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Capítulo 1
chos daños en los pueblos de la costa / Muchos habitantes se quedaron sin ca-
sas por causa de la tormenta. Básicamente, estas dos oraciones tienen el mismo
significado, pero implican una perspectiva distinta.
Finalmente, es importante reconocer que cuando insistimos en el anclaje cogni-
tivo de la lengua en nuestras descripciones y explicaciones de los fenómenos
lingüísticos, nos proponemos afrontar preguntas fundamentales como: ¿en qué
consiste nuestra capacidad lingüística?, ¿de dónde viene? ¿cómo la adquirimos?,
¿cómo funciona el sistema lingüístico?, ¿cómo está relacionado con otros domi-
nios de la cognición humana, tales como la conceptualización, la percepción, la
imaginación y la visión? De esta manera, el énfasis en los aspectos cognitivos de
la lengua ofrece cierta base ontológica sobre la misma y una dimensión teórica
que nos guía, pero también nos compromete, en nuestras descripciones lingüísti-
cas: ¿cuál es nuestro entendimiento fundamental sobre la capacidad lingüística?
3. La categorización
Uno de los fundamentos de la LC, que tiene una repercusión filosófica impor-
tante, es la teoría sobre la categorización de los conceptos (Lakoff 1987) y la
noción de ‘prototipo’. La importancia de las categorías prototípicas es amplia-
mente aceptada en la lingüística moderna de orientación funcional. Estas cate-
gorías son las más frecuentes en nuestra experiencia y tienden a ser las que se
aprenden primero.
Esta manera de entender la categorización contrasta con la denominada teoría
clásica de la categorización, la cual estipula que una entidad pertenece a una de-
terminada categoría si y solo si cumple con una serie de condiciones suficientes
y necesarias. Por ejemplo, en la definición de la palabra “niño”, x es un niño si y
solo si tiene ciertos atributos: x es humano; x es menor de edad; x es del sexo
masculino. Por un lado, cada uno de estos atributos es necesario para definir la
categoría “niño”. Por otro lado, ninguno de ellos es de por sí suficiente para de-
finirla. Bajo esta perspectiva, las condiciones definitorias tienen una estructura
binaria. Es decir, una determinada categoría tiene o carece de un atributo (en
nuestro ejemplo humano vs. no humano; menor de edad vs. mayor de edad; sexo
femenino vs. sexo masculino). Además, los atributos gozan de unos límites bien
definidos, ya que se categoriza una entidad como masculina o femenina, o como
humana o no humana, y no como algo intermedio). Todos los miembros que
pertenecen a una misma categoría tienen el mismo estatus. Es decir, en principio
no hay miembros que sean más importantes que otros dentro de una categoría.
En oposición a la teoría clásica, la teoría de los prototipos adoptada por los cog-
nitivistas estipula que ningún atributo se puede considerar necesario o suficiente
para incluir un objeto, o un fenómeno, en una determinada categoría. La teoría
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de los prototipos se remonta a la obra del filósofo Ludwig Wittgenstein, que in-
trodujo el concepto de semejanza de familia. Según Wittgenstein (1953), las ca-
tegorías (p.ej. de perros) pueden estar relacionadas por medio de una red de si-
militudes entrelazadas. No existe, según esta teoría, un rasgo común que com-
partan todos los miembros de una misma categoría. Pero se puede identificar el
mejor ejemplo de una categoría, el prototipo, que es el miembro que más atribu-
tos comparte con los demás miembros de la categoría, y que menos atributos
comparte con miembros de categorías vecinas. Siguiendo el mismo razonamien-
to, podemos identificar un mal ejemplo de una categoría como el miembro que
comparte pocos atributos con los demás miembros de la categoría, y más atribu-
tos con las categorías vecinas. Por ejemplo, podemos comparar los miembros de
las categorías coche, camión, autobús, moto y concluir que el Volvo S40 (coche
de familia) es un buen ejemplo (prototípico) de la categoría coche mientras que
un coche grande con muchos asientos, o con mucho sitio para carga, puede ser
menos ejemplar como coche, compartiendo más atributos con la categoría de
autobús o de camión. Hay, por tanto, dos puntos de divergencia fundamentales
entre la teoría clásica y la teoría de los prototipos: 1) En el modelo clásico, los
atributos poseían una estructura binaria en la que estos estaban presentes o au-
sentes, mientras que en la teoría de los prototipos se defiende un cierto grado de
borrosidad entre los límites de las categorías (límites difusos); y 2) En el modelo
clásico, la pertenencia a una categoría se asignaba en función a una serie de
condiciones suficientes y necesarias, mientras que en la teoría de los prototipos,
la pertenencia a una categoría se determina en función del grado de aproxima-
ción a un ideal.
La estructuración en torno a un prototipo se denomina la dimensión horizontal
de la categorización. Por otro lado, existen diferentes niveles de categorización,
de los más generales a los más específicos. Es lo que se denomina dimensión
vertical de la categorización:
Introducción a la Lingüística Cognitiva: Orígenes y postulados básicos 21
Animal
(el prototipo)
Figura 2. Dimensiones verticales y horizontales de la categorización
Las categorías que se sitúan en la parte superior de la jerarquía (las más genera-
les) incluyen a las que están en niveles inferiores (las más específicas). De ahí se
pueden distinguir tres niveles diferentes de categorización: categoría superordi-
nada, categoría básica o genérica y categoría subordinada. Los términos del ni-
vel básico tienen una frecuencia de aparición mayor en el uso de la lengua que
las expresiones de los niveles superordinado y subordinado. El nivel básico típi-
camente implica una referencia cotidiana a patrones que son característicos de
nuestra realidad inmediata. Por ejemplo, en el caso de perro (categoría de nivel
básico), fácilmente podemos describir el comportamiento típico de los perros, y
así caracterizar esta categoría; p.ej., cuando el dueño del perro le tira un objeto
al perro para que lo recoja. Esta forma de caracterizar la categoría no podría
aplicarse a la categoría de animal (categoría de nivel superordinado), y difícil-
mente a la categoría de una raza de perro específica (categoría subordinada).
Según la LC, estructuramos la realidad que nos rodea de forma preconceptual e
independiente de la propia categorización conceptual de los fenómenos del
mundo externo. Los esquemas de imagen son estructuras relativamente simples,
que están activadas, constantemente, en nuestra experiencia física y corporal. Es
decir, los esquemas de imagen están arraigados en nuestra experiencia de la rea-
lidad diaria. El origen de estos esquemas básicos es la experiencia temprana del
niño. Estos esquemas establecen similitudes esquemáticas entre entidades de
distintos dominios de la cognición, e incluso una extensión de los dominios físi-
cos y corporales a los dominios abstractos. Por ejemplo, el razonamiento en el
dominio de los pensamientos, que implica relaciones de causa-efecto, se estruc-
tura a partir del esquema de ‘fuerza dinámica’. En efecto, hay ciertos esquemas
de imagen que tienen un papel especialmente prominente. Entre ellos estaría la
‘fuerza dinámica’. La fuerza dinámica está estrechamente relacionada con la ac-
tividad mental de pensar y razonar, y podemos considerar esta categoría cogniti-
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4. Iconicidad e indexicalidad
La expresión lingüística puede organizarse a partir de un principio de iconici-
dad. Los iconos se caracterizan por guardar semejanza entre su significado y su
forma. Es decir, en ciertas expresiones hay similitud entre la forma de la expre-
sión y su significado. Por ejemplo, hay una relación de similitud entre el orden
formal de los constituyentes de la cláusula prototípica, y la estructura del signi-
ficado. En español, el orden de los constituyentes es básicamente (si bien puede
variar): Sujeto – Verbo – Objeto (SUJ V OBJ). Este patrón formal corresponde a
una estructura semántica similar del evento canónico: ‘el agente’ inicia ‘un pro-
ceso de acción’ dirigido ‘al paciente’, que es el afectado (Ag Æ Acción Æ Pt):
Fernando golpeó a su amigo
SUBJ V OBJ
Ag Acción Pt
A veces las construcciones de forma-significado hacen referencia a elementos de
la misma situación de comunicación (indexicalización), incluso sus participantes
(el hablante o el oyente), como parte del significado. Este tipo de expresiones se
denominan expresiones deícticas. La expresión puede hacer referencia directa a
los participantes de la comunicación (p.ej. los pronombres personales yo, tú…),
o puede marcar una posición en el tiempo, o en el espacio, que esté relacionada
con un punto de referencia (típicamente el hablante): No me gusta esta casa,
aquella que fuimos a ver el otro día me gustó más.
El verbo en sí es deíctico cuando indexicaliza un punto de referencia –
típicamente la posición del hablante– en relación con el cual se entiende la ac-
ción verbal. Por ejemplo, cuando usamos el verbo ir para expresar movimiento,
el sujeto se mueve en una dirección que se aleja del centro deíctico (la posición
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del hablante). En cambio, el verbo venir implica que el sujeto se mueve hacia el
centro deíctico, acercándose a la posición del hablante: