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FRANZOBEL

KAFKA

KAFKA
Spanisch von Margit Schmohl,
Valparaiso, Santiago 2003

Alle Rechte vorbehalten, insbesondere das der Aufführung durch Berufs- und
Laienbühnen, des öffentlichen Vortrags, der Verfilmung und Übertragung durch
Rundfunk und Fernsehen. Das Recht der Aufführung ist rechtmäßig zu erwerben vom:
All rights whatsoever in this play are strictly reserved. No performance may be given
unless a licence has been obtained. Application for performance etc., must be made
before rehearsals begin, to:
Thomas Sessler Verlag, Bühnen-und Musikverlag GmbH, Johannesgasse 12, A-1010 Wien,
Tel: 0043-1-5123284, Fax: 0043-1-5133907,
E-mail: sessler.verlag.wien@nextra.at

Die Rechte an der Übersetzung liegen bei:


Margit Schmohl, Pasaje Villa La Paz 50, Valparaíso, Chile.

Förderung der Übersetzung durch: / This Translation was sponsored by:


Kafka
Una comedia

Personajes:
Kafka
El padre, herramientas para maestrear, guatero en la barriga
La madre, acolchada con espuma plástica, una larga correa de perro al
cuello
Ottla, la hermana, hermosa
Felíce, la novia, más hermosa todavía, una gran galleta en forma de
corazón colgada al cuello. El padre y la madre le dicen Feltiche, los
otros, Felicé
Max Brod, el amigo

Escenografía:
Habitación de una casa tipo pequeña clase media, recargada en
exceso, con una ventana para suicidarse. Mobiliario exageradamente
grande o pequeño, papagayos a pila.

Vestuario: kitsch atemporal

Brod empuja al escenario un sillón en el que está sentado Kafka, baila


alrededor de él.

BROD: Vaya, vaya. ¿Qué sabemos de este mundo? Charlar un poco y


perseguir a las muchachas, a esas niñas con grandes y negras
cavidades nasales, con sus divertidas y apetitosas caras de salchicha,
de las que osamos mordisquear un poquitito, porque es verdad,
realidad. Atar gráciles arabescos a los discursos, conversaciones
triquitraque. Ya sé, oscuro es mi hablar. Vaya, vaya ¿qué es lo que
sabemos de este mundo? Jajá. Los deseos nos son papel crepé, ¡oh
piadoso!, caracoles incluso, en nuestra condición de jalahervidores,
penepéndulos, agarrapalos, cuales cazadores, nos acercamos a los
aromas; a los monumentos, de carne de muslo hechos, y, una pequeña
propina pido, pechuga de ave apanada, hasta que nuestra voz cante en
falsete. Vaya, vaya señorita, en usted, encantado, habría en vida
consumado mi negocio; a pesar de la envidia de los subalternos, habría
consultado su pequeña gruta, constatado su calor y su humedad, no es
cierto. Vaya, vaya. ¿Cómo? ¿Le parece dudoso?

KAFKA: Este lugar está podrido de diálogos. Max, pobre estúpido, ¿a


quién estás imitando?

BROD: Vaya, vaya. Así es que el distinguido bufón de palacio, el


escéptico de mente cuadrada, ¿todavía no se ha dado cuenta de que
prácticamente nunca ha visto una ardilla con un sombrero tirolés? ¿Y
coronado con una pluma de faisán? Siempre cuando se les sueltan las
riendas se ponen sombreros a lo Casanova, esas ardillitas, tan
cariñositas. Eso resulta sospechoso, cuiricuagui. Además, hay que
agregar que no es un genio de las artes todas, el Kafka Franz, el
distinguido. Por ello-

KAFKA: No soy peor que los otros héroes de esta historia mundial.
¿Qué sabes tú de los dolores que en mí llevo? De los tuyos, ¿qué sé
yo? ¡Ay! Inventados, como somos.

BROD: Albondigoso señor, obedientemente reporto que los cosacos


me apresaron; a pesar de mi acento bohemio, me masacraron,
asesinaron, así que muerto estoy, lo que en sí ya sería suficientemente
grave, pero lejos no es lo peor, por desgracia, pues tampoco la amada
hermana del señor Estimado Señor pudo salvarse, la penetró todo el
tronco, la raza entera entró en ella, por lo que estaría grávida de estar
viva, cosa que ella no hará estará, así sin cabeza, lo que en sí ya sería
suficientemente grave, mi muy bondadoso Estimado Señor, si no
hubieran incendiado la propiedad con la casa y las tierras, incluso las
vacas están muertas y las gallinas todas, lo que en sí ya sería
suficientemente grave..., y el bondadoso Estimado Señor pensará
ahora con certeza que más tragedia, más más tragedia no puede
haber, y sí que puede, pues de pura excitación me mordí la lengua, y
¡zas!, me mojé los pantalones. Vea usted. Esto es grave, es el colmo,
qué desfachatez.

KAFKA ríe: Colmo. Lulu. Los pantaloncitos mojados. Eres un bruto,


Max. Ahora en serio. Vamos, dilo.

BROD: ¿Qué?

KAFKA: ¿Quién?
BROD: ¿Quién quién?

KAFKA: ¿Quién, pues?

BROD: Fritz von Scherzmanovsky-Orlando. Hace una reverencia.

KAFKA: ¿Ya está vivo? ¿Enacaja esto?

BROD: Es como es. Ocurre como ocurre, hoy como ayer, y mañana
como hoy. No se puede hacer nada sin copiar a alguien. Incluso puedo
a algunos que teóricamente todavía ni existen. Presta atención.

KAFKA: Presto.

BROD: Tu gran vida gigantokafkiana, que se zambulle en una


arraigada, ya adulta, naturaleza escritural poética, en la que es felizcota
como un alegre delirio de ganador de lotería, se ha cubierto
exteriormente por un miserable, extremo, humor de perros, con el que
solía ir al ancho y mundano ambiente por el mal espíritu pequeño
burgués, porque ella concede vasto espacio y frescas, libres y alegres
escapadas a sus calientes caprichos, en vez de concentrarse en la
concentrada concentración en los sentidos. Con lo cual, la gran vida
kafkagigante de escritor poeta se pisacarta el mundo con obstinación.

KAFKA: ¿Y quién se supone que es ese?

BROD: Ese ser una sobredimensional furia de demolición de la poesía,


del para ti aún desconocido vienes, gigante puteador de la burguesía,
el vienesowerner Schwabschwab, que desde su alma
Schwappschwapp-Schwab te saca póstumamente el correo-lengua sin
franquear. ¡Bduuh!

KAFKA: ¡Buaag! Hablas como cubierto de musgo. Como agua hablas,


agua que te quiere ahogar, como mosto, sí, conversación de
sobremesa.

BROD: No te prives de esta rosada carne de lengua de poeta;


volviéndose cariñoso cuando se acerca a la pradera de tu cara
primaveral de barba incipiente, como una gratinada baba fememina de
caracol de viña; cuando le brinda a tu franz-lengua sin columna
vertebral su servil saludo, no hay ni un solo yodo de grisácea maleza
pervertida en el juego; cuando las hábiles manos de giganto-escritor-
poeta cortan bien cortadas las grandes carnes del giganto-escritor-
poeta como si fuera el filo de un cuchillo carnicero, de modo que en tus
kafka-interiores se explaya una pielcita de gallina al estilo paté-
pasternak, tu tenso y nervioso cordón de nervios presiente un agra-
agradable cosquilleo-cosquilleo. No tengas miedos pequeño burgueses
ante la cercanía de dos del mismo sexo, cuando la afectuosa
afectuosidad se siente hasta en la carne de la lengua. Como Franz-
infante, te franzearon y lanzaron al mundo franz-ausente, de ahí ha
crecido un gran Franzfranz, quien llegó a ser un Franzamigo, a quien
se le ofrece ganosamente el Maxamigo, tanto que del Maxamigo ha
brotado el amor-amigo-amante, que sólo se puede evacuar en la unida
unidad de los cariños, como una frágil ley vuelta inhumana.

KAFKA: ¡Alfancerías! Saca las manitos y buaag. Siento la cabeza tan


pesada. Siento pequeños golpes de cariño. Max, ¿qué irá a pensar el
mundo venidero? ¿Chanchitos y gagá? ¿Amenaza la sangre desbordar
los cauces para ella trazados? Me imagino abrazar la cadera de una
muchacha con las manitos, y ya la sola idea me provoca escalofríos.
Darle besitos a la prometida, ¡bdaag!, asco me da. Soñé que le daba
un beso a Franz Werfel. Durante días no pude sacarme la imagen de la
cabeza. ¿Qué irá a pensar el mundo venidero? ¿El gran Kafka Franz?
¿Qué pasará con mi mito? Será mejor que me suicide de inmediato un
poquitito.

BROD: Quédate, cobarde. Si te me anticipas en la muerte, lo que es


probable, porque un hueso, una ciruelita, el resto de un gnocci, es lo
que tú eres; yo, en cambio, soy deportivo, fresco y no tengo problemas;
a tí, en cambio, cada aliento te quema la laringe, entonces, sí lo haces,
publicaré tu obra póstuma y le haré revisiones, la modificaré.

KAFKA: ¿Prometido?

BROD Sin falta. Estamos de acuerdo, ¿no? - Como luz de vela,


prometido a las tapas de los libros.

KAFKA: ¿Y qué va a decir la prometida? Max, siempre quiere llevarme


de inmediato a la cama. ¡Buaah! Está tan hecha de líbido y deseo, que,
como ella alega, se le ponen rancios, por eso chilla y cae en cruda
desesperación, porque quiere que la lubriquen, y quiere mi pipí de
papel mantequilla. ¡Buaag!

BROD: ¿Y qué? Dale no más, a la muñeca, lo que necesita. Hazle un


poquito de chuqui-chuqui. Toquetéala un poco. ¿Por qué no?

KAFKA: Me da asco esa carne, el ser humano entero, pues nada tengo
yo que ver con eso. La cercanía, tú sabes lo que quiero decir, y el olor,
el hedor. Cuando se me acerca, ¡buaag!, quiero decir, ya su
aproximación me da miedo, el escalofrío me sacude cuando me toca.
El vómito me sube. Es tan gruesa, tan pesada, tiene mal aliento.
¡Buaag!

BROD: Pst. Creo que ahí viene. Pasos, voces, estoy oyendo.
KAFKA: ¡Bdaag! Larguémonos. Rápido. Rápido.

Los dos desaparecen en diferentes direcciones.

MADRE: Una casa, un auto, vacaciones para Franz. Ya estoy soñando,


soñando estoy. Tengo muchos sueños. Por qué tendrán que quedarse
solo en eso, si fácilmente podrían formar parte de la vida. Le pregunto
a la hermana, le pregunto a los vecinos, ellos sí que botan el dinero por
la ventana. Marcar una cita, de esto se trata, no explicar nada, y mucho
menos el juego de la pirámide. Esto por nada. Ningún riesgo. Ellos sólo
compran, deben comprar. Y conseguir más gente, consumidores es lo
que se necesita. Si la Horwath participa en parte, y la Pospischil, quizás
el Trtilekt, la Navratil, si todos hacen de consiguen clientes, que, a su
vez, suman a otros más; un stock de clientes, esa es la meta, redes-
inter-marketín.

PADRE lleva a la madre amarrada a una larga correa de perro: ¿Qué?


¿Qué cuentos de hadas te estás tragando? ¿Qué, qué ideas te estás
metiendo en la cabeza? ¿Viene la prometida? La prometida, ¿no es
ella la que viene?

MADRE: Nada. La fermentación del suelo es lo que escuchas, masa de


levadura. Solo la prometida viene. Oye ya sus pasos.

PADRE: ¿Qué? No escucho nada. ¿Sudas tú secretos, quizá hasta un


amante? ¿Deseos que no son apetitosos? ¿A dónde vas siempre por
las noches? ¿Tú? Hablas entre sueños, tienes fantasía, tú, escondes
algo, algo me escondes. Tú. Tutú.

MADRE: No. Nada que yo quiera, no es también para ti. Date haz
cuenta. Trabajo, para que lo sepas.

PADRE: ¿Trabajo? ¿Tú? ¿No te basta nuestra vida? ¿No tienes


suficiente con la casa, te faltan quehaceres? Si tú no sabes hacer
nada, nada sabes hacer tú, tú, tú, no has estudiado nada. Nada.
Nosotros somos, para que lo sepas, algo mejor.

MADRE: Tiene un quistema totalmente nuevo. Redes-Inter-Marketín.

PADRE: ¿Qué?

MADRE: Con esto lanzas rentabilidad.

PADRE: ¿Quién?

MADRE: Nosotros, más bien, yo.


PADRE: ¿Con qué? Yo no lanzo nada.

MADRE: Con el quistema.

PADRE: A tí, a tí te van a llenar de plata, tú, gran pera de lavado


intestinal. Espero que todavía no hayas pagado nada. ¿Ya te afiliaste a
algo? ¿Ya figura tu firma en algún papel? Tú. No me vayas a dejar en
la ruina. ¡Tú! ¡Tú!

MADRE: Detrás mío se yergue un quistema. Un inmenso y completo


empuje se levanta detrás mío. Y frente a mí, hay tendida una
perspectiva de futuro que comienza a desperezarse.

PADRE: ¿Y gruñe? ¿Quién habrá extirpado la inteligencia de tu


cráneo?

MADRE: Escúchame. Nosotros, los que somos creativos, sociables y


positivos, nosotros reclutamos a los clientes, esto todo es. Con cada
uno ganamos una parte. Los clientes, a su vez, reclutan más clientes, y
también con estos ganamos una parte. También éstos granan clientes.
Y nosotros granamos con ellos y con ellos y con ellos. Y así sigue y
sigue y sigue. De generación en generación de clientes. Y nosotros
lucramos y lucramos y lucramos. Más.

PADRE: ¿Qué? ¿Y dónde está el truco? La mentira, la estafa, el


escándalo.

MADRE: No lo hay. Todas las grandes ideas deben ser simples, si no,
no funcionan. La ganancia viene por sí sola, no le teme a nada. Te
capacitan, aprendes estrategias de relación humana, trato de ventas y
el arte de cumplimentar al cliente. Mis señores. La plata chorrea, nos
empapa, se multiplica, se vuelve constante lluvia, nos hace más ricos,
ricos de verdad. Ni siquiera sé que voy a hacer con ella.

PADRE: Cuando escucho tamaña tontería, se me tapan los oídos.


Ganarás enemigos, esto es todo. Tú. Nosotros somos algo mejor.

MADRE: Tú no compenetras nada. Todas las grandes ideas... espera


unos años, y luego verás. Se lo desagregaré al Franz, que sí puede
comprenderlo. El podrá ser también mi primer entresubalterno.

PADRE: ¿Franz? ¿Dónde está Franz? Su ventosa ya está por llegar, y


el señor Franz una vez más se hace de rogar. Este.

MADRE: Eres demasiado severo. A ti se te han hundido los sueños,


tan profundamente se han enterrado en tí, que desde arriba ni siquiera
se ven como una protuberancia. Ellos son los obreros, y tú eres el
Directorio.

PADRE: ¡Plebeyos! ¡Chusma! Nunca se es demasiado severo. La


tuerca tiene que estar siempre apretada, sino se suelta el hijo, se cae
del tarugo como un armario empotrado.

MADRE: A veces no está demás un poco de compasión.

PADRE: ¿Compasión? La compasión se tiene con aquellos que


padecen de algo. Pero si alguien enchapa madera sana con
sufrimiento, entonces no requiere compasión, no. Si alguien se mete
una enfermedad en el cuerpo, necesita un otro que se la extirpe, para
que el barniz no penetre más profundamente en él, crezca y se hinche.
Severidad, severidad es lo que necesita. Crueldad.

MADRE: Pero no demasiada.

En el fondo, Franz se pasea sigilosamente por el escenario, con un


cuchillo de proporciones desmesuradas e instintos sanguinarios.

PADRE: ¿Demasiada? Si todas las cosas te llegan casualmente, como


si llegaran de la nada, entonces no existe el demasiado. ¿No ha
obtenido todo lo que ha querido?, ¿no se le ha ofrecido todo? Una
formación; un puesto en una compañía de seguros; hasta un cuarto
para él solo, con papel mural moderno; una prometida. Todo lo que se
puede anhelar a su edad. Somos demasiado buenos con él. ¿Y cómo
nos agradece?

MADRE: Fue al médico.

PADRE: ¿Es este su agradecimiento? ¿Es él, quizá, una reserva para
sus padres, acaso un apoyo? ¿Trae alegría, juventud y éxito a la casa?
¿Es bueno maestreando?

PADRE: La vida para él es demasiado fácil.

MADRE: Fue al médico.

PADRE: Delirios, patrañas y manías. Estar pegado todo el día a su


cuarto, como el yeso a la pared, escribir, leer. Fantasmagorías. ¿En
qué mundo vivirá?

MADRE: Fue al...


PADRE: ¡Sí! ¿Y qué es esta vez? ¿Los bronquios? ¿Cálculos a la
vesícula? ¿Cólera? ¿Mezclado con una pizca de sífilis? A él
diariamente, diariamente se le ocurre algo.

MADRE: Dice, que es algo que categorizan de más serio.

PADRE: Siempre es serio. Gallinero. Lo serio es como él se comporta,


como plumavit. Verguenza, nada más que verguenza nos da. El es la
parte mala, la oveja negra entre nosotros. La cosa malograda. El
fracaso hecho carne. Este hombre no nos enriquece, sólo nos
destruye. Nosotros lo clavamos en el mundo, para que algo de
nosotros siguiera anhelando, para que nuetros ideales no se perdieran,
nuestro sistema de valores. Nosotros, nosotros lo concebimos, para
tener alegría, que él se desarrollara, que llegara a ser como nosotros.
¿Y él? Llegó a ser como él, comunicativo como un palo, con la alegría
de vivir de un pollo de cementerio, el azadón. El Franz.

MADRE: En eso no salió a mí, el bestiércol, la sal.

PADRE: ¿A mí, acaso? Solito se ha desarrollado en dirección opuesta


al hogar, se desenrolló dejándonos atrás, se tropezó dentro de sí
mismo, en su sí mismo. El, el diablo sabrá que pasa allá. El no es judío,
no; ni siquiera es cristiano, un mohametano bíblico. Hemos plantado un
parásito en nuestra casa, y para mayor escarnio de no olvidar ni por un
día el pecado, más encima lo llamamos hijo, a este cortapernos.

MADRE: Eres demasiado estrecho. Ten más fe. Lo amamos, eso se lo


debemos.

PADRE: ¿Qué? Cómo puedo amar algo que rechazo en toda su veta?
¿Cómo, cómo podría amar algo que me resulta tan a contrapelo, que
me clava el cuchillo en la espalda todo el tiempo. Es como un alicate
mordedor que tira del clavo que yo intento clavar.

MADRE: Ahora que lo dices, un escalofrío me sacude, se me está


poniendo la piel de gallina. Tuve un sueño: al Franz, merodeando y con
un cuchillo lo veía, como fuera de sí, fuera de sí clavando el cuchillo en
algo.

PADRE: ¿En mí, acaso?

MADRE: Yo no he dicho eso.

PADRE: ¿En tí, quizás?

Al fondo, Franz clava el cuchillo en el aire.


PADRE, MADRE se agarran el estómago. No nos ama, lo puedo sentir,
nos va a matar.

OTTLA Leyendo el diario: ¡Pasa cada cosa! Lee en voz alta dos o tres
noticias del día. ¿Aún no ha llegado la prometida?

PADRE: ¿Tú? ¿No la has traído?

OTTLA: ¿Vienen los suegros con ella?

MADRE: No convoquemos a los demonios. Dime, Ottla, a propósito de


nada. Tú que eres dinámica, creativa, y tienes talento y genio además.
Y sueños, porque eres joven aún.

OTTLA: Percibo que quieres tocar la escencia del ser. Me estás


dorando la píldora. ¿Para qué? Mi horoscopo dice...

MADRE: ¿Para qué para qué? Digo la verdad, que es la verdad. Tú sí


que quieres llegar a ser algo, objetivos tienes y dinero necesitas.

OTTLA: El lapitalismo no ha prometido detenerse ante mí. ¿Y qué?

El padre toma el diario y se pone a leer.

MADRE: Tú sí que estás hecha de la madera de los grandes


ejecutivos. Si yo, por templo, abriera un negocio internacional,
supongamos, tú querrías asumir un cargo directivo, uno que tuviera
responsabilidad, rentabilidad, ¿no es cierto?

OTTLA: ¡Sofistería! ¿Madre? ¿Te has vuelto foca? Pareces hecha


nada más que de improbabilidades.

MADRE: Pero, solo suponiéndo.

OTTLA: ¿Qué pasa contigo? ¿Necesitas psicofármacos?

PADRE: Está atornillada a un sistema. Cree que la riqueza y el lavado


de ropa son la misma cosa.

MADRE: Ríete de mí no más. Pero espera un poco, ya verás.

OTTLA: ¿A qué sistema?

MADRE: Mañana hay una presentación. Anda a interiorizarte.

OTTLA: ¿El juego de las pirámides?


MADRE: No, un quistema de negocios.

OTTLA: ¿Y de que se trata? ¿Sectas, quistes, virus de verrugas,


Tupperware?

MADRE: Mañana es la presentación.

OTTLA: Nada voy a escuchar, si no me dices de qué se trata.

MADRE: De sueños se trata, y de plata.

OTTLA: ¿Y?

MADRE: Ven conmigo mañana a la presentación.

OTTLA: ¿Padre?

PADRE: De delirios se trata, ya lo escuchaste. De conexiones ciegas,


un
mundo de charlatanería. Pst. Escucho voces.

MADRE: ¿Te estarán zumbando los oídos?

OTTLA: No escucho nada.

PADRE: Hablan de aprovecharse. Hablan muy bajito, casi no se


escucha, pero dicen algo de estafa.

OTTLA: No escucho nada.

MADRE: Está bien, lo voy a declarar. Aun cuando sea mercancía


aduanera y desagradablemente complicado. Bochornoso, casi. En el
quistema masacran a los comerciantes, este el principio. Un negocio
fantástico se hace creándolo, una red entera de un mundo de
mercancías. A ese caballo de batalla, en esos estribos apostamos.

OTTLA: Lo dices con bien educadas palabras. Pero no parece ser algo
para mí; me resulta demasiado recatado.

MADRE: ¡Calla! Solo suponiendo. Digamos que tú consigues clientes


potentes. Entonces recibirás, por todo lo que tu cliente compre,
potencias de por cientos. Y de lo que tú recibas, yo recibiré
potenciatencias de por cientos. ¿Comprendes? Y de estas, a su vez, la
Holub -ella, que para mí es mi auspiciadora- recibe
potenciatenciatencias de por cientos. Entonces, si tú consigues
clientes, que a su vez, consiguen clientes, tú recibirás
tenciatenciatencias y te harás rica.
PADRE: Tatá. Protuberancias, escucho disentir a las voces.

OTTLA: ¿Comprar qué?

MADRE: ¿Comprar qué? Mercadería del sortimento. Jabones, espuma


de baño, saltos de ideas, despertadores, ropa... no hay nada que no
haya. Sólo marcas, productos, nombres.

OTTLA: A mi voluntad le cuesta aparearse con el sistema. Tendrá que,


así creo, buscarse novia en otra parte. ¿Qué dice el Franz al respecto?
¿Y dónde...? ¿Fue a buscar a Felice a la estación? ¿Irá a su
encuentro? ¿Le habrá quitado el freno a su amor? ¿Tendrá los
cachetes inflados de besos, enteramente inflados?

PADRE: ¿Es éste, este tu hermano, a quien estás redibujando, tal


como una plantilla para tallado en madera?

OTTLA: Franz está lleno de poesía que mana; de cumbres, está


colmado. La fantasía del alpino ermitaño brota de él violentamente.
Cada palabra que dice, es de inmediato alpina, Keli, cada frase una
charla. El Franz está lleno de cordadas, lleno de Fanta, Bluna, Coca-
Colerancia.

MADRE: ¿Tienes sed?

PADRE: Sí. No sé para qué existen los poetas, a parte de desgastar


sus sucias camisas en el escritorio, se mueren de hambre y de frío.
Todo lo que puedo ver es odio e ignorancia. Nosotros somos algo
mejor.

MADRE: En contra mío, como madre, hasta donde sé, no guarda


rencor.

PADRE: ¿Has soñado alguna cosa? ¿Con él?

MADRE: Seguramente se va a meter al quistema.

OTTLA: Ustedes están polaroidizados. ¿Enamorado? Lo que ustedes


no ven, es su genio. Es un gran hombre.

MADRE: ¿Y nosotros somos una invención?

PADRE: Un bueno para nada y un canalla, metido en su cuarto como la


válvula en la cámara de la bicicleta. Incluso cuando viene su prometida,
ni rastro, ni rastro se ve de él.
Desde un reloj cucú salta un cucú y llama, un reloj de pénduo empieza
a marcar la hora frenéticamente.

MADRE: Silencio ahí, accesorios de utilería.

OTTLA: Y al mismo tiempo es tan cariñoso, su voz es como canela,


como terciopelo sus movimientos, sensible, es un campo sin cultivar,
que para florecer sólo necesita llegar a la primavera; entonces los más
bellos frutos crecerán de él, habrá para todos, se recogerán uno a uno,
sin excepción, tan cariñoso como es él.

Silencio

MADRE: Ottla, ven, vamos a la cocina. Aún no se han preparado los


platos de embutidos. Cortar queso; pepinillos en escabeche; los
huevos, según creo, tenemos que cocerlos todavía; la prometida debe
estar por llegar. Quién sabe, quizá venga con los suegros. Tenemos
que ser buenos anfitriones; si no, no participarán.

OTTLA: ¿En qué?

MADRE: Bueno pues, en el quistema.

OTTLA: Disponer el salame etcétera, jabón, salchichón de lengua.


Cortar zapallitos italianos. ¿Dónde quedo yo? Sale.

La madre también intenta salir. El padre se lo impide con la correa.

PADRE: Tú. Quédate un poco más. Yo...

MADRE: Andate. Tengo que hacer deponer los embutidos. Arreglar


todavía los platos de viandas frías. Hacer la mayonesa y la ensalada.

Música baja

PADRE: Ahora, ahora tengo ganas de tí, ahora el tornillo estaría fijo en
su lugar. No me frenes ahora. Tú.

MADRE: Ahora molestar como el falso caviar, tú haces. No me toques.

PADRE: Quédate, y pensaré acerca de tu sistema. Tú.

MADRE: Te has hecho loco, la prometida está al llegar. Piensa lo que


deberá tendrá que pensar... y hacer.

PADRE: No hará sino aprender de nosotros. Tú.


MADRE: ¡No sigas!, ya la oigo venir.

PADRE: Tú. Estás escuchando la escalera, el crujido de la escalera es


lo que estás escuchando, gatos, metáforas, la portera. Eso es lo que
escuchas en tu pequeña orejita.

MADRE: ¡Para! ¡Detente!, estoy escuchando algo.

PADRE: Ahora no hay vuelta atrás. Tú. Yo no oigo nada.

MADRE: Están golpeando. ¡Entre! No, ¡para!

PADRE: Y cómo, cómo palpita dentro de mí. Esto, esto es la vida, el


deseo, quiere salir, anhela, anhela sumergirse en ti. Puede que la
sangre sea vieja, pero sigue siendo líquida, no se ha coagulado. Puede
que la carne, la carne, sea fláccida, pero carne sigue siendo. Palpita en
mí, como no lo hacía desde los tiempos de mi juventud, ¿no escuchas
esta vida? ¿No percibes nada? ¿Escuchas, tú?

MADRE: Siento el fuego, el dinero, y todos nuestros deseos realizados.


Aún hay metas, aún estamos vivos. Aún hay esperanza, hasta donde
sé, aún hay un salvavidas, aún existe el quistema. Oh sí, sí.

BROD: Vaya. El mundo es pequeño, pero no falto de relaciones


personales. Hola, ¿es inoportuna mi visita?

MADRE: ¿Max? Desde cuando es usted un fantasma que se pasea


atravesando paredes como si fuera un suspiro, o las altas finanzas?

BROD: La puerta no estaba cerrada.

MADRE: ¿Cómo murió usted? ¿Hubo mucho sufrimiento?

BROD: Pero si estoy vivo.

MADRE: Es lo que usted cree.

BROD: No.

PADRE: ¿Y por eso entra usted así, completamente desnudo, sin


observar modales? ¿Qué? ¿Qué viste usted? ¡Nada más que
insolencia!

MADRE: ¿Hace frío en el reino de los muertos? Si quiere...

BROD: Disculpe. Sólo quería entregar este mensaje, esta carta. Pero
Franz, según veo, no se encuentra. Me voy, volveré más tarde. Sale.
PADRE: ¿Mensaje? ¿Qué tipo de mensaje sería? ¿Qué carta? Pero,
pero quédese usted.

MADRE: Ya se fue. Así son, los muertos. Vienen y se van, como les da
la gana.

PADRE: Mejor. Ahora nadie nos molesta. Tú.

MADRE: Andate ahora. Tengo que acostar los embutidos. Embellecer


con palabras los platos de viandas frías. Preparar mayonesa y
ensaladas.

Música baja

PADRE: Ahora, ahora tengo ganas de tí, ahora el tornillo estaría fijo en
su lugar. No me frenes ahora. Tú.

MADRE: Ahora molestar como el falso caviar, tú haces. No me toques.

PADRE: Quédate, y pensaré acerca de tu sistema. Tú.

MADRE: Te has hecho loco, la prometida está al llegar. Piensa lo que


deberá tendrá que pensar... y hacer.

PADRE: No hará sino aprender de nosotros. Tú.

MADRE: ¡No sigas!, ya la oigo venir.

PADRE: Tú. Estás escuchando la escalera, el crujido de la escalera es


lo que estás escuchando, gatos, metáforas, la portera. Eso es lo que
escuchas en tu pequeña orejita.

MADRE: ¡Para! ¡Detente!, estoy escuchando algo.

PADRE: Ahora no hay vuelta atrás. Tú. Yo no oigo nada.

MADRE: Están golpeando. ¡Entre! No, ¡para!

PADRE: Y cómo, cómo palpita dentro de mí. Esto, esto es la vida, el


deseo, quiere salir, anhela, anhela sumergirse en ti. Puede que la
sangre sea vieja, pero sigue siendo líquida, no se ha coagulado. Puede
que la carne, la carne, sea fláccida, pero carne sigue siendo. Palpita en
mí, como no lo hacía desde los tiempos de mi juventud, ¿no escuchas
esta vida? ¿No percibes nada? ¿Escuchas, tú?
MADRE: Siento el fuego, el dinero, y todos nuestros deseos realizados.
Aún hay metas, aún estamos vivos. Aún hay esperanza, hasta donde
sé, aún hay un salvavidas, aún existe el quistema. Oh sí, sí.

FELICE con una gigantesca caja: ¡Esta sí que es buena! ¡Vaya! ¿Llego
en mal momento? ¿Dónde está mi recepción? Regio estupendo. La
ultrasuperanticontrarraja. Esta sí que es buena. Tikitikití

PADRE: ¿Felice? ¿Tú? ¿Ya has llegado?

FELICE: No, soy un espejismo. El mundo es pequeño. Mejor así, no es


tan impersonal, tan total. ¿El Franz no habrá entendido nada? Este
gonzo. ¿Habré llegado al fin de los tiempos? Rústico.

MADRE: De inmediato iré a buscar al Franz. Sale.

Incómodo silencio

PADRE: ¿Cómo? ¿Cómo estuvo el viaje? ¿Estuvo? ¿Bonito? ¿Te


metió, te metió alguien la mano bajo la falda?

FELICE: Yo no solté nada. ¿Tengo cara de haberlo hecho?

PADRE: Un bonito, realmente un bonito día te ha tocado, tan


enteramente aserruchado con clima.

FELICE: ¿Y aquí? ¿Qué ha pasado? ¿Novedades? ¿Pelambres?

PADRE: ¿Qué? Nada. No mucho. ¿Cómo? ¿Cómo andan las cosas


por allá? ¿Cómo está Berlín?

FELICE: ¡Tetera! Basura, por todas partes solo basura. Las


aspiraciones, tal como dice el poeta Schorsch Stein, las aspiraciones
son un hueco de chimenea, sucio.

PADRE: ¿Y qué andas trayendo, andas trayendo en la caja? ¿Tu


vestido de novia? ¿El ajuar? ¿Una colección de escobas?

FELICE: Esto no te lo puedo soldar, porque es un secreto de estado y


una sorpresa asesinamonstruosa total.

PADRE: A mí, a mí, me lo puedes encolar. Soy tan impenertrable como


un tapón de baño.

Felice se lo dice al oído, el padre se ríe.


PADRE: Bien. Muy bien. Pero ¿qué, qué pasa con tus padres? Creen
acaso que nosotros aquí en Praga nos los vamos a comer?

FELICE: ¿Los dinos? El trabajo el lo que los retiene.

PADRE: ¿Dónde habrá metido Franz?

FELICE: Los sentimientos me inundan, todos de una, cielo santo.


Inclina la cabeza. ¿Cómo está él?

PADRE: Loco de impaciencia ante tu venida estaba como si lo


hubieran ajustado a un banco de trabajo. De nada, de nada más ha
estado hablando, completamente y hace días ha estado solo diseñado
para ello.

FELICE inclina la cabeza, espera: ¿Sí? ¿El, por lo general, no


acostumbra a ser así? El timidín.

PADRE: Pero bueno, tú eres su novia. ¿Dónde se habrá metido?.


Habría que ir a buscarlo. Yo, yo iré, tú espérame aquí. Sale.

FELICE sola, mirando todo detenidamente: ¿Con qué familia me estoy


casando? ¿Me saldrá a cuenta? Esto no es precisamente El Dorado.
Mi madre siempre...

KAFKA: ¿Felice?

FELICE: ¿Pernilcito?

Silencio, saludo sin muestra alguna de efusividad

KAFKA: ¿Estás contenta?

FELICE: ¿Tú no? Dame tu tragadera, te quiero saborear. Lo besa.

KAFKA se suelta violentamente: Durante días todo era alegría, en mí


no había otra cosa que júbilo.

FELICE: Jo, jo.

KAFKA: Mis humores eran toda jovialidad, purpúreos de verguenza


ante sí mismos y los deseos de vivir que me embargan.

FELICE: Jo, jo.

KAFKA: Es como si fuera yo mi propio plato favorito.


FELICE: Jo, jo. Ay, Franz. Humedéceme con tu saliva, haz algo que me
refresque. Amame.

KAFKA: Sin embargo, mientras más se acercaba tu...

FELICE: ¿Qué?

KAFKA: Mientras más se acercaba tu llegada...

FELICE: ¿Qué pasaba?

KAFKA: ...más empalidecía esta sensación, se desvanecía.

FELICE: ¿Qué?

KAFKA: Hay en mí sangre suelta. Y ahora, que ya estás aquí, mejor te


mando de vuelta.

FELICE: ¿Franz? ¿No sientes las corrientes? ¿Como se hincha el


amor? ¿Se te atragantó un pelícano, o qué onda? Trágatelo.

KAFKA: Hacia atrás, adelante y por el trasero, lo he pensado todo. Es


verdad que te amo, como sabes. Mi amor por ti es más grande que yo
mismo, no hay suficiente lugar en mí, no me cabe. Y no hay en lo que
digo ni una pizca de hipocresía. Pero igual no me puedo casar. Todo
en mí se rebela. Quiero ser vegetariano y estar solo. ¿Qué andas
trayendo en esa caja?

FELICE: Nada. ¿Qué pasa con la promesa?

KAFKA: No me molestes.

FELICE: Me estoy hinchando de deseo. ¿Así es que no quieres


amarrarte? Esto sí que es la raja.

KAFKA: Deja de molestar. La reventada sexualidad de ustedes


muchachitas me acobarda. ¡Tanta mujer!

FELICE: Y de repente todo sólo para tí.

KAFKA: Lo que está claro es que matrimonio no puede haber.

FELICE: Es...

KAFKA: No puedo vivir contigo, estoy cuajado para la soledad, de a


dos me pierdo, me corto, me desgrano.
FELICE: Es...

KAFKA: He tenido un sueño.

FELICE: ¿Hay otra?

KAFKA: No. De a dos me pierdo, me corto, me desgrano.

FELICE inclina la cabeza: Qué locura. Yo también. Si tu no me tomas,


entonces no lo hará nadie, entonces me queda un solo camino, aquí no
sirven las flores de Bach ni la acupuntura. Trata de llegar a la ventana.

KAFKA: No, Felice, no. No pagues tú por mis manías. Yo mismo me


retiraré del mundo, le ahorraré mi presencia. Pero tú te quedarás en él.
Soñé que me transforman en mujer. Mis genitales se retiraban,
metiéndose en la carne. También me crecieron senos. Lo terrible fue
que abusaron de mí inmediatamente. Inmediatamente mi cuerpo dejó
salir un bebé. Lo peor de todo fue, la misma fealdad que yo.

FELICE: Sólo quiero estar a tu lado. Amame, sé un poco más


adolescente, déjame ser tu chocolate. Tú eres tripa de salchicha, yo
harina de hueso.

KAFKA: Imposible. Puedo mirarte a los ojos, con esfuerzo. Yo


esperaba que tu vida le agregara algo a mi reseca existencia. Pensé
que tu calor le podría entregar algo a mí frío. Fue pura fantasía. De
hecho tú me robas la...

FELICE: Tú...

KAFKA: Estoy cansado, quizás también enfermo; no veo, aparte de


escribir, ningún otro sentido, me siento obligado a hacerlo. ¡Tengo que
hacerlo! Aparte de ello, ya nada existe para mí. El hecho de hacerme
cargo solo de mí, me resulta muy difícil. Darte pan a tí también, sería
demasiado... Felice, no me malentiendas. Te amo. Mi amor por ti es
más grande que yo mismo, no tiene cabida en mí, tan grande es.

FELICE: ¿Qué onda? Yo poseo inteligencia, pernilcito, pero no


entiendo nada. En mi garganta hay un nudo, sólo la sangre pasa, me
chicotea la cabeza. Bombea.

BROD: Ahí tenemos a la pareja enamorada. Los felicito, les deseo


suerte, que con una piernita ya flota por la habitación... como un
Director de marioneta soprano.
KAFKA: Estás molestando aquí, Max, te ruego, métete en la taza de
baño y tira la cadena, lánzate por la ventana. Anda a caminar por la
autopista.

BROD: ¿Salir a caminar? Nunca nada me ha resultado más


repugnante que salir a caminar. Siempre he tenido a quienes salen a
caminar por los más imbéciles entre los seres humanos. Los
caminantes apasionados, con su repugnante e impertinente actitud,
han sido siempre para mí la tropa de la cloaca. Cuando aprovechan el
primer sol de la primavera para marchar en manadas por los parques y
las áreas verdes, pensando que se están haciendo un bien, pero, están
haciendo el peor de los daños. El aire fresco es nocivo. Piensan que
caminar los incita su pensar, pero, en realidad, es al revés. Caminar es
el peor acompañante imaginable para pensar, salir a caminar mata en
el acto cualquier pensamiento medianamente razonable, salir a
caminar es en los hechos un enemigo a muerte del acto de pensar,
pretender juntar pensamiento con caminatas es completamente
desubicado y, por ello, todos los caminantes se imbecilizan
paulatinamente. Siempre he dicho que ningún filósofo puede ser, ni lo
ha sido jamás, un caminante. Incluso Schopenhauer, que es
prácticamente endiosado por los caminantes apasionados, en el fondo
nunca fue uno de ellos. Justamente Schopenhauer, quien por motivos
de salud no tenía otra opción que salir a caminar diariamente, estaba
muy lejos de ser un caminante; es más, era el oponente más agudo y
crítico de ellos que uno pudiera imaginar. Schopenhauer nunca fue un
caminante, ni un caminante de domingo ni un apasionado caminante
de todos los días. Schopenhauer no era un caminante, nunca lo fue,
como ninguno de nuestros grandes pensadores jamás lo ha sido; tal
como he dicho siempre, salir a caminar es el camino más seguro a la
más completa inbecilidad. Salir a caminar es algo para médicos
primarios, cantantes de ópera y portadores de enfermedades
sexuales... Vamos Gernhard.

KAFKA: ¡Silencio! No transformes esto en el paseo de las arengas,


desaparece simplemente. Lárgate, chaochao.

BROD: ¿No quieres acaso meter tu nariz en el mensaje que te traigo


aquí? En esta carta, aquí lo dice. El cartero me la ha dado, porque...

KAFKA: toma la carta Vuelve más tarde, Max, ahora estás molestando,
ándate.

BROD: Te pido, abre la carta, porque quiero ver la cara que vas a
poner cuando lo hagas.

FELICE: En este momento, no hay aquí lugar aquí para sus tonterías,
señor Max, señor cacha-las-nada.
BROD: Usted, señorita, ¿también sabe hablar? Y a propósito, ¿qué es
esa caja?

FELICE: ¿Usted!

BROD: Esa de allí.

FELICE: Usted es enfermo de desubicado. Por qué no retorna más


tarde, ahora no es el momento. ¿No dirá en su horóscopo: Hoy se
dedicará a molestar a la gente?

Lo empuja hacia afuera.

BROD: Ya nos volveremos a ver. Recitando para sí mismo Que él se


vaya, es la muerte, lo siento en el corazón, pálida y eternamente roja,
debería haberlo callado. Siento tan pesado el corazón, no me alegro
por él, no tengo nada más que dolor. Sale.

KAFKA: Trompo, yo. Cuán no en exceso es la vida para mí. ¿Cuán


poco redondo, este cuerpo en que he nacido? ¿Qué hago yo en este
mundo? Felice, te amo, sólo que amarte no puedo. A veces, durante
horas, he hecho nudos en las cuatro puntas de mi pañuelo... y los he
vuelto a soltar. A veces, durante horas, no he hecho sino pensar.
Labrado estoy como tierra de cultivo, con amor y confianza se han en
mí semillas invertido. Pero soy tierra baldía, infértil, de mí no brota
retribución alguna, me nutro de mis padres, de tí, de mi hermana, de
Brod y de la oficina. Si no existieran las palabras que emanan de mí sin
cesar, yo no existiría. Todo lo que soy, son cuadernos, garabatos. Toda
mi existencia es un texto. A veces, durante horas he hecho nudos en
las cuatro puntas de mi pañuelo, y los he vuelto a soltar. Lo único que
se mueve en mí son frases que se retuercen como lombrices, que
quieren ser borradas, subrayadas. Eso es todo lo que soy.

FELICE: ¡Las cagaste! Eres un genio. Pernilcito. Todo tendrá un final


feliz, ya lo verás.

KAFKA: No, nada tendrá un final feliz, ¡nunca! Nada de lo mío tendrá
un final feliz. ¡Jamás! Un diletante, esto es lo que soy. No llegaré a
ninguna parte, ¡de ninguna manera! Todo aquello que se me atribuye
me es impuesto, no está en mí, me clava como una astilla en la carne.
Antes, alguna vez, quizás, hubo esperanza, un alusafoil en el horizonte.
Pero ahora el caja está vacía. Sobre ti, Felice, estaba proyectada mi
salida de emergencia. Pensaba que tú, nosotros, podríamos tener un
departamento, en el que habría una habitación sólo para mí, donde
podría escribir, esperaba yo, comer, hablar, estar alegre.
Al fondo, la madre y el padre corren desnudos por el escenario.

FELICE: Podemos, novio mío, conseguir un bunker, con un lugar solo


para tí. Basta con que nos lo propongamos.

KAFKA: Pero, ¿no comprendes?. Tendría que trabajar por tres. ¿Y


cómo? Ya ahora mis nervios están deshilachados, mi digestión es una
lotería, tiemblo, me quemo y de noche no duermo casi nada. Cuando
escribo quedo tan rasguñado, que el sueño ya no me recibe. ¿Y cómo?
Si no escribo, la vida se me hiela como la muerte. ¿Lo entiendes,
Felice? Por favor, compréndelo, para que me pueda ahorrar mi último
argumento.

FELICE: Be... sólo estoy esperando la vuelta del lenguaje, no quiero


cucharear nada. Los argumentos son como estocadas. Escucho en tus
palabras, que de mí no deseas nada, no a mí, disfrazas tu discurso con
palabras bonitas, pero la figura está quedando clarita: yo me puedo ir
para mi casa. No me has taladrado, a pesar de mi insistencia no me
has abierto de patas en esta oportunidad, aún no he sido desflorada,
externamente aún no se ha roto mi sello, el himen está intacto. Sólo por
dentro me dejas llena de basura. Declaremos nulo lo que queda de
nuestro compromiso de matrimonio, vuelvo a Berlín. La raja, huevón.

KAFKA: Será lo mejor.

OTTLA: Sí, ahí está la Felice.

FELICE: Ya no estoy aquí. Mi ser se ha congelado, estoy inconsolable


como la pampa, rancia como un huevo de pascua que se quedó
olvidado hace dos años.

OTTLA: ¿Otra vez peleando? Baboséate, Franz. Ni siquiera le ofreces


algo de pensar a tu prometida. Qué podría tomar, que nosotros somos
un desierto. Se acaba de bajar del tren.

FELICE: Estoy por subirme al tren. Disolvemos el compromiso de


matrimonio Ottla, vamos hacer como si no nos conociéramos, este
pelotudo y yo. Tendrá que atrapar una nueva perla, desde hoy nos
decimos ex.

OTTLA: ¿Otra vez? ¿Estoy viviendo esta partitura por vulgaridad y


aburrimiento? Este numerito ya lo hicieron. Recién el año pasado. Así
es que todo lo que sádicamente aún se pueda considerar, esto no. No
tiene ninguna probabilidad de ser. El tren nocturno de hoy se va si ti.
Tendrás que pasar la noche aquí. Franz es víctima de sus lixiviaciones,
de sus visiones de mundo. Esta historia ya la conocemos. Primero te
manda -¿sapo, pez?- fóbicamente de vuelta, luego escribe cartílagos
de amor -¿pantera, mosca?- paranoides, tan calientes que te queman,
hasta que los dedos se le pudren y se suman en histeria. Ya
conocemos la historia. Anda, hermano, tráele una vaso de agua a tu
prometida, mejor una cerveza, sino capaz que salga un sapo de su
foca.

KAFKA: No te metas. Sale.

OTTLA: Una cerveza.

FELICE llorando: Ottla, dime, ¿qué polillas se están frotando aquí? Nos
ponemos de novios. La palabra matrimonio está a la vuelta de la
esquina, no faltan el menaje ni el amor, hasta se siente el revoloteo de
los chanchitos. Y en pocas horas todo se da vuelta, y colorín colorado,
este cuento se ha acabado.

OTTLA: Eres bella, Felice. Al destino no le cuesta dar contigo, ni


coserte al cuerpo los parches curita.

FELICE: Yo quiero al pernilci..., al Franz, pero tampoco me gusta que


me agarren pa´l hueveo, ni siquiera él.

OTTLA: No es necesario.

FELICE: Yo soy al fin y al cabo una novia bien formada, una cara bien
tallada, una nariz que destaca; la boca, renacimiento puro, tiquitaca; los
lóbulos apegaditos, no tengo pelos en la cara. Los jamones limpiecitos
de grasa.

OTTLA: Ya lo veo.

FELICE: Me han enseñado reglas de comportamiento, buenas


maneras, cómo presentarme. Lo único que puedo hacer es casarme,
para eso me han podado. Anhelo la comodidad, buenas telas, comidas
calientes a diario e ir temprano a la cama. ¿Qué puedo hacer?

OTTLA: No tienes amigos (con ventaja) en Berlín?

FELICE inclina la cabeza: Unos pocos. Pero Franz es diferente, él no


tiene esa cosa gruesa, dura, eso como de canto de curado. Además,
ama a los animales. No le molestan mis gatos, no maldice cuando ve
un perro o un pájaro. No come canarios, y también le gustan mis
pececitos.

OTTLA: Ama a los peces, eso es cierto. ¿Tienes gatos? ¿Perros,


pájaros? Indica la caja ¿Trajiste alguno?
FELICE: Eres una joven saltarina con una disparatada soriasis
cerebral. Espejismos. Pero a partir de cierta edad, ya lo verás, todo es
nada más que una letrina, muy llena de mierda.

OTTLA: ¿Y a partir de qué edad?

FELICE: Pero recién cuando nos vayamos a vivir juntos, me permitiré


el lujo de tener perros. La raja. Sabes que hay giles, que flambean
cachorritos, que los aplastan, que los hacen fricasé. La gente es tan
sucia, violenta y escandalosa.

OTTLA: Eso es cierto.

FELICE: Matan lo que no tiene utilidad, se vuelven monstruos,


masacran, descuartizan, solo porque algo les molesta.

OTTLA: Eso es cierto.

FELICE: Entonces alguien se tiene que preocupar. A mi los bichos me


importan más, Jesús lo sabe, que estas maletas. ¿Sabías tú que los
animales no olvidan, que sienten gratitud?

OTTLA: ¿Y Franz sabe que quieres tener perros?

FELICE: Solo tengo el temor, que a veces me sube y me murmura al


oído, de que Franz nunca me pueda amar como lo hacen los animales.

OTTLA: ¿Y alguna vez has pensado, quiero decir, donde un médico,


quiero decir, ir?

FELICE: ¿Crees que estoy rayada? ¿Esa impresión te doy?

OTTLA poniéndose tierna: En parte, al contrabajo. Culpable, disculpa,


Felice. Eres tan bella. Estoy pensando en Dicker, un psiquiatra, yo
misma voy donde él todas las semanas. Cómo se ha esforzado aquí la
creación, agotando sus fuerzas casi. También a Franz, el potro, se lo
he recomendado, sólo que se resiste aún, dice lésbicas, lecturas, no se
quiere reestablecer, porque eso lo consume, y malo para sus textos va
a ser. El médico te dice lo que no anda bien, suma, allí donde uno hace
la vista gorda y sublima, donde está la raíz de aquello, de que algo no
anda bien. Bien cierto. Mientras todos, si por fin fueran normales, boca,
el mundo estaría sano. La felicidad es nada más que un jeufemismo
para enchufarse, salir a meter el enchufe.

FELICE: No lo sé.

OTTLA: Pero sí. ¿Cuál es el problema? Sí. Y las que tienen que
comenzar son las mujeres, formarnos, tenemos que cristalizarnos
como la sal de la harina tostada, falta el colador de canela feminino, el
molde para tortas reventado. Tenemos que salir de la cocina, de las
normas de la torta, recordar nuestras capacidades. Porque los machos
nos impusieron el principio masculino, el interior. Si las mujeres
mandaran no habría tecnología, no habría guerra. ¿No sientes un
cosquilleo en tu seno redondo, lácteo-amarillo-blanco?

FELICE: ¿Y a los animales, les iba mejor?

OTTLA: Sí. Exacto.

FELICE: ¡La raja! Estoy hecha para bombardearlo con granadas. Pero,
a pesar de ello, no me quiero quedar sola, volverme lágrima.

OTTLA: No tengas miedo. Ya tendrás a tu Franz.

FELICE: ¿Pero cómo?

OTTLA: Ya se me ocurrirá algo, lentamente está tomando forma una


idea en mi cabeza.

FELICE: ¿Afrodisíaca?

Se acercan para besarse.

MADRE: Sí, aquí, aquí está la Felice.

FELICE : Buenos días, señora Kafka.

OTTLA a Felice: Psst.

MADRE: Déjame apretarte contra mi corazón, horno de mis nietos.


Gran brote en la genealogía de los Kafka. Siempre está bien hecho,
cuando vida normal colma nuestra casa. Nos florece una persona
joven, fuerte y dinámica. Con capacidad de liderazgo, sueños, fantasía.

OTTLA: ¡Madre!

MADRE: Tú guarda silencio, al instante. Si la señorita Felice hará de


tener a bien fundar con nuestro Franz un hogar, seguramente será
feliz, si ella gana también algo. ¿No es cierto?

FELICE inclina la cabeza: Bueno,...

MADRE: Viste. Y tú posees talento, habilidad. Seguro que te encanta


vender.
FELICE: Bueno, la verdad, si he de ser del todo franca, la verdad no.

MADRE: Viste, entonces con nostros estás en el lugar preciso,


justamente exacto.

Al fondo, Kafka se sube al escenario y se mata de un tiro.

FELICE: ¿Con nosotros?

MADRE: Existe, hay hacemos un Nosotros. ¡Redes-Inter-Marketín!

FELICE: ¿Cómo? ¿Rintintín?

MADRE: No te hagas más la tonta de lo que eres. Un quistema con el


que de pasada, se gana plata muy rápido. Muy mucha. Lo bonito es
que uno no hay hace casi nada, no hay ni uno que hacer. Casi nada.
Funciona solito, no hay como que se detenga, sólo hay que querer,
entonces lo quese cuaja es riqueza.

FELICE: Interesante.

OTTLA: Madre. Sale.

MADRE: Seguramente tendrás sueños. Soñarás con un vestido de


remaches, reluciente de nuevo, un departamento, una casa. Admítelo
sin reservas.

FELICE: Admítelo sin.

MADRE: No conozco ninguna mujer que no se quede pegada al vidrio


de los escaparates. Ni una. Habríanmela de mostrar. Tampoco
conozco a ninguna mujer que no desee la mejor, la mejor de la mejor
educación para sus hijos. Ni una. Habríanmela de mostrar. Mostaza.
Tampoco, ninguna mujer que no sueñe con que tuviere vacaciones
todo el año, y ninguna que no desease en secreto tener éxito. Ni una.
Habríanmela de mostrar.

PADRE: ¿No puedes moldear nada, nada con tus propias palabras? Es
necesario que repitas, palabra por palabra, tu cassette, tu curso de
capacitación? Será mejor que pongas la mesa, en vez de espatularle la
oreja con tamañas necedades. No estás más que engrosando el estuco
con tu masilla, perra codiciosa.

MADRE: Piénsalo. Sale.


FELICE: Suena interesante.

PADRE: No vayas a creer, Felice, que tu suegro es un borracho,


porque no tomo por que me guste. Yo bebo, bebo, porque sólo así
aguanto el mundo, mi dolor. El infarto, porque cuando estoy sobrio,
siento como mi cuerpo se está despedazando, siento, siento como los
fluidos se transforman en moco, ya no es posible hablar de ningún
equilibrio. Mi propio olor, mi propio olor me es ajeno, casi repugnante,
como carne seca y salada. Solo bebo, solo, porque la muerte ya echa
mano a mis intestinos, lo revuelve todo acá dentro y me ultraja.
Además, solo soy un estado en el tiempo. He trabajado duro para llegar
a ser algo mejor.¿Y para qué?

FELICE: Beba usted, a mí no me importa.

PADRE: ¿Entonces, te da lo mismo? Lo mismo. Me siento, me siento


como si me hubieran extirpado todos los intestinos frescos, como si
estuviera entero cubierto por un filtro termoaislante, así de
amortiguados están mis sentidos. Hacia afuera el ser humano es
simétrico. Pero hacia adentro...

FELICE: Fascinante.

PADRE: Sabes, una vez que tengan el departamento

FELICE: ¿Nuestra cueva?

PADRE: ¿El Franz no te dijo? ¿No te dijo nada? Nosotros fuimos a ver
un departamento, yo y su madre. Ya verás lo mucho que te va a gustar.
Tres habitaciones, cocina, un segundo piso, y la ventaja más grande,
es que además es económico.

Al fondo del escenario se disponen muebles horribles.

FELICE: La raja.

PADRE Abre algunas puertas del armario, pero en todas partes hay
fotos de pinups pegadas: Espacioso es el departamento, aquí ustedes
tendrán lugar de sobra. Y dado que necesitan muebles, hemos
pensado lo siguiente: esta cómoda sin duda es bonita, pero aquí está
interrumpiendo la pasada. Y como nosotros queremos un dormitorio
nuevo, ahí tendrán el nuestro. De tamaño va a estar bien.

FELICE: Creo que mi rinoceronte está pariendo. ¿Ahí hicieron al


Franz?
PADRE: Lo único importante es que quepa. En la entrada van a
necesitar renovar el piso, el linóleo ya lo escogimos.

FELICE: ¡Pero!

PADRE: Y también algo donde sentarse, eso lo va a poner un amigo


mío. Por cierto, por cierto, siempre y cuando les guste.

FELICE: ¡Pero!

PADRE: Pero si le cambian el tapiz, seguramente les gustará.


Encargamos una tela con cuadraditos color pastel. Tengo la certeza, la
certeza de que les gustará.

FELICE: ¡Pero!

PADRE: El diseño combina bien con el color café de las cortinas. Las
escogimos, porque hace juego de maravilla con el papel mural que es
en tonos azulados.

FELICE: La raja. ¿Azulado? Asqueroso. ¿Cortinas?

PADRE: Para que no vea todo mundo como ustedes dos se hacen
tre..., eeh, ventilan sus deseos. La caja de distribución de vuestra
sexualidad los pincha mutuamente en el espasmo del deseo.

FELICE: O no.

PADRE: Para la habitación del niño, pensé que lo mejor sería que yo
les construya una cama alta. Madera de pino barnizada, color natural.
Entonces sólo faltaría un aparador, una mesa para el televisor, un
mueble para el equipo de música.

FELICE: Pero nosotros no vemos televisión.

PADRE: Sí, quizás ahora. Pero en dos años, ya verás. Sin televisor, el
mejor matrimonio fracasa rápidamente. Porque sin televisor uno no
sabe nada. Prende el televisor, se ve a Kafka que justo en este
momento se está disparando. Al mismo tiempo se escucho un tiro, se
ve humo. El padre vuelve a apagar el televisor. (el equipo también se
puede prender en otros momentos de la obra, para mostrar lo que
ocurre en la cocina u otras cosas que ocurren otros lados)

La madre pone la mesa

KAFKA: Inmediatamente se lo devuelves a Amalie, ella esta gagá por


tí.
OTTLA: Ven a buscarla tú mismo, disparador.

KAFKA: Le duele. Ottla, te lo advierto.

MADRE: Basta de tonteras, niños. Nada de ejercicios. La comida ya se


ejercitó, sobre la mesa ha desfilado un plato de viandas frías.

PADRE: ¿Qué, qué hace aquí este maniquí? Malos pensamientos me


invaden al verlo. Obscenidades.

OTTLA: Ella es Amalie. Al gran Franz Kafka, escritor, oficinista y poeta,


le hace falta pie de plomo en su comportamiento copulativo, el
comportamiento no, la carne capacidad de imaginación La líbido. Por
ello se apodera de una amiga que nada prohibe pero de todo
prescinde. Una que esté tan viva como él. El Franz sufre de enuresis,
es un moja-cama.

MADRE: Por suerte no es un pederasta.

KAFKA: Ottla, eres una piojosa, tú y tu anorexia adolescente.

OTTLA: ¿Y tú? Tú estuviste a punto de mandar a Felice


inmediatamente de vuelta.

PADRE, MADRE: ¿Por qué? Malos pensamientos me invaden, cuando


escucho eso.

PADRE: Considerando que nosotros, el departamento, ya...

MADRE: Yo ya la recluté para el quistema.

FELICE: ¿Por qué?

KAFKA: Nada. Fue sólo una broma. Naturalmente amo a Felice, la


desposaré. Le da un besito. Todo está bien. Ahora devuélveme a
Amalie. Se va con la muñeca. Le tengo miedo a las personas, porque
soy miedoso como todos los judíos. El miedo es nuestra esencia. Todo
el pueblo israelita no es nada más que una manada de ovejas.

FELICE:¿Y qué onda con esa muñeca? ¿Es una rival?

MADRE: Del Franz, la amante.

PADRE: Tú cállate. Mi Franz no es ningún Kokoschka. Qué, qué sabes


tú de fantasías masculinas.
FELICE inclina la cabeza: Y a mí me cuenta el cuento de que no
necesita la carne, el muy frusti tranqui, y que solo rara vez algo se
mueve en él. A mí me dice que la gente le da pavor, porque todos son
feos, nadie responde a la imagen ideal. La realidad -así engrupe-
apesta, es distinta, ronca y se revienta las espinillas. La realidad, dice,
el timidín, es asquerosa, anda con calcetines rotos, rulos para el pelo,
celulitis, tendinitis, dientes chuecos, orejas de Dumbo. Así habla. Que
esto domesticó el animal en su cuerpo, dice, ahora cojea, es leproso.
¡Puras mentiras¡ ¡Perro falso!

OTTLA: Basta. Igual, con una muñeca no se puede casar. Así es que la
única que queda eres tú.

FELICE: ¿Sí?

PADRE Olfateando a Felice: El niño no es precisamente sensual, ¿no?


Como un tubo de acero pulido, es de liso. Pero ya cambiará, con la
edad se acostumbrará, se pondrá más áspero y se habituará al saca y
pon. Aún no sabe nada de los calientes pliegues, de los pelos en las
axilas, del placer que la carne y el sudor le pueden ofrecer.

MADRE: ¿Qué tiene que ver mi Franz con eso?

OTTLA: ¿Por qué no comemos?

PADRE: ¡Eso! No me quiero perder el partido de hoy.

KAFKA viene y trae una cerveza: Toma Felice, para tí.

FELICE: Gracias.

Todos se sientan en una pequeña mesa redonda y comen.

Comunicacion falsa

OTTLA: Entonces trato hecho. Ustedes se casan, se mudan al


departamento, y la pieza que queda libre aquí es para mí.

KAFKA: ¡Achís!

ALLE: ¡Salud!

PADRE: Y tú trabajarás jornada completa, jornada completa, para que


puedas sostener a tu mujer.

KAFKA: Pero yo quiero más escribir y menos a la oficina ir.


MADRE: Nada quieres tú. Mira no más el aspecto que tienes de nuevo.

PADRE: ¡Ocioso! Escribir es un pasatiempo, un hobby solo, carece de


sentido. Deberías tomar de ejemplo a alguien útil, a mí, quizás. ¿O
quién ha cementado el fundamento aquí? ¿Quién, si no yo, se encargó
del diseño de interior, puso el papel mural? Yo. Yo instalé, construí,
electrifiqué. Y tú, tú harás lo mismo, se lo deberás a tu mujer. Es lo
mínimo que se puede esperar.

KAFKA: Achís.

TODOS: Salud.

KAFKA: El morir lo he reflexionado mucho. Ya me he pegado muchas


enfermedades bonitas, pero hasta el día de hoy lamentablemente
ninguna me lo ha procurado. Sin embargo, percibo como que la vida se
me cae a pedazos. Veo en mí señales de desintegración. Lentamente
se desprende de mí toda vida. El tiempo que me queda, pienso llenarlo
con la escritura.

FELICE: Interesante.

KAFKA: Son tantas las cosas que me pasean aún por la cabeza, que
sólo necesito apresarlo, aquello que pasta por allí.

MADRE: Sueños.

KAFKA: ¿Para qué necesito el matrimonio? La pura idea me da Bdagg.

FELICE: Interesante.

KAFKA: ¿Seré una adivinanza? Sólo le obstacularizaría la vida a mi


mujer, y ella a mí. Nunca podría hacer feliz a Felice, ella es fuerte, vital
y sana. Yo, en cambio, soy un náufrago, chatarra, le tengo miedo al
cáncer, le tengo miedo a la cercanía.

MADRE: Pero tienes sueños, hijo. ¿O no?

FELICE: Pero claro, sueño con...

OTTLA: Yo también. Yo también, Felice.

KAFKA: A menudo sueño con que ya me estoy viendo desde fuera, tal
como un campesinito, separado de mí, mirándome. También sueño con
morir, cómo todo rastro de vida me va abandonando. Debe ser como
bucear. Lentamente uno se desliza hacia abajo, la carne se vuelve más
pesada, los sentidos más apagados. Entonces, la presión cierra los
párpados y el pecho, uno sigue deslizándose hacia abajo, patalea un
último poco y la unidad que fue se va desmembrando pedazo a
pedazo. El cuerpo se atornilla, corta el último hilo de vida. oor fin uno
se ha deshecho. Achís.

TODOS: ¡Salud!

PADRE: Un Kafka como es un Kafka.

MADRE: Ves, sueños tienes todavía. Y los sueños cuestan, como


todos sabemos, dinero. No conozco a nadie que lo rechace como
caballo encabritado, si para algo le sirve. Habríanmelo de mostrar.
Quiero decir, Franz, tú eres creativo y posees el don de la fantasía.

OTTLA: ¡Madre!

MADRE: Tu podrías ahora hacer de comenzar con el quistema, como


asistente de la red, la creas, y ya has comenzado a transformarte en un
hombre libre. Pronto fundarás tu propia empresa, llegarás a ser un jefe
que pueda manejar su tiempo. Se trata de un negocio con personas, no
de un negocio de jabón.

PADRE: Voces escucho.

MADRE: ¡Tranquilo!

KAFKA: A menudo pienso en el suicidio. A menudo tengo la sensación


de ser el único ser humano. Como si todos los demás sólo estuvieran
actuando.

FELICE: Con los hijos le devolveremos algo a la vida. Al hijo lo


bautizamos Max, y a una hija Nina Leopoldine. Al mejor colegio. El niño
se me hará faraón, húsar bíblico o vaquero terneado. El poderá elegir.
La niña, acuñadora de sílabas, una profesión decente. A Palestina ya le
debemos niños. La Amalie, a propósito, no te va a parir nada.

MADRE: Y todos para el quistema.

KAFKA: He pensado, a menudo, que me tiraré simplemente por la


ventana, como se hace con las uñas que uno se corta, porque es
rápido, se vuela un instante... y luego se ha llegado a la meta. Fin. Me
he visto ya muchas veces parado en la ventana, inhalar una última vez,
exhalar esta existencia.

PADRE: En vez de aprovechar de limpiar la ventana.


KAFKA: A menudo he sentido la sangre en la cabeza, como me tiñe de
rojo las mejillas, las orejas, pero la conciencia ya desciende lentamente
y se pierde en la carne, en caída libre... como las toxinas en el hígado.

PADRE: Pst, voces escucho.

TODOS: No escuchamos nada.

PADRE: Hablan de la vida, de la felicidad, de lo bella que es.

ALLE: No escuchamos nada.

OTTLA: Tú, Franz, cuando tengan el departamento, ya te podrás


olvidar de las concesiones, puedes mundializar el mundo, puedes
instigar algo, champañizar una movilización general. Puedes
incorporarte. Mientras tanto, yo salgo a caminar con Felice.

FELICE: Puedes dedicarte a la protección de los animales. Tan tiernos


que son los animales.

OTTLA: Puedes atornillar tus anhelos en cualquier dirección.

FELICE: Los esposiameses pueden hacerlo.

MADRE: Luego, cuando hayamos llegado a un acuerdo, brindaremos.

PADRE: ¡Salud!

FELICE: ¡Tikitikití!

OTTLA: ¡Por nosotros!

KAFKA Se para y va hacia la ventana, se para en el alféizar. ¿Te


preguntan si quieres nacer? Uno está apresado en su cuerpo y lo
doma, está en todas. ¿Quién te pregunta si quieres algo? ¿Comer
mojones de albóndigas, llamarte Kafka, tener una hermana? ¿Hay
alguien que te lo pregunte? ¿Hay alguien que lo quiera saber? Sólo te
arrastran a aprender un oficio, a la profesión, a la vida matrimonial...
hasta la tumba. Estoy harto. Por sí lo alguien quiere saber, quiere.

BROD viene y abraza a Kafka, bajándolo de la ventana: Parece que


llego tarde. Ya están celebrando, están en plena fiesta.

MADRE: Sacramento. El revuelto.

PADRE: Si del cielo caen alicates, aprende a reparar el baño, sino, la


corriente te lleva.
BROD: Y tú, Franz, ¿estás contento? Tienes una cara como de seguro
contra incendios.

MADRE: Siéntese usted, fantasma. Deje que su sangre descanse, que


sus pasos ayunen. Coma algo.

PADRE: Hay suficiente para todos.

FELICE: Un hombre bello, si uno lo mira bien. Un esposo de reserva.

OTTLA: Está usted tan elegante, Señor, ¿tiene esta salida alguna
ración?

BROD: Una voz interior me dijo proféticamente que aquí y hoy, ahora y
en este lugar, algo se estaba celebrando.

MADRE: ¿Será un milagro, si gracias a un quistema, riqueza chorrerá


pronto como nominalmente lo hace el agua de la tina? Pero de
milagros, usted seguramente sabrá más que suficiente.

OTTLA: ¿Si la prometida cuajó expresamente de Berlín?

PADRE: Si los muebles ya están elegidos, la joven pareja no tiene que


preocuparse de nada.

FELICE: La caja aún está cerrada.

MADRE: El es como de verdad, también tiene sombra.

KAFKA: Si el esposo apenas ha logrado seguir vivo.

BROD: Felicitaciones. Pero no estaba pensando en eso.

TODOS: Pero entonces, ¿en qué?

BROD: Franz, no digas que te has tragado la carta, que no la has


hecho circular.

TODOS: ¿La carta?

KAFKA: Callado no, olvidado.

BROD: ¿Pero abierto?

KAFKA: ¿Qué puede haber en una carta que marque una diferencia?
¿Qué? Somos escoria, sólo un ensayo, nada que haya resutado.
BROD: Entonces ábrela.

TODOS: Hazlo.

Kafka busca, encuentra y abre la carta, la lee rápidamente y sonríe un


poco.

TODOS: ¿Y?

FELICE: ¿Quién la escribe? ¿Una admiradora?

MADRE: ¿Redes-inter-marquetín?

BROD: Yo ver debo una sonrisa que se acuesta en su cara, yo gozar


ver en esta lamida y explayada sonrisa, una sonrisa como de no caber
en su cabeza, una sonrisa como de una callejuela de judíos, todo un
estadio lleno de sonrientes, todo un pueblo judío sumido en la sonrisa
que combina bien con esta nariz de cumbre afilada. A menudo ya he
pensabado, que bella sería esta sonrisa en la kafkacara, yo siempre
pensar en la kafkasonrisa en la kafkacara, y a mí mismo decir bello. Yo
siempre pensar en la brodcara y ponerla en el kafkacuello, que también
la brodsonrisa con el kafkacuello hermanarse quiere. Pero el
kafkacuello nunca querer brodsonrisa, y siempre querer sacudir la
brodsonrisa, sacudirla de mi pensamiento, yo siempre aquello tener
que pensar. Pero no querer.

TODOS: ¿Max?

BROD: Jo jimplemente jestoy jimitando justamente jada jás je jel Jandl


Jernst, jí jeñor.

TODOS: ¿Qué dice la carta? ¿Franz? ¿Max? Hablen.

FELICE: ¿Una admiradora?

MADRE: ¿Redes-Inter-Marquetín?

BROD: Fen fa farta fe findica fe Fafka Franz foy fecibe fun falioso
fremio fe fiteratura. Formalmente fel fremio Fontane.

TODOS: ¿Festo fes fierto?

KAFKA: Sí.

TODOS: ¿Y qué significa esto? ¿Premio Fontane?


KAFKA: Nada.

BROD: Zesto zignifica ze zuna zuma zo zedondará, zegarán


zeriodistas za zentrevistarlo, zen el zaparato ziterario zerá zadulado
zomo zar. O como dice Handke: está floreciendo.

OTTLA: ¿Quién?

MADRE: ¿Irá también el alcalde? ¿El consejo municipal?

FELICE: Congratulations Franz, esto significa que ahora el matrimonio


es asunto hecho: tú me amarras.

OTTLA: Bravo. Sólo que es reflexodigno que estos premios siempre los
reciba un hombre.

PADRE: ¿Y también a nosotros, a nosotros nos entevistarán? Yo no


tengo nada que comunicar, nunca, a nadie.

MADRE: Yo no digo nada.

PADRE: Tu eres una tumba.

BROD: Bueno, yo como amigo puedo hacer valer mi influncia.

FELICE: A mí, como prometida, me corresponde el primer rango de


blusa, no, cómo se dice, de musa.

PADRE: Yo no digo nada.

OTTLA: Eso lo digo yo.

MADRE: Si metemos el dinero, sea la suma que sea, en el quistema,


tamtam y comisiones.

OTTLA: ¡Madre!

MADRE: ¿Por qué? Así podríamos sentar las bases, o como se dice en
buen castellano, hacerle una zancadilla, comprar, por ejemplo, la parte
de la Holub.

PADRE: ¡Olvídalo! Ahora hay que invertir en el departamento. Una


calefacción, una cocina completa, hay que instalar.

KAFKA: Esto es demasiado para mí, esto me está retardando, no lo


aguanto. No conducirá a nada. Yo me tiro por la ventana. Salta.
PADRE: Lleva cigarrillos.

FELICE: Un seguro de vida. O una casita cerca de Berlín. Eso sería


top.

OTTLA: En terapias hay que insistir ahora, creo yo.

BROD: Por amor de Dios, no. Sólo en literatura. Hay que editar una
revista, por último un número único.

PADRE: ¡Basta! Yo soy aquí el progenitor, el padre de las decisiones.


Entonces, yo digo salud.

TODOS: ¡Salud!

VOZ DE KAFKA: ¡Achís!

TODOS: ¡Salud!

MADRE: ¿Dónde se habrá metido Franz? Ojalá que no pierda el cable


a tierra.

FELICE: ¿No habrá, a dónde Amalie, a dónde esa salchicha plástica?


Usted, Señor Max, no es así, ¿no es cierto?

BROD: Yo voy al burdel.

MADRE: Ese es un comportamiento recto.

PADRE: El tiene clase, no como nuestro hijo.

OTTLA: Ahora que se ha ido, Felice, ahora, por favor, díganos que hay
en el paquete.

MADRE: Dilo rápido.

BROD: ¿Un niño?

OTTLA: ¿Es la ternura, la fantasía?

MADRE: Una mesa para el baño.

BROD: ¿Un almanaque?

OTTLA: ¿Un campo?

FELICE: Aún no se puede.


PADRE: A mí me lo confió.

TODOS: ¿Y?

PADRE: Bueno, a mí me dijo que adentro...

FELICE: Psst, no lo diga, porque trae mala suerte.


Ambiente alegre. Brindis, gente comiendo ruidosamente, el volumen es
cada vez más alto.

KAFKA con sombrero de cartón, guirnaldas y una corneta: He hecho un


listado de todo lo que habla a favor y en contra de este matrimonio. La
lista habla a favor. En total. Tengo que hacerme plural. Hasta el día de
hoy, pensaba que estar solo era lo más importante en mi mundo. A la
soledad, pensaba hasta ahora, le debo todo lo que soy. Pero, solo la
soledad me corroe, solo no me la puedo con la soledad, porque solo
estoy condenado al fracaso... tan enteramente solo. Se sienta con los
otros. Quiero ser alegre.

BROD: Já, dijo el Consejero Comercial, y el Consejero de la Corte dijo


Jó.

OTTLA: Jujú. Y la Señora actriz de cámara, la Señora actriz de cámara


suspiró: Haaaa.

PADRE: El Consejero de Gobierno jimió: Ay. Pero, ¿saben ustedes lo


que gana el señor?

MADRE: Aha, ¿él también es miembro del quistema? ¿Lleva la dorada


brocha de honor? ¿Quizás la de safiro?

OTTLA: ¿Es el un tocadiscos?

FELICE: Habría que hacer más por los animales.

MADRE: Nunca serán suficientes los ratones que uno tenga.

KAFKA: A mí, los ratones me dan asco.

BROD: Ja, dijo el Consejero Comercial, y el Consejero de la Corte dijo


Jo.

OTTLA: Y la señor actriz de cámara suspiró Haaaa.

PADRE: El Consejero de Gobierno gimió: ¡Ay! ¡Jujú!


MADRE: Lo que quiero decirme, es que cuando se tiene dinero, la vida
parece más real. Quien es rico, no puede ser sino feliz. No conozco a
nadie que tenga dinero y que sea infeliz.

PADRE: Tu no conoces a nadie con dinero.

MADRE: Te puedes comprar todo, te dan la preferencia, quiero decir


que el dinero es realmente bien educado. Todo te puedes hacer de
poder comprar, todo menos la desgracia. Con ello me volveré
nominalmente capitalista.

OTTLA: Hay que saber manejarlo, porque sino uno se vuelve


voluminoso, muy grande, y compañías te trae, muy malas. Estoy
convencida de que el dinero crea sobretensión.

KAFKA: Con dinero me puedo dar el lujo de comprar laxantes que me


limpien suavemente el popín; no como esos baratos que te hacen
pedazos el culín. El Werfel conoce uno.

FELICE: ¡Tonterías! Tienes que soltarte, hacer gimnasia, los animales


desconocen el estreñimiento.

BROD: ¿Y esto tiene algo que ver con el paquete?

OTTLA: Cada enfermedad tiene un origen sicopneumático.

MADRE: ¿Quién está enfermo?

KAFKA: Si pudiese hacer mi caquita regularmente, estaría bien.

BROD: Ja, dijo el Consejero Comercial, y el Consejero de la Corte dijo:


Jo.

OTTLA: Y la señora actriz de cámara suspiró: Haaaa.

PADRE: El Consejero de Gobiero gimió: ¡Ay! ¡Jojó! Hay que saber ser
alegre, tirilí, saber también gozar la vida, tirilú. Quien no es alegre, no
tiene sentido. Tamtam. Hay que saber chupar, comer como
corresponde, culear, chupar, besos con lengua.

BROD: Estas albondigas, señora Kafka, son un poema. Insuperable es


el asado, prácticamente genial el col morado. Pero los bollos que usted
ha inventado, formidables, maravillosos.

OTTLA: Típico.

MADRE: Gracias.
KAFKA: Todo está hecho tan bonito con harina, todo aquí es como una
masa.

FELICE: Hicks.

PADRE: Bravo Felice, también a tí te gusta la cerveza de la ciudad de


Brünn.

BROD: Ja, dijo el Consejero Comercial, y el Consejero de la Corte dijo:


Jo.

OTTLA: Y la señora actriz de cámara suspiró: Haaaa.

PADRE: El Consejero de Gobierno, de acuerdo a la fermentación,


gimió: ¡Ay!

KAFKA: Geritrático.

PADRE: El Consejero de Gobierno geritráticamente gimió: ¡Ay! ¡Ay!,


usted es tan suave, tan lijada, apretadita, señorita Felice, tan lijada,
apretadita, señorita Beatrice. Es una suerte para la familia que Franz se
vaya con usted. Si la naturaleza ha sido avara con él, en su caso no ha
escatimado en gastos, realmente tiró la casa por la ventana.

FELICE: ¿No nos estábamosa tuteando?

KAFKA: Siento el cuerpo tan terriblemente pesado, no lo aguanto más.


Como si me excavaran la cabeza desde adentro con un taladro-lija.

TODOS: Rrrrriiiiiiiiiii.

OTTLA: ¿Es este el premio?

FELICE: ¿Fontane?

BROD susurrando: Vivir de la escritura.

KAFKA: Estoy demasiado débil.

PADRE: ¡Nada de tonterías!

MADRE: Ser diligente.

BROD susurrando: Vivir de la escritura.

PADRE: Seguridad.
MADRE: Ganar dinero.

BROD: Escribir.

PADRE: ¡Nada de discusiones!

KAFKA: No importa en qué parte del cuerpo pienso, siento dolores que
están creciendo, todo está podrido. Con un cuerpo así, no se puede
conseguir nada. Nada. Con un cuerpo así, sólo se puede hacer una
cosa: pudrirse y palidecer.

TODOS: ¡¿Jeee?!

BROD: Ja, dijo el Consejero Comercial, y el Consejero de la Corte dijo:


Jo.

OTTLA: Y la señora actriz de cámaracámara suspiró: Proust


.
BROD: ¿Marcel?

PADRE: ¡Pruhar! El Consejero de Gobierno jimió: ¡Ay!

KAFKA: ¿Qué debo hacer? Hice una lista, nítida y limpia, y ahí lo dice.
Como primera cosa, me voy a suicidar... un poquito. Sale.

MADRE: Siempre quiere tirarse de inmediato por la ventana, haciéndo


lo que llamaríase un suicidado. Este es mi niño. Mírate no más. Mira tu
apariencia. Descuidado. Así no vas a entrar a ninguna parte en el cielo.

FELICE: Bacán. Pero, ¿no deberíamos ir, para impedírselo un poco?

BROD: Pero anda, Felice, el refuerza únicamente el pegamento del


papel mural de su fama. El quiere formar parte de la historia universal.
Mistificación, ser el Papa de los poetas, figurar en los libros escolares.

OTTLA: El Franz está estrechamente unido a su subsidio, como las


caras a las narices. Desde que tengo catorce, dice tres veces al día
que se va a matar. A lo menos.

PADRE: Está malcriado, el hijo, y no forjado. Ya desde niño ha habido


con él mucha mano blanda.

MADRE: Recién ahora que ha ganado el premio. No se me habría


ocurrido nunca ni pensar que lo que él escribe pueda interesarle a
alguien. Que sea bueno. ¿Para qué? Siempre había pensabado que
eran caprichos, un tic.
PADRE: ¿Qué, si no?

MADRE: Entender no entiendo nada.

FELICE: A mí. Una vez me leyó una historia, creo que eso se llama
Profano, en todo caso, en el jappiénd, apareció una desvergonzada
especie de escarabajo, asqueroso, a pesar de que a mí me gustan los
animales. Un escarabajo, imagínense, que en realidad es un tipo, es
decir, rayadísimo.

PADRE: ¿Dónde se ha visto algo así?

BROD: Bueno, tiene fantasía, el Franz.

OTTLA: Hay que tomarlo más a la surpolaca, verlo analíticamente.

MADRE: ¿El fantaseo?

PADRE: El escarabajo.

MADRE: ¿Qué escarabajo?

FELICE: A todo esto, ¿qué significa Kafka?

PADRE: Grajilla.

FELICE: ¿Qué?

PADRE: El pájaro que...

Se escucha un grito largo, un golpe sordo.

OTTLA: Ojalá que no sea la cruz...

TODOS: Por el amor de Dios. ¡No!

KAFKA: La ventana está tan alta, la vereda, tanto más abajo. De puro
mirar para abajo me duele. Si salto aquí, quién me garantiza que lo
sobreviviré.

TODOS: ¿Qué? ¿No ha pasado nada, nadie ha volado?

KAFKA: Amalie, la muñeca. Ella tiene, y esto es lo decisivo, solo


intestinos de género, otros de viruta y de paja. Un sexo tenía que era
como seda
FELICE: Ejem

KAFKA: Tetitas como ninguna.

FELICE: Ejem. Ahora se ha ido.

TODOS: Bueno, entonces ya está. Se vuelven a sentar y siguen


conversando animadamente. Música. Los indicados se paran a su
turno.

KAFKA: Me he hecho una lista. En primer lugar está la madre.

MADRE al pasar: Leche materna caliente y cariñosa. El amor materno


te cubre, acaricia tu piel, te abriga en dulces y voluminosos besos...

OTTLA: ¡Madre!

MADRE: El amor materno, siempre en busca de algo que criar, te lo


pasas por el pelo como chocolate tibio, te apana, te fríe en
preocupaciones, te tapa de humedad, con labios grasosamente
mojados en tu frente.

PADRE: Andate.

KAFKA: También el padre, a quien debería salvar. Su presencia hoy


me toca tan hondo, tan hondo hoy me toca.

PADRE: La severidad del padre te endereza, es tu columna vertebral,


tu palo de escoba y la mano dura en tu carne trémula, te amasa y te
apoya. ¿Qué me está pasando? Se agarra el corazón, se desploma.
Los otros van en su auxilio, tumulto.

KAFKA sin conmoverse: También Ottla no ha tratado siempre sino


comprenderme.

OTTLA preocupada por el padre, dirigiéndose histéricamente a Franz,


hablando muy rápido: Tibios somos como los bolsillos de los
pantalones ajustados al terminal, y recién el amor de hermana te crea
el hombre, pensamientos sobre oralidades prohibidas. El amor de
hermana resisistentemente se parece a tí como el azufre, te da una
auto-imagen, un contrario que protubera como el labio leporino y que
día a día te sirve como modelo. Quién se va a preocupar asbesto del
incesto, no-se-debe, si la cercanía de la hermana cariñosamente
rondea tu lugarcito aquel. Somos una comunidad. Un beso aquí, allá un
saludo, y tocarse inocentemente, echar mano a la inocencia, acercarse
lo máximo posible, llegar a conocer a esta niña pura de la pradera. De
puro romanticismo, Franz, estás hecho tú. Se está muriendo.
PADRE: No quiero morir. No, la muerte me aterra. Buhää.

KAFKA baila: ¿Sobrevivirlo? Ya está negociando con la muerte. Hoy


debe ser mi día de suerte. Primero el premio, ahora esto.

FELICE: Ejem.

KAFKA: También Max, el amigo. Esto va demasiado lejos.

PADRE: No quiero morir. No, la muerte me aterra. Buhää.

BROD: A veces estoy lleno de fantasías, me acosan las masas de


materia. Areas temáticas. Tú, oh mi Franz, eres como yo me he
soñado.

PADRE: Vivir quiero, por favor. Me aterra todo esto.

KAFKA hacia la caja: Ahí adentro está mi felicidad. Túú. Lo puedo ver
con nitidez, yo viviré, y él caputó.

MADRE se abalanza sobre Franz: Tú, tú lo has matado. Ahora también


yo estoy aterrada.

Franz la aparta de sí.

BROD: Un padre bohemio se desploma. El hijo se alegra. ¿Qué ha


pasado? No ha pasado nada. La prometida ha traído una caja, la cosa.
¿Había un infarto adentro? Se podría pensar. Se podría pensar que
tiene algo que ver con ello. Que no lo tiene. Ahí esta el señor hijo, que
no hace nada decente, sino permanentemente nada. Ahí está la señora
Mamá, que sólo quiere lo mejor. El dinero. Y tampoco olvidemos a la
hermana y a la amante, a la Amalie. Esto derriba al más fuerte de los
checos, se podría pensar. Al fin y al cabo, no es más que sólo un
hombre con finalitud.

KAFKA baila: ¿Sobrevivirlo? Ya está negociando con la muerte. Hoy


debe ser mi día de la suerte. Primero el premio, ahora esto.

FELICE: Ejem.

KAFKA: Ah. Tampoco quiero derramar a Felice, que no es ni una


desabrida, ni una salada.

PADRE: Vivir quiero, morir no. Por favor.


FELICE: Vives en tí, nada se asoma, todo se puede proyectar en ti.
Depre. Tu sobrecalentado mate me resulta ajeno, tanto como un
continente de hippies. Sin embargo, aportas tu carne al matrimonio, el
aroma virginal que me ablanda. Es cierto que no sé cuán bueno eres
como yacimiento, pero a cambio de eso, hay suficientes lenguas de
perro. Le quita la caja. Esto es mío.

PADRE se pone nuevamente de pie, se sacude el polvo: Tan de


repente. No me gustaría. Tengo una sed...

MADRE: Está vivo.

BROD: Una vida bohemia, pues.

KAFKA: ¿Vive? ¿La carne? La carne, la que todos siempre quieren,


ahora cuelga de mí. Tan lejos de todo, no le puedo pedir nada a mi
cuerpo, que me rodea como un extraño. Quiero llegar hacia mí, más,
ya no puedo más, más no decir. Ahora sí lo haré. Amalie, voy a tu
encuentro. Sale.

Canción, Kafka canta, los otros, el estribillo, dos melodías totalmente


contrapuestas, una más bien Hillibilly (Just Because), la otra más bien
marcha fúnebre e himno alemán:
Porque soy bello y creo,
que tengo pasta para algo,
podría haber llegado a ser algo,
pero, sin embargo, como veo,
llegué a ser no mucho más, digamos,
que nada,
e incluso esto tampoco de manera
extraordinaria, buena, con granadas o con pim, pum, paf.
Sí, por ello, no, por esto:
Estribillo:
Amalie, Amalie, tu ya has llegado
a aquel lugar que se llama eternidad.
¿Y cómo es? ¿Hace frío, hace calor?
¿Se pasa hambre? ¿Es alegre, aburrido?
¿Qué se hace todo el tiempo?
¿Es infernal allá? ¿Merece la palabra paraíso?
Amalie, pst, no lo digas.
Mejor lo veo yo mismo. Voy.
Porque mi vida toda, solo
ha estado ocupada por la enfermedad y el genio.
Porque ya estoy completamente loco,
y todo aquello que estoy viendo,
me lo he inventado.
En este uslero,
se ha consumido mi fuego, siento
nada más que ceniza, fría,
en mi interior, imbécil, agilado.
Y por ello, no, por esto:
R:

KAFKA: ¡Ultimo! Desaparece tú, felicidad. Aún quiero seguir


escribiendo: una novela, diarios de vida y relatos, para que algo quede
de mí. Quiero escribir, porque ese es mi destino, porque presiona para
salir de mí, me obliga, tengo que. Escribescribescribeescribir. Me tengo
que vaciar.

TODOS: Tienes talento. Tienes genio.

KAFKA: Eso, precisamente no. Porque lo mejor no es mío, lo he


copiado, imitado. A mí no se me ocurre nada, en realidad. Seco estoy,
sin caudal. Me falta estilo.

BROD: Ahí hay alguien que quiere algo grande en el mundo, pero la
mayoría de las veces le faltan los medios, el dinero. Entonces, cómo
puede anhelar una cosa aún mucho mayor, mejor discursea
infladamente, habla de planes y talentos, planifica desde ya su futuro
de genio, sólo olvida una cosa, que él es un Don, y un nadie. Qué gran
cosa puede anhelar un hombre, si vive sobre una cebolla, que por
mucho que él corra, lo va a hacer llorar. El ser humano piensa que se
puede permitir ciertas cosas, pero carece de antemano casi de todo,
aún cuando tenga genio, y mucho, nunca llegará a su meta. Porque ya
los más prójimos se lo envidian, le hacen zancadillas, es terrible,
también proclaman maliciosamente que no tiene talento, que todo lo ha
robado, que es un burro, una oveja. Así, le clavan el cuchillo en la
espalda, sonríen educadamente, se hacen los amigos íntimos, pero
igual piensan que habría que adornarlo, con cuernos o con muletillas.
¿Qué gran cosa puede anhelar el hombre, llorando como está sobre
una cebolla? - Johann Zeitl Klementine Nepomuk Eitler Noble Koloman
Strudl Philander Trull de y para y, por ello, nido y leal.

KAFKA: No hay nada propio ya, todo es desde un principio copia e


imitación. A mí me queda solo una posibilidad. Es lo último
estilísticamente no usurpado. Sale.

TODOS: Amalie, Amalie, tú ya estás en aquel lugar que eternidad es


llamado...
Música

PADRE: ¡Vivir! Nosotros, nosotros no permitimos que nos aguen la


fiesta. ¡Vivir! Nosotros, nosotros estamos celebrando este premio, esta
fiesta de matrimonio. Felice, ¿puedo pedirte este baile?
Todos bailan

KAFKA: Bailen tranquilos, bailen. Sacúdanse la muerte de las piernas,


ese negro y felposo olor. Toda la vida es ignorancia, no querer ver las
cosas. Quiero convertirme, ya no me cerraré más a la religión que es la
última salvación. Todos los sufrimientos que él padeció por ustedes, el
Señor con el pseudónimo de Jesús Cristo, yo los he padecido una
segunda vez. Domarles de este modo los pecados a generaciones de
lectores de Kafka, fue el jamelgo de mi vida. Un lipizano, pensaba yo,
pero más bien me parece que no es sino un caballo. Lo único que ha
quedado es la fe, pero nada más. El último dios verdadero soy yo. Sólo
que mi dios es una parte enferma, cosa que está en armonía con el
mundo, así interpreto simbólicamente que mi dios sufra de tuberculosis.
La herida en el pulmón, escuchen, lo carcome, me está comiendo. Mis
posesiones han aumentado por la tuberculosis, me enriquece, me ha
puesto una fecha. La lombriz en el pulmón que me está matando. Grita
Estoy muriendo, muero, he sido. Muerto. ¿Escucharon? Muerto,
muerto, muerto.

Los otros bailan hacia la oscuridad y desaparecen.

KAFKA: Así todos se alejan de mí, estoy solo al final, como siempre lo
he estado. No me ha quedado más que una caja, un cubo cuadrado de
cartón, supuestamente lleno de olores sin sentido. La abre, se alegra,
se ríe. ¡Pero! ¡Qué bonito! Que Felice haya pensado en ello. Bien.
Quizá haya valido la pena... Se mete a la caja y la cierra, se ríe.
Pausa
Los otros, vestidos como basureros, limpian la calle, patean la caja,
cambio de luz.

1: Y mi mujer dijo que deberíamos reclamar, y mi suegra también lo


dice. Deberíamos ganar mejor.

2: Las cosas que la gente deja botadas.

3: La gente es muy cerda, ¡Qué asco!

Encuentran a Amalie y la echan en el camión de la basura.

4: Ahora mi hija tiene novio.

1: Lo que cuesta un matrimonio.

3: Y la cantidad de basura que queda después.

5: La gente es muy cerda.


2: ¿Ya es hora de almorzar?

3: Pensar nada más que en comer.

4: Con un clima así, la vida vuelve a ser divertida.

5: Realmente tenemos suerte.

2: Miren lo que hay ahí. Franz Kafka: Diarios.

3: ¿Lo conoces?

4: Así se llama el novio. Qué coincidencia tan coincidente.

1: Una existencia fracasada.

5: ...ada, ...ada.

2: Esto tampoco le sirve. A la basura.

1: Y mi mujer dijo que deberíamos reclamar, mi suegra también lo dice.

4: Deja no más que hablen.

3: La gente es muy cerda. ¡Qué asco!

TODOS: Buagg. Guácalacaca.

Fin

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