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cejas ensanchándose

por Camila Fernández

Iluso, por venir, nos sacás la lengua…


Nosotros ya no moramos.
Escupe otra vez la gota lisa, la gota fría.

Se te sale la lengua
y sin lograr arrancártela…
te balanceás con las moscas
te ligás al calor de la puerta,
te revolcás en el sueño del peinado
que se conmueve
con el olor a lágrima.

Nosotros ya no.

Moribundos nos sacudimos.


El sudor se congela en estos precipicios,
comienza a edificar ciudades de hielo
sobre la piel rota.

Nuestros fluidos aún huelen


pero escondemos nuestras narices
para que no se enfermen.
Vos, con esa lengua de fuera,
¿podés olerme mejor?

Nos enamoramos desenterrando muertos


porque las noches se nos acercan siempre
primero con el brillo de sus garras lunáticas
mostrándonos su entrepierna tibia
desplazándose,
con sed de anfibio,
magnetizándonos con su sombra
sobre la tierra.
Nos enamoramos desenterrando muertos
porque las noches se nos acercan siempre
primero con el brillo de sus garras lunáticas.

Por eso deseamos tanto


el abrazo de la mesa,
la respuesta de la tijera,
el asombro del jardín de cejas anchas.

¿Esa gota se te escapó?


¿No la escupiste a propósito en mi vaso vacío?
Se ve bien a través de la luz,
brilla como si dijera algo.

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