinero manchando
na que esperamos en Asia. ¿No es acaso el temor a perder su la religión desencadenara en El la violencia física (Jn 2,13-17);
identidad lo que impide a la Iglesia local el descubrirla? ¿No es el porque su misión era una misión profética, es decir, una misión
temor a morir lo que le impide vivir? La novedad de un cristianis- de los pobres y una misión a los pobres; una misión llevada a
mo asiático aparecerá sólo como resultado de nuestra total parti- cabo por los pobres y una misión para los pobres. Esta es la ver-
cipación en la vida y aspiraciones de los «pobres religiosos» de dad sobre la evangelización, que las Iglesias locales que hay en
Asia. Asia encuentran más difícil de aceptar. Despertar la conciencia
de los pobres a su singular función liberadora en el orden total-
2. El calvario de la pobreza asiática mente nuevo que Dios está a punto de introducir —así es como
antes hemos definido la evangelización— es la tarea inajenable de
La trayectoria de «pobreza» que une el Jordán con el calvario los pobres ya conscientes de ello. Jesús fue el primer evangeliza-
es otro paradigma misionológico sobre el que quisiéramos que dor: pobre, pero plenamente consciente de su parte en la guerra
reflexionasen las Iglesias locales que hay en Asia. Hemos comen- contra Mammón con todos sus principados y potestades.
tado ya que, de todas las tendencias religiosas de Israel, sólo la
Esta fue la misión que quedó consumada en la cruz; cruz
corriente joánica de espiritualidad apareció como auténticamente
que plantó en el calvario la religiosidad de su tiempo manchada
liberadora a juicio de Jesús. Juan había renunciado a la riqueza y
al poder tan radicalmente y hasta tales extremos que gozaba de por el dinero, con la ayuda de un poder colonial extranjero (Le
una inmensa autoridad ante los «pobres religiosos» de Israel para 23, 1-23). Ahí es donde terminó el camino emprendido en el Jor-
hablar en nombre de Dios. La autoridad va siempre asociada con dán. Siempre que la religión y política auténticas aunan sus ma-
la pobreza, no con el poder. De hecho, en su predicación, aque- nos para despertar al pobre, también Mammón busca alianza con
llos que ostentaban el poder perdían su autoridad. Lo mataron la religión y la política para conspirar contra el evangelizador.
de rabia (Mt 14, 1-12). La lección era clara: sólo el que es radical- Religión y política van juntas e inseparables: o por Dios o contra
mente pobre, está cualificado para predicar el Reino, y sólo quie- Dios.
nes son pobres están dispuestos a recibirlo. Porque Dios y Mam- De ahí que no sin razón los evangelistas relacionasen el primer
món son enemigos. gesto profético de Jesús en el Jordán con su último gesto proféti-
Después de haber sido iniciado en el ascetismo de Juan, Jesús co en el calvario, utilizando la misma palabra para describir am-
nos viene presentado ante una decisiva confrontación con la ri- bos: bautismo (Mt 3, 13-15; Me 15, 35; Le 12, 50). Ambos eran
queza, el poder y el prestigio: tres tentaciones, que El vence por actos auto-anonadantes que revelaban su autoridad profética. En
el primer bautismo Jesús fue reconocido como el Hijo amado. En
94 Misión de la Iglesia local
Camino hacia la revolución eclesiológica 95
el primer bautismo Jesús fue reconocido como el Hijo amado. En
el segundo, el evangelista escuchó cómo hasta el poder colonial sus propios antídotos contra Mammón. Una rama del cristianismo
que lo había matado, proclamaba que El era el Hijo de Dios (Me latino, arribada al continente en el siglo XVI, «inculturizada»,
15, 39); realmente un momento profético, en que una humillación i.e. «coloreada» tras estar en el clima oriental durante cuatro si-
daba nacimiento a una exaltación capaz de congregar la comuni- glos como el agente redentor de Dios, proclama ahora «liberar»
dad profética, según enseña claramente el cuarto evangelio (Jn a Asia sin permitir a ésta que se libere de su latinidad. De ahí
12, 32-33). El bautismo de la cruz, por tanto, no es solamente el nuestra llamada final a las Iglesias locales que están en Asia: No
precio que Jesús pagó por predicar la Buena Nueva; es la base de endurezcáis vuestros corazones; entrad en la corriente allí donde
todo el discipulado cristiano (Me 8, 34). Por eso, el triple manda- la religiosidad de los pobres de Asia (representados por los cam-
to misionero de predicar... bautizar y hacer discípulos —entendi- pesinos) y la pobreza de los asiáticos religiosos (reflejada en nues-
do en el pasado como la extensión jurídica del poder de una Igle- tros monjes) se encuentran para formar la comunidad ideal de un
sia local sobre otros lugares mediante el rito de iniciación— debe compartir pleno: el «socialismo religioso», que, como el comunis-
ser redimido de esa estrecha interpretación eclesiocéntrica, remi- mo de las primeras comunidades cristianas, puede quedar tragado
tiéndolo a la cruz: la prueba final de la auténtica predicación, el por la jungla de las ideologías y teologías occidentales. Las comu-
único verdadero bautismo que da sentido al sacramento designa- nidades proféticas que han surgido como resultado de su cons-
do con este mismo nombre, y el criterio del verdadero discipulado ciente o inconsciente bautismo en el socialismo asiático, están
cristiano. ahora en la trayectoria de pobreza que une el Jordán con el calva-
Esa cruz, hace ya siglos que la tenemos en nuestro continente. rio. Son ellas las que hablan con autoridad en Asia; ellas son la
Fulton J. Sheen, misionólogo de una época ya pasada, afirmó palabra de revelación digna de crédito; los signos legibles de sal-
que el occidente busca a un Cristo sin la cruz, mientras que orien- vación, los instrumentos efectivos de liberación. Son ellas las au-
te tiene una cruz sin Cristo. El juicio sobre el oriente no es del ténticas Iglesias locales de Asia, porque han sido bautizadas en el
todo exacto. Si no hay ningún Cristo sin cruz, como supone Jordán de la religiosidad asiática y en el calvario de su pobreza.
Sheen, ¿podría darse una cruz sin Cristo? ¿Puede el hombre sepa- Hasta que sean reconocidas oficialmente como tales, se perpetua-
rar lo que Dios ha unido, Cristo y la cruz? rá la crisis de autoridad en las Iglesias locales que hay en Asia.
La cruz de que hablamos, símbolo de vergüenza, es la que un
cristianismo mercantil plantó aquí con la ayuda de los poderes
coloniales extranjeros. ¡En esa cruz es en la que están siendo
bautizados actualmente los pobres de Asia! La alianza no santa
de misioneros, militares y mercaders de una época anterior conti-
núa ahora con una mayor sutileza. Porque las Iglesias locales,
plantadas de ese modo en Asia, siendo todavía Iglesias locales de
los antiguos países colonizadores, continúan ahora su alianza con
el neo-colonialismo en orden a sobrevivir, causando así la división
de clase en la Iglesia, como anotamos más arriba, (cf. II). La
educación colonial de la gran era misionera ha cedido el puesto a
los «proyectos de desarrollo», que evidentemente invoca una teo-
ría de desarrollo elaborada por los «países desarrollados» en el
proceso mismo que causaba aquí el subdesarrollo. Es la nueva
forma de «pre-evangelización».
Ahora el desarrollo está dando lugar a la «liberación», y en el
mismo clima de megalomanía cristiana. Una pequeña Iglesia mi-
noritaria proclama ofrecer la «liberación» a Asia sin entrar prime-
ro en las corrientes liberadoras de la religión asiática, que tiene
4
El puesto de las religiones
y culturas no-cristianas
en la evolución de la teología
del Tercer Mundo*

I. TEOLOGÍA DE LAS RELIGIONES:


FRONTERAS ACTUALES DE LA ORTODOXIA

1. Bases y perspectivas:
El Tercer Mundo como perspectiva teológica
La expresión Tercer Mundo es un neologismo teológico por el
pueblo de Dios. Representa a los hijos hambrientos de Jacob de
todo tiempo y lugar que van en busca de pan a un país rico sólo
para convertirse en esclavos. Dicho de otro modo, el «Tercer
Mundo» no es sólo la historia de la relación del sur con el norte
o del este con el oeste. Es algo que ocurre siempre y donde la
dependencia socioeconómica en términos de raza, clase, o sexo
da lugar a una esclavitud política o cultural que, a su vez sirve de
fermento a un nuevo pueblo (peoplehood). Sin embargo, dado
que no hay pueblo si no es llamado por Dios, y no hay Dios
digno de ser llamado tal si no habla a través de su Pueblo, toda
Teología versa sobre el Dios de un Pueblo, es decir sobre el Pue-
blo de Dios. El foco más importante de todo «lenguaje sobre
Dios» o Teología, tiene que ser, por consiguiente, la irrupción
del Tercer Mundo como un pueblo nuevo que proclama la pre-
sencia liberadora de un Dios que anuncia la humanización de este
mundo cruel. Pero la irrupción del Tercer Mundo es, también, la

* Publicado en East Asian Pastoral Review, 19/2 (1982) 17-25.


98 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas
Teología de las religiones 99
irrupción del mundo no-cristiano. La mayor parte de los pobres
de Dios perciben su interés (concern) último y simbolizan su lu- corazones de la mayoría no-cristiana del Tercer Mundo. No es
cha por la liberación sólo en el lenguaje de las religiones y culturas éste el lugar y momento oportuno para discutirlo francamente.
no-cristianas. De aquí se sigue que una teología que no hable a o Nuestro análisis de este problema presupone que toda reli-
a través de este pueblo no-cristiano, es un lujo exotérico de la gión, incluida la cristiana, es al mismo tiempo señal y contra-señal
minoría cristiana. De aquí que sea necesaria un teología de las del Reino; que el ímpetu revolucionario que da lugar a una reli-
religiones que ensanche las fronteras actuales de la ortodoxia en gión se encuentra, simultáneamente, alimentado y retenido por
el proceso mismo de adentrarse en la corriente liberadora de la necesidad de una formulación ideológica; que su institucionali-
otras religiones y culturas. zación limita y conserva su fuerza liberadora; y que la religión,
por consiguiente, es un medio potencial tanto de emancipación
Es de lamentar, por consiguiente, que el único tipo de Teolo- como de esclavitud.
gía del Tercer Mundo que está hoy en boga se circunscriba al
contexto exclusivamente Latino y Cristiano de sus orígenes. Esta Pero hablando teológicamente, es decir «desde la perspectiva
observación no debe ser tomada como un ataque al modelo Lati- del Tercer Mundo», la clave que revela ese doble aspecto de pe-
noamericano como tal, sino a las actitudes antitéticas que ha sus- cado y gracia en la religión es su respuesta al fenómeno de la
citado en las Iglesias Afro-asiáticas. Los liberacionistas han redu- pobreza que es, de por sí, ambivalente. La pobreza puede signifi-
plicado este modelo en sus ambientes no-latinos y no-cristianos car la falta de posesión que fuerza sobre las masas el hedonismo
y, como consecuencia, han empujado a los «inculturacionistas» a y ansia de poseer de los ambiciosos, o también —y siguiendo la
defensas extremas. tesis de Albert Tevoedjre— la virtud de la pobreza que es «el
estado de uno que tiene lo necesario y no lo superfluo (surplus)»5,
En la consulta asiática de la EATWOT (1979) ' previ este debate conditio sine qua non para eliminar lo que hemos llamado la po-
y traté de evitar el esquema Liberación-Inculturización a base de breza impuesta. Una religión falla en su misión salvífica sólo por
definir la teología como un descubrimiento más que una inven- el hecho de tolerar la dimensión pecadora de la pobreza. Es salu-
ción, es decir, como una participación cristiana en y una explicita- dable si promueve, celosamente, la virtud liberadora de la pobre-
ción crística de todo lo que pasa en la zona más profunda del za voluntaria tanto como elección personal (la praxis monástica)
ethos asiático en el que religiosidad y pobreza, cada una en su cuanto como sistema político (la praxis socialista). Porque, según
propia dimensión liberadora, se funden para formar un frente co- sea su relación con el problema de la pobreza, la religión o sirve
mún en la lucha contra Mammón, el anti-dios 2 . La controversia a la humanidad o la mata de hambre, y no sólo en la esfera micro-
posterior, sin embargo, volvió a recaer en el antiguo paradigma ética del alma individual sino también en el mundo macro-ético
reduciendo la religiosidad y la pobreza a categorías de liberación de la política y la economía.
e inculturización respectivamente 3 , aunque se hicieron esfuerzos
por restaurar la estructura original en la que se igualaba el con- Se puede admitir que no todos aceptan este criterio, y que no
texto cultural de la teología con la dimensión liberadora de la se ha presentado de un modo detallado en los círculos teológicos
religiosidad y la pobreza 4 . la ambivalencia del fenómeno religioso. De aquí que todavía pre-
valezca una visión unilateral de la religión que explica la polariza-
La polarización continúa hoy en día. La razón es, probable- ción de la Iglesia en una teología-de-Cristo-coníra-las-religiones,
mente, que tanto en el Primer como en el Tercer Mundo se oculta y otra teología del Cristo-de-las-religiones. Las disensión entre
una teología cripto-colonialista de las religiones (y culturas) que liberacionistas e inculturacionistas es sólo una manifestación re-
no deja a nuestra retórica revolucionaria resonar en los ciente de esto que, como indicaremos más tarde en nuestro dia-
grama, ha existido también en otras versiones.

1. Cf. V. Fabella, Asia's struggle for full humanity, New York 1980.
2. A. Pieris, capítulo 2 de este volumen.
3. Algunos aspectos de la controversia pueden verse en: Voices from the
Third World, 2/1 (1979). Cf. también Fabella, o. c., 10, 11, 165, 186.
4. Cf. A. Pieris, The dinamics of the ATC. A reply to Paul Caspersz: Voices
from the Third World 2/1 (1979), 23-28. 5. A. Tevoedjre. Poverty, wealth of nations. Oxford 1978
100 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas
Teología de las religiones 101
1. La tesis liberacionista de la religión:
Incluso Jon Sobrino, que es más sobrio, habla en la misma línea
su carácter occidental y colonialista
cuando toma a la religión como una degradación de la fe u. Esta
El contraste entre estas dos perspectivas (Cristo-co«;ra-las-re- teoría no es, ciertamente, una creación latina. Como indicaremos
ligiones y Cristo-iie-Ias-religiones) es bastante evidente en las teo- más adelante, se trata de la combinación de dos líneas europeas
logías de América latina. de pensamiento que se remontan a una era en la que el oeste
Pero en su conjunto se puede decir que pioneros tan agudos estaba mucho menos informado que ahora sobre la historia y la
como Gustavo Guitérrez, y sistematizadores tan matizados como compleja estructura de la culturas no-cristianas. ¡De aquí que sea
Juan Luis Segundo, han visto la religión siempre como un fenó- sorprendente que los asiáticos, tan conscientes de la liberación,
meno ambivalente. ¡En la reciente conferencia de la EATWOT de suscriban una tesis que es tan colonialista como occidental!13 ¿Por
Sao Paulo 6 se han reconocido tanto los aspectos liberadores de la qué es occidental, y por qué es colonialista?
religión como los esclavizantes!7. Gutiérrez contrastó la «religio- Es occidental, en primer lugar, por la idea que implica de
sidad popular» con la «fe liberadora» 8 . Dussel apeló por una nue- «religión». Ninguna de las soteriologías asiáticas, incluyendo la
va teoría de la religión9. Parece, sin embargo, que todavía preva- bíblica, nos ha ofrecido una palabra o un concepto claro de lo
lece en America latina una cierta teología de Cristo-coníra-la-reli- que se llama «religión» en el oeste. Sin duda que algunos térmi-
gión que se ha aceptado acríticamente en círculos restringidos, nos vernáculos han adquirido ese sentido a través del impacto
pero muy locuaces, de activistas asiáticos. El hecho de que en la occidental. Anteriormente no teníamos más que palabras que in-
Teología de la liberación haya dos corrientes principales— una de dicaban facetas diversas de lo que se podría llamar religión. Por-
sabor (mood) y método marxista, y otra que se encuentra enraiza- que, en nuestro contexto, religión es la vida misma y no una fun-
da pastoralmente en las culturas populistas,0— es algo que, tal ción de la misma. Religión es el ethos de la existencia humana
vez, no se aprecia suficientemente en Asia. Aunque yo personal- que lo envuelve todo. Y esto se aplica aún más a la religión tribal
mente juzgo que ambas teologías son básicamente válidas, me que, con mucha frecuencia, empalma con la «cultura».
siento obligado a cuestionar la teoría unilateral de la religión que En el oeste, la palabra Religión penetró en la lengua inglesa
presupone la primera. (y también, tal vez, en las otras lenguas modernas) a través de la
El mejor exponente de esta teoría es José P. Miranda, un bi- Vulgata que tradujo al latín el griego threskeia como religio. En
blista de América latina al que se lee ávidamente. La religión es, Sant 1, 26 ss oímos hablar de la «religión pura», y en Hech 26, 6
para él, un mal que hay que destruir porque es una objetivación la palabra se refiere, claramente, al judaismo. Los apologistas
escapista del Absoluto, una proyección del propio yo, una justifi- latinos, al revés que los griegos, hablaron de una vera religio (re-
cación del status quo, una alienación total de la persona humana, firiéndose al cristianismo) en contraste con la falsa religio, y esta
un alibi para la justicia interpersonal, una visión cíclica de la vida convicción se fue haciendo cada vez más agresiva debido a los
que ahoga la voz del Absoluto en la humanidad que sufre. Se trata, conflictos que se tuvieron con el judaismo y el islamismo. De esto
por consiguiente, de algo que niega el compromiso cristiano11. modo la misionología romana clásica (estadios 1 y 2 de nuestro
cuadro, página 107) enfrentó a Cristo con las otras religiones (fal-
sas). En esto se distingue de algunos liberacionistas contemporá-
6. Cí. S. Torres y J. Eagleston (ed.), The challenge of basic communities, neos que van más allá y enfrentan a Cristo con la religión en
New York, 1982. cuanto tal (estadio 3). ¡Es aquí donde aparece la continuidad y
7. Por ejemplo, L. A. Gómez de Souza, Structures and mechanisms ofdomi- discontinuidad entre las versiones antigua y moderna de este
nation in capitalism en The challenge, 16.
8. G. Gutiérrez, ¡rruption ofthepoor in latin America and the christian com-
evangelismo conservador!
munities of the common people» en The chalenge, 113, 114.
9. E. Dussel, Current events in latin America (1972-1980) en The chalenge,
100-101.
10. J. C. Scannone, Teología, cultura y discernimiento en R. Gibellini (ed.), 12. J. Sobrino, Christology at the crossroads, New York 1978, 275.
La nueva frontera de la teología en América Latina, Sigúeme, Salamanca 1977, 13. Esta tendencia no se limita a las Filipinas. En el grupo indio que discutió
199-222. mi ponencia en Gangalore (véase n. 2 de este mismo número) inmediatamente
11. J. P. Miranda, El ser y el mesías, Sigúeme, Salamanca 1973. después de la consulta teológica de Asia, muchos de los participantes parecían
compartir mi opinión.
102 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas
Teología de las religiones 103
El concepto estrecho de religión por el que abogan los libera-
cionistas parece más griego que romano. La mayoría de los apolo- las religiones orientales, y debería haber puesto en tela de juicio
gistas tendieron a rebatir teológicamente el «paganismo», que- el concepto mismo de religión que se empleaba. No es, por consi-
dándose sólo con su filosofía, y a desprenderse de una religión guiente, sorprendente, que bastantes diccionarios bíblicos muy
que parecía incompatible con el cristianismo. Esta tendencia a buenos (véase Léon-Dufour o Bauer) no tengan ninguna columna
sacar la religión fuera del ámbito de la existencia humana (me- dedicada a la religión. Léon-Dufour, por ejemplo, de «reins» (rí-
diante la sacralización y la secularización, que no son más que las ñones) pasa a «repas» (comida). Desgraciadamente, y supuesto
dos caras de una misma moneda), no es ajena a la tradición occi- el concepto de religión que acabamos de describir, todas las sote-
dental. Schillebeeckx ha mantenido convincentemente que inclu- riologías no-cristianas se subsumen bajo el mismo y se las descarta
so el fenómeno moderno de la secularización germinó a la sombra en favor de la fe bíblica.
sagrada de las catedrales medievales 14. En la línea militante de la Teología de la liberación, esta vi-
Pero las dos formas en las que esta tendencia ha influido en la sión barthiana de la religión empalma, nítidamente, con la igual-
interpretación liberacionista de la religión han aparecido estos úl- mente evangelística evaluación de las religiones y culturas que
timos siglos. El rechazo filosófico de la religión (cristiana), que hace Karl Marx. Aunque más de un crítico latinoamericano ha
caracteriza ciertos movimientos intelectuales europeos (Ilustra- conseguido llevar el análisis marxista a una conclusión opuesta, a
ción, Revolución Científica, Racionalismo) encontró una formu- saber que la religión debería ser más que el opio «la levadura de
lación ideológica y teológica en los dos Carlos de fama «dialécti- la liberación» 17, todavía hace falta una sensibilidad asiática para
ca». El materialismo dialéctico de Karl Marx enfrentó la religión darse cuenta del prejuicio occidentalista. Aunque Marx ha contri-
a la revolución. La teología dialéctica de Karl Barth opuso la buido a la liberación del Tercer Mundo de un modo que nunca se
religión a la revelación. En ambos sistemas, la religión era uno de estimará suficientemente, no por eso deja de ser un hombre de su
los mayores obstáculos para la liberación y la salvación respecti- tiempo y de su ambiente, es decir, de la Europa del s. XIX. Un
vamente. autor reciente, que goza revelando los prejuicios raciales y de
clase de Marx y Engels, saca la siguiente conclusión: «Sus actitu-
Al destacar la tesis inmanentista que va de Schleiermacher a des son típicas de los europeos del s. XIX que, aparte de sus
Otto, tesis que postulaba un «a priori religioso» en la persona ideologías, pensaban en términos de una jerarquía de culturas en
humana, Barth inició una teología evangélica que reducía la no- la que la suya se encontraba en la cumbre y que, de cuando en
ción de religión a una manipulación blasfema de Dios o, por lo cuando, utilizaban la biología para dar una base científica a esa
menos, a un intento de manipulación. De aquí que la tradición categorización de las sociedades en altas y bajas»18. El teórico
exegética pionera de los protestantes —que es anterior a la católi- marxista italiano Lelio Basso, recientemente fallecido, ha admiti-
ca y le sirve de estímulo— se vio seriamente afectada por este do esta deficiencia con una laudable franqueza '9. Permítaseme
prejuicio. Kittel, por ejemplo, al referirse a la notable ausencia recoger aquí algunas de sus observaciones tan bien documenta-
que se nota en el Nuevo Testamento de palabras tales como zres- das.
keia, deisidaimonia, theosebeia, etc. 15 llega a la conclusión de que
la idea misma de «religión» (evidentemente tal y como se la en- En el Manifiesto de Marx se hace equivalente todo el concepto
tiende en esa tradición) es ajena a la Biblia y que en la lengua de «progreso» y «civilización» a la occidentalización del este, la
materna de los autores del Nuevo Testamento no existía el equi- urbanización del mundo rural, y la proletarización del campesina-
valente lingüístico de los términos griegos correspondientes l6. do. ¡Y todo en nombre del socialismo! Y en El capital, se conside-
Como hemos dicho ya, éste último comentario se aplica a todas ra la forma europea de industrialización capitalista como el mo-

14. E. Schillebeeckx, Dios, futuro del hombre, Sigúeme, Salamanca -M971, 64. 17. Cf. especialmente A. Pérez-Esclarín, Atheism and liberation, New York
15. Cf, G. Kittel. The Theological dictionary of the New Testament, Michigan 1978, 160.
1971: II, 20: deisidaimonia; III, 123: theosebeia; III, 155: threskeia; III, 175: euse- 18. D. Paul, In the interest of civilization: marxist views of race and culture in
beia. the nineteenth century: Journal of the history of ideas 42/1 (1981) 138.
16. Ibid: III, 181. 19. L. Basso, La via non-capitalistica al socialismo en S. Amin, Imperialismo
e rivoluzione socialista nel Terzo Mondo, Milano 1979, 9-31.
104 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas
Teología de las religiones 105
délo del resto del mundo, el preludio indispensable de la revolu-
ción proletaria. Es por esta razón por la que Engels se alegra de Pero no es gran ayuda el negar a los fundadores del marxismo el
la agresión americana a México y de la consiguiente anexión de derecho a ser hijos de su tiempo. ¡Ojalá se diese un esfuerzo
provincias tan ricas como California. Y también vitoreó la adqui- masivo por purgar al marxismo de su eurocentrismo y de su colo-
sión francesa de Argelia, aunque luego le asaltaron las dudas. De nialismo cultural! Debería revisar su noción de la religiones y cul-
un modo semejante, Marx se congratuló de la conquista británica turas afro-asiáticas en términos de sus potencialidades liberadoras
de la India porque la caída de la antigua civilización india segui- y descubrir caminos indígenas hacia el socialismo (algo parecido
da, a ser posible, de la europeización (¡síc!) parecía la condición al aggiornamento inaugurado por Markov, Ernst y otros intelec-
indispensable para construir la moderna cultura industrial. Por tuales marxistas de la Escuela de Leipzig vis-a-vis con las socieda-
supuesto que antes de la Revolución de octubre se propuso y se des precapitalistas de África) 21 . Una medida correctiva de tal
debatió a fondo la posibilidad de un socialismo no occidental ni tipo, por otra parte, ya ha sido anticipada en la práctica política
europeo basado en las comunas campesinas llamadas Obscina, de los mismos africanos. El «marxismo» de Amilcar Cabral es un
pero Marx —y sobre todo Engels— no fueron capaces de desha- ejemplo 22 . Se podría citar también, aunque con reservas, a Lu-
cerse de su chovinismo a este respecto. mumba y Nkrumah. Asia tiene a Ho Chih Minh. Estos hombres
Parece que la política post-revolucionaria de Lenin no hizo escribieron poco y transmitieron mucho a la posteridad a través
más que atrincherar este occidentalismo en la corriente ortodoxa de su praxis que, por consiguiente, sirve como locus theologicus
del marxismo clásico. Después de llegar al poder no sólo para aquellos que buscan a tientas «una teología de la liberación
intentó acelerar la industrialización de Rusia (en teoría sobre de las religiones y culturas».
una base estatal, no capitalista), sino que también intentó un Esta crítica afro-asiática del occidentalismo marxista es, tam-
socialismo desde arriba, vertical, dada su poca fe en el proceso bién, un juicio implícito de la corriente militante de la teología
de dejarlo emerger desde abajo, es decir desde el pueblo. Al latinoamericana que mantiene una continuidad metodológica con
«acelerar el proceso histórico» (que es como lo llama), hubo el marxismo occidental y una continuidad cultural con la teología
que imponer al pueblo, a base de violentar su sensibilidad reli- europea. Su lenguaje latino y marxista no permite que la identi-
giosa y cultural, muchos elementos extraños. No hay que olvi- dad étnica de las minorías raciales se refleje en su teología. Los
darse de que Lenin (influido, tal vez, por el ideal de Cernysevkij amerindios, los negros, y los asiáticos, casi la quinta parte de la
de destruir el carácter asiático del pueblo ruso, el Aziaticna como población sudamericana, son también una mayoría absoluta en
se lo llamaba) introdujo un socialismo de apisonadora que inten- algunas provincias23. ¿Ha hecho su sentido único de comunidad
tó aplanar, sin piedad, la identidad cultural y religiosa del pue- (por ejemplo, las cofradías indias que parecen ser una rica alter-
blo. El grito del internacionalismo proletario, válido en sí mis- nativa cultural a las hermandades latinas) un impacto visible en
mo, fue en la práctica celo por el occidentalismo. ¡Y en esto la revolución eclesiológica de las comunidades de base? 24 . Esta-
sobrepasó a los misioneros cristianos de su tiempo, que predica- mos de acuerdo con los marxistas en que el conflicto entre las
ban un «evangelio universal» que, en la práctica, no era más luchas étnicas y las de clase pueden poner en peligro la liberación
que su propia y estrecha variación étnica del mismo! El principio total del pueblo 25 . Pero este miedo, si se le junta con la tendencia
de Brezhnev no es más que una variación de este verticalismo
intransigente.
Es cierto que Lenin hizo muchas concesiones teóricas a otros 21. Cf. J. Ziegler, Elementi di una teoría sulle societá sociali precapitaliste en
modos de socialismo, —en el caso de Mongolia por ejemplo- S. Amin, o. c, 42.
como indican, con orgullo, los modernos apologistas marxistas 20 . 22. Cf. P. Chabal, The social and political thought of Amilcar Cabral: A reas-
sessment: The journal of modern african studies 19/1 (1981) 32-56.
23. P. G. Casanova, Le minórame etniche in America Latina: dalsottoviluppo
al socialismo en S. Amin, o. c, 96.
24. J. Swetman, Class-based and community based ritual organization in Latín
America: Ethnology 17 (1978), 425-438.
20. Cf. A leap across centuries (informe de un grupo de Mongolia en el 60 25. En el encuentro del CELAM en Cartagena (julio 1980), se invitó a la
aniversario de la revolución): World marxist review 24/1 (1981), 49-54. Iglesia a estudiar, defender, y fomentar los valores culturales afro-americanos. Cf.
Misiones extranjeras 62-63 (1981), 217.
106 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas
Teología de las religiones 107
previa del marxismo a confundir internacinalismo y occidentalis- CRISTO Y LAS RELIGIONES
mo, puede servir de excusa para reforzar el latinismo. De hecho PANORAMA HISTÓRICO DE UNA POLARIZACIÓN
el racismo sigue siendo un problema contemporáneo, y no algo
del pasado colonial26. No es, pues, de sorprender que hasta
el marxista Lipschutz que admitió que existan grupos étnicos no CRISTO -CONTRA- LAS CRISTO -DE- LAS
RELIGIONES RELIGIONES
latinos que se gobiernen como repúblicas «lingüísticas» autóno-
mas, no es capaz de pensar en una hipotética nación socialista de
Latinoamérica si no es en términos hispanoamericanos, y siempre
pensando en el modelo soviético27, que no está totalmente libre (a partir del s. XVI) (a partir del s. XIX)
del colonialismo cultural y lingüístico de Rusia 28 . Resulta conso-
El CRISTO COLONIALIS- El CRISTO GNÓSTICO de
lador, por consiguiente, ver que los participantes en la Conferen-
cia de Sao Paulo abordaron esta delicada cuestión 29 aunque, en
TA de los primeros misioneros 1 los teólogos indios.
Comienzo de la teoría de la
occidentales conquista las reli-
el documento final, se limitaron a tocar el tema sólo de pasada 30 . giones no-cristianas que están plenitud de las religiones.
unidas a la pobreza moral de
las naciones «colonizadas».
3. Liberación e inculturización: la historia de una tensión El medio de su acción es hi Se ignora el lazo entre la reli-
forma occidental de civiliza-
rO> gión y la pobreza material.
Algunos teólogos exhiben una solicitud exagerada por la in- ción.
culturización, y ello exige un juicio igualmente severo, sobre todo
cuando se presta atención a la tensión liberación-inculturización.
El cuadro que presentamos busca precisamente eso a base de cla-
sificar tres versiones sucesivas de las dos perspectivas teológicas: (finales de los años 6(1) (finales de los años 60)
la «teología de Cristo —contra— las religiones» y la «teología del El CRISTO NEOCOLON1A- El CRISTO ASHRAMICO
Cristo -de— las religiones». Dado que nuestro cuadro se explica LISTA de los desarrollistas 2 de los monjes místicos encar-
por sí mismo, nos limitaremos a delinear someramente los tres conquista las religiones no nado mediante la práctica de
cristianas que están unidas la pobreza religiosa, i.e. acep-
períodos, indicando solamente los puntos más importantes. a la pobreza material de las tación voluntaria de la pobre-
La primera fase cubre la era del expansionismo euro-eclesial, naciones «en vías de desarro- za material («Renuncia», Mo-
cuando hubo una serie de batallas entre el Cristo colonialista y llo». nasticismo).
las falsas religiones de las tierras que hoy llamamos Tercer Mun- El medio de su acción es el Se ignora el nexo entre reli-
do. ¡Ni siquiera De Nobili y Ricci se opusieron a esta teología de modelo occidental de desarro- gión y pobreza estructural.
«Cristo —contra— las Religiones»! Lo único que pusieron en tela llo.
de juicio fue la política de imponer la civilización occidental como
un medio de conversión, política que prevaleció a pesar de sus
protestas y que sigue existiendo en nuestros días de un modo (finales de los años 70)
(finales de los años 7(1)
El CRISTO CRIPTOCOLO- El CRISTO UNIVERSAL de
NIALISTA de los liberacio- 3 los inculturizacionistas parti-
nistas conquista las religiones cularizado en las culturas a
26. Cí. R. R. Burgos, Clase-raza en los Andes: Misiones extranjeras 62-63 través de la apropiación de es-
no cristianas que están unidas
(1981) 269. tructuras religiosas (idiomas,
a la pobreza estructural de las
27. Casanova. a. c, 118. símbolos, sentimientos, etc.).
naciones del «Tercer Mundo».
28. Se ha acusado a los soviéticos de rusificar y occidentalizar a los asiáticos
de la URSS. La apologética soviética no ha respondido totalmente a dichas acusa- El medio de su acción es la li- Se ignora el lazo entre religión
ciones. Cf. Z. S. Chertina, The burgeois theory of modernization and the real deve- beración estructural basada en y lucha liberadora.
lopment ofthe peoples of soviet central asía: The Soviet review 22/2, (1981) 77-78. el occidentalismo marxista y el
29. Torrcs-Eagleston. o. c, 5, 15-16, 42-45. biblicismo occidental.
30. Ibid., 234.
108 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Teología de las religiones 109

sutil (fases 1 y 2). La ruptura teológica comenzó, tal vez, en el y culturas se estaban inmolando en el altar de Mammón, eran
s. XIX con la epifanía del Cristo gnóstico. Este Cristo aparece en todavía opiniones de una minoría en desacuerdo 34 .
las obras tanto de teólogos cristianos como hindúes 31 . Algunos Hubo, sin embargo, una contra-tesis del desarrollismo que
de los primeros anticiparon ya la doctrina oficial posterior de la vino de la teología del Cristo-de-las religiones, y que echó ancla
Conferencia de Lambeth (1930) y las del Vaticano II, es decir, en los innumerables ashrams y sus equivalentes que habían existi-
que Cristo trabaja en otras religiones como la consumación final do durante decenios. Estos grupos encarnaban el espíritu de re-
de toda aspiración humana a la redención. Evidentemente, esta nuncia central a muchas culturas y expresaban su solidaridad con
«teoría de la plenitud de las religiones» (fullfilment theory of reli- los pobres y con sus religiones. El progreso material no significa,
gions), incluso en sus versiones posteriores al Vaticano II, presen- necesariamente, progreso humano y la pobreza material, en sí
ta dificultades teológicas intrínsecas que no vamos a presentar misma, no es un empobrecimiento humano. El Cristo ashrámico
aquí. Baste con decir que es una teoría abstracta que excluye del no luchó contra éstas. Lo que atacó fue la causa de dicha polari-
discurso teológico aquello que es el tema básico de toda teología dad: el deseo (Greed) que es el demonio dentro y el enemigo de
genuina: los pobres. Después de todo, ¿no es la historia de Jesús toda espiritualidad auténtica.
preeminentemente la historia de un Dios-de-los-pobres, un Dios- Ahí estaba el truco. Nadie se apercibió del carácter organiza-
co«-los-pobres, y un Dios-/?ara-los pobres? No es, pues, de extra- do del deseo. Mientras que se batallaba, y a veces se vencía,
fiar que, al agudizarse la conciencia del Tercer Mundo, el nexo dentro de las murallas de los ashrams, los pobres —ese deshecho
entre las religiones y los pobres empiece a recibir una atención de la plutocracia de la tierra y su acumulación de capital— siguen
articulada. aumentando en número y en miseria. ¿Cómo pueden triunfar en
Así comienza la segunda fase con su versión propia de las dos su lucha por la mera supervivencia si no se apunta al sistema
perspectivas teológicas. Primero entra el Cristo neo-colonialista, pecador? Mientras la pobreza monástica no reciba el estigma de
enarbolando su insignia: el misionero en el jeep. ¡La «civiliza- la solidaridad en esa lucha, será siempre el símbolo hueco de la
ción» occidental deja paso al «desarrollo occidental» como medio posición social de un gurú que busca clientes. El título de haber
de su presencia salvadora! ¡Todavía recuerdo que a eso se lo lla- renunciado a la riqueza no es más que vanidad de vanidades si
maba pre-evangelización! ¿Cómo pueden otras religiones aliviar los que no tienen ninguna riqueza no pueden beneficiarse de ello.
a los pobres de sus apuros si esas mismas religiones son, en parte, Existe ya un precedente en Jesús, en su precursor, Juan, y en su
causantes de su falta de desarrollo y si el progreso y la tecnología admirador hindú, Gandhi, para quienes la pobreza voluntaria no
son logros cristianos únicos destinados a liberar a las masas no- era sólo una renuncia a Mammón en la esfera micro-ética de la
cristianas de sus tradiciones supersticiosas?32. El que la visión del propia alma, sino también una denuncia de sus esbirros en el
mundo de los no-cristianos pudiese aportar una filosofía más sana orden macro-ético de las instituciones religioso-políticas.
del desarrollo33 (como se puede ver, por ejemplo, en el movi- Es triste que, mientras que el feudalismo de ayer convirtió a
miento Sarvodaya en su primera fase) o que, en el proceso de algunos monasterios en oasis de abundancia en el desierto de la
«modernización» los valores «evangélicos» de otras religiones pobreza, entregándolos en manos de los revolucionarios que
obligan a los monjes a practicar la pobreza voluntaria para bene-
ficio de las masa (como ha sucedido en Tibet y Mongolia), el
capitalismo se ha hecho fuerte en algunos ashrams, zendos, y
31. Para un extenso tratamiento de estas «cristologías indias», cf. M. M. Tho- centros de oración, en manos de patronos acumuladores de ri-
mas, The acknowledged Christ of iridian renaissance. London 1968; S. J. Samartha, queza que los frecuentan para saborear la tranquilidad y vuelven
The hindú response to the unbound Christ, Madras 1974. sin convertirse ni arrepentirse en espera de otra revolución que
32. La expresión más popular de esta tesis en aquel tiempo fue la de A. Th. destruya esa alianza con Mammón. ¿No hemos, acaso, oído
van Leeuwen, Christianity in world history: the meeting of faiths in east and west,
London 1964. También toma esta postura P. Gheddo, Why is the third world
poor?, New York 1973, 30-37 y passim.
33. Cf. E. F. Schumacher, Lo pequeño es hermoso cuando habla de «Budd-
hist economics». También K. Ishwaran, Bhakti, tradition and modernization. The 34. Una crítica muy amplia y matizada de este período en D. G o u l e t , On the
case of lingayatism: The journal of Asian and African studies, 15/1-2 (1980) 72-82. goals of development: Cross currents 18 (1968) 387-405.
110 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 111

hablar de místicos que amasan dólares a base de exportar la medi- otra parte 35 . Reanudaremos, sin embargo, la discusión en la se-
tación al oeste? ¡Al igual que el caucho, el café y el cobre, se gunda parte, después de tratar del potencial liberador y revolu-
procesa nuestra «espiritualidad» en el oeste y luego se nos la de- cionario de las religiones no-cristianas, algo que los liberacionis-
vuelve cara —con etiquetas sofisticadas («meditación transcen- tas (la rama de la que estamos hablando aquí) y los inculturacio-
dental») para que la consumamos Iocalmente! ¿Quién se benefi- nistas no han llegado a captar, pero que es el tejido mismo de
cia? ¿Y qué decir del horror y la discriminación que florece bajo una «Teología de las religiones del Tercer Mundo».
sanción religiosa? ¿Cuántos centros de oración han osado, o se
han preocupado por ir a contrapelo? El Cristo ashrámico no se
ha mostrado mucho más sensible que el neocolonialista a las exi- II. HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA RELIGIÓN DEL TERCER MUNDO
gencias de la justicia.
Conviene, pues, subrayar que la tercera fase amanece en un 1. El fenómeno religioso en el Tercer Mundo: su anatomía
momento en el que el péndulo de la política se había posado, por
un breve instante, en la extremidad izquierda antes de comenzar Todos los teólogos deben estar atentos al hecho de que una
su movimiento presente hacia la derecha con la crisis masiva de gran parte de la información concerniente a las religiones y cultu-
los estados socialistas y la subida del reaganismo. El desencanto ras del Tercer Mundo ha sido recogida, procesada y distribuida
de las teologías doctrinarias y la desilusión tanto del «desarrollis- por los centros de investigación euroamericanos. El Primer Mun-
mo» como del «misticismo» de la edad anterior contribuyeron a do todavía goza del monopolio de los recursos necesarios para
avivar la fiebre de la liberación en círculos cada vez más amplios tales estudios: dinero y medios, prestigio académico y personal,
de activistas cristianos en nuestra parte del mundo. Es en este incluso el tan clamado «método de observación participativa»
momento en el que la teología latinoamericana (que aquí iguala- que en antropología ha sido desenmascarado como otra arma de
mos a la teología de la liberación), con diez años de madurez a dominio occidental 36 . El prejuicio occidentalista que, como he-
sus espaldas, comenzó a despertar a los «indigenadores» afro- mos visto, ha absorbido incluso la teología de la liberación, tiene
asiáticos de su estupor etnocéntrico, del mismo modo que antes una tradición que se remonta a Marx y Barth (parte primera) y
había arrancado a los teóricos euroamericanos de su siesta dog- es sólo la punta al iceberg. Hay predisposiciones más profundas
mática. Es comprensible que algunos teólogos asiáticos con incli- que todos —incluyendo al autor— hemos adquirido en el curso
naciones izquierdistas, empezaran a cantar el himno de la libera- de nuestra preparación intelectual, ya que todos dependemos de
ción fuera de tono con el ritmo no latino de sus culturas. El «Se- las mismas fuentes para comprender el fenómeno religioso en su
ñor de la danza» era el Cristo liberador que redimía a los pobres magnitud global. Como ha indicado Evans-Pitchard, generacio-
no sólo de su pobreza sino también de su religión tradicional, que nes de escritores de la religión (Taylor, Frazer, Malinowski,
era la que mantenía los sistemas pecadores. ¡Y es, también, igual- Durkheim, Freud y sus seguidores), en su búsqueda de la verdad,
mente comprensible, que el Cristo encarnado de los inculturacio- no hacían más que reaccionar contra la religión en la que habían
nistas se alzase, asombrado, en el polo opuesto! sido educados 37 . Teólogos como Barth, viendo que todos trata-
Del mismo modo que una corriente particular de la teología ban de explicar la religión a base de anularla intentaron salvar el
de la liberación prosigue, incluso hoy día, el evangelismo colo- cristianismo a base de elevarlo sobre la religión, ofreciendo así,
nialista del pasado (como hemos indicado en la sección 2), así indirectamente, una base bíblico-teológica a sus terorías antirreli-
también la mayor parte de lo que se produce en los seminarios giosas.
de «inculturización» que proliferan hoy día, no parece apartarse
mucho del estrecho foco en la religión y la cultura que caracteri-
zó a la era anterior. Se sigue prestando muy poca atención al
35. Cf. capítulo 3.
escándalo colosal de la miseria institucionalizada, que sigue sien- 36. Para una exposición convincente de esta tesis, cf. E. T. Jacob-Pandian,
do un desafío a la religión. La postura defensiva que se adopta Antropolological fielawork, empathy and the crisis ofthe apocalyptic man: Man in
frente a la tesis liberacionista explica, en parte, tal ceguera. Las India 55/1 (1975) 57-66.
implicaciones de tal limitación son claras, y las he expuesto en 37. Evans-Pritchard, Religión and the antropologist: Practical antropology 19
(1972) 192, 205. Citado en Stipe, a. s., 120.
112 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 113

Un autor reciente, C. E. Stipe, ha diagnosticado el malestar significa en la vida. ¡De aquí que, aun sin tratar de formular
de los antropólogos occidentales en las culturas que estudian 38 . nuestras propias definiciones, podamos captar las que están equi-
Al tomar el aspecto focal de la religión como algo fuera de la vocadas!
experiencia humana natural, sólo perciben el rito y no un sistema La primera observación es la de que religión y cultura coinci-
de creencias y sentido. Perciben las relaciones sociales sin dar el den plenamente en todas las sociedades tribales que se encuen-
valor debido a la visión del mundo que aportan las religiones. tran prácticamente por todo el Tercer Mundo. Pero como todas
Un caso interesante que se cita es el de Sierksma acusando a las religiones se encuentran unas a otras siempre mediante sus
Lanternari de haber abandonado la antropología en favor de la automanifestaciones propias, lo que resulta es una sutil diferencia
teología 39 porque éste último se había limitado a observar que el entre «religiones» y «culturas». Se podría hablar, por consiguien-
cristianismo era «transcendente» mientras que los movimientos te, de diversas culturas dentro de una misma religión y, al revés,
mesiánicos estaban más interesados en la salvación humana en la de muchas religiones dentro de una cultura. Un ejemplo del pri-
tierra40. La interpretación marxista del Mau Mau como un puro mer caso se puede ver en las tres religiones misioneras, a saber,
nacionalismo keniano, o del culto melanésico de los cargos como budismo, islamismo y cristianismo (que aquí enumeramos en un
un fenómeno puramente económico, también forma parte de orden descendente de diferenciación cultural). En cuanto a las
este reduccionismo occidental que, según Stipe, es precisamente culturas que admiten diversas religiones, podríamos citar el budis-
lo que impide a los antropólogos occidentales evaluar el papel de mo y el hinduísmo en Nepal, el taoísmo y el confucionismo en
la religión en relación con el cambio cultural41. China, el budismo y el sintoísmo en Japón, o el hinduísmo y el
¿No es este mismo prejuicio el que impide al teólogo (sea islamismo en Java. En algunos casos la cultura de una religión se
liberacionista o inculturacionista) percibir la religión de un modo relaciona con otra como el señor con el invitado. De aquí que
positivo como una lucha por la liberación y cambio revoluciona- éstos términos posean una elasticidad conceptual que han hereda-
rio? De aquí que recomendemos un discernimiento crítico en el do de la complejidad de la realidad. Por razones implícitas en
estudio de las religiones que existen, y que los estudios sobre el nuestras observaciones anteriores, hablamos primordialmente de
terreno (field-work) se hagan desde una perspectiva tercermun- las religiones como punto central de referencia y de las culturas
dista de «pueblos luchando por la liberación humana integral». sólo de un modo oblicuo.
Y después de esta admonición me gustaría empezar a describir la Supuestas estas premisas, podemos intentar extraer los hilos
anatomía del fenómeno religioso en el Tercer Mundo. de religiosidad que se han tejido en la exquisita tela cultural del
La intrincada trama de religiones y culturas que se extienden Tercer Mundo. De hecho, podemos escoger tres. Y el primero
a lo largo del Tercer Mundo, es algo que deja tan perplejos a los que hay que mencionar es el entramado de contornos racio-lin-
teólogos como a los antropólogos. Tratar de ir mas allá de un güísticos que se encuentra en las así llamadas religiones escriturís-
bosquejo de las líneas más importantes sería inútil dentro del ticas.
espacio que me ha sido otorgado. Y tampoco podemos perder el Todas las religiones escriturísticas del mundo tienen su origen
tiempo definiendo la religión y la cultura, pasatiempo académico en tres depósitos de espiritualidad asiática, cada uno con su idio-
que tanta confusión ha creado en occidente. Los que respiramos ma racio-lingüístico propio, el semítico (judaismo, islamismo y
la religión como nuestra amósfera natural preferimos guiarnos cristianismo), el indio (hinduísmo, jainismo y budismo) y el chino
por la primera intuición y por la captación experimental de lo (taoísmo, confucionismo). Estas corrientes de religiosidad no se
han quedado confinadas en los alrededores de sus fuentes sino
que han ido más allá de sus fronteras lingüísticas, e incluso de los
que continentes, inundando el mundo en general y Asia en particular,
38. E. Stipe, The role of religión in culture change: Christian scholar's review con una plétora de culturas híbridas. La religiosidad semítica del
10/2, (1981) 117.
39. F. Sierksma: Current anthropology, 6 (1965), 455. islam, por ejemplo, se extiende tanto a la cultura malayo-polinési-
40. V. Lanternari, The religión of the oppressed: A study of modern messia- ca de Indonesia como a la indo-aria del Pakistán, y también llega
nic cults, New York, 1963. a muchas tribus africanas. El hinduísmo se encuentra firmemente
41. E. Stipe, a. c, 121. Para ejemplos concretos, 124-128. Cf. K. Ishwaran, afincado en las vidas de los pueblos dravidiano e indo-ario de la
a. c, 80-82.
114 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 115

India y sirve, a la vez, de base subterránea de muchas civilizacio- en torno a los poderes cósmicos (que en inglés se suelen traducir
nes del sureste de Asia. El budismo, que sólo preserva su formato como «dioses», «deidades», o «espíritus»).
indio original en Sri Lanka, ha moldeado varias culturas a base Estos poderes se refieren tanto a fenómenos naturales (con
de dejarse moldear por ellas, de modo que se puede oír hablar de frencuencia personificados) como a los espíritus de los héroes del
las versiones ural-altaica, malayo-polinesia, chino-tibetana, japo- pasado a los propios antepasados, sin excluir las «almas de los
nesa, e indo-aria de la «cultura» budista. Y también el cristianis- difuntos» y los «santos» del cristianismo popular. Por esta razón
mo puede reclamar algunos derechos a este respecto. debe clasificarse al confucionismo como una religión cósmica a
El segundo tipo de inter-fertilización tiene lugar entre estas pesar de su base escriturística. Hay que añadir que allí donde se
religiones y las religiones tribales. De hecho coincide con el pro- han combinado dos tipos de religiosidad, el genio de la gente
ceso, que acabamos de describir, por el que una religión escritu- común ha creado una síntesis que el observador superficial toma
rística adquiere ciudadanía en otra zona lingüística. Desgraciada- por «sincretismo». De aquí que Richard Gombrich haya sugerido
mente los manuales de teología que tratan de las religiones no- el termino «acretismo» (accretism) para describirlo. Porque en
cristianas, se interesan principalmente por estas religiones escritu- las culturas híbridas que resultan de esta simbiosis, el homo reli-
rísticas o lo que los sociólogos llaman «las grandes tradiciones». giosus aprende a colocar sus preocupaciones «cósmicas» local-
Pero los campesinos y el proletariado del Tercer Mundo son, en mente determinadas (comida, cosecha, lluvia, sol, inundaciones,
su mayor parte, portadores de una tradición religiosa no escritu- sequías, salud, enfermedad, muerte, matrimonio y política) en la
rística o regionalizada, unas veces inserta dentro de una de las orientación soteriológica de su vida hacia el más allá metacósmi-
grandes religiones (lo que se llama budismo, hinduísmo, o taoís- co 44 . Acogemos de buen grado, por consiguiente, la postura bi-
mo «popular» —algo así como la «religiosidad popular» de Améri- disciplinar de los escrituristas que se acercan a la antropología
ca latina), y otras totalmente al margen de las religiones escriturís- (Dummont, Bechert, Gombrich, etc.) para respetar la reciproci-
ticas (en el caso, por ejemplo, de las religiones tribales que no dad hermenéutica que existe entre el libro y las creencias, la escri-
han sido proselitizadas por las anteriores). Por esto hemos pedido tura y la tradición, el texto escrito y el texto vivido. La hermeneu-
a la Consulta teológica de Asia que preste atención a estas religio- sis popular del saber primitivo muestra que los pueblos responden
nes 42 cuyas creencias y prácticas no se han congelado, todavía, de un modo creador a la realidad contemporánea. Este es el se-
en fórmulas escritas sino que fluyen con el tiempo y muestran gundo corolario que nos gustaría dejar claro.
una flexibilidad esencial para el cambio social. Este es el primer Este fenómeno del «acretismo» apunta a un tercer corolario.
corolario que nos gustaría subrayar aquí, para una futura referen- Ninguna de las grandes religiones habría podido ir más allá de su
cia. sede de origen y «encarnarse» en las masas si no hubiera echado
Dado que todas las religiones «escriturísticas» comenzaron hondas raíces en la religiosidad popular de cada tribu y raza 45 .
como tradiciones orales y puesto que las religiones «tradiciona- ¡En otras palabras, histórica y fenomenológicamente no puede
les» de hoy día acabarán, también, por poner su herencia sagrada existir una religión metacósmica que agarre al pueblo institucio-
en forma escrita, preferimos dos términos que hemos acuñado, nalmente si no está basada en la religiosidad popular! Pero no se
para describirlas, anteriormente: Metacósmicas (que no debe con- puede decir lo mismo a la inversa. Puede haber y, de hecho, hay
fundirse con acósmicas y cósmicas)43. El primer tipo de religiosi- religiones tribales que, aunque abiertas a las religiones escriturís-
dad define su soteriología en términos de un «más allá» que pue- ticas, no dependen de ellas.
de ser internalizado como el «dentro» salvífico de la persona hu- El patrón (pattern) de las conversiones en masa nos ofrece
mana, ya sea a través del camino agapeico del amor redentor, ya otro corolario de gran valor, el cuarto de la serie. Como hemos
como del camino gnóstico del conocimiento liberador. Esta es la dicho en anteriormente 46 , conversiones en masa de una soteriolo-
mayor diferencia entre las religiones bíblicas y no bíblicas. Por gía a otra son raras, si no imposibles, a menos que se dé presión
otro lado, las religiones cósmicas, como indica la palabra, giran

44. Cf. diagrama, página 57.


42. Ver capítulo 2, página 46. 45. Ibid., 49.
43. Ibid., 48. 46. Ibid., 52.
Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 117
116 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas
2. El impulso revolucionario en las religiones
militar. Pero el cambio de una religión tribal a una soteriología
metacósmica es un proceso espontáneo en el que la primera, sin y el papel de las ideologías
sacrificar su propio carácter, da una base popular a la otra. Las Luna Charske, primer ministro soviético de cultura, hizo esta
religiones cósmicas, que por serlo son «de este mundo», se sienten confesión con respecto a la religión: «Es como un clavo. Cuanto
atraídas, con frecuencia, por ciertas «ventajas comunitarias» a más duramente golpeas, más profundamente se hunde en la ma-
aceptar la estructura institucional de una religión escriturística47. dera» 49 . A base de perseguir la religión, los revolucionarios no
(Estas, por su parte, aun rehuyendo el cambio, tienden paradóji-
han acabado con ella sino que, solamente, la han hecho más reac-
camente a usar sus enseñanzas «transcendentes» —other-wordly—
cionaria. Y al revés, al ser desafiada por un sistema opresivo, la
para consolidar sus intituciones «mundanas» —this-worldly).
Las castas y tribus de la India que han aceptado el cristianismo o, religión puede dar rienda suelta a su potencial de cambio radical.
con más particularidad, el budismo o el islamismo en masa, prue- Una verdadera revolución no puede ir en contra de la religión en
ban esta tesis. Un ejemplo mejor lo ofrecen los conflictos misio- su totalidad; cuando la revolución triunfa suele hacerlo como una
neros entre el cristianismo y el islam. Después de tres siglos y renovación catártica de la religión misma. Siete décadas de mar-
medio de proselitismo concertado, el cristianismo colonial ha con- xismo nos lo hacen decir. Che Guevara lo intuyó cuando dijo:
seguido, en Indonesia, no mucho más de dos millones de conver- «Sólo cuando los cristianos tengan el valor de dar un testimonio
tidos del «islam», e incluso estos provienen en su mayoría del revolucionario total será invencible la revolución americana» 50 .
norte de Sumatra, las Molucas, Ambonia, y otras islas exteriores Da la impresión de que con esta profecía sugería el tema de un
en las que prevalecía la cultura tribal. El «éxito» del cristianismo capítulo nuevo en la historia tanto de la ideología marxista como
entre las tribus de la costa atlántica de África y el fracaso misera- de la religión cristiana. Un capítulo que Nicaragua ha tratado de
ble en el África islámica —salvo una pequeña conquista entre las escribir para la posteridad en una lucha a muerte.
tribus montañeras de los Kabiles48— apuntan en la misma direc- Todo esto se aplica aún más a las otras religiones, que tienen
ción. un asidero en el Tercer Mundo mayor aún que el cristianismo. La
Acabemos con un quinto y último corolario. Las sociedades liberación verdadera no es posible si el pueblo no está motivado
tribales y «ciánicas» supuesta su enorme cohesión religioso-cultu- «religiosamente». Estar religiosamente motivado significa hundir-
ral, no están nunca inmunes al peligro de los conflictos inter-tri- se en las profundidades del propio ser. Tenemos que conceder
bales. El tribalismo, que se reduce muchas veces a un provincia- que, como muestra la historia, esta motivación puede estar dada
lismo divisivo, puede ser explotado ideológicamente por los ene- por ideologías ajenas. Pero los pueblos del Tercer Mundo no se
migos del cambio social. La estrategia de «divide y vencerás» pue- van a embarcar en una aventura costosa a menos que se toque su
de anular los movimientos de liberación, como veremos en la sec- vida y se les remuevan las entrañas ante una perspectiva en línea
ción siguiente. con los patrones «culturales» de sus propias historias «religiosas».
Resumiendo. Hemos descrito la anatomía del fenómeno reli- Y éstas difieren grandemente de lugar a lugar, como se ha demos-
gioso, en primer lugar, como un entrecruzado de contornos racio- trado en la sección anterior. Tómese, por ejemplo, la cultura
lingüísticos dentro de las religiones escriturísticas y, en segundo campesina china, que está marcada por una historia de revueltas
lugar, a base de describir las cinco consecuencias que resultan de y compáresela, por ejemplo, con la de los campesinos guiñéanos
la «acreción» de las religiones cósmicas a las metacósmicas. Hay que no tienen tal tradición. Este hecho lo hizo notar, explícita-
ahora otra interacción que merece nuestra atención si queremos mente, Amilcar Cabral que puso mucho énfasis en las variantes
que nuestro retrato sea completo: la interacción entre estas reli- culturales locales de cada revolución socialista51. Esto no signifi-
giones y las diversas ideologías socio-políticas. Y esto nos lleva al caba, para Cabral, que Guinea fuese incapaz de un cambio radi-
centro de nuestra investigación. cal sino que le era necesario consultar su propia cultura en vez

47. Para un estudio de casos, cf. Stipe, a. c, 124-128. 49. Citado en J. H. Billinton, Christianity in USSR: Theology today 36/2
48. Cf. G. H. Jansen, Militant islam, New York 1979, 54-56. Aunque tenden- (1980), 207.
ciosas estas páginas valen para abrir los ojos. 50. Citado en CALA news latter 8/4 (1981), 1.
51. Chabal, a. c, 42-54.
118 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 119

de limitarse a copiar un modelo extraño. Permítasenos, por consi- Este es el fondo sobre el que hay que valorar el papel de las
guiente, que nos detengamos en la situación africana, que puede religiones escrituristas. Ni que decir tiene que, en África, no hay
enseñar mucho a los teólogos del Tercer Mundo. más que dos candidatos en la carrera por las conversiones: el
A. Si se interpreta a Marx correctamente, las comunidades islamismo y el cristianismo. Puesto que la regla del juego es que
tribales pueden ser clasificadas como «sociedades socialistas pre- «el primero que llega es el primero que se sirve», una sociedad
capitalistas» en cuanto que pueden llegar a ser plenamente socia- que ha prometido vasallaje a una religión no retirará, normalmen-
listas sin tener que pasar por el crisol del capitalismo52. Ziegler, te, ese vasallaje en favor de otra (corolario 4). De aquí que para
con estadísticas del Banco Mundial, trata de vindicar el experi- finales de siglo, con las tribus de África divididas entre el cristia-
mento tanzaniano de Julio Nyerere en favor de esta teoría 53 . Pero nismo y el islamismo, sólo podemos esperar una de estas tres
la tarea no es fácil porque tanto elementos indígenas como colo- cosas (si no todas): una confrontación desastrosa, una avenencia
niales han dejado huellas 'ideológicas' en estas sociedades. Me defensiva, o una colaboración audaz entre las dos religiones. La
refiero a la burguesía local y a los barones feudales (¡para no primera no es imposible mientras que la tercera es imperativa
mencionar a los colonos blancos de Zimbabue y África del Sur!) —suponiendo que sepamos en donde se desea colaborar—. Permí-
que heredaron el poder de los gobernantes coloniales, de modo taseme comentar cada una de las alternativas. ¿Por qué la con-
que incluso patriotas progresistas como Lumumba y Nkruhma no frontarción? El cristianismo de los amos coloniales, que todavía
pudieron cambiar radicalmente el carácter básico de los movi- domina la iglesia africana, tiene una desventaja institucional en
mientos nacionalistas de liberación. Pero Mozambique nos ofrece razón de su historia de hostilidad con el islam en Europa y en las
otra alternativa, si estamos de acuerdo con Sergio Vieira que es misiones 57 . Tiene que humillarse ante la credibilidad del islam en
miembro del partido Fremlino y ministro 54 . Porque a diferencia el movimiento por la unidad africana. Está obstaculizado por su
de Inglaterra, Bélgica y Francia, Portugal tenía buenas razones poco deseo de separar sus lealtades eclesiásticas del yugo ideoló-
para no aceptar, ni siquiera, la «independencia de bandera», y gico de los países de donde proviene. Está, además, inhibido pas-
para aferrarse a un modo de gobierno fascista55 invitando, de toralmente por su miedo a las luchas liberadoras del pueblo. De
este modo, a una lucha armada. Mozambique respondió. La arbi- aquí que, a no ser que se revolucione de un modo total (es decir,
traria demarcación de las futuras fronteras de las «naciones» afri- que se sustituya por una alternativa indígena autónoma) está des-
canas que hicieron los colonialistas —y que aumentaban la frag- tinado a hacerse extra-defensivo cara al islam y, Dios no lo permi-
mentación racial y tribal y la explotación de la lealtad tribal (véa- ta, a pedir ayuda externa para consolidar sus posiciones frente a
se nuestro corolario 5) fueron atacadas simultáneamente, para su rival ¿No nos muestran Zimbabue y África del Sur un prece-
poner el patriotismo en línea con el proletarianismo inter-tribal dente? La otra alternativa podría ser el «diálogo», ese tipo dudo-
como se vio en las autoinmolaciones en masa del pueblo de Mo- so que se alimenta insidiosamente y que, incluso, es financiado
zambique para liberar a Zimbabue 56 . Esta es una respuesta afri- por diversos bloques. Es una avenencia peligrosa que priva a am-
cana a una ideología en repudio de otra. Este proceso no puede bas religiones de su poder liberador. El sentido común dicta, por
menos de ser normativo en el futuro, ya que África es, con mu- consiguiente, que se cree un clima que conduzca el celo religioso
cho, el más explotado de los continentes. de ambas tradiciones a un servicio profético en servicio de los
pobres, mediante una colaboración sociopolítica en una teopraxis
liberadora común. Esto presupone, por supuesto, un conocimien-
52. Ziegler, a. c, 38-39.
to del islam libre de prejuicios.
53. Ibid., 36.
54. S. Vieira, Stages of fundamental changes: World marxist review, 1 (1981) B. Permítase a los cristianos, por consiguiente, apartarse un
15-20. poco de momento, para medir la estatura gigantesca del islam
55. Ibid., 15. Porque, a diferencia de Gran Bretaña, Bélgica o Francia, Portu-
gal no acumuló capital sino que lo derrochó en fiestas aristocráticas salvo en los cuando se detiene, con confianza en sí mismo, a las puertas del
últimos cien años, de modo que si hubiese otorgado a los territorios coloniales Tercer Mundo en lo que sigue siendo la fuerza religiosa más
la independencia, no habría podido mantener la metrópolis ni a los colonos portu-
gueses.
56. Ibid., 17. 57. Jansen, o. c, capítulos 3 y 4.
120 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 121

extendida que hay que tener en cuenta. Los medios de comunica- vendió 19 billones de dólares en armas y que sostuvo hasta el
ción han hecho creer a los cristianos que es también el generador último día de su reinado asesino sus represiones 58 .
del fanatismo religioso y del fundamentalismo. Jomeini es el sím- ¿Quiénes eran los fanáticos? ¿Quiénes eran los liberadores?
bolo obvio que nos viene a la mente. ¿Por qué no centrarnos, ¿Quién tiene la culpa de la actual crisis del Irán? ¿Es este también
precisamente, en Irán y ver de donde vienen los fanáticos y cómo el futuro de las naciones de la ASEAN con su 55% de musulmanes
nace una revolución? inquietos y del Paquistán, que están en manos de los mismos po-
¡Revisad los últimos cien años de historia, pide el erudito pa- deres que provocaron la ira del Irán? ¿Y qué decir de la interven-
quistaní Eqbal Ahmed, y veréis que el episodio de Jomeini es la ción de Rusia, ciertamente compresible pero no por eso menos
octava de las grandes batallas en las que se ha embarcado esta abominable? El islam es un gigante, pero no está dormido.
nación musulmana para defender su soberanía contra los explota-
dores mercantiles y militares del oeste! ¡Los clérigos religiosos C. Nuestro tercer ejemplo es el hinduísmo, una gran religión
estaban en medio de la lucha! La concesión de Reuter (1872) y la que comprende muchas religiones pequeñas inescrutables incluso
concesión del tabaco del mayor Talbot (1895) fueron las dos pri- para los expertos que sólo pueden concentrarse en un pequeño
mera maniobras del oeste. La tercera rebelión tuvo lugar en 1905 rincón del laberinto. Dado, sin embargo, el ángulo que hemos
contra la concesión de D'Arcy de abrir las fuentes petrolíferas escogido («el impulso revolucionario de las religiones») podemos
del Irán al oeste y, como antes, con la colaboración del monarca. hacer observaciones válidas que ilustren los principios que hemos
¡Esta revuelta consiguió, en 1906, crear un gobierno constitucio- enunciado en nuestra sección anterior (especialmente los corola-
nal moderno que fue destruido enseguida por la Rusia zarista y rios 1, 2 y 3).
Gran Bretaña en 1911! Primero. El hinduísmo puede tomarse como una soteriología
La oposición fue aumentando en 1919 contra el tratado anglo- metacósmica que gira en torno a los textos sagrados de las verda-
persa de lord Curzon que habría convertido a Irán en una virtual des reveladas e interpretadas (Sruti y Smrti). De esta tradición
colonia británica. ¡Esta cuarta victoria nacional duró solo dos ortodoxa salió el renacimiento indio como un movimiento de re-
años! Los británicos prepararon un golpe de estado que fue dirigi- forma estimulado por el desafío del cristianismo occidental. A
do por Reza Khan en 1921. ¡Y así se restableció la monarquía pesar de sus influencias sociales y de sus aventuras teológicas (in-
absoluta con Reza Khan, el padre del famoso ex-Shah, como dic- cluyendo el descubrimiento del Cristo gnóstico al que eludíamos
tador absoluto! en la primera parte, sección e), no dejó de ser alitista. Según dice
Dice Ahmed que Reza Khan fue alabado por la prensa occi- una encuesta sociológica, las ramas de este movimiento se han
dental por haber introducido la «modernización y la occidentali- secado convirtiéndose en sectas devocionales, mientras que algu-
zación bajo la égida del dominio extranjero». ¡Los nacionalistas nas, en el norte y oeste de la India, han sucumbido al derechismo
consiguieron derrocarle en 1941, pero no consiguieron recuperar político y al chovinismo xenófobo. Incluso los cultos de dioses-
el control de la administración, porque Gran Bretaña mantuvo hombres parecen ser un fenómeno apolítico de la clase media,
una regencia hasta que el futuro Shah adquiriese la mayoría de muy distintos de los cultos medievales del salvador que eran «li-
edad bajo la tutela colonial! Los nacionalistas volvieron en 1950 beracionistas». Tal vez como reacción al salvaje ataque de la ur-
y, después de una lucha, forzaron nuevas elecciones (bajo la cons- banización, estos nuevos cultos muestran una separación muy
titución de 1906) estableciendo el gobierno Mossadegh que, al marcada de la preocupación clásica por la liberación y se convier-
cabo del tiempo, nacionalizó las fuentes petrolíferas del Irán. ten en una mera búsqueda de sentido como en las sociedades
afluyentes de otros países 59 . A esto hay que añadir que en todas
Y aquí comienza la pesadilla del Irán. ¡La CÍA organizó un
golpe de estado contra el gobierno Mossadegh en 1953 instalando
al Shah, el tirano que había asesinado casi 200.000 iraníes —entre
ellos poetas y escritores! «La riqueza del Irán fue saqueada, trans-
ferida, y gastada en el oeste». Las masas musulmanas del Irán no 58. Notas tomadas en la conferencia dada por Eqbal Ahmed en River side
lucharon, simplemente, contra el Shah. Lucharon contra el super- church, Nueva York, 20.01.1980.
59. M. Chatterjee, The concept of múltiple alleggiance. A hypothesis concer-
poder que le hizo ser su vigilante en el golfo Pérsico, que le ning the contemporary indian spectrum: Man in India, 56/2 (1976), 123-133.
122 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 123

estas reformas no se afronta el preocupante problema de la discri- uso extensivo de canciones y danzas aseguraban un programa
minación de castas —una esclavitud socio-económica impuesta continuo de «concientización». No se dio, pues, la petrificación
«religiosamente» por la ortodoxia bramánica—. de un texto escrito, sino que permaneció fluido y fluyendo en el
Para contemplar la transición de la reforma a la revolución es flujo del tiempo. ¡Incluso el saber sagrado de los antiguos se so-
necesario, por consiguiente, apartarse de este centro ortodoxo metió a una hermenéutica cradora popular al ser citado o insinua-
del hinduísmo bramánico. El movimiento Bhakti, el Dalit Sáhitya do en los cantos de libertad! Y también en sus tardíos encuentros
(los escritos de los oprimidos), y las revueltas tribales son tres con el islam y el cristianismo mostraron un espíritu de ecumenis-
grados de esta tendencia centrífuga. mo humanista.
El movimiento Bhakti, que empezó siendo una tendencia po- El Dalit Sahitya, «los escritos de los oprimidos», por otra par-
pular en los márgenes del bramanismo, «es la erupción más crea- te, han estado circulando ya por dos decenios, y aunque son la
dora de la mente india» que ha inspirado «varias revueltas socia- continuación histórica del movimiento Bhakti, se han separado
les y políticas... desde la rebelión de Shivaji en el siglo XVII ideológicamente 62 . Una mayor apertura a otras ideologías revolu-
hasta la del Mahatma Gandhi en el XX» 60 . Un estudio compara- cionarias ha dado garra a este movimiento Bhakti que, hasta en-
tivo de dos movimientos parecidos en Maharashtra 61 ayuda a ob- tonces, se había limitado a ejercicios de concientización en la reli-
tener los ingredientes de la revuelta religiosa contra las castas y la giosidad popular. Desde que los Dzlits se han asociado con las
discriminación sexual. La primera es el movimiento Mahanubha- luchas liberadoras de todos los oprimidos del mundo, Marx, Le-
va inaugurado por Chakradhar (1194-1276) que no perdonó, en nin, Mao, Che, Ho Chih Minh, y Martin Luther King figuran
sus acusaciones contra la ortodoxia bramánica, ni a las escrituras prominentemente en estos escritos. Al abrirse a todo lo que es
védicas. La hermandad que promovió favoreció la igualdad tanto liberador en otras religiones ha crecido, también, su apertura a
de los sudras como de las mujeres. No es necesario decir que otras ideologías seculares. ¡El movimiento Bhakti se ha prestado
Chakradhar fue asesinado por ello. Y sin embargo, el movimiento a ser usado ideológicamente para destruir el sistema religioso
(que ha sido revitalizado incluso recientemente) no consiguió opresivo en el cual todavía tiene sus raíces! 63 .
atraer el entusiasmo popular por ser conservadoramente monásti- Y ahora, al llegar a la India tribal, no solamente nos vamos al
co y porque estaba relativamente alejado de las luchas populares. margen de la religiosidad bramánica, sino que entramos en otro
También su mensaje sufrió porque el medio de transmisión se sistema religioso fuera del mismo. No se introduce, con frecuen-
limitó a la palabra escrita, algo totalmente inaccesible a las masas cia, a los estudiantes de ideología en esta realidad. Lo que encon-
analfabetas. En contraste con esto, el movimiento Warkari se ex- tramos aquí es, sin duda, el socialismo pre-capitalista, en contras-
tendió más, creció más profundamente, y sobrevivió a base de te con el feudalismo de las religiones monásticas como el budis-
sumergirse. Se trataba de una iniciativa seglar con una base popu- mo, y las religiones teocráticas como el bramanismo. Y sin em-
lar y totalmente de los oprimidos, es decir de los intocables. Pro- bargo, también en la India, como en África, se están introducien-
dujo un cierto número de poetas-santos revolucionarios, muchos do tendencias feudalísticas en las sociedades tribales 64 . Se dice
de los cuales fueron martitizados. ¡Verdaderamente el equivalen- que aunque las mujeres tribales gozan de igualdad con respecto
te de los profetas hebreos! ¡En el ethos religioso indio, un refor- al hombre debido a su relativa independencia económica, la
mador no puede entusiasmar a las masas si no es un santo y un adopción de los valores «hindúes» tienden a disminuir el puesto
poeta! El otro secreto del triunfo, claramente ejemplificado en el de la mujer harijan 65 . La sociedad tribal, se encuentre donde se
movimiento Warkari, es el uso del medio oral para transmitir el
mensaje, ya que necesita un encuentro personal entre los agentes
que inspiran, recíprocamente, el cambio social: las masas que su-
fren y el poeta-santo. Una vasta producción de literatura oral y el 62. Jayashree B. Gokhale-Turner, Bhakti o Vidroha: Continuity and change
in Dalit Sahitya: Journal of Asian and African studies 15/1-2 (1980), 29-42.
63. Ibid., 37-39.
64. Para un estudio práctico del feudalismo de las sociedades tribales, cf. Ja-
60. B. Nemade, The revolt of the underprivileged: Journal of Asian and Afri- ganath Pathy, Political economy of Kandha land: Man in India, 56/1 (1976), 1-36.
can studies, 15/1-2 (1980), 109-130. 65. K. D. Gangrade, Social mobility in India: A study of depressed classes:
61. Ibid., 113-123. Man in India, 55/3 (1975) 258, 278.
124 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 125

encuentre, es igualitaria, libre de castas y clases, basada en un esquemas semejantes. La historia de la dinastía Li en Vietnam y
socialismo religioso, y sin las inhibiciones de las costumbres (mo- el concepto del «emperador monje» reflejan un budismo político
res) puritanas características de las religiones escriturísticas, pero militante que no es menos virulento hoy en día.
inclinada a la violencia cuando lo requiere la defensa de la comu- No es de extrañar que la praxis revolucionaria muestre un
nidad. No es pues de extrañar, como prueba Gail Omvedt, que mayor radicalismo en la periferia del budismo institucional. China
las tribus se vanaglorien de una historia de nacionalismo y de nos ofrece una serie de ejemplos muy persuasivos70 de los que
luchas de clase en toda Asia —incluida la India—, por no decir ofreceré aquí sólo algunos. Desde el año 402 hubo unas 10 rebe-
nada de la tradición bandolera de los «Robinhoods» que roban a liones armadas organizadas por monjes y que llegaron a su cul-
los opulentos señores mientras los pobres pueblerinos indios men en el 515 con la de Fa-K'ing, un monje revolucionario que,
aplauden como espectadores. como muchos de su clase, se casó con una monja. Estas rebelio-
D. Permítaseme acabar este examen con un comentario ex- nes monásticas se dirigían tanto contra el Estado como contra la
tenso del budismo, por ser una religión panasiática que ocupa en institución religiosa oficial. Desde entonces ha habido muchas
Asia una posición análoga a la del islam en el Tercer Mundo. sectas mesiánicas con una base popular que indicaba, claramente,
Todos saben que las escrituras budistas demandan un cambio la influencia de la religiosidad cósmica en la metacósmica. Una
social radical pero no soportan una lucha armada sangrienta, aun- de estas fue la secta de Maitreya fundada en el 610 por un monje
que se han propuesto, a lo largo de la historia budista, teorías budista que se declaró emperador. Esta secta incorporó en su
ingenuas sobre el «asesinato justo» 67 . ¡Pero la tradición suple a la sistema de creencias el culto al buda Amitabha y el deseo de
escritura y lo hace con creces! En este terreno, hasta el budismo renacer en su cielo, llamado el paraíso occidental. Los seguidores
ortodoxo tiene a su crédito una teoría y una praxis de la rebelión. de esta secta mantenían que había que crear este paraíso en la
Algunos especialistas nos dicen que sólo cuando se desafía al bu- tierra, aquí y ahora, y no en un futuro remoto. Lo que deseaban
dismo como religión en medio del caos político es cuando los era la realización de la Tierra de Buda, un estado de paz y equi-
monjes aparecen en primera línea apoyados por los seglares dad en esta existencia. La secta dejó sus huellas en el período
(como sucedió en Tailandia) 68 . Pero, ¿qué decir del resurgir bu- que va del s. vn al xvi.
dista en Burma, que fue mesiánicamente político? Al principio se La secta de la Nube Blanca (entre 1108 y 1300) y la secta Lo
dirigía a los reyes, y luego a sus sucesores británicos. Entre 1838 (de 1505 a 1956) son otras dos del mismo tipo. La más importante
y 1928 debió haber unas 20 revueltas, todas ellas inspiradas por el es, tal vez, la secta del Loto Blanco (Pai-Lien Ts'ai, 1133-1813),
culto a Maitreya, es decir la inspiración escatológica por un justo una rama de la cual continúa, bajo el nombre de «I-Kuam-Tao»,
orden social que comenzaría con la aparición del buda del futuro. hasta 1956, y fue perseguida por el régimen de Mao en nuestros
Esta es una creencia que tiene base escriturística. ¡Nótese que días. Su fundador fue un monje budista llamado Mao-Tzu-Yuan
fue esta ola de rebeliones budistas la que trajo a la superficie el (1086-1166) al que asistían mujeres y monjes casados —algo que
subsiguiente movimiento de independencia por medio del cual provocó la ira de la samgha ortodoxa. Estos movimientos disfru-
intentó U Nu, un filomarxista al principio, su fracasado intento taron de un cierto grado de apoyo popular. Mao-Tzu-Yuan fue
de «socialismo budista»! w. Sri Lanka e Indochina han seguido exilado y el movimiento proscrito más de una vez, hasta que fue
reconocido, una vez más, por el emperador Jen T'sing (1312-
1321). La más famosa de sus revoluciones fue la de 1351, bajo el
66. Gail Omvedt, Adivasis and modes of production in India: Bulletin of con- liderazgo de Han-Shan-T'ung que se llamó a sí mismo el buda
cerned Asian scholars, 12/1 (1980), 15-22; Gautama Bhadra, The Kuki (?) uprising Maitreya. La revolución consiguió destruir el gobierno Mongol y
(1917-1919): íts causes and nature: Man in India, 55/1 (1975) 10-58. establecer un nueva dinastía, la de los Ming. Su primer empera-
67. Cf. P. Demieville, Le bouddhisme et la guerre: Melange, I, Paris 1957, dor fue Chu-Yuang-Chang, un ex-novicio budista y antiguo oficial
375-384.
68. Ch. F. Keyes, Political crisis and militant buddhism in contemporary Thai-
land en Barwel Smith (ed.), Religión and legitimation of power in Thailand, Laos
and Burma. Chambersbury 1978, 160.
69. Para un excelente tratamiento de esta historia, cf. E. Sarkisyanz, The 70. cf. Demieville, a. c, 357-368; D. L. Overmyer. Folk-buddhism religión:
buddhist backgrounds of the burmese revolutions, The Hague 1965. creation and eschatology in medieval China: History of religions 12/1 (1972), 42-7(1
126 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 127

de la armada del Loto Blanco. La ironía del asunto está, por tica. El impulso común, sin embargo, sigue siendo soteriológico,
supuesto, en que se volvió anti-budista. El movimiento fue aplas- y la preocupación fundamental no es tanto la preocupación por
tado, de nuevo, en 1813. En 1911 se levantó la prohibición y una un hipotético liberador cuanto por la liberación (vimukti, moksa,
rama del mismo siguió siendo activa, como hemos dicho, hasta nirvana). Muchas religiones metacósmicas apuntan a un futuro
1956. que se puede alcanzar como el momento presente de emancipa-
Desde el punto de vista marxista todos estos movimientos no ción humana total, poniendo el acento no en un más allá meta-
pueden ser llamados revoluciones sino, a lo más, rebeliones. Pero personal, si no en un «ello» (It) «impersonal» pero transfenomé-
muestran que los budistas pueden responder al sentimiento revo- nico (Tao, Dharma, Tathata, Brahmán, Nirvana, etc). Por otro
lucionario y a los credos de su tiempo. En todos estos casos, la lado, las religiones cósmicas alzan su mirada a los infinitos dioses
interpretación budista mesiánica y la justificación escriturística de y fuerzas espirituales que constituyen el espectro de una compleja
la «revolución» sirvió de respuesta a una ideología contemporá- unidad del ser que envuelve la totalidad de la existencia, humana
nea nacida de la sociedades secretas taoístas que esperaban el y cósmica. Incluso cuando las dos formas de religiosidad - l a cós-
verdadero gobernante que iba a conceder una gran paz a los que mica y la metacósmica— se funden, el resultado neto no es un
le esperaban, y de la espera confucionista del emperador Ilumina- simple equivalente del monoteísmo bíblico.
do. Lo que quiero subrayar aquí es que el budista que vive en Lo que se sigue de aquí es que la teología, como lenguaje-so-
una situación histórica concreta puede, bajo la influencia de ideo- bre-Dios o lenguaje-de-Dios, no es necesariamente el punto de
logías y movimientos no budistas, reinterpretar las fuentes escri- partida umversalmente válido o el objeto directo, o la única base
turísticas a fin de responder de un modo creador a una necesidad para una colaboración inter-religiosa en el Tercer Mundo. Pero
contemporánea, incluso si eso significa una rebelión costosa. ¡Y la liberación sí que lo es. La soteriología es la base de la teología.
esta historia sigue siendo real en el budismo chino! Desgraciadamente, las teologías contemporáneas de la religión
(con un Cristo enfrentado contra las religiones o empaquetado
dentro de ellas) carecen de una perspectiva tercermundista por-
3. Religión y revolución en una teología del Tercer Mundo que parten de informes textuales de la religiosidad no-cristiana y
prescinden del hecho histórico de que la preocupación religiosa
Al inspeccionar la vasta extensión de las culturas no cristianas micro-ética por la autopurificación individual («revolución cultu-
en el Tercer Mundo, hemos dirigido nuestra atención a cuatro ral») se proyecta con mucha frecuencia hacia el nivel macro-ético
áreas: de la catarsis socio-política («revolución estructural»). Y esto se
La religiosidad africana (que se parece a la de Oceanía). aplica incluso a aquellas religiones a las que se califica, académi-
El islam del oeste de Asia. camente, de «escapistas» y «negadoras del mundo» (véase II/2).
El hiduísmo del sur de Asia. Y también se dan de lado muchos mitos-de-liberación explosivos,
El budismo del este de Asia. que a través de recreaciones simbólicas tales como la danza y el
Aunque no son exhaustivas, estas cuatro muestras ilustran al- drama, el canto y el rito, la parábola y la poesía, acumulan las
gunos de los rasgos principales de la religiosidad en el Tercer semillas de la revolución en el corazón del pueblo. ¿No debería
Mundo, y garantizan las siguientes conclusiones. tener, por consiguiente, una teología de la religión del Tercer
A. Fuera del palio del monoteísmo semítico sólo hay, proba- Mundo, una percepción unificada de la religión y la revolución?
blemente, una corriente de espiritualidad (es decir, sólo hay una Presuponemos que el instinto religioso puede definirse como
forma de hinduísmo) que considera a la Realidad una Ultima un impulso revolucionario, el impulso psico-social a crear una hu-
como un ser personal que llama al cosmos a la existencia y a un manidad nueva. No es otra cosa que la fuerza penetrante de la
encuentro personal redentor consigo mismo/misma. Un Dios que Evolución en su estado autoconsciente, la versión humana de la
es un creador-redentor personal y absoluto del mundo y de la sed de la naturaleza por las formas más elevadas de la vida. La
humanidad no es ni afirmado ni negado umversalmente. La reli- búsqueda religiosa es, en otras palabras, el deseo irresistible de
giosidad, especialmente en Asia, es en su mayor parte meta-teísti- humanizar lo que sólo ha sido hominizado. De igual modo que
ca o, por lo menos, no teística, cuando no es explícitamente ateís- en la biosfera este impulso puede acabar en un callejón sin salida,
128 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 129

así también en la noosfera el impulso evolutivo puede detenerse «cultura internacional», modernización, progreso o, incluso, pre-
en estados regresivos de inercia. La revolución puede hacerse evangelización! (I, 2). Lo que deshumaniza la tecnología es el
reaccionaria. La religión puede volverse irreligiosa. Pero los fun- pecado del ansia de poseer, pecado organizado en un sistema so-
damentos de una teología de la religión del Tercer Mundo perma- cio-económico de relaciones humanas, una cosmología deforme
necen inamovibles: este impulso revolucionario es el que constitu- que invariablemente fomenta lo que Marx llama «el antagonismo
ye y, por consiguiente, define la esencia del homo religiosus. entre el hombre y la naturaleza». En ese sistema la tecnología
Esta visión unificada de la revolución, la religión, y la evolu- aliena a su inseparable compañero humano del que sólo tenía
ción cósmica da una dimensión tercermundista a la comprensión que ser una extensión cósmica; profana la religiosidad cósmica de
de la «tecnología» y los conceptos afines de «progreso» y «moder- las masas campesinas al transferir la polución biológica de las ciu-
nización», y por consiguiente lleva todo el debate sobre la «incul- dades industrializadas al Tercer Mundo y, también, con su ten-
turación» a otro plano. dencia adquirida (es decir, no interna) a malgastar la naturaleza
para producir las armas del holocausto atómico 72 , desvía la orien-
B. La tecnología es la consecuencia inmediata e inevitable tación metacósmica de la naturaleza y la cultura con un secularis-
de la noogénesis u hominización. La mente humana, al salir de la mo que eclipsa el más allá del ahora y, consiguientemente, engen-
biosfera, exige órganos de percepción (sentidos) más sensibles y dra en el corazón humano una obsesión patológica con las necesi-
medios de movimiento (miembros) más eficaces que el cuerpo no dades humanas (o «consumismo» como se las conoce en las cultu-
proporciona biológicamente. Porque la mente es capaz de exten- ras que las produjeron en primer lugar). La verdadera «moderni-
der el cerebro, los sentidos, y los miembros del cuerpo que orga- zación» y el «progreso» deben implicar el destronamiento de este
nizan la materia exterior en instrumentos sensibilizados y mecani- sistema, regresivo pero omnipresente, en favor de un nuevo or-
zados de conocimiento y acción. Ciertamente la tecnología es el den de relaciones humanas 13 en el que la tecnología no esté tanto
arte (techne) de extender la presencia humana y su actividad en en «control» de la naturaleza cuanto en «armonía» con su sed
el espacio y en el tiempo, en el plano del conocimiento y de la innata de humanización, es decir con los dictados revolucionarios
acción con el fin de prolongar la evolución psico-social de la hu- de la religión misma.
manidad. Pero al ser la compañera natural de la hominización El sexismo, que es un punto muy sensible en todas las religio-
puede, también, aceptar o evitar el impacto de humanización que nes, no puede divorciarse de lo que estamos diciendo sobre la
resulta del brote revolucionario de la religiosidad. Permítase, tecnología y la civilización, porque hay una íntima corresponden-
pues, recordar (con algunos añadidos entre paréntesis) el concep- cia entre la armonía antropo-cósmica, por la que estamos abogan-
to de tecnología que propuse en otra ocasión a la EATWOT: do, y la mutualidad andrógina que presume. Si la naturaleza es
un símbolo exclusivamente femenino, y si el más allá, que es la
«La tecnología es un proceso cósmico inducido (humanamente) que consumación redentora de los procesos cósmicos, lleva a la fuerza
continúa conscientemente (auto-reflexivamente) la evolución bioló- una máscara masculina, entonces la empresa religiosa de humani-
gica (infrahumana) y que como ésta (la evolución biológica) se vuel- zar la naturaleza, civilizar la tecnología y divinizar lo humano,
ve humanizada (liberadora) sólo por su orientación metacósmica, es equivale a la absorción masculina de lo femenino. Dice George
decir, por el impulso revolucionario de la religión hacia niveles aún Meredith despreciativamente que la mujer será lo último que civi-
más nobles de la existencia humana»71. lizará el hombre, y Theodore Reik le corrige diciendo lo opues-
to 74 . La labor de humanizar la naturaleza, que es masculina y
Si, por consiguiente, la ley de la evolución ha prescrito en el femenina, está fundada en la actividad recíproca del hombre y la
libro de la naturaleza el imperativo de humanizar la tecnología mujer civilizándose a sí mismos. Dejando aparte algunas socieda-
por medio de la religión, entonces una tecnocracia deshumaniza-
da es, en verdad, una falta de desarrollo irreligioso (an irreligious
un-development)... ¡aunque se la anuncie en nuestros países como 72. Cf. Zaradov, The environmental movement and the communists. The poli-
liail c/ass approach», World marxist review 24/3 (1981), 50-53.
"">. Chertina, a. c., 69.
71. Cf. capítulo 2, página 61. '4. Th. Reik, Of love and lust, New York/Toronto 1967, 470.
130 El puesto de las religiones y culturas no-cristianas Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 131

des tribales y una rama muy pequeña del hinduísmo, se domina pecado abunda. La revolución nace de la esclavitud. Yahweh vive
sin piedad el impulso revolucionario de la religión. El sexismo, es en los anawim. El poder salvador de Dios irrumpe desde la tierra
decir, el dominio masculino, apunta a un área no civilizada de la de los pobres esclavizados.
religión. El nuevo orden cosmológico por el que clama el Tercer ¿Podemos tocar a uno sin ser tocados por el otro? Solamente
Mundo incluye la participación sin trabas de las mujeres en la el que es víctima del orden presente puede convertirse en su juez
religión y en la civilización. y está autorizado a «proclamar el futuro inminente» —que es lo
que significa el kerigma. La metanoia es, entonces, la intranquili-
C. La inculturización, esa palabra desafortunada acuñada en dad del corazón y el cambio que ese misticismo evoca. Es un
el oeste y reminiscente de la noción reduccionista de la religión deseo motivado religiosamente y la decisión de dirigirse hacia la
que se encuentra en la teología, la antropología, y la ideología nueva humanidad. Es una «revolución cultural» para aquellos que
marxista (cf. I, 2; II, 2) se ha convertido con el uso, afortunada- tienen alergia a la expresión «conversión religiosa». El martirion
mente, en la búsqueda cristiana de sentido dentro del ethos reli- es el crecimiento concomitante a un testimonio colectivo en las
gioso de las culturas no-cristianas. Esto es lo que nos llevó a colo- comunidades de los conversos, que son una anticipación persona-
carlo en la columna de «el Cristo-de-las religiones». En este caso, lizada y una garantía visible del nuevo orden. Como el mártir
sin embargo, la pregunta fundamental es la siguiente: ¿en qué supremo, Jesús, también ellos son la víctima-juez del sistema exis-
corriente de la religiosidad no-cristiana espera entrar el cristianis- tente, y el paradigma del futuro que anuncian. Esta «revolución
mo, en la reaccionaria o en la revolucionaria? O, de nuevo, ¿a estructural» incipiente se conoce como la Iglesia, que es una bue-
qué nivel? ¿Sólo al nivel micro-ético de la liturgia y el misticismo, na nueva para los pobres, porque son los pobres, por nacimiento
o también al nivel macro-ético de la justicia socio-política? Para y por opción, los que la constituyen.
aliviar las dudas de los liberacionistas con respecto a la incultura- Estas comunidades de base están brotando por todas partes
ción hace falta proponer otra pregunta crucial: ¿Qué tipo de cris- en el Tercer Mundo. No están sometidas a la «cultura internacio-
tianismo desea inculturizarse, el que se encuentra dentro de una nal» de la iglesia ministerial sino que han sido modeladas por la
cosmología que repudia el Tercer Mundo o el que se deriva de religiosidad local de los pobres. La inculturación es el fruto de
una hermenéutica tercermundista del evangelio? esta revolución eclesiológica, y no su semilla.
Una hermenéutica tercermundista vivifica el kerigma cristiano
Y de aquí nace una pregunta embarazosa: ¿No está el teólogo
a base de recargar las tres palabras clave que lo basan y que un
del Tercer Mundo expuesto a la misma tentación a la que han
uso equivocado ha gastado ya: un basileia (el nuevo orden), meta-
sucumbido los antropólogos de occidente y los occidentalizados
noia (la conversión interior a ese orden), y martirion (compromi-
en sus estudios de las culturas «primitivas»? ¡Se ha acusado a
so patente con él).
estos antropólogos de megalomanía «apocalíptica» porque dicen
Fieles a nuestra tradición religiosa no-cristiana, no podemos
tener un «poder secreto» para conocer a estas culturas «empática-
ni definir ni describir el nuevo orden, pero sí podemos buscarlo a
mente» mediante la «observación participante», y de tener la au-
través de la vía negativa, es decir a base de negar el orden actual
toridad de interpretárselas al ignorante oeste! 75 . El entusiasmo
no sólo teórica y analíticamente sino, también, comprometiéndo-
del inculturacionista por una cultura de la que se encuentra alie-
nos activamente por derribarlo. El futuro que cuestiona el presen-
nado y la defensa de los pobres del liberacionista frente a aquellos
te permanece para siempre como el «Innombrable» o, por lo me-
cuya cultura comparte alegremente, apuntan a una tendencia pe-
nos, el presupuesto no mencionado de toda verdadera revolución.
ligrosa en la teología del Tercer Mundo. ¿No debería ser la teolo-
Porque el encuentro íntimo con la última realidad —el corazón
gía una explicitación de la teopraxis de esas ecclesiolae que han
del misticismo— se superpone casi a una experiencia profunda-
incorporado la religiosidad revolucionaria del Tercer Mundo? Y
mente transformadora de la falta de realidad (unreality) presente.
¿no debería relegarse la redacción de esa teología a redactores
La verdad salvadora amanece como el no-saber (unknowig) del
posteriores? ¿No nacieron así todas las escrituras sagradas? ¿No
espejismo (delusion). El ser luce en las profundidades más oscu-
es éste el modo de hacer teología del Tercer Mundo?
ras del no-ser. Se llega al Brahman-Atman atravesando el Maya.
El Nirvana se convierte en la cumbre del Samsara. La vida es el
pasaje a través de la muerte. La gracia sobreabunda allí donde el 75. Cf. E. T. Jacob-Pandian, a. c.
5
La espiritualidad desde una
perspectiva de liberación

Aunque el Vaticano II ha dado motivos para una definición


comprensiva de lo que, tradicionalmente, se ha compartimentali-
zado como liturgia, espiritualidad, y el compromiso secular (socio-
político), una yustaposición, no muy feliz, de las fórmulas anti-
guas y las nuevas perspectivas hace que siga existiendo una trico-
tomía entre las dimensiones sacramental, contemplativa, y activa
(o activista) de la «espiritualidad» cristiana. La línea conservado-
ra de pensamiento, que incluye algunas declaraciones recientes
de la Iglesia oficial, tiende sí no a una idea de la contemplación
como espiritualidad per se —sin la cual la «liturgia» y, sobre todo,
la «entrega» cristiana a la transformación pascual del mundo no
sería espiritual—, sí a una (concepción estrecha de la) contempla-
ción como espiritualidad par excellence. Es este modo de percibir
la «vida espiritual» el que reduce esta tricotomía a una triple dico-
tomía, a saber:
a. liturgia frente a espiritualidad
b. espiritualidad frente a compromiso secular
c. compromiso secular frente a liturgia.
Este negarse a ver estos tres elementos al menos como dimen-
siones que se incluyen mutuamente en una vida cristiana auténtica,
crea una circularidad sin solución en todos los intentos que se
han hecho hasta la fecha de superar cualquier «crisis espiritual».
Es aquí donde la teología de la liberación, al identificar el punto
exacto en el que coinciden estos tres aspectos, aporta una sana
síntesis que consiste en reenfocar la atención de la Iglesia hacia:
a. la liturgia de la vida
b. la teología de la cruz
c. el Jesús histórico y su humanidad
que son, de hecho, tres modos distintos de percibir el mismo mis-
terio de la redención.
134 La espiritualidad desde una perspectiva de liberación Liturgia frente a espiritualidad 135

El modo, sin embargo, en que formulo el problema de la espi- es coextensiva con la liturgia o la adoración cristiana. Se podría
ritualidad que existe en la Iglesia de hoy, o la estructura (de la decir que los jesuitas aportaron una dimensión personal a lo que
«triple dicotomía») en la que he tratado de percibir, clarificar, y se consideraba un «rito» colectivo, mientras que los benedictinos
evaluar lo que la teología de la liberación ha aportado a la teolo- restablecieron el carácter «eclesial» de lo que era una «espirituali-
gía de la espiritualidad, no es responsbilidad de ninguno de los dad» individualista. Los benedictinos ganaron la batalla. Esta
teólogos latinoamericanos. Lo que se sigue, por consiguiente, re- nueva comprensión de la liturgia apareció, en su totalidad, en la
fleja mi propia evaluación de los principios de la espiritualidad, encíclica Mediator Dei (1947). De ahí a la constitución sobre la
siempre antiguos y siempre nuevos, que parecen estar emergien- liturgia del Vaticano II no había mas que un paso, que se cubrió
do de la vida eclesial de las comunidades de base en América en la década que medió gracias a las «reformas» llevadas a cabo
Latina. desde arriba y a la «renovación» que irrumpió desde la base de la
Iglesia. Sacrosanctum concilium del Vaticano II no dudó en decir
que la liturgia era la «fuente y cumbre» (fons et culmen) de la
I. LITURGIA FRENTE A ESPIRITUALIDAD:
existencia cristiana. Nunca hasta ese momento se había abogado
FOCO EN LA LITURGIA DE LA VIDA
en la Iglesia oficial por una integración tan completa de la espiri-
tualidad y la liturgia.
Permítaseme comenzar con el análisis de la primera dicoto- De aquí que, cuando se votó triunfalmente la constitución
mía, a saber, la que existe entre la liturgia y la espiritualidad. litúrgica, existiese entre los liturgístas una esperanza explícita de
Durante las cinco décadas que precedieron al Vaticano II, se que la renovación litúrgica se convertiría realmente en una reno-
ofrecieron dos soluciones a este problema en el curso de los fa- vación espiritual de la Iglesia. Pero una evaluación sincera de las
mosos debates entre jesuitas y benedictinos a propósito de la dos décadas posconciliares nos dice otra cosa. Las instructiones
espiritualidad. El recién compilado Codex iuris canonici, que fue conciliares se interpretaron, con frecuencia, y se ejecutaron con
recibido entusiásticamente en 1917 y después, había acentuado una mentalidad rubricista preconciliar. Mientras que la curia ro-
los elementos rituales, jurídicos, externos, y jerárquicamente mana no fue capaz de efectuar el «cambio de paradigmas» que
controlables de la adoración cristiana mientras que los manuales iba de la definición canónica de liturgia a la compresión «conci-
de teología posteriores extendieron esta noción hasta el extremo liar» de adoración, los renovadores estaban demasiado ocupados
de definir la liturgia como la parte meramente sensible, ceremo- cambiando altares, haciendo nuevas oraciones y cantos, simplifi-
nial, y ornamental de la adoración católica (Navatel), o como el cando los ornamentos, mejorando los gestos, etc. El resultado
conjunto de controles eclesiásticos en la ejecución de la adora- fue que la liturgia se convirtió, con frecuencia, en una nueva
ción católica (Callewaert). ¡No es, pues, de extrañar que los je- serie de palabras y actividades que impidieron que la palabra
suitas quisieran suplementar la liturgia con una espiritualidad hablase y actuase sacramentalmente en la comunidad. Lo que
contemplativa y personal y, así, desritualizarla! La escuela bene- aconteció no fue tanto un cambio de vida, como implicaba la
dictina, encabezada por Beauduin (discípulo de Gueranger, del enseñanza conciliar sobre la «liturgia», cuanto un cambio de rito.
s. xix) intentó salvar la noción de liturgia de sus connotaciones Este nuevo rito, desprovisto de su novedad, dejó a la Iglesia
excesivamente ritualísticas a base de redefinirla como la conti- donde había comenzado. ¡Pronto hubo que importar la espiritua-
nuación eclesial (se supone que no eclesiástica) del misterio de lidad desde fuera para vivificar la liturgia! ¡La renovación caris-
Cristo, participación en la que debería haber verdadera espiritua- mática y el misticismo oriental invadieron la Iglesia occidental,
lidad. Algunos de los benedictinos, en su crítica de los ejercicios reforzando no sólo el carácter personal tanto de la espiritualidad
ignacianos, insistieron en que una espiritualidad que no es litúrgi- como de la liturgia, sino también su carácter tradicionalmente
ca no es tampoco eclesial, en cuya caso ¿cómo podría ser ni si- apolítico! En lo que concierne al nexo entre liturgia y espirituali-
quiera cristiana? La liturgia no era otra cosa que el ejercicio del dad, la Iglesia latina ha vuelto a caer en el dualismo primitivo.
sacerdocio de Cristo, es decir, del Cristo total, cabeza y miem- En lo que toca a este aspecto particular, la situación posvaticana,
bros. La espiritualidad, por consiguiente, no es ni un preludio, al contrario de lo que se esperaba, era sólo un poco mejor que la
ni un acompañamiento, ni un suplemento de la liturgia, sino que situación del período postridentino, en el que se acostumbraba a
136 La espiritualidad desde una perspectiva de liberación Liturgia frente a espiritualidad 137

suplementar la liturgia con innumerables devociones y «espiritua- parece haber recibido una aprobación tácita en el documento con-
lidades»! ciliar sobre las misiones (Ad Gentes, 1 y 2) que contradice otras
¿Por qué caemos continuamente en esta rutina? ¿A qué se perspectivas, más sanas, abiertas por la Lumen gentium y por la
debe esta circularidad? Nos parece que la razón es ésta. A lo Gaudium et spes. El Vaticano II fomentó en el oeste no una teo-
largo de su historia, la Iglesia romana ha devaluado la dimensión logía de liberación sino una teología «liberal». Es una teología
más crucial de la espiritualidad, la liturgia de la vida, que es la «progresista» pero no radical.
matriz de todas las expresiones sacramentales, ya que es el con- La reacción exagerada de la Iglesia occidental, tanto «a favor»
texto de un encuentro vital con Dios en Cristo. La vida sacramen- como «en contra», ante la encíclica Humanae vitae de Pablo VI
tal y el misticismo no pueden ser reconciliados artificialmente si y su relativa indiferencia a la Populorum progressio del mismo
se les arranca de su ambiente natural que es el misterio pascual pontífice, son un índice de esta situación. Se trata de una preocu-
de Cristo que se continúa en las vidas (seculares) de sus miembros pación «liberal» por la libertad individual que no está suficiente-
y en sus luchas, en sus triunfos y en sus muertes. Porque Cristo mente enraizada en el celo «liberador» que busca la libertad hu-
no muere en el lugar de las liturgias tradicionales, el templo, sino mana total del pueblo oprimido. En la primera encíclica, que tra-
fuera de él. Ubi Christus ibi Ecclesia, y no necesariamente al re- ta el problema del control de la natalidad, el Papa se opone a la
vés. Cristo se une a sus fieles miembros allí donde se verifica, manipulación tecnológica de la vida humana del hombre moder-
hoy, el misterio pascual. Es ahí donde se reúne la Iglesia real. Es no, pero en la segunda, que versa sobre la justicia, da testimonio
ahí donde tiene lugar la liturgia verdadera. Es ahí donde se vive de la extensión diabólica que esta manipulación ha alcanzado en
la espiritualidad auténtica. El ejercicio del sacerdocio de Cristo se el tercer mundo. La «teología progresista» no captó que los farao-
realiza en las víctimas. nes que gobiernan el mundo moderno están ansiosos por reducir
Es así como, con el advenimiento de las comunidades de base el índice de natalidad de sus esclavos, porque estos amenazan su
latinoamericanas, se empieza a observar este tipo de interfusión confort y su seguridad... La respuesta latinoamericana fue distin-
de «liturgia», «espiritualidad», y «acción secular», que constitu- ta. Allí se tomó la Populorum progressio en serio, porque las
yen una verdadera renovación de la Iglesia. Esto es «teología de iglesias locales reconocieron la «injusticia» que se escondía bajo
la liberación» en la práctica. Es algo que no pudo venir directa- el velo de la «modernidad», las desigualdades que se mostraban
mente del Vaticano II, aunque es el Vaticano II el que la preparó como «progreso» tecnocrático, y el ansia de «control de la rique-
el terreno al crear un ethos de libertad teológica y de pluralismo za» que se escondía tras el celo por el «control de la natalidad».
eclesiológico. No es, pues, de admirar, que esto nos llevase a Medellín y a la
El Vaticano II es, sin duda, el acontecimiento más importan- teología de la liberación.
te, recientemente, del patriarcado occidental en el proceso de re- Para percibir la diferencia entre las dos perspectivas, es neces-
visión de su vida desde dentro de su propia tradición. Lo que rio volver a la comprensión que los primeros cristianos tenían de
intentó fue separarse de una visión legalística y buscar otra libe- la liturgia, la espiritualidad, y el compromiso secular —algo que
ral. Apartarse del pesimismo «lapsario» en busca de una teología el Vaticano II volvió a captar casi como era. Y digo «casi», por-
d e la esperanza. Renunciar al narcisismo eclesiástico para arries- que el antiguo clericalismo todavía aparece en el modo como se
garse a comprometerse con el mundo. Su documento más «conci- subordina la verdadera adoración de toda la Iglesia («sacrificio
liar», la Gaudium et spes (que fue propuesta y preparada durante espiritual») al sacerdocio ministerial, quitándole así su pleno va-
el concilio), contiene perspectivas nuevas e invaluables, y ha ini- lor «litúrgico» al sacerdocio de los fieles, es decir, a la liturgia de
ciado un diálogo con el mundo moderno de grandes consecuen- la vida.
cias. ¡Pero si uno se fija, este mundo moderno es el primer mun- Evidentemente nos encontramos aquí con una dificultad ini-
d o , el mundo tecnocrático occidental que extiende sus tentáculos cial, porque la palabra «liturgia» apenas se usa en el Nuevo Testa-
p o r todo el globo, y no el mundo injusto que fue creado precisa- mento del modo que la usa el Vaticano II. Dado que la septuagin-
mente en el proceso de contruir ese mundo moderno! Incluso la ta había restringido el uso de la palabra a la adoración levítica
t a n |eligrosa misionología del «desarrollismo», que corrompió las — que era de naturaleza ritualística— apenas, o nunca, se llama
iglesias del tercer mundo con su triunfalismo neocolonial, parece liturgia en el Nuevo Testamento, a la auténtica adoración cristiana.
138 La espiritualidad desde una perspectiva de liberación Espiritualidad frente a compromiso secular 139

Ya los profetas del Antiguo Testamento habían insistido en que Desgraciadamente los sacramentos se convirtieron, poco a
la verdadera adoración consiste en la santidad personal y de gru- poco, en el aparato de control remoto de la casta clerical (i.e. de
po, es decir, fidelidad a la alianza, obediencia a Dios, y práctica ministros que se «revisten» del sacerdocio de Cristo sin compartir
de la justicia más que en sacrificios externos (Jer 7, 22-23, 45, su estado de víctima) y cuando, como consecuencia, el laicado
etc; Am 5, 22-24; Is 1, 10-20; Os 6, 6 ss; etc.). Jesús, siguiendo la abandona el mundo de los clérigos y se va al desierto en busca
tradición profética, presenta un tipo de adoración anti-rito (Jn 4, del misticismo (como sucedió en el s. iv en protesta contra una
19-26). La fidelidad a la nueva alianza, el evangelio del amor es iglesia que había absorbido el mundanismo imperial de Roma),
el criterio de santidad. Jesús fue llevado a la muerte, de hecho, la «liturgia» de los sacerdotes y la «espiritualidad» de los místicos
por haber visto la espiritualidad de este modo (Mt 26, 61). El se separan para siempre. Los sacramentos y el misticismo no pue-
martirio de Esteban (Hech 6, 12-24; 7, 4 7-53) y las primeras den nunca encontrarse si se los arranca de la lucha diaria que la
persecuciones de los apóstoles (Hech 8, 1) se deben a lo mismo. nueva alianza de amor impone a la conciencia cristiana (liturgia
Puesto que la palabra «liturgia» no puede transmitir esta nueva de la vida). Esta es la razón por la cual la teología liberal posvati-
idea cristiana de espiritualidad, el nuevo testamento la evita sal- cana no ha conseguido casarlos.
vo, tal vez, en un par de casos (Rom 15; Fil 2, 17), y sólo una vez La catedral de Chartres nos ofrece la versión escultural de
se la utiliza para designar la adoración colectiva de la asamblea esta dicotomía que se daba por supuesta en la edad media. Las
cristiana (Hech 13, 2), para la que se utiliza de ordinario latría o figuras, delgadas y austeras de los «santos» que se separan de
douleial. este mundo para llegar al Dios de arriba, y las figuras recias,
Así pues, la «liturgia» ha adquirido un nuevo sentido en este rotundas, de los artesanos y campesinos de este mundo (la clase
s. XX, especialmente en la constitución sobre la liturgia del Vati- obrera de la que proviene Jesús) que con el sudor de su frente
cano II. Significa la santidad de la vida cristiana que constituye el mantenienen a la otra «clase descansada» que tiene tiempo y
sacrificio «espiritual» o auto-oblación hecha al Padre por todo el energía para dedicarse a la liturgia y a la contemplación, apuntan
cuerpo de Cristo unido en su Espíritu a su Cabeza (liturgia de la a una idea de la espiritualidad esculpida indeleblemente en las
vida), y expresada eclesialmente a través de los sacramentos, y la catedrales de nuestro inconsciente colectivo. Sólo una teología de
eucaristía muy especialmente (la liturgia como «fuente y cul- la liberación puede salvarnos de esta inversión.
men»). Se aproxima, pues, mucho (aunque no del todo) a la ense-
ñanza del Nuevo Testamento sobre la «adoración cristiana». Re-
cordemos que el bautismo no era, para san Pablo, sólo un rito II. ESPIRITUALIDAD FRENTE A COMPROMISO SECULAR:
sino la unión (mística) con Cristo, un morir y resucitar con él en FOCO EN LA TEOLOGÍA DE LA CRUZ
la vida de cada día. La eucaristía es una acción de gracias que
consiste en el gesto de la alianza de partir, compartir y entregar Investigando la dicotomía que existe entre contemplación y
la propia vida por los demás. El comer suntuosamente mientras acción —la segunda dicotomía— podemos aclarar más aún el pro-
otros se morían de hambre era anti-eucarístico y anti-eclesial: «un blema. Como en el caso de la «liturgia», también aquí hay mucha
pecado contra el cuerpo del Señor» (1 Cor 12, 21-27). Para usar, confusión, debida a un cambio del sentido de las palabras que se
de un modo retrospectivo, tres conceptos modernos, se trataba emplean. En alguna de las primeras espiritualidades, acción signi-
de un misticismo sacramental del compromiso secular (en respues- ficaba la energía mental que inicia los procesos psicológicos que
ta a las exigencias de la nueva alianza de amor) cuyo último ele- llevan a las regiones superiores de la contemplación. En una ter-
mento constituía el foco de los otros dos. Porque tanto el sacra- minología posterior, se los llamó «estadios» (o, más adecuada-
mento como el misticismo son momentos intensivos (uno eclesial mente, «aspectos») ascético y místico de la oración interior. El
y el otro personal) de la vida de auto-sacrifico que se lleva de primero acentúa el elemento de la búsqueda humana de Dios,
acuerdo con el evangelio. mientras que el segundo apunta al elemento pasivo. De este
modo se garantizan tanto la libertad humana (en el primer caso)
1. Cf. P. MacCartin, Theology ofliturgy: Tjurunga: an australian benedictine
cuanto la gratuidad divina (en el segundo).
review 6 (1974), 93-106; 7 (1974) 67-75; 9 (1975) 89-96; 11 (1976), 59-72.
140 La espiritualidad desde una perspectiva de liberación Espiritualidad frente a compromiso secular 141

En la terminología actual —que ha sido usada con fuerza en movimientos carismáticos —. Lo que Ignacio les pedía era que se
las exhortaciones papales a los sacerdotes y religiosos2, la acción dedicasen a los deberes de su vocación en espíritu de auto-sacrifi-
es un ministerio apolítico e intraeclesial que se juzga inefectivo si cio que es, en verdad, un reflejo de la enseñanza neotestamenta-
no va precedido y acompañado también de la contemplación. Evi- ria sobre la adoración cristiana como «sacrificio espiritual» (Rom
dentemente, la «acción» —que debe incluir el compromiso secu- 12, 1-2). ¡Si hay abnegación de sí mismo, decía, no llevará mucho
lar— es más que los apostolados eclesiásticos, mientras que la tiempo el hallar a Dios! Esta doctrina preciosa, tan imbuida en la
noción helénica de «contemplación» que se supone aquí, tiende a traducción mística occidental, es la que hay que recobrar en nues-
comprometer el impulso socio-político de las enseñanzas bíblicas tros tiempos como criterio auténtico de toda espiritualidad genui-
sobre la oración y la adoración. De aquí que hablar de la actual na.
crisis espiritual en términos de este binomio (contemplación y ac- No se puede nunca insistir demasiado en la fundación cristoló-
ción) es, por lo menos, equívoco. Desgraciadamente la «ora- gica de esta intuición, a saber, (a) que en la persona del Dios-
ción», entendida como contemplación, se considera frecuente- hombre Jesús, Dios y el hombre se han reconciliado de tal modo
mente como experiencia-de-Dios, y se opone a la acción que se que forman un solo e indivisible misterio de salvación, (b) que
toma, exclusivamente, como preocupación (concern) por lo hu- esta reconciliación se ha efectuado mediante la «kenosis» de la
mano. ¡El uso de los conceptos geométricos «vertical» y «horizon- cruz, que hace visible y accesible la kenosis inicial de la encarna-
tal» para designar estos dos aspectos, revela la concepción medie- ción, y que por consiguiente (c) el Cristo crucificado proporciona,
val de un Dios que obra verticalmente desde arriba, y de una por así decirlo, un «corto-circuito» entre la divino y lo humano,
persona humana que» está frente a él horizontalmente! ¡No es, de modo que se puede tocar siempre a Dios en el hombre, y
pues, de extrañar que los santos de la catedral de Chartres se alcanzar al hombre en Dios, siempre y cuando uno opte por la
estiren hacia arriba alargándose, mientras que los pobres, de cu- cruz, que es únicamente donde el amor a Dios y el amor al hom-
yos excedentes viven esos santos, están encogidos verticalmente y bre son convertibles. Busca a Dios en total negación de ti mismo
superdesarrollados horizontalmente! Los contemplativos son «es- y tocarás las profundidades de lo humano, propio y ajeno. Y al
pirituales». Los trabajadores y granjeros están absorbidos en revés, entrégate a la liberación humana, sin buscarte a ti mismo,
«preocupaciones materiales». Son los «siervos» que viven de las y habrás experimentado a Dios. Sin la negación de sí mismo tanto
migajas espirituales que caen de las mesas de los «señores» con- la oración como la acción se convierten en ilusiones engañosas, la
templativos. ¡Se trata, ciertamente, de una espiritualidad feudal! introversión ego-céntrica en una parodia de la interioridad, y una
extraversión sin reposo en compromiso político. Hay que poner,
Ignacio de Loyola, que ciertamente fue un contemplativas si- por consiguiente el acento en la dura demanda evangélica de la
mul in actione, efectuó una síntesis llena de sentido que necesita renuncia («negarse a si mismo», y «coger la cruz») como condi-
ser profundizada y ampliada aprovechando la consistencia de la ción sine qua non para el verdadero discipulado, es decir, para la
intuición básica del problema. Ignacio sometió tanto la oración espiritualidad auténtica. La crisis de hoy no consiste en que no se
como la acción al test de la autenticidad, es decir, de la negación ora lo suficiente, —algo que nunca se podrá verificar empírica-
de sí mismo, que es a la vez el síntoma negativo y la prueba mente— sino en que el «mundo moderno», con el que quiere el
positiva del amor auténtico. Toda espiritualidad genuina fluye del Vaticano II que dialoguemos, desea un Cristo ficticio, un Jesús
espíritu de Cristo crucificado (y exaltado). Tanto la contempla- sin cruz, o que le busca donde no se le puede encontrar, o eclipsa
ción como la acción pueden ser viciadas por la búsqueda de uno el mundo real (injusto) en el que él cuelga crucificado, llamándo-
mismo, el negarse veladamente a beber el cáliz de Cristo o a nos a tomar parte en su lucha.
someterse al bautismo de la cruz. Recuérdese lo que decía Igna-
cio a los jóvenes jesuítas que buscaban largas horas de oración Tratemos de dibujar esto usando dos modelos bíblicos: la ex-
—algo que estaba de moda en su tiempo y a lo que se dedicaban periencia de Abrahán de la fe en Dios, y la lucha de Moisés por
tantos como hoy en día se dedican al misticismo oriental y los la justicia para con su pueblo. Esto dos modelos demuestran que
el camino hacia Dios culmina en un pueblo, y que la entrega al
pueblo culmina en la experiencia de Dios sólo en la cruz, donde
2. I. Iglesias, The Contemplative Dimensión in the Writings of Pope John Paul Cristo permanece reconciliando al pueblo de Dios con el Dios
11 Introduction: Ignis 11/1 (1982) 13 ss.
142 La espiritualidad desde una perspectiva de liberación Compromiso secular frente a litugia 143

del pueblo. En Asia estos dos modelos explican bíblicamente los La teología de la liberación ha devuelto la cruz a la Iglesia
dos modelos de «renuncia» propuestos por las religiones gnósticas posvaticana. La acción y la contemplación no se autentizan mu-
y las ideologías socialistas. Estudiemos estos modelos. tuamente, como se cree erróneamente, sino que reciben su au-
En el evangelio de Juan (8, 56), Jesús tiene que admitir que tenticidad de la cruz que se alza sobre los altares que construye
Abrahán le había encontrado en la historia porque «antes de Mammón sobre las tumbas de los pobres de Dios. La verdadera
Abrahán yo ya era» (8, 58). La fe de Abrahán revela la agonía de espiritualidad se basa, por consiguiente, en la trascendencia de sí
una larga búsqueda para entender la voz interna en obediencia a mismo que, según Jesús, consiste en la negación de sí mismo
la cual abandonó su hogar y su patria para lanzarse hacia lo des- que, en último término, se convierte en plenitud de sí mismo
conocido. Abrahán estaba dispuesto a renunciar a todo, incluso a (Mt 16, 25) en y a través del otro. No sólo el otro que permanece
su hijo único, por ese Dios que cada vez se hacía más grande en oculto en el propio «yo» en espera de que se le busque a través
su horizonte, hasta revelarse como el Dios de todos los pueblos. de la oración, sino también eso otro que se oculta en los «otros»
El desprendimiento de Abrahán en obediencia a Dios se ha con- como la víctima-juez de la injusticia humana (Mt 25, 36) que
vertido en un paradigma de la fe. Los cristianos de todos los paí- espera ser servida a través de la acción. Ambos modelos de espi-
ses y tiempos le proclaman «padre-en-la-fe» cada vez que se cele- ritualidad, el abrahámico y el mosaico, convergen al indicar que
bra la eucaristía. Su camino hacia Dios culminó en la fundación se puede encontrar a Cristo como el Dios-hombre en la cruz
de un pueblo, precisamente porque, en su búsqueda, renunció a cuando la búsqueda de Dios y la preocupación humana constitu-
todo y encontró a Jesús en el que la experiencia de Dios empalma yen un solo proceso salvífico, es decir, una empresa de libera-
con el pueblo (peoplehood). ción.
A diferencia de Abrahán, Moisés inició su camino al revés,
desde su entrega al «pueblo», para acabar descubriendo a Dios
proque empezó su camino con un amor que renunciaba a sí mis- III. COMPROMISO SECULAR FRENTE A LITURGIA:
mo. Esta interpretación cristológica del fenómeno de Moisés, está FOCO EN EL HOMBRE JESÚS
claramente enunciada en la carta a los Hebreos. Tanto él como
Abrahán son tomados como los que tuvieron un encuentro con El contraste entre la teología de la liberación de América lati-
Jesús antes de Jesús (pre-Jesús) aunque, por supuesto, con vistas na y la teología progresista posvaticana del patriarcado occidental
a Jesús de Nazaret, el punto privilegiado de la historia en el que reside, también, en cómo se acercan a la tercera dicotomía de
se alza la cruz de Cristo hasta que se instale totalmente el reino nuestra lista, que existe entre la dimensión secular y la dimensión
de justicia y paz. Educado como un no-creyente, Moisés no había sagrada de la vida cristiana.
conocido todavía a Yahvé cuando encontró a Cristo en la cruz de Tomemos conciencia, en primer lugar, de la relación que
la renuncia heroica fruto de la solidaridad con la cruz que sufrían existe entre ambas de acuerdo con la enseñanza normativa del
sus hermanos: Nuevo Testamento. Fijémonos esta vez no en lo que dice un
teólogo latinoamericano, sino en la autoridad de uno de los teó-
Por la fe, Moisés, ya crecido, r e h u s ó set adoptado por la hija del
logos europeos que mejor representa la teología progesista post-
Faraón, prefiriendo ser maltratado c o n el pueblo de Dios al goce
vaticana: Edward Schillebeeckx 3 . En un resumen, inimitable-
efímero del pecado. Estimaba m a y o r riqueza el oprobio del ungido
mente conciso, de la doctrina del Nuevo Testamento sobre «la
que los tesoros de Egipto... ( H e b 1 1 , 24-26).
vida secular como culto» (el título es suyo), analiza la noción
Moisés rehusa el formar parte de u n sistema opresivo y se sale de liturgia desde el punto de vista de Jesús el hombre: «Jesús no
de él para estar con el pueblo oprimido. Esta opción se considera, entregó su vida en una solemnidad litúrgica. En un conflicto
en el Nuevo Testamento, como una opción por Cristo, probable- que, evidentemente, era secular, aunque tenía matiz religioso,
mente porque la renuncia a la propia seguridad le daba autentici- Jesús permaneció fiel a Dios y a los hombres. Y, así, en una
dad. No es pues de extrañar que su «amorra los humanos» culmi-
nase más tarde, en un encuentro cara acara con Yahvé en el
3. E. Schillebeeckx, Dios, futuro del hombre, Sigúeme, Salamanca 31971, 106-
Sinaí. 110.
144 La espiritualidad desde una perspectiva de liberación Compromiso secular frente a litugia 145
coincidencia secular de circunstancias, entregó su vida por los monástico-clerical de la renovación litúrgica prevaticana. En pri-
suyos. mer lugar, una exageración (over-emphasis) sutil del papel de la
«El Gólgota no es una liturgia eclesial, sino una porción de vida jerarquía parece debilitar algo la base bautismal de la liturgia, de
humana: una porción realizada por Cristo como culto. Y allí está
modo que la «liturgia secular» (por emplear la terminología de
nuestra redención».
Schillebeeckx) tiene que participar en la liturgia que parece pree-
xistir en la Iglesia jerárquicamente constituida (¡es decir, en la
Ahora bien, de acuerdo con la interpretación que se da a la iglesia-liturgia de la que habla Schillebeeckx!). En segundo lugar,
carta a los Hebreos, Schillebeeckx piensa que «es posible hablar parece como que la Iglesia, en cuanto pueblo de Dios que conti-
de una liturgia secular». El culto, dice, ha adquirido un nuevo núa el misterio de la humanidad de Jesús al ser el lugar y sujeto
sentido en el Nuevo Testamento, y se nos ofrece una nueva idea de la adoración cristiana, es subordinada a la presencia simbólica
de adoración: «La vida humana experimentada en sí misma como de Cristo en la Iglesia institucional y en la liturgia institucional.
liturgia o adoración de Dios». Porque, «basada en el sacrificio de Aquí oímos, en palabras del concilio, la voz de Odo Casel y tam-
si mismo de Jesús, la vida cristiana en este mundo puede conver- bién, tal vez, la de la Taille.
tirse, ahora, en adoración». De aquí que «el Nuevo Testamento ¿Cómo aparecería todo esto en el contexto de una lucha a
acentúa claramente la adoración secular». Y concluye acertada- vida o muerte por la justicia, en la que la «reunión festiva» y el
mente que «el compromiso del cristiano en un orden social aquí «canto de alabanza» constituyesen los momentos privilegiados de
y ahora, y la oposición cristiana a toda injusticia que rompe la paz fuerza y alegría, una profunda contemplación y una celebración
entre los hombres», no solo son justificables escriturísticamente gozosa de los misterios revelados en la humanidad de Jesús tal
sino que tiene que «experimentarse como esa adoración secular como se le conoce en los evangelios y a través de los encuentros
que requiere la esencia bíblica del cristianismo», en la que ¡«la fe personales con él? ¡En una tal perspectiva (es decir, si uno se
cristiana no es una huida del mundo hacia la liturgia de la Iglesia»! adhiere a la lógica liberacionista con absoluta consistencia), pen-
Parece que Schillebeeckx utiliza aquí la palabra «liturgia» en saríamos que la liturgia de la Iglesia oficial proviene y culmina en
el sentido que le da el Vaticano II, es decir, como «liturgia secu- la liturgia de la vida que es la garantía primaria de salvación/santi-
lar» (i.e. su propia concepción del compromiso secular vivido ficación, y no al revés!
como adoración), y como «liturgia de la Iglesia» o «solemnidad Esta lógica está basada en la primacía que la teología de la
litúrgica» (i.e. su propia descripción de la expresión sacramental liberación da a la humanidad del Jesús histórico y a la subordina-
de la liturgia secular, sobre todo en la celebración eucarística). Y ción de la Iglesia a esa humanidad. No sólo se convierte el adagio
aquí presenta la cuestión crucial que más nos interesa ahora: ¿Es Ubi Ecclesia ibi Christus en el de Ubi Christus ibi Ecclesia sino
el cristianismo simplemente una «solidaridad humana intensifica- que este Cristo, en cuya compañía se encuentra la Iglesia verda-
da» (se está refiriendo, sin duda, a la liturgia secular) o es tam- dera, es percibido claramente como el Cristo encarnado en la
bién un «canto de alabanza» y una «reunión festiva» (la Iglesia-li- historia que continúa estando presente, de un modo «sacramen-
turgia (Church-liturgy), la celebración eucarística especialmente)? tal» en la carne y la sangre de los seres humanos (sus hermanos
l a teología conciliar parece tener una clara respuesta: la Igle- más pequeños) que lloran, si es que no luchan, por el amanecer
sia-liiurgía es la «fuente y culmen» (fons et culmen) de la liturgia del reino de justicia, y no un Cristo, primordialmente gnóstico,
de la vida. El compromiso cristiano, es decir, el vivir el evangelio que está legítimamente presente en una comunidad institucionali-
en espíritu de sacrificio de sí mismo, como sequela Christi, en- zada y con una adoración institucionalizada. La Iglesia ministe-
cuentra su origen y su culminación en la reunión oficial litúrgica rial, por supuesto, está invitada a ofrecer la ocasión de transubs-
del pueblo de Dios que celebra su redención sacramentalmente tanciar esta carne humana y esta sangre, rota y compartida en la
(sobre todo en el canto de alabanza llamado eucaristía en el que lucha p o r la verdadera paz, para que se convierta en la «celebra-
la Iglesia se ofrece a sí misma por El y en El en la unidad del ción de la eucaristía»: el himno de acción de gracias y esperanza
Espíritu como acto de alabanza al Padre). del mismo Jesús. Si ésta está estructurada de tal manera que sea
Este acento en la Iglesia-liturgia como «fuente y culmen» es incapaz de ofrecer esta ocasión —que es lo que significa «Iglesia-
comprensible si se acepta que esta doctrina germinó en el ethos liturgia»— entonces es posible que esté separada ya de su cabeza
146 La espiritualidad desde una perspectiva de liberación Compromiso secular frente a litugia 147

Cristo. ¡Dejaría de ser Iglesia y mucho menos sería «la fons et Iglesia cuando, sobre todo los jesuítas, articularon su teoría y su
culmen» de la adoración secular! La verdadera percepción de Je- práctica, compensando la falta de devociones cristocéntricas en
sús en su dimensión humana lleva a buscar la verdadera liturgia las liturgias clericales del momento que estaban demasiado aleja-
de la Iglesia verdadera. La Iglesia ministerial, al convertirse a das de la gente. ¡El magisterio escuchó a los teólogos en aquel
estas ecclesiolae o «comunidades básicas» en las que Cristo repre- momento, e incorporó la devoción a las que ya tenía, llegando a
senta el misterio pascual en espíritu y carne, «aprende» a ser la publicar una encíclica sobre ella! Si esta devoción ha perdido hoy
auténtica portadora de la presencia de Cristo (ecclesia discens) y día su importancia se debe a que la liturgia, al renovarse la ha
así recobra la autoridad que han perdido (ecclesia docens). Esta hecho redundante.
es la «revolución eclesiológica» que está produciendo la teología Lo que nosotros esperamos es que un proceso semejante tenga
de la liberación al subordinar la liturgia eclesiástica a la liturgia lugar en la Iglesia con respecto al nuevo acento que se pone en la
de la vida. ¡Este fue el estilo de Jesús de construir la Iglesia a humanidad de Cristo como resultado de la praxis de las comunida-
través del calvario, a través de esa hora de vida humana que expe- des de base. ¡Ojalá lo haga suyo el magisterio! Digamos por qué.
rimentó como adoración! Mientras que la teología no liberacionista pudo producir «de-
Para poner de relieve, de un modo audaz, la novedad y el vociones», la teología de la liberación estimula «compromisos»
desafío de la teología de la liberación en este campo, podríamos con Jesús que es Dios-hecho-nuestro-prójimo. Es un giro del Cris-
recordar cómo se reafirma, de cuando en cuando, la humanidad to de la propia contemplación al Cristo de carne y sangre. Aunque
de Cristo en las teologías clásicas de perspectiva no liberacionista. pueda resultar extraño, la devoción clásica al corazón de Jesús
Cada vez que se descuida el elemento humano en la espiritualidad, giraba en torno a la «reparación» del daño que se había hecho a
se eclipsa en teología la humanidad de Cristo. En este momento ese corazón, y eso podía llevar fácilmente a una persona a una
se levantan olas de humanismo secular que penetran el centro inversión psicológica a menos que descubriese que existe, en reali-
consciente de la Iglesia en forma de un «culto al hombre» en el dad, un Cristo capaz de sufrir daños y, por consiguiente, capaz de
sentido supremo de la palabra, es decir, el culto de Jesús, el Dios recibir reparación. La teología de la liberación nos pone en con-
más humano y el hombre más divino. Toda búsqueda de una hu- tacto con ese Cristo cuyo corazón sangrante exige hechos heroicos
manidad liberada coincide con la sed innata del «Dios-hombre» de amor. Un Cristo hambriento, desnudo, enfermo, sin patria,
Cristo. Todo humanismo, al ser «cristianizado» se transfigura, in- rodeado de cadenas sociales (Mt 25, 31-46). Un Cristo que es hijo
mediatamente, en un «movimiento de Jesús» (Jesús movement). de un trabajador (Mt 13, 55). Un Cristo sin un sitio donde nacer
En el tiempo del bajo medioevo, las tendencias no humanísti- (Le 2, 7), en el que apoyar su cabeza (Mt 8, 20) o en el que ser
cas se registraron en una teología que filtraba a Dios a través de enterrado (Mt 27, 60). Un Cristo que es una amenaza para la
las abstracciones escolásticas. Las espiritualidades desencarnadas seguridad de Herodes y que, por consiguiente, es perseguido por
reducían el encuentro Dios-hombre a una fusión mística del alma él (Mt 2, 13-15). Un Cristo calumniado ante los tribunales (Le
humana (sin cuerpo) con el espíritu divino (sin la humanidad de 23), encadenado en el pretorio (Me 15-16), torturado por el ejérci-
Cristo). El juridicismo reducía a las personas humanas a meros to (Mt 27, 30), «criminal» entre criminales (Le 23, 29), víctima del
«sujetos» del Papa. Junto con estas tendencias se ven surgir, tam- fanatismo sacerdotal y del oportunismo político (Mt 27, 15-26)...
bién, las devociones populares a la humanidad de Cristo, devol- Un Cristo que es un líder indeseado (Jn 19, 14-16).
viendo la salud a la Iglesia. Las devociones al Corpus Christi, a la Este Cristo humano responde al humanismo cristiano de nues-
preciosa sangre, a las cinco llagas, etc., constituían una reeduca- tro tiempo que ilumina las raíces ocultas de la deshumanización,
ción de la Iglesia en los elementos básicos del cristianismo. La que propone un modelo alternativo de sociedad en el que la fuer-
devoción franciscana al pesebre y a la cruz nos siguen mantenien- za motivadora JO es la acumulación de provechos (Mammón)
do firmemente implantados en lo esencial. sino el crecimiento humano, y que pormenoriza un proceso de
La devoción al Sagrado Corazón, que tiene su origen remoto discernimiento rio muy distinto del método clásico: identificación
en los escritos de la santas medievales Gertrudis y Matilde, etc., del enemigo, el<cción de la estrategia, y lucha por el reino con
es sin duda el culto a la humanidad de Jesús más extendido y, confianza y esperanza en la gracia. El Cristo que emerge de este
teológicamente, el más discutido. Se le encontró en el seno de la humanismo n o ts, simplemente, el Cristo del viernes santo, que
148 La espiritualidad desde una perspectiva de liberación
6
sólo puede inspirar un mesianismo patológico en cuestiones socia-
les, sin capacidad de humor, sin experiencia estética, y sin intimi-
dad personal, ingredientes todos de un crecimiento humano ge- ¿Ser pobres
nuino. Es, más bien, un Cristo que llama el polvo a la vida, un
Cristo que cura, un Cristo que alimenta a las multitudes, un Cris- como Jesús fue pobre?
to que remueve los estigmas sociales (lepra) y reintegra los expul-
sados en la sociedad. ¡En resumen, un Cristo que lo restaura
todo! Es un Cristo que sufre pero lucha en la esperanza. Un Cris-
to esaltado incluso en la cruz.
¡Ojalá que los teólogos que articulan esta devoción a la huma-
nidad de Cristo y participan en su misterio pascual en la liturgia
de la vida, fuesen oídos con simpatía por la Iglesia oficial como
lo fueron en el caso de las devociones del pasado!

La asociación ecuménica de teólogos del Tercer Mundo


(EATWOT) ha apelado con frecuencia a la Iglesia universal para
que centre su atención en los pobres como polo de referencia de
su teología, y para que haga de los pobres el punto de partida y
de llegada de su espiritualidad, ya que la preocupación de Dios
por los pobres es el tema central de la Biblia en su conjunto '. La
tesis de la EATWOT sobre la espiritualidad se puede resumir en
una fórmula con tres puntos: el cristiano es una persona que ha
hecho una opción irrevocable de seguir a Jesús; esta opción coin-
cide necesariamente con la opción de ser pobre; pero la «opción
de ser pobre» sólo se convierte en un verdadero «seguimiento de
Jesús» en la medida en que es, también, una opción por los po-
bres. El discipulado cristiano, o «espiritualidad», es por consi-
guiente, la coincidencia de estas tres opciones.
La fuerza (teo)lógica de este argumento se deriva de dos axio-
mas bíblicos: el antagonismo irreconciliable entre Dios y la rique-
za, y la alianza irrevocable de Dios y los pobres, en la que el
mismo Jesús es la alianza. Estos dos principios implican que, en
Jesús, Dios y los pobres han formado una alianza contra el enemi-
go común: Mammón. Es esto lo que justifica la conclusión de
que, tanto para Jesús como para sus seguidores, la espiritualidad
no es solo una lucha por ser pobre sino también una lucha por los
pobres.

* Publicado en The way 24 (1984) 186-197.


1. Véase L . Wiedenmann, ed., Herausgefordert durch die Armen. Dokumente
der Oekumenisckn Vereinigung von Dritte-Welt-Theologen, 1976-1983. Freiburg
1983.
150 ¿Ser pobres como Jesús fue pobre? La espiritualidad como lucha por ser pobre 151

lo que hago con el dinero, y lo que el dinero hace conmigo. Lo


I. L A ESPIRITUALIDAD COMO LUCHA POR SER POBRE que me promete y lo que me da cuando me someto a él: seguri-
dad y triunfo, poder y prestigio, logros que me hacen aparecer
La antinomia irreconciliable entre Dios y el dinero (Mt 6, 24), como un privilegiado. Hace que parezca como que tengo un don
o más exactamente entre Abba y Mammón (para usar dos pala- especial para el liderazgo. Puedo experimentar, incluso, la satis-
bras arameas cargadas de pasión y, en ese sentido, intraducibies facción irresistible de ser respetado y buscado como un guía y un
que los evangelios sinópticos sitúan sólo en labios de Jesús), es el gurú, o de ser escogido para ejercer una inmensa influencia en
núcleo vital del mensaje evangélico tal como ha sido desarrollado los demás. Y por supuesto, todo para la gloria de Dios y la salva-
en el sermón del monte. Una intimidad creciente con el primero ción de las almas.
y una constante repulsa del segundo caracterizan toda la misión Fue precisamente este modelo de liderazgo el que ocasionó
de Jesús en la tierra. El es nuestra alianza con Dios. Todo el que una crisis en la fe que Jesús tenía en el Padre, especialmente al
tiene un pacto con Mammón está excluido de la familiaridad con darse cuenta del poder de Dios que surgía de su propia entraña
su Padre porque «nadie puede servir a dos maestros». Al joven cuando curaba con sólo el tacto, pronunciaba palabras vibrantes
rico se le pide que se haga pobre para poder convertirse en un de autoridad, y las muchedumbres se apiñaban en torno suyo.
discípulo (Mt 19, 21). ¿No era él el maestro de Israel, el líder del pueblo, el profeta de
El reino que Jesús predicó —es decir, la salvación que ofre- Dios y, quién sabe, el Mesías esperado?
c i ó - no es para los ricos (Le 6, 20. 24) o por lo menos es Más aún, la imagen del líder carismático había sido deformada
demasiado difícil para ellos a menos que Dios intervenga milagro- hasta hacerla irreconocible, por muchos pretendientes que, como
samente para ayudarles a que renuncien a sus posesiones y entren dice Flavio Josefo, pretendían que Dios reivindicaría su elección
en el reino (Mt 19, 23-26). Si esa era la convicción de Jesús, mesiánica a base de prodigios realizados en la presencia de sus
¿resulta sorprendente que el mero ver que el dinero mancillaba enemigos al modo de los que Dios había hecho cuando Moisés
la religión de su tiempo le hiciese echar mano de la violencia habló con al faraón.
(Jn 2, 13-17)? ¡De aquí que, cuando los fariseos y los saduceos tentaron a
En la literatura ascética cristiana, la palabra «pobreza» signifi- Jesús para que mostrase una señal celeste que probase su elección
ca tanto la renuncia exterior a los bienes cuanto la entrega inte- divina, Jesús se negó a darla acusando a sus tentadores de ser
rior a Dios. San Ignacio de Loyola parece haber epitomizado toda «una generación mala y adúltera» e insinuando, mediante una
la espiritualidad de Jesús en esa palabra. En su vocabulario la alusión a Jonás, que sería revindicado sólo depués de haber sido
entrega de los propios bienes a los pobres, y la entrega de la humillado totalmente delante de sus enemigos (Mt 16, 1-4)! Para
propia voluntad a Dios se expresan, respectivamente, como «po- entonces ya había pasado por lo que se llama «la crisis Galilea».
breza actual» y «pobreza espiritual» (Ejercicios 98, 146, 147). La Su popularidad se había ido esfumando y su soledad era cada vez
pobreza, si se la toma en el sentido dinámico de lucha espiritual más profunda. Había llegado a darse cuenta de que «había fallado
y no en el sentido helénico de virtud estática, es con mucho el en la misión tal y como la había entendido» y había superado
término más global para describir el «ethos» del «acontecimiento la tentación opuesta de meterse dentro de sí mismo a modo de
Jesús». Recupera las propias actitudes de Cristo, sus opciones, y hiperreacción 2 .
sus esquemas de conducta, que son los que configuran la trama Ahora ya ha renunciado a toda esperanza de ver el triunfo
humana de su misión redentora en la tierra. El comprenderlo es inmediato de su misión. No hay modo de que amanezca el nuevo
conocerle. El practicarlo es seguirle. orden de Dios si no muere como víctima del orden mammónico
La pobreza no es, sin embargo, una mera repulsa de la rique- que prevalece. Y empieza a hablar abiertamente de la cruz, no
za, porque Mammón es más que el dinero. Es una fuerza sutil sólo como un destino personal sino como el único sendero posible
que opera dentro de mí, un instinto adquisitivo que me lleva a para los que osan caminar con él hacia el reino. La nueva huma-
convertirme en ese rico alocado que Jesús ridiculiza en la parábo- nidad no puede ¡levarse a cabo mediante el poder y el prestigio,
la del campesino que quería echar por tierra sus graneros para
construir otros mayores (Le 12, 13-21). O también, Mammón es 2. Jon Sobrino, Christology at the Crossroads, New York 93.
152 ¿Ser pobres como Jesús fue pobre? La espiritualidad como lucha por ser pobre 153

sino sólo mediante la mansedumbre, el fracaso, y la humillación. maestro, ahora que estaba empezando a encontrarse con las mis-
La imagen del líder popular da paso a la del siervo sufriente de mas tentaciones que en otro tiempo había experimentado su fun-
Yahvé. «Lo que los hombres estiman es abominable a los ojos de dador.
Dios» dice a los fariseos que «amaban el dinero» y «se rieron de ¿Qué tiene, pues, de extraño el que la Iglesia sea llevada con-
él» por lo que decía respecto a Dios y respecto a Mammón (Le tinuamente por el espíritu al desierto para ser tentada? La pobre-
16, 13-15). za es, a fin de cuentas, una espiritualidad de lucha. En tanto en
Esta nueva visión y esta opción tuvieron que ser renovadas cuanto haya que contar con el poder de Mammón, no faltarán las
varias veces durante su vida (Mt 20, 20-28; Le 9, 51-54; Jn 6, 15; crisis. Pero cada nueva tentación trae consigo un nuevo motivo y
18, 36) y sobre todo en las últimas horas, decisivas, de su misión un nuevo modo de «ser pobres como Jesús fue pobre».
en la tierra (Me 14, 32; Mt 26, 52-53) cuando tuvo que someter Cuando, por ejemplo, muy pronto en su historia la Iglesia dejó
su voluntad al Abba, su Padre. Porque se esforzó por mantenerse de ser un pueblo impotente y se convirtió en una fuerza influyente
libre de toda apariencia de pseudo-mesianismo 3 . en la Roma imperial, el éxodo de los cristianos al desierto en busca
De aquí la pregunta: ¿Pudo alguien, realmente, medir la cali- del verdadero espíritu de Cristo se convirtió en un reto a su triun-
dad e intensidad de la entrega de Jesús al Padre sin tomar en falismo y produjo una crisis de identidad que hombres como Basi-
cuenta su lucha continua con Mammón, es decir las innumerables lio y Benito resolvieron, en parte, a base de mover la experiencia
«tentaciones» de las que él mismo habló sin empacho? (Le 22, del desierto de la periferia de la Iglesia a su centro, de modo que
28). Su pobreza fue verdaderamente un penoso crecer en gracia el monje se convirtiera en un símbolo de la pobreza cristiana.
y sabiduría mediante un discernimiento continuo de la voluntad Igualmente, cuando la sociedad medieval occidental empezó
de Dios cara a esas tentaciones innumerables que algunos teólo- a sentirse desorientada ante la economía mercantilista y la urbani-
gos no vacilarían en llamar «crisis de auto-identidad» 4 , crisis pro- zación creciente, los valdenses dieron lugar a una fuerza centrífu-
vocadas por nuevas demandas del Padre y por estrategias alterna- ga en la Iglesia mediante su comprensible búsqueda de un «Jesús
tivas de Mammón. indigente» fuera de las estructuras eclesiásticas, búsqueda que re-
La pobreza fue, pues, la postura característica de Jesús hacia cibió un impulso centrípeto en el movimiento franciscano. En es-
Dios y hacia Mammón, postura que, sin embargo, no pudieron tos mendicantes la Iglesia recuperó, para sí y para la sociedad en
comprender sus colaboradores más cercanos, incluso después de general, una nueva estructura de la pobreza cristiana.
la resurrección, hasta recibir el Espíritu (Hech 1, 6-8). Porque Cuando san Ignacio de Loyola se adentró en el mundo ecle-
sólo la iniciativa divina podía hacerles «conocer al Hijo» (Mt 11, siástico, Pablo III había formado ya, en 1536, una comisión para
27). Una vez que les fue dado el Espíritu —es decir, una vez que la reforma de la Iglesia. En su agenda, y contra lo que se espera-
adquirieron connaturalidad con el espíritu del maestro— no les ba, no aparecía ninguna preocupación con respecto a los cismas,
costó trabajo reconocer los conflictos que habían modelado la es- herejías, o caídas en el celibato, que no eran más que síntomas y
piritualidad de Jesús. Por medio de un astuto recurso literario los no la enfermedad. La verdadera enfermedad, en este diagnóstico,
evangelistas presentan esa lucha que mantuvo Jesús con Mam- era el abuso de la riqueza que se daba en la Iglesia, el nepotismo,
món a lo largo de su vida en forma de un drama en tres actos que y la simonía, junto con la existencia de una «turba eclesiástica»
tiene lugar en el desierto y su investidura mesiánica en el Jordán debida a la prevalencia de una clase paralela de clérigos que acu-
a raíz de las tentaciones (Mt 4, 1-11 y par.). Esta perícopa de «la mulaban riqueza. Los Ejercicios no carecen de alusiones a estos
triple tentación de Jesús en el desierto» buscaba traer a la memo- problemas. Lo que Ignacio ofreció a la Iglesia no fue tanto «refor-
ria, por contraste, no sólo las tentaciones que sobrevinieron en el ma», o todavía menos «contra-reforma» (que se dejó al concilio
desierto al primer pueblo mesiánico cuando perdió su confianza de Trento) cuanto una «renovación» desde abajo. Llamó a las
con Yahvé y prefirió hacerse un dios de oro, sino también educar tropas de la Iglesia a afianzarse en la espiritualidad del propio
al nuevo pueblo mesiánico —la Iglesia naciente- en el estilo del Jesús, por lo menos en lo concerniente a la pobreza espiritual si
no la material.
Desgraciadamente, la teología que había aprendido no le ayu-
3. I. Ellacuría, Freedom Made Flesh, New York 54-60.
4. Rahner y Duquoc, citados en Sobrino, Christology, 97 y 141, n. 23. de a ver que la pobreza (tanto material como espiritual) era la
154 ¿Ser pobres como Jesús fue pobre? La espiritualidad como lucha por ser pobre 155

espiritualidad básica de todos los cristianos y no un «consejo los Ejercicios espirituales Ignacio confronta al posible seguidor de
evangélico» como el celibato, que es un carisma dado a unos po- Cristo con dos alternativas irreconciliables (que él llama «bande-
cos, y que incluso en el caso de los ministros ordenados, la políti- ras»): la riqueza, el anti-Dios, que echa por tierra el reino me-
ca del «celibato obligatorio y la pobreza opcional» era exactamen- diante el orgullo que proviene de la vanagloria, o la pobreza, el
te lo contrario de lo que Jesús había pretendido. A pesar de ello, anti-Mammón que construye el reino mediante la humildad que
Ignacio hubiera estado de acuerdo, sin duda, con la famosa inter- es fruto de las humillaciones (Ejercicios, 135-147). El que «lo
vención de Theo Van Asten en el Sínodo de 1971: grande es feo y lo pequeño bello» aparece contrastado nítidamen-
te en su gráfica descripción de Lucifer promoviendo en Babilonia
¿Cómo es que la Iglesia pide a los sacerdotes que renuncien a formar la primera alternativa y Jesús abogando en Jerusalén por la se-
una familia y no les pide también que renuncien a los honores y a los gunda. Esos fueron también los dos modelos de liderazgo mesiá-
títulos, incluso los eclesiásticos, así como a la búsqueda de bienes nico que bajo diversos disfraces tuvo que afrontar Jesús a través
mundanos? Después de todo, en los evangelios existe una escala de del desierto total de su vida y muerte.
valores que hay que respetar5.
Aquí conviene sacar algunas lecciones de lo dicho hasta ahora,
En los evangelios el adversario de Dios no es el sexo o el con vistas a la segunda parte de este capítulo. Lo primero que
matrimonio, sino Mammón. De ahí que sea la pobreza, y no pri- hay que hacer notar es que Ignacio, que no es teólogo ni exegeta,
mariamente el celibato, la que garantiza una «devoción indivisa a ha captado, sin embargo, de un modo acertado la espiritualidad
Dios». Tanto el celibato como el sexo pueden perder su relativi- de Jesús que la exégesis moderna confirma casi al pie de la letra 7 .
dad y sacramentalidad y convertirse en objetos de un culto idolá- El secreto está en su método. En su contemplación trató de cono-
trico. Y ambos puede ser corrompidos por Mammón. cer a Jesús para seguirle, y en su pobreza lo siguió para conocerlo.
Incluso en la cultura india, en la que la renuncia al matrimo- En segundo lugar, Ignacio nos conservó la visión antigua de
nio es la señal suprema de santidad, no se admite que los célibes la espiritualidad como pobreza, y de la pobreza como lucha, sin
sean personas de Dios si también son personas con medios econó- caer en el dualismo maniqueo ya que, incluso en su estructuración
micos. Gandhi, por otro lado, padre cuatro veces, fue «canoniza- mitológica del demonismo, la elección concreta tiene que ver con
do» prácticamente por las masas indias por haber renunciado a la pobreza y la riqueza, e incluso entonces la victoria de los que
todos los bienes materiales y a todo confort por Dios y el pueblo. hacen la segunda opción está asegurada. Ignacio refino, además,
Las masas eran analfabetas y no podían haber leído su admisión la idea de la lucha en sus «reglas para discernir» en las que se
de que, después del cuarto hijo, tanto él como su mujer habían exponen, con una claridad introspectiva insuperada en la historia
prometido continencia sexual. Pero incluso los pocos que lo leye- de la espiritualidad cristiana, las sutiles maniobras del «enemigo
ron no tuvieron ninguna dificultad en admitirlo. Lo que le hacía de la natura humana» tal y como aparecen en las zonas más finas
creíble eran las otras formas de renuncia, su «pobreza material». del espíritu humano. Pero estas reglas se limitan tan sólo a los
Porque la castidad no es visible sin sus frutos, que no puede pro- campos de batalla de la esfera intrahumana. En el nivel interhu-
ducir si no va acompañada de la pobreza. ¡Castidad sin pobreza mano todos hemos sucumbido al enemigo. Mammón, al que algu-
es soltería cómoda! ¿No era ésta, también, la queja de san Am- nos teólogos (occidentales, no latino-americanos) han apodado,
brosio 6 con respecto a las vestales? con gran acierto, capital* interviene, en el reino de Dios no sólo
como un impulso psicológico sino como una fuerza sociológica
Ignacio nunca confundió a Mammón con su sombra. No se gigantesca que nos separa no sólo de Dios sino también de los
enredó en ninguna lucha inútil con un imaginado enemigo de demás por medio de un orden social que se alimenta de la coexis-
Dios (tal como «la materia» o «el mundo», «el matrimonio», «la
mujer») como hicieron los encratitas antes que él o los jansenistas
después (jansenistas de los que se dice que eran puros como ánge-
les y soberbios como demonios). En el momento más decisivo de 7. Cf. S. Lyonnet, The Meditation on the Two Standards and Its Scriptural
Foundation en T. A. Burke, Program to Adapt the Spiritual Exercises. N. J. sin
fecha.
5. Tablet 30 oct. (1971) 1060. 8. R. B. Y. Scott y G. Vlastos, eds. Towards the Christian Revolution.
6. Epístola XVIII, 11-12. (PL 16, 975). London 1937, 104.
156 ¿Ser pobres como Jesús fue pobre? La espiritualidad como lucha por los pobres 157

tencia del deseo y el derroche. Hacen falta nuevas cualidades sa de los padres de la Iglesia (Crisóstomo, Jerónimo, Ambrosio,
para discernir cómo disminuir el derroche de los que tienen (la Agustín) de que si existen los pobres es porque otros han adquiri-
lucha por ser pobre) y cómo eliminar el deseo (la lucha por los do o heredado «más», y que este «más» no deja de ser propiedad
pobres). robada hasta que se comparte con los pobres l0 . Si esto es así,
entonces la observación de Boff de que «la pobreza se cura con
la pobreza» tiene profundas raíces en la tradición.
II. LA ESPIRITUALIDAD COMO LUCHA POR LOS POBRES Me alegra que también éste sea el «evangelio secular» predica-
do por el instituto internacional de Estudios Sociales de la OIT de
Todo modo de hablar de la «pobreza» puede llevar a la confu- Ginebra. Su director, Albert Tevoedjre, en un libro que se titula,
sión si no se respeta la naturaleza polisémica de la palabra. Leo- curiosamente, «La pobreza: riqueza de los pueblos» n (evidente-
nardo Boff le asigna, por lo menos, cinco sentidos 9 . Yo creo que mente una respuesta al libro clásico de Adam Smith) define la
el análisis final muestra que se dan sólo dos aspectos básicos: la pobreza como el «estado de alguien que tiene lo suficiente sin
pobreza voluntaria de la que he hablado hasta ahora, y la pobreza que le sobre nada» y sugiere que sólo esa pobreza puede erradicar
forzada de la que voy a tratar ahora. La primera es la semilla de las desigualdades que existen actualmente, siempre que, por su-
la liberación; la segunda el fruto del pecado. El reino de Dios puesto, las naciones pobres formen un contrato solidario con vis-
puede verse en función de la práctica universal de la primera y, tas a esta lucha.
consiguientemente, de la eliminación de la segunda. Dejando aparte la economía, existe una base cñstológica para
Acentúo el consiguientemente. Al rico que busca la vida eterna esta dotrina. No me estoy refiriendo a ningún sueño sociológico
- e s decir, a D i o s - se le pide que renuncie a Mammón de tal o a un principio puramente ético, sino a una espiritualidad especí-
modo que los pobres se beneficien de su renuncia (Me 10, 21). ficamente cristiana que nos exige un salto de fe.
La pobreza voluntaria es un requisito indispensable para un orden Con otras palabras, existe una «factor crístico» por el que la
justo de la sociedad en el que la pobreza forzada no tenga dere- pobreza (dejar el «más») se orienta intrínsecamente a la liberación
cho alguno a existir. Tal fue el reino que predicó Jesús. De hecho de los pobres. Porque Dios, en su mismo Yo, habiendo optado
su precursor, al preparar a la gente para su venida, les invitó a por nacer en Jesús el hijo (2 Cor 8, 9; Fil 2, 6-8), ha establecido
compartir con los que no tenían nada los vestidos y la comida que como cuerpo de Dios un pueblo nuevo compuesto de dos catego-
les sobraba. ¿No fue porque el derrochador se negó a compartir rías de pobres: los pobres por «opción» que son los seguidores de
incluso lo que le sobraba por lo que Lázaro se quedó con hambre Jesús (Mt 19, 21) y los pobres «de nacimiento» que son los delega-
hasta su muerte? (Le 16, 19-31). La pobreza que se impone de tal dos (proxies) de Cristo (Mt 25, 31-46). Con otras palabras, la lu-
manera a nuestros hermanos y hermanas es un mal, cuya desapa- cha por ser pobre no puede reconocerse como una espiritualidad
rición Jesús hizo depender de los ricos. Dicho de otro modo, se cristiana si no está inspirada en los siguientes motivos: seguir a
llama a los que nadan en la abundancia a ser pobres para que Jesús que fue pobre entonces, y servir a Cristo que es pobre ahora.
desaparezcan éstos. Una consecuencia clara de este «factor crístico» es la siguiente:
La riqueza es, por consiguiente, un mal sólo cuando se la acu- los pocos que renuncian a sus posesiones no están «fundados y
mula. El pan, también, es un «pecado contra el cuerpo del Señor» enraizados en Cristo Jesús» si los muchos que no tienen posesiones
si se lo consume mientras otros pasan hambre (1 Cor 11, 21. 27). a las que renunciar no sacan beneficio de tal renuncia. También
Pero cuando se parte y comparte, lo que se consume es su cuerpo esta interpretación de la pobreza evangélica tiene unas raíces anti-
y en él nos convertimos. También la riqueza, si se la distribuye guas y nos ha sido transmitida a través de una serie de santos que
«de acuerdo con las necesidades de cada uno de manera que ya han vencido la tentación de cualquier otra interpretación.
no haya necesitados» (Hech 4, 34-35) deja de ser Mammón y se
convierte en un sacramento. De aquí brota la doctrina escandalo-
10. Para citas, referencias y comentarios, cf. J. P. Miranda, Marx y la Biblia,
Sigúeme, Salamanca 1972, 37-38.
11. Boff, a. c.
9. L. Boff, Pelos pobres e contra pobreza: Convergencia (mayo 1979) 232-237. 12. OA. Tevoedjre, Poverty, wealth ofnations, Oxford 1978.
158 ¿Ser pobres como Jesús fue pobre?
La espiritualidad como lucha por los pobres 159
La tradición anacoreta, tal como aparece en la Vita Antonii
basada en las narraciones de llamada (especialmente Mt 19, 21), Este es, también, el «círculo hermenéutico» de teoría y prácti-
nunca patrocinó una renuncia a las riquezas que no fuera en favor ca que anima a numerosas comunidades de base que surgen en
de los pobres. Fueron los cenobia de Pacomio los que introduje- los márgenes de la Iglesia, especialmente en el Tercer Mundo.
ron la peligrosa costumbre de permitir a los candidatos donar lo Hay, sin embargo, una diferencia que las separa de las comunida-
que tenían a las comunidades en las que entraban. No solamente des religiosas tradicionales en la Iglesia. Como paradigmas del
no se beneficiaron los pobres de ello sino que los «renunciantes» futuro, estas comunidades proyectan una imagen de pobreza ele-
se encontraron protegidos por una seguridad institucional. Hasta gida que va más allá del límite simbólico de su propio experimen-
el trabajo manual, que al principio se introdujo para asegurar un to y se extiende hasta el nivel de la justicia internacional. Perci-
estilo de vida pobre, pronto se convirtió en una acumulación de biendo a Mammón como algo más que las afecciones desordena-
superávit, dando al traste con lo que se había pretendido. El re- das que se detectan mediante un discernimiento introspectivo,
medio de san Basilio fue la comunidad pequeña que apenas se consideran que el escándalo colosal de la pobreza es fruto del
ganaba la subsistencia porque, como mantuvo acertadamente, lo ansia institucionalizada. El mismo Ignacio, en su meditación de
que pertenece a los que están dedicados a Dios pertenece a Dios las «dos banderas», no dejó de apuntar al modo seductor con que
y por consiguiente hay que darlo a los pobres ". el sistema mammónico es anunciado «en todo el mundo sin omitir
provincias, lugares, estados, o personas en particular» (Ejercicios,
En este contexto, el tantas veces citado experimento de Jeru- 141) y, añadiría, en todas las instituciones, religiosas o seglares.
salén (Hech 4, 32-37) puede ser tan desorientador como estimu- Este es el problema que convocó a monjes de oriente y occidente
lante. No hay duda de que fue un esfuerzo simbólico, como lo en Kandy para el congreso centenario benedictino de 1980. El
han sido tantos otros a través de los siglos. Incluso si el experi- veredicto fue unánime. Aunque es primordialmente en la oración
mento hubiese faííado todavía diríamos que habría valido la pena. contemplativa en donde se escucha el grito del pobre, sigue exis-
Hacen falta muchos pequeños esfuerzos para crear «sacramentos tiendo «la necesidad de emprender un estudio serio, e incluso
del reino» en los que «nadie reclame como propio lo que tiene, científico, de las causas de la pobreza y de los varios mecanismos
porque todo se tiene en común» (Hech 4, 32), repetidos a lo que la producen». Y esto porque «la pobreza es fruto de estructu-
largo de la historia, para poder hacer mella en la conciencia hu- ras sociales pecadoras y opresivas, de corrupción en algunos paí-
mana. ses, y de un orden económico internacional injusto» 15. El mero
Pero este experimento no justifica, de ningún modo, una pro- auto-análisis, por consiguiente, no es suficiente para discenir las
piedad colectiva de la riqueza que se limite a los miembros de la estrategias contemporáneas de Mammón. El análisis social tiene
comunidad y en la que no se incluyan en la política de participa- que complementarlo. Esto es algo difícil de refutar cuando la his-
ción los derechos de los necesitados que están fuera de la comuni- toria nos muestra tantas instancias de ascetas individuales que
dad. Una llamada a la probreza individual y colectiva a expensas viven sin problema en una situación socialmente pecaminosa. Los
de la pobreza material y espiritual es un intento vano de seguir a budistas nos proporcionan un ejemplo que tiene muchos paralelos
Jesús, el hombre pobre, sin servir a Cristo en los pobres. Francis- en la historia cristiana. Los monasterios de Mongolia practicaron
co de Asís, que mantuvo los dos ideales unidos, «cambió el voto la propiedad en común de terrenos inmensos. ¡A pesar de la vida
de compartir los bienes por un voto de pobreza que obligaba a disciplinada que llevaban en sus celdas, no se dieron cuenta de lo
todo el grupo y no meramente al individuo» 14. incongruente de su poder económico hasta que los marxistas les
Este es, de hecho, el método ignaciano al que hice alusión en obligaron, por así decirlo, a practicar la pobreza «voluntaria» a
el apartado anterior. Es la dialéctica de conocer a Cristo y seguir fin de aliviar la pobreza real de los campesinos!
a Jesús en y a través de la práctica de la pobreza. No es éste el único caso en la historia en la que un grupo
religioso, ligado por el voto de pobreza, ha tenido que esperar un
cambio violento para empezar a practicar lo que el sentido común
y su propio instinto religioso les había dicho siempre. Una razón
13. J. M. Lozano, Discipleship: towards an understanding of Ufe, Chicago
1980, 173-74.
14. tbid., 177. 15. Declaración final: Debate 7 (1980) 121.
160 ¿Ser pobres como Jesús fue pobre? La espiritualidad como lucha por los pobres 161

es que la percepción sociológica de la pobreza —ya sea pobreza ten explotar a los pobres para nuestra realización personal. ¡La
abrazada voluntariamente o impuesta estructuralmente— no se fuente de esta explotación podría ser, una vez más, el dinero que
ha asimilado suficientemente en las tradiciones religiosas de la nos llega «para los pobres»!
humanidad, por no hablar de la comprensión tradicional de la Cualquiera que ose estar con Dios al lado de los pobres tiene
«espiritualidad» que ha tenido la propia Iglesia. que renunciar a toda esperanza de ser un héroe. La bandera que
Esto no quiere decir que el magisterio no se haya esforzado Jesús ofrece como señal de que la victoria está asegurada es el
por integrar la «lucha por ser pobre» con la «lucha por los po- destino de los criminales: la cruz. El discípulo no es mayor que el
bres». Pablo VI se movió en esa dirección en su Evangélica testifi- maestro. Si el maestro es la víctima-juez de la opresión (Mt 25,
catio cuando declaró que la pobreza evangélica llevaba consigo la 31-46), los discípulos también tienen que convertirse en víctimas
obligación de despertar la conciencia humana a las demandas de del orden actual o, si no, no tienen ningún derecho a denunciarlo.
la justicia social mediante el compromiso y la solidaridad con (la La lucha por los pobres es una misión que sólo se confía a los que
lucha de) los pobres (n. 18) y también la obligación de llamar a son o se han hecho pobres.
los ricos a actuar responsablemente en relación a los necesitados
n. 20) ,6 .
Cualquiera que defina la espiritualidad como una búsqueda
de Dios (y estoy de acuerdo con ello) no debe perder de vista los
dos axiomas bíblicos que se han mencionado al comienzo de este
capítulo. Si se percibe la antinomia Dios-Mammón dentro de la
alianza de Dios con los pobres —es decir, dentro de la parcialidad
de Dios por los oprimidos que (de acuerdo con las reglas para
discernir las estructuras pecaminosas) son el desperdicio de la plu-
tocracia que acumula las riquezas de este mundo— entonces un
Dios neutral sería injusto y violaría la propia alianza de Dios.
Tenemos más bien, un Dios que asume la lucha de los pobres
como propia, de modo que se convierte en la lucha divina por los
pobres, la lucha emprendida por Dios contra los orgullosos, los
poderosos, y los ricos (Le 1, 51-53). Nos hacemos uno con Dios
(¿no es este el objetivo de todo misticismo?) en el grado en que
nuestra pobreza nos lleva a apropiarnos el interés de Dios por los
pobres como nuestra propia misión.
Dejemos que, también aquí, las tentaciones de Jesús nos sir-
van de guía. Purifiquemos nuestra mente del modelo exhibicionis-
ta de mesianismo social por el que nos convertimos en héroes del
altruismo a expensas de los pobres. Lejos de ser los pobres los
sujetos de su propia emancipación, permanecen perpetuamente
como objetos de nuestra compasión gracias a nuestra caridad or-
ganizada, o como instrumentos de nuestra auto-glorificación gra-
cias a nuestras «luchas organizadas». Una simbiosis de teorías psi-
cológicas resulta aquí imperiosa. Un análisis introspectivo nos lle-
va a cuestionar la sinceridad de nuestro compromiso social a la
luz de un análisis de las estructuras que tan fácilmente nos permi-

to. AAS 62 (1971) 497-526.


7
Los límites de aplicación
de los modelos de inculturización
occidentales al Asia no semítica

Si san Pablo hubiese fundado una Iglesia en Benarés, Bang-


kock o Beijing y hubiese escrito una carta a los cristianos de allí,
tendríamos alguna norma o tipo de tradición apostólica a seguir a
la hora de forjar nuestra identidad eclesiástica en las culturas no
semíticas de Asia. Aun concediendo que la Iglesia de los primeros
tiempos tuvo algún tipo de experiencia parecida en el caso de
«los cristianos de santo Tomás» en Kerala o de los nestorianos
del Asia central, el caso es que las doctrinas y opiniones articula-
das como tradición autoritativa de la Iglesia primitiva nacieron,
casi exclusivamente, de su encuentro con el mundo semítico y
greco-romano y no con la religiosidad chino-india. La mayor par-
te de las Iglesias de Asia no tienen ningún precedente que seguir.
Están obligadas a crear algo nuevo cuya ortodoxia no se puede
medir de acuerdo con los modelos que existen.

I. MODELOS GRECO-ROMANOS QUE NO SE APLICAN A ASIA

La europeización del cristianismo que acompañó a la cristiani-


zación de Europa, es, por sí misma, un paradigma excelente de
indigenización. Aparecen aquí, por lo menos, cuatro líneas de
tradición que se pueden clasificar del modo siguiente:
1. El modelo latino: encarnación en una cultura no-cristiana.
2. El modelo griego: asimilación de una filosofía no-cristiana.
3. El modelo de Europa del norte: acomodación a una religio-
sidad no-cristiana.
4. El modelo monástico: participación en una espiritualidad
no-cristiana.
164 Los límites de aplicación de los modelos de inculturización Modelos greco-romanos que no se aplican en Asia 165

Al anotar estos modelos hemos seguido un orden ascendente El término mismo de «inculturización», que es de origen e
de importancia de acuerdo con su importancia para Asia. Lo más inspiración romano-católica, está basado en esta dicotomía latina
curioso es que, desde De Nobili y Ricci, los ejemplos clásicos que entre cultura y religión en el sentido de que puede significar (y
se dan en favor de la inculturización son los dos primeros que, a con frecuencia significa) la inserción de «la religión cristiana sin
nuestro juicio, son los menos aplicables al Asia actual. Tenemos (minus) cultura europea» en una «cultura asiática sin (minus) reli-
cuatro razones para decir esto. gión no-cristiana». Esto es inconcebible en el contexto surasiático
En primer lugar, la «teología de las religiones» que rezuma la al que hemos aludido. Lo que sí parece posible, y probablemente
tradición latino-helenística además de ser incompatible con la necesario, no es la inculturización sino la 'enreligionización' de
perspectiva del Vaticano II no ayuda a Asia. La tradición patrísti- la Iglesia. Comprendo que esta expresión puede resultar ofensiva
ca, tal vez por razones válidas, era consistentemente negativa en a la sensibilidad latina. Incluso un teólogo tan erudito y progresis-
su valoración de las otras religiones'. A juicio de los Padres, sólo ta como Congar que, con la probidad que le caracteriza, se es-
la cultura de Roma y la filosofía de Grecia merecían ser asumidas fuerza sinceramente por evaluar la estructura teológica de indios
por la Iglesia, es decir eran capaces de ser redimidas por Cristo como Amaladoss y Panikkar con su insistencia en un cristianismo
de la garra diabólica de la religión pagana. De aquí que parezcan hindú en vez del cristianismo indio, no vacila en advertirnos del
haber iniciado una «teología de Cristo contra la religión» que do- «peligro sutil y real» de sincretismo y de la «contaminación» (sic!)
minó el pensamiento cristiano durante siglos (sin excluir a De de la fe cristiana por la religión no-cristiana 6 . ¡Estos teólogos in-
Nobili y Ricci), probablemente hasta que algunos indios (tanto dios y sus colegas del oeste están trabajando con dos paradigmas
cristianos como hindúes) sembraron, en el último siglo, las prime- distintos!
ras semillas de una «teología del Cristo de la religiones»2. Esta En tercer lugar, el modelo greco-romano ha legado a la Iglesia
teología ha aparecido, de una forma mitigada, en los documentos lo que, en otra parte, he llamado 'teoría instrumental' de la incul-
del Vaticano II y está siendo desarrollada en los escritos de los turización que se da por supuesta en la teología occidental 7 . La
papas recientes 3 . filosofía griega fue arrancada de su propio contexto religioso y
En segundo lugar, la separación de la cultura y la religión obligada a servir a la religión cristiana como instrumento de ex-
(cristianismo latino) y de la religión y la filosofía (cristianismo presión doctrinal, es decir como ancilla theologiae —una imagen
helénico) tiene poco sentido en la sociedad asiática. En el contex- medieval que ya había utilizado Clemente de Alejandría y que
to del sur de Asia, por ejemplo, la cultura y la religión son facetas fue utilizada, en su forma clásica, por Pedro Damiano en su inter-
interpenetrables de una soteriología indivisible que es tanto una pretación alegórica de Dt 21, 10 ss 8 . En este pasaje escriturístico,
visión de la vida como un camino de liberación. Se trata de una Dios ordena que el israelita que vea a una bella mujer entre los
filosofía que es básicamente una visión religiosa, y de una religión enemigos que se han capturado, puede tomarla por esposa en
que es una filosofía de la vida 4 . tanto en cuanto pueda servirle. La conquista de otra religión, y la
captura de la bella filosofía para que sirva a la propia religión

1. Cf. A. Luneau, To help dialogue: The fathers and the non-christian reli-
gions: Bulletin of the Secretariate for non-christians 1 (1968) 14. 5. En un cuidadoso estudio sobre el origen y significado de la palabra «incul-
2. Una nota histórica respecto a esto se puede encontrar en A. Pieris, Der turización», F. Clark, Making the gospel at home in the asian cultures: 13/3 (1976)
Ort der nichtchristlichen und Kulturen in der Entwicklung einer Theologie der drit- 131-149 piensa que el padre J. Masson fue uno de los primeros en introducir la
ten Welt», ZMR 4 (1982) 243-245. 249-253. palabra en la misionología contemporánea.
3. En La Iglesia -los no-cristianos- los monjes, Simón Tonini muestra que 6. Y. M. Congar, Evangelizazzione e cultura, Roma 1973, 83-103.
con la creciente atención de los papas a otras religiones crece también su apertura 7. Cf. A. Pieris, Western christianity and eastern religions. (A theological rea-
a las mismas pasando de la mera condescendencia a una admiración positiva y sin ding of histórica! encounters): Cistercian studies 1 (1980) 50-66; 2 (1980) 150-171.
reserva. 8. Así lo indica W. Pannenberg, Theology and philosopahy of science, Lon-
4. Cf. capítulo 2 de esta obra. don 1976, 10.
166 Los límites de aplicación de los modelos de inculturización El modelo de cristianización del norte de Europa 167

constituyen la política básica que creó la tradición académica de tualidad que está atravesando el oeste poscristiano a lo largo y a
la teología occidental. lo ancho.
En el contexto asiático, esta política es, por lo menos, impro- La fiebre de inculturización aparece, en este contexto, como
ductiva. Arrancar a la filosofía de su contexto soteriológico es un último esfuerzo desesperado por dar una fachada cristiana a
privarla de vida. El emplear una filosofía muerta para construir una Iglesia que no acaba de echar raíces en Asia porque no se
un sistema de doctrina cristiana es una proeza intelectual que, a atreve a romper la maceta greco-romana en la que ha vivido du-
lo más, sólo puede satisfacer a la persona que se dedica a tal rante cuatro siglos como un bonsai. No es, pues, extraño que los
ejercicio. El tratado de David Snellgrove sobre la «teología del no cristianos se muestren tan recelosos del movimiento de incul-
budismo» es una explendida ilustración de lo dicho 9 . turización como se muestran escépticos algunos de los teólogos
Si este modo griego de «instrumentalizar» la filosofía no resul- de la liberación 11 .De hecho un budista, al dar voz a la amplia
ta productivo en Asia, la práctica latina de «instrumentalizar» la reacción de alguno de sus correligionarios, ha puesto en tela de
cultura no cristiana para que sirva al cristianismo puede ser ver- juicio la bona fides de la iglesia del modo siguiente:
gonzosamente contraproductiva al convertirse, como lo hace, en
una especie de «vandalismo teológico» contra el que ya previni- Lo que se llama indigenización... parece ser un problema de táctica
mos a los teólogos asiáticos hace años 10. Hay noticias que confir- más que de aprecio y admiración por las cosas indígenas. Dicho de
man nuestro miedo. ¡Recientemente los budistas de Tailandia otro modo, parece ser un camuflaje al que se recurre con vistas a
han reaccionado con indignación contra la Iglesia por haber usur- romper la unidad de los budistas sensibles, y a proselitizarlos usando
pado sus símbolos para uso cristiano! La inculturización de este los amplios recursos finacierons de la Iglesia. Se puede comparar
tipo sabe a un desprecio irreverente de la matriz soteriológica del esto con la táctica del camaleón que se adapta al color del medio
simbolismo religioso no-cristiano y se presta a ser interpretada para engañar a su presa12.
como una forma disimulada de imperialismo.
La cuarta y última razón por la que el modelo greco-romano
de inculturación tuvo éxito en Europa pero fracasó en Asia es II. E L MODELO DE CRISTIANIZACIÓN DEL NORTE DE EUROPA:
que las circunstancias históricas que encontró la Iglesia en su pri- DEMASIADO TARDE PARA ASIA
mera fase mediterránea se distinguen drásticamente de las de
Asia en el siglo XX. Dado el contexto sociopolítico de los prime- Si los primeros siglos de cristianismo no apuntan en la direc-
ros siglos, cuando la religión imperial de Roma estaba en deca- ción en la cual la Iglesia se puede «sentir en casa» en Asia, la
dencia y el cristianismo en ascendencia, el modelo greco-romano experiencia de la alta edad media parece ofrecer, por lo menos,
resultaba un modelo posible, e incluso justificable, de indigeniza- una analogía útil para entender el contexto asiático. Hasta qué
ción. De hecho, a través de la inculturización fue como la Iglesia punto se puede aplicar el tercer modelo a Asia, es harina de otro
salvó a la cultura greco-romana de ser sepultada en los archivos costal.
délos arqueólogos. Los términos de la comparación son las sociedades de tipo
Pero el caso de Asia es exactamente lo contrario. La religión clan del norte de Europa de la alta edad media, y las sociedades
imperial que se encuentra ahora en crisis es el cristianismo colo- tribales que todavía sobreviven en Asia. Su cultura, en cada caso,
nial, mientras que es la religión que se llama «pagana» la que se puede describir como básicamente religiosa, y su religiosidad
está recuperando su vitalidad, no solo como fuerza sociopolítica como esencialmente cósmica, una palabra que voluntariamente
que articula el ego nacional de alguna de las naciones descoloni- empleamos en lugar del «animismo» de los antropólogos. Se la
zadas, sino también como una corriente contemporánea de espiri- emplea en contraste con las religiones metacósmicas que postulan

11. Las razones de este escepticismo pueden verse en A. Pieris, Asia's non-se-
9. D. Snellgrove, Traditional and doctrinal interpretation of buddhahood: mitic religions and the mission of the local church: The Month 3 (1982) 83-85.
Bulleton of the Secretariate for non-christians 1 (1970). 12. G. Vitanage, The new look with a note: A comment on Fr. Mervyn Fer-
10. Cf. capítulo 2 de esta obra. nando's article on 'Is adaptation outmodel': Quest 3 (1969) 33-34).
168 Los límites de aplicación de los modelos de inculturización El modelo de cristianización del norte de Europa 169

la existencia de una realidad transfenoménica que opera inma- tipo que quedan en Asia hoy día, porque las otras religiones han
nentemente en el cosmos y que es soteriológicamente asequible a precedido al cristianismo hace siglos y han conseguido ya ese tipo
la persona humana, ya sea a través del ágape (amor redentor) o de inculturización que el cristianismo consiguió, con tanto éxito,
de la gnosis (conocimiento redentor). Tales serían la fe judeo-cris- en Europa. Las creencias deva del sur de Asia, la religión Bon
tiana que es agapeica, y las formas monásticas del budismo, el del Tibet, el culto Phi de Tailandia, Laos y Campuchea, el confu-
hinduísmo, y el taoísmo que son gnósticas. cionismo (más la veneración de los antepasados) del Vietnam,
Para seguir con la comparación entre el prototipo europeo y China y Corea, la adoración Kami del Shintoísmo japonés etc.,
el contexto asiático actual, es necesario presentar aquí un axioma son religiones cósmicas que aportaron un suelo muy fértil a las
antropológico fundamental, a saber, que estas dos clases de reli- grandes religiones monásticas para echar hondas raíces en el
giosidad (cósmica y metacósmica) se relacionan mutuamente ethos asiático. La historia muestra, y la sociología justifica, el
como naturalmente complementarias. De hecho, una religión me- fenómeno de que una religión metacósmica que se encuentra ya
tacósmica (ya sea agapeica o gnóstica) no puede estar firmemente inculturada en una sociedad ciánica, no puede ser desalojada por
enraizada (i.e. inculturizada) en las sociedades tribales si no es otra religión metacósmica a no ser que se eche mano de la coer-
en el contexto de su religiosidad cósmica. Y al contrario, una ción, es decir, de medios irreligiosos de conversiones en masa 14 .
religión cósmica es una espiritualidad abierta que espera una Todo esto quiere decir que el cristianismo en Asia ha entrado
orientación transcendental de parte de una religión metacósmica. demasiado tarde en escena salvo, tal vez, en el caso de las Filipi-
No se trata, por consiguiente de sustituir la una por la otra, sino nas y de algunas sociedades tribales de la India y del sureste de
de complementarse de manera que formen una soteriología bidi- Asia en las que permanecen intactas las religiones cósmicas. De
mensional que mantenga una sana tensión entre el ahora cósmico aquí que el tercer modelo de inculturización resulte vetusto en la
y el más allá metacósmico. mayor parte de Asia.
¿No fue, acaso, ésta la forma de inculturización que hizo sen- Se puede decir, por consiguiente, que todo el que piensa en la
tirse al cristianismo «en casa» no sólo en la Europa del norte sino inculturización no como una expansión eclesiástica dentro de las
también en el sur, donde fluía la savia de la religiosidad cósmica culturas no-cristianas sino como un forjarse una identidad eclesial
bajo el barniz de la civilización latino-helénica? Este hecho ha indígena dentro de las perspectivas soteriológicas de las religiones
sido confirmado de un modo indirecto por la tesis, muy persuasi- asiáticas, se encuentra en la dirección debida. Indiquemos aquí
va, de Jean Delumeau de que tanto la reforma como la contra-re- tres hitos que nos han ayudado a seguir este camino.
forma fueron movimientos rígidos de conversión basados en la En primer lugar, la soteriología bidimensional de las religiones
creencia de que las masas rurales de la Europa del siglo XVI no no-cristianas en las que el compromiso cósmico con el presente
se había separado totalmente de su 'paganismo' precristiano (lle- se equilibra con una orientación metacósmica hacia el futuro que
gando algunos a pensar, incluso, que Italia era tan 'pagana' como relativiza el aquí y ahora, nos ofrece una estructura de referencia
la India!). ¡De aquí que la aprensión de la Iglesia con respecto a prefabricada para nuestra espiritualidad, liturgia, testimonio ecle-
la inculturización de Asia, y especialmente en el caso de los ritos siástico, compromiso social y formulaciones teológicas.
malabar y chino, pueda explicarse, hasta cierto punto, por la pos- En segundo lugar, la teología asiática no es el fruto de elucu-
tura inflexible que había tomado contra el 'paganismo' en su pro- braciones sino un proceso de explicitación o, más específicamen-
pia tierra! B . te, un apocalipsis de la lucha no-cristiana por la liberación.
Podemos, pues, insistir en que este tipo de inculturización tie- En tercer lugar, puesto que sólo explicitamos una teología
ne sentido en Asia allí donde la religiosidad sobrevive en su for- preexistente que está implícitamente contenida en las soteriolo-
mato original, libre de la domesticación de cualquier religión me- gías no-cristianas, el procedimiento que se adopta no es el de
tacósmica. Pero en tal caso son muy pocos los reductos de este «instrumentalización» de los esquemas no cristianos, sino el de
asimilación por participación en el ethos no-cristiano, un bautis-
13. J. Delumeau, Les reformes, la protestante et la catholique, ont imposé aux
masses la religión de Vélite: Informationes catholiques internationales 2 mayo 14. Para una información detallada de esta tesis, cf. a. c. en nota 2, 255-258.
(1975)21. Y capítulo 2 de esta obra.
770 Los límites de aplicación de los modelos de inculturización El paradigma monástico 171

mo en el Jordán de la religiosidad de nuestro precursor, una espe- fico de los griegos. Lo que buscaban era hacer posible para la
cie de communicatio in sacris que permite al «pequeño rebaño de mente humana el profundizar en el misterio de Cristo, producien-
Cristo» alimentarse libremente en los pastos asiáticos que por tan- do así un amplio corpus de literatura teológica que preparó el
to tiempo ha pisoteado. Aquí no hay peligro de vandalismo teoló- camino para los dogmas cristológicos y, más tarde, para el excesi-
gico 15. vo crecimiento del escolasticismo.
Me parece muy apropiado citar aquí el ejemplo del monje be- Si la praxis es, en verdad, la primera formulación de una teo-
nedictino Swami Abhishiktananda (Henri le Saux) del que sólo su ría, entonces la tradición monástica encierra una teología que,
pelo rubio y acento francés delataba su pasado europeo después desvelada, puede corregir la falta de equilibrio causada por el
de su inmersión bautismal en las aguas del hinduísmo. Tan bien academicismo17.
absorbió la espiritualidad hindú (es decir, la teología en el sentido Thomas Merton fue un pionero en esta dirección y aguzó el
primordial de experiencia de Dios) que todo lo que ha dicho con sentido monástico de la Iglesia que se había embotado tras siglos
respecto al misterio de Cristo (teología en el sentido secundario de descuido. Merton se volvió al este para descubrirle de nuevo,
de lenguaje sobre Dios) se ha convertido en guía indispensable al oeste, el monje. Por otro lado, y precisamente porque los aca-
para la búsqueda de la Iglesia del rostro asiático de Cristo. démicos ignoraron al monje -aunque existían entre los académi-
cos— pudo el monje gozar de una considerable libertad. Si el
patriarcado occidental pudiese aprender de los monjes su combi-
III. E L PARADIGMA MONÁSTICO: nación de lenguajes gnóstico y agapeico, conocería el tipo de «in-
UNA APROXIMACIÓN AL SENTIMIENTO ASIÁTICO culturación» que Asia necesita hoy.
A pesar de las múltiples tentaciones que existen, el monje y la
La tradición monástica es precisamente donde el este es silen- monja occidentales han aprendido que el ideal (gnóstico) de la
ciosamente creador en el oeste. «fuga mundi» (que influyó en las primeras interpretaciones mo-
Este y oeste no significan aquí divisiones geográficas sino dos násticas de la vocación —Mt 19, 21 y par.— evidentemente como
impulsos humanos que son mutuamente incompletos y se mani- respuestas a las exigencias contemporáneas del ascetismo no-cris-
fiestan fenomenológicamente en los lenguajes agapeico y gnóstico tiano) tenía que complementarse con un compromiso (agapeico)
de las religiones bíblica y no bíblica respectivamente (véase el con los pobres del mundo que median la presencia de Cristo para
apartado anterior). Permítaseme insistir en que incluso dentro de nosotros. De aquí que siempre se considerase que la verdadera
la ortodoxia cristiana, que siempre ha sido agapeica, ha habido renuncia cristiana a las riquezas tuviese que ser en favor de los
una línea gnóstica legítima, mientras que las gnosis 'heréticas' «no pobres, de modo que desde los comienzos anacoretas del movi-
han sido más que un bordado a los largo de esta línea conti- miento — como indica Lozano—, la búsqueda monástica de Dios
nua» I6. Del mismo modo las religiones gnósticas, especialmente fuese siempre en principio, si no en la práctica, algo inseparable-
el hinduísmo y el budismo, no carecen de sus propias versiones mente unido a su servicio a los pobres y solidaridad con ellos 18.
de la religiosidad agapeica (bakti). Cuando se perdió este equilibrio entre los componentes gnósticos
En los siglos formativos del monasticismo gnóstico, la espiri- y agapeicos de la espiritualidad, como suele acaecer cuando se
tualidad gnóstica de los no-cristianos se fue filtrando, de un modo hacen concesiones a Mammón, el rival de Dios y enemigo del
gradual, en la espiritualidad agapeica de los monjes. Mientras te- hombre, la corrupción se instaló, y el monasticismo se convirtió
nía lugar esta simbiosis en el silencio de las celdas monásticas, los en sal sin sabor, que sólo vale para que se la pisotee.
teólogos académicos de la Iglesia estaban ocupados en experi- El monaquisino occidental tiene muchas lecciones que dar a
mentar con el lenguaje legal de los latinos y el pensamiento filosó- la Iglesia asiática, no sólo con sus triunfos sino también, y tal vez

15. Para una reflexión bíblico-teológica sobre este método teológico, cf. a. c., 17. Cf. R. Gregoire, Existe una teología monástica: ínter fratres 27/2 (1977)
en nota 11, 87-90. 115-120.
16. L. Bouyer (ed.), The history of christian spirituality, /, London 1963, 18. J. M. Lozano, Discipleship: towards an understanding of religious Ufe,
cap. IX). Chicago 1980, 172-178.
172 Los límites de aplicación de los modelos de inculturízación El paradigma monástico 173

más, con sus fracasos. Porque nuestro continente no es sólo el tilingüística, y multirreligiosa que está esforzándose por convertir-
mayor y más viejo productor de monaquismo sino también el he- se en paradigma de una sociedad sin clases en una nación destro-
redero de la mayor parte de la pobreza mundial. De aquí que la zada por los conflictos étnicos. La asociación de trabajadores cris-
Iglesia no es capaz de conversar con Asia si no aprende de sus tianos es, probablemente, el primer grupo de su clase que ha apa-
propios monjes cristianos el lenguaje de la gnosis que hablan los recido en la historia de la Iglesia asiática. Comprende miembros
monjes asiáticos no-cristianos, y de dominar, también, el lenguaje budistas, hindúes, cristianos y marxistas tanto de sinhaleses como
del ágape, el único que los pobres de Asia pueden, relamente, de tamiles, y funciona en diversos sitios de Sri Lanka a través de
comprender. Los monjes de Asia hablan de la iluminación espiri- las comunidades humanas de base. El padre Michael Rodrigo, ha
tual que asegura la liberación interior de los seres humanos de su fundado una comunidad en Buttala, en el interior rural de Sri
instinto de acumular, pero los pobres de Asia claman por la Lanka, con fines semejantes.
emancipación social de las estructuras opresivas en que se organi- Nos agrada constatar que el congreso de monjes de Asia, que
za ese instinto mismo de acumulación. Los monjes apuntan al se reunió bajo la égida de Thomas Merton en 1969 para discutir
«más allá metacósmico» como la luz que expone la pecaminosidad la inculturízación del monaquismo en Asia chocó inmediatamen-
del «ahora cósmico», mientras que los pobres no son sólo las víc- te, durante el segundo congreso de 1973, con el escándalo de la
timas del desorden cósmico sino también los agentes de su inmi- pobreza de Asia, y se dio cuenta espontáneamente, durante el
nente destronamiento. tercer congreso de 1980, de que la pobreza monástica no es cris-
En tanto en cuanto la pobreza voluntaria que practican los tiana si no se practica en solidaridad con los pobres de Asia 19. El
monjes de Asia no se dirige positivamente a aliviar la pobreza instinto monástico de la Iglesia, si se deja afinar por el evangelio,
estructural que se impone a las masas asiáticas, la revoluciones y no se deja embotar por la candidez política, no puede equivo-
que se siguen han afectado de un modo adverso a los monasterios carse en Asia.
feudales de Asia (como, por ejemplo, en el Tibet y en Mongolia). Hay algo especial que los monjes y monjas occidentales puede
Cuando un seguidor de Jesús opta por la pobreza evangélica, hacer por nosotros si, como Merton, sensibilizan la parte oriental
ha de vivir solidariamente no sólo con los monjes asiáticos en su de su ser. Pueden interpretarnos ante el patriarcado occidental y
búsqueda de la realidad metacósmica sino también, y más aún, disminuir las tensiones intereclesiales que, invariablemente, ocu-
en solidaridad con los pobres de Asia que aspiran a un orden rren cuando anunciamos la buena nueva en nuestra propia lengua
cósmico más justo y santo. a nuestro pueblo (i.e. el contenido de la inculturízación) a saber,
Una Iglesia inculturizada en Asia es, en verdad, una Iglesia que Jesús es la nueva alianza o el pacto de defensa que Dios y el
liberada de Mammón y, por consiguiente, compuesta necesaria- pobre han concluido contra Mammón, su enemigo común (i.e. el
mente de pobres. Pobres por elección y pobres por fuerza de las contenido de la liberación) 20 . ¡Porque la liberación y la inculturí-
circunstancias. Dicho de otro modo: la inculturízación es la revo- zación no son ya dos cosas distintas en Asia! 21 .
lución eclesiológica comenzada por las comunidades «humanas»
de base —con participantes cristianos y no-cristianos— en las que
el misticismo y la militancia se dan cita y se funden. Misticismo
basado en la pobreza voluntaria y militancia orientada contra la
pobreza forzada. 19. Cf. Asian monastic conference, Kandi, Sri Lanka, 18-24.08.1980 (Aide
Podemos citar aquí cuatro experimentos, por lo menos, que Intermonastére) 219.
se están haciendo sólo en Sri Lanka. El más significativo es el 20. Roma cometió serios malentendidos con respecto al método teológicos y
Devasarana, el monasterio del monje anglicano Yohan Devanan- al lenguaje de la Consulta teológica de Asia (ATC) de 1979. Los documentos más
importantes pueden encontrarse en el Centre for religión society, 281 Deans Rd.
da. Ahí la presencia monástica en una cultura budista se hace Colombo 10, Sri Lanka.
coincidir con su compromiso social con el movimiento campesino, 21. Después de un largo debate sobre este punto, los miembros de la (EAT-
especialmente entre los granjeros. El grupo Satyodaya, que dirige WOT) parecen haber llegado a un acuerdo en que la verdadera inculturízación y
el jesuíta Paul Caspersz en Kandy, es un experimento de muy la liberación convergen, no sólo en Asia sino también en otras partes del Tercer
Mundo. Cf. V. Fabella-S. Torres, ed., Irruption of the Tird World, New York
distinto carácter. Es, sin duda, una comunidad multirracial, mul- 1983, 201-202.
8
¿Una teología de la liberación
en las Iglesias asiáticas?

I. L A TEOLOGÍA VÁLIDA Y LA IGLESIA LOCAL:


EL DILEMA DE LOS CATÓLICOS ASIÁTICOS

La Instrucción romana sobre teología de la liberación sostie-


ne, con base bíblica, que la frase «teología de la liberación» es
totalmente válida 1 . Liberación —si se puede interpretar el docu-
mento romano— es el equivalente contemporáneo de la clásica
fórmula teológica oeconomia salutis que es la aspiración de todos
los humanos y la meta perseguida por todas las religiones. Enten-
dida de esta manera, liberación es la única preocupación de Cris-
to y de su iglesia. Y, así, la teología de la liberación no es otra
cosa que el intento, por parte de la Iglesia, de analizar detallada-
mente esa preocupación, en la teoría y en la práctica; y eso es lo
que parece sugerir el documento de Ratzinger 2 . Pero, ¿no signifi-
ca eso que la frase «teología de la liberación» es bíblicamente
válida porque es tautológica?, es decir, que no puede haber una
teología que no sea de la liberación? Puesto que, de hecho, ¿no
es acaso la «liberación» lo que determina la validez de cualquier
teología? Y es ese, me parece, un buen punto de arranque en
nuestra discusión: estar de acuerdo en el signo por el que una
teología «válida» es reconocida como tal: es decir, y de modo
expreso, la teología es válida si origina, desarrolla y culmina en
una praxis/proceso de liberación.

1. Congregación para la doctrina y la fe, Instrucción sobre ciertos aspectos de


la «teología de la liberación» (1984), III/4. Es a esta fuente a la que nos referimos
cuando usamos títulos tales como «El documento romano», «La intrucción roma-
na», «La instrucción», El documento de Ratzinger, etc.
2. Ibid.
776 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? La teología válida y la Iglesia local 177

Esta argumentación implica otra verdad más significativa, que Con esto último, no quiero significar el contenido de los dog-
la Instrucción romana no menciona: el que la misma praxis de mas de la comunión de Roma, sino el idioma teológico que Roma
liberación que hace a una teología válida, también crea la identi- ha desarrollado desde sus comienzos cristianos; el entramado con-
dad de la Iglesia local que se coorigina con esa teología. La géne- ceptual que soporta la sabiduría práctica; las normas teóricas y las
sis de una teología de liberación se yuxtapone a la génesis de una directrices pastorales que emanan de los dicasterios de la Iglesia
auténtica Iglesia local. Es decir, cualquier teología de liberación romana. Eso es lo que ocurre con el documento de Ratzinger sobre
comienza a ser formulada sólo cuando una determinada comuni- la teología de la liberación y todas las formas de hacer teología.
dad cristiana comienza a entroncarse en la lucha local del pueblo Esta teología romana —lo concedemos con facilidad— es una
por conseguir su humanidad total y, a través de esa lucha, co- teología válida, es decir, una «teología de la liberación» por pro-
mienza a hundir sus raíces en las vidas y culturas de esas gentes, pio derecho. Desde su comienzos, ha dicho el qué y el cómo de
la mayoría de las cuales - a l menos en nuestro continente- resul- la liberación (= redención = salvación = venida del reino..., etc.)
ta que son no-cristianas. Y por esto insistimos tanto en que incul- en términos de una experiencia romana única y específica. Así es
turización y liberación, entendidas de modo correcto, son dos como nace cualquier teología.
nombres de un mismo proceso. En este sentido, sin embargo, tenemos que hacer una extraña
¡Es, por consiguiente, una herejía eclesiológica el suponer que observación: los católicos en las culturas no-semíticas de Asia se
una Iglesia se convierte en asiática cuando las blancas caras de su ven forzados a experimentar una connaturalidad, una afinidad in-
episcopado van gradualmente reemplazándose por caras negras, terior y una profunda empatia (vis a vis) con la experiencia roma-
morenas o amarillas! ¡Un clero indígena no es, necesariamente, na de liberación y la articulación romana de dicha experiencia
signo de una Iglesia indígena! Lo que verdaderamente hace indí- (como se demostrará en la segunda parte de este capítulo). De
genas o «locales» a nuestras comunidades cristianas es nuestro aquí que exista una gran posibilidad de que en las Iglesia «indíge-
compromiso activo y arriesgado con la historia cultural asiática nas» del futuro, al menos en el sector no-semítico de Asia, se
que está, ahora, siendo configurada por sus gentes: no-cristianos continuará manteniendo una versión asiática de la percepción ro-
en su mayoría. De este modo, una teología de la liberación válida mana de la liberación.
en Asia nace primero como una fórmula de vida que refleje una Existen al menos dos razones para decir esto.
praxis eclesial de liberación que, a su vez, sea continuamente in- La primera razón ya ha sido aludida cuando dijimos que noso-
teriorizada al ser simbólicamente representada en la liturgia y an- tros, los católicos asiáticos, hemos sido moldeados en mente y
tes de que tome, gradualmente, figura como una fórmula confe- corazón, en doctrina y en oración, por la teología local de Roma
sional. y, esto, a lo largo de cuatro siglos o más. No hemos conocido
Este proceso está ahora teniendo lugar, de modo germinal, en otra teología desde el momento que comenzamos a respirar como
las «comunidades cristianas de base» (con miembros cristianos y católicos. Y esto se ha convertido, por consiguiente, en nuestra
no-cristianos) que están surgiendo en la periferia de las Iglesias sacrosanta tradición, nuestro pasado cargado de autoridad, nues-
oficiales. De hecho, las auténticamente Iglesias «locales» de Asia tra norma de ortodoxia.
y las teologías de la liberación asiáticas válidas ya han sido conce- La segunda razón es más importante y constituye la espina
bidas como gemelas en el mismo vientre de la praxis. dorsal de la tesis que hoy y aquí defendemos. Las religiones gnós-
Esta observación no es verdadera con relación a las Iglesias ticas o no-semíticas de Asia, tales como el hinduísmo, budismo,
oficiales; y, por consiguiente, no podemos decir que poseamos jainismo y taoísmo que penetran la religiosidad popular y las cul-
—de modo oficial— ninguna teología de liberación asiática válida, turas locales del sur, sureste y lejano oriente asiático, parecen
precisamente porque la mayoría de las Iglesias en Asia no son concurrir con el punto de vista romano sobre la liberación. De
aún Iglesias locales de Asia, sino extensiones de Iglesias locales este modo, si las Iglesias asiáticas tratan de ser «inculturizadas»
euro-americanas en Asia. Esto es por lo que nosotros, católicos en y a través de la religiosidad asiática en las regiones del sur y
que no somos más que miembros de la rama asiática de la Iglesia del oriente, entonces el punto de vista romano sobre la liberación
de Roma, no tenemos otra teología oficial más que la teología continuará manteniéndose como un todo, tal y como lo ha sido
local de la Iglesia local de Roma. en el pasado.
178 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? La cristiandad romana 179

Es, por consiguiente, nuestra obligación persuadir a los teólo- mirarlos como alternativas opcionales, o constituyen los dos jun-
gos y a los líderes eclesiales que no ignoren los dos siguientes tos la norma de ortodoxia? Y, por otra parte, cada uno de ellos
hechos importantes: uno relativo a la realidad asiática; el otro parece resonar con las aspiraciones asiáticas de liberación: uno
directamente perteneciente a la teología asiática. con el ideal gnóstico y el otro con el semítico. Por tanto, nos
Con respecto al primer hecho, deberíamos recordar que la preguntamos: ¿es este conflicto real o aparente? Y si es real, ¿hay
realidad asiática no puede ser reducida a las grades religiones, alguna manera de salir de él?
especialmente a sus formas más elevadas (meta-cósmicas), aun- Pienso que estas cuestiones pueden ser formuladas de modo
que sin negar su influencia decisiva en nuestro continente. Hemos erróneo en la Iglesia asiática en detrimento de su propia creativi-
de poner la misma atención a la religiosidad de los pobres de Asia dad teológica. La oposición entre los dos modelos de liberación,
(cósmicos) que poseen su propia dinámica (ver apartado 5). Más el romano y el bíblico, pueden también ser igualados de modo
aún, repetimos aquí lo que siempre hemos mantenido: que la rea- ingenuo con la antigua tensión entre la tradición (teológica roma-
lidad asiática es una interacción entre religiosidad y pobreza*. na) y la (revelación de las) escrituras; o, quizás, entre el magiste-
Ambos elementos han de ser tomados en su interrelación. De ahí rio (romano) y los teólogos (latinoamericanos); o de modo más
que la liberación del pobre, su emancipación psico-espiritual y frustrante, entre una «teología de la inculturización» en términos
socio-política de aquellos que lo mantienen pobre, es una preocu- de religiosidad asiática (que aparentemente está de acuerdo con
pación esencial en la teología asiática. Por consiguiente, la indige- la percepción romana sobre la liberación) y una «teología de la
nización de la Iglesia asiática no puede nunca tener lugar si sólo liberación» que responda a la pobreza y opresiones de las masas
un sector de la realidad —como por ejemplo, sólo la religiosidad de Asia (siendo una teología «bíblica» articulada por los latinoa-
metacósmica— es tomado en serio. La religiosidad del pobre y la mericanos).
pobreza de las masas religiosas constituyen juntas la estructura Nuestra experiencia con relación a tales controversias en el
compleja de la realidad asiática que es la matriz de una teología pasado reciente 4 , nos enseña que este tipo de reducionismo debe-
asiática. ría ser detectado de modo inmediato y rápidamente expulsado de
El segundo hecho es que la religiosidad asiática también inclu- las categorías de los teólogos asiáticos y los líderes eclesiales. Por
ye un método de aproximación semítico a la liberación humana, esto propongo aquí ofrecer una respuesta asiática a esos dos mo-
que está configurado sin ambigüedad en la Biblia, de modo espe- delos de liberación en términos de culturas no-semíticas de Asia.
cial en el Antiguo Testamento y en los sinópticos. Es esta soterio- Esta respuesta constituye, en sí misma, y esperanzadoramente,
logía bíblica la que los teólogos latinoamericanos han redescu- un método de discernimiento del lugar y del tipo de una teología
bierto para nosotros gracias a su «reditus ad fontes» y su inmer- de la liberación en nuestro continente.
sión en la pobreza del pueblo, que es el foco actual de su herme-
néutica bíblica. Es una fuente de revelación; es la palabra de
Dios; es nuestro pasado cargado de autoridad tanto como nuestra II. L A CRISTIANDAD ROMANA Y LA PERCEPCIÓN
norma de ortodoxia para el presente. De modo significativo, tam- ESTOICA DE LA «LIBERACIÓN»
bién es una experiencia religiosa de liberación expresada en un
idioma absolutamente asiático. El punto común de encuentro entre las soteriologías gnósticas
¿Tenemos pues la competencia de dos modelos de liberación (o senderos orientales de liberación) y la visión romana de la
en Asia: por una parte, el de las religiones agnósticas que parecen salvación, es el estoicismo, lo más noble de las éticas paganas y la
estar de acuerdo con la visión romana; y ^ o r la otra, el modelo estructura ideológica que la Cristiandad absorbió en su temprana
bíblico por el que parecen abogar los latinoamericanos? ¿Cómo infancia y que mantiene algunas afinidades con ciertas corrientes
pueden ambos ser teologías válidas si son contradictorios? ¿O de espiritualidad en el oriente. El proceso parece haber comenza-
son, más bien, complementarios?; en otras palabras, ¿deberíamos do ya en las instrucciones pastorales de los apóstoles, aunque no

4. V.g., el prolongado debate entre teólogos del Tercer Mundo sobre «incul-
3. Cf. capítulo 2. turización y liberación» desde 1979, ver: Voices from the Third World, junio 1979.
180 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? La cristiandad romana 181
puede verse en la predicación de Jesús. Al tiempo que la Iglesia que alcanzase una libertad legal puesto que esa emancipación so-
mediterránea crecía en el mundo greco-romano (que florecía en cial no excluía, necesariamente, la esclavitud interior (!!) 5 .
una economía de esclavitud), entraba en el «ethos» de su espiri- Hay que notar que este punto de vista estoico es válido sólo
tualidad estoica, la cual servía a la Iglesia como vehículo apto de cuando el cambio estructural o no es posible o ni siquiera es con-
inculturización. El estoicismo tuvo, así, un impacto duradero en siderado como tal. El punto de vista romano, hoy día, es igual.
su vida y pensamiento. La idea de «pecado» es primariamente definida en términos de
De acuerdo con la antropología de los estoicos, la persona esclavitud interior 6 . Sin embargo, la Instrucción romana admite
humana no era el zoon politikon de Aristóteles —el animal socio- la realidad de estructuras sociales injustas, a las que considera
político— sino un zoon koinonikon, un ser que está en comunión como «consecuencias» del pecado, de tal modo que su elimina-
espiritual con la totalidad de la humanidad. Su interés estaba diri- ción -aunque deseable- no es un sustitutivo de la eliminación
gido hacia la paz y armonía a cualquier costo más que a la paz y del «pecado». El pecado es aquí definido, primariamente, en tér-
armonía a través del conflicto. Este método de aproximación fue minos de esclavitud espiritual personal. Este es el principal punto
concretamente manifestado en \apax romana, la «commonwealth en el argumento romano contra las alegadamente falsas ramas de
romana» que mantuvo juntas a diversas naciones y culturas, mini- la teología de la liberación, y es una postura que cuadraría con lo
mizando las confrontaciones. Por supuesto, la Iglesia romana que las religiones asiáticas enseñan, aunque ciertamente es un
continuó admirablemente bien la tradición de la pax romana en escalón más cristiano que el punto de vista original de los estoi-
lo que proverbiamente es conocido como la diplomacia vaticana cos, que no reconocía suficientemente el «pecado social» o mal
y, en particular, en el ejercicio del oficio petrino, esa misión espe- estructural como algo digno de ser eliminado 7 .
cial confiada a ella, de mantener la paz de Cristo (pax Christiana) Es, sin embargo, cierto que las encíclicas sociales de los papas
entre las diversas Iglesias en el este y en el oeste. recientes han introducido variaciones en el tradicional talante
Por otra parte, la eliminación de la injusta estratificación so- teológico de Roma. Estas encíclicas (escritas después de Karl
cio-política de la sociedad en términos de raza, clase y sexo hubie- Marx) contienen no sólo fuertes condenas sobre las estructuras
ra tenido sentido para el zoom politikon, pero no para el zoon sociales injustas, sino que imponen a la conciencia cristiana
koinonikon que tiende a trancender espiritualmente tales diferen- la obligación o el imperativo evangélico de cambiar esas estructu-
cias sociales. Más o menos, esta tendencia continúa incluso hoy ras sociales inhumanas. Incluso Pablo VI, el más audaz de los
día como tálente teológico en la Iglesia de Roma y es, exactamen- papas en cuanto a magisterio social se refiere, dijo claramente a
te, lo que las religiones gnósticas de Asia parecen favorecer. Po- los obispos latinoamericanos en su XV asamblea general del
demos demostrar esto con las tres siguientes observaciones: CELAM, celebrada en Roma, que la «liberación» significa
a) Ante todo, el ideal estoico de liberación fue la emancipa- (sólo) redención del «pecado» y «muerte»; y el mismo día (3 de
ción interior de la persona humana de los lazos interiores de escla- noviembre de 1974) durante el rezo del Ángelus, abiertamente se
vitud espiritual más que el liberarla de las estructuras externas de disoció él y la Iglesia del uso (presumiblemente marxista) del tér-
esclavitud. Así, por ejemplo, la institución de la esclavitud se mino «liberación» como sinónimo de proceso de emancipación
aceptó como un hecho del sistema económico greco-romano, en social. En su lugar, se dice que de modo deliberado seleccionó
el mismo sentido en el que algunas culturas asiáticas admiten, o palabras tales como «verdadera libertad», «auténtica justicia»,
al menos toleran, males sociales tales como el sistema de castas, «compromiso social»... etc. para describir la actividad humana
los siervos domésticos o la mano de obra en esclavitud. que se dirige al cambio de las estructuras pecaminosas de la
Puesto que la idea de un cambio estructural radical no parece sociedad.
que entró en la mente de los estoicos, incluso la emancipación
individual de los esclavos parecería ser un ejercicio sin sentido,
porque tales esclavos invariablemente acababan en una esclavitud
espiritual y cultural de la sociedad greco-romana. Y por eso mu- 5. Ver C. Osiek, Slavery in the N. T. world: Bible today, mayo 1984, 151 ss.
chos estoicos (como por ejemplo Epicteto) preferían ver como un 6. Instrucción, introducción, IV/2.
esclavo llegaba a liberarse espiritualmente, más que el hecho de 7. Ph. I. André-Vicent, Les theologies de la liberation: NRT 98 (1976) 121-
122.
182 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? La cristiandad romana 183

b) De hecho, esta posición se retrotrae a los escritos apostó- conflictos, no consiguió una total eliminación; y esto continúa así
licos, en los que se encuentra otro rasgo correlativo —que es pa- en la sociedad budista actual. También es un hecho entre los bu-
tente en el punto de vista contemporáneo de R o m a - y que allí distas que la «casta» está completamente eliminada en el culto,
comienza a germinar. En Gal 3, 28 y paral. Pablo presenta el en contra de lo que ocurre en las sociedades indúes y en algunas
ideal cristiano casi en categorías del koinonikon estoico, al abogar comunidades cristianas de Sri Lanka (!). El proceso de asimila-
por una especie de trascendencia espiritual que hoy reconocería- ción de las divisiones sociales y su modificación gradual (lo que
mos como raza (judíos versus gentiles); clase (esclavos versus li- podríamos llamar técnicas de «asunción-elevación») es el método
bres) y sexo (hombre versus mujer); es decir, una trascendencia dialéctico de transformación social preferido en Asia. Es lo que
de tales divisiones sociales «en Cristo (Jesús)». Es decir, todo esto hizo De Nobili al adoptar este método en el caso de las casta en
en términos del nuevo sistema de creencias de la koinonía cristia- Madurai y lo que le hizo, al mismo tiempo, romano y asiático. La
na, o de la comunión de los santos; pero en la práctica de la vida discriminación contra las mujeres se ha ido suavizando a través
diaria, las desigualdades sociales no fueron estructuralmente eli- de los siglos, mediante un proceso similar 10.
minadas ni siquiera entre los cristianos conversos 8 . ¿Por qué? Por consiguiente, la experiencia romana podría ser un modelo
Porque lo que importaba no era el cambio institucional con res- muy aceptable en nuestras Iglesias locales; incluso por otra razón:
pecto a esas tres categorías sociales, es decir, raza, clase y sexo porque, como en las Iglesias tempranas de la diáspora, nosotros
(un tipo de transformación social que, en cualquier caso, estaba también somos minorías totalmente carentes de poder frente a
más allá del poder de un grupo minoritario como el constituido, las instituciones injustas de la sociedad humana. Él rol profético
entonces, por los cristianos); por supuesto, que lo que realmente de un grupo cristiano minoritario en el ambiente no-cristiano de
importaba era el nuevo modo cristiano de vida y amor dentro de la cultura greco-romana, no parece que fuese el de denunciar las
las incambiables divisiones de la sociedad (1 Cor, 7, 20-24; Col 3, estructuras injustas, sino el de dar testimonio del amor cristiano
11, 22; 4, 1; Ef 6, 5-9; 1 Tim 6, 1; 1 Pe 2, 18-24). dentro de dichas estructuras o, al menos como en la antigua Igle-
De acuerdo con estas exhortaciones apostólicas, las esposas sia de Jerusalén, producir un tipo ideal de comunidad en la que
cristianas deben obedecer a sus maridos y los esclavos cristianos no ocurriera lo mismo con esas estructuras. Esto mismo parece
deben hacerlo con sus amos, incluso con los crueles; los maridos ser, también, la «praxis de liberación» más aceptable y la que la
cristianos son, por supuesto, exhortados a amar a sus esposas y mayoría de teólogos y líderes eclesiales de Asia aceptarían gusto-
los amos cristianos a hacer lo propio con sus esclavos. Y todo así. sos puesto que coincide con los dogmas de todas las grandes reli-
Obviamente, el cristianismo llevó a esas estructuras una mitiga- giones no-semíticas.
ción de los antagonismos sociales. ¿Es correcta esta política? Quizás sí, pero también muy inade-
La misma observación se puede hacer en relación a la discri- cuada, como veremos a continuación. Baste decir ahora que aun-
minación sexual, ilustrada en la actitud de los canonistas romanos que esta política sea válida como medida temporal y de relleno
con el fenómeno de la prostitución; la meta deseada no fue nunca en manos de las Iglesias minoritarias de Asia, es mucho más lo
la eliminación de esa institución inhumana, sino una visión «cris-
que se espera de Latinoamérica, que es el continente más cristia-
tiana» (?) de la misma 9 .
no de los tres que, principalmente, forman el Tercer Mundo.
Eso mismo es lo que, precisamente, han conseguido muchas
de las grandes religiones asiáticas en las culturas en las que hicie- Ahora bien, si es allí donde hay más injusticia institucional, sería
ron acto de presencia. Por ejemplo, el budismo en Sri Lanka ab- un pecado contra sus propios misioneros y su vocación evangélica
sorbió una cierta conciencia de casta en una de sus órdenes mo- — es decir, la de convertirse en un sacramento del reino ante las
násticas pero, aunque llevó consigo una cierta reducción de los otras naciones pobres— y, de ahí, que un esfuerzo cristiano masi-
vo para contrarrestar el orden institucionalizado de Mammón sea
una praxis de liberación que la Iglesia latinoamericana no puede
8. Cf. G. Corcoran, Slavery in the New Testament, II: Miltown studies, 6 contemplar como meramente opcional. E n este sentido, la revo-
(1980) 75-77.
9. J. A. Brundage, Prostitution in the medieval canon law: Signs: Journal of to. Cf. S. Rajamanickam, The First Oriental Scholar, Madras 1972, 61-63.
women in culture and society 1/4 (1976) 825. Este es el trabajo con más información y más creíble sobre De Nobili.
184 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? El concepto elitista de la «persona liberada» 185

lución nicaragüense fue un gran evento cristiano en la sociedad el cuerpo místico de Cristo, y del comunismo cristiano de la Iglesia
latinoamericana. Filipinas, que es la única nación cristiana de de Jerusalén, comenzó a crecer una doble espiritualidad (la de la
Asia, tiene una obligación similar hacia las otras naciones asiáti- élite y la del resto), incluso entre los cristianos. Hay que notar
cas y hacia las Iglesias de la diáspora de nuestro continente. también que la vida confortable y elitista de los sacerdotes paga-
c) Nuestra tercera observación es que hay dos modelos de nos y célibes de Roma, así como la de las vírgenes vestales, ofre-
«personas liberadas» (de las que, al menos una, se origina en el cieron a la Iglesia un modelo de celibato y elitismo que no estaba,
estoicismo) que son, ahora, parte del catolicismo romano y que necesariamente, unido a la pobreza absoluta o a la renuncia al
tienen paralelos en las tradiciones religiosas del este no-semítico. poder y al prestigio (!). Es allí donde surgió una clase de hombres
Como esta tercera observación es la más significativa para los y mujeres sabias y letradas que no tenían fe en el poder redentor
teólogos asiáticos interesados en la liberación, le damos un trata- del pobre o en las capacidades espirituales de la gente común.
miento más extenso a continuación. Aristocratizada en el proceso de ser cristianizada, la Iglesia
de Roma pronto produjo dos símbolos de liberación espiritual: el
primero se inspiró en la idea romana pagana del otium o «santo
III. E L CONCEPTO ELISTISTA DE LA «PERSONA LIBERADA» ocio»; el segundo también fue una idea prestada: el modelo
«oriental» del «desierto» 13. Y, repetimos, ambos modelos tienen
Hemos de reconocer que el estoicismo que se introdujo en el sus paralelos en las religiones asiáticas.
catolicismo romano no era la espiritualidad de las clases esclavas
y pobres, sino que era la alta filosofía de la élite. Muchos nobles El «otium» o retiro confortable en fincas o casas lejanas, era
y administradores del imperio romano se guiaban por su ética. práctica frecuente entre los nobles y senadores (tanto paganos
Uno de ellos fue el emperador Marco Aurelio, cuyas meditaciones como cristianos) que deseaban dar más tiempo a la reflexión so-
interesaron a generaciones de cristianos romanos. bre sus propias vidas, escribiendo memorias o re-editando manus-
critos. Un historiador considera que «los primeros monasterios
El cristianismo se apropió la ética estoica en la medida en de occidente fueron 'monasterios laicos' de paganos sensibles» 14.
que, gradualmente, dejó de ser la religión de un pueblo persegui- De Agustín también se dice que vio su propio retiro en Cassicia-
do y comenzó a ser aceptada por la aristocracia. Mucho antes de cum como christianae vitae otium 15. La meta era entregarse a un
la era constantiniana, el cristianismo ascendió en la escala social tipo de «vida filosófica».
gracias a las mujeres cristianas que se casaron con nobles paganos
y gracias, también, al surgimiento de una «nobleza de servicio» Esta imagen del filósofo pagano-cristiano reflexionando y es-
(paralela a la nobleza de linaje) que permitió la entrada de los cribiendo acerca del último sentido de la vida en un retiro confor-
cristianos en los altos puestos administrativos de la sociedad ro- table, continúa siendo cierta con el del estilo de vida de los teólo-
mana. Ese fue el proceso mediante el cual el cristianismo vino a gos contemporáneos en la mayoría de los seminarios asiáticos.
ser respetable en Roma n . Fue ese también el modo en el que el Como miembro de la «clase ociosa» con cantidad de tiempo para
cristianismo cristalizó el método estoico de aproximación a los la especulación académica sobre materias religiosas, él no es el
problemas sociales y que ya había comenzado con las exhortacio- tipo de persona comprometida radicalmente con lo social y la
nes pastorales de Pablo y sus colaboradores. justicia inter-personal, o inclinado a identificarse a sí mismo con
las clases más pobres y de cuyo trabajo probablemente vive. El
Como espiritualidad aristrocrática, el estoicismo también con- espíritu feudal que todavía impregna las sociedades asiáticas y las
tenía la creencia de que el hombre sabio o el filósofo era siempre estructuras monárquico-aristocráticas de las instituciones presbi-
la auténtica persona humana que, por lo tanto, estaba llamada a terales/episcopales de la Iglesia romana, difícilmente disuaden al
guiar el común de los mortales — hoi polloi— que eran humanos teólogo de seguir este modelo social.
sólo de modo potencial 12 . A pesar de la doctrina paulina sobre

11. A. Yarbrough, Christianization in the forth century: the example of román 13. Ibid.
women: Church history 45/2 (1976) 149. 14. P. R. L. Brown, Augustine of Hippo. A Biographay, Londres 1976, 115,
12. M. L. Stackhouse, Some intelectual and social roots of modern human citado en Yarbrough, a. c, 157.
rights ide/as: Journal of the scientific study of religions 22/4 (1981) 301. 15. Ibid.
186 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? El concepto elitista de la «persona liberada» 187

Esta especie de elitismo espiritual/intelectual tiene su sinóni- Afortunadamente, «otium» no es el único paradigma de libe-
mo en las religiones orientales. Por ejemplo, el mandarín chino ración producido por el cristianismo romano. Gracias a los aires
(el administrador-pensador, culto y sabio, que produjo el confu- de emancipación espiritual que soplan desde afuera del mundo
cionismo), y el brahmin indio (el líder espiritual de casta alta que cristiano existe una imagen alternativa de liberación: el desierto.
se sienta en la cima de la pirámide social para guiar a la sociedad De hecho, fueron los padres del desierto los que pusieron una
hindú estructurada en castas) fueron precisamente los dos mode- fundación sólida para la tradición de un monaquismo organizado
los que, respectivamente, Mateo Ricci en Pekín y De Nobili en que ganó reconocimiento en la Iglesia romana, aunque, es ver-
Madurai encontraron dignos de imitación en el proceso que hoy dad, que la idea germinal de la experiencia del desierto y la prác-
llamamos «inculturización» pero que, en sus tiempos, era conoci- tica de la renuncia fue totalmente bíblica y cristiana en su conteni-
do como «adaptación». do e inspiración, y fue ya anticipada en círculos de vírgenes con-
De Nobili - u n miembro de la nobleza romana- citaba la pri- sagradas en la Iglesia apostólica y posapostólica y en otras frater-
mitiva praxis romana como precedente para justificar su método nidades de origen no eremítico en siglos posteriores.
ante las autoridades eclesiásticas. En su famoso manifiesto, él El modelo del «desierto» también fue —durante los primeros
modestamente pregonaba su propio linaje aristocrático presumi- siglos de la era cristiana- no sólo un símbolo positivo de una
blemente para obtener autoridad espiritual y aceptación social en búsqueda ardiente de Dios en la soledad con la naturaleza, sino
la jerarquía hindú. De Nobili, es totalmente cierto, se disfrazó de también un símbolo negativo de protesta social contra los valores
«perdedor», de sanyasi, con prácticas ascéticas típicas de ese rol, mundanos que habían infectado la Iglesia y sociedad contemporá-
asumiendo, de ese modo, el modelo «otium», aunque no fue un nea. El conjunto de ambos elementos constituye el «élan» (espíri-
«perdedor» normal; fue, de hecho, como él mismo proclamaba, tu) del movimiento del desierto 17.
un «brahmin sanyasi», un asceta del más alto rango social. Si la Asia experimentó este fenómeno por lo menos nueve siglos
conversión de un pueblo y su cultura a la Iglesia romana es un antes que Roma (en la cultura Gangetic de siglo vi antes de Cris-
criterio válido de éxito misionero, entonces De Nobili y su méto- to). En India, el símbolo equivalente en ese tiempo (y desde en-
do evangelizador con los brahmins indios fue un éxito indiscutible tonces) fue el «bosque» (el cielo ecológico al que acudía la juven-
a pesar de la Instrucción romana de 1659 l6 . tud urbana de la época, no sólo en búsqueda del último sentido
Pero India ha cambiado desde entonces; lo mismo que China de la vida sino como protesta contra la religión clericalizada y
y la mayoría de países asiáticos. Ahora que el marxismo se ha ritualizada y contra la sociedad de aquellos tiempos que tenía
convertido en una ideología que lo penetra todo y una cuasi reli- carencia de libertad y estaba plagada de guerras). Era una bús-
gión en vastas extensiones de Asia -algo que aún no ha experi- queda espiritual y una protesta social a la vez. Fue de esta manera
mentado Latinoamérica- parece haber una inversión de valores. cómo surgió uno de los primeros movimientos monásticos, histó-
A los ojos de muchos proletarios, es la élite de la clase ociosa, ricamente documentado, no sólo de Asia, sino del mundo.
incluyendo a los líderes religiosos, la que necesita ser liberada y Los padres del desierto del occidente cristiano y los eremitas
esa liberación sólo puede conseguirse en y a través de la propia del bosque del oriente no-cristiano parecen haber formulado dos
acción redentora de las masas, los hoi-polloi, los pobres, los opri- dimensiones importantes del ascetismo genuino y válida para to-
midos que han de ser investidos con una misión mesiánica para la dos los tiempos: a) liberación interior de las posesiones mundanas
liberación total de la humanidad. (pobreza real) o, al menos, del deseo de posesiones (pobreza es-
piritual) y b) rechazo visible de una sociedad que es egocéntrica,
16. Esta Instrucción, publicada por Propaganda Fide para los vicarios apostó- consumista, hambrienta de poder y deshumanizante.
licas (franceses) en las misiones del extremo oriente en 1659, es, según Massimo Es, sin embargo, también cierto que este noble ideal doble
Marochi, un hito histórico en cuanto rechaza la asociación medieval de la autori-
dad espiritual y los poderes temporales; y se distancia del método jesuítico de (llevado, a veces, a extremos maniqueos) sucumbió más tarde
conversión: es decir: «de arriba a abajo». (Colonialismo, cristianesimo e culture ante el fenómeno de la feudalización, degenerando casi el nivel
extraeuropee, Milán 1981, 54). Por supuesto que es una interpretación forzada de
la Instrucción que, en ningún sitio, aboga por un método «de arriba a abajo» para
el compromiso misionero. Quizá tengamos otra ocasión para analizar las motiva- 17. J. M. Lozano, Discipleship: towards an understandign of religious Ufe
ciones de este documento y, así, poder verificar su alegada «modernidad». Chicago 1980, 183-185.
188 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? Perspectivas bíblicas: el lugar mesiánico de los pobres 189

de «otium» o «la mentalidad placentera de clase» que, incluso en pero las consecuencias teológicas y pastorales de este axioma bí-
nuestros días, ha prevalecido en monasterios con grandes propie- blico determina, en concreto, la contribución específica de los
dades, tanto en la Iglesia romana como en la culturas asiáticas. cristianos en Asia. Esto, me parece a mí, es el principio bíblico
¡También podría generar una forma de espiritualidad elistista que que han descubierto para nosotros los latinoamericanos y ha sido
no esté al alcance o sea posible para la gente ordinaria! No obs- mal interpretado en Roma y en Asia como si se tratase de un
tante, los movimientos de renovación que tales abusos provocan préstamo ideológico de Marx.
periódicamente en la tradición monástica, siempre han descubier- A esto es a lo que ahora hemos de dedicar nuestra atención.
to de nuevo y reafirmado la doble dimensión que, en lenguaje
bíblico, puede ser formulada del modo siguiente: a) la renuncia a
Mammón dentro de uno mismo coincide con la búsqueda libera- IV. PERSPECTIVAS BÍBLICAS: EL LUGAR MESIÁNICO DE LOS POBRES
dora de Dios; b) la denuncia indirecta y silenciosa de un orden
mundial construido con valores de Mammón. El monje es, así, Ninguna «teología de la liberación» puede proclamar que está
un sacramento de lo que es posible y, a diferentes niveles, obliga- enraizada en la palabra de Dios si no mantiene juntos los dos
torio para todos, más que un símbolo de élite espiritual. axiomas bíblicos de los que hemos estado hablando; es decir:
De acuerdo con este modelo de persona liberada, tanto la a) El antagonismo irreconciliable entre Dios y Mammón.
cristiandad romana como el oriente no-cristiano tuvieron éxito en b) La alianza irrevocable entre Dios y el pobre (es decir, el
construir la imagen del filósofo y del sabio como la de un hombre pacto de defensa contra su común enemigo: Mammón).
pobre, un mendigante. Las dos dimensiones principales de la vida Como ya hemos visto, el primer axioma es un dogma espiri-
monástica, es decir: el rechazo personal de la acumulación de tual y universal que define el mismo corazón de, prácticamente,
riquezas - o Mammón- como el antidiós, por una parte, y el todas las religiones de Asia y se manifiesta a sí mismo, de modo
establecimiento de un signo socialmente reconocible de este re- simbólico, en la figura del monje I monja o cualquiera de sus mu-
chazo, por la otra, constituyen el punto de arranque de la teología chos equivalentes. Este símbolo universal de, pobreza optada tiene
de la liberación en Asia. Y ese punto está basado en un principio que estar presente en cualquier acción o especulación de libera-
revelado en todas las religiones, bíblicas y no-bíblicas, es decir: ción en nuestro continente, puesto que es el símbolo por el que
que Dios, o el agente liberador, es irreconciliablemente opuesto nuestras culturas han afirmado durante siglos no sólo que el abso-
a Mammón o a la acumulación de riquezas, que son la fuente de luto es, por sí mismo, la última fuente y el momento íntimo de la
la esclavitud humana . El «desierto» en la experiencia romana y liberación, sino que también el culto de Mammón o la entroniza-
el «bosque» en India, corresponden al símbolo bíblico del desier- ción del capital (provecho —acumulación) no sólo no es garantía
. to; el lugar en el que Dios y Mammón compiten por nuestra fide- de liberación humana, sino que de hecho es la misma negación
lidad 18. de tal liberación. Así pues, la negación de esa negación, es decir,
o- Pero existe otro axioma revelado sólo en la Biblia, sólo especí- el repudio abierto (no necesariamente \a victoria sobre) de cual-
quier orden social basado en el culto a Mammón es un ingredien-
fico de la fe cristiana y totalmente ausente en todas las religiones te esencial de la religiosidad asiática, tal y como viene simboliza-
no-semíticas, pero tremendamente verdadero en el contexto de un da en el ideal monástico de pobreza voluntaria.
análisis marxista: que ese mismo Dios ha hecho un pacto de de-
fensa, una alianza, con el pobre frente a los agentes de Mammón, De hecho, el budismo, se singulariza entre las religiones gnós-
de tal modo que la lucha del pobre por su liberación coincide con ticas al hacer esta importante deducción partiendo del primer
la misma acción salvífica de Dios. El estoicismo de la Roma paga- axioma. Escondido bajo el lenguaje mítico del Aggañña Sutta,
na (ideológicamente operativa en la actual teología romana) y el del Cakkavatti-Sihanada-Suttanta y del Kütanada Suttanta - t o -
ascetismo de los monjes orientales (símbolo social de liberación mados en conjunto— surge el explosivo mensaje social de Buda:
en Asia) no ofrecen un magisterio explícito sobre la materia; el tanha o tendencia adquisitiva o instinto acumulativo del cora-
zón humano que es el que genera todos los males sociales; es lo
que sustenta la idea viciosa de la propiedad privada en lugar de
la práctica, mucho más sana, de la propiedad común; y es, así, la
18. Cf. capítulo 6.
190 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? Perspectivas bíblicas: el lugar mesiánico de los pobres 191

que nos trae las divisiones de clase y la absoluta pobreza que nos pobreza forzada. De aquí «la bien conocida insensibilidad de los
lleva a toda clase de miserias humanas e, incluso, a sus repercu- filósofos sin un duro, a la miseria de los necesitados»20 en con-
siones en el mismo cosmos, afectando a la calidad de vida y a la traste con la praxis cristiana de la Iglesia de Roma que se elevó
misma duración de la vida de la humanidad 19. En medio de una sobre la indiferencia estoica hacia el pobre. Y esto fue y es así
sociedad de ese tipo, la comunidad monástica compuesta, ideal- porque los padres de la Iglesia, y los grandes fundadores de las
mente, por hombres y mujeres libres de codicia, se presenta a sí comunidades monásticas, constantemente hicieron recordar a la
misma como una comunidad escatológica que simboliza e incluso Iglesia que es en el pobre en el que Cristo busca ser servido. Y es
prefigura, lo que podría ser el futuro de todos. así como la Iglesia de Roma dio un paso más que los ascetas
Esto explica la efectividad del crecimiento actual de las comu- paganos, guiada por el evangelio de Jesús.
nidades de base humanas con miembros cristianos y no-cristianos, Sin embargo, estamos aún obligados a dar un tercer paso en
que dan testimonio del dogma espiritual universal: la antinomia nuestro reconocimiento del pobre si tomamos con seriedad el se-
Dios-Mammón. Los miembros cristianos describirán tales comu- gundo axioma. No basta con considerar al pobre de modo pasivo
nidades como «sacramentos» del reino o personificaciones socia- como el receptor sacramental de nuestro ministerio, como si su
les de las bienaventuranzas. Muchas ashrams y sus equivalentes, función en la vida fuese meramente la de ayudarnos a nosotros,
mediante su práctica de la pobreza voluntaria (rechazo de Mam- los ricos, a salvar nuestras almas manteniéndoles a ellos como
món), permanecen como la única esperanza de un nuevo orden objetos perpetuos de nuestra compasión. Eso sería tomar Mat
social. 25, 31 fuera del contexto general de la enseñanza evangélica so-
Sin embargo, este experimento, en la mayoría de los casos, bre el papel del pobre en la venida del reino (enseñanza que no
utiliza la vía negativa que es propia de la mentalidad oriental; es es sino continuación —aunque en otro tono— de toda la doctrina
decir, un modo de afirmar lo que es la liberación humana mos- contenida en el Antiguo Testamento). Los pobres han de ser vis-
trando lo que no es. La comunidad humana liberada es claro que tos como aquellos a través de los cuales Dios configura nuestra
no es la actual, puesto que la auténtica sería aquella en la que la historia de la salvación. Esta doctrina ha sido claramente dicha
codicia no estuviera organizada en principados y poderes. Tales —en el contexto de la actual controversia sobre los teólogos roma-
comunidades proféticas son los fundamentos de la aún no desa- nos y latinoamericanos— por George Soares-Prabhu, de la Indian
rrolladas Iglesias locales de Asia. Biblical School21. Después de un estudio meticuloso del Antiguo
Pero la acción positiva hacia la reconstrucción de un nuevo y Nuevo Testamento sobre esta cuestión, llegó a estas tres conclu-
orden de amor (o reino de Dios) —una acción cuyo resultado siones:
final sólo se aproxima al ideal que todos soñamos (un ideal que a) «El pobre, forma en la Biblia un grupo sociológico cuya
es un don gratuito que surge del otro extremo del horizonte hu- identidad viene definida no por su actitud religiosa, sino por su
mano)— no ha sido claramente puesta en práctica, puesto que el situación sociológica». (En otras palabras, no estamos hablando
segundo axioma, es decir, la parcialidad de Dios hacia el pobre, de una especie de pobreza «espiritual» (al estilo estoico de distan-
no ha recibido el reconocimiento debido en la espiritualidad de ciamiento de las cosas materiales o de acercamiento a Dios), sino
cada uno. de pobreza «actual»).
Por ejemplo, muchos gnósticos de la cultura greco-romana b) «El pobre en la Biblia es, también, un grupo dialéctico
practicaban la pobreza como una condición para la consecución cuya situación viene determinada por grupos antagonistas que es-
de la sabiduría y la perfección y, a veces, fueron ostentosos en su tán sobre y contra ellos».
renuncia. De hecho, su pobreza voluntaria no estaba motivada c) «El pobre en la Biblia es un grupo dinástico y no la vícti-
por ninguna forma de solidaridad con aquellos condenados a una ma pasiva de la historia, sino aquellos a través de los cuales Dios
configura su historia» 22 .

20. Lozano, o. c, 189.


19. Para una breve reflexión sobre esta teoría, cf. A. Pieris, Political visión of 21. G. M. Soarez-Prabhu, Class in the Bible: The biblicalpoor, a social class?:
the buddhist: Dialogue 11/1-3. (1984) 6; Monastic poverty in the asían setting: Dia- Vidyajyoti, 49/7 (1985) 320-346.
logue 7/3 (1980) 104. 22. Ibid., 327.
792 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? Perspectivas bíblicas: el lugar mesiánico de los pobres 193

¡Si existe alguna similitud entre estos tres dogmas bíblicos y la turas sociales malas. Pero claramente sostiene que dicho cambio
teoría marxista que ve al pobre (proletariado) como una clase estructural es secundario, y una consecuencia de la liberación es-
social a la vez, víctima y creadora, de la historia humana, lo único piritual interior conseguida a través del amor. En esta materia, el
que podemos decir es que evidentemente, la Biblia no pudo pla- «budismo de los textos» —tal y como ya hemos demostrado— si-
giar a Marx! Sin embargo, Soares-Prabhu hace una observación gue la misma pauta.
que merece la pena que reproduzcamos en su totalidad: El mínimo marxista, comúnmente atribuido, restringe la libe-
ración a una lucha de clases de los pobres (= proletariado) que
La pobreza en la Biblia es, por supuesto, de modo primario, una persigue la justicia socio-económica (comenzando con la propie-
categoría sociológica, pero no puede ser definida en términos pura- dad común de los medios de producción y terminando en una
mente económicos —mucho menos en términos marxistas (no pro- sociedad sin clases ni estado).
piedad de los medios de producción) — . La pobreza bíblica tiene un En contraste con estas tres posturas, la revelación bíblica pa-
significado sociológico y, también, religioso. En la Biblia, los pobres rece abogar por una percepción unitaria de esos tres aspectos de
son un grupo oprimido y en conflicto, pero es dudoso que ese con- la liberación; de tal modo que admite reciprocidad entre los ex-
flicto pueda ser descrito como una lucha de clases. Factores diferen- tremos: personal/social; espiritual/material; interna/estructural;
tes a los de controlar los medios de producción o asegurarse una etc., siempre que sean considerados como «pecado» y «liberación
mejora económica, entran en juego y le dan un color diferente al del pecado».
problema. El pobre en la Biblia aspira a una comunidad libre, fra- En segundo lugar, la liberación - e n la Biblia- es una expe-
ternal y no explotadora que puede recordar a la sociedad sin clases riencia religiosa de los pobres; ¡porque lo que libera es el amor
de Karl Marx. Pero la Biblia va más allá de la sociedad sin clases de redentor de Dios, y el fruto final de la liberación es el conoci-
Marx en su afirmación de bases religiosas para una justicia social. miento salvífico de Dios! La liberación bíblica es algo más que la
Los «nuevos cielos y la nueva tierra» estarán «llenos del conocimien- simple lucha de clases. Es el encuentro de Dios con los pobres,
to de Dios, como las aguas cubren el mar» (Is 11, 9; 65, 25), y en la los pobres por elección propia y los pobres que lo son por las
nueva Jerusalén, Dios mismo habitará con la humanidad y ellos se- circunstancias.
rán su pueblo y el estará con ellos... (Ap 21, 3-4) 2 \
En tercer lugar, la liberación de la que nos habla la Biblia es
una aventura conjunta de Dios y el pueblo (pobre) unidos en alian-
A la luz de esta observación, podemos, ahora, revisar las dife- za en una realidad indivisible y salvífica. Los esfuerzos humanos
rentes formas de precibir la liberación; es decir: la de la Roma y la iniciativa divina convergen en una empresa liberadora. Sin
pagana; la de la Roma cristiana; la del Asia no-cristiana y la del embargo, incluso los más altos logros humanos —sean de perfec-
marxismo, y descubrir de ese modo qué es lo específico de la fe ción personal del individuo (como en las espiritualidades tradicio-
bíblica. nales), o en la perfección colectiva de un grupo social (como en
La percepción estoica —que es el sustrato ideológico de la la espiritualidad liberadora)- ni siquiera se acercan a la gloria
teología romana- ve, primariamente, la liberación como espiri- final que continúa siendo una gracia, un don gratuito de Dios,
tual/personal/interior. Tolera, sin embargo, una búsqueda indivi- inmensurable para cualquier criterio humano.
dual de la libertad de las estructuras sociales externas que esclavi- En cuarto lugar, no se trata sólo de los individuos, sino que
zan, cuyo máximo ejemplo lo vemos en el problema de la esclavi- también las razas, las culturas, los pueblos y naciones están llama-
tud. Pero no contempla ningún cambio radical de las estructuras das a ser perfectas como el Padre es perfecto. Pero el hecho cru-
sociales. cial es que las naciones son juzgadas por sus víctimas, siendo el
La teología romana, que cristianizó la ética estoica, fue más mismo Cristo la «víctima-juez» de las naciones. (Mat 25, 31 ss.).
lejos. Claramente mitigó, con el amor cristiano, los antagonismos ¡De ahí que el mandato misionero de «hacer discípulos en todas
sociales entre las diversas divisiones de la sociedad. Más aún, in- las naciones» (Mt 28, 19), es una invitación a todas las Iglesias
cluso también ruega insistentemente por el cambio de las estruc- minoritarias de Asia para educar a las naciones a que teman el
juicio de las víctimas que ellas mismas crean!
23. Ibid., 345-346. Énfasis añadido.
194 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? La religiosidad de los pobres y la teología asiática 195

Tal proyecto es sólo posible en Asia si nosotros, los cristianos, Los doce, o más, siglos que constituyen la historia de este pueblo
tenemos el sentido común suficiente como para apropiarnos de la —desde el éxodo hasta los comienzos del cristianismo— fueron,
religiosidad de los pobres como nuestra espiritualidad, puesto que en su totalidad, un período de humillación para ellos con sólo
ese es el lugar para la teología de la liberación de Asia. Esta es la algunos pequeños intervalos de paz, de los que el más largo duró
tesis que queremos enmarcar claramente antes de terminar esta a penas un siglo (1000-900 antes de J.C.). Ellos estuvieron siem-
discusión. pre sojuzgados por los gobernantes de las naciones «desarrolla-
das» que les rodeaban: los faraones, los asirios, los babilónicos,
los ptolomeos, los griegos y, finalmente los romanos. Lo que la
V. L A RELIGIOSIDAD DE LOS POBRES Y LA TEOLOGÍA ASIÁTICA Biblia nos ha dejado probado es la experiencia religiosa (la fe-
compromiso, la espiritualidad de la lucha) que caracterizó a pue-
«La religiosidad de los pobres» es un foco enteramente nuevo blos colonizados y explotados: y eso es un paradigma excelente
en la reflexión teológica de la Iglesia asiática y cuyos inicios pue- de un Dios-encuentro (es decir, liberación) para los pobres de
den encontrarse en la conferencia teológica asiática de 197924. Asia.
Allí, la realidad asiática fue descrita como una interrelación (en Otro factor acerca de la religiosidad de la pobre nación de
su mayoría de no-cristianos) entre la religiosidad de Asia y su Israel fue su habilidad para percibir las normas y principios de
pobreza. En cinco años, algunos obispos de Asia habían asimilado una sociedad justa tal y como se definía en la alianza del Sinaí,
ya esta temática en sus reflexiones pastorales. De hecho, en 1985 aunque no siempre fue ejemplar su fidelidad hacia ese idal (!).
los ha visto tomar parte en programas de exposición-inmersión Ninguna de las naciones colonizadoras formuló nunca semejantes
dirigidos a ponerlos en contacto con la religiosidad de los pobres avanzados cánones de gobierno justo basado en la dignidad hu-
para que su sueño de una «Iglesia de los pobres» (un tema, éste, mana. ¿Cómo hubiera podido? Son los pobres, los oprimidos, los
recurrente en las declaraciones de la FABC —federación de con- colonizados los que tienen la experiencia religiosa de la justicia
ferencias episcopales asiáticas—) pudiera ser una realidad. Será de Dios y entienden sus justas demandas, puesto que es a ellos a
éste el tema, otra vez, de la reunión de enero de 1986 cuando se los que Dios abre su corazón. Así, en Asia, los textos religiosos
celebre la séptima sesión del instituto episcopal para acción social han de ser revitalizados por la religión popular que es la que
(BISA VII) que, yo espero sinceramente, pueda ser el Medellín contiene las semillas de esta revelación (veremos un ejemplo de
de Asia. esto con el caso budista que relataremos más adelante).
Admitiendo que la religiosidad y la pobreza constituyen la Hay, finalmente, otra lección que los pobres asiáticos pueden
realidad asiática, deberíamos también recordar que el tema «reli- aprender del pueblo elegido: hubo una era «gloriosa» en la que
giosidad de los pobres» define, de algún modo, el «leit-motif» de Israel pensó que podía ser un «pueblo» en concordancia con las
la Biblia. Al decir esto, nos permitimos el lujo de caer en una normas de las «naciones avanzadas». Pero ¿era, entonces, un
lectura de la Biblia específicamente asiática; lo cual no es otra pueblo a los ojos de Dios? El mismo experimento hace surgir esa
cosa que un ejercicio teológico que revela la dinámica de la praxis pregunta. El período de los reyes (Saúl, David y Salomón) vio las
de liberación en Asia: el descubrimiento, mediante la participa- consecuencias desastrosas de imitar a las naciones ricas que no
ción en la vida del pueblo, del potencial revolucionario de su habían conocido a Yahvé. La liberación no significa copiar a los
(cristiana y no-cristiana) religiosidad. Algo que los marxistas aún ricos; significa enseñar a la naciones ricas la justicia de Yahvé.
no han descubierto. Estos son los datos bíblicos que apoyan nuestra idea de que la
Para ser más concretos, la Biblia —tal y como nosotros la en- religiosidad de los pobres de Asia (que son en su mayoría no-cris-
tendemos en nuestro contexto asiático— es el relato de una expe- tianos) podría ser una nueva fuente de revelación para la Iglesia
riencia religiosa de un «no pueblo» en su constante lucha por ser de Asia. El tipo de «teologías de inculturización» que sólo se
un «pueblo»; una lucha en la que Dios es uno de los participantes. ocupaban de las especulaciones filosóficas de los textos religiosos
no-cristianos han de ser abandonadas en favor de comunidades
teológicas de cristianos y no-cristianos que formen comunas hu-
manas básicas con los pobres; compartiendo el patrimonio común
24. V. Fabella (ed.), Asía's struggle for full humanity, New York 1980.
196 ¿Una teología de la liberación en las Iglesias asiáticas? La religiosidad de los pobres y la teología asiática 197

de religiosidad que su voluntaria (o forzada) pobreza genera. Son Rezamos para que, aquí en Asia, este nuevo método teológico
ellos los que interpretarán sus textos sagrados a la luz de su aspi- sea respetado o, al menos, tolerado por los que tienen el poder
ración «religiosa» a la libertad. de frustrarlo. El primer paso en este método es el de construir
Nosotros, por nuestra parte, hemos pedido a esas comunida- «comunidades del reino» o «comunidades humanas de base» en
des que estudien la historia de las religiones en Asia en términos las que los miembros cristianos y no-cristianos luchen juntos por
de los muchos movimientos de liberación que, en el pasado, han el amanecer de la humanidad plena. La «humanidad plena» no es
dado a los textos sagrados una hermenéutica contextual que pone sólo el ideal común de sus luchas, sino también el título cristológi-
de manifiesto las corrientes liberadoras implíctias que corren al co por el que los miembros cristianos de tales comunidades reco-
interior de dichas religiones tradicionales; también hemos ilustra- nocen y confiesan a aquel de quien se declaran ser sus discípulos.
do todo esto aduciendo ejemplos de la historia del sur, sureste y Más aún, el contexto no-cristiano (es decir, la religiosidad de
el lejano oriente asiático25. los pobres de Asia) estampa un sello cultural indeleble en tales
Reconforta saber que, incluso hoy, tenemos en Sri Lanka un comunidades que lleva a los miembros cristianos a intentar articu-
pequeño núcleo de monjes budistas que carecen de «poder», «pro- lar su nueva identidad religiosa (es decir: asiática). Esta nueva
piedad» o «prestigio», pero que sin embargo presumen de su po- identidad cristiana puede fácilmente detectarse en el lenguaje teo-
breza. Están totalmente comprometidos en una vida compartida lógico empleado en las liturgias celebradas en estas «comunidades
con los pobres, dando, así, voz a los que no la tienen. El tipo de teológicas de los pobres».
budismo que se refleja en su explosivo periódico (Vinivida) ha he- Desgraciadamente, a algunos de nosotros se nos llama —erró-
cho una nueva hermenéutica de su religión sobre la base de la neamente— «teólogos asiáticos», cuando en realidad lo único que
experiencia viva de los pobres. Se llaman a sí mismos «asociación hacemos es explicitar esta teología implícita y sacar las implicacio-
de monjes budistas humanistas» y han permitido, con éxito, que nes teológicas de esa nueva identidad cristiana asiática. Al hacer
las demandas de la historia se manifiesten, poniendo al descubierto esto, sin embargo, articulamos una teología de la liberación para
la, hasta ahora, desconocida dinámica social de la religión gnóstica. nuestro continente, y anunciamos de modo simultáneo el naci-
De este modo, las limitaciones del modelo «desierto» son, así, miento de las genuinas Iglesias locales.
eliminadas por una vida monástica y/o ascética que se alimenta
en las aspiraciones religosas (liberadoras) de los pobres.
Este experimento budista tiene muchísimos paralelos en las
«comunidades humanas de base» de pobres cristianos y no-cristia-
nos que, juntos, reflejan y articulan su esperanza en un futuro
más santo, tratando de eliminar o neutralizar los obstáculos hu-
manos que se interponen en su camino. Estos comienzos simbóli-
cos son los adelantados de muchas de esas «comunidades teológi-
cas» en las que la semilla de las teologías de la liberación, ya
sembradas, crecerá hasta llegar a la madurez. Las actas de la aso-
ciación de trabajadores cristianos de Sri Lanka, son un testimonio
de estas incipientes teologías de la liberación. Los obispos que
entraron, recientemente, en contacto con estos grupos (agosto de
1985), fueron impactados de modo muy positivo por la sencillez
evangélica de su experimento, la profundidad teológica de sus
reflexiones y la contribución no-cristiana a su teología cristiana.

J
25. Cí. capítulo 4.
9
El lenguaje de los derechos
humanos y la teología
de la liberación*

La nube de incompresión que se cernió, en las Iglesias oficia-


les de occidente, en torno a las discusiones sobre la teología de la
liberación no puede disiparse del todo sí no se admite que los dos
participantes de la discusión, aunque perteneciendo a la misma
tradición cristiana ortodoxa estaban usando dos lenguajes teológi-
cos distintos. Muchos de los teólogos del Primer Mundo dedica-
dos a la justicia social, siguieron al Magisterio pastoral al usar el
lenguaje de los derechos humanos como discurso teológico dirigi-
do, principalmente, a los que tienen poder y acumulan riqueza,
incluyendo los gobiernos de las naciones ricas.
Los teólogos del Tercer Mundo, por su parte, emplean el len-
guaje de la liberación humana como lenguaje específico de Dios al
dirigirse a los pobres y oprimidos que son los que lo entienden
más fácilmente.
Desgraciadamente no se respeta esta diferencia de lenguajes .
De ahí que algunos teólogos del Primer Mundo tiendan a unlver-
salizar y absolutizar su propio paradigma, sin caer en la cuenta de
la particularidad de su contexto y de los límites ideológicos que
implica. Por otra parte, muchos activistas y teólogos de Asia no
son capaces de «cambiar de paradigma» cuando hojean lo que
publican los defensores de los derechos humanos en occidente y
los liberacionistas de América Latina. El origen de este capítulo
se debe a esta confusión, sobre la que quisiera reflexionar en voz
alta para que me puedan oír mis colegas tanto del Primero como
del Tercer Mundo. Y espero que con su respuesta pueda llegar,
algún día, a aclararme.

* Publicado en Vidyajyoti 52 (1988) 522-536.


200 El lenguaje de los derechos humanos La tradición de los derechos humanos 201

principio radical de que hay derechos individuales que el Estado


I. L A TRADICIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS: —por muy soberano que sea— no puede infringir»3.
UNA BREVE HISTORIA La petición de derechos de 1628, en contraposición con la
Magna Carta no era una petición feudal de privilegios. El contex-
En su origen y desarrollo «la tradición de los derechos huma- to en el que surgió fue la lucha del parlamento por la independen-
nos representa un fenómeno prácticamente anglosajón» '. El mo- cia con respecto a la corona. Empezó con la «protesta de 1621» y
vimiento llegó a su cumbre con la incorporación a la constitución la lucha alcanzó su cumbre cuando una promulgación parlamenta-
americana de la así llamada Carta de derechos (Bill of rights), ria convirtió los derechos fundamentales del pueblo inglés en una
que fue, sin duda, el acontecimiento más revolucionario de la ley positiva. Desde ese momento «el respeto casi supersticioso
historia constitucional. Se ha dicho que la idea misma de que se que los ingleses sienten por su ley» fue utilizado por un grupo
debía dar inviolabilidad constitucional a ciertos derechos huma- «de juristas que escribió de nuevo la historia en la cámara baja
nos individuales no tiene precedente en la historia del pensamien- (house of commons) de un modo parlamentario y que edificaron
to político. un cuerpo de derechos y precedentes que se presuponía pertene-
El historiador americano de la historia constitucional Bernard cían al legado inmemorial del pueblo inglés»4.
Schwartz dice, sin embargo, que los derechos individuales no hu- La historia ha demostrado que la reverencia supersticiosa de
bieran llegado al nivel al que llegaron en la ley americana sin el la ley no hizo efecto ni siquiera entre los ingleses. Al no crearse
precedente del desarrollo inglés»2. Los historiadores piensan que un mecanismo legal para llevar a cabo los actos parlamentarios
la Magna Carta del medioevo inglés proporciona un punto de estos no pasaron de ser meramente declarativos. Carlos, rey de
partida conveniente. El siguiente hito sería la petición de dere- Inglaterra, no se sometió al acto del parlamento. La corona siguió
chos (1628) seguida de la carta inglesa de derechos (1689) que mandando. El resultado fue que lo que se consiguió en 1628 fue
fue la que dio el nombre (si no el contenido, que era escaso) a la inútil desde el punto de vista constitucional. Y los americanos
carta americana de derechos. Por razones de brevedad omitimos aprendieron la lección y la evitaron a la hora de establecer su
aquí otros acontecimientos intermedios. declaración de derechos.
La Magna Carta era un documento medieval saturado del len- Es verdad que los llamados allanadores (levellers) —radicales
guaje, intereses y espíritu del feudalismo. Lo único que hacía era del parlamento movidos por motivos religiosos— intentaron po-
conceder ciertos derechos a los barones a cambio de su obedien- ner en primer plano un concepto más fundamental: lo que se
cia. ¡Se trataba de un convenio real con los jefes feudales más podría llamar el poder popular como fuente primordial de autori-
que del resultado de la lucha del pueblo sencillo por la liberación! dad que incluso el parlamento tendría que respetar y que es la
El dramaturgo inglés Arden escribió en 1965 una obra de teatro única que puede controlar a cualquier gobierno arbitrario. Su do-
que conmemoraba el 750 aniversario de este acontecimiento y cumento —el «acuerdo del pueblo»— experimentó finalmente,
que llevaba el apropiado título de La libertad zurda (Left-handed después de una serie de reformas debilitantes, el mismo sino que
liberty)! Y sin embargo en alguna de sus provisiones, la expresión las demás declaraciones escritas. No tenía ningún poder coerciti-
«cualquier barón», parece alternarse con el término mucho más vo. El ejercicio no pasó de ser un sueño. Y además estaba Crom-
genérico de liber homo (cualquier hombre libre). Son esos ele- well que no tenía ninguna intención de que se convirtiese en his-
mentos los que dan a las provisiones una elasticidad que proba- toria.
blemente no fue la que pretendió el monarca, pero que los parti- Sólo en este contexto se puede comprender el carácter revolu-
darios posteriores de los derechos humanos han hallado suma- cionario de la carta inglesa de derechos de 1689. Jaime II había
mente útiles. De ahí que la carta contuviese «el germen del disuelto el parlamento de julio de 1688 y cinco meses después
había huido tras arrojar el gran sello (símbolo de la continuidad
1. W. R. Garrett, Religión, law and te human condition: Sociological analysis,
47(1987) 21.
2. B. Schwartz. The great rights of mankind: a history of the american bilí of 3. TGR, 3.
rights, New York 1977, 25. El subrayado es mío. A lo largo de este capítulo esta 4. TGR, 9. Se refiere a Pocock, The ancient contribution and the feudal law,
obra se cita con la sigla TGR. 1957, 48.
202 El lenguaje de los derechos humanos La tradición de los derechos humanos 203

constitucional) al Támesis. Dado que no estaba presente la coro- pensamiento. Pero el análisis sociológico ha convencido a Garrett
na para dar legalidad al nuevo parlamento, un grupo de responsa- de que se ha dado demasiada importancia a la tradición de los
bles, en un movimiento sin precedente, se reunió para formar un derechos naturales, siendo así que también la tradición de los
parlamento auto-legitimizado y ofrecer el trono a Guillermo y derechos humanos fue en gran parte responsable del desarrollo
María, bajo las condiciones que se habían establecido en la «de- del ideal americano.
claración de derechos» —más conocida por la «carta de dere- Garrett inicia su análisis de la tradición de los derechos huma-
chos»— que pasó como un acto regular de la legislatura. De nos en la Europa medieval. El contexto inmediato estaba dado
acuerdo con dicha carta el parlamento sería elegido libremente por el absolutismo papal que trataba de absorber a la monarquía
por el pueblo, y gozaría de absoluta libertad de expresión, expre- dentro de su estructura hierocrática. La postura defensiva que se
sión que no podría prohibir ni el tribunal ni la corona. El carácter tomó frente a esta hierocracia papal tenía dos aspectos. La prime-
revolucionario de este documento aparece en el nombre que se le ra reacción dio lugar a la «escuela dualista» que resucitó la teoría
adjudica: la segunda gran carta. antigua del «derecho divino de la monarquía». El papa y el rey
Sin embargo, como nos avisa Schwartz, la carta inglesa de reciben, independientemente, en sus respectivas esferas de com-
derechos resulta rudimentaria cuando se la compara con la ameri- petencia -espiritual y temporal- una autoridad impartida por
cana. La primera contiene muchos menos derechos que la segun- Dios. La otra postura defensiva fue la que tomó la «escuela de la
da y además está sujeta a interferencias por parte de la legislatu- ley natural» que se inclinaba a la teoría de la naturaleza y la
ra 5 . La carta americana de derechos, que tiene una lista más com- sociedad, teoría que estaba ganando terreno entre los intelectua-
pleta de derechos individuales, consiguió inmunizarse constitucio- les. La teoría buscaba una base secular para la autoridad política,
nalmente de cualquier intervención por parte de posibles gobier- con el fin de liberarla de interferencias eclesiásticas. Al mismo
nos o de los tribunales, mientras que la carta inglesa de derechos tiempo, su llamada a la «razón» y a la «ley natural» también se
no tenía ningún mecanismo establecido para ponerla en práctica. encaminaba a defender a los seres humanos de las peligrosas con-
De aquí que la «constitución americana» haya inmortalizado la secuencias que podría acarrear la escuela dualista con su teoría
inviolabilidad de la persona humana a base de una serie de dere- de un Estado que se adjudicaba, como recibidos de Dios, dere-
chos básicos «dados por Dios». chos inalienables sobre el pueblo.
Con el paso del tiempo surgió, de estos conflictos, una visión
popular. En la escuela de los derechos divinos, Dios daba el po-
II. L A S CONTRIBUCIONES «HUMANISTA-SECULAR» Y «RELIGIOSO- der político al rey a través del pueblo. Y aplicado al papa, esta
CRISTIANA» A LA TEORÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS teoría se convertía en el «movimiento conciliar». En la escuela de
la ley natural, por el contrario, lo que surgió fue la teoría del
El factor más influyente en el desarrollo de la carta americana contrato social, que encontró su articulación más refinada en Loc-
de derechos es lo que Garrett ha llamado la tradición de los dere- ke y Rousseau.
chos humanos que no debe ser confundida con algo muy distinto Según Garrett, la «tradición de los derechos humanos» difiere
que él mismo llama la tradición de los derechos naturales. A la en muchos puntos de su antecesora europea. En primer lugar, se
hora de presentar las valiosas intuiciones de Garret no tengo más trataba de un fenómeno exclusivamente anglo-americano. En In-
remedio que utilizar su terminología. En el título de esta sección glaterra se encuentra asociada con los allanadores que, a diferen-
las he llamado, respectivamente, la corriente religioso-cristiana y cia del partido Independiente, compuesto por gentiles hombres,
humanista-secular de la única tradición de los derechos humanos. estaba formado por gente de bajo nivel social. En América los
Volveré a esta terminología después de presentar el punto de vis- principales actores son Roger Williams e Isaac Backus, y las con-
ta de Garrett. gregaciones bautista y separacionista son las que actúan de trans-
Se puede ver el movimiento que llegó a su cénit en la carta misoras sociales de la tradición.
americana de derechos como la confluencia de dos corrientes de

5. TGR, 1. 6. ibid.
204 El lenguaje de los derechos humanos
La tradición de los derechos humanos: 205

En segundo lugar, se trataba de un movimiento esencialmente gioso-cristiana. Tanto los movimientos protestantes de reforma
religioso a diferencia de la tradición de los derechos naturales que radical como los pensadores progresistas, incluyendo a los papas
tenía un carácter marcadamente secular. La piedad que lo inspira- en el catolicismo romano, al apropiarse de esta tradición como
ba era una variante de la teología calvinista. Me parece que esto discurso teológico de la ética social, no hacían más que dejarse
implica que la inviolabilidad de los derechos humanos está basada, llevar de la antigua propensión cristiana a combinar la razón hu-
por así decirlo, en un «origen divino», y esto hace que el individuo manística con la revelación bíblica, es decir, una theoría universal-
sea el único elemento «sagrado» de cualquier sociedad. mente válida y transcendente con las proposiciones concretas de
la fe cristiana 7 .
En tercer lugar está, según la lista de Garrett, el que tanto en
Inglaterra como en América la tradición de los derechos humanos De hecho, según un especialista, «los derechos humanos no
es un movimiento populista. Los transmisores sociales son la son un concepto bíblico» sino una de esas «categorías no escritu-
«gente de bajo nivel» y la mayor parte de sus ideólogos ni siquiera rísticas» que al enfrentarse con la Escritura dan lugar a un discur-
tienen estudios universitarios. La teoría de los derechos natura- so sobre la libertad 8 . «Las comunidades bíblicas funcionaban con
les, por el contrario, era un movimiento de pensadores intelectua- una concepción de los derechos aunque no reconocerían la termi-
les, desde los jurisperitos y filósofos de la Europa medieval hasta nología de los derechos naturales o humanos», porque el modo
los padres fundadores del ideal americano. de establecer reivindicaciones humanas universales, en términos
de una lista comprehensiva y compartimentalizada de derechos,
Por último, los motivos que dieron pie a cada una de las tradi-
refleja un modo de percepción típicamente occidental 9 .
ciones son radicalmente opuestos. La teoría de la ley natural tra-
taba de proteger la soberanía del estado secular de los abusos Con otras palabras, el movimiento de los derechos humanos
eclesiásticos, mientras que la tradición de los derechos humanos, es la aportación específica del occidente a la comprensión de la
especialmente en América, empezó como un esfuerzo por defen- liberación humana. Es el núcleo espiritual de la cultura occiden-
der la «libertad de conciencia», es decir la libertad religiosa indivi- tal, la quintaesencia de su ethos. Es la sustancia ideológica con la
dual, frente a un estado secular que trataba de imponer en la que se ha construido el orden democrático occidental de las rela-
conciencia del pueblo una religión oficial (en este caso la de la ciones sociales. Se puede comprender, por consiguiente, que to-
Iglesia de Inglaterra). De hecho, casi todos los derechos (expre- dos los órganos políticos occidentales —tanto gobiernos como or-
sión, asamblea, propiedad, etc.) están deducidos de este interés ganizaciones no gubernamentales no pueden, apenas, percibir,
básico por la libertad religiosa. proclamar, o promover los valores de libertad y comunidad si no
es en términos de derechos individuales.
Por supuesto, y a pesar de sus diferencias radicales, ambos
movimientos convergen en la exigencia de una separación total La iglesia occidental absorbió ese lenguaje en el proceso mis-
de Iglesia y Estado. Los «especialistas» que prepararon la carta mo de contribuir a su desarrollo y a su último refinamiento. Esta
de derechos, y el «pueblo» que la recibió con un asentimiento misma iglesia dio una base bíblica sólida a la tradición de los
casi total llegaron a la misma conclusión a partir de dos puntos derechos humanos a base de enraizarlos en las doctrinas reveladas
iniciales divergentes. Las dos corrientes se juntaron para formar de la creación (cada ser humano ha sido creado a imagen de Dios)
un solo río: el de la tradición de los derechos humanos. Y éste ha y redención (cada ser humano es objeto de la intervención reden-
fluido más allá de los confines del continente norteamericano gra- tora de Dios mediante la reparación de Jesús). Es Dios, por con-
cias a la carta de derechos de las Naciones Unidas. siguiente, el que ha dado, gratuitamente a cada individuo una dig-
nidad transcendental e inviolable. De este modo la «autonomía»
que basa los derechos inalienables de la persona humana en la
tradición humanista-secular (o en la escuela de derechos natura-
III. E L LENGUAJE DE LOS DERECHOS COMO PARADIGMA
DE LA LIBERTAD HUMANA EN EL CRISTIANISMO OCCIDENTAL

7. M. L. Stackhouse, Public theology, human rights and mission, en Human


El movimiento de los derechos humanos - p a s o ahora a usar rights and the global mission of the church, Cambridge, Ma, 1985 13-21.
mi nomenclatura dejando la de Garrett —se nos ha mostrado 8. S. Ch. Mott, The contribution of the Bible to the human rights, ibid., 5-6.
como la convergencia de la tradición humanista-secular y la reli- 9. Ibid., 7-8.
206 El lenguaje de los derechos humanos La tradición de los derechos humanos 207

les) se convierte, en la enseñanza social de la Iglesia, en una «teo- les 13 . Al afirmar ambos derechos como igualmente esenciales, la
nomía». doctrina social católica no sólo acepta críticamente la distinción
Mediante este lenguaje, el patriarcado occidental trató de refi- marxista sino que también admite, en parte, su crítica de la tradi-
nar la tradición de los derechos en tres áreas íntimamente relacio- ción occidental de los derechos, a saber, que dicha tradición se
nadas. La primera gira en torno al fenómeno del «individualismo» concentró en los derechos políticos sin basarlos en los derechos
que se ha convertido en la marca de fábrica de la espiritualidad económicos. La expresión más poderosa de dicha tendencia en
occidental y que es el resultado más pernicioso de la entroniza- nuestro tiempo es la carta pastoral de los obispos norteamerica-
ción del individuo en lugar de los reyes que gobernaban por dere- nos titulada «Justicia económica para todos» 14 .
cho divino. Un grupo de sociólogos norteamericanos, dirigidos Como demuestra Hollenbach, la doctrina social sigue desarro-
por Robert N. Bellah nos ha advertido de «las polaridades clási- llándose en la comunidad cristiana. El mismo ha sugerido, aun-
cas» o, más claramente, las contradicciones del individualismo que desde un perspectiva distinta, «tres prioridades morales estra-
americano, una de las cuales se describe como «un compromiso tégicas» que deben respaldar todos los teólogos de la liberación:
con los derechos de cada individuo a la propia dignidad que se las necesidades de los pobres preceden a las de los ricos; la liber-
combina con un esfuerzo por justificar la desigualdad de las grati- tad de los dominados precede a la de los podorosos; la participa-
ficaciones lo cual, en último término, puede despojar a la gente ción de los grupos marginados precede a la preservación del or-
de su dignidad»10. La Iglesia resolvió esta contradicción —¡en teo- den que los excluye ,5 . Se trata de una postura verdaderamente
ría, por supuesto!— a base de presentar a la persona humana no revolucionaria que si se llevase a la práctica echaría por tierra la
como una unidad auto-incluida y separada del resto de la comuni- estructura ideológica de la democracia occidental. Un cambio se-
dad humana sino como un miembro dinámico de la sociedad rela- mejante en la política implica un cambio estructural radical que
cionado intrínsecamente con los otros miembros de esa sociedad, va más allá de «la concepción democrática social del papel benéfi-
incluso en el ejercicio de sus derechos. co (wellfare) del Estado» que defienden aquellos teólogos occi-
dentales que desearían combinar los «derechos a la libertad» de
La otra imperfección resulta del estrecho lazo ideológico que la democracia liberal con los «derechos al beneficio» de los siste-
este individualismo mantiene con la tradición democrática liberal mas socialistas16. También los teólogos de la liberación están pi-
del oeste. La Iglesia se mantuvo al margen tanto del individualis- diendo un cambio estructural que se opone al modelo democráti-
mo como del colectivismo a base de distanciarse de la ideología co occidental. ¿Puede la tradición católica de los derechos huma-
liberal democrática y del marxismo que tanto insiste en la insepa- nos, incluso en la forma radical que plantea Hollenbach, respon-
rabilidad de la libertad personal y la solidaridad social n . Aunque der a las demandas de liberación de Latinoamérica y otros países
la Iglesia repudió al marxismo no por eso dejó de ser influida por del Tercer Mundo? Este es el problema con el que tenemos que
su crítica de la democracia liberal y del individualismo, así como enfrentarnos ahora.
por la tesis marxista de que la libertad económica es la base de la
libertad política n.
Llegamos así a una distinción muy importante introducida
por la «teología pública» del cristianismo: la distinción entre dere-
chos económicos (alimento, vivienda, salud, seguridad social) que
tanto acentúan los marxistas, y derechos políticos (expresión,
creencias, asamblea, asociación, habeas corpus, proceso debido,
etc.) que son el fundamento mismo de las democracias occidenta-

13. D. Hollenbach, Both bread: the interconnection of economics andpolitical


rights in recent catholic teaching en Human rights..., 31-34.
10. R. N. Bellah, Habits ofthe heart: individualism and commitment in amen- 14. NC documentary service 24 (1986) 410-455.
can Ufe, Berkeley 1985, 150. También 28-35. 15. Hollenbach. Claims, 204.
11. D. Hollenbach, Claims in conflict. New York 1979, 21. 16. Mott. o. c, 11.
12. Ibid., 83.
208 El lenguaje de los derechos humanos
La tesis liberacionista 209

en una praxis liberadora iniciada por Dios. Esta experiencia fun-


IV. L A TESIS LIBERACIONISTA Y EL DISCURSO DE LOS DERECHOS dacional es «el canon dentro del canon» que es el principio crítico
HUMANOS EN LA IGLESIA OCCIDENTAL que juzga internamente los contenidos bíblicos. A diferencia de
los teólogos de los derechos humanos, que «critican» la Biblia
Resulta curioso que en el amplio índice del libro clásico de desde la perspectiva de los derechos humanos, los teólogos de la
Hollenbach, Claims in conflict, que es la exposición más extensa liberación someten la totalidad de la doctrina social católica y la
y crítica que existe de la doctrina social de la Iglesia occidental, teología de los derechos humanos a este principio crítico de la
no se puede encontrar la palabra «individualismo». Y también revelación bíblica (¡y dudarían probablemente, del derecho
resulta curioso ver la sorpresa del propio Hollenbach ante el he- de cualquiera, menos los oprimidos, a hablar de los derechos hu-
cho de que en el amplio índice del libro clásico de Gutiérrez, manos!).
Teología de la liberación, tampoco aparece la palabra «dignidad
Resulta así que, según Gutiérrez, incluso la Populorum pro-
humana». Como sospecha Hollenbach, los teólogos de la libera-
gresio se encuentra atrincherada en el modelo desarrollista occi-
ción abandonan el lenguaje de los derechos porque, según les
dental del crecimiento humano. De acuerdo con el mismo Gutié-
parece, está asociado con «nociones estáticas e individualistas de
rrez, el primer uso comprehensivo del lenguaje de la liberación lo
la persona humana» ". Estas omisiones de Gutiérrez y Hollenba-
encontramos en el mensaje de diociocho obispos del Tercer Mun-
ch son un claro indicio de las diferencias de lenguaje que existen
do en respuesta a la susodicha encíclica papal 20 . Este lenguaje
entre los teólogos del Primer Mundo, preocupados por los dere-
resonó en Medellín y se convirtió en una preocupación central y
chos, y los teólogos del Tercer Mundo, inmersos en la lucha por
totalizante. ¿Acaso, el que Puebla fuese un paso hacia atrás con
la liberación.
respecto de Medellín no se debe al hecho de que la doctrina social
Los dos paradigmas se diferencian primordialmente en el católica, permeada por el lenguaje de los derechos humanos, esta-
modo de combinar los elementos humanista-secular y bíblico-reli- ba intentando recuperar el terreno perdido en América Latina?
gioso de sus teologías respectivas. En occidente los teólogos de Me parece muy importante que Gutiérrez no sólo no utilice el
los derechos humanos no solamente basan su lenguaje de los de- lenguaje de los derechos humanos, como ha hecho notar Hollen-
rechos naturales en una doctrina de la persona humana sacada de bach más arriba, sino que además ha ignorado todo el movimien-
la Biblia, sino que también emplean ese lenguaje como una crítica to de los derechos humanos como si no tuviera importancia nin-
de la Biblia que detecta la ausencia de referencias bíblicas con guna en el contexto del Tercer Mundo. Este movimiento fue en
respecto a derechos tales como la libertad de religión o la libertad sus comienzos, como hemos indicado más arriba, una preocupa-
de las mujeres, incluso si tales derechos se pudieran deducir, últi- ción elitista y no algo surgido del reverso de la historia, como
mamente, del principio bíblico de «la dignidad de la persona hu- resulta evidente por la naturaleza de los acontecimientos más im-
mana» 18. portantes que contribuyeron al mismo, desde la Magna Carta has-
En el paradigma liberacionista la contribución humanista-se- ta la Carta americana de los derechos.
cular proviene del socialismo que incluye la realidad, si no la Esto no significa que el movimiento de los derechos humanos
ideología, de la lucha de clases19, mientras que la base bíblica en no encierre ningún mensaje global sino que constituye el estado
la que trata de basar su praxis no es tanto un principio transcen- de ánimo (mood) y el método de una teología que sigue hablando
dental sacado de la Biblia —como pasa con la teología de los desde una altura elitista y conceptual, y que presupone las estruc-
derechos humanos y la doctrina social católica— cuanto la expe- turas democráticas occidentales. La teología de la liberación, por
riencia fundacional que forma el eje de la revelación bíblica: la el contrario, nació de una lucha que, en cierto modo, está dirigida
elección de los oprimidos como compañeros de la alianza divina hacia esos mismo sistemas democráticos y su dominio en el Tercer
Mundo. De aquí que no se pueda prescindir de las diferencias
contextúales, ideológicas, y metodológicas que median entre am-
17. Hollenbach, Claims, 179. bas teologías.
18. Mott. o. c, 11.
19. G. Gutiérrez, Teología de la liberación, Sigúeme, Salamanca "1990, 64,
66-67, 137-138, 177-181, 312.
20. Ibid., 89-91.
210 El lenguaje de los derechos humanos La tesis liberacionista 211

Tal vez sea esta la razón por la que la carta americana de los A pesar de esto, ningún liberacionista osaría negar que el len-
derechos no recibe ni siquiera un comentario negativo en las pági- guaje de los derechos humanos es el modo propio de occidente
nas de Teología de la liberación. ¡A los EE. UU. solamente se los de comunicar el evangelio de la justicia a los ricos y poderosos.
menciona tres veces y en cada una de ellas este parangón gigan- Ni tampoco se opondría la teología del Tercer Mundo a que los
tesco de la democracia occidental aparece como el mayor obstá- teólogos occidentales tratasen de forjar un tercer camino entre el
culo que existe para la soberanía de América Latina! En las refe- capitalismo y el comunismo, incluso si eso suena a demasiado
rencias que Gutiérrez hace a las iniciativas de liberación que cons- abstracto 24 . Porque esa idea abstracta ha cristalizado en una «teo-
tan en la historia, la lucha americana por la independencia brilla logía pública» que, por lo menos teóricamente, ha corregido los
por su ausencia, mientras que la revolución francesa (que, de he- tres defectos principales de la tradición de los derechos humanos:
cho, se inspiró en ella) recibe una mención honorífica, como tam- el individualismo, el liberalismo, y el descuido de los derechos
bién la revolución rusa de octubre. Gutiérrez las incluye en las económicos.
«grandes revoluciones» que, por lo menos por un tiempo, «arran- Aunque cabe dudar de que una mera idea pueda producir un
caron las decisiones políticas de las manos de la élite», es decir, cambio en las estructuras sociales, se puede respetar, sin embar-
de la «élite» que se consideraba la única «destinada» a gober- go, la gran tradición filosófica de la teología occidental que consi-
nar 2I. gue clarificar los problemas conceptualmente. Por esto, cuando
¿Significa esto, para Gutiérrez, que porque la revolución ame- la Iglesia se apropia de las ideas radicales que basan el mensaje
ricana no «arrancó las decisiones políticas de las manos de la éli- cristiano, no puede menos de expreserlas de un modo profético.
te» no es, realmente, un ejemplo de «lucha popular»? Creo que Cuando se da esto, se puede oír un suspiro de alivio en la Iglesia
no se puede negar el hecho de que los portadores sociales del del Tercer Mundo. ¡Eso fue, ciertamente, lo que pasó cuando
movimiento de los derechos humanos (la corriente religiosa y po- llegó a nuestros oídos asiáticos la noticia de la carta pastoral de
pulista) en las colonias británicas de Norteamérica fue la pobla- los obispos de Estados Unidos sobre la justicia económica! Aun-
ción de nivel bajo. Tal es el argumento, poderoso, de Garrett que mansa y reformista25, éste es el único lenguaje que sabe ha-
que hemos presentado más arriba. Pero en un contexto más am- blar la Iglesia occidental.
plio, y desde la perspectiva de la teología de la liberación, se En tanto en cuanto esta teología se dirija a los ricos y a los
trataba de la lucha de una élite y no de la lucha de un pueblo poderosos del oeste, y a los enclaves occidentalizados del Tercer
colonizado contra el dominio de los colonizadores. En realidad, Mundo, esta teología está en su derecho y los únicos enemigos
se trataba de una caso de colonizadores que intentaban conseguir con los que se encontrará serán los políticos liberales y los cristia-
los «privilegios, libertades, e inmunidades» de los ciudadanos in- nos fundamentalistas. Pero cuando se convierte en un instrumen-
gleses, es decir la adquisición por parte de los colonizadores de to del colonialismo eclesiástico de la Iglesia occidental en las na-
los «derechos de los ciudadanos ingleses»22. Los colonizadores ciones pobres, entonces suscita la indignación de los teólogos de
eran «emigrantes» (europeos) que, según la bravata de John la liberación. Esta es la última conclusión de mi análisis.
Adams, eran los verdaderos «autores, inventores y descubrido-
res» de la independencia americana 23 . Los que se beneficiaron
V. L A TEOLOGÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS: ¿UN INSTRUMENTO
inmediatamente de esta revolución no fueron ni los esclavos ne-
DEL IMPERIALISMO ECLESIÁSTICO EN EL TERCER MUNDO
gros, importados por los colonizadores, no los nativos coloniza-
dos, marginados por esos mismos colonizadores. De aquí que, El imperialismo eclesiástico es la tendencia de una Iglesia a
para los liberacionistas, no se trate de un modelo significativo considerar a las demás como extensiones de sí misma, y a hacer
aunque, en la tradición democrática occidental, sigue siendo la de su teología «particular» una teología «umversalmente» obliga-
corona y la gloria del movimiento de los derechos humanos.

24. Pero Hollenbach arguye contra la acusación de que la teología de los


21. Ibid., 97. derechos humanos es abstracta.
22. TGR, 27. 25. Cf. L. y Cl. Boff, Good news of US bishops, economic pastoral and bad
23. Ibid., 29. news left unmentioned: National catholic repórter 28.08.1987.
212 El lenguaje de los derechos humanos La teología de los derechos humanos 213

toria. Se trata, pues, de la versión eclesiástica del dogma etnocén- sámente las palabras siguientes de Ratzinger. Explicando la se-
trico «mi cultura es la cultura moderna universal». La teología de gunda instrucción sobre la teología de la liberación, proveniente
los derechos humanos, tal y como aparece en la enseñanza social de la congregración que preside, dice:
de las Iglesias occidentales, tiende a ser utilizada de este modo.
Teólogos eminentes y muy respetados tienden a adherirse a la La doctrina social católica no conoce, por consiguiente, ninguna uto-
Iglesia oficial en esta campaña, aunque no con mala fe. Acusan a pía, pero sí desarrolla su propios modelos de la mejor organización
las teologías negras, feminista, latinoamericana y afroasiática de posible de los asuntos humanos en una situación histórica dada. Por
ser perspectivas particulares que pretenden ser globales, y creen consiguiente, rechaza el mito de la revolución y busca un camino de
firmemente que la teología de los derechos humanos está basada reforma que no excluye, de por sí, la resistencia violenta en situacio-
en principios universales que valen para cualquier situación26. nes extremas, pero que protesta ante el reconocimiento de la revolu-
Me parece que aunque se invoca este principio universal («la ción como un Deus ex machina del que saldrán, en su día y de modo
dignidad de la persona humana») contra todas las demás teolo- inexplicable, el nuevo hombre y la nueva sociedad 2 9 .
gías, el criterio último es una preferencia ideológica27. La teolo-
gía de los derechos humanos está ligada ideológicamente al mode- Aquí vemos como una teología local que se propone a sí mis-
lo democrático occidental de organización social. Pero la teología ma como «la enseñanza social católica» rehusa admitir que el giro
de la liberación acepta críticamente el paradigma socialista que («conversión») del pecado a la gracia, en el orden de las relacio-
incluye, también, la realidad de la lucha de clases. De aquí que, nes sociales, sea un salto cualitativo; se rechaza el «mito de la
en última instancia, el argumento contra la teología de la libera- revolución» en favor de la «reforma». Norbert Lohfink, ha inves-
ción tiene más de ideología que de teología. tigado las raíces bíblicas de la teología de la liberación, y ha llega-
do a una conclusión muy diferente. La noción revelada de libera-
La historia de la doctrina social de la Iglesia romana confirma
ción se distingue de las posturas no bíblicas con respecto a las
lo dicho. Dos de los papas, por ejemplo, que sentaron las bases
cuestiones sociales en que: trata al pobre como el pobre, es decir,
de la doctrina social de la Iglesia, León XIII y Pío XI, tenían
un pueblo oprimido como clase y por consiguiente favorece una
posiblemente muchos argumentos filosóficos y teológicos contra
opción radical fuera del sistema opresor más que una solución
la teoría marxista de la lucha de clases. Pero, como indica Hollen-
reformista y cree que Dios asume la responsabilidad total de este
bach con todo el candor del especialista, su rechazo de la idea de
cambio 30 (a pesar de la sospecha de Ratzinger de un deus ex
lucha proviene, en realidad, «de los estrechos lazos que existían
machina). En tal caso, la «enseñanza social de la Iglesia» que, de
entre la Iglesia y las clases que eran el blanco de los ataques
acuerdo con Ratzinger, está llamada a «desarrollar los modelos
marxistas». Y «estos lazos impideron a la tradición papal el com-
de la mejor organización posible de los asuntos humanos en una
prender aspectos importantes del análisis social marxista»28. Es-
situación histórica dada» no puede, a priori excluir la opción de
tos lazos ideológicos son los que impiden tanto al magisterio pas-
la Iglesia del Tercer Mundo por un sistema social que se adapta
toral como al académico del patriarcado occidental respetar la
al principio bíblico que acabamos de anunciar, o imponer a una
particularidad, y por consiguiente la validez, de la teología de
Iglesia del Tercer Mundo el modelo reformista occidental de la
otra Iglesia local.
teología de los derechos humanos como si fuese «católico» (uni-
No se puede explicar de otro modo la reacción vaticana a la versal). Eso sería una imposición ideológica de la Iglesia oriental
teología de la liberación, como se puede ver al analizar cuidado- a otras Iglesias.
Este es el «imperialismo eclesiástico» que quieren combatir
26. Por ejemplo Stackhouse, Public theology, 17. los teólogos de la liberación y no, necesariamente, la teoría de
27. Entiendo por ideología: una visión del mundo, esencialmente programáti- los derecho humanos, o la teología pública que lo ha hecho suyo
ca, con respecto a un futuro intra-mundano que hay que realizar, aunque no sin
lucha, en el orden sociopolítico, con la ayuda de ciertos instrumentos de análisis o
método de discernimiento basado en sus propias premisas (ideológicas), y que 29. J. Ratzinger, Freedom and liberation: anthropological visión ofthe Instruc-
requiere, por su misma naturaleza, ser transcendida por la verdad que trata de lion «Libertatis conscientia»: Communio 14 (1987) 70.
articular. 30. N. Lohfink, Das judische in christentum. Die verlorene dimensión, Frei-
28. Hollenbach, Claims, 52. burg (1987) 132-134.
214 El lenguaje de los derechos humanos La teología de los derechos humanos 215

o el principio ideológicamente ambivalente de los modelos socia- poder y su riqueza con los pobres y así puedan tener parte en la
les que enuncia Ratzinger. asociación de la alianza. Y en este sentido, el lenguaje de los
El área más crítica de conflicto gira, por consiguiente, en tor- derechos humanos tiene valor pedagógico. De hecho, Sobrino pa-
no a la interpretación ideológica de los fundamentos bíblicos de rece utilizarlo cuando trata de comunicar su mensaje a las Iglesias
cada una de las dos teologías. La teología de la liberación no de las naciones ricas 31 .
habla de un «principio transcendental» que se saca de la Biblia y Cuando la tradición secular, que fue la que descubrió el papel
luego se «aplica» a las situaciones concretas. Tal modo de hacer del proletariado en la construcción del nuevo orden, coincide con-
teología es propio de una cultura cristiana que utiliza la filosofía la fundación bíblica de la teología de la liberación que acabamos
como ancilla theologiae. La teología de la liberación no explica la de mencionar, entonces el «socialismo» parece ser «la mejor orga-
realidad filosóficamente; la analiza sociológicamente. De aquí nización posible de los asuntos humanos en una situación históri-
que no se preocupe de un «principio transcendental» (ya sea bíbli- ca dada», por utilizar las palabras de Ratzinger. Los fracasos de
co o de otro tipo) que «integre» parejas de conceptos tales como los experimentos socialistas del pasado no deberían ser barreras
«individuo y sociedad», «libertad económica y política», «el anti- sino hitos orientadores, con tal de que los poderosos bloques
colectivismo de la democracia liberal y el antiindividualismo del ideológicos que hay a cada lado no intervengan —como hacen
socialismo marxista». La teología de la liberación está comprome- Rusia en Vietnam o los Estados Unidos en Nicaragua- y con tal
tida no en la reconciliación de conceptos opuestos sino en la reso- que la iglesia no tome partido por uno u otro de los superpoderes
lución de las contradicciones sociales que se dan entre las clases. sino que deje que la «experiencia fundacional» de la Biblia se
Permítaseme, por consiguiente, que repita que las bases bíbli- convierta en una realidad social.
cas de la teología de la liberación no residen en un principio trans- Esta teología se diferencia diametralmente de la teología de
cendente derivado de la razón y confirmado por la Biblia sino en los derechos humanos del patriarcado occidental pero se conside-
la mismísima experiencia fundacional que dio origen a la Biblia. ra a sí misma como una teología local que, sin embargo se enfren-
Un «canon dentro del canon» por el que la Biblia se critica inter- ta a la teología de los derechos humanos en el terreno ideológico.
namente a sí misma. Esta experiencia fundacional es la elección Este sano enfrentamiento pierde valor cuando la teología de los
de la clase oprimida como compañera, en igualdad, de Dios en la derechos humanos se exhibe a sí misma como una teología uni-
misión común de crear un nuevo orden de amor, misión en la versal y válida para todas las Iglesias. La tendencia occidental a
que puede participar todo el que se une a Dios al unirse a la clase exaltar las instituciones cristianas que siguen la tradición de los
oprimida. Cada situación concreta que revela una nueva clase de derechos humanos 32 y a condenar a los misioneros que optan por
gente oprimida - l a s mujeres, las minorías, e t c . - es una continua- el esquema liberacionista33 contribuye a esta especie de imperia-
ción de la revelación bíblica. lismo eclesiástico. La mayor parte de las comisiones episcopales
En este esquema el principio transcendental y universal de «la asiáticas para la justicia y la paz se mantienen al nivel de la teolo-
dignidad de la persona humana» desaparece en un marco más gía de los derechos humanos. ¡Si cambiasen de postura en favor
amplio: la elección por parte de Dios de los oprimidos como co- del esquema liberacionista, correrían el peligro de ser disueltas
creadores del reino y co-redentores del mundo. No se trata, como por la Jerarquía, como nos muestra la experiencia de Australia!
en el caso de la teología de los derechos humanos, de un estado De este modo, la teología de los derechos humanos se utiliza
ontológico que confiere la gracia mediante la creación y la reden- como un instrumento del imperialismo eclesiástico.
ción. No, se trata de una elevación del oprimido en cuanto clase Quisiera acabar dirigiéndome a los teólogos de los derechos
al estado de compañero de la alianza comprometido en el proyec- humanos con el lenguaje que ellos mismo han creado: respetad el
to liberador de Dios. En la compañía de Dios han aprendido a derecho inalienable, otorgado por Dios a la Iglesia local, especial -
usar un lenguaje que los ricos y poderosos no comprenden o no
quieren usar: el lenguaje de la liberación, el lenguaje que Dios
habla a través de Jesús. 31. J. Sobrino, The divine character of human rights: Coeli quarterly 43,
(1987) 19-27.
El lenguaje de los derechos humanos es un lenguaje que pue- 32. Stackhouse, Human rights, 86.
de convencer a los ricos y poderosos para que compartan su 33. Ibid., 87.
216 El lenguaje de los derechos humanos ÍNDICE GENERAL
mente en el T e r c e r M u n d o , de desarrollar su propio discurso teo-
lógico. Toda tendencia a universalizar el magisterio social del pa-
triarcado occidental y de imponerlo a otros es u n a violación de la
autonomía d e la Iglesia local. Q u e se haga justicia, incluso en la
lucha p o r la justicia, a la creatividad de los teólogos del Tercer
Mundo que h a n promovido una «ruptura neta» (neat break) con
el dominio cultural de la Iglesia occidental, incluso en la ética
social. Se trata d e la caesura (fractura radical con el oeste) que
Karl R a h n e r , haciéndose eco de nuestras preocupaciones, promo-
vió sin miedo como conditio sine qua non para el nacimiento de
Introducción 9
una Iglesia verdaderamente universal 3 4 .
1. Encuentro con A. Pieris 9
2. Hacia una definición de la teología 11
3. Hacia una definición de la liberación 15
4. Hacia una definición del rostro asiático de Cristo .... 18

1. E L ECUMENISMO CONTEMPORÁNEO Y LA BÚSQUEDA ASIÁTICA DE


CRISTO (1976) 25

I. La primacía de la «Praxis» 25
II. El modelo clásico: «Ecumenismo intereclesial» 26
III. La nueva praxis: «Ecumenismo transeclesial» 27
IV. La doble praxis y la opción asiática 31
V. La búsqueda asiática de Cristo: un paradigma teológico . 34
VI. La participación cristiana en la búsqueda de Cristo 36

2. HACIA UNA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN EN ASIA: ORIENTA-


CIONES RELIGIOSO-CULTURALES (1979) 45

I. Hacia una definición de la dimensión religioso-cultural .. 45


1. Heterogeneidad lingüística 46
2. Integración de lo cósmico y de lo metacósmico en la
religiosidad asiática 48
3. La abrumadora presencia de soteriologías no-
cristianas 51
II. Soteriología no-cristiana: algunas perspectivas teológicas 52
1. Riqueza y pobreza 53
2. El Estado y el Sangha 55
3. Conocimiento científico y sabiduría espiritual 60
III. El sentido asiático en la teología 63
1. Crítica de nuestro pasado teológico desde una pers-
34. K. Rahier, Toward a fundamental theological interpretation of Vatican II:
Theological studies, 40 (1979) 716-727. Otra versión en Theological investigations, pectiva de Tercer Mundo 63
XX, London 19», 77-89. 2. El estilo asiático como teología asiática 67
218 índice general Índice general 219

3. MISIÓN DE LA IGLESIA LOCAL EN RELACIÓN CON LAS RELIGIONES LA ESPIRITUALIDAD DESDE UNA PERSPECTIVA DE LIBERACIÓN
NOCRISTIANAS (1981) 73 (1983) 133

I. Perspectivas y clarificaciones 73 I. Liturgia frente a espiritualidad: foco en la liturgia de la


liturgia de la vida 134
1. Iglesia local 74 II. Espiritualidad frente a compromiso secular: foco en la
2. En Asia - de Asia 74 teología de la cruz 139
3. Ola de inculturización 75 III. Compromiso secular frente a liturgia: foco en el hombre
4. Misión a los pobres 75 Jesús 143
5. Grandes religiones (monásticas) 75
6. Política 76
7. Autoridad 76 ¿SER POBRES COMO JESÚS FUE POBRE? (1984) 149
8. ¿Pobreza? 77 I. La espiritualidad como lucha por ser pobre 150
9. ¿Religión? 77 II. La espiritualidad como lucha por los pobres 154
II. Temas concretos 79
1. Inculturización, teología indígena, espiritualidad LOS LÍMITES DE APLICACIÓN DE LOS MODELOS DE INCULTURI-
oriental 80 ZACIÓN OCCIDENTALES AL A S I A NO SEMÍTICA (1985) 163
2. Las religiones asiáticas y la política de la pobreza
en el contexto de la misión de la Iglesia local para I. Modelos greco-romanos que no se aplican a Asia 163
con los pobres 85 II. El modelo de cristianización del norte de Europa: dema-
siado tarde para Asia 167
III. Camino hacia la revolución eclesiológica: el doble bautis- III. El paradigma monástico: una aproximación al sentido
mo en la religiosidad y la pobreza de Asia 89 asiático 170
1. El Jordán de la religiosidad asiática 89
2. El calvario de la pobreza asiática 92 ¿UNA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN EN LAS IGLESIAS ASIÁTICAS?
(1985) 175
I. La teología válida y la Iglesia local: el dilema de los
4. E L PUESTO DE LAS RELIGIONES Y CULTURAS NO-CRISTIANAS EN católicos asiáticos 175
LA EVOLUCIÓN DE LA TEOLOGÍA DEL TERCER MUNDO (1982) ... 97 II. La cristiandad romana y la precepción estoica de la
«liberación» 179
I. Teología de las religiones: fronteras actuales de la III. El concepto elitista de la «persona liberada» 184
ortodoxia 98 IV. Perspectivas bíblicas: el lugar mesiánico de los pobres ... 189
1. Bases y perspectivas: El Tercer Mundo como V. La religiosidad de los pobres y la teología asiática 194
perspectiva teológica 98
2. La tesis liberacionista de la religión: su carácter
EL LENGUAJE DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LA TEOLOGÍA DE
occidental y colonialista 100
LALIBERACIÓN (1988) 199
3. Liberación e inculturización: la historia de una
tensión 106 I. La tradición de los derechos humanos: una breve historia 200
II. Hacia una teología de la religión del Tercer Mundo 111 II. Las contribuciones «humanista-secular» y «religioso-cris-
tiana a la teoría de los derechos humanos 202
1. El fenómeno religioso en el Tercer Mundo: su III. El lenguaje de los derechos como paradigma de la liber-
anatomía 111 tad humana en el cristianismo occidental 204
2. El impulso revolucionario en las religiones y el papel IV. La tesis liberacionista y el discurso de los derechos huma-
de las ideologías 117 nos en la Iglesia occidental 208
3. Religión y revolución en una teología del Tercer V. La teología de los derechos humanos: ¿Un instrumento
Mundo 126 del imperialismo eclesiástico en el Tercer Mundo? 211

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