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Patrimonio de la Corona

El Patrimonio de la Corona (también llamado Real Patrimonio) es el nombre que


recibió, en el siglo XIX y hasta 1931, la institución que gestionaba todas las
propiedades pertenecientes a la Corona de España. Dichas propiedades incluían
palacios, monasterios, fincas diversas y bienes muebles como pinturas, objetos de
arte o mobiliario.

Se englobaba dentro de la Real Casa y Patrimonio de la Corona de España y es el


antecedente directo del actualPatrimonio Nacional.

Índice
Historia
La Constitución de Cádiz y el periodo fernandino
La época isabelina y la revolución liberal
Las nuevas instituciones nacionales
El asunto de los inventarios
La Ley del Patrimonio de la Corona de 1865
En Madrid
En otros lugares del territorio
Los monasterios de patronato real
Propiedades segregadas
El Sexenio Revolucionario
La restauración borbónica y la monarquía alfonsina
La nueva ley de 1876
La nuevas musealizaciones
Epílogo: el Patrimonio de la República
Referencias
Bibliografía

Historia

La Constitución de Cádiz y el periodo fernandino


Hasta finales de la Edad Moderna, en la mayoría de las monarquías europeas, la separación entre los bienes de la corona y los bienes
privados del rey era bastante difusa, al fin y al cabo, el soberano aparte de ser jefe del estado también era un señor feudal. Sin
embargo, a principios del siglo XIX fue apareciendo la noción de patrimonio cultural nacional y la percepción de que el Estado debía
hacerse cargo de su conservación y gestión. En 1812, siguiendo la estela de la Revolución francesa, la Constitución de Cádiz
estableció que los bienes del soberano eran propiedad del Estado. Dicha percepción contrastaba con la realidad, José Bonaparte había
dispuesto de los bienes de la Corona como si fueran suyos propios, decidiendo fundar el Museo Josefino o vendiendo algunas joyas y
objetos sagrados situados en elPalacio Real de Madrid.1
Como soberano absoluto que fue, Fernando VII gozó de plena disposición de los
bienes, solo sujetos a su voluntad, sin embargo, a él se debe una de las decisiones
más trascendentes de toda la historia cultural de España. A instancias de su segunda
esposa, María Isabel de Braganza, dispuso la fundación del Real Museo de Pintura y
Escultura en 1819. Las obras del nuevo establecimiento eran todas aquellas que,
dada su antigüedad, no encajaban con las nuevas tendencias estilo Imperio con las
que Fernando VII redecoró sus residencias, en especial el Palacio Real de Madrid. El
museo se instaló en el Real Gabinete de Ciencias del Buen Retiro, edificio también
propiedad de la Corona. La primitiva sede del museo debía haber sido el palacio de
Buenavista, sin embargo, éste había sido vendido al Ejército en 1816.2 El público
podía acceder al museo cada miercoles de nueve a dos. El rey y la familia real
disponian para su uso particular un Salón de Descanso (actual Sala 39) y un
Retrete.3

A finales del mismo reinado, sin embargo, varias instituciones reales fueron
desvinculándose progresivamente del patrimonio de la Corona, pasando a ser
administradas por el ministerio de Instrucción Pública, como las reales academias, el
Retrato póstumo de Maria Isabel de
Real Conservatorio de Arte y Música o los archivos reales de Barcelona, Sevilla,
Braganza frente al Real Museo de
Pintura y Escultura. Simancas y Valencia.4

La época isabelina y la revolución liberal

Las nuevas instituciones nacionales


Durante las primeras décadas del reinado de Isabel II, y especialmente durante la revolución liberal (1836-1838), la tendencia
iniciada a finales del reinado de su padre se afianzó y varias instituciones dejaron de ser "reales" para convertirse en "nacionales",
desvinculándose, por lo tanto, completamente de la Corona. Así, por ejemplo, la Real Librería Pública se convirtió en Biblioteca
Nacional en 18365 en oposición a la Real Biblioteca que seguía siendo propiedad del soberano. Lo mismo ocurrió con elReal Museo
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de Ciencias Naturales, que en 1847 se convirtió en el Museo de Historia Natural.

Asimismo, en 1838 también tuvo lugar la fundación de otro importante museo en Madrid, el Museo de la Trinidad, donde se
expusieron pinturas y esculturas provenientes de las desamortizaciones. La propiedad de dicho museo era estatal, en oposición al
Museo del Prado, cuyas obras pertenecían a la Corona. Otro de los museos propiedad de la monarquía era la Real Armería situada
delante de la fachada sur, o de mediodía, del Palacio Real y dependiente del Caballerizo Mayor de Palacio. En 1849, el museo fue
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abierto por primera vez al público que podía visitarlo todos los sábados de una a tres.

El asunto de los inventarios


A falta de una ley específica sobre el Patrimonio de la Corona, dichas propiedades continuaban encontrándose en un limbo entre la
propiedad estatal y la propiedad privada. Esta ambigüedad se haría especialmente patente durante la regencia de la reina María
Cristina (1833-1840). La regente consideraba que el Patrimonio de la Corona tenía una dimensión más personal y señorial, mientras
el nuevo gobierno liberal opinaba que éste debía tener un valor más público y nacional. Tal conflicto quedaría ejemplificado con el
llamado "asunto de los inventarios".

Antes de fallecer en 1833, Fernando VII quiso hacer unos inventarios con todos los muebles, enseres y joyas contenidos en los
palacios reales. Al modo del Antiguo Régimen, en dichos inventarios se habrían especificado aquellos bienes que permanecerían
vinculados a la Corona y aquellos de libre disposición. Sin embargo, los inventarios nunca se encontraron y no se supo si su viuda
María Cristina los hizo desaparecer o nunca fueron redactados. Las investigaciones subsiguientes sugirieron que, de haber existido, la
propia reina regente los habría hecho desaparecer.8 Cuando la regente tuvo que partir al exilio a París en 1840 y el general Espartero
subió al poder, el nuevo intendente del Patrimonio se encontró con que varios objetos habían desaparecido, presuntamente se los
había llevado María Cristina, entre ellos habían joyas (sí se encontraron los setecientos estuches vacíos) o muebles renacentistas del
viejo Real Alcázar que luego se vendieron en Londres y París.9 El asunto de los inventarios muestra hasta que punto entraban en
conflicto dos percepciones del Patrimonio de la Corona, una absolutista ypersonalista y la otra liberal y pública.

Tal conflicto también tuvo sus ramificaciones respecto al Museo del Prado, ya que Fernando VII había dejado en herencia a sus hijas,
Isabel II y la infanta Luisa Fernanda, la propiedad de todos los bienes muebles, lo que incluía las colecciones del Prado. Para evitar
que la colección pudiera dispersarse, el duque de Híjar, director del museo, propuso que la soberana pagara a su hermana por la
10 11
compra de su mitad, cosa que se produjo en 1843, una vez alcanzada la mayoría de edad.

La Ley del Patrimonio de la Corona de 1865


Desde 1845, el duque de Híjar había propuesto la creación de una ley que regulara el patrimonio de la Corona y que estableciera que
todos los bienes inmuebles así como los muebles y pinturas contenidos en los reales palacios y museos fueran inalienables. El
Patrimonio de la Corona debía pasar, por lo tanto, de un soberano a otro, sin que ningún monarca pudiera vender o alienar alguna de
sus partes a capricho.

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La nueva ley listaba las siguientes propiedades como parte del Patrimonio de la Corona:

En Madrid

el Palacio Real de Madridy las Caballerizas Reales.


la Armería Real
el Real Museo de pinturas y esculturas
el Real Sitio del Buen Retiro
el Real Sitio de la Casa de Campo
el Real Sitio de la Floriday La Moncloa
el Real Sitio de El Pardo
el Real Sitio de La Granja de San Ildefonsoy el Riofrío
el Real Sitio de Aranjuez
el Real Sitio de El Escorial

En otros lugares del territorio

la Real fortaleza de la Alhambra


el Real Alcázar de Sevilla
los Jardines del Real de Valencia
el Palacio Real de Valladolid
el Palacio Real de Barcelona
el Palacio Real de La Almudainay el Castillo de Bellver

Los monasterios de patronato real

el Monasterio de la Huelgas de Burgosy el Hospital del Rey


el Convento de Santa Clara de Tordesillas
"y demás" (no especificados)
La nueva ley establecía que todos los bienes muebles situados en el interior de las propiedades también integrarían el Patrimonio de
la Corona.12
Palacio Real de Madrid. Palacio Real de El Pardo.

Real Museo de Pintura y Palacio Real y Monasterio Palacio Real de Barcelona.


Escultura. de El Escorial.

Asimismo se constituía, aparte, un patrimonio privado del soberano, que era todo aquello comprado con su dinero, de libre
disposición y sujeto, al contrario que el Patrimonio de la Corona, al pago de impuestos y a las regulaciones de la propiedad
privada.12

Propiedades segregadas
La nueva ley excluía definitivamente diversas academias, bibliotecas y museos, antes vinculados a la Corona y ahora propiedad del
ministerio de Instrucción Pública en virtud de la Ley Moyano de 1857 y también se desvinculaban varios edificios que eran usados
por el Ejército, como lasReales Caballerizas de Córdoba, el Alcázar de Toledo o la Montaña del Príncipe Pío.13

14
Algunas de las otras propiedades segregadas fueron:

el Casino de la Reina, convertido en la sede del nuevoMuseo Arqueológico Nacional


el antiguo palacio del Marqués de Alcañices en Madrid, sede de laBiblioteca Nacional
el Real Sitio de La Isabela
el Real Sitio de San Fernando de Henares
los montes de Urbasa, Andía y Aralar en Navarra
la Gamonosa y la Ribera Baja en Andalucía
el Hospital del Rey en Alicante
el Palacio de la Baylía en Valencia
la Albufera de Valencia
la Capilla de Santa Ágataen Barcelona
la cantera de Monjuich en Barcelona
Por último, el texto disponía que varias propiedades (predios rústicos y urbanos) serían vendidos, del total de esta venta el 75% iría a
parar al Estado y un 25% a la reina.12 Tal disposición causó una amplia polémica entre los progresistas y los republicanos y su
consecuencia directa fue la llamada Noche de San Daniel. Una vez más, se ponía a debate a quien pertenecían los bienes de la
Corona: al soberano que los cedía a la nación o viceversa. Este polémica eclipsaría el importante avance que suponía esta ley, al dotar
al patrimonio real de una legislación propia por primera vez.

El Sexenio Revolucionario
Después del derrocamiento de la reina Isabel II, el nuevo gobierno provisional procedió al secuestro de los bienes del Patrimonio de
la Corona. Más de un año después, en diciembre de 1869, se aprobó una ley según la cual el patrimonio "que fue de la Corona"
pasaba a ser propiedad del Estado, siendo administrado por el Ministerio de Hacienda. Parte de ellos se dedicarían al "uso y servicio
15 El soberano también percibiría, por
del Rey" (Amadeo I de 1870 a 1872), el resto se vendería o se cedería a otras administraciones.
primera vez, de una asignación atribuida y controlada por el Estado.16

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Entre las propiedades desvinculadas por completo del "uso y servicio" del nuevo soberano había:

el Real Museo de Pintura y Escultura, nacionalizado, pasó a llamarse Museo Nacional de Pintura y Escultura y fue
fusionado con el Museo de la Trinidad.18 19
el Real Sitio de la Florida y La Moncloa fue cedido al Ministerio de Fomento que instaló en él la Escuela de
Agricultura.
el Real Sitio del Buen Retiro fue cedido al Ayuntamiento de Madrid como parque de recreo (aunque ya estaba
abierto al público desde 1767).
el Palacio Real del Valladolid fue cedido al Ministerio de Justicia para albergar la Audiencia Territorial (aunque desde
el 1854 ya se usaba como oficinas de Hacienda). 20

el Palacio Real de Barcelonafue cedido al Ministerio de Justicia y se destinó a juzgado.


la Real fortaleza de la Alhambrase desvinculó de la Corona y en 1870 fue declarado monumento
" nacional".21
los Jardines del Real de Valencia fueron cedidos a la Diputación de Valencia y destinados a lugar de
esparcimiento.22
Paralelamente, tuvieron lugar varias actuaciones en el seno de los bienes muebles de la Corona. Varias vajillas, porcelanas y platerías
del Viejo Chinero del Palacio Real de Madrid fueron enviados para su exposición al Museo Arqueológico Nacional, se trataba de
piezas antiguas donde primaba su valor histórico por encima del funcional, por otro lado, era costumbre que cada soberano tuviera su
propia vajilla, cosa que dificultaba la conservación de las más antiguas por falta de espacio.23 También fueron a parar al Museo
Arqueológico varias pinturas y objetos variados que se consideraban inservibles o que tenían más valor histórico que artístico, como
24
varias vistas del siglo XVII de antiguas propiedades de la Corona.

También hubo varios proyectos que no se llevaron a cabo: en El Escorial se quiso abrir un Museo de Tapices con aquellos más
representativos provenientes de las colecciones reales,25 se decretó que las bibliotecas del monasterio y del Palacio Real de Madrid
deberían abrirse al público y se nombró un conservador de los carruajes de las Caballerizas Reales, cosa que anunciaba una futura
musealización.26

La restauración borbónica y la monarquía alfonsina

La nueva ley de 1876


Tras el fin de la Primera República y el ascenso de Alfonso XII al trono, la gestión de los bienes de la Corona fue devuelta al
soberano. Los bienes reales fueron dotados, una vez más, de un régimen jurídico especifico, se optó por un compromiso: el nuevo
Patrimonio de la Corona estaría integrado por los bienes descritos en la Ley de 1865 menos aquellos "enajenados ó dedicados a
servicios públicos" durante el Sexenio (descritos más arriba).

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Del mismo modo, en la nueva ley de junio de 1876, se aprobaba la ampliación de los monasterios bajo patronato real:

el Monasterio de las Huelgas, el Monasterio de Santa Clara de Tordesillas y el Hospital del Rey en Burgos (ya
inscritos en 1865).
el Convento de la Encarnaciónen Madrid.
la Iglesia del Buen Sucesoy su hospital en Madrid.
la Iglesia de San Jerónimoen Madrid.
el Convento de las Descalzas Realesen Madrid.
la Real Basílica de Atochaen Madrid.
la Iglesia de Santa Isabely su colegio en Madrid.
la Iglesia de Nuestra Señora de Loretoy su colegio en Madrid.
la Iglesia de Nuestra Señora de Montserraty su hospital en Madrid.
el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
A imitación de la monarquía inglesa y tal como había ocurrido durante el breve reinado de Amadeo I, la casa y familia de Alfonso
XII también percibió una asignación monetaria atribuida y controlada por lasCortes.28
La nuevas musealizaciones
Como consecuencia del la segregación del Museo del Prado de los bienes de la Corona durante el Sexenio revolucionario, a la
monarquía solo le quedaron dos museos después de 1875: la Real Armería (abierta en 1849) y el Museo de Tapices de El Escorial
(proyectado en 1869 pero jamás abierto25 ). Estos dos museos concentrarían la mayor parte de las actuaciones en las décadas
venideras.

En 1878, el rey, impresionado por otras armerías europeas, encargó al conde de Valencia de Don Juan la reforma y reorganización de
la Vieja Real Armería situada delante del Palacio Real, sin embargo, en 1884, pocos días antes de su inauguración, un incendio
destruyó la techumbre del edificio y dañó parte de las colecciones. El incendio coincidió con un época de grandes transformaciones
urbanísticas alrededor de la Plaza de la Armería o de Armas, como el inicio de la construcción de la catedral de la Almudena o la
prolongación de la calle de Bailén. Se decidió entonces derribar el viejo edificio de los Austrias e instalar la nueva armería en el ala
oeste de la plaza homónima. El espacio de la Vieja Armería fue ocupado por una nueva verja diseñada por Enrique Repullés y
terminada en 1893. La nueva Real Armería fue inaugurada, por su parte, en 1898, ya bajo la regencia de la reina María Cristina de
Habsburgo.

Paralelamente, José Florit, ayudante del conde de Valencia de San Juan, había empezado a gestionar la musealización de ciertas zonas
del monasterio de El Escorial: en la Sacristía se instalaron vestidos y ajuares y en las Salas Capitulares distintas pinturas. A partir de
1902, Florit empezó la recreación de las estancias de Felipe II en el Palacio de los Austrias, eliminando toda la decoración posterior
de los siglos XVIII y XIX. Dichas restauraciones y musealizaciones no estaban exentas de simbolismo, pues en las décadas
posteriores al desastre de 1898, se trataba de ofrecer un rememoración del Imperio español y un modelo a seguir (Felipe II) para el
joven soberano Alfonso XIII.29

A finales del siglo XIX y en los albores del XX, además de la Real Armería y El Escorial, diversos Reales Sitios podían ser visitados
cuando la corte no se encontraba en ellos y previa solicitud a la administración del Patrimonio de la Corona. Este era el caso de los
palacios de La Granja o El Pardo.30 31

En 1926 se produjo la única alteración en la lista de propiedades del Patrimonio de la Corona, con la incorporación del Palacio Real
de Pedralbes de Barcelona.

Epílogo: el Patrimonio de la República


Con la caída de la monarquía alfonsina, se repitieron los procesos que
en 1868: el Patrimonio de la Corona fue puesto bajo la tutela del
ministerio de Hacienda y renombrado "Patrimonio de la República"
mientras que todos los antiguos reales patronatos pasaron a estar bajo
la administración del ministerio de Gobernación. También en 1931 se
procedió a la cesión de propiedades:

el Real Sitio de la Casa de Campo, coto de caza, finca


agrícola y vivero, se cedió la ayuntamiento de Madrid que lo
convirtió en parque abierto al público.
los jardines del Palacio Real o del Campo del Moro también
fueron cedidos al ayuntamiento y abiertos al público.
el Palacio Real de Pedralbes fue donado al ayuntamiento Las Reales Caballerizas hacia 1920-30.
de Barcelona que instaló en él el Museo de las Artes
Decorativas.
el Real Alcázar de Sevillay sus jardines se transfirieron alayuntamiento de Sevilla.
el Castillo de Bellver y su bosque adyacente fueron cedidos al ayuntamiento de Palma de Mallorca y convertidos en
Museo de Historia de la Ciudad y parque público, respectivamente. 32

El resto de propiedades del Patrimonio de la República fueron reguladas por una ley de marzo de 1932 que establecía que su principal
uso sería "científico, artístico, sanitario, docente, social y de turismo".33 Bajo la égida de Ricardo de Orueta, director General del
Bellas Artes, se procedió a una reorganización, como la del Archivo de Palacio y la de los instrumentos y partituras de la Capilla
Real. También se buscó un conservador especializado para gestionar los palacios y sus colecciones, la plaza de "Conservador
Artístico de Museos y Palacios de Patrimonio de la República", sin embargo, nunca fue cubierta. A causa de la inestabilidad política,
tampoco se llegaron a realizar nunca los previstos Museo de Colecciones Reales, Museo Nacional del Coche o el Museo de Armas y
Tapices.34

Una de las actuaciones más polémicas de la nueva administración fue, posiblemente, el derribo de las Caballerizas Reales construidas
por Sabatini durante el reinado de Carlos III. Si el Palacio Real ganaba una nueva perspectiva (la norte) y unos nuevos jardines,
también se perdía un importante edificio histórico.

El Patrimonio de la República también compaginó su uso museístico con el institucional. El Palacio Real, renombrado "Palacio
Nacional", se destinó a actos oficiales del presidente de la República, como los consejos de ministros o las credenciales de
embajadores. Por su parte, La Granja se convirtió, al menos sobre el papel, en residencia estival del presidente y El Pardo se destinó,
también, a un uso residencial y a la recepción de jefes de estado extranjeros.33 Manuel Azaña usó considerablemente la Quinta del
Duque del Arco durante su presidencia.35

Tras el estallido de la Guerra Civil y durante el Sitio de Madrid, se procedió a la evacuación de parte de los tesoros del Patrimonio de
la República a Valencia y a otras ciudades de España. No obstante, el Palacio Real sufrió importantes daños en sus fachadas a causa
de los bombardeos delbando sublevado, también las placas de porcelana del "Salón del fumar oriental" fueron seriamente dañadas.

Una vez terminada la contienda, el general Franco promulgó una ley en abril de 1939 en la que el Patrimonio de la República se
convertía en Patrimonio Nacional, sin que nadie cayera en la cuenta de la posible confusión de nombres que podría haber con el
patrimonio histórico-nacional. El nuevo nombre, sin embargo, eliminaba cualquier referencia monárquica o republicana. La nueva
institución mantenía gran parte de la estructura establecida en 1932 y seguía dependiendo directamente del Estado, pero
reincorporaba los monasterios de patronato real.36

Referencias
1. Cabello-Carro, págs 250-251.
2. Cabello-Carro, pág 251.
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34. Cabello-Carro, págs 272-275.
35. «El mejor papel, el de La Quinta del Pardo»(http://abcblogs.abc.es/deco-adiccion/2016/03/22/el-mejor-papel-el-de-la
-quinta-del-pardo/). Deco-adicción. 22 de marzo de 2016. Consultado el 18 de enero de 2018.
36. Cabello-Carro, págs 278-279.

Bibliografía
CABELLO CARRO, Paz, "Del Patrimonio de la Corona hasta el actual Patrimonio Nacional (1819-1950)" en Patrimonio
cultural y derecho núm. 18, Madrid, Fundación AENA, 2014.
CONSEJO DE MINISTROS, Presidencia del, Ley designando los bienes que forman el Patrimonio de la Corona, su
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HACIENDA, Ministerio de, Ley declarando extinguido el Patrimonio de la Corona, revirtiendo al Estado, en pleno
dominio, sus bienes y derechos, y los de la Real Casa , Madrid, 1869.
HACIENDA, Ministerio de, Ley designando los edificios, bienes y derechos que constituyen el Patrimonio de la Corona,
Madrid, 1876.
HACIENDA, Ministerio de, Ley relativa a la administración de los bienes que formaban el patrimonio de la Corona y
detallando los que han de constituir el patrimonio de la República, Madrid, 1932.

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