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Trabajo Práctico:

Historia Social de la
Literatura II
Análisis del cuento “La noche Boca Arriba”
de Julio Cortázar

ISFD88 Paulo Freire La Matanza

Julián Gardi
15/06/2016
El relato contiene una forma de narración que se mueve entre dos planos o realidades que
dificulta la capacidad para marcar una línea entre el texto sueño-realidad y consigue así que
el lector crea, y al mismo tiempo el personaje, que el sueño es la realidad y viceversa. Los
planos se fusionan en diferentes secuencias creando confusión en la lectura.

El narrador omnisciente juega con el ritmo de la leída aprovechando los pasajes entre las
realidades alternas, por momentos podemos sumergirnos en un ambiente de tranquilidad
hospitalaria, con una lectura sigilosa para luego pasar a un contexto de pura tensión en la
selva donde la lectura se agiliza y así mismo volver al hospital.

El cuento nos presenta una de las incógnitas que a lo largo de la historia la humanidad trató
de descifrar: el problema de lo real. Son muchos los filósofos que se plantearon esta
pregunta pero es René Descartes en el que nos basaremos a partir de la siguiente cita:
“¡Cuan frecuentemente me hace creer el reposo nocturno lo más trivial, como, por
ejemplo, que estoy aquí, que llevo puesto un traje, que estoy sentado junto al fuego, cuando
en realidad estoy echado en mi cama después de desnudarme! (…) Cuando doy más
vueltas a la cuestión veo sin duda alguna que estar despierto no se distingue con indicio
seguro de estar dormido, y me asombro de manera que el mismo estupor me confirma la
idea de que duermo.”1

Descartes intentaba discernir hasta qué punto podemos fiarnos de la información que nos
daban los sentidos. Planteaba la posibilidad de que la realidad como la conocemos puede no
ser una realidad verdadera y que todos podemos ser el producto de un sueño.

El sueño del primer personaje que se nos presenta parecía tan verídico que le era casi
tangible. El sujeto estaba completamente seguro que él era real, que había sufrido un
accidente, que tenía fiebre, que estaba padeciendo una pesadilla de la que trataba de
escapar, pero luego en el final de la historia nos damos cuenta que su mundo era un sueño y
que lo real estaba en el plano del indio quien intentando despertarse no lo logra y
comprende “que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro…”.2

Esta cuestión aparece también en la famosa película Matrix. La cinta nos presenta un futuro
en el que los seres humanos han sido esclavizados por las máquinas. Éstas los tienen en
suspensión, en una simulación social. Las personas que creían estar viviendo una vida, en
realidad no eran más que el producto de una proyección virtual y realmente se encontraban
en animación suspendida conectados a aparatos tecnológicos.

Ahora bien tenemos a un hombre que vive en el presente moderno, que sufrió un accidente
y se encuentra en el hospital, siendo manipulado por los enfermeros, pasando de camilla en

1
René Descartes Méditations Metaphysiques 1647, (traducción al español, Buenos Aires, Aguilar, 1973,
p.49).
2
Julio Cortázar “La Noche Boca Arriba” Final Del Juego, Buenos Aires, Sudamericana, 1964, p.90.
camilla, siendo trasladado hacia donde los doctores creen que sería mejor, un lugar
cómodo, lejos de los disturbios.

Este presente podría representar lo material, donde todo se rige por el capitalismo. En este
sistema vales por lo que consumes, y lo que consumes es en base a los patrones que las
grandes empresas imponen. Si no consumes lo que ellos demandan entonces no encajas en
el modelo que determinan como sociedad. Si X producto nuevo sale al mercado y tú te
encuentras usando uno pasado entonces quiere decir que no estuviste consumiendo, no
estás alineado a las tendencias de la moda. De esta manera crean la necesidad del consumo
basados en la exigencia de pertenecer al modelo implantado.

Y allí se encuentra el paciente boca arriba mirando desde abajo a quienes le dicen cómo
debe vivir, qué debe vestir, qué debe comer. Ni siquiera puede tomar un poco de agua
fresca que tanto desea porque está paralizado, atado a cuerdas y ganchos como un títere,
estirando las manos que no alcanzan la botella y aun así si llegase no podría beber la
cantidad que anhela porque “no querían darle mucha agua, apenas par mojarse los
labios…”3. Para no satisfacerlo del todo y tenerlo en el mismo lugar, consumiendo.

Por otro lado tenemos a un indio que vive en una civilización pasada donde era libre, en la
cual tenía acceso a la naturaleza ajena a toda contaminación, donde los hombres salían a
cazar su alimento y las máquinas no habían llegado aún a reemplazar al obrero, ellos eran
quienes tomaban las decisiones. El sistema hoy nos dice que esto es un sueño, una realidad
alterna que no puede ser verdad. No puede ser creíble esa manera de pensar basada en la
sustentabilidad y la equidad.

Este indio se encuentra luchando por su vida, huyendo de unos perseguidores, de aquellos
que querían robarle su libertad, aquellos que entregarían su cuerpo como un sacrificio para
beneficio de otros. Se reúsa a ser parte del sistema, a vivir dependiendo de lo material y a
que lo etiqueten con un precio, pero éste lo acorrala, lo caza y lo introduce. Se vuelve uno
más en la cadena alimenticia y es sacrificado como un animal, como cordero llevado al
matadero, porque necesitan de su cuerpo para que el sistema siga funcionando.

El cuento, al igual que la teoría de Descartes y la película, nos plantea una interrogante
sobre nuestra realidad. Creemos que vivimos una vida, parece real, pero no es nada más que
un simulacro, una parodia de lo existente. Nos tragamos la idea de que el sistema es lo
autentico cuando es todo lo contrario. Hay algo mucho mayor fuera de él, un mundo donde
no es relevante pertenecer a un sector social determinado, un mundo real y tangible, sin
embargo, la gran mayoría estamos recostados boca arriba, enganchados a máquinas que nos
mueven de un lado a otro inconscientemente. Estas máquinas nos venden una mentira de la
cual no podremos escapar a menos que despertemos y nos desconectemos.

3
Julio Cortázar “La Noche Boca Arriba” Final Del Juego, Buenos Aires, Sudamericana, 1964, p.87.

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