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El asno y el camello

Un asno y un camello caminaban juntos. El camello se movía con pasos largos y


pausados. El asno se movía impacientemente tropezándose de vez en cuando.
Al fin el asno dijo a su compañero:

-¿Cómo es que me encuentro siempre con problemas, cayéndome y haciéndome


rasguños en las patas, a pesar de que miro cuidadosamente al suelo mientras
camino, mientras que tú que nunca pareces ser consciente de lo que te rodea,
con tus ojos fijos en el horizonte, mantienes un paso tan rápido y fácil en
apariencia?

Respondió el camello:

-Tu problema es que tus pasos son demasiados cortos y cuando has visto algo
es demasiado tarde para corregir tus movimientos. Miras a tu alrededor y no
evalúas lo que ves. Piensas que la prisa es velocidad, imaginas que mirando
puedes ver, piensas que ver cerca es lo mismo que ver lejos. Supones que yo
miro el horizonte, aunque en realidad sólo contemplo hacia el frente como modo
de decidir qué hacer cuando lo lejano se convierta en cercano. También recuerdo
lo que ha sucedido antes y así no necesito mirar hacia atrás y tropezar una vez
más. De este modo lo que te parece confuso o difícil se vuelve claro y fácil.

Idries Shah, El yo dominante

El devoto y la prostituta
Había una vez un hombre devoto que dedicaba su tiempo a la oración y
meditación, su objetivo eran las cosas del alma y la búsqueda de la verdad.
Sucedió que se mudó a vivir justo frente de su casa una prostituta que todo el
tiempo recibía todo tipo de hombres. El hombre devoto se sentía enojado e
indignado y le decía a Allah como podía mandarle algo así, pues esto era motivo
para perder su concentración y desviarse de sus plegarias; “una mujer así no
merecía ningún tipo de favores”. Pasó el tiempo y el hombre devoto cada vez
sentía más desagrado por aquella mujer. Por el contrario la prostituta se sentía
muy honrada y afortunada de que frente a su casa viviera un hombre de
condición espiritual, de modo que siempre le agradecía a Allah esa oportunidad
de estar cerca de personas de dignidad. Ya que ella se veía obligada por las
circunstancias a llevar ese tipo de vida.

Entonces ocurrió que los dos murieron a la vez, pues se produjo un enorme
desastre natural y así los dos se vieron frente a la corte celestial. Allí se les dijo:
“cada cual somos lo que cosechamos”. Así el hombre devoto fue condenado por
no haber vivido su vida con satisfacción y agradecimiento y además haber tenido
sentimientos negativos hacia otros y la prostituta fue salvada, pues ella había
vivido su vida con gratitud, aceptación y pensamientos amables hacia los demás.

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