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Bianchi, D. (2013). Los equipos, las disciplinas y las concepciones de
salud y enfermedad
El primer nivel de atención se orienta a la sociedad y su ambiente: es el que organiza las
actividades de promoción, prevención, curación y rehabilitación en los lugares donde la
población vive, estudia o trabaja, en estrecha comunicación con las personas, las familias y
grupos sociales, y con su participación organizada.
El trabajo en salud se basa, todo el tiempo, sobre relaciones interpersonales (Campos).
Gran parte de la eficacia en las estrategias de intervención tiene con las formas que se
han conectado, entendido y asociado quienes comparten las zonas de problemas de
intervención.
Podríamos afirmar aquí, que el concepto conector o frontera entre la salud y la
enfermedad se centra en la capacidad de los equipos de contrarrestar los riesgos de
desafiliación a los que están sometidas las personas que demandan ser atendidas.
Robert Castel prefiere el concepto de desafiliación al de exclusión. ‘la exclusión es
inmóvil designa un estado o, más bien, estados de privación. Hablar de desafiliación, en
cambio, no es confirmar una ruptura, sino retrasar un contenido (Castel).
Equipos y disciplinas: núcleos y campos
El autor Gaston Campos plantea que el núcleo está conformado por el conjunto de
saberes y de responsabilidades específicas de cada profesión o especialidad, mientras que
por campo entiende los saberes y responsabilidades que confluyen en varias profesiones o
especialidades. ?qué es lo que el equipo construye como perfil y objetivos de la tarea, en
términos de aprendizajes personales y colectivos?
La elaboración de un marco conceptual común, no necesariamente acabado, sino
justamente en términos de interrelación entre núcleo y campo, provee sustento y contención
cotidiana, institucional, generando experiencia compartida.
Desenvolver procesos de trabajo en la salud comunitaria requiere destrezas que pongan
en juego pensamientos y acción ecológicos (Morín)
Transición ecológica e intersectorialidad para la salud
El entorno como un lugar en el que las personas pueden interactuar cara a cara
fácilmente y el contexto como descriptor donde las personas viven sus vidas cotidianas, se
convierten en ámbitos privilegiados para la consolidación de estrategias que conceptualicen
el sentido relacional de las intervenciones en tratamiento y rehabilitación, de acuerdo a la
identificación y diseño de apoyos para las personas y los grupos en los espacios cotidianos
y próximos.
El contexto representa una perspectiva ecológica que implica tres niveles:
a) Microsistema: incluye entorno social inmediato, a la persona y la familia, actividades,
roles y relaciones interpersonales.
b) Mesosistema: comprende el vecindario, comunidad, organizaciones que ofrecen
servicios educativos, laborales, de rehabilitación o apoyo.
c) Macrosistema: los patrones más amplios de la cultura y sistema de organización
política.
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Para el diseño de los programas y acciones en salud comunitaria adquiere especial
relevancia entender que las personas que presentan distintos tipos de padecimientos
asociados a los trastornos psíquicos y emocionales tendrán diferentes posibilidades de
desarrollar sus vidas con mayor o menor grado de discapacidad, de acuerdo a las formas
en que sean atendidos en el ámbito de sus entornos y contextos.
Las relaciones interpersonales que las personas pueden establecer supone el
desempeño de roles, realización de actividades y ámbito de participación en distintas áreas
de la vida.
En necesario mirar y atender todas las dimensiones de la vida de la persona, para que la
persona viva con salud.
La posición de una persona en el ambiente ecológico se modifica como consecuencia de
un cambio de rol, de entorno o de ambos a la vez, promoviendo procesos de desarrollo e
incidiendo en conductas en conductas de autonomía, competencia, rol y relaciones
interpersonales.
Necesidad de repensar el primer nivel de atención como ambiente ecológico
Repensar el primer nivel de atención es tomarse muy en serio que allí donde ‘la gente
vive y trabaja’ es un lugar privilegiado para tomar la cotidianeidad en la cual es significativo
potenciar relaciones de apoyo, cuidado, sostén, disfrute, acompañamiento y aprendizaje.
Es allí donde se puede trabajar confrontando los déficit de integración operando en los
comportamientos relacionales en los cuales se evidencian los procesos de
desestabilización, como la fragilización de los soportes de la sociabilidad, considerando sus
resonancias e impactos en el diseño de las prácticas de inserción (Castel).
La autopercepción de la persona con respecto a como es tratada, tiene efectos sobre lo
que actúa, hace, piensa y siente. La cantidad de confianza que deposite los equipos de
salud en las posibilidades de los cambios de roles de los usuarios de salud será una
cuestión imprescindible para colaborar con el ‘desmontaje del rol del enfermo mental’.
Una conceptualización de rol despojada de su asociación a su transición ecológica, no
resultará eficaz para promover cambios con respecto a la desafiliación, en tanto no
considerará a la persona y al ambiente desde una perspectiva ecológica.
La tarea de reconceptualizar el primer nivel precisa incluir las preguntas por los
elementos que definen actualmente al trabajador de la salud comunitaria y por los
componentes del sistema de salud (Saforcada).
Reconceptualizar el primer nivel de atención implica trabajar con las paradojas y
tensiones entre lo mental y lo integral; entre lo clínico y comunitario. Requiere del diseño y
desarrollo de programas de intervención comunitaria, con indicadores específicos de
evaluación, incorporando la herramienta de la epidemiología
Gandolfi, A. Cortazar, M. (2007). El desafío de la interdisciplina en la
formación de los profesionales de la salud.
La formación de los futuros profesionales psicólogos es entendida como la de un recurso
polivalente, como aquel que es capaz de desempeñarse en los distintos niveles de
complejidad y atendiendo a un amplio abanico de abordajes, individual, familiar, grupal,
institucional dentro del campo sanitario.
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“La psicología de la salud es un campo de aplicación de los conocimientos psicológicos
en relación al proceso –salud enfermedad atención dentro de un marco antropológico
sanitario y contextuada en una perspectiva histórica y social”.
Se hace evidente entonces, apelar a la interdisciplina cuando los problemas a abordar
son tan complejos como los que se presentan en el campo sanitario. La estrategia de APS
incluye a la interdisciplinariedad como una de sus características fundamentales. La
interdisciplina también es convocada en la búsqueda de formas de superar las limitaciones
metodológicas de cada una de las disciplinas y de esa manera expandir las fronteras
establecidas fomentando la investigación.
Según Vickers (1992) “La interdisciplina es una interacción propositiva de conocimientos,
destrezas, procesos y conceptos de diferentes campos del conocimiento con perspectivas
distintas para ampliar la comprensión y resolución de problemas y el desarrollo cognitivo.”
Según Kravzov Appel “ la interdisciplina resulta de generar enfoques novedosos para
responder a las interrogantes e incertidumbres de nuestras prácticas.”
De esta manera la interdisciplina puede ser también un espacio de conflicto, producto
del trabajo que supera los bordes y traspasa los límites disciplinarios.
El aspecto esencial de la interdisciplina radica en la posibilidad de superar la separación
entre las disciplinas, evitando la visión fragmentada, la toma de decisiones unilaterales y/o
la duplicidad de funciones.
La interdisciplina entonces, debe estar presente en la definición del problema, en el
diseño de intervención y en la intervención misma.
Como mencionamos más arriba, la interdisciplina ha sido considerada un espacio
dialógico de encuentro, pero también un ámbito de conflictos y tensiones.
La interdisciplina en sí misma se constituye en un campo novedoso, si bien
complejo, el camino posible en la superación de los recortes parcializados y en la
perspectiva
de una salud integradora.
Se abren nuevas perspectivas, pero también se consolidan zonas de no visibilidad,
verdaderos puntos ciegos que muchas veces ofician como obstáculos en el relacionamiento
con otros profesionales o con las personas con las que se trabaja.
Al respecto dicen Beri y Tello (2006) “La integración de la ciencia tiene sentido sólo si
es capaz de aprehender, al mismo tiempo, la unidad y la diversidad, la continuidad y las
rupturas. Creemos que este cambio a un pensamiento complejo, es un cambio
trascendental en la comprensión de la interdisciplina”.
Nuestra disciplina nos enfrenta a la paradoja de que podemos ser integrantes de equipos
interdisciplinarios, y a la vez portadores de aquellos conocimientos que permiten la
comprensión de los procesos de conformación y las dinámicas de funcionamiento de dichos
equipos.
Las concepciones teóricas sobre grupos e instituciones darán al psicólogo o estudiante
de psicología una mirada singular sobre la experiencia interdisciplinaria.
La formación en Psicología por lo tanto, capacita al estudiante para analizar
reflexivamente su propia integración en los equipos de trabajo.
Destacamos algunas de las actitudes psicológicas favorecedoras del trabajo en equipo
(Viera):
Capacidad de asombro.
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Respeto hacia el otro. Aceptación de las diferencias. Tolerancia. Aceptar límites,
aceptar que los otros puedan evaluar nuestra tarea.
Cuestionar las ideas preconcebidas (deconstruir los mitos sobre las otras
disciplinas).
La psicología no no podrá desconocerse el contexto complejo en el que la
interdisciplina se desarrolla.
Galende, E. (1998). De un horizonte incierto. Psicoanálisis y salud
mental en la sociedad actual.
CAPÍTULO 1 La nueva configuración de la salud mental
Un nuevo objetivo para la salud mental
Desde la constitución del sector de la salud mental en la década de los 60, sus valores
estuvieron ligados a una comprensión de las enfermedades mentales que volvía a situar a
los padecimientos psíquicos en el seno de las condiciones de existencia de las personas
afectadas.
Un eje central de las transformaciones que se proponían era establecer un trato menos
jerarquizados de los profesionales con los enfermos y devolver a los enfermos un mayor
protagonismo en los procesos de reparación. Desde entonces ya no es posible hablar de las
enfermedades como objeto de la salud mental. Lo cierto es que los ciudadanos de la salud
mental tanto en la asistencia en todos sus niveles como la prevención y promoción de
valores de salud mental, dejó de ser un ámbito exclusivo de los médicos para pasar a
postularse su abordaje interdisciplinario, intersectorial, interprofesional e interinstitucional.
Generó un nuevo foco desde el cual abordar los problemas y este era el de comprender
los sufrimientos mentales del individuo en el conjunto de sus relaciones familiares, grupales
y sociales en un sentido amplio.
El objeto de la salud mental no es de un modo exclusivo el individuo o los conjuntos
sociales, sino las relaciones que permiten pensar conjuntamente al individuo y a su
comunidad.
El autor cree que una de las razones esenciales del desarrollo del sector de salud mental
en los últimos 30 años fue la situación crítica de las relaciones globales y las situaciones
locales desde el individuo y de la forma social.
A diferencia del psiquiatra de la primera mitad del siglo, el profesional de la salud mental
de hoy está obligado a pensar conjuntamente los problemas de sufrimiento mental del
individuo y las dinámicas de integración y/o exclusión social.
La exclusión social afecta a los individuos aun en clases que se consideran
acomodadas. Los excluídos portan su dramática en el seno de la vida urbana, transitan los
mismos espacios que los demás ciudadanos, pero en su interior no sostienen sentimientos
ciudadanos ni derechos a los intercambios económicos, sociales y simbólicos.
Es entre estos individuos que se produce las nuevas demandas en salud mental,
paradigma a la vez desde este nuevo objeto que definíamos para la salud mental, la
relaciones entre el individuo y lo social.
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Esta nueva forma de existencia social está referida a la tendencia dominante que genera
el modelo urbano, que afecta ciertos sectores sociales más que a otros y los afecta de
modo diferente
Las prácticas terapéuticas frente a los nuevos lazos sociales
Se puede decir que el régimen de atención responde más a los criterios de contrato de
una relación de servicios que aquellos compromisos de la ética médica.
Recordemos que las psicoterapias cambiaron profundamente el rostro visible de la
institucionalización psiquiátrica. Ellas se desarrollaron básicamente como prácticas privadas
al margen de las prácticas hospitalarias, aun cuando parcialmente fueron irrumpiendo en la
atención hospitalaria cuando se crearon los servicios de psicopatología en hospitales
generales y centros de salud.
Los pacientes de estas prácticas se sitúan de un modo casi antagónico al del enfermo
mental de las prácticas psiquiátricas de hospital: el individuo no es institucionalizado no está
desprovisto del derecho de decidir sobre su atención y ejerce cierto poder contractual; a
diferencia del paciente psiquiatrizado no pierde su derecho ciudadano sino por el contrario
solicitar atención constituye un ejercicio de los mismos, no sufre por su atención ninguna
exclusión del circuito social.
La relación psicoterapéutica se difunde en la vida cotidiana, impregna en la expectativa
de un lazo social ampliado por la palabra y la esperanza de comprensión, separación entre
sano y enfermo a diferencia de centramiento que producía el diagnóstico psiquiátrico de
enfermedad, se diluye en la problemática de los conflictos interpersonales y las vicisitudes
de toda existencia. del tratamiento psiquiátrico clásico el enfermo no podía hablar con los
demás sin arriesgar su costado estigmatizante; de la psicoterapia se puede hablar como del
ejercicio de una comprensión humana más amplia.
La interpretación psicológica pasó a formar parte de la cultura de los sectores medios
sus diálogos cotidianos y penetró en toda la sociedad a través de su difusión en los
programas televisivos de cualquier tipo, en el cine y la literatura
El poder de los psicoterapeutas y en particular de los psicoanalistas entre ellos, está en
retroceso pidiendo ceder frente a lo que ha ido tomando las formas de una precarización de
su trabajo.
El proceso de cambio no es homogéneo para todos los profesionales ni todos los
sectores, pero se van planteando un cierto desafío a la elucidación del horizonte que se
está conformando.
Si bien a partir de los 90’ la inclusión de los psicoterapeutas en el sector público se ha
ido estabilizando, existe un desconcierto entre ellos respecto a la atención de las demandas
dominantes en los servicios públicos, a la vez que son exigidos a nuevas formas de
intervención para los cuales no han sido formados.
Las exigencias de esta época descolocan a los psicoterapeutas hegemónicos de los
años 60’: enfrentar a las poblaciones más numerosas y de sectores pobres o marginados en
los centros comunitarios de salud mental.
Desde el surgimiento del sector salud mental todos sus criterios fueron los de restaurar
la salud mental en los individuos afectados y prevenir las diversas amenazas a la misma en
determinadas condiciones de existencia que incrementan los riesgos de la enfermedad.
En los individuos se posibilita una subjetividad individualista, basada en la ilusión de un
potencial de desarrollo personal, que habilitaría la eficacia, la utilidad el pragmatismo en el
vínculo social para el logro de una adaptación exitosa.
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Se trata de que al menos el individuo acepte que el desarrollo personal es lo único
verdaderamente transformable.
En la actualidad el conjunto de la existencia en salud mental ha traspasado las barreras
de una psicopatología ligada a la visión positivista de las enfermedades mentales, que se
definían desde el marco institucional del hospital psiquiátrico.
Hoy el sector salud mental se ocupa de una gama mucho más amplia de dimensiones
conflictivas de la vida y diversos sufrimientos humanos, lo cual necesariamente puso en
crisis una comprensión y una práctica estrechamente ligada al diagnóstico.
a) La inclusión de salud mental en las acciones en salud muchos años de denuncia
sobre esta reducción de lo social a lo psiquiátrico que efectuó la medicina ha
permitido hoy anudar una inclusión en salud mental en los criterios de la medicina
social, aportando una mayor racionalidad a la comprensión de los problemas y a las
acciones que se emprenden. Se ha señalado que la inclusión de lo social como
perspectiva para la comprensión de los problemas del proceso saludenfermedad,
junto al aporte del psicoanálisis en la exploración racional de la subjetividad y la
inclusión de los psicoanalistas en las prácticas de salud mental, ha construido
fuertemente a la construcción de ese nuevo panorama.
La inclusión de nuestra disciplina se mostró entonces necesaria para planificar una
respuesta más global y racional de los cuidados de la salud.
b) La reformulación de los criterios diagnósticos ya no estamos en los tiempos en los
que el criterio psiquiátrico de enfermedad mental, función que era esencial a la
medicina mental, articulaba una definición completa del sujeto. La atención prestada
al sufrimiento mental, que se deriva de una comprensión comunitaria del mismo, no
se limita a una diferenciación del individuo en función de su discapacidad y su
clasificación diagnóstica, no interrumpe la continuidad de su pertenencias sociales ni
el transcurrir de su existencia en la familia comunidad, ni entienda a la enfermedad
como naturaleza ajena al conjunto complejo de su funcionamiento mental y su
existencia.
Solo el despejamiento de los prejuicios y preconceptos psiquiátricos y psicológicos
que rodean el trato con estas personas puede permitir la construcción de saberes
más racionales acerca de estos sufrimientos.
c) Del ideal de la nomenclatura diagnóstica a la noción de riesgo.
La existencia de un dispositivo disciplinario para la atención de un sector del
malestar de los individuos no es otra cosa que la propuesta de un lazo social
particular. Este lazo social particular distribuye las relaciones de los individuos con el
saber y la verdad, con el poder de decisión, con la participación en los procesos que
atañen.
Pero se trata de un lazo en el que la arbitrariedad, desigualdad la responsabilidad
son prioritariamente del que detenta el poder.
Desde que fue denunciada la política represiva y de segregación que impulsaba la
psiquiatría manicomial se mostró evidente la dimensión política implícita en la
valoración de normalidad del comportamiento, y su lugar esencial en el conjunto de
acciones que se derivan del diagnóstico psiquiátrico.
El sector de salud mental es básicamente un ámbito multidisciplinario destinado a
prevenir, asistir, proponer a la rehabilitación de los padecimientos mentales y lo hace
desde una compresión de los lazos sociales deseables, implementando
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determinadas políticas dirigidas a la integración social y comunitaria de los
individuos involucrados.
Lo que se trata sobre todo en las intervenciones comunitarias pero no solo en ellas,
es de saber que política y que tipo de lazo social se está impulsando.
No deberíamos olvidar nunca que el saber médicopsicológico proporciona y legítima
como científico un código de objetivación de las diferencias y de la clasificación de
los individuos.
Desde la nueva configuración de salud mental resulta imprescindible la noción de
riesgo para encarar la acción preventiva, dada la influencia de todo modelo basado
en la sola asistencia de los enfermos.
Resulta importante para el técnico de salud mental la comprensión de los límites de
su acción.
De un horizonte inesperado
Las propuestas que se formularon para la reconversión de la atención psiquiátrica hacia
SM formaron parte de la consolidación democrática de posguerra y en el marco de diseño
de políticas muy amplias de protección social por parte del estado.
Nada hubiera podido planificarse en la cobertura de riesgos ni en las tareas preventivas
ni el diseño de estrategias de asistencia con participación de la comunidad, sin el marco de
un estado que garantizara la protección social de todos los ciudadanos
Los profesionales acudían a los hospitales y centros de salud para afirmar las
direcciones de este desarrollo en el sector público, la mayoría sin remuneración por sus
trabajos; los pacientes aceptaron gustosos la propuesta de las nuevas formas de atención
psicoterapéutica y difundían sus beneficios en la sociedad y cultura.
Los cambios en los estados y sus funciones dirigidas a una privatización amplia de todo
lo que sostenía la categoría de lo público, condición de trabajo de los profesionales por
efectos de esta privatización y de los rasgos subjetivos nuevos en la cultura y la vida social,
constituyen un mismo proceso y nos obliga a pensarlos conjuntamente. Esto ha llevado a
una redefinición de las funciones del estado: se restringen aquellas ligadas a la protección
social, se refuerzan las que hacen de soporte al desarrollo económico de las grandes
empresas.
En definitiva se espera que cada instancia de salud se gestione como lo hace una
empresa.
Con esta circunscripción del papel del estado en la salud pública. Se promueve un
incentivo a las iniciativas privadas y semiprivadas de modo que cada institución pueda
gestionar su propio funcionamiento.
Este proceso, que podemos llamar de privatización de la salud, derivó a muchos
profesionales del sector público hacia los sectores de seguros y prepagas.
Son progresivamente las empresas privadas médicas, seguros, sociedades de prepaga,
obras sociales sindicales los que fijan las condiciones de trabajo, las posibilidades de
empleo y retribución de los profesionales. Los usuarios dentro de esta trilogía de estado,
profesionales y seguros privados, ven restringida la acción social, sometidos a la atención
de sus sufrimientos mentales a los criterios económicos de mercado, acrecentando la
atención técnica operatoria en desmedro de una relación médicopaciente que sigue
reclamando.
En síntesis no estamos en presencia de ninguna extensión del modelo que propuso
salud mental desde los años 60’, sino de los indicios de un nuevo modelo heterogéneo y
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discordante, cuya característica esencial estará dada por los efectos amplios que implican
los procesos de privatización. Asistimos a un cierto retorno del objetivismo médico
positivista por vía de los psicofármacos y las teorizaciones en torno a la esperanza del
hallazgo de la naturaleza de las enfermedades.
Sin duda nunca como en estos tiempos el futuro de la salud mental y la organización
disciplinaria de sus cuidados dependen de los rumbos del estado, con la conformación de lo
público y de la respuesta que la sociedad y la cultura tengan para estas direcciones.
Hounie, A. (2013). Disponer espacios: poder pensar, poder hablar.
Por esto, trabajar en ese ámbito es ante todo disponerse a la trama de un encuentro
colectivo que concierne a las variadas formas del dolor de existir y a los más sutiles modos
de apertura de la potencia vital de las relaciones humanas.
Cuando se trata de promover salud, calmar, aliviar, reconstruir, fortalecer, transformar o
cualquiera de los verbos que nos permiten definir acciones ligadas a posibilitar “vivir de
mejor manera”, nos adentramos en terrenos en los que la subjetividad configura un
escenario propicio para una intervención posible.
Para este abordaje resulta preciso dar lugar a un instrumento que entendemos
privilegiado: la palabra. Que una palabra tenga lugar significa que se le ha permitido ser en
su condición de inesperada, reveladora, intempestiva y potente para construir espacios en
los que poder habitar.
Algunos escenarios posibles dispuestos para esta emergencia, lo constituyen los
llamados “grupos de palabra”. Estos dispositivos crean espacios privilegiados en los que
estos movimientos se hacen posibles y por este motivo nos convocan.
Ellos forjan, ocasionan y conmueven una de las tramas significativas de mayor
complejidad de lo humano.
De ahí la importancia de los grupos de palabra, puesto que ellos permiten instaurar
espacios desde donde promover, a partir del relato de experiencias y trabajo sobre las
mismas, la exploración de recursos para resolver diversas situaciones planteadas.
Cabe señalar que los espacios colectivos propiciados posibilitan el desarrollo de un
pensamiento crítico que ayuda a destrabar obstáculos perturbadores de la práctica y a
facilitar la integración en equipos de trabajo.
Es de este modo como entendemos la perspectiva de un encuentro con lo que “no
encaja”, aquello que no es necesariamente esperable.
El abordaje de esta exclusión constituye uno de los desafíos en la intervención
propuesta, ya que viabilizar la creación de una zona de transición, de pasaje, de
metaforización posible, resulta indispensable para la promoción de salud como condición de
posibilidad. Poder hablar, entonces, requiere ya de una posición subjetiva advertida del
conflicto.
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Muniz, A. (Comp). (2009). Intervenciones en el campo de las
subjetividades
A modo de Introducción
Se ha dado en llamar Intervenció a todo aquello que se hace y que no entra en el marco
conceptual de lo que se denomina psicoterapia y de lo que se denomina análisis. Algunas
de las diferencias se reducen a cuestiones de poder dentro del colectivo.
Intervenir significa: tomar parte de un asunto, interponer la propia autoridad, mediar,
interceder. Es una acepción poco feliz para pensar las operatorias terapéuticas. Aún no se
ha encontrado un término para denominar lo que acontece entre quien demanda y quien se
propone para responder (responsable). A falta de esto aparecen nominaciones que no son
ingenuas, dado que pueden develar
una forma de concebir esa acción: hay uno que pide y
hay otro que tiene el saberpoder para responder. Posiciones asimétricas, objetivantes,
neutras.
Reconozco que las nuevas generaciones ya no se cuestionan esto y las leyes de
mercado también delimitan las puertas de las instituciones. El trabajo en salud mental ocupa
un lugar importante en el ámbito hospitalario y de policlínica.
Desde hace muy poco, se han abierto innumerables escenarios para la práctica en salud
mental, inaugurando espacios de acción en los cuales las concepciones vigentes se
volvieron extemporáneas, inadecuadas y a veces obsoletas.
Estamos en un contexto en el cual la subjetividad se arma en múltiples plataformas,
simultáneas y móviles. Las condiciones de producción subjetivante no saben de teorías, las
teorías se producen cuando las condiciones lo exigen. Estos movimientos hacen que los
conceptos que usamos para denominar y demarcar nuestra práctica como terapeutas se
muevan también, se destituyan y se inventen otros.
Volvamos al término Intervención, surge como forma de denominar acciones que a nivel
público, privado, individual, grupal, organizacional se realizan.
Pero ¿desde qué concepción? Las herramientas con que contamos ya no nos sirve y
aquel profesional preparado para la escucha del mundo interno del paciente sufre.
El campo de acción se ha vuelto desconocido. Hay que constituirse en el lugar de la
acción y construirse a la vez que lo demandante.
Es aquí que recurro a pensar la intervención como un venirentre, idea de involucración
de al menos dos sujetos (sin asimetría). Algo acontece en un espacio intermedio que no le
pertenece a ninguno, sino que se construye desde el no saber. Construir una situación
sobre la intervenir implica un armado en conjunto. Cada uno de los términos se instituye en
el mismo momento y genera una situación inédita que puja por constituirse en otro sentido.
Esta noción de intervención que les propongo pensar, implica, hace jugar el cuerpo (el
que el Psicoanálisis se ocupó de aquietar en el diván) hace hacer con el consultante (lo
consultante) en base a una idea compleja y complejizante de la situación.
“La intervención sería una modalidad de práctica en salud mental que favorece cambios
en el consultante a partir del uso de una estrategia que se va construyendo en un tiempo
acotado” (Muniz, 2002: 18).
Utilizó la idea de estrategia de Edgar Morín, la que no designa un programa
predeterminado de acción, sino que a partir de una decisión inicial permite imaginar un
número de escenarios posibles para la acción, programa que se modificará de acuerdo a las
informaciones que vayan llegando en el curso de la acción y del azar mismo que perturba
esa acción.
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Primera Parte
La mutua apropiación entre los procesos de subjetivación y el acontecimiento
Introducción
Problematizar la subjetividad no incumbe a una sola disciplina, obliga a la apertura, a las
conversaciones, a generar ámbitos de pensamientos abiertos y creativos y dónde se vuelva
a considerar el modo de concebir lo humano.
Aporte desde el campo de la filosofía, entendida ésta como una actividad experimental y
productiva que plantea problemas, traza planos de pensamiento, elabora ideas, crea
conceptos.
Pensar es crear, configurar. El pensamiento disuelve su alianza con las cosas, con los
objetos, con el sujeto cognoscente y el ideal de verdad se imbrica a la experiencia y ésta
adquiere un valor peculiar, Desde esta perspectiva el sentido y el valor del pensar no reside
en la relación con el objeto, con la verdad; en la subordinación al reconocimiento y a la
representación; sino en su capacidad configurante y relacional: en su potencia de obrar.
Aproximación al problema
La mutabilidad propia de la vida nos fuerza a soltar amarras, a abandonar la hegemonía
de la grilla de inteligibilidad hegemónica como única vía de pensamiento, como único
modelo del mundo. Nos damos cuenta de que ella culmina condicionando los modos de
existencia al sostener la forma hombre (varón) como modelo exclusivo de lo humano.
Los modos de subjetivación concebidos desde la perspectiva del acontecimiento
muestran su carácter relacional, el poder de afectar y ser afectado que genera las
condiciones de su constitución: la cuestión de los modos de subjetivación abre la pregunta
por las condiciones de su producción.
Abordar la cuestión de la subjetividad en su aspecto productivo, en tanto modos de
subjetivación abiertos a los acontecimientos, nos conduce a considerar la cuestión en
términos de una perspectiva lógicaontológica en conexión con la ética y la política.
La problematización de la subjetividad
La determinación formal del sujeto no es más que una configuración que opera como el
ideal que rige los procesos efectivos de formación subjetiva. El sujeto siempre produce, es
el efecto de modos de producción subjetiva, regidos por ideales formales.
El sujeto es el efecto de múltiples procesos de subjetivación. El sujeto es un producto,
una modalidad subjetiva determinada, que se realiza gracias a procesos específicos de
producción subjetiva, el punto focal son los procesos mediante los cuales se realiza su
constitución.
Al problematizar la subjetividad, abre una interrogación peculiar en torno a la cuestión del
tiempo, puesto que el modo hegemónico de pensar el tiempo determina la experiencia de
los procesos, de las mutaciones y las transformaciones en los modos subjetivos. Por ello, es
preciso volver sobre el tiempo, como un concepto clave a la hora de pensar los procesos de
subjetivación en el contexto de un enlace entre ética y política, que no deja de lado la
dimensión lógicaontológica del pensar.
Importancia del concepto de tiempo a la hora de pensar las mutaciones
Seguir pensando el tiempo en términos de movimientos espaciales limira nuestra
experiencia e insiste en el predominio de las formas, los límites y las fronteras en la
preeminencia del espacio sobre el tiempo.
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Por eso decimos mutación y nombramos, de ese modo, las múltiples transformaciones
que se operan a diario y exceden la temporalidad espacializada, encasillada en los cambios
de estado dispuestos en un ordenamiento de comienzos y finales.
El tiempo lineal y cronológico dificulta el pensamiento sobre el proceso
La dificultad de pensar la vida, los acontecimientos que la pueblan, a partir de esas
categorías, de ese modo de pensar el tiempo. Es que Nietzsche abre el pensar a una
temporalidad envolvente, al devenir y los acontecimientos. Por ende, los procesos de
subjetivación singulares abiertos a las transformaciones propias de la vida.
Los acontecimientos expresan el devenir
El concepto de devenir cobra relevancia, se distingue de la historia, del tiempo de los
hechos, en él el antes y el después se dan a la vez (Deleuze 1993).
Los acontecimientos se encarnan en situaciones, pero siempre hay algo del
acontecimiento abierto a las mutaciones, a nuevas actualizaciones. “Puede que nada
cambie o parezca cambiar en la historia, pero todo cambia en el acontecimiento, y nosotros
cambiamos en el acontecimiento” (DeleuzeGuattari, 1993).
Al focalizar el concepto de acontecimiento nos damos cuenta de que se trata de un
concepto complejo. El concepto de acontecimiento, por un lado, impulsa el abandono de
una ontología y una lógica que sostiene la regencia del ser/ente, de la atribución y de las
categorías que son la condición de posibilidad para la creencia en las cosas, en los objetos.
Por otro lado, afirma una ontología del devenir inmanentista y una lógica de las relaciones y
las multiplicidades.
El aporte de los estoicos consiste en sostener que el mundo está constituido por
acontecimientos y plantear una modalidad lógica diferente, una lógica del sentido. El
predicado de una proposición no es la cualidad atribuirle a un sujeto, sino el acontecimiento
pronunciado en la proposición: el predicado equivale a las relaciones, al acontecimiento
(Deleuze, 1989/2006).
El concepto de acontecimiento contribuye a pensar la noción de individuación
singularizante. Tal noción adquiere relevancia a la hora de pensar a la subjetividad en tanto
modelo procesual/acontecimiental de subjetivación.
La mutua apropiación entre los procesos de subjetivación y el acontecimiento
La lógica del acontecimiento trae consigo la apertura a una concepción de los seres,
como seres singulares en relación, a un modo de individuación singularizante
que produce
el alejamiento de los modos de individuación basados en el principio de individualización,
que sostiene la primacía de la identidad que garantiza la mismidad y controla las
mutaciones al querer dominar la inmanencia productiva.
En este contexto, los modos de subjetivación presentan como esencialmente
procesuales y acontecimientales, en su despliegue crean planos existenciales que, en
tramas relacionales múltiples, adquieren diversos caracteres subjetivantes. La producción
inmanente de los modos expresa las variaciones y las mutaciones constantes del devenir.
Al considerar la subjetividad desde la perspectiva de los modos de subjetivación, el
acontecimiento la constituye. El concepto de subjetividad se temporaliza.
(...)
la sola subjetividad es el tiempo...Que estemos dentro del tiempo parecería ser un
lugar común, y sin embargo es la máxima paradoja. El tiempo no es lo interior en nosotros,
es justo lo contrario, la interioridad en la cual somos, nos movemos, vivimos y cambiamos
(Deleuze, 1987).
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La subjetividad en tanto procesoacontecimiento de subjetivación enriquece el concepto
de modo de existencia. Los modos de subjetivación no remite ni a la persona, ni al yo, sino
a modos de pensar, de sentir, de actuar; a modos de existencia relacionales que cada quien
efectúa en tanto ser en relación.
La comunicación y su desarrollo es entendida como una de las herramientas humanas
que propician y promueven la intra e intersubjetividad. La comunicación la entendemos
como la posibilidad de uso de los medios y manejo de la información, con la consiguiente
distribución que conlleva la contradicción es parte de nuestra humanidad por su existencia,
la provocación de conflictos habilitantes del desarrollo, la ambigüedad, por el contrario, la
vemos como gestora, no inocente del desconcierto, en consecuencia de la paralización del
sujeto.
Intervención, evaluación, normalidad, norma serán términos en continua revisión evaluar
lo instrumental es una forma de acercarse al sujeto lo original del diagnostico situacional lo
ubicamos en una lógica suplementaria, que plantea la posibilidad de un equilibrio entre lo
eficiente, lo medible y lo comparable y la eficacia, ligada a la posibilidad creadora, es decir
la habilitación de autoría.
La posibilidad de transitar dialécticamente entre lo eficiente y lo eficaz nos acerca a la
originalidad del sujeto. el tránsito de consulta a demanda es considerado fundamental dada
la introducción del deseo como motor principal en esta posibilidad de autoría en el hecho
clínico.
Siguiendo a Juan David Nasio pensamos que la historia de un síntoma en un individuo
se entrama en lo social, llámese cultura, ciencia tecnología. la psicología individual es
simultáneamente psicología social. El sujeto se manifiesta a través de síntomas , síntomas
que acompañan los cambios sociales.
Los discursos en torno al cuerpo se gestan en lo social, familiar, pero también en lo
técnico disciplinario.
La disciplina constituye una categoría organizadora dentro del conocimiento. El complejo
proceso de constructividad corporal articula 3 dimensiones: el equipamiento neurobiológico,
la experiencia que se produce en el encuentro con un otro significativo, y los discursos que
es otro significativo produce en torno al cuerpo.
El abordaje terapéutico en psicomotricidad ofrece un espacio tiempo donde ser autores
de nuevas experiencias y donde fundar un nuevo discurso en torno al cuerpo, un espacio
tiempo donde el sujeto pueda tener cabida. El solo hecho de iniciar una intervención
terapéutica en psicomotricidad ya habla sobre el cuerpo, lo ubica en el lugar de lo que no
funciona. Ninguna consulta resulta inocua, sino que puede generar un efecto iatrogénico,
obturando otros caminos, espacios, tiempos de comprensión de lo que al sujeto le pasa.
Si la intervención inaugura un nuevo discurso , instala un acontecimiento, un antes y un
después en el desarrollo infantil. En toda experiencia humana, el otro social, cultural,
siempre está presente y la subjetividad se constituye en interacción, no hay cambios de un
solo sentido en este complejo proceso, esta producción social y cultural precede al
nacimiento del sujeto. Es decir cada grupo social espera funcionamientos diferentes de sus
niños y tolera de forma variable las desviaciones. en nuestro sistema escolar se asiste a
una tendencia a la normalización y homogeneización de las clases escolares.
Las instituciones educativas eluden la responsabilidad que tienen de dar respuestas
diferenciadas de acuerdo a las características particulares de cada uno de los alumnos. se
considera importante destacar el carácter provisorio y dinámico del desarrollo del ser y la
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condición singular y su devenir. en síntesis se considera importante destacar el carácter
provisorio y dinámico del desarrollo del ser y la condición singular que dan cuenta de la
complejidad propia de la condición humana y su devenir.
Niños eran los de antes: y los de ahora que son: sujeto, vínculo y cultura son entramados
de una compleja red que sostiene y arma subjetividad. Desde que la humanidad ha creado
el concepto de infancia, el mismo ha evolucionado hacia la idea de una etapa de privilegio,
en la cual el ser tierno ha de ser cuidado y alimentado en cuerpo y espíritu.
En nuestro país a la salud se tiende a que sea universal, en lo que refiere al acceso a los
servicios sanitarios en igualdad de condiciones y vemos con satisfacción como se ha
incluido la atención psicológica en forma global.
El diagnóstico toma toda la identidad, se lo mira desde el problema y no desde lo que
también es y si puede. los diagnósticos son un punto de partida y nunca pueden ser una
meta a la que se llega. Es dinámico, cambia según el punto de vista desde el que se lo mire
y desde la teoría desde la cual se lo piense. El grado de certeza de un diagnóstico cae si no
habla acerca de ese niño en particular, de su historia, su singularidad, su familia, maestra,
escuela, etc. Los niños pasan a ser clasificados y excluidos de escuelas de acuerdo al
diagnóstico que portan y al nivel intelectual que detentan. El capitalismo ha tomado parte en
este asunto de la medicalización de la infancia.
Intervenciones grupales con niños y adolescentes
Las intervenciones con niños y adolescentes implican trabajar en la inmanencia absoluta,
sortear obstáculos en el hacer y crear dispositivos posibles en lo ficcional de una práctica
apasionante.
Con los niños el lenguaje prioritario es los gestos, miradas, los tonos de voz, movimiento
y sus diferentes matices.
El valor de la palabra del analista en la sesión con niños ejerce un efecto de violencia.
Los grupos terapéuticos de niños fuera de las salas de salud barriales, del hospital, de todos
los espacios conocidos debían portar en sí mismos la capacidad de despliegue de la
intervención.
En los grupos terapéuticos para niños el encuentro con el desborde es más rápido, ya
que en las primeras sesiones los niños despliegan sus desbordes. el psicodrama como
recurso psicoterapéutico grupal habilita a trabajar con el cuerpo, la imagen, y la palabra
desde lugares insospechados. La construcción de la imagen está en plena relación con la
evolución del pensamiento. Nominar al grupo genera un efecto homogeneizante necesario y
pertinente que desde el primer momento se necesita para pertenecer. El primer juego
propuesto busca sacar a los chicos del posicionamiento de padecimiento del síntoma que
traen. No hay libros, ni manuales, nadie te dice que decir y como debe intervenir un
psicólogo en un taller de teatro para adolescentes. el dispositivo de taller de teatro dispone
las condiciones para la producción, reflexión y el aprendizaje de los participantes del mismo.
Implicarse, estar, habitar, resistir y sostener son las reglas básicas que debe mantener un
coordinador psicólogo. No se puede trabajar con poblaciones afectadas si uno no se deja de
alguna manera afectar como sujeto.
Esbozando trazos sobre modos posibles de habitar la clínica familiar
Dentro de cierta forma, todo tratamiento que se inicia pone en juego la neutralidad del
analista y una reflexión posible sobre su implicación.
A lo largo de todo el tratamiento con la familia se vuelven útiles categorías de
pensamiento tales como suspender, desacelerar, de modo tal que posibiliten habilitar una
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situación desde el deseo, pero también y casi paradojalmente, con cierto grado de estupor e
incluso por momentos con sensaciones lideradas al horror. desde los postulados del
psicoanálisis se teoriza que la familia interviene en la construcción del psiquismo de sus
descendientes. Un modo de pensar el encuentro con la familia, supone un margen para el
surgimiento de la novedad, en el acontecer de lo repetitivo.
Consideramos al encuadre como aquello que posibilita la creación de un dispositivo para
poder pensar psicoanalíticamente los hechos clínicos. pensar la clínica vincular desde la
implicación supone concebir una clínica con un analista configurando con sus pacientes
vincularidad,integrando el vínculo y produciendo efectos afectos efectuaciones de la
potencia. En la línea del porvenir se inscribe el vínculo terapéutico en tanto oportunidad.
La experiencia del trabajo en psicoterapia vincular psicoanalítica en el marco
hospitalario
Hemos constatado que muchas veces la problemática del paciente va más allá del
abordaje individual. Nuestro telón de fondo ha sido el psicoanálisis de las configuraciones
vinculares. Esta línea que en sus orígenes se nutre de los aportes de la antropología
estructural.
Dicha estructura está atravesada por tres espacios psíquicos intrasubjetivo,
intersubjetivo y transubjetivo.
Entendemos que el vínculo posee características de ligadura inconsciente. Vínculo es
una estructura que envuelve a los involucrados y los inviste más allá o más acá de los yoes
incluidos en la misma.
Hay cuatro tipos de vínculos, alianza que es entre los cónyuges, relación que liga a los
padres y sus hijos, fraterno entre hermanos hijos de los mismos padres y vincular que liiga
el lugar del representante de la familia materna con el de la madre o esposa.
Vínculo refiere a una situación inconsciente que ligando a dos o más sujetos los
determina en base a una relación de presencia.
Se entiende por ajenidad a aquella parte del otro que no podemos representarla es
inherente a la presencia del otro. Hoy pensamos en un sujeto en vínculo entramado en la
cultura , coconstruyendo subjetividad con otro. Pensamos al sujeto constituyéndose
simultáneamente en tres espacios psíquicos que conforman su mundo interno, el mundo
con los otros y el mundo social.cada uno de ellos con una lógica propia, mundos
superpuestos pero no interceptados, mundos que se articulan o disocian en el sujeto y que
a su vez el sujeto es producido por ellos.
El origen del sujeto estaría determinado tanto por el mundo infantil, como por la relación
con los otros significativos, así como por el contexto social al que pertenecen. un sujeto se
constituye en base al criterio de identidad y de pertenencia.
La imposición es uno de los mecanismos constitutivos del vínculo. Imposición es la
acción de un otro sobre el yo o del yo sobre otro al establecer una marca no dependiente
del deseo de quien lo recibe y requiere de una relación entre quien la impone y a quien le es
impuesta. Imponer es una acción constitutiva y como tal refiere a la obligatoriedad de incluir
y hacer un lugar a una marca proveniente de un nuevo significado en el vínculo entre dos
sujetos.
Nuevo refiere a que el sujeto no la tenía previamente a su inclusión en ese vínculo. La
idea de subjetividad a las que nos referimos se relaciona con la constitución del sujeto que
se sostiene tanto en los aspectos identitarios o identificatorios como en su pertenencia al
mundo que lo rodea y que hace marca en el y lo constituye como sujeto.
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La terapia vincular psicoanalítica es una concepción nueva, un modelo diferente al de la
terapia individual. La complejización del campo teórico clínico hacia una escucha de lo
vincular implica un agregado de nuevas opciones en la estrategia al abordaje del
sufrimiento. El encuadre vincular y el individual serán encuadres diferentes que permitirán
producciones inconscientes diversas. La consulta a un terapeuta sucede cuando aparece un
sufrimiento el que es registrado como una ruptura de cierta continuidad psíquica que se
traduce en una sensación de desequilibrio, sea en el vínculo, en el cuerpo, en el psiquismo
o en lo social. a su ve, lo que le ocurre lo vivencia en tres ámbitos, en sí mismo, en su
familia y en su contexto social.
Resolver una consulta no es resolver la situación conflictiva con que se presenta un
paciente, sino establecer hipótesis que abran caminos para pensar, desde otro lugar, esa
situación. No existen reglas fijas para delimitar la indicación a un tratamiento vincular. la
pertenencia a una institución se transita con un nivel de sufrimiento inevitable, generalmente
vinculada a la tensión que existe entre lo instituido y lo instituyente.
El encuentro en el dispositivo vincular surge en el marco de un todo institucional como
consecuencia y causa del accionar de otros profesionales y pacientes. Cada situación
clínica que se nos va configurando, va exigiendo un armado de estrategias sucesivas que
den lugar a lo novedoso y a la tolerancia de incertidumbres, para permitir la posibilidad de ir
procesando a los cambios psíquicos no solo del paciente sino de los técnicos intervinientes.
Insistimos en la idea que cuando cada técnico decide una determinada estrategia
terapéutica integrando los diferentes encuentros con los pacientes, lo interprofesional e
institucional, sea esta opuesta o aún una nueva, se produce necesariamente un trabajo
psíquico vincular.
Nos interesa puntualizar una diferenciación que establece morin entre programa y
estrategia. un programa es una cierta secuencia de actos que han sido decididos a priori. La
estrategia es un escenario de acción que puede modificarse en función de informaciones,
acontecimientos y azares. la estrategia es el arte de trabajar con las incertidumbres.
Multi abordaje significa acceder simultáneamente al área individual, al círculo familiar y al
medio social que rodea al paciente. El terapeuta, no resulta ser un mero espectador, sino un
protagonista de la escena terapéutica. El ser humano debe apropiarse de su historia desde
un hoy ineludible y en forma activa, para esto se necesita un trabajo psíquico y el ámbito
terapéutico resulta ser un espacio privilegiado, que se realiza en red, con otros.
El dispositivo analitico es pensado como una herramnienta al servicio de la generación
de nuevas condiciones de producción de subjetividad, vincularidad y discurso implicando en
ello a todos los habitantes de la situación incluido el terapeuta. Lo oculto no es solo lo
inconsciente reprimido de la estructura familiar inconsciente, es también un secreto, una
mentira, lo no dicho.
Dar testimonio tiene que ver con decir ligar dar cuenta para aportar nuevas marcas en la
subjetividad.
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