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EL SAN FELIPE DE BARAJAS: ¿CASTILLO O FUERTE?

Una mirada entre 1560 - 1970

KAREN VICTORIA OROZCO SARABIA

TRANSICIÓN DE LA ARQUITECTURA COLONIAL A LA REPUBLICANA

PROGRAMA DE HISTORIA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

FEBRERO DE 2019
INTRODUCCIÓN

Cartagena de Indias, está ubicada en una posición geográfica que le da


innumerables ventajas defensivas y comerciales. En su fundación, era un islote en
la parte más protegida de la bahía.

Con el paso del tiempo, Cartagena se vuelve una pieza vital del Virreinato de la
Nueva Ganada, la corona comienza a cuestionarse cómo proteger el puerto más
importante de la región; de Europa trajeron muchos arquitectos, ingenieros y
estrategas militares para construir un sistema de defensa a base de fuertes, castillos
y murallas, así como el que había en el viejo continente.

Todo esto se da en respuesta a la preocupación de la corona por los distintos


ataques que había sufrido la ciudad por parte de piratas y corsarios que no tenían
nacionalidad específica y algunos eran apoyados por los enemigos de España,
Cartagena fue víctima de múltiples saqueos que empobrecieron la ciudad.

En 1560 Martín Cote llegó a la ciudad con 7 naves grandes y más de 1000 hombres;
para defender a Cartagena, el gobernador Juan de Bustos contaba solo con 250
hombres. Fallaron tratando de repeler el ataque y al no tener como pagar los
atacantes incendiaron la ciudad como represalia. John Hawkins atacó la ciudad en
1568 con 11 navíos, 4 grandes y 7 pequeños.

En 1586, el corsario inglés Sir Francis Drake trae 23 navíos con 3000 hombres, hizo
rendir la ciudad, la incendió y sus gobernantes refugiados en Turbaco tuvieron que
pagar 120.000 ducados en plata por su rescate. A demás de eso, Drake se llevó
incontables riquezas de las iglesias, hechos que ocurrieron mientras se construía
La Catedral.

Poco antes de este ataque, el Consejo de Indias se estaba preparando para


construir las defensas de todos los puertos marítimos del Caribe, lo cual era un
mega proyecto, para esto contrataron arquitectos, estrategas militares e ingenieros;
luego de este ataque se pone en marcha la construcción del sistema defensivo de
la ciudad.

Al comenzar los planes para defender la ciudad, en 1586 llega a Cartagena el


italiano Bautista Antonelli, distinguido ingeniero militar que servía a la corona de
España. Luego, en 1594, llega a la ciudad nuevamente y diseña los planos de las
primeras fortificaciones.
OBJETIVO

El objetivo de este trabajo es mostrar el papel que jugaron las fortificaciones en


Cartagena de Indias, puesto que esta ciudad era un punto de vital importancia para
la corona Española, principalmente en lo comercial y militar.

También tiene por objetivo reconocer a los personajes históricos que incidieron en
las fortificaciones de Cartagena, esto es, atacantes, defensores y constructores.
EL SAN FELIPE DE BARAJAS: ¿CASTILLO O FUERTE?
Una mirada entre 1560 - 1970

Cartagena de Indias siempre fue un territorio apetecido por piratas y enemigo de la


corona española, es por esto que la defensa de la ciudad se convirtió en una
prioridad para sus pobladores desde las primeras décadas de existencia de la
ciudad. Luego de construir las fortificaciones en el núcleo de Cartagena y el arrabal
de Getsemaní, nace la necesidad de levantar o construir en la colina de San Lázaro
una estructura que impidiera los ataques enemigos desde su cima, puesto que
desde arriba de la colina se podía dominar las murallas y la única entrada a la
ciudad, la Puerta de la Media Luna en Getsemaní. A demás esta colina era el punto
intermedio entre la ciudad y el cercano Cerro de La Popa, donde se construyeron
unas baterías entre 1769 y 1780 para cruzar fuegos con el castillo y dificultar un
ataque enemigo desde el Playón Grande del Pie de la Popa.

Es así como en 1657, durante la colonia, que se construye el castillo San Felipe de
Barajas al nororiente del Centro Histórico de Cartagena de Indias y literalmente
encimado en el Cerro de San Lázaro, a 40 metros de altura en su punto más
elevado. Durante la colonia, se decidió fortificar esta pequeña montaña, dado que
podía ser tomada por el enemigo y usada para atacar desde lo alto al ya avanzado
recinto amurallado.

Inicialmente, el gobernador Melchor Aguilera, en 1639, advirtió de la necesidad de


fortificar la Colina de San Lázaro con un bonete, pero los oficiales de la Real
Hacienda se negaron y esto imposibilitó la obtención de los fondos para su
construcción, sin embargo, el proyecto no se olvidó y ocho años después (1647)
una real cédula ordenaba erigir en dicho cerro un castillo, pero nuevamente su
construcción fue aplazada hasta 1657.
La construcción de San Felipe se ordenó por Real Cédula del 20 de septiembre de
1647, pero solo hasta el 12 de octubre de 1657 y bajo el mando del gobernador
Zapata, se terminó la primera parte del Castillo San Felipe de Barajas, nombrado
así en honor al monarca reinante Felipe IV y del título nobiliario de los ancestros del
gobernador, Los Condes de Barajas, diseñada por el ingeniero holandés Ricardo
Carr inicialmente pero construido por el maestro Gaspar Mejía, el cual edificó un
pequeño fuerte. La primera construcción se trataba de un bonete triangular en la
cima del cerro y constaba de 8 cañones ‘’a barbeta’’ con espacio para una
guarnición de veinte soldados y cuatro artilleros. El San Felipe de esta primera etapa
contaba con tres medio baluartes para los vértices (dos para el sector norte y uno
para el sur), cuatro gritas, pozo de agua, cuartel, almacén y puerta de acceso hacia
el oeste.

Este primer fuerte fue el que el alto oficial de la Marina Francesa, Jean-Bernard
Desjeans halló y destruyó el 20 de abril de 1697, dejando desprotegida la ciudad
que no tardaría en ser saqueada. La importancia estratégica de San Felipe quedaba
clara y por esta razón reconstruirlo y ampliarlo fue prioridad en el siglo siguiente.

Los estragos causados por dicho ataque fueron reparados por Juan de Herrera y
Sotomayor, quién reforzó la fortaleza sin apartarse de su diseño inicial. El refuerzo
se puso a prueba durante el ataque perpetrado en 1741 por los ingleses, al mando
del oficial naval Edward Vernon. San Felipe cumplió si cometido y logró repeler el
intento de toma enemiga.

La importancia estratégica de San Felipe como defensor de la puerta de la ciudad


quedó demostrada después del ataque del barón De Pointis, por esta razón
reconstruirlo y ampliarlo fue una constante en la siguiente centuria. En 1715 se
añadieron a la preexistente fábrica el cuartel de la tropa, el almacén de pólvora y l
puerta principal con puente levadizo, que conectaba con la escalinata a través de
una empalizada con un camino cubierto.
El ingeniero Herrera y Sotomayor también dejó su impronta en el fuerte con una
empalizada en cubierta en la mitad del cerro en 1724 y un edificio militar para la
Casa del Castellano en 1728, que debido a la falta de fondos se dilató su
construcción hasta 1730. A finales de la década, en 1739, al temer un ataque de
Inglaterra se añade en el norte del cerro un hornabeque de fajinas con camino
cubierto y glacis; y al sur, se defiende el playón de San Lázaro con otra batería.

En 1762 el ingeniero militar español Antonio de Arévalo diseña e inicia la ampliación


del Castillo San Felipe de Barajas, el cual es reforzado con baterías colaterales que
dan el aspecto actual a esta construcción colonial sin paragón en América.

 Batería de San Lázaro: situada en el sector sur del castillo, protegía con
cinco cañones el acceso por el playón de San Lázaro y la ciénaga del
Cocal, fue realizada inicialmente en fajina hacia 1739 por el ingeniero Juan
de Herrera y Sotomayor. Antonio de Arévalo la reconstruyó de manera
definitiva entre 1762 y 1769, añadiéndole tres aljibes con capacidad para
72000 raciones de agua cada uno.
 Batería de Santa Bárbara: construida hacia 1762 en el sector noreste,
podía batir el Cerro de La Popa con sus siete cañones.
 Batería de La Redención: situada entre las baterías de La Cruz y Santa
Bárbara, defendía el acceso desde el cabrero con once cañones. Fue
construida entre 1762 y 1769.
 Batería del Hornabeque: hermanada con la batería de La Cruz, reforzaba
con seis cañones el sector norte del castillo de San Felipe. Inicialmente
construida en la fajina hacia 1739 por Juan de Herrera y Sotomayor, fue
unas de las últimas baterías terminadas por Antonio de Arévalo entre 1762
y 1769.
 Batería de San Carlos y Los Apóstoles: situada en el sector norte, se
comunica con el castillo por debajo del Hornabeque y está dominada por
los fuegos del castillo y de la batería de La Redención. Su construcción se
realizó entre 1762 y 1769, y tuvo la mayor potencia de fuego con trece
cañones.
 Batería de La Cruz: construida entre 1762 y 1769 en el sector noroeste.
Es la batería colateral del Hornabeque y enlaza la defensa con San Carlos
y Santa Bárbara con ocho cañones.

En 1741 San Felipe de Barajas fue el escenario de un hito histórico en la historia de


Cartagena de Indias: la derrota del numeroso ejército inglés reunido por Vernon en
las faldas del Cerro. Después de asediar la ciudad y su bahía durante más de un
mes, habiendo rendido los fuertes de Bocachica y algunos de la bahía interior,
decide atacar al castillo.

La ofensiva inglesa por el flanco mejor defendido fue un grave error estratégico que,
junto con la audaz defensa del fuerte, liderada por Blas de Lezo, evitó la toma del
mismo por parte de las numerosas tropas enemigas debilitadas por las
enfermedades tropicales. La victoria en San Felipe de Barajas evitó la toma de la
ciudad y con ello, mantuvo la preeminencia hispánica en el Caribe y en Sudamérica.

Sin embargo, San Felipe de Barajas no podía considerarse invencible, es por esto
que al reanudarse las hostilidades en 1762 con la toma de La Habana por Inglaterra
se ordena al ingeniero Antonio de Arévalo mejorar la fortificación del castillo. Desde
1762 hasta 1769 se construyen una serie de baterías colaterales que adaptándose
a la peculiar orografía del cerro hacen del mismo lugar casi inexpugnable.1

Estas baterías, San Carlos y Los Apóstoles en el sector norte, EL Hornabeque


también al norte, La Cruz orientada al noroeste, Santa Bárbara también al noroeste,
La Redención situada entre La Cruz y Santa Bárbara, y San Lázaro defendiendo el
flanco meridional, proporcionaban al castillo un total de 63 cañones de diferente

1 Fortificaciones de Cartagena – página oficial.


potencia de fuego que impedían la toma de alguna de ellas sin ocupar la totalidad
del complejo.

Arévalo también dotó a San Felipe con un sistema de galerías y pasadizos para
facilitar el tránsito de las tropas cuarteles subterráneos con capacidad para albergar
a 350 hombres en caso de asedio, galerías y en la batería de San Lázaro, aljibes
de gran capacidad para surtir de agua a la guarnición en caso de un asedio
prolongado. A demás, el cerro fue perforado con un galería magistral casi a nivel
del mar que, bifurcándose en ramales ciegos, permitía colocar explosivos para
mermar las tropas enemigas en su aproximación al fuerte.

La traza de San Felipe no se correspondía a la geometría clásica que predominaba


en Europa debido a su adaptación a la orografía, por esta razón a finales del siglo
XVIII se planteó en repetidas ocasiones su demolición y la construcción de un nuevo
San Felipe más acorde con los planteamientos poliorcéticos de la época; pero la
falta de una justificación real, su enorme costo y la falta de fondo, impidieron la
realización de todas y cas una de las propuestas presentadas.2

San Felipe en el siglo XIX y XX, siguió siendo un enclave estratégico e la defensa
de la ciudad durante los movimientos independentistas pero una vez lograda la
liberación y la pacificación del territorio, el castillo fue perdiendo importancia hasta
terminar siendo abandonado. Invadido por la maleza y ocupados sus alrededores
con casas particulares, estuvo a punto de desaparecer al ser utilizado durante varias
décadas como cantera. Debido a las presiones realizadas desde unos pocos
periódicos concienciados de la importancia patrimonial del fuerte, se cedió
finalmente su titularidad a la República de Colombia el 22 de agosto de 1887.

Pero no sería hasta 1928 cuando la sociedad de mejoras públicas encargó al señor
Carlos Crismatt la restauración del fuerte, que unido al traslado de las casas

2Fortificaciones de Cartagena – página oficial.


ubicadas en sus proximidades logró rescatar San Felipe para los cartageneros y la
nación.

CUANDO EL CASTILLO SAN FELIPE TUVO ‘’DUEÑO’’

Casi medio siglo antes de que Carlos Crismatt Esquivia emprendiera la reconstrucción del
entonces arruinado Castillo San Felipe (1928), esta fortaleza estuvo prácticamente en
manos de un particular que compró los terrenos donde estaba construida la joya de la
Corona española. ¿Cómo pasó?

A finales del siglo XIX, varios años después de la Independencia, cuando las fortalezas de
la ciudad ya no eran útiles como sistema defensivo y el Castillo se convirtió en un
maloliente “trasto viejo” rodeado de maleza, y ante la crisis económica que se vivía en
aquella época, el presidente Manuel Murillo Toro autorizó vender los bienes de la Nación
para subsanar algunas necesidades.

“En esa época no se le daba importancia a las fortalezas, ni siquiera en aspectos


estratégicos. Fueron importantes hasta el momento de la Independencia (1811), cuando
estuvo en auge todo ese sistema defensivo, después no, porque las necesidades defensivas
de la ciudad cambiaron.

Ya no vinieron asaltos, ocurrieron otros sitios (asedios) a la ciudad, pero la amenaza de


piratas, por ejemplo, había desaparecido. Entonces ese sistema quedó obsoleto y en la
década de 1820 ya no tenía la misma utilidad de 20 años atrás”, explica el historiador
Moisés Álvarez, director del Museo Histórico de Cartagena.

Cuentan los historiadores que así no solo fueron vendidos los terrenos del Castillo sino
también los cañones y otros inmuebles. De esta manera fue como un señor llamado
Antonio Gulfo se convirtió en propietario de los terrenos donde está construido el San
Felipe.

El arquitecto e investigador Javier Rodríguez De Ávila, dice en su libro “La llave de la


ciudad, fuerte de San Felipe de Barajas”, que “el estado soberano de Bolívar,
empobrecido y endeudado, había heredado por la Constitución de 1863 la propiedad de
muchos solares baldíos colindantes a la ciudad. En busca de recursos y a cambio de bonos
de deuda, se sacaron a remate. Así se adjudicó al señor Gulfo, sin deslindar, la fortaleza
de San Felipe de Barajas, y gran parte de los suburbios”.

Rodríguez De Ávila recoge en su ejemplar un apunte de las investigaciones de Arturo


Matson Figueroa, publicadas en el volumen número 73 del “Boletín historial” de la
Academia de Historia, donde dice que “los terrenos que iban desde la puerta de la capilla
del Convento de la Popa hasta la puerta de la Media Luna quedaban en manos de Gulfo y
su hermana Rita Gulfo de Morales”.

Entonces Gulfo empezó a ser denunciado por un ciudadano en el periódico El Porvenir,


que lo acusó de utilizar el Cerro como cantera y de extraer material de las bases del mismo
para su beneficio.

¿Quién era ese hombre?


Era un súbdito italiano que se dedicó a la alfarería, y cuenta el historiador Álvarez que
llegó a Cartagena “entre las décadas de 1870 y 1880, cuando arribaron muchos
emigrantes a la ciudad. Llegaron italianos, ingleses, alemanes, franceses. Aquí entraron
muchos europeos, como el señor (Juan Bautista) Mainero, por ejemplo, que también era
italiano, y muchos se dedican al negocio inmobiliario. Tanto las construcciones como las
tierras eran sus principales tipos de negocio”.

No aguantó la presión

Tanta fue la presión que ejercieron sobre él las denuncias en El Porvenir que decidió
“donar” las tierras al Estado, como consta en la escritura pública 290 de 1987. “El señor
Antonio B. Gulfo: que conocedor de sus derechos y de lo que le compete hacer, de su libre
y espontánea voluntad, hace cesión gratuita, incondicional e irrevocable a favor de la
República de Colombia de los terrenos de El Espinal, toda la parte del Cerro que sirve de
base a la fortaleza o Castillo nombrado San Felipe de Barajas, cuyos terrenos le
pertenecen en propiedad, dominio y señorío, porque los hubo y compró al Señor Don
Manuel Núñez Ripoll, por medio de su apoderado el Señor Don Lázaro Ramos, por
Escritura Pública otorgada a su favor el veinte de mayo del año de mil ochocientos
ochenta y seis, bajo el número 125 y por el Notario Público Principal que lo fue de esta
Provincia, Doctor Juan N. Pombo”, dice la escritura.

Álvarez explica que “él (Gulfo) hace una donación graciosa, absoluta, sin pedir nada a
cambio, una cesión gratuita, pero lo que se sabe por la historia, es que fue la forma de
detener el escándalo que se le venía para encima”.

En dicha escritura, Antonio Gulfo se refiere a las publicaciones y a las denuncias de El


Porvenir y se justifica. “Según aparece de los títulos de propiedad y plano que poseo, la
fortaleza de San Felipe, construida sobre un Cerro de barro, se halla comprendida dentro
de los terrenos de mi propiedad; y bien es cierto que yo no me he considerado ni he
pretendido creerme dueño de la citada fortaleza, sí creo que me pertenece el terreno en que
está, pudiendo disponer de toda aquella parte que no tenga que ver con los cimientos de
ella. Sin embargo de todo esto, si bien es cierto que a veces he cobrado un mínimo derecho
cuando las carretas han extraído barro de ese Cerro y he podido verlos, también lo es que
yo jamás he autorizado para extraerlo de dicho lugar. En mis terrenos existían muchísimos
lugares de donde se extraen y pueden extraerse incalculables cantidades de barro,
principiando por el enorme Cerro llamado ‘Pelado’, que está cerca del de San Felipe”.

Y agrega: “Como yo no quiero que se pueda llegar a atribuir el derrumbe de una fortaleza
totalmente destruida y arruinada (sin que de ello haya sido causa la extracción
insignificante de barro de la falda del Cerro), he resuelto ceder a título gratuito a favor de
la Nación, todos y cualquier derecho que por la compra de los terrenos del Espinal pueda
yo haber adquirido en el Cerro que sirve de base al Castillo de San Felipe”.3

En 1969 la batería de San Lázaro, donde se ubicaban los tres grandes albijes del
castillo, se derrumbó debido a fallas en el terreno y fue reconstruida en parte,
emplazando en su interior oficinas, una década después. Hoy en día se sigue
trabajando en la conservación de este excepcional legado para las generaciones
futuras.

A modo de conclusión se puede afirmar que el Castillo San Felipe cumplió una tarea
invaluable en lo que a la defensa de la ciudad se refiere, personalmente pienso que
su nombre correcto debería ser Fuerte de San Felipe y no Castillo, este junto con el
resto de fortificaciones que fueron construidas en la ciudad como lo son el fuerte de
Bocachica y el San Sebastián defendieron a la ciudad de múltiples ataques
enemigos.

Artculo tomado del chivo del periódico El Universal, por Julie Parra Benítez, 04 de marzo
de 2018.
REGISTRO FOTOGRÁFICO

Bonete del Castillo San Felipe, autor desconocido

San Felipe de Barajas visto desde arriba- autor desconocido


Castillo San Felipe, vista lateral. Autor desconocido.

Castillo San Felipe. Autor desconocido


Castillo San Felipe, tomado de www.depositphotos.com

Túneles internos del Castillo San Felipe de Barajas.


Castillo San Felipe de Barajas, Fotografía tomada del archivo del periódico El
Universal.

Cañones y baterías del Castillo San Felipe, autor desconocido.


Castillo San Felipe y estatua de Blas de Lezo, vista lateral; autor desconocido.

Planos de Bautista Antonelli, La Cortina Defensiva de Cartagena de Indias.


Asalto de Francis Drake en 1586, Cartagena solo contaba con 4 culebrinas para
defenderse, no tenía ninguna muralla. Cuentan que, aunque solo contaba con
estas 4 culebrinas, estas eran movidas estratégicamente, tanto que dificultaban el
ataque; dibujante Boazzio.

Panorámica Castillo San Felipe, archivo del Universal, fotografía de Gabriel


García.

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