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Viéndolo así, vemos que ambos sucesos, especialmente el de los franceses, ¿no
es acaso un suceso traumático para este cuerpo el cual nunca había experimentado algo
semejante? Porque este cuerpo, es decir, esta sociedad occidental siempre había
caminado por cabeza regia de emperadores y reyes, y el desmembramiento de una
cabeza, es decir la decapitación de un hombre ¿no es sino la muerte misma de aquel? Ya
que cosa imposible es al cuerpo humano perder la cabeza. Debido a esto debemos
entender que aquella decapitación, nunca antes vista en la historia, provocó la muerte de
este mundo antiguo, el cual ya se hizo lejano a nosotros. Sin embargo, aquel suceso es
el causante de todo nuestro contexto, responsable de todo este desorden, de todo
barbarismo, de todo nuevo y pasajero régimen político que hemos visto pasar y venir en
los últimos dos siglos, y causante de tantos genocidios masivos que llenaron el siglo
XIX y XX.
Y esto es lo que propongo en este ensayo; que los destinos que escogieron para
si los ingleses y franceses, que fue el deshacerse de la autoridad monárquica, e instalarse
para sí mismos repúblicas que descansaran y velaran por los bienes de la burguesía, son
los responsables de todo el caos político, social, militar y económico, que hundió al
mundo. Por ende, entendemos de esta manera que el dejar la monarquía fue el causante
principal, de todo el caos que inundó su posteridad. Causante de las débiles repúblicas
que se instalaron en muchos países, gobiernos liderados por la democracia, los cuales
terminaron en regímenes totalitarios debido al descontento del pueblo, considerando la
ineficacia de ella.
Y más aún, que aquellos dictadores que lideraron estos regímenes, fueron
apoyados por masas innumerables del pueblo que se veía sumido en el desorden y en el
abuso provocado por la burguesía. Es decir, por aquellos gobiernos “egócratas”, que es
como les llama Lefort, los cuales nacieron por la necesidad de la restauración de una
cabeza, para un cuerpo totalmente enfermo y moribundo por la falta de ella. Pues como
dice Lefort acerca de los gobiernos egócratas, que intentan suplir la indeterminación
provocada por la experiencia democrática, los cuales no pudieron igualar a la
monarquía; “A partir de la democracia y contra ella se rehace, por tanto, un cuerpo. Pero
entiéndase bien: lo que se rehace es completamente distinto de lo que, en otro tiempo, se
había deshecho” (Lefort, 78).
“El poder aparece como un lugar vacío y, quienes lo ejercen, como simples mortales que solo lo ocupan
temporalmente o no podrían instalarse en él más que por la fuerza o la astucia; no hay ley que pueda quedar fijada, cuyos
enunciados no sean discutibles y cuyos fundamentos no sean susceptibles de cuestionamiento; por último, no hay
representación de un centro y de contornos de la sociedad: en lo sucesivo, la unidad no puede borrar la división social. La
democracia inaugura la experiencia de una sociedad inapresable, indomeñable, en la que el pueblo será llamado
soberano, ciertamente, pero cuya identidad no cesará de plantear interrogantes o bien permanecerá latente…”
(Lefort, 70)
Todo Esto, es decir toda la cadena de sucesos que vinieron tras la revolución
inglesa, la revolución francesa y la independencia de los Estados Unidos, los cuales
fueron los pioneros en abandonar el régimen monárquico antiguo. Todo esto provocó
que llegaran al poder hombres que era líderes de partidos políticos que intentaban suplir
en sus personas, en muchos aspectos el vacío, el desorden y tiranía, que había
provocado el ya no estar la monarquía sobre la burguesía para controlarla. Como es el
caso de Alemania, donde un líder intenta suplir la necesidad de proveer identidad
nacional, étnica y social, con el objetivo de unir al pueblo alemán bajo el partido
Nacional Socialista Obrero, anti capitalista y antidemocrático. Cuya ideología no fue
cimentada solamente en necesidades materiales como trabajo y comida, sino también en
necesidades ontológicas del ser humano, las cuales intentó suplir para sus objetivos
egoístas. Sin embargo, no logra suplir lo que fue el antiguo régimen, como dice Lefort:
“La imagen del cuerpo que informaba a la sociedad monárquica se había moldeado sobre la de Cristo. En ella
se había investido el pensamiento de la división de lo visible y lo invisible, el pensamiento del desdoblamiento de lo
mortal y lo inmortal, el pensamiento de la mediación, el pensamiento de un engendramiento que a la vez borraba y
restablecía la diferencia entre lo engendrado y lo engendrante, el pensamiento de la unidad del cuerpo y de la distinción
de la cabeza y los miembros. El príncipe condensaba en su persona el principio del poder, el principio de la ley, el
principio del saber, pero se presuponía que estaba obedeciendo a un poder superior; a la vez él se decía desligado de las
leyes y sometido a la ley, padre e hijo de la justicia: él poseía la Sabiduría, pero estaba sometido a la razón. Según la
fórmula medieval, estaba major et minor se ipso, por encima y por debajo de sí mismo.
(Lefort, 78)
Y luego de todo lo dicho, podemos ver luego de este estracto de Claude Leforte
la gran diferencia entre la monarquía y lo que llama Lefort al gobierno egócrata, el cual
intenta suplir el desorden y abuso de la democracia.
Él era la cabeza de un gran cuerpo, donde cada miembro cumplía una función,
cada estamento era necesario, y cada cual lograba la identificación con el rey, el cual era
el representante de campesinos, militares, artesanos, clérigos, ante Dios. Por ende los
totalitarismos no logran llenar este vacío que produjeron las revoluciones republicanas
que comenzaron los burgueses a finales del siglo XVIII. Ya que el gobierno Egócrata
del siglo XX, por ejemplo el de Adolfo Hitler, estaba sobre él mismo, no tenía a quien
emular, es el gobierno de su personalidad, radica solamente en él, intenta sustituir una
cabeza la que no se puede sustituir. El egócrata, carece de fundamento metafísico, por
lo cual no logra suplir las necesidades ontológicas del pueblo, y no logra identificarse
con toda la población de su nación, pues quien lo levanta es el partido político. De esta
manera cualquiera que no es parte de él, es considerado como bacteria del cuerpo, y que
la cabeza debe mandarla a eliminar, que es la causa de los innumerables genocidios en
Alemania y en la Unión Soviética, el otro ejemplo de un gobierno egócrata.
Bibliografía: