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HABITAT Y RURALIDAD

Gelman Betancourt Ramírez

LAS TRANSFORMACIONES DEL MUNDO RURAL

Como lo señala Manuel Canales: “Desde hace ya más de cincuenta años que la ruralidad

viene experimentando cambio tras cambio, sin que se haya consolidado en ella alguna forma más o

menos estable. La ruralidad hoy, objetiva y subjetivamente, es un proceso, una dinámica, un

movimiento, más que una estructura. Esto desafía profundamente las perspectivas y los conceptos

que usamos habitualmente para definir y comprender lo rural” (Canales, Manuel, “La nueva

ruralidad en Chile: apuntes sobre subjetividad y territorios vividos” en Revista Latinoamericana de

Desarrollo Humano).

El mundo rural ha enfrentado desde hace ya largo tiempo el desarrollo de un ambiente cada

vez más hostil a los campesinos y pequeños agricultores en todo el mundo. La modernización de las

formas de producción, los procesos de urbanización y la globalización de la inversión y los flujos de

capitales productivos han ido creando las condiciones económicas y políticas para la destrucción de

las formas tradicionales de producción, y con ellos las culturas locales, las comunidades y el medio-

ambiente natural. 1

La visión de la nueva ruralidad, entraña mucho más que un cambio en los conceptos que

subyacen a la visión territorial del desarrollo rural. Implica un re direccionamiento de enfoques y

estrategias contenidas en las visiones predominantes de política sectorial.

Una síntesis de los elementos claves del enfoque territorial del desarrollo rural, permite

configurar un panorama renovado del mundo rural. El desarrollo del territorio rural tiene una alta

dependencia del comportamiento armónico y equilibrado de diversas dimensiones de orden

económico, ambiental, político, social y cultural que requiere una política integral, de la cual nace la

1
“Lo rural y la nueva ruralidad”, en: Pérez, Edelmira y Sumpsi, José María (coords.), Políticas, instrumentos y experiencias de
desarrollo rural en América Latina y Europa, Madrid, España, FODEPAL, Ministerio de Agricultura, pesca y alimentación. AECI, 2002
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necesidad de atenuar la predominancia del componente económico productivo como eje exclusivo

de una política de desarrollo rural.

Las entidades pequeñas de población suelen ser generalmente centros de vida rural; y, por

el contrario, las formas de vida urbana suelen darse en las entidades de gran población. Según

Giddens (1999): De todos los cambios que ocurren en el mundo, ninguno supera en importancia a

los que tienen lugar en nuestra vida privada - en la sexualidad, las relaciones, el matrimonio y la

familia -. Hay en marcha una revolución mundial sobre cómo nos concebimos a nosotros mismos y

cómo formamos lazos y relaciones con los demás. (P. 65).

Uno de los ámbitos humanos donde se representan o reflejan de manera importante todos

estos cambios es en la familia, dada su alta vinculación con la economía, la política, la cultura, es

así que en cuanto a la economía es productora y receptora de bienes y servicios, así como receptora

de beneficios sociales. En relación con la política, es la gran intermediaria entre los individuos y el

Estado, así como ante otras organizaciones; también en la educación, en cuanto a procesos de

participación ciudadana y los valores y ejercicio de la democracia. En torno a la cultura, es la

familia la que principalmente genera y transmite valores, tradiciones, manifestaciones culturales, a

través del reconocido proceso de socialización. Si bien hoy la familia sigue cumpliendo con estas

funciones y tareas, los cambios de la sociedad le han demandado ajustes importantes y que por

cierto todavía están en evolución, dentro de todos estos cambios los que más se desconocen se

encuentran en el ámbito de las familias rurales.


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En el tipo rural las gentes dependen predominantemente de la agricultura o de la crianza de

animales. En las sociedades urbanas la mayoría de las personas trabajan en las llamadas

ocupaciones administrativas, secundarias y terciarias: la industria, los servicios públicos, la

administración, las profesiones liberales, etc.

Como lo indica Irma Arraigada (1995), “diversos mitos y estereotipos recorren los estudios

relativos a las familias rurales en relación directa con la ausencia de información empírica

disponible para la mayoría de los países” (p. 213).

Esta situación hace que las lecturas que se hacen de las familias rurales, provengan de

consideraciones de tipo de familia urbana, sin distinguir las prácticas, organización y diferencias

sociales, económicas y culturas propias de otros sectores. Se ha tendido a uniformar lo que se

entiende por familia desde la mirada urbana. Desde allí se ha establecido los parámetros de

estructura y organización familiar, las problemáticas que enfrenta, los roles asumidos por sus

integrantes, las relaciones de poder, entre otros grandes temas2.

En cuanto a su naturaleza y personalidad; el campesino está en contacto constante con la

naturaleza, por lo que el hombre rural tiende a mirar a la tierra como la más importante de todas las

herencias y como la fuente primaria de las riquezas. Aunque es conservador, puede alinearse en

movimientos revolucionarios si ve en peligro la propiedad de la tierra o si desea conseguir esa

propiedad. En contraste, las gentes de la ciudad que están distantes de la naturaleza, así como el

carácter de sus ocupaciones, las lleva a conceder mayor importancia a otros aspectos de la vida,

como el consumo incesante o a darse cuenta que hay diferentes fuentes de riqueza aparte de la
3
tierra.

2
GORDILLO De Anda, Gustavo, Cambio y riesgo: la agricultura familiar en un mundo globalizado. Ponencia presentada en el taller
“La importancia del enfoque territorial en el desarrollo rural de América Latina y el Caribe”, Milán, FIDA, FAO, BID, Gobierno de
Italia, 2003

3
Castro Ibáñez, J (2006). Sociología Rural. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS
BIOLÓGICAS Y AGROPECUARIAS DIVISIÓN DE CIENCIAS AGRONOMICAS DEPARTAMENTO DE DESARROLLO RURAL
SUSTENTABLE ACADEMIA DE ORGANIZACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN. Zapopan, Jalisco, México. 74 págs.
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En las comunidades rurales por regla general, su producción está destinada a satisfacer las

necesidades inmediatas, en cambio la producción de la sociedad industrial se enfoca al intercambio

y al comercio, pues ni produce todo lo que necesita para vivir, ni consume todo lo que produce.

En virtud de que la ocupación en los centros rurales no está diversificada, a cada individuo

le corresponde infinidad de tareas: sembrar, abonar, recolectar, conseguir crédito, construir su casa,

tejer o producir sus instrumentos de trabajo, etc., cuanto más, en las comunidades rurales llega a

haber unas 60 ocupaciones bien diferenciadas. Por el contrario, en las zonas urbanas las personas

suelen estar reducidas a un solo trabajo que forma parte especializadísima de la producción social

total. La complicada organización social de la ciudad obliga a una división infinitesimal del trabajo

Se ha observado que las recompensas del trabajador rural rara vez son superabundantes,

especialmente el pequeño agricultor. Suelen fluctuar entre los límites de un modesto pasar y la

penuria. Además, la competencia en la forma en que se presenta en las ciudades no existe en el

campo, y que en las ciudades convierte a la vida en una compleja organización, también en la
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ciudad se producen grandes ganancias en ciertas especialidades. La bolsa de valores, la

especulación, etc.

En las comunidades todos los habitantes se conocen los unos a los otros, y hay entre todos,

numerosos contactos de afecto y de amistad. A diferencia de ello, las relaciones urbanas son

principalmente impersonales: por medio de correspondencia, de jefe a subordinado, de comprador a

vendedor, etc.

Cada uno de los miembros de la comunidad es una especie de vigilante en cuanto al

cumplimiento de los modos colectivos de vida, usos, costumbres y convencionalismos, por parte de

cada uno de los demás habitantes, lo cual no sucede en la ciudad. Por otra parte, el carácter más

homogéneo de la vida rural determina que sus usos y costumbres sean más definidos y estables e

integrados entre sí. Por el contrario, las dimensiones más heterogéneas de la gran ciudad en cuanto a

la diversa procedencia de sus pobladores, a la variedad de niveles de vida, de educación o la

multiplicidad de ocupaciones, determina que coexistan modos colectivos contradictorios y el

control social sobre los individuos se realiza por medio del Estado, en cambio en un pueblo todos

los habitantes tienen las mismas costumbres, cuando alguien las viola, la población entera los

recrimina, pero en la ciudades, se dan casos que en un mismo edificio de departamentos, en 10 o 15

años no se conocen los vecinos, por lo que el encargado de vigilar que la conducta de los individuos

no traspase las normas legales es el Estado. 4

La estratificación social, o las clases sociales en la vida rural son estables. Difícilmente las

personas cambian de una clase a otra o hay contactos entre ellas. Asimismo, en lo que respecta a las

ocupaciones son éstas en un individuo permanentes durante su vida. Por el contrario, existe bastante

movilidad social en una sociedad industrial, grandes empresarios arruinados y convertidos en

empleados; profesionistas, hijos de obreros llegados a pequeña burguesía; los ascensos en los

4
Castro Ibáñez, J (2006). Sociología Rural. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS
BIOLÓGICAS Y AGROPECUARIAS DIVISIÓN DE CIENCIAS AGRONOMICAS DEPARTAMENTO DE DESARROLLO RURAL
SUSTENTABLE ACADEMIA DE ORGANIZACIÓN PARA LA PRODUCCIÓN. Zapopan, Jalisco, México. 74 págs.
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empleos por antigüedad, etc. Además, las ocupaciones en las ciudades son cambiadas con

frecuencia, ascensos, despidos, renuncias, aumento en la calificación técnica, etc.

Mientras que la mayor parte de los habitantes de una zona rural nacieron en ella y ahí se

criaron y continúan viviendo toda su vida, la mayor parte de los habitantes de las grandes ciudades

no vieron la luz en las ciudades donde ahora viven, debido en parte a la tendencia, cada vez más

fuerte y cuantiosa de la emigración del campo a la ciudad ya sea por la incapacidad del agro para

sostener a la creciente población, al acaparamiento de la tierras o a la importación de técnica

avanzada y de la falta de educación, etc.

En la vida rural cada individuo se mueve dentro de círculos colectivos relativamente fijos

en los cuales lo han colocados sus relaciones familiares, su vecindad y la tradición donde realmente

tienen pocas alternativas de elegir. En cambio, en la ciudad cada persona tiene amplio margen para

elegir sus relaciones sociales y son los méritos personales los que valen y no la casta o la familia del

individuo, la costumbre cambia con facilidad y no hay oposición o recelo frente a los forasteros ni

respeto por las tradiciones. 5

En el mundo rural, el cuerpo humano es el motor principal de todas las máquinas, sus

piernas, sus brazos, su cabeza, etc. El ritmo psicobiológico de su organismo como el respirar, el

comer, los latidos del corazón, va unido al ritmo natural y social: las estaciones, los días y las

noches, los animales, la tierra, la natalidad del grupo, el tamaño de la familia, etc. Así, su trabajo

depende de su ritmo personal. La medición del tiempo diario y de la edad no importa. La sociedad

industrial transforma el cuerpo del obrero o del empleado en un apéndice de la máquina, sin

importar ni sus necesidades psicobiológicas ni la situación del tiempo: noche, día, frío, calor. Los

horarios son rígidos y nadie tiene seguro su trabajo a menos que llene los requisitos exigidos de

5
SCHEJTMAN y Berdegué, Desarrollo territorial rural, Borrador de trabajo elaborado para la División América Latina y el
Caribe del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y el Departamento de Desarrollo Sostenibles del Banco Interamericano de
Desarrollo, 2003
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antemano. Se modifican las funciones orgánicas la manera de caminar, de comer, de hablar, de

relacionarse, de divertirse, de vestirse, etc. a favor de la máquina. El hombre se automatiza a la par

se despersonaliza.

En la comunidad rural existe un gran número de nacimientos, pero debido a que a la vez

existe una fuerte mortalidad infantil, la población permanece estacionaria, ni aumenta ni disminuye.

Como hemos visto ya, el desarrollo de la familia ha ido al lado de la sociedad, sólo que en sentido

inverso; las formas sociales han evolucionado de formas simples a complejas, como las actuales,

mientras que la familia ha ido desarrollándose de lo complejo a lo simple.

Pero ¿Cómo ven los propios campesinos las transformaciones más importantes del

mundo rural?

Disminución de número de hijos Ellos hacen una comparación con las extensas familias de

los abuelos, que alcanzaban desde 23, 13, 11 y 8 hijos,

con la de los padres que ya disminuyen a 5, 4 y 3. Las

generaciones más jóvenes piensan en 2 o 3 hijos como

máximo.

Aumento de los años de escolaridad en las Las actuales generaciones han podido estudiar más años y

tienen expectativas de acceder a la Universidad o


nuevas generaciones
Institutos de estudios Superiores. Valoran mucho el que

sus hijos y nietos alcancen más años de estudios, como

una manera de tener más recursos para poder acceder a

mejores trabajos. La frase “tienen que ser más que yo”, es

reiterativa en los padres.

Ven la educación como una posibilidad de salir de los

trabajos mal remunerados del campo y si bien conocen las

nuevas alternativas de establecimientos y becas que se

han ido propiciando en sus territorios, las mejores

opciones de formación se encuentran en las ciudades más

grandes, lo que entonces acarrea todo tipo de gastos de las


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familias y que, por cierto, algunas con esfuerzo logran

cubrir, pero para otras es imposible.

Incorporación de la mujer al trabajo En este punto todos los miembros de las familias

reconocen este gran cambio que ha traído consigo los

procesos de modernización en las zonas rurales. Lo

valoran, principalmente, como la posibilidad de mejorar

el ingreso familiar y contar con más recursos para los

hijos.

Las lecturas sobre lo que significa que la mujer trabaje en

las labores del campo y fuera de la casa, están dadas más

bien en que este cambio favorece a la familia por los

ingresos, como se dijo anteriormente y porque alivia el

peso de los hombres.

Aumento de convivencias en vez de la fórmula Uno de los cambios señalados por las familias como
notorios en lo rural, es que las parejas no están
del matrimonio
formalizando con el matrimonio su relación, hay parejas

que no se casan y eso ha ido en aumento. Se sigue

evaluando socialmente mejor el matrimonio, pero las

convivencias coexisten con el matrimonio en el mundo

rural.

Postergación del proyecto de formación de Los jóvenes de las familias pretenden continuar

estudiando, por tanto, sus proyectos de formar familia se


familias por estudio o trabajo de las nuevas
supeditan en el tiempo al logro de esto. Por otra parte,
generaciones
quienes después de la enseñanza media aspiran a

incorporarse inmediatamente al trabajo formal, no

necesariamente tienen dentro de sus proyectos de vida

formar familias en el corto plazo


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Las condiciones de vida han mejorado Uno de los aspectos que marca unanimidad en las

familias rurales es el hecho de que las condiciones de


notablemente en el campo
vida han mejorado para las personas que viven en

sectores rurales. Las condiciones de pobreza a las que

hacían alusión los más adultos especialmente, no guardan

relación con las posibilidades y recursos con los que hoy

cuentan. Para ellos claramente ha habido avances en el

sector rural, en cuanto a mejoramiento de caminos,

acceso a servicios: como educación, salud, comercio,

entre otros.

Uno de los aspectos que más se mantiene en las representaciones sociales de familia en el

mundo rural es la estructura del modelo patriarcal. La preponderancia de la autoridad del padre, la

maternidad como aspecto central de identidad de la mujer, el sometimiento de los hijos a la

autoridad y la presencia de machismo en las pautas de socialización y relación cultural, son los

aspectos que aún se sostienen con fuerza en la estructura de la organización familiar rural.

Las consecuencias sociales que tienen estas dinámicas, impulsadas por la expansión global

del capitalismo, abren sin embargo una ventana de oportunidad para repensar nuevas formas de

organización política y social, y de desarrollo que surjan desde lo local, desde la puesta en marcha

de las potencialidades endógenas de los territorios. Pero son a su vez un aliciente para la defensa
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corporativa, institucional y policial de los intereses del capital. En la base de las transformaciones

contemporáneas en el campo, está no solo la semilla de una oportunidad para estimular formas

nuevas para pensar el desarrollo de las sociedades, sino también el principio articulador de

conflictos territoriales que tienen un denominador común: la lucha de las personas por el control del

propio destino, como respuesta al desplazamiento, la vulneración de derechos, la violencia y la

expropiación, que genera la intervención y transformación territorial por parte de agentes

económicos externos.6

La visión de la nueva ruralidad, como ya se ha dicho, no sólo pone el énfasis en la actividad

productiva, sino que reconoce la trascendental importancia del manejo, uso y conservación de los

recursos naturales, así como el reconocimiento de los servicios ambientales como una forma de

dinamizar la economía de las áreas rurales y construir un proyecto de desarrollo más sostenible.

Dentro de las nuevas funciones asignadas a los espacios agrarios está precisamente la

conservación y manejo de los recursos naturales como parte de las actividades económicas que

pueden ser desarrolladas por la población rural. Así mismo, el reconocimiento del uso del paisaje

natural como espacio para el ocio y para el logro de una mejor calidad de vida, es un elemento que

ha cobrado vigencia a partir de la redefinición de los conceptos de desarrollo rural y nueva

ruralidad.

La institucionalidad, la participación y la construcción de planes y proyectos de desarrollo

rural de abajo hacia arriba son temas claros en la agenda de la nueva ruralidad, lo cual implica un

papel diferente, para los distintos actores sociales, al asignado en la concepción de lo rural como un

tema sectorial de la economía, todo ello conlleva cambios profundos desde el Estado, las

6
LINK, Thierry, “El campo en la ciudad: reflexiones en torno a las ruralidades emergentes”, en: Memorias del Seminario Internacional
La Nueva Ruralidad en América Latina. Maestría en Desarrollo Rural 20 años, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de
Estudios Ambientales y Rurales - Maestría en Desarrollo Rural, Departamento de Desarrollo Rural, 2001, pp.37-53
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instituciones y las personas, que requieren tiempos largos y decisiones políticas complejas cuyos

resultados solo pueden verse y medirse en el mediano y largo plazo.

La nueva ruralidad se asocia con procesos de democratización local de mayor valoración de

los recursos propios, tanto de los humanos como de los recursos naturales, también implica la

búsqueda de la superación de los conflictos sociopolíticos que dificultan el avance y el bienestar

general de las sociedades rurales. Así mismo, plantea la necesidad de concertación entre los

diferentes actores para la búsqueda del bien común e implica la valoración o creación de

mecanismos de participación y control de los procesos de desarrollo. Otro de los aportes de la

nueva ruralidad es la búsqueda de la revalorización de lo rural, rompiendo el mito de que lo rural

solo representa lo atrasado y lo no deseable en una visión de progreso y desarrollo.

La persistencia de fenómenos como la pobreza, la concentración de la tenencia de la tierra y

de los ingresos, de la importancia de la agricultura y la dependencia de la exportación de bienes

primarios en el continente latinoamericano, no impide las transformaciones de las que hemos

hablado y es por eso que creemos que estamos frente al desarrollo de una nueva ruralidad en

América Latina.

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Documentos en página web:


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