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Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:

S.A. (2000). Editorial. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial. (4), 5.

EDITORIAL
Tras las IV Jornadas-Encuentro de la AESLO, en Lugo, del 10 al 12 de noviembre, donde volcamos nuestro
esfuerzo en la profundización sobre “La relación de ayuda y el mundo de los valores. Perspectiva logoterapéutica”,
editamos este nuevo número de NOUS. Recogemos un exponente central de las aportaciones de estos días, con el
artículo “La relación de ayuda. Encuentro entre personas” del doctor Oscar Oro, así como una panorámica general de
las mismas, a través de la síntesis de Ramiro Álvarez incluida en la última sección, que recoge la riqueza del trabajo
tenido con el profesor Oro y con Leticia A. de García.

Completa esta comunicación del trabajo de este año, la exposición de otras contribuciones de
carácter tanto de profundización teórica y de aplicación de la logoterapia, como de comunicación de
resultados de investigaciones académicas.

Esta combinación, enraizada en una labor científica que vincula teoría, praxis e investigación,
enriquece nuestra formación y constituye un marco serio de presentación y difusión de la logoterapia.

Ello es necesario para establecer un diálogo con el mundo académico y con el quehacer profesional,
al mismo tiempo que constituye un camino esencial para el desarrollo de la logoterapia. Se trata de
profundizar en una tarea de rehumanización de las disciplinas y continuar en la búsqueda de caminos de
apertura de la ciencia a una concepción integral de la persona.

Estar prevenidos ante el pensamiento unidimensional, ampliar horizontes, poner los problemas en su
contexto, integrar unos conocimientos con otros y considerar el papel de complemento que tiene la
logoterapia, sin, por ello, olvidar la necesidad de su papel específico, es una tarea que aporta esperanza ante
el peligro y las realidades de reduccionismo de la ciencia y la técnica actual (que lleva a su propio
endiosamiento). Al mismo tiempo, significa el desempeño de la propia profesión buscando la
complementariedad con otros profesionales, sin dogmatismo, pero aportando una concepción abierta,
integral, del ser humano y del mundo.

Para contrastar ideas y profundizar en esta visión de la persona (uno de los pilares de nuestra
orientación), se incluye, como es habitual, un último artículo filosófico, desde un plantemiento personalista.
Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Oro, O.R. (2000). Relación de ayuda. Encuentro entre personas. NOUS: Boletín de Logoterapia
y Análisis Existencial. (4), 7-13.

RELACIÓN DE AYUDA
ENCUENTRO ENTRE PERSONAS
Oscar Ricardo ORO

Conferencia pronunciada en las IV Jornadas Encuentro de la Asociación Española de Logoterapia. Lugo, 10


de noviembre de 2000.

Introducción El tema propuesto por los organizadores es una oportunidad para lo que espero sea un
diálogo fecundo entre nosotros. Y precisamente, pienso que las personas se encuentran, porque los animales
viven por instinto en majadas, cardúmenes, vuelan en bandadas, andan en manadas, etc. Y si bien a veces nos
dan ejemplos como el de los gansos, que es muy instructivo, los seres humanos nos encontramos a veces por
casualidad y en otras oportunidades, la mayoría, por propia decisión.

En nuestro caso particular, no cabe duda que nos encontramos por propia decisión; espero que a
ninguno de Uds. lo hayan traído aquí por la fuerza. Supongo que por un motivo u otro han decidido
encontrarse con alguien que aceptó de buen grado la invitación que le hizo el año pasado María de los
Ángeles y se comprometió a dialogar con personas interesadas en el tema de la logoterapia.

Y también supongo que el interés por la logoterapia es a efectos de ayudarse frente a diferentes
situaciones que la vida les presente o para ayudar a personas que puedan solicitar vuestra atención. En este
último caso puede ser la ayuda en la familia, entre los amigos, en el trabajo o la ayuda terapéutica, en sus
diferentes modalidades, según las profesiones de cada uno de Uds.

Enmarcado así el tema, vamos a ver que podemos aportar a los encuentros desde la logoterapia de
Viktor Franki, médico psiquiatra, neurólogo y filósofo vienés, sobreviviente de campos de concentración y
creador de esta escuela psicológica que denominó precisamente logoterapia, es decir, una psicoterapia que se
basa en que toda vida humana tiene un sentido y que la persona está constituida por los estratos biológico,
psicológico, social y que es también portadora de una espiritualidad. Esto es lo que se denomina idea
antropológica de persona.

No me voy a extender sobre este tema, pero sí quedo abierto a las preguntas que Uds. me quieran
hacer luego.

Los encuentros interpersonales

Lo social y lo colectivo ocupan hoy un importante lugar en la vida de todos nosotros y pocas veces
nos encontramos solos. También podemos observar que no nos gusta la soledad y en algunos casos incluso
produce tedio, a veces por la pobreza interior, por el escaso interés en profundizar temas vitales. Por otra
parte, las relaciones humanas han perdido el carácter de intimidad. Hay personas que nunca han sido sujeto
para el otro, un ser único, no intercambiable; solo son miembros de una comunidad, un grupo o en el mejor
de los casos, de una familia. Esto se detecta más en personas jóvenes, pero no es exclusivo, se percibe en
diferentes edades.
Sin embargo, lograr la comunicación directa y personal es tal vez el deseo más profundo del corazón
humano, pero necesitamos pasar primero por la experiencia de la soledad. Aunque parezca contradictorio,
solo por ella cada uno se capta como un ser único, aunque para ello pase por la angustia que produce tomar
conciencia de las propias singularidades. Es entonces que se asume el control de si mismo y se comienza a
descubrir el sentido verdadero de la existencia.

Podemos decir que ese espacio de la soledad personal, es un espacio de preparación.


Paradójicamente, cuanto más conocemos nuestra singularidad, más necesidad tenemos de comunicación con
el otro. Porque en los encuentros con las otras personas se prueba no lo que se imagina ser, sino lo que
verdaderamente se es.

Encontrarnos con los otros nos llena de esperanza porque vemos la posibilidad de salir de nuestra
soledad, pero también nos da temores. ¿Ganaré más de lo que puedo perder?

Sin embargo, el deseo de formar un nosotros es más fuerte, porque solo en el encuentro con el otro
logramos la plenitud como personas. Esto es así porque la plena realización personal no se logra buscándola
desesperadamente sino cuando somos capaces de colaborar para que otros la encuentren y logren acercarse a
la felicidad. Esto en logoterapia se denomina autotrascender, salir de sí mismo hacia los otros.

Encuentros con determinadas personas suelen ser decisivos, sobre todo si ellas encarnan en sus vidas
lo que nosotros tenemos como ideal o buscamos aunque sea confusamente. Y estos encuentros pueden
producirse con las personas menos esperadas, de ahí la importancia de la apertura, tan diferente de la persona
prejuiciosa que limita su existencia a un pequeño núcleo de personas.

También es cierto que una vez que se posee plena conciencia y claridad de criterio, se eligen las
influencias que se quieren experimentar y que nos harán salir de nosotros mismos, autotrascender, crecer.
Eligiéndolas nos protegemos de las que no queremos incorporar.

Creo que a estas posibilidades de selección, el poeta alemán Goethe las denominaba "afinidades
electivas".

Este tipo de influencias, que surge de un encuentro con una persona o algo que viene de ella, lejos de
forzarnos a hacer cosas extrañas al sentir profundo de nuestro yo, actúa como invitación a poner en acto lo
que el yo tiene de más profundo y auténtico. Es decir, nos hace más personales.

Estos encuentros nos invitan a descubrirnos y a ser verdaderamente nosotros mismos, a llevar a
pleno lo que traemos en potencia y todavía no concretamos, y que es constructivo para nuestra vida y la de
los otros, porque serán nuestro aporte original a la existencia.

Los acontecimientos decisivos en nuestras vidas se dan cuando logramos un vínculo personal con la
vida interior de la otra persona, pero esto implica que también nosotros nos hayamos descubierto y aceptado,
y estemos dispuestos a compartimos, a darnos al otro o a los otros.

Enfoque logoterapéutico

Frankl califica el encuentro humano como un modo de acercamiento y de valoración de la existencia,


que trasciende la realidad objetivada y la explicación causal: se trata de un encuentro empático en las tareas
que lleva a cabo el logoterapeuta y con una intuición específica frente a los problemas de salud mental.

El modo de ser de la persona en el mundo, la forma de colocarse en el espacio y el tiempo, el estilo


de sus expresiones comunicativas (verbales, gráficas, gestos, vestimenta, etc.) la forma de integrarse o no
con los demás, son algunos de los aspectos por los cuales se preocupa el logoterapeuta. Podemos decir que se
trata de una investigación fenomenológico existencial.

Se intenta captar en los consultantes los testimonios más amplios de su vida interior y el empleo de
su peculiar lenguaje, las expresiones calificativas y la adjetivación original, tal como se encuentra por
ejemplo en algunos escritos de Karl Jaspers. En alguna medida esto está sistematizado en lo que
denominamos el ABC de K. Jaspers.

En el tema de los encuentros, como también en otros aspectos más profundos, Frankl toma distancia
de lo que comunmente se denomina psicología humanista. Si bien existe la expresión, por ejemplo
"Psicología humanista-existencial", los dos términos no significan lo mismo.

El concepto de encuentro fue introducido por la filosofía existencial, más que nada por Martín Buber
y en el campo de la psicología por Jacob L. Moreno. En ambos casos se interpreta la existencia como co-
existencia. En este contexto el encuentro es el yo-tu, y este encuentro por su propia naturaleza solo puede
establecerse a nivel humano y personal.

Sin embargo, para Frankl este encuentro yo-tu carece de una dimensión, tal vez la más importante.
Para ello apela a la propuesta de la teoría del lenguaje de Karl Bühler y a los aportes de la fenomenología de
Husserl y Brentano que se vincula con los referentes intencionales.

La comunicación en los encuentros

Toma de Bühler la discriminación de una triple función del lenguaje. En primer lugar, el lenguaje le
permite al que habla expresarse a si mismo (es un vehículo de la autoexpresión). En segundo lugar, el
lenguaje es una apelación dirigida por el que habla a la persona a la cual habla. Y en tercer lugar, el lenguaje
representa siempre algo, el "algo" acerca de lo cual se habla. Siempre que alguien se pone a hablar está:

a) expresándose a si mismo, mientras


b) se está dirigiendo a alguien distinto
c) sin embargo, a no ser que hable de algo, no está realmente justificado denominar "lenguaje" a ese
proceso.

Tomando este modelo, Frankl expresa que lo que es válido acerca del lenguaje también lo es para la
coexistencia y los encuentros. Por lo tanto el yo-tu es importante y necesario pero no es suficiente, le falta lo
que aportan Brentano y Husserl, es decir, los referentes intencionales. Estos son los objetos a los que alude el
lenguaje y que son mencionados por los dos sujetos que se comunican entre sí, formando un mundo
estructurado, un universo de sentido. Frankl dice que a este universo de sentido lo podemos denominar logos.

A partir de esta descripción, la psicología que prescinda del sentido le quita a los que se comunican
el verdadero significado del encuentro. Sería para nuestro autor una "psico" sin "logo", es decir, media
psicología. No hay diálogo posible si no se incluye la dimensión del logos. Sin esta dimensión no es diálogo,
sino monólogo, mera autoexpresión. Le falta lo que Frankl denomina autotrascendencia. Esta palabra
designa la cualidad específicamente humana de dirigirse a algo distinto de sí mismo.

Por lo que señalamos, dice Frankl que "el encuentro auténtico es un modo de existencia que está
abierto al logos, permitiendo a los participantes trascenderse a si mismos hacia el logos, e incluso
promocionar tal autotrascendencia mutua".

Por lo tanto, el encuentro humanista, sin logos, se adhiere a la psicología antigua, es decir, sin
autotrascendencia. Más que psicología humanista, es psicología mecanicista. Y los encuentros que
promueve, los llamados grupos de encuentros, tan ampliamente practicados en Estados Unidos, consisten en
que la gente que participa de ellos se preocupa mucho de que la cuiden y la asistan. Y aquí se ha tergiversado
el sentido del encuentro que, como vimos estaba dirigido a la autotrascendencia.

Al faltarle a estos grupos de encuentro la temática del sentido de la vida, se convierten en un culto a
la intimidad, a expresar las emociones de cada uno, lo cual deriva para Frankl en un pseudo-encuentro; se
trata de un "diálogo sin logos". Y este es el tipo de los encuentros humanistas, que tiene éxito entre la
multitud solitaria y a los cuales Frankl señala como una desviación de la auténtica psicología existencial.

No es este el momento de buscar los motivos por los cuales sucede esta distorsión, como podríamos
denominar, de estos encuentros sin logos. Irvin Yalom, un psiquiatra norteamericano y actual novelista de
éxito, atribuye esta necesidad de intimismo a la gran movilidad de la población de Estados Unidos. Sobre
esta misma situación Frankl opina que si bien existe una alienación social, como sería la propuesta por
Yalom, también existe una alienación emocional, que consiste en el alejamiento de las propias emociones.

Encuentro y ayuda

Continuando con el aporte de la logoterapia para este tema que nos convocó en el día de hoy, veamos
como darle a todo esto un sentido más positivo, más vinculado a la ayuda, al crecimiento, que en nuestro
propio lenguaje denominamos autotrascendencia.
Al proponer encuentros de crecimiento, haciendo un uso un tanto extensivo del término ayuda, nos
acercamos al concepto de terapéutica en sentido amplio. Y si aceptamos esta posibilidad es porque hemos
percibido que tal como se estructuran algunos grupos actuales, tienen bastante el aspecto de "síntoma" . Es
decir son el síntoma de una incontinencia emocional que busca un cauce de expresión y esto es necesario
porque la represión de lo emocional no sólo afecta a nivel psíquico sino también a nivel somático, en algunos
casos a través de diferentes formas de angustia, la cual como es sabido se trata de eliminar mediante el
consumo de psicofármacos.

La observación desde el punto de vista de la logoterapia es que si lo que estamos tratando en este
encuentro - con las diferencias propias de cada grupo social en los diferentes lugares geográficos - es una
forma de vida actual, tenemos que concluir que hemos descubierto, en parte, el origen de la angustia del
hombre moderno.

Ahora bien, el captar un problema no significa la solución del mismo. La propuesta que trae la
logoterapia es pasar de la hiperdiscusión de los temas emocionales, que señalamos como de autoexpresión, al
tratamiento del tema del sentido de la vida.

Nosotros, es decir, los que nos encontramos aquí porque conocemos o queremos conocer más sobre
logoterapia, sabemos que la carencia de un sentido para vivir produce lo que Frankl denominó "vacío
existencial". Y conocemos que en este vacío crecen diferentes tipos de neurosis. Por lo tanto es oportuno
intentar llenar ese vacío a través de encuentros auténticos de ayuda mutua en la búsqueda de sentido.

¿Qué sucedería si nosotros concibiéramos este grupo de encuentro como un grupo de ayuda mutua y
cooperación que nos aliente a discutir el sentido de nuestras vidas?

Esta propuesta favorecería no sólo la autoexpresión de los participantes, sino que, sobretodo,
favorecería la autotrascendencia, que es el antídoto del vacío existencial que, como sabemos por la
experiencia psicoterapéutica, puede conducir a diferentes patologías como las conductas agresivas, las
depresiones y las adicciones.

Si bien no vamos a poner en práctica la discusión de nuestro propio vacío existencial ni nuestra
historia personal de la búsqueda de sentido, con sus fracasos y sus aciertos, si quedo abierto a las preguntas
que les puedan aclarar algunos puntos u omisiones de mi exposición.

Oscar Ricardo ORO es Doctor en Psicología Clínica, profesor de universidad y Presidente de la


Fundación Argentina de Logoterapia “Viktor E. Frankl”.

Bibliografía básica

Frankl, V.E. (1988). La voluntad de sentido. Barcelona: Editorial Herder.


Frankl, V.E. (1984). La idea psicológica de hombre. Madrid: Ediciones Rialp.
Oro, O.R. (1997). Persona y personalidad. Buenos Aires: Ediciones Fundación Argentina de Logoterapia
“Viktor E. Frankl”.
Seguín C.A. (1972). Amor y psicoterapia. Buenos Aires: Editorial Paidós.
Yalom, I. (1984). Psicoterapia Existencial. Barcelona: Editorial Herder.
Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Acevedo, G. (2000). Logoterapia: “Un modo humano de hacer terapia”. NOUS: Boletín de
Logoterapia y Análisis Existencial. (4), 15-23.

LOGOTERAPIA :
“UN MODO HUMANO DE HACER TERAPIA”
Gerónimo ACEVEDO

La psicoterapia es un método, un instrumento, un camino para alcanzar un fin, “el desarrollo


del ser en su esencia y sentido” y la reincorporación del “Hombre doliente” (que es un Ser en el mundo) a
los grupos existenciales de los que forma parte: la comunidad, la familia, el trabajo, la ciencia, el arte.

Pero toda psicoterapia supone una doctrina que debe tener a la vez un fundamento científico y
una raíz filosófica. La reflexión científica es necesaria tanto desde el punto de vista semántico cuanto
crítico; la fundamentación filosófica es la clave de la concepción del hombre y de su existencia, sin la cual
no hay psicoterapia.

La responsabilidad de la misión exige una constante vigilia crítica que dé cuenta y razón de la
legitimidad de los instrumentos puestos en juego en el quehacer psicoterápico, de ahí la importancia que
cobran hoy los estudios semánticos y la epistemología. Pero, por otra parte, los modernos desarrollos de la
antropología cultural han extendido y profundizado nuestro conocimiento del hombre de modo tal que, cada
vez más, se tiende a enmarcar la concepción terapéutica dentro de una antropofilosofía.

El propósito de esta comunicación es poner de relieve la importancia de los principios


expuestos a través del sutil y complejo arte de la psicoterapia.

Comenzamos por señalar la experiencia realizada por el psiquiatra francés Laborit y


presentada en la película “Mi tío de América”.

Laborit encerró un casal de ratas en una celda y conectó a ella electricidad con una intensidad
tal que éstas se sintieran molestas sin poner por ello en peligro su vida.

Las ratitas intentaban buscar la puerta de salida que estaba bloqueada, se movían
constantemente buscando infructuosamente la salida, los movimientos se tornaban torpes e
involuntariamente se chocaban entre ellas.

Ante los primeros roces seguían moviéndose buscando una salida pero al no encontrarla y
volver a producirse esos choques comenzaron a agredirse entre ellas para terminar matándose mutuamente.

En el film se muestra que algo similar sucede en los seres humanos y muestra escenas de la vida
cotidiana en las que recurren a la violencia entre sí, igual que los animalitos de la jaula por no percibir una
esperanza.

El psiquiatra francés repite la experiencia con otro casal de ratas a las que somete a idéntica
situación pero deja una puerta que puede abrirse y los animales llegan a otra jaula en la que no sufren la
molestia de la electricidad de la anterior. En ella los animalitos se relajan, comen y copulan.
Reconociendo los inconvenientes que tienen extrapolar dogmáticamente experiencias realizadas
en animales, para sacar conclusiones en los seres humanos, es interesante señalar algunas coincidencias y
señalar importantes diferencias que lamentablemente Laborit no destacó.

Es indudable la importancia de lo fáctico (lo recibido) en el enfermar humano.

La participación de lo somático, lo familiar, lo educacional y lo social está presente en el


enfermar humano como factor condicionante de la estructura de la personalidad. El acontecimiento
existencial se vincula con esa estructura como factor desencadenante y se expresa a través del síntoma.

Pero es substancial reconocer la presencia de lo humano en el enfermar, la singularidad de la


persona, y de su respuesta, sus valores, su cosmovisión, su motivación, su proyecto de vida y su búsqueda de
sentido.

La presencia de lo fáctico es lo que tienen en común las ratitas con el hombre, la presencia de
lo humano es lo que los diferencia. Mientras que las ratas se agreden por los condicionamientos externos y
no pueden dejar de hacerlo si éstos no desaparecen, es decir, su conducta es acción-reacción, los seres
humanos padecen la influencia de lo fáctico y sus conductas se asemejan a las de los animales cuando la
desesperanza les invade; pero cuando a partir de su “ser persona” reconoce su espacio de libertad en los
condicionamientos, es cuando la existencia se convierte en respuesta y la respuesta se convierte en sentido;
es en ese momento en que la crisis se convierte en oportunidad y la oportunidad en crecimiento; y el ser
humano actualiza sus potencialidades convirtiendo su ser en un siendo para llegar a ser lo que puede ser.

El animal vive en su habitat el hombre vive en el mundo.

El animal se mimetiza con su habitat, lo que le permite sobrevivir; el hombre, en cambio, vive en
el mundo al que transforma, convirtiéndose en “co-creador”y su vivir se convierte en existir.

El hombre, por naturaleza, tiene necesidad de una experiencia verdadera, profunda y abarcadora
de la realidad que le permita descubrir su propio yo multidimensionalmente trascendente con respecto a la
naturaleza, a sus semejantes, al mundo de los valores, y también con respecto a sí mismo aunque,
paradójicamente, sea este “mundo propio” el más difícil de descifrar.

Esta es una problemática específicamente humana, plantea dificultades y satisfacciones que


tenemos que enfrentar relacionando el desarrollo individual, familiar y social, para crecer hacia una realidad
más auténtica, justa y solidaria, sabiendo que ésto es posible pero que depende también de nosotros.

Esta experiencia, produce encuentros personales con el sentido, que ocupan un lugar importante
en la vida. Se gestan en el interjuego de lo propio y de lo ajeno. Esto es algo que se descubre en una vivencia
y es el punto de partida para reconocer la vida recibida y la presencia del “sentido”como generador de
“esperanza”. Aquí se reconoce el efecto terapéutico del sentido.

A partir de la concepción antropológica de la logoterapia, que comprende el “presente


existencial” del ser humano como el presente de las vivencias pasadas, el presente de las vivencias actuales
y el presente de las vivencias futuras, no vive un “presente existencial humano”quien niega o reprime el
pasado (en este sentido el aporte de Freud en el psicoanálisis es valioso) y de ningún modo vive un
“presente existencial humano” quien se aísla y niega la realidad actual que le toca vivir y tampoco vive
plenamente el presente existencial si se amputa el futuro, si se suprime la esperanza, si se ignora el sentido.

El presente es la integración de las preguntas ontológicas: ¿por qué? y existenciales: ¿para qué?

La logoterapia fue llamada con mucha precisión elpido terapia, terapia de la esperanza, que
definiría al hombre como hijo de su pasado pero no esclavo de su pasado sino padre de su porvenir.

El hombre es algo uno pero también es una diversidad .


Frankl concibe al hombre como “unidad múltiple”.
Tripartita y Dual.
Tripartita: cuerpo-alma-espíritu forman la totalidad “hombre”.
Dual: el hombre es facticidad y existencialidad.

Todo objeto se encuentra en el plano de lo determinado, de lo fáctico, de lo temporespacial de lo


cuantificable. El ser humano no es un objeto, la persona “tiene” y “es”, pero un tener entendido como no
fundante, es decir como aquello segundo que exige algo más profundo que le de identidad y lo sustente. De
esta manera, lo psicofísico, por pertenecer al campo del tener, puede ser objetivizado y clasificado, tratado
como una cosa, no así la persona, que por pertenecer a la dimensión espiritual debe ser considerada como el
“ser”. De tal forma lo tenido ejerce un condicionamiento pero no determina al ser, la persona comunica su
libertad al tener y de esta forma humaniza al tener. El “ser”se halla en el núcleo de actos espirituales, en
cuanto “es” intercambia con lo que tiene y con esta actitud lo transforma y se transforma (co-creador)
llegando a ser una personalidad, ésta sólo emerge cuando la persona se ha hecho cargo de su facticidad, no
sería solo algo dado sino algo por hacer, pero no un hacer desde la nada sino desde lo recibido (fáctico).

En mi práctica cotidiana con los pacientes suelo utilizar El símil del arquitecto. Les digo con
humor que al salir de su casa piensen que van a entrevistarse con un arquitecto especialista en reciclaje. Éste,
al igual que el terapeuta, no se encuentra con un terreno virgen, sin historia; ambos tienen que rescatar lo
valioso y superar lo disvalioso, los dos tienen que trabajar desde lo que tienen para mejorar su calidad de
vida en el futuro.

La zona de la espontaneidad, novedad y creatividad

Herrera Figueroa reseña el nivel espiritual valorativo y lo describe como “zona de la


espontaneidad, novedad y creatividad”. A este nivel, la existencia puede superar el peso de su inercia, el
mismo ser del hombre es el que se supera y trasciende y se plenifica.

Por lo tanto, lo espiritual valorativo es esencial como posible manera de encarnar y temporalizar
la existencia en sentido positivo, como camino y superación del ser, al mismo tiempo que constituye la
fuente más evidente de la salud humana.

Si el terapeuta al tratar con el paciente lo objetiviza (lo trata como a una “cosa” que no posee de
suyo identidad), reduce su existir al tener, ignorando su ser, convirtiéndolo en un objeto meramente espacial
y nunca “humano”.

Transforma lo que debiera ser su actitud solidaria, en “la actitud del espectador” que
corresponde a una forma de negligencia; ella alude al acto por el que el sujeto lleva al mundo a sí mismo
convirtiendo a lo otro en mero espectáculo, en puro suceso separado del sujeto. En este desapego se abren las
puertas para la apatía y la irresponsabilidad (inconexión del sujeto). Esta indiferencia del sujeto se pone de
manifiesto en la desaparición del tú, quién se convierte en un “él”, del cual se pasa, a su vez, a un “se”, se-
dice, se-hace, se-usa.

La captación de lo esencial implica una cierta “con-vivencia” con la persona, un “estar ahí”, una
simpatía que abre la puerta a la comprensión de lo fundamental.

¿Por qué se enferma el hombre?

La pregunta de ¿por qué se enferma? debe integrarse con la de ¿por qué no enferma? frente a
iguales circunstancias externas. A partir de la misma, la enfermedad pierde su exclusivo rol protagónico y se
convierte en acontecimiento vital que propone una respuesta al ser humano. Se humaniza el concepto de
“sentido de la enfermedad ” con el de sentido del proceso y sentido en el proceso. El enfermar no se agota en
su «ser proceso»; es además, y primordialmente, sufrimiento y respuesta. El hombre lo recrea cada instante
con el contenido de su respuesta.

En el “modo humano de enfermar” intervienen tanto factores de afuera como la respuesta de


adentro, lo que muestra su multidimensionalidad.
Se podría decir que los de afuera son los factores condicionantes y lo de adentro, la persona, la
libertad del ser no sujeta totalmente a los condicionantes. La participación de lo somático, lo familiar,
educacional y social está presente tanto como

Factor condicionante presente en la Estructura del proceso


Acontecimiento como factor desencadenante
Síntoma como la expresión

Para entender el problema humano de la salud es necesario tener en cuenta qué sucede adentro y
afuera del hombre, cómo sucede, quién es el hombre y cuál es su proyecto de vida. Es útil encontrar factores
predisponentes, pero además es necesario saber qué significa para él este episodio puntual que denominamos
enfermar.

Necesitamos saber quién es ese hombre, cuál es su visión del mundo (cosmo visión), qué piensa
del pasado, qué hace con su presente, qué proyecta para su futuro y cuál es su relación con los valores.

La cosmovisión tanto expresa la estructura de la relación del hombre con el mundo, como el
modo de conocer ese aspecto. Si la estructura del Ser-en el mundo es dimensional, también lo ha de ser el
enfoque con que se la mire. Esta relación del hombre con el mundo necesita de un método, una herramienta
para ser captada y la logoterapia es ese instrumento.

El sufrimiento y la pregunta por el sentido no pertenecen al género de ideas definidas, precisas y


categóricas que tanto valora la cultura actual del pragmatismo, sino que constituyen, más bien, llamadas para
continuar pensando, para rebelarse a definiciones prefabricadas, para observar personalmente la singularidad
y, sobre todo, para avanzar en una actitud de apertura y de búsqueda (ser-siendo).

Cuando un ser humano acude a la consulta, tras la afección en sí, tras el padecimiento más o
menos localizado en el orden de lo corpóreo, invariablemente, existe una preocupación concomitante.

Es el tema, es el miedo, es la duda, o es todo esto junto, que con un telón de fondo, con una
trastienda, un trasfondo, es para nosotros muy importante.

Cuando Evelino Leonovdi dijo “El dolor es un amigo del hombre, encargado de funciones
tristes”, no sabemos si el gran psiquiatra romano pensó hasta donde era profundamente cierta la aseveración.

Trataremos de aclarar: que es lo que anuncia, que es lo que señala, a qué apunta el dolor, que
última significación tiene.

Evidentemente el ser amigo de alguien presupone el avisarle, prevenirle del peligro.

“El dolor es amigo en tanto y cuanto anuncia la existencia de que un trastorno funcional es
orgánico, incide sobre el total sentido de lo que se da en llamar la sinergia funcional orgánica”1.

Pues una cosa es pretender entender una enfermedad y otra cosa muy distinta es tratar a un
paciente: para este último fin, el paciente debe poder despegarse dimensionalmente de su enfermedad. “El
análisis existencial ha de poner de relieve la multiplicidad dentro de esta unidad, ha de desarticular
dimensionalmente la unidad en la multiplicidad de existencia y facticidad, de persona y organismo, de
espiritual y psicofísico”2.

En su aspiración a la verdad, el saber científico tiene que extenderse no sólo a la


experimentación sino también a la experiencia humana, convirtiendo el conocimiento en un develamiento
que halla puntos comunes con la tradición, “sería una certidumbre que hace de la duda una confidente a la
que pide consejos”.
La ciencia no es lo opuesto a la sabiduría sino que ésta es su consumación, la sabiduría es la
continuación inquieta de la ciencia: traza planes imaginarios de lo que vendrá, siente como contemporáneas a
las futuras generaciones.

Se codea con la utopía pero no participa de su borrachera cuando esta última imagina mundos
sin los perennes confusos compañeros del mundo: la enfermedad, la injusticia, el sufrimiento, el mal y la
muerte. De donde se infiere que la sabiduría es el antídoto de la borrachera porque intenta una viable
convivencia con aquellas figuras de lo irremediable y es la que abre paso a la esperanza.

La vida del ser humano en las grandes ciudades está cada vez más distante de sus propias
necesidades existenciales, y su pobre nivel de conciencia (cotidiana) representa un obstáculo para descubrir
en una experiencia plenificante la realidad del sentido en su vida.

¿Qué pasa, pues, cuando esa experiencia –de “unidad”, de “relación”, y de “sentido”–, que
caracteriza a la participación del ser en el mundo, se disgrega? El hombre se desbarranca hacia la experiencia
de la “disociación” y todo lo fragmenta y opone: se maneja con el leguaje del

esto O lo otro
unidad O disociación
yo O el
placer O realidad,
naturaleza O cultura,
individuo O comunidad
sentimiento O Responsabilidad

El yo pierde así su relación vinculante con la realidad.


Suprimiendo el concepto del – y – esto – y – lo otro

YO y TU
unidad y relación
ciencia y fe
racionalidad y emoción

“Estamos a tiempo de revertir este abandono y esta masacre: la provocada por la


incomunicación, el culto a sí mismo, la reverencia a los Dioses de la televisión, el imperio de la máquina
sobre el ser, el sometimiento y la masificación, la competencia feroz y el vértigo apocalíptico en el que toda
posibilidad de diálogo desaparece”.

“Aún podemos aspirar a la grandeza, si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera”3.

Decíamos al comenzar: La psicoterapia es un método, un instrumento, un camino para alcanzar


un fin, “el desarrollo del ser en su esencia y sentido” y la reincorporación del “Hombre doliente” (que es
un Ser en el mundo) a los grupos existenciales de los que forma parte: la comunidad, la familia, el trabajo, la
ciencia, el arte.

La logoterapia es un método, un instrumento, tal vez el más


adecuado, pero lo más importante es que pueda ser vivida por el
“terapeuta como persona”, pues el hombre trasmite primero por lo que es,
después por lo que hace y luego por lo que dice.

Einstein expresaba “locura es seguir haciendo lo mismo y


esperar resultados diferentes”.
Por lo tanto, resulta imprescindible apelar a la conciencia como el órgano del sentido, para
recuperar la relación vinculante del yo con el Tu, del hombre con la realidad a través de la ciencia y la fe, la
racionalidad y la emoción, la libertad y la responsabilidad.

Juan Pablo II decía: "No es equivocado desear vivir mejor; lo que es equivocado es un estilo de
vida que presume ser mejor cuando se dirige al "tener" antes que al "ser" y que desea tener más, no para ser
más sino para gastar la vida en gozarla como un fin en sí misma".

Gerónimo ACEVEDO es Doctor en Medicina y Vicepresidente de la Fundación Argentina de


Logoterapia “Viktor E. Frankl”.

NOTAS

1 José Tomas Acevedo Sojo. “Incumbencias de la psicoterapia”. La semana Medica


2 Víctor Frankl. Teoría y terapia de las neurosis. Pág., 38.
3 Ernesto Sabato. “La resistencia”
Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Prats Mora, J.I. (2000). Entrevista a Eugenio Fizzotti. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis
Existencial. (4), 25-31.

ENTREVISTA A EUGENIO FIZZOTTI


José Ignacio PRATS MORA

- Usted afirma en su libro ‘De Freud a Frankl’ que haber vivido varios meses con V. Frankl en el
policlínico de Viena, ha sido una experiencia inolvidable, ¿cuál es su recuerdo más entrañable y su
aprendizaje más significativo de aquel momento?

Además de aquel período en el que trabajaba, estudiaba y, por tanto, frecuentaba sus lecciones,
después iba sistemáticamente cada año varias veces a Viena y después de su muerte he ido dos veces en
Septiembre y a finales de Noviembre a su casa a visitar a su esposa.

Quiero decir que para mí no se trata sólo de una experiencia, sino de que toda mi vida ha estado
marcada por la relación con él. Nuestra relación ha evolucionado de ser al principio de maestro-discípulo a
padre-hijo, amigo-amigo. De algún modo entré a formar parte de su familia. Por esta intensa relación,
cuando iba a Viena estaba tranquilamente en su casa como un hijo, ya que él no tenía un hijo varón. Por eso
mi experiencia con Frankl es una unidad.
A nivel personal, son varias las cosas que más se me han grabado. Sin duda, su notable capacidad de
acogida, aunque no inmediata. Al principio, mostraba una actitud por la que nunca tenía tiempo para nada,
después se lo pensaba, y su actitud pasaba a ser de gran familiaridad, intensa. Esto lo han percibido también
otros. Así pues, un gran sentido de acogida indiscutible.

Al mismo tiempo, he vivido mucho en Frankl su capacidad de aceptar formas de pensar distintas a la
suya. Yo no he tenido grandes conflictos con él. Ha mostrado interés hacia mi familia y hacia mi fe y mi
experiencia de sacerdote religioso. Esto me hizo pensar siempre que su ser hebreo era un hecho cultural pero
que profundamente iba más allá de una religión específica. Varias veces hemos considerado juntos el
problema de la fe personal y de la pertenencia al mundo hebreo o al mundo católico.

Él murió como hebreo, aunque hubiera deseado convertirse al catolicismo. No lo hizo por fidelidad a
la fe de sus padres.
- ¿Qué aspectos del judaísmo tienen mayor peso en la concepción antropológica de V. Frankl?

Le pregunté algo al respecto, pero siempre evitó referirse a la cultura judía. Nunca ha querido hablar
del tema -me ha dado la impresión- porque pensaba que era reducir un poco lo que era un mensaje científico
a un mensaje humanístico más general. Por eso, lo que se puede hacer sólamente, es rescatar del interior de
sus obras las abundantes citas bíblicas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Pero temáticamente
no creo que haya querido referirse a lo que es la cultura judía.

Él se ha enfrentado con el mundo judío en lo referente al tema de la culpa colectiva. Después de la


guerra y aún en el 88 tuvo una gran intervención ante el municipio de Viena y se expresó a favor de la culpa
individual y no de la colectiva. Obviamente que un hebreo que ha vivido la persecución nazi hable en contra
de la culpa colectiva es contrario a una cierta mentalidad.
Es difícil, por tanto, verificar si su horizonte permanece tal o más bien se trata de un horizonte más
amplio.

Rezaba muchísimo, lo he visto yo con mis propios ojos cuando estábamos en la montaña, cerca de
Viena, alojados en el mismo hotelito. Rezaba con el libro de los salmos cada noche. Esto es algo que hacía
siempre; a nivel de vida interior personal, sin duda; a nivel oficial, sus relaciones con el mundo hebreo eran
muy limitadas. Iba a la sinagoga una vez al año. En una ocasión, hace veinte años, le acompañé a una
sinagoga en Florencia. Pero no manifestaba su pertenencia al mundo hebreo ni encontramos en su obra una
referencia explícita.

- Asimilando la Logoterapia a la psicología humanística norteamericana (Maslow, por ejemplo), ¿no se


corre el riesgo de desvirtuar el pensamiento genuino de V. Frankl?

Sí, indudablemente. Teniendo en cuenta que el tema de la autorrealización de Maslow digamos que
no es lo contrario pero se queda a medio camino. Es necesario el paso siguiente porque el "auto" cierra al
hombre dentro de sí mismo. En cambio la perspectiva de Frankl de la vida como tarea y todo el tema de la
responsabilidad en relación a los reclamos que la vida le hace, es una fase sucesiva de desarrollo.

Por tanto, estoy de acuerdo. Nosotros lo ponemos en el horizonte existencial y no en el humanista.-


¿Cuál es su raíz o antecedente filosófico fundamental?

Creo que sus raíces filosóficas son Husserl, en lo referente al concepto de intencionalidad. Esto es
indiscutible. Jaspers, en lo referente a situaciones límite. Heidegger, en lo referente al ser en el mundo y en lo
referente a la fragilidad de la existencia y Scheller en lo referente al mundo de los valores.

Existen además conexiones con Buber pero no me parece que sean una raíz, ya que mientras a los
otros autores Frankl los ha leído - aunque no los cite bien porque Frankl desde el punto de vista
metodológico es un desastre -, en el caso de Buber la convergencia de pensamiento es debida probablemente
a sus raíces comunes en la cultura hebrea. No me parece que Buber sea una fuente como otros autores
pueden serlo.

- ¿Cuál es el "impacto" o difusión actual de la Logoterapia? ¿Qué dificultades encuentra una escuela
psicoterapéutica que maneja términos como espíritu, conciencia, y otros filosóficos de corte
existencialista?

Creo que los obstáculos son de varios tipos. Primero, que es prevalentemente una antropología más
que una psicología. Segundo, que en contraposición con las expectativas de los psicólogos, no ofrece
instrumentos, técnicas estandarizadas, verificadas, aplicables de forma indiscriminada. Tercero, creo que no
es aceptada por su conexión notable con el mundo católico y pequeña con el mundo científico. Cuarto, quizá
su psicopatología necesita ser revisada e integrada, ya que sus definiciones en clave psicopatológica han sido
ampliadas sucesivamente en el ámbito psiquiátrico y, por tanto, hoy los psiquiatras ya no hacen referencia al
cuadro psicopatológico que él presenta.

Creo que, sobre todo, el hecho de que sea una visión filosófica sin un aparato técnico bien
estructurado y que haya abandonado un poco -digámoslo claramente- el cuadro psicopatológico, es decisivo.
Desde el punto de vista psiquiátrico ha publicado dos libros ‘Teoría y terapia de la neurosis’, ‘La
psicoterapia en la práctica médica’ y basta. Ha continuado presentando siempre un modo de pensar que es
utilísimo en el planteamiento de una relación terapéutica. Esto es indiscutible.

Se refiere a menudo a la formación de la mentalidad del terapeuta, pero después, éste dice: “Bien, y
ahora, ¿qué hago? ¿cómo trabajo concretamente?” Ante las escuelas que presentan un aparato técnico no
puede decir nada.

Aquí tengo un pequeño libro publicado en 1985 de Joseph Fabry en el que trata de traducir en
ejercicios prácticos de diálogo socrático, de individuación de posibilidades, de terapia de grupo, etc. los
principios de la logoterapia. Frankl este libro no lo aceptó nunca porque pensaba que esto era "enjaular". Sin
embargo, es necesario; aquí, por ejemplo, con los estudiantes de prácticas tenemos dificultad en presentar la
logoterapia porque al final no saben cómo manejarse concretamente. Es necesario sobre todo cuando hay
técnicas difundidas que ofrecen instrumentos de alguna manera.

Otro factor es que Frankl no ha creado una escuela. Después de él, se dan personas que se han
formado más o menos a su lado, que han leído sus libros y que han dado vida por todas partes a sus propias
iniciativas, pero no constituyen una escuela como hizo Freud con sus discípulos, con discusión de casos, etc.

Era él como persona y su pensamiento, que recalca mucho su personal experiencia. De hecho la
observación que se le hace con más frecuencia es ésta: esas cosas las ha hecho él, pero no son posibles a
cualquiera. Por este motivo en el mundo científico es difícil conseguir que se conozca más la logoterapia.
Sus mismos instrumentos (Logo-test de Elisabeth Lukas, PIL, etc... que Frankl cita en una nota de una de sus
obras) tienen escasa relevancia en el campo científico. Es él como persona, como pensador.

- Diferenciación práctica entre Logoterapia y Análisis Existencial.

Se pueden dar dos respuestas, una es aquella que dice: La Logoterapia es sobre todo la indicación de
una metodología para actuar en el caso de varias formas de neurosis reactivas.

La Logoterapia, aun teniendo como base una antropología, es sobre todo una terapia con técnicas
específicas en los casos de neurosis ansiosas, sexuales, fóbicas. Y, por otra parte, el Análisis Existencial sería
una visión de la persona como una existencia que se desarrolla poco a poco en la medida en que se pone en
actitud de búsqueda. Esta es una diferencia.

Hay también una posible segunda diferencia, que dice exactamente lo contrario: La Logoterapia es
sólo una teoría del hombre en busca de un significado, mientras el Análisis Existencial se ve como el método
a través del cual el sujeto consigue poner en evidencia las propias capacidades, comprender el significado de
su existir e interpretar el sentido del pasado, de las experiencias del presente y la proyección hacia el futuro.
Por tanto, se quiere que el Análisis Existencial pueda ser considerado como método terapéutico.

- La dimensión noética, ¿es una dimensión o una división artificial de la psicológica?

Frankl pone mucho en evidencia la diferencia que hay entre la dimensión noética y las otras
dimensiones psicológica y física, pero en los últimos años cuando se ha preocupado en ver la conexión con el
cognitivismo -y en frecuentes ocasiones dice que los cognitivistas reconocen en él, en lo referente a las
técnicas paradoxales, un precursor-, tengo la impresión de que ahí Frankl de alguna forma ha desplazado el
acento de la dimensión noética hacia el hecho intelectivo y no tanto hacia el aspecto espiritual. En este punto
podría ser considerada en el interior de la dimensión psicológica.

- ¿Qué es el inconsciente espíritual? ¿Cómo se diferencia del colectivo de Jung y del incosciente de
Freud? ¿Cuál es la relación entre ínconscíente espiritual y conciencia?

Frankl no rechaza el inconsciente, rechaza el considerarlo sólamente de naturaleza instintiva.


Sostiene que es también de naturaleza espiritual. Quiere decir que están presentes las dos naturalezas.
Yo creo que Frankl rechaza el inconsciente de Jung como patrimonio genético que yo recibo sin
hacer nada, mientras que el de Freud se constituye a través de las experiencias infantiles.

Frankl me parece que une estos elementos porque dice: es algo que yo poseo en cuanto persona
humana individual, en cuanto el punto hoy de una cadena que remite a mis progenitores, pero algo que está
unido a mi existencia individual. Este punto de vista podemos decir que está ligado a la visión freudiana, el
inconsciente como fruto no de un patrimonio genético sino como algo personal. Pero la naturaleza de este
inconsciente, distintamente que para Freud, no es sólo instintiva, sino también espiritual. Precisamente
porque él tiene una concepción de la persona distinta cuyo núcleo fundamental es la dimensión noética.

Del inconsciente espiritual, Frankl sólo habla en su libro ‘La presencia ignorada de Dios’ y no habla
más de él en sus otros libros. Por eso decía que hay que distinguir un primer y un segundo Frankl. Porque
cuando subraya más la dimensión noética como centro de la persona es en aquel período que habla del
inconsciente espiritual en contraposición al colectivo e instintivo.
El inconsciente espiritual es la persona espiritual que se caracteriza por la dimensión noética, que es
un centro de valores del que la persona a nivel consciente puede no darse cuenta y es necesario hacer
emerger a nivel consciente lo que está presente a nivel ínconsciente.

En la medida en que hago emerger aquello que está presente en mi existencia como mundo de
valores -en esto Frankl es deudor de Scheller, cuando habla de la persona como centro de actos espirituales-
entonces, el núcleo fundamental de la persona son los actos espirituales. Cuanto más llevo a nivel consciente
los actos espirituales, lo que poseo, este núcleo central; aquí tenemos la conciencia, que se da cuenta de qué
cosa es de hecho y qué cosa está llamado a hacer. Está llamado fundamentalmente a realizar actos no a
nivel impulsivo, instintivo, sino a nivel espiritual, lo cual significa para Frankl a nivel de valores.

Conciencia como proceso de descubrimiento de la persona espiritual y en consecuencia como


capacidad de poner en acto, de traducir en comportamientos observables, verificables, este mundo interior de
valores que está encerrado en la persona espiritual.

-¿Cuál es el lugar de la razón y la inteligencia en la antropología de la Logoterapia?

Frankl tiene una gran confianza en la persona entendida en su globalidad (sobre todo el primer
Frankl). En los primeros años usaba la palabra "moral" en sus obras. Después cambió, prefirió utilizar la
palabra noética o espiritual o nada, porque se dio cuenta de que el uso de la palabra moral por un psicólogo
no era muy aceptado. Pero esto significaba que para él la razón no ocupaba un gran lugar, ya que era la
persona en su totalidad, que es este centro de valores. Creo que sólo en un segundo momento, cuando
desarrolló un poco más la atención al diálogo socrático y a las capacidades de raciocinio del hombre, y por
tanto, en conexión con el cognitivismo, dio un lugar mayor, indirectamente, a las capacidades de desarrollo
de razonamiento de la persona.

Entrevista realizada a Eugenio Fizzotti en la Facoltá di Scienze dell'Educazione dell'Universitá


Salesiana, Roma, el 18 de Marzo de 1998 por José Ignacio PRATS MORA.
Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Ozcáriz Arraiza, A.M. (2000). Grupo de madres y padres de drogodependientes. Una
experiencia de búsqueda de sentido. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis Existencial. (4),
33-41.

GRUPO DE MADRES Y PADRES DE DROGODEPENDIENTES.


UNA EXPERIENCIA DE BÚSQUEDA DE SENTIDO.
Ana María OZCÁRIZ ARRAIZA

INTRODUCCIÓN

El trabajo que voy a presentar lo desarrollo cotidianamente en la sede que tiene FERMAD
(Federación de Asociaciones de asistencia al drogodependiente y su familia) en pleno centro de Madrid, muy
cerca de la Plaza Mayor. Allí recibimos, mis compañeros y yo, a más de cuatrocientas familias cada año con
problemas relacionados con las drogas. La población a la que atendemos es muy variada, tienen diverso nivel
socio-cultural, poseen diferente estructuración familiar, desigual forma de educar y una historia que les hace
únicos. La mayoría de ellos acuden al centro porque quieren saber cómo abordar los problemas que tienen
con sus hijos, aunque también atendemos a parejas, hermanos, etc. Uno de los pocos puntos en común de
todos ellos, es que no han perdido el interés de ayudar a sus familiares a salir del infierno de la
drogodependencia. Cada caso es diagnosticado de forma individual y, en la medida en que no se considera
contraproducente, la familia es invitada a participar en uno de los grupos que se realizan en la sede y que
vienen diferenciados en función del estadio en que se encuentra la familia en el proceso de la
drogodependencia.

En el presente artículo voy a abordar la experiencia de un grupo de familias que llevan años de lucha
para ayudar a su hijo/a a salir del mundo de la drogodependencia. Los casos son reales, pero cambiaré los
nombres, por respeto a la confidencialidad obligada para el buen funcionamiento del grupo.

El grupo está configurado por nueve familias, de las que vienen siete madres y sólo en dos casos la
pareja de padre y madre. El grupo se reúne una vez por semana, durante dos horas y en ese tiempo se revisa
la situación del hijo/a, cómo están ellos y las decisiones que tienen que tomar.

PRESENTACIÓN DE LOS COMPONENTES DEL GRUPO

Lola y Luis tienen dos hijos, el mayor es consumidor de heroína desde hace más de diez años. En
este tiempo el hijo ha salido y entrado de casa de sus padres en varias ocasiones. La última vez, porque los
padres decidieron no continuar tomando parte del proceso autodestructivo del hijo y optaron por ponerle
unos límites con respecto a su consumo y comportamiento muy claros y contundentes. Él decidió marcharse
de su casa. Tras unos meses de vivir en la calle, regresa porque tiene pendiente un ingreso en la cárcel por un
delito de robo. Tras este tiempo de nuevo en casa de sus padres, en el que su comportamiento fue ejemplar,
ingresó en la cárcel, donde tiene que cumplir una condena de tres años. El hijo pequeño, tras haber sufrido
todo el problema del hermano, ha comenzado a beber más de la cuenta y a consumir cocaína.. El matrimonio
está muy unido frente al problema, aunque ella parece “llevar la voz cantante”. En este momento, Lola se
enfrenta a la muerte repentina de su padre y a una biopsia de higado, porque el tratamiento que sigue no le
está haciendo efecto y es probable que tenga que acudir a quimioterapia o esperar a un transplante.
Elvira y Carlos: Elvira se quedó viuda muy joven con tres hijos a su cargo. Trabajó muchísimo para
sacarlos adelante. "Tenía que ser muy fuerte. Debía ser padre y madre y estaba muy orgullosa de poderlo
hacer". Puso un bar a sus hijos y éstos lo llevaron a la ruina. Los tres son consumidores, fundamentalmente
de hachis y cocaína, pero de los tres, ha sido el pequeño el que más ha acusado el consumo. Acaba de
realizar un tratamiento libre de drogas en una Comunidad Terapéutica, pero no ha acabado el proceso de
Reinserción. Carlos se casó con Elvira, cuando los hijos ya estaban terminando la adolescencia. Es muy recto
y perfeccionista, pero ha sido un apoyo fundamental para Elvira. Él desde fuera lo ve todo muy claro y le
cuesta aceptar, en muchos momentos, que su mujer necesite tiempo para poder ir tomando decisiones
drásticas.

Laura: Tiene dos hijos, chico y chica. El chico es heroinómano, lleva años entre consumos,
tratamientos y recaídas. En el fondo no se reconoce como drogodependiente porque no se pincha, y siempre
culpa a otros factores (la novia, la familia, etc.) de sus consumos. En cuanto realiza una desintoxicación
considera que ya es suficiente y que lo que necesita es buscar trabajo y normalizar su vida. Es padre de un
hijo de 11 años que vive con la madre y al que ve con cierta regularidad en visitas de fin de semana,
cumpliendo sus responsabilidad de pago de pensión. El vive ahora con su novia, de la que reconoce no estar
enamorado, pero que es la única que tolera sus repetidas recaídas. Laura vive con su marido, el cual tiene
problemas de alcohol. Ella no soporta la vida con su marido, pero no quiere separarse porque no dispone de
recursos económicos propios. Ha conseguido pactar unos mínimos con el marido para que la vida no se haga
insoportable. Con quien está muy bien, es con su hija, que se ha convertido en su gran apoyo.

Eva: Tiene un hijo heroinómano. Llevan años con el problema y el hijo ha realizado diversos
tratamientos. Ahora está con metadona, pero, salvo tomarla, no está haciendo nada más (ni trabaja, ni
estudia...) además consume otras drogas, como la cocaína, en cuanto puede. La convivencia con los padres es
muy mala. Los padres pusieron en una ocasión un límite claro al hijo, que le supuso estar unos meses en la
calle. Durante este periodo lo pasaron tan mal y el hijo se deterioró tanto, que la culpa les ha paralizado
durante mucho tiempo. En este momento, Eva sabe que tiene que dar un giro a la situación, pero la cercanía
de las fiestas navideñas le hace posponer cualquier decisión. El marido está muy cansado de la situación con
el hijo y ha delegado en la madre su responsabilidad.

Luisa: Tiene dos hijos. El hijo, tras varios intentos de rehabilitación por consumo de heroína, acaba
de terminar un tratamiento libre de drogas y daba la sensación de haber zanjado el problema. Habían sido dos
años de tratamiento y la situación era envidiable: el hijo tenía trabajo, había roto con su novia consumidora,
estaba encantador... Acaba de recaer y Luisa no tiene fuerzas ni para acudir al grupo. Las noticias las
tenemos a través de otro miembro del grupo.

Rosa: Tiene dos hijos. El chico es politoxicómano. Ha realizado varios tratamientos de rehabilitación
y multitud de desintoxicaciones. Deja la heroína en la medida en que se controla con la naltrexona, pero
entonces inicia el consumo de cocaína. Es muy buen trabajador y Rosa quiere creer que, en la medida en que
mantenga el trabajo, el problema estará controlado. Amenaza constantemente al hijo con echarle a la calle si
no realiza un tratamiento plenamente convencido, ya que, hasta ahora, las veces en que ha accedido a ir ha
sido avisando de que no le iba a servir para nada. Sin embargo, tiene tanto miedo a verle en la calle que su
hijo sabe que no va a pasar a la acción. Al padre le ha costado muchísimo reconocer el problema del hijo; tal
es así, que al principio acusaba a su mujer de estarse inventando el problema. La relación entre ambos se ha
ido deteriorando progresivamente a raíz del problema con el hijo y en este momento están muy distanciados.
Rosa reconoce sus errores, pero es tal el miedo que tiene que persiste en ellos. Su gran apoyo es su hija, con
quien se desahoga y pasa buenos ratos.

Milagros: Es viuda y tiene varios hijos. Su hija es heroinómana y actualmente está en tratamiento,
con buenas perspectivas de exito. Tiene a su cargo una nieta, hija a su vez, de la que está en tratamiento.
Milagros no ha tenido relación con su hija. Cada vez que ésta estaba mal desaparecía sin dar señales de vida.
Ha pasado mucho en esta vida y tiene dificultades para creer que la vida puede ser diferente.

Elena: Está divorciada. El marido tenía problemas de alcohol. Tiene dos hijos. El chico es
heroinómano y continuamente está intercalando tratamientos y recaídas. Ha estado en prisión preventiva y
ahora está esperando que salga el juicio que tiene pendiente. La madre cree que ya ha hecho todo lo que está
en su mano, por lo que se ha retirado por completo y permite que él haga lo que le parezca con tal de que no
le moleste mucho. Espera que el destino solucione el tema de su hijo, bien sea en forma de juez o, incluso, de
una sobredosis. La hija está casada y tiene dos hijos, manteniendo muy buena relación con ella. El padre de
Elena, pasa temporadas con ella. Lo vive como una carga muy pesada, porque, según ella, su padre sólo
piensa en él mismo y no le importa que ella sea feliz.

Sonia: Su marido está enfermo y se va a prejubilar en pocas semanas. Tiene un hijo


drogodependiente (heroína) que actualmente está en proceso de reinserción. Éste proceso lo realiza en un
piso, puesto que la madre ha dejado claro que no está dispuesta a tolerar que su hijo se siente en el sofá y no
haga nada. Según ella, el tipo de vida que quiere su hijo es sin responsabilidad en un trabajo; desea una vida
bohemia, tocando música en la calle. Los ratos en los que está con su hijo, está bien. Pero todavía cree que
hay mucho por hacer.

Ésta es, a grandes rasgos, la presentación de las personas que configuran el grupo. Se que la
aproximación que he realizado es muy somera, no pretendo que se les conozca a fondo, sino que nos permita
entender, aunque sea de lejos, los problemas a los que se enfrentan cada día.

LA DROGODEPENDENCIA Y LA CULPA

El proceso de la familia es largo y doloroso. La primera pregunta que se han hecho todas las
personas que vienen al grupo y que se siguen realizando de forma recurrente es: "¿Qué he hecho tan mal para
que mi hijo/a se haya drogado?". "LA CULPA" es el primer sentimiento al que nos tenemos que enfrentar. Y
es lógico que aparezca, pero es necesario superarla para poder avanzar. La culpa paraliza en la medida en que
no se le da una respuesta adecuada.

Lo primero que analizamos es de donde surge ese sentimiento. En el caso de Rosa, "la culpa" surgió
por el comentario que había oído hacer ,de que detrás de un problema de drogodependencia siempre hay un
problema familiar. Pero cuando hace estos comentarios, da la sensación de que, en el fondo, no se siente
culpable, lo único que busca es que de fuera le ratifiquen que ella no ha tenido nada que ver en que la
situación esté así de mal. De hecho, su gran dificultad para ser coherente en su discurso con el hijo, entre
otras razones, es el miedo que tiene a que este se vaya de casa, se agudice el consumo y, por lo tanto, sentirse
culpable de verdad. En el caso de Elvira, sin embargo, tras un largo proceso, reconoce que al principio no se
sentía culpable "hice todo lo que estaba en mi mano para que no les faltara de nada, pero ahora si de algo me
siento culpable es precisamente de haberles dado todo. No saben vivir sin mi".

El trabajo de la culpa que realizo en el grupo, está basada en el trato que se da a la culpa desde la
logoterapia. Primero considero la existencia de la culpa como resultado del ejercicio de la libertad de cada
uno y de la responsabilidad que de nuestras decisiones y actuaciones tenemos los seres humanos. Por lo
tanto, en ningún momento intento minimizar la culpa, sino que, en la medida en que existe una culpa real,
movilizo a la persona para que la repare en el aquí y el ahora, responsabilizándose de tomar aquellas
decisiones que retrasa fundamentalmente por miedo o por comodidad, entre otras razones. En el caso de
Elvira, la forma de superar la culpa de "haberle dado todo", la está reparando dejando actualmente que su
hijo se vaya de su lado e intente llevar una vida independiente, a pesar del miedo y el dolor que esa decisión
le produce, porque la convivencia con él en este momento es maravillosa. Rosa, que evita sentirse culpable a
toda costa, está "no" tomando las decisiones adecuadas, lo que le está haciendo, en parte, responsable de la
continuidad del consumo de su hijo. Paradójicamente está consiguiendo lo que teme, tener realmente culpa
por lo que a ella le corresponde, porque no podemos olvidar que el máximo responsable de un problema de
consumo de drogas, es el propio consumidor. La labor que el grupo está realizando con Rosa, es hacerle de
espejo para que se de cuenta de lo que está haciendo.

LA DROGODEPENDENCIA Y EL DESTINO

La queja sobre la mala fortuna, es otro de los temas comunes a todos los participantes del grupo.
Curiosamente pasamos del tema de la culpa, por considerarse responsables de la drogodependencia de los
hijos, al tema del destino. La culpa ya no está dentro de la familia, se sitúa fuera. En este tema, los
argumentos que se utilizan son: la drogodependencia no ha sido una decisión, sino que es una enfermedad,
"que nos ha tocado" y los hijos y las familias en este contexto son victimas. No hay decisionalidad, "no lo
pueden dejar", ni por lo tanto responsabilidad, pero tampoco esperanza.

Todas las familias pasan en algún momento por esta fase. El proceso es muy largo y la desesperanza
aparece en muchas ocasiones, pero la fuerza grupal es fundamental para superarla y recuperar la esperanza
de nuevo. Ahora bien, no siempre es suficiente. Así tenemos el caso de Elena. Tras el último fracaso de su
hijo, se aferró a este pensamiento, "Es un enfermo que no lo puede dejar, salvo que le obliguen. Y yo no lo
puedo hacer". En este momento está esperando a que salga el juicio de su hijo y que, de esa forma, se acabe
el problema. En este caso, la frialdad que muestra está agudizada por un problema de reconocimiento y
expresión de sentimientos muy importante. El grupo se rebela ante el caso de Elena. No puede aceptar que
alguien tire la toalla de semejante forma, aunque admite que haya periodos en los que los diferentes
miembros del grupo, bajen la guardia, se desesperen e incluso se desliguen como parte del propio proceso.
Confían en que más pronto que tarde, Elena reunirá las fuerzas suficientes para encarar de nuevo el
problema, con otras energías. "¡Quizás cuando mejore su situación laboral, o cuando no tenga que cuidar
también del padre, o cuando vea a su hijo en una posición más humilde o de mayor necesidad". De alguna
forma, el grupo sabe que la afirmación de Elena de que "no lo puede dejar" es una justificación que le
permite desligarse un tiempo de cumplir con su responsabilidad, pero no la critican, la comprenden e,
incluso, sienten lástima de su falta de energía para continuar luchando contra la drogodependencia de su hijo.
Ahora bien, no por ello, dejan de llamarla, preguntarla e interesarse por cómo van las cosas y de animarla a
que vuelva a empezar.

ASUMIR LA RESPONSABILIDAD FRENTE AL DESTINO

Asumir la responsabilidad frente al destino es la gran tarea que tiene que asumir la familia, porque la
drogodependencia de los hijos forma parte del destino de los padres. La esfera de libertad de la familia queda
condicionada por el problema de la droga, pero, aunque a priori de la sensación de que el espacio decisional
queda muy reducido, siempre hay posibilidades de actuación. Lola y Luis tienen, como decía en la
presentación, a su hijo en la cárcel. Para los padres suele ser lo peor que puede pasar tras conocer el
problema de la droga. Éste y, lógicamente, el Sida. Si cuando están en casa parece que poco puede hacer la
familia para ayudar a que lo dejen, ¿qué hacer si está en la cárcel? Pues, aunque parezca mentira, todavía se
puede hacer mucho. Lola y Luis lo están descubriendo cada día, eso sí, con mucho dolor. El relato de su
primera visita a la cárcel es desgarrador, y admirable cómo van superando día a día, visita tras visita, el
entorno, para concentrarse en lo más importante, el encuentro con su hijo. En estos encuentros le animan
para realizar un tratamiento dentro de la cárcel. Le dan su apoyo, su cariño, pero le siguen poniendo límites
claros a su relación. "No estamos dispuestos a favorecer que continúes el consumo de droga dentro de la
cárcel", así que controlan el dinero que le ingresan en prisión y premian o castigan su comportamiento con
las visitas, etc. Lola nos relata en muchas ocasiones, cómo se mantiene en su sitio cuando está con él, cómo
mide lo que le tiene que decir y cómo controla el dolor que le produce todo lo que le está pasando. "Cuando
salgo después de un encuentro difícil, no puedo parar de llorar en varias horas. Luis me dice que no me va a
dejar venir como llore tanto, pero yo le digo que necesito desahogarme, que no se preocupe que ya se me
pasará".

DAR UN SENTIDO AL SUFRIMIENTO

A pesar de todos estos malos momento, la esperanza es lo que une al grupo. Porque aunque sea un
grupo en el que se trabaja diariamente con el dolor, no buscamos evitarlo, sino lograr que este dolor tenga
sentido. El sentido de estas familias es hacer todo lo que está en su mano para conseguir que sus hijos dejen
la droga y puedan llevar una vida "normal", lo más felices posible. El sentido está en el propio intento, no en
conseguir la meta, puesto que ésta no siempre se alcanza. La búsqueda del sentido del dolor lo vamos a
realizar a través de la apelación a las distintas clases de valores. En primer lugar, estamos incidiendo en
valores creativos y de experiencia. Pedimos que las familias hagan aquello que está en su mano; por un lado,
realizar un acercamiento lo más próximo al hijo, hablar con él, mostrarle su amor, su deseo de ayudarle, etc.,
por otro marcar límites, controlar los comportamientos, premiar, castigar, etc. Es decir, estamos indicando a
las familias que realicen un difícil juego de estar cercanos y marcar distancias al mismo tiempo. El mayor
argumento es, por tanto, "lo hacemos porque te amamos, aunque eso suponga tomar decisiones que sabemos
te van a hacer sufrir, pero que suponen mantener una coherencia en nuestro comportamiento en contra de tu
autodestrucción".

Es una frase conocida para muchas familias aquella que habitualmente utilizamos los profesionales,
de que para salir de la droga suele ser necesario dejar que toquen fondo. Durante mucho tiempo las drogas
presentan su cara más placentera, sin ofrecer ninguna consecuencia negativa, por lo que en los comienzos,
suele ser corriente que la familia desconozca hasta su consumo. Incluso, cuando este se hace evidente, todos
los intentos de las familias por evitar que se continúe suelen ser recibidas por los hijos como invasiones,
ataques de los padres, respuestas exageradas, etc. Será necesario que comiencen a aparecer las consecuencias
negativas del consumo para que los jóvenes comiencen a decidirse por el abandono del mismo. Ahora bien,
como sabemos, ni siquiera empezar a sufrir por el consumo, suele ser motivo suficiente para muchos
jóvenes. Porque todavía los efectos positivos, placenteros del consumo, superan a los negativos. Será
necesario esperar a que las consecuencias negativas, hagan que el sujeto toque fondo, pero, ni siquiera en
estos casos, tenemos la garantía del éxito.

El papel de la familia en muchos casos, y tras haber agotado todas las posibilidades a su alcance, se
reduce a esperar el momento propicio en que el hijo esté receptivo para aceptar la ayuda que se le ofrece. Es
el caso de Laura. Día a día ve cómo su hijo repite el proceso de iniciar el consumo, ir perdiendo el trabajo,
consumir más, llegar a un punto en que está muy mal, acudir a una desintoxicación, abandonar el tratamiento
en cuanto encuentra un trabajo y vuelta a empezar. Hace tiempo que le dijo que no podía continuar así y que
la ayuda que le ofrecía era estar en su casa siempre y cuando se decidiera a realizar un tratamiento completo.
Él ha optado por continuar con su dinámica, por lo que está viviendo con una chica a la que no quiere, pero
que le tolera sus sucesivas recaídas. Laura siente profundamente la acomodación de su hijo a este proceso,
pero es consciente de que, por el momento, no puede hacer nada, salvo esperar. El dolor de ver a tu hijo, ir
decayendo poco a poco y no poder hacer nada, porque ni siquiera está en tu casa, es muy profundo. El
trabajo de poner límites, luchar con los hijos, puede ser muy doloroso pero, al menos, se tiene la gratificación
de estar siendo activo; la espera pasiva, si no se tiene la fuerza suficiente para dedicarse a otras tareas u
objetivos, corre el riesgo de convertirse en depresión.

Son muchos más los temas que se abordan en el grupo y muy rica la experiencia que estas familias
me ofrecen semana tras semana. Simplemente he realizado una aproximación a algunos aspectos básicos del
trabajo que realizo con las familias, tomando de referencia a uno de los grupos que dirijo.

Ana María OZCÁRIZ ARRAIZA es psicóloga, psicoterapeuta y Presidenta de la Asociación Española de


Logoterapia.
Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Kroeff, P. (2000). Otra faceta de la enfermedad y de la muerte. NOUS: Boletín de Logoterapia y
Análisis Existencial. (4), 43-63.

OTRA FACETA DE LA ENFERMEDAD Y DE LA MUERTE


Paulo KROEFF

Artículo basado en partes, principalmente en el capítulo 5, de la tesis doctoral “Afrontando la


enfermedad y la muerte: una investigación en pacientes con cáncer” leída y aprobada en la Facultad
de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, el 29 de febrero de 2000.

Al considerar los posibles efectos de tener que convivir con una enfermedad grave como el cáncer,
es relativamente fácil imaginar los efectos negativos de esta experiencia. Más difícil es imaginar que pueda
también haber efectos positivos el tener que convivir con la enfermedad y la muerte.

Lo que se propone en este trabajo es examinar esta segunda posibilidad. Los males y aspectos
negativos de las enfermedades son tan evidentes que suena raro proponer examinar los eventuales efectos
positivos que las enfermedades y la perspectiva de la muerte puedan tener sobre las personas, pero el hecho
de ser relativamente infrecuente la percepción de efectos positivos de las enfermedades, no quiere decir que
esto no ocurra o que, si ocurre, no tenga mayor consecuencia.

La psicología existencial afirma que experiencias extremas pueden transformar radicalmente la


forma de ver y llevar la vida de un individuo. El concepto de situaciones límite propuesto por Jaspers (1993),
“situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar” (p. 17), es de suma importancia para lo
que proponemos. Son situaciones que forman parte de nuestra existencia, como el tener que luchar, padecer,
morir y no poder evitar experienciar la culpa y estar sometido a la incertidumbre. Sometidos a estas
situaciones, el individuo difícilmente puede escapar de cuestionarse sobre el significado de la vida y de sus
circunstancias, sobre el rumbo dado a su vida y sobre quién es.

Una enfermedad grave es, no cabe duda, una situación límite. ¿Por qué lo es? Por ser una situación
en la que el azar nos golpea: nos ocurre sin que la hubiéramos planeado; no la podemos evitar. Al impedir o
dificultar que sigamos la habitual dirección de nuestra vida, nos hace reflexionar sobre ella. Al implicar la
posibilidad más cercana de la muerte, la enfermedad añade una perturbación más en la vida del enfermo. No
obstante, la enfermedad puede tener un poder transformador pues al ser confrontados con la situación límite
“llegamos a ser nosotros mismos en una transformación de la conciencia de nuestro ser” (Jaspers, 1993, p.
17). La enfermedad puede llevar, si uno está dispuesto a aprender de esta experiencia, a revisar su manera de
vivir, a repensar sus valores.

La sencilla mención de que puedan existir aspectos positivos en las enfermedades despierta, en
general, una profunda extrañeza en las personas. Viktor Frankl, creador de la escuela psicoterapéutica
denominada logoterapia, fue frecuentemente malinterpretado por su afirmación de que hasta en situaciones
de dolor y sufrimiento se puede encontrar un significado o sentido para la vida. Erróneamente se le atribuía
una búsqueda intencional del padecer. Más bien, lo que Frankl decía era que el sufrimiento inevitable
únicamente puede adquirir algún significado para la persona que reflexiona sobre qué le pasa y que intenta
integrar esta nueva experiencia a su vivir.

En una línea semejante, se manifiesta Javier Barbero (1999), especialista en bioética, al hacernos
recordar que la fragilidad también es una manifestación de nuestra humanidad: “yo no estoy reivindicando el
deterioro, las dificultades emocionales, la soledad no querida, las dependencias para las actividades de la
vida diaria, etc. No creo que a nadie le gusten ni nadie las pueda calificar como ‘buenas’. Simplemente
reivindico que el hombre no puede ser plenamente hombre si no integra, como factor de identidad y de
crecimiento, ese lado oscuro, herido, vulnerable que también le pertenece. No reivindico el límite, sino la
integración del límite; no propugno que el sufrimiento tenga significado, sino que se puede encontrar sentido
en la experiencia de sufrimiento; no pido resignación, sino una aceptación activa, crítica y creativa de los
propios déficits” (p. 66). Remen (1997) lo expresa de forma semejante: “Al rehuir el dolor y buscar el
bienestar a toda costa, perdemos nuestro sentido de la intimidad o la compasión; al rechazar el cambio y el
riesgo nos negamos el placer de la búsqueda; al negar el sufrimiento nos negamos la satisfacción de conocer
nuestra fuerza y grandeza” (p. 99). Rossman (1994) también cree que la enfermedad, principalmente la
enfermedad grave, con el reto y la dificultad que conlleva, puede ser transformada “en una oportunidad, algo
que puede ayudar a la persona a moverse hacía un nivel más alto de bienestar” (pp. 102-103). Frankl (1999)
cita como ejemplo, una carta de una persona que había cambiado su vida en la dirección de metas más
significativas y que ante una múltiple y grave operación que tendría que afrontar, decía: “Y en lugar de
deprimirme, me descubro a mí mismo enfrentándome a ello con el sentimiento de que esa experiencia me va
a convertir en una mejor persona” (p.172-173).

Algo a tener en cuenta es como un mismo evento puede ser evaluado de diversas formas, por
diferentes personas. Como lo dice Lazarus (1985) “una persona es amenazada por él, la otra es desafiada”
(p. 173).

Para no malgastar esfuerzos, hay que aceptar lo que no puede ser cambiado y seguir buscando el
desarrollo personal en las posibilidades que aún estén a nuestra disposición (Maddi, 1986a). En toda la obra
de Frankl (1967; 1970; 1978 a, b, c; 1985; 1987; 1990; 1991; 1999; 1995; 1999; entre otros) es una constante
la búsqueda de significado en el sufrimiento que no puede ser evitado.

Lukas (1986), presenta su enfoque logoterapéutico del sufrimiento inevitable. Ante un evento, se nos
presentan dos opciones: o podemos cambiar la situación, o no la podemos cambiar. Ante la primera opción,
si hacemos algo ante la situación, obtenemos fortaleza a través de la “fuerza desafiante del espíritu” humano
(la recomendada actitud logoterapéutica). Si no hacemos nada o hacemos poco, cuando es posible hacer
algo, experienciamos sensaciones de futilidad, culpa, fracaso, y estamos infligiendonos a nosotros mismos un
“sufrimiento innecesario”. Si no se puede cambiar la situación que se presenta, se puede adoptar una actitud
positiva, encontrando confort a través de los valores de actitud, siendo éste el enfoque logoterapéutico
recomendado. Si se adopta una actitud negativa, se experiencia rabia contra el destino, desesperanza,
ansiedad y desesperación, infligiéndonos a nosotros mismos un “sufrimiento inescapable”. Guttmann (1997)
recuerda que en la actitud con que afrontamos la “tríada trágica” de la existencia, de que habla Frankl, que
consiste en el sufrimiento, culpa y muerte, también hay oportunidades para encontrar sentido para la vida.
Los valores de actitud de la logoterapia son posibilitados exactamente por la tríada trágica.

Frankl (1998) menciona al filósofo Max Brod que diferenciaba entre sufrimiento noble y no noble.
El “sufrimiento noble” sería el que no puede ser evitado o modificado. Entonces, dice Frankl, hay que
transcenderlo, trasformarlo en “una realización personal... que es la realización más elevada posible del
hombre” (p. 88). Eso es lo que Frankl llama trasformar una tragedia en un triunfo personal, dando testimonio
de lo mejor del potencial humano. Menciona a Fred Harris, enfermo de cáncer, que organizó un programa de
ayuda a los enfermos oncológicos que tenían dificultades para afrontar su enfermedad, siendo que los que
proporcionaban esta ayuda eran enfermos de cáncer que convivían bien con su enfermedad (Frankl, 1999, p.
173).

A pesar de no ser nueva la idea de que el sufrimiento puede resultar en una experiencia de desarrollo
humano, esta idea es rechazada por la mayoría de las personas. Contrariando esta tendencia, la actriz y
directora de cine Liv Ullmann, en una reciente entrevista, decía que no quería tener que contestar al final de
su vida que ésta se redujera a actuar. Consideraba importante poder también contestar: “He amado y me he
sentido perpleja. A veces me he sentido feliz, pero he conocido el dolor” (El País, 1998, p. 48). En estas dos
frases, Ullmann parece mencionar elementos de la situación límite. El sentirse uno perplejo, que está en la
declaración de Ullmann, puede representar un primer paso para que uno empiece modificaciones en su vida.
Y lo más sorprendente de su declaración: haber dicho que le gustaría poder decir que, aparte de haber amado,
había conocido el dolor. Es un reconocimiento de que el sufrimiento no es una experiencia exclusivamente
negativa y que su ausencia puede representar una pérdida en términos humanos. Bastante semejante es la
experiencia de Ernesto Sábato, escritor argentino, al hablar de la muerte de su hijo: “Paradójicamente, la
muerte de mi hijo me llevó a una necesidad visceral del sentido de la vida absoluta. Y el dolor me entreabrió
la esperanza” (El País, 27/12/98, p. 36).

Otra vez, no es propugnar una búsqueda intencional del sufrimiento sino una aceptación de que éste
es una experiencia fundamental e inevitable de nuestra existencia. Lo que tenemos que hacer es ejercer
nuestra capacidad de “transformar la experiencia”, como proponía Remen (1993). Decía: “La experiencia
común es la de que la enfermedad y especialmente las enfermedades graves generalmente se caracterizan por
el miedo, por la ansiedad y por la pérdida. Pero, esto no es el único resultado posible. Si aceptamos la
capacidad natural de las personas para aprender y evolucionar, entonces los antiguos enemigos del hombre -
el sufrimiento y la enfermedad - adquieren el potencial de ampliar esa capacidad, transformándose en una
oportunidad y no solamente en una infelicidad” (p. 100). Para esta autora, el hecho de que podamos
transformar las experiencias, hasta las más dolorosas, es una de las características más marcadas del ser
humano. Muchos autores han mencionado ya esta capacidad humana. Una de ellos es Florence Nightingale,
una enfermera, que afirmaba: “Lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos
de él” (Duval, 1994, p. 91). Otra persona que abogaba por nuestra relativa independencia de los hechos
externos es la mencionada por el que se consideraba su discípulo, Frankl (1995): “El fundador de la
psicología individual, Alfred Adler, solía decir: ‘Las experiencias las hace el hombre’. Quería decir con ello
que el hecho de que una persona se deje influenciar o no por el medio ambiente y cómo se deja influir
depende de ella misma” (p. 75). Aparte de todo eso, hay que tener en cuenta lo que dice Lukas (1986):
“Luchar contra el destino cuando no hay salida lleva a la desesperación” (p. 20). Frankl (1985) decía que la
desesperación es sufrimiento sin significado.

En un artículo, Simonton (1994) afirma que la enfermedad tiene “un gran valor”, por su capacidad de
decirnos qué se debe dejar de hacer y qué se debe cambiar en la vida. Simonton piensa que nuestros hábitos
de vida, de trabajo y de ocio, nuestra manera de relacionarnos, nuestra falta de reflexión y de decisión sobre
la manera más saludable de vivir nuestra vida puede contribuir de forma significativa al desarrollo de
enfermedades.

Moos y Schaefer (1986) acreditan que las situaciones de crisis poseen una “potencialidad para el
crecimiento que es intrínseca a estas situaciones” (p. 26). Después de presentar algunos ejemplos dramáticos
de personas que utilizaron para su desarrollo personal y apertura hacía los demás algunas grandes crisis en
sus vidas (la difícil recuperación de un accidente de coche; haberse tornado tetrapléjico; haber sido
prisionero en un campo de concentración) se preguntan: “¿Cómo individuos como estos pueden transcender
las más profundas crisis de la vida, en cuanto otros se derrumban al experienciar estresores bastante
menores ?” (p. 4). Una crisis es considerada como tal por perturbar el sistema habitual de pensamiento y
conducta de la persona, causando un estado de turbulencia que se acompaña de sentimientos perturbadores.
Como una persona no puede permanecer mucho tiempo en un estado de crisis, intenta restablecer el
equilibrio, con resultado adaptativo o no. Moos y Schaefer (1986) afirman que “los episodios estresantes de
la vida pueden enriquecer los valores y creencias de una persona al hacer necesario asimilar nuevas
experiencias... impulsando el desarrollo de nuevas habilidades cognitivas y personales” (p. 9-10).

Spiegel, Kraemer, Bloom y Gotheil (1989) en una investigación de pacientes con cáncer metastásico,
relatan que ayudaban a estos pacientes a “extraer significado de su tragedia” (p. 889), utilizando su vivencia
para ayudar a otros pacientes y sus familiares a afrontar mejor la enfermedad. Esto es, sencillamente, utilizar
el altruismo de estos individuos, uno de los factores terapéuticos mencionados por Yalom (1995), o la
autotrancendencia, de Frankl (1967), posibilitando encontrar un aspecto positivo en la experiencia de
enfermedad.

Muñoz Sánchez y González Barón (1996) relatan el caso de una enferma, no terminal, en que estos
factores también están actuando. A esta enferma, que tendría que pasar el resto de su vida en una cama de
hospital, le habían amputado las dos piernas. Esta persona relata que lloró durante semanas hasta que un día
le trajeron un joven en silla de ruedas, también deprimido y que quería morir. Con el pasar del tiempo, se
tornaron amigos al compartir sus respectivas historias y penas. Resultó que el joven, más animado y
conformado, al salir del hospital fue capaz de seguir con su vida. Este resultado animó a los médicos a traer a
esta persona otros enfermos, con resultados semejantes. Explica ella: “Descubrí que explicándoles mi
historia y dejando que desahogaran sus corazones, se recuperaban de su tristeza. Con los años, he hablado
con cientos de enfermos. Mi gran alegría es ver cómo ellos vuelven gradualmente a amar la vida. Mi vida
ahora tiene más sentido que nunca” (Muñoz Sánchez y González Barón, 1996, p. 1427). Es un ejemplo
elocuente de como el altruismo (Yalom, 1995), la autotrancendencia y tener un sentido en la vida (Frankl,
1987; 1970) tiene efectos terapéuticos para las personas que los practican y para los receptores de esta
práctica.

Barnes (1994) presenta diversos casos de personas que tuvieron que enfrentar muchas dificultades,
incluyendo graves enfermedades y que todavía fueron capaces de vivir de forma significativa. Hablando del
sufrimiento del cual no podemos escapar dice: “Puede que no seamos capaces de cambiar nuestro destino,
pero... podemos cambiar nuestra actitud” (p. 20).

No debemos estar demasiado centrados en nosotros mismos y en nuestros problemas. Russell (1997)
ya expresaba en 1930, la importancia de volcarse uno al exterior: “una personalidad armoniosa se proyecta
hacía el exterior... Nada es tan triste como encerrarse dentro de sí mismo: nada tan exultante como dirigir la
atención y la energía al exterior” (pp. 110-111).

Yalom y Greaves (1977) describen, en un artículo, su experiencia de cuatro años como terapeutas en
un grupo para pacientes con cáncer, en fase terminal. Era un grupo abierto, permaneciendo los pacientes el
tiempo que querían o que les permitía su enfermedad. Estos autores revelaron que habian escuchado muy
frecuentemente a los pacientes preguntarse: “¿Por qué tuvimos que esperar hasta ahora, cuando estamos
tomados por el cáncer, para aprender como valorar y apreciar la vida?” (p. 399). La persona que hace esta
pregunta no tiene fácil contestarla. Por un lado, está el aspecto positivo y sorprendente del cáncer como un
hecho desencadenante de un proceso que hace que la persona cambie su forma de vivir y apreciar la vida. El
cáncer, con su amenaza siempre pendiente de poder quitar la vida, provoca en la persona un aprecio mayor
por este regalo que tan pocas veces valoramos: la propia vida. Por otro lado, la pregunta entraña una culpa
existencial, una de las vivencias de las cuales no podemos escapar. Estamos delante de la pregunta: ¿Por qué
he vivido de esta forma y no de otra? Estamos confrontados con nuestra responsabilidad por el rumbo que
hemos dado a nuestra vida, por la forma en que la hemos vivido. Si bien es verdad que no todo lo hemos
podido decidir en nuestra vida, que tuvimos que convivir con muchas limitaciones, con las circunstancias
que la vida nos ha presentado, con las oportunidades que hemos tenido o no, también es cierto que al final,
frente a cada cosa que se nos presentó fue nuestra la decisión de qué rumbo tomar. Fernando Pessoa (1998),
en uno de sus poemas, con tres preguntas, ilustra la posibilidad de la culpa existencial:

¿Qué he hecho yo de la vida?


¿Qué he hecho yo de lo que querría hacer de la vida?
¿Qué he hecho yo de lo que podría haber hecho de la vida?

Muchas veces es un hecho dramático, como una enfermedad grave, el que nos hace ver las
equivocaciones en lo que habíamos decidido, la inconsecuencia con que llevábamos nuestra vida, como si
fuera eterna, como si pudiéramos siempre borrar el pasado y empezar otra vez. Es verdad que siempre
podríamos vivir de otra forma, pero no podemos borrar el pasado. Podemos cambiar el rumbo, pero lo vivido
no puede ser rehecho, las oportunidades perdidas no pueden ser revividas. Aquí está el motivo de la culpa
existencial: no ser lo que podíamos haber sido. Este puede ser un momento extremamente delicado pues la
persona está frente a una decisión crucial: desesperarse frente a lo no vivido o vivir lo que le queda en la
dirección que sea existencialmente significativa. Son afortunadas las personas que deciden que no es la
extensión de la vida lo que cuenta, sino lo significativo que hacemos de la vida que todavía tenemos. Yalom
y Greaves (1977) declaran: “una confrontación abierta con la muerte permite a muchos pacientes cambiar
para un modo de existencia que es más rico que la que han tenido antes de su enfermedad” (p. 339). Para
ellos, afrontar y dominar el miedo a la muerte ayuda a disolver otros miedos y preocupaciones, tornando la
vida menos pesada; llegan a afirmar que, de cierta manera, el cáncer cura las psiconeurosis. Ese poder
acaparador de ciertas experiencias dramáticas, como la cercanía de la muerte, también fue referida por Viktor
Frankl (1998; 1987) en su relatos de la vida en los campos de concentración nazis, dónde las neurosis de la
vida anterior sencillamente desaparecían o disminuían dramáticamente de frecuencia o intensidad. Dice
Frankl (1995): “Está comprobado experimentalmente, desde hace tiempo, que las situaciones de apuro y
crisis exterior van acompañadas de una disminución de las neurosis” (p. 76). También Yalom (1984) se
refiere a una paciente con “fobias incapacitantes” las cuales desaparecieron “casi milagrosamente” cuando
supo que tenía cáncer (p. 196).

La muerte de una persona amada, debido a una enfermedad, también puede tener efectos positivos
sobre la persona sobreviviente. Tal es el caso de una mujer de 36 años, que vivía con su padre, viudo hacía
muchos años, y que enfermó de cáncer. Esta mujer, soltera, que nunca había trabajado, sin muchas relaciones
sociales, muy dependiente de su padre, con crisis maníaco-depresivas, estaba participando en un grupo de
duelo, después de la muerte del padre. Al hablar del dolor que sentía por la muerte de su padre con quien
mantenía una relación que consideraba muy satisfactoria, también relataba lo positivo que había en esta
muerte para su vida: había aprendido a hacer cosas que antes no sabía o no acostumbraba hacer, como ir al
banco, hacer la compra, quedarse sola en casa, cocinar. Y decía, expresando el desarrollo que experimentaba,
a pesar de su dolor: “ya no soy la niña de mi padre”. Es evidente que la enfermedad y posterior muerte del
padre había roto el anterior lazo de dependencia extrema que había entre padre e hija, pero este aspecto
negativo anterior de la relación no quita el beneficio obtenido. Kroeff (1998) relata el caso de la hermana de
una enferma de cáncer en estado terminal, que declaraba que la enfermedad de su hermana la había
cambiado para mejor. Acompañar a la hermana en su enfermedad la hizo tornarse una persona más abierta,
más sensible al sufrimiento de las otras personas; decía que procuraría no amargarse más la vida con
determinadas cosas, que ahora percibía como sin importancia y que pondría más esfuerzos en superar
algunas características personales que le dificultaban la vida. Y completaba: “no hay que dejar el vivir para
después” (p. 41). Esta es una reacción frecuente al hecho de haber convivido de cerca con la muerte. El
presente pasa a ser muy importante y se percibe que la vida no puede ser pospuesta a un futuro que nunca es
seguro. Hay que vivir en el presente, no transfiriendo para después los cambios que se deben hacer en la
vida.

Ferrero Berlanga (1993) menciona diversos trabajos de investigadores que dan cuenta de ganancias o
cambios a mejor en la vida de muchas personas después de un diagnóstico de cáncer. En uno de los trabajos,
los investigadores concluían que “los pacientes de cáncer tenían una actitud muy positiva hacia la vida,
apreciaban en mayor medida el disfrute del tiempo y de las relaciones interpersonales y se preocupaban
menos por los aspectos no esenciales de la vida” (p. 23-24).

Carolyn Vash, psicóloga que trabaja en el área de la minusvalía, es ella misma una persona
paralítica. Ha escrito un libro (Vash, 1988) sobre psicología de la minusvalía dónde hay un capítulo atípico
en este tipo de libros. El título del capítulo 8, “Transcender - La minusvalía como experiencia de
crecimiento”, ya revela lo poco común de su contenido. En él, Vash explica tres niveles de reconocimiento
de la deficiencia: en el nivel 1, la persona reconoce los hechos y las dificultades de ahí resultantes, se enfada
mucho, considera la deficiencia como una tragedia y ésta tiene valencia negativa. En el nivel 2, la persona
reconoce los hechos y sus consecuencias y los acepta sin un sentimiento de pérdida, adaptando su vida a
estos hechos y aceptando lo que ha pasado sin mayores enfados, considerando la deficiencia como un
inconveniente a considerar. La deficiencia tiene una valencia neutra. En el nivel 3, un nivel a que pocas
personas llegan, según la propia autora, la persona considera que sin la experiencia de la deficiencia no sería
como es; que la experiencia de la deficiencia ha sido un catalizador de su crecimiento.

Por lo atípico de su visión, Vash siente la necesidad de advertir que este tercer nivel no es una
racionalización, como muchas veces es interpretado, ni una mentira piadosa, o una broma. En este nivel, “la
deficiencia, como todas las otras experiencias de la vida, es vista como una oportunidad... y tiene valencia
positiva... En la medida en que aprendemos del dolor, la deficiencia es una excelente oportunidad para
aprender” (Vash, 1988, p. 148-149). A eso queríamos llegar: a que todas las experiencias de la vida nos
pueden brindar oportunidades de crecimiento, incluso aquellas identificadas con el sufrimiento. Lo que hay
que tener es la actitud adecuada, de apertura y aceptación de la experiencia que la vida nos trae, sacando de
ella los elementos para nuestro crecimiento como personas.

No es demasiado subrayar otra vez que no es una propuesta de búsqueda intencional del sufrimiento;
esto sería insano. Es sencillamente considerar el sufrimiento como una parte inevitable de la vida, del cual no
podemos escapar, pero del cual, si estamos abiertos para eso, podemos aprender y crecer. Viktor Frankl ha
advertido muchas veces en sus escritos que no se debía explicar una valiosa experiencia humana
reduciéndola a niveles de una dimensión inferior a la que realmente pertenece. Es el peligro del
reduccionismo, que reduciría la capacidad de aprender y crecer de la experiencia del sufrimiento que
pertenece a la dimensión noógena del ser humano, a un trastorno en su dimensión psicológica, el
masoquismo. Y eso no quiere decir que el masoquismo, como trastorno psicológico no exista. Existe y debe
ser tratado como trastorno cuando lo es, sin que se caiga en el extremo reduccionista de considerar toda
experiencia humana como compuesta de racionalizaciones o desviaciones de un nivel inferior.

Poder ver aspectos positivos en una enfermedad no es fácil. Es un desafío para el paciente no
permitir que la enfermedad interrumpa, en vida, a su vivir. También es un reto para el terapeuta ayudar al
paciente a encontrar medios para vivir su vida con dignidad y significado hasta su final. Las palabras de
Martin Luther King, con que Bayés (1991, p. 206) termina su libro de psicooncología, son un canto por la
vida y una fuente de inspiración sobre la importancia de no dejarnos paralizar por un hecho, por más
dramático que éste sea: Aunque mañana el mundo tuviera que desaparecer yo seguiría plantando mi
manzano.

A continuación, se detallan los resultados obtenidos en una entrevista realizada con pacientes
enfermos de cáncer, solamente en cuanto a los cambios ocurridos a partir de la enfermedad.

Método

Sujetos

Los sujetos entrevistados son 50 enfermos de cáncer, recientemente diagnosticados, que iniciaban su
primera sesión de quimioterapia en el Servicio de Oncología Médica, del Hospital La Paz, de Madrid. Son 30
hombres y 20 mujeres, entre 40 y 64 años (media de 51,9 y desviación típica de 6,6), entrevistados entre
septiembre de 1998 y abril de 1999. El nivel de estudios es variado, siendo que 4 personas no alcanzaban
estudios primarios completos, 25 personas tenían estudios primarios, 12 personas tenían estudios secundarios
y 9 personas habían completado estudios universitarios. Los tipos de cáncer que padecían los enfermos y los
estadios en que se encontraban eran variados. Diversas personas presentaban metástasis, estando afectadas de
cáncer en más de una parte del cuerpo. Más de 50% de las personas habían sido intervenidas
quirúrgicamente debido al cáncer, y varias habían recibido también tratamiento radioterápico.

Procedimiento

Al contactar con los enfermos de cáncer, al principio de la primera sesión de quimioterapia, se les
explicaba los objetivos de la investigación, el carácter voluntario de la participación, y se les preguntaba
sobre su disponibilidad para participar. Si accedían, se iniciaba inmediatamente la entrevista. Había
preguntas más “cerradas” (como las de datos demográficos) y otras de tipo más “abiertas”. Las respuestas
eran anotadas, a veces literalmente, a veces de forma resumida.

Resultados

En este trabajo, se relatan solamente los resultados referentes a una de la preguntas de la entrevista.

A la pregunta sobre qué cambios habían ocurrido en la vida del enfermo, a partir de la enfermedad,
36 personas relataron de inmediato algún cambio, negativo o positivo, en sus vidas, pero 14 personas
declararon, en un primer momento, que no hubo ningún cambio. A los que contestaron negativamente,
cuando se añadía el cuestionamiento sobre si había ocurrido algún cambio sobre la manera de ver la vida,
sentir o relacionarse con los demás, solamente 2 personas mantuvieron la inexistencia de cambio. Las otras
12 personas relataron entonces algún cambio (en el estado físico o psíquico, situación laboral, relaciones con
los demás, etc.). O sea, 98% de la muestra (48 personas) refirieron uno o más cambios, negativos o positivos.
Es bastante posible la existencia de otros cambios no mencionados por los enfermos. Lo que se relata a
continuación son los cambios efectivamente mencionados.

1. Cambios negativos
Los cambios negativos fueron relatados por los pacientes, en la entrevista, cuando se les preguntaba:
“¿qué cambios han ocurrido en su vida debido a la enfermedad?”. Un total de 41 personas (82 %) relataron
algún tipo de cambio negativo debido a la enfermedad. En la tabla 1 se relacionan los cambios negativos
mencionados por los enfermos de cáncer.

Tabla 1
Cambios negativos relatados por los enfermos de cáncer

Categorías (y ejemplos ) Nº de %
veces
1. Dejar de trabajar, temporal o definitivamente (“me aburro de no hacer 17 27,8
nada”; “me siento como un parásito”)
2. Cambios en el estado de humor, por sentir tristeza, depresión, falta de 13 21,3
ánimo para trabajar y divertirse, baja de moral, comunicarse menos, sentirse
“inservible” (“el trauma de la gran noticia ha absorbido todo”; “tengo un
humor de perro”)
3. Preocupación por la enfermedad, los tratamientos y consecuencias 11 18,0
(“pienso si será bueno o malo”; “me doy vueltas al coco. Me pregunto: ¿qué
enfermedad tengo? ¿Me curaré?”).
4. Cansancio; agotamiento 3 4,9
5. Cambios físicos negativos (“estoy con una pierna como si dormida”) 2 3,3
6. Ver menos a los familiares 2 3,3
7. Pensar más sobre la muerte 2 3,3
8. Dificultades para dormir 2 3,3
9. Otras 9 14,8
Total 61 100

En las primeras ocho categorías de cambios negativos más frecuentes hay un total de 52 menciones
(85,2 %). En la categoría “otras” hay 9 menciones más (14,8 %) que fueron: hospitalización, cambio de
domicilio, pérdida de apetito, dificultades para respirar, disminución de ingresos económicos, sentimientos
de culpa por recriminar a Dios, llorar frecuentemente, dolores, adelgazamiento.

2. Cambios positivos

El hecho de que una persona mencione cambios positivos en su vida debidos a la enfermedad no
significa que no reconozca y mencione también los cambios negativos, que serán inevitables, al menos en el
nivel físico.

Un total de 28 personas (56% de la muestra) relataron por lo menos un cambio positivo a partir del
diagnóstico de la enfermedad. Estos cambios se pueden resumir en las categorías relacionadas en la tabla 2
(el número de personas y categorías no coincide por la posibilidad de que una persona indicase cambios en
más de una categoría):

Tabla 2
Cambios positivos relatados por pacientes de cáncer

Categorías (y ejemplos ) Nº de %
veces
1. Disfrute mayor de la vida - del momento presente, de lo que uno tiene, 13 27,1
de la naturaleza - o planes para ese disfrute (“Antes vivía al día, ahora
vivo hasta el cuarto de hora”; “Vuelvo a oler las plantas, pasear por la
naturaleza, ver el amanecer”; “Quiero construir una casita en el campo,
plantar patatas, plantar tomates”)
2. Estrechar, mejorar y apreciar más las relaciones humanas (“Ahora es 8 16,7
como si fuéramos cuatro, pero como si fuéramos uno”; “Estoy más
enamorado de mi mujer”)
3. Mayor demostración de cariño y apoyo de familiares y amigos (“la 7 14,6
mujer y los hijos se muestran más cariñosos”; “Todos están volcadísimos en
mí”)
4. Dejar de fumar (la propia persona o familiares) 5 10,4
5. Abandono o intención de abandono de trabajo no apreciado; disfrute 4 8,3
de baja laboral (“Quiero hacer lo que me apetece”; Estoy de baja y voy a
disfrutar de ella”)
6. Disminución de la preocupación por pequeñas cosas 3 6,2
7. Priorizar o valorar más la salud 2 4,2
8. Descubrir capacidad insospechada de aguante (“Mi marido me dice 2 4,2
que llevo la enfermedad con mucha dignidad. Estoy sorprendida: me
consideraba una persona cobarde, débil, que me hundiría”)
9. Otras (“Antes, dormía mal. Tenía como que un sexto sentido de que algo 4 8,3
malo me iba a pasar. Con el cáncer, considero que ya he cumplido y Dios
no me va a enviar nada más”).
Total 48 100

En la categoría “otras”, de la tabla 2, fueron mencionados los siguientes cuatro cambios positivos:
expresión más libre de sentimientos; ofrecimiento de becas por la escuela de los hijos; disposición de
cambiar mal carácter; dormir mejor/disminuir la ansiedad.

Discusión de los resultados

En cuanto a cambios en la vida debidos a la enfermedad, como se pudo ver en las tablas 1 y 2, las
personas refieren cambios no solamente de carácter negativo (que serían lógicos de esperar), sino también
positivos, a pesar de que los primeros son relatados en mayor número (61) y por mayor número de personas
(41) que los segundos (48 cambios positivos, mencionados por 28 personas).

Dos categorías de cambios positivos relatados por los pacientes (tabla 2), “estrechar, mejorar y
apreciar más las relaciones humanas” y “mayor demostración de cariño y apoyo de familiares y amigos” son
cambios que expresan exactamente uno de los conjuntos de tareas que Moos y Schaefer (1986) consideran
que personas que vivencian una crisis (por ejemplo, una enfermedad grave) tienen que realizar: mantener
relaciones familiares, con amigos y otros individuos que puedan ser de ayuda. Las categorías 4, 6 y 7 (tabla
2) indican cambios en cuanto a hábitos de salud (física o mental) o en cuanto a estilos de vida. Otra categoría
(8. “Descubrir capacidad insospechada de aguante”) sería, en logoterapia, la capacidad de resistencia del
espíritu humano, un recurso que muchas veces queda latente hasta que surge una crisis. Es un ejemplo de
uno de los tres tipos de valores de que habla Frankl, en cuanto a caminos posibles para encontrar un sentido
en la vida: los valores de actitud, la posición que adoptamos ante un sufrimiento inescapable. Las categorias
1, 2 y 3, de la tabla 2, muestran los valores de vivencia, las experiencias con los otros, con la naturaleza, con
nosotros mismos. La categoría 5, representa los valores de creación, lo que damos al mundo en términos de
nuestro trabajo, de nuestras acciones (también está representado el valor de vivencia, en la intención de
disfrutar de baja laboral).

Es interesante comparar los datos de la tabla 2 (cambios positivos) con el obtenido en el ítem número
39 del MAC (Mental Adjustment to Cancer), uno de los instrumentos aplicados en una segunda
investigación con estos pacientes, que pregunta por tipos de afrontamiento utilizados ante la enfermedad.
Este ítem interroga por eventuales beneficios obtenidos por estar enfermo (“Tengo en cuenta los beneficios
que me ha traído la enfermedad”). De los cincuenta enfermos de cáncer consultados, solamente nueve
contestaron de forma positiva a este ítem del MAC, representando 18% de la muestra, contrastando con el
56% -28 personas- que habían mencionado cambios positivos, en la entrevista. De estos nueve enfermos, dos
no relataron, en la entrevista realizada anteriormente, ningún evento beneficioso ocurrido debido a la
enfermedad. Uno de ellos llegaba a imaginar que en el futuro ocurrirían cambios en sus valores, pero no los
percibía así ahora. Los otros siete enfermos ya habían relatado algo positivo a partir del diagnóstico de
cáncer.

Con la contestación negativa del ítem 39 del MAC, la inmensa mayoría de las personas, cuarenta y
una (82% de los pacientes con cáncer) no consideró que la enfermedad le hubiera traído algún beneficio.
Pero, hay que considerar que la mencionada frase del MAC, puede ser contestada en la dirección negativa y
la persona haber revelado en la entrevista realizada anteriormente, hechos positivos en su vida, a partir de
haber enfermado. Y así ocurre efectivamente, pues veintiocho pacientes (56%) mencionaron un total de 48
cambios positivos en su vida debido a la experiencia de la enfermedad (tabla 2). Este contraste entre
respuesta de un ítem de un test y relatos anteriores en entrevista nos indica la necesidad de profundizar más
en temas que pueden ser muy complejos para ser abarcados en una sola frase. De haber considerado
solamente la contestación dada al ítem del test, se habría llegado a conclusiones muy diferentes de las
realmente alcanzadas.

Avia y Vázquez (1998) al comentar esta capacidad humana de mantener una visión positiva de la
vida hasta en situaciones adversas, comentan una investigación de Wortman y Silver (1987) que
entrevistaron personas que habían sufrido un accidente del cual resultaron serias lesiones medulares. Fueron
entrevistados a la semana del accidente y también tres y ocho semanas después. A estas personas se les
preguntaba por las emociones que habían tenido en la última semana. A parte de las ya presentes desde los
primeros días, a partir de la tercera semana los sentimientos de felicidad suplantaban los de ansiedad,
depresión e ira, y presentaban una tendencia al alza, a diferencia de las emociones negativas. Al comentar
esta investigación, Avia y Vázquez (1998) preguntan: “¿Cómo es posible que una persona tenga sensaciones
de bienestar en esas circunstancias?” (p. 187). Presentan algunas probables explicaciones. Una sería el
posible cambio de esquemas mentales, de la forma de valorar los eventos y la vida. Valorarían más que antes
otras cosas de la vida, como las relaciones afectivas y sociales. Otra explicación era que sencillamente
volvían a una manera humana de percibir cosas positivas en la vida, a pesar de lo negativo que pueda haber
pasado. Una tercera explicación estaba relacionada con compararse con personas que estaban en peores
condiciones y esto les produciría alivio. En este sentido, es interesante examinar esta explicación en
comparación con otro ítem del MAC (Mental Adjustment to Cancer). El ítem 28 del MAC, integrante del
modo de afrontamiento “espíritu de lucha”, está así redactado: “Pienso en otras personas que están peor que
yo”. Es exactamente la tercera explicación referida arriba. Solamente diez personas (20% de los pacientes
con cáncer) no recurrían a esta estrategia de afrontamiento de pensar que otras personas podían estar peor
que ellas. La gran mayoría, treinta y nueve personas (78% de la muestra), consideraba que acostumbraba
pensar “otros están peor que yo”. Así, tal vez Avia y Vázquez (1998) estén en lo cierto en su posible
explicación de que esta manera de pensar, cuando se está pasando por una situación de crisis, es una forma
de afrontar esta situación y obtener alivio para el sufrimiento.

La verdad es que en general no estamos abiertos para aprovechar positivamente lo malo que nos
pueda ocurrir. Lo más corriente es que lo negativo sea tan evidente y cause tanto impacto que nos impida
mirar las cosas de otra forma. Pero las posibilidades transformadoras positivas de hechos negativos están
abiertas y no son tan infrecuentes en la vida cotidiana. Entre otros, podemos referirnos a algunos de los
ejemplos ya mencionados anteriormente: la declaración de Liv Ullman sobre el dolor (El País, 1998) y la de
Ernesto Sábato sobre la muerte de su hijo (El País, 1998). Estar abierto a estas posibilidades es lo que
proponía Epicteto (1998a) hace ya mucho siglos: “... a mí, no hay nada que no me sea presagio de dicha,
porque a mí sólo me toca sacar provecho y utilidad de cuanto sucediere” (p. 7).

A veces es necesario un cierto “distanciamiento” (esta capacidad distintivamente humana, destacada


por la logoterapia) para que uno no se fusione con un hecho negativo, lo que permite a la persona una mayor
perspectiva, ampliando su campo de visión, incluyendo todas las opciones disponibles y no solamente el
hecho más evidente del momento, que puede ser solamente el negativo. Los cambios positivos, a partir de un
hecho -la enfermedad- que en sí mismo podría ser considerado negativo, recuerda la importancia de la
concepción teórica “transaccional” de Lazarus y Folkmann (1986) en cuanto al estrés. Es el individuo el que
va a atribuir o no un elemento estresante al evento; el evento, por sí sólo, no tiene esta capacidad. También
subraya la concepción cambiante del estrés: en diferentes momentos, algo puede ser estresante y no
estresante, dependiendo del momento, de la evaluación que uno hace del evento y de sus capacidades de
afrontarlo y de la persona que vivencia el evento.
El sufrimiento no es un pre-requisito para el desarrollo personal pero tampoco es un obstáculo para
ello; puede incluso representar una oportunidad para que ocurra. Hablando de sufrimiento y sentido de vida,
Frankl (1999) pregunta y él mismo contesta: “¿Quiere esto decir que sea necesario el sufrimiento para hallar
un sentido a la vida? No, para nada. Tan sólo insisto en que existe un sentido a pesar del sufrimiento -no,
incluso a través de él-, teniendo en cuenta que, en algún momento u otro de la vida, nos enfrentamos con un
sufrimiento inevitable” (p. 190). En cuanto al sufrimiento debido a estar enfermo, véase qué dice Epicteto
(1998b): “la enfermedad entorpece los actos del cuerpo, pero no los de la voluntad... suceda lo que suceda,
de mí depende sacar en todo el mayor bien y provecho” (p. 22).

Conclusiones

Por lo expuesto con anterioridad, se puede decir que se confirma la hipótesis que se quería
examinar, de que una enfermedad como el cáncer, que es en sí misma un hecho negativo y grave, pueda
tener repercusiones positivas en la vida del enfermo (informadas por un 56% de la muestra), aparte de las
esperadas y probables repercusiones negativas.

Estos cambios positivos no dejan de representar indicaciones de que el ser humano es realmente un
“transformador de experiencias” (Remen, 1993), siendo capaz de transformar “una tragedia en triunfo
humano”, como decía Frankl (1987).

Paulo KROEFF es psicólogo y profesor del Instituto de Psicología de la Universidade Federal do Rio
Grande do Sul (en Porto Alegre - RS, Brasil).
Av. Guaíba 3400, apto. 702, Vila Assunção. 91900-450 Porto Alegre - RS, Brasil
E-mail: pkroeff@vortex.ufrgs.br

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Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Montaño Moreno, K., Knudson Ospina, P. y Giraldo Arias, R. (2000). Editorial. NOUS: Boletín
de Logoterapia y Análisis Existencial. (4), 65-79.

ANÁLISIS DEL DISCURSO


DE LOS DIARIOS DE VIAJE
OBTENIDOS EN LOS CÍRCULOS DE DIALOGO EXISTENCIAL
POR EL INSTITUTO COLOMBIANO
DE LOGOTERAPIA VIKTOR FRANKL

Kathy MONTAÑO MORENO, Piedad KNUDSON OSPINA y Regina GIRALDO ARIAS

INTRODUCCION

La escala de valores que hoy día promulga la sociedad, impregnada de ideas hedonistas y
utilitaristas, ha hecho que los individuos opten o planteen con el otro, intercambios de carácter netamente
instrumental, disminuyéndose ostensiblemente espacios que inmiscuyen aspectos existenciales.

Paulatinamente el ser humano en las diferentes áreas de la salud mental, la psicología, la educación,
la medicina, la sociología, se ha dejado de ver simplemente como un individuo que integra en su interior un
aspecto biológico, psicológico y social. Los tiempos actuales revelan un cuarto elemento de relevancia, que
influye notablemente en la conducta humana y del cual se desprenden problemáticas de índole
comportamental como las adicciones, el suicidio, la depresión, la soledad..., circunstancias que no están
siendo resueltas en muchas ocasiones con éxito desde el enfoque biopsicosocial. Es importante tener en
cuenta la dimensión noética que encierra aquella característica que diferencia a los seres humanos de los
demás seres de la naturaleza; en efecto, los humanos son los únicos que invariablemente llegan a cuestionar
sus vidas, tratando de encontrar respuestas y sentidos a los acontecimientos a los cuales están expuestos
diariamente. De acuerdo a esto, los individuos son incapaces de vegetar apáticamente hasta la muerte, no es
concebible una vida sana en la cual se realicen las diferentes tareas sin una razón valida para hacerlas. En la
medida en que no se encuentran razones, ni los para qué, que justifiquen sucesos como la muerte, el
sufrimiento inevitable, el dolor, el amor, las personas llegan a enfermar desde su dimensión espiritual,
noética. Este malestar puede extenderse a la dimensión psicológica, biológica y social produciendo la
aparición de enfermedades somáticas, índices de depresión peligrosos que pueden llevar al suicidio o la
búsqueda de respuestas por rutas equivocadas como la adicción a substancias psicoactivas (SPA). El
resultado es un individuo aquejado por una serie de síntomas físicos y psicológicos que afectan
drásticamente a su desempeño en áreas relacionadas con la familia, la relación de pareja, el estudio y el
trabajo.

La tendencia de los humanos de fin de siglo a utilizar de manera desmedida la comunicación


instrumental, hace inexistente espacios en los cuales la dimensión noética pueda expresarse en su manera
natural, es decir, escasean espacios en los cuales se pueda entrar en contacto con el otro de manera profunda,
a través de la vivencia y comunicación de temas como el sufrimiento, el amor, los valores, la
responsabilidad, la libertad, la muerte y la voluntad de sentido. El ‘boom’ de la informática, la tecnología y
la ciencia, por paradójico que parezca, en vez de facilitar la comunicación entre las personas lo único que ha
promocionado es un gran vacío en las relaciones interpersonales, el adormecimiento de esta cuarta dimensión
negando así la esencia trascendental del ser humano.

ELEMENTOS CONCEPTUALES BÁSICOS


Logoterapia un enfoque humanista existencial

La Logoterapia es un método terapéutico que se gesta en la experiencia personal de su fundador y


que recoge también un rico pensamiento filosófico. En efecto, es innegable que las experiencias en los
campos de concentración marcan profundamente a este pensador, no solo a nivel personal sino también en el
campo de lo que seria en el futuro su mejor aporte a la psicología, no obstante hay que reconocer que en esta
empresa también entraron en juego diferentes circunstancias vitales, distintas a los escenarios del holocausto
Nazi. Los encuentros de Frankl con Freud, Adller, Kierkegard y su incursión en los terrenos de la filosofía
existencial, se constituyeron igualmente en sucesos importantes que encausarían a este psiquiatra en el
desarrollo de su pensamiento existencial cristalizado en lo que se conoce hoy como Logoterapia.

A partir de sus dolorosas observaciones en los campos de concentración descubre que para vivir es
necesario tener significados profundos para dar respuesta al dolor, al sufrimiento y a la muerte (realidades
inevitables en la vida de cualquier individuo). De acuerdo a lo anterior es apremiante encontrar razones
significativas que justifiquen el tiempo que el ser humano pasa en el mundo (Frankl, 1994).

El termino Logoterapia, como el mismo Frankl explica, puede fraccionarse en dos partes, la primera,
“logos”, tiene que ver con la dimensión noética o espiritual que se relaciona con el sentido, significado o
propósito. De esta manera, unida con la palabra terapia, Logoterapia indica terapia por medio del significado
o sentido. La Logoterapia, por lo tanto, permite hacer frente a la neurosis noógena, es decir aquellas neurosis
que no nacen de los conflictos entre impulsos e instintos, sino más bien de los conflictos morales espirituales
o existenciales (Luna, 1996). Este método psicoterapéutico considera como objetivo principal ayudar al
paciente a encontrar el sentido de su vida, basado en la antropología frankliana que considera al hombre
como un ser cuyo principal interés es cumplir un sentido y la realización de sus principios morales y no la
mera gratificación y satisfacción de sus impulsos o instintos o en la simple adaptación y ajuste a la sociedad
y al entorno (Rozo, 1998).

Esta orientación terapéutica basa su quehacer en tres principios fundamentales, de los cuales, el
primero postula que la vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia, el segundo argumenta que el hombre
es dueño de su voluntad de sentido y se siente frustrado o vacío cuando deja de ejercerla y, finalmente, el
tercero que postula que las personas son libres, dentro de sus limitaciones obvias, para consumar el sentido
de su existencia. Efectivamente, para la Logoterapia, la búsqueda de sentido es la esencia misma de la vida;
cuando se reprime esta búsqueda, se abre un abismo de vacío existencial, pero si, por el contrario, se inicia
una búsqueda sincera y comprometida, es posible acceder a una existencia realmente significativa, plena de
sentido (Fabry, 1977).

Con la logoterapia las posibilidades del ser humano en el mundo se amplían, bajo la premisa que
asegura como las personas no son una cosa más entre otras. Las cosas se determinan unas a otras; pero el
hombre, en ultima instancia, es su propio determinante. Como bien lo planteó Frankl, lo que el hombre
llegue a ser lo tiene que hacer por sí mismo; es así como se revela la capacidad de elección del individuo y la
responsabilidad que cada uno tiene para descubrir y consumar el sentido de su existencia (Rozo, 1998).

Comunicación existencial

La Logoterapia trata de estimular la dimensión espiritual y, en última instancia, la conciencia, que podría
considerarse el “órgano” encargado de encontrar sentidos. El logoterapeuta tiene como objetivo acompañar a
sus pacientes en su camino hacia la autodeterminación, basándose en la propia responsabilidad para alcanzar
y llevar a cabo su voluntad de sentido. De esta manera, el ser humano identificará las causas a las que puede
servir y personas a las que puede amar. Para este propósito es necesario que la dimensión noética del ser
humano se encuentre sumergida en un espacio significativamente existencial; circunstancia que hoy día se
limita ostensiblemente por las ideas utilitaristas y hedonistas que impregnan los ideales a alcanzar por los
individuos. La utilización de comunicación instrumental, que busca el aprovechamiento, la manipulación de
la otra persona, la utilidad como un fin supremo, ha generado a largo plazo problemas de gran impacto, como
la soledad, la depresión, el suicidio y el consumo de substancias psicoactivas (SPA) (Luna, 1996). Por ello es
necesario recuperar los espacios existenciales que contrarresten las influencias del materialismo y la
comunicación instrumental. En otras palabras, es necesario promover comunicación existencial que permita
la expresión verbal y escrita de sentimientos, emociones, ideas, con respecto a temas tan trascendentales
como el amor, la libertad, la responsabilidad, los valores, el sufrimiento, la muerte y la búsqueda de sentido
(Luna, 1999).

La Logoterapia hace una definición puntual de las categorías, de la siguiente manera:

! La Logoterapia asume la responsabilidad como la capacidad que tiene el individuo de hacer frente a las
consecuencias de los propios actos y encontrar un significado a la situación que se genera por la elección
hecha, a pesar del miedo que pueda existir a la hora de escoger (Pareja, 1998).

! Libertad: La libertad según la Logoterapia implica una posibilidad para elegir algo o tomar una posición
con respecto a algo. De esta manera se es libre “de” o libre “para”; libre para dejar o no, que los
instintos, la herencia y el medio ambiente determinen la existencia del hombre; libre para encontrar
sentidos hasta en los momentos que plantean una no – elección. Al respecto Frankl dice: frente al destino
adverso e inevitable es inútil preguntarnos ¿porque a mí? Lo importante es dar una respuesta (Pareja,
1998).

! Los valores: Son herramientas contundentes para dar significados profundos a las experiencias relevantes
en la vida del hombre. Existen tres categorías. Los valores de creación o las actividades que el ser
humano hace como ofrendas para el mundo; se incluye aquí el trabajo, las ocupaciones diarias. Los
valores de experiencia tienen que ver con la belleza, el amor, la búsqueda de la verdad a través de la
experiencia religiosa, en los libros, en el arte. Finalmente, los valores de actitud son los que se ponen de
manifiesto ante las vivencias de situaciones dolorosas e inevitables (Pareja, 1998).

! Transitoriedad de la vida: La muerte se ve desde un punto de vista optimista en la medida en que estar
consciente de la finitud del hombre lo orienta a la responsabilidad y, por ello, a encontrar sentido
(Frankl, 1989).

! Voluntad de sentido: Fuerza primaria que mueve al hombre en la vida y que le da sentido a la misma
(Frankl, 1989).

! Sufrimiento: Es una buena oportunidad para crecer, madurar, aprender, tolerar (Fabry, 1977).

Círculos de Diálogo Existencial

Los Círculos de Diálogo Existencial (CDE) son una propuesta creada por el psicólogo colombiano
José Arturo Luna, director del Instituto Colombiano de Logoterapia, quien los concibió como una estrategia
de prevención integral frente a los problemas que se pueden generar por la falta de comunicación existencial
y el consumo de substancias psicoactivas.

Los CDE tienen una orientación filosófica y psicológica en la Logoterapia; de igual forma, se tienen
en cuenta para su ejecución las nociones de la terapia centrada en el cliente de Carl Rogers, en especial los
conceptos de empatía, aceptación, congruencia y los reflejos. Los fundamentos antropológicos son los
propuestos por Viktor Frankl.

Los CDE tienen como objetivos primarios los siguientes: Buscar una comunicación existencial
significativa entre los participantes para prevenir la soledad y la depresión; favorecer la catarsis; servir de
puente con otras estructuras donde se efectúe un seguimiento o asesoría mas sistemática a la persona (Luna,
1999).

La dinámica de los CDE se desarrolla en encuentros semanales entre personas de diferentes clases
sociales y culturales, de tal forma que así se favorezca la riqueza de opiniones, de dialogo y conocimiento
mutuo. Normalmente, el grupo no debe ser muy grande. Para que se facilite la comunicación se recomienda
trabajar con 10 o 15 personas; sin embargo, un encuentro puede empezar con dos personas. Las sesiones del
CDE se desarrollan con base en temarios que abarcan contenidos existenciales relacionados con el
sufrimiento, la muerte, la voluntad de sentido, la responsabilidad, la libertad y el amor. De dichos temarios se
desprende lo que se ha denominado “pistas primarias” que están constituídas por frases existenciales u
oportunidades de expresar libremente parte de la biografía de los participantes o las experiencias dolorosas o
agradables que les hayan sucedido en el transcurso de la semana. Por otro lado, las pistas secundarias son
propuestas o inquietudes expresadas con anterioridad por algunos participantes, también pueden ser temas
que el animador del circulo haya incluido como pertinente para la sesión (Luna, 1999).

Cada sesión de CDE se abre con un lema de apertura que tiene como consigna una paradoja: "Estos
Círculos no sirven para nada, su único objetivo es encontrarnos y comunicarnos existencialmente"; al
finalizar la sesión se recuerda nuevamente este lema. De igual forma hay una norma de participación que da
la libertad a los participantes de comunicarse verbalmente o no (Luna, 1999).

Diarios de viaje

Es un cuadernillo o libreta donde al final de cada encuentro los participantes describen,


voluntariamente, la forma como se sintieron durante la sesión, sus sentimientos y emociones en relación al
grupo. La idea es que el diario de viaje recoja las impresiones sentimentales, afectivas, emotivas de las
personas, favoreciendo, en especial, la espontaneidad (Luna, 1999).

Análisis del discurso

El análisis textual delimita un gran campo metodológico, que se relaciona íntimamente con las
técnicas denominadas cualitativas; dichas técnicas están basadas en hechos epistemologicos básicos de las
ciencias sociales (Stubss, 1990). Una de las técnicas surgidas de la psicología social contemporánea, es el
análisis del discurso, perspectiva que se constituye en una manera de abordar la realidad totalmente distinta a
las metodológicas denominadas análisis de contenido, en cuanto a que no suele centrar sus esfuerzos en
determinar las conexiones existentes entre el nivel sintáctico del texto y el nivel semántico y pragmático. Por
el contrario, el Análisis del Discurso, mas que analizar textos, lo que pretende es descubrir y revelar el
sentido subyacente a la luz de unos marcos de referencia bien reconocidos. Esta estrategia tiende a saltar
directamente del nivel de la superficie textual al nivel interpretativo, sin elaborar y establecer un nivel
intermedio, como es el analítico (Gaitan, 1994).

El análisis del discurso trabaja bajo la luz de siete presupuestos básicos, de los cuales es necesario
rescatar el primero de estos, por circunstancias practicas que atañen a esta investigación: la función de una
afirmación solo puede determinarse por referencia al contexto y, en consecuencia, las funciones de todo
enunciado tiene un amplio rango de variabilidad. Así mismo, hay que puntualizar que el análisis de discurso
se puede realizar en tres dimensiones, la estructural, interactiva y referencial, esta última de vital importancia
para el cumplimiento de los objetivos del presente estudio (Gaitan, 1994).

DISEÑO METOLOGICO

Tipo de investigación

Es de carácter descriptivo. Se describe cómo se presenta o manifiesta la comunicación en los CDE


creados por el director del Instituto Colombiano de Logoterapia Viktor Frankl.

Población

Representada por todas aquellas personas, que participaron y dejaron sus impresiones en los diarios
de viaje al finalizar los CDE efectuados en las diferentes ciudades por el instituto. Dichos registros se
encuentran archivados en el Instituto en la ciudad de Santafé de Bogotá, encontrándose un total de 25
cuadernillos los cuales contienen 167 impresiones. El estudio se llevo a cabo con las impresiones que dejaron
los participantes de circulo en los diarios de viaje.

Muestra

Se obtuvo de 25 cuadernillos de los cuales se seleccionaron 67 impresiones, que correspondieron a


aquellas que cumplieran el requisito de contener un numero igual o mayor a dos frases con sentido
(impresiones que proporcionaron una idea entendible para el lector, acerca de la realidad de la persona que
escribió) independientemente de la ciudad a la cual perteneció. El criterio aplicado es de naturaleza no
probabilistica, es decir, que la selección de las impresiones dependió de condiciones que permitieron efectuar
el análisis del discurso, dado que según éste la función de una afirmación solo puede determinarse por
referencia al contexto; por ello se consideró que una frase por si sola no proporcionaba elementos suficientes
del contexto de la realidad del sujeto.

Instrumento

Los diarios de viaje se constituyeron en el instrumento que permitió el acceso a las diferentes
impresiones. Estos cuadernillos, que no son otra cosa que el registro íntimo de la realidad de cada uno de los
participantes, son la muestra fehaciente del impacto que tienen sobre los asistentes los CDE.

Índices de variabilidad

El estudio no tuvo en cuenta la medición de variables independiente o dependiente. Sin embargo, a


lo largo de la misma, entraron en juego índices de variabilidad, que giraron alrededor de obviar datos como:
el sexo de las personas que escribieron las impresiones, la edad, el nivel cultural o educativo o la fecha de
realización de los diarios. La única condición para hacer el análisis del discurso de las impresiones
encontradas en los diarios de viaje, radicó en que sólo se escogieron las impresiones con un numero igual o
mayor a dos frases con sentido, para así tener un contexto sobre el cual hacer interpretaciones.

RESULTADOS

El análisis del discurso permitió dilucidar que la comunicación expresada en los diarios de viaje
realizados al finalizar las sesiones de CDE, cumplen con los requisitos de una comunicación existencial de
acuerdo a los parámetros de la Logoterapia. En efecto, en la muestra analizada se observó que un porcentaje
considerablemente alto de personas (94.2%) se comunicó existencialmente haciendo referencia a los grandes
temas que preocupan a la Logoterapia. Invariablemente, las personas participantes tocaron temas que se
relacionaban con la libertad, la responsabilidad, los valores, la transitoriedad de la vida, la voluntad de
sentido y el sufrimiento; a su vez, existió un porcentaje realmente mínimo (5.74%) de individuos que no se
comunicaron existencialmente (ver gráfica 1).

Gráfica 1. Distribución porcentual de frases con y sin contenido existencial.

[incluir gráfica]

El total de frases revisadas fue de 174, la distribución porcentual en categorías que refieren
comunicación existencial de dichas frases se observo de la siguiente manera: el 9.19% se ubicó en la
categoría de libertad, circunstancia que sugiere que las personas participantes en los círculos catalogan como
importante las posibilidades que tienen para elegir su destino dentro de sus limitaciones obvias. Así mismo,
se observa un 9.19% para la categoría de responsabilidad, reflejando un interés por responder a las preguntas
que plantea la vida. La distribución en la categoría valores mostró un 50% para el valor de experiencia,
refiriendo tal porcentaje una tendencia marcada a encontrar significados a través de las cosas que el ser
humano obtiene del mundo, no sólo por medio de los encuentros humanos, sino también al entrar en contacto
con la naturaleza. A su vez, se encuentra un 6.89% para el valor de actitud, indicando ésto la presencia de
cambios en la manera de percibir situaciones dolorosas e inevitables. Por otro lado, está el valor de creación
con un 4.59% cifra que demuestra también el hallazgo de sentido y significado mediante las acciones que
tienen como objetivo dar algo a los demás.

En cuanto a la categoría de transitoriedad de la vida, se encontró un porcentaje de 3.44%, que refiere


una aceptación acerca de la temporalidad del ser humano. Por último, se encuentran las categorías de
voluntad de sentido y sufrimiento con un 36.2% y un 10.34% respectivamente; con la primera categoría, los
participantes del círculo intentan dar un sentido y significado concreto a los diferentes momentos de la vida;
mientras que con la categoría de sufrimiento se da un espacio para hablar del dolor en términos de
posibilidades de crecer y madurar (ver gráfica 2).

Gráfica 2. Distribución porcentual de categorías.

[incluir gráfica]

De la anterior distribución se logra vislumbrar cómo la gran mayoría de las personas que participaron
en los CDE, se comunicaron existencialmente, haciendo referencia en especial a los valores de experiencia
en un 50%, a la voluntad de sentido en un 36.2% y al sufrimiento en un 10.34% (ver gráfica 3).

Finalmente, se lograron identificar las categorías menos escogidas para plantear una comunicación
existencial, encontrándose los valores de creación con un 4.59% y la transitoriedad de la vida con un 3.44%
(ver gráfica 4).

Gráfica 3. Distribución porcentual de las categorías más escogidas.

[incluir gráfico]

Gráfica 4. Distribución porcentual de las categorías menos escogidas.

[incluir gráfico]

CONCLUSIONES

Mediante el análisis del discurso puede concluirse que los CDE son una propuesta de prevención
válida, que logra estimular, en los que participan en ella, una manera de comunicación profunda como es la
existencial. El círculo proporciona un ambiente de confianza que permite a las personas revelar con
tranquilidad los aspectos más profundos de su existencia, con respecto al amor, la muerte, el dolor, los
valores, la libertad, responsabilidad y la búsqueda de sentido. Las personas que participaron en los círculos
realizaron un encuentro significativo con el otro, a partir de la reflexión de estas vivencias. En este proceso
de búsqueda de sentido, no hay cabida para la soledad, la depresión o el consumo de sustancia psicoactivas,
que intentan suplir la sensación de vacío que se genera tras la utilización de comunicación instrumental de
manera indiscriminada. Con los CDE, un porcentaje considerable de personas, lograron contactarse a través
de una comunicación que va mas allá del deseo, o la intención de acceder a algún beneficio; las interacciones
en las cuales se vea al interlocutor tan solo como un instrumento útil para conseguir un fin, pierden
protagonismo de manera ostensible frente a interacciones significativamente existenciales de acuerdo a la
Logoterapia.

La distribución porcentual de los resultados refleja cómo los participantes logran conectarse con los tres
presupuestos básicos que rigen la Logoterapia:

a) La vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia.


b) El hombre es dueño de una voluntad de sentido y se siente frustrado, vacío, cuando deja de ejercerlo.
c) Las personas son libres dentro de sus limitaciones obvias para consumar el sentido de su existencia.

En efecto, las categorías más escogidas por las personas, para poner de manifiesto una comunicación
existencial, tenían que ver con los valores de experiencia, con la voluntad de sentido como tal y el
sufrimiento.

En los tres temas se vislumbra una necesidad de poner en práctica la voluntad de sentido que
acompaña a todos. Es así cómo en los valores de experiencia se ve un camino efectivo para identificar
significados existenciales. Estos promovieron la dimensión de gratuidad de las personas, a través de la
apertura al mundo. Las personas que participaron en los CDE, descubrieron que pueden recibir todas las
riquezas contenidas en el cosmos y en los otros seres humanos; de esta manera, el simple hecho de
desensibilizarse y llegar a emocionarse con circunstancias tan sencillas, como la belleza, el amor, la
naturaleza, el contacto con Dios y la bondad del ser humano en general. Lo anterior demuestra que se nota
una tendencia marcada de encontrar sentidos existenciales, a través del hecho de recibir más que del dar,
situación que se corrobora al ver el porcentaje disminuido de la categoría valor de creación, lo cual puede
sugerir que las personas no estamos dispuestas a dar o a encontrar sentidos en su vida laboral.

La segunda forma más apetecida para plantear comunicación existencial es la denominada voluntad
de sentido. En los resultados se encuentra cómo los discursos de las personas que participaron en los CDE,
versaban sobre la búsqueda de sentidos y significados concretos, a los momentos de la existencia de cada
uno. Se daban respuestas a razones de ser de circunstancias como la muerte y a las dificultades de la vida
cotidiana, basándose en marcos de referencia distintos, como la espiritualidad, el amor o una actitud positiva
hacia el futuro. Estos significados aparecen reiteradamente en las categorías que hacen referencia a los
valores de experiencia y de actitud. De igual manera, se hacen reflexiones acerca de la libertad, entendida
como la capacidad para escoger dentro de un variado espectro de posibilidades, y de ser responsables. Estas
categorías movilizaron la "fuerza primaria" que tiene que ver con encontrar ese algo por lo que vivir o el
porqué de las cosas.

La tercera categoría más apetecida, tuvo que ver con el sufrimiento. Los temarios realizados en las
diferentes sesiones de CDE, ayudaron a que los participantes revelaran o al menos reflexionaran sobre
aquellas circunstancias dolorosas y tristes por las cuales habían pasado o estaban pasando, no solo se hacía
referencia a la situación dolorosa, sino que también, se intentaba dar una respuesta satisfactoria a la razón de
ser de tal acontecimiento. Si bien es cierto que algunos sujetos tuvieron la fortaleza de hacerle frente a las
circunstancias dolorosas, escribiendo acerca de ella, otros lograron ir más allá y le dieron un sentido al
sufrimiento y al dolor, tomándolo como una oportunidad para crecer, madurar, aprender, resistir, tolerar y
sensibilizarse ante los demás.

Como conclusión, la comunicación que se lograba plantear en las sesiones de CDE, generaban un
espacio, de acuerdo a lo visto en las categorías más escogidas, en el cual invariablemente se dejaba de lado la
aceptación pasiva y acrítica de los acontecimientos; las personas se enfrentaron durante las sesiones a
situaciones, en algunos momentos absurdas, irracionales y dolorosas, que despertaban una necesidad
fundamental de proponer preguntas, que en ambientes cotidianos no se hacen, por las mismas características
instrumentales de la época actual.

Kathy MONTAÑO MORENO y Piedad KNUDSON OSPINA son estudiantes de X semestre de la


Universidad Antonio Nariño y este artículo esta basado en su Trabajo de grado para optar al titulo
de psicologa.
Regina GIRANLDO ARIAS es Psicologa por la Universidad Santo Tomás y especializada en Terapia
de Familia por la Universidad de Barcelona, España. Es docente supervisor de la Universidad
Antonio Nariño.

REFERENCIAS

- Fabry, J. (1977). La búsqueda de significado. Logoterapia aplicada a la vida. México: Fondo de cultura
económica.
- Frankl, V. (1989). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
- Frankl, V. (1994) La voluntad de sentido. Barcelona : Herder.
- Gaitan, A. (1994). Psicología comunitaria: Taller de análisis del discurso. Santafé de Bogotá: Pontificia
Universidad Javeriana.
- Guzman , C. (1993). Implicaciones educativas de seis teorías psicológicas. Santafé de Bogotá: Conalte.
- Luna, J.A. (1996). Logoterapia: Un enfoque humanista existencial. Santafé de Bogotá: San Pablo.
- Luna, J.A.. (1999). Psicología Humanista Existencial. Colombia: Gráficas Garzón.
- Pareja, G. (1998). Viktor Frankl: Dialogo Abierto. México: Coyoacán.
- Rozo, J. (1998). Viktor Frankl o el sentido de la existencia. Revista Latinoamericana de Psicología, 30 (2):
366ss.
- Stubbs, M. (1990). Análisis del Discurso: Análisis psicolinguistico del lenguaje natural. Madrid: Alianza.

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Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Noblejas de la Flor, M.A. (2000). Fiabilidad de los tests PIL y Logotest. NOUS: Boletín de
Logoterapia y Análisis Existencial. (4), 81-90.

FIABILIDAD DE LOS TESTS PIL Y LOGOTEST

Mª Ángeles NOBLEJAS DE LA FLOR

INTRODUCCIÓN

Validar instrumentos o crear nuevas herramientas que ayuden en la praxis logoterapéutica es


necesario para ubicar nuestro quehacer en el actual paradigma científico, en pos de su objetividad.

La ciencia es, al mismo tiempo, capaz de progresar y falible. Por ello, contando con una postura
abierta, ha de reconocer sus límites, desde una actitud ética. En esta línea, suscribimos las palabras de Boado
de Landaboure (1994, p. 1):

“La hiper o hipovaloración de test y técnicas, encubre muchas veces la inseguridad personal de quien
maneja el recurso y conlleva a la empobrecida circunstancia de trastocar lo que es propiamente humano por
el resultado de lo técnico. Esto, sin duda, ha engendrado distorsiones iatrogénicas originando fundadas
críticas desde diversos enfoques. Estas críticas no invalidan los instrumentos si no que plantean la necesidad
de conocer sus alcances y límites.
Tanto la rutina profesional como la innovación apresurada entrañan el grave riesgo de la
despersonalización”.

Para avanzar en el conocimiento del hombre estudiamos aspectos particulares, pero nunca hemos de
olvidar que el ser humano es siempre más de lo que sabe de sí y puede saber más de lo que algún otro sabe
de él (Jaspers, 1996).

Finalmente, debemos resaltar la necesidad de asumir lo que otras disciplinas, como pueden ser en
este caso la estadística, han establecido como procedimientos objetivos; siempre que no nos sitúen en una
visión reduccionista y determinista del ser humano.

En esta línea, en este artículo nos planteamos estudiar la fiabilidad de la versión española de los dos
test logoterapéuticos más difundidos: el Purpose In Life (PIL) desarrollado en los Estados Unidos
(Crumbaugh, 1969) y el Logotest desarrollado en Alemania (Lukas, 1986). Los lectores interesados pueden
encontrar una breve descripción de ambos test en un trabajo anterior (Noblejas, 1999).

Dos son los requisitos fundamentales que han de cumplir los instrumentos de medición psicológicos
para asegurar la calidad de los datos que serán analizados: la validez y la fiabilidad.

La validez se puede definir (Bisquerra, 1987) como el grado en que un instrumento mide lo que
pretende medir. Esta afirmación parece algo obvio pero, por ello, es quizás el aspecto más complicado de
objetivar. Se habla de varios tipos de validez ligados a procedimientos específicos de tratamiento del
problema. La ‘validez de contenido’ se da cuando los items representan el contenido que se pretende medir.
En este sentido, desde los conocimientos de la logoteoría se puede corroborar que los items representan los
contenidos relacionados con la cuestión logoterapéutica del sentido; específicamente Lukas explicita el
objetivo de cada una de sus preguntas y su conexión con la logoteoría. Este último aspecto nos llevaría
directamente a otro concepto muy cercano que sería la ‘validez de constructo’, que determina en qué medida
el test es congruente con una teoría o un constructo hipotético. Hay varias formas de objetivar esta validez,
una de las más habituales es el análisis factorial con el que se confirma la estructura que se asigna a un test.
En este sentido, podemos recordar el ajuste de las partes del logotest a sus componentes factoriales
(Noblejas, 1999).

La ‘validez concurrente’ consiste en comparar las puntuaciones de la prueba con otros indicadores
paralelos o criterios externos. En este sentido se han realizado diferentes trabajos como comparar las
puntuaciones de sentido con pruebas de psicohigiene general (Lukas, 1986), ansiedad, autoestima,
satisfacción en la vida, bienestar existencial (Shek, 1993), e incluso con el test cumplimentado por personas
cercanas a las que lo rellenaban inicialmente (Crumbaugh, 1969).

Por último, la ‘validez predictiva’ ofrece un índice del grado en que una prueba sirve para predecir
comportamientos futuros. En este sentido Crumbaugh (1969) fue capaz de predecir el orden de puntuaciones
de varios grupos con ciertas características y Noblejas (1997 y 1998) el comportamiento de grupos de
personas con problemas de drogadicción en programas de tratamiento.

La fiabilidad se puede definir (Bisquerra, 1987) como la constancia o estabilidad de los resultados
que proporciona un instrumento de medida. Los coeficientes de fiabilidad se interpretan como una
correlación, considerándose que valores superiores a 0,75 indican alta fiabilidad. La objetivación de los
diferentes matices de los aspectos recogidos en el test en diversas preguntas conducen a una mayor fiabilidad
y al mismo tiempo al aumento del número de items planteados. Esto aclara la regla que indica que a más
items, mayor fiabilidad y que, incluso, nos permite calcular cuántos items necesitaríamos para alcanzar una
fiabilidad deseada.

Hay varios métodos para evaluar la fiabilidad:

- Métodos de consistencia interna. Se basan en obtener coeficientes de consistencia de los datos recogidos
en los diferentes tests rellenados. Los más empleados son los coeficientes de Kuder-Richardson
(específicamente el que se conoce como fórmula 20) que se usan para tests con items dicotómicos y el
coeficiente alfa de Cronbach, aplicable a escalas de varios valores posibles (y que coincide con el de
Kuder-Richardson cuando se usa en su cálculo la varianza descriptiva en lugar de la estimada).

- Método del test-retest. Se basa en aplicar la prueba en dos ocasiones distintas a las mismos sujetos y
evaluar la correlación entre ambas mediciones. Tiene el inconveniente de que nada asegura cambios en
la situación de las personas entre una prueba y otra, variable que habrá que intentar controlar en lo
posible.

- Método de formas paralelas. Se administran dos formularios similares, que no son iguales pero que
intentan medir lo mismo, a un grupo de personas y se estudian la similitud de los resultados por medio de
la correlación, pero con algunas correcciones de sesgo.

- Método de las dos mitades. Consiste en dividir el test en dos partes (pares frente a impares o la primera
mitad frente a la segunda) y buscar la correlación entre ambas (para lo cual se puede usar el coeficiente
de Spearman-Brown o los coeficientes de Guttman).

Estos métodos están tomados de la Teoría Clásica de los Test; no abordamos la aproximación de la
Teoría de la Generabilidad o la de la Respuesta al Item (se puede consultar Martínez Arias, 1996) por estar
considerando un test de autoinforme sencillo sin que se hayan considerado factores de variación como
observadores, situaciones, ensayos, grupos de tareas, etc. Sin embargo, en futuros trabajos, se podría tener en
consideración la Teoría de la Generabilidad para la puntuación de la parte libre del Logotest por varios
observadores independientes.

MATERIAL Y MÉTODO

Los tests PIL y Logotest fueron rellenados por 841 personas en un muestreo no probabilístico de tipo
casual.
La descripción de ambos instrumentos puede encontrarse en sus manuales (Crumbaugh y Maholick,
1969; Lukas, 1986) o en una síntesis presentada anteriormente (Noblejas, 1999). Para facilitar la lectura del
presente artículo incluimos la agrupación de preguntas en factores y partes en las tablas 1 y 2.

Tabla 1. Agrupación factorial de las preguntas del test PIL.

FACTORES PREGUNTAS (por orden de


importancia en el factor)
Experiencia de sentido (FP2) P2 P5 P1 P9 P19 P20 P17
Percepción de sentido (FP1) P11 P16 P4 P6 P10 P12 P9 P20
P17
Metas y tareas (FP3) P13 P3 P8 P7 P20 P17 P19
Dialéctica destino-libertad P14 P15 P18
(FP4)

Tabla 2. Agrupación en partes y factorial de las preguntas del Logotest.

PREGUNTAS PARTES del test FACTORES


FL1 FL2 FL3 FL4 FL5 FL6
LI1 X
LI2 X
LI3 Parte I X
LI4 Contenidos de sentido X
LI5 X
LI6 X
LI7 X
LI8 X
LI9 X
LII1 X
LII2 X
LII3 Parte II X
LII4 Síntomas de frustración X
existencial
LII5 X X
LII6 X
LII7 X
LIII1 Parte III X
LIII2 Casos propuestos y X
propio
LIII3A Escala de X
Sentido
LIII3B Escala de X
Actitud
Los nombres de los factores son: FL1 Frustración existencial, FL2 Balance existencial, FL3 Metas y tareas, FL4
Intereses y compromisos, FL5 Flexibilidad axiológica y FL6 Sentido en el entorno.

Como análisis estadísticos de la fiabilidad hemos seleccionado, de entre los más frecuentes en la
bibliografía: el coeficiente alfa de Cronbach y los coeficientes de Guttman (en concreto recogemos el
Lambda 4 o de ’límites inferiores’ y el Lambda 6) y de Spearman-Brown para el análisis en dos mitades (por
el método de preguntas pares frente a impares).

Todos los análisis se han realizado con el procedimiento RELIABILITY del paquete de estadística
SPSS.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Los resultados encontrados para los dos test como conjuntos los recogemos en la tabla 3.

Tabla 3. Estadísticos de fiabilidad de los test logoterapéuticos.

ESTADÍSTICO Test PIL Logotest


Alfa 0.879 0.513
Alfa estandarizado 0.892 0.539
Guttman (Lambda 4) 0.838 0.412
Guttman (Lambda 6) 0.893 0.584
Spearman-Brown 0.838 0.591

Los estadísticos encontrados para el test PIL indican una gran fiabilidad, similar a la encontrada
tanto por sus autores como por otros estudios: Shek (1986) en China (0.84 para la alfa de Cronbach y 0.82
para el coeficiente de Guttman) o Reker y Cousins (1979) en Estados Unidos (0.87 para Speraman-Brown y
0.79 para un test-retest).

Centrándonos, ahora, en el Logotest, podemos ver que los índices de fiabilidad son bajos. La autora
del mismo (Lukas, 1986), informa en su baremación de un coeficiente de fiabilidad de Spearman-Brown de
0.835, para una división de la parte I del test en dos mitades, lo que supone un índice muy alto para un sub-
test de 9 preguntas. Así mismo, justifica con la teoría de Rash la unidimensionalidad del test y la
incorporación de items.

Las relaciones de las distintas partes del test con la estructura factorial y sus relaciones ya las
estudiamos (Noblejas, 1999) con resultados muy similares respecto a los planteamientos de la autora en su
construcción. Sin embargo, en el caso de la fiabilidad, la versión española no da resultados parecidos.

Intentamos, en todo caso, una aproximación más detallada a las diferentes partes del test, aunque
sólo con el coeficiente alfa de Cronbach ya que permite el estudio de la fiabilidad con bajo número de
preguntas (no hay que dividirlas en dos grupos) y porque las variaciones entre los distintos índices de
fiabilidad no son importantes. Para ello se han estudiado: la fiabilidad de las partes originales de la prueba,
de combinaciones de éstas, así como de los factores y algunas combinaciones de éstos. Se obtienen los
resultados de la tabla 4.

Tabla 4. Estadísticos de fiabilidad para algunas partes del Logotest.

LOGOTEST agrupaciones Coef, Alfa Coef. Alfa estandarizado


Total 0.513 0.539
Parte I 0.364 0.367
Parte II 0.507 0.527
Parte III 0.335 0.353
Partes I y II 0.459 0.493
Partes II y III 0.486 0.512
Factor 1 (≈ Parte II) 0.289 0.418
Factor 2 (LIII3 A y B) 0.635 0.687
Factor 3 0.342 0.332
Factor 4 0.400 0.400
Factor 5 (LIII 1 y 2) 0.604 0.604
Factor 6 0.299 0.307
Factor 3, 4 y 6 (≈ Parte I) 0.418 0.408

Para la definición de factores ver Noblejas (1999), aunque aquí se han considerado las preguntas sin
coeficientes de ponderación.

Según estos datos, para la versión española del Logotest, la parte de la estructura original que más
fiabilidad aporta sería la II o recogida de los síntomas de frustración, que cuenta con 7 preguntas. La parte I
(que recoge las áreas de sentido con 9 preguntas) y la parte III (preguntas por la felicidad –LIII1-,
sufrimiento –LIII2- y escalas de sentido –LIII3A- y actitud –LIII3B-), son las que aparecen con peor
fiabilidad. Esta última parte III, sin embargo, analizada como los dos factores diferenciados que contiene (F2
y F5), aporta un importante incremento de la fiabilidad, máxime considerando que sólo están compuestas de
dos puntajes cada uno, llegando a 0.60.

La consideración del resto de los factores no tiene mayor interés; simplemente resaltar que la
corrección de la parte I y parte II en las dos preguntas que cambian de factor (ver Noblejas, 1999) hacen,
respectivamente, aumentar y reducir su fiabilidad ligeramente.

Tenemos que destacar que hasta ahora no hemos tenido en cuenta uno de los aspectos que influye
sobremanera en los resultados de fiabilidad: la longitud del test, o número de items que lo componen.
Basándonos en la ecuación de Spearman-Brown, podemos obtener la fiabilidad de un test con un número
distinto de items paralelos al test original (ver Martínez Arias, 1996):

Cf = Nf · Ci /( Ni + (Nf-Ni)· Ci )

Siendo Cf el coeficiente de fiabilidad para una longitud final Nf y Ci el coeficiente de fiabilidad de la


longitud inicial Ni.

Aplicando esta corrección para un hipotético test (semejante al Logotest) de 20 preguntas, la parte II
pasaría a tener una fiabilidad de 0.761 y la parte III, 1 y 2, (correspondiente al factor 5), tendría una
fiabilidad de 0.813. Esto, considerando que se esté en disposición de desarrollar un test de 20 preguntas
sobre los aspectos indicados sin problemas en las propiedades de los items, ya nos situaría en condiciones de
fiabilidad más aceptables.

En definitiva, esta baja fiabilidad del Logotest puede estar ilustrando un viejo problema de la teoría
clásica de los test. La fiabilidad (interna) exige altas correlaciones entre los items y la validez (predictiva)
exige bajas correlaciones entre los mismos para atender a los diferentes aspectos del tema que se pretenden
recoger. Recuérdese además que el Logotest pretendía abordar aspectos no presentes en el PIL y que tiene
una estructura intrínseca más diferenciada.

En esta disyuntiva, muchos autores aconsejan (ver, por ejemplo, Guilford y Fruchter, 1978) que
cuando se dan conflictos entre el interés de recoger aspectos diferenciados de un constructo y el deseo de
obtener coeficientes de fiabilidad altos se opte por baterías de test y no por tests simples.

CONCLUSIONES

El estudio de la fiabilidad de los tests PIL y Logotest, a partir de los datos obtenidos en las
baremaciones españolas, nos lleva a verificar el comportamiento del PIL como una prueba fiable. Sin
embargo, se han encontrado unos coeficientes bajos para el Logotest. Esto último nos plantea la posibilidad
de una mejora de este test, posiblemente a través de estudios y desarrollos estadísticos relacionados con el
incremento del número de preguntas para cada uno de los factores que comprende.

Mª Ángeles NOBLEJAS DE LA FLOR es doctora en CC. de la Educación y Vicepresidenta de la Asociación


Española de Logoterapia.

BIBLIOGRAFÍA

- Bisquerra, R. (1987). Introducción a la estadística aplicada a la investigación educativa. Barcelona:


Promociones Publicaciones Universitarias.
- Boado de Landaboure, N.B. (1994). Escala existencial de A. Längle y C. Orgler. Un instrumento técnico
para el abordaje preventivo, diagnóstico y terapéutico. Buenos Aires: Fundación Argentina de Logoterapia.
- Crumbaugh, J.C. y Maholick, L.T. (1969). Manual of instructions for the Purpose In Life test. Saratoga:
Viktor Frankl Institute for Logotherapy.
- Guilford, J.P. y Fruchter, B. (1978). Estadística aplicada a la psicología y la educación. Bogotá: McGraw
Hill.
- Jaspers, K. (1996). Psicopatología general. México: Fondo de Cultura Económica.
- Lukas, E. 1986 (Versión castellana de 1996) Logo-test. Test para la medición de la ‘realización interior de
sentido’ y de la ‘frustración existencial’. Ed. Almagesto: Buenos Aires. (Se ha confrontado también con otra
traducción del original alemán de J.Coloma).
- Martínez Arias, R. (1996). Psicometría: teoría de los tests psicológicos y educativos. Madrid: Síntesis.
- Noblejas, M.A. (1997). Meaning levels and drug-abuse therapy: an empirical study. The International
Foum for Logoterapy, 20, (1), 46-52.
- Noblejas, M.A. (1998). Evaluación de los abandonos en las primeras fases de un programa de tratamiento
de drogadicción. NOUS, (2), 73-79.
- Noblejas, M.A. (1999). Estructura factorial de los tests PIL y Logotest. NOUS, (3), 67-84.
- Reker, G.T. y Cousins, J.B. 1979. Reliability of the Seeking Of Noetic Goals (SONG) and Purpose In Life
(PIL) tests. Journal of Clinical Psychology. 35, (1), 85-91.
- Shek, D.T.L. 1986. The purpose in life questionnaire in a chinese context: some psychometric and
normative data. Chinese Journal of Psychology. 28, (1), 51-60.
- Shek, D.T.L. (1993). The chinese Purpose-In-Life test and psychological well-being in chinese college
studentes. The International Forum for Logotherapy, 16, (1), 35-41.
Se autoriza el uso de este material citando su procedencia:
Dominguez Prieto, X.M. (2000). Persona e individuo. NOUS: Boletín de Logoterapia y Análisis
Existencial. (4), 91-104.

PERSONA E INDIVIDUO
Xosé Manuel DOMINGUEZ PRIETO

1) La desmoralización de los adictos.

Repítese hasta la saciedad que el alcoholismo, la ergomanía, la ludopatía, la sexoadicción, la


drogadicción o el consumismo compulsivo son comportamientos psicopatológicos que precisan tratamiento
especializado. Pero lo que no se suele decir es que esas alteraciones psíquicas y comportamentales tienen por
fundamento un deterioro moral, una mala gestión biográfica, una opción personal y libre. Tratar de obviar o
ignorar este desarreglo moral, señalando que se trata sólo de una patología psíquica, quizás responda a una
soterrada intención: la de tratar de tranquilizar la sensación de culpabilidad, eliminando el reconocimiento de la
propia responsabilidad en la situación en la que se encuentra. Porque la mayor parte de las compulsiones nacen
de un hábito de comportamiento del que la persona es responsable.

Sabido es que la ética se ocupa, entre otras cosas, de reflexionar sobre el carácter moral de la persona, es
decir, de aquello que cada uno hizo voluntariamente de sí mismo a lo largo de la vida1. Y eso que vamos
haciendo de nosotros, porque así lo queremos, nos va configurando. La repetición habitual de actos y opciones
configuran una segunda naturaleza: se trata de aquello que los filósofos griegos llamaban virtud (si era un hábito
constructivo) y vicio (sí era un acto que desajustaba y estropeaba a las personas)2. Cada uno es, por tanto, no sólo
actor en su vida sino autor de la misma, porque cada uno, con más o menos esfuerzo y con más o menos
propensión a determinados actos, va adquiriendo unos hábitos y, en ellos, configurando su propio perfil personal.

Pues bien: asistimos desde hace décadas a un significativo cambio en la formulación de esta cuestión. A
saber: ya no se dice que alguien tiene 'el vicio de ver televisión' sino que se afirma que alguien es un 'teleadicto'.
Ya no se habla de una sexualidad deformada o viciosa (expresiones que han terminado sonando a 'moralina')
sino de 'sexoadicción'. Nadie osa hoy hablar del 'vicio del juego', de la 'intemperancia en el beber o en el comer'
sino que se prefiere una fórmula neutral éticamente, hablándose de ludopatía, alcoholismo o bulimia. Pero la
verdad es que la ludopatía, la sexoadicción, la teleadicción, la drogadicción, el alcoholismo o cualquiera otra
psicopatología, antes de enfermedades psíquicas suponen un deterioro moral, un quebranto biográfico.

¿Qué ha sucedido con la dimensión ética? ¿No será este esconder la dimensión ética un no querer
reconocer la responsabilidad de la persona en esta situación? ¿No supone un intento de proclamar la inocencia de
la persona eliminando su libertad? Siendo innegable que el resultado final es psicopatológico, ¿no supone esta
reducción de la persona a su dimensión psíquica una promoción de la inmadurez afectiva y volitiva?

Lo que ha sucedido es que ha habido una dimisión de la condición personal, un significativo


escamoteo de la dimensión ética. Se ha ignorado que la persona es aquel ser que es suyo, que es dueño de su
vida, que es no sólo actor y agente de su vida sino autor de sí mismo, porque es libre y responsable de sí3. Al ser
relativamente libre de sus impulsos internos y de las influencias externas, es capaz de optar en función de un
proyecto vital y de lo que reconoce como valioso. Por eso, es responsable de lo que hace de sí. Pues bien: esto es
precisamente lo que se ha diluido e ignorado. Al haberse ocultado esta dimensión ética, lo que ha sucedido ha
sido algo realmente grave: se ha allanado el camino para la reducción de la persona a mero individuo. Se ha
eliminado lo que es propio de la persona y se le ha reducido a su dimensión psíquica. Y esto supone, como luego
veremos, un empobrecimiento de la propia realidad personal e incluso una desmoralización4 (entendida como
parálisis y dimisión personal).

En conclusión: se ha pretendido comprender un fenómeno humano quedándose en la periferia psíquica


del mismo. Y no es que no afecte a esta dimensión. Es que la raíz profunda de los problemas a los que aludíamos
se encuentran en el nivel más profundo de la persona: en el nivel que la logoterapia denomina espiritual y que la
filosofía personalista denomina la persona. Psicología sin antropología, es ciega (o, cuando menos, tuerta). Lo
que se ha ignorado, digámoslo ahora dando un paso más, es la doble posibilidad que encierra toda vida humana
en cada uno de sus actos: o bien hacerse dueña de sí o dimitir de sí, es decir, vivir como mera persona o como
individuo5. Y estas ya no son categorías psicológicas sino antropológicas.

¿Cuál es, en este nivel en el que nos situamos, la diferencia entre persona e individuo?

2) El individuo

La distinción entre individuo y persona, tal y como aquí la vamos a describir, fue muy habitual en
muchos de los pensadores e intelectuales que vivieron el periodo entre las dos Guerras Mundiales, sobre todo
en los personalistas6. Así, la encontramos en Lacroix, Nédoncelle, Marcel, Buber, Lévinas y, sobre todo,
en Mounier. Éste, diferencia nítidamente ambas categorías indicando que, mientras que el individuo es fruto
de un doble movimiento de dispersión en lo exterior y de repliegue en lo interior, la persona responde al
doble dinamismo de apertura y donación exterior y de unificación interior desde el núcleo de la propia
vocación. De este modo, el individuo sería una persona irrealizada, una persona malograda o una
degradación de la persona, cerrada en los límites de su yo hipertrofiado.

Analicemos ahora, con cierto detalle, qué es lo que caracteriza al individuo:


a) Llama Mounier individuo "a la dispersión de la persona en la superficie de su vida y a la
complacencia de perderse en ella" (RPC 210). El individuo es dispersión, disolución de la
persona en la materia, en la acción, en los personajes que representa. Pérdida en lo múltiple e
impersonal7.
b) Es un hombre anónimo, sin vocación, sin sentido, sin horizonte, sin familia, sin vínculos
personales. Se repliega sobre sí, narcisista. "Un hombre abstracto, sin ataduras ni comunidades
naturales, dios soberano en el corazón de una libertad sin dirección ni medida, que desde el
primer momento vuelve hacia los otros la desconfianza, el cálculo y la reivindicación" (P, 474).
c) Es su actitud básica la de poseer, y por tanto, la de reivindicar, acaparar. En las cosas pone su
seguridad8.
d) Pero, sobre todo, el individuo, separado de todos y todo, se cierra, se repliega sobre sí, opta por
la disolución en la soledad9:

# Soledad frente a la verdad (se piensa en sí, sin los demás; piensa en sí sin horizonte de
sentido).
# Soledad frente al mundo (perdido en la volubilidad de las propias sensaciones o de la
propia razón).
# Soledad frente a los hombres: "individuo abstracto, buen salvaje y paseante solitario,
sin pasado, sin porvenir, sin relaciones" (RPC 191). Vive la libertad-de, pero ni
sospecha la libertad-para. Ha perdido el gusto de acoger y el deseo de dar. Solo se afirma
a sí. Es 'soporte sin contenido de una libertad sin orientación" (RPC 195).

A estas coordenadas ofrecidas por Mounier, podríamos añadir en congruencia con ellas, otras varias:
e) Sus actitudes son las de sumisión a los dictados del mercado, asume los ideales neoliberales.
Busca seguridades: coche, ahorro, puertas, guardias, sexo. No quiere compromisos. Los demás o
le son útiles (esposa, hijos, amigos) o estorban. No cree en la gratuidad de las relaciones. Incapaz
de comprometerse con nada ni nadie que no de dinero. Quiere mantenerse libre-de pero no para
ser libre-para. Al no querer tensiones ni problemas, huye, se anestesia (sobre todo mediante la
actividad laboral). Consecuentemente, se siente mal en el tiempo libre porque le enfrenta a sí
mismo.
f) Sus creencias se han diluido. Ya no cree en las utopías y religión de cuando era joven. Ahora lo
ve como romanticismo ingenuo. No cree firmemente en nada para no tener que comprometerse
con nada de modo gratuito. Respecto de los valores personales es indiferente. No tiene ninguna
cosmovisión de conjunto, es decir, no hace suyos ningún sistema moral, ni político, ni unas ideas
religiosas. Identifica tener convicciones con ser un intolerante. Y por eso él mismo es relativista,
escéptico y acrítico. Mas con una excepción: cree en el economicismo neoliberal de modo ciego,
acrítico y fundamentalista. Cree en la productividad, en la competitividad, en la especulación.
Cree en todo lo que se puede comprar. Se auto-concibe como productor-consumidor. Compra y
adora los objetos de última moda. Por eso sus valores son su visa, su coche, su móvil, sus viajes,
sus fotos, sus fiestas. Él es lo que posee. Pero, en realidad, es poseido por lo que cree poseer.

3) ¡VAYA INDIVIDUO! : Lo que el individuo trae consigo.

a) ¿Cuáles son las consecuencias de esta opción vital? Disperso en la superficie de su vida, confiando su
consistencia al tener, solo, sumiso, acrítico, sin creencias ni compromisos, antes o después, termina por
desmoronarse psíquicamente. Porque la realidad es tozuda. Y como en esa situación antes descrita la
persona se encuentra con que carece de un horizonte por el que vivir, de un sentido vital, de un proyecto de
vida que vaya más allá de lo inmediato y de lo pragmático, termina por sentir que él mismo se ha perdido.
Pero, aún dándose cuenta de su situación, se niega a responsabilizarse de sus errores morales (que no quiere
percibir como tales): se niega a responsabilizarse de sí. Por ello, o bien trata de anestesiarse (con alcohol,
drogas, trabajo, sexo, televisión, internet, etc.) o se abandona inerme a su vacío existencial y se deprime. En
estos casos, muchos optan por asistir al psiquiatra o al psicólogo, no para buscar la raíz de su vacío, sino para
que lo cauterice y calme. Pero ocurre con alguna frecuencia que el propio psiquiatra no cree en la persona y
comparte con el individuo-paciente el mismo entramado de valores, la misma postura vital anestesiante y
nihilista. Por eso muchos terapeutas (??) se limitan a tratar el síntoma mediante fármacos anestésicos dejando
intacta la etiología profunda de los conflictos. Todo con tal de no invitar a su paciente a la responsabilidad, a
tomar las riendas de sí.

Por tanto, el resultado de esta dimisión personal, en el plano psicológico, es que el sujeto se viene abajo,
se desmoraliza, se angustia.

b) Esta angustia o desmoralización ha sido descrita como uno de los rasgos que definen la sociedad
actual. En este sentido dirá Victor Frankl10 que sabemos cómo vivir pero no para qué vivir. Esta pérdida de
apoyos y de firmezas sobre las que vivir, junto con el obligársenos a vivir a ritmo trepidante produce este
fenómeno de la angustia o, en términos de la logoterapia, neurosis noógena.

Tecnólatra, el individuo descubre finalmente que la técnica no le salva y tras la 'muerte cultural de Dios'
y la ausencia de cualquier ideal o mística, sólo le cabe sumirse en el narcisismo, que desembocará siempre en la
angustia, la depresión o en la autoanestesia (con alcohol, droga, fútbol, Internet, trabajo, sexo o Valium). Todas
ellas son formas de desmoralización. Porque todos estos fenómenos responden a algo mucho más radical.

Recordemos que la persona es aquel ser que tiene que hacer su propia vida. Y como la manera concreta
en que tiene que ir realizándose es un problema para sí mismo, su vida es inquietud11 (que no angustia). Situada
frente a la realidad, la persona se abre a ella para, a través de las posibilidades de realización que le ofrece, irse
haciendo plena. En su plenitud reside su felicidad. No existe sólo libertad-de, como pretendía Sartre, sino
también libertad-para12, libertad que se compromete. ¿Con qué? Con las posibilidades que descubre como
mejores para su plenificación. Esas posibilidades son los llamados bienes. Por consiguiente, no se quiere
cualquier cosa sino lo bueno, y lo bueno es lo que plenifica y, al ser apropiado, alegra. Pero también puede
brotar la tristeza como fruto de apropiarse la persona de aquellas posibilidades que satisfacen inmediatamente
pero no la construyen como persona. Es decir, es la manifestación del empobrecimiento por el que se opta. Pero
cabe aún otra posibilidad: la des-moralización, es decir la pérdida de sentido, del para qué de la propia vida
(situación ético-antropológica que podría llegar a dar lugar, en el plano psíquico, a la neurosis noógena).

En efecto, se puede dar la espalda a la realidad como fuente de posibilidades, cabe el ocluirse, el no
abrirse a esa fuente principal de sentido y posibilidades que son los demás. Así, paralizado, retraído a su puro
estado natural, abandonado a su 'vida estética', la persona se ve lanzada a actuar habiendo perdido el sentido de
por qué actuar. Su inquietud biográfica deja de ser tal para pasar a ser inseguridad, ansiedad.
De este modo el desmoralizado está en situación de impotencia13 .Deja así de apropiarse de
posibilidades que podría o debiera apropiarse, de modo que se va vaciando, empobreciendo, desintegrando,
desvinculándose de la realidad y perdiendo creatividad. La vivencia de este vacío, de esta parálisis, de esta
impotencia, es la esencia de la desmoralización, último destino del individuo que no haya huido de sí mediante
alguna forma de anestesia.

4) El individualismo.

Pero en nuestra sociedad no sólo se ha dado una degradación de la persona en individuo, sino todo un
êthos social o carácter moral colectivo que responde a estos mismos parámetros: es el individualismo.

Esta realidad social, tan definitoria de la sociedad neoliberal, economicista y burguesa contemporánea,
no es sino el fruto de la promoción social y cultural del individuo en el sentido preciso que lo hemos definido
aquí.

a) Para el individualismo, los otros o son ayuda para la propia realización o son obstáculos. El 'yo'
exige, ante todo, realizarse (postura recogida por los existencialistas y por Maslow). El infierno es el
otro (decía Sartre) si no coadyuva a este fin. Ya no hay, por tanto, ideales comunes. La persona
existe, al margen de toda comunidad (aunque viva con otros). Coexiste pero no convive.

b) El individualismo constituye, por otra parte, el último fruto cultural del liberalismo político unido a
un sistema de mercado que se ha impuesto como ideología única. El liberalismo, como sabemos, es
aquella doctrina política que defiende la igualdad ante la ley y pretende asegurar unas libertades
básicas.

# Consiste, teóricamente, en la defensa del individuo frente a la sociedad y el Estado. Pero esta
defensa a ultranza de lo individual acaba siendo un instrumento en manos del fuerte: una defensa
del individuo fuerte frente al otro, más débil o ajeno, de la propia realización a toda costa y sin
compromisos con otros. Es decir, el liberalismo desembocó históricamente en individualismo.
# La libertad de opción y la igualdad se convierten en el rechazo de toda necesidad, de toda
norma, de toda vocación, adhesión o fidelidad que ate. Al cabo, queda una libertad sin ataduras,
un individuo desnudo, rey de un corazón sin finalidad: Tal es, sin embargo, la aspiración
titánica del liberalismo; se ha apegado tan fuertemente a los valores de la liberación pura y
simple, sea cual sea su meta, que ha llegado a colocar la negativa por encima de la elección, la
indeterminación por encima de la adhesión, el capricho por encima de la fidelidad, el acto
inmotivado por encima de acto lleno de sentido14.
# Consecuentemente, lo que, en última instancia, promueve el individualismo, entendido como
sistema moral, es la felicidad, pero entendida ahora como bienestar, como un estar sin
tensiones15.

c) ¿Cuáles son los efectos del individualismo? La corriente ética llamada comunitarismo lleva a
cabo una de las críticas más demoledoras al liberalismo atendiendo a sus efectos. El comunitarismo
es una doctrina ética surgida en la década de los 80 del siglo XX en la que se afirma que toda
concepción del bien, la virtud, la felicidad y la vida buena, son siempre referentes a una determinada
comunidad y tradición. Sólo desde la propia tradición y desde la comunidad se hace inteligible la propia
identidad moral. La ética comunitaria critica al liberalismo porque promociona una sociedad
individualista, insolidaria, en la que se produce anomia en la identidad, desarraigo afectivo y un
empobrecimiento en las relaciones sociales y comunitarias. La enorme movilidad debida al trabajo, la
movilidad afectiva (separaciones y divorcios) o la movilidad política dan lugar a individuos
desarraigados, afectivamente inermes. La persona es un ser comunitario, y cuando le falta la comunidad,
sucumbe.

d) En esto coincide con el diagnóstico de otro reciente grupo de pensadores: los de la Escuela de
Francfort: Horkheimer, Marcuse o Habermas coinciden en que el individualismo, unido al
economicismo neocapitalista, han aplastado al propio individuo al que decían servir en principio. ¿Qué
es lo que ha postergado y cosificado a la persona?: los dictados del mercado. El individuo, reducido a
ser un peón productor y consumidor, una pieza móvil del engranaje productivo, sacrifica todo (familia,
tiempo, salud), en aras de este sistema economicista. Al final, su tiempo, su ocio, sus relaciones, sus
acciones, se han cosificado, son tasadas como mercancías. Todo, incluso él mismo, se mide por su valor
de uso. El individuo ha desaparecido convertido él mismo en mercancía16. El sistema económico
neoliberal ya no sirve a las necesidades del individuo sino que es éste el que sirve dócil y ciegamente al
sistema. Si en el siglo XIX se predicó la muerte de Dios, en el XX es la persona quien ha muerto17.

5) La persona

A diferencia del individuo, la persona, desde la unificación y sentido que propicia el


descubrimiento y experiencia de su vocación, es "señorío y elección, es generosidad" (MSP 627),
superación y desprendimiento (MSP 631).

a) Frente a la dispersión del individuo, la persona es dominio de sí, conquista de sí, pero no para
vivir para sí. Por eso, el primer deber de la persona no es salvar su persona sino comprometerla
(con otros, en la acción, a favor de la vocación propia y de los demás, asegurándoles un mínimo
material). La libertad la emplea en adherirse a personas y valores personales: corre el riesgo del
amor. Así, la vida de la persona es presencia y compromiso18. Pero para serlo, decíamos,
necesita estar unificada desde su intimidad por su vocación19.

b) Desde su vocación, desde su particular llamada a ser persona, la persona se unifica y se hace
fecunda. Pero es tarea primordial de la persona la búsqueda y ejecución de esta vocación20. La
familia, al igual que el Estado, el Derecho o la economía deben estar al servicio de la
protección y promoción de la vocación de la persona. Pero no pueden substituirla: "sólo la
persona encuentra su vocación y hace su destino. Ninguna otra persona, ni hombre ni
colectividad, puede usurpar esta carga"(MSP 630).

c) La persona realiza esa vocación dándose, comunicándose a otros, sin caer en la tentación del
repliegue. Y, por la comunicación, se abre a la comunidad. Así entendida, la persona genera
comunidad, pues "no se encuentra sino dándose" (MSP 636), mediante un doble dinamismo de
acogida y donación. En ello radica su riqueza, pues "solamente nos encontramos al perdernos;
sólo se posee lo que se ama (...) Sólo se posee lo que se da" (RPC 194). Realizando su vocación,
acogiendo y donándose, la persona se hace creativa.

d) Así las cosas, podemos intentar describir, que no definir, la persona como aquella realidad valiosa
por sí misma (digna), espiritual y de carácter psicosomático (esto es, con interioridad y
exterioridad), sexuada, abierta al cosmos, a las demás personas (en su dimensión individual, social e
histórica) y a la trascendencia, que constituye una tarea para sí misma. Esta autorrealización la lleva
a cabo mediante proyectos que elabora desde un sentido que descubre para su vida, a partir de las
posibilidades que se le ofrecen, apoyado e impelido por las cosas, las demás personas y la
trascendencia. En este sentido, la persona es realidad dialógica y relacional de modo que para
realizarse y llegar a la plenitud lleva una vida personal y comunitaria. Esta vida comunitaria se
realiza mediante los encuentros interpersonales, los cuales son posibles porque la persona es el
único ser que es capaz de salir de sí, ponerse en el punto de vista del otro, tomarlo sobre sí, donarse
a él y permanecerle fiel.

6) Pero si la persona es esto, ¿cómo podemos recuperar a la persona de su individualismo?

Así las cosas, parece patente que se nos invita a una gran tarea: recuperar a la persona del individuo
en que ha degenerado, desarrollando así una cultura personalista y comunitaria. Señala Mounier que "la
persona no crece sino purificándose incesantemente del individuo que hay en ella. No se logra a fuerza de
atención sobre sí, sino por el contrario, tornándose disponible"21 ¿Y como se hace esto? Mounier también
aporta unas líneas claras de acción:
a) Se recupera a la persona purificándola de lo individual, lo que comienza con la toma de
conciencia de que estamos perdidos en el exterior, expulsados de nosotros mismos,
prisioneros de nuestros apetitos, relaciones, del mundo que lo distrae. Vida inmediata, sin
memoria, sin proyecto, sin dominio, es la definición misma de la exterioridad (P, 485).
b) Romper con el exterior, retirarse, hacer silencio. Esta actitud permite romper con las
distracciones exteriores y recuperar las voces interiores, que son las que permiten a la persona
volver a tomar conciencia de su vocación. Lo que se busca, con este silencio y este retiro, es
recuperar el secreto interior, la cifra de la propia persona. Se trata de recuperar las fuentes
interiores como lugar fontanal del sentido de la persona.
c) Tras esto, esta recuperación supone una conversión, un cambio en el corazón en el que se dejan
los valores no arraigados en la persona, y se opta por los que hacen crecer a la persona. Esta
conversión tiene una dirección bien precisa: de lo exterior a lo interior y de lo interior a lo
trascendente y comunitario.
d) Esta conversión permite recuperar a la persona. Y esto significa que se recupera su vocación en
tanto que llamada que permite unificar a la persona y llevarla más allá de sí misma, indicándole
su lugar en la comunión universal.
e) Plegarse para recuperarse y desplegarse.
El repliegue en el interior no supone huida ni reposo sino tensión, experiencia de desposesión y
desvalimiento, de riesgo y fragilidad. Se trata de recuperarse a sí en un doble movimiento de
negación de sí y afirmación del otro, de concentrarse para desplegarse, empobrecerse para
enriquecerse. Persona es, por tanto, la que corre el riesgo del amor, la que es capaz de donación
y acogida. La persona sólo se encuentra dándose. Sólo se recupera perdiéndose.
f) Recuperar a la persona es recuperar, también, su dimensión comunitaria: la persona sólo se
encuentra a sí en la comunidad. Por eso debe purificarse del individuo para vivir inserto (no
disuelto) en la comunidad, viendo sus problemas desde ella. ¿Qué exige esto?: la apertura de la
persona a los otros y al Otro. Sólo desde la apertura a lo comunitario la persona es capaz de dar-
de-sí. Desde una experiencia elemental e inmediata, lo que constatamos es que la esencia de la
persona es dinámica y que el dinamismo más íntimo de la persona es el de crecer hacia su
plenitud, dar-de-sí, aspiración a existir en plenitud o voluntad de ser22. Y esto ocurre en la medida
en que va actualizando sus potencialidades de crecimiento y creatividad, se abre a la realidad,
descubre un sentido, pone en orden todas sus dimensiones y se cura de todo lo que bloquea esta
aspiración. Ahora bien: todo esto sólo ocurre en el encuentro con los otros y con el Otro en tanto
que son impulsantes, posibilitantes y soporte biográfico. En este sentido, la posibilidad radical es la
de ofrecer un sentido para vivir. Y en esto consiste la segunda constatación: el viaje hacia la
plenitud siempre se hace mediante la apertura a la trascendencia y a la fraternidad. Desde lo
íntimo se descubre la necesidad de la relación con los otros como esencial. Sólo en el Encuentro
fecundo con el otro y con el Otro, es posible la plenitud personal. Sólo en la donación al otro y al
Otro es posible la plenitud personal.

Xosé Manuel DOMÍNGUEZ PRIETO es Doctor en Filosofía y miembro del Instituto Emmanuel Mounier.

SIGLAS de las obras de Mounier citadas

MSP: Manifiesto al servicio del personalismo. Sígueme, Salamanca 1992, tomo I de las OBRAS
COMPLETAS pp579-756
RPC: Revolución personalista y comunitaria. Sígueme, Salamanca 1992, tomo I de las OO.CC, pp159-
500
P: El personalismo. Sígueme, Salamanca 1990, tomo III de las OBRAS COMPLETAS pp449-550
PCPH: De la propiedad capitalista a la propiedad humana . Sígueme, Salamanca 1992, tomo I de las
OBRAS COMPLETAS pp 501-578

NOTAS
1 El vocablo 'ética'¸ procede del término griego 'êthos' que significa 'modo de ser' o 'carácter'. Ya desde Aristóteles la ética es
concebida como una reflexión sobre la construcción del carácter moral. El lector interesado puede profundizar en esta sugerente
concepción de la ética en alguno de los siguientes textos:
- ARANGUREN, José Luís L.: Ética. Revista de Occidente, Madrid 1976(6ª edición). Primera parte, capítulo 2; segunda parte,
capítulos 1, 2 y 23.
- ZUBIRI, Xavier: Sobre el hombre. Capítulo VII: 'El hombre, realidad moral'. Alianza Editorial, Madrid 1986.
- CORTINA, Adela y MARTÍNEZ, Emilio: Ética. Akal, Madrid 1996. Capítulo I: Él ámbito de la filosofía práctica.

2 Cfr. ARISTÓTELES: Ética a Nicómaco, capítulos II a VII

3 La inseparable relación entre libertad y responsabilidad en la persona es una de las aportaciones más valiosas que a la antropología
ha hecho Viktor E. Frankl y la logoterapia. Puede encontrarse una exposición clara y sabrosa en NOBLEJAS, Mª Ángeles: Palabras
para una vida con sentido. Desclée De Brouwer, Bilbao, 2000. Capítulos I y II.

4 Recogemos el término en el sentido preciso en que lo emplean Ortega, Zubiri y Aranguren. Hablan estos pensadores españoles de
desmoralización en contraposición al estar en 'buena forma' moral. Afirma Ortega, y recoge Aranguren en su Ética (op. cit. p.53) que
un hombre desmoralizado es simplemente un hombre que no está en posesión de sí mismo, que está fuera de su radical autenticidad
y por ello no vive su vida, por ello no crea, ni fecunda, ni henche su destino.
También Zubiri utiliza el término, en el sentido propuesto, en Sobre el sentimiento y la volición. Alianza Editorial, Madrid 1992,
pp. 267, 400-401.

5 No resultará baladí aclarar, dado que el término 'individuo' es polisémico y de uso coloquial frecuente, a qué acepciones del mismo
no nos referimos. Ante todo, tenemos que distinguir la acepción concreta que le confieren algunos personalistas de las acepciones
más cotidianas. Así, en nuestro empleo del término 'individuo' no nos referimos a un miembro singular dentro de una especie o
género. Tampoco 'individuo' tiene, en este contexto, el sentido peyorativo de referirse a 'un cualquiera'. Y, por supuesto, tampoco es
sinónimo de 'persona'. Por último, señalemos que esta acepción personalista difiere de la empleada en la filosofía griega (individuo
como lo opuesto a lo universal), en la filosofía tomista (individuo como lo incomunicable e irrepetible que existe por sí mismo).
Digamos también que aunque esta doble posibilidad radical, persona e individuo, está estudiada de modo explícito por algunos
pensadores personalistas, en el siglo XX, la distinción está ya presente a lo largo de la historia del pensamiento, especialmente en los
existencialistas. Así, distinguía Kierkegaard entre vida estética y vida ética o Heidegger entre vida auténtica e inauténtica. Para
profundizar más sobre el sentido preciso que aquí le queremos dar a los términos 'persona' e 'individuo' proponemos la consulta de las
voces 'individuo', 'persona' y 'personalismo' del Diccionario de Pensamiento Contemporáneo. Dir. Mariano Moreno Villa. Ed. San
Pablo. Madrid 1997.

6 Designamos con el término 'personalismo' aquellas corrientes filosóficas que afirman la primacía de la persona sobre cualquier
otra realidad, y la toman como eje de sus reflexiones. No es tanto un sistema como una perspectiva desde la que se abordan los
problemas. Pero una perspectiva filosófica, en la que se atiende a la teoría y a la praxis, y en la que la persona es tomada en su
singularidad y en su dimensión comunitaria, como seres libres y creadores. En concreto, nos referimos al pensamiento de un
conjunto de filósofos del s. XX entre los que destaca primero Emmanuel Mounier y el grupo formado en torno a la revista Esprit y al
que se pueden adscribir otros pensadores como Marcel, Scheler, Buber, Ebner, Landsberg, Nedoncelle, Weil, Levinás, Ricoeur,
Lacroix y, en España, Carlos Díaz, todos los pensadores vinculados al Instituto Emmanuel Mounier y, de un modo lato, José Luis L.
Aranguren, Laín Entralgo y Julián Marías.

7 Ejemplos de formas de dispersión: hacer del fútbol, la televisión, el internet, las modas, la continua diversión mojada en alcohol, el
argumento vital o, al menos, del tiempo libre, que es el tiempo en que la persona dispone más plenamente de sí.

8 Cfr. MSP 627

9 Cfr. RPC 191

10 Cfr. FRANKL, Victor: El hombre en busca de sentido. Herder, Barcelona 1991, Parte II: 'Principios de logoterapia' passim.
Especialmente p.104
Esta idea es una de las más extendida por toda la obra del afamado psiquiatra. Por ejemplo, se puede encontrar también en
La psicoterapia al alcance de todos. Herder, Barcelona 1990, Cuarta Edición, pp. 13-25 y, especialmente, el capítulo XVII, 'La
angustia del hombre ante sí mismo'. Según Victor Frankl, la angustia tiene como radical motivo la ausencia de un sentido existencial.

11 Cfr. ZUBIRI, Xavier: El hombre y Dios. op. cit. p.52. Se trata según Zubiri, de tener que ser absoluto sin saber muy bien cómo
serlo.

12 Cfr. ZUBIRI, Xavier: Sobre el sentimiento y la volición. Alianza Editorial, Madrid 1992, pp. 87-92

13 Cfr. Idem. p. 398

14 Emmanuel Mounier: Personalismo y cristianismo. Ed. Sígueme, Salamanca, 1992. Tomo I de las OOCC. pp. 875-876

15 Pero como mostró V.Frankl en El hombre en busca de sentido, justo la persona crece gracias a sus tensiones y, si estas
desaparecen, se desmorona: Considero un concepto falso y peligroso para la higiene mental dar por supuesto que lo que el hombre
necesita ante todo es equilibrio o, como se denomina en biología 'homeostasis'; es decir, un estado sin tensiones. Lo que el hombre
realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena. Lo que precisa no es
eliminar la tensión a toda costa, sino sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla" (FRANKL,
Viktor E.: El hombre en busca de sentido. Herder, Barcelona 1991, 12ª edición. pp. 104-105).
Pero, como ya hemos señalado en el presente trabajo, si la persona se desmorona, se desmoraliza por falta de horizonte y
compromiso, nunca puede ser solución enfriar o disfrazar el sentimiento de culpa o el malestar. Las terapias somáticas y
psicoanalíticas curan síntomas pero no a la persona. En realidad, como enseña la logoterapia, y el sentido común, la persona sólo se
(re)construye desde un horizonte de sentido, desde un sistema de valores y nunca anestesiando sus culpas o adormeciendola con
Tranquimacín, tila alpina,Valium o Prozac.

16 A esta reducción mercantilizante, recogiendo el término del marxista Lukács, se le denomina reificación.

17 Incluso hay filosofías, como el estructuralismo, que afirman explicitamente la desaparición del sujeto humano, la muerte del
hombre. En fin: 'Dios ha muerto. El hombre ha muerto y yo mismo no me encuentro ya nada bien'.

18 Cfr. MSP 628

19 Cfr RPC 212: Para Mounier la persona presenta tres dimensiones: encarnación, vocación y comunicación.

20 Cfr. MSP 630

21 P, 474

22 El dinamismo básico de la persona es la aspiración a existir en plenitud en cierto modo semejante a la aspiración de perfección
de toda substancia en Aristóteles, al deseo de ser en si y para sí de Sartre, o la tensión hacia el Bien de Platón.

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