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Alfredo Domínguez Romero el genio olvidado

En el siglo XX se desataron procesos complejos de transformación; muchos salimos de la


comunidad y nos incorporamos al proceso de producción moderno; recién a mediados de ese
siglo dejamos la mayoría de ser pongos y se nos reconoció los derechos más básicos; y es que
en este camino existieron muchos indígenas, hombre y mujeres, que sobresalieron; como
líderes luchadores, como pensadores, como políticos, como artistas, etc. pero como casi nada
ha cambiado hasta el día de hoy, la historia de los vencedores es una versión que borra a
nuestros héroes e impone los suyos.

Alfredo Dominguez Romero es un caso de aquellos; en un país en el que las alegrías son pocas,
Alfredito debiera lógicamente ser un capítulo en los libros de música, de artes plásticas y de
historia de este país, pero no, Alfredo fue demasiado subversivo como todo lo bueno para los
poderosos de este país, porque le canto al indio campesino, al indio minero, y no a Paz
Estensoro, Hernan Siles o cualquier otro copetudo del poder.

Quizá utilizando la tradición oral como siempre, lo que más se conozca de Dominguez sea su
canto, pero fue un destacado en las Artes Plásticas. Trabajando como dibujante en el ministerio
de minas y petróleo y de dibujante en la página literaria de “El Diario” es que se animó a tomar
enserio esta faceta.

Ilustró los textos de Gastón Suarez y de Oscar Vega del Carpio, diagramó las tapas de sus discos
con sus dibujos y pinturas, quizá destaquen en óleo, los 12 cuadros que acompañan a su mejor
obra musical, sin ánimo a equivocarnos el mejor disco musical del país, Vida, pasión y Muerte
de Juan Cutipa, cuyo argumento es la vida del indígena, en el campo o su traslación a la
producción capitalista, relato profundo con alto contenido estético en música, poesía y pintura.

Pero en las plásticas es más desconocido aún el Alfredo Dominguez grabador, técnica que la
desarrollo en Suiza, en el Centro Ginebrino de Grabado Contemporáneo, obteniendo muchos
premios y críticas positivas de las revistas especializadas en el tema en Europa, como por
ejemplo la revista cultural L’Hebdo que dice: “Alfredo descubre las prensas y las placas de cobre
como antes la guitarra y el charango; las prueba y las domestica rápidamente para obtener un
segundo instrumento. Única concesión a la espantosa tecnología del viejo continente, se deja
seducir por el plástico. El secreto de los relieves originales de sus aguas fuertes son esos
pedazos de plástico plasmados sobre la placa de cobre…Sus obras de una densidad ingenua
abrazan la tierra que nos nutre, se burlan del lujo, se conmueven ante la maternidad, rugen
contra los intolerables contrastes entre ricos y pobres de la América Latina”.

Si bien una enfermedad de la desigualdad “El chagas”, cegó su vida muy tempranamente, es
necesario reivindicar su memoria que es la memoria de los oprimidos de este país.

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