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CAPAS DE LA PIEL

CAPAS DE LA PIEL. Según las distintas partes del cuerpo, puede variar su
espesor, color así como la presencia de vello y glándulas. La piel está constituida
por tres capas sucesivas: la epidermis la más superficial, la dermis, y la
hipodermis las más profundas.

La piel está formada por dos capas diferentes. Las glándulas sudoríparas están
distribuidas por todo el cuerpo. Son numerosas en las palmas de las manos y en las
plantas de los pies, pero bastante escasas en la piel de la espalda. Cada glándula
consiste en una serie de túbulos enrollados situados en el tejido subcutáneo, y un
conducto que se extiende a través de la dermis y forma una espiral enrollada en la
epidermis. Las glándulas sebáceas tienen forma de saco y segregan el sebo que
lubrica y ablanda la piel. Se abren en los folículos pilosos a muy poca distancia por
debajo de la epidermis.

EPIDERMIS

La capa externa se llama epidermis o cutícula. Tiene varias células de grosor y


posee una capa externa de células muertas que son eliminadas de forma constante
de la superficie de la piel y sustituidas por otras células formadas en una capa basal
celular, que recibe el nombre de estrato germinativo (stratum germinativum) y que
contiene células cúbicas en división constante. Las células generadas en él se van
aplanando a medida que ascienden hacia la superficie, dónde son eliminadas;
también contiene los meloncitos o células pigmentarias que contienen melanina en
distintas cantidades.

Es la capa externa de la piel. Consta de dos capas: La capa cornea y la capa de


Malpighi

- La capa cornea: Está formada por células muertas que se originan en las capas
de Malpighi. El organismo elimina de forma natural y constante muchas células
externas de la epidermis y elabora constantemente otras de nuevas para suplir a
las eliminadas.

- En la capa de Malpighi, se encuentras unas células, llamadas meloncitos, que


producen un pigmento llamado melanina. La cantidad de melanina, que depende de
la raza y de la exposición al sol, es la que da la coloración de la piel, del pelo y del
iris del ojo.

La melanina protege la piel de los rayos ultravioleta solares y es la responsable de


que nuestra piel se broncee en contacto con el sol. La deficiencia de este pigmento
produce el albinismo. La melanina también es responsable por acumulación de la
aparición de manchas, pecas, manchas del embarazo, manchas de la edad e
incluso, con un crecimiento desmesurado, del melanoma o cáncer de piel.
El espesor de la epidermis es, en general, muy delgado, aunque existen zonas con
diferente grosor. Así, mientras que, en ciertas zonas como la planta de los pies o
las palmas de las manos, puede medir 1,5 mm, en otros lugares, como el contorno
de los ojos, es inferior a 0,04 mm. La epidermis es constituye la barrera externa que
nos protege de las agresiones externas y mantiene el nivel adecuado de los líquidos
internos, permitiendo, además, mediante su permeabilidad, que algunos de ellos
puedan salir al exterior.

DERMIS

La capa interna es la dermis. Está constituida por una red de colágeno y de fibras
elásticas, capilares sanguíneos, nervios, lóbulos grasos y la base de los folículos
pilosos y de las glándulas sudoríparas. La interface entre dermis y epidermis es muy
irregular y consiste en una sucesión de papilas, o proyecciones similares a dedos,
que son más pequeñas en las zonas en que la piel es fina, y más largas en la piel
de las palmas de las manos y de las plantas de los pies. En estas zonas, las papilas
están asociadas a elevaciones de la epidermis que producen ondulaciones
utilizadas para la identificación de las huellas dactilares. Cada papila contiene o bien
un lazo capilar de vasos sanguíneos o una terminación nerviosa especializada. Los
lazos vasculares aportan nutrientes a la epidermis y superan en número a las
papilas neurales, en una proporción aproximada de cuatro a uno.

Es la capa que se encuentra cubierta por la epidermis. Está formada por dos
estratos continuos. En ella podemos encontrar:

- Las glándulas sudoríparas, en forma de espiral con un tubo que se proyecta hasta
el exterior, producen constantemente sudor que sale a la dermis a través de los
poros. Con el sudor eliminamos toxinas y regulamos la temperatura corporal.

- Las glándulas sebáceas, en forma de saco, producen sebo o grasa hacia la dermis.
La función del sebo es lubricar y proteger la piel. El sebo y el sudor se combinan
para conseguir una capa que protege la piel y la hace impermeable al agua.

- Las células adiposas: se encuentran en la parte inferior de la dermis. Su función


es acolchar el organismo protegiéndolo de los golpes y proporcionando calor.

- Folículos pilosos, que, en forma de tubo, nacen de las células adiposas y continúan
hasta la epidermis. En su interior se producen los pelos. Cada folículo piloso esta
lubricados por una glándula sebácea que es la que proporciona grasa al pelo
correspondiente. Esta grasa lo abrillanta y lo protege de la humedad.

Los pelos estos sujetos por músculos elevadores que al contraerse erizan el pelo.
Esto es lo que se produce cuando sentimos ciertas sensaciones táctiles, o ante el
miedo, el frío, etc.
- Vasos sanguíneos que irrigan las diferentes células de la piel a través de los
capilares

- Fibras de colágeno y elastina: Se encuentran en la capa más profunda de la


dermis. Su función es mantener la piel tersa, elástica y joven.

- Las fibras nerviosas responsables de las sensaciones. Las sensaciones se forman


cuando los receptores mandan al sistema nervioso la información percibida. Estos
receptores reciben nombres diferentes según el tipo de sensación que captan. Los
termo receptores son capaces de identificar las sensaciones de calor o frío
(sensaciones térmicas), los mecanos receptores captan el peso de los objetos
(sensaciones de presión) y la forma, la textura, el tamaño, etc. de los objetos
(sensaciones táctiles); los nociceptores captan el dolor (sensaciones dolorosas)

Las fibras nerviosas pueden ser libres, con fibras sensitivas desnudas (14) o estar
cubiertas por tejido conjuntivo. Terminan en unos abultamientos denominados
corpúsculos. Tenemos los siguientes corpúsculos:

- Corpúsculos de Puccini: Aparecen encapsulados. Están formadas por una serie


de capas en espiral formadas por tejido conectivo aplanado que recuerdan por su
forma a la cebolla. Están encargadas de recoger las vibraciones y la presión, por
eso son muy abundantes en las manos y en los pies.

- Corpúsculo de Ruffini: Tienen forma alargada y aparecen en la parte más profunda


de la dermis. Su función consiste en captar las deformaciones de la piel y de los
tejidos subcutáneos. Captan también el calor. Son más abundantes en la mano por
la cara de arriba.

- Corpúsculo de Mesmer: En forma de huevo, aparecen principalmente en la punta


de los dedos y de los pies. Responden a suaves tactos sobre la piel. Son capaces
de detectar rápidamente la forma que tienen los objetos, así como sus texturas.

- Corpúsculo de Krause: Aparecen encapsulados en el nivel más profundo de la piel.


Tienen una forma similar a los corpúsculos de Puccini, aunque son más pequeños
y de forma algo más redondeados. Se cree que son capaces de detectar el frío.
Pueden encontrarse en la boca, la nariz, los ojos, la lengua, los genitales, etc.

HIPODERMIS

La hipodermis es la capa adiposa del organismo. Según su forma, nuestra silueta


es más o menos armoniosa.

Representa la reserva energética más importante del organismo gracias al


almacenamiento y a la liberación de ácidos grasos.
Sus células grasas, los adipocitos, son células voluminosas. El núcleo aplanado de
estas células está pegado en la periferia por una gota de lípido.

Los adipocitos se distribuyen de manera distinta en la mujer y en el hombre. En las


mujeres, los adipocitos predominan en la zona de los glúteos y de los muslos. En
los hombres, se encuentran más bien en la zona abdominal. En la hipodermis, se
encuentran las glándulas sudoríparas y los folículos pilosos a los que están unidas
las glándulas sebáceas.

Es la capa que más profunda de la piel que aparece cubierta por la epidermis. En
ella podemos encontrar:

- Vasos sanguíneos que aportan el riego sanguíneo y vasos linfáticos que recogen
las toxinas y conducen las células del sistema inmunitario.

- Ligamentos cutáneos: Permiten que la piel se mueva por encima de los órganos.

- Lapicitos: Productores de grasa. Su función es formar una especie de colchón o


tejido subcutáneo que protege el organismo contra las agresiones externas y
traumatismos. También protege el organismo contra el frío y proporciona
consistencia a la piel, evitando que esta se hunda o se afloje.

La técnica de la inyección:

intramuscular

Existen varias técnicas asociadas a la hora de aplicar una inyección intramuscular.


Veamos cuáles son los pasos más importantes a la hora de administrar un fármaco
por esta vía:

1. Informar al paciente de lo que se le va a hacer.


2. Lavado de manos y colocación de guantes no estériles.
3. Colocar al paciente en la posición adecuada.
4. Limpiar la piel con un antiséptico y dejar secar durante unos segundos.
5. Con la mano no dominante estirar la piel de la zona a inyectar.
6. Puncionar la piel con la aguja formando un ángulo de 90 o. Este movimiento
será́ firme (de forma que el fármaco se deposite directamente en las fibras
musculares), seguro y rápido, empleando una técnica cerrada (inyectar sin
retirar la aguja de la jeringa).
7. Previamente a la introducción del fármaco, realizaremos una aspiración
suave para comprobar que la aguja no esté alojada en un vaso sanguíneo.
En el caso de que al aspirar salga sangre retiraremos la aguja y repetiremos
de nuevo el proceso.
8. Introducir lentamente la medicación, para disminuir el dolor.
9. Para evitar daños tisulares, se debe sujetar firmemente la jeringa en el
momento en el que la aguja esté alojada dentro del tejido muscular.
10. Esperar durante unos segundos antes de extraer la aguja, para evitar que
refluya la medicación.
11. Tras la retirada de la aguja, masajear suavemente la zona, para favorecer la
absorción del fármaco y disminuir el dolor producido por la técnica.
12. Desechar el material usado, lavarse las manos, y registrar la técnica.

Técnica de inyección intravenosa

Jeringa con el medicamento que se va a administrar (sin aire), aguja (G 20, larga y
de grosor mediano, colocada sobre la jeringa), líquido desinfectante, algodón
hidrófilo, esparadrapo, torniquete.

Técnica

1. Lávese las manos.

2. Tranquilice al paciente y explíquele el proceso.

3. Descubra completamente el brazo.

4. Mantenga al paciente relajado y sosténgale el brazo por debajo de la vena que


va a pinchar.

5. Aplique un torniquete y busque una vena accesible.

6. Espere a que la vena se hinche.

7. Desinfecte la piel.

8. Estabilice la vena tirando de la piel tensa en la dirección longitudinal de la vena.


Hágalo con la mano que no va a utilizar para introducir la aguja.

9. Introduzca la aguja a un ángulo de unos 35 grados.

10. Perfore la piel y mueva la aguja ligeramente en el interior de la vena (3-5 mm).

11. Mantenga la jeringa y la aguja firmes.

12. Aspire. Si aparece sangre, mantenga la jeringa firme, está en la vena. Si no


aparece, inténtelo otra vez.

13. Afloje el torniquete.

14. Inyecte (muy) lentamente. Vigile la aparición de dolor, hinchazón, hematoma;


ante cualquier duda sobre si todavía se encuentra en la vena, aspire de nuevo.
15. Retire la aguja rápidamente. Presione con algodón hidrófilo estéril sobre la
abertura. Fije con esparadrapo.

16. Vigile las reacciones del paciente y tranquilícelo de nuevo, si es preciso.

17. Limpie; tire los desechos sin que nadie pueda pincharse ni cortarse; lávese las
manos.

TECNICA DE LA INYECCION SUCTANEA

La vía subcutánea es una de las cuatro vías parenterales que existen para la
inyección de medicamentos. Clásicamente, esta vía estaba representada por la
administración de insulina, heparina y vacunas. Sin embargo, con la incorporación
del cuidado del enfermo terminal, las utilidades del acceso subcutáneo se han
ampliado considerablemente en la atención primaria. A la hora de administrar una
medicación se debe actuar sistemáticamente, cumpliendo una serie de pasos:

Preparar el material necesario. Preparar el medicamento. Elegir el lugar de


inyección. Administrar el medicamento

Se debe aplicar casi de forma horizontal respecto a la piel, así queda entre sus
capas o en el tejido conectivo entre la piel y los músculos.

El procedimiento puede hacerse de forma ambulatoria por un médico. A veces


puede explicarse como "una astilla", ya que no penetra en los músculos y es
superficial.

1. Elegir zona de punción


2. Limpiar zona con antiséptico del centro a la periferia
3. Con el bisel hacia arriba y Angulo de 45o
4. Usar la mano no dominante para pellizcar unos 2 cm de piel de la zona e insertar
la aguja en 45 grados
5. Aspirar con el embolo: si hay sangre retirar y volver a pinchar (no inyectar el
medicamento con sangre o en un vaso). Si al aspirar no hay sangre inyectar el
medicamento
6. Retirar la aguja y luego soltar el pliegue cutáneo (no masajear).
Nota: para heparinas se recomienda inyectar con el angulo de 90 grados cogiendo
un pliegue de piel y sobretodo no aspirar si vamos a inyectar heparina o insulina.
En jeringas precargar no eliminar la burbuja de aire.
Se debe siempre anotar la zona de punción para evitar la lesión repetida en dicha
zona y la consiguiente atrofia del tejido subcutáneo
Técnica intradérmica

1. Antiséptico aplicado con algodón en espiral de adentro hacia afuera


2. La aguja con el bisel hacia arriba, paralela a la piel en ángulo de 10-20 grados
3. Se introduce la aguja en la piel unos 3 mm y sin llegar al tejido graso
4. Se inyecta el fármaco, observando abultamiento de la piel.
5. Se retira la aguja
6. No frotar, ni comprimir ni friccionar la piel

Canalización y colocación de sueros

compresor.
Antiséptico.
Guantes no estériles.
Algodón o gasa.
Apósito preferiblemente transparente.
Catéter venoso de calibre adecuado.
Llave de tres pasos.
Esparadrapo.
Jeringa con suero fisiológico.

Lo primero que haremos es informar al paciente de lo que vamos hacer. Nos


ponemos los guantes y colocamos el compresor en el brazo del paciente. Se
recomienda empezar a valorar las venas más distales como las del dorso de la mano
o el antebrazo, pero si nos encontramos en un servicio de Urgencias, empezaremos
a valorar las que se encuentran en la flexura del codo o incluso en el brazo, con la
intención de que la medicación que pongamos llegue antes al corazón
(recomendado en emergencias cardiológicas).

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