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EL AUGE DE LA EXTREMA DERECHA EN ESPAÑA

Esteban Vidal

El auge de la extrema derecha en el Estado español no es un fenómeno espontáneo, sino


que por el contrario responde a unas condiciones y necesidades estructurales del actual
sistema de dominación. Los regímenes parlamentarios necesitan la creación de nuevas y
sucesivas legitimidades mediante las que conservar, reforzar y reproducir el sistema de
poder imperante. En eso consisten las elecciones al encargarse de institucionalizar las
demandas y los conflictos sociales, pero sobre todo el descontento popular con el
propósito de canalizarlo dentro de los márgenes que ofrece la legalidad vigente y el
orden constituido.

El lanzamiento político de Vox responde a esa necesidad estructural del sistema en un


momento en el que el descreimiento popular hacia la clase política y las instituciones no
deja de crecer. En este sentido los nuevos partidos políticos son una manera de renovar
la legitimidad del sistema con la introducción de nuevas caras en el escenario político.
De este modo vienen a ser el pararrayos que impide que el malestar social se manifieste
fuera de las instituciones y contra las instituciones, adoptando así un carácter
revolucionario. Por esta razón el auge de Vox tras las elecciones de Andalucía no es en
modo alguno una casualidad, máxime cuando se trata de un partido que previamente no
tenía representación parlamentaria.

Así pues, el surgimiento de la extrema derecha responde a un contexto sociopolítico en


el que el régimen constitucional de 1978 está deteriorado y es necesario impulsar una
renovación del mismo a todos los niveles. Tras el fiasco que supuso el lanzamiento del
populismo de izquierda representado por Podemos, hoy se favorece una opción política
igual de populista pero de extrema derecha. La operación ha seguido unas pautas
parecidas a las que en el pasado impulsaron a Podemos. Un claro ejemplo de esto es la
presencia del líder de Vox, Santiago Abascal, en diferentes medios de comunicación,
especialmente la prensa, donde ha sido entrevistado o donde su partido ha recibido
alguna atención, incluyendo medios que habitualmente son considerados afines a la
izquierda.1 Vox es, al menos en parte, un subproducto mediático impulsado por los
voceros del capitalismo financiero, el Ibex 35 y el Estado. Nada de esto es sorprendente
al comprobar que quienes dirigen Vox son empresarios procedentes del mundo
financiero, de la industria de la construcción, pero también funcionarios o antiguos
funcionarios que en el pasado estuvieron vinculados al ejército.

Al igual que todos los populismos Vox hace propuestas demagógicas e irrealizables en
relación a diferentes cuestiones sociales, especialmente en aquellos temas estrella que
suelen atraer a una parte notable de su electorado como son la inmigración, la familia, la
corrupción y el patriotismo español. La receta milagrosa en torno a la que orbitan todos
1
Basta con recordar la atención mediática que recibió la celebración del congreso de Vistalegre, algo que
no dejó de sorprender al tratarse de un partido extraparlamentario en aquel momento. Congreso al que,
dicho sea de paso, asistieron renombrados miembros de la intelectualidad orgánica de este país, o lo que
José Antonio Fortes muy acertadamente llamó funcionarios ideológicos de clase. Tras este evento las
entrevistas a los líderes de este partido fueron un constante goteo en diferentes medios de comunicación.
Tampoco hay que olvidar el intento, finalmente no materializado, de Évole, vocero del capitalismo de
izquierda, de entrevistar a Abascal en su programa. Algunos artículos sagaces ya han señalado la
importancia de la acción mediática para que Vox obtuviese una representación significativa en el
parlamento de Andalucía. Birria, “Sobre las elecciones andaluzas y el avance del fascismo: El
antifascismo será anticapitalista o no será” en https://www.portaloaca.com/articulos/politica/14041-sobre-
las-elecciones-andaluzas-y-el-avance-del-fascismo-el-antifascismo-sera-anticapitalista-o-no-sera.html
los populismos, incluido el de Vox, para la solución de los grandes problemas de la
sociedad actual es el paternalismo.2 Esto se resume en más Estado para absolutamente
todo, pues es esta institución la que va a cuidar del individuo, y por extensión también al
conjunto de la sociedad. Todo esto es concretado no sólo en el discurso que los líderes
de Vox sostienen, sino también en su programa electoral.

Ciertamente una cosa es la imagen que pueda uno formarse de este partido político a
partir de la posición ideológica sobre la que construye su percepción del mismo, o lo
que la mayor parte de la población cree saber a partir de lo que los medios de
comunicación le cuentan, y otra muy diferente es lo que los líderes de Vox y su
programa electoral realmente dicen. Esto es lo que sucede con la cuestión de la
inmigración en la medida en que Vox es presentado social y mediáticamente como un
partido antiinmigración, algo que incluso no pocos de sus seguidores así lo creen. Pero
lo cierto es que Vox sólo se ha manifestado en contra de un tipo de inmigración, la
irregular, aquella que no está sometida al control y supervisión del Estado.3 De hecho,
los líderes de este partido, como es el caso de su secretario general Javier Ortega Smith,
han manifestado ser unos cerrados defensores de la inmigración.4 Nada de esto es
sorprendente debido a que el trabajo es el combustible del sistema capitalista, y la
inmigración es la mano de obra barata, e incluso esclava, que alimenta al decadente y
moribundo capitalismo europeo.5 Las diferencias que existen entre Vox y otros partidos
sobre esta cuestión son de matiz. En lo que a esto se refiere Vox aboga por una mayor
regulación de los flujos migratorios para adaptarlos a las necesidades del sistema
capitalista, al mismo tiempo que defiende un tipo de inmigración que no sea
culturalmente disruptiva con la población receptora, lo que en la teoría supone descartar
el modelo multicultural defendido por la izquierda que aboga por la importación de
2
El paternalismo, tal y como indicó Kant, es el mayor despotismo imaginable. Esta actitud es
consustancial a todos los que hacen del Estado el remedio para todo, tanto en la derecha como en la
izquierda. A este respecto son interesantes dos lecturas que ponen de relieve la función de dominación que
desempeña el paternalismo. Rodrigo Mora, Félix, El giro estatolátrico. Repudio experiencial del Estado
de bienestar, Alicante, Maldecap, 2011. Vidal, Esteban, “El paternalismo como dominación” en
https://www.portaloaca.com/opinion/13984-el-paternalismo-como-dominacion.html
3
La demagogia de Vox es tan grande que plantea la expulsión de inmigrantes ilegales, algo que el Estado
español ya hace, y lo mismo con algunos delincuentes (no todos debido a que la población reclusa es,
también, mano de obra barata y semiesclava a la que explotar).
4
En la siguiente entrevista Javier Ortega Smith manifiesta la demagogia de los líderes de este partido que,
al mismo tiempo que reconocen algunos de los efectos negativos que acarrea la inmigración, hacen una
defensa tajante de esta, sobre todo para solucionar la problemática demográfica que se vive en el Estado
español. Esto puede observarse en el minuto 12:35 con las palabras textuales: “Porque quede claro,
nosotros estamos totalmente a favor de la inmigración. La inmigración es buena, los flujos migratorios
son necesarios desde que existe la humanidad (...). Y nosotros desde Vox vamos a defender la
inmigración. Repito: legal, posible, integrable”. https://www.youtube.com/watch?v=EBfIStr6n9Y
Consultado el 7 de diciembre de 2018
5
De hecho hay una inmensa demanda de esta mano de obra foránea por parte de los empresarios europeos
que es la que explica el flujo migratorio desde los países del sur hacia Europa. El resultado es la
esclavización de esta población inmigrante, ya sea en los países de paso, como ocurre en Libia, o en los
de destino. Las noticias sobre este tipo de hechos menudean en la prensa, a pesar de que es algo que
intenta ser ocultado. Un ejemplo de este tipo de prácticas son los 3 trabajadores colombianos esclavizados
en una granja de cerdos en Lugo, o el de 22 trabajadores moldavos que eran empleados en tareas agrícolas
en Balazote. Un caso más de este tipo son los 5 trabajadores rumanos en situación de esclavitud que eran
utilizados en la recolección de cítricos en la localidad valenciana de Lliria.
https://politica.elpais.com/politica/2018/04/24/diario_de_espana/1524559052_193374.html
https://www.clm24.es/articulo/albacete/4-detenidos-liberados-22-trabajadores-eran-explotados-
laboralmente-balazote/20181114130612225802.html
https://www.lavanguardia.com/vida/20160227/4051523830/detenidas-cinco-personas-por-explotacion-
laboral-a-rumanos-en-la-campana-de-la-naranja-en-valencia.html
mano de obra barata de lugares tan dispares como África o Asia. Esto se debe a razones
de eficacia, debido a que está comprobado que la llegada de inmigrantes con una cultura
muy diferente a la de la población autóctona termina generando problemas de
convivencia, y con ello el rechazo a la inmigración.6

Vox no es un partido contrario a la inmigración sino que, más bien, aboga por una
inmigración regularizada, en concordancia con la legalidad vigente, compuesta por
población procedente de países que se suponen culturalmente afines, y conforme a las
demandas del sistema productivo capitalista autóctono. La trampa del discurso de Vox
en esta cuestión es plantear el debate entre inmigración legal e ilegal, pues desde este
partido afirman que la inmigración, si es legal, es compatible con unas condiciones de
vida dignas para las clases populares: trabajo para todos, salarios dignos, etc. Pero esto
es falso, ya que la inmigración únicamente genera miseria, esclavitud y desintegración
social, lo que se traduce en una espiral de violencia del Estado y de la empresa
capitalista contra la población que lo que hace es reproducir la espiral de miseria,
esclavitud y desintegración social. Esto es debido a que la inmigración no sólo abarata
los costes de producción al tratarse de mano de obra barata, sino que degrada las
condiciones laborales y tira a la baja los sueldos de toda la clase trabajadora en la
sociedad receptora de esa inmigración, lo que implica el aumento de la tasa de beneficio
de los empresarios, la capacidad productiva del capitalismo autóctono y también de la
base tributaria del Estado. La inmigración, entonces, desempeña una función
redistributiva de la riqueza que va en claro beneficio de las clases acaudaladas, lo que
aboca a la agudización de la desigualdad. Además de esto, se generan dinámicas
sociales competitivas entre diferentes grupos sociales que son alentadas por el
clientelismo ejercido por el Estado a través de su paternalismo asistencialista, sin
olvidar toda clase de dádivas dirigidas a corromper a la población. Por todo esto, en las
condiciones del sistema capitalista la inmigración es mala para los propios inmigrantes
y para la población receptora, tanto desde el punto de vista económico como social, y es
buena para la oligarquía capitalista compuesta por empresarios y banqueros, así como
para el Estado. Por eso, estar a favor de la inmigración, en cualquiera de sus formas, es
estar a favor de la esclavitud, del sistema capitalista y de la oligarquía.

No es extraño, entonces, que Vox sea favorable a la inmigración dado que sus dirigentes
son empresarios de la construcción, un sector que en el pasado aglutinó una gran
cantidad de mano de obra extranjera. Esto explica, también, que en su programa
aparezca recogida como propuesta la extensión a gran escala del suelo urbanizable, lo
que no deja de ser una propuesta espeluznante en términos ecológicos y sociales al
abogar por un crecimiento de las ciudades. Estas aglomeraciones parasitan la economía
y la sociedad, pero también el medio ambiente a través del abastecimiento masivo que
requieren para sostenerse, sin olvidar la ingente cantidad de contaminación que generan.

6
Esto es especialmente claro en algunos países como Italia, Alemania, Suecia o Bélgica, donde el rechazo
a la inmigración no ha parado de crecer. Por el contrario, la izquierda ha optado por hacer uso de la
ideología del multiculturalismo como instrumento de adoctrinamiento a través del que facilitar la
aceptación de la inmigración, pero sobre todo de aquellos inmigrantes que tienen un trasfondo cultural
muy diferente de la población autóctona. Por medio de la manipulación ideológica y psicológica es
reprimida la cultura local y remodelada conforme a las necesidades estratégicas del Estado y del
capitalismo. En última instancia se trata de implantar un modelo de sociedad burguesa y cosmopolita,
compuesta por individuos atomizados, aculturados, desprovistos de sentimientos de pertenencia a una
comunidad, y por ello desarraigados. El pueblo, con su cultura, valores, lengua y, en definitiva,
personalidad, es convertido en una masa informe, homogénea, despersonalizada y gris, todo ello en
nombre del multiculturalismo.
En el terreno social y económico Vox no se diferencia en nada de otros populismos,
tanto de derecha como de izquierda, como tampoco del paternalismo tan frecuente en
los regímenes dictatoriales. Así queda reflejado en su programa económico, en el que
aboga decididamente por cebar a las empresas del capitalismo privado con
subvenciones multimillonarias por medio de toda clase de ventajas fiscales, además de
adaptar el tejido productivo a las necesidades estratégicas del Estado español para,
mediante una reindustrialización, relanzarlo en la esfera internacional. Si la izquierda
tradicionalmente opta por conceder enormes sumas de dinero directamente a las
empresas, el populismo de derechas hace lo mismo a través de la vía fiscal con una
reducción de las cargas tributarias. Esto resulta bastante lógico al tratarse de un partido
dirigido por agentes del capitalismo financiero y empresarial, lo que muestra a las claras
que sus propuestas están claramente dirigidas a favorecer a la oligarquía económica del
Estado español y a perjudicar así a las clases populares. En lo que respecta a estas
últimas su actitud paternalista es ilustrativa al mostrarse partidario del asistencialismo a
gran escala, y mantener así la dependencia con el Estado al mismo tiempo que este
extiende su control sobre la vida de las personas.

Sin embargo, en la cuestión de la familia es donde Vox se muestra especialmente


demagógico y populista. La situación demográfica en el Estado español es insostenible
a largo plazo, algo que cada vez más expertos, especialmente extranjeros, no dudan en
constatar. Pero las medidas que plantea Vox, por medio de un discurso con el que trata
de presentarse como defensor de la familia, son gravemente dañinas tanto para la
familia como para cualquier otra forma de estructura de parentesco. El remedio de este
partido para solventar el problema demográfico consiste en medidas paternalistas con
asistencialismo estatal, subvenciones y exenciones fiscales, y sobre todo con más
inmigración. Se trata de un tipo de política que además de ser ineficaz para el objetivo
que se propone conseguir, como así se ha constatado en aquellos países donde ha sido
puesta en práctica como es el caso de Hungría, es completamente lesiva para la familia
y la sociedad al establecer una relación de dependencia, y por tanto de sometimiento,
con el Estado, tal y como sucede en países dictatoriales del estilo de Cuba o Venezuela.
Y es al mismo tiempo una subvención indirecta a la empresa capitalista que, de esta
manera, no tiene que pagar salarios que incluyan la cantidad correspondiente a la
reproducción de la fuerza de trabajo, tal y como sucedía antes de que estos se
desplomaran, lo que permite a la clase empresarial mantener e incrementar su tasa de
beneficio.7

Lo más problemático de todo es que la defensa de cualquier estructura de parentesco, en


este caso la familia, es incompatible con la defensa de la forma de producción
capitalista al ser esta la principal responsable de la destrucción de la familia. La empresa
capitalista requiere que toda la energía del individuo esté centrada en la producción de
beneficios, lo que inevitablemente destruye la convivencia familiar. Al tratarse de un
modelo económico sumamente parasitario, el trabajo asalariado destruye a la persona al
hacerla incapaz para convivir con sus semejantes y para dedicar el tiempo y la energía
necesaria a sus seres queridos y a la crianza de sus hijos. Esto produce
incompatibilidades a diferentes niveles que desencadenan conflictos irresolubles,
problemas de convivencia y que muchas veces se combinan con otro tipo de
problemáticas como la depresión, el consumo de drogas, el alcoholismo, etc., vinculadas

7
Entre los muchos factores explicativos de la crisis demográfica en el Estado español uno de ellos es
justamente los bajos salarios que perciben los trabajadores y trabajadoras, lo que les impide tener hijos y
formar una familia.
a las espantosas condiciones laborales del trabajo asalariado, todo lo cual conduce
finalmente a la desintegración familiar.8 Debido a todo esto la propuesta de Vox es de un
cinismo e hipocresía rampantes, sobre todo al poner como remedio una supuesta, y
sobre todo irrealizable, conciliación entre vida familiar y laboral a través de fórmulas
como el teletrabajo. ¿Qué teletrabajo puede hacer una cajera del supermercado, un
albañil o un camarero para poder atender sus necesidades domésticas y familiares
cuando tiene hijos pequeños?. Desde luego que esto no es un problema para los jefes de
Vox. Lo cierto es que la vida familiar es incompatible con la vida laboral del trabajo
asalariado, y prueba de ello es la represión fortísima de la maternidad desde la empresa
capitalista. Con lo cual, la demagogia de Vox se muestra por sí misma al defender
aquello que hoy destruye la familia e impide la reproducción de la sociedad, al mismo
tiempo que afirma defender la vida y la familia (o lo que queda de ella).

En otro lugar nos encontramos con la ley de violencia de género que tanto ha
contribuido a destruir la familia y las relaciones personales. En lo que a esto se refiere
Vox propone su supresión pero para sustituirla por otra ley que, a tenor de lo expresado
en su programa, continuaría haciendo lo mismo que hace la actual ley de violencia de
género pero con otros procedimientos: judicializar la vida familiar y las relaciones
personales, y consecuentemente mantener y desarrollar la dominación del Estado en
estos ámbitos.9 Es lógico que adopten esta posición por dos motivos. Primero, por el
creciente rechazo que dicha ley produce entre la población, pues ha venido a crispar las
relaciones interpersonales y familiares de un modo hasta ahora desconocido, hasta el
extremo de contribuir a la destrucción de la convivencia social. Y segundo, porque su
sustitución por otra ley que, en definitiva, mantendría el control estatal de la vida
personal y familiar del individuo obedece, principalmente, a la imposibilidad práctica de
desmantelar desde las instituciones el enorme entramado burocrático-empresarial y
judicial-policial que esta ley ha generado, provisto de unas cuantiosas dotaciones
presupuestarias, con lo que se opta por la reorganización de dicho entramado conforme
a un procedimiento diferente para materializar los fines de dominación del Estado. 10
Todo esto viene a confirmar que una vuelta a la situación previa a la introducción de la
ley de violencia de género es inviable, y que la única forma de alcanzar una convivencia
social no forzada es por medio de la revolución, y consecuentemente la destrucción del
Estado y del capitalismo con la creación de un orden social basado en el libre acuerdo

8
Sobre el tremendo daño que el trabajo asalariado produce en el individuo recomendamos la lectura de
Vidal, Esteban, “La alienación del trabajo asalariado” en
https://www.portaloaca.com/articulos/anticapitalismo/8398-la-alienacion-del-trabajo-asalariado.html
9
En relación a esta cuestión cabe recomendar lo dicho en Rodrigo Mora, Félix y Esteban Vidal,
“Denuncia de la constitución española de 1978” en
https://esfuerzoyservicio.blogspot.com/2018/11/denuncia-de-la-constitucion-espanola-de.html
10
Vox propone lo que denomina una ley de violencia intrafamiliar que supuestamente proteja por igual a
ancianos, hombres, mujeres y niños. Es la misma receta paternalista de siempre según la cual el Estado va
a proteger a las personas, y por ello un pretexto más para entrometerse en su vida familiar y personal. Lo
cierto es que una sociedad basada en una convivencia pacífica no es factible sobre la base de la coacción
que es ejercida por el Estado, institución que se encarga de propagar la violencia a lo largo y ancho de
toda la sociedad, y que crea así, junto a la empresa capitalista, unas condiciones favorables para que se
produzca y reproduzca la violencia entre iguales en el seno del hogar y en las relaciones interpersonales.
Al fin y al cabo la conflictividad permanente en una sociedad estatizada, donde impera la desigualdad y la
falta de libertad, es el fundamento último del Estado al ocuparse de la administración de justicia, al
erigirse en mediador en los conflictos, y convertirse en una institución necesaria de la que la población
pasa a depender. Es necesaria la lectura de Tocqueville quien ya apuntó que ningún Estado desea que sus
ciudadanos se lleven bien entre ellos. Tocqueville, Alexis de, La democracia en América, Madrid, Sarpe,
1984
entre iguales, no por medio de leyes que lo único que hacen es extender el control sobre
las personas y la sociedad.

Otro de los temas candentes en el discurso político de Vox es la cuestión de la identidad.


En lo que a esto se refiere Vox, al igual que los populismos de izquierda, no duda en
echar mano de la identidad como instrumento de politización de la sociedad. Si el
populismo de izquierda se ha valido de las identidades de género, de orientación sexual
y cultural para someter al individuo, impedir que se autoconstruya y dote de su propia
identidad, el populismo derechista de Vox hace lo mismo con la identidad nacional. En
este caso la identidad es utilizada como un instrumento de cohesión de la sociedad en
torno al Estado. El patriotismo y, en definitiva, el españolismo, son instrumentos para
facilitar la identificación del individuo con el Estado, con su identidad política, que al
fin y al cabo se le trata de imponer.11

No menos reseñable es que Vox aboga por un crecimiento del Estado, especialmente en
su faceta coactiva mediante unos crecidos presupuestos militares, tal y como queda
recogido en el punto 27 de su programa electoral. En esto no se distingue de la extrema
derecha clásica que siempre ha defendido el militarismo, y por ello el aumento del
tamaño y presupuesto del ejército para tratar de jugar un papel relevante en el escenario
internacional. Este tipo de ambiciones geopolíticas son las que aplastan a la sociedad a
base de impuestos y terminan matando la economía, lo que trae miseria y degradación.
El militarismo es convertido así en la principal empresa para defender el negocio del
patriotismo de quienes hoy, envueltos en banderas españolas, se presentan como
alternativa regeneradora del actual sistema. Pero junto al militarismo, y por ello la
militarización de toda la sociedad, le siguen las propuestas dirigidas a aumentar la
represión mediante más presupuestos para los cuerpos policiales y el crecimiento del
número de efectivos hasta conseguir el Estado policial perfecto. A ello se suma el
endurecimiento del código penal, lo que conlleva la restricción de la autonomía del
individuo y sobre todo el cercenamiento de las pocas libertades que todavía quedan.

Igual de significativa es la hipocresía de este partido al defender la abolición de las


comunidades autónomas para proceder a una centralización política del Estado, al
mismo tiempo que se presenta a elecciones autonómicas para ocupar los
correspondientes escaños. Queda por comprobar si esa hipocresía también es extensible
al cobro de subvenciones de la Junta de Andalucía cuando comience a ejercer la
representación parlamentaria en aquella comunidad, pues en su programa electoral
propone la supresión de las subvenciones a partidos, sindicatos y patronales, pero no así
a las congregaciones religiosas, como ocurre con la iglesia católica que tanto pábulo ha
dado a este partido en sus medios. Sin embargo, parece poco creíble todo esto a la vista
de que los dirigentes de Vox aceptan muy gustosamente las subvenciones estatales que
reciben a nivel individual.

A día de hoy Vox es, después de lo antes expuesto, una formación de extrema derecha
que rebosa populismo, y por ello mismo una amenaza latente para la sociedad en la
medida en que está siendo promocionado desde diferentes estamentos del poder
establecido. Por esta razón es importante hacer frente a esta organización que aboga, al

11
Es recomendable la lectura de las observaciones hechas en su momento por Hamon en torno al
patriotismo y al concepto de patria, que pese al tiempo que ha pasado desde su redacción siguen teniendo
mucha actualidad. Hamon, Augustin, De la Patria, Barcelona, Germinal, 1918. También puede leerse en
https://www.theyliewedie.org/ressources/biblio/es/Hamon_A._-_De_la_patria.html
igual que su homóloga de izquierda, por la implantación de un Estado policial y
militarizado, además del relanzamiento de un capitalismo terriblemente agresivo y
dañino para la población. Pero igual de importante es hacer frente a quienes hoy
impulsan este partido que es alzado contra el pueblo llano, y que son los más
interesados en reorganizar políticamente el vigente sistema de dominación para darle
continuidad en el futuro. Nos referimos al capitalismo financiero, las empresas del Ibex
35, y los poderes del Estado.

Así pues, las llamadas a la defensa del orden establecido hechas por el populismo de
izquierda a través de un antifascismo capitalista, carecen de toda credibilidad. Hoy,
como ayer, la consigna del antifascismo es utilizada como instrumento de colaboración
de clases para el sostenimiento del sistema capitalista y de su burguesía dirigente,
plácidamente acomodada en las butacas de los parlamentos, en los despachos
ministeriales y en los chalets de más de 600.000 euros en la sierra de Madrid. 12 Por el
contrario, hoy es necesaria la lucha revolucionaria a través de la autoorganización
colectiva y solidaria para la autogestión de todos los ámbitos de nuestras vidas, y por
ello el combate de las instituciones establecidas. Únicamente la revolución que ponga
fin al Estado y al capitalismo, y que por tanto permita la conquista de una sociedad libre
e igualitaria basada en el autogobierno por asambleas populares soberanas y la posesión
común de la riqueza,13 es el camino para combatir a los enemigos que hoy son erigidos
para oprimir al pueblo. Hoy izquierda y derecha son expresiones diversas del
capitalismo y del actual sistema, como también lo son los populismos. Es por esto que
ya no hay izquierdas ni derechas, pues lo que hoy hay es el sistema de dominación y sus
enemigos.

12
En cuanto a la instrumentalización del antifascismo por el sistema establecido es interesante la lectura
de Guillamón, A., “Fascismo y antifascismo” en https://www.portaloaca.com/articulos/politica/14052-
fascismo-y-antifascismo.html
13
Aunque libertad e igualdad no son lo mismo no son concebibles la una sin la otra, pues allí donde no
hay libertad tampoco hay igualdad dado que alguien tiene poder y ostenta una posición dominante frente
a los demás que utiliza para someterlos, mientras que donde no hay igualdad tampoco hay libertad porque
alguien concentra los recursos de la sociedad y tiene la capacidad de imponer así sus intereses al resto. En
última instancia la desigualdad y la falta de libertad son producto del principio de autoridad que impone la
jerarquización de la sociedad, donde hay minorías que dan órdenes mientras que los demás son obligados
a obedecer. Sobre esta cuestión es recomendable la lectura de Vidal, Esteban, “Izquierda y Derecha: Las
dos caras del sistema de dominación” en https://www.portaloaca.com/articulos/politica/9583-izquierda-y-
derecha-las-dos-caras-del-sistema-de-dominacion.html

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