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ARTESANOS

V0L. X

ARTESANOS
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ARTESANOS

Que me disculpen los sabios


pero la sabiduría
duerme detrás de tu oreja
y no en Grecia
como la historia creía
(…)

Que me disculpe el poeta


pero toda la poesía
la encuentro sobre un madero
y me verso con tus rodillas que riman

Fragmento de “Testimonio”, Juan Luís Guerra

ARTISTA: SE BUSCA
Dicen que el mundo está loco, que se está volviendo loco. En muchos sentidos
es verdad, y por eso estamos llamados a traer algo de cordura. Cuando no
entendemos nada, cuando la vida pesa más de lo que podemos soportar,
comenzamos a perder el sentido y ne-cesitamos consuelo, comprensión,
ánimo. A veces es culpa del contexto, otras veces somos responsables en
primera persona de nuestra locura.

Saúl se estaba volviendo loco. El rey de Israel tenía serios problemas


mentales. No sa-bemos muy bien por qué; unos dicen que era un espíritu
de parte de Dios (¡!), otros que de parte de Satanás (¡!), o quizá simplemente
tenía manía persecutoria y sus inseguridades comenzaron a pasarle factura.
No dormía bien, pensaba que todos confabulaban a su alrededor. El trono
le pesaba demasiado y él se creía el gran protagonista de la historia. Estaba
irascible, irritable, insoportable, pero dicen que la música amansa a las fieras,
así que decidieron hacerle musicoterapia.

Para ellos, necesitaban a alguien que estuviera a la altura, un artista que


cumpliera con las expectativas, un artesano que pudiera sanar el alma de
Saúl. Sus siervos empezaron a meditar.

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Entonces, uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de
Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso, hombre de guerra, prudente
en sus pala-bras, y hermoso, y Jehová está con él. 1

Uno de ellos pensó en David. Por alguna razón lo conocía y sabía que cumplía
con los requisitos.

Un artista. En todas sus dimensiones.


Recuperemos esta palabra, la necesitamos. Artista. Hubo una época donde
en nuestro contexto evangélico era una palabra proscrita. Denotaba orgullo,
rebeldía, rareza, poca fiabilidad. Circunscrita a nuestra casi única expresión
artística, la música, decidimos cambiar la palabra artista por “salmista”, como
intentando espiritualizar el oficio, dándonos a los músicos un aura dos niveles
por encima de otros y desvinculándonos del arte más allá de nuestros muros
dogmáticos. “Ellos son artistas, nosotros salmistas”, pensábamos con esos
aires de autosuficiencia tan nuestros. El mundo está loco, nuestro mundo
evangélico también. Las palabras hacen cultura, también forman o deforman.
Artistas, artesanos, eso es lo que somos. Dejemos las terminologías raras atrás
y comencemos por transformar nuestro lenguaje para luego transformar
nuestra praxis.

Y como artistas, como David, debemos saber hacia dónde apuntar para
no errar en el blanco. Saber qué se espera de nosotros. Y en ese sencillo
versículo, dicho por un siervo de Saúl, encontramos cuatro características
que todo artista debe tener en cuenta para asumir su rol como artesano y
servir a los demás de la mejor manera posible, para desarrollar así su arte
como cristiano.

El primer aspecto no es el más importante, pero es el primero. Y es


sorprendente:
“Sabe tocar”
En otras versiones dice: tiene talento. Sabe tocar, es decir, domina el campo
del arte que ejerce. La excelencia técnica de la que nos hablaba Schaeffer
(vol. II). Que sepa tocar es lo primero que se espera de David. No es su
espiritualidad lo que se tiene en cuenta, ni su compromiso o disposición,
sino que sabe tocar, que tiene talento y lo usa. Y en realidad, esto es algo muy
espiritual. El talento ejercido con excelencia apunta al Creador de ese talento.
Dios lo pone en nosotros, pero es nuestra responsabilidad desarrollarlo,
regarlo y cultivarlo. Sabe tocar. Y para ello no hay otro camino que la
disciplina, sin ella, el talento se pudre. La disciplina de una persona habla
mucho de su carácter, de sus prioridades. David, en sus horas de soledad,
practicaba, y mucho. Y cuando quería desconectar, quizá lanzaba piedras; era

1 -1 Samuel 16:18 RVR60

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ARTESANOS

su hobby. Buscar la disciplina en las artes es una tarea necesaria en nuestras


iglesias, no solo como intérpretes, sino en todas las expresiones artísticas.
Sin saber tocar, todo queda en buenas intenciones. La imagen del artista
dejado, despreocupado, que es bohemio y cuyo arte le corre por las venas y
él solo tiene que dejar que fluya es una quimera. Los mejores de la historia
eran metódicos, sabían tocar.

Y esto no es una apología al profesionalismo, pero sí una advertencia ante


la dejadez. Tu técnica será el límite para tu expresión, y será lo que te dé el
derecho de ser escuchado como artista. Sea cual sea tu canal. Tus dones, lo
que sabes hacer bien, te abrirán puertas.

El secreto de la disciplina está en que aquello que haces, lo hagas porque


te apasiona. Difícilmente podrás mantener en el tiempo una disciplina que
no te suponga un placer “per se”. Debes saber y ser consciente de que el
sacrificio vale la pena. David tocaba porque disfrutaba haciéndolo. Como
dice Alexander Paterson: “El secreto de
la disciplina es la motivación. Cuando un
hombre está suficientemente motivado, la ÉL ES EL VERDADERO
disciplina cuidará de sí misma”.
Pero no es suficiente. El texto con las
“CAZATALENTOS”,
características de este artista continúa: Y YA ESTÁS EN
“Y es valiente y vigoroso, hombre de guerra.” SUS MANOS. NO
¿Qué es el arte? Hay definiciones técnicas
PODEMOS SER
que no terminamos de entender, otras PASIVOS CON
más poéticas, algunas más concretas y NUESTROS DONES.
también las hay generalizadas. El arte es
muchas cosas, aunque tampoco es todo.
Si todo es arte, nada lo es. No lo sé. Pero sin duda, sea lo que sea, el arte se
expresa. Se manifiesta, acontece, se percibe. De alguna manera, se deja ver.
Y tiene un emisor, alguien valiente, que supera sus miedos y barreras para
expresarse y ¡boom! hace arte.

Hay personas con mucho talento que, por temor, lo entierran; son tan
cuidadosas que lo guardan. Eso es una locura más. Porque recuerda: tus
dones no son tuyos, son para los demás. Ejercer nuestros dones no es un
derecho, es una obligación moral. No es solo una oportunidad, sino una
comisión, un encargo. Tus dones y talentos no pueden quedarse en tu
interior, en la retaguardia, sino que tienen que salir de ti. Es ahí afuera donde
se manifiestan. Y para ello necesitas iniciativa, valor, vigor, no esperar que
nadie te “descubra”. Dios ya te ha descubierto, te ha encontrado, Él es el
verdadero “cazatalentos”, y ya estás en sus manos. No podemos ser pasivos
con nuestros dones.

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Este David, un capítulo después matará a Goliat, el gigante. Nadie tuvo que
decirle lo que debía hacer. Cuando llegó y vio la situación, sabiendo que
podía vencer a Goliat, una amenaza real para su pueblo, se ofreció. Valiente
y vigoroso. Se sintió en la obligación moral de ejercer uno de sus dones (que
también era su hobby): tirar piedras. Él lo hacía como nadie. Un médico que
se encuentra en una situación de emergencia, viendo cómo alguien sufre un
ataque al corazón en un restaurante, está en la obligación moral de ejercer sus
dones, forma parte de su código deontológico. Si no lo hace, se considerará
“omisión de socorro”. Este mundo sin duda necesita ayuda, necesita socorro.
Nuestra tarea, también nuestra tarea artística, no es solo una oportunidad, es
un deber. Es lo que hace un artista, un artesano.

La necesidad de tu prójimo es el espacio donde tus dones deben ejercitarse,


pero para ello deben estar a disposición, en la vanguardia (recuerda: “hombre
de guerra”), asumiendo los conflictos de la vida de otros como propios, con
coraje, superando nuestros propios miedos por amor a los demás. Valiente
y vigoroso.

Que lo que sabes tocar suene, que ocurra en la realidad, que no quede
enterrado en ti. Pero cuidado, esto tampoco es suficiente.
El texto sigue:
“Prudente en sus palabras, hermoso”.
Menos mal que estas características no hacen referencia a una cuestión física
solamente. Si fuese así, muchos de nosotros estaríamos descalificados de
entrada. Estas palabras hacen referencia a la opinión que otros tienen de ti.
Claro, como artistas, nuestra independencia creativa es un valor
importantísimo que forma parte de nuestra “validez”. No nos vendemos, ni
sustituimos nuestra manera de entender el arte para tener más followers. No.
Pero sí debemos ser prudentes. ¿Qué piensan los demás (sobre todo aquellos
que te quieren) de ti? Si sirves dentro de una comunidad cris-tiana, lo que
esa comunidad opina de ti es fundamental. Es imposible ejercer tus dones
libremente, sirviendo a los demás, si esos “demás” tienen una mala opinión
de ti. No se dejarán servir.

La gente quedó maravillada de su enseñanza, porque Jesús hablaba con autoridad, y


no como los maestros de la ley2.

¿Qué era lo que hacía la diferencia entre Jesús y los otros maestros? ¿Qué era
lo que le daba autoridad? Jesús no solo enseñaba, también se había ganado
el derecho a ser escuchado; estaba sanando a los enfermos, liberando a los
cautivos. Él era el Mesías, pero no iba proclamándolo a los cuatro vientos.
Prudente en sus palabras. Y lo que decía era atrayente, hermoso.

2 - Marcos 1:22

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ARTESANOS

Por otro lado, el arte también tiene un receptor que interpreta tu obra. Y ese
es un punto importante. Con demasiada frecuencia escucho que el artista
debe hacer lo que quiera, que es soberano de su arte y que tener en cuenta a
los demás le quita valor a su obra.

Si eso es lo que piensan, tendrán que pelearse con toda la historia del arte,
basada fun-damentalmente en encargos de otros, donde el artista, que es
prudente, ofrecía propuestas extraordinarias, geniales, pero tan geniales que
permitía que sus receptores, su público, lo entendiera. No los dejaba atrás,
no era un arte meramente incomprendido; esas son las escasas excepciones,
no la regla, como Mozart o Dostoievski, Beethoven o Stanley Kubrick, que
eran unos “adelantados a su tiempo”, pero que hicieron que su tiempo se
adelantara, avanzara. Como Jesús, con planteamientos “novedosos”, pero
que eran comunicados de manera comprensible, contextualizados a su
cultura. Prudente en sus palabras, en su comunicación, sabiendo qué decir
y, extremadamente importante, cuándo y cómo decirlo. Y como siempre,
vistiendo el arte para la ocasión, adecuándolo. Hermoso. Es todo un arte no
ser un desubicado.

Los que querían ayudar a Saúl sabían que David no solamente sabía tocar
y estaba dis-puesto, sino que sabría adaptar su don a las circunstancias del
momento, teniendo criterios maduros de adecuación. Si Saúl necesitaba paz,
no iba a hacer sonar su arpa de manera estridente. Es de sentido común, el
menos común de los sentidos. Nuestra iniciativa debe estar templada por
nuestra prudencia y saber hacer. Es una cuestión de carácter y madurez.
Cuando comencé con mi carrera musical, una persona que admiraba mucho
me dio un consejo que tengo grabado en mi corazón desde entonces: tus
dones te abrirán puertas, pero será tu carácter lo que te sostendrá, no tus
dones. Y aquí seguimos, intentando cultivar ambos aspectos.
Y por último, pero no menos importante.

“Y Jehová está con él.”


Es decir, que Dios avalaba lo que David hacía. Porque estaba respondiendo a
un llamado, y eso lo cambia todo. En los momentos de mayor dificultad, de
pruebas y dudas, lo que te sostendrá como artista no serán ni tus dones, ni tu
iniciativa, ni tu prudencia, sino saber que Dios está contigo, que Él te llamó y
que tú has profundizado en ese llamado. Recordar que Su gracia es lo que te
salvó y te da la capacidad de crear, que Él está contigo “dondequiera que vayas”3
, es lo que te dará fuerzas para seguir cuando ya no te queden. Hay artistas
que “desmayaron” a pesar de tener un don extraordinario y una iniciativa y
un carácter portentosos. Pero si Dios no está con nosotros, nada de eso es
perdurable. Y para saber esa verdad, de que Él está conmigo, no puedo hacer

3 - Josué 1:8-9

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otra cosa que seguir manteniendo viva la llama, mi relación con Él. David
tenía una relación viva con Dios, lo vemos en sus oraciones, los salmos. Tenía
línea abierta con Dios, con sinceridad, pero también con confianza. “Jehová
está con él.”

Estas cuatro características (el talento, la iniciativa, la prudencia y la presencia


de Dios conmigo), como los cuatro puntos cardinales, me han ayudado
mucho como artista a situarme, como una brújula, a examinar cómo y dónde
estoy. Y quizá hay alguna de estas áreas donde debo trabajar más. Tal vez mi
disciplina está resentida, y debo afilar mi espada. O quizá me he amedrentado
y me he quedado en mi comodidad, olvidando que el arte si no se expresa
queda en el limbo de las ideas. O tal vez no he tenido en cuenta a quién estoy
sirviendo y mi orgullo me ha dejado solo. Y, por último, puede que haya
olvidado quién es el dador de mis dones, mi fuente de energía; en ese caso,
tarde o temprano me apagaría.

El mundo está loco y nosotros hemos sido llamados a sanarlo, yendo hacia
los cuatro puntos cardinales de este planeta necesitado y ejercer un arte sano.
Que sana. Hoy, más que nunca, se buscan artistas.

ARTESANOS EXCÉNTRICOS
Copérnico demostró que la Tierra no era el centro del universo y que se
movía. Sería muy saludable hoy para nosotros demostrar que tampoco
somos el centro del universo creativo y que nos movemos.

Siempre se dice de los artistas que somos excéntricos. La excentricidad se


asocia a aquellas personas con actitud inconformista, creatividad, curiosidad
intensa, idealismo y focalizados en una afición… quizá no sea tan malo ser un
poco excéntrico. Etimológicamente significa “fuera del centro”.

Todo un giro copernicano. Nosotros no estamos en el centro ni somos la


fuente de nuestro arte. En el centro, según nuestra cosmovisión, está aquel
de quien son todas las cosas: Jesús.

Porque el artista no es el centro del arte, Jesús lo es.


No en la capa externa solamente, ni necesariamente en lo que verbalizamos,
pero sí en el centro; como dicen ahora, cristocéntrico. Y eso no significa
mencionar a Jesús cada dos frases, significa que Él es el epicentro de todo lo
que somos y que, si la gente investiga y profundiza en nuestra obra, terminará
encontrando a Jesús dentro de ella de alguna u otra manera. Porque es de
donde irradia toda nuestra creatividad en realidad.

232
ARTESANOS

Excéntrico. Nosotros fuera del centro, no teniendo más alto concepto de


nosotros que el que debemos tener, sino pensando de nosotros con cordura,
conforme a la medida de fe que nos fue dada a cada uno4.

Lo contrario de cordura es locura. Creernos el centro y la fuente de nuestras


obras es una locura que ha traído graves consecuencias al mundo del arte y las
ciencias. Por ello, como artesanos necesitamos un ingrediente fundamental,
contracultural, en el mundo del arte que hará la diferencia: la humildad.

La humildad no es pensar poco de ti, sino pensar poco en ti. Quitémonos


importancia, ¡no nos tomemos tan en serio!Un autoolvido, como nos enseña
Tim Keller, donde “ni yo me juzgo”. No me enfoco en mí, sino en Dios y en
los demás, los dos mandamientos que nos hacen más humanos y reales.

Como artistas, tendemos a ser nuestro tema favorito, somos como Salvador
Dalí, que creía que su genialidad consistía en su cosmovisión particular de
la vida que inundaba toda su obra. Ser
demasiado conscientes de “nosotros”, “de
mí”, puede terminar encerrándonos en LA HUMILDAD NO ES
no-sotros mismos y hacernos incapaces
de sentir al otro, convirtiendo todo lo
PENSAR POCO DE TI,
que nos rodea, incluyendo las personas, SINO PENSAR POCO
en una extensión de nuestro yo. Y eso es EN TI.
terrible, porque nos incapacita para amar.
Y nos vuelve locos como Nabucodonosor.
Demasiado centrado en ti mismo, terminas en un pozo profundo y oscuro
del que es difícil salir. Está demostrado que los excéntricos sufren menos
enfermedades mentales.

Ese egocentrismo nos denigra y nos convierte en gente apática, incapaz de


sentir el “pathos”, el dolor del otro. Sí, es griego. El orgullo nos hace apáticos
y nos deja solos y sin capacidad de movimiento, viviendo en la ilusión de
que todo gira a nuestro alrededor y de que nosotros somos los grandes
protagonistas de la historia. Una auténtica locura.

Frente a esa apatía que sufren muchos artistas, la propuesta de Dios es la


empatía. Ocupar el lugar del otro y tener la capacidad de sentir el dolor de
los demás. La empatía es sanadora, es salvadora. ¿O no estamos cansados de
escuchar que Jesús ocupó nuestro lugar? Eso es empatía.

La carta a los Hebreos es prolija en este sentido. Nos dice que Jesús puede
ser nuestro sumo sacerdote, nuestro representante, no solamente por su

4 - Romanos 12:3

233
poder, sino sobre todo por su debilidad, por identificarse con nosotros, por
ser tentado en todo. Por eso Él puede so-corrernos, sanarnos. Y su “obra
maestra” en la cruz nos salvó. Porque no estimó el ser igual a Dios, como dice
la canción que aparece en Filipenses 2 conocida como el “Carmen Christi”, el
poema de Cristo. Sino que se despojó de sí mismo, salió de sí mismo y tomó
forma de siervo… No se quedó aferrado, estático y apático. Se movió hacia
nosotros.

El rescate de Jesús se dio no solo por su divinidad, sino por su humanidad:


un poco menor que los ángeles nos dice Hebreos, semejante a nosotros en
todo. Jesús fue humano, el humano. Ecce homo, recordando aquella famosa
frase del gobernador romano de Judea, Poncio Pilato en Juan 19:5, que ha
servido de inspiración a infinidad de obras representativas de Jesús.
Pilato les dijo: - “¡Aquí está el hombre!”.

El hombre, el ser humano más humano de la historia.


Porque ser cristiano es ser humano.
Ser artista, artesano, es ser humano.
Muy humano.

Sustituyamos la apatía por la empatía y creemos arte identificándonos con


las personas, eso tendrá mucho más poder que demostrar lo que somos
capaces de hacer. Autoolvido, me encanta esa palabra; vivamos para Dios
y para los demás, empaticemos con ellos, creemos sabiendo que Jesús es
el centro de nuestras vidas y del universo entero. Tengamos cordura y no
queramos ocupar el centro de la escena. Recordemos que todo es gracia, que
todo fluye de Su gracia y que nos ha sido dada.

La gracia es la única fuente inagotable de “buenas obras”. Nunca olvidemos


esto, o nos volveremos locos. Seamos un poco excéntricos, salgamos del
centro de nuestro universo, movámonos y pongamos a Dios en el lugar que
le corresponde. Solo entonces todo ocupará su lugar. Porque Dios mismo
está en esa danza, en movimiento, dándose gloria los unos a los otros.
Que el giro copernicano llegue a las artes y podamos disfrutar con mayor
intensidad de todo lo creado, incluyendo nosotros mismos y los demás.

CULTIVAR
Pongan atención. Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas algunas
cayeron junto al camino y las aves llegaron y se las comieron. Otras cayeron en
un terreno rocoso, sin mucha tierra. Pronto germinaron, porque la tierra so era
profunda; pero como no tenía raíces, cuando salió el sol ardiente, las marchitó y
murieron. Algunas semillas cayeron entre espinos que, al crecer, ahogaron las
plantas y no pudieron dar frutos. Pero algunas de las semillas cayeron en buena

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ARTESANOS

tierra y brotaron, crecieron y produjeron treinta, sesenta y hasta cien semillas por
cada una sembrada. Y añadía Jesús: El que tenga oídos, oiga. Marcos 4:3-9

Somos creadores, pero en realidad no. No en el sentido absoluto. No podemos


crear de la “nada”. No somos Dios. Siendo realmente excéntricos, humildes,
con el concepto correcto, reconocemos que lo que creamos es fruto de
semillas que otros han depositado en nosotros.

Cultivar es una palabra menos atractiva que crear. Cultivar no es una cuestión
que parezca muy creativa, tiene que ver con conservar. Con asegurarnos de
que el mundo que dejamos a nuestro paso, nuestro legado cultural, tenga al
menos tantas posibilidades y excelencia como el que heredamos. Que no es
poco.

Tiene que ver con crear las condiciones más fértiles para que esas semillas
(que no hemos creado nosotros) den su fruto a treinta, sesenta y cien por
uno. Que las semillas de creatividad se conserven, germinen y prosperen, se
multipliquen.

Los seres humanos nos pasamos la vida cultivando y conservando la cultura.


Desde que somos niños comenzamos imitando más que creando, cultivamos
aquello que nos viene dado de nuestros padres y nuestro entorno. Solo
cuando hemos aprendido a cultivar, po-demos crear. Y esas pequeñas
disciplinas, hechas una y otra vez, con el tiempo, crean en nosotros nuevas
capacidades. Y damos fruto. Por pequeñas que sean esas disciplinas pueden
tener poderosos efectos en nosotros y en la cultura que nos rodea. ¿Por qué
no soy creativo? Quizá lo seas, pero hay cosas que están impidiendo que esa
creatividad se manifieste. La semilla está, pero algo falla.

Jesús nos contó esta parábola donde nos enseña esos impedimentos que nos
impiden dar fruto. Así, si cuidamos esas áreas, el potencial depositado en
nosotros podrá manifestarse.

“Pongan atención”.
La semilla es la palabra de Dios, la chispa divina que da inicio a todo. El
combustible de la creatividad, el potencial creador, sembrado en nosotros.
Esa semilla de creatividad es plantada en nuestro corazón. Lo que ocurra con
ella ahora depende de la tierra, es decir, de ti y de mí.

Lo primero que debemos notar es que Dios reparte su semilla por todas
partes. Hay semi-llas de creatividad divina en todo lugar, en todo tipo de
tierra, sin excepción, porque Dios no hace acepción de personas. Pero,
aunque es la misma potencialidad, los resultados son distintos. No por la
semilla, sino por el lugar donde ha sido depositada.

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Una parte cayó junto al camino y los pájaros llegaron y se la comieron. Eran
semillas que habían caído en terreno de nadie y no estaban protegidas. No
habían tenido tiempo ni de germinar, parecía que ni existían. Los de “junto al
camino” son aquellos que “escuchan”5, que han tenido la posibilidad de tener
esa semilla, pero el enemigo se la ha arrebatado. No saben quiénes son. Sin
identidad. No saben que vienen de un Dios Creador y creativo que les ha
dado esa misma creatividad. Están junto al camino, no saben de quién son en
realidad, a quién pertenecen. Entonces esa creatividad es robada, se esfuma,
no tiene ni la oportunidad de brotar, ni de intentarlo. Nadie sabe que estaba
allí, jamás se manifestó. Son aquellos que ni contemplan la posibilidad de
que en ellos haya creatividad. Se la han quitado. No tienen una identidad
clara como hijos amados de Dios, no se saben perdonados y amados, no
saben que la gracia les puede alcanzar y podrían dar mucho fruto.

Otra parte de las semillas cayó en terreno rocoso, sin mucha tierra, y
germinaron pronto, muy pronto, demasiado rápido. Y como no tenían raíces,
cuando salió el sol, murieron. Estas sí brotan, de hecho, lo hacen muy rápido,
pero a un precio muy alto. Se secan igual de rápido. Estos también han
escuchado el mensaje y con alegría han recibido esas semillas de creatividad;
han germinado sus ideas, pero no tienen profundidad. Es una creatividad
no nutrida, no profundizada, ni enterrada lo suficiente hasta el lugar donde
podría mantenerse húmeda. Es superficial, rápida. De consumo. Genera
un arte simplón, una fe a la moda, pero que, cuando sale el sol, se mueren,
puesto que no tienen raíces, que es lo más importante. Porque, a veces,
asumir las semillas de creatividad y que broten trae consecuencias no gratas.
Tribulaciones y problemas que conlleva ser fieles a esa semilla de la palabra
que nos ha dado vida.

En el arte, muchas veces hay expresiones que suben como la espuma, pero con
la misma velocidad se deshacen. Creativos que trabajan para el ahora, nada
más, para el momento. Porque vivimos en una sociedad como la ateniense de
Hechos 17, donde todos están pendientes de lo nuevo, de la moda. Un arte sin
raíces que solo pretende ser visto y cuanto antes mejor, pero que olvida que
no hay nada que envejezca y se seque más pronto que lo que está de moda.
Es mejor crear para la eternidad, fijándonos no necesariamente en los
resultados, sino en la fidelidad. Que seamos hallados fieles, enraizados,
siendo honestos y que, aunque vengan las pruebas, no nos “vendamos”, no
nos quememos. Que se aplique en nosotros el “ser” antes que el “parecer” en
medio de una sociedad de lo instantáneo, de las apariencias, donde, como dice
Guy Debord en su libro La sociedad del espectáculo, todo es representación,
pero no hay realidad, ni autenticidad. No seamos superficiales, que nuestra
tierra tenga profundidad.

5- Marcos 4:15

236
ARTESANOS

Otras semillas cayeron entre espinos, pero se ahogaron y, aunque no


murieron, no pudieron dar fruto. Sobreviven, pero no muestran su potencial
creativo. Jesús nos da las razones: tienen muchas preocupaciones y el amor
al dinero y otros placeres ahogan la creatividad, no les dejan producir frutos.
Y este problema es de rabiosa actualidad. Muchos de los artistas hoy en día,
con talentos increíbles, no desarrollan su creatividad a causa de enredarse en
demasiadas cosas. No dejando espacio a la imaginación. A veces es necesario
podar nuestra vida, sanear, quitar las malas hierbas.

Porque, aparte de las semillas de la creatividad divina, de la palabra de


Dios, hay otras semillas en esa tierra que compiten por tomar el control y
manifestarse. Como el amor al dinero. Vendernos como artistas, en el peor
sentido de la palabra, comercializar nuestro arte, coarta nuestra creatividad.
Si convertimos el dinero en un fin y nuestra creatividad en un medio para
conseguirlo, no somos artistas, somos solo comerciantes, cambistas. Sí, la
semilla ha crecido, pero la planta está ahogada; sobrevive. pero no disFruta.

Pero hay un último terreno que simplemente es un terreno bueno. Que sabe
a quién per-tenece, que tiene profundidad y que no está enredado con “otras
semillas”. Se siembra, se riega y da fruto. A treinta, sesenta y cien por uno.
El resultado normal de la palabra de Dios, de la creatividad, es doble. Por un
lado, fruto, propuestas creativas, haciendo de lo común de una semilla algo
extraordinario, un árbol donde los pájaros pueden anidar, pueden alimentarse,
pueden ser protegidos; y, por otro lado, más semillas, para sembrar en otras
tierras e inspirar a otros.

Todo buen artista debería tener esta doble vertiente: el desarrollo de obras
que sean el fruto de su trabajo y también ser la semilla de otros creativos a los
que puede inspirar y, si son buena tierra, también dar resultados milagrosos.
Somos creadores, pero en realidad no. Más bien, nos cultivaron y queremos
dar fruto. A veces parece que nuestra creatividad es muy pequeña, como
un grano de mostaza, pero sabemos que Jesús enseñó que eso era más que
suficiente. Hagamos nosotros la diferencia.

Me gusta parafrasear a aquel padre en Marcos 9 que tenía un hijo endemoniado


(¡!), sin esperanza de cambio, que le dijo a Jesús una frase paradójica, una
aparente contradicción llena de verdad humana y que hoy hago mía para
rogarle a Dios por la semilla de la fe y de la imaginación:

“Creo, ayuda mi incredulidad. Creo, ayuda mi falta de creatividad”.

Solo soy barro, donde Tú has depositado tu potencial creativo, ayúdame a


manifestar lo que Tú has puesto en mí, aunque sea la semilla más pequeña
de todas.

237
ARTEFACTOS: CULTO, CULTURA, CULTURISMO,
CULTIVO, SUBCULTURA, CONTRACULTURA Y
ESCULTURA.

¡Cultura! O más bien culturas. Hay muchas palabras relacionadas con la


cultura. La primera, culto. Porque toda cultura gira en torno a un culto.
Antropológicamente hablando, somos adoradores; adoramos a alguien o algo,
y en torno a ese culto, hacemos cultura. La cultivamos. Las culturas están
influenciadas por filosofías y creencias que afectan a las artes y las ciencias y
que luego pasan a la vida cotidiana, a los medios de comunicación, a las redes
sociales. A veces hay avances en la ciencia que modifican las filosofías y las
creencias, y entonces afectan a las artes, y luego pasan a la vida cotidiana, a
los medios de comunicación… Es un baile extraordinario que avanza hacia
adelante, una meta que aún no podemos vislumbrar. Pero que está “allí”.

Mientras tanto, vivimos en un mundo lleno de ídolos. Los ídolos no son cosa
del pasado, solo están disfrazados de otra manera. Porque todo sigue girando
alrededor de cultos. Solo tienes que ver los nuevos templos del siglo XXI:
grandes centros comerciales, grandes estadios de entretenimiento y nuestros
zigurats particulares, los edificios de negocios. Y a eso súmale nuestros
ídolos portátiles, que nos prometen la felicidad. Y les rendimos culto. Le
rendimos más devoción al celular durante el día que a cualquier otra cosa.
Culto, ídolos. Cultura.

Incluso culturismo, el culto al cuerpo, porque parece que es lo único que


nos queda. Y ahora los gimnasios están llenos de personas que, sabiéndose
obras de arte, pretenden cuidar al máximo sus cuerpos. Y eso no está mal,
pero corren el riesgo, de nuevo, de convertirlo en un ídolo y, por lo tanto, de
deformar el propósito original del cuerpo.

Somos artesanos, con nuestro arte hacemos cultura, y estamos llamados a


convivir en este ecosistema con muchas cosmovisiones simultáneamente,
muchas culturas entrecruzadas, e intentar ser la sal de la tierra. Afectando a
las culturas como la levadura a la masa.

Y ahí debemos tomar una decisión: o ser una subcultura, es decir,


conformarnos con montar nuestros propios códigos dentro de la cultura,
de tal forma que ella no se adentre en nuestro ecosistema, pero nosotros
tampoco afectar lo de fuera, o ser una contracultura, como la visión del
Sermón del monte que tenía John Stott, donde, como comunidad ejemplar,
vamos afectando al mundo, modelándolo según el reino de Dios, con
propuestas que de verdad leuden la masa, que afecten su contexto y entorno.
Que seamos escultores, ese arte fantástico de modelar barro, tierra, o quizá
un trabajo más duro, tallar piedra, o madera…

238
ARTESANOS

En él, el escultor se expresa creando volúmenes y conformando espacios.


Donde unos ven un trozo de piedra, un escultor ve “el David”. Como dice
Giorgio Vasari, un autor renacentista: “el escultor saca todo lo superfluo y
reduce el material a la forma que existe dentro de la mente del artista”.

Fantástico, hace real lo que está en la mente del artista. No solo teoriza, lo hace
real. Modela. Con el cincel de la creatividad podemos modelar la naturaleza
para convertirla en cultura a nuestra imagen, limpiando lo superfluo.
E incluso, a través de nuestro arte, conformamos espacios que luego nos
conforman a nosotros.

Winston Churchill dijo: “Nosotros moldeamos nuestros edificios, y luego


ellos nos moldean a nosotros”. Así es, creamos espacios que luego nos
moldean a nosotros, acondicionamos espacios y luego ellos nos condicionan
a nosotros. Solo tienes que ver algunos de nuestros locales de culto y cómo
eso condiciona nuestras relaciones y liturgias: que el escenario está muy
alto o muy lejos de la gente, los colores
de las paredes, la calidez y cercanía de
los asientos, su disposición, etc. Puedes CON EL CINCEL DE
aplicarlo a cualquier construcción y
verás que estamos más condicionados
LA CREATIVIDAD
de lo que pensamos por nuestras propias PODEMOS MODELAR
creaciones. Y también por los artefactos. LA NATURALEZA
Creamos artefactos que luego afectan a
nuestra manera de hacer arte.
PARA CONVERTIRLA
EN CULTURA A
Artefactos. NUESTRA IMAGEN,
Este término proviene de dos palabras
latinas: ars, destreza, arte y factus, hecho.
LIMPIANDO LO
Un arte-facto. Un objeto cuya fabricación SUPERFLUO.
requiere destreza y creatividad. Y, por
supuesto, los arte-factos nos condicionan. No es lo mismo escribir este libro
con una máquina de escribir del siglo pasado, que con un portátil con el que
puedo hacer muchas cosas con más facilidad. Y con el uso de internet, que
me ayuda en la búsqueda de referencias sin necesidad de ir a una biblioteca
a la que solo voy por placer.

En las artes, el invento de artefactos y nuevas tecnologías es fundamental.


La producción musical se revolucionó cuando comenzamos la era digital y,
mucho antes, cuando co-menzamos a “grabar”. Antes la música solo podía
ocurrir cuando había un músico presente, ahora no. De la misma manera
ocurre con la pintura: con la llegada de la fotografía, el cine… todo cambió.
Los artefactos crean cultura, desde el nivel más micro al más macro. Desde el
microondas hasta las autopistas. Todo forma la cultura. La tecnología es una

239
extraordinaria ayuda para la creatividad, y desarrollarla es también tarea de
artesanos.Respecto a la escultura, ahora el cincel se está sustituyendo por la
impresora 3D, ¡¿a dónde vamos a llegar?!

Mientras escribo, Elon Musk, el dueño de Tesla, Space X, Neuralink e inventor


de Paypal, sigue pensando cómo transformar el mundo a través de la energía
solar, ideando vuelos a Marte para tratar de colonizarlo, planeando llenar
nuestras ciudades con coches eléctricos autónomos y un largo etcétera, como
para que nosotros simplemente nos quedemos de brazos cruzados viéndolas
venir. La cultura está siendo transformada por los artefactos. Solo observa
cómo los smartphones han cambiado todas las normas en cuanto a nuestras
relaciones sociales, nuestra gestión del tiempo, ¡nuestra creatividad!, nuestras
adicciones y pecados, la educación en las aulas, nuestras oportunidades de
trabajo, etc.

Una de las problemáticas que el pueblo de Israel sufrió en el Antiguo


Testamento frente a los filisteos era que éstos contaban con una superioridad
tecnológica. Dominaban mucho mejor el arte de la siderurgia por lo que sus
armas eran de hierro, mientras que los israelitas, tecnológicamente estaban
en la Edad de Bronce y, por lo tanto, jugaban con desventaja. Eso explica
por qué era tan complicado luchar contra ellos. Los artefactos que nos
rodean, los bienes culturales que hemos creado, generan cultura, la modulan
y la modifican, y como Iglesia también estamos llamados no solamente a
ir a rebufo, como subcultura, sino a jugar en ese terreno. Un terreno que
debemos cultivar, porque el mundo sigue lleno de ídolos que demandan
culto en torno al cual culturas enteras giran. Solo Jesús puede dar sentido
a todos nuestros artefactos y bienes culturales, para que no se conviertan
en fines en sí mismos, y podamos usarlos para hacer el bien, porque todo
empieza en nuestra mente y con nuestras manos. Vivamos como artesanos
en un mundo siempre cambiante, apasionante, peligroso, amado por Dios y
que avanza inexorablemente hacia el día en que Jesús vuelva.

“Hay manos
capaces de fabricar herramientas
Con las que se hacen máquinas
para hacer ordenadores

Que a su vez diseñan máquinas


que hacen herramientas
Para que las use la mano”.

Fragmento de “Mi guitarra y vos”, Jorge Drexler

240
ARTESANOS

BELLEZA, VERDAD, JUSTICIA


Entro en una iglesia común, un local vacío, pero no desordenado, Génesis
1:2. Bancos de madera o sillas acolchadas modernas, puestas en fila. Miro al
frente y me encuentro con un escenario, “altar”, plataforma, ya no sé cómo
llamarlo, donde encuentro un púlpito de sagrado roble o metacrilato. En su
centro, el “logo” de la iglesia como a mí me gusta (es irónico): uvas o pan,
un pájaro, una paloma o algo así, una cruz, un libro abierto, una estrella de
David, o lo mejor, todo a la vez. Instrumentos. Una batería tras una “vitrina”,
más protegida que la Pietá de Miguel Ángel en la catedral de San Pedro.

Pero sigo mirando a mi alrededor y, sin duda, lo mejor de todo son los cuadros
en las pa-redes. Todos con versículos. Los versículos son fundamentales. No
tengo nada en contra de los versículos. Con arco iris, ríos y cataratas. Y todo
esto me parece perfecto, solo es una parodia, pero no sé si estamos teniendo
el mismo celo que tenemos en nuestros locales de que se predique y se viva
la verdad, como de que se predique y se viva la belleza, que también nos
pertenece. Esta imagen es una metáfora de nuestra vida como comunidad
creativa.

Los cuadros no necesitan versículos para ser cristianos ni para “merecer” ser
colgados en nuestras paredes. Casi tenemos que disculparnos por la belleza,
por querer embellecerlo, por querer usar el arte. Olvidando que “el arte no
necesita justificación”. Y que la belleza, por ser tal, habla de Dios.

Ya desde Platón se hablaba de algunos pilares fundamentales como virtudes


que debíamos tener en cuenta para vivir: Verdad, Bondad y Belleza. A lo
largo de la historia, el ser humano ha buscado estas tres columnas para su
vida. Toda cultura tiene su expresión de este trío, que se vive de múltiples
maneras.

La Verdad, lo que se cree como cierto, veraz, auténtico, real. Creencias firmes
que, como una brújula, determinan qué es confiable y qué no, cómo podemos
conocer la realidad, la nuestra y la de aquello que nos rodea. Axiomas en los
que basamos nuestras vidas y con las que separamos el trigo de la cizaña
del conocimiento. Los filósofos, los teólogos, los sacerdotes, los científicos,
incluso un gobernador romano del siglo I de un territorio mediterráneo, se
han hecho la pregunta del millón: ¿qué es la Verdad? Toda sociedad sana
aspira a la Verdad, pero no solo a ella.

La Bondad, la justicia, es igual de importante. Qué debemos hacer y qué no.


Qué se con-sidera justo y por qué. Dónde está la línea que separa lo lícito
de lo ilícito y, en definitiva, basados en la Verdad, cómo debemos vivir en
libertad.

241
Saber lo que está mal y cómo debemos actuar ante ello para que no vuelva
a ocurrir. Fo-mentar el bien y sabernos gente “buena”. Qué leyes marcaran
nuestra vida personal y las relaciones con nuestros semejantes. Y aunque
nos hemos equivocado muchas veces y las leyes cambian con el tiempo,
esa búsqueda de justicia a lo largo de los tiempos es universal. Desde cómo
distribuir la carne de un antílope recién cazado por una pequeña tribu en
África hace cinco mil años, o cuál debe ser la recompensa por conquistar
un territorio, pasando por cómo debemos tratar a los heridos de guerra a
principios del siglo XX, hasta conocer cuál es el sueldo que debemos pagar a
un informático por diseñar un nuevo programa o cómo acabar con la pobreza
en pleno siglo XXI.

Queremos justicia, es una necesidad, “hambre y sed de justicia”6 . Intuimos que


solo con la bondad hay trascendencia. “¿Qué haré para heredar la vida eterna?”7
, se preguntó un joven que lo tenía todo.
Pero tenía hambre de algo más.
Bondad, justicia.
Y aún hay más.

Hay dibujos en las cuevas de animales que están siendo cazados, canciones
que cuentan las gestas de los caballeros, bailes que celebran que estamos
vivos y juntos, videojuegos que son obras maestras creando mundos de
fantasías inigualables, libros que nos transportan a la mente del autor y junto
a él construimos realidades mientras pasamos páginas, creando desde unas
simples letras escritas, imágenes, historias, capaces de hacernos sentir felices
y tristes, empatizando con personajes que solo existen mientras leemos...

Un verdadero milagro.
Películas, series, obras de teatro, edificios que no solo son útiles, también son
hermosos, altos y sublimes, como aquello a donde quieren apuntar. Cuadros
y esculturas, superpro-ducciones que combinan cinco o seis disciplinas
de las que he mencionado, break dance, ballet y danza contemporánea;
compositores que unen como en un beso una historia y una melodía, DJs,
mimo, moda, maquillaje y arte conceptual.

Belleza.
Toda obra de arte salida de la mente, el corazón y las manos de los seres
humanos cuyo fin es la belleza. Su razón de ser, o al menos la que debería ser,
es la belleza. La alegría que produce saber que no todo es para simplemente
sobrevivir, que podemos celebrar la vida, que nos puede gustar un paisaje no
solo porque tenga árboles frutales que nos puedan alimentar, sino porque

6- Mateo 5:6
7 - Marcos 10:17 RVR95

242
ARTESANOS

es bello, porque podemos admirarlo. Porque hemos sido creados para


embellecer este mundo, cuidar y extender un jardín8 donde también hay
flores, cuya función no es alimentarnos o suplir una necesidad primaria, sino
embellecer el jardín y ayudar a las abejas a producir miel, otro dulce placer,
símbolo en la Biblia de la abundancia e incluso, si me apuras, del capricho y
del deseo.

Los cristianos hacemos mucho énfasis en las dos primeras, y nos esforzamos
en trasmitir al mundo que somos los verdaderos, los justos. ¡Con la verdad
por delante!

Hay misioneros de la Verdad,


Hay misioneros de la Bondad y la Justicia.
¿Dónde están los misioneros de la Belleza?, ¿los que anuncian que las artes
fluyen desde Dios y que son un reflejo de
cómo es Dios? Él es creativo, exuberante,
impresionista y detallista, abstracto y SIN LA BELLEZA
concreto, narrativo y temático, clásico y NUESTRO MENSAJE
rompedor, vanguardista, técnicamente
perfecto y con posibilidad de hacer ESTÁ INCOMPLETO
interactuar sus obras unas con otras, Y TAMBIÉN NUESTRO
siendo transformadas por medio de otra ARTE.
de sus creaciones: el tiempo. Porque todas
están interrelacionadas.

Es algo maravilloso, milagroso, una obra capaz de crear otras, de interactuar


con ellas en la línea del tiempo y formar un discurso extremadamente
complejo, diverso, pero con un sentido. Los predicadores de la verdad
también lo deben ser de la justicia y la belleza, y para eso necesitamos
artesanos que ocupen su lugar. Y que asuman la seriedad de su llamado. Sin
la belleza nuestro mensaje está incompleto.Y también nuestro arte. Porque el
arte, el Arte con mayúsculas, es Verdad, Justicia y Belleza.
Solo un arte así será eterno.

Y SAL

Vosotros sois la sal de la tierra. Mateo 5:13 (RV60)

Porque la iglesia como comunidad creativa, llena de oportunidades, de fe, es


decir, de imaginación, de creatividad, hacia fuera, llena de posibilidades, con
ganas de encarnarse en más y más culturas, de toda lengua, tribu, etnia… es la

8 - Génesis 1:28

243
sal de la tierra. Es lo que somos. Y la sal es muy “perfil bajo”. Cuando pones
la sal en la comida no esperas que la gente diga: “¡Wow! ¡Qué buena está la
sal!”, sino: “¡Qué buena está la comida!”. Si hace bien su trabajo, la sal no se
convierte en el centro de atención, de hecho, esto solo ocurre cuando hay
exceso o falta de la misma.

Nosotros somos sal y no debemos buscar ser alabados, sino que aquellas
culturas que impregnemos con nuestro arte, sepan bien. Que tengan los
ingredientes que hagan de ella una manifestación del reino de Dios: que haya
justicia, belleza, verdad, fe, amor, esperanza, salvación y creatividad. Y que la
gente, cuando vea esa sociedad, diga: “¡Qué buena es esta sociedad!”. Y no sé
si ese ahora es nuestro objetivo.

Porque los avivamientos no se miden por templos llenos de personas, no


solo. En Europa hay muchas de las mega iglesias más bonitas y adornadas del
mundo, pero eso no ha impedido que seamos actualmente el continente más
oscuro en cuanto al evangelio se refiere. No, no caigamos en la trampa de los
números ni del tamaño. No midamos el avivamiento por cantidades, ni por
locales llenos, sino sobre todo por transformación espiritual y social. Porque
donde Jesús iba había sanidad, había recuperación de la dignidad de una
persona. Había vida. Cuando Juan, desde la cárcel, quiso saber si Jesús era
el Mesías esperado y mandó a preguntarle directamente, Jesús le respondió:
“Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan,
los leprosos quedan sanos, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les
anuncian las buenas nuevas”9.

Esas son las marcas de que Cristo anda suelto. Esas son las marcas de que
un cristiano anda suelto. Nuestro arte no es para hacernos un nombre, ya
intentaron eso en Babel. La construcción se convirtió en un fin en sí mismo
y no se pudo acabar. Que nuestros artistas puedan salir a salar. Y sin que les
juzguemos desde adentro, porque Dios los envía, porque son la vanguardia,
son misioneros, los “mejores” de entre los nuestros. Verdaderos apóstoles,
enviados al mundo, no a llenar locales. Además, sin preconceptos, sin
prejuicios. La sal no condiciona el sabor de la comida, no es como el curry. Si
le pones curry a lo que sea, lo que sea sabrá a curry. El curry lo estandariza
todo. A veces queremos que el cristianismo lo estandarice todo. Con la sal
es diferente. La sal potencia el sabor. Si le echas sal a la carne, la carne sabe
mejor. Si le echas sal a la paella, la paella sabe mejor. Potencia. Como Iglesia
celebramos la diversidad, el hecho de que en cada lugar podamos conseguir
que sepamos a aquello para lo que Dios nos creó. Que la Iglesia se manifieste
a través de sus artes de maneras multiformes. Y no perdamos nuestro sabor,
seamos auténticos, sin mezcla. Si perdemos nuestra identidad, no serviremos

9 - Lucas 7:22

244
ARTESANOS

para nada. Que la sal sea sal, en medio del mundo, que le demos el sabor que
Dios imaginó que debía tener, si la sal toca las heridas de la sociedad, que
escueza un poco; el arte es extraordinario para sanar, pero escuece. Y que,
estemos donde estemos, recordemos que no somos solo tierra. Estamos en la
tierra, pero somos sal. Somos artesanos.

ESTO LO ESCRIBO PARA SANARTE, PRÓDIGO


Él lo tiene muy claro. Sabe que no vive para sí mismo. Él no es un fin en
sí mismo. Ha sido redimido, rescatado. Su manera de ver el mundo es muy
particular. Donde otros ven algo común, él ve un milagro, materia prima que
puede ser transformada, que está pidiendo a gritos ser transformada. De lo
ordinario produce lo extraordinario. Es único.

Sabe, en lo profundo de su ser, que la creación está esperando la manifestación


de los hijos de Dios, que él en primera persona se ponga manos a la “obra”.
Porque el universo fue creado para ser transformado y restaurado. Y él es un
experto en restauración.

Su manera de ver el mundo lo convierte muchas veces en subversivo, es capaz


de pro-fundizar en el alma como ninguno, y eso es bueno y malo. Pero tiene
ese don. ¡Qué se le va a hacer! ¿Se ha equivocado? Muchas veces. Hubo una
época en la que se creyó el salvador de la gente, porque pusieron su esperanza
en él. Una autosuficiencia de la que en ocasiones todavía es culpable.
A veces ha pensado que podía hacer lo que quería, quitándole valor moral a
todas sus acciones, como si el mundo no fuera con él, porque él creía estar
por encima del bien y del mal. Era un necio. Nadie está por encima del bien y
del mal. Adán lo intentó y mira…

Porque él no es una fuente de belleza, verdad y justicia; es un emisor, o un


canal, según se mire. Cada día, mirando a Dios, se recuerda a sí mismo: todas
mis fuentes están en Ti, todas mis fuentes están en Ti. Solo en Ti. No hay otra
fuente para mí.

Ha sido abusado. Y no es fácil decirlo, ponte en su piel. Y por mucha gente, de


muchas maneras. Y eso es difícil de sanar, no ocurre de un día para otro, hay
que entrar en dolorosos procesos de perdón, reconciliación y recuperación
de la autoestima, basado en la estima que Dios le tiene. No se fía de todos, ya
no, a veces es selectivo, por temor. Por eso recuerda en todo momento que
Dios le ama. Tiene miedo y tiene miedos. Pero el amor echa fuera el temor.
Necesita confianza. Si no, está perdido. Sucio.

Sí, sucio. Porque se embarró donde no debía. Hay aspectos de sí mismo que
le avergüenzan. Acciones que no cree que pueda hacer porque le recuerdan

245
a su pasado. Se autolimita y se equivoca, porque Dios le abrazó aun estando
sucio. “… contra el cielo y contra ti…”10 , le dijo al Padre, porque le dio la espalda
y se fue lejos, a una provincia apartada. Es su historia.

Sin saber dónde acudir, se puso al servicio de criadores de cerdos, hasta que
llegó a creerse uno de ellos. Y deseó las algarrobas, se vendió, se deshumanizó
y se convirtió en un “producto” de la pocilga.
Pero volvió en sí. Es decir, al propósito por el que fue creado, porque toda su
distorsión, su error, su suciedad, la vivió porque estaba fuera de sí. Ese no
era él. Era otra cosa. Porque estaba roto. Porque estaba lejos. Dios no le había
rechazado, él había rechazado a Dios. Y se puso en manos de criadores, en
lugar del Creador. Y mira…

Todas mis fuentes están en Ti. Solo en Ti. Pero roto, fue abrazado. Y limpiado.
Claro que hay aspectos que limpiar, escamas que quitar, situaciones que no
se van a volver a repetir, algarrobas innecesarias que le deshumanizaban.
Se siente inseguro, pero debe confiar en los ojos que le ven, que le dicen “Tú
eres”.

Nunca debe olvidar que existe porque alguien le ve. Es “aceptado” y ha sido
limpiado, Dios le ha quitado la culpa, debe confiar. Y también está herido, y
es vulnerable. Sus cicatrices de antaño le recuerdan que, separado de Dios, no
puede hacer nada. Es la historia de todos nosotros. Sus marcas le recuerdan
que no nació ayer y que tiene una historia de redención que contar. Las
heridas le escuecen. Es buena señal; si le duele es que está vivo, pero aún
necesita ser sanado, santificado.

“Hazme santo, pero no todavía”, la oración de Agustín se le aplica


perfectamente. A veces cree que la santidad le hará menos auténtico, lo
limitará y hará de él algo raro. Hay escamas que se le han pegado a la piel, y
ha llegado a creer que son de él. No lo son. Pero a veces tiene miedo: ¡ya no
seré yo mismo!

A veces hablo con él, me lo he encontrado en varios lugares y momentos de


mi vida. ¡Ya no seré yo!, me dice en sus crisis existenciales.
Claro que lo serás. Serás por fin tú. Porque Dios te creó para restaurarte. A
Dios le encanta restaurarte.

Y lo abrazo, recordándole el propósito de su existencia. Como hace el Padre.


Está lleno de dones y a veces se le olvida. Él es un don. Se lo digo. El Padre
nos lo encargó: “…traigan la mejor ropa y vístanlo…”, cambiadle, pero que siga
siendo él; “…pónganle un anillo en su dedo…”, tendrá aún la herencia, traspasará

10 - Lucas 15:21

246
ARTESANOS

el cielo; “…y sandalias en sus pies”11. Va descalzo, como si fuera un esclavo,


servil, y no lo es, él es libre. Tenemos una orden directa del Padre para que
en nuestras manos asuma su verdadera identidad, propósito y razón de ser.
SDG.

Y yo le pido que conmigo sea libre, que tenga libertad, que no se vuelva a
juntar con aquellos que le juzgan, o que abusan de él y le hieren o quieren
deformarlo. Es libre, porque Dios le hizo libre. Pero que no use esa libertad
como ocasión para otras cosas. Que no vuelva con los criadores, que se quede
conmigo.

Ha nacido para ser la alegría de la casa. El gozo de todos. Y se hace fiesta


porque está. No necesita más justificación, simplemente está, y eso ya es
motivo suficiente de alegría, para Dios y para nosotros.
Los hermanos mayores no lo quieren aceptar, no lo reciben, creen que en la
casa de Dios no hay espacio para él y, si lo hay, debe ser medido, controlado,
examinado minuciosamente, quién sabe lo que trae de allá afuera. Pero él es
libre.

Y sale, para compartir con todo el mundo su existencia, su verdadero yo y de


dónde viene. Tiene una razón de ser. “Todas mis fuentes están en Ti”. ¡Puede
hacer tanto bien! No es consciente pero cuando aparece, su presencia ya es
sanadora. Él es empático, me ha ayudado a expresar mi dolor como nadie y
ha conseguido sacar de mí lo que otros no han podido. Me acompaña, y le
he dicho mil veces que es un regalo de Dios. No es un esclavo, tampoco un
ídolo, tampoco es una persona. Pero le agradezco a Dios por su existencia.
Él es San Arte.

“Lamento” que tengas que volver a leerlo, si quieres profundizar en lo que


quería decir. Espero que no te moleste. Al final de los conciertos siempre se
pide un “bis”. ¡Otra, otra, otra!
Este es mi bis.

La historia del arte es una historia de redención; es, por lo tanto, nuestra
historia. Que el arte pródigo vuelva a casa.

Adiós.

11 - Lucas 15:22

247
TALLER DE ARTESANOS:
De las características que debe tener un artista, ¿En cuál crees que necesitas
reforzarte más?¿por qué?

¿Cómo es un artesano excéntrico, según este volumen?¿Cómo afecta eso a


nuestro arte?

En la parábola del sembrador, ¿Con qué tipo de tierra te identificas?¿Por


qué?¿Qué puedes hacer para dar fruto y que tu fruto permanezca?

¿De qué manera nos afectan los artefactos a nuestra vida diaria, nuestra
espiritualidad y nuestra capacidad de hacer arte?

¿Cómo se conectan entre sí los conceptos de belleza, verdad y justicia?¿Cuál


crees que es más necesario en tu contexto?

¿Qué aprendemos de la función de la sal, y la actitud y objetivos que debemos


tener como Iglesia?

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