Personalmente todos vemos el dolor de distintas formas teniendo
distinta tolerancia (umbral del dolor) hasta el significado que le damos, así algunos podemos verlo como una fuente de aprendizaje, una prueba que nos hará mucho más fuertes al vivir la experiencia y lograr superarla, otros le dan un significado de castigo y expiación de pecados de los cuales sienten culpa creen que el dolor que están sintiendo es señal de que están siendo purificados espiritualmente llegando incluso a la autoflagelación consciente e inconsciente y hay otros quienes lo usan como una oportunidad para crear algo, es una fuente de inspiración para hacer música, poesía, pinturas todo tipo de arte en la que plasman su dolor. Sabemos que el dolor tiene un gran impacto en nuestro estado de ánimo ya sea un dolor físico o emocional, llegando a afectar a nuestros círculo social, laboral y familiar haciendo que estos sufran con nosotros el dolor afecta nuestro estado y vínculos si no sabemos canalizar nuestro sufrimiento volviéndonos agresivos o aislándonos, nos alejamos de los demás creyendo que no hay consuelo y nadie entiende nuestro sentir perdiendo la confianza en nosotros y en los demás. Cuando un dolor es físico buscamos aliviarlo con tratamiento médico, dedicación y nuevos hábitos pero el dolor emocional es distinto puede afectarnos llegando a causar enfermedades (Somatizar) provocando más dolor pasando de un dolor y sufrimiento emocional hasta uno físico para aliviar este tipo de dolor se necesita canalizar las emociones, llorar es necesario y lo debemos hacer lo suficiente pero sin llegar a caer en la depresión. El dolor no solo nos trae malestar, influye en nuestro estado de ánimo de forma negativa pero también puede ser de forma benéfica alterando nuestra forma de percibir la felicidad ya que valoramos más los momentos felices cuando pasamos por etapas dolorosas sentimos más gratitud e inclusive cuando el dolor desaparece provoca más felicidad que la teníamos antes de tenerlo, el dolor actúa como un contraste. Se puede vivir feliz aceptando nuestro dolor estando en paz con él, reconociendo que no hace más que hacernos mejores.