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INTRODUCCIÓN
ANAMNESIS
El niño presenta esta conducta lingüística desde que comenzó a hablar con cierta
fluidez, no atribuyéndose causa alguna a dicha manifestación. La madre tampoco parece
recordar modificaciones temporales en el habla de su hijo desde las etapas iniciales del
desarrollo de su lenguaje hasta el momento actual, aunque en el último año parece haber
aumentado la rapidez de su habla. Según ella, el niño siempre ha hablado muy deprisa.
El habla del niño es entendida en casa, aunque en estos últimos meses les cuesta
más comprenderle (lo atribuyen a que está más nervioso). Antes había días en los cuales
S. hablaba más lentamente, en cambio ahora esto no ocurre.
La madre describe a Sergio como un niño algo tímido pero alegre (siempre
riendo), un poco inquieto, con tendencia a preocuparse en exceso por las cosas, nada
perfeccionista, con facilidad para hacer amigos y al que le gusta formar parte del grupo,
pero no que le dirijan.
Nos parece significativo resaltar que durante la entrevista con la madre de Sergio,
ésta manifiesta una notable velocidad al hablar, aunque desconocemos si es el patrón
habitual de interacción con el niño.
EVALUACIÓN
Una vez aplicadas las dos pruebas estandarizadas, realizamos la evaluación del
habla del niño a través de diferentes tareas: la lectura de un texto sencillo y conocido
por el niño (texto escolar), la lectura de un texto desconocido para el niño pero accesible
para su nivel lector (literatura juvenil), la lectura de un texto de mayor complejidad
lectora a la exigida para un niño de la edad de Sergio, la lectura de un texto sencillo y
conocido para el niño en voz alta y en voz baja, la repetición de frases de menor a
mayor complejidad emitidas previamente por el evaluador. La narración de una historia
por parte del niño a partir de material visual. Al niño se le presentan varias tarjetas con
dibujos, para que las ordene y nos cuente con ellas una historia con sentido), la
definición de palabras por parte del niño. La respuesta a preguntas que le realiza el
evaluador (relacionadas con intereses y aficiones del niño tales como el baloncesto y los
perros) y a través del lenguaje espontáneo del niño durante las sesiones de evaluación.
Asimismo, puesto que la madre nos comenta en la entrevista que el niño no comete
errores en escritura, decidimos que el niño narre por escrito algún suceso ocurrido el día
anterior (escritura espontánea) y le dictamos un texto adecuado para su edad (texto
escolar).
Los resultados del análisis cuantitativo y cualitativo del habla de Sergio indican
que el niño presenta una elevada velocidad lectora, siendo mayor la velocidad cuando el
texto es conocido para él. El niño comete mayores errores cuando el texto es sencillo,
conocido y realiza la lectura en voz alta. El porcentaje de errores es del 9%, que
corresponde con la omisión de fonemas y sílabas (por ej., pe.o por pero;
despedi..a por despediría; tuv.ese por tuviese), y con la sustitución de fonemas
(por ej., la sustitución de la /s/ por un sonido parecido a la /f/: Guftavo por Gustavo;
filla por silla). En tareas de lectura también detectamos las siguientes
manifestaciones: el niño omite varias de las pausas que debe realizar para una adecuada
lectura de los textos que se le presentan, escasa movilidad de la zona oral (lo que
dificulta la correcta pronunciación de la /l/ y la /s/), rotacismo velar (por ej., carreta y
jardín), tono de voz elevado en la mayoría de las ocasiones (cuando le pedimos que
realice una lectura en voz baja presenta notables dificultades), ritmo irregular y
defectuosa coordinación respiratoria (respiración superficial).
TRATAMIENTO
Una vez realizada la exploración y dadas las dificultades que presenta Sergio nos
planteamos los siguientes objetivos de cara a la intervención: reducir el flujo del habla
del niño, adecuar su función respiratoria, aumentar la movilidad de la zona oral al
hablar, tratando de conseguir con ello una mayor agilidad motriz en los órganos que
intervienen en la articulación de aquellos fonemas que emite de forma imprecisa y
adecuar el tono muscular, fundamentalmente en los órganos que intervienen en la
fonación.
Sesiones 1ª a 4ª
Sesiones 5ª a 10ª
Para favorecer la movilidad oral, en primer lugar masajeamos la cara, nariz, labios
y cuello del niño (intentando con ello adecuar el tono muscular). A continuación,
realizamos con Antonio ejercicios que favorecen la movilidad (gestos faciales y praxias
bucofaciales), de manera que éste pueda adquirir la agilidad y coordinación necesarias
para la articulación correcta. Y por último realizamos los ejercicios articulatorios con
aquellos fonemas en los que constatamos la imprecisión articulatoria de S. durante la
exploración: /l/, /s/ y /ř/. Cada ejercicio de colocación se acompaña de un ejercicio
respiratorio que favorezca la articulación correcta (por ej., en el caso de la /l/, sentados
frente al espejo realiza una inspiración nasal débil, apoya la lengua en los incisivos
superiores, empujándola con fuerza hacia fuera, hace una pequeña pausa y pronuncia la,
la, la, mientras realiza una espiración débil y larga). A partir de la séptima sesión, una
vez practicada la colocación correcta de los fonemas, pasamos a realizar ejercicios de
repetición, con la finalidad de afianzar los progresos articulatorios.
Durante las sesiones catorce y quince, iniciamos una nueva actividad. Puesto que
S. ha mejorado notablemente su patrón de habla en lectura, decidimos utilizar textos con
oraciones no muy extensas para comenzar el proceso de transición de la lectura al
lenguaje oral. El terapeuta lee la primera frase del texto en voz baja (pero audible para
S.) de una manera lenta y articulada, posteriormente repite la frase mirando a S. y por
último es el niño el que la emite a la misma velocidad que el terapeuta. En la segunda
frase del texto ocurre lo contrario, el niño la lee con un patrón de habla normal pero a un
bajo volumen, a continuación se la repite al terapeuta y por último es éste el que la
emite mientras mira el niño. Terapeuta, niño y padres se alternan en la realización de
dicha actividad.
Durante las sesiones dieciséis a dieciocho utilizamos los diálogos de una obra de
teatro infantil para la transición de la lectura al lenguaje oral. De esa manera, terapeuta,
niño y padre/madre interpretan a distintos personajes de la obra, e interaccionan con un
patrón de habla adecuado y similar al contexto real (también utilizamos cómics para
realizar esta actividad con S.). Al niño se le proporciona la misma consigna que recibió
en lectura, es decir, que en el momento que perciba un habla más rápida o un mayor
número de errores, respire profundamente durante unos segundos y comience de nuevo
a hablar desde el principio. De nuevo al finalizar las sesiones escuchamos la grabación,
anotamos conjuntamente los errores y S. realiza las correcciones pertinentes.
Para que S. pueda afrontar gradualmente las situaciones problemáticas en las que
se produce una mayor aceleración del habla, durante las sesiones veinte a veinticinco
ponemos en práctica la técnica de desensibilización sistemática: confeccionamos junto
con el niño una lista jerárquica de situaciones que le predisponen a la taquilalia (para S.
todas se producen en el contexto escolar), a continuación realizamos los ejercicios del
entrenamiento en relajación progresiva de Jacobson ya aprendidos (tensión – distensión)
y por último ensayamos simbólicamente cada una de las situaciones, de manera que el
niño puede imaginarse a sí mismo hablando lentamente (exitosamente) en un contexto
que anticipa como problemático. S., a lo largo de estas sesiones va valorando su tensión
ante cada una de las situaciones hasta lograr en cada una de ellas un nivel aceptable.
Asimismo, practicamos dentro de las sesiones cómo afrontar cada una de estas
situaciones, de manera que S. puede controlar el ritmo del habla utilizando la misma
consigna que le proporcionamos para la lectura de textos y para la tarea de transición de
la lectura al lenguaje oral (hacer una pausa en su discurso, inspirar y espirar lenta y
profundamente mientras cuenta hasta cinco, y comenzar de nuevo a hablar). Durante la
sesiones comprobamos que S. anticipa cada vez antes la taquilalia (sin necesidad de que
se lo hagamos notar) y pone en marcha la estrategia de respiración para evitar éste.
CONCLUSIÓN
Dada la edad de S., la conciencia del problema por parte de este, la motivación
que muestra por superar la dificultad que presenta y la disponibilidad para colaborar en
el proceso terapéutico, fijamos desde el primer momento con él las condiciones en las
que desarrollaremos la intervención. La edad del niño y la preocupación que
experimenta por lo inadecuado de su habla, hacen que perciba con bastante exactitud
cuáles son las situaciones en las que su patrón de habla se acelera.
Asimismo, vemos que una vez resuelta la demanda inicial (la taquilalia y el habla
ininteligible), persisten otras dificultades psicosociales en el niño que requieren un
abordaje terapéutico diferente.