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V0L. X
ARTESANOS
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ARTESANOS
ARTISTA: SE BUSCA
Dicen que el mundo está loco, que se está volviendo loco. En muchos sentidos
es verdad, y por eso estamos llamados a traer algo de cordura. Cuando no
entendemos nada, cuando la vida pesa más de lo que podemos soportar,
comenzamos a perder el sentido y ne-cesitamos consuelo, comprensión,
ánimo. A veces es culpa del contexto, otras veces somos responsables en
primera persona de nuestra locura.
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Entonces, uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de
Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso, hombre de guerra, prudente
en sus pala-bras, y hermoso, y Jehová está con él. 1
Uno de ellos pensó en David. Por alguna razón lo conocía y sabía que cumplía
con los requisitos.
Y como artistas, como David, debemos saber hacia dónde apuntar para
no errar en el blanco. Saber qué se espera de nosotros. Y en ese sencillo
versículo, dicho por un siervo de Saúl, encontramos cuatro características
que todo artista debe tener en cuenta para asumir su rol como artesano y
servir a los demás de la mejor manera posible, para desarrollar así su arte
como cristiano.
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ARTESANOS
Hay personas con mucho talento que, por temor, lo entierran; son tan
cuidadosas que lo guardan. Eso es una locura más. Porque recuerda: tus
dones no son tuyos, son para los demás. Ejercer nuestros dones no es un
derecho, es una obligación moral. No es solo una oportunidad, sino una
comisión, un encargo. Tus dones y talentos no pueden quedarse en tu
interior, en la retaguardia, sino que tienen que salir de ti. Es ahí afuera donde
se manifiestan. Y para ello necesitas iniciativa, valor, vigor, no esperar que
nadie te “descubra”. Dios ya te ha descubierto, te ha encontrado, Él es el
verdadero “cazatalentos”, y ya estás en sus manos. No podemos ser pasivos
con nuestros dones.
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Este David, un capítulo después matará a Goliat, el gigante. Nadie tuvo que
decirle lo que debía hacer. Cuando llegó y vio la situación, sabiendo que
podía vencer a Goliat, una amenaza real para su pueblo, se ofreció. Valiente
y vigoroso. Se sintió en la obligación moral de ejercer uno de sus dones (que
también era su hobby): tirar piedras. Él lo hacía como nadie. Un médico que
se encuentra en una situación de emergencia, viendo cómo alguien sufre un
ataque al corazón en un restaurante, está en la obligación moral de ejercer sus
dones, forma parte de su código deontológico. Si no lo hace, se considerará
“omisión de socorro”. Este mundo sin duda necesita ayuda, necesita socorro.
Nuestra tarea, también nuestra tarea artística, no es solo una oportunidad, es
un deber. Es lo que hace un artista, un artesano.
Que lo que sabes tocar suene, que ocurra en la realidad, que no quede
enterrado en ti. Pero cuidado, esto tampoco es suficiente.
El texto sigue:
“Prudente en sus palabras, hermoso”.
Menos mal que estas características no hacen referencia a una cuestión física
solamente. Si fuese así, muchos de nosotros estaríamos descalificados de
entrada. Estas palabras hacen referencia a la opinión que otros tienen de ti.
Claro, como artistas, nuestra independencia creativa es un valor
importantísimo que forma parte de nuestra “validez”. No nos vendemos, ni
sustituimos nuestra manera de entender el arte para tener más followers. No.
Pero sí debemos ser prudentes. ¿Qué piensan los demás (sobre todo aquellos
que te quieren) de ti? Si sirves dentro de una comunidad cris-tiana, lo que
esa comunidad opina de ti es fundamental. Es imposible ejercer tus dones
libremente, sirviendo a los demás, si esos “demás” tienen una mala opinión
de ti. No se dejarán servir.
¿Qué era lo que hacía la diferencia entre Jesús y los otros maestros? ¿Qué era
lo que le daba autoridad? Jesús no solo enseñaba, también se había ganado
el derecho a ser escuchado; estaba sanando a los enfermos, liberando a los
cautivos. Él era el Mesías, pero no iba proclamándolo a los cuatro vientos.
Prudente en sus palabras. Y lo que decía era atrayente, hermoso.
2 - Marcos 1:22
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ARTESANOS
Por otro lado, el arte también tiene un receptor que interpreta tu obra. Y ese
es un punto importante. Con demasiada frecuencia escucho que el artista
debe hacer lo que quiera, que es soberano de su arte y que tener en cuenta a
los demás le quita valor a su obra.
Si eso es lo que piensan, tendrán que pelearse con toda la historia del arte,
basada fun-damentalmente en encargos de otros, donde el artista, que es
prudente, ofrecía propuestas extraordinarias, geniales, pero tan geniales que
permitía que sus receptores, su público, lo entendiera. No los dejaba atrás,
no era un arte meramente incomprendido; esas son las escasas excepciones,
no la regla, como Mozart o Dostoievski, Beethoven o Stanley Kubrick, que
eran unos “adelantados a su tiempo”, pero que hicieron que su tiempo se
adelantara, avanzara. Como Jesús, con planteamientos “novedosos”, pero
que eran comunicados de manera comprensible, contextualizados a su
cultura. Prudente en sus palabras, en su comunicación, sabiendo qué decir
y, extremadamente importante, cuándo y cómo decirlo. Y como siempre,
vistiendo el arte para la ocasión, adecuándolo. Hermoso. Es todo un arte no
ser un desubicado.
Los que querían ayudar a Saúl sabían que David no solamente sabía tocar
y estaba dis-puesto, sino que sabría adaptar su don a las circunstancias del
momento, teniendo criterios maduros de adecuación. Si Saúl necesitaba paz,
no iba a hacer sonar su arpa de manera estridente. Es de sentido común, el
menos común de los sentidos. Nuestra iniciativa debe estar templada por
nuestra prudencia y saber hacer. Es una cuestión de carácter y madurez.
Cuando comencé con mi carrera musical, una persona que admiraba mucho
me dio un consejo que tengo grabado en mi corazón desde entonces: tus
dones te abrirán puertas, pero será tu carácter lo que te sostendrá, no tus
dones. Y aquí seguimos, intentando cultivar ambos aspectos.
Y por último, pero no menos importante.
3 - Josué 1:8-9
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otra cosa que seguir manteniendo viva la llama, mi relación con Él. David
tenía una relación viva con Dios, lo vemos en sus oraciones, los salmos. Tenía
línea abierta con Dios, con sinceridad, pero también con confianza. “Jehová
está con él.”
El mundo está loco y nosotros hemos sido llamados a sanarlo, yendo hacia
los cuatro puntos cardinales de este planeta necesitado y ejercer un arte sano.
Que sana. Hoy, más que nunca, se buscan artistas.
ARTESANOS EXCÉNTRICOS
Copérnico demostró que la Tierra no era el centro del universo y que se
movía. Sería muy saludable hoy para nosotros demostrar que tampoco
somos el centro del universo creativo y que nos movemos.
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ARTESANOS
Como artistas, tendemos a ser nuestro tema favorito, somos como Salvador
Dalí, que creía que su genialidad consistía en su cosmovisión particular de
la vida que inundaba toda su obra. Ser
demasiado conscientes de “nosotros”, “de
mí”, puede terminar encerrándonos en LA HUMILDAD NO ES
no-sotros mismos y hacernos incapaces
de sentir al otro, convirtiendo todo lo
PENSAR POCO DE TI,
que nos rodea, incluyendo las personas, SINO PENSAR POCO
en una extensión de nuestro yo. Y eso es EN TI.
terrible, porque nos incapacita para amar.
Y nos vuelve locos como Nabucodonosor.
Demasiado centrado en ti mismo, terminas en un pozo profundo y oscuro
del que es difícil salir. Está demostrado que los excéntricos sufren menos
enfermedades mentales.
La carta a los Hebreos es prolija en este sentido. Nos dice que Jesús puede
ser nuestro sumo sacerdote, nuestro representante, no solamente por su
4 - Romanos 12:3
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poder, sino sobre todo por su debilidad, por identificarse con nosotros, por
ser tentado en todo. Por eso Él puede so-corrernos, sanarnos. Y su “obra
maestra” en la cruz nos salvó. Porque no estimó el ser igual a Dios, como dice
la canción que aparece en Filipenses 2 conocida como el “Carmen Christi”, el
poema de Cristo. Sino que se despojó de sí mismo, salió de sí mismo y tomó
forma de siervo… No se quedó aferrado, estático y apático. Se movió hacia
nosotros.
CULTIVAR
Pongan atención. Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas algunas
cayeron junto al camino y las aves llegaron y se las comieron. Otras cayeron en
un terreno rocoso, sin mucha tierra. Pronto germinaron, porque la tierra so era
profunda; pero como no tenía raíces, cuando salió el sol ardiente, las marchitó y
murieron. Algunas semillas cayeron entre espinos que, al crecer, ahogaron las
plantas y no pudieron dar frutos. Pero algunas de las semillas cayeron en buena
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ARTESANOS
tierra y brotaron, crecieron y produjeron treinta, sesenta y hasta cien semillas por
cada una sembrada. Y añadía Jesús: El que tenga oídos, oiga. Marcos 4:3-9
Cultivar es una palabra menos atractiva que crear. Cultivar no es una cuestión
que parezca muy creativa, tiene que ver con conservar. Con asegurarnos de
que el mundo que dejamos a nuestro paso, nuestro legado cultural, tenga al
menos tantas posibilidades y excelencia como el que heredamos. Que no es
poco.
Tiene que ver con crear las condiciones más fértiles para que esas semillas
(que no hemos creado nosotros) den su fruto a treinta, sesenta y cien por
uno. Que las semillas de creatividad se conserven, germinen y prosperen, se
multipliquen.
Jesús nos contó esta parábola donde nos enseña esos impedimentos que nos
impiden dar fruto. Así, si cuidamos esas áreas, el potencial depositado en
nosotros podrá manifestarse.
“Pongan atención”.
La semilla es la palabra de Dios, la chispa divina que da inicio a todo. El
combustible de la creatividad, el potencial creador, sembrado en nosotros.
Esa semilla de creatividad es plantada en nuestro corazón. Lo que ocurra con
ella ahora depende de la tierra, es decir, de ti y de mí.
Lo primero que debemos notar es que Dios reparte su semilla por todas
partes. Hay semi-llas de creatividad divina en todo lugar, en todo tipo de
tierra, sin excepción, porque Dios no hace acepción de personas. Pero,
aunque es la misma potencialidad, los resultados son distintos. No por la
semilla, sino por el lugar donde ha sido depositada.
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Una parte cayó junto al camino y los pájaros llegaron y se la comieron. Eran
semillas que habían caído en terreno de nadie y no estaban protegidas. No
habían tenido tiempo ni de germinar, parecía que ni existían. Los de “junto al
camino” son aquellos que “escuchan”5, que han tenido la posibilidad de tener
esa semilla, pero el enemigo se la ha arrebatado. No saben quiénes son. Sin
identidad. No saben que vienen de un Dios Creador y creativo que les ha
dado esa misma creatividad. Están junto al camino, no saben de quién son en
realidad, a quién pertenecen. Entonces esa creatividad es robada, se esfuma,
no tiene ni la oportunidad de brotar, ni de intentarlo. Nadie sabe que estaba
allí, jamás se manifestó. Son aquellos que ni contemplan la posibilidad de
que en ellos haya creatividad. Se la han quitado. No tienen una identidad
clara como hijos amados de Dios, no se saben perdonados y amados, no
saben que la gracia les puede alcanzar y podrían dar mucho fruto.
Otra parte de las semillas cayó en terreno rocoso, sin mucha tierra, y
germinaron pronto, muy pronto, demasiado rápido. Y como no tenían raíces,
cuando salió el sol, murieron. Estas sí brotan, de hecho, lo hacen muy rápido,
pero a un precio muy alto. Se secan igual de rápido. Estos también han
escuchado el mensaje y con alegría han recibido esas semillas de creatividad;
han germinado sus ideas, pero no tienen profundidad. Es una creatividad
no nutrida, no profundizada, ni enterrada lo suficiente hasta el lugar donde
podría mantenerse húmeda. Es superficial, rápida. De consumo. Genera
un arte simplón, una fe a la moda, pero que, cuando sale el sol, se mueren,
puesto que no tienen raíces, que es lo más importante. Porque, a veces,
asumir las semillas de creatividad y que broten trae consecuencias no gratas.
Tribulaciones y problemas que conlleva ser fieles a esa semilla de la palabra
que nos ha dado vida.
En el arte, muchas veces hay expresiones que suben como la espuma, pero con
la misma velocidad se deshacen. Creativos que trabajan para el ahora, nada
más, para el momento. Porque vivimos en una sociedad como la ateniense de
Hechos 17, donde todos están pendientes de lo nuevo, de la moda. Un arte sin
raíces que solo pretende ser visto y cuanto antes mejor, pero que olvida que
no hay nada que envejezca y se seque más pronto que lo que está de moda.
Es mejor crear para la eternidad, fijándonos no necesariamente en los
resultados, sino en la fidelidad. Que seamos hallados fieles, enraizados,
siendo honestos y que, aunque vengan las pruebas, no nos “vendamos”, no
nos quememos. Que se aplique en nosotros el “ser” antes que el “parecer” en
medio de una sociedad de lo instantáneo, de las apariencias, donde, como dice
Guy Debord en su libro La sociedad del espectáculo, todo es representación,
pero no hay realidad, ni autenticidad. No seamos superficiales, que nuestra
tierra tenga profundidad.
5- Marcos 4:15
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ARTESANOS
Pero hay un último terreno que simplemente es un terreno bueno. Que sabe
a quién per-tenece, que tiene profundidad y que no está enredado con “otras
semillas”. Se siembra, se riega y da fruto. A treinta, sesenta y cien por uno.
El resultado normal de la palabra de Dios, de la creatividad, es doble. Por un
lado, fruto, propuestas creativas, haciendo de lo común de una semilla algo
extraordinario, un árbol donde los pájaros pueden anidar, pueden alimentarse,
pueden ser protegidos; y, por otro lado, más semillas, para sembrar en otras
tierras e inspirar a otros.
Todo buen artista debería tener esta doble vertiente: el desarrollo de obras
que sean el fruto de su trabajo y también ser la semilla de otros creativos a los
que puede inspirar y, si son buena tierra, también dar resultados milagrosos.
Somos creadores, pero en realidad no. Más bien, nos cultivaron y queremos
dar fruto. A veces parece que nuestra creatividad es muy pequeña, como
un grano de mostaza, pero sabemos que Jesús enseñó que eso era más que
suficiente. Hagamos nosotros la diferencia.
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ARTEFACTOS: CULTO, CULTURA, CULTURISMO,
CULTIVO, SUBCULTURA, CONTRACULTURA Y
ESCULTURA.
Mientras tanto, vivimos en un mundo lleno de ídolos. Los ídolos no son cosa
del pasado, solo están disfrazados de otra manera. Porque todo sigue girando
alrededor de cultos. Solo tienes que ver los nuevos templos del siglo XXI:
grandes centros comerciales, grandes estadios de entretenimiento y nuestros
zigurats particulares, los edificios de negocios. Y a eso súmale nuestros
ídolos portátiles, que nos prometen la felicidad. Y les rendimos culto. Le
rendimos más devoción al celular durante el día que a cualquier otra cosa.
Culto, ídolos. Cultura.
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ARTESANOS
Fantástico, hace real lo que está en la mente del artista. No solo teoriza, lo hace
real. Modela. Con el cincel de la creatividad podemos modelar la naturaleza
para convertirla en cultura a nuestra imagen, limpiando lo superfluo.
E incluso, a través de nuestro arte, conformamos espacios que luego nos
conforman a nosotros.
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extraordinaria ayuda para la creatividad, y desarrollarla es también tarea de
artesanos.Respecto a la escultura, ahora el cincel se está sustituyendo por la
impresora 3D, ¡¿a dónde vamos a llegar?!
“Hay manos
capaces de fabricar herramientas
Con las que se hacen máquinas
para hacer ordenadores
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ARTESANOS
Pero sigo mirando a mi alrededor y, sin duda, lo mejor de todo son los cuadros
en las pa-redes. Todos con versículos. Los versículos son fundamentales. No
tengo nada en contra de los versículos. Con arco iris, ríos y cataratas. Y todo
esto me parece perfecto, solo es una parodia, pero no sé si estamos teniendo
el mismo celo que tenemos en nuestros locales de que se predique y se viva
la verdad, como de que se predique y se viva la belleza, que también nos
pertenece. Esta imagen es una metáfora de nuestra vida como comunidad
creativa.
Los cuadros no necesitan versículos para ser cristianos ni para “merecer” ser
colgados en nuestras paredes. Casi tenemos que disculparnos por la belleza,
por querer embellecerlo, por querer usar el arte. Olvidando que “el arte no
necesita justificación”. Y que la belleza, por ser tal, habla de Dios.
La Verdad, lo que se cree como cierto, veraz, auténtico, real. Creencias firmes
que, como una brújula, determinan qué es confiable y qué no, cómo podemos
conocer la realidad, la nuestra y la de aquello que nos rodea. Axiomas en los
que basamos nuestras vidas y con las que separamos el trigo de la cizaña
del conocimiento. Los filósofos, los teólogos, los sacerdotes, los científicos,
incluso un gobernador romano del siglo I de un territorio mediterráneo, se
han hecho la pregunta del millón: ¿qué es la Verdad? Toda sociedad sana
aspira a la Verdad, pero no solo a ella.
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Saber lo que está mal y cómo debemos actuar ante ello para que no vuelva
a ocurrir. Fo-mentar el bien y sabernos gente “buena”. Qué leyes marcaran
nuestra vida personal y las relaciones con nuestros semejantes. Y aunque
nos hemos equivocado muchas veces y las leyes cambian con el tiempo,
esa búsqueda de justicia a lo largo de los tiempos es universal. Desde cómo
distribuir la carne de un antílope recién cazado por una pequeña tribu en
África hace cinco mil años, o cuál debe ser la recompensa por conquistar
un territorio, pasando por cómo debemos tratar a los heridos de guerra a
principios del siglo XX, hasta conocer cuál es el sueldo que debemos pagar a
un informático por diseñar un nuevo programa o cómo acabar con la pobreza
en pleno siglo XXI.
Hay dibujos en las cuevas de animales que están siendo cazados, canciones
que cuentan las gestas de los caballeros, bailes que celebran que estamos
vivos y juntos, videojuegos que son obras maestras creando mundos de
fantasías inigualables, libros que nos transportan a la mente del autor y junto
a él construimos realidades mientras pasamos páginas, creando desde unas
simples letras escritas, imágenes, historias, capaces de hacernos sentir felices
y tristes, empatizando con personajes que solo existen mientras leemos...
Un verdadero milagro.
Películas, series, obras de teatro, edificios que no solo son útiles, también son
hermosos, altos y sublimes, como aquello a donde quieren apuntar. Cuadros
y esculturas, superpro-ducciones que combinan cinco o seis disciplinas
de las que he mencionado, break dance, ballet y danza contemporánea;
compositores que unen como en un beso una historia y una melodía, DJs,
mimo, moda, maquillaje y arte conceptual.
Belleza.
Toda obra de arte salida de la mente, el corazón y las manos de los seres
humanos cuyo fin es la belleza. Su razón de ser, o al menos la que debería ser,
es la belleza. La alegría que produce saber que no todo es para simplemente
sobrevivir, que podemos celebrar la vida, que nos puede gustar un paisaje no
solo porque tenga árboles frutales que nos puedan alimentar, sino porque
6- Mateo 5:6
7 - Marcos 10:17 RVR95
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Los cristianos hacemos mucho énfasis en las dos primeras, y nos esforzamos
en trasmitir al mundo que somos los verdaderos, los justos. ¡Con la verdad
por delante!
Y SAL
8 - Génesis 1:28
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sal de la tierra. Es lo que somos. Y la sal es muy “perfil bajo”. Cuando pones
la sal en la comida no esperas que la gente diga: “¡Wow! ¡Qué buena está la
sal!”, sino: “¡Qué buena está la comida!”. Si hace bien su trabajo, la sal no se
convierte en el centro de atención, de hecho, esto solo ocurre cuando hay
exceso o falta de la misma.
Nosotros somos sal y no debemos buscar ser alabados, sino que aquellas
culturas que impregnemos con nuestro arte, sepan bien. Que tengan los
ingredientes que hagan de ella una manifestación del reino de Dios: que haya
justicia, belleza, verdad, fe, amor, esperanza, salvación y creatividad. Y que la
gente, cuando vea esa sociedad, diga: “¡Qué buena es esta sociedad!”. Y no sé
si ese ahora es nuestro objetivo.
Esas son las marcas de que Cristo anda suelto. Esas son las marcas de que
un cristiano anda suelto. Nuestro arte no es para hacernos un nombre, ya
intentaron eso en Babel. La construcción se convirtió en un fin en sí mismo
y no se pudo acabar. Que nuestros artistas puedan salir a salar. Y sin que les
juzguemos desde adentro, porque Dios los envía, porque son la vanguardia,
son misioneros, los “mejores” de entre los nuestros. Verdaderos apóstoles,
enviados al mundo, no a llenar locales. Además, sin preconceptos, sin
prejuicios. La sal no condiciona el sabor de la comida, no es como el curry. Si
le pones curry a lo que sea, lo que sea sabrá a curry. El curry lo estandariza
todo. A veces queremos que el cristianismo lo estandarice todo. Con la sal
es diferente. La sal potencia el sabor. Si le echas sal a la carne, la carne sabe
mejor. Si le echas sal a la paella, la paella sabe mejor. Potencia. Como Iglesia
celebramos la diversidad, el hecho de que en cada lugar podamos conseguir
que sepamos a aquello para lo que Dios nos creó. Que la Iglesia se manifieste
a través de sus artes de maneras multiformes. Y no perdamos nuestro sabor,
seamos auténticos, sin mezcla. Si perdemos nuestra identidad, no serviremos
9 - Lucas 7:22
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ARTESANOS
para nada. Que la sal sea sal, en medio del mundo, que le demos el sabor que
Dios imaginó que debía tener, si la sal toca las heridas de la sociedad, que
escueza un poco; el arte es extraordinario para sanar, pero escuece. Y que,
estemos donde estemos, recordemos que no somos solo tierra. Estamos en la
tierra, pero somos sal. Somos artesanos.
Sí, sucio. Porque se embarró donde no debía. Hay aspectos de sí mismo que
le avergüenzan. Acciones que no cree que pueda hacer porque le recuerdan
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a su pasado. Se autolimita y se equivoca, porque Dios le abrazó aun estando
sucio. “… contra el cielo y contra ti…”10 , le dijo al Padre, porque le dio la espalda
y se fue lejos, a una provincia apartada. Es su historia.
Sin saber dónde acudir, se puso al servicio de criadores de cerdos, hasta que
llegó a creerse uno de ellos. Y deseó las algarrobas, se vendió, se deshumanizó
y se convirtió en un “producto” de la pocilga.
Pero volvió en sí. Es decir, al propósito por el que fue creado, porque toda su
distorsión, su error, su suciedad, la vivió porque estaba fuera de sí. Ese no
era él. Era otra cosa. Porque estaba roto. Porque estaba lejos. Dios no le había
rechazado, él había rechazado a Dios. Y se puso en manos de criadores, en
lugar del Creador. Y mira…
Todas mis fuentes están en Ti. Solo en Ti. Pero roto, fue abrazado. Y limpiado.
Claro que hay aspectos que limpiar, escamas que quitar, situaciones que no
se van a volver a repetir, algarrobas innecesarias que le deshumanizaban.
Se siente inseguro, pero debe confiar en los ojos que le ven, que le dicen “Tú
eres”.
Nunca debe olvidar que existe porque alguien le ve. Es “aceptado” y ha sido
limpiado, Dios le ha quitado la culpa, debe confiar. Y también está herido, y
es vulnerable. Sus cicatrices de antaño le recuerdan que, separado de Dios, no
puede hacer nada. Es la historia de todos nosotros. Sus marcas le recuerdan
que no nació ayer y que tiene una historia de redención que contar. Las
heridas le escuecen. Es buena señal; si le duele es que está vivo, pero aún
necesita ser sanado, santificado.
10 - Lucas 15:21
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ARTESANOS
Y yo le pido que conmigo sea libre, que tenga libertad, que no se vuelva a
juntar con aquellos que le juzgan, o que abusan de él y le hieren o quieren
deformarlo. Es libre, porque Dios le hizo libre. Pero que no use esa libertad
como ocasión para otras cosas. Que no vuelva con los criadores, que se quede
conmigo.
La historia del arte es una historia de redención; es, por lo tanto, nuestra
historia. Que el arte pródigo vuelva a casa.
Adiós.
11 - Lucas 15:22
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TALLER DE ARTESANOS:
De las características que debe tener un artista, ¿En cuál crees que necesitas
reforzarte más?¿por qué?
¿De qué manera nos afectan los artefactos a nuestra vida diaria, nuestra
espiritualidad y nuestra capacidad de hacer arte?
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