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AUTODOMINIO

El autodominio es aquella capacidad humana que ayudará a controlar los impulsos productos
de nuestro carácter; el autodominio nos ayudará a afrontar con calma y serenidad los
problemas y los contratiempos normales de la vida, es decir, nos anima a cultivar la paciencia
y a desarrollar mucha comprensión en las relaciones interpersonales establecidas y por
establecer.

Básicamente, el autodominio consiste en el control de los impulsos y las reacciones ante la


recepción de determinados estímulos.

De esto se desprende que el autodominio es una capacidad absolutamente positiva que nos
instará a cambiar en sentido positivo para obtener buenos resultados al final del camino
emprendido. La persona con autodominio podrá manejar sus emociones y regular
su comportamiento

Las costumbres y hábitos determinan en mucho la falta de autodominio. Se debe comenzar


por analizar cuales de ellas impiden vivir este valor.

Por empezar lo principal será no forzar ni el cuerpo, ni la mente, porque solo cuando un
individuo está descansado, relajado y sereno podrá hacerle frente a los problemas que surjan.
Asimismo, es vital adueñarse de un modo de comunicación tranquilo para evitar cualquier tipo
de confrontación emocional violenta.

Es una actitud que nos estimula a cambiar positivamente nuestra personalidad. Esto se debe
a que uno puede controlar los impulsos de nuestro carácter y la tendencia a la comodidad
mediante la voluntad. De esta manera y serenamente seremos capaces de confrontar los
contratiempos y a comprender de una manera más paciente las relaciones personales.

Siempre que se realizan acciones totalmente inadecuadas, es justamente porque esa fuerza
interior no existe. Nuestro estado de ánimo, resulta en una convivencia poco grata, que finaliza
siempre en el impedimento de nuestros propósitos buscados.

Ahora bien, ¿de dónde proviene ese poder de autodominio? Diríamos que son valores que se
forman diariamente a través de su práctica y obviamente en el esfuerzo que uno ponga para
descubrir su personalidad y dentro de ella, aquellos rasgos poco favorables. A tal punto que
las costumbres y hábitos que poseemos, hacen que este valor brille por su ausencia, nuestra
tarea en autoanalizarnos para ver cual de ellos nos determinan e impiden vivir a pleno el
autodominio.

Las formas de reacción ante determinadas circunstancias y los distintos aspectos de nuestra
personalidad, es reconocida a través del autodominio. Por ello, nuestras prácticas deben ser
siempre desde una perspectiva positiva. Estos cambios no son sencillos, ya que involucran
los diferentes ámbitos de nuestra vida (laboral, económica, familia, pareja, entre otras), por
ende requieren atención y esfuerzo para prever nuestras reacciones.
Ojo, que hay cosas muy pequeñas que también constituyen una manera excelente y oportuna
para practicar el autodominio. Y ello esta vinculado a las costumbres más radicadas en
nosotros, es decir nuestros gustos y comodidades personales.

A partir de aquí, podríamos comenzar a fortalecer este valor, mediante la capacidad de


privaciones agradables para sobrellevar situaciones no placenteras.

¿Cómo podemos advertir que carecemos de ese valor, o estamos frente a personas que no
lo ejercitan? Simplemente, vemos que algunas personas quieren ser el centro de atención en
cuanto lugar se les ocurra, o absorber conversaciones y demostrar constantemente sus logros.
Si en cambio, son personas que actuamos con sencillez y no hablamos de más, es porque
poseemos el valor del autodominio.

Sin embargo, uno puede preguntarse ¿cuáles son los beneficios de este valor? La respuesta
es positiva y variada, por ejemplo en la familia el autodominio es indispensable, ya que nos
permite poseer una sana convivencia, tolerar fricciones del día a día, entendernos más a
través de la comprensión, serenidad, cariño y responsabilidad ante nuestros seres.

Además, nos impulsa a ser discretos y maduros, ante situaciones que son incongruentes con
nuestra forma de pensar. Ello, recuerda evitará que las demás personas nos critiquen y
difamen por no actuar con autodominio.

Todos nuestros hábitos pueden perfeccionarse, a través de su práctica y del esfuerzo. En su


inicio y desarrollo, deberemos aprender a escuchar más, no sobresalir delante de las personas
por malos hábitos, modales o falta de educación, entre otras. Impide dar consejos no
solicitados e imprudentes en cuestiones que a lo mejor no pertenece a tu vida relacional. Es
por ello, que evites las actitudes que te enojan para cuidar tus relaciones personales.

Siempre reflexiona las situaciones del día a día que te afligen, te generan pereza o impiden
que logres cumplir con tus responsabilidades. Para luego pensar alguna actitud correcta a
llevar a cabo y lograr formar en ti, este valor denominado autodominio, y observarás que luego
lo podrás efectivizar en cualquier escenario de tu vida cotidiana.

Sentirás la tranquilidad del deber cumplido y en el momento oportuno. Ya que aprendimos a


controlarnos internamente, viviendo una genuina alegría, ya que los contratiempos no forjarán
estos nuevos valores. Por ende, todo esto nos ayudará a poseer relaciones personales
gratificantes, debido a la franqueza y sutileza en el trato.
La Familia Rígida
Donde los padres tienen dificultad en asumir los cambios de los
hijos. No admiten el crecimiento de los hijos, son padres
autoritarios y rígidos en sus normas de convivencia.

La Familia Sobreprotectora
Hay una preocupación permanente por proteger a los hijos,
los padres no permiten el desarrollo y autonomía de los hijos,
hacen de la dependencia un patrón de conducta.

La Familia Centrada en los Hijos


En la cual los padres viven para y por los hijos, olvidando sus
roles de pareja. El único tema de conversación son los hijos.

La Familia Permisiva
En este tipo de familia, los padres son incapaces de disciplinar a
los hijos y con la excusa de no ser autoritarios, de querer
razonarlo todo, le permiten a los hijos hacer todo lo que quieran.

La Familia Amalgamada
Acá la familia encuentra felicidad en hacer todo junto, lo cual hace casi
imposible el proceso de individualización y realización como adulto.

La Familia Inestable
Este tipo de familia no alcanza a estar unida, los hijos crecen
inseguros, desconfiados y temerosos para dar y recibir afecto.

La Familia Estable
Se caracteriza por mostrarse unida, donde los padres están claros en
cuanto a sus roles y los hijos crecen seguros, estables e independientes.

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