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R. Una pregunta muy, muy difícil de responder. Pero uno de los problemas
grandes es el rubato. Porque, como decía Liszt, que le había escuchado mucho,
los rubatos de Chopin existían. Pero los pianistas de la segunda mitad del siglo
XIX los hicieron más edulcorados, un poco exagerados. Luego los grandes
intérpretes del siglo XX lo disminuyeron. Sobre todo Arthur Rubinstein, que nos
dio una visión de Chopin más bien moderna y esencial, donde el carácter de la
música llega sin distorsiones: es simple, pero de gran intensidad. Él mismo decía
al principio que era considerada demasiado rígida y tuvo que luchar para
imponerla. Eso me gusta. Pero es un compositor dificilísimo. No hay ningún
secreto para llegar a él. Está lleno de misterios y complejidades. Recuerde que él
mismo dijo que no hay nada más odioso que una música sin un pensamiento
latente. Y en él existe, pero nunca está declarado por el autor.
P. Diga un ejemplo.
P. ¿El hecho de que sea el único gran compositor de piano que solo se dedicó a
ese instrumento lo hace complejo de interpretar?
“Sería muy estúpido que un intérprete quiera estar por encima del compositor.
Eso es imposible, ninguno lo está”
P. Él fue el presidente del jurado que le dio el Premio Chopin en 1960. Usted ha
dicho que le dio uno de los mejores consejos que ha recibido.
R. Él sacaba del piano una sonoridad maravillosa, pero decía que nunca se
fatigaba porque tocaba con el peso de su cuerpo. Me colocó el dedo medio de la
mano derecha sobre la espalda y me hizo sentir todo su peso. Era una fuerza
impresionante. Así evitaba extenuarse al piano.
R. Pues espero que sea algo más, porque yo he superado de largo esa línea
[suelta una carcajada].
P. Aunque ofrezca menos conciertos ahora, usted siempre ha tenido una relación
con la experiencia de la sala y el público muy íntima. Alguna vez le oí discrepar
de ese acercamiento de Glenn Gould.
P. ¿Por qué cree que la proporción en los programas sigue siendo tan desigual?
P. Usted forma parte de una generación italiana que se extingue. Claudio Abbado
quizá fue su mayor representante. Su gran amigo…
R. [Se queda callado 10 segundos] Fue muy triste, naturalmente. Estaba enfermo
desde hacía tanto tiempo. Había pasado por muchas operaciones y no sé ni cómo
consiguió aguantar. Fue admirable que siguiera haciendo música todos esos años
aun estando así de enfermo. Un milagro.
P. Abbado, como Nono, concebían la música como un proceso de apertura al otro.
¿Cree que se ha perdido ese proceso civil, casi político, en el arte?
P. Usted tocaba en fábricas con Abbado y Nono para llevar la música a otros
públicos en lo que llamaron Música/Realidad.
P. Pero luego usted abrazó las ideas políticas de la izquierda. ¿Cómo la ve hoy?
P. ¿En Italia?
R. Sí, Italia tiene un Gobierno pésimo. Pero los hay también en otros países
europeos, y luego tenemos a Trump… Asistimos a un crecimiento del
nacionalismo horrible. Y no se puede entender. El nacionalismo provocó tantos
daños terribles a las naciones europeas que hoy resulta absolutamente absurdo
volver atrás e imitar esas formas terribles. No lo comprendo.
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Video
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Maurizio Pollini, Piano, Música y política, Donald Trump