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SEMANA SANTA – 2009

Benjamín García O.P.


Cronista no más
Venezuela

1. Un largo caminar

El viernes llamado de concilio, 03-abril-2009, emprendimos el viaje misional. A las


siete a.m. tuvimos en el Colegio Asilo San Antonio una misa funeral. Murió días antes
la mamá de sor Ángela, “mi sobrina”, superiora del centro. Murió en Medellín. Lo
experimentado en esta celebración escolar me sirvió para la catequesis que impartimos
en las aldeas y caseríos de Parapara, durante los días santos.

De la capilla, a la carretera. Salimos cuatro personas: sor Yesenia y las catequistas


Esperanza y Carolina. Destino inmediato: El Samán, en el Estado Apure. Fuimos por
Guasdualito. Apenas quinientos kilómetros. Hicimos memoria de Suspi Villarroel y de
mi sobrina Rosamary comiendo el pan de jamón que nos procuró Acacio, de la
panadería Primavera. Lo zampamos en una bodega de carretera indigna de los
homenajeados. Ambos cumplían años ese día. Entramos al pueblo de Mantecal.
Aunque no estaba el Párroco, los apóstoles laicos nos atendieron y explicaron la
organización de la Semana Santa. La capilla actual, un poco mejorada, se identifica con
la que construyeron los Dominicos hace sesenta años. La casa parroquial sí está
notablemente transformada. Menos mal.

Llegamos a El Samán a buena hora. Allí permanecen las Sores Rosario y Evangelina,
con el refuerzo temporal de sor Soledad. Les ayudará durante la Semana Mayor sor
Yesenia, joven, cantora y entusiasta. Esperan al P. Fernando, mercedario, y algunos de
sus seminaristas. Novedad grata: no falta tanto la luz. Las neveras, aires y ventiladores
alivian el fuego del Apure.

Al día siguiente, sábado, continuamos viaje Esperanza, Carolina y yo hacia el Estado


Guárico. Entramos en los dos pueblos apureños que quedan al paso: Apurito y
Achaguas. Aquí es obligado rezar un Padrenuestro al Nazareno que tiene fama
nacional. Obviamos entrar por las capitales San Fernando y Calabozo: el tránsito es
infernal. En Camaguán no hay esteros: la sequía y la candela acaban con las maravillas
naturales.

2. Domingo de Ramos=05-abril

No hubo tiempo de relax. A las 9 a.m. tuvimos celebración en Viboral. El clan familiar
está bajo la batuta de la señora Maritza, maestra jubilada. Viven allí ocho o diez
familias emparentadas. Abundan los niños y esperan más. Novedad: se confesaron los
jovencitos que la señora Maritza preparó estos años para la comunión y confirmación.
Es novedad porque no sucede en los demás rincones. Los adultos no se acercan a este
sacramento porque les falta el otro: no son casados por la Iglesia.

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Asistió un solo papá, pero experto en catecismo. Le pregunté quién le documentó.


Respuesta: “fui chofer del Padre Gilberto, escuchaba sus prédicas”. El grupito de
Viboral estuvo a la altura esta vez. El miércoles se repitió la historia. Hubo dos
primeras comuniones: un joven y una madre a quien acompañaba su hijo.

No tuvimos tanta suerte en Uverito, dos horas más tarde. Es el sector que le costó
lágrimas a sor Ana Félida. Las sucesivas invasiones no permiten convivencia regular.
Las señoras Rosalba y Doris nos explicaron las mejoras materiales del lugar.
Encontraron agua en el subsuelo y preparan un tanque australiano en lo alto del cerro.
Será el inicio para salir de lo infrahumano.

En estas celebraciones religiosas se agrupa el recuerdo de los misterios cristianos: se


bendicen los ramos, el agua, se adora la cruz, se evoca la eucaristía y la resurrección.
Para que queden en la memoria los hechos resaltantes de la salvación.

El domingo en la tarde fuimos a El Toco. Hubo regular asistencia en la misa-bendición


de ramos. Dos apóstoles laicos llegados de San Juan visitaron los hogares invitando a la
celebración. Se hospedaron en casa de la profesora Reina, que ha regresado del auto-
exilio. Agradecemos la ayuda que unos y otros han prestado a la comunidad durante los
días santos. Sor Rubia lo tomó en serio y los resultados fueron positivos.

En Parapara, finalmente, hicimos le bendición de los ramos al fresco de la noche. Nos


reunimos en la Manga de coleo. Hubo buena asistencia de fieles allí y en el templo
colonial.

El Domingo de Ramos es el principio del fin: Jesús se acerca a la muerte. Los alumnos
menores del Colegio Asilo San Antonio, de las Dominicas de San Cristóbal,
identificaron al guabinoso que se lavó las manos, al que negó a Jesús entre gallo y
media noche, al traidor interesado. Dieron razón de las estaciones del Víacrucis. Niños
de primaria. Es inevitable relacionar a estos niños de escuela primaria con los adultos de
las aldeas llaneras.

Unas declaraciones del Rector de la Universidad Católica de Caracas nos permitieron


centrar la problemática nacional en la figura de Poncio Pilato. El país arde por varios
costados. Fueron condenados a 30 años de presidio unos comisarios a los que se les
siguió un proceso vergonzoso. Se persigue a alcaldes de la oposición acusados de
corrupción mientras se silencian los más desaforados desafueros oficiales. Sólo
funciona el poder Ejecutivo. El Padre Ugalde nos ayudó a tomar posición ética frente a
la verdad de Jesús. La Iglesia no puede identificarse con Pilato. Los católicos no
podemos lavarnos las manos, como el guabinoso del evangelio.

3. Lunes Santo = 06-abril

La mañana del lunes trajo una buena noticia para nuestra catequista Esperanza. Por
primera vez se sintió madrina. Los amigos José Gómez y Arcadia Ortega, con todos los
papeles en orden, pidieron ser casados ya. Nunca es tarde si la dicha es buena. En la
finca de él, nombrada El Cachoro, allá en Mata de Bejuco, nos reuníamos para las
celebraciones de la zona. Esta pareja equivale a los obreros de la hora vespertina en la
parábola de Jesús. Se conocieron hace cinco o seis años. Son abuelos cada uno por su

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parte. Quieren la bendición de Dios para ayudarse mutuamente en las últimas jornadas
de la vida. Esperanza hizo de madrina-testigo, junto con un amigo de ellos. No había
más personas.

A media mañana fuimos al sector San Agustín a buscarle la lengua al señor Reinaldo.
Es sensato y buen conversador. Tomamos un café por toda celebración religiosa. No
asistió nadie a la convocatoria. Reinaldo es un hombre “muy viajado”. Antes de casarse
recorrió todo el sur del país. Es oficialista pero ve con angustia el odio que se respira
dentro de la nación. Desde su ranchito del monte percibe que vamos hacia un precipicio.

En la zona en que misionamos se capta una situación positiva: no se roba tanto ganado,
han disminuido los cuatreros. La razón que dan los productores es coincidente: la
construcción del ferrocarril ha dado trabajo a todos, hay empleo, se alivió la pobreza.
Añado yo que si los gobernantes fueran inteligentes sacarían las conclusiones lógicas:
emprender grandes obras, puesto que hay dinero, porque si hay trabajo formal
disminuyen el buhonerismo, los robos y los atracos.

Por aquel sector visitamos a un señor víctima de un accidente grave. Se recupera desde
enero. ¿Es evangélico? Tiene creencias muy singulares sobre Dios. Cuenta que un
curioso tomó fotografías de su accidente con el teléfono celular. En esas fotos aparece
“clarita” la imagen de Jesucristo. Cuenta también que en los mismos días de su
desgracia cinco jóvenes salieron de la ciudad. Una mamá les advirtió: “lleven a Dios
con ustedes”. Uno de los muchachos, cerveza en mano, dijo que iban cinco y que no
había sitio para Dios. Minutos después se mataron “por no llevar a Dios”. Sospecho
que un católico no puede tener esa idea de Dios.

La tarde nos llevó a Mata de Bejuco. La asistencia de este día nos compensó de tantos
viajes perdidos en otras oportunidades. Asistieron cuarenta personas, llegadas en jeeps
y camiones desde parcelas distantes. Aquí no hay aldea, cada familia vive en su parcela.
Revisamos cristianamente la propia vida e hicimos las bendiciones consabidas. Josico y
Mercedes multiplicaron el plato de comida: hubo para todos y sobró, como en el
evangelio.

En Parapara salió ya de noche la primera procesión: Jesús atado a la columna, doliente


y flagelado. La jovencita que yo tenía al frente no conocía la palabra “Guantánamo”, ni
conocía las escenas de tortura policial que una televisora nacional había dado a conocer
pocos días antes. Hechos recientes de aquí y ahora. La joven se había informado de todo
al terminar la procesión. Carolina Vivas, nuestra catequista, dio vida a las procesiones
nocturnas. Lecturas, cantos, reflexiones, plegarias. Le impresionó la escena final, la
desconocía.

La imagen de Jesús se detuvo ante la Prefectura. No estaba la anciana Evenia, pero un


joven del pueblo gritó: “Jesús pide su preso”. El Comandante del puesto quitó los
grilletes a tres jóvenes, quedaron libres y se incorporaron llevando las andas de
Jesucristo torturado. Yo conocí la costumbre aquí hace años. Todavía me impresiona. El
actual Presidente de la República, encarcelado por golpe de Estado, fue indultado por el
entonces Presidente Caldera. No deberíamos olvidar los gestos de perdón, reconstruyen
la convivencia. En Parapara hay hombres que se ofrecen a ser detenidos este día. Tienen
cuentas pendientes con la justicia. Prometen públicamente mejorar su conducta, por eso,
y con los pies descalzos, llevan las andas del Jesús flagelado.

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4. Martes Santo = 07-abril

En la mañana nos dispersamos. Sor Filomena presidió la Comisión Parroquial que


asistió en la ciudad de Calabozo a la Misa Crismal. Ana Félida y yo fuimos a San Juan
de los Morros a buscar un equipo de sonido. De paso conversamos con la señora Flor,
en el sector Lucas. Es colombiana y mocha: perdió una pierna por un mal diagnóstico
médico. Es la única persona del sector que vive inquietudes religiosas católicas. Alguna
vez tuvimos celebración allí. Ahora nadie se movilizó. Decía la señora Flor: “Dios me
ha dado mucho, yo le doy el viernes santo, ese día no trabajo, rezo”.

El lunes llegó de Maracaibo sor Mélida, experta en oficios de manualidades. Se invitó a


las señoras al taller que ofrece sobre el tema. Sorpresa: a las doce del día martes le
rodeaba un nutrido grupo de “señoras”: la mayor tenía doce años. Las chamitas estaban
encantadas haciendo pajaritas de papel. El ejercicio se repitió en los días siguientes con
más éxito de auténticas señoras.

En Parapara, la procesión de la noche del martes, con Jesús paciente y humilde, estuvo
menos concurrida y fue más rápida. El trabajo en El Toco, la otra aldea grande, lo hizo
sor Rubia con los misioneros llegados de San Juan. El pueblo respondió.

5. Miércoles Santo = 08-abril

Repetimos las visitas a los lugares donde celebramos el Domingo de Ramos. Un


privilegio tener dos celebraciones en la Semana Santa. La novedad del miércoles santo
llanero es la procesión del Nazareno. Tanto en El Toco como en Parapara la asistencia
fue masiva. En ambos lugares se escenificó el “encuentro”: María Dolorosa se
encuentra con su Hijo que carga la cruz. Las andas de María las cargan las mujeres; las
de Jesús, los varones que cumplen promesas. Hay muchos fieles que visten túnicas
moradas y van descalzos. Nuestra procesión fue lenta, reflexiva y meditada. No la
comparo con las procesiones de Sevilla, pero a menor escala y sin pretensiones, es
similar.

Los días santos lleneros son para aliviar el calor en los ríos y lagunas. La noche cristiana
del miércoles es para el Nazareno. La imagen de Parapara es muy alta. Las ramas de un
cotoperí puso en peligro la cruz de Jesús. De inmediato se formó la pirámide humana y
un muchachito trepó a la altura de cuatro o cinco metros para asegurar la cruz.
Funcionaron los celulares tomando fotos de antología: quedarán para la historia del
pueblo.

6. Jueves Santo = 08-abril

En la mañana fui con Ana Félida a Malpaso: allí sobrevive una docena de familias
que venden lajas extraídas de canteras rudimentarias. El trozo de autopista les obligó a
reconstruir sus ranchitos en suelo alto y seguro. El alero de una vivienda cobijó la
conmemoración de los misterios santos.

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Al mediodía compartimos el almuerzo en Ortiz, la sede parroquial, con el nuevo


arzobispo, Manuel Felipe Díaz Sánchez. Es Terciario Dominico, me recordó. Pasó aquí
el día y la noche. El párroco Franz invitó a sus colegas de El Sombrero, a las Hermanas
Dominicas de Parapara y a los seminaristas y misioneros que ayudan en la Semana
Santa. Los fieles del pueblo nos brindaron un recuerdo que agradecemos. A las diez de
la noche el Obispo se acercó a Parapara para conocer la casa de las Hermanas y el
templo colonial. Llegó a Calabozo hace apenas dos meses.

En mala hora conté lo que sucedió a mi amiga la profesora Rosita Medina. Durante dos
días reclamó a sus hijos el extravío de sus lentes: “el desorden es de ustedes, yo siempre
los dejo sobre la mesita”. Al tercer día llegó la yerna: “tenga sus lentes, los dejó en la
pañalera del nieto”. Los hijos se limitaron a certificar: “por algo está jubilada”.

La misma observación, en forma más sutil, me la han hecho estos días los
colaboradores: “¿no estás aún jubilado?”. Un día aparecí con la camisa volteada. Dos
veces confundí unas flores con otras. Me refería al “monumento vegetariano” que
montaron el jueves santo: sin trapos ni tablas repintadas, sólo flores. Felicité a los
organizadores sin saber que eran basura artificial.

7. Viernes Santo = 09-abril

En este día cumplimos un deber de gratitud. Sor Ana Félida, Esperanza y yo fuimos a
Bersuga. Allí vive la familia Pantaleón-Felicia. Ellos construyeron la capilla en lo alto
del cerro. Ella atiende y convoca las celebraciones. Lamentamos el mal entendimiento
que, por desconocimiento, se originó con un párroco anterior. Las Hermanas quieren
testimoniar su aprecio y gratitud a la señora Felicia y a su familia. Encontramos la casa
invadida por hijos, nietos y vecinos. Y a Felicia feliz.

Seguimos hacia Majadas, a ver a la señora Ovidia. Estuvo quebrantada, con cirugías y
quimioterapias. La vimos restablecida y ocupada en tareas apostólicas. Ella es la que
prepara en aquella lejanía los niños de primera comunión y confirmación. En su
imaginación, ve crecer la capilla en el terreno que ya han reservado. Hacen gestiones
para conseguir ayudas oficiales, los vecinos son pobres. Nos mostró con orgullo y
picardía al “Sustico” que sufrió hace ocho años cuando su hija de 14 años le comunicó
que sería abuela. También la casa de Ovidia es arca de Noé para familiares y amigos,
cercanos o lejanos.

Disfrutamos este re-encuentro con dos mujeres apostólicas. Esta zona lejana no es
atendida ya por las Hermanas Dominicas. La atendieron durante años. Y donde hubo
fuego, brasas quedan.

8. Vigilia Pascual = sábado-11-abril

La mañana del sábado santo nos permitió un relax. Paso a paso, Carolina, Esperanza y
yo nos llegamos al río Vilchez y a la represa del mismo nombre. Las sores Rubia y
Mélida llegaron y regresaron montadas en un tractor. Bajo un sol de plomo, implacable,
dimos la razón a Don Quijote: “la mejor salsa es el hambre”. En este caso, la sed. La
familia del amigo Vicente España pasa los días santos en su finca, a orillas del río. Al

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fin, acepté su invitación repetida durante años. Nos mezclaron agua, cocacola y cubitos
de hielo: la bebida más sabrosa del mundo.

La tarde fue movida. En El Toco hicimos la Vigilia Pascual anocheciendo. Con cuatro
bautizos incluidos en la celebración. Parte del público -padres y padrinos- no eran
feligreses habituales del templo. Costó trabajo centrar su atención en el misterio y no en
las fotos y los celulares. El esfuerzo de sor Rubia dio resultado.

En Parapara iniciamos la celebración a las nueve de la noche. Con estupendos lectores,


cantores y escenificación de la creación, obra de Dios. El templo estuvo muy concurrido
y la gente interesada. No resultó tan difícil hacer entender que el joven asesinado aquí
hace tres años, y nuestros familiares sepultados en el cementerio, están ya resucitados
con Jesucristo. Con la muerte de Jesús se rasgaron los cortinajes que separaban a
hombres y mujeres, a nacionales y extranjeros. Entonces se rompieron las lápidas de los
sepulcros y quedaron libres los muertos. Son los símbolos de la resurrección y sus
consecuencias. En nuestras capillas e iglesia se ocultó el Santo Sepulcro y quedó
prendido el Cirio Pascual: Cristo viviente.

En esta noche no me engañaron las flores. La enorme trinitaria del jardín transformó
todo el presbiterio colonial en vivísimos colores rojo y blanco. Eso es dar vida. Nada
que envidiar a los piornos y escobas de Osnedo, en mi Ferreras natal. En junio se visten
de un amarillo deslumbrador, según el testimonio de Suspi Villarroel. Ninguna textilera
puede igualar a la trinitaria de este jardín.

A medianoche dimos cuenta del cordero regalado por el portugués señor Manuel
Calaca y horneado por la señora Jerónima, experta en manjares. Degustamos otras
delicadezas obsequiadas por los fieles. Gracias, Dios les pague a todos.

9. Los protagonistas

Lo bueno también termina. A las seis de la mañana del Domingo de Pascua, Esperanza,
Carolina y sor Mélida salían a buscar un imposible: un autobús que les retornara a San
Cristóbal o Maracaibo. Los transportes estaban colapsados, es el día del regreso masivo.
Un rato más tarde, rumiando vivencias y recuerdos, yo salía solo hacia Barquisimeto.
Los Frailes Dominicos teníamos preparada una asamblea en El Jabón, Estado Lara.

Vivencias y recuerdos. La Semana Santa fue trabajosa y calurosa, pero no baldía.


Encontramos mejor respuesta en los fieles. El mérito es de las Hermanas Dominicas que
pusieron corazón durante los meses anteriores. Hay lectores que muestran admiración
ane la tarea evangelizadora que se transparenta en estas crónicas. Son dignas de
admiración las Hermanas que luchan, sufren y gozan todo el año en esta brega. Los que
venimos por una o dos semanas somos poco más que turistas.

A sor Filomena le responden la salud y la juventud. Sor Ana Félida, la decana de las
Vicarías dentro de la Congregación, está bastante atulampada, hay días que ni maneja el
carro, que es el peor síntoma de desgaste físico. Sor Rubia ha congelado aquí su carrera
de periodista, se entrena en apostolados muy diversos. Sor Rosario y sor Evangelina
soportan los últimos combates apostólicos en el bravo clima apureño. Las Hermanas
ven con preocupación el futuro de su apostolado. No hay voluntarias para continuar este
empeño.

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Esperanza y Carolina atendieron cada día a niños y jóvenes. Catequesis, ensayo de


cantos, guiones para escenificar, disfraces. Una siembra callada que dio fruto en las
celebraciones: participación. Carolina animó las cuatro procesiones. La del Nazareno
agotó sus recursos, porque fue muy larga.

El apostolado es misterioso. Sor Filomena puntualizaba una observación que comparto.


Las palabras adquieren un valor contundente y convincente en el silencio de la noche.
Yo no reconocía como mías algunas reflexiones del Víacrucis que escribí hace años.
Quien lee y quien escucha con el corazón abierto, capta un mensaje en el que el escritor
nunca pensó. Esta es la riqueza del apostolado: el Espíritu Santo da vida y valor a la
letra muerta.

Y colorín, colorado. Llegué a Barquisimeto al mismo tiempo que el Vicario Paniagua y


César Valero el Domingo de Pascua. El lunes nos trasladamos a El Jabón, un pedacito
de cielo en el corazón de los Andes desafiantes. Allí tuvimos la asamblea los 27
Dominicos llegados de distintos lugares. César vino de España, es experto en dirigir
convivencias teológicas. Dice Santo Tomás que “saber” y “saborear”, si se refieren a
la ciencia teológica, se confunden. Así es en verdad. César nos puso de manifiesto lo
que Dios y el mundo esperan hoy de un testigo Dominico. Fueron tres días intensos y
placenteros.

También el regreso a casa fue encantador. Nos lo facilitó la carretera Trasandina.


Valera, Timotes, Pico el Águila a más de cuatro mil metros de altura. En Apartaderos
nos recreó el poema a la loca Luz Caraballo, de Andrés Eloy Blanco. Visita a la laguna
Mucubají, Y descenso a Barinas, de nuevo al calor. Mi carrito marca dos mil
kilómetros.

En Barinas fue obligada la visita a Fermín-Yemile, mis amigos y parientes. Van


pasando los años y están de lo mejor. Tan bien que Fermín no se sintió en la necesidad
de defender al presidente Chávez. Evocó los tiempos idos: sus trabajos en la remota
Filipinas, sus heroicidades no siempre bien comprendidas. En fin, la vida se nos va. Es
mejor vivir el presente que añorar el pasado. Por eso es bueno salir en Navidad y
Semana Santa a la misión apostólica.

Ahora sí: colorín, colorado. Lo escrito pretende provocar envidia en los buenos lectores
(como Emilia, Camino Cplin y tantos más) . - Amén, aleluya, aleluya.

San Cristóbal – abril – 2009.

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