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Luego,
estas poblaciones viven bajo la constante amenaza de que las disputas y confrontaciones puedan
degenerar en una agresividad progresiva, interminable y destructiva del tejido social.
La manera en que estas sociedades rompen la espiral de represalia, venganza y agitación, la cual
pone en riesgo su propia existencia, es a través de la escogencia de chivos expiatorios, cuyo
sacrificio refrene la conflictividad creciente y restaure la “armonía”. En lugar de que los habitantes
se ataquen entre ellos, sacrifican a uno solo, que, generalmente, es un individuo que no puede
defenderse y cuya desaparición no supone resarcimiento alguno.
Por el contrario, las sociedades civilizadas cuentan con un sistema de justicia eficaz, cuyos
tribunales dirimen los conflictos e imponen sus decisiones. Por supuesto, cuando el sistema de
justicia goza de respetabilidad y credibilidad, se rompe el círculo vicioso de la repetitiva venganza y
se reduce la necesidad de recurrir a una suerte de chivo expiatorio, que expíe las culpas de todos y
devuelva la tranquilidad social. En suma, la aplicación de la ley es previsible.
El acceso a la justicia es clave en la administración de justicia, porque garantiza que quien clama
justicia sea atendido y complacido, que los conflictos sean dirimidos y que las decisiones finales
sean lícitas y eficaces. Por supuesto, todas las disputas (leves, graves o gravísimas) ameritan
resolverse, porque todas tienen el ingrediente de la discordia y la ira reprimida. Obviar la
resolución de un conflicto puede agravarlo, multiplicarlo o alentar la venganza irracional. En
Guatemala, la falta de acceso a la justicia es el Talón de Aquiles del Estado de Derecho. Esto
impide que los conflictos se resuelvan y se da lugar al temor, a la confrontación y al linchamiento
(que se asimila al sacrificio ritual primitivo).
En mi opinión, la ausencia de autoridad estatal, así como la presencia de una autoridad débil o
disminuida, son las causas de que no se garantice el acceso a la justicia. Si no hay autoridad, se
potencia la espiral de la conflictividad y el recurso a la violencia.
Los jueces de paz son las autoridades judiciales que están más cerca de las comunidades y, por
consiguiente, pueden dirimir la mayoría de los conflictos y preservar la paz social, a través de la
administración de justicia pronta y cumplida; o, en su caso, recurriendo a métodos de resolución
alternativa de disputas (mediación y conciliación).
El Organismo Judicial ha instalado juzgados de paz en todos los municipios de la República. Es más,
entiendo que, salvo los integrantes de los juzgados de paz comunitarios, todos los jueces de paz
son abogados. Empero, los jueces de paz penal, en los lugares en que no tienen presencia el
Ministerio Público (MP) y el Instituto de la Defensa Pública Penal (IDPP), instituciones que son
esenciales para la implementación del vigente proceso penal acusatorio, solo pueden conocer
faltas y delitos sancionados con multa o con prisión de hasta un año, aunque la ley les otorga
competencia para conocer delitos de hasta cinco años de prisión. Por tanto, el desafío es lograr
que el MP y el IDPP también tengan presencia en todos los municipios. Por supuesto, esto
requiere de recursos humanos y financieros.
El acceso a la justicia es un principio básico del estado de derecho. Sin acceso a la justicia, las
personas no pueden hacer oír su voz, ejercer sus derechos, hacer frente a la discriminación o hacer
que rindan cuentas los encargados de la adopción de decisiones. La Declaración de la Reunión de
Alto Nivel sobre el Estado de Derecho hizo hincapié en el derecho a la igualdad de acceso a la
justicia para todos, incluidos los miembros de grupos vulnerables, y reafirmó el compromiso de los
Estados Miembros de adoptar todas las medidas necesarias para prestar servicios justos,
transparentes, eficaces, no discriminatorios y responsables que promovieran el acceso a la justicia
para todos, entre ellos la asistencia jurídica. Las actividades de las Naciones Unidas en apoyo de las
iniciativas de los Estados Miembros para asegurar el acceso a la justicia son un componente básico
de la labor en la esfera del estado de derecho.
Al fortalecer el acceso a la justicia, el sistema de las Naciones Unidas colabora con asociados
nacionales para elaborar planes y programas estratégicos nacionales para la reforma de la justicia
y la prestación de servicios. Las entidades de las Naciones Unidas prestan apoyo a los Estados
Miembros en el fortalecimiento de la justicia en esferas como: la supervisión y la evaluación; el
empoderamiento de los pobres y marginados para buscar recursos y reparaciones ante la
injusticia; la mejora de la protección jurídica, la sensibilización jurídica y la asistencia letrada; la
supervisión de la sociedad civil y parlamentaria; la respuesta ante desafíos en el sector de la
justicia como la brutalidad policial, las condiciones inhumanas de encarcelamiento, los
prolongados períodos de detención preventiva, así como la impunidad de los autores de violencia
sexual y de género y otros delitos graves relacionados con conflictos; y el fortalecimiento de los
vínculos entre las estructuras oficiales y oficiosas.