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LA ACCION

Es la esencia del teatro y se expresa a través


de antagonistas que hablan, actúan y se
transforman. Hasta las pausas breves o
extensas son, o prolongaciones de las palabras
emitidas, o introducciones a los nuevos temas
en que las palabras nos sitúan.
Y los antagonistas son representaciones
simbólicas que sumergen al espectador en el flujo de las conflictivas e insondables
fuerzas que lo dirimen todo, como tan bien lo entendieron en su momento los
grandes dramaturgos griegos de la antigüedad.
 Syd Field define la acción dramática como dos clases de acción: acción física
y acción emocional, la acción emocional es lo que pasa dentro del personaje
durante la historia.
 Cucca, elabora una distinción que separa las acciones de base de las
acciones complementarias (acciones de transición que ilustran el carácter de
un personaje o dan información).
 Lajos Egri, en el estudio del conflicto, discute el origen de las acciones,
conformándose con hacer mano de un muestrario de metáforas climáticas y
antropológicas.
 Eugene Vale piensa como Field: un verbo representa acción. Y desarrolla
todo un capítulo para estudiar la transición de la acción.
 Swain analiza tanto la descomposición de las acciones como sus
antecedentes sin preocuparse ni un instante por definir el término.
 Chion se pregunta qué es la acción, sin llegar jamás a respondérselo,
adelantando tan sólo algunas previsiones de alcance absolutamente
particular.
 Gutiérrez Espada, quizás el más prolijo de todos con relación al tema, esboza
los términos de una discusión histórica que remite a Kulechov y a Gorki y que
se reduce a destacar el alcance y la importancia de la acción, sin, en principio,
definirla.
Niveles de la acción dramática
1. Temporalidad: Su función es informar. Organiza
y relaciona los acontecimientos en un orden
determinado. En qué época ocurren los hechos,
cuánto tiempo cubre la historia que se cuenta,
cómo se desarrolla el tiempo a lo largo de la
narración: en forma continua o discontinua...
2. Espacialidad: Sitio donde suceden los acontecimientos. Por un lado en
un espacio escénico y por otro en un espacio dramático. El primero es el
espacio teatral, el escenario donde evolucionan los actores y en el que
convencionalmente tiene lugar la representación. El segundo, es un espacio
de ficción, donde el texto sitúa la acción de la obra dramática y que el
espectador reconstruye con su imaginación. Se concreta y materializa en el
espacio escénico.[2] A la hora de escribir una obra teatral hay que concretar
qué tipo de espacio se va a elegir. Existen dos tipo básicos: intraescena (el
espacio donde se mueven los actores) y extraescena (queda fuera del
espacio donde se mueven los actores, pero influye en lo que en ese espacio
ocurre; es la realidad que se derarrolla y existe fuera del campo de visión del
espectador).
3. Personajes: Encargados de la concretización de historia. El personaje es
probablemente la noción dramática que aparece como más evidente – sin
personaje no puede haber drama-; es quien realiza la acción dramática y
viene definido por lo que hace y por cómo lo hace (los actos físicos) y
caracterizado por una serie de atributos.[2]
4. Discurso: La manera como se transmite la fábula, en términos de diálogos y
acciones.
5. Figuratividad: Que habla de la verosimilitud y la confrontación con el
receptor.
Teatro contemporáneo
Casi todo el teatro contemporáneo parece signado por la lucha entre dos corrientes
antagónicas: la que pretende beatificar el discurso dramático en que la palabra es
un simple signo secundario, y la que le confiere a ésta su indiscutible preeminencia.
Pero este conflicto que opone de manera superficial el espectáculo a la palabra
tiene implicancias más graves y sutiles y, por eso mismo, más difíciles de clarificar,
porque el teatro es esencialmente acción dramática que se expresa a través de
palabras, y el preciso límite entre teatro y literatura, o simple espectáculo, o
happening, o murga, pasa por el eje de esa acción.
La acción dramática es la esencia del teatro y se expresa a través de antagonistas
que hablan, actúan y se transforman. Hasta las pausas breves o extensas son, o
prolongaciones de las palabras emitidas, o introducciones a los nuevos temas en
que las palabras nos sitúan. Y los antagonistas son representaciones simbólicas
que nos sumergen en el flujo de las conflictivas e insondables fuerzas que lo dirimen
todo, como tan bien lo entendieron en su momento los grandes dramaturgos griegos
de la antigüedad.
EL CONFLICTO
Tomada en modo general como una construcción estructurada, una obra
dramática tiene tres instancias características:
 Presentación del conflicto.
 Desarrollo del conflicto.
 Desenlace o solución del conflicto.
Presentación del conflicto

El conflicto es el origen para una obra dramática. Si no hay conflicto no hay drama.
El conflicto hace referencia a las fuerzas contrapuestas (fuerzas en pugna) que
provocan el desarrollo argumental del drama. Surgen así al menos dos posturas
contrarias, que habrá que descubrir, las que pueden manifestarse explícitamente o
hallarse implícitas en otras situaciones (anteriores o posteriores) de la obra.

La presentación del conflicto cambia de acuerdo a la obra. Podemos diferenciar en


términos generales, cuatro etapas:
 Exposición o situación del protagonista.
 Propósito del protagonista.
 Presentación del obstáculo o materia del conflicto.
 Choque de las fuerzas en pugna (generalmente solo dos).
Desarrollo del conflicto
La realidad del conflicto avanza hasta llegar a un
duelo decisivo de los personajes y sus objeciones. Es
lo que sería el nudo, y coincide con el momento de
mayor tensión (clímax), y donde la trama se
complica. Esto es básico para la dimensión artística
a la obra de teatro. Los distintos esfuerzos por
superar a la fuerza opuesta dan lugar al pensamiento
dramático.
Desenlace del conflicto

Es el momento en que se resuelve el problema planteado en el desarrollo de la obra.


Es la eliminación del obstáculo (resolución del conflicto) o la desaparición del
protagonista.
Al tratar el conflicto, éste puede observarse desde diversos puntos de vista: (A) del
hombre con el destino (Edipo Rey de Sófocles); (B) del instinto con el ambiente
(Hamlet de William Shakespeare); (C) del entendimiento con el ambiente (Madre
Coraje de Bertolt Brecht); (D) del libre albedrío con el ambiente (Casa de
Muñecas de Enrique Ibsen).

Por eso, la fuerza opuesta puede ser un elemento externo o interno del propio
personaje, fuerza que dificulta el propósito de la fuerza protagónica.

El conflicto es la pieza clave de todo ejercicio dramático, tanto en el teatro de texto


como en la improvisación. Sin conflicto, el teatro se convierte en mera descripción,
con poco o ningún interés para el público. En general, una obra dramática nos
muestra, precisamente, un fragmento escogido -del curso de una historia en el que
se desarrolla- el conflicto.

Entendemos por “conflicto dramático” la contraposición de determinadas fuerzas,


en un determinado momento, que se constituye como el catalizador del argumento.
En su forma más simple se trata de la pugna de un personaje por cumplir su deseo,
voluntad o necesidad a la que se oponen el deseo, la voluntad o la necesidad de
otro. El planteamiento clásico es el enfrentamiento entre protagonista y antagonista,
aunque solemos encontrar propuestas mucho más complejas.
EL PERSONAJE

Un personaje es un ser (ya sea humano, animal,


sobrenatural o de cualquier otro tipo) que interviene en una
obra artística (teatro, cine, libro, etc.). Los personajes suelen
ser los actores principales de una ficción y quienes dan
impulso a las acciones. Por ejemplo: “El personaje principal
de la novela es un inmigrante que intenta adaptarse a la
ciudad”, “Un perro que habla, un árbol que camina y un brujo
son los personajes que aparecen en la mayoría de las
escenas de esta obra teatral”, “Robert Pattinson se quedó con
el personaje más importante del filme”.
El receptor de una obra reconstruye en su mente a los personajes, a partir
del lenguaje y de las imágenes utilizadas por el autor. Visto desde esta perspectiva,
cada personaje cobra diferentes formas, según quien lo observe; esto también
ocurre cuando se narra la vida de una persona real, ya que la representación que
cada uno tiene de la misma está íntimamente ligada a las propias experiencias y a
los conocimientos previos.
De acuerdo al talento de su creador, el personaje puede resultar complejo (aquel
que los críticos conocen como personaje circular) o lineal (los personajes
estereotipados y con escasos rasgos de personalidad). También puede hablarse de
personaje tipo para nombrar al modelo de personaje que reúne características
físicas y psicológicas ya reconocidas por el público de acuerdo a la tradición.
La concepción de un personaje ficticio puede ser diferente en la mente de cada
escritor. Por lo general, se crea un vínculo muy estrecho que permite conocer
sus secretos más profundos, los aspectos más recónditos de su personalidad, sus
gustos, sus necesidades, sus ambiciones, incluso cuando se trata de personajes
secundarios que no reciben un espacio mayor a un par de líneas en una novela.
El escritor debe aprender a aceptar a todos y cada uno de sus personajes,
independientemente de sus valores y sus principios: para la salud de una obra es
tan necesario comprender las motivaciones de un personaje despiadado que las de
uno bondadoso. Se trata de un proceso que solo puede entenderse a través de la
creación literaria, del nacimiento de un lazo sin igual entre dos seres que pertenecen
a planos diferentes de la existencia.
Uno de los mayores desafíos que se presentan a la hora de crear un personaje es
conseguir que su paso por la historia sea coherente, que su personalidad sea
consistente a lo largo del tiempo, que pueda identificarse aunque no se mencione
su nombre expresamente. No existe nada más gratificante para un escritor que ser
testigo de las relaciones que sus lectores entablan con los personajes de sus obras.
Cuando un personaje trasciende los límites de
la ficción, pasa a formar parte de las vidas de sus
espectadores, y estos son capaces de pensar en
él como si se tratara de una persona real, de
imaginarlo en diversas situaciones y de anticipar
sus reacciones.
Personaje también es la persona que se
distingue en la vida pública por alguna
característica o capacidad singular: “La duquesa de Alba es considerada el
personaje público que más controversias desata en los medios de
comunicación”, “Un programa de televisión ha desvelado una serie de secretos que
comprometen gravemente a un personaje público cuyo nombre aún no han
mencionado”.
El concepto de personaje público no lleva asociada una connotación
necesariamente positiva: por un lado, se utiliza para referirse a personas de
gran prestigio, con un legado cuya riqueza lo distinga de sus coetáneos (tal como
ocurre con ciertos escritores, empresarios y políticos muy visionarios); sin embargo,
también puede usarse en tono de burla, para señalar actitudes llamativas por parte
de individuos eccéntricos, o para etiquetar a ciertas celebridades por su trayectoria
(independientemente de la calidad de su trabajo).
CRONOTIPO
Este concepto expresa el carácter indisoluble del
espacio y el tiempo.En “La novela de educación y su
importancia en la historia del realismo”, Bajtín señala
que Goethe lo advertía en su viaje por Italia con
respecto al espacio geográfico “Roma” y al contenido
histórico (temporal) del cual encontraba cargado a
ese espacio.Así,los elementos de tiempo se revelan
en el espacio, y el espacio es entendido y medido a
través del tiempo 'Como explica Bajtín, la intersección de las series y uniones de
esos elementos constituye la característica del cronotopo artístico, y estas pueden
leerse en el enunciado.Los cronotopos son, para Bajtín, el centro organizador de los
eventos narrativos fundamentales de una novela. A ellos les pertenece el sentido
que le da forma a la narrativa. El cronotopo hace visible el tiempo en el espacio y
permite la narración del suceso: es el vehículo de la información narrativa. Para
reconocerlo, es de utilidad tener en cuenta que lo que Bajtín denomina cronotopo
es, en cierto modo, una categoría con cierto grado de abstracción. Por lo general,
toma sus nombres de los motivos redundantes en la obra (figuras representativas
espaciales o temporales concretas que aparecen en el texto, espacios
identificables, concretos y verdaderos) o usa otro término que sintetice al cronotopo.
Así, los motivos cronotópicos son lugares y tipos concretos con los que la novela
representa el mundo que cuenta. Resultará más sencillo buscarlos en lo espacial,
siempre atravesado por el tiempo. Dice Bajtín: "Cada cronotopo delimitado en una
obra puede incluir, a su vez, innumerable ca ntidad de cronotopos más pequeños
pues, cada motivo, puede tener su propio cronotopo".
Entre estos cronotopos se establecen interrelaciones de carácter dialogístico, pero
ese diálogo no puede incorporarse al mundo representado sino que se encuentra
fuera de él, en el mundo del autor y del intérprete, de los oyentes y lectores. Ese
mundo es también cronotópico, y "de los cronotopos reales de ese mundo creador
surgen los cronotopos, reflejados y creados, del mundo representado en la
obra".Para Bajtín, los cronotopos épico-novelescos que sirven para la asimilación
de la verdadera realidad temporal, permiten reflejar e introducir en el plano artístico
de la novela momentos esenciales de esa realidad. Así,la obra y el mundo
representado en ella se incorporan al mundo real y lo enriquecen; y el mundo real
se incorpora a la obra y al mundo representado en ella, tanto durante el proceso de
elaboración de la misma, como en el posterior proceso de su vida, en la
reelaboración constante de la obra a través de la percepción creativa de los oyentes-
lectores.El mundo representado y el mundo creador están severamente ligados y
se encuentran en permanente interacción, estableciéndose, entonces, una estrecha
vinculación entre la obra (mundo representado) y la discursividad social (mundo
creador). Vislumbrar esta relación es un gran aporte de la perspectiva
sociodiscursiva en la que Bajtín enmarca sus estudios, en tanto supera la
concepción inmanente del texto y su estudio lingüístico, para dar lugar a su tan
ansiada translingüística que le permitirá un análisis de los discursos considerando
también su situación contextual y social. Sin la interacción texto-mundo, el arte, para
Bajtín, no tendría razón de ser.La percepción del mundo real ingresa en la literatura
mediante los cronotopos. El escritor percibe, actualiza y representa, y el grado de la
percepción de los valores que le asigna a las relaciones del tiempo y el espacio en
vinculación con los hombres y sus cambios, hace que puedan ser distintas dos
obras publicadas en la misma época, que pueden, a su vez, vincularse mediante
sus cronotopos. En conclusión, la noción de cronotopo nos recuerda que espacio y
tiempo no existen separadamente: no hay espacio sin tiempo, ni tiempo sin espacio.
El cronotopo es un lugar dinamizado en el cual se pueden anudar otras unidades y,
así, leer el transcurso del tiempo. Todos los sujetos sociales son atravesados por el
tiempo, por ejemplo, en sus modos de vivir o de vestir (que se constituyen en modas
espaciotemporales); la idea consiste en hacer manifiesto este fenómeno en la
literatura, buscando el modo de representar esa materialidad epocal por medio de
una operación consciente. Por último, debemos decir que mediante el análisis de
los cronotopos en la novela griega, Bajtín concluye en que la importancia de los
cronotopos es de índole temática y figurativa. Lo primero, porque a los cronotopos
les pertenece el papel principal en la configuración del argumento, y lo segundo,
porque el cronotopo ofrece el campo principal para la representación, en imágenes,
de los acontecimientos. Según la definición de Bajtín por la cual el cronotopo es el
lugar donde se atan y desatan los nudos de la narrativa, podemos decir que a ellos
pertenece el sentido que moldea a la narración. Además, consideramos que el
concepto de cronotopo, si bien es de difícil percepción, como instrumento
metodológico tiene una utilidad doble: pone en evidencia simultánea el interior y el
exterior de los textos y, a la vez, sirve para discutir la cuestión de un conocimiento
“histórico-geográfico”: de tal modo, la noción de cronotopo yuxtapone los
ordenamientos espaciotemporales que son internos a la obra (que pertenecen al
mundo creado) con los que son externos, es decir, relativos al contexto social
(mundo creador): aunque no sean idénticos, son inseparables.
INICIO
El acto, también llamado jornada, es cada parte
importante de la obra dramática; se anuncia con la
subida (inicio) y bajada (final) del telón.
El cuadro es el cambio de decoración dentro del acto,
producido por el quiebre de la unidad de lugar. La
escena es el segmento del acto en que actúan los
mismos personajes; se determina con la entrada o
salida de ellos.
El entreacto o intermedio es la pausa que hay entre dos actos. El entreacto
suspende la representación, pero no la acción, porque se puede fingir que siguen
sucediendo aquellas cosas que no se podrían mostrar o también el paso del tiempo
en días, meses o años.
El diálogo es la conversación entre dos o más personas, que alternadamente
manifiestan sus ideas o afectos. Es la forma propia del teatro. El monólogo o
soliloquio es el discurso que pronuncia un personaje, que se halla o cree hallarse
solo en escena y en el que expresa su estado de ánimo o sus proyectos y
pensamientos. El aparte es la frase que dice un personaje fingiendo que la oye el
público y no los otros actores que están en escena.
Lo que no puede faltar
En la representación teatral deben existir ciertos elementos que son esenciales para
la puesta en escena:
Texto literario: texto creado por el autor de la obra, que contiene los diálogos de
los actores. A veces -sobre todo en el teatro moderno- son los propios actores
quienes lo van creando en los ensayos.
Director: persona que está cargo del montaje (armado de la obra) y de la dirección
de los actores.
Actores: muestran lo que ocurre, y representan a los personajes a través de sus
movimientos, actos y palabras.
Escenografía: conjunto de objetos y decorados que apoyan la representación.
NUDO
Habla de lo que le ocurre al personaje principal. Se
conoce el problema al cual se enfrenta y la forma de
resolverlo.
Se presenta generalmente un conflicto, a partir del
cual la acción del relato se dirigirá hacia un final. El
conflicto puede establecerse entre dos personajes y
también a partir de un hecho decisivo.
Ejemplo nudo en la fábula “la liebre y la tortuga”
“Llegado el día de la carrera, emprendieron ambas la marcha al mismo tiempo. La
tortuga en ningún momento dejó de caminar y, a su paso lento pero constante,
avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a
descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y moviéndose lo más
veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado tranquilamente al final y obtenido
la victoria.”
DESENLACE
Un desenlace es una serie de acontecimientos que
siguen al clímax de una obra dramática o narrativa, y
que sirve como final o conclusión de la pieza. En el
desenlace, se resuelven
los conflictos del personaje (o de los personajes).
El desenlace es la escena final de una pieza de
teatro, y donde se conoce la solución del problema. Obviamente también presenta
la parte final de la acción, tanto en una obra literaria, como en una epopeya, o
una novela.1 Es el fin de la intriga, la culminación de la investigación, el resultado
final de la historia. En el teatro, el desenlace es el momento en el que todas las
problemáticas creadas anteriormente se aclaran y se resuelven.
La palabra desenlace literalmente significa deshacer el lazo o deshacer el
nudo y nudo se llama a la parte central de una historia, donde las situaciones se
complejizan, donde los obstáculos se multiplican, donde los intereses en juego son
amenazados y comprometidos, donde los resortes de los intereses personales se
tensan y los hilos de las intrigas se mezclan. El desenlace desenreda todos los hilos,
descubre o termina por descubrir todas las problemáticas, satisface la curiosidad
excitada del lector o espectador, y completa la visión general de la obra. El
desenlace es la última respuesta a esa serie de asuntos y de interrogantes, que en
definitiva constituyen todo el interés de una lectura o de un espectáculo.
CUADROS
Un cuadro es cada una de las partes en las que
puede dividirse una representación teatral sin
cambio de decorado, es decir, termina cuando
cambia la escenografía. Es cuando se cambia de
escena.
En la comedia del Siglo de Oro, donde era llamado
con frecuencia «escena», su significado es el de la
palabra «scene» en inglés: «una acción escénica
interrumpida que tiene lugar en un espacio y tiempo determinados» (Ruano y Allen,
p. 292).1 El final de un cuadro ocurre cuando el tablado del teatro queda
momentáneamente vacío, y siempre indica una interrupción temporal y/o espacial
en el curso de la acción. Esta interrupción va acompañada de un cambio de adornos
o decorados escénicos, aunque esto último no es siempre necesario.1 En un sentido
más amplio, un cuadro es la representación de un episodio breve o un diálogo.
a noción de cuadro teatral se emplea con referencia a las partes breves en las
cuales puede dividirse una obra.
El concepto de cuadro teatral suele aludir a aquellas escenas que transcurren sin
que cambie el decorado; su final se caracteriza porque el tablado queda vacío por
un momento, y porque indica que se interrumpe el curso de la acción, ya sea
temporal o espacialmente.
Las modificaciones de escenografía, por lo general, marcan el inicio y el final de un
cuadro teatral. El fin de estos cuadros también puede implicar que la acción se
interrumpa espacial o temporalmente, quedando el escenario vacío por algunos
instantes. Esto quiere decir que, en ocasiones, no es necesario que se produzca un
cambio de decorado para que un cuadro teatral concluya.
Puede entenderse el cuadro teatral como una representación de un suceso de
escasa duración. En la actualidad, el cuadro es la estructura que más se utiliza, y
su característica principal es que se trata de una unidad independiente de las
demás; cada uno tiene su propio planteamiento, un desarrollo y un desenlace, de
manera que en él puede haber más de una escena.
Dadas las características de la vida actual, que nos lleva de forma frenética de una
actividad a otra, sin tiempo o espacio para tomar verdaderas decisiones, ya que
todas han sido tomadas por quienes imponen las modas, es fácil entender el
atractivo del cuadro teatral en lugar de una composición mucho más extensa y
compleja. Estamos en una era que busca la satisfacción y el contenido en pequeñas
porciones, que puedan ser consumidas mientras comenzamos a levantarnos y
desplazarnos hasta nuestra siguiente estación.
Es importante señalar que es posible relacionar más de un cuadro desde un punto
de vista temático sin que exista una progresión lineal. Se consideran estructuras no
aristotélicas porque no deben obedecer los patrones de “unidad”, sino que es
posible presentarlos con variables de orden.
Precisamente, las unidades aritotélicas son reglas pertenecientes al ámbito de la
literatura, que se diseñaron específicamente para su uso en la dramaturgia, aunque
su alcance va más allá y abarca el arte en general en forma de teoría
y criterio estético, con el objetivo de conseguir en las obras un carácter unitario.
Durante el Siglo de Oro español, una etapa en la cual la literatura y el arte en
general florecieron considerable, el cuadro teatral se conocía a menudo con el
nombre de escena.
Los cuadros, a su vez, constituyen los actos, que son las partes principales de una
obra. En los actos juega un papel fundamental la estructura narrativa, según la cual
se plantea un problema, se presenta a los personajes y luego se desarrollan las
situaciones conflictivas que impiden sus objetivos, para finalmente conducir al
desenlace, en el cual no siempre se resuelven.
La noción de cuadro teatral se emplea con referencia a las partes breves en las
cuales puede dividirse una obra.
El concepto de cuadro teatral suele aludir a aquellas
escenas que transcurren sin que cambie el
decorado; su final se caracteriza porque el tablado
queda vacío por un momento, y porque indica que
se interrumpe el curso de la acción, ya sea temporal
o espacialmente.
Las modificaciones de escenografía, por lo general,
marcan el inicio y el final de un cuadro teatral. El fin
de estos cuadros también puede implicar que la acción se interrumpa espacial o
temporalmente, quedando el escenario vacío por algunos instantes. Esto quiere
decir que, en ocasiones, no es necesario que se produzca un cambio de decorado
para que un cuadro teatral concluya.
Puede entenderse el cuadro teatral como una representación de un suceso de
escasa duración. En la actualidad, el cuadro es la estructura que más se utiliza, y
su característica principal es que se trata de una unidad independiente de las
demás; cada uno tiene su propio planteamiento, un desarrollo y un desenlace, de
manera que en él puede haber más de una escena.
Dadas las características de la vida actual, que nos lleva de forma frenética de una
actividad a otra, sin tiempo o espacio para tomar verdaderas decisiones, ya que
todas han sido tomadas por quienes imponen las modas, es fácil entender el
atractivo del cuadro teatral en lugar de una composición mucho más extensa y
compleja. Estamos en una era que busca la
satisfacción y el contenido en pequeñas porciones,
que puedan ser consumidas mientras comenzamos
a levantarnos y desplazarnos hasta nuestra
siguiente estación.
Es importante señalar que es posible relacionar más
de un cuadro desde un punto de vista temático sin
que exista una progresión lineal. Se consideran
estructuras no aristotélicas porque no deben
obedecer los patrones de “unidad”, sino que es posible presentarlos con variables
de orden.
Precisamente, las unidades aritotélicas son reglas pertenecientes al ámbito de la
literatura, que se diseñaron específicamente para su uso en la dramaturgia, aunque
su alcance va más allá y abarca el arte en general en forma de teoría
y criterio estético, con el objetivo de conseguir en las obras un carácter unitario.
Durante el Siglo de Oro español, una etapa en la cual la literatura y el arte en
general florecieron considerable, el cuadro teatral se conocía a menudo con el
nombre de escena.
Los cuadros, a su vez, constituyen los actos, que son las partes principales de una
obra. En los actos juega un papel fundamental la estructura narrativa, según la cual
se plantea un problema, se presenta a los personajes y luego se desarrollan las
situaciones conflictivas que impiden sus objetivos, para finalmente conducir al
desenlace, en el cual no siempre se resuelven.
Las obras de teatro, en definitiva, están formadas por actos, mientras que los actos
se componen de cuadros o escenas. Los espectadores perciben la trama como
una unidad, como un todo, más allá de estas subdivisiones.
Se conoce como cuadro de costumbres, por otra parte, a un artículo escrito en
prosa que ofrece una descripción de valores, hábitos y conductas que resultan
comunes a una clase social, una región geográfica o un oficio.
Los españoles Serafín Estébanez Calderón y Mariano José de Larrason algunos
de los autores más famosos de cuadros de costumbres. Los artículos de este tipo
suelen recopilarse en antologías que aportan numerosos datos de interés para
la sociología ya que describen cómo se vivía en un determinado periodo histórico.
Según señala el diccionario de la Real Academia Española (RAE), por último,
también se denomina cuadro al conjunto de intérpretes que, en un espectáculo, se
quedan estáticos frente a los espectadores durante ciertos momentos.
ESCENAS
Una escena (en el ámbito de la composición dramática o literaria y las artes
escénicas en general) es una unidad de acción como subdivisión de una obra
dramática, y más específicamente de un acto, pudiendo considerarse en teatro,
ópera, cine, etc, la división más pequeña.
En el primitivo teatro, la escena, como espacio escénico, quedaba referida al lugar,
por lo general una tienda de lona o un camarín entre cortinajes, donde los actores
cambiaban sus ropajes o máscaras; solía encontrarse detrás de la franja del
conjunto del escenario conocida como «orchestra». No obstante, la denominación
de escena podía aplicarse a otros diferentes sectores, o progresivamente ha ido
dando nombre a otros aspectos relacionados con la dramaturgia y su realización.
Escena es un término que procede del latín scena, aunque su origen más remoto
está en un vocablo griego que significa “cobertizo de ramas”. Se trata de la zona de
una sala teatral destinada a la representación de una obra.
Puede decirse que la escena es el espacio físico en el
que se desarrollan las acciones ante los ojos de los
espectadores. Escena, por lo tanto, puede utilizarse
como sinónimo de escenario. Por ejemplo: “El actor
salió a escena y el público comenzó a aplaudir de
manera inmediata”, “El director me pidió que, cuando
entre en escena, mire al protagonista a los ojos y le
hable con claridad”, “Al hacer su aparición en escena,
la actriz tropezó y se lastimó un brazo”.
La escena también es todo lo que tiene representación sobre el escenario y las
diferentes partes en que pueden dividirse los actos de las obras: “Apúrate, faltan
diez minutos para el cambio de escena”, “La gente se conmovió con la escena en
la que el muchacho es herido”, “La obra me pareció entretenida, pero no me gustó
la escena final”.
Un sentido similar refiere a los fragmentos de un filme que forman una unidad: “La
persecución en moto de Terminator II es una de las escenas de acción más
recordadas”, “Volví a ver la escena del asesinato un par de veces más ya que no
me quedaba claro qué había pasado”.
Los hechos reales que constituyen una especie de espectáculo y la expresión
exagerada o fingida para llamar la atención también se conocen como
escena: “Dile a Pablo que termine con la escena y que vuelva a trabajar”, “El
cantante montó una escena para anunciar que sacaría un nuevo disco”.
Trabajar cuidadosamente las escenas
A la hora de escribir una historia el autor deberá tener
en cuenta, no sólo la forma en la que contará el relato y
los personajes que participarán, sino también cómo
será el ambiente.
Saber escoger adecuadamente la escena, implica tener
presente a qué público va dirigida la historia; es decir
que es necesario encontrar el modo, el espacio y el
cómo y enfrentarse a la tarea de acercarse al lector de la forma más adecuada, en
esto consiste tener control sobre la escena.
Por otro lado, construir las escenas ideales para un relato colaborarán positivamente
con que se mantenga el ritmo y la magia en el mismo. Un consejo importante a
tener en cuenta por el autor es que busque la mayor veracidad posible. Es más
probable que sea más eficiente mostrar a un personaje que se pasa el día junto a
su botiquín de primeros auxilios ordenando cientos de pastillas, que contar que es
hipocondríaco; resulta más realista y más cercana la primera imagen.
Estos consejos son válidos tanto para dramaturgos como para novelistas,
aunque generalmente el término se relacione más comúnmente con el teatro. De
todas formas ciertos consejos imprescindibles en este arte pueden ser de enorme
utilidad para los novelistas. Algunos de ellos, con respecto a la importancia de la
escena, son:
* Tener bien claro el tiempo que durará, las acciones que se desarrollarán,
el espacio en el que lo harán y buscar un ritmo que se amolde a las características
de las acciones o circunstancias;
* Prestar atención a la composición. En fotografía este concepto se refiere a idear
la instantánea que se desea antes de capturar la imagen; en la escritura es igual,
hay que pensar previamente la composición de la escena para saber cómo
plasmarla sobre el papel;
* Conseguir personajes veraces, que permitan que el lector se identifique con
ellos o pueda visualizarlos acertadamente en ese contexto;
* Usar sólo las escenas que son realmente necesarias, no abusar de los
recursos literarios ni “poner en pantalla” elementos que no van a ser útiles o
trascendentes en la historia.
ACTOS
Un acto es cada una de las partes principales
en las que se divide una obra escénica (obras
de teatro, óperas, zarzuelas, etc). Los actos
suelen estar separados por un “oscuro” (es
decir, cuando se apagan todas las luces del
escenario) o una pausa, por la caída del telón o
por un intermedio. Cada acto suele estar
compuesto de cuadros y/o escenas, siendo
estas la unidad narrativa de acción más
pequeña. En dramaturgia, un acto representa en sí mismo una unidad coherente
dentro del desarrollo de la trama. Desde el Renacimiento hasta el siglo XVIII se
tendía a dividir las obras en cinco actos, pero desde el siglo XIX se dividen en tres
o dos actos, y las piezas cortas suelen constar de un único acto.

Los actos se dividen según la estructura narrativa; planteamiento del problema y


presentación de los personajes, nudoo desarrollo de las situaciones conflictivas y
acontecimientos que obstaculizan el cumplimiento de objetivos y desenlace con el
conflicto dramático al límite y la forma de resolverlo, aunque no se solucione.
También determinaban cambio de espacio.
Esta es la razón por la que generalmente se
escriben obras en tres actos, durante el
renacimiento y hasta el neo clásico se
escribían obras en cinco actos, aunque
básicamente la formulación es la misma;
planteamiento, presentación de personajes,
inicio del conflicto, desarrollo del conflicto y
desenlace o solución.
Recordemos el magnífico ejemplo de Tartufo de Moliere; Acto-1 comentarios a favor
de Tartufo, Acto-2 comentarios en contra de Tartufo, Acto-3 presentación de Tartufo,
Acto-4 desarrollo del conflicto y Act o-5 solución del problema y castigo a Tartufo.

Del latín actus, el término acto está vinculado con el de acción, como la capacidad
de llevar a cabo una determinada tarea. De todas formas, en el sentido coloquial, la
palabra tiene varios usos y aplicaciones.
En una obra de teatro, un acto
es cada una de las partes en la que
se puede dividir una obra artística.
Por ejemplo: “En el primer acto de la
pieza, el personaje principal cuenta
el por qué de su pena”.
También se utiliza el término para
referirse a una celebración pública,
política o formal: “En un acto
realizado en la capital, el presidente
confirmó que se presentará como candidato en búsqueda de la reelección”.
En el plano religioso existe el concepto de acto de fe, el cual se refiere a
la esperanza o la concentración del ánimo en un sentimiento: “Jorge concretó un
acto de fe al caminar más sesenta kilómetros para llegar a la catedral y pedir por la
salud de su esposa”.
En el ámbito de la justicia, un acto jurídico es un accionar voluntario y consciente
cuyo fin es establecer, modificar o extinguir derechos entre las personas jurídicas.
De esta manera, supone una modificación del estado de las cosas a través del
ordenamiento jurídico.
Siguiendo con la justicia, un acto administrativo es el acto jurídico que promueve
una administración pública. Un acto de conciliación, por su parte, es la
comparecencia de las partes desavenidas ante un juez, con el objetivo de excusar
un litigio.
Podemos decir también que un acto era una medida lineal romana que tenía cerca
de 36 metros de largo. Un acto cuadrado era la medida superficial romana que
contaba con 30 actos mínimos.
La importancia del activismo
Existe un concepto relacionado con el que estamos definiendo que se conoce
como activismo y hace referencia a la acción que tiene como objetivo generar un
cambio de carácter social o político, manifestándose dentro de una postura ética o
ideológica. Hoy en día solemos escuchar continuamente del activismo en favor de
los animales pero ¿sabemos la verdadera importancia que esto tiene?
A causa de diversos actos que ha ido efectuando nuestra especie a lo largo del
tiempo ha sido necesario que muchas personas, conscientes de la gravedad de las
consecuencias de los mismos, hayan debido levantarse para luchar por
los derechos de otras especies.

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