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Colombia: un país con alto potencial para la

automatización agrícola

En la actualidad más del 80% de productores campesinos hacen su trabajo


manual, se requiere entonces industrializar y automatizar el agro, para que
sea un sector rentable y competitivo.

La actividad agrícola en Colombia en la actualidad representa aproximadamente un 6% del


producto Interno Bruto Nacional (PIB), mientras que en la década pasada representaba un
8% del mismo, demostrando la perdida de terreno que ha tenido dentro de la economía del
país.

A pesar de tener un importante potencial y recursos que nos ubican en cierta ventaja,
actualmente se desaprovecha un 76% de las tierras cultivables, se da un mal manejo a los
recursos y evidentemente existe una débil infraestructura productiva que propicie el
crecimiento del sector. Por otra parte la agricultura en Colombia se ha visto enmarcada en
una serie de problemáticas que han repercutido negativamente en su desarrollo; aspectos
como la violencia, la guerra civil y el desplazamiento forzado de familias campesinas, han
conllevado a la perdida de cientos de miles de hectáreas cultivables en el territorio nacional,
a lo que se suma la ineficiencia del gobierno para implementar una reforma agraria acertada
y que generé resultados sostenibles.

Todo esto desemboca en un rezago importante que mantiene atrasado al campo en


diversos frentes, como educación, inversión, desarrollo e industrialización. Para este último
basta con realizar una revisión al último Censo Nacional Agropecuario, realizado en el año
2015, en donde se aprecia que únicamente el 16,6% de las unidades de producción agrícola
en el país poseen maquinaria para el desarrollo de sus actividades, lo cual deja a un 83,4%
trabajando el campo, como se diría coloquialmente, “a mano”.

Si se decide profundizar en tales estadísticas, sería necesario ver de ese poco más de 16%
que posee maquinaria, qué porcentaje realmente cuenta con sistemas automatizados o
semi-automatizados; pues el simple hecho de tener una bomba para riego se mide como
tenencia de maquinaria para la actividad agrícola, sin que ello represente realmente un nivel
significativo de industrialización.
De cualquier forma, es importante que no solo miremos hacia atrás, lamentándonos por el
trabajo que no se ha hecho; sino que también se debe vislumbrar la oportunidad existente.
Esto, teniendo en cuenta que hoy en día tenemos un sector rural que ha comenzado a
cerrar las brechas en conectividad y a su vez en conocimiento e información con respecto
a las ciudades; en donde seguramente encontraremos la voluntad de parte de sus actores
por crecer, innovar y mejorar las condiciones actuales.

Es aquí donde debemos reconocer el potencial, de un sector de la economía nacional, para


que sea desarrollado y explotado, lo que demandará industrialización, tecnificación y
automatización que lo haga competitivo a nivel regional y por qué no, a nivel mundial.

Desde luego no se puede lograr un cambio radical y una industria totalmente regenerada
de la noche a la mañana, si bien puede existir la oportunidad y la voluntad de diversos
actores por cambiar dichas condiciones, será un reto de gran envergadura el romper
esquemas tradicionales y culturales con varios siglos de consolidación.

Así entonces se podría afirmar finalmente que hay un reto inmenso, pero que a la vez se
abren las puertas a toda una nueva empresa y a una generación de emprendedores
revolucionaria, en la cual se articularán los resultados de investigación y desarrollo así como
los avances tecnológicos, con una de las actividades económicas de mayor antigüedad
como lo es la agricultura.

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