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Si hubieron cambios económicos y sociales así como también políticos, que ocurrieron
entre y 1915 y 1925 (La clase media accedieron al poder en Argentina, Chile y durante este
tiempo se consolidó la Revolución Mexicana en 1910).
Podemos decir que la participación, de José Martí, en la coyuntura política que vivía Cuba
en la segunda mitad del siglo IXI, enfocada en un propósito único, el de la independencia
de España, lo convierte en contemporáneo de aquellos, que en las últimas dos o tres
décadas, han dado su vida por el logro de un proyecto nacional que permite una mayor
autonomía política a América Latina. “Hay que subrayar la importancia de su trabajo
intelectual, la constancia de su actividad periodística en diarios de varios países del
continente y la liga que establece con la literatura, poesía, que no deja nunca de practicar
pues hasta sus últimos días escribe versos, mientras prepara la guerra contra España”
(Zapata, 1990, p.33)
La nación
Rechaza el pretexto de que la civilización tiene derecho natural a apoderarse
de la tierra ajena. Toma partido por la barbarie porque es autóctona y
permite oponerse a la dominación colonialista e imperialista.
El antimperialismo
Si la guerra a favor de la independencia de Cuba de España es una guerra
anticolonial, existe a la vez en su pensamiento el propósito de oponerse a la
dominación norteamericana. La lucha es a un tiempo la última guerra de
independencia y el primer movimiento antimperialista.
El proyecto de sociedad
No es socialista sino socialdemócrata. El partidario de un régimen nacional
que implemente una legislación social favorable a la clase trabajadora. El
adversario es la clase terrateniente y el actor central la clase media
nacionalista.
Mariátegui fue una mezcla de sangre española y de sangre indígena, originario del puerto
de Moquegua en el sur del Perú, creció al lado de su madre que debió criar a sus hijos sola,
fue ayudante de linotipista (alcanzarrejones) en el periódico. Debido a su trabajo la relación
con los anarquistas es muy frecuente y desde muy temprano le da una idea precisa de la
propuesta de dicha corriente ideológica. Dicha relación no lo lleva inmediatamente a s
adherirse al movimiento anarquista peruana pues su inclinación por la literatura, el
periodismo y la poesía le llevan más bien a vincularse con un grupo de intelectuales
“wildeanos y ególatras” a inscribirse en los cursos de latín de la Universidad Católica.
La visión teórica de Mariátegui parte de una lectura anarquista del marxismo en la que no
está ausente una carga subjetiva, irracional si se quiere, de la interpretación de procesos
sociales. Mariátegui trata de interpretar la realidad peruana y buscar su transformación,
para ello desarrolla un diagnostico nutrido en la historia de su país, de la sensibilidad que es
capaz de tener sobre esa realidad. La vivencia de los problemas de Perú entre 1910 y 1920,
la lectura de Sorel, de Croce, Govetti y Labriola, la experiencia italiana, el descubrimiento
de una lectura razonable de Marx, son los elementos mencionados por Paris que sirven para
conocer a Mariátegui en forma cabal. Se trata de ser un socialista muy especial, en el cual
coexisten preocupaciones estéticas y sociales; estas consideraciones generales permiten
contextualizar las proposiciones específicas con base en las que se base el pensamiento de
Mariátegui.
La revolución social
Mariátegui no desmerece la herencia cultural indígena como un factor de la
revolución social. En El hombre y el mito, afirma: “No es la civilización, no
es el alfabeto del blanco lo que levanta el alma del indio, es el mito, es la
idea de la revolución social. Hacia ese mito se mueve con fe vehemente y
activa. La burguesía niega, el proletariado afirma, lo cual constituye un
verdadero trastrocamiento con respecto a la perspectiva dialéctica clásica,
para el cual el proletariado representa la negatividad o la negación, inserta en
el corazón de una realidad que produce sus propios sepulteros” (Mariategui,
1925, p.142).
El papel de la Revolución Rusa
En si la Revolución Rusa no influyo en el pensamiento de Mariátegui sino
fue más bien un símbolo de una cuestión primordial: la unidad como
condición de la acción revolucionaria. Mariátegui escribe: “Para el
proletariado, cualesquiera que sean sus divergencias y sus discrepancias
sobre los principios maximalistas la revolución rusa es siempre el principio
de la revolución social. Para el proletariado, Rusia es siempre la primera
república del experimento socialista. Todos ellos ven en el proletariado la
vanguardia del proletariado universal. Para nosotros, la internacional es un
acto del Espíritu, es la conciencia que tienen los proletariados de todos los
países (cuando lo son) de constituir una unidad)”. De manera que la URSS y
lo ocurrido en 1917 impactan más allá de lo que la historia de la revolución
podría indicar, es un factor mítico de movilización social.
Bibliografía.
Francisco Zapara. (1990). Ideología y Política en América Latina. México, D.F.: El Colegio
de México.