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Década de 1940
Gobierno de los presidentes
Manuel Ávila Camacho (1940-1946)
y Miguel Alemán Valdés (1946-1952)

H ISTOR IA

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Secretaría de Cultura

Secretaria de Cultura
María Cristina García Cepeda

Instituto Nacional de Estudios


Históricos de las Revoluciones de México

Directora General
Patricia Galeana

C onsejo T écnico C onsultivo


Luis Barrón Córdova Ricardo Pozas Horcasitas
Fernando Castañeda Sabido Salvador Rueda Smithers
Ana Carolina Ibarra González Rubén Ruiz Guerra
Luis Jáuregui Frías Enrique Semo Calev
Erika Pani Bano Gloria Villegas Moreno

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Década de 1940
Gobierno de los presidentes
Manuel Ávila Camacho (1940-1946)
y Miguel Alemán Valdés (1946-1952)

H ISTOR IA DE L T IE MP O PRESENTE

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Primera edición, inehrm, 2018.
Producción:
Secretaría de Cultura
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México
D.R. © Patricia Galeana, presentación
D.R. © 2017 de la presente edición
Secretaría de Cultura
Dirección General de Publicaciones
Paseo de la Reforma 175,
Colonia Cuauhtémoc, C.P. 06500,
Ciudad de México.
Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad
del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones
de México de la Secretaría de Cultura.
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total
o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos
la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación,
sin la previa autorización por escrito de la Secretaría de Cultura
/Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
ISBN: 978-607-XXXX-XX-X, Década de 1940. Gobierno de los presidentes Manuel Ávila
Camacho (1940-1946) y Miguel Alemán Valdés (1946-1952)
Impreso y hecho en México

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Contenido

Presentación
Patr icia G aleana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México

Contexto Internacional
Walter A stié-Burgos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Segunda Guerra Mundial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9


Los sistemas totalitarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
El presidente Lázaro Cárdenas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
La brillante diplomacia mexicana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
El presidente Manuel Ávila Camacho. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Fuentes consultadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Situación política y reformas constitucionales


M ar io Virgilio Santiago Jiménez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Antecedentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
El paso del cardenismo a la unidad nacional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
De la unidad nacional a la modernización.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Fuentes consultadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

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8 • CONTENIDO

Situación económica
I sabel Avella A laminos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Fuentes consultadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Situación social
M ar io Virgilio Santiago Jiménez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Nuevos mexicanos de viejas costumbres.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Y entonces, ¿qué somos?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Fuentes consultadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Ciencia y tecnología
Juan José Saldaña G onzález. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Fuentes consultadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

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Presentación

Patricia Galeana
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México.

• 9 •

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10 • PRESENTACIÓN

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PATRICIA GALEANA • 11

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12 • PRESENTACIÓN

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Contexto internacional

Walter Astié-Burgos

Segunda Guerra Mundial

E l acontecimiento internacional más importante en la dé-


cada del cuarenta es la Segunda Guerra Mundial. Algu-
nos datos indican su magnitud: en la primera conflagración
global murieron alrededor de 22 millones de personas, en
tanto que en la segunda más 55 millones.1 Este acentuado
contexto bélico inevitablemente influyó a México. A conti-
nuación se indicarán las causas que llevaron a nuestro país a
ser un beligerante en la Segunda Guerra Mundial.
Desde el siglo xvi el mundo comenzó a globalizarse de-
bido a la expansión europea hacia otros continentes, lo que
derivó en la creación de grandes imperios coloniales. A la par
de este proceso surgió la idea de que un país fuera el líder
de todos, es decir, que existiera un gobierno mundial para
evitar confrontaciones entre las potencias. No obstante, esto
provocó mayores conflictos y, siglos más tarde, guerras mun-

1
Carl Gimberg, Historia Universal: el siglo del liberalismo, t. IX, pp. 130-140.

• 13 •

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14 • CONTEXTO INTERNACIONAL

diales. La idea de la supremacía mundial fue persistente, ya


que estuvo en la mente del emperador Carlos V, del rey Luis
XIV y de Napoleón. Todos ellos, en diferentes épocas, aspi-
raban a ser árbitros de la política europea, lo que implicaba
serlo también a nivel mundial.
Después del fracaso de Napoleón, se registró un nuevo
intento de conquista mundial que estuvo a cargo del nuevo
Imperio alemán. Aunque sólo logró la unificación nacional
hasta la segunda mitad del siglo xix. Una de las principales
razones que habían impedido dicha unión fueron los con-
flictos entre los propios estados alemanes y también la opo-
sición de otras naciones rivales.
El Congreso de Viena, que se convocó tras la derrota
de Napoleón, reagrupó a los pequeños estados alemanes en
sólo treinta y ocho —actualmente se llama landen en la Re-
pública Federal de Alemania— y formaron la Confederación
Germánica, que simbólicamente era presidida por el Imperio
austrohúngaro.
Uno de los principales opositores de la unificación ale-
mana era Francia, ya que históricamente contendió por tener
la supremacía en Europa, por ejemplo, en el siglo xvi desató
una incesante una lucha contra Carlos V y su hijo Felipe II.
Siglos más tarde, esa ambición desembocó en el enfrenta-
miento con Gran Bretaña, al que no le convenía tener otro
país unificado en sus fronteras con el cual competir, por lo
que sistemáticamente se esforzó en mantener a los estados
alemanes divididos.
Cuando el Reino de Prusia se convirtió en la entidad
más poderosa y avanzada de la Confederación Germánica,
se enfrentó y derrotó a Francia en la guerra franco-prusiana
de 1870-1871 para que dejara de inmiscuirse en los asuntos
alemanes.

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En el transcurso de dicha guerra, en enero de 1871,


los alemanes se unificaron en el propio Palacio de Versalles
mientras se sitiaba la ciudad de París y el rey prusiano Gui-
llermo I se convertía en el primer káiser del nuevo y formida-
ble Imperio alemán. Dicho acto, la derrota militar, el desfile
de las tropas germanas por los Campos Elíseos, la pérdida
de Alsacia y Lorena, y las reparaciones de guerra que Berlín
impuso fueron una gran humillación para los franceses, lo
cual tendría funestas consecuencias en el siglo xx.2
La ambición de consolidar su supremacía europea y
mundial llevó al Imperio alemán a desatar la Primera Guerra
Mundial, de 1914 hasta 1918, y aunque forjó una podero-
sa alianza con los imperios austrohúngaro y otomano, fue
derrotado por la Triple Entente formada por Gran Bretaña,
Francia y Rusia, a la que más tarde se sumó Estados Unidos.
Por primera vez en la historia tuvo que intervenir una po-
tencia extra continental en un conflicto europeo y su partici-
pación fue decisiva: si Estados Unidos no se hubiera involucra-
do, Alemania hubiera ganado la guerra. A partir del siglo xvi
las potencias del viejo continente dirigieron la política mun-
dial de manera absoluta, pero con el primer conflicto global
la situación cambió radicalmente, puesto que los europeos co-
menzaron a perder la supremacía. En realidad, nadie derrotó
a los europeos ni les hizo perder la hegemonía, si no que sus
propias incesantes confrontaciones los llevó al declive.
Estados Unidos comenzó a figurar como el gran árbi-
tro de la política mundial y potencia global, lo que no era
un resultado buscado ni perseguido, sino que ocurrió como
consecuencia de las situaciones que propiciaron los propios
europeos.

2
Henry Kissinger, Diplomacy, pp. 239-240.

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16 • CONTEXTO INTERNACIONAL

La Gran Guerra ocurrió entre 1914 y 1918, y como Esta-


dos Unidos ingresó a la misma hasta 1917 contó con la enor-
me ventaja de entrar fresco y poder desarrollar su inmensa
capacidad industrial por las demandas bélicas que confrontó.
Su participación inclinó la balanza en favor de Gran Bretaña,
Francia, Rusia y los demás países que se aliaron a ellos, por lo
que al ser vencedor, el presidente Woodrow Wilson fijó los tér-
minos de paz plasmados en el Tratado de Versalles de 1919.3
En realidad, nunca hubo una negociación como tal para
el cese de las hostilidades, sino que se exigió la rendición
incondicional de Alemania. Tomando en cuenta el enorme
rencor que existía en la opinión pública contra Alemania por
haber desatado el brutal conflicto, el presidente Wilson, el
primer ministro de Francia, Georges Clemenceau, y el pri-
mer ministro de Inglaterra, Lloyd George, decidieron los
términos de paz en las negociaciones que se realizaron en
el Palacio de Versalles. Aunque algunas veces solicitaron la
opinión del primer ministro de Italia, Vittorio Emanuel Or-
lando, en realidad prevalecieron las decisiones que tomó Es-
tados Unidos.
Desgraciadamente, Francia buscó la revancha por las
humillaciones de Alemania a raíz de la mencionada guerra
1870-1871 y se impuso con las brutales reparaciones de gue-
rra. Simplemente redactaron entre ellos el tratado de paz
y obligaron a los alemanes a firmarlo. El gran economista
británico John Maynard Keynes lo tildó como “el maldito
tratado”, porque advirtió que no cimentaría la paz, sino que,
al contrario, crearía condiciones sumamente adversas que
conducirían a otra guerra.

3
Ibidem, pp. 230-240.

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WALTER ASTIÉ-BURGOS • 17

El tratado básicamente recogió los famosos 14 puntos


que el presidente Wilson delineó para forjar el nuevo orden
mundial de la posguerra, los cuales fueron incorporados al
mencionado Tratado de Versalles. Entre otras cosas, se esta-
bleció el fin de la diplomacia secreta; la libertad de comer-
cio y navegación; la desaparición de las barreras económicas;
la restitución de la soberanía a Bélgica —invadida por los
alemanes—; la devolución de Alsacia y Lorena a Francia; la
independencia de los países que formaban parte del Imperio
austrohúngaro, lo que implicaba su desaparición como fuer-
za estabilizadora en el centro de Europa; la independencia
de los países sometidos al Imperio otomano, ya en decaden-
cia; la concesión de la soberanía a Polonia, etcétera.
El problema fue que Estados Unidos decidió los asuntos
europeos a partir de las realidades del continente americano,
ajenas y distintas a las del europeo. Como no conocía bien
las realidades geopolíticas de Europa, se cometieron muchos
errores y no se crearon las condiciones propicias y necesarias
para una paz permanente y duradera.
El tratado también estipuló la desaparición del Imperio
alemán, que en su lugar creó la débil y frágil República de
Weimar. Estados Unidos necesitaba implantar la democracia
a sus condiciones, pero no reflexionó mucho sobre la im-
posibilidad de que un país derrotado, en la ruina y con una
población que padecía hambre pudiera convertirse automáti-
camente en democracia.
Alemania igualmente perdió, o más bien le quitaron, 13
por ciento de su territorio, es decir, las colonias que tenía en
África y que había adquirido en el siglo xix cuando se con-
virtió en Imperio. Se redujeron los efectivos de su ejército
y se le prohibió tener armamento ofensivo. Tampoco podía
tener submarinos ni portaaviones. Las cargas económicas

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18 • CONTEXTO INTERNACIONAL

fueron brutales y tuvo que pagar reparaciones de guerra a


sus enemigos por cinco mil millones de dólares, además de
indemnizaciones a las poblaciones de los países afectados.
Asimismo, se le confiscaron siete mil millones de dólares
que tenía en bancos extranjeros y patentes de medicamentos,
como la aspirina de Bayer.
En consecuencia, Alemania vivió uno de los peores episo-
dios de su historia: después de haber sido la primera potencia
de Europa, la orgullosa Alemania se convirtió en un país de
pobres. Una libra de pan llegó a costar tres mil millones de
marcos y el tipo de cambio fue de un dólar por un millón de
marcos, registrándose una hiperinflación sin precedente en la
historia. Las imprentas no se daban abasto para producir tan-
tos billetes y acabaron imprimiéndolos sólo de un lado.
Evidentemente, la situación no iba a durar mucho. ¿De
dónde iban a sacar dinero para pagar las indemnizaciones?
Alguien tuvo que prestarles ese dinero y el único país capaz
de hacerlo fue el que emergió como la nueva gran potencia:
Estados Unidos.
Así surgió un círculo vicioso: los estadunidenses pres-
taban dinero a los alemanes para que pagaran a Francia e
Inglaterra las reparaciones de guerra que se les impusieron.
A su vez, estos países lo utilizaban para pagar a Washington
las deudas que contrajeron durante la guerra y, ese mismo
dinero, los estadunidenses se lo prestaban a Alemania. Llegó
un momento en que Berlín no pudo seguir endeudándose
más y se detuvo ese círculo vicioso, lo cual fue una de las
causas de la Gran Depresión de 1929.
Otro problema fue que los arreglos geopolíticos de la
paz fueron pésimos. El Imperio austrohúngaro estaba con-
formado por Checoslovaquia, Hungría, Austria, Rumania,
Bulgaria, Polonia, etcétera, pero con el Tratado de Versalles

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adquirieron su independencia, por lo que Alemania quedó


rodeado de nuevos débiles e inexpertas naciones indepen-
dientes incapaces de servir como muro de contención para
sus futuras expansiones territoriales.
Tan pronto como Alemania se recuperara económica, po-
lítica y militarmente, contaría con condiciones geopolíticas
más favorables para volverse a expandir por Europa Central.

Los sistemas totalitarios

Para muchos historiadores hubo sólo una Gran Guerra di-


vidida en dos etapas, puesto que la nefasta forma en que se
resolvió la paz en la primera creó las condiciones para que
estallara la segunda.
El nuevo orden geopolítico y la depresión de 1929 tra-
jeron consigo pobreza, hambre, desempleo, estancamiento,
hiperinflación, huelgas, golpes de Estado, disturbios, inesta-
bilidad, etcétera. A inicios de siglo, después de haber tenido
la Belle Époque —periodo de mayor esplendor político, eco-
nómico y cultural—, Europa estaba en la ruina. Esa terrible
situación fue el caldo de cultivo propicio para el surgimiento
de los grandes partidos de masas con ideologías radicales,
tanto de derecha como de izquierda, de los cuales emergió
en nuevo fenómeno político del totalitarismo.
Esos gobiernos totalitarios tenían un control total sobre
la población, los que antes eran monarquías parlamentarias
o democracias, se transformaron en dictaduras fascistas au-
toritarias que se impusieron mediante la represión, el espio-
naje, la propaganda, el terror y la difusión de mentiras. Los
nuevos regímenes que funcionaron con base en el miedo y
terror —Hitler, Mussolini o Franco—, también los hubo en

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20 • CONTEXTO INTERNACIONAL

países como Hungría, Rumania o Checoslovaquia.4 Sin em-


bargo, al tiempo que reprimieron la disidencia y oposición
con su sistema autoritario, lograron levantar la economía de
sus países, tuvieron un apoyo incondicional de las masas.
Adolf Hitler logró sacar a Alemania de la miseria y la
ruina, pero a cambio de ello la población tuvo que renunciar
a sus libertades y apoyar los descomunales proyectos bélicos
del Führer. Inventar enemigos y distorsionar las realidades
con mentiras y engaños formó parte de la pavorosa campaña
propagandista de los nazis para controlar a la población. Por
ejemplo, se responsabilizó a los judíos de haber ocasionado
que Alemania perdiera la guerra y con ello no sólo el pue-
blo alemán y sus dirigentes tuvieron un enemigo en común
al cual combatir —comunistas, ingleses y franceses—, sino
que fue el pretexto para apoderarse de todo lo que tenían
y convertirlos en esclavos laborales. De ese modo, los nazis
obtuvieron buenos recursos que les permitieron impulsar la
economía de guerra de Hitler.
En el plano externo, Hitler se alió a dirigentes, como
Mussolini y Franco, con una ideología afín a la suya. En
Italia, la situación también fue de miseria y pobreza después
de que concluyó la Primera Guerra Mundial, lo que facilitó
que el movimiento fascista encabezado por Benito Mussolini
llegara al poder y derrocara la monarquía. El rey Víctor Ma-
nuel III pasó a ser un títere de Mussolini y asumió el mando,
creando el primer partido fascista en Europa, el cual sirvió
de modelo para otros países. En España, Franco provocó
una guerra civil en contra de la república que había sucedido

4
Francoise Furet, El pasado de una ilusión: ensayo sobre la idea comunista
en el siglo xx, pp. 70-75.

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a la monarquía, y logró imponerse militarmente con la ayuda


de Hitler y Mussolini.
En virtud de que Hitler sostenía que la mala situación
que vivía Alemania era el resultado de las cargas y restric-
ciones que le impuso el Tratado de Versalles, se propuso re-
pudiarlo para que el país volviera a ser una nación prospera,
avanzada y poderosa. Sin embargo, no sólo procedió a des-
hacer los arreglos geopolíticos que él mismo impuso —ocu-
pación del Rhineland en 1936, franja fronteriza desmilitari-
zada entre Alemania y Francia destinada a evitar fricciones
entre los dos—, sino que inició una aguerrida campaña mi-
litar de conquista a nivel mundial.
Nadie obstaculizó sus primeros movimientos, pero en
1937 logró consolidar el Eje Berlín-Roma-Tokio, puesto que
necesitaba el apoyo de Italia y Japón para materializar sus
locuaces planes de conquista mundial. Desde hacía algunos
años, el país del sol naciente se había convertido en una dic-
tadura militar que tenía la intención de apoderarse de to-
das las colonias europeas en el sudeste asiático: Indonesia,
Camboya, Vietnam, incluso Australia y Nueva Zelanda. En
1938, se anexó Austria, porque ahora Alemania era la cabeza
de la civilización germana y ya no la pobre Austria que esta-
ba en decadencia. Se llevó a cabo la llamada Anschluss y en
1939, igualmente, invadió Checoslovaquia y Polonia.
Alemania no podía invadir Europa Occidental —léase
Bélgica, Holanda, Dinamarca, Noruega y Francia— y al
mismo tiempo atacar a Unión Soviética, pero siguió la es-
trategia de neutralizar a Moscú, firmando el Pacto Ribben-
trop-Mólotov o Tratado de No Agresión. En éste, Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss) se comprometía a
proveer a Alemania de los recursos naturales que necesitara,
por ejemplo: carbón, petróleo, gas y otros minerales. A cam-

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22 • CONTEXTO INTERNACIONAL

bio, Alemania, que estaba bastante desarrollada tecnológica-


mente, le proporcionaría a Stalin dinero, préstamos, tecno-
logía y armas. Este tratado también incluyó la repartición de
Polonia entre los dos, pero lo que Stalin no tomó en cuenta
fue que, independientemente de las ganancias territoriales,
se estableció una frontera directa entre Alemania y urss,
lo cual facilitaría el avance alemán. El Pacto Ribbentrop-
Mólotov fue una alianza entre el fascismo de ultraderecha y
el comunismo de extrema izquierda, algo totalmente antina-
tural, pero en ese momento conveniente para ambas partes.
En 1940, los nazis invadieron Francia a través de Bélgi-
ca, 60 por ciento del territorio galo estuvo dominado por
Alemania. Los franceses poco pudieron hacer; resistieron,
pero fueron derrotados, y 40 por ciento del territorio res-
tante fue un “Estado libre” gobernado por el viejo mariscal
Philippe Pétain, colaborador de Hitler, con capital en la ciu-
dad de Vichy. Este régimen se dedicó a perseguir a todos los
judíos franceses y mandarlos a los campos de concentración.
Nadie, ni los imperadores romanos ni Napoleón habían
logrado un dominio tan grande de Europa como el que tuvo
Hitler. Los únicos que quedaron excluidos fueron Suecia,
que se declaró neutral; España, porque era aliado incondi-
cional de Hitler, y Portugal, cuyo gobernante estaba vincu-
lado a los países del Eje. Militarmente sólo Gran Bretaña y
urss detuvieron el avance nazi.

El presidente Lázaro Cárdenas

Frente a este dramático contexto internacional, México no


pudo permanecer indiferente, por lo que a los presidentes
Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho les tocó dar una
respuesta. Cuando el general Cárdenas ocupó la Presiden-

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cia en 1934, se propuso revivir las metas nacionalistas de la


Revolución Mexicana que, al paso del tiempo y sobre todo
durante el Maximato, se habían ido diluyendo.
Plutarco Elías Calles gobernó de 1924 a 1928, pero al
terminar su mandato, como no se podía reelegir, gobernó
a través de tres presidentes subrogados: Pascual Ortiz Ru-
bio, Abelardo Rodríguez y Emilio Portes Gil. Se le llamó el
Maximato porque Calles era el jefe máximo de la Revolución
que en realidad gobernaba. Cuando Abelardo L. Rodríguez
terminó su periodo, el general Cárdenas fue propuesto por el
propio Calles. Cárdenas, astutamente, dejó entrever que se-
ría el cuarto presidente títere bajo la autoridad del jefe máxi-
mo. Sin embargo, cuando fue elegido y afianzó su poder, se
deshizo de Calles y lo expulsó a Texas.5
Cárdenas se propuso hacer efectivo el artículo 27 consti-
tucional, el cual establecía la propiedad de la nación sobre los
recursos naturales. Esta disposición existía desde 1917, pero
los gobiernos anteriores, frente a las presiones de Estados
Unidos, no la habían aplicado cabalmente. Las concesiones
petroleras otorgadas antes de ese año no fueron modifica-
das ni menos revocadas, pues se argumentó que no tenía un
efecto retroactivo. Cárdenas decidió dar una solución defini-
tiva a este espinoso problema que se venía arrastrando desde
que se aprobó la nueva Constitución del país para recuperar
finalmente el dominio y control de los recursos petroleros
de la nación.
El gran proyecto nacionalista de Cárdenas se vio favo-
recido por la situación externa, pues la llegada de Franklin
D. Roosevelt a la Presidencia de Estados Unidos impulsó la
Política del Buen Vecino, así que le facilitó la tarea. Roose-

5
Daniel Cosío Villegas (coord.), Historia General de México, pp. 130-135.

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24 • CONTEXTO INTERNACIONAL

velt vio que la situación europea se enfilaba hacia una nueva


guerra e inevitablemente su país tenía que volver a partici-
par, puesto que no iba a permitir que Alemania dominara
Europa y, por tanto, al comercio mundial. Lo único que
necesitaba era un pretexto para entrar en la guerra, puesto
que el aislacionismo había resurgido con gran vigor en su
país después de la Primera Guerra Mundial.
El presidente Roosevelt se percató que, en caso de par-
ticipar en la nueva conflagración europea, necesitaría contar
con la simpatía, amistad y cooperación de América Latina,
por lo que impulsó la Política del Buen Vecino.6 Con ello
buscó modificar la política tradicional sustentada en los inte-
reses económicos y el intervencionismo, también deseó con-
trarrestar la influencia y simpatía que existía en el cono sur
por los regímenes totalitaristas y militaristas del Eje, que adi-
cionalmente habían venido realizando una efectiva política
de propaganda, penetración y proselitismo. Además, promo-
vió una decidida actividad de imagen y relaciones públicas
fomentando la cooperación y los intercambios culturales.
En el caso de México, Alemania insistía —al igual que
durante la Primera Guerra Mundial— en que se habían su-
frido serias agresiones por parte de Estados Unidos, Francia
y Gran Bretaña, y que en cambio Alemania siempre había
sido un país amigable y pacífico. Adicionalmente, la colonia
alemana en México era muy respetada por ser gente indus-
triosa y trabajadora. Se le admiraba, ya que después de la
gran derrota que sufrió, se levantó y de nuevo era una gran
potencia. Ésta fue una cuestión que los estadunidenses tu-
vieron que enfrentar, conduciendo una fuerte campaña de
propaganda y acercamiento.

6
César Sepúlveda, Derecho Internacional Público, p. 254.

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WALTER ASTIÉ-BURGOS • 25

La complicada coyuntura internacional prevaleciente fa-


cilitó enormemente que Washington tolerara la expropiación
petrolera y no recurriera a la agresión militar. El presidente
Cárdenas y su gabinete tenían un gran olfato político y eran
astutos e inteligentes. Leyeron correctamente las circunstan-
cias internacionales y dijeron: ¡Ahora o nunca! Como Es-
tados Unidos se vio forzado a participar en la nueva guerra
europea, no va a estar en condiciones de invadirnos si expro-
piamos el petróleo. Además, tiene que demostrar la validez
y sinceridad de su Política del Buen Vecino resolviendo el
problema amistosa y armoniosamente.
Las empresas petroleras que había en México eran más
de cien, todas pertenecían a los monopolios mundiales de
Standard Oil Co., de los Rockefeller, o de la holandesa-bri-
tánica Royal Dutch Shell. Al ser expropiadas en 1938, soli-
citaron el apoyo y protección de su gobierno para obligar a
México a dar marcha atrás, sin embargo, para Roosevelt era
más importante en esos momentos contar con el apoyo y la
cooperación de México. No las respaldó, salvo en exigir que
se les pagara una adecuada indemnización por las propieda-
des que se les habían expropiado. Luego de varias negocio-
nes se acordó en una suma de 23 mil millones de pesos.
Aunque los ingleses igualmente invocaron el apoyo de
Washington, no recibieron una respuesta favorable. En su
opinión, se trataba de una jugada maestra de los estaduni-
denses, pues a pesar de que perdieran, a la larga recupera-
rían el mercado mexicano, y los ingleses, que históricamente
habían sido sus grandes rivales, quedarían completamente
desplazados al perder la última gran empresa que tenían en
el país: la petrolera El Águila. Como los ingleses decidieron
no seguir el ejemplo tolerante y resignado de los estaduni-
denses, continuaron una difícil y ríspida negociación con el

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26 • CONTEXTO INTERNACIONAL

gobierno mexicano. No hubo marcha a atrás y las relaciones


diplomáticas se rompieron en 1938.7

La brillante diplomacia mexicana

Durante el gobierno de Cárdenas también destacó la activa


actuación de México en la Sociedad de Naciones, cuyo gran
promotor fue el presidente Woodrow Wilson. Al terminar la
Primera Guerra Mundial, Wilson y Carranza tuvieron fuer-
tes desavenencias, por lo que se decidió no invitar a México a
formar parte del nuevo organismo mundial creado mediante
el Pacto de la Sociedad de las Naciones, el cual se incluyó
en los primeros artículos del Tratado de Paz de Versalles de
1919.
Para 1931, varios países miembros del organismo señala-
ron que era un error no haber invitado a México, por lo que
finalmente se le admitió con carácter de miembro fundador.
Esto fue de gran importancia para nuestro país, ya que desde
el estallido de la Revolución en 1910 se vivió un acentuado
aislamiento desde parte exterior, por lo que se ocupó priori-
tariamente de los graves y difíciles problemas internos.
Por la otra parte, México tuvo serios conflictos con gran-
des potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña, deriva-
dos de las reivindicaciones nacionalistas que enarbolaron el
movimiento revolucionario, especialmente en lo que se refie-
re a los recursos naturales en manos de empresas extranjeras.
La invitación a ser miembro de la Sociedad de Naciones
abrió una ventana al exterior, máxime que habían pasado los
días de lucha armada y el país había despegado económica-
7
Walter Astié-Burgos, Seis siglos de encuentros y desencuentros entre Méxi-
co y Europa. La relación triangular Europa-México-Estados Unidos, pp.
339-341.

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WALTER ASTIÉ-BURGOS • 27

mente, lo que permitió tener una buena política exterior y


adquirir prestigio internacional. El mérito de México dentro
de la Sociedad de Naciones fue asumir posiciones que nadie
se atrevió a tomar ante el avance de Hitler. Por ejemplo,
se condenó el Anschluss, por ser una brutal arbitrariedad
violatoria de todas las normas del Derecho Internacional, es
más, actualmente se celebra una ceremonia anual en la que
los austriacos agradecen la posición de México en esos días.
Asimismo, se criticó la invasión de Etiopía por parte de Mus-
solini —al término de la guerra, el emperador Haile Selassie
visitó el país y agradeció el apoyo—, y se reprobó la invasión
de Checoslovaquia, la de Polonia y la de Finlandia por parte
de la urss, entre otros actos.
El asunto en el que México se involucró completamente
fue el de la Guerra Civil española. El gobierno Cárdenas
coincidió con la guerra civil que estalló durante la Segunda
República que había remplazado a la monarquía de Alfonso
XIII en 1931. México mantuvo estrechos vínculos, como
nunca, con el presidente Manuel Azaña, por ello, cuando es-
talló la rebelión derechista —encabezada por el general Fran-
cisco Franco y respaldada por Hitler y Mussolini—, nuestro
país protestó en la Sociedad de las Naciones, pero Francia y
Gran Bretaña, temerosos y paralizados por el resurgimiento
del poderío alemán, propusieron la neutralidad de los de-
más frente al conflicto español. Sin embargo, México señaló
contundentemente: “Señores, no sean cínicos, cómo piden
que seamos neutrales y no apoyemos a la república, cuando
Hitler y Mussolini están enviando tropas y armas a España”.
A pesar de que los principios rectores de la política ex-
terior mexicana son el de la libre autodeterminación de los
pueblos y la no intervención de los asuntos domésticos, Mé-
xico no pudo ser indiferente a la tragedia y agresión de la Re-

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28 • CONTEXTO INTERNACIONAL

pública española, por lo que se le otorgó apoyo en su lucha


contra Franco, y se le proporcionó armamento y municiones,
permitiendo que mexicanos se enlistaran en las tropas repu-
blicanas.
De cualquier forma, Franco y sus aliados fascistas gana-
ron la guerra, pero México nunca reconoció a su ilegítimo
gobierno. Siempre mantuvo relaciones diplomáticas con la
república en el exilio, que originalmente se trasladó a nues-
tro país y, posteriormente, se ubicó en Paris.
Adicionalmente, como se estableció en el “Estado fran-
cés” del régimen de Vichy, ya que la mayor parte de Francia
fue ocupada por Hitler, el gobierno mexicano abrió un con-
sulado en la ciudad de Marsella con el propósito de ayudar
a los españoles que se internaban en Francia para escapar de
las represalias de Franco.
El consulado, a cargo de Gilberto Bosques, desempeñó
una importante labor humanitaria protegiendo a los refu-
giados y otorgando asilo a muchos para que pudieran tras-
ladarse a México. Aunque fundamentalmente se brindó esa
protección a españoles, igualmente se extendió a personas de
otras nacionalidades y a muchos judíos.
El recibimiento de refugiados fue un tanto selectivo,
pues la idea de don Daniel Cosío Villegas, embajador en
Portugal, era privilegiar la migración de personas capacita-
das como técnicos o profesionistas, igualmente artistas, aca-
démicos, profesores e intelectuales. Gracias a la llegada de
muchos intelectuales de ideas liberales se fundó el Colegio
de España para darles ocupación y trabajo, mismo que se
convirtió en el actual Colegio de México.
Por todo esto, durante la época del general Lázaro Cár-
denas y del ministro Isidro Fabela se escribió una de las pá-

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WALTER ASTIÉ-BURGOS • 29

ginas más gloriosas de nuestra diplomacia, basada en tres


grandes principios: justicia, solidaridad y lealtad.8

El presidente Manuel Ávila Camacho

La Presidencia a cargo de Manuel Ávila Camacho siguió los


mismos lineamientos de la política cardenista, salvo que du-
rante su mandato se pasó de la neutralidad a la beligerancia.
El buen entendimiento que se registró con Estados Unidos
a raíz de la expropiación petrolera propició una cooperación
más activa y decidida con el país vecino que entró en la gue-
rra mundial en 1941. Por ejemplo, se autorizaron sobrevue-
los de aviones estadunidenses en el espacio aéreo de nuestro
país y se incautaron barcos alemanes e italianos en Tampico
y Veracruz por actos de sabotaje que cometieron en otras
naciones.
En esta misma línea de acción, se firmó un acuerdo para
la exportación exclusiva de materiales estratégicos a Estados
Unidos: cobre, plomo, zinc, cadmio y mercurio, además se
prohibió que éstos —indispensables para la industria bé-
lica— se enviaran a Italia o Alemania. Tras la invasión de
Unión Soviética por parte de Hitler, se suspendieron las re-
laciones comerciales con Alemania y los diplomáticos mexi-
canos se retiraron de Berlín.
Como se sabe, lo que determinó la entrada de Estados
Unidos en la guerra fue el ataque japonés a la base naval de
Pearl Harbor en diciembre de 1941. Japón aprovechó que
los países europeos estaban ocupados en el conflicto en su
propio continente para conquistar buena parte de sus co-
lonias en el sudeste asiático. Invadió Vietnam, Indonesia,

8
Idem.

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30 • CONTEXTO INTERNACIONAL

Camboya, entre otros. Decidió atacar sorpresivamente dicha


base para destruir la flota naval y aérea que tenía Estados
Unidos en el Pacífico, ya que temía que interviniera para im-
pedir su proyecto imperial. Se sospecha que los estaduniden-
ses tenían información de que dicho ataque podría ocurrir,
pero que prefirieron no tomar ninguna medida preventiva
a efecto de que el gobierno pudiera contar con un contun-
dente argumento para convencer al reticente Congreso y a
la opinión pública de la necesidad de participar en la guerra.
Tras el artero ataque, el presidente Franklin Dela Roo-
sevelt solicitó al Congreso le declarara la guerra al Imperio
japonés. A su vez, Hitler aprovechó para declarar la guerra a
Estados Unidos, por lo que el conflicto adquirió dimensión
global, pues Washington sólo había planeado abrir un frente
de batalla en el Pacifico, aunque por la decisión de Hitler
también lo tuvo que hacer en el Atlántico.
Estados Unidos comenzó a convocar a reuniones ex-
traordinarias a los ministros de Relaciones Exteriores de
América Latina con el propósito de contar con su respaldo
en la guerra. Aprobó, en una primera instancia, romper rela-
ciones diplomáticas con los países del Eje por el ataque que
habían perpetrado en contra de una nación del continente
americano.
México lo hizo, pero sin declararles la guerra. Sin em-
bargo, como los estadunidenses entraron en el conflicto e
incrementaron su compra de petróleo mexicano, Alemania,
país al que también se le había vendido petróleo, se molestó
y consideró que México no era tan neutral como estaba sos-
teniendo oficialmente.
En represalia, sus submarinos comenzaron a torpedear
barcos mexicanos. El primero fue Potrero del Llano el 13 de
mayo de 1942. México presentó una reclamación a Berlín

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WALTER ASTIÉ-BURGOS • 31

entregada a través del gobierno neutral de Suecia, pero los


nazis ni siquiera se molestaron en contestar. El 19 de mayo
de ese mismo año también hundieron Faja de Oro, lo cual
fue considerado por el presidente Ávila Camacho como una
grave ofensa a la dignidad nacional, que sólo podía ser lavada
mediante la declaración de guerra. Esas no fueron las únicas
embarcaciones hundidas, torpedearon los buques tanques
Tuxpan, Las Choapas, Oaxaca y Amatlán, propiedad de Pe-
tróleos Mexicanos (Pemex).9
Por primera vez en su historia, México decidió partici-
par en una guerra. Anteriormente, otras potencias le habían
declarado la guerra o incluso atacado e invadido, pero en
esta ocasión México tomó la decisión de ser beligerante. Pa-
radójicamente se alió a países con los que había tenido con-
flictos bélicos en el pasado: Estados Unidos, Gran Bretaña
y Francia. Por el contrario, combatió a naciones con las que
nunca antes tuvo problemas: Alemania, Italia y Japón. En la
guerra, valga la redundancia, nos aliamos a los aliados, pero
esa alianza tuvo sus peculiaridades.
A raíz de que Hitler traicionara a Stalin al invadir la
Unión Soviética, no le quedó más remedio que aliarse a sus
detestados enemigos capitalistas occidentales. No obstante,
tenía ideologías totalmente opuestas, pero en la coyuntura
de la guerra eso pasó a segundo plano. Si no hubiera sido
por el importante apoyo del gigantesco Ejército Rojo de
Stalin, difícilmente los aliados hubieran ganado la guerra,
puesto que el poderío bélico de Hitler era descomunal. En-
tonces, como Washington y Moscú eran aliados, México, al
asociarse en la guerra con el primero, automáticamente lo

9
Blanca Torres, México y el Mundo: historia de sus relaciones exteriores, t.
VII, pp. 20-25.

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32 • CONTEXTO INTERNACIONAL

fue del segundo, lo peculiar fue que no se tenían relaciones


diplomáticas con la urss porque se rompieron en 1930. Lo
mismo ocurrió con Gran Bretaña, ya que por la expropiación
petrolera los vínculos diplomáticos igualmente se fractura-
ron en 1938. En resumen, la alianza fue fundamentalmente
con Estados Unidos, máxime que México no participó en el
teatro de operaciones del Atlántico ni de Europa.
La contribución de nuestro país al esfuerzo bélico de Es-
tados Unidos no fue nada despreciable. Envío a trescientos
pilotos para que fueran debidamente capacitados. Varios de
ellos formaron parte del famoso Escuadrón 201 que com-
batió en Filipinas. También autorizó que ciudadanos mexi-
canos se enrolaran en el ejército estadunidense sin perder la
nacionalidad. El gobierno mexicano informó que se alista-
ron 15 mil personas, pero el de Estados Unidos indicó que
fueron 250 mil.
De igual manera, la migración hacia Estados Unidos fue
masiva, porque como no había campesinos en ese país para
levantar cosechas ni obreros en las fábricas, se solicitaron tra-
bajadores mexicanos. El proceso se llevó a cabo mediante
un convenio entre los dos gobiernos en el que se fijaban los
salarios, las condiciones laborales, el transporte, las presta-
ciones, etcétera.
Durante 1942, aproximadamente 4203 trabajadores
mexicanos agrícolas se fueron a Estados Unidos; en 1944,
se tenía registro de 62 mil, y estos convenios de braceros
estuvieron vigentes hasta 1964. No obstante, la principal
contribución mexicana fue de tipo económico, ya que el país
proveyó productos que no se podían producir en el país ve-
cino o que eran necesarios para su esfuerzo bélico, al grado
de que el comercio exterior se concentró en el mercado esta-
dunidense en más de 90 por ciento.

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WALTER ASTIÉ-BURGOS • 33

Como resultado de toda esta cooperación, se alcanzó la


cumbre de la interdependencia-dependencia de México hacia
Estados Unidos, lo cual tuvo un profundo impacto econó-
mico en México, ya que se disparó el proceso de la industria-
lización por la enorme demanda de productos y bienes del
otro lado de la frontera.
La industria mexicana empezó a producir manufacturas,
no muy elaboradas, pero sí requeridas por los estaduniden-
ses, porque su producción estaba dedicada a la cuestión bé-
lica. La enorme cooperación que se registró como socios y
aliados durante la guerra favoreció que en 1943 el presidente
Franklin D. Roosevelt visitara Monterrey para reunirse con
el presidente Ávila Camacho, siendo la primera vez que un
mandatario de la nación vecina se internara en el territorio
nacional.
De igual manera, para agradecer esa importante coope-
ración, en 1947 de Harry S. Truman visitó la Ciudad de
México con el fin de encontrarse con el presidente Miguel
Alemán. En estos años y como resultado de la Segunda Gue-
rra Mundial, México y Estados Unidos estrecharon víncu-
los políticos, ideológicos, económicos, migratorios, entre
otros.10
Esa cercanía, sin embargo, terminó cuando finalizó di-
cho conflicto, puesto que lógicamente Estados Unidos per-
dió el interés que había tenido en México durante la guerra
y adquirió tremendas responsabilidades globales en el nuevo
orden mundial que se inició en 1945: el de la Guerra Fría.
Las divergencias que nos apartaron surgieron en la Con-
ferencia Interamericana sobre los Problemas de la Paz y la

10
Mario Ojeda, Límites y alcances de la política exterior de México, pp. 20-
26.

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34 • CONTEXTO INTERNACIONAL

Guerra, que se verificó en el Castillo de Chapultepec en de


1945.11 Lo que México y el resto de América Latina querían
era que, en la nueva etapa que se iniciaba, la gran alianza
bélica que se tuvo con Estados Unidos se transformara en
un acuerdo para el desarrollo y progreso de la región que se
encontraba subdesarrollada y con altos índices de pobreza.
Sin embargo, para Estados Unidos las prioridades eran
muy distintas: el apoyo de México en su nueva lucha contra
Unión Soviética, que había dejado de ser su aliado y con-
vertido en su más temible enemigo, no encontró puntos de
coincidencia como en la guerra recién concluida. En virtud
de que México se negó a seguir la nueva política antico-
munista de su poderoso vecino que emergió del conflicto
trasformado en una superpotencia mundial, se registró un
nuevo desencuentro en las siempre complicadas y atribulas
relaciones bilaterales.
La posición pragmática de México a partir de 1945 y
durante el resto de la década del cuarenta, del Cincuenta y
hasta principios de la década del Sesenta fue alejarse y aislar-
se del nuevo y muy conflictivo escenario internacional, ca-
racterizado por la bipolaridad y la confrontación Este-Oeste,
para concentrarse prioritariamente en la tarea del desarrollo
económico y social que se había iniciado con la Revolución
de 1910.
La tarea no fue muy fácil, pues al mismo tiempo que
existía una fuerte relación de interdependencia-dependencia
con el vecino del norte, nunca se deseó entrar en su nueva
lucha bipolar, la cual que era totalmente ajena a los intereses
nacionales de México. De nueva cuenta, a lo largo de la Gue-

11
Blanca Torres, op. cit., pp. 57-61.

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WALTER ASTIÉ-BURGOS • 35

rra Fría los vínculos se caracterizaron por los tradicionales


encuentros y desencuentros.

Fuentes consultadas
Bibliográficas

A stié-Burgos, Walter, Seis Siglos de Encuentros y Desencuen-


tros entre México y Europa. La Relación Triangular Europa-
México-Estados Unidos, México, Juan Pablos Editor, 2013.
Cosío Villegas, Daniel (coord.), Historia General de México,
México, El Colegio de México-Centro de Estudios Histó-
ricos, 1981.
Furet, Francoise, El pasado de una ilusión: ensayo sobre la idea
comunista en el siglo xx, México, fce (Política y derecho),
1999.
Gimberg, Carl, Historia Universal: el siglo del liberalismo, t. XI,
Madrid, Daimon, 1973.
K issinger , Henry, Diplomacy, Nueva York, Simon & Shuster,
1994.
Ojeda, Mario, Límites y alcances de la política exterior de Méxi-
co, México, El Colegio de México-Centro de Estudios In-
ternacionales, 1976.
Sepúlveda, César, Derecho Internacional Público, México, Po-
rrúa, 1960.
Torres, Blanca, México y el Mundo: historia de sus relaciones
exteriores, t. VII, México, Senado de la República, 1991.

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Situación política y reformas
constitucionales

Mario Virgilio Santiago Jiménez

Introducción

E l presente texto es una síntesis del escenario político que


caracterizó a los periodos presidenciales de Manuel Ávi-
la Camacho y Miguel Alemán Valdés. Al primero, común-
mente, se le ha etiquetado como el “giro a la derecha” en
alusión a la desaparición del radicalismo cardenista, mientras
que el segundo sería la profundización del proceso.
Aunque es claro que existen referentes ideológicos no-
vedosos en ambos sexenios, es preciso hablar que la élite
política de esta década apostó por la profundización del
proyecto de modernización capitalista, asumiendo el cos-
to social que implicaba. En otras palabras, se mantendría
el proyecto de la posrevolución, pero reduciendo drástica-
mente el componente de justicia social.1 En palabras de la

1
Carlos Tello, Estado y desarrollo económico: México 1920-2006, pp. 263-264.

• 37 •

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38 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

investigadora Soledad Loaeza, en este periodo comenzó la


modernización autoritaria.2
En este sentido, es importante detallar los rasgos políti-
cos de ese proceso y destacar el papel central que el gobier-
no de Estados Unidos adoptó en la agenda gubernamental
mexicana y la serie de cambios al interior del partido oficial,
pensados y ejecutados para concentrar mayor poder de de-
cisión en el titular del Ejecutivo, así como para contener los
conflictos provocados por el referido proyecto de moderni-
zación.
Lejos de constituir una historia tersa, lo anterior se defi-
nió por un ascenso de la conflictividad que llegó a un punto
clímax de la elección presidencial de 1952.

Antecedentes

Entre 1920 y 1940 todavía no se dispersaba el humo de la


fase más violenta de la Revolución y por ello la legitimidad
política aún pasaba por el poder de fuego y la movilización
de contingentes armados o de las llamadas “fuerzas vivas de
la Revolución”. Ante esto, la tarea de reconstituir un Estado
fuerte e imponer un proyecto de nación se mostraba comple-
ja y llena de problemas políticos para los distintos gobiernos
del periodo.
Por una parte, se hizo indispensable el control político
en términos territoriales, es decir, luego de la fase más vio-
lenta de la Revolución y la consecuente dispersión del poder
en distintas facciones con asiento regional, se volvió urgente
el establecimiento de alianzas y el sometimiento por la fuer-

2
Soledad Loaeza, “Modernización autoritaria a la sombra de la superpo-
tencia, 1944-1968”, pp. 653-678.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 39

za de los grupos rebeldes o amenazas potenciales.3 De ahí


que el periodo se caracterizara por constantes sublevaciones
que apostaban por repetir la dinámica de las décadas ante-
riores: proclama de rebelión, levantamiento armado, llama-
do a otros aliados potenciales descontentos con el grupo en
el poder, avance hacia el centro e imposición de una nueva
camarilla.
En otro sentido, se volvió urgente el control político de
las masas o mejor dicho de sectores movilizados, como cam-
pesinos y obreros, con capacidad de fuego y asentados en
regiones relevantes.4
No sobra recordar que otros actores fueron parcial o
completamente relegados de la agenda política, como em-
presarios y católicos tanto de la jerarquía como seglares.
Todo esto sin mencionar la tirante relación con los distintos
gobiernos de Estados Unidos.
Por todo lo anterior, el tema de la sucesión presidencial
se convirtió en un dolor de cabeza para los gobiernos del pe-
riodo referido. Aunque el resultado de las elecciones no era
acatado por todos los actores políticos, el periodo siempre
funcionaba para evidenciar disensos.
¿Cómo se definía al candidato o al sucesor? ¿Qué méri-
tos respaldaban su candidatura o qué pactos había estableci-
do? ¿Realmente tenía respaldo de las “fuerzas vivas” o era un
simple títere? ¿Se mantendría fiel al grupo que lo respaldó o
crearía el suyo? Estos cuestionamientos y otros más ronda-
ban a la élite política posrevolucionaria en cada periodo de
sucesión presidencial, de ahí que la figura del partido fuera
cobrando mayor centralidad como un mecanismo para en-
3
Thomas Benjamin y Mark Wasserman (coords.), Historia regional de la
Revolución Mexicana: la provincia entre 1910-1929.
4
Arnaldo Córdova, La política de masas del cardenismo.

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40 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

cauzar la disputa política, rebasar la lógica caudillista y caci-


quil —cuando menos institucionalizarla—, sobre todo, para
articular el control político territorial y sectorial.
En efecto, el Partido Nacional Revolucionario (pnr) —
fundado en marzo de 1929 e impulsado por Plutarco Elías
Calles— estaba pensado como una federación que permitie-
ra la integración de los numerosos y dispersos grupos políti-
cos en el país, es por eso que tenía una estructura territorial.
Posteriormente, el Partido de la Revolución Mexicana
(prm) —fundado en marzo de 1938 y reformado en bue-
na medida por Lázaro Cárdenas— cambió la lógica hacia
el control sectorial, que integró formalmente a los brazos
obrero y campesino en la Confederación de Trabajadores
de México (ctm) y la Confederación Nacional Campesina
(cnc), respectivamente.5
Cabe recordar que el cambio de pnr a prm implicó una
radicalización ideológica en algunos rasgos del proyecto de
nación promovido por la élite política, lo que iba en clara
consonancia con el nuevo discurso y las políticas de la ad-
ministración encabezada por Cárdenas. Todo esto, sin em-
bargo, no significó el abandono del objetivo central de mo-
dernización capitalista con un componente de justicia social.
El paso del cardenismo a la unidad nacional

Luego de la efervescencia social y política que provocó la ex-


propiación petrolera en marzo de 1938, el sexenio cardenista
entró en su último tercio con una creciente conflictividad.
Las políticas en materias económica, educativa, de relacio-
nes exteriores y agraria, además de la reestructuración del

5
Luis Javier Garrido, El partido de la revolución institucionalizada. La
formación del nuevo estado en México (1928-1945).

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 41

partido y, por tanto, de la familia revolucionaria habían crea-


do una importante y heterogénea colección de opositores
al régimen: empresarios nacionales y extranjeros, católicos
políticamente activos y, en varios casos, armados, miembros
de las incipientes clases medias, así como ex combatientes
revolucionarios.6
A esto se sumó el complejo escenario internacional que
pasó de crisis y discursos radicales a la guerra. En este senti-
do, las presiones de Estados Unidos fueron en aumento no
por el temor de que Cárdenas dirigiera al país hacia el co-
munismo, sino por la posibilidad de una “quinta columna”
en territorio mexicano, es decir, la presencia del fascismo en
sus fronteras.
Así, los procesos de las últimas décadas y los más re-
cientes se conjugaron para que la decisión sobre el sucesor
de Cárdenas fuera determinante. Al final sólo quedaron dos
opciones: radicalizar el proyecto con su secretario de Co-
municaciones y Obras Públicas Francisco, José Múgica, y
aumentar el conflicto o reformarlo con su secretario de Gue-
rra y Marina, Manuel Ávila Camacho, y desactivar a la opo-
sición. Al final, el presidente michoacano se decantó por la
segunda opción, generando desconcierto entre muchos de
sus simpatizantes.7
El candidato de la oposición era el general Juan Andreu
Almazán, revolucionario que había sido jefe de la zona mili-
tar de Nuevo León y que articuló en torno suyo a una buena

6
Ricardo Pérez Montfort, Hispanismo y Falange. Los sueños imperiales de
la derecha española; Alicia Gojman de Backal, Camisas, escudos y desfiles
militares. Los Dorados y el antisemitismo en México (1934-1940); Mario
Virgilio Santiago Jiménez, “Tres décadas de oposición al ‘proyecto re-
volucionario’”.
7
Nora Hamilton, México: los límites de la autonomía del Estado, pp. 239-
245.

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42 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

parte de los opositores al cardenismo, incluyendo al reciente-


mente fundado Partido Acción Nacional (pan).8
La campaña del general poblano Manuel Ávila Cama-
cho se diseñó y desarrolló apelando a la unidad nacional,
de ahí que lanzara un discurso conciliador y mesurado que
contrastaba claramente con la idea que se tenía de la ad-
ministración cardenista. De hecho, ante el cuestionamiento
sobre su posición frente a la Iglesia, el candidato reconoció
su catolicismo.9
Pero estos guiños a los sectores descontentos y la maqui-
naria del Estado no representaron una garantía para el gobier-
no, así que se desplegaron todo tipo de recursos para definir
la elección. Meses antes, Miguel Alemán Valdés, director de
la campaña de Ávila Camacho, negoció con un sector de la di-
rigencia de la Unión Nacional Sinarquista (uns) —organiza-
ción católica radical que podría representar un foco de suble-
vación—, así como con empresarios que apoyaban a Almazán
para que retiraran el respaldo y no lo secundaran en caso de
que el militar llamara a la rebelión.10 Además, el día de la elec-
ción se cometieron numerosas irregularidades que aseguraron
el triunfo del candidato del prm y de paso la desactivación de
un posible conflicto poselectoral.
Aunque muchos seguidores esperaban el llamado de
Almazán a la rebelión, éste se refugió en Estados Unidos.
Entonces corrió el rumor de que buscaría apoyo del vecino
del norte, pero el gobierno estadunidense estaba más preo-

8
Para la historia del pan, véase Soledad Loaeza, El Partido Acción Na-
cional: la larga marcha, 1939-1994. Oposición leal y partido de protesta;
y Tania Hernández Vicencio, Tras las huellas de la derecha. El Partido
Acción Nacional, 1939-2000.
9
Roberto Blancarte, Historia de la Iglesia católica en México, 1929-1982,
p. 74.
10
Hugh G. Campbell, La derecha radical en México, 1929-1949, p. 131.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 43

cupado por mantener la estabilidad política en su zona de


seguridad ante el conflicto internacional.
Con el escenario político interno en relativa calma y tal
vez previniendo algún cambio, el todavía presidente Láza-
ro Cárdenas decidió cerrar su sexenio poniendo candados a
algunos de los logros y destacando la aprobación del Con-
greso y promulgación de la reforma al artículo 27 constitu-
cional en noviembre de 1940, en la que se estipulaba que
“[t]ratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno
sólidos, líquidos o gaseosos, no se expedirán concesiones y la
Ley Reglamentaria respectiva determinará la forma en que la
Nación llevará a cabo las explotaciones de esos productos”.11
A menos de un mes después, el 1o. de diciembre de
1940, el general poblano Manuel Ávila Camacho tomó po-
sesión de la Presidencia de México. Su primer discurso no
varió con respecto a lo que se había delineado en la campaña,
haciendo hincapié en la necesidad de superar los conflictos y
privilegiar la unidad nacional. Como respaldo a esta retórica,
el nuevo gabinete incluyó a callistas, cardenistas y personajes
claramente identificados con el presidente.
La agenda política del nuevo gobierno incluía dos ejes
fundamentales: reorganización del aparato político, lo que
implicaría una reforma del partido y el reforzamiento del
control de los sectores obrero y campesino, así como la cons-
trucción de una nueva y benéfica relación con el gobierno
estadunidense.
A diferencia del sexenio cardenista, en el que se repartie-
ron 18 millones de hectáreas de tierras, durante el gobier-
no de Ávila Camacho sólo fueron siete millones, mostrando

11
Diario Oficial de la Federación, sábado 9 de noviembre de 1940, pp.
1-2.

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claramente que la política de reparto agrario había pasado


a un plano secundario. Esto, sin embargo, no significó el
debilitamiento de la cnc, que todavía era considerado un
brazo importante dentro del partido, especialmente como
contrapeso de la ctm, cuyo número de integrantes era me-
nor que el de la central campesina, pero que constituía una
fuerza política mayor.
El contexto económico no resultó favorable para los sa-
larios de los obreros, provocando movilizaciones y pugnas al
interior de los sindicatos. Ahí apareció el control estatal que
con la justificación de la unidad nacional desconoció varios
de los reclamos. En ese contexto, en 1941, Fidel Velázquez
—antiguo representante de los lecheros— fue nombrado
temporalmente secretario general de la ctm con el propósito
de restar fuerza al grupo de Lombardo Toledano, considera-
do el líder radical más cercano al cardenismo.
Dos años más tarde, en 1943, se creó el Instituto Mexi-
cano del Seguro Social (imss), que si bien representaba la
materialización de numerosas demandas por la cobertura so-
cial, también significó un paliativo frente a la pérdida de po-
der adquisitivo y de margen de maniobra política del sector
obrero. Al mismo tiempo fue creado el Sindicato Nacional
de los Trabajadores de la Educación (snte), con el que se
pretendía integrar a la estructura partidista a un sector muy
importante en el diseño ideológico del régimen, así como a
un activo político de gran número.
En este mismo año y teniendo como primer integrante al
snte, se creó la Confederación Nacional de Organizaciones
Populares (cnop), brazo del partido oficial que aglutinaría
a todos aquellos que no tenían cabida en la ctm ni en la
cnc, como profesionistas y clases medias, comerciantes, in-
dustriales, jóvenes, mujeres, cooperativistas e intelectuales.

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Esto representaba un nuevo perfil en la militancia y estaba en


perfecta consonancia con la idea de modernizar la política,
además de constituir otro potencial contrapeso al poder de
la ctm. De hecho, no fue gratuito que la fundación de la
cnop —en Guadalajara— fuera presidida por el secretario
de gobernación, Miguel Alemán Valdés.
Hacia el final del sexenio, Ávila Camacho sondeó las po-
sibilidades de reformar el partido, pero la respuesta en sen-
tido contrario de algunos sectores, especialmente los iden-
tificados con el cardenismo, le obligó a negociar. El centro
de todo el asunto, como en el pasado, era la elección del
candidato oficial. La cnop no tendría duda en respaldar a
uno de los suyos, mientras que la cnc todavía constituía un
sector relativamente dócil ante el control presidencial, pero
la ctm tenía la fuerza del voto corporativo. De ahí que Ávila
Camacho y Alemán buscaran la forma de establecer el voto
individual de las delegaciones del prm.12
El plan no tuvo éxito al principio, pero una hábil ne-
gociación permitió que entre junio y diciembre de 1945 se
reconociera a Miguel Alemán como el candidato oficial del
partido. De hecho, su destape fue hecho por la ctm y el
mismo Lombardo Toledano le dio su respaldo, además de
identificarlo como “el cachorro”, es decir, el más joven pro-
ducto de la Revolución.
En todo este reacomodo del partido y, por tanto, de re-
definición de los equilibrios políticos, el otro gran sector que
vio mermada su representatividad fue el de los militares. De
hecho, en enero de 1943, el Congreso aprobó una reforma al
artículo 82 constitucional que, entre otros puntos, señalaba

12
Soledad Loaeza, “Modernización autoritaria a la sombra de la superpo-
tencia, 1944-1968”, pp. 657-658.

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46 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

que para ser presidente de la República era necesario “[n]o


estar en servicio activo, en caso de pertenecer al Ejército, seis
meses antes del día de la elección”,13 lo que obligaba a cual-
quier militar que quisiera contender a abandonar su mando
de tropa cuando menos medio año, lo que daría margen de
operación al régimen en un hipotético escenario de conflic-
to. Por todo esto era de gran relevancia la negociación que
pudieran efectuar Ávila Camacho y Alemán. Finalmente, el
general Miguel Henríquez Guzmán, también cercano a Lá-
zaro Cárdenas y posible candidato, declinó a la aspiración
presidencial.
Así, en enero de 1946, el prm fue reformado y dio paso
al Partido Revolucionario Institucional (pri). Si el primer
experimento se concentró en el control territorial y el segun-
do en la organización sectorial, el tercero pondría el acento
en la modernización y el nacionalismo, teniendo como cen-
tro al régimen presidencial.14
De forma paralela a la reorganización de las fuerzas re-
volucionarias, el gobierno avilacamachista emprendió una
nueva relación con su par estadunidense, pues ambas partes
sabían que la entrada de la potencia americana en la guerra
era prácticamente inminente. Para la administración enca-
bezada por Franklin D. Roosevelt era vital mantener estable
su zona de seguridad —fronteras terrestres, océanos, mar
Caribe y Canal de Panamá— y, una vez en guerra, sostener
la producción y la economía nacional. Por otra parte, el régi-
men mexicano leyó el escenario como una oportunidad para

13
Diario Oficial de la Federación, viernes 8 de enero de 1943, p. 2.
14
Luis Javier Garrido, El partido de la revolución institucionalizada. La
formación del nuevo estado en México (1928-1945); y Rogelio Hernán-
dez Rodríguez, Historia mínima del PRI.

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impulsar el proyecto de modernización a partir del vínculo


con la economía de guerra estadunidense.
De esta forma, durante el primer año de gobierno de
Ávila Camacho comenzaron los acercamientos en materia
económica, así como las políticas de seguridad en territorio
nacional. Por ejemplo, en noviembre de 1941 se reformó el
artículo 145 del Código Penal, agregando el delito de di-
solución social como un arma contra posibles enemigos in-
ternos, derivando en numerosas detenciones arbitrarias de
ciudadanos mexicanos y extranjeros sospechosos.15 También
se incautaron algunos bienes de las naciones que formaban
parte del Eje.
En diciembre de 1941, los japoneses atacaron la base na-
val estadunidense de Pearl Harbor en el Océano Pacífico.
Hasta ese momento, la mayoría de la población estaduni-
dense no quería entrar en el conflicto, pero luego de la agre-
sión el gobierno no tuvo mayor inconveniente en movilizar
a todo el país.
A partir de entonces, el gobierno mexicano dirigió sus
esfuerzos para proveer al mercado estadunidense de materias
primas baratas, productos manufacturados y mano de obra a
cambio de préstamos en dólares y maquinaria para promover
la industrialización. Además, debido a que el escenario inter-
nacional no era favorable, muchos inversionistas llegaron a
México sumándose al proceso.
El vínculo también incluyó capital y armamento para el
ejército mexicano, así como la posibilidad de que se estable-
ciera una base naval en la Baja California.

15
Carlos Inclán Fuentes, Perote y los nazis. Las políticas de control y vigilan-
cia del Estado mexicano a los ciudadanos alemanes durante la Segunda
Guerra Mundial (1939-1946).

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48 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

En este punto es importante recordar que el sentimiento


antiyanqui fue un elemento central de la conformación iden-
titaria mexicana desde la invasión de 1847-1848. La idea del
vecino que nos había arrebatado más de la mitad del territo-
rio y que por lo demás resultaba ajeno culturalmente —len-
gua, religión e historia— funcionaba como un referente por
oposición. Durante el Porfiriato se buscó una mayor influen-
cia de Francia para contrarrestar la creciente proyección del
país del norte; durante la Revolución, la ocupación de Vera-
cruz en 1914 reforzó la idea del invasor y, posteriormente,
en el periodo de la reconstrucción entre 1920-1940 se buscó
el reconocimiento oficial de la potencia continental y se hizo
permanente hincapié en el nacionalismo mexicano opuesto
al yanqui.
Esto es relevante porque a partir de la década del cua-
renta, la élite política se enfrentó a la enorme tarea de con-
vencer a la población de que el enemigo histórico, el vecino
incómodo, no era tal sino un amigo y más aún un potencial
aliado comercial y militar.
La reticencia se expresó de múltiples formas y una de las
más relevantes fue el rechazo al establecimiento de la base
naval estadunidense en México. De hecho, Ávila Camacho
nombró a Lázaro Cárdenas como jefe de la zona militar del
Pacífico, demostrando que en la vinculación existiría un
margen de autonomía.
En mayo de 1942, un buque carguero que había sido in-
cautado a la flota italiana y que ahora navegaba con bandera
mexicana entre Cuba y Florida, fue atacado y hundido por
un submarino alemán. De inmediato, el gobierno mexicano
exigió una disculpa y la indemnización correspondiente por
parte del gobierno alemán, pero la respuesta fue el silencio y,
una semana después, el hundimiento de otro buque.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 49

México entró oficialmente en la Segunda Guerra Mun-


dial y de inmediato Cárdenas fue designado secretario de
Guerra y Marina, en seguida estableció un plan para activar
las defensas militares, por ejemplo, se implantó el Servicio
Militar Nacional. También se reforzó el discurso de la uni-
dad nacional, pero ahora no sólo con respecto al conflictivo
escenario interno que había heredado el cardenismo, sino
que se hacía referencia a las democracias occidentales y su
lucha contra los totalitarismos.
Un ejemplo simbólico es el evento que se realizó en sep-
tiembre de 1942 en el Zócalo. Después de un desfile en el
que las fuerzas vivas demostraron su respaldo, el presidente
Ávila Camacho leyó un discurso cuyo eje fue precisamen-
te la repetida unidad nacional. Lo interesante fue que en el
escenario, junto al orador principal, estuvieron todos los ex
presidentes vivos: Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles,
Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodrí-
guez y Lázaro Cárdenas.
Reunidos los ex líderes del país que otrora se acusaron
y persiguieron, se daba cuenta de la unidad y, de paso, se
demostraba que el partido se estaba convirtiendo en la arena
para dirimir los conflictos políticos, superando la idea del
caudillismo y que todo esto ocurría en torno a la figura in-
cuestionable del presidente en turno.
En este punto, la alianza estratégica con Estados Unidos
y la necesidad de control de las fuerzas vivas se encontraron,
mostrando dos caras de la doctrina. A esto se sumó la llegada
de capitales, la relación con un mercado relativamente cautivo
y la industrialización, factores que permitieron el arranque de
un mercado interno basado en la sustitución de importaciones.
Sin embargo, amplios sectores sociales aún no estaban
convencidos de la participación mexicana en un conflicto

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50 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

que se veía ajeno y lejano, tampoco les parecía sencillo acep-


tar que el histórico enemigo se convirtiera de un día a otro
en aliado. En consecuencia, se tuvieron que impulsar accio-
nes para introducir a la población en la lógica de la guerra.
En 1944, por ejemplo, se estrenó la película de dibujos
animados titulada Los Tres Caballeros. Walt Disney —pode-
roso empresario estadunidense del entretenimiento— había
anunciado su interés en desarrollar una película basada en
México, pero su relación con el Departamento de Estado y
el escenario bélico lo llevaron a crear una historia en la que
el Pato Donald se encontraba con un viejo conocido, un loro
brasileño llamado José Carioca y luego conocía a un gallo
mexicano vestido de charro, de nombre Pancho Pistolas. Los
tres se volvían grandes amigos luego de recorrer sus respec-
tivas festividades típicas en medio de imágenes multicolor.
En el fondo, el mensaje de la hermandad continental era más
que evidente.
Ante la promesa de mayores recursos económicos para
industrializarse, algunos países latinoamericanos entraron
en disputa por convertirse en el mejor aliado de Estados
Unidos. Por eso, Brasil sí envió tropas a combatir, mientras
que México se atrincheró en su estrategia de materias primas
y mano de obra. En ese contexto se debe ver la decisión del
gobierno mexicano de enviar a un grupo de soldados a Texas
para que se entrenara. Unos meses después, dicho grupo es-
taba listo para pilotear naves de combate en el Océano Pací-
fico y recibió el nombre de Escuadrón 201, cuya mascota era
Pancho Pistolas, el personaje de la película de Disney.
Aunque participaron en pocas acciones, los pilotos fue-
ron reconocidos como héroes de guerra a su regreso, confor-
mando la primera experiencia en combate de la Fuerza Aé-

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 51

rea Mexicana, recién creada con las reformas a los artículos


constitucionales 32, 73, 76 y 89 en febrero de 1944.16
Entre febrero y marzo de 1945, cuando se perfilaba el fin
del conflicto, el gobierno mexicano dio un paso importante
en la relación con Estados Unidos y en su proyección como
referente latinoamericano, ya que presidió la Conferencia de
Chapultepec, en la que numerosos países del continente se
alinearon con la potencia estadunidense, promoviendo una
serie de acuerdos de cooperación militar e ideológica. No
se debe olvidar que reiteraron sus reclamos de mayor apoyo
económico por parte de la potencia del norte.
Todo lo anterior permitió que, a diferencia de lo ocurri-
do en 1918 cuando la neutralidad le excluyó de la Sociedad
de las Naciones, México fuera invitado a la Organización de
las Naciones Unidas. Esto representó la entrada de México
en el escenario internacional de la mano del país que emergió
de la guerra como la potencia mundial. Por ende, la tarea de
los siguientes años sería aprovechar el momento y, al mismo
tiempo, construir un margen de autonomía que evitara que
el país fuera un simple satélite del Departamento de Estado.

De la unidad nacional
a la modernización

En julio de 1946, Miguel Alemán Valdés ganó las elecciones


presidenciales con 78 por ciento de los votos y en diciembre
tomó posesión. En su discurso, la unidad nacional cedió el
lugar central a la modernización y la democracia, nuevos tó-
picos del proyecto de nación, mientras que en el gabinete

16
Diario Oficial de la Federación, jueves 10 de febrero de 1944, pp. 1-2.

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52 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

destacaron los civiles, especialmente los licenciados egresa-


dos de la universidad.
Desde la campaña se hizo evidente el cambio de perfil
que representaba el nuevo grupo alemanista. Ya no eran los
militares que habían combatido en la Revolución y que, por
tanto, fundaban buena parte de su legitimidad en la expe-
riencia en el campo de batalla. Por el contrario, la nueva ge-
neración apostaría por legitimarse a partir de la política y los
negocios, llevando a México por el camino de las democra-
cias occidentales, es decir, de la modernización capitalista,
asumiendo el costo social.
Esta vía implicaba la profundización del proyecto de in-
dustrialización, la urbanización de ciertas regiones, la tec-
nificación del campo para que se insertara en la dinámica
productiva, así como la consolidación de un mercado interno
y, por tanto, una nueva vinculación con el empresariado. Sin
duda, esto provocaría una reacción en los sectores obrero y
campesino, los sacrificados del proyecto, pero el nuevo go-
bierno lo sabía y por ello en su agenda figuraba la estabilidad
política como una prioridad.
Esto alarmó a más de uno como lo demostró el intelec-
tual liberal Daniel Cosío Villegas, quien escribió un ensayo
a fines de 1946 que se publicó unos meses después, en 1947,
titulado La crisis de México y en el que lanzaba la advertencia:

Si no se reafirman los principios, sino que simplemente se los


escamotea; si no se depuran los hombres, sino que simplemen-
te se les adorna con ropitas domingueras o títulos… ¡de abo-
gados!, entonces no habrá en México autorregeneración, y, en
consecuencia, la regeneración vendrá de fuera, y el país perderá
mucho de su existencia nacional y a un plazo no muy largo.17

17
Daniel Cosío Villegas, La crisis de México, p. 46.

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De inmediato, el cambio trajo consigo el desmantelamiento


de algunos rasgos propios del cardenismo, como quedó evi-
denciado con la reforma al artículo 3o. constitucional en di-
ciembre de 1946, con lo que se eliminó el carácter socialista
de la educación y se sustituyó por la idea de que la educación
impartida por el Estado tendería “a desarrollar armónica-
mente todas las facultades del ser humano”, además se in-
cluían términos como democrática y nacional, y se permitía
la educación privada.18
Con esto, el régimen alemanista marcaba distancia de la
sombra cardenista todavía presente durante el sexenio ante-
rior y de paso, lanzaba un guiño a la oposición, especialmen-
te a los empresarios y miembros del clero.19
También se reformó el artículo 73 constitucional para
dotar al Congreso de las funciones que le permitieran, a su
vez, otorgar “bases sobre las cuales el Ejecutivo pueda cele-
brar empréstitos sobre el crédito de la Nación”.20 En otras
palabras, se establecía el mecanismo constitucional para que
el presidente, con el aval del Legislativo, pudiera adquirir
préstamos para la regulación monetaria o para cualquier
obra que generara recursos, aumentando las facultades del
titular del Ejecutivo en materia económica.
En la misma lógica se reformó el artículo 117 constitu-
cional, que permitió por primera vez a los estados y muni-
cipios que adquirieran préstamos siempre y cuando tuvieran
como último fin la obtención de recursos para las arcas.21

18
Diario Oficial de la Federación, lunes 30 de diciembre de 1946, pp. 3-4.
19
Felícitas López-Portillo Tostado, Estado e ideología empresarial en el go-
bierno alemanista.
20
Diario Oficial de la Federación, lunes 30 de diciembre de 1946, p. 4.
21
Idem.

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54 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

Visto en perspectiva general, la política alemanista con-


tinuó y profundizó lo iniciado por Ávila Camacho, haciendo
patente la modificación en el equilibrio interno del partido
oficial, así como el cambio en algunos rasgos del proyecto de
nación. En este sentido, la relación con Estados Unidos se
reforzó, especialmente en los rubros de inversiones y turismo.
En marzo de 1947, apenas unos meses después de la toma
de posesión de Alemán, Harry S. Truman realizó la primera
visita oficial de un presidente estadunidense a la Ciudad de Mé-
xico y colocó una ofrenda floral en el Monumento a los Niños
Héroes. Como respuesta al gesto, el mandatario mexicano hizo
lo propio en la Unión Americana en abril de ese mismo año.
Parecía que la idea de promover la industrialización a partir
de la relación con el vecino del norte tendría una continuación
luego de la guerra, pero el gobierno estadunidense tenía otra
agenda. De hecho, durante la segunda mitad de la década, los
recursos destinados a América Latina descendieron considera-
blemente y se redirigieron hacia la reconstrucción europea.
Ante ese escenario, el gobierno alemanista decidió man-
tener la ruta profundizando la política de sustitución de im-
portaciones y estimulando las inversiones. Por eso, en 1951
se apostó por reforzar el poder presidencial con la reforma
de los artículos 49 y 131 constitucionales y se estableció que
el Congreso sólo podría otorgar facultades extraordinarias
al Ejecutivo en caso de emergencia y para “aumentar, dis-
minuir o suprimir las cuotas de las tarifas de exportación e
importación, expedidas por el propio Congreso, y para crear
otras; así como para restringir y para prohibir las importacio-
nes, las exportaciones […]”.22

22
Diario Oficial de la Federación, miércoles 28 de marzo de 1951, p. 2.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 55

Esto, sin embargo, se hizo a costa del pacto con los sec-
tores obreros y campesinos. De hecho, una de las primeras
decisiones del presidente Alemán marcó la pauta de lo que
vendría. En diciembre de 1946, algunas estaciones de Pe-
tróleos Mexicanos estaban tomadas por los trabajadores que
exigían una negociación con el gobierno. La respuesta fue
una rotunda negativa y la intervención del ejército.
Bajo esa misma tónica, la Secretaría del Trabajo desco-
noció numerosos llamamientos a huelga, mientras que se
operó en elecciones internas para imponer líderes sindica-
les a modo. Todo esto redundó en un debilitamiento de la
ctm. En este escenario, diversos gremios iniciaron el éxo-
do hacia otras centrales, o bien, fundaron nuevas como la
Central Única de Trabajadores (cut). Otro gran sacrificado
fue Lombardo Toledano, quien fundó el Partido Popular
en 1948 y luego impulsó la Unión General de Obreros y
Campesinos de México (ugocm), organización con mayoría
campesina. Como corolario de este proceso, en 1950, Fidel
Velázquez volvió a asumir la Dirección de la ctm, que deja-
ría hasta su muerte en 1997.
Por otra parte, la reforma agraria no sólo pasó a segun-
do plano como en el régimen avilacamachista, sino que se
hicieron reformas constitucionales que fueron claramente
en dirección opuesta a lo estipulado en años anteriores. Así,
el artículo 27 constitucional fue reformado en 1947, esta-
bleciendo el juicio de amparo agrario como un mecanismo
legal para la defensa de los “dueños o poseedores de predios
agrícolas o ganaderos, en explotación, a los que se haya expe-
dido, o en lo futuro se expida, certificado de inafectabilidad
[…]”. En este sentido, los pequeños propietarios individuales
quedaban protegidos ante las expropiaciones siempre y cuan-
do sus tierras estuvieran en explotación y no excedieran las

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56 • SITUACIÓN POLÍTICA Y REFORMAS CONSTITUCIONALES

100 hectáreas de riego o 200 de temporal, o bien, la superfi-


cie necesaria para 500 cabezas de ganado mayor.23 No sobra
señalar que estas medidas beneficiaron a los terratenientes.
De esta forma, los escenarios en el campo y en los cor-
dones de pobreza que comenzaron a crecer gracias a las mi-
graciones internas, contrastaban claramente con el incipien-
te desarrollo urbano de la Ciudad de México: el Viaducto
Miguel Alemán, que combinaba el entubado de ríos con el
establecimiento de un circuito para automóviles; el multifa-
miliar Miguel Alemán, diseñado con base en la arquitectura
funcional y destinado a los trabajadores del Estado; Ciudad
Universitaria, construida a semejanza de los campus esta-
dunidenses, símbolo de la nueva generación que dirigiría
al país, y el nuevo edificio del Aeropuerto Benito Juárez,
símbolo de la proyección internacional que se pensaba debía
tener México, a lo que se sumó la inversión en carreteras
y centros turísticos, siendo el más importante el puerto de
Acapulco, donde se construyó la costera Miguel Alemán.
Estos negocios le redituaron a la élite política en una
mejor relación con numerosos empresarios y, a partir de un
puente ideológico definido por la democracia y el anticomu-
nismo, con la jerarquía católica. Sin embargo, la administra-
ción de los recursos públicos no fue del todo clara, provocan-
do una serie de cuestionamientos al gobierno, especialmente
por el repentino enriquecimiento de muchos funcionarios
cercanos al presidente.
La corrupción se convirtió en un tema recurrente al gra-
do de que miembros del partido y de la Iglesia católica mar-
caron su distancia con respecto al gobierno, emprendiendo

23
Diario Oficial de la Federación, miércoles 12 de febrero de 1947, pp.
1-2.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 57

una campaña de moralización de la política en contra de la


corrupción evidenciada.
Por otra parte, aunque la economía tuvo un pequeño re-
punte gracias a que Estados Unidos intervino militarmente
en Corea, repitiendo tímidamente el esquema económico de
los años anteriores, amplios sectores populares resintieron
el sacrificio de la modernización. Esta situación fue aprove-
chada por varios actores de la oposición que vieron en el ex
presidente Lázaro Cárdenas un símbolo de lo que se había
perdido.
De esta forma, el cierre del sexenio no estuvo exento
de rumores y alianzas políticas, complicando una vez más
la transición presidencial. Por supuesto, la elección del can-
didato resultó compleja y cuando se destapó al veracruzano
Adolfo Ruiz Cortines no todos quedaron satisfechos. Menos
cuando el general Miguel Henríquez Guzmán, aquel que
declinó en 1945, se lanzó como candidato con el respaldo
de numerosas fuerzas otrora aliadas del régimen y el apoyo
implícito del ex presidente Cárdenas.

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na y Contemporánea, México, Instituto Mora, 2008-2010.
T ello, Carlos, Estado y desarrollo económico: México 1920-2006,
México, unam-Facultad de Economía, 2007.

Hemerográficas

Diario Oficial de la Federación, t. CCXIII, núm. 8, sábado 9 de


noviembre de 1940.
Diario Oficial de la Federación, t. CXXXVI, núm. 6, viernes 8
de enero de 1943.
Diario Oficial de la Federación, t. CLIX, núm. 19, lunes 30 de
diciembre de 1946.
Diario Oficial de la Federación, t. CLX, núm. 35, miércoles 12
de febrero de 1947.
Diario Oficial de la Federación, t. CLXXXV, núm. 23, miércoles
28 de marzo de 1951.

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Situación económica

Isabel Avella Alaminos

D esde la perspectiva de la historia económica es factible


circunscribir la década del cuarenta al periodo com-
prendido entre 1939 y 1949. El primer año —inicio de la
segunda Guerra Mundial— favoreció y profundizó una serie
de transformaciones que modificaron la faz de la economía
mexicana. La industrialización se convirtió, en definitiva, en
el modelo imperante.
En 1949 tuvo lugar la última devaluación del peso mexi-
cano en la década, esta decisión significó el reconocimiento
por parte del gobierno mexicano sobre la necesidad de reali-
zar ajustes de fondo a la economía nacional, dados los cam-
bios estructurales que ésta había experimentado en los años
anteriores y el nuevo contexto económico de la segunda pos-
guerra. Así, la dinámica del primer lustro de la década giró
en torno al conflicto europeo, en tanto que la del segundo
se definió, en buena medida, en función de las consecuencias
provocadas por el fin de la guerra.

• 61 •

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62 • SITUACIÓN ECONÓMICA

Gráfico 1
1921-1949 pib
(millones de pesos constantes 1960=100)

80,000.00

70,000.00

60,000.00

50,000.00

40,000.00

30,000.00

20,000.00

10,000.00

0.00
1921

1923

1925

1927

1929

1931

1933

1935

1937

1939

1941

1943

1945

1947

1949
Fuente: Enrique Cárdenas, La industrialización mexicana durante la
Gran Depresión, Cuadro A1.3.

Como se aprecia en la Gráfica 1, esta fase dio continui-


dad a la estabilidad y al crecimiento económicos alcanzados
en la década del treinta y se caracterizó por el incremento
sostenido de la economía nacional, denominado Milagro
Mexicano,1 con una tasa de crecimiento anual del Producto
Interno Bruto (pib) del orden de 5.96 por ciento. ¿Cuáles
fueron los principales rasgos y los cambios que hicieron posi-
ble este ascenso de la economía mexicana? A saber: la transi-
ción que experimentó el comercio exterior; la consolidación

1
El término se usa para referirse al auge económico experimentado por
México entre 1940 y 1960. Aunque con frecuencia se usa indistinta-
mente para aludir al desarrollo estabilizador, en estricto sentido este
último comenzó en 1954, con la adopción de una nueva política econó-
mica para conseguir el crecimiento con baja inflación, balanza de pagos
y tipo de cambio estables.

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 63

de la industria como el motor de la economía; el nuevo papel


del campo como soporte del sector industrial, y la consolida-
ción de las finanzas públicas.
El estallido de la guerra en Europa en septiembre de
1939 tuvo una repercusión inmediata en el desarrollo del
comercio exterior mexicano. La interrupción de las vías de
transporte y la consecuente desconexión de los centros tradi-
cionales de demanda para los productos mexicanos propició
que el intercambio del país se reorientara hacia América, Es-
tados Unidos en particular (gráficas 2 y 3).
En este sentido, a diferencia de otras naciones latinoame-
ricanas, México contó con la ventaja de tener un extenso tra-
mo de frontera terrestre con esta potencia, lo que favoreció
la compraventa de mercancías entre ambas naciones.2 Este
intercambio fue parte de un acercamiento bilateral de mayor
alcance que se tradujo en una serie de acuerdos, además del
comercial: laboral, de defensa, resolución de la deuda, inter-
cambio de plata, estabilización monetaria y carreteras.3
Hasta 1943, el valor de las exportaciones mexicanas con
destino a Estados Unidos fue superior al de las importacio-
nes mexicanas provenientes de dicha nación; en cambio, a
partir de 1944, la relevancia de ambos rubros se invirtió, de
manera que México comenzó a acumular un déficit comer-
cial que a mediano plazo presionó negativamente la balanza
de pagos.4

2
Isabel Avella Alaminos, De oportunidades y retos, pp. 90 y 99.
3
Un análisis pormenorizado de los principales acuerdos se encuentra en
Susana Chacón, La relación entre México y los Estados Unidos (1940-
1955). Entre el conflicto y la cooperación.
4
La balanza de pagos es el registro de las transacciones internacionales
que realiza un país, v. gr. Transacciones comerciales y de servicios, trans-
ferencias, préstamos, inversiones directas.

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64 • SITUACIÓN ECONÓMICA

Gráfica 2

Origen de las importaciones mexicanas 1940-1950

700
Millones de dólares corrientes

600

500

400
300

200 América
Europa
100
Resto del mundo
0
1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950
Año

Gráfica 3
Destino de las exportaciones mexicanas, 1940-1950
700
Millones de dólares corrientes

600

500

400
300

200 América
Europa
100
Resto del mundo
0
1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950
Año

Fuente: Isabel Avella Alaminos, De oportunidades y retos. Los engranajes


del comercio exterior de México, 1920-1947, cuadros H e I.

Hasta cierto punto, la Segunda Guerra Mundial consti-


tuyó un acicate para el crecimiento de la industria mexica-
na. Sin embargo, al mismo tiempo dicho conflicto impuso
severas restricciones que dificultaron la actividad industrial
de México en diversos giros.5 Esto se advierte, por ejemplo,

5
Sobre las interpretaciones en uno y otro sentido, cfr. Blanca Torres, Mé-
xico en la segunda Guerra Mundial con Enrique Cárdenas, La hacienda
pública y la política económica 1929-1958.

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 65

al examinar la trayectoria de las importaciones de bienes de


capital estadunidense, indispensables para el crecimiento de
la industria mexicana. La compraventa de estos artículos fue
limitada en el primer lustro de la década del cuarenta, no así
en la segunda mitad de este periodo, cuando se incrementa-
ron notoriamente.6
A pesar de esto, es cierto que la guerra incentivó la pro-
ducción en algunas ramas, como las manufacturas de algo-
dón, que entre 1939 y 1946 incrementó 65 por ciento gra-
cias a la demanda adicional generada a raíz del conflicto.
Además promovió la diversificación de la industria mexica-
na. A la par de las industrias tradicionales, como la textil, la
cervecera y la cementera, emergieron con fuerza dos nuevas
ramas: la química y la de aparatos eléctricos. Así surgió un
nuevo grupo de industriales que inclusive en 1941 formó su
propia organización: la Cámara Nacional de la Industria de
Transformación.7
A raíz del conflicto, el gobierno de Manuel Ávila Ca-
macho dio inicio a la llamada Unidad Nacional, una alianza
social que dio prioridad a la economía por encima de las
diferencias políticas y que en el plano económico involucró
a empresarios, trabajadores y Estado. A través de algunas
medidas, como el decrecimiento del número de huelgas y la

6
Isabel Avella Alaminos, “El impacto del tratado comercial de 1942
entre México y Estados Unidos en el flujo comercial bilateral (1943-
1950)”, pp. 215 y 217.
7
El inicio de la industria de aparatos eléctricos es anterior a la década del
cuarenta, pero fue durante la guerra cuando comenzó la producción de
planchas, baterías, aparatos de radio, entre otros productos, Esperanza
Fujigaki Cruz, “Periplo industrial: 1940-1960. Una ojeada al surgi-
miento de algunas ramas”, pp. 388-389 y 393-395; y Sanford Mosk,
Industrial Revolution in Mexico, capítulos II y VIII.

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66 • SITUACIÓN ECONÓMICA

congelación de los salarios, la Unidad Nacional coadyuvó a


la expansión de la actividad industrial.8
Más allá de la relación que existió entre la guerra y la
industria es un hecho que para la década del cuarenta preva-
lecía un consenso en la sociedad mexicana en el sentido de
que la industria debía ser el pilar de la economía nacional.
Dicho ideal era aceptado incluso por el líder sindical Vicente
Lombardo Toledano, secretario general de la Confederación
de Trabajadores de México (ctm), al iniciar el periodo.9
En este marco, todavía durante el gobierno de Lázaro Cár-
denas se publicó la primera Ley de Industrias Nuevas y Nece-
sarias en diciembre de 1939, con el propósito de dar incentivos
fiscales a las industrias nuevas o estratégicas, y en 1941 se re-
frendó este apoyo con la aprobación de la Ley de Industrias de
Transformación. Poco después, en 1943, el gobierno mexicano
gestionó la adquisición de equipo industrial a través de la Co-
misión de Cooperación Mexicana-Norteamericana.
Justamente, el crecimiento de la compra de equipo esta-
dunidense explica la aparición de una balanza comercial de-
ficitaria con respecto a Estados Unidos a partir de 1944. La
mayor demanda de equipo e insumos estadunidenses estuvo
relacionada no sólo con la creciente dimensión de la indus-
tria mexicana, también influyó el mayor nivel de inflación en
México en relación con el prevaleciente en Estados Unidos,
así como la mayor disponibilidad de bienes estadunidenses
de exportación una vez terminado el conflicto.10

8
Luis Medina, “Origen y circunstancia de la idea de unidad nacional”,
pp. 286-290.
9
Blanca Torres Ramírez, Hacia la utopía industrial. Historia de la Revo-
lución Mexicana, 1940-1952, pp. 15-26.
10
Esperanza Fujigaki Cruz, op. cit., pp. 377; Blanca Torres Ramírez, Mé-
xico en la Segunda Guerra Mundial. Historia de la Revolución Mexica-
na, 1940-1952, p. 181; Isabel Avella Alaminos, De oportunidades y re-

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 67

A partir del sexenio de Miguel Alemán, el impulso en


favor de la industria se hizo evidente en virtud de la cercanía
del presidente y de varios miembros de su gabinete con la
iniciativa privada. Por citar algunos ejemplos, Antonio Ruiz
Galindo, titular de la Secretaría de Economía, fue un em-
presario veracruzano con intereses industriales, financieros y
hoteleros; el industrial coahuilense Nazario Ortiz Garza fue
designado secretario de Agricultura; Ramón Beteta, titular
de la Secretaría de Hacienda, fue economista y abogado de
los círculos financieros, y Carlos Novoa, antiguo presidente
de la Asociación de Banqueros, fue nombrado presidente del
Banco de México.11
Desde su toma de posesión, el presidente Miguel Ale-
mán afirmó que daría prioridad al crecimiento e inversión,
y en 1946 aprobó la Ley de Fomento a la Industria de la
Transformación, la cual amplió el periodo de exención fiscal
de cinco hasta diez años para ciertas industrias consideradas
fundamentales, de importancia económica, y también para
las englobadas en el rubro “otras”.12 Asimismo, durante su
mandato mantuvo una política de contención de la actividad
sindical, como sucedió con los movimientos de los ferroca-
rriles y los trabajadores petroleros.13
En 1947 hubo un cambio importante en lo referente al
desarrollo industrial del país. Tras varios intentos fallidos en
el sexenio anterior, el gobierno de Alemán comenzó a aplicar

tos…, p. 259; Enrique Cárdenas, op. cit., pp.100-101, y Martha Rivero,


“La política económica durante la guerra”, p. 15.
11
Tzvi Medin, El sexenio alemanista: ideología y praxis política de Miguel
Alemán, p. 45.
12
Blanca Torres Ramírez, Hacia la utopía industrial…, p. 28, y Esperan-
za Fujigaki Cruz, op. cit., pp. 377-378.
13
Rafael Loyola Díaz, El ocaso del radicalismo revolucionario: ferrocarrile-
ros y petroleros (1938-1947).

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68 • SITUACIÓN ECONÓMICA

el sistema de licencias de importación e introdujo el sistema


arancelario ad valorem.14 Estas medidas implicaron un cam-
bio de rumbo para el comercio exterior en pro de la nivelación
de la balanza de pagos y de la protección para el desarrollo de
la industria nacional. Dicha política se insertó en una tenden-
cia internacional de sustitución de importaciones que en la
región latinoamericana fue enarbolada por la Comisión Eco-
nómica para América Latina (Cepal), fundada en 1948 en el
seno de la Organización de las Naciones Unidas.15
Empero, la sustitución de importaciones no conllevó el
aislamiento de la economía mexicana. Es cierto que desde
1944 se limitó la participación relativa de extranjeros en em-
presas mexicanas a 49 por ciento de la propiedad de éstas,
pero existía la posibilidad de incrementarla en el caso de las
nuevas explotaciones industriales.16 Por añadidura, a partir
del sexenio de Miguel Alemán se promovió la entrada de
Inversión Extranjera Directa (ied), esto es, de empresas cuya
matriz se encontraba en el extranjero, pero que comenzaron
a establecer filiales o fábricas subsidiarias en México. En este
marco, desde 1950 las empresas estadunidenses extendieron
su presencia a lo largo del país, cobijadas por la ventaja que
les daba el proteccionismo comercial vigente desde 1947, ya
que al producir en México evitaban las barreras de las cuo-

14
En el sistema de aranceles específicos se establece un impuesto dado
por unidad adquirida que es independiente del cambio en el precio de
las mercancías gravadas; en contraste, los aranceles ad valorem repre-
sentan un porcentaje del precio al que se adquirió el bien gravado, lo
cual permite ajustar automáticamente el nivel impositivo al vaivén de los
precios.
15
Blanca Torres Ramírez, Hacia la utopía industrial…, p. 96. Sobre el
entorno latinoamericano, véase Víctor Bulmer-Thomas, La historia eco-
nómica de América Latina desde la independencia, capítulo IX.
16
Isabel Avella Alaminos, De oportunidades y retos…, p. 259.

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 69

tas, las licencias y los aranceles a los que se enfrentaban las


importaciones mexicanas.17
Por otro lado, pese a la diversificación y el crecimiento de
giros industriales que tuvo lugar a lo largo de la década, el
sector industrial mexicano se siguió caracterizando por la alta
concentración prevaleciente en su organización. Verbigracia,
en el Consejo Directivo de la Industria Eléctrica de México
(1945), de inversión mexicano-estadunidense, participaban
un funcionario del Banco Nacional de México, el director
administrativo de Fundidora de Monterrey, el presidente de
una fábrica de cerveza y el socio de un gran almacén de la
Ciudad de México.18 Esta estructura se reforzó en virtud de
la dinámica misma del sistema proteccionista, cuyo control
por parte del Estado, al buscar tanto el desarrollo como la
unidad nacional, favoreció las consideraciones políticas para
la adjudicación de los privilegios fiscales.19
En síntesis, no es casual que en 1950 el estudioso esta-
dunidense Sanford Mosk publicara su libro Industrial Re-
volution in Mexico, en el que sostuvo que el futuro del país
estaba en la industria, ni que la obra de Frank Tannenbaum
titulada Mexico: the Struggle for Peace and Bread, publicada
ese mismo año, que reivindicaba los ideales agraristas, reci-
biera un frío recibimiento en el ámbito mexicano.20
En efecto, a la par que el modelo económico de México
se centró en la industria, los ecos agraristas del cardenismo

17
Sanford Mosk, op. cit., capítulo IX, y Blanca Torres Ramírez, Hacia la
utopía industrial…, pp. 149-154
18
Esperanza Fujigaki Cruz, op. cit., p. 394.
19
Susan Gauss, Made in Mexico: Regions, Nation and the State in the rise
of Mexican industrialism, 1920s-1940s, pp. 99, 201 y 204.
20
Ibidem, pp. 242-243, y Martha Beatriz Guerrero Mills, “El debate histo-
riográfico en torno al programa agrario de la Revolución mexicana susci-
tado por Frank Tannenbaum y su recepción en México”, pp. 117-124.

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70 • SITUACIÓN ECONÓMICA

pasaron a un segundo plano. A partir del sexenio de Ávila


Camacho, la política hacia el campo regresó a la idea de fo-
mentar el crecimiento agropecuario con base en el aumento
de la productividad, no en el reparto de tierras.
El presidente Ávila Camacho recortó el presupuesto des-
tinado al Departamento Agrario —dirigido a las comuni-
dades agrarias—; redujo los recursos del Banco Nacional de
Crédito Ejidal; creó menos escuelas y clínicas rurales; decre-
tó la división en parcelas de los ejidos y la consecuente desa-
parición del ejido colectivo cardenista, y reformó el Código
Agrario para fortalecer al sector privado.21
Ya con Miguel Alemán, en diciembre de 1946 se reformó
de nuevo el Código Agrario y se permitió el amparo a favor
de la pequeña propiedad. Simultáneamente, los gobiernos
de esta década tomaron medidas para elevar la producción
del campo. Desde 1943, México fue el país donde la Fun-
dición Rockefeller realizó los primeros experimentos para el
mejoramiento de semillas dentro de la llamada “revolución
verde”, es decir, el uso intensivo de tecnología para elevar la
producción agrícola.
Esto, junto con la continuidad en los programas de irri-
gación y la mejora en los fertilizantes, coadyuvó al incre-
mento de la productividad agrícola. En tanto la tasa anual
de crecimiento poblacional fue del orden de 2.8 (1942-45) y
3.0 (1945-56), el producto agropecuario se elevó a un ritmo
de 2.3 y 5.9, respectivamente; en el lapso 1945-1956, la agri-

21
La explotación colectiva sólo se mantuvo, en principio, en las zonas
dedicadas a los productos de exportación, donde dicha modalidad ha-
bía resultado productiva: la Comarca Lagunera (algodón), el Valle del
Yaqui (trigo) y el Valle de Mexicali (verduras). Luis Medina, Del carde-
nismo al avilacamachismo. Historia de la Revolución Mexicana. Periodo
1940-1952, pp. 234-236, 239 y 244.

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 71

cultura, en particular, alcanzó una tasa anual de crecimiento


de 6.9 por ciento, más alta que la del Producto Nacional
Neto de dicho periodo (6.2 por ciento).22

Gráfica 4
Contribución sectorial al pib (1939-1949) (%)

Otros servicios
??????
14 %
??? %

Minería
Gobierno 3%
7%

Petróleo
Transportes
2%
3%

Industria de
Transformación
16 %

Comercio
32 % Construcción
3%
Electricidad
1%

Fuente: Enrique Cárdenas, La hacienda pública y la política económica


1929-1958, Cuadro IV.7.

La comercialización de los productos agropecuarios en


el extranjero presentó una trayectoria desigual. Durante los
años de la guerra creció la importancia relativa de las ex-
portaciones agropecuarias en el total exportado, llegando a
representar 45 por ciento de éstas en 1945.23 El algodón, en
especial, fue un producto cuya exportación despuntó en este

22
A diferencia del pib, el producto nacional mide los bienes y servicios
generados por los residentes de un país dado dentro y fuera de éste, no
sólo lo producido al interior del territorio nacional. Cynthia Hewitt de
Alcántara, La modernización de la agricultura mexicana, 1940-1970,
pp. 12, 21-27 y 100.
23
Enrique Cárdenas, op. cit., p. 95.

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72 • SITUACIÓN ECONÓMICA

periodo; mientras que en 1940-41 su venta en el exterior re-


presentó 8 por ciento de la producción nacional, para 1948-
49 ascendió a 40.7 por ciento.24 Sin embargo, la ganadería
atravesó por una severa crisis debida a la fiebre aftosa y el
consecuente cierre del mercado estadunidense para la carne
mexicana en 1946 y 1947.25
No obstante, pese a que el campo siguió funcionando
como un proveedor de artículos de exportación, en la polí-
tica económica de la época se le concibió como un soporte
de la industria (Gráfica 4). Durante el periodo la economía
rural acompañó y apoyó el crecimiento del sector secunda-
rio, esto es, la industria, en varios sentidos. En primer lugar,
en virtud de su modernización pudo ofrecer en el mercado
interno bienes agrícolas a bajos precios en relación con los
de las manufacturas, tanto en el caso de artículos de prime-
ra necesidad como en el de aquellos usados como insumos
industriales. De esta suerte, la comercialización interna de la
producción agropecuaria se impuso sobre los esquemas de
autoconsumo.
Al terminar la década, 82 por ciento de la producción
agrícola se colocó en el mercado nacional, contra 50 por
ciento al inicio de la misma. Como parte de este esfuerzo, en
1941 se creó la Nacional Distribuidora y Reguladora, entre
cuyas funciones estaba la de fijar los precios de los artículos
de primera necesidad y de las materias primas industriales.
En segunda instancia, la disminución de importaciones
agrícolas —de 13.9 por ciento en 1945 a 8.8 por ciento en
1950— permitió canalizar a otros gastos los recursos que
antes se utilizaban para adquirirlas. Además, gracias a la ven-

24
“Destino final de nuestras exportaciones de algodón”, p. 346.
25
Blanca Torres Ramírez, Hacia la utopía industrial…, pp. 252-269.

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 73

ta de algodón, caña, café y henequén, la fracción del campo


que se especializó en el mercado exterior proporcionó divisas
que posibilitaron el incremento de la inversión nacional.
En tercer lugar, el incremento de la productividad agro-
pecuaria expulsó mano de obra del campo, una parte de la
cual se incorporó a la industria. En consecuencia, en tanto
que en 1940 sólo 35 por ciento de la población era urbana,
para 1950, 43 por ciento lo era.26
La contraparte de este proceso fue la agudización de la
polarización socioeconómica entre la ciudad y el campo, y en
el seno de este último, la heterogeneidad existente entre pro-
ductores privados y ejidatarios, por un lado, y entre regiones,
por el otro. Por lo regular, los propietarios privados estuvie-
ron ligados al ámbito agropecuario comercial, mientras que
los ejidatarios se dedicaron a la producción de autosubsisten-
cia. De hecho, en 1950 casi 87 por ciento de los ejidos del
país se encontraba en los estratos económicos más pobres.27
Asimismo, la región del norte fue la principal beneficiada
por la infraestructura y el crédito gubernamentales (Sonora,
Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas y Baja California).28
Ahora bien, en esta transición de la estructura económica el
estado de las finanzas públicas jugó un rol central. Los gobier-
nos de la época aprovecharon el contexto de la Segunda Guerra
Mundial para renegociar la deuda externa de México. En agos-
to de 1942, el gobierno del general Manuel Ávila Camacho, a
través de su secretario de Hacienda, Eduardo Suárez, llegó a un
acuerdo ventajoso para finiquitar dicho adeudo. Se desconoció
la deuda europea, se aceptó el pago de 10 por ciento del capital

26
Cynthia Hewitt de Alcántara, op. cit., pp. 24-27 y 101-104; Isabel Ave-
lla Alaminos, De oportunidades y retos…, p. 170.
27
Cynthia Hewitt de Alcántara, op. cit., pp. 109-110.
28
Blanca Torres Ramírez, Hacia la utopía industrial…, pp. 71-72.

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74 • SITUACIÓN ECONÓMICA

inicial, más intereses, así como el pago de intereses atrasados en


proporción reducida; se acordó iniciar la amortización de capi-
tal a partir de 1948 y realizar las liquidaciones a una paridad fija
4.85 pesos por dólar, lo que garantizaba a México la certeza del
monto que debería saldar en una etapa de tendencias inflacio-
narias e inestabilidad monetaria.
Por otra parte, en 1946 el gobierno de Miguel Alemán
Valdés finiquitó la deuda ferrocarrilera, tema pendiente des-
de la época del Porfiriato. En este caso, México logró tam-
bién una reducción importante del adeudo, que de elevarse
en un inicio a 570 millones de dólares, quedó en un pago de
50 millones de dólares.29
Lo anterior permitió el fortalecimiento de las finanzas
públicas, cuyos ingresos se elevaron significativamente a par-
tir del comienzo de la década. Dicho incremento también
fue posible gracias al dinamismo que alcanzó la parte del
comercio exterior mexicano favorecida por la guerra y a la
transformación del perfil de los ingresos del Estado. La im-
portancia de los impuestos a la importación cedió lugar, en
varios años, a la de los de exportación y fue visiblemente
opacada por el Impuesto Sobre la Renta y los impuestos a la
industria,30 gravámenes directos vinculados con la actividad
interna; con mucho menos relevancia, pero con un creci-
miento dinámico, les siguieron los impuestos por la explota-
ción de recursos naturales.

29
Blanca Torres Ramírez, México en la segunda Guerra Mundial…, pp.
41-62.
30
En relación con estos gravámenes, tras años de discusión se introdujo el
polémico Impuesto Sobre Ingresos Mercantiles (isim) que, sin embar-
go, tardaría mucho tiempo en aplicarse efectivamente. María del Ángel
Molina Armenta, “La coordinación del sistema tributario del comer-
cio y la industria en México: el Impuesto sobre Ingresos Mercantiles
(ISIM), 1947-1980”; Enrique Cárdenas, op. cit., pp. 97 y 113.

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 75

Gráfica 5
Ingresos federales por fuentes (1939-1949)
(millones de pesos corrientes)

700
600
ISR
500
Explotación de
400 recursos naturales
300 A la industria
200 A la importación
100
A la exportación
0
39

40

41

42

43

44

45

46

47

48

49
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

Fuente: Inegi, Estadísticas históricas de México, t. II, p. 634.

En cierta medida, la inestabilidad económica derivada de


la guerra contrarrestó este efecto positivo porque, lo mismo
que en otras naciones, propició el crecimiento de la inflación.
En el caso de México, este fenómeno —presentado desde
el final de los años treinta— en la década del cuarenta se
alimentó de varios factores: los capitales extranjeros que se
refugiaron en el país y que incrementaron el dinero circu-
lante —las reservas internacionales pasaron de 41.4 en 1939
a 372.7 millones de dólares en diciembre de 1945—; la im-
posibilidad de aumentar la oferta productiva al mismo ritmo
que la ascendente demanda, lo que presionó los precios al
alza, y el traslado de la inflación estadunidense a México
debido al tipo de cambio fijo del peso con respecto al dólar
a partir de 1940.31
Entre 1939 y 1948, los precios al mayoreo se incremen-
taron 175 por ciento y los precios del maíz y el trigo se du-

31
Enrique Cárdenas, op. cit., pp. 99 y 105.

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76 • SITUACIÓN ECONÓMICA

plicaron entre 1942 y 1944, y triplicaron entre 1942 y 1950.


Aun cuando la inflación se extendió por todo el país, sus
efectos fueron más severos entre la población rural; mientras
que el índice del costo de la vida fue de 310 en 1944, toman-
do 1934 como año de comparación, el índice del trabajador
del campo fue de 432.4.32

Gráfica 6
Tipo de cambio del peso frente al dólar (1939-1949)

10.00

8.00

6.00
Tipo de cambio
nominal
4.00
Tipo de cambio
2.00 real

0.00
1939

1940

1941

1942

1943

1944

1945

1946

1947

1948

1949

Fuente: Con base en los datos de Enrique Cárdenas, La hacienda


pública y la política económica 1929-1958, Cuadro A.20.

Empero, al mismo tiempo la inflación incentivó el aho-


rro interno porque los altos precios presionaron el consumo
nacional a la baja. A esta tendencia se sumaron las restriccio-
nes a la importación que se introdujeron a partir de 1947 y la
devaluación del peso que tuvo lugar entre 1948 y 1949. De
esta manera, de 1947 a 1950 el ahorro interno pasó de 11 a
15 por ciento del pib.33
Hasta cierto punto, la necesidad de responder a este es-
cenario de inestabilidad económica internacional e inflación

32
Cynthia Hewitt de Alcántara, op. cit., p. 24.
33
Blanca Torres Ramírez, Hacia la utopía industrial…, p. 52.

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 77

interna definió el primer eje rector de la política económica


de la época. El gobierno de Manuel Ávila Camacho enfocó
su política económica a la estabilización de la oferta mo-
netaria excedente a través de la Secretaría de Hacienda y el
Banco de México, lo que implicó reducir el crédito bancario
disponible. Por su parte, el gobierno de Miguel Alemán Val-
dés encaró el escenario contrario porque entre 1945 y 1947
el volumen de circulante sufrió una reducción de 4.7 por
ciento y las reservas internacionales del banco también dis-
minuyeron. En virtud de ello, dada la paulatina y consistente
pérdida del poder adquisitivo real del peso frente al dólar
—para 1945 la sobrevaluación de la moneda era de 32.2 por
ciento con respecto a 1940—,34 el gobierno decidió devaluar
en 1948 y 1949, con el fin de ajustar el valor nominal del
peso a su valor real (Gráfica 6).

Cuadro 1
Tasa de crecimiento promedio anual
de la inversión pública por rubros (1939-1949) (%)

Total 1939-45 1945-49 1939-49

Riego 14.7 5.9 11.1

Caminos 14.3 1.9 9.2

Ferrocarriles 13.9 0.1 8.6

Energía eléctrica 9.4 -5.0 3.4

Industria petrolera 22.6 57.6 35.6

Otros 19.2 5.9 13.7

Fuente: Enrique Cárdenas, La hacienda pública y la política económica


1929-1958, p. 343.

34
Enrique Cárdenas, op. cit., pp. 96, 102-103 y 105.

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78 • SITUACIÓN ECONÓMICA

El segundo eje rector de la política económica de la dé-


cada fue el crecimiento de la producción nacional. De ahí
que los gobiernos de la época estimularan el crédito pro-
ductivo nacional y, en menor medida, extranjero. El Estado
mantuvo una participación importante en la inversión fija
bruta —para 1950 contribuyó a financiar 54.2 por ciento de
la inversión total—,35 cuya prioridad fue la construcción de
infraestructura necesaria para el crecimiento de la industria
y garantizar el ofrecimiento de energéticos y combustibles
a bajo costo (Cuadro 1). Por ejemplo, durante el sexenio de
Ávila Camacho se desarrollaron los proyectos hidroeléctri-
cos de los ríos Grijalva y Papaloapan, y a lo largo de la década
se llevó a cabo la construcción de la carretera Panamericana
y el tramo Nogales-Guadalajara.36 Asimismo, el gobierno de
Miguel Alemán incentivó el crecimiento del crédito inter-
no y externo destinado a la producción. Nacional Financiera
participó como accionista en proyectos de gran envergadu-
ra, como Guanos y Fertilizantes (1943), Celanese Mexica-
na (1944) y Altos Hornos de México (1944).37 De hecho,
durante este sexenio se reformaron las leyes orgánicas de
Nacional Financiera y del Banco de México para centralizar
el financiamiento.38 Los créditos internacionales más impor-
tantes fueron concedidos en la década por el Export Im-
port Bank (15 préstamos entre 1941 y 1949); desde 1949,
el recién fundado Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento también acreedor de México.39

35
Blanca Torres Ramírez, Hacia la utopía industrial…, p. 49.
36
Ibidem, pp. 71 y 182-183.
37
Esperanza Fujigaki Cruz, op. cit., pp. 387, 391 y 403-404.
38
Martha Rivero, op. cit., p. 25.
39
Isabel Avella Alaminos, De oportunidades y retos…, pp. 306-308, y Blan-
ca Torres, Hacia la utopía industrial…, pp. 184-185.

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ISABEL AVELLA ALAMINOS • 79

En resumen, durante los años cuarenta la economía


mexicana experimentó varios cambios importantes. No sólo
fue un momento de crecimiento sostenido de mayor enver-
gadura que el alcanzado durante los años treinta. Se trató,
ante todo, de una coyuntura de transformación cualitativa
porque dicho incremento se vinculó con el impulso central
para desarrollar la industria nacional y lograr por esta vía la
modernización económica de México. En este sentido, es
pertinente advertir que aunque la pujanza de la época pro-
pició la movilidad socioeconómica al interior de la sociedad
mexicana, la prioridad de los gobiernos de este periodo fue
lograr la acumulación de riqueza y renta para garantizar la
continuidad del crecimiento.

Fuentes consultadas
Bibliográfica

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de 1942 entre México y Estados Unidos en el flujo comercial
bilateral (1943-1950)”, en María Aparecida Lopes y María
Cecilia Zuleta (coords.), Mercados en Común. Estudios sobre
conexiones, negocios y diplomacia en las Américas (siglos XIX
y XX), México, El Colegio de México, 2016.
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exterior de México, 1920-1947, México, El Colegio de Mé-
xico, 2010.
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Situación social

Mario Virgilio Santiago Jiménez

Introducción

D esde las dimensiones política y económica, se pue-


de pensar que la década del cuarenta es un periodo
de transición entre la Revolución —incluyendo las etapas
destructiva y de reorganización— y la modernización. De
igual forma, desde el ángulo social se puede afirmar que el
periodo signado constituyó una bisagra entre una sociedad
mayoritariamente rural y una predominantemente urbana,
sin que en esta última desapareciera la pista de la primera. Al
mismo tiempo, estos años podrían ser considerados como
el inicio accidentado del México moderno y, por tanto, una
paradójica cuenta inicial que no quería o no podía borrar lo
que le antecedía.
Durante esta década, la dinámica social se erigió como
una arena particular para dar cuenta del choque y la mezcla
simultánea de la tradición y la modernidad, proceso comple-
jo expresado a través de la emergencia —acaso aparición— de

• 83 •

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84 • SITUACIÓN SOCIAL

personajes icónicos: el pachuco, la rumbera, el licenciado, el


bracero, entre muchos otros, quienes convivían en una cre-
ciente multiplicidad de espacios urbanos. A la par, el mundo
rural seguía siendo el albergue de la mayoría de la población
y, por tanto, el epicentro de la nostalgia y al mismo tiempo
el expulsor de pobres.
La fisonomía de las ciudades, especialmente de la capi-
tal del país, comenzó a cambiar sin un orden establecido,1
al igual que sus dinámicas internas. El día comenzó a ver
nuevos contingentes de obreros, mayor movimiento y ruido,
mientras que la noche abandonó lentamente el silencio y la
oscuridad para dar paso a las luces y la música. Por esto, la
ciudad, sobre todo en su versión nocturna, se erigió como el
mejor ejemplo de la debacle moral. Paulatinamente, el ritmo
citadino se aceleró y, aunque no era tan vertiginoso como lo
que vendría pronto, sí era un cambio significativo en función
del pasado reciente.
Frente a esto, el México rural fue idealizado y proyec-
tado a través de películas y canciones que retrataban la feli-
cidad del ranchero y sus amores, llegando a extremos poco
creíbles, pero que moldearían los estereotipos de los años
venideros.
Los visos de modernización también promovieron a la
clase media, sector relegado por el proceso revolucionario,
otorgándole un lugar privilegiado. Sin embargo, todavía no
existían las condiciones para la masificación de esos profe-
sionistas, burócratas y empleados calificados, por lo que ten-
drían que esperar cuando menos una década más, lo que no
evitó que algunos proyectaran el encuentro entre tradición
y modernidad en las artes o que reflexionaran sobre el pro-

1
Diane Davis, El leviatán urbano. La ciudad de México en el siglo xx.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 85

blema que significaba modernizar un país de hondas tradi-


ciones.
Al final del periodo, lo más evidente en términos socia-
les fue que la modernización seguiría siendo una promesa
inacabada.

Nuevos mexicanos
de viejas costumbres

De acuerdo con los censos oficiales,2 México tenía en 1930


una población total de 16.5 millones de habitantes; en 1940
se registraron 19.6 millones, y una década después 25.7, es
decir, durante los años treinta la población total del país cre-
ció poco más de tres millones y al siguiente decenio apro-
ximadamente seis millones. Desde otro ángulo, entre 1930
y 1940, el crecimiento fue equivalente a 18.7 por ciento,
mientras que en los años cuarenta la población total del país
creció 31.1 por ciento.
De esos totales, al comenzar la década del cuarenta, 1.4
millones vivían en la capital del país; para 1950 ya albergaba
a tres millones, es decir, más del doble. Por otra parte, el ru-
bro de nativos de la entidad pasó de 17.3 millones en 1940 a
22.2 en 1950, por lo tanto, durante este periodo el número
de personas que no vivían en su lugar de nacimiento pasó
de 2.3 a 3.5 millones. Cabe agregar que, para el final de los
años cuarenta, 14.8 millones de personas equivalente a 57.5
por ciento del total de la población mexicana vivía en zonas
rurales.

2
Estados Unidos Mexicanos. 6º censo de población, 1940. Resumen general
y Estados Unidos Mexicanos. Séptimo censo general de población. 6 de ju-
nio de 1950. Resumen general.

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86 • SITUACIÓN SOCIAL

Otro dato relevante de los censos es que en 1940, 25.9


por ciento de la población pertenecía al rango etario de cero
a 19 años y para 1950 creció 0.3 por ciento, mientras que en
el mismo periodo la población de 20 a 40 años decreció 1.2
por ciento. A esto se sumaba que al inicio de la década, 58.1
por ciento de los habitantes del país todavía vivía en familias
de cinco a diez integrantes.
Finalmente, en 1930, 4.5 millones de mexicanos (equi-
valente a 27.2 por ciento) sabían leer y escribir en español;
una década después la cifra pasaría a 6.8 millones (34.6 por
ciento), y hacia 1950 sería de 11.7 millones (45.5 por ciento)
de alfabetos en el país.
Aunque frías, las cifras permiten pensar en una pobla-
ción creciente y en movimiento. En efecto, la reducción
considerable de la violencia revolucionaria, combinada con
la complicada situación en las amplias zonas rurales del país,
empujó a individuos y familias enteras a buscar nuevas opor-
tunidades en las urbes. Por otra parte, a pesar de que las
instituciones estatales habían dado pasos importantes en la
consolidación del ejercicio del poder durante la década del
treinta, lo cierto es que hacia los años cuarenta todavía no
había una cobertura nacional en materias educativa, de salud
y vivienda, por lo que es muy probable que el crecimiento
poblacional y en particular del sector etario infantil y ju-
venil no tuviera como trasfondo un presente mejor, sino la
promesa de que algunos integrantes de la nueva generación
sobrevivirían y accederían a otro nivel social. Esto también
se relacionaba con la forma tradicional de la familia que in-
cluía al primer núcleo con numerosos hijos, así como a otros
integrantes de segundo y hasta tercer grado.
Es importante destacar que el Estado aún no contaba
con la infraestructura institucional para cubrir las demandas

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 87

de la mayoría de la población y, de hecho, es probable que


dicho proyecto se haya visto acelerado por el crecimiento po-
blacional y la inicial concentración de personas en la capital
del país.
En otras palabras, el proceso sintetizado en las cifras al
inicio de este capítulo corrió paralelo al impulso guberna-
mental de proyectos educativos, de salud y vivienda. Muestra
de ello fue que si bien el analfabetismo decreció, a mitad
de siglo más de 50 por ciento de la población no sabía leer
y escribir en español, en buena medida porque todavía no
existía un proyecto educativo ni la infraestructura necesaria
para pensar en la cobertura educativa ampliada, aunque pe-
saba la debilidad de la promesa de ascenso social, que todavía
no se implantaba en el imaginario de la población la idea de
estudiar para salir de la pobreza. En ese sentido, la educación
aún era una inversión fuerte y poco segura para la mayoría de
la población mexicana.
La situación en el campo no había mejorado y, por el
contrario, se vio mermada por las políticas económicas de la
década, dirigidas a la tecnificación agrícola y el aumento de
la producción para satisfacer la demanda de insumos del in-
cipiente sector industrial. Por supuesto, esta nueva dinámica
funcionó como un catalizador de las migraciones internas
del campo a la ciudad, pero es importante señalar que, de
acuerdo con las cifras oficiales, a mitad del siglo casi 60 por
ciento de la población seguía viviendo en zonas rurales, lo
que significaba que no todos se fueron a las ciudades.
Cabe señalar que si bien es evidente que la capital del
país fue el polo de atracción más grande, no significa que
fuera el único. De hecho, las migraciones también tuvieron
una lógica regional, es decir, varios desplazamientos se die-
ron dentro de los estados hacia las respectivas capitales o

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88 • SITUACIÓN SOCIAL

entre estados, de los más pobres a los aparentemente más


desarrollados en materia económica, como Jalisco y Nue-
vo León, que recibieron pequeñas oleadas de mano de obra
proveniente de los estados contiguos,3 modificando paulati-
namente los escenarios y las dinámicas locales.
En este escenario de movimientos poblacionales de-
bemos insertar la particular dinámica de los “hombres de
frontera”,4 aquellos habitantes de los estados del norte del
país cuya identidad regional estaba más vinculada a los es-
tados del sur de la Unión Americana que al centro de Mé-
xico. Esta particular relación histórica dio forma al chicano,
término despectivo usado por mexicanos para señalar a los
nacidos en Estados Unidos de padres mexicanos;5 al pocho,
otra forma negativa para señalar a los mexicanos que no ha-
blan “bien” el español y lo mezclan con el inglés, y al pa-
chuco, cuya identidad estaba definida más allá del lenguaje
mezclado, también por la vestimenta holgada y la forma de
vida relajada y festiva.
Esta dinámica se acrecentó a partir de la coyuntura de
la Segunda Guerra Mundial y el acercamiento entre los go-
biernos estadunidense y mexicano, siendo el Programa Bra-
cero una versión extrema de las migraciones de mano de
obra hacia el norte. Dicho programa, con intermediación de
empresarios y empleadores, permitió que miles de obreros
mexicanos fueran legalmente a Estados Unidos a trabajar,
pero la inexperiencia administrativa del gobierno mexicano

3
En 1940, Monterrey y Guadalajara rondaban los 200 mil habitantes.
4
Luis Aboites, Norte precario. Poblamiento y colonización en México
(1760-1940).
5
Hacia los años sesenta, el término adoptaría otra connotación al ser
reivindicado por movimientos de trabajadores migrantes en Estados
Unidos.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 89

y la corrupción de varios actores, especialmente los contra-


tistas, derivaron en un negocio negativo para los obreros,
aunque el programa se mantendría vigente durante 22 años.6
Ahora bien, este proceso de crecimiento y movimiento
poblacional se dio a la par de un proyecto de modernización
impulsado por las élites gobernantes, especialmente durante
la administración de Miguel Alemán Valdés (1946-1952), y
visto como la versión local de lo logrado por el vecino del
norte. Esto último implicaba el impulso a la inversión y, por
tanto, la protección a los sectores empresariales, así como
la masificación de las clases medias pensadas como el sector
ideal en términos económicos y políticos: empleado califi-
cado, profesionista, ciudadano, consumidor, con el objetivo
permanente de mantener y acrecentar su estatus y, por tan-
to, capaz de amortiguar el conflicto interclasista. Cobraron
especial relevancia la universidad, así como las dependencias
gubernamentales y las empresas, la primera como semillero
de este nuevo actor de la vida pública y las segundas como
empleadoras.
Todo lo anterior derivó en la modificación de la fisono-
mía urbana, generando paisajes heterogéneos y numerosos
microcosmos que se comenzaron a cruzar en el día a día.
Por una parte, abandonar el campo para buscar una nueva
vida en la ciudad no significaba necesariamente que se ten-
dría éxito, lo que se reflejó en la paulatina constitución de
amplios cordones de miseria alrededor y dentro de las urbes,
sobre todo en las más grandes como el Distrito Federal, o
bien, en el establecimiento de nuevas zonas rurales que con-
vivirían por varias décadas con la mancha urbana.

6
Braceros. Las miradas mexicana y estadounidense. Antología (1945-
1964), pp. 18-19.

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90 • SITUACIÓN SOCIAL

En segundo lugar, el referido proyecto que incluía el im-


pulso de una clase media conformada por profesionistas, así
como la proyección a nivel internacional de un México que
aparentemente dejaba de ser el conflictivo páramo rural, se
materializaron en diversas obras mayoritariamente apegadas
a los cánones de la arquitectura funcionalista y sus líneas
rectas, mezclados con expresiones nacionalistas: Ciudad
Universitaria al sur de la capital, con una división espacial
que rememoraba la distinción clásica de las ciencias humanas
y las exactas, amplios espacios definidos por trazos linea-
les y numerosos murales en la Biblioteca Central, el Estadio
Olímpico y la Facultad de Medicina, evocando elementos
nacionalistas apegados al principio del mestizaje; el multifa-
miliar Miguel Alemán, pensado para las familias de los bu-
rócratas, que cambiaba la lógica de más casas en terrenos
amplios por más viviendas verticales en un terreno limitado,
incluía áreas verdes, escuela y tienda, así como recámaras
separadas en departamentos de dos pisos; la Torre Latinoa-
mericana, proyecto de una aseguradora que concluiría en la
década siguiente, de gran impacto arquitectónico al ser un
rascacielos en una ciudad con alta sismicidad y que, sin duda,
alimentaba la definición del periodo al representar la moder-
nidad frente al imponente Palacio de Bellas Artes, herencia
del Porfiriato y testigo del paso de la Revolución; Ciudad de
los Deportes, en la antigua zona de ladrilleras de Mixcoac, y
el Viaducto Miguel Alemán.
La construcción de la Ciudad Universitaria era una clara
muestra de que se pretendía masificar al sector medio de
profesionistas y, de paso, sacar el problema estudiantil del
centro de la ciudad. Este proyecto implicó la extensión de la
Avenida de los Insurgentes, así como el establecimiento de
rutas de transporte.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 91

Por otra parte, los departamentos apuntaban a una nue-


va concepción de la familia nuclear y de la vida privada, pues
lejos de la casa sin muros en la que cohabitaban numero-
sos integrantes de una familia ampliada o de la vecindad, y
sus particulares dinámicas internas, el multifamiliar estaba
diseñado para que cada familia reducida prescindiera de la
interacción constante con los vecinos, salvo con los del mis-
mo piso, mientras que en cada departamento se habilitaban
espacios para el goce de la privacidad de cada integrante del
núcleo.
A este ideal se sumó el Viaducto Miguel Alemán, una vía
rápida que implicó el entubamiento de ríos —un ejercicio
plenamente moderno de dominio de la naturaleza—, lo que
permitía conectar a diversas partes de la ciudad fácilmente,
siempre y cuando se tuviera acceso a un vehículo automotor.
El inicio del hacinamiento, tanto popular como de clases
medias, evidenció la ausencia de servicios como electricidad,
agua, transporte y sanidad. Sin embargo, muchos de los re-
cién llegados tampoco tenían esas “comodidades” en sus lu-
gares de origen, así que no las consideraban indispensables
para desarrollar su vida diaria, si acaso alguien reclamaba,
todavía no existía la infraestructura gubernamental para ca-
nalizar y satisfacer las demandas, así que mientras algunas
zonas de la ciudad gozaban de los referidos servicios, la ma-
yoría seguía anclada a los horarios naturales, las fuentes y
pozos de agua o las largas caminatas.
Otro cambio relevante fue la consolidación del domin-
go como el día de descanso y ocio, en buena medida por la
regulación del tiempo a partir de la lógica de la producción
industrial, y acompañando este proceso, la consolidación
paulatina de las industrias del entretenimiento vistas como
un negocio cada vez más rentable.

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92 • SITUACIÓN SOCIAL

Si bien existían en distintas formas y niveles, los entrete-


nimientos debieron adaptarse a las nuevas demandas. En este
sentido se insertaron la Plaza de Toros, un coloso monu-
mental equiparable a los de la Madre Patria, y el estadio de la
Ciudad de los Deportes, originalmente establecido para jue-
gos de futbol americano. En ambos casos se puede hablar de
prácticas importadas y asimiladas: la primera, con una honda
raíz en las festividades coloniales y una importante impronta
rural, mientras que la segunda, con una adopción recien-
te reforzada por el nuevo vínculo con el vecino del norte y
pensada como una práctica propia de universitarios. Aunque
se ofertaban otros espectáculos deportivos como el futbol
soccer, el box, la lucha libre y el beisbol, se convirtieron de a
poco en actos multitudinarios.
Si no había posibilidad de asistir, se podían escuchar las
grandes peleas o los partidos cardiacos a través de la radio,
invento que había logrado insertar las diversiones y la polí-
tica en la vida cotidiana. La radio se convirtió en el escapa-
rate de lo nuevo y lo nostálgico: desde radionovelas hasta la
música ranchera, pasando por el mambo y las noticias más
recientes o los informes presidenciales.
Y junto al sano esparcimiento también se expandieron
las diversiones de moral cuestionable. En efecto, aunque la
vida nocturna ya existía en la capital del país desde la década
del veinte, lo cierto es que durante los años cuarenta se ex-
perimentó un crecimiento de centros de diversión que cerra-
ban al amanecer. Asimismo, las tradicionales pulquerías, fre-
cuentadas por los sectores populares, los cabarets y lugares
con variedad comenzaron a pulular y a albergar a numerosos
personajes que otrora no formarían parte de la misma es-
tampa: pachuco, rumbera o licenciado. En estos espacios, las
pequeñas orquestas cedieron terreno a las bandas que ejecu-

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taban ritmos afroantillanos y melodías bailables importadas


de Estados Unidos, a veces acompañados por espectáculos
de baile encabezados por mujeres jóvenes, generalmente ca-
ribeñas, con atuendos pequeños y extravagantes.
No sobra mencionar que estos espacios de carnaval sa-
turados de referencias hipersexualizadas fueron catalogadas
rápidamente como focos de perversión moral, especialmen-
te por parte de sectores católicos.7 Sin embargo, una parte
de la nueva élite gobernante los consideró un mal necesario
propio de la modernización, de ahí que la respuesta no fuera
clausurarlos, sino regularlos en cuanto a horarios, impuestos
y cercanía a escuelas o iglesias.
Los cambios no sólo eran palpables en las calles, el traba-
jo o la diversión, sino en detalles simples de la vida cotidiana
como la comida. Por ejemplo, en varias ciudades y partes del
Distrito Federal se instalaron mercados para formalizar la
dinámica histórica de los tianguis o mercados ambulantes,
lo que modificó las rutinas de distribuidores, vendedores y
compradores, estandarizando ciertos productos culinarios,
además de permitir la creación de las comidas corridas —co-
medores pequeños en los que los comensales pagaban una
suma pequeña por una sopa y un guisado previamente pre-
parados, ahorrando tiempo y dinero.
También, de a poco, se introdujeron nuevos alimentos o
mejor dicho nuevas presentaciones que implicaban una cara
más moderna, como el pan de caja, promocionado como un
producto higiénico y fácil de utilizar en un mundo cada vez
más ajetreado. Sin duda, en este rubro la irrupción de los
electrodomésticos —cuando menos en anuncios de perió-
7
Blancarte, Roberto, Historia de la Iglesia católica en México, 1929-1982,
México, Fondo de Cultura Económica / El Colegio Mexiquense, 1992,
Serie de Obras de Historia

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94 • SITUACIÓN SOCIAL

dicos y escaparates— significó un golpe para la idea que se


tenía del hogar y el tiempo. Sin que representara un impacto
inmediato, pues pocos tenían la capacidad económica para
adquirirlos, los nuevos objetos ofrecían mayor efectividad —
cocción y limpieza, por ejemplo— y, por tanto, una reduc-
ción del tiempo invertido en el trabajo doméstico, ahorro
que no estaba pensado para que el ama de casa descansara,
sino para que mejorara el entorno familiar con miras a la
llegada de su marido.8
Todo lo anterior se vio reflejado en las películas de la
llamada Época de Oro, cuyo auge se vio beneficiado por la
coyuntura de la Gran Guerra, pues las compañías de Ho-
llywood debieron canalizar sus esfuerzos a la empresa bé-
lica.9 El cine mexicano de esta década recuperó numerosos
rasgos de su presente y los plasmó en historias trágicas y
cómicas asequibles para el público que llenaba los nuevos
complejos y las carpas improvisadas. En efecto, la magia del
Séptimo Arte radicaba en que el campesino que habitaba la
urbe, la madre abnegada, el pachuco, el ranchero citadino,
el estudiante y prácticamente cualquiera se identificara con
los personajes encarnados por Jorge Negrete, Pedro Infante,
Germán Valdés Tin Tan, María Félix y Pedro Armendáriz,
incluso cuando las historias resultaran exageradas o poco ve-
rosímiles.
Las panorámicas de la gran ciudad acompañadas del
ruido de fondo, los retratos de las vecindades y barrios po-
pulares, las secuencias en calles con automóviles retrataban
el cambio del paisaje urbano, mientras que las historias en

8
Álvaro Matute Aguirre, “De la tecnología al orden doméstico en el Mé-
xico de la posguerra”, pp. 157-176.
9
Francisco Peredo, Cine y propaganda para Latinoamérica: México y Es-
tados Unidos en la encrucijada de los años cuarenta.

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noches de cabaret, así como los bailables y cantos de las


rumberas proyectaban la vida nocturna de fiesta y drama.
Además, se mostraba constantemente el dilema moral que
representaban las nuevas costumbres y los cambios en el seno
familiar, como en una Familia de tantas, dirigida por Ale-
jandro Galindo.
Pero no todo se desarrollaba en la gran ciudad, pues el
cine también reflejó escenarios campiranos bucólicos y amo-
res rancheros que evocaban en el espectador la nostalgia por
lo rural, lo que se dejó atrás. Un México de charros que,
paradójicamente, no existía más que en las películas y que
luego tendría un carácter performativo como en “¡Ay Jalisco,
no te rajes!”, de Joselito Rodríguez.
Aunque había una regla no escrita y era que todo debía
quedar en el plano de las fantasías, debía conmover hasta las
lágrimas o provocar risas y carcajadas, pero no podía llegar
a la crítica, no se debía evidenciar el lado oscuro de la mo-
dernización porque eso equivalía a una especie de traición
y, por tanto, acreedor de la censura como Los olvidados, de
Luis Buñuel.
Y entonces, ¿qué somos?
La tendencia, proveniente de los años treinta, a exaltar
el nacionalismo se mantuvo durante la siguiente década; sin
embargo, dado que el contexto había cambiado los compo-
nentes de la identidad nacional, también debían pasar por
una reconfiguración.
La política de Unidad Nacional promovida por el régi-
men de Manuel Ávila Camacho y sobre todo el proyecto de
modernización de la administración alemanista guardaron
distancia del discurso y la lógica de reivindicación clasista
del cardenismo, por el contrario, abanderó el ideal de ho-

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96 • SITUACIÓN SOCIAL

mogeneidad que representaban el ciudadano y la clase media


como ejes de la vida pública.
Esto derivó en un lento pero constante mejoramiento de
espacios como las universidades de donde se supondría sal-
drían los nuevos mexicanos. Ahí, intelectuales y académicos
en general encontraron nuevas condiciones para promover
debates y canales para transmitirlos. En otras palabras, al
mismo tiempo que se percibían y discutían los cambios im-
portantes en la vida nacional, se creaban revistas, editoriales
y espacios justamente para abordar los diagnósticos. Aunque
incipiente, esta tendencia cobraría mayor relevancia en la si-
guiente década.
Así, por ejemplo, el debate sobre el carácter de la Revo-
lución en el nuevo contexto se dio en las páginas de publi-
caciones como Cuadernos Americanos, al frente de Alfonso
Reyes, Daniel Cosío Villegas y Jesús Silva Herzog. Al mismo
tiempo, se reeditaba el ensayo histórico Evolución política del
pueblo mexicano, de Justo Sierra, y el manual La Constitu-
ción y la dictadura, de Emilio Rabasa, ejemplos del pensa-
miento liberal positivista del Porfiriato —aunque el segundo
se publicó en 1912— con la clara intención de reactivar los
diagnósticos de los maestros ante procesos de moderniza-
ción y el persistente argumento de renunciar a fórmulas im-
portadas para impulsar el progreso nacional.
Por otra parte, se crearían instituciones educativas como
El Colegio de México en 1940 —antes La Casa de Espa-
ña en México—, el Centro Cultural Universitario (ccu) en
1943, germen de la Universidad Iberoamericana; el Institu-
to Tecnológico Autónomo de México (itam) en 1946, y el
Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey
en 1943, mejor conocido como el Tec. Además, algunos ins-

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titutos de ciencias de los estados comenzaron su conversión


a universidades estatales.
El Colegio de México representaba los esfuerzos de un
sector de la intelectualidad liberal; el ccu era resultado del
trabajo de los jesuitas, el itam y el Tec fueron producto del
interés empresarial por formar a sus propios cuadros, dando
cuenta de una apertura hacia los sectores otrora considera-
dos la “reacción”, mientras que las universidades estatales
apuntaban a una tendencia regional de constituir sus propias
instituciones dentro de un nuevo marco nacional de progre-
so.
En las artes, el muralismo mantuvo durante un tiempo
el impulso del cardenismo y proyectó un ideal histórico anti-
imperialista contra el llamado “sindicalismo charro”. Mien-
tras, otras formas de ese mismo nacionalismo impregnaron
en la pintura, el dibujo y la escultura, conformando la llama-
da Escuela Mexicana.
En la música, el director Carlos Chávez impulsó la forma-
ción de nuevos intérpretes y creadores nacionales, así como
la proyección de piezas mexicanas en espacios del extranjero
a través del Instituto Nacional de Bellas Artes (inba), que
dirigió entre 1947 y 1952, y la Orquesta Sinfónica Nacio-
nal creada en 1947. En este rubro destacó el “Huapango”,
de José Pablo Moncayo, pieza icónica del nacionalismo del
periodo.
En la literatura, Al filo del agua, de Agustín Yáñez, re-
trató el mundo rural y sus entrañas antes de la Revolución,
y llegó para quedarse como un hito de las letras nacionales,
mientras que Los muros de agua, de José Revueltas, ofrecían
una cruda estampa del encierro en el penal de las Islas Ma-
rías.

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98 • SITUACIÓN SOCIAL

Este cruce entre tradición y modernidad alimentó el de-


bate sobre la identidad del mexicano o en palabras de la épo-
ca sobre el ser mexicano, su esencia y devenir. De ahí que
cobraran auge los trabajos de Octavio Paz, especialmente El
laberinto de la soledad (1950), y de Samuel Ramos, El perfil
del hombre y la cultura en México (1934). Después de todo,
de acuerdo con el discurso de la élite gobernante, los tiem-
pos de la Revolución habían pasado y era tiempo de entrar
rápidamente a la ansiada modernidad. Sin embargo, ésta no
llegó por decreto y, por el contrario, se confrontó con la
tradición, generando híbridos o espacios de abierta disputa.
Este dilema se plasmó en las artes y los debates académicos,
en las instituciones educativas nuevas y las viejas fórmulas re-
editadas, dejando abierta la incógnita de ¿qué es el mexicano
y qué debe ser?

Material consultado
Estados Unidos Mexicanos. 6º censo de población, 1940. Resumen
general, México, Secretaría de la Economía Nacional, 1943.
Estados Unidos Mexicanos. Séptimo censo general de población.
6 de junio de 1950. Resumen general, México, Secretaría de
Economía, 1950.

Fuentes consultadas
Bibliográficas

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México (1760-1940), México, El Colegio de México/ciesas,
1995.

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MARIO VIRGILIO SANTIAGO JIMÉNEZ • 99

Blancarte, Roberto, Historia de la Iglesia católica en México,


1929-1982, México, fce/El Colegio Mexiquense (Historia),
1992.
Davis, Diane, El leviatán urbano. La ciudad de México en el
siglo XX, México, fce, 1999.
Braceros. Las miradas mexicana y estadounidense. Antología
(1945-1964), Jorge Durand (introducción, comp. y notas),
México, Senado de la República-XL Legislatura/uaz/Mi-
guel Ángel Porrúa, 2007.
Estados Unidos Mexicanos. 6º censo de población, 1940. Resumen
general, México, Secretaría de la Economía Nacional, 1943.
Estados Unidos Mexicanos. Séptimo censo general de población.
6 de junio de 1950. Resumen general, México, Secretaría de
Economía, 1950.
L oaeza, Soledad, “El siglo XX: un tiempo de cambios”, en
Soledad Loaeza (coord.), Gran historia de México ilustrada.
El siglo XX mexicano, México, Planeta/Conaculta/inah,
2001.
, “Modernización autoritaria a la sombra de la superpo-
tencia, 1944-1968”, en Nueva historia general de México,
México, El Colegio de México, 2010.
M atute Aguirre, Álvaro, “De la tecnología al orden domés-
tico en el México de la posguerra”, en Aurelio de los Reyes
(coord.), Historia de la vida cotidiana en México. Siglo XX.
La imagen ¿espejo de la vida?, México, fce/El Colegio de
México, 2006.
Peredo, Francisco, Cine y propaganda para Latinoamérica:
México y Estados Unidos en la encrucijada de los años cua-
renta, México, unam, 2004.

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Ciencia y tecnología

Juan José Saldaña

E n diciembre de 1940, al hacer la entrega de la Presiden-


cia de la República al general Manuel Ávila Camacho, el
presidente Lázaro Cárdenas podía mostrar muchos logros en
el orden del progreso material, económico y social de la na-
ción, como un campo pacificado y dedicado a la producción
agropecuaria que empezaba a ser moderna, una economía en
crecimiento con un sector industrial que iba en avance, un
sector obrero fortalecido y organizado pero, también, una
sociedad dividida, entre otros.
Diversos sectores sociales se habían resentido del radica-
lismo ideológico y el estatismo cardenista, inclusive habían
logrado formar una oposición política electoral que conta-
ba con importante apoyo popular y de una parte del sector
empresarial, encabezada por el general y empresario Juan
Andreu Almazán como candidato a la Presidencia. Por ello,
conducir la inconformidad hacia un punto de convergencia
con la política revolucionaria y consolidar con ello los resul-
tados alcanzados durante el periodo presidencial que con-

• 101 •

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102 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

cluía fue el propósito del partido oficial y de los grupos en


el poder.
Ésta fue una estrategia conciliatoria que condujo final-
mente a designar como candidato del partido oficial a Ávi-
la Camacho, quien al no estar identificado ideológicamente
con lo que había sido el gobierno de Cárdenas, atrajo el voto
mayoritario y obtuvo el triunfo en la elección constitucional
y la trasferencia del poder se realizó en forma pacífica.
Este cambio de estrategia se dio a conocer en el Segun-
do Plan Sexenal 1940-1946, elaborado por el Partido de la
Revolución Mexicana (prm), para servir, como en el caso
del anterior (1933), de programa de gobierno. En la intro-
ducción de este documento se reconoce la necesidad de in-
corporar a otros sectores sociales en una política incluyente,
como la que había decidido impulsar el prm en el siguiente
gobierno. En efecto, ahí se señala: “El movimiento revo-
lucionario ha llegado a un punto en que si bien tiene una
amplísima tarea que cumplir en el futuro, no teme ya por sus
conquistas fundamentales”, lo que autorizó a hacer un lla-
mado a “cuantas fuerzas existan en la Nación” para asegurar
el desarrollo de su economía.
El sector empresarial estuvo directamente aludido: “Ga-
rantizados, como lo están, los derechos del trabajo, la ini-
ciativa privada no encontrará en el Plan Sexenal ni trabas ni
hostilidades”.1 El propio Ávila Camacho el 3 de noviembre
de 1939, en su discurso de toma de protesta como candidato
presidencial, dejó sentado como premisa que en su gobierno
serían importantes las “nuevas enseñanzas y las normas que
el tiempo va perfeccionando e incorporando a la doctrina de

1
“Segundo Plan Sexenal 1940-1946”, en Antología de la Planeación en
México (1917-1985), p. 274.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 103

la Revolución”, como era el reconocimiento de la división


presente en la sociedad que demandaba otro tipo de política
y la incorporación de nuevos actores sociales, por lo que,
concluía que el gobierno no sería de un partido, sino de la
sociedad entera, pues “un pueblo no es un conjunto hetero-
géneo de clases, cada una enconadamente defendiendo sus
intereses, sino una gran unidad histórica”.2
Precisamente, la idea central de la nueva estrategia polí-
tica era la unidad nacional que el partido y sus organizacio-
nes de masas presentaban en el Segundo Plan Sexenal, de la
que habrían de surgir la ideología y el criterio político del
gobierno.3 La mayoría de los trabajadores y campesinos, las
clases medias y los grupos empresariales del país encontró
que la idea de equilibrio social se correspondía con el nuevo
estado de cosas que prevalecía en la sociedad y aceptaron la
propuesta de prm para mantenerse en el poder, llevando a la
Presidencia de la república a Ávila Camacho en unas eleccio-
nes competidas.
De esta manera, en el plan la nueva orientación hacia la
industrialización del país es dominante y, consecuentemente,
la ciencia y la tecnología son vistas como los medios apropia-

2
“Discurso pronunciado el día 3 de noviembre de 19139, por el C. Ge-
neral Manuel Ávila Camacho, al otorgar su protesta ante la honorable
asamblea nacional del Partido de la Revolución Mexicana, como candi-
dato a la Presidencia de la República”, pp. 338 y 339.
3
El proyecto del Plan Sexenal lo elaboró la Central de Trabajadores de
México en febrero de 1939 y luego, en noviembre de ese año, una
comisión designada por el congreso del prm hizo la versión final, conte-
niendo las orientaciones de moderación e inclusión que habían resulta-
do de las negociaciones políticas entre los sectores del partido, mismas
que habrían de orientar la campaña y al gobierno de Ávila Camacho.
Sobre cómo se llegó a formar la candidatura de Ávila Camacho y el
Segundo Plan Sexenal, véase Luis Medina Peña, Del cardenismo al avi-
lacamachismo, pp. 85 y ss.

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104 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

dos para la realización de ese objetivo prioritario y de otros


contemplados en el plan para el desarrollo del país. En las
secciones Reparto agrario y producción agrícola; Economía
industrial y comercio; Minería; Petróleo; Industria eléctrica;
Comunicaciones y obras públicas; Trabajo y previsión social;
Salubridad pública, y Defensa nacional, se señalan diversos
componentes de carácter técnico y científico en tanto que
son indispensables para la gobernabilidad eficiente del país.
Tal como se hiciera en el primer plan, en el segundo se
busca introducir racionalidad en la política estableciendo los
objetivos nacionales propuestos por los grupos más influyen-
tes y los medios —científicos y técnicos— apropiados para su
realización. Pero en este segundo plan se observa, además,
que se acudió a los resultados obtenidos en el gobierno pre-
cedente para continuar desarrollándolos como en el caso de
los recursos humanos, que se habían formado gracias a las
políticas de creación de instituciones de enseñanza e investi-
gación científicas, sin que por ello el propósito de ampliar el
potencial científico del país se descuidara.
En lo referente a la agricultura, por ejemplo, se señala
inicialmente que la acción del gobierno debe tender “a que el
reparto agrario se realice integralmente en el menor tiempo
posible”. Asimismo, se establece que se impida la reconstitu-
ción del latifundismo y que la producción del ejido llegue a
ser la base de la economía agrícola.
Entre otras medidas de fomento —créditos agrícola y
ejidal— se dispone el objetivo siguiente: “Se estimulará la
industrialización […] de los productos agrícolas, ganaderos,
forestales y de caza y pesca”, así como “la producción de las
industrias auxiliares de la agricultura, como las de maquina-
ria y herramientas agrícolas, abonos, sustancias para comba-
tir plagas, productos de uso veterinario, etcétera”. Para ello

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se indica que se crearán nuevas escuelas vocacionales de agri-


cultura, escuelas de administración ejidal y de educación su-
perior que homologarán su enseñanza en materia agrícola, y
sus especialidades y grados “serán declaradas profesiones del
Estado”. Además, “se establecerán y coordinarán todos los
institutos de estudio, experimentación e investigación cien-
tífica y tecnológica, así como los de elaboración estadística,
para la doble función de proporcionar, por una parte, una
base técnica a la acción directa de la producción, y de divul-
gar, por la otra, conocimientos útiles entre los productores”.4
En lo que se refiere a la economía y la industria, se con-
sidera que deberá operarse un desplazamiento “en el centro
de gravedad de la economía” de los recursos no renovables
a los que “mediante una técnica adecuada sean susceptibles
de reproducción por tiempo indefinido”. Para ello se señalan
diversas medidas como las de incrementar el abastecimiento
de electricidad para proporcionar fuerza motriz; racionalizar
el trabajo humano en los procesos industriales; mejorar el
sistema de transportes para la distribución y circulación de
mercancías en el territorio nacional; realizar un inventario
de los recursos naturales con especial atención a aquellos “de
explotación exhaustiva”; formar técnicos industriales y una
oficina que concentrará y sistematizará la información de los
institutos de investigación científica y tecnológica.
De la misma manera, la acción gubernativa debe tender a
“crear y adquirir medios permanentes de producción y a do-
tar al país del equipo mecánico de trabajo necesario para su
desarrollo económico; […] y a promover el establecimiento

4
“Segundo Plan Sexenal 1940-1946”, p. 284.

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106 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

de aquellas plantas industriales que complementen el proce-


so extractivo”.5
Respecto del petróleo, se detalla que la nacionalización
de la industria petrolera será total y definitiva. En general,
todos los procesos de esta industria se organizarán técnica-
mente y “se coordinará […] con las demás del país, especial-
mente con la industria química, la eléctrica y las industrias
de guerra, con el fin de establecer condiciones de impulso y
apoyo recíprocos”.6
En la industria eléctrica, “se concluirán las plantas cuya
construcción se inició durante la vigencia del Plan Sexenal
I, y se formulará un programa concreto de obras a desarro-
llar en el sexenio” para impulsar la creación de industrias
nuevas, principalmente “la de fertilizantes, la siderúrgica, la
del cemento, la del papel y la celulosa”, y de aquellas otras
que permitan “desplazar ventajosamente los artículos manu-
facturados de procedencia extranjera”. También se señala la
importancia de fomentar a la industria pesada y que los in-
dustriales “se pongan al corriente en los progresos técnicos,
al reponer su maquinaria.”
En el capítulo de Comunicaciones y obras públicas se
indican objetivos para obtener acceso a las zonas de recursos
naturales para establecer y mejorar la circulación y distri-
bución de productos. Asimismo, se mencionan a la marina
mercante; las aplicaciones de la aviación y la fabricación de
aeroplanos y motores; las radiocomunicaciones; los ferroca-
rriles, y los puertos y muelles, entre otras áreas en que se
conservarán las obras públicas ejecutadas, se terminarán las

5
Ibidem, p. 287.
6
Ibid., p. 293.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 107

iniciadas y se procederá a producir nuevas con criterios de


mejoría técnica y eficiencia.
En materia educativa, se prevé que el Estado proceda a:
“A precisar la orientación ideológica y pedagógica del Artí-
culo 3o. Constitucional” que tanta controversia, confusión e
inconformidad generó cuando el gobierno cardenista lo mo-
dificó en el sentido de convertir la enseñanza en socialista.
Entre otros aspectos de la acción gubernativa en el ám-
bito educativo, científico y técnico, se estipula “fomentar
la organización y el desarrollo del trabajo de investigación
científica”; que se procurará reorganizar la educación supe-
rior suprimiendo los establecimientos “inútiles”, y que se
crearán las instituciones de cultura y enseñanza profesional
necesarias para la debida formación profesional de los técni-
cos superiores, los profesionistas y los investigadores.7
Como se desprende de los ejemplos mencionados el
Segundo Plan Sexenal del prm, proporcionaba en 1939 al
siguiente gobierno y a la sociedad mexicana un programa
de acción política adecuado con el estado de transición que
estaba viviendo el país, al pasar de ser una sociedad agraria
a otra urbana, industrial y moderna, lo que hizo necesario
introducir nuevos objetivos políticos para la acción del go-
bierno con respecto al plan anterior, ya que la coyuntura era
muy diferente a la que existía en 1933.
Este desplazamiento “del centro de gravedad” económi-
co y social obligó a no reivindicar por más tiempo, como ob-
jetivos prioritarios, a algunos de los que se desprendían de la
Revolución y la Constitución de 1917, ya que para conseguir
el equilibrio social y mantener el poder era indispensable re-
coger los reclamos de quienes se manifestaron en contra el

7
Ibid., p. 312.

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108 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

intervencionismo estatal y la intensa política agrarista y labo-


ral del gobierno cardenista.
En la nueva política formada con la participación, en-
tre otros, de la organización de los trabajadores, destaca el
inusual llamado que se le hace a la iniciativa privada para
que intervenga como importante actor en la construcción de
una economía industrial moderna para el país. De la misma
manera, es sobresaliente la orientación hacia la industrializa-
ción que se le daba a las áreas más importantes de la acción
gubernativa, transfiriendo el ahorro y el esfuerzo social a la
industria, como el caso de las obras de infraestructura —irri-
gación, caminos y energía— realizadas y por ejecutarse. Asi-
mismo, el asomo de estrategias de sustitución de importa-
ciones que pocos años después serían muy importantes para
fortalecer a la industria.
En materia de trabajo es notable la nueva política, pues
se establece la obligación para el gobierno de “Crear posibi-
lidades de todas clases, para que el Estado impulse la trans-
formación del sistema económico existente, en otro que esté
organizado de tal manera que, al mismo tiempo que aplique
al proceso de producción todos los progresos de la técnica,
evite la injusticia social y el desorden económico en la distri-
bución de la riqueza”.8
Finalmente, el Segundo Plan Sexenal se ubicó dentro de
una estrategia para la modernización del país. La economía
tenía como finalidad impulsar, en la mayoría de los casos
crear, a la industria mexicana para que dejara de estar prote-
gida por aranceles y subsidios, y se convirtiera en capaz de
competir internacionalmente, modernizando sus equipos y
métodos, y actuando con justicia social con los trabajado-

8
Ibid., p. 305.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 109

res.9 Desde luego, esto era un plan a largo plazo que involu-
craría a varios gobiernos.10
En cuanto a la producción agropecuaria se buscó con-
vertirla en una serie de industrias para la producción de ali-
mentos y de materias primas. Otro objetivo modernizador
era continuar la obra constructiva de carreteras para la inte-
gración del país y la de obras hidráulicas para la irrigación y
la generación de energía eléctrica. De la misma manera, se
señaló la urgente necesidad de seguir construyendo una base
científica y técnica propia mediante la educación e investi-
gación, orientadas a apoyar el desarrollo económico y social
del país.
Esta política modernizadora había conducido en los años
veinte y treinta al surgimiento de la tecnocracia en México
como consecuencia de la importante labor constructiva del
Estado que incorporó a ingenieros y científicos nacionales
como parte importante de la gobernabilidad del país. Sin
embargo, en la década del cuarenta, cuando el papel de la
tecnocracia se volvió crucial para el Estado, ya que la mo-
dernización implicaba que la generación y distribución de la
riqueza quedara en manos de los técnicos, les correspondería

9
Sobre las características que adoptó la industria mexicana desde el Porfi-
riato hasta el final del cardenismo y cómo su existencia sirvió como base
en la sustentación para la modernización industrial, véase: Stephen H.
Harber, Industria y subdesarrollo. La industrialización de México, 1890-
1940.
10
El desarrollo industrial se orientaría a la constitución de empresas in-
dustriales complejas como las textiles de algodón, lana y rayón; a la
industria siderúrgica del hierro y el acero; a la química; a la producción
de cemento; de papel; a la alimentaria; azucarera; producción de maqui-
naria agrícola, equipo eléctrico; cerámica; aluminio y otros proyectos
industriales, lo que hacía que esta tarea no fuera realizable por un solo
gobierno. Sobre este proyecto industrial mexicano, véase Stanford A.
Mosk, Industrial Revolution in Mexico.

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110 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

el diseño y puesta en práctica de políticas de desarrollo eco-


nómico y social.
Dado el carácter vertebrador que en la sociedad estaban
adquiriendo la construcción de obras públicas de infraes-
tructura y la industrialización, la ciencia y la técnica adqui-
rieron relevancia en la producción económica y la atención a
los efectos que producía en la sociedad esta modernización
en materia de salud, educación, producción de alimentos,
comunicaciones, servicios sociales, etcétera, así como en el
ambiente: manejo racional de los recursos naturales, protec-
ción ambiental, conservación de la naturaleza, entre otros.
En consecuencia, las iniciativas del Estado durante los
gobiernos de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán ha-
brían de dirigirse al fortalecimiento de la ciencia y tecnología
nacionales, y en algunos casos, de la iniciativa privada.
A pocos meses de haber iniciado el nuevo gobierno, el 13
de mayo de 1941, el proyecto de industrialización del país
fue puesto en marcha al promulgarse la Ley de Industrias de
Transformación, la cual estableció exenciones de impuestos
por cinco años (en 1946 se extenderían a 10) a industrias
nuevas o necesarias y un mecanismo de permisos previos
para la importación de materias primas, maquinaria, equi-
pos, entre otros, que no se produjeran en el país para fomen-
tar con ello el desarrollo industrial nacional.11
También en 1941, el Banco de México creó la Oficina
de Investigaciones Industriales, cuya misión era realizar in-

11
“Artículo 12 de la Ley de Industrias de Transformación”; en el artículo
7 se establece la obligación de las empresas beneficiarias de recibir “a
quienes hayan terminado sus estudios en las Universidades o en escuelas
técnicas del país para que hagan sus prácticas en sus talleres y factorías”,
y el artículo 29, que se creará la Oficina de Servicios de Normas Indus-
triales de Calidad.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 111

vestigaciones sobre los recursos naturales renovables y no


renovables del país, y sobre las industrias relacionadas a es-
tos campos y otras industrias también, llegando, más tarde,
a estudiar ramas industriales completas con el fin de hacer
útiles sus trabajos para el fomento general de la economía
mexicana.
En este mismo ámbito, la Secretaría de Economía en
1948 creó los Laboratorios Nacionales de Fomento Indus-
trial12 y, en 1950, el mismo Banco de México creó el Ins-
tituto Nacional de Investigaciones Tecnológicas con una
colaboración del Armour Research Foundation para reali-
zar investigaciones sobre recursos naturales con potencial
para ser utilizados por la industria, como alimentos, fibras,
combustibles sólidos y productos químicos, y proporcionar
adiestramiento a estudiantes de posgrado.
Con el inicio de las acciones bélicas el 1o.de septiembre
de 1939 en Europa, que condujeron a la Segunda Guerra
Mundial, un nuevo escenario nacional e internacional em-
pezó a trazarse para México, particularmente en lo que se
refiere a sus relaciones diplomáticas y económicas con Esta-
dos Unidos, las cuales que habrían de producirle beneficios
económicos directos y nuevos términos en la relación con
ese país.
El tema de la defensa continental se venía tratando en
reuniones en las que participó México, promovidas por Es-
tados Unidos, que fueron llevadas a cabo en 1938 en Lima

12
Desde 1946 se había anunciado la creación de los Laboratorios Nacio-
nales de Fomento Industrial y explicado cuáles serían sus funciones,
como la introducción de los procesos unitarios por los que se estudiarán
las diferentes maneras de llevar a cabo un proceso industrial. Véase Fe-
derico Barona, “Laboratorios Nacionales de Fomento Industrial”, pp.
20-33.

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112 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

y en La Habana en 1940 para buscar proteger su territorio


y su posición militar en el continente. Cuando en diciembre
de 1941 se produjo el ataque japonés a Pearl Harbor, Esta-
dos Unidos pasó a una nación beligerante y México lo haría
también en mayo de 1942, como consecuencia del hundi-
miento de dos buques petroleros mexicanos por submarinos
alemanes.
Para ese entonces ya estaban teniendo lugar una serie
de negociaciones entre los dos países, las cuales que condu-
jeron a acuerdos para renegociar la deuda de México, entre
otros temas, como el de la expropiación petrolera, en los
que existían serios diferendos, creando con ello una nueva
relación entre los dos países vecinos. Lo anterior produjo un
alivio en la presión que ejercía la deuda mexicana sobre sus
finanzas y, como la economía estadunidense, por otra parte,
había iniciado el proceso de conversión de su industria a una
de producción de armamento, demandando materias primas
estratégicas y de productos manufacturados que México ha-
bría de proporcionarle.
De esta época data el impulso acelerado que tuvo el pro-
ceso de industrialización y crecimiento económico del país
por varias décadas, mismo que para 1952 tenía un volumen
físico en la industria de transformación, dos veces y media
mayor que lo que había sido en 1930.13
Las exportaciones de México hacia Estados Unidos
permitieron contar con divisas para la adquisición de ma-
quinaria y equipos industriales, y la expansión monetaria y
crediticia del gobierno mexicano permitió la ampliación del
gasto público en proyectos de infraestructura que sirvieron

13
“Índice del volumen físico de la producción de la industria de transfor-
mación (1900-1959), p. 335.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 113

para el crecimiento de la economía privada.14 Ambos factores


permitieron que se contara con condiciones inéditas para el
despegue industrial y, en general, de la modernización y el
crecimiento de la economía mexicana.
El caso de la industria química es ilustrativo de lo que
aconteció. Como tal esta industria inició con la expropiación
petrolera de 1938 en actividades relacionadas con la refina-
ción del petróleo, contando con químicos egresados de la
Escuela Nacional de Ciencias Químicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México (unam), quienes tuvieron
ahí su campo de adiestramiento, y algunos pocos más for-
mados en escuelas alemanas, donde fueron enviados 10 es-
tudiantes en 1920.
La formación de ingeniero químico empezó a impartirse
en México en 1925 y con ella se abrió el primer curso de
Operaciones Unitarias (base de la ingeniería química), im-
partido por Estanislao Ramírez, pero su consolidación se
produjo hasta 1935 cuando Fernando Orozco, uno de los
becarios en Alemania, introdujo modificaciones al plan de
estudios para fortalecer la preparación de ingenieros quími-
cos.
En el Instituto Politécnico Nacional se creó la Escuela
de Ingeniería Química e Industrias Extractivas hasta 1948.
En el primer año del nuevo gobierno se creó el Instituto de
Química en la unam con apoyo de El Colegio de México
y, más tarde, de la Fundación Rockefeller, de la Comisión
Impulsora y Coordinadora de Investigación Científica y del
Comité Interamericano de Publicación Científica de Nueva
York,15 institución que tendría un papel relevante para la for-
14
Enrique Cárdenas, La hacienda pública y la política económica 1929-
1958, p. 102.
15
“Presentación”, p. 3.

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114 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

mación de investigadores posgraduados y en el desarrollo de


nuevas industrias de productos de síntesis complicados como
hormonas, colorantes, productos farmacéuticos, insecticidas
y plaguicidas, pigmentos orgánicos e inorgánicos, adhesivos
y otras industrias más de tecnología de producto.
Ahora bien, con el impulso que empezó a recibir la in-
dustria de transformación, además de pequeñas industrias
de productos intermedios surgieron otras de mayor tamaño
como resultado de las investigaciones del Instituto de Quí-
mica sobre lagos salinos16: la planta industrial Sosa Texcoco,
creada en 1943 para producir sosa cáustica, carbonato y bi-
carbonato de sodio a partir de las sales del fondo del lago de
Texcoco.
Asimismo, como resultado de la expropiación de em-
presas de propiedad de alemanes se constituyó la Farmacia
Química Nacional, una empresa gubernamental. En 1944
se fundó la empresa Syntex, la cual consiguió la síntesis de
la progesterona con diosgenina mexicana y en 1947 se vin-
culó con el Instituto de Química para desarrollar su pro-
yecto empresarial que hizo que para 1950 Syntex fuera la
empresa líder a nivel mundial en producción de hormonas
esteroidales,17 destacando el papel que desempeñó para ello
el investigador mexicano Luis E. Miramontes, cuyo trabajo
condujo a la producción del primer anticonceptivo oral.
A partir de 1945, el instituto empezó la publicación de
su boletín para dar a conocer sus investigaciones sobre pro-
ductos naturales y de otros químicos mexicanos, ufanándose

16
Fernando Orozco D. y Antonio Medinaveitia, “Estudio del Yacimiento
de Salmueras Alcalinas del Valle de México”, pp. 6-25.
17
Para una relación de la industria de esteroides en México, véase J. Uriel
Aréchiga Viramontes y Tomás Viveros, “Ingeniería Química. Breve his-
toria”, pp. 283-284.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 115

de ser una publicación escrita en español. A partir de 1950,


la industria química estuvo en posibilidad de empezar a pro-
ducir en México tanto productos intermedios, como pro-
ductos químicos básicos.
La industria eléctrica, en otro ejemplo, también tuvo
durante los años de la guerra un desarrollo notable ante la
imposibilidad de adquirir en el extranjero equipos y refac-
ciones necesarios para mantener en funcionamiento las cen-
trales eléctricas y los sistemas que estaban en operación. La
empresa Electrocerámica, propiedad de ingeniero Alejo Pe-
ralta, fue fundada en 1939 y posteriormente se denominó
Industrias Unidas, se dedicó a la producción y ensamblado
de portalámparas de bakelita.
En 1943, con tecnología propia inició en México la ma-
nufactura de aisladores de cerámica para baja, media y alta
tensión, portalámparas de porcelana, interruptores de nava-
ja, aisladores para boquilla, cortacircuitos y apartarayos.
La Compañía Manufacturera de Artefactos Eléctricos
se estableció en Irapuato en 1941, y con tecnología propia
construyó transformadores de distribución y alambre mag-
neto. Los laboratorios eléctricos también fueron de gran uti-
lidad para el desarrollo de la industria: The Mexican Light
and Power Company y Comisión Federal de Electricidad,
así como el Laboratorio Nacional de Fomento Industrial y
el Instituto Mexicano de Investigaciones Tecnológicas que,
aunque orientados a la ingeniería industrial, prestaban un
servicio importante para las manufacturas eléctricas indus-
triales.
Finalmente, en mayo de 1945 cuando no había termina-
do la guerra, en colaboración entre el banco de inversiones
estadunidense Kuhn Loeb & Company, el Banco Nacional
de México y la corporación Westinghouse Electric se creó la

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116 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

empresa industrial privada más grande y moderna que había


en México: la industria eléctrica de México.
En 1947, con la intervención de un gran número de in-
genieros mecánicos y electricistas mexicanos (entrenados en
Estados Unidos), esta empresa ya producía motores, trans-
formadores, generadores, radios, refrigeradores y otros apa-
ratos eléctricos de uso doméstico. Estos últimos tuvieron un
gran impacto en el modo de vida de la población mexicana
al irse generalizando su uso.
La Compañía de Fierro y Acero de Monterrey —fundada
a principios del siglo xx— en 1941 inició trabajos de amplia-
ción y en 1942 la construcción de un segundo Alto Horno.
En ese mismo año nació la empresa Altos Hornos de México
con capital gubernamental y privado, y este último prove-
niente de inversionistas nacionales y extranjeros. Sus equipos
fueron adquiridos en Estados Unidos, siendo algunos alta-
mente restringidos por causa de la guerra, de tal manera que
la empresa se comprometió con la Comisión Marítima de
Washington a venderle muchos miles de toneladas de placas
de acero para la fabricación barcos estadunidenses.18
En cuanto a la producción de azufre, de gran importan-
cia pues de él se obtiene el ácido sulfúrico cuyo empleo es
requerido en diversos procesos industriales y en la produc-
ción de abonos sintéticos, en 1946 se inició la explotación de
domos azufreros en el Istmo de Tehuantepec por la compa-
ñía Azufrera Panamericana, constituida con inversiones na-
cionales y estadunidenses. En la autorización de 1948 para
ampliar la zona de explotación que había sido concedida en
1943 a los señores Alfredo Breceda y Manuel Urquidi, el

18
La política siderúrgica de México, p. 56.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 117

acuerdo presidencial reafirmaba lo que ya era para entonces


una política de fomento industrial bien establecida:

Debe tenerse en cuenta […] que el desarrollo industrial y la


posibilidad económica de un país dependen fundamentalmen-
te de las materias primas que posea, por lo que es necesario
facilitar su aprovechamiento y la implantación de una nueva
industria en México, como es la explotación del azufre en gran
escala.19

Por otra parte, con el creciente número de hectáreas irriga-


das por las obras hidráulicas se venían construyendo des-
de 1926, se volvió necesario para el pleno aprovechamiento
económico del agua y del suelo conservar en este último las
sustancias necesarias para la nutrición de los cultivos espe-
cialmente en las regiones áridas y semiáridas con el fin de
promover cultivos intensivos de alto rendimiento. Para ello,
en 1942 se creó el Departamento de Conservación del Suelo
en la Dirección de Agrología de la Comisión de Nacional de
Irrigación para estudiar y proponer medidas para evitar su
erosión.20
En1946, según lo expresaba el Vocal Ejecutivo de la co-
misión, el ingeniero Oribe Alva, era una política de la ins-
titución la elaboración anual “de programas científicamente
preparados de manera de tener en cuenta un sistema de ro-
tación de cultivos para mantener la fertilidad de los suelos,
el uso de abonos, etc.”. Igualmente se actuaba para hacer la
industrialización de los productos agrícolas en los mismos

19
“Acuerdo de la Secretaría de Economía”, jueves 21 de octubre de 1948.
20
“Acuerdo de la Secretaría de Agricultura y Fomento”, lunes 27 de abril
de 1942.

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118 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

distritos de riego, utilizando para ello la electricidad que en


ellos se produjera.21
Para la producción de fertilizantes químicos y el mejo-
ramiento de la composición química de los suelos, en 1948
se le dieron facultades a la empresa estatal Guanos y Fertili-
zantes para la fabricación sintética de fertilizantes químicos,
produciendo con ello un “salto tecnológico en el proceso de
fabricación de superfosfato y la síntesis de amoniaco”.22
Otro de los ámbitos que se atendieron para el desarrollo
tecnológico y económico del país fue el de la educación e in-
vestigación universitaria, principalmente, y en la politécnica.
En esta última hubo en los primeros años una falta de regu-
lación de la propia institución y conflictos estudiantiles, hasta
que en 1943, teniendo al connotado físico Manuel Sandoval
Vallarta como director general, se obtuvo un Reglamento
para el Instito Politécnico Nacional (ipn) y un impulso a la
investigación industrial y la creación de nuevas carreras tec-
nológicas. En 1950 se expidió la primera Ley Orgánica del
(ipn). Se crearon también institutos tecnológicos en Duran-
go, Chihuahua, Jalisco y Coahuila, que luego se ampliaron
con el carácter de Institutos Tecnológicos Regionales.
Las relaciones del Estado con la universidad fueron in-
crementadas y normalizadas, así como con otras institucio-
nes, pues el esfuerzo educativo y de formación de profesio-
nales técnicos y científicos era necesario para los objetivos de
política económica y del esfuerzo que demandaba la partici-
pación del país en la contienda bélica del lado de los aliados.
El panamericanismo científico también fue un elemento co-

21
Adolfo Orive Alba, “Política de Irrigación”, pp. 39-40.
22
Jesús Gracia, “La industria química de los fertilizantes”, p. 183.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 119

adyuvante para la modernización de la educación e investi-


gación científica y tecnológica en México.
Durante la guerra se crearon, entre otras instituciones
científicas, tecnológicas y médicas de trascendencia e impor-
tantes para la industrialización y el desarrollo social del país,
las siguientes: en 1941, el Comité Nacional de Lucha contra
la Tuberculosis; en 1942, el Instituto de Matemáticas de la
unam, el Observatorio Astrofísico de Tonantzintla —con-
venio entre el gobierno de México y la Universidad de Har-
vard), el Instituto de Estudios Médicos y Biológicos de la
unam y la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Inves-
tigación Científica; en 1943, el Hospital Infantil de México,
el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monte-
rrey —institución privada— y la Universidad Iberoamerica-
na —institución privada—; en 1944, el Instituto Mexicano
del Seguro Social, el Instituto Nacional de Cardiología y los
Laboratorios de la empresa Syntex, y en 1945, el Hospital
para Enfermedades de la Nutrición.
El esfuerzo de modernización de la economía y de la
sociedad se continuó en el gobierno del presidente Miguel
Alemán, con un escenario internacional diferente, ya que ha-
bía terminado en 1945 la Segunda Guerra Mundial. A partir
de 1946, el gobierno tuvo que enfrentar las consecuencias
del regreso de la economía estadunidense a la producción
civil y la consecuente caída de los mercados para productos
mexicanos en Estados Unidos, principalmente. El interven-
cionismo estatal en la economía siguió con exenciones a la
industria y la creación de obras de infraestructura. Fue un
sistema de economía mixta en el que el Estado promovía el
desarrollo con su actividad constructiva y la regulación de las
actividades de la iniciativa privada.

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120 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Ante la promoción estadunidense de economías de libre


mercado, que amenazaba la competitividad de la economía
mexicana que aún no contaba con una industria moderna
y competitiva internacionalmente, se estableció un modelo
de desarrollo por sustitución de importaciones, el cual pro-
tegía a la industria nacional de la competencia extranjera y
le entregaba un mercado cautivo. Inversionistas extranjeros
aprovecharon también esta política estableciendo industrias
en el país. El crecimiento de la empresa privada tuvo como
consecuencia un desarrollo considerable con el que estuvo
de acuerdo el movimiento sindical que suscribió un Pacto
Obreoindustrial con la Cámara Nacional de la Industria de
Transformación para promover la revolución industrial y la
transformación económica del país.23
En el ámbito científico y técnico, resultado de la política
de desarrollo alemanista, a partir de 1946 se crearon, entre
otras, los siguientes organismos: Instituto Tecnológico Au-
tónomo de México —institución privada—; en 1947, los La-
boratorios de Ingenieros Civiles Asociados —investigación
tecnológica privada—; en 1949, el Instituto Nacional para
la Investigación de los Recursos Minerales y el Instituto de
Geofísica de la unam; en 1950, el Instituto Nacional de
Gastroenterología y el Instituto Mexicano de Investigacio-
nes Industriales; en 1952, la Comisión Hidrológica del Valle
de México —dependiente de la Secretaría de Recursos Hi-
dráulicos— y el Instituto Mexicano de Recursos Naturales
Renovables.

23
Véase Vicente Lombardo Toledano, “Conferencia de Mesa Redonda
‘Objetivos y táctica de la lucha del proletariado y del sector revoluciona-
rio de México en la actual etapa de la evolución histórica del país’”, p.
60.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 121

Por último, con respecto al surgimiento de nuevas disci-


plinas científicas en el país como resultado de la cooperación
entre México y Estados Unidos o “panamericanismo cien-
tífico” se encuentran la Astrofísica y el Conservacionismo
(ecología).
La colaboración entre científicos mexicanos y estaduni-
denses durante la guerra fue extremadamente importante
para la introducción de nuevas especialidades. Éste fue el
caso del astrónomo mexicano aficionado Luis Enrique Erro
y el astrónomo profesional Harrow Shapley, de la Universi-
dad de Harvard. Al frente de un grupo de colaboradores de
ambos países y en conjunto con los afortunados intereses
científicos y políticos de las dos naciones entre 1939 y 1942,
Erro y Shapley trabajaron para la construcción del Observa-
torio Astronómico de Tonantzintla, Puebla. El mayor interés
de este proyecto fue la instauración en México de la nueva
astronomía, es decir, la astrofísica, que vino a sustituir los es-
tudios de astronomía de posición y de la Carta del Cielo, que
desde más de siete décadas atrás venía realizando el Obser-
vatorio de Tacubaya. La construcción en los laboratorios de
óptica de Harvard de la Cámara tipo Schmidt con la que fue
equipado el observatorio muy pronto arrojó como resultado
importantes descubrimientos astronómicos de repercusión
internacional y la profesionalización de astrónomos y físicos
mexicanos.24
El acercamiento entre los científicos estadunidenses y
mexicanos, así como entre otros países latinoamericanos
hundía en parte sus raíces en justificadas razones de estra-
tegia militar y geopolítica, y en parte en el importante de-
24
La historia de este proyecto para la introducción de la astrofísica en Mé-
xico se encuentra en Jorge Bartolucci, La modernización de la ciencia en
México: el caso de los astrónomos.

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122 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

sarrollo científico que localmente se estaba generando en


México. Fueron igualmente importantes organismos mul-
tilaterales como la Unión Panamericana (antecedente de la
Organización de Estados Americanos), que se interesaron
por el fomento a la cooperación científica entre los países
americanos, haciendo que la ciencia alcanzara dimensiones
internacionales de carácter tanto bilateral como multilateral.
A principios de la década del cuarenta, un médico amigo
del biólogo Enrique Beltrán, el doctor Pedro de Alba, se
encontraba en Washington como subdirector de la Unión
Panamericana.25 En enero de 1942, Beltrán le escribió para
expresarle su convicción acerca de la necesidad de hacer cien-
cia en México, contando con una colaboración continental
con motivo de la guerra y de un entendimiento cultural y
científico con Estados Unidos. En tal virtud, le solicitaba
ayuda para ser introducido ante el nuevo agregado de asun-
tos culturales de la embajada estadunidense en México, con
la que deseaba cooperar en tal sentido. De Alba no tuvo
inconveniente en acceder a la solicitud de Beltrán, ya que
—según señala en su respuesta— el profundo conocimiento
que poseía del ambiente científico estadunidense y “su cri-
terio internacional como hombre de ciencia” lo calificaban
convenientemente para esta empresa.
En consecuencia de ésta y otras iniciativas, Beltrán viajó
a Estados Unidos en enero de 1943, invitado por el Depar-
tamento de Estado. El objetivo del viaje era hacer una visita
a instituciones científicas en varias ciudades del país y entre-

25
El doctor Beltrán mismo refiere en su libro autobiográfico cómo se
desarrollaron sus contactos profesionales con científicos e instituciones
norteamericanas y con la Unión Panamericana que condujeron a la fun-
dación del Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables, véase
Enrique Beltrán, Medio siglo de recuerdos de un biólogo mexicano.

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 123

vistarse con científicos connotados de aquel país. Durante


su estadía en Washington fue invitado a participar en una
serie de radiodifusiones en el programa Americanos todos,
que posteriormente se publicaría y difundiría profusamente,
para —dice Beltrán en su informe de viaje— hacer notar el
interesante ambiente de cooperación científica que se estaba
creando entre México y Estados Unidos, y que se ponía de
manifiesto con las frecuentes visitas que investigadores ame-
ricanos estaban verificando a nuestro país —Hegner, Acker,
Faust, entre otros— y las que investigadores mexicanos,
como Bustamante, Vargas, Ruiz Castañeda, entre otros,
realizaban a Estados Unidos.
Aunque la mayor parte de las instituciones que visitó
Beltrán durante su estancia en Estados Unidos fueron la-
boratorios y centros de investigación dedicados a la bacte-
riología, parasitología, malariología, protozoología y otras
áreas vinculadas al tema de la salud, no dejó de visitar igual-
mente museos de historia natural y parques zoológicos, y de
entrevistarse con el doctor William H. Vogt, ornitólogo y
especialista en recursos naturales y problemas demográficos
de la División de Educación y Ciencia del Departamento de
Estado.
Con el doctor Vogt Beltrán trató asuntos relativos a la
enseñanza de la biología, como uso de nuevas tecnologías
de enseñanza —microfilms y bibliofilms—, así como la tra-
ducción de textos de enseñanza del inglés al castellano, que
con anterioridad ya había ya esbozado con él en una visita de
éste a México en 1942. También le debía la propuesta formal
para que se le invitara a dicho viaje. El resultado general del
viaje fue excelente, pues permitió a Beltrán reanudar anti-
guas relaciones profesionales y el establecimiento de nuevas

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124 • CIENCIA Y TECNOLOGÍA

que resultarían de gran utilidad para sus proyectos en mate-


ria de conservación.
Por otra parte, el doctor William Vogt se convirtió en
un aliado para Beltrán, sobre todo a partir de septiembre de
1943 cuando pasó a formar parte de la Unión Panamericana
como encargado de la sección de Conservación. Desde antes
de que asumiera este cargo, en una visita a México, en mayo
del mismo año, Vogt había tratado con Beltrán lo referen-
te a un proyecto conservacionista en los países americanos.
Unos meses después, en febrero de 1944, ambos estaban
trabajando para formar la Sección Mexicana del Comité In-
ternacional para la Protección de las Aves Silvestres. Beltrán,
además, aprovechaba estas iniciativas para articularlas con
sus investigaciones protozoológicas y estudiar los parásitos
sanguíneos de las aves.
De parte de la Unión Panamericana y los auspicios de
la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación
Científica de México, el ecólogo estadunidense A. Starker
Leopold viajó a México para realizar una investigación sobre
los recursos naturales del país. El viaje de Leopold fue apro-
vechado por Beltrán para recomendarle a algunos ayudantes
científicos interesados en el tema, con la finalidad de que se
prepararan en el campo ecológico, así como para relacionar-
lo con instituciones universitarias, como fue el caso de la de
Nuevo León, con el propósito de que colaboraran para la
realización de un mapa biológico de ese estado.
Entre los científicos del área ecológica con los que man-
tuvo relaciones permanentes están los profesores Humbert,
del Museo de Historia Natural de París; Monod, del Insti-
tuto Francés del África Negra; Van der Berghe, del Institu-
to de Medicina Tropical de Bélgica; Hindle, de la Sociedad
Zoológica de Londres; Harroy, de la Unión Internacional

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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 125

de Protección de la Naturaleza, entre otros. En relación con


los científicos de América Latina, Beltrán también estableció
colaboración con conservacionistas de varios países a quienes
había conocido en reuniones en el extranjero o a través de
sus trabajos.
De esta manera, bajo el impulso del panamericanismo
científico al que dio lugar la Segunda Guerra Mundial, En-
rique Beltrán entró de lleno en el movimiento conservacio-
nista. En los años siguientes tuvo una actuación internacio-
nal particularmente importante en el tema de la educación
ambiental, en el que fue reconocido como pionero. En 1952,
consiguió reunir los medios económicos necesarios en insti-
tuciones y empresas nacionales y en la fundación ecologista
estadunidense Charles Lanthrop Pack Forestry Foundation
—125 mil dólares— para crear en México el primer centro
de investigación ecológica: el Instituto Mexicano de Recur-
sos Naturales Renovables.

Fuentes consultadas
Bibliográficas

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Bartolucci, Jorge, La modernización de la ciencia en México:
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JUAN JOSÉ SALDAÑA • 127

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Década de 1940
Gobierno de los presidentes
Manuel Ávila Camacho (1940-1946)
y Miguel Alemán Valdés (1946-1952)

Fue editado por el I nstituto Nacional de Estudios


Históricos de las Revoluciones de México.
Se terminó de imprimir en 2018 en los talleres
de Impresora y Encuadernadora Progreso,
S. A. de C. V. (iepsa). San Lorenzo núm. 244,
Col. Paraje San Juan, Del. Iztapalapa,
C. P. 09830, Ciudad de México.

Su tiraje consta de 1000 ejemplares.

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