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“La mente de los creyentes debía ser dirigida al Santuario celestial, donde Cristo ha entrado para
hacer expiación por su pueblo”.—Mensajes Selectos 1:77.
En un período de crisis, en 1906, cuando fueron puestas en tela de juicio ciertas enseñanzas
básicas de los adventistas, ella escribió:
Los pioneros del movimiento vieron que la verdad del Santuario era fundamental en relación con
toda la estructura de la doctrina adventista. Jaime White, en 1850, reimprimió los fragmentos
esenciales de la primera presentación que hizo del tema O. R. L. Crosier y comentó:
“El tema del Santuario debiera ser cuidadosamente examinado, puesto que en él descansa el
fundamento de nuestra fe y esperanza” (The Advent Review [La Revista Adventista], número
especial combinado).
“Satanás se esfuerza constantemente por crear suposiciones fantásticas acerca del Santuario, y
degrada las maravillosas representaciones de Dios y el ministerio de Cristo para nuestra salvación
en algo que satisfaga a la mente carnal. Elimina su poder rector del corazón de los creyentes, y
pone en su lugar teorías fantásticas inventadas para invalidar las verdades de la expiación y
destruir nuestra confianza en las doctrinas que hemos considerado sagradas desde que se dio el
mensaje del tercer ángel por primera vez. De ese modo extirpa la fe en el mismo mensaje que ha
hecho de nosotros un pueblo diferente y que le ha dado significado y poder a nuestra obra”.—
Special Testimonies [Testimonios especiales], Serie B, 7:16, 17.
“En el futuro surgirán engaños de toda clase, y necesitamos terreno sólido para nuestros pies.
Necesitamos columnas sólidas para la edificación. Ni un alfiler ha de ser quitado de lo que el Señor
ha establecido. El enemigo introducirá falsas teorías, tales como la doctrina de que no hay
Santuario. Este es uno de los puntos que inducirán a apartarse de la fe. ¿Dónde podremos
encontrar seguridad si no es en las verdades que el Señor nos ha estado dando en los últimos 50
años?”—El otro poder, 53.
“Todos necesitamos tener en mente el tema del Santuario. Dios prohíbe que la charla que procede
de labios humanos cercene la creencia de nuestros hermanos en la verdad de que hay un
Santuario en el cielo, y de que un modelo de ese Santuario se construyó una vez en esta Tierra. El
Señor desea que su pueblo se familiarice con ese modelo, teniendo en mente el Santuario celestial
donde Dios es todo y está en todo. Debemos mantener nuestra mente vigorizada por la oración y
el estudio de la Palabra de Dios, de modo que podamos captar estas verdades”.—Carta 233, 1904.
“Como pueblo, debemos ser estudiantes fervientes de la profecía; no debemos descansar hasta
que entendamos claramente el tema del Santuario, el cual está expuesto en las visiones de Daniel
y de Juan. Este asunto arroja gran luz sobre nuestra posición y nuestra obra actual, y nos da una
prueba irrefutable de que Dios nos ha dirigido en nuestra experiencia pasada. Explica nuestro
chasco de 1844, mostrándonos que el Santuario que debía ser purificado no era la Tierra, como
habíamos supuesto, sino que Cristo entró entonces en el Lugar Santísimo del Santuario celestial y
allí está realizando la obra final de su oficio sacerdotal, en cumplimiento de las palabras del ángel
comunicadas al profeta Daniel: ‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario
será purificado’. Ces pag 20
..El Hijo de Dios había ofrecido expiar, con su propia vida, la transgresión de ellos. Se les otorgaría
un tiempo de gracia y, mediante el arrepentimiento y la fe en Cristo, nuevamente podían llegar a
ser hijos de Dios. Ces pag 22
La parte más importante del servicio diario era la que se realizaba en favor de los individuos. El
pecador arrepentido traía su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y colocando la mano sobre la
cabeza de la víctima, confesaba sus pecados; así, en un sentido figurado, los trasladaba de su
propia persona a la víctima inocente. Luego mataba al animal con su propia mano, y el sacerdote
llevaba la sangre al Lugar Santo y la rociaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que
contenía la ley que el pecador había violado. Con esta ceremonia, y en un sentido simbólico, el
pecado era trasladado al Santuario por medio de la sangre. En algunos casos no se llevaba la
sangre al Lugar Santo; pero el sacerdote debía comer la carne, tal como Moisés ordenó a los hijos
de Aarón, diciendo: “La dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación”. Levítico
10:17. Las dos ceremonias simbolizaban por igual el traslado del pecado del hombre arrepentido
al Santuario. Ces pag 36
Tal era la obra que se hacía diariamente durante todo el año. Con el traslado de los pecados de
Israel al Santuario, los lugares santos quedaban manchados, y se hacía necesaria una obra
especial para quitar de allí los pecados. Dios ordenó que se hiciera expiación para cada una de
las sagradas divisiones lo mismo que para el altar. Así “lo limpiará, y lo santificará de las
inmundicias de los hijos de Israel”. Levítico 16:19. Ces pag 37
El día de la expiación
Una vez al año, en el gran Día de la Expiación, el sacerdote entraba en el Lugar Santísimo para
limpiar el Santuario. La obra allí desarrollada completaba el ciclo anual de ceremonias.
En el Día de la Expiación se llevaban dos machos cabríos a la puerta del tabernáculo y se echaba
suerte sobre ellos, “una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel”. Levítico 16:8. El macho cabrío
sobre el cual caía la primera suerte debía matarse como ofrenda por el pecado del pueblo. Y el
sacerdote debía llevar la sangre dentro del velo y rociarla sobre el propiciatorio. “Así purificará el
santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados;
de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio
de sus impurezas”. Vers. 16.
“Y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas
las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así
sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para
esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y
dejará ir el macho cabrío por el desierto”. Vers. 21, 22. Sólo después de haberse alejado al macho
cabrío de esta manera, se consideraba el pueblo libre de la carga de sus pecados. Todo hombre
debía contristar su alma mientras se verificaba la obra de expiación. Todos los negocios se
suspendían, y toda la congregación de Israel pasaba el día en solemne humillación delante de Dios,
en oración, ayuno y profundo análisis del corazón.
“El transcurso del tiempo en 1844 fue un período de grandes eventos, los cuales abrieron ante
nuestros asombrados ojos la purificación del Santuario, hecho que se está verificando en el cielo y
tiene una definida relación con el pueblo de Dios en la Tierra” (Manuscrito 13, 1889; publicado en
El otro poder, 30).
Aunque la sangre de Cristo habría de librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no
anularía el pecado; éste quedaría registrado en el Santuario hasta la expiación final; así en el tipo,
la sangre de la víctima quitaba el pecado del arrepentido, pero quedaba en el Santuario hasta el
Día de la Expiación. Ces pag. 40
En el gran día del juicio final los muertos han de ser juzgados “por las cosas que” están “escritas
en los libros, según sus obras”. Apocalipsis 20:12. Entonces, en virtud de la sangre expiatoria de
Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los
libros celestiales. En esta forma el Santuario será liberado, o limpiado, de los registros del
pecado. En el tipo, esta gran obra de expiación, o el acto de borrar los pecados, estaba
representada por los servicios del Día de la Expiación; o sea, la purificación del Santuario terrenal
por medio de la eliminación de los pecados que lo habían manchado, en virtud de la sangre de la
víctima.
Así como en la expiación final los pecados de los arrepentidos han de borrarse de los registros
celestiales, para no ser ya recordados, en el tipo terrenal eran enviados al desierto y separados
para siempre de la congregación.
Puesto que Satanás es el originador del pecado, el instigador directo de todos los pecados que
causaron la muerte del Hijo de Dios, la justicia exige que Satanás sufra el castigo final. La obra de
Cristo en favor de la redención del hombre y la purificación del pecado del universo se concluirá
quitando el pecado del Santuario celestial y colocándolo sobre Satanás, quien sufrirá el castigo
final. Así en el servicio típico, el ciclo anual del ministerio se completaba con la purificación del
Santuario y la confesión de los pecados sobre la cabeza del macho cabrío [símbolo de Azazel].
Ces p.40
De este modo, en el servicio del tabernáculo, y en el del templo que posteriormente ocupó su
lugar, se enseñaba diariamente al pueblo las grandes verdades relativas a la muerte y al ministerio
de Cristo, y una vez al año sus pensamientos eran llevados hacia los acontecimientos finales de la
gran controversia entre Cristo y Satanás, la purificación final del universo del pecado y los
pecadores. Historia de los Patriarcas y Profetas, 356-372.
El sacrificio de Cristo es un sacrificio expiatorio? SI
Que pasa si creemos que la expiación concluye en la cruz? Invalidamos su obra en el santuario
Cuando es finalmente expiado el pecador? Y cuando es expiado el pecado? Son expiados cuando
concluye la obra sumosacerdotal de Cristo
Nuestro Dios usó visiones, sueños, ángeles, profetas para traer mensajes a
su pueblo. Pero siempre Dios ha tenido el deseo de que nosotros nos
comuniquemos con Él, y Él desea morar
dentro de nosotros.
A su pueblo Israel, en el desierto, le dio una
ordenanza: “Éxodo 25:8 Y harán un
santuario para mí, y habitaré en medio de
ellos.” Dios dio las instrucciones precisas,
con medidas, el orden del culto, las
ofrendas y todo lo concerniente al servicio
del santuario del desierto.
Cristo mismo estaba sobre el santuario como una nube. (Éxodo 40:36 Y
cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en
todas sus jornadas;)
Definición Expiación
Para resumir algunas de las fiestas del Señor, las cuales se cumplen en
Jesús.
La Pascua:
Cristo mismo era el cordero, que fue llevado
al matadero por nosotros. En la cruz se
cumple el sacrificio que señalaba el altar de
los holocaustos del santuario. En el altar del
sacrificio no ocurría la expiación o
reconciliación, sino que la sangre de ese
sacrificio era llevada por los sacerdotes al
velo del santuario donde era depositada en la
cortina que separaba el Lugar Santo del lugar Santísimo.
La Biblia dice que estas cosas eran “sombra y figura de las cosas
celestiales (Hebreos 8: 5)
“En el gran día del juicio final, los muertos han de ser juzgados "por las
cosas que" están "escritas en los libros, según sus obras" (Apocalipsis. 20:
12). Entonces, en virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de
todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los
libros celestiales. En esta forma el santuario será liberado, o limpiado, de
los registros del pecado. En el símbolo, esta gran obra de expiación, o el
acto de borrar los pecados, estaba representada por los servicios del día de
la expiación, o sea de la purificación del santuario terrenal, que se
realizaba en virtud de la sangre de la víctima y por la eliminación de los
pecados que lo manchaban.
Así como en la expiación final los pecados de los arrepentidos serán
eliminados de los registros celestiales, para no ser ya recordados, en el
símbolo terrenal eran enviados al desierto y separados para siempre de la
congregación.
Puesto que Satanás es el originador del pecado, el instigador directo de
todos los pecados que causaron la muerte del Hijo de Dios, la justicia
exige que Satanás sufra el castigo final. La obra de Cristo en favor de la
redención del hombre y la purificación del pecado del universo, será
concluida quitando el pecado del santuario celestial y colocándolo sobre
Satanás, quien sufrirá el castigo final. Así, en el servicio simbólico, el ciclo
anual del ministerio se completaba con la purificación del santuario y la
confesión de los pecados sobre la cabeza del macho cabrío símbolo de
Azazel.” Cristo en Su Santuario, Página 45.
Como podemos saber la hora del juicio o de la expiación comenzó el 22 de
octubre de 1844 y todavía no ha concluido. Cristo todavía está en el lugar
santísimo del santuario celestial. Cristo como sumo Sacerdote, está a
punto de salir de ministrar a nuestro favor, para venir a traer a Su pueblo
y llevarlo al cielo.
Luego del milenio o mil años (Apocalipsis 20), el pecado finalmente será
puesto sobre el originador que es Satanás mismo y será arrojado al lago de
fuego y azufre, para finalmente terminar con el pecado y su originador.
Autores: Milian L. Andreasen, Leo L. Caviness, Otto H. Christensen, Raymond F. Cottrell, LeRoy E. Froom, Richard Hammill, Leslie Hardinge,
Lewis H. Hartin, Edward Heppenstall, Earle Hilgert, Siegfried H. Horn, William T. Hyde, T. Housel Jemison, Alger Francis Johns, Roland E. Loasby, T. Kenneth
Ludgate, Frank L. Marsh, A. Graham Maxwell, Elmore J. McMurphy, Gerald H. Minchin, William G. C. Murdoch, Don F. Neufeld, Julia Neuffer, Norval F. Pease,
George McCready Price, Walter E. Read, Charles O. Smith, Walter F. Specht, Edwin R. Thiele, Merwin R. Thurber, Daniel Walther, Alonzo J. Wearner, Charles
E. Weniger, William G. Wirth, Lynn H. Wood y Frank H. Yost
Hermanos volvamos a las Sendas Antiguas, a los hitos que nos han hecho
la Iglesia que anuncia la hora del Juicio, del ministerio de Jesús como
nuestro Sumo Sacerdote, que limpia, perdona y que nos expía - nos pone
en buena relación con nuestro Padre Celestial- mediante la santificación
que imparte el Espíritu Santo.
El mensaje del Santuario no solo es saber que hay cortinas, muebles, que
N.S. Jesús ministra en el lugar santísimo. También es necesario entender
las implicaciones espirituales para nosotros.
Me gustaría solo mencionar algunas.
Dice, “lavarás sus intestinos”, aún los intestinos tenían que ser lavados.
Cuando nosotros nos presentamos a Dios, como víctimas para el
sacrificio, ¿Cómo van nuestros intestinos? ¿Están limpios? ¿Hemos
guardado nuestro cuerpo limpio?
Dentro del Arca del Pacto, donde Dios se presentaba delante del Sumo
Sacerdote, ese mueble tiene en su interior: la ley de Dios, la vara de Aarón
que reverdeció y una porción del maná que caía en el desierto. (Éxodo
16:33-35) Luego el pueblo no quiso la comida que Dios les daba. Solo
maná ven nuestros ojos decían. (Números 11:6) ¿Ocurrirá lo mismo hoy
día? ¿Qué representa ese maná dentro del arca del pacto? Al igual que al
Israel antiguo, el día de hoy Dios le ha dado al Israel moderno, una
comida de ángeles. (Salmos 78:23-25)
La reforma pro-salud es una rama de la obra evangélica que preparará al
pueblo de Dios, para la venida de Cristo.
¿Cómo pueblo, hemos adoptado esa comida de ángeles que el Señor nos
envía? Si no la adoptamos, ¿Cómo estarán nuestros intestinos para
presentarnos como sacrificio?
Y quemarás todo el carnero sobre el altar: es holocausto al SEÑOR, olor
grato, es ofrenda quemada al SEÑOR.
(Éxodo 29:18 SSE)
“La iglesia adventista del séptimo día debe ser pesada en la balanza del
santuario. Será juzgada conforme a las ventajas que haya recibido. Si su
experiencia espiritual no corresponde a los privilegios que el sacrificio de
Cristo le tiene asegurados; si las bendiciones conferidas no la capacitaron
para cumplir la obra que se le confió, se pronunciará contra ella la
sentencia: "Hallada falta." Será juzgada según la luz y las ocasiones que le
fueron deparadas.” Joyas de los Testimonios Tomo 3, Página 251.
Introducción
En su libro Right With God Right Now [Justos para con Dios justo ahora], Desmond Ford argumenta que la
expiación fue completada en la cruz y que no existe necesidad de acciones subsecuentes en el Santuario
celestial para que la salvación sea totalmente experimentada por el creyente. Sobre la base de Romanos
3:21 al 26, enfatiza que Dios no podría haber perdonado el pecado hasta que su penalidad fuera pagada, y
por esta razón la cruz era necesaria para dar a Dios el derecho de perdonar. No es que Dios esté
controlado por una ley ajena a sí mismo, afirma Ford; no lo está. Dios es controlado por lo que él es; lo que
significa que su Ley no es otra cosa que la expresión externa de su propio carácter. La cruz, por lo tanto,
era necesaria, concluye Ford, y en ella contra el que se pecó pagó la pena, de tal manera que el pecado
puede ser perdonado y salvado.[1]
A pesar de las diversas dificultades que representa Romanos 3:21 al 26, la interpretación de Ford de este
pasaje no origina mayores problemas; pero ¿es posible concluir, de estos versículos, que la cruz es donde
la expiación fue completada y que es todo lo que Dios necesita? El ministerio de Jesús en el Santuario
celestial, tal y como lo postula la teología adventista, ¿está en contradicción con sus logros en el calvario?
¿Es que verdaderamente impide al creyente tener la plena seguridad de la salvación aquí y ahora?[2]
Consideraciones preliminares
Por la forma en que Romanos 3:21 al 26 resume el concepto de Pablo de la justificación por la fe, estos
versículos han sido descritos como el corazón y el centro de Romanos.[3] Este pasaje aparece justo
después de una larga sección en la que el apóstol deja indiscutiblemente en claro que toda la humanidad –
ya sea judíos o gentiles– es pecadora y, de esta manera, es responsable ante Dios (1:18-3:20). Pero,
entonces llegan las buenas noticias: la justificación salvadora de Dios se ha revelado dramáticamente en la
muerte expiatoria de Jesucristo, como la única respuesta posible al problema del hombre generado por el
pecado (vers. 21-26). Sin embargo, esta respuesta es eficaz solo para los que creen (vers. 22). La fe no es la
condición para la justificación, sino el instrumento por medio del cual el pecado recibe justificación.[4] Por
esta razón, toda jactancia humana queda excluida (vers. 27). La fe establece la incapacidad de la Ley, no su
nulidad (vers. 31); además de anular la confianza propia en cualquier clase de logro humano (vers. 28, 29).
Al hablar de la muerte de Jesús (“su sangre” es una clara referencia a ella: vers. 25), Pablo utiliza dos
metáforas con el fin de explicar sobre qué fundamento Dios justifica al pecador. La objeción implícita
parece obvia: ¿cómo puede un Dios justo justificar al injusto sin comprometer su misma justicia? La
respuesta proviene de la primera metáfora: la redención (apolytrõsis, vers. 24b), que fuera aplicada a los
esclavos que eran comprados en la plaza pública con el propósito de que puedan ser liberados. Cuando
sucedía esto, se decía que habían sido redimidos (ver Lev. 25:47-55). Se utiliza esta misma metáfora en el
Antiguo Testamento, aplicada al pueblo de Israel, que fue redimido tanto de la cautividad egipcia como
babilónica (Deut. 7:8; Isa. 43:1). De la misma manera, aquellos que eran esclavos del pecado y
completamente incapaces de libertarse a sí mismos han sido redimidos por Dios, o librados de su
cautividad, por medio de la sangre de Jesús, que fue derramada para pagar el precio del rescate (ver Mar.
10:45; 1 Ped. 1:18, 19; Apoc. 5:9).
La segunda metáfora es la propiciación, o expiación (hilastêrion: Rom. 3:25), tomada del contexto de la
adoración; más precisamente, el sacrificio. La propiciación, o expiación, apunta al carácter sustitutivo de la
muerte de Jesús, en el sentido de que él experimentó voluntariamente en la cruz toda la intensidad de la
ira de Dios en contra del pecado (1:18; 5:9; 1 Tes. 1:10),[5] efectuando así la reconciliación entre el
pecador y Dios. La muerte es la paga del pecado (Rom. 6:23; ver Eze. 18:20). Pero así como el sacrificio
animal, en el Antiguo Testamento, tomaba el lugar del pecador y moría en su lugar (Lev. 17:10, 11; ver
Gén. 22:13), la muerte de Jesús fue el sacrificio antitípico perfecto, que libera al creyente de la maldición
de la Ley (Gál. 3:10, 11, 13; ver 2 Cor. 5:14, 15; Heb. 2:9) y lo reconcilia con Dios. Había diversos sacrificios
en la vida religiosa de Israel, y todos ellos señalaban al gran sacrificio, realizado de una vez y para siempre,
de Jesucristo (Heb. 9:12, 26-28; 10:12), “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29; ver
Isa. 53:5, 6).
La justicia de Dios
Quizás el tema más controversial en nuestro pasaje es si la justicia de Dios, o “su justicia” en los versículos
25 y 26, tiene el mismo significado que en los versículos 21 y 22. La interpretación tradicional, que parece
armonizar mejor con el contexto, es que dikaiosynê autou en estos versículos se refiere a un atributo de
Dios, dando a entender que Dios es justo, mientras que en los versículos 25 y 26 debe ser tomado como
un don de Dios, la justicia que imputa a los que creen.[6] Si esto es así, los versículos 25 y 26 difieren de los
versículos 21 y 22 en el sentido de que Pablo ya no está hablando acerca de lo que Dios ha hecho para
justificar al pecador, sino de lo que ha hecho para justificarse o vindicarse él mismo. En otras palabras, lo
que Pablo está haciendo aquí es presentar un argumento racional para la necesidad de la muerte de Jesús.
Esto describe por qué usa el término forense endeixis (prueba/ demostración) dos veces en este contexto
(vers. 25, 26), mientras que en el versículo 21 utiliza la forma pasiva del verbo phaneroõ(revelar/hacer
conocer). Estos dos términos no son equivalentes. Mientras que phaneroõ enfatiza lo que es revelado, es
decir, el sujeto del verbo en sí mismo –de ahí la voz pasiva, exactamente como en apokalyptõ de 1:17–
, endeixis siempre señala hacia algo más (ver 2 Cor. 8:24), tratando de establecer su validez, o
persuadiendo para que su verdad sea aceptada.[7]
Por lo tanto, la idea enfatiza que Dios estableció a Cristo como hilastêrion “en este tiempo” (vers. 26a) –el
tiempo de la muerte histórica de Jesús–, a fin de probar su justicia porque, en su “paciencia” (anochê), él
“pasó por alto” (paresis) los pecados que previamente habían sido cometidos (vers. 25).[8] Para Pablo, al
hacer esto, Dios creó para sí mismo un problema legal, dado que un Dios justo no puede simplemente
“limpiar la culpa” (Éxo. 34:7; ver Deut. 25:1). Hiciera lo que hiciese, podría ser acusado de connivencia con
el pecado; lo que significaría la negación de su naturaleza.[9]
Pero ¿de qué manera exactamente Dios pasó por alto los pecados? De acuerdo con la interpretación
tradicional, que se remonta a Anselmo de Canterbury en el siglo XI, Dios pasó por alto los pecados al no
castigarlos.[10] Pero parece haber un problema aquí, porque ¿de qué manera la cruz prueba la justicia de
Dios en relación con los pecados antes cometidos y no castigados? A menos que Pablo se esté refiriendo a
los que han sido justificados, el argumento no tiene sentido. Debemos recordar que: 1) los pecados no son
castigados hoy más que ayer; 2) todos los pecadores del Antiguo Testamento tarde o temprano dejaban de
existir, por lo que, en un sentido, se podría decir que ya habían sido castigados; y 3) en tiempos del
Antiguo Testamento, Dios no siempre dejaba sin castigo los pecados, tal y como Pablo mismo lo dice (Rom.
1:24-32; ver 5:12-14; 6:23; 7:13; 1 Cor. 10:5, 8, 10).
Por lo tanto, el apóstol parece tener en mente a los pecadores arrepentidos que han sido justificados por
Dios antes de la cruz. Una evidencia de esto, además de endeixis, es la conexión entre la justicia de Dios y
su derecho a justificar en el versículo 26. La idea, entonces, no es simplemente que Dios se refrenó de
castigar los pecados cuando debería haberlo hecho, sino que “pasó por alto” estos pecados al justificar, sin
respaldo legal, por así decirlo (ver Heb. 10:4), a quienes los cometieron.[11] Este fue el caso, por ejemplo,
de Abraham y David (ver Rom. 4:1-8). Al perdonar los pecados en un tiempo en que la sangre propiciatoria
todavía no había sido derramada (ver Heb. 9:15), Dios puso su propio carácter en juego, generando serias
dudas acerca de su supuesta justicia (Sal. 9:8; Isa. 5:16).
Así, si la intención de Dios al presentar a Jesucristo como hilastêrion fue demostrar su justicia, de modo
que en el “tiempo presente” él pudiera ser tanto el justo como el que justifica a los que creen en Jesús
(Rom. 3:26b), la consecuencia es que en el pasado él fue solo una de las dos cosas: solo el que justifica,
sugiriendo que no era justo cuando actuó de esta manera. La noción de que Dios no actuó justamente, o
con justicia, parece blasfema, pero este es el significado de las palabras de Pablo en este pasaje. Él emplea
un lenguaje forense para describir las implicancias de la manera en que Dios trató con los pecados del
pasado. Por extensión, en el presente también, porque no existe duda de que el pecado es un problema
del ser humano pero, una vez perdonado, se convierte en un problema de Dios. Dios es quien tiene que
dar explicaciones por ello, dado que quizá no haya nada más contradictorio que su acto de justificar al
impío (4:5). Pero, la Biblia deja en claro que Dios también es amor, y la tensión entre amor y justicia ha
sido resuelta en la cruz (5:6-11).
La cruz y el santuario
Una cosa es clara en Romanos 3:21 al 26: la cruz otorga a Dios el derecho de perdonar y de justificar. La
cruz es todo lo que Dios necesita para implementar la salvación. En la cruz, todos los sacrificios del Antiguo
Testamento encontraron su cumplimiento, incluyendo el que era ofrecido en el Día de la Expiación. ¿Por
qué, entonces, necesitamos de una doctrina del Santuario celestial, tal y como lo afirma la Iglesia
Adventista?
La palabra griega hilastêrion también es utilizada en el Nuevo Testamento para denotar la tapa de oro que
era colocada sobre el arca del testimonio en el Lugar Santísimo del Santuario israelita (Heb. 9:5; comparar
con Éxo. 25:17-22, LXX). El arca era el símbolo supremo de la presencia de Dios entre su pueblo.
Generalmente llamada “propiciatorio”, esa tapa, que era protegida por las alas de dos querubines, era de
hecho el lugar en que se realizaba la segunda de las dos fases del ritual de la propiciación, o
expiación.[12] En la primera fase, los pecados eran perdonados y luego transferidos al Santuario (Lev. 4:3-
7, 13-18, 22-25, 27-30). En la segunda fase, que sucedía una vez al año, en el Día de la Expiación, el
Santuario era purificado de esos pecados (16:15-19). De hecho, el Día de la Expiación no estaba
relacionado con el perdón: el término no aparece en Levítico 16 ni en 23:27 al 32. El Día de la Expiación era
el evento en que el Santuario (y las personas) eran purificados y los pecados, final y definitivamente
borrados (ver 16:29-34; 23:27-32).
Por esta razón, el perdón y la eliminación de los pecados no son lo mismo. El perdón, que era real y
efectivo, se adquiría por medio de los sacrificios regulares (Lev. 17:10, 11), cuando los pecados eran
transferidos al Santuario; es decir, a Dios mismo. “Dios asume la culpa del pecado para poder declararlo
justo. Si Dios perdona al pecador, él carga con la culpa”.[13] Después, los pecados debían ser eliminados,
cosa que se realizaba en el Día de la Expiación. Por lo tanto, dos cosas necesitan ser vindicadas: el derecho
de Dios de perdonar y la pertinencia de que el pecador sea perdonado, lo que es, nada más y nada menos,
su aceptación fiel del perdón divino. En otras palabras, el perdón tiene dos aspectos: el de quien provee el
perdón y el de quien recibe el perdón. En lo que atañe a la salvación, los dos aspectos deben ser
justificados: el de Dios, o de otra manera sería acusado de arbitrariedad; y el aspecto humano, o por lo
contrario caeríamos en el universalismo, que es la idea de que toda la humanidad finalmente será salva. Si
la salvación es por fe, necesita ser aceptada. Así, tal y como el sacrificio justifica la prerrogativa de Dios de
perdonar (Rom. 3:25, 26), se necesita de alguna clase de examinación para poder demostrar que el perdón
ha sido verdadera y fielmente aceptado. Solo cuando ambos aspectos del perdón son total y claramente
vindicados, Dios puede ser finalmente librado de la “culpa” (la responsabilidad legal).
Por esto es que necesitamos tanto de la cruz como del Santuario, el sacrificio y el verdadero Día de la
Expiación. En ese día (el día más importante del calendario religioso israelita, dado que señalaba la
purificación final tanto del pueblo como del Santuario), se requería que todo el pueblo cesara de trabajar y
humillara su alma en completa sumisión a Dios (Lev. 23:27). Aquellos que no siguieran estas instrucciones,
lo que implicaba alguna forma de escrutinio, debían ser cortados y destruidos, aun cuando hubiesen sido
perdonados anteriormente (vers. 29, 30). En la cruz, Dios mismo llevó sobre sí el castigo del pecador (1
Cor. 15:3; 2 Cor. 5:14, 15; 1 Ped. 2:24; 3:18). Pagó el precio, y derramó su sangre propiciatoria para nuestra
salvación. Esta es la razón por la cual Jesús tuvo que morir, si hemos de ser salvos. Y en el Santuario se
verificaba el compromiso humano para con Dios, a fin de demostrar que él tenía el derecho de perdonar a
esta o a aquella persona. De ninguna manera la cruz puede probar que Dios es justo cuando justifica a una
persona pecadora; el aspecto humano del perdón. La cruz habilita a Dios a perdonar. Como sacrificio de la
expiación, la cruz fue perfecta y completa; pero esto solo no puede vindicar nuestro compromiso con
Jesucristo como nuestro Salvador. Se necesita de algo más: proveer expiación en su etapa final. Y allí es
cuando entra en escena el Santuario.
El Santuario, entonces, no está relacionado con las obras, tanto como el perdón no está relacionado con
las obras. Pablo mismo lo deja absolutamente en claro en Romanos 8:31 al 39. Al ser acusados de
inelegibilidad para la salvación por causa de sus pecados, quienes han puesto su confianza en Jesús
pueden descansar en la seguridad de que él está intercediendo por ellos ante Dios. No tienen nada que
temer, dado que nada podrá separarlos “del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (vers. 39;
ver 1 Juan 1:9). La salvación no es para siempre pero, aparte de nosotros mismos, no existe nada en el
mundo entero que pueda separarnos de la salvación de Dios (ver Juan 6:37). “Acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe [...]. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra
esperanza, porque fiel es el que prometió” (Heb. 10:22, 23). Este es el mensaje del Santuario.
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Referencias:
[1]Desmond Ford, Right with God Right Now: How God Saves People as Shown in the Bible’s Book of
Romans (Newcastle: Desmond Ford, 1999), pp. 3-55 (especialmente pp. 44, 47, 54, 55). En un punto de su
discusión, Ford también está reaccionando a la teoría de la influencia moral, de acuerdo con la cual la cruz
no fue realmente necesaria, y que la muerte de Jesús no fue sino un gesto de parte de Dios para mostrar
que nos ama, lo que significaría que él podría haber perdonado el pecado sin la cruz (pp. 44-48). El mayor
argumento de Ford, sin embargo, es que “el antiguo Día de la Expiación no hace referencia al siglo XIX.
Señala a la cruz de Cristo: allí es donde se realizó la expiación total y final. El calvario fue el único lugar de
expiación completa. Miramos solo al Calvario, no a un evento o una fecha inventada por el hombre” (p.
55). Acerca de la teoría de la influencia moral, ver John R. W. Stott, The Cross of Christ (Downers Grove, IL:
InterVarsity, 1986), 217-226.
[2]Este ensayo sigue la interpretación tradicional de la Reforma en cuanto a la doctrina de Pablo de la
justificación, particularmente con respecto a temas como “las obras de la ley” (Rom. 3:20; cf.Gál. 2:16; 3:2,
5, 10) –que se refiere al concepto de que puede ganarse el favor de Dios por medio de buenas obras y la
obediencia a todas las prescripciones de la ley– y pistis Christou (Rom. 3:22, 26; ver Gál. 2:16, 20; 3:22; Fil.
3:9), que es entendido como la “fe en Cristo”, más que “la fe [plenitud] de Cristo”, tal y como es
argumentado por la así llamada nueva perspectiva sobre Pablo. Para una discusión introductoria a la nueva
perspectiva sobre Pablo, ver Thomas R. Schreiner, New Testament Theology: Magnifying God in
Christ (Grand Rapids, MI: Baker, 2008), pp. 528-534.
[3]C. E. B. Cranfield, A Critical and Exegetical Commentary on the Epistle to the Romans, (International
Critical Commentary; Edinburgh: T&T Clark, 1975), t. 1, p. 199.
[4]“La fe es el ojo que lo contempla [a Cristo], la mano que recibe su don gratuito, la boca que bebe el agua
de vida” (John Stott, Romans: God’s Good News for the World [Downers Grove, IL: InterVarsity, 1994], p.
117).
[5]Acerca de la ira de Dios, ver Mark D. Baker y Joel B. Green, Recovering the Scandal of the Cross:
Atonement in New Testament and Contemporary Contexts, segunda edición (Downers Grove, IL:
InterVarsity, 2011), pp. 45-49, 70-83.
[6]En apoyo de esta posición, ver D. A. Carson, “Atonement in Romans 3:21-26: ‘God Presented Him as a
Propitiation’ ”, en The Glory of the Atonement: Biblical, Theological and Practical Perspectives, Charles E.
Hill y Frank A. James III, eds. (Downers Grove, IL: InterVarsity, 2004), pp. 124 , 125, 138.
[7]BDAG, 332.
[8]Se ha hecho el intento de traducir paresis como “perdón”. Sin embargo, muchos eruditos están
convencidos de que no existe suficiente apoyo léxico para esta traducción. Ver, por ejemplo, Sam K.
Williams, Jesus’ Death as Saving Event: The Background and Origin of a Concept, Harvard Dissertations in
Religion (Missoula, MT: Scholars Press, 1975), t. 2, pp. 23-25.
[9]Tal como lo señala William Barclay, “lo natural sería decir: ‘Dios es justo y, por lo tanto, condena al
pecador como criminal” (The Letter to the Romans, segunda edición [Louisville, KY: Westminster John Knox
Press, 1975], p. 69).
[10]Ver también Leon Morris, The Epistle to the Romans (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1988), p. 183.
[11]“Dios ‘pospone’ la pena completa que el pecado se merece en el Antiguo Pacto, permitiendo que el
pecador permanezca ante él sin que haya provisto una adecuada ‘satisfacción’ de la demanda de su santa
justicia” (Douglas Moo, The Epistle to the Romans, NICNT [Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1995], p. 240).
[12]Por esta causa, en muchos idiomas modernos, hilastêrion en Hebreos 9:5, al igual que su equivalente
hebreo en Éxodo 25:17 al 21 y otros pasajes del Antiguo Testamento (kappõret), es traducido como
“propiciatorio”, como ya lo había hecho Jerónimo en la Vulgata Latina. “Mercy seat” (el “trono de la
misericordia” en inglés) fue introducido por William Tyndale, bajo la influencia del alemán Gnadensthul de
la Biblia de Lutero.
[13]Martin Pröbstle, Where God and I Meet: The Sanctuary (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2013) ,
pp. 55.
Desmond Ford
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Adventismo
t
mi
Desmond " Des " Ford (nacido en Townsville , Queensland , Australia , 2 de febrero de 1929)
es un cristiano evangélico y un teólogo australiano .
Dentro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día era una figura
controvertida. Fue destituido del ministerio en la iglesia adventista en 1980, después de su
[1]
este de Australia.
Contenido
1biografia
o 1.1Vida temprana y conversión
o 1.2seminario
o 1.3ministerio temprano
o 1.4Regreso a Avondale
o 1.5Tensión sobre teología.
o 1.6pecado original
o 1.7Robert Brinsmead & Debate
o 1.8Mudarse a Estados Unidos
o 1.9Crecientes tensiones con el liderazgo de la iglesia.
o 1.10Expulsión de la enseñanza y el ministerio.
2Reacción al despido.
3vida personal
4Publicaciones
5referencias
6enlaces externos
Biografia [ editar ]
Primeros años de vida y la conversión [ editar ]
Desmond Ford nació en Townsville, Queensland, Australia, el 2 de febrero de 1929, de Wilfred
Ford y Lillian Simpson. Tenía un hermano, Val, que era tres años y medio mayor. El linaje
Ford estaba formado por granjeros y ganaderos de ascendencia inglesa y australiana. El linaje
Simpson derivado de Inglaterra, Irlanda y China . Los padres de Desmond
eran cristianos anglicanos nominales , con su padre casi un ateo en la práctica, y su madre
presentando "una fachada religiosa". Wilfred alentó a su hijo a leer, comenzando una obsesión
de por vida por el niño "inusualmente dotado". [3]
Cuando Lillian estaba embarazada de Desmond, un vendedor de libros adventista compartió
ideas sobre nutrición con la familia, lo que desató una cadena de eventos que afectaron la
vida de Desmond. En una reunión del campamento adventista en 1939, se le entregó
una Biblia a Desmond , que completaría 3 años más tarde, aproximadamente cuando terminó
la escuela primaria. Sin embargo sus padres se divorciaron cuando él tenía nueve
años; Wilfred se mudó a Canberra , y Lillian y los niños se mudaron a Sydney , Nueva Gales
del Sur (NSW). Pasó su Certificado Intermedio en 1943. Sin embargo, debido a la pobreza de
la familia y la participación de Australia en la Segunda Guerra Mundial, Desmond tuvo que
abandonar la escuela. Se convirtió oficialmente en empleado de Associated Newspapers a la
edad de 15 años, aunque había comenzado a trabajar allí meses antes, y fue ascendido
de copista a un puesto editorial, debido a su trabajo publicado. Mientras tanto, Desmond tomó
clases nocturnas para la escuela secundaria. Desde el principio, Desmond estaba siendo
influenciado por los encuentros con los adventistas y otros cristianos, y constantemente
recopilaba libros sobre teología cristiana y la controversia de la creación y la evolución . [4] [5]
Ford se vio desafiado por los estrictos estándares de estilo de vida presentados
en los Mensajes de Ellen G. White a los jóvenes , y abandonó el cine y la lectura de
ficción. Leer novelas había sido su principal pasatiempo de la infancia, y fue reemplazado por
la teología de la lectura. El libro de White The Great Controversy fue una influencia clave en
[6]
Seminario [ editar ]
Ford encontró a Avondale un momento emocionante para el crecimiento mental y
espiritual. Participó activamente en las discusiones de clase y ocasionalmente enseñó clases
para completar para los profesores. Fue especialmente inspirado por el Dr. William Murdoch, y
llevó a cabo una investigación para él. Ford dio charlas en iglesias cercanas y publicó
alrededor de una docena de artículos para revistas de la iglesia durante este tiempo. También
dirigió a los estudiantes en el estudio de la Biblia. Luchó financieramente, y trabajó en la
granja de Avondale y en otros lugares, y también vendiendo libros adventistas. [8]
Se graduó del Curso Ministerial en Avondale en 1950, con altas calificaciones. [9]
vendió libros en Lake Macquarie y en las cercanas regiones de Upper Hunter , que encontró
un trabajo desafiante.[12]
Trabajó como pastor en varias iglesias y como evangelista durante aproximadamente 7 años
en NSW, en ciudades rurales de Australia .[5] [13]
En 1952 Ford pastoreaba el área de Coffs Harbour, bajo un supervisor. Su madre regresó a
Queensland. En diciembre se casó con Gwen Booth, con quien había compartido una amistad
y un romance en ciernes desde su reunión en Avondale, donde estudió enseñanza. Gwen se
había criado en circunstancias humildes en Yass , y era una persona tranquila que se
preocupaba por los demás y tenía una fe profunda en Jesús. Al año siguiente se mudaron a
[14]
la ciudad rural de Quirindi , donde Ford pastoreaba la iglesia. Desde 1954 hasta mediados de
1955, Ford pastoreó en el área de Gunnedah , luego se mudó al norte a Inverell . Hay un [15]
debate público con Burgin, una Iglesia de Cristo.El ministro y un "formidable opositor" de los
adventistas, trajeron respeto a Ford. El tema fue el sábado, con el título específico "¿El
séptimo día o el primer día son vinculantes para los cristianos?" Podría decirse que Ford ganó
el debate. Más tarde bautizó a algunos miembros de la iglesia de Burgin. Fue ordenado. La [16]
pareja se mantuvo hasta fines de 1957, viviendo con escasos ingresos durante todo este
período. [ cita requerida ]
una maestría en teología sistemática en el Seminario SDA de Washington en 1959. Ford [5]
campo fueron los estudios del Nuevo Testamento , específicamente la escatología ( finales de
los tiempos ). Ford tituló su tesis, La abominación desoladora en la escatología
[5] [19]
Ford fue el principal opositor del perfeccionismo dentro de la iglesia ASD, especialmente su
forma como lo enseñó el también australiano Robert Brinsmead , un antiguo compañero de
clase de Ford en Avondale. [21]
Ford cree que la victoria sobre la culpa del pecado (justificación) se proporcionó en la cruz, la
victoria sobre el poder del pecado (santificación) es la obra de toda una vida y la victoria sobre
la presencia del pecado (glorificación) ocurre al regreso de Cristo Jesús. . Ford no está de
acuerdo con la creencia de la perfección sin pecado, y no sostiene la creencia de que los
santos están sellados en el tiempo final, pero sostiene que la eliminación final del pecado se
produce cuando la mortalidad cambia a la inmortalidad al regreso de Jesucristo. Ford sostiene
que la victoria sobre la presencia del pecado no ocurre durante esta vida, por lo que el pecado
continúa entre los santos hasta el regreso de Jesucristo. [22]
Ford sostiene que la justificación precede a la santificación, porque la victoria sobre la culpa
del pecado precede a la victoria sobre el poder del pecado. Ford enseña que si bien la
justificación es distinta de la santificación, los dos conceptos siempre se encuentran juntos, de
la misma manera que dos líneas ferroviarias son distintas pero nunca separadas. La creencia
adventista pone un énfasis igual en la santificación en comparación con la justificación,
mientras que todavía creen que ambos son necesarios para la salvación.
Ford no está de acuerdo con la creencia del "perfeccionismo escatológico", que es la
enseñanza de que una generación final de creyentes debe alcanzar un estado de completa
ausencia de pecado (o semejanza a Cristo) en el período final justo antes de la segunda
venida de Jesús, cuando los santos están sellados. (ver teología de última generación ). Los
principales adventistas consideran la vida y el carácter de Cristo como un ejemplo perfecto,
que todos deben imitar.
Ford entró en el debate dentro del adventismo acerca de la naturaleza de Jesucristo,
específicamente si Jesucristo tomó una naturaleza humana caída o no caída en
la Encarnación . Esto fue precipitado por la publicación de Questions on Doctrine en 1957, que
algunos adventistas consideraron que no estaba de acuerdo con lo que sostenía la iglesia. [23] [24]