La Quiebra Politica
de la Antropologia Social
en México
(Antologia de wna polémica)
I. La 1MPUGNACION
Editores: ANDRES MEDINA y CARLOS GARCIA MORA
3
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO
México 1983DEL INDIGENISMO DE LA REVOLUCIGN
‘ALA ANTROPOLOGIA CRITICA*
Guitunamo Bort
Las ciencias sociales en América Latina han entrado de
pocos afios a la fecha en un proceso de autorrevisidn, d®
andlisis eritieo de su pasado inmediato, de su actual si
tuaciin y de sus perspestivas a corto y a largo plazo. En
eapecial so ha dado ese proceso en la sociologia, tal veo
porque en muchos paises latinoamericanas os esa 1a dis-
ciplina eovial que mayor ange ha tenido en los ditimos
lustros. Una joven guardia de sociélogos, aun sin confor
mar todavia una escuela propiamente dicha, eoinciden en
abogar por una “nueva Sociologia”, mas acorde con los
tiempos y con los problemas que presenta Ja realidad de
sug paises. Abjuran con mayor o menor vehemencia del
fempivismo miope que caracteriza a una corriente funda-
rental de la sociclogie norteamericana; pugnan por wna
seleccién de temas por investigar en la que el criterio fun-
damental sea 1a importancia del asunto en términos de 1a
problematica sceial actual de los paises de América Lati-
ha; se suman, en fin, al compromiso con la transforma.
tidn do las estracturas actuale; —aunque puedan disen-
tir y, do hecho disientan, en lo que toca al significado
precigo del compromiso y al equilibrio o falta de equili-
Brio quo deba existir entre ts praxis social y la “objeti-
vidad” cientifica,
‘Son muchos los factores que inciden en esta inquic-
tud intelectual, Unos son intemos y obedecen de alguna
= De eso que Haman antrepelooia, mexicana, México, Editorial
Nuestro Tempo, 5. Ay 1970. pp. 99-5.
nay -142, ANDRES 2TEDINA/CARLOS GARCEA sC0RA
manera a la crisis actuad de Latinoamérica, Sea como
fuers que se defina y caracterice esa crisis, 1o que pare
nuestros fines importa es que se reconoce su existencia
¥ se busca responder a su reto. Otros son factorea exter-
nos, y entre ellos habré que contar la influeneia que ejer-
co la obra de cientificos sociales de paises del “Tercer
Mundo” que en fecha reciente han aleanzado su indepen.
Aeneia (como son los escritos de Fanon, Memmi y Ken-
yatta), asf como las corrientes eritieas quo cobran vigor
an el seno mismo de los paises més ricos del mundo ea-
Pitalista, y Ia diversidad éo desarrollos que ha tenido el
pensamiento revolucionario de inspiracién marxista, aun
dentro de los paises socialistas. Todo esto, por supuesto,
en el marco general de una realidad internacional com.
pleja y cambiante que hace sentir sus efectos en todos
los paises, aun en aquellos que hasta hace poco se tendia
@ imaginar fuera de la historia.
Si en México, hoy, una nueva generaciéa de antropé-
logos so plantoa, con una actitud que quiere ser critica,
Ja revisién de sa propia discipilna, este fonémeno no pue.
do considerarse puramente aleatorio ni achacarse —como
con harta frecuencia so hace ante situaciones similares —
a la influencia nefasta de gente con intereses oscuros y
ccultos, ajenos a Los Verdaderos Intereses De La Patria.
Tneiden en nuestro easo los mismos factores que en otros
Paises latinoamericanos, y muestras posiciones derivan de
tuna voluntad do andliais de nuestra propia realidad,
Revolucién, indigenismo, antropologta
Ya sefiuié Margarita Nolas:o, en el ensayo que aparece
en esto mismo volamen, cémo la antropologia social en
México puede hacerse equivalento del indigenismo, pues
‘apenas en los tltimos afios ha habido algunos intontos de
Hevar la investigacién antropoldgica y la aplteaciin de sus
conocimlentos a otros mbites de la sociedad nacional que
no sean los grupos indigenas,
Aun admitiendo 1a existencia de antecedentes colonia-
les y del siglo xrx, parece indiscutible que el indigenismo
mexicano contempordneo dehe reconocer on Ia Revolucién
do 1910 eu punto de partida, el inicio de su forja. La in.
LA QUIEBRA POLITICA/ANTROPOLOGIA SOCIAL 143.
tenciér s ideas fundamentales y las modalidades de la
Practica indigenista se comprencen Mejor si se las con-
templa al lado de la reforma agraria, la educacién rural
y el movimiento intelectual nacionalista, que aleanzaron
Su expresiin més cabal durante el periodo cardenista. No
fue por azar que el primer Congreso Indigenista Inter
Americano se reuniera en Patzcuaro en 1940: podria en-
tenderse esta ocasién como el momento de resumen ¢ in-
tegracién de los planteamientos y practicas do las dos dé
eadas anteriores en materia de edueacion y promocién
econimica de les comunidades indigenas, al lado de lo cual
se habfan institucionalizado ya el indigenismo (Departa-
mento Auténomo de Asuntos Indigenas, 1936) y la ense-
fianza de la antropologia (en el Departamento de Antro-
pologia de la Escuela Nacional de Ciencias Biolég'eas,
1988). Todas las experioncias previas en materia de int
genismo cuajan en Patzcuaro para eonformar una ideolo-
ia acords con la de la Revolucién Mexicana@
Es en eso proceso donde se fermaron los indigenistas
‘Mexicanos més notables, desde Manuel Gamio hasta Gon-
alo Aguirre Beltran. Era un ambiente de euforia revo-
lucionaria, explicable por la curva entonces todavia as-
ceudente del proceso iniciado en 1910@e estaba “forjan.
do patria” (Camio), “substanciaads la idea de naci
(Aguirre Beltrin). Toda la sociedad mexicana se trans-
formaba mediante convulsiones, muchas veces violontas,
@ora dur lugar a un avevo pais que se queria mejor, mas
moderno, mas rico y feliz, La utopia estaba a la vuelta,
do Ja esquina. El indio no podia quedarse rezagado.
2Quién ponia en duda, por entonces, la conveniencia de in-
corporarlo a una sociedad naciongl que se percibia de-
Mmocritica y cada dia més jus! iCabria imaginar si
quiera que hubiese un indigena capaz de no negarse como
‘tal para alcanzar la jerarquia obv:amente superior que ol
mexicano de la Revoluciin ixlunfante gustaba de adjudi-
carse, si no en su presente, sf para un futuro inmediato?
Si algtin reproche debe hacerss a los indigenistas de
esa época —y no sélo # ellos: a casi todos los inti ae
les de la Revolucién consumada— es el haber abandonado
el ejercicio indeclinable de la critica. La eritica de lo que
Pensaba y se hacia en nombre de la revolucién, no la