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Mauricio
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Una discrepancia entre Juan y Marcos fue la hora en que fueron a la tumba. Sería que
el relato de Marcos dice que las mujeres fueron a la tumba a la salida del sol, mientras
que Juan declara que María Magdalena llegó a la tumba cuando todavía estaba oscuro.
Esta dificultad se resuelve cuando se tiene en cuenta que las mujeres tenían que
caminar una buena distancia para llegar a la tumba, pues se quedaban en Jerusalén o
en Betania. Estaba oscuro cuando salieron del lugar en que estaban, pero cuando
llegaron a la tumba el sol comenzaba ya a brillar. Por eso, Marcos habla de la llegada,
mientras que Juan se refiere a la partida de ellas.
Muy a menudo, parece que la explicación oída concerniente a este problema es que
solamente hubo una purificación del templo—cerca al final de la vida de Jesús—y que
la colocación de Juan de este evento en un tiempo más temprano es el resultado de su
enfoque “teológico”, en vez de “cronológico”, al escribir su relato de la vida y
enseñanzas de Jesús. El problema con esta explicación es que, aunque generalmente
Juan pueda haber estado un poco menos preocupado con la cronología que los otros
escritores, una lectura sincera del texto favorece la posición de que esta purificación
particular del templo no fue algo que ocurrió cerca al final de la vida de Jesús. El
registro del primer milagro de Jesús, en Juan 2:1, comienza con la frase, “Al tercer
día...”. Esta sección termina con las palabras de Juan, “Después de esto...” (2:12,
griego meta touto). Después del versículo 12, Juan entonces comienza su relato de la
purificación del templo diciendo, “Estaba cerca la pascua de los judíos...” (2:13).
Ciertamente pareciera ser algo “fuera de lo ordinario” que Juan saltara tres años en la
vida de Jesús hacia un evento que ocurriera en Jerusalén durante la última semana de
2 POSIBLES CONTRADICCIONES MAURICIO LEYVA
Su vida, solamente para luego volver a un tiempo anterior a la “segunda señal [que]
hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea” (Juan 4:54). Lo cierto es que Juan no
hubiera cometido un error al escribir acerca de la purificación del templo mucho más
antes en su relato del evangelio si el Espíritu Santo hubiera estimado conveniente
mencionar el evento en ese tiempo. (Tal vez esto hubiera sido para demostrar desde el
comienzo del ministerio de Jesús que Él “repudiaba lo que era central en los cultos del
Templo, y además que su muerte y resurrección eran crucialmente importantes”—
Morris, 1995, p. 167). Sin embargo, existe una mejor explicación a esta supuesta
contradicción: Hubo dos purificaciones del templo.
¿Por qué no? ¿Quién pudiera decir que Jesús no pudo haber expulsado del templo a
los judíos hambrientos por dinero e hipócritas en dos ocasiones diferentes—una al
comienzo de Su ministerio, y otra cerca al final de Su vida mientras que Él entraba a
Jerusalén por última vez? ¿Debemos ser tan ingenuos como para creer que el templo
no pudo haber sido corrompido en dos momentos diferentes durante los tres años del
ministerio de Jesús? Jesús probablemente visitó el templo varias veces durante los
últimos pocos años de Su vida en la Tierra (especialmente cuando se celebraba la
pascua—cf. Juan 2:13,23; 6:4; 11:55), encontrando probablemente cosas inapropiadas
allí en más de una ocasión. ¿No tienen las iglesias en el siglo XXI algunas veces
problemas que se repiten dentro de un periodo de tiempo de tres años? ¿No han
lidiado los líderes de la iglesia con estos problemas públicamente muchas veces en
maneras similares? Desde luego. (“Cuán pronto los hombres olvidan las reprensiones
más solemnes y regresan a sus prácticas malas”—Barnes, 1956, p. 196).
¿Qué evidencia posee una persona, la cual le guiaría a concluir que Jesús purificó el
templo una sola vez? No existe. Aunque Mateo, Marcos y Lucas registraron una
purificación del templo a finales del ministerio de Jesús, existe mucha evidencia que
indica que Juan registró una purificación temprana del templo. Es lógico concluir que
los detalles adicionales registrados en Juan 2 no son simplemente factores
suplementarios (aunque los escritores del evangelio sí suplementaron los escritos de
cada uno muy a menudo). En cambio, los detalles diferentes registrados por Juan
probablemente se deben al hecho que nosotros estamos lidiando con dos
purificaciones diferentes del templo. Solamente Juan mencionó (1) los bueyes y ovejas,
(2) el azote de cuerdas, (3) el esparcimiento de las monedas, (4) el mandamiento de
Jesús, “Quitad de aquí esto” y (5) el recordatorio de los discípulos del Salmo 69:9: “El
celo de tu casa me consume” (2:17). Además, Juan no incluyó la cita de Jesús de
Isaías 56:7, la cual es encontrado en los otros tres relatos y resalta como una parte
importante del registro de la purificación del templo.