Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
“Jesucristo ha sido herido por nuestras culpas”, es un viejo reproche que cada semana
santa se repite desde hace 2,000 años. Tiempo que aún no ha sido suficiente para
comprender la dimensión de esa culpa y la profundidad de las heridas causadas.
En la Edad Media nació la costumbre de cantar, en los días de Semana Santa, la historia
de la Pasión conforme lo narran los cuatro Evangelios. Ello porque eran muy pocos los
que podían leer la Biblia en el texto latino y, además, porque el pueblo recordaba y
apreciaba así más vividamente los episodios de la Pasión de Cristo. Fue una práctica
que, pese a implantarse en Europa el culto protestante, se conservó hasta el siglo
XVIII.
A este celebre Pasión Bach no sólo le dio música sino que él mismo intervino de
manera crucial en la preparación de su letra y en la estructura del texto. Para ello el
autor de la Tocata y fuga en re menor se valió de su propia imaginación poética, de su
profundo conocimiento de la Biblia, de su basto saber sobre este género musical y de
esa poderosa intuición con la que pudo vislumbrar como Jesús padeció humanamente
su divinidad. Bach no sólo alcanzó dar a su obra la significación eclesiástica de la
pasión y muerte de Cristo, además la supo alimentar de las ideas y sentimientos que
pueblan los dramas populares religiosos de su tiempo y de todos los tiempos. En ellos
resalta ese sesgo profano como el hombre interpreta los episodios religiosos teniendo a
las vicisitudes humanas como fondo.
Recogiendo el relato de San Mateo que comprende los capítulos XXVI y XXVII de su
Evangelio Bach distribuye la materia de su Pasión en dos partes. La primera contiene
los sucesos decisivos que van desde los planes de los sumos sacerdotes y escribas para
prender a Jesús hasta la traición de Judas. La segunda se inicia con el interrogatorio ante
Caifas y concluye con la muerte y enterramiento de Cristo. Ambas representan un
contraste entre la agitación de las pasiones humanas, característico de la primera parte,
y la serena y sabia tranquilidad con la que nos arroba la pasión de Jesús en la segunda.
Es como si Bach más que contraponer ambas miradas, la del gentío que padece su
humanidad y la del redentor que padece su divinidad, las juntara como para
aleccionarnos que el sufrimiento y el amor se hallan en el fondo reconciliados.
El Viernes Santo de 1729 esta divina creación humana fue estrenada. Ha pasado tanto
tiempo que este año conmemoramos los 250 años de la muerte de Bach. Cuando
volvemos a escuchar por más de tres horas esta Pasión según San Mateo y,
especialmente, nos ensimismamos con su final, no podemos evitar pensar en esa
búsqueda vaga, inconsciente pero necesaria que hacemos de ese Dios que padece con
nosotros. Búsqueda que en el caso de Bach, tomando como indicio su música, llego a
buen término.