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Dafne Noemí Sosa

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Seminario "Éticas alegres de insurrección: precariedades y cuerpos en la literatura argentina del
siglo XXI"

Presentación del tema

En este proyecto de investigación se estudiará en Las cosas que perdimos en el


fuego de Mariana Enríquez (2016) cuáles son las acciones que los personajes llevan a
cabo frente a las distintas precariedades que se presentan . Con los cuentos “La casa
de Adela”, “Las cosas que perdimos en el fuego”, “Los años intoxicados” y “Tela de
Araña” se analizarán dos tipos de acciones: la invención de relatos y la organización
de alianzas.

En primer lugar, se distingue que el acto de inventar, contar, escuchar relatos


genera reflexiones y vínculos frente a diversas precariedades. En segundo lugar, se
indagará sobre la constitución de las alianzas para contraponerse a distintos tipos de
violencia/s, ya sea la situación socio-económica del contexto o la violencia ejercida
sobre los cuerpos.

Marco teórico

En el corpus seleccionado, “La casa de Adela”, “Las cosas que perdimos en el


fuego” “Los años intoxicados” y “Tela de araña” se profundizará en las acciones que
llevan a cabo las distintas mujeres (también, niños y niñas) para experimentar
distintas formas de modificar la realidad imperante.

La realidad, el tiempo presente que comparten los distintos personajes, está


compuesta por elementos que generan insatisfacción. Por este motivo, el deseo de
alterarla es un móvil destacable. Ante esa realidad precaria, se organizan para actuar.

Para ahondar en los conceptos mencionados, es fundamental comenzar con


Estado de inseguridad de Isabell Lorey. La autora explica que la precariedad es una
condición inherente a los seres vivos y por lo tanto, es totalmente relacional.
Compartimos con otras vidas precarias.
La precariedad, entonces, si bien tiene que ver con lo carente, también tiene una
relación con la vulnerabilidad. Lorey plantea que una de las dimensiones para
pensarla es que la “dimensión de lo precario comprende relaciones de dominio
naturalizadas, a través de las cuales es atribuida o denegada la pertenencia a un
grupo”(2016,27) . Esto se observa en “Las cosas que perdimos en el fuego”, las
Mujeres Ardientes comienzan a reunirse porque habían sido quemadas por sus
ex/parejas. Como se mencionó, la vulnerabilidad y la exposición son rasgos cruciales
en este planteo, dado que se presentan en los cuerpos como el de las Mujeres
Ardientes, el cuerpo mutilado de Adela, ya que le falta un brazo, o en la delgadez
extrema de Andrea y Paula en “Los años intoxicados”. La precariedad de los cuerpos
tiene que ver con su vulnerabilidad, son cuerpos dañados, mutilados.

Por otra parte, la relación estrecha entre la precariedad y la alianza. En los


distintos cuentos se observa la reunión como un encuentro excepcional entre estos
cuerpos, a veces invisibles o rechazados por otros. Como en el caso de “La casa de
Adela” donde dos hermanos, Clara y Pablo, se reúnen con una vecina para inventar o
repetir historias de terror, se juntan con ella porque le faltaba un brazo, a diferencia
del resto de sus compañeros y compañeras de la escuela. La agrupación de cuentistas
comienza con resúmenes de películas o libros que después van quedando olvidados.
La narradora detalla que muchas veces no distinguía si contaban historias de otros o si
Adela y Pablo inventaban.

Otro caso de encuentro es el de las primas en “Tela de araña”, en una noche


varadas en la ruta desde Asunción a Formosa. Ellas, cómplices, hacen desaparecer a
Juan Martín, el marido de la protagonista.

El último, es el grupo de amigas en “Los años intoxicados”. Algunas integrantes


son temporarias, otras son de la cofradía permanente. El relato avanza
cronológicamente desde 1989 a 1994, mientras la realidad socio-económica de la
Argentina va mutando, asimismo su grupo. Y hacia el final, Andrea, Paula y la amiga
que narra la historia, se unen para deshacerse del novio punk.

Ahora bien, en las escenas mencionadas, es que si bien hay coyunturas y


objetivos distintos, en realidad sucede algo similar. Según Judith Butler, “los cuerpos

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se reúnen, se mueven y hablan entre ellos, y juntos reclaman un determinado espacio
como espacio público” (2017,75). En otras palabras, quiere decir que toda acción
transformativa necesita un espacio para habitar. Esto se ve, claramente, en “Las cosas
que perdimos en el fuego” ya que para las ceremonias se requería ocupar un espacio
de aparición,1 que en este caso se ubica en la ruta 3. También se altera el limite entre
el espacio privado y el público, dado que a Lucila la sacaron quemada del
departamento (había sido prendida fuego por Mario Ponte, su pareja) y luego, este
hecho se termina llevando adelante por la propia voluntad de las mujeres y en
espacios públicos. En Vida precaria, Butler explica que “el cuerpo supone mortalidad,
vulnerabilidad, praxis: la piel y la carne nos exponen a la mirada de los otros, pero
también al contacto y a la violencia” (2006,52). De cierta manera, todos estos cuerpos
que se van a analizar presentan en sí mismos dicha vulnerabilidad porque están
expuestos, enfrentándose a las condiciones de la coyuntura.

Objetivos y metodología

Este estudio dará cuenta de que “una voluntad caracterizada por la alianza de
cuerpos distintos y adyacentes cuya acción e inacción exige un futuro distinto”
(Butler,2017,79). Es decir, se verá que en contextos pocos favorables, los cuerpos
dañados se organizan para transformar el espacio que habitan; o en algunos casos,
transformarse a si mismos.

Al mismo tiempo, este trabajo se presenta como una primera aproximación a una
serie que podría denominarse como “mujeres que incomodan”. Esto se debe a que
sus cuerpos fueron vulnerados y están dañados, en consecuencia se lleva adelante la
constitución de alianzas para lograr una transformación contundente. Son mujeres que
actúan, principalmente.

El cuento “los años intoxicados” avanza cronológicamente, los años


mencionados están definidos por la situación socio-económica del país y las

1 En “Cuerpos en alianza”, Butler cita a Hanna Arendt: “toda acción politica requiere un espacio de aparición”
(2017:79)

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integrantes inestables del grupo de amigas. Comienza en 1989, con varias
adversidades que dan cuenta de la realidad social en la Argentina en ese momento,
como los cortes programados de luz, la hiperinflación. Una de las integrantes del
grupo, da cuenta de esta situación, dice que sus “madres lloraban en la cocina porque
no tenían plata o no tenían luz o no podían pagar el alquiler o la inflación les había
mordido el sueldo hasta que no alcanzaba más para el pan y carne barata, pero a
nosotras no nos daba lástima, nos parecían cosas estúpidas y ridículas como la falta de
electricidad.” (Enríquez,2016,49). En este caso, la precariedad aparece en la
coyuntura, y esta se va desplegando sobre los cuerpos de las amigas, su delgadez está
relacionada con la falta de comida, que termina definiendo la decisión de ser delgadas,
livianas y pálidas. La situación en 1991 de convertibilidad monetaria, aparentaba
alegría y tranquilidad en los adultos, sin embargo para Paula y Andrea la situación
seguía siendo deplorable. El grupo de amigas va variendo, en un primer momento se
acercan a Ximena por interés monetario y luego a Roxana. Mientras se drogaban, ella
contaba mentiras. Relataba episodios de libros y películas como si los vivenciara
verdaderamente. Esto apunta a que en los encuentros, esta especie de cofradía donde
se drogaban y bailaban, había una composición de un escenario, un presente diferente.
De hecho, para ellas, ser ricas era algo que podía suceder en un futuro. No en el
presente donde la falta tenía prominencia. Es, en el futuro donde la muerte, en este
caso, parece ser el umbral de los cambios. Hacía el final del cuento, hay un
acercamiento entre el anuncio del fin, la catástrofe de los cortes de luz, la falta de
trabajo con el asesinato del novio punk de Andrea. La critica que se construye es que
los adultos se quejan y lloran por la pérdida de trabajo, “lloraban como si ellos no
tuvieran la culpa de nada. Nosotras odiábamos a la gente inocente”
(Enríquez,2016,61). Y ese carácter inocente es el del asesinado:”Era lindo e inocente.
Le agarré del mentón y con la otra mano le pegué en la cabeza, un golpe de puño
cerca de la sien”(2016,62). Después de los distintos cambios en el grupo de amigas, la
alianza entre la narradora, Andrea y Paula se construye a fin de asesinar al novio
punk.

Para la lectura de “La casa de Adela” y “Tela de araña”, se hará un análisis


comparativo, dado que el cambio más contundente es la desaparición de Adela y de
Juan Martín, respectivamente. En el primer cuento, dos hermanos y una vecina se

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hacen amigos y se reúnen para contarse historias. Lo interesante es que la narradora,
da los detalles de los comienzos de esa amistad, dice:”Pero, sobre todo, nos hicimos
amigos de ella, mi hermano y yo, porque Adela tenía un solo brazo. O a lo mejor sería
más preciso decir que le faltaba un brazo.”(Enríquez,2016,66). La protuberancia en el
hombro generaba asco y rechazo en el resto, sin embargo estos dos hermanos, a través
de la invención de relatos (o el acto de contar películas) lograron una alianza de
cuentistas. De hecho, si bien los padres de Adela decían que era un problema
congénito, ella afirmaba que sus padres mentían y comenzaba a contar las distintas
versión del hecho. La imaginación y la narración abren otras posibilidades de
contraponerse a la falta de una extremidad. En este caso, la precariedad se conecta con
el cuerpo mutilado de la, finalmente, desaparecida.

Asimismo, en “Tela de araña”, si bien no hay cuerpos mutilados, hay una


insistencia constante en imaginar el asesinato y la muerte del esposo. Por este lado,
parece ser la posibilidad de la protagonista de transformar su vida. En este cuento, la
invención funciona en fantasear estas opciones. En uno de esos episodios, ella
imagina que “sería fácil matarlo ahí, podía buscar un destornillador en el baúl y
clavárselo en el cuello, él a mí no quería matarme, nada más quería tratarme mal y
quebrarme para que odiara mi vida y no me quedaran ni ganas de cambiarla”
(Enríquez,2016,108), también imagina que al salir de la ducha “él se había quedado
dormido y el cigarrillo encendía las sábanas y se moría quemado ahí, en el hotel de
Clorinda. Pero cuando salí, fría y mojada, el pelo rubio chorreando, patético, me
estaba esperando vestido y perfumado para ir a cenar”(2016,110). En este cuento, la
relación entre marido y mujer está caracterizada por la pasividad de ella, que no puede
reaccionar frente a las actitudes repulsivas de él. Se resalta el diálogo que mantiene
ella con su prima Natalia sobre dicho vínculo: “-Errores cometemos todos -me
dijo-.Lo importante es arreglarlos. -¿Y cómo se arregla esto? -Chamiga, lo único que
no tiene solución es la muerte.” (2016,102). Es interesante porque, justamente, la
desaparición del marido al final de la noche, parece el método de arreglo. En este caso,
se puede apreciar que la unión de estas primas, constituye la alianza para
sobreponerse al carácter pobre, frágil y abrumador de ese matrimonio.

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Por último, se profundizará en “Las cosas que perdimos en el fuego”. Este
cuento comienza dando cuenta de la precariedad laboral que afecta a las mujeres
quemadas por sus ex/parejas. No consiguen empleo, ni siquiera en trabajos donde no
se las ve. El impacto de sus cuerpos dañados no les permite solventarse
económicamente. Esto se cristaliza en la chica del subte pidiendo plata para pagar su
alquiler y la comida.

La estética de sus cuerpos, al igual que la del cuerpo de Adela, es repulsiva. La


alianza se constituye con mujeres igual de perjudicadas por el ataque de esos hombres.
En este sentido, Isabell Lorey afirma que, “la condición precaria compartida es al
mismo tiempo la condición que nos expone a los demás y nos hace dependiente de
ellos. Esa interdependencia social puede expresarse bien como cuidado (de los demás),
bien como violencia. Dicho de otra manera: los cuerpos son dependientes, porque son
precarios y por ende, finitos” (2016,33). En los casos que se detallan, hay algunos
móviles que se continúan: “Él creía que ella lo engañaba y tenía razón: estaba por
abandonarlo. Para evitar eso, él la arruinó, que no fuera de nadie más, entonces.
Mientras dormía, le echó alcohol en la cara y le acerco el encendedor” (Enríquez,
2016, 186). En la alianza que se construye llamada Mujeres Ardientes, para quemarse
por decisión propia, generar una “belleza nueva” (2016,190) y conseguir trabajo. La
pregunta es, “¿Les darían trabajo?¿Cuándo llegaría el mundo ideal de hombres y
monstruas?”(2016,196). Justamente, la planificación de estas mujeres, contempla la
naturalización de esta nueva belleza contrahegemónica, no morir en las hogueras sino
quemarse y mostrar las cicatrices. Esto implica una organización más grande, no sólo
para armar las hogueras, sino también para curar a las mujeres e internarlas en los
hospitales clandestinos. Como se ve aquí, hay distintas alianzas que se ocupan de
diversas tareas por un fin común: una transformación social, cultural y económica.

Consideraciones finales

En la selección de Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez que


se hizo para este trabajo, comprendida en “Tela de araña”, “Los años intoxicados”,
“La casa de Adela” y “Las cosas que perdimos en el fuego”, se pudo analizar en

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detalle las distintas acciones colectivas que se emprenden. Estas formas de acción
apuntan a transformar la coyuntura. Esto quiere decir que se organizan con el fin de
poder lograr cambios contundentes en el presente precario donde se presentan los
personajes. En una lectura más global de lo trabajado, se puede observar que en
cuentos como “Tela de Araña”, “Las cosas que perdimos en el fuego” y “Los años
intoxicados” la vulnerabilidad socio-económica está marcada por distintos factores.
En el primer cuento, la protagonista tiene dependencia económica de Juan Martín y
plantea que dicha relación determinó que ella no pueda desarrollarse en otros espacios
y actividades. En el segundo, como se ha visto, las mujeres que fueron víctimas de sus
parejas no pueden solventarse; y en el último, la realidad de la Argentina está marcada
por la hiperinflación y la falta de trabajo que determina la pobreza y las problemáticas
en las familias del cuento.. Entonces, este contexto termina logrando la organización y
la alianza para contraponerse a la vulnerabilidad que expone sus cuerpos a otros, que
son “ susceptibles de violencia a causa de esta exposición” (Butler, 2006, 46).
Finalmente, se constituyen la materialización de agrupaciones para la invención de
relatos y para concreción de cambios concretos en el contexto presentado.

Bibliografía

Butler, Judith (2006) Vida precaria. Paidós, Buenos Aires.

Butler, Judith (2017) Cuerpos aliados y lucha política. Paidós, CABA.

7
Enríquez, Mariana (2016) Las cosas que perdimos en el fuego, Anagrama, Buenos
Aires.

Lorey, Isabell (2016) Estado de inseguridad, Gobernar la precariedad. Traficantes de


Sueños. Madrid.

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