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Cuando se trata de transmitir información referente a la prevención en el entorno laboral, no hay que dejar
espacio para las dudas o la interpretación, por lo que la efectividad al momento de comunicar cobra especial
relevancia.
• Empático: debe lograr una identificación mental y afectiva con otro sujeto.
Y aunque cada supervisor es distinto de acuerdo a su personalidad, criterios y percepción, todos deben cultivar ciertas
habilidades como la comprensión; saber escuchar y comunicar; inspirar autoconfianza y motivar a los demás; ser justo y
leal, tanto con compañeros de trabajo de igual posición, como con empleados de nivel inferior; mostrar una buena
disposición y optimismo.
Los supervisores deben conocer los equipos, sus operaciones, al igual que los asuntos y medidas de seguridad para
garantizar la protección de las personas que trabajan con ellos. Cotidianamente, su rol es transmitir a los trabajadores los
conocimientos básicos de la prevención de riesgos en el mundo laboral. Bajo este marco, debe ser capaz de comunicarse
con todas las personas que interactúan con él, haciéndose entender en el día a día.
La comunicación es el acto por el cual un individuo establece con otro un contacto que le permite transmitir una
información. En la comunicación intervienen diversos elementos que pueden facilitar o dificultar el proceso. Este proceso
en la industria, y para los que trabajamos en el área de la seguridad industrial, puede ser determinante en que un trabajador
sufra un accidente laboral o que, en cambio, llegue a su hogar sin ningún tipo de lesión.
En consecuencia, el supervisor debe identificar de manera clara los factores que afectan la comunicación efectiva,
principalmente en los siguientes niveles:
Supervisor = Emisor: La persona que emite un mensaje.
Para tener una buena recepción del mensaje, el supervisor debe considerar lo siguiente al comunicarse con el personal a
cargo:
• Al criticar a un trabajador, hablar de lo que este hizo, no de lo que es como persona. Las etiquetas no ayudan a que
cambiemos comportamientos, sino que refuerzan nuestras defensas.
• Evitar las generalizaciones. Los términos “siempre” y “nunca” rara vez son ciertos y tienden a formar etiquetas.
• No ir acumulando emociones negativas sin comunicarlas, ya que producirían un estallido que conduciría a una hostilidad
destructiva.
• No hablar del pasado. Rememorar antiguas ventajas o sacar a relucir los “trapos sucios”, no aporta nada provechoso, sino
que despierta malos sentimientos. El pasado solo debe sacarse a colación constructivamente.
• Ser específico, concreto y preciso, es una de las normas principales de la comunicación. Tras una comunicación específica,
hay cambios, es una forma concreta de avanzar. Cuando somos inespecíficos, rara vez se moviliza algo.
• Ser breve. Repetir varias veces lo mismo con distintas palabras, o alargar el planteamiento, no es agradable para quien
escucha.
Además, se debe cuidar la comunicación no verbal y velar por que esta sea concordante con la verbal. Decir: “Ya sabes que
valoro tu trabajo” con cara de enojo y los brazos cruzados, dejará a la persona peor que si no le hubieran dicho nada. El
contacto visual es clave, debe ser frecuente pero no exagerado, mientras que el volumen de voz, no debe ser ni muy alto
ni muy bajo.
Es importante cuidar el ambiente que elegimos para comunicar y considerar factores psicológicos para ser más efectivos:
si vamos a criticar o pedir explicaciones, debemos esperar a estar a solas con nuestro interlocutor. Por el contrario, si vamos
a elogiarlo, será bueno que esté con su grupo u otras personas significativas. Sin duda requiere de un trabajo sistemático,
pero que aportará de manera importante a la disminución de accidentes laborales.