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Tomado de: La alimentación familiar induce trastornos en la conducta alimentaria (en línea).

(México:
Instituto Latinoamericano de Sobrepeso y Obesidad), c.2017 (Consulta: 8 de Julio 2017). Disponible en:
http://www.ilsoeducacion.com/index.php/blog/17-la-alimentacion-familiar-induce-trastornos-en-la-
conducta-alimentaria

La alimentación familiar induce trastornos en la conducta alimentaria

Desde la infancia el entorno familiar instaura preferencias y rechazos a determinados alimentos.


Estos patrones de alimentación pueden desencadenar un trastorno de la conducta alimentaria en
la adolescencia.

La conducta alimentaria se adquiere mediante la experiencia con la comida y la imitación de


modelos paternos. Se ven implicadas las emociones que rodean el acto de comer y los rasgos
culturales. El entorno familiar proporciona la mayor parte de información relacionada con la
alimentación, el peso y apariencia física.

La madre es la principal participante en la alimentación del niño o niña. Transmite pautas


alimentarias que podrían potenciar el riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria
(TCA) en la adolescencia y la edad adulta. Si los padres han padecido o padecen un trastorno
alimentario es más probable que también lo induzcan en sus hijos, sobre todo con comentarios
relacionados al peso y el tipo de dietas que llevan.

Si la influencia materna recalca la importancia de la apariencia física y el control de peso, el individuo


desarrollará miedo a la obesidad. Esta coacción social obliga a la madre a implantar dietas muy
restrictivas, omitiendo alimentos con alto valor calórico, ricos en grasa, azúcar y sal.

Las prohibiciones promueven una sintomatología propia de un TCA en los adolescentes, quienes
pueden mostrar periodos alternados de atracones y ayunos. Lo que lleva a experimentar
sentimientos negativos como vergüenza y culpa luego de consumir alimentos “prohibidos”. Por
tanto, las actitudes y conductas de la madre ante la comida contribuyen a que sus hijos presenten
conflictos psicológicos y emocionales, anorexia nerviosa, bulimia nerviosa u obesidad.
La edad de la madre es un riesgo a valorar en los TCA. Las dietas que fomentan el consumo de
alimentos ricos en calorías como refrescos, botanas saladas y dulces son muy comunes en madres
adolescentes. Ellas elaboran una alimentación rica en grasa que carece de nutrientes esenciales, lo
cual da como resultado un perfil calórico desequilibrado.

En el estudio La alimentación familiar. Influencia en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos


de la conducta alimentaria de Leticia Álvarez Amor, María José Aguaded Roldán y Mercedes
Ezquerra Cabrera destacan cuatro resultados de interés sobre el tema.

El primero se refiere a la relación de padres e hijos, donde se muestra que las niñas con TCA tienen
una mala relación con la madre. Presentan vínculos afectivos inseguros. En relación con el padre,
las niñas afirmaron sentir altas expectativas de perfeccionismo por parte del adulto a quien también
perciben distante y molesto. “La opinión y la relación con los familiares directos juega un papel muy
importante en la aparición de un TCA.”

El segundo resultado se refiere a la alimentación, peso y figura corporal en la familia. La importancia


que la familia da a la apariencia física puede tener una reacción directa en la preocupación de los
hijos por su peso. Burlas o críticas de familiares impactan en la percepción de la imagen corporal y
se reflejan en síntomas de TCA. La publicidad también puede repercutir en los valores estéticos de
los y las adolescentes. Las niñas son más vulnerables a los valores culturales del modelo estético
corporal.

La influencia del peso corporal sobre los TCA es el tercer resultado que muestran las investigadoras.
Se sabe que los comentarios de los padres sobre el peso corporal se asocian moderadamente con
cogniciones y comportamientos menos saludables entre las niñas, las cuales también muestran
mayor nivel de depresión. Mientras que los chicos presentan menos afectación por las conductas
alimentarias maternas.

El último resultado trata sobre la influencia en la familia de tener un miembro con TCA. Se observó
que los padres de pacientes con TCA tienen mejores estrategias de alimentación que aquellos
padres cuyos hijos no presentan esta patología. “Las familias de pacientes con trastornos de la
conducta alimentaria preparan comidas rápidas con menos frecuencia, reducen las comidas
mientras trabajan o sustituyen menos a menudo la comida principal por comida rápida en el
trabajo.”
Se concluye que la relación con la comida está muy influida por las ideas y creencias de los padres.
Es importante que éstos no muestren aversiones por los alimentos frente a los niños. La madre es
quien transmite a los hijos sus conductas alimentarias. Si ella está muy preocupada por el peso
entonces se tiene una mayor probabilidad de sufrir un TCA, de acuerdo a lo afirmado por las autoras.
Tomado de: La influencia de los padres en la alimentación de los hijos (en línea). (Barcelona: FAROS -
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona), c.2013 (Consulta: 8 de Julio 2017). Disponible en:
http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/influencia-padres-alimentacion-hijos

La influencia de los padres en la alimentación de los hijos


Un estudio reciente analiza la influencia de la alimentación de los padres en la de los propios hijos.
La investigación concluye que comer los mismos alimentos que los padres supone la opción más
saludable para los pequeños, claro está cuando los progenitores siguen una dieta sana y equilibrada.

El estudio, realizado en la Universidad de Edimburgo (Escocia), consistió en entrevistar a las madres


de 2.332 niños, de 5 años de edad, procedentes de Escocia. Se incluyeron tres parámetros, en forma
de preguntas a las madres, para determinar qué factores influían, tanto positiva como
negativamente, en la dieta de los pequeños: la frecuencia en que los niños consumían los diferentes
tipos de alimentos, si solían hacer comidas completas o picar entre horas y dónde, cuándo y con
quién comían.

Los resultados mostraron que prácticamente todos los niños hacían una comida principal al día (un
99 %), que, de estos, la mayoría (un 90 %) comía con uno de sus padres o con ambos, y que el 71 %
seguía la misma dieta que sus progenitores.

En conclusión, se observó que la calidad de la dieta de los pequeños dependía de la clase social a la
que pertenecían. Así, por ejemplo, la educación y la situación laboral de la madre y la composición
del hogar repercutían en la alimentación de los niños, y queda probado que las familias menos
favorecidas también ofrecían las peores dietas a los pequeños de la casa.

Se observó que las dietas de más calidad seguían las siguientes características:

 Una comida principal al día.


 Un horario de comidas regular.
 Realizar las comidas en estancias vinculadas a la alimentación (cocina o comedor).
 Y, sobre todo, comer los mismos alimentos que los padres, algo que el estudio señaló como
el indicador que más repercute en la calidad de la dieta de los niños.
En cambio, el hecho de que los pequeños comieran con sus padres o no, no influía significativamente
en la calidad de su alimentación.

De todas maneras, hay que tener en cuenta que el estudio cuenta con ciertas limitaciones, ya que
sólo analiza las respuestas de las madres (dejando a un lado la influencia de los padres), y estas
respuestas pueden estar alteradas por una percepción errónea de las madres y no reflejar la realidad
por completo.
Comentario:

En estos artículos se analiza la importancia de los padres en la alimentación de sus hijos, como
repercuten, el modelo que bridan y la influencia que tienen sobre los hábitos alimenticios, además,
de los trastornos que pueden ocasionarles desde pequeños.

A mi parecer el artículo que mejor nos da una idea del tema, además de brindarnos información
más detalla es el primer artículo en donde se expone de manera clara la importancia de los padres
en la alimentación y como estos influyen en los hábitos de sus hijos en donde desde pequeños se
les instaura preferencias y rechazos a ciertos alimentos, sumándole que si estos son negativos a más
de obsesivos pueden desencadenar en trastornos como la anorexia y la bulimia o también si existe
una dieta desequilibrada ya sea rica en grasas, hidratos de carbono , es decir, comida chatarra puede
producir obesidad sumándole que estos alimentos no son saludables.

El entorno familiar es determinante en la autoestima de los más pequeños ya que estos dan la mayor
parte de información relacionada con la apariencia, peso y apariencia física, es por ello que si no se
posee un modelo adecuado se emite los mismo complejos e inseguridades desencadenando en el
futuro consecuencias graves.

Por lo tanto, es clave decir que los padres en especial la madre debe educarse e implantar una dieta
saludable enseñándoles a sus hijos a comer bien sin obsesionarse por aspectos físicos o por comidas
prohibidas, además de instaurar un horario de comidas, o sencillamente acompañando a sus hijos
en las comidas son pequeñas cosas que provocan grandes cambios asegurando una mejor relación
con ellos y de esa misma manera con el entorno que los rodea.

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