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I. Introducción
Las bibliotecas públicas son un servicio público. Con él, se dota a la
comunidad de una herramienta que garantiza a toda la ciudadanía la igualdad de
oportunidades en el acceso y uso de las fuentes del conocimiento y la cultura, y facilita,
así, el ejercicio de derechos fundamentales para las personas y para la convivencia
democrática. Hoy en día, es tanto como decir que es una puerta de acceso a la sociedad
de la información y del conocimiento.
Para llevar esto a cabo, ofrece, entre otros, unos servicios de difusión y de acceso
al documento: la lectura en sala, el préstamo y la reprografía. El préstamo hace posible
la plena disponibilidad de los documentos que alberga y su acceso efectivo por parte de
la ciudadanía fuera del edificio y de los horarios de la biblioteca. Se halla entre los
servicios básicos que toda biblioteca pública debe ofertar. Es gratuito y universal. Como
tal, viene recogido en la legislación habida sobre bibliotecas en el último siglo. La ley
de Bibliotecas de Castilla y León (ley 9/89) lo recoge en su art. 19, contemplándolo
también como servicio mínimo (los ofertan las bibliotecas en localidades entre 2.000 y
5.000 habitantes): «Artículo 19.-1. Se consideran servicios básicos de la biblioteca
pública la consulta de publicaciones monográficas y seriadas en sala, la copia de
documentos de acuerdo con las normas legales establecidas, la información y
referencia, el préstamo de libros a domicilio y el préstamo interbibliotecario, tanto
para la población adulta como para los niños y jóvenes.
2. Se consideran servicios mínimos la consulta de las principales obras de
referencia y el préstamo de libros a domicilio».
1. Concepto
El préstamo es un servicio bibliotecario consistente en la entrega de los
documentos de la colección que la biblioteca determine, a una persona, colectivo e
institución, o bien a otra biblioteca, siempre durante un tiempo limitado y bajo ciertas
condiciones. Por lo tanto, para hablar de préstamo propiamente dicho, es necesario que
el documento salga de la biblioteca.
Martínez de Sousa define el préstamo como «la entrega por tiempo determinado
y en ciertas condiciones, de libros u otro material bibliográfico a una persona,
institución, biblioteca, etc.».
En España, el préstamo personal se contempla por primera vez en una Orden de
28 de septiembre de 1869, que especificaba que «los libros de las bibliotecas populares
podrán servirse al público, en la escuela y en el domicilio»; pero quedó anulada por un
Decreto de 10 de mayo de 1874. Posteriormente, este servicio tiene reconocimiento
oficial en el año 1901, con el Reglamento de 10 de octubre, relativo al préstamo de las
bibliotecas públicas. Ello hizo que existiera un retraso notable de España en relación
con otros países.
En la actualidad, queda regulado por la Orden de 13 de junio de 1972, que
establece la obligatoriedad del préstamo individual, «por considerarlo uno de los
servicios más eficaces que puede prestar una biblioteca», y normaliza el préstamo
colectivo. También el Reglamento de Bibliotecas Públicas del Estado y del Sistema
Español de Bibliotecas (Real Decreto 582 /1989 de 19 de mayo) recoge en su Capítulo
I, art. 1.1, que las bibliotecas públicas del estado son «las bibliotecas [...] destinadas
esencialmente a la difusión y fomento de la lectura en salas públicas o mediante
préstamos temporales…». Algo que ratifican las leyes bibliotecarias autonómicas.
2. Gestión del préstamo
Además del reglamento que tiene cada biblioteca, en el que consta el
número de documentos prestables y el tipo de los mismos, el préstamo exige también un
sistema de control que permita saber dónde está cada obra, qué obra tiene cada lector/a,
colectivo e institución, y cuándo deben ser devueltas. Este sistema ha de ser sencillo y
eficaz, de tal modo que su mantenimiento no suponga demasiado tiempo.
Tradicionalmente, estos sistemas suelen agruparse en: sistemas manuales,
mecánicos y automatizados.
Sistemas manuales
Los sistemas manuales de control de préstamo son los más antiguos y
prácticamente todos, en la actualidad, están siendo sustituidos por los automatizados.
Entre los sistemas manuales más extendidos están:
1. Sistema Newark. Para el control del préstamo es necesaria la elaboración de dos
tarjetas: la del lector y la del libro. En la tarjeta del lector, en la parte de arriba,
se constatan los datos personales, mientras que la inferior se encuentra dividida
en columnas, en las que se anota el número de registro del libro, la fecha de
devolución fijada y la fecha de devolución efectiva del documento. En la tarjeta
del libro se hace constar en la parte superior el autor, el título, el nº de registro y,
si es posible, la signatura, mientras que en las columnas inferiores se deja
constancia del nº del lector, la justificación del préstamo (firma del/a lector/a) y
la fecha de devolución. Además, el libro lleva en la parte interior de la cubierta
una bolsa de préstamo y una ficha que recuerda la fecha de devolución del
mismo. La tarjeta del libro, mientras no esté prestado, permanece en la bolsa del
mismo, y el carné del lector en el fichero de usuarios de la biblioteca.
2. Sistema Brown. El documento tiene su propia ficha, además de la hoja de
fechas; sin embargo, el lector no tiene una ficha, sino que al inscribirse, recibe
tantos sobres como libros puede tener en préstamo simultáneamente, en los que
figurarán sus datos personales. En el momento del préstamo, se introduce la
ficha del documento en uno de los sobres del usuario.
3. Sistema de papeleta de préstamo. Se distingue de los anteriores en que no
implica la elaboración previa de tarjetas o la preparación física del libro.
Únicamente se necesita una papeleta triple, en la que se anotan los datos del
usuario, los del documento y los relativos a las fechas de devolución. Una de las
copias se adjunta al carné del lector, quedando ambos en la biblioteca, otra se
ordena en un fichero de vencimientos y la tercera, se introduce en el libro como
recordatorio del plazo de préstamo.
Sistemas mecánicos
Utilizan un medio mecánico para recoger los datos y hacerlos confluir en el
momento de la transacción.
1. Sistema adressograph. El libro se prepara con una doble bolsa (una de ellas
móvil), una de las cuales sirve para contener a la otra. Las dos llevan los
mínimos datos de identificación del libro. Y mientras que la móvil es utilizada
para que el lector introduzca en ella la hoja en la que por medio de un aparato
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Servicio de préstamo
con cilindro entintado ha impreso sus datos personales contenidos en una tarjeta
grabada en relieve, la otra sirve para anotar la fecha de devolución y para
contener a la primera cuando el libro no está prestado.
2. Otros sistemas se basan en el registro simultáneo de todos los datos de viva voz
(audiocharging system) o fotográficamente (photocharging system) sobre
microfilme.
Sistemas automatizados
Los primeros sistemas de préstamo automatizado fueron desarrollados en
sistema fuera de línea, a finales de los años sesenta; pretendían una mejor gestión, ya
que con ellos era más fiable el control que se llevaba. Paulatinamente, los sistemas
fueron evolucionando hasta llegar, en los años ochenta, al desarrollo del préstamo
integrado en línea y en tiempo real. Ello supuso un cambio radical en el servicio de
préstamo, ya que mejoró tanto la propia gestión interna del servicio como la
información que recibe el/a usuario/a. Al ser un proceso de los más utilizados y de los
más rutinarios, es una de las operaciones que se han automatizado con mayor rapidez.
La automatización global de la biblioteca se realiza por medio de Sistemas
Integrados de Gestión de Bibliotecas (SIGB), los cuales se dividen en módulos, cada uno
de los cuales atiende a una parte de la gestión bibliotecaria (adquisición, catalogación,
préstamo… este último también denominado de circulación). Entre los SIGB a destacar
están Absys, Libertas, Millennium, etc. Este módulo tiene varias funciones: unir
rápidamente los datos de las/os lectores/as y los documentos; dar entrada y salida de
datos de forma rápida; y ofrecer información sobre el préstamo y los usuarios.
La puesta en funcionamiento del préstamo automatizado supone la existencia de
dos ficheros fundamentales:
Fichero de registro de usuaria/os, con los datos personales de cada una/o de
ella/os, así como la categoría de usuaria/o que se les ha asignado dentro del
sistema, cuando las haya (infantil-adulta/o, alumno/a-profesor/a, etc.)
Fichero de registro de ejemplares, que debe contener toda la información
referente al ejemplar que se va a prestar, incluida la condición de préstamo a la
que está sometido el documento.
El sistema automatizado realiza las siguientes operaciones de préstamo:
Realización del préstamo por registro o número de prestatario/a
Introducción de datos mediante lectura óptica de los códigos de barras
Fijación automática de la fecha de devolución
Definición de parámetros de préstamo para los diferentes tipos de préstamo (por
ej., para libros, 15 días; para películas, 5 días, etc.)
Fijación del calendario de vacaciones, festivos
Renovación de préstamos
Bloqueo automático de préstamos
Actualización automática de la fecha de devolución en caso de prórrogas
Alerta automática de retrasos y multas
Visualización en pantalla de ítems retrasados
Generación de cartas de reclamación
Cálculo automático de las sanciones
Costes por reposición de obras perdidas
Realización de reservas indicando todos los detalles del/a prestatario/a
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Servicio de préstamo
documentos no publicados
donaciones en las que se expresamente se impida su préstamo
obras de referencia (enciclopedias, diccionarios, catálogos, etc.)
publicaciones periódicas
Los dos últimos tipos comienzan a prestarse en las bibliotecas públicas, si bien las obras
de referencia lo suelen ser el fin de semana. Prima el servicio sobre la conservación.
c. Plazos del préstamo. La Orden de 13 de junio de 1972, relativa al Reglamento sobre
préstamo de libros en las Bibliotecas Públicas de carácter general, determina 15 días
prorrogables por 3 periodos similares, siempre que no haya sido solicitado por otro
usuario. (Se establece, por tanto, la posibilidad de realizar reservas). No obstante, cada
biblioteca establece los plazos en función del tipo de documentos que tiene o de
usuarias/os que los utilizan. En la actualidad, se colocan buzones en el exterior de las
bibliotecas para poder efectuar las devoluciones fuera del horario de apertura.
d. Número de obras. Depende del tamaño de los fondos, de la tipología de los
documentos, etc., aunque se podría decir que la media está entre dos y cinco libros
prestados y en audiovisuales dos o tres unidades. No obstante, hay ya bibliotecas
públicas (Tarragona) que prestan hasta 15 unidades.
e. Prórrogas y Reservas. En virtud de este mecanismo, se puede prorrogar el plazo de
préstamo, siempre que no haya sido reservado por otro usuario/a. La automatización
está permitiendo realizar ambas actividades por Internet (con un PIN).
f. Compensaciones por pérdida o deterioro. Normalmente se exige al/a usuario/a que se
haga responsable de la compra del documento o el pago de la cuantía.
g. Sanciones por el incumplimiento de los plazos. Aunque en algún tiempo se aplicaron
sanciones económicas, en la actualidad se tiende a la sanción temporal, bloqueando el
carné durante un tiempo, directamente proporcional al retraso en la entrega. Se cobra el
sello gastado en el envío del aviso de atraso.
Hoy en día, el préstamo personal también se está llevando a cabo a través del
denominado Autopréstamo, que se realiza con unas máquinas que permiten al lector
obtener un documento en préstamo sin pasar por el mostrador. Se necesita el carné de
préstamo y un PIN (número de identificación personal) para una identificación correcta.
El préstamo se realiza a la vez que se desmagnetiza el documento.
3.2 Préstamo colectivo
Es el préstamo realizado a entidades, asociaciones, instituciones, etc. y, en
general, a cualquier grupo, previa firma de un convenio entre la asociación o grupo y la
biblioteca, o cuando se ha expedido el denominado «carné institucional». (La Biblioteca
Municipal de Burgos sí ha creado este tipo de carné, y contempla en su normativa el
tipo y número de documentos que le puede prestar). Su objetivo es proporcionar
documentos a aquellos lugares donde no existen o llegan con dificultad. Por ello, el
préstamo colectivo ocupa tanto un lugar en el apartado de préstamo como en el de
extensión bibliotecaria, ya que, a través de él, la biblioteca sale al exterior. Tendencia,
como sabemos, muy actual.
Es frecuente en las bibliotecas públicas y suele consistir en el préstamo de lotes de
documentos (por lo general libros), por un período de tiempo superior al del préstamo
personal. La gestión comienza con la selección de los documentos que van a formar
parte del lote o lotes, asignando a cada uno de ellos un número para redactar listas
detalladas de su contenido en la que consten los datos básicos. También se elabora un
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Servicio de préstamo
archivo de entidades prestatarias con los datos básicos de cada una. Cuando se
devuelven los documentos, se comprueba con la lista que no falte ninguno, y su correcto
estado. La automatización ha supuesto un avance en este tipo de préstamo, en especial
para saber la localización de los documentos prestados.
3.3 Préstamo interbibliotecario y fotodocumentación (Acceso al documento)
Ninguna biblioteca, hoy en día, está capacitada para satisfacer todas
las necesidades informativas de sus usuarias/os, por lo que se recurre a los documentos
que hay en otros centros, nacionales o internacionales. Constituye una forma elemental
de cooperación bibliotecaria y se define como «la operación por la que una biblioteca
obtiene un material bibliotecario específico, solicitado por sus usuarios y que no está
disponible en su propio fondo, actuando como intermediaria entre el/a solicitante y otra
biblioteca o unidad de información depositaria de dicho documento. El material
[original] solicitado se puede enviar en préstamo temporal, o puede suministrarse en su
lugar una copia».
Puede ser internacional, nacional, regional o local. Se realiza entre bibliotecas que
no pertenecen a la misma unidad administrativa, ya que dentro de la misma unidad el
préstamo puede considerarse como una prolongación del préstamo personal (por ej., si
desde la «Gonzalo de Berceo» se envía un vídeo solicitado en la del Teatro Principal).
El proceso se compone de unas etapas: petición del usuario; localización del
documento; transmisión de la petición; recepción del documento; uso del documento;
devolución y cancelación del préstamo.
Conviene distinguir dos partes diferenciadas: la que recibe documentos originales
y la que recibe copias. En el primer caso, el préstamo es temporal, y la consulta se
realiza dentro de la biblioteca. En el segundo caso, lo que obtiene el/a usuario/a es una
copia (generalmente fotocopias) que pasa a ser propiedad del mismo/a. El pago corre a
cargo de quien lo solicita.
Esta práctica ya se conoce desde principios del siglo XX e, incluso, la ALA elaboró
un código de préstamo interbibliotecario en 1917, pero las bibliotecas no lo han
incorporado hasta tiempos recientes. La IFLA lo integró dentro del programa DUP
(Disponibilidad Universal de Publicaciones, cancelado en marzo de 2003) para el
aprovechamiento óptimo de todas las colecciones a escala internacional (su contenido
ha pasado a ICABS [Alianza entre IFLA y la Conferencia de Directores de Bibliotecas
Nacionales para Normas Bibliográficas]). En 1978, la IFLA publica unas pautas para el
préstamo internacional, que ha normalizado procesos, impresos, etc. Después, se
elabora la norma ISO-10160 (International Standard Organization), que han dado lugar
al protocolo de préstamo interbibliotecario ILL (Interlibrary Loan), con el objetivo de
regular las transacciones electrónicas de las peticiones de préstamo interbibliotecario
entre la bibliotecas.
En España, se establece el préstamo interbibliotecario nacional e internacional
ya en la II República (Orden Ministerial de 1939). Como decimos, en la práctica ha
tardado en implantarse, y todavía lo hace tímidamente en las bibliotecas públicas, en las
que, además, el/a solicitante tiene que correr con los gastos. Existe el Decreto 565/1985
de 24 de abril en el que se crea la Biblioteca Nacional de Préstamo, pero es suprimida
por la 3.ª disposición adicional del RD 834/1989, de 7 de julio (BOE, 12-VII-1989), por
lo que en la actualidad es la propia Biblioteca Nacional la que lo gestiona. Es un
servicio más utilizado en los centros especializados y de enseñanza superior,
especialmente en las universitarias, que disponen de un acuerdo de préstamo (1995)
gestoras de derechos de autor como CEDRO y SGAE presionan para que la reforma de
esta Ley esté inspirada en la Directiva Europea y el citado canon por préstamo afecte
directamente a las instituciones culturales como las bibliotecas, archivos, hemerotecas,
etc., de titularidad pública.
2. En 1992 el Comité Económico y Social elaboró un informe sobre la Directiva
en el que señalaba que "la utilización de un derecho de préstamo no debería causar
perjuicio al funcionamiento de las bibliotecas públicas imponiéndoles costos excesivos"
(Art. 2.2.2.3).
3. Es falso que el pago del canon por el préstamo público sea para proteger los
Derechos de Autor, como pretende justificar la Directiva europea y las entidades
gestoras. Las bibliotecas ya pagan derechos de autor cada vez que compran un ejemplar
de cualquier obra con depósito legal. Por consiguiente, el pago del canon significaría
que se va a pagar dos veces por un mismo concepto. Es preciso aclarar que el supuesto
derecho de autor que dicen defender estas sociedades gestores no es tal: ellas defienden
el derecho de copia -aunque lo enmascaren como derecho de autor-. Es decir, lo que se
paga no es el derecho que le corresponde a un autor por dar a conocer su obra, sino un
canon por cada copia, pública o también privada, que se haga de la misma, sea en papel
o electrónica. CEDRO pretende que se pague también por la copia privada, es decir, la
copia que cada cual quiera hacer incluso de una página de un libro o revista, aunque el
documento sea de su propiedad. Las universidades, por ejemplo, pagan porcentajes
elevadísimos a Cedro por esos derechos reprográficos. Así, en 2004 CEDRO obtuvo un
beneficio neto de 26 millones € (Josep Puig de la Bellacasa, presidente de Cedro. En:
Boletín informativo, nº 46, enero-febrero 2005).
4. El dinero recaudado por el canon no iría a parar a los autores, sino a estas
entidades de gestión de derechos de autor. Por contrato, el autor deberá ceder al editor la
autorización y el cobro del préstamo en bibliotecas a través de una entidad de gestión.
Por consiguiente, el autor no cobraría nada del canon; como mucho, cobraría lo que la
entidad gestora generosamente quiera darle (la Directiva no contempla ningún
porcentaje del canon para los autores)
5. La imposición del canon supondría necesariamente la reducción de
presupuestos para las bibliotecas, lo cual perjudicaría tanto a autores como a usuarios en
un país con uno de los índices de lectura más bajos de la UE. Esta reducción
presupuestaria pondría en riesgo la adquisición y tratamiento de nuevos ejemplares, así
como las actividades de difusión de la lectura, amenazando seriamente su
supervivencia.
6. Las bibliotecas y no las librerías (obligadas a renovar casi a diario sus estantes
por la avalancha continua de novedades editoriales) garantizan la permanencia de las
obras, además de su catalogación, conservación y difusión. Muchos libros agotados sólo
se encuentran en las bibliotecas. Las bibliotecas, por tanto, no sólo no hacen la
competencia a editores y autores, sino que son sus verdaderas aliadas.
7. El préstamo gratuito no perjudica las ventas de libros y otros materiales
culturales. Está comprobado que muchos lectores compran libros de cuya existencia han
sabido por la biblioteca de su barrio o universidad.
8. En Reino Unido, donde el canon se paga desde1993, la reducción de
préstamos bibliotecarios ha sido considerable: de 563 millones de préstamos en 1993,
ha pasado a 406 millones en 2003; es decir, en diez años de aplicación del canon, el
Reino Unido ha reducido sus préstamos en 157 millones.
Al mismo tiempo que se están produciendo ahora estas campañas de
sensibilización pública contra la Directiva que impone el pago por préstamo, también,