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TACNA – PERÚ
2018
INDICE
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………….... 5
EL JUEGO Y APUESTA
I GENERALIDADES
1.- Concepto………………………………………………………………………………………. 6
2.- Definición doctrinaria…………………………………………………………………………. 6
3.- Caracteres…………………………………………………………………………………….. 9
4.- Sujetos y capacidad………………………………………………………………………….. 10
5.- Objeto de la prestación………………………………………………………………………. 11
6.- Diferencia entre juego y apuesta……………………………………………………………. 12
6.1.- En relación al fin perseguido por las partes…………………………………………. 13
6.2.- En función de la participación en la realización del evento………………………… 14
7.- Clases de juego y apuesta…………………………………………………………………... 14
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INTRODUCCIÓN
Puede decirse que desde la antigüedad, y en todas las latitudes, los juegos y apuestas
acapararon vivamente la atención de los hombres, transformándose para algunos, a
través de la tahurería, en un modo marginal y picaresco de vida, y para otros en una
afición obsesiva, renovada constantemente (y otras tantas veces abolida) por los
fantaseos de la fortuna fácil.
En América parece haber adquirido desde los primeros días de la Conquista una
virulencia inusitada, a favor de la fácil prosperidad que engendraban la riqueza minera y el
sistema de las "encomiendas". El tan mentado episodio de Mancio Serrae Leguizano,
aquel famoso soldado español que jugó y perdió en una noche la figura del Sol que le
había tocado en el reparto de los tesoros del Cuzco,
Dado el gran valor concedido al azar desde la antigüedad, y al enorme interés por su
interpretación, en torno al cual se originan supersticiones, la apuesta ha constituido una
parte esencial de la historia de las culturas: Desde las apuestas con conchas mezcladas
en un casco que se nos menciona en la Eneida, de Virgilio, hasta las múltiples referencias
que aparecen en la Biblia, la apuesta se constituye como una de las formas de
enriquecimiento e interacción de mayor antigüedad en la civilización. El término "juego" en
este contexto, se refiere a las actividades específicamente permitidas por la ley. Apuesta,
por tanto, se refiere al propio mecanismo, llevado a cabo de modo legal o ilegal. Por otra
parte, las apuestas también pueden llevarse sobre un objeto que no sea dinero
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EL JUEGO Y APUESTA
I GENERALIDADES
1.- Concepto:
El vocablo “juego”, deriva del latín “iocus” (broma, distracción), que expresa la idea de
satisfacción o deleite, si bien es la palabra “ludus” (diversión, pasatiempo), que acentúa el
sentido de actividad fácil o que no requiere esfuerzo, la que mejor traduce el término
castellano “juego”. En cambio, la palabra “apuesta” proviene del verbo latino “apponere”
(o adponere), que significa colocar, poner con inmediatividad a algo.
En términos generales los juegos son aquellas actividades sujetas a reglas cuyo objeto
esencial es constituir un pasatiempo para quien lo practica. Considerando su aplicación
práctica, los juegos pueden encasillarse en cuatro tipo de clasificaciones:
De todos estos, los relevantes son aquellos cuyo desarrollo y resultado originan
consecuencias jurídicas, es decir, producen efectos que deben ser tutelados por el
Derecho.
“Contrato de juego es aquél por el cual, con el fin de distracción o de ganancias, las dos
partes se prometen una prestación bajo condiciones opuestas”, y “Contrato de apuesta es
aquél por el cual, con el fin de robustecer una afirmación, las partes se prometen
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recíprocamente ciertas prestaciones para el caso de ser o no verdad aquella
afirmación”.
Para algunos tratadistas, en el juego está de por medio la habilidad o destreza del
jugador, mientras que en la apuesta sólo existe azar. Un ejemplo del primero es una
partida de ajedrez. Un ejemplo de la segunda es el hecho de lanzar una moneda al aire:
"cara o sello".
Otros estiman que el juego tiene una connotación proyectada hacia un futuro
desconocido: se especula respecto a la actuación de un caballo que debe correr en el
hipódromo. La apuesta en cambio, estaría referida a una situación del pasado, pero sobre
la cual cada jugador mantiene una posición contraria
En realidad, las diferencias son puramente académicas, pues lo cierto es que, como dice
el mismo SALVAT, "el régimen jurídico aplicable a cada uno de estos contratos es en
general el mismo". A este razonamiento le agregamos que en el Perú el contrato está
tipificado de un modo integral, bajo la expresión "juego y apuesta", pues sus fronteras, en
palabras de León Barandiarán "… son muy lábiles".
Es importante determinar la naturaleza y alcances de los juegos y apuestas que sin tener
las características del azar o envite se encuentran en una situación especial y tienen
reconocimiento legislativo. En ellos la suerte también está presente, pero hasta cierto
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punto como un factor secundario. RAYMUNDO SALVAT manifiesta que "… por
excepción hay ciertos juegos que la ley excluye de la prohibición, por considerar que ellos,
lejos de representar esos peligros para el orden social, son un estímulo para el desarrollo
de virtudes o actividades que deben fomentarse", y acotando el artículo 2055 del Código
Civil Argentino pone como ejemplos los siguientes:
Entre nosotros no existe un dispositivo como el comentado por el maestro argentino y sólo
es posible citar, con suma modestia por su limitación y obsolescencia, la Resolución
Suprema del 11 de marzo de 1936, que copiando casi literalmente el artículo 1966 del
Código Civil Francés permite los juegos de bochas, carreras de carruajes y juegos de
pelota.
De conformidad con el sistema seguido por el Código vigente, mientras que los juegos
permitidos y los prohibidos se encuentran prefijados en las leyes, los no autorizados están
en zona neutra (ni prohibidos, ni permitidos) y son los que con mayor frecuencia se
presentan, pues cubren una enorme área. A título de ejemplos, mencionamos las
competencias deportivas en general, el juego – ciencia o ajedrez, o cuestiones relativas a
hechos ya acontecidos o actuales, en todos los cuales hay competitividad, existe de por
medio un interés económico o causa lucrando y los factores determinantes en beneficio
del vencedor son su destreza física, sus conocimientos, su memoria y otros factores
similares, a los cuales se agrega un margen no cuantificado pero colateral de suerte o
azar.
Por cierto que existen también casos imprecisos, como sería el de la apuesta que hacen
dos personas sobre el futuro resultado de un partido de fútbol entre equipos de la misma
categoría y calidad. No aparece claro, en efecto, si en el esclarecimiento del hecho
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incierto ha sido determinante el conocimiento del vencedor o si lo que prevalece es la
suerte o azar.
3.- Caracteres
Los caracteres jurídicos del juego y la apuesta permitidos y no autorizados son:
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apuesta puede suceder que la incertidumbre de las partes se proyecte sobre hechos
pasados o actuales.
8) El contrato es condicional, desde cierto punto de vista. El resultado final por el cual
una parte gane y la otra pierda, resulta dependiente del evento aleatorio, es decir,
incierto para las partes cuando menos; lo que es propio de la condición. Frente al
resultado cuando viene a significar una ganancia sólo para una parte y, por ende,
sólo una pérdida para la otra parte, el contrato que en su origen es bilateral, por lo
dicho antes, en cuanto a las posibles prestaciones por una o por otra parte, viene a
tornarse en unilateral.
Los sujetos del juego y apuesta (permitidos y no autorizados) son, en términos genéricos,
los jugadores. Una vez producido el resultado de una situación hasta entonces incierta
quedan precisados como el vencedor y el perdedor, respectivamente, aun cuando esta
diferencia no se presenta con esta claridad en los juegos permitidos, pues quien hace
empresa nunca resulta perdedor y siempre existe para él un margen calculado de
ganancia, cualquiera que sea ese resultado (ramo de loterías, etc.).
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En efecto, en el juego y apuesta permitidos, mientras en las apuestas en los hipódromos
no se impide a los menores acercarse a las ventanillas y jugar, no sucede lo mismo en
casinos y establecimientos de bingo, pues tanto los menores como los sujetos a
interdicción civil no pueden ingresar. Y en relación con el juego y apuesta no autorizados,
cabe señalar que no existe la solutio retentio del vencedor cuando el perdedor sea
incapaz, en resguardo de su inmadurez, inexperiencia o falta de capacidad de
discernimiento (artículo 1943).
En teoría nada impide que en el juego y apuesta permitidos el objeto sea una prestación
de hacer. Tampoco cabe descartar que el objeto resulte una prestación de no hacer, esto
es, un deber de abstención, aunque en la práctica lo vemos sumamente remoto.
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6.- Diferencia entre juego y apuesta
Los Hermanos Mazeaud señalan que el juego es aquel contrato por el cual las partes
prometen entre sí una prestación, si una de ellas obtiene un resultado dependiente de la
fuerza, de la destreza, de la inteligencia o del puro azar, Por su parte Josserand define el
juego como una convención por la cual unas personas se comprometen, entregándose a
una combinación cualquiera, a pagar una suma de dinero o a hacerle una prestación.
Josserand señala que la apuesta es una convención en virtud de la cual unas personas
que no están de acuerdo sobre una cuestión, que considera diferente, convienen en que,
quien tenga la razón reciba de los demás una suma de dinero o una prestación
determinada. Mientras que los Hermanos Mazeaud, la define como el contrato por el cual
cada una de las partes promete a la otra una prestación según qué tal acontecimiento, se
haya producido o no.
Según los Mazeaud el contrato de juego y apuesta difieren por el papel que desempeñan
las partes, si provocan el acontecimiento que designará al ganador, se trata de juego; si
permanecen ajenos a ese acontecimiento se trata de apuesta. Además expone que el
juego no es oponible a terceros cuando la deuda se salde con un pagaré, la excepción del
juego es oponible al portador de buena fé del pagaré.
El Código Civil señala dos reglas excepcionales comunes a los contratos de juego y
apuesta:
Indudablemente que entre juego y apuesta existe diferencia. Puede haber juego sin
apuesta, así como puede haber apuesta sin juego. El juego puede consistir en una
diversión sin resultados económicos. En ese caso hablamos de juego por antomasia pero
la mayor parte de veces el juego va acompañado de una apuesta. La apuesta existe sin el
juego. Es un elemento accidental podríamos decir que la apuesta es un accesorio del
juego. Cualquier clase de juego, desde el más atrevido hasta el más inocente pueden
existir sin la apuesta no puede existir sin el juego los actos o sucesos que son objeto de
ella, la apuesta tiene que ir siempre unida sea al juego, sea a los actos o hechos que se
apuestan. Si yo apuesto que A no pasa de 18 años, frente a otro que afirma que A,
excede de los 18 años que muy bien puede llegar los 24 años, ambas posturas sometidas
al dicho de A que despejará la duda y llega A, y dice que tiene 20 años. He perdido la
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apuesta. No se ha tratado de un juego pero ha habido apuesta. En cambio sí teniendo el
mazo de barajas en la mano digo que pagaré siete y medio y otro jugador exhibe cartas
que valen siete y medio, habré perdido en un juego en que ha habido apuesta.
Conforme a esto, sostiene que las apuestas sobre la victoria de un determinado caballo
en una carrera pública, son juego, porque sólo se realizan con vistas a una ganancia. A
ello añade que en las afirmaciones sobre futuro no suele haber apuesta, sino juego, y
señala como ejemplo las apuestas deportivas, si bien no considera acertado en este caso
generalizar este criterio.
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para el Derecho. En realidad –se afirma-, en todos esos casos la única razón decisiva y
común a las partes reside en la creación artificial de un riesgo en relación a un
acontecimiento al menos subjetivamente incierto.
En este sentido, se ha definido el juego como “contrato por el cual cada una de las partes
promete a la otra una prestación si una de ellas obtiene un resultado dependiente de la
fuerza, de la destreza, de la inteligencia respectiva de las partes, o del puro azar”.
El Código sin embargo engloba en una frase el juego y la apuesta, reconoce tres clases
de estas:
De conformidad con el nuevo sistema seguido por el código vigente, mientras que los
juegos permitidos y los prohibidos se encuentran prefijados en las leyes, los no
autorizados están en una zona neutral, pues no son prohibidos ni permitidos. Estos
últimos constituyen, por lo demás, los que se presentan con mayor frecuencia, pues cubre
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un área muy amplia. Como ejemplo de los juegos no autorizados podemos citar los
eventos deportivos en general, o cuestiones relativas a hechos o acontecimientos ya
producidos o actuadas, en todos los cuales existen competitividad, un interés económico
de por medio y los factores determinantes en beneficio del vencedor como son su destres
física, su conocimiento, su memoria y otros similares a los que se agrega un margen no
cuantificado y colateral de suerte o azar.
"El juez puede reducir equitativamente el monto de la prestación cuando resulta excesiva
en relación con la situación económica del perdedor."
Como por otra parte hemos sostenido que el juego y apuesta no autorizados es un
contrato peculiar resulta evidente que dentro de su gama podrán ofrecerse no sólo
prestaciones de dar, sino también de hacer y no hacer. Nada impide, en efecto, que
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en una competencia de ajedrez, quien resulte perdedor le confeccione un retrato al
vencedor (prestación de hacer) o se abstenga de jugar durante un mes (prestación de
no hacer) en la medida de que una u otra prestación haya sido previamente convenida.
Como sabemos, en ambos ejemplos el vencedor carecerá de acción para exigir el
cumplimiento de la prestación por parte del perdedor.
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son la adquisión de billetes, boletos, cartillas o fichas.
Adicionalmente cabe indicar que en ciertos casos sus mecanismos son sofisticados.
Así sucede con el empleo de totalizadores en los hipódromos, pues en realidad quien
juega es la masa apostadora (asistente o no al espectáculo hípico) de modo que la
institución que hace empresa (entre nosotros, el Jockey Club del Perú) se limita a
recolectar las apuestas y cumplir con el pago de los resultados, reteniendo un
porcentaje que no sólo asegura sus costos y el pago de tributos, sino también una
significativa ganancia.
El segundo párrafo del artículo bajo comentario carece de razón de ser, y su inclusión se
debe a que el autor no estuvo presente en la ponencia sustitutoria que estaba cambiando
toda la estructura del contrato de juego y apuesta, al separarlo en permitidos, no
autorizados y prohibidos. En efecto, la regla de equidad contenida por este segundo párrafo
(evitar la ruina del perdedor) se explicaba en el Código Civil de 1936, ya que conforme al
artículo 1772 el que perdía en juego y apuesta de los no prohibidos quedaba obligado al
pago. Pero como esto no es así en el Código actual (artículo 1943) no vemos cómo pueda
aplicarse esa regla de equidad si el juego y apuesta permitidos están circunscritos a los
que se organizan de un modo empresarial y con un riesgo calculado.
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En nuestra opinión, la reducción judicial de la deuda en un juego lícito solo debería ser
posible por un acontecimiento extraordinario o imprevisible, por causas extrañas al riesgo
propio del contrato, tal como lo dispone el ARTÍCULOS 1441, numeral 2, del actual
Código Civil; pero si la excesiva onerosidad de la prestación obedece a circunstancias
propias del contrato no debería constituir la situación económica del perdedor un criterio
válido para que este pueda reducir su deuda, pues tal circunstancia no necesariamente
era un hecho cierto y conocido por el ganador. En este aspecto, el Código Civil funge de
paterna lista y el efecto de la norma podría seguir una dirección opuesta a la deseada
pues podría estimular que quienes tienen una complicada situación económica se
agencien de grandes cantidades de dinero para jugarlas, sabiendo que dentro del rango
de probabilidades será mayor la oportunidad de obtener pingües ganancias, pues podrían
aprovecharse de la reducción judicial para aminorar sus deudas.
La situación económica del perdedor solo puede ser invocada como excepción y no como
acción. En consecuencia, la reducción judicial no podría solicitarla una persona que ya
pagó la deuda a través de una demanda de reducción de deuda de juego y solicitar por lo
tanto su devolución parcial. El último párrafo del ARTÍCULOS 1942 señala que el juez
puede reducir la prestación, en consecuencia, si esta ya se cumplió, la obligación está
plenamente extinguida y no tendría entonces título para repetir al que pagó la deuda de
juego permitido aunque pretendiera invocar su situación económica.
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El deudor que pagó una deuda proveniente de un juego permitido no puede luego
demandar su devolución total ni parcial. Al haberse extinguido la obligación, es irrelevante
que pueda probar que el monto de la prestación resultó excesiva con relación a su
situación económica, pues la reducción judicial solo puede ser invocada como excepción,
cuando el deudor actúa como demandado.
Según lo explicado en los conceptos generales el Código Civil en vigencia tiene una
estructura peculiar en lo que se refiere al juego y apuesta, pues se aparta de la legislación
tradicional o clásica y hace una categórica distinción entre los permitidos, no autorizados y
prohibidos. Ya hemos señalado que el sistema utilizado tiene indudable contenido ético, pero
también reconocemos que podría objetarse y en todo caso discutirse en lo que se refiere al
trato dado al juego y apuesta no autorizado, pues son los que se presentan con mayor
frecuencia en la vida diaria.Pondremos algunos ejemplos: Pedro se enfrenta a Juan en un
partido de tenis y convienen en que el perdedor le pagará una suma de dinero o le entregará
un bien determinado o le prestará un servicio o se abstendrá de hacer algo. Carlos tiene
una discusión con Santiago sobre el resultado del encuentro final del Campeonato Mundial
de Fútbol realizado en Argentina en 1978 y hacen una apuesta relacionada con cualquiera
de las prestaciones antes mencionadas, o sea de dar, hacer o no hacer. Julia afirma que
Juana de Arco falleció el 30 de mayo de 1431, en tanto que Cecilia sostiene que fue el 30 de
mayo de 1430, y surge otra apuesta vinculada con un hecho del pasado y sujeta también a
un efecto o consecuencia lucrativa. En todos estos casos, como en tantos otros similares
no existe prohibición legal, puesto que no se trata de juegos de envite y azar, pero tampoco
están permitidos y se hallan, de consiguiente, en una posición intermedia, ya que si de
una parte el vencedor carece de acción para exigir el pago, por otro lado el perdedor que
satisfizo la prestación no puede reclamar su devolución (de ser ello posible), pues el primero
goza de la solutio retentio. Estos efectos, tan distintos, responden a la filosofía im-
puesta en el Código, que desalienta al juego y apuesta, pero concede una solución
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decorosa para el perdedor, satisfactoria para el vencedor y lo que es tanto o más
importante, coherente con el acontecer diario, con los usos y costumbres y el valor
moral de la palabra empeñada.
Para que funcione la solutio retentio es indispensable que el pago haya sido hecho por el
perdedor en forma voluntaria. De otro modo el acto sería anulable por error, violencia o
intimidación. No hemos mencionado al dolo como factor de anulabilidad, pues el artículo
1943 lo señala expresamente y desde luego su inclusión es inobjetable, pues faltaría el alea
y la ley no puede proteger a quien ha empleado artificio o argucia para obtener un resultado
que le favorezca. Como apunta León Barandiarán, "debe haber ausencia de fraude de parte
del ganancioso, o sea, que el resultado del juego no se deba a acciones dolosas de aquél, y
así el primer tahúr puede verse constreñido a restituir lo que se le haya pagado"
Finalmente, habrá también lugar a repetición si quien ha pagado es incapaz. Se trata, en
este caso, de que no exista aprovechamiento por falta de razonamiento, inexperiencia o
inmadurez del perdedor. No se ha establecido en esta hipótesis si la incapacidad es
absoluta, de modo que el precepto se extiende también a la relativa. Esta es una
deficiencia que deberá ser corregida en el futuro, por cuanto el acto jurídico
practicado por incapacidad relativa del agente sólo es anulable, a tenor de lo dispuesto
en el artículo 221, inciso 1, del Código Civil, Opina León Barandiarán que "... la falta de
capacidad para realizar un acto jurídico, como es un pago, importa la impugnabilidad de
éste. Si esta es una regla general, con tanto mayor razón tendrá aplicación en el caso
contemplado, de una obligación imperfecta, como es la derivada de una deuda de juego del
tipo considerado en el artículo 1768 (del Código Civil de 1936), en que no se permite la
exigibilidad de la obligación, sino sólo la no repetición de lo pagado.
Solo aquellos juegos cuya prohibición ha sido establecida expresamente por una ley van a
estar sujetos a los efectos indicados en el ARTÍCULOS 1944. La regla en nuestra
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legislación civil ha sido prohibir los juegos, especialmente los juegos de azar y esto se
advierte desde el albor de la República.
Lo expuesto en la parte final del párrafo anterior significa que quien pagó no necesita
recurrir a los tribunales para que declaren la nulidad, pues ésta opera jure etde iure. Desde
luego, si el perdedor entregó al vencedor dinero o especies y no se le devuelve tendrá que
interponer la correspondiente acción restitutoria, o una indemnizatoria si por la naturaleza
de las cosas no cabe restitución, lo que sucedería cuando la prestación fue de hacer o de
no hacer.
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Conforme a sus disposiciones, "la prohibición del juego de envite es absoluta en toda la
República. Quienes trafiquen con dicho juego ejerciendo el rol de banqueros, empresarios,
talladores, etc., serán reprimidos administrativamente por la autoridad prefectural, con
multa de mil a cinco mil soles y además, juzgados como vagos y expulsados del territorio
nacional, si fueran extranjeros. El dinero y los efectos encontrados en mesa o en poder de
los jugadores serán decomisado. Los clubes, centros sociales o establecimientos en que
se sorprenda la práctica del juego de envite serán clausurados y sólo podrán reabrirse
mediante un depósito en efectivo de diez mil soles el cual, en caso de reincidencia y sin
perjuicio de la clausura definitiva será aprovechado por el Estado. Por último, incurre en
responsabilidad por negligencia y será destituido, quedando inhabilitado durante un año
para el servicio, el funcionario de policía o autoridad política en que se sorprenda algún
foco de juego de envite y tratándose de casos de corrupción de funcionarios, los
responsables serán reprimidos con arreglo al artículo 243-A del Código Penal (adicionado
por el artículo 10 del Decreto Ley N° 25836 de noviembre de 1992).
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No se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado y si esto
ha ocurrido es nulo de pleno derecho. Los juegos prohibidos están afectados con la
nulidad absoluta; inclusive, como lo indica el ARTÍCULOS 220 del Código Civil, tal
circunstancia puede ser alegada también por el Ministerio Público.
Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para recuperar lo pagado en
un juego prohibido. Asimismo, el juez puede declarar de oficio la nulidad cuando esta
resulta manifiesta en un proceso que verse sobre la existencia de una deuda derivada de
un juego prohibido. Por ejemplo, una empresa peruana que gestiona y colecta en el país
apuestas para loterías del exterior demanda a un cliente local el cobro de una deuda
generada por la adquisición de varios billetes de esta lotería extranjera. El cliente -que
desconoce estas normas- trata de evitar el pago con otros argumentos. El juez, en
aplicación de las leyes que regulan el juego de lotería y del ARTÍCULOS 1944 del Código
Civil, podrá sin que le sea solicitado, declarar la nulidad del contrato y la improcedencia
del cobro de la deuda. La reducción judicial no es posible en estos casos.
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4.- Nulidad de actos jurídicos que encubran o envuelvan deudas del juego
y apuesta no autorizados y prohibidos (Art. 1945)
El jurista Carlos A. Fonseca Sarmiento comenta que esta norma señala que una deuda
de juego prohibido o no autorizado no es susceptible de convertirse por novación u otro
medio similar, en una obligación civilmente eficaz. De esta manera, quien tuviera una
deuda (obligación primitiva) que realmente tiene su causa en este tipo de juegos, cuando
la obligación que le es exigida (obligación convertida) se le atribuye una causa civilmente
eficaz, el deudor tendrá todos los medios posibles para probar que la causa real de la
obligación es el juego prohibido o no autorizado y con ello podrá bloquear la acción e
impedir su pago.
Las maniobras empleadas para convertir una deuda de juego en deuda civilmente exigible
son simulaciones de acto jurídico y nuestro Código Civil -en los ARTÍCULOS 190, 191 Y
192- se pronuncia sobre la simulación absoluta, la simulación relativa y la simulación
parcial, respectivamente. Por regla general, se protege al tercero de buena fe. Así, el
ARTÍCULOS 194 señala que la simulación no puede ser opuesta por las partes ni por los
terceros perjudicados a quien de buena fe y a título oneroso haya adquirido derechos del
titular aparente. Es preciso advertir, sin embargo, que en el ARTÍCULOS 1945 no se
indica si el tercero de buena fe adquirió a título gratuito u oneroso el derecho sobre la
deuda de juego.
Con relación al segundo párrafo del ARTÍCULOS 1945, podemos indicar algunas
situaciones: si un jugador perdió en un juego prohibido o no autorizado puede ser que en
dichas circunstancias sea obligado a aceptar una letra de cambio para saldar la deuda.
Es decir, se le puede dar forma de título a la orden a favor del ganador. El portador de
buena fe de tales títulos -a consecuencia de su tráfico patrimonial- sí tiene el derecho de
cobrar la suma de dinero indicada en el título, sin perjuicio del derecho que tendrá el
deudor de repetir contra el ganador del juego prohibido por ser este nulo o cuando existe
dolo o el repitente es incapaz, en el caso de los juegos no autorizados.
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Por su parte Max Arias Schreiber opina que, Mediante este dispositivo se protege la
finalidad ética perseguida en los juegos y apuestas no autorizados (artículo 1943) y
prohibido (artículo 1944), de modo tal que no tendrán valor aquellos actos que resulten
disfrazados y dependientes. Se evita así el fraude de la ley, impidiendo una apariencia
que no constituye un hecho nuevo, que carece de autonomía y se pone por lo tanto atajo
a legitimar por la vía indirecta, lo que la ley no permite directamente. Manifiesta a este
respecto León Barandiarán, citando a Staudinger, que se trata de resguardar lo que
resultaría ser una distorsión fraudulenta y se rechaza la posibilidad de introducir
"variaciones mediante las cuáles el perdedor asume frente al ganador una obligatoriedad
para el cumplimiento de una deuda por juego o por apuesta, en especial mediante un
reconocimiento de deuda
AI referirse a la novación, León Barandiarán explica que mediante ella "se podría emplear
un medio sustitutorio para conseguir la ejecución de una obligación que la ley repudia. La
obligación nueva creada por el empleo del recurso antedicho está inficcionada, como en
el caso del reconocimiento, por el vicio de la causa novandi. Como muy bien advierte
Funaioli, el elemento causal es aquí determinante"
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En su parte final, el precepto bajo comentario pone a salvo el derecho del tercero de buena
fe, quien por razones de velocidad en la circulación y de seguridad en la transmisión de
esta clase de documentos es ajeno a su origen y por lo tanto la invalidez no le alcanza.
León Barandiarán, luego de poner varios ejemplos relacionados con el artículo 1769 del
Código Civil de 1936 pero que son pertinentes al Código vigente, señala que lo que sostiene
respecto a las letras de cambio es aplicable a los vales y pagarés a la orden, por la remisión
que hace el artículo 133 de la Ley de Títulos Valores
Desde luego, nada impide que quien pagó al tercero de buena fe tenga expedito su
derecho para repetir contra el que recibió y negoció originalmente el título de crédito. No
existe, en nuestro Código, una disposición que lo señale expresamente -como sucede en el
Código Civil de la República del Paraguay, promulgado el 23 de diciembre de 1985-, pero
ese derecho emana de la naturaleza de las cosas.
Dentro del mismo criterio, esto es, legislando sobre el juego y apuesta no autorizados de un
modo menos severo que los prohibidos, la parte final del artículo dispone que quien paga
sin autorización del perdedor y recibe de éste la cancelación de lo que abone, goza de la
solutio retentio y no está obligado a su restitución.
El reciente Código Civil paraguayo (1985) señala en su artículo 1455 que el tercero que sin
mandato hubiese pagado una deuda de juego y apuesta, no goza de acción alguna contra
aquél por quien hizo el pago. Nosotros preferimos la fórmula peruana, pues es más
flexible.
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Por último debemos reflexionar sobre la supresión hecha por la Comisión Revisora del
artículo 2001 del Proyecto, según el cual "no puede exigirse el pago de lo que se presta
expresamente para juego no autorizado, si se hace anteriormente o en el acto mismo de
jugar" y dejamos constancia de nuestra discrepancia y de la conveniencia de incorporarlo
en el futuro. En efecto, dicho numeral del Proyecto tenía como fuente el artículo 1771 del
Código Civil de 1936, con el agregado de que no exista acción si el préstamo se hacía
antes y no simplemente en el acto del juego y apuesta y su propósito estaba dentro de la
filosofía que regula este contrato, dirigida a no propiciar la práctica de lo que puede
convertirse en un vicio. Por cierto que la solución sería distinta en la hipótesis de que el
mutuo se realizase después del resultado del juego y apuesta no autorizados y así se
desprendía del referido artículo 2001 del Proyecto, contrario sensu, de modo que su
reembolso procedería como en cualquier caso de un préstamo válido.
Explica Consuelo Vidal Bruce, que "los juegos y apuestas en los que suele tomar parte un
gran número de personas pueden ser divididos en dos categorías: una formada por una
serie de contratos bilaterales entre el organizador del juego y cada uno de los
participantes en el mismo, y otra en la que todos los jugadores crean un único contrato
plurilateral, ejercitando el organizador únicamente una función de intermediario. Esta división
facilita el análisis de los diferentes tipos de relaciones que se dan entre los participantes en
estos juegos o apuestas, y funciona aún en los casos en los que éstos no se organizan
profesionalmente" (Consuelo Vidal Bruce, los contratos de juego y apuesta, tesis para optar
el grado de bachiller en la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1984).
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6.1 los juegos y apuestas que de alguna manera se han vinculado o están
sujetos a lo dispuesto por el artículo 1947 del Código Civil.
A) Lotería
Conforme al artículo 7 del Decreto Ley N° 21921, los premios pueden consistir en dinero
efectivo y/o en bienes muebles o inmuebles, pero es condición que el premio mayor de
todos los sorteos sea dinero en efectivo. En el caso de muebles o inmuebles, es
indispensable que sean adquiridos por el Ramo de Loterías antes de la fecha en que se
verifique el correspondiente sorteo. Además, y sí lo que se sortean son muebles o
inmuebles, el Ramo considerará como complemento del premio una suma equivalente al
20% del valor de los bienes sorteados (artículo 7, incisos a, b, c y d).
El artículo 14 constituye una excepción al numeral 1949 del Código Civil (infra, página 403),
pues dispone que el plazo para efectuar la cobranza de premios es de 180 días calendario
y si el último fuera inhábil, el plazo vencerá el primer día hábil siguiente.
B) Casinos
El juego y apuesta en los casinos está basado en un sistema de autorizaciones que otorga
la Dirección Nacional de Turismo del Ministerio de Industria, Turismo, Integración y
Negociaciones Comerciales Internacionales (MI-TINCI) a mérito de las disposiciones
contenidas en la Ley N° 27153 de 9 de julio de 1999 (Ley que regula la explotación de los
juegos de casino y máquinas tragamonedas), la misma que viene a sustituir al Decreto Ley
N° 25836 y a sus demás antecedentes legales, tales como el Decreto Ley N° 22515 del Iode
mayo de 1979 y el Decreto Legislativo N° 698 del 5 de noviembre de 1991, siendo también
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aplicable el Decreto Supremo N° 001-2000-ITINCI del 7 de enero de 2000 (Reglamento
para la explotación de los juegos de casino y máquinas tragamonedas)
La Ley N° 27153, que actualmente regúlala explotación de los juegos de casino y máquinas
tragamonedas, consta de 46 artículos distribuidos en ocho Títulos, así como disposiciones
transitorias, complementarias y finales. Ellos son: TITULO I (Disposiciones generales),
TITULO II (De los juegos de casino y de las máquinas tragamonedas), TITULO III (De la
autorización, garantías e inicio de operaciones), TITULO IV (De la autoridad competente),
TITULO V (De los titulares de la autorización de explotación de juegos de casino y
máquinas tragamonedas), TITULO VI (Medios impugnatorios), TITULO VII (Impuesto a los
juegos de casino y máquinas tragamonedas), TITULO VIII (Régimen de infracciones y
sanciones).
Entre las más importantes normas que hay que destacar en esta ley, señalaremos las que
siguen:
Conforme al artículo 5 la explotación de juegos de casino sólo puede llevarse a cabo en los
distritos autorizados mediante resolución suprema, debiendo tomarse en cuenta además de
la infraestructura turística existente, razones de salud, moral y seguridad pública. Estos
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establecimientos incluyendo los de tragamonedas no pueden estar ubicados a menos de
150 metros de iglesias, instituciones educativas, cuarteles y hospitales.
Sólo podrán ingresar a las salas destinadas a la explotación de los juegos de casino y de
máquinas tragamonedas, los mayores de edad. El usuario está obligado a presentar su
documento de identificación. Por ningún concepto podrán ingresar a estas salas:
En el Capítulo II del Título II, están expuestos las características técnicas de las máquinas
tragamonedas, así como los juegos autorizados y el Registro de Juegos.
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Conforme al artículo 27 se forma la Comisión Nacional de Juegos de Casino y Máquinas
Tragamonedas (CONACTRA) y el artículo 28 enumera cuáles son sus funciones.
En el Título VII aparecen las reglas que conciernen al impuesto a los juegos de casino y
máquinas tragamonedas, disponiendo que son además de aplicación las normas
reglamentarias y el Código Tributario en lo que fuera pertinente.
Es importante resaltar que el sujeto pasivo del impuesto es el que realiza la explotación de
los juegos de casino o de máquinas tragamonedas y que la base imponible del impuesto
está constituida por la ganancia bruta mensual proveniente de la explotación de los casinos
y máquinas tragamonedas (artículos 37 y 38 de la ley).
Finalmente, la tercera disposición final deroga el Decreto Ley N° 25836, la Ley N° 26453; el
segundo párrafo del artículo 38, el inciso c) del artículo 50
y la segunda disposición final del Decreto Legislativo N° 776; así como la Ley N° 26812,
Asimismo, se deja sin efecto el Decreto Supremo N° 01-95-ITINCI, que aprueba el
reglamento de casinos de juego; el Decreto Supremo N° 04-94-ITINCI, que aprueba el
reglamento de uso y explotación de máquinas tragamonedas; el Decreto Supremo N°
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014-96-ITINCI, que suspende el otorgamiento para el uso y explotación de máquinas
tragamonedas; el Decreto Supremo N° 004-97-ITINCI, que establece instancias y
mecanismos para fiscalizar el cumplimiento del reglamento de uso y explotación de
máquinas tragamonedas; así como las demás disposiciones que se opongan a esta ley.
El Reglamento de la Ley N° 27153, a su vez, fue aprobado por Decreto Supremo N° 001-
2000-ITINCI del 7 de enero del año 2000 y consta de diez Capítulos divididos en 54
artículos, así como disposiciones transitorias, complementarias y finales, constando
además de los anexos "a", "b", "c", y "d".
Luego, por Decreto Ley N° 21091 de 24 de febrero de 1975, se dictó la Ley Orgánica de la
Empresa Pública de Administración de Pronósticos Deportivos (EPAPRODE) la cual,
conforme al artículo 6, tenía facultades para dictar las normas relativas a concursos de
pronósticos deportivos de fútbol, incluyendo su administración y fiscalización.
La suerte de EPAPRODE fue ondulante, ya que empezó con mucho empuje para
languidecer hasta su desaparición.
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Llegamos así al Decreto Legislativo N° 255, promulgado el 29 de diciembre de 1981, por el
cual se creó una nueva empresa dependiente del Instituto Peruano del Deporte (IPD)
denominada Empresa Peruana de Apuestas Deportivas S.A. (EPADESA), cuyo objeto es
realizar y promover los concursos de pronósticos de resultados de competencias deportivas
que se lleven a cabo en el país y en el extranjero, habida cuenta de que por el artículo 133
de la Ley N° 23233 se delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de disolver y liquidar la
Empresa Pública Administradora de Pronósticos Deportivos. El mismo Decreto Legislativo
derogó los Decretos Leyes N°s. 20803 y 21091, que fueron analizados sumariamente en los
dos párrafos anteriores.
La nueva entidad es una empresa estatal de derecho privado, que se rige por la Ley
General de Sociedades, cuyo texto fue aprobado por Ley N° 26887 de 09 de diciembre de
1997.
D) Bingo
Con el objeto de garantizar la seriedad del juego se ha dispuesto que los locales
destinados a salas de bingo permitan que las extracciones de bolos sean visibles para todos
los participantes, directamente o a través de un circuito cerrado de televisión, de modo tal
que se asegure la simultaneidad de la visión con la posibilidad de jugadores (artículo 16.1
del Reglamento).
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Existen, inclusive, normas detalladas en lo que concierne al funcionamiento de las salas de
juego, mediante personal de admisión y control, personal de mesa, laborales de
vendedor-locutor cajero, jefe de mesa y jefe de sala. Este último dirige, controla y adopta
decisiones relativas a la marcha de las distintas operaciones, de acuerdo con las normas
técnicas del bingo y marcando el ritmo adecuado de aquéllas. También le corresponde
cuidar el funcionamiento de todos los aparatos, instalaciones y servicios.
Corno en el caso de los casinos no pueden entrar a las salas de bingo los menores de
edad y las personas sujetas a interdicción civil, siempre que esa condición haya sido
puesta en conocimiento del personal de control de admisión. Además, se puede impedir el
ingreso a quienes por sus referencias se supone que habrán de observar una conducta
desordenada o cometer irregularidades en el juego.
Existe una característica propia del juego de bingo y es que el acceso a la sala está sujeto
a la adquisición de un boleto de entrada, sin perjuicio de la exhibición de un documento de
identidad.
A lo expuesto se suma que para jugar es necesario utilizar cartones, cuya adquisición (mal
denominada venta) se sujeta a las disposiciones contenidas en el artículo 28 del
Reglamento. Estamos, pues, en presencia de un juego y apuesta que es complejo y
masivo.
En el bingo están prohibidos los premios en especie y los pagos se harán en efectivo o, a
solicitud del ganador y por su seguridad, en cheque bancario girado contra la cuenta de la
entidad organizadora del juego.
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Se trata, probablemente, del más importante juego de mesa y ha permitido la creación
de escuelas y la aparición de grandes maestros, compitiendo en torneos con muy alto
rendimiento económico.
b. Las damas chinas es un invento chino que tuvo muchos adeptos en los Estados
Unidos de América en los años 30. Consiste en un tablero impreso en forma de estrella
y en cada una de sus puntas se coloca diez piezas. El juego consiste en llevarlas a la
punta opuesta. Pueden saltarse las piezas propias y las de los jugadores contrarios.
c. El dominó fue inventado en la China hace más de 3000 años y consta de 28 fichas
rectangulares marcadas con puntos del 0 al 10. Cada participante cuenta con 7 fichas
y el primero lanza una, y a partir de ese momento los jugadores colocan la pieza cuyo
número coincida con la que está sobre la mesa. En este juego participan cuatro
personas formando dos parejas, a diferencia del ajedrez, en el que sólo intervienen
dos.
d. El monopolio ha sido el juego más popular del siglo XX. Creado en 1934, consiste en
que los jugadores que varían entre 2 y 8, traten de adquirir la mayor cantidad de
propiedades posibles, a fin de desbancar a los demás, quedándose como dueño
absoluto del capital y de las propiedades.
e. El riesgo (Risk) tiene como objetivo la conquista del mundo. En este juego de
estrategia, los competidores deben colocar 21 soldados dentro de los diferentes
territorios y, posteriormente, seleccionar al azar una tarjeta para conocer cuál es su
misión. Esta puede ser destruir otras tropas, ocupar ciertos territorios, etc.
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h. El pictionary es un juego en el cual lo fundamental es demostrar la capacidad de
síntesis y creatividad con una sola línea. Para jugarlo, los que intervienen deben
dibujar diversas pistas o elementos para que su equipo adivine de qué objeto se
trata. No se necesita ser un gran dibujante y sólo basta tener un poco de
imaginación.
i. El juego de escrúpulos consiste en afrontar una serie de dilemas compro-
metedores, que en algunos casos nos ponen en aprietos. Participan entre 3 y 8
jugadores y está prohibido ruborizarse al confesar sus intimidades.
j. El clue o súper detectiveconsiste en adivinar en qué lugar de la casa, con qué arma
y quién asesinó a don difunto. El juego consiste en poner en un sobre 3 tarjetas con
tales datos, para que cada jugador avance con el número que indican los dados,
hasta el lugar de la casa donde se sospecha que ocurrió el crimen y decir quién es
el culpable.
k. El juego de mesa de acción y bolsa es hoy en día el amo de las finanzas. Todos
los jugadores inician la partida con igual cantidad de dinero. Hay que comprar
acciones al más bajo precio posible y venderlas al más alto. Se deben adquirir
acciones hasta en 16 empresas y decidir la venta de sus títulos en el momento
exacto, antes de que la pizarra de cotización indique la quiebra de una de ellas.
m. El juego "nadie sabe para quién trabaja" es otro de los más utilizados en la sociedad.
Tiene numerosas reglas, conforme a las cuales se van obteniendo puntajes, resultando
vencedor el que obtenga el mayor puntaje una vez agotado el mazo. Se juega entre 2
y 4 personas.
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valor de las jugadas, en función de los naipes que se reparten inicialmente y,
posteriormente, mediante el canje.
Por otro lado sobre la rifa, debemos decir que es una modalidad de lotería, pues goza de
todas sus características esenciales. En efecto, es un juego público y colectivo, la
obligación del participante es pagar el precio, el participante recibe un comprobante para
acreditar su participación, el resultado del juego está determinado por un sorteo, la
obligación del organizador del juego es pagar el premio al participante que tuvo un
número o combinación de números ganadores, el resultado del sorteo es de carácter
general
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El desarrollo del juego en sí se regula por el Derecho Civil, pues la relación jurídica que se
genera en un juego de azar organizado es una relación civil que se traduce en un contrato
de juego.
Por otro lado, esta norma se refiere a juegos de azar caracterizados por su ocasionalidad,
sin embargo, ¿no es acaso cierto que los juegos de azar desarrollados con carácter
permanente también deben ser autorizados previamente por la autoridad competente?
Por su parte Max Arias Schreiber,opina que del contenido del artículo 1948 se desprende
que la ley civil está remitida a las normas administrativas y en este orden de ideas son
aplicables el Decreto Supremo N° 90 de 14 de octubre de 1963 y su modificatorio, el Decreto
Supremo s/n de 6 de abril de 1964. De conformidad con estos preceptos, las rifas, concursos
y sorteos, así como las promociones de venta mediante canjes de envases o cualquier
sistema análogo deberán contar con la respectiva autorización de la Dirección General de
Gobierno (actualmente Dirección General del Interior), o de los prefectos o subprefectos,
cuando se realizan fuera de Lima y Callao, y en las solicitudes deberá constar el sistema,
condiciones y requisitos según los cuales se llevará a cabo el sorteo, rifa, concurso,
propaganda comercial o venta a plazos con premios. En estos decretos existen multas para la
hipótesis de incumplimiento, que por su monto deben ser objeto de actualización.
Otra condición es que se trate de rifas públicas, no siendo el precepto aplicable a las que
se organizan en oficinas o lugares análogos y careciendo de acción de cobro en esta
hipótesis.
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En la actualidad y con el propósito de competir en los mercados, diferentes empresas
(bancarias, comerciales, etc.) efectúan rifas entre su clientela.
Usualmente, las leyes especiales que regulan modalidades específicas de juegos, regulan
a estos en sus aspectos de Derecho Administrativo (requisitos para obtener una
autorización y funciones administrativas del Estado para controlar el juego) y de Derecho
Tributario (obligaciones tributarias derivadas del juego regulado), pero no contienen
disposiciones de carácter civil y mucho menos referidas a la prescripción y/o caducidad de
las acciones derivadas de una controversia suscitada en un contrato de juego.
Para seguridad del apostador, a su vez, el artículo bajo comentario dispone que el término
inicial del plazo de caducidad correrá a partir del momento en que el resultado se haya
hecho público, para lo cual y salvo forma específica prevista, se podrá utilizar el medio más
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conveniente (publicación en el diario oficial o en cualesquiera de los que están en
circulación, transmisión radial o televisiva, etc.).
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BIBLIOGRAFÍA
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