Вы находитесь на странице: 1из 5

La desconexión, de Samir Amín (1988)

Resumen para la cátedra Sociología Sistemática (Carrera de


Sociología-FCPyS-UNCuyo).

por Marcos J. Garcia (Docente adscripto Sociología


Sistemática-2012)

Samir Amin (1931- 2018) es un pensador e investigador egipcio cuya


especialidad ha sido el análisis e interpretación del sistema capitalista
mundial y de la lógica inherente a su carácter expansionista.

Reconociendo algunas grandes tendencias generales que caracterizan al


modo de producción capitalista en su propagación a escala planetaria:

- Desarrollo de las fuerzas productivas.

- Intensificación de la interdependencia (y con ello de los intercambios


comerciales).

- Generalización del trabajo asalariado, de la urbanización o de la propiedad


privada de los medios de producción.

Considera que los pensadores liberales burgueses equivocan el argumento


cuando creen que el crecimiento de las fuerzas productivas, inmanente al
desarrollo capitalista conduce, ineludiblemente, a una realidad homogénea
e indiferenciada.

Para esos teóricos del desarrollo, progresivamente, la expansión capitalista


que conlleva la radicación de inversiones y emprendimientos extranjeros
permitirá que los países “subdesarrollados” alcancen los grados de
modernización y dinamismo que caracterizan a los países “desarrollados”.

Desde sus primeros trabajos impugnó estas posiciones. Señalando no sólo


que el mundo capitalista está compuesto por sociedades desiguales, sino
que hay evoluciones diferenciadas según el papel concreto que dichas
formaciones sociales cumplen en la división internacional del trabajo.

Partiendo de la teoría del desarrollo desigual pretende explicar estas


diferencias cualitativas apelando a la dinámica del conjunto del sistema
capitalista, cuya expansión es funcional a la reproducción diacrónica de las
desigualdades.

En el sistema mundial capitalista podemos distinguir centros y periferias.


Los centros son las regiones en donde se ha constituido una hegemonía
burguesa nacional y un Estado nacional que es inseparable a ella.

1
El Estado es nacional cuando controla el proceso de acumulación a nivel
local, cumpliendo con las siguientes condiciones:

1- Es capaz de asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo incentivando


la implementación de políticas públicas capaces de producir excedentes
alimenticios suficientes como para asegurar una calidad de vida digna para
toda la población.

2- Garantiza la capacidad nacional para orientar la inversión a través de


instituciones financieras locales independientes de los flujos del capital
transnacional.

3- Reserva gran parte del mercado interno a la producción nacional,


logrando, a su vez, para muchas de estas industrias niveles de
productividad que las posicionan competitivamente internacionalmente.

4- Control local sobre los recursos naturales. El Estado nacional, por


intermedio de sus instituciones, es capaz de explotarlos o mantenerlos en
reserva según las necesidades de la matriz productiva local.

5- Producción de tecnología de punta, que permite al país no verse obligado


a importar por tiempo indefinido los insumos esenciales para mantener una
industria competitiva.

Cuando históricamente en una formación social concreta se ha constituido


un Estado nacional burgués podemos decir que existe una economía
nacional autocentrada. Lejos de resultar un sinónimo de autarquía, ello
significa que las relaciones con el exterior se encuentran sometidas a las
necesidades de desarrollo interno.

La configuración de una formación social autocentrada conduce, por un


lado, al reparto menos desigual del valor añadido y de las rentas que son
aquí más abundantes, y por otro, a la formación de una amplia y
heterogénea alianza de clases que se incluye a gran parte de la clase obrera
que disfruta de mejores estándares de vida 1 que sus pares del Tercer
Mundo, abandonando sus propósitos revolucionarios.

Por su parte, las periferias son las regiones que no se constituyen en


centros. No controlan localmente el proceso de acumulación que está
sostenido y dirigido por fuerzas externas.

El antagonismo entre centros y periferias, junto con la necesidad de ambas


posiciones en el sistema mundial hace que la constitución de nuevos
centros resulte improbable. Ello acaece en los países con burguesías

1 Ello gracias al deterioro de los términos del intercambio, a los lugares ocupados en la
división internacional del trabajo, a la permanente transferencia de utilidades de las
subsidiarias a las casas matrices, a los préstamos concedidos con numerosas “condiciones” y
otros mecanismos neocolonialistas, algunas veces imperceptibles, que posibilitan que el valor
real de la fuerza de trabajo en esos países sea mayor, incrementándose, así, la capacidad de
consumo de amplias fracciones de las clases populares.

2
aparecidas tardíamente o después de que el país se haya integrado a la
división internacional del trabajo.

En América Latina las sociedades pre-capitalistas con rasgos semi-feudales


introducidas por la metrópoli española, devinieron luego del período
independentista y de las guerras civiles, en periferias del sistema capitalista
hegemonizado por aquel entonces por Gran Bretaña.

Así, desde sus orígenes los países de América Latina sometieron sus
procesos de acumulación interna a los objetivos de la acumulación en los
centros que dominan el sistema mundial capitalista.

Conformándose con el transcurso del tiempo sociedades con una serie de


características que las distinguen de las formaciones sociales centrales
(europeas, anglosajonas y/o asiáticas):

1- Alianza de clases entre el sector latifundista tradicional y el capital


industrial (con importante participación de los monopolios extranjeros).

2- Procesos de industrialización reciente, que ayudan a que la clase obrera


sea cuantitativamente más pequeña, a la extranjerización del capital y a la
dependencia financiera y tecnológica del exterior.

3- Entre los sectores populares abundan los componentes de una economía


informal, con un subsector terciario hipertrofiado: gran proporción de
asalariados precarios, campesinos que apenas logran la autosubsistencia, y
nuevas capas medias “no productivas” desarrollados excesivamente,
generalmente, ligadas al sector estatal o actividades vinculadas a la esfera
de la circulación.

4- Deuda externa en crecimiento que permite la intromisión del capital


financiero internacional en la diagramación de las políticas económicas
locales, por medio de condicionamientos impuestos para conseguir nuevos
préstamos, moras o renegociación de intereses.

5- Admiración a la cultura europea. En contraposición a lo que sucede en los


países árabes, por ejemplo, aquí la expansión capitalista no se asocia con la
expansión de una cultura extranjera.

Bajo estas condiciones la burguesía local interesada en la conformación de


un mercado interno amplio y en expansión es reducida en número, y
temerosa de la clase obrera que la supera cuantitativamente y
organizativamente. En síntesis, resulta políticamente incapaz de llevar
adelante un proyecto político propio que disemine de manera más
equitativa por el conjunto del entramado social los beneficios del desarrollo
de las fuerzas productivas alcanzado.

A su vez, Amin admite la existencia de situaciones intermedias, a las que


prefiere designar con el calificativo de semiperiferias. En estas ocasiones,
por excepcionales razones históricas, ha podido emerger una burguesía

3
nacional que es potencial hacedora de un Estado nacional burgués, que
podría permitir a esa formación social concreta constituirse como centro 2.

Dejando de lado las situaciones explicitadas por resultar ambiguas y


complejas, nos concentraremos, nuevamente, sobre las periferias.
Contrariamente a los promotores de las medidas de ajuste económico
impuestas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a los
países del Tercer Mundo como condición para alcanzar el ansiado desarrollo,
el pensador egipcio explica, que la estrategia adecuada es la desconexión.

Para él la necesidad de desconectarse no está planteada en términos de


“autarquía” o aislamiento cultural, sino que busca redefinir los criterios de
racionalidad que sustentan a las políticas macroeconómicas de cada país.
Implica elaborar un conjunto de medidas que posibiliten un desarrollo
autocentrado, en otras palabras, un proyecto que se sostenga sobre las
bases de la soberanía económica, financiera y tecnológica con inclusión
social. Este permitirá liberarse de la injerencia externa, ya sea directa o
indirecta, de los países centrales sobre las decisiones en materia socio-
económica y erigir un Estado nacional autónomo.

Estrategia que permitirá quebrar la reproducción de las desigualdades


inherentes a la dicotomía entre centro y periferia. Para triunfar deberá
apoyarse en una alianza con las clases populares, debido a las limitaciones
políticas de la burguesía local a la que cataloga como compradora, ya que
hace las veces de intermediaria o es socia del capital monopólico extranjero.
De existir una burguesía con sentido nacional, la misma resulta ser pequeña
en número, y propender a la fragmentación o la oscilación política.

Configuraciones que se explican a partir de la estructura de clases que


caracteriza a una formación social concreta, que está condicionada por la
posición de cada país en el seno del sistema mundial y por las formas en
qué estas clases sociales y sus fracciones integrantes han logrado insertarse
en el mercado capitalista internacional.

Los proyectos e iniciativas políticas de las clases sociales son imposibles de


comprender sin situarlos en el marco del sistema capitalista mundial. Los
intereses objetivos de las clases sociales hegemónicas o subalternas del
Tercer Mundo se configuran a partir de las alianzas estratégicas
(comerciales, políticas y financieras) que coaligan a grupos o sectores de los
pueblos de la periferia con otros de las naciones centrales.

En las periferias sólo los trabajadores y el campesinado resultan ser capaces


de sostener posiciones nacionales y antiimperialistas hasta sus últimas
consecuencias. En el horizonte último de este proyecto se visualiza la
consecución de una sociedad socialista que cristalice las demandas de las
clases populares.

2 Suele mencionar como ejemplos a algunos de los denominados países emergentes por la
literatura económica actualmente en boga, tal como son Brasil, India o China.

4
El modelo implica un desarrollo autocentrado, que se puede caracterizar
como nacional y popular por su contenido. Pero dejando en claro que no se
renuncia a las relaciones con el exterior, sino que se las somete a las
necesidades del desarrollo del proceso de acumulación interno. Procurando
alcanzar una matriz productiva diversificada, económicamente soberana y
la construcción de un Estado- nación pleno, políticamente independiente.

Para las formaciones sociales que emprendan este arduo camino, el destino
no está sellado de antemano. Durante el proceso de construcción de un
nuevo tipo de sociedad se recrudecerá la lucha de clases y surgirán nuevos
sujetos políticos. Delineándose, a grandes rasgos, un escenario de transición
en el que se observarán distintas alternativas:

- Una socialista, expresión de las fuerzas populares que acompañan el


proyecto.

- Una estatista correspondiente a las nuevas fuerzas sociales asociadas a la


burocracia local y/o regional que asume tareas que históricamente
correspondían a la burguesía.

- Una capitalista ligada a los sectores más activos e innovadores en el


proceso de transformación productiva de la economía local.

Sólo los movimientos tácticos de los actores, como las correlaciones de


fuerzas entre los mismos determinarán, finalmente, cuál será el modelo que
a largo plazo se concretará.

BIBLIOGRAFÍA

Amin, Samir. La Desconexión. IEPALA. Buenos Aires. 1988.

Galasso, Norberto. De Perón a Menem. Ediciones del Pensamiento Nacional.


Buenos Aires. 1970.

Roffinelli, Gabriela. Samir Amin y la mundialización del capital. Campo de


Ideas. Madrid. 2004.

Вам также может понравиться