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1. Introducción
1 Para este punto, véase la excelente discusión en Thurnher (1993). Para la recepción y trans-
formación heideggeriana de la problemática vinculada con la ontología formal y las ontologías re-
gionales, véase esp. p. 152 ss.
2 A diferencia de la escasa consideración de la influencia de la concepción de Ideen I, la inves-
tigación más reciente ha llamado reiteradamente la atención sobre el papel desempeñado por la
concepción husserliana de la intuición categorial. Esta asimetría se corresponde con la tendencia
general del modo en que el propio H. presenta su posición. H. retrata su relación temprana con
Husserl de modo tal, que da a entender que su decidido aferramiento a la concepción de LU, en
los tiempos en que se desempeñaba como asistente de Husserl en Friburgo, pretendía ser, al mis-
mo tiempo, expresión de su actitud crítica frente al giro cartesiano-kantiano hacia la conciencia
pura de Ideen I (cf. Weg p. 84 ss.). Sea como fuere, es un hecho innegable que la recepción de la
doctrina husserliana de la intuición categorial fue decisiva para la elaboración de la concepción
Fenomenología y hermenéutica 267
presentada en SZ, tal como lo muestra la detallada discusión en Prolegomena §§ 6-7. Por otra parte,
así lo confirma también el hecho de que en el “Zähringen Seminar” de 1973, casi medio siglo más
tarde, el diagnóstico de Prolegomena con referencia a la decisiva importancia de esta doctrina se re-
pite, en lo esencial, prácticamente en los mismos términos (cf. Seminare p. 372-382). Para la recep-
ción heideggeriana de la doctrina de la intuición categorial, véase, entre otros, Held (1988), See-
bohm (1990) y Øverenget (1998) esp. p. 34-71.
3 En este sentido, H. opina que la concepción fenomenológica del ‛apriori” posibilita una defi-
nitiva superación del subjetivismo cartesiano-kantiano, que haría viable incluso reestablecer nue-
vamente contacto con la concepción del ser de Parménides y Platón (véase Prolegomena § 7 p. 99-
103).
268 Alejandro G. Vigo
4 En una carta a W. E. Hocking del 25/01/1903 escribe Husserl: “La (...) expresión según la
cual en un acto ‛se constituyen objetos’ (sich Gegenstände konstituieren) significa siempre la capacidad
del acto para hacer representable (vorstellig) el objeto, ¡y no ‛construir’ en el sentido propio!” (cita-
do por Panzer [1987)] p. XVII Anm. 2).
5 Cf. Lask, LvU p. 424: “Aletheiologie”.
6 Para una discusión más detallada del contraste así esbozado entre ambas concepciones de la
H. no cree poder admitir tal concepción, por cuanto conduce a una recaída
de la fenomenología en la posición tradicional que se mantiene aferrada a la dis-
tinción “sujeto”/“objeto”, como punto de partida primario para la elucidación
filosófica. De ese modo, piensa H., se pasa por alto precisamente aquella di-
270 Alejandro G. Vigo
7 Para el contraste entre una fenomenología basada en la reflexión y una entendida como her-
menéutica en Husserl y H., véase la detallada discusión en von Herrmann (2000), quien considera
también las lecciones tempranas de H. de la primera época de Friburgo. Para este mismo com-
plejo temático, véase también las buenas explicaciones en Rodríguez (1997) p. 71-100 y Rinofner-
Kreidl (2002).
Fenomenología y hermenéutica 271
cuanto esta lección posee una importancia decisiva, desde el punto de vista me-
tódico, tal como la investigación más reciente ha reconocido cada vez con ma-
yor claridad.8
8 El primero en señalar la importancia de esta lección –que, por lo demás, es la primera dicta-
da por H. en Friburgo como Privatdozent– ha sido, hasta donde sé, Theodore Kisiel. En su famo-
so libro sobre la génesis de SZ Kisiel proporciona una detallada discusión de los motivos más im-
portantes en la concepción que H. desarrolla en la lección. Véase Kisiel (1993) p. 38-59.
272 Alejandro G. Vigo
Por medio del análisis de la “vivencia del mundo circundante” H. apunta a su-
perar las concepciones habituales de la experiencia inmediata que toman como
punto de partida lo que sería una captación perceptiva supuestamente pura de
meros “objetos cósicos”. El ver intramundano no acontece nunca en la forma
de un mero dirigir la mirada a “cosas” desprovistas de significado, mucho me-
nos, a lo que serían meros “sens data”. En todo ver intramundano el “objeto” es
dado siempre ya de tal modo, que aparece como portador de una cierta signifi-
cación y queda inserto en un determinado plexo de remisiones significativas.
Como explica H., no se ve simplemente una “cosa” o un “objeto”, sino, más
bien, por ejemplo, el estrado desde el que lee el profesor en una sala de clases
(cf. § 14 p. 71 s.). El objeto nunca es dado como un mero “algo” privado de
significado, y ello ya por la sencilla razón de que incluso la experiencia de un
mero “algo” constituye una modalidad deficiente de la experiencia de sentido: un
mero “algo”, como sería el caso por ejemplo, de un estrado de lectura para un
habitante de una cultura indígena primitiva, resulta experimentado siempre ya
como algo, en este caso, como algo con lo cual no se sabe qué hacer ni para qué sirve. En el
ámbito de la experiencia del mundo circundante, lo primario es, pues, lo signifi-
Fenomenología y hermenéutica 273
cativo, tal como se muestra de modo inmediato, es decir, sin ningún “rodeo del
pensamiento” (gedanklicher Umweg) a través de lo que sería una mera “aprehen-
sión de cosas” (Sacherfassen) (cf. p. 73). En el contexto de la vida dentro de un
mundo circundante, todo significa algo todo el tiempo: todo es “mundano”
(welthaft), en el sentido de que queda inserto como tal en el plexo de significa-
tividad del “mundo”. Por lo mismo, la estructura de la “vivencia del mundo cir-
cundante” puede caracterizarse como la de un “mundear” o “acaecer mundo” (es
weltet) (cf. p. 73), el cual no se deja interpretar ni como el “darse de un valor” (es
wertet), ni como la mera “captación de cosas”, privadas de significación.9
H. intenta proporcionar una caracterización más precisa de la estructura de
la “vivencia del mundo circundante” por medio del recurso al contraste entre lo
que denomina “proceso” (Vorgang) y “acontecimiento (apropiador)” (Ereignis)
(cf. § 15).10 En la mera constatación de algo como objeto queda suprimido el
carácter mundano de la “vivencia del mundo circundante”, de modo tal que, al
mismo tiempo, tiene lugar también una relegación del “yo” que hace, como tal,
dicha experiencia (cf. p. 73). En tal sentido, explica H.: el “ser objeto”, como
tal, no me “toca” o “afecta” (berührt) (cf. p. 73). El “yo” que opera como sujeto
del comportamiento meramente constatativo no soy yo mismo. Como “vivencia”
(Erlebnis) el mero constatar tiene un carácter esencialmente rudimentario, que
ha de verse, más que como una genuina “experiencia vital” (Er-leben), como una
suerte de “vivencia depotenciada” (Ent-leben) (cf. p. 73 s.). Lo que se conoce de
este modo, que no es sino lo que tiene el carácter de objeto, queda, como tal,
“desplazado a la lejanía” (ent-fernt), es decir, desgajado del ámbito de la genuina
vivencia (cf. p. 74). Lo así objetivado queda reducido al estatuto de mero “pro-
ceso” (Vor-gang), en el sentido de aquello que “pasa de largo” (vorbeigeht) frente
al sujeto cognoscente. En tanto mero objeto de conocimiento, el “pro-ceso”
conserva una referencia tan sólo espectral al ‛yo”, que queda reducida a un mí-
nimo de “vivencia” (abgeblaßte, auf ein Minimum von Erleben reduzierte Ichbezogenheit)
(cf. p. 74). H. compara aquí el modo en que se muestra el sol para una actividad
puramente constatativa con el tipo de modo de acceso inmediato a él que queda
documentado en el famoso canto coral de la Antígona de Sófocles, donde la sali-
da del sol expresa propiamente el sentimiento de alivio y el regreso de la calma
9 También el análisis del fenómeno del mundo en los §§ 14-18 de SZ parte de la asunción
metódica básica según la cual el ente intramundano no puede ser determinado en su ser fenome-
nológicamente ni como mera cosa ni tampoco como una cosa dotada de valor. Si se parte de un
contraste ontológicamente no transparente entre “cosa” y “valor” o “cosa dotada de valor”, en-
tonces ya no resulta posible superar la falsa alternativa entre objetivismo y subjetivismo, que ha
resultado decisiva tradicionalmente en la elucidación del fenómeno del mundo. Para el análisis del
mundo en SZ, sobre todo, en atención a los aspectos metódicos de la concepción heideggeriana,
véase arriba Estudio 3.
10 Para este punto, véase también von Herrmann (2000) p. 44-52.
274 Alejandro G. Vigo
en Tebas, tras el exitoso rechazo del ataque enemigo que había tenido lugar el
día anterior (cf. Antígona vv. 100-109). El contraste así esbozado apunta, pues, a
la modalidad propia de cada uno de esas modalidades de “vivencia” (cf. KNS §
15 p. 75). La forma primaria de la “vivencia del mundo circundante” no reside
en el mero “pro-ceso”, sino en lo que H. denomina el “acontecimiento (apro-
piador)” (Er-eignis): aquí la “vivencia” (Er-lebnis), explica H., no me pasa simple-
mente de largo, sino que yo “me la apropio” (ereigne es mir), y ello de modo tal,
que ella “acontece” (ereignet sich) según su esencia (cf. p. 75). En este sentido
particular, la noción de “acontecimiento (apropiador)” no remite ni a la realidad
psíquica ni a la realidad física. Y tampoco quiere decir que me apropio de algo
“desde fuera”, pues en este ámbito no puede establecerse ninguna oposición
entre algo “interior” (psíquico) y algo “exterior” (físico). El carácter de “aconte-
cimiento (apropiador)” propio de la “vivencia del mundo circundante” consiste,
propiamente hablando, en la integración inmediata y sin fisuras en la propia vi-
da misma de todo lo que acontece y resulta experimentado de ese modo (cf. p.
75).
13 H. remite aquí a Emil Lask: el filósofo prematuramente caído en combate fue “el único al
que inquietó el problema [aquí discutido]”. Sin embargo, Lask no logró llegar realmente a un nue-
vo modo de abordar la cuestión, por la sencilla razón de que intentó resolver el problema de lo
teórico y su posible rendimiento de un modo que, a su vez, era también teórico (cf. KNS § 17 p.
88).
14 La expresión “un primer toque objetivante” (eine erste vergegenständliche Antastung) constituye
una clara alusión a Lask, que caracteriza a la subjetividad como el factor que “toca” o “afecta” la
dimensión originaria y “no artificial” del significado (Antasterin der Ungekünsteltheit) y, con ello, “in-
duce” u “ocasiona” la artificialidad (Anstifterin der Gekünsteltheit), en la medida en que, a través de
su actividad teoretizante-judicativa, descompone la verdad todavía indivisa propia de la experien-
cia ante-predicativa, para luego reproducirla bajo la figura de la estructura diairético-sintética del
juicio, con su carácter esencialmente oposicional. Véase Lask, LvU p. 415; véase también 293 ss.
Para una discusión de la concepción de Lask aquí aludida, veáse Vigo (2004).
Fenomenología y hermenéutica 277
Este último aspecto se desarrolla en los §§ 18-20 de KNS, con los cuales se cie-
rra el texto de la lección. De decisiva importancia resulta la introducción del
concepto de “intuición hermenéutica” (hermeneutische Intuition) en el § 20. En di-
cho concepto adquiere expresión la nueva concepción de la fenomenología por
medio de la cual H. pretende superar la autocomprensión habitual (husserliana)
de la fenomenología como una ciencia teórica de carácter reflexivo. En el § 18
H. parte de una exposición del problema de la así llamada “circularidad” que
afecta a toda teoría del conocimiento, en la medida en que pretende fundar la
teoría por medio de la teoría (cf. p. 95 s.). Si la fenomenología, como proto-
ciencia, tuviera carácter teórico, entonces ya no podría escapar a dicha circu-
laridad. La proto-ciencia debe poseer, por tanto, un carácter pre-, supra- o, en
cualquier caso, no-teórico (cf. p. 96). El método de una tal ciencia, es decir, el
“como” (das “Wie”) de su acceso a la “vivencia del mundo circundante” debe,
pues, apuntar primariamente a evitar de antemano toda posible recaída en una
teorización objetivante. En el caso de la proto-ciencia no se trata, para H., de
considerar la “vivencia del mundo circundante” llevada a cabo, por así decir,
“desde fuera”, sino, más bien, de ejecutarla con plena vivacidad, dirigiendo, a la
vez, la mirada “hacia ella” (auf es hin) y “dentro de ella” (in es hinein) (cf. p. 98).
De este modo, H. pretende sugerir que en un tal “ver”, que se dirige a la “vi-
vencia del mundo circundante” y la ve “desde dentro”, no va involucrado nin-
gún componente reflexivo-objetivante: la “vivencia del mundo circundante” no
es considerada aquí como “objeto” de un acto teórico-reflexivo de nivel supe-
rior.
En este contexto, H. desarrolla una detallada crítica a la concepción de Na-
torp, con su caracterización del método psicológico como un acceso de tipo
descriptivo-reflexivo. El argumento fundamental en dicha crítica reside en el ya
mencionado rechazo de toda forma de “explicación por despedazamiento”: lo
que queda desarticulado en una primera tematización objetivante ya no puede
ser posteriormente recobrado por medio de una reflexión de carácter sintético
(cf. § 19 p. 99-109). Contra concepciones de este tipo H. hace valer el “princi-
pio de todos los principios” husserliano, según el cual la fuente originaria y últi-
ma de justificación de todo acceso fenomenológico reside en la “intuición”. En
la formulación de Husserl el principio fundamental de la fenomenología reza:
“todo lo que se ofrece originariamente en la ‘intuición’ (...) debe ser tomado
simplemente (...) tal como se da” (cf. Ideen I § 24 p. 43 = Hua III/1 p. 51; citado
por H., KNS § 20 p. 109). Lo decisivo en dicho principio reside, para H., en el
hecho de que la “intuición”, que no es como tal teoría alguna, aparece, al mis-
mo tiempo, como aquello que no se deja extraviar por ninguna teoría (cf. p.
109, con remisión a Ideen I § 24 p. 44 = Hua III/1 p. 51). Aunque el propio
Fenomenología y hermenéutica 279
Husserl no señala expresamente este aspecto, el sentido último del principio re-
sidiría propiamente, para H., en la mantención de la “actitud originaria (Urhal-
tung) de la vivencia y la vida como tales”, esto es, en la “absoluta simpatía vital
(Lebenssympathie), que resulta idéntica con la vivencia misma” (cf. p. 110).15
El proceso de teorización es, como se dijo, un proceso de creciente “depo-
tenciación vital” (Ent-lebung), cuya cima más alta viene dada por la caracteriza-
ción completamente vacía del mero “algo” (Etwas), que contiene lo objetivo, en
general, de un modo ya puramente formal (formaliter) (cf. p. 112). Este “algo”
meramente formal ya no tiene contenido alguno, y no trae consigo una referen-
cia a ningún contenido mundano, por muy radical que fuera el proceso de teori-
zación a través del cual se lo obtiene: se trata de lo que “carece absolutamente
de mundo” y es “completamente extraño al mundo” (das absolute Weltlose, Welt-
fremde) (cf. p. 112). Entre este último “algo”, completamente privado de conte-
nido, por un lado, y la “vivencia del mundo circundante” en su plenitud, por el
otro, hay toda una serie de niveles de “depotenciación vital” (Ent-lebungsstufen),
cada uno de los cuales alberga sus propias posibilidades de formalización: cada
nivel contiene, pues, la posibilidad del ser mentado de modo teórico como me-
ro “algo”, pero ello de modo tal, que el correspondiente nivel provee, en cada
caso, la base sólo para determinados tipos de toma de posición teoretizante, y
no para cualquiera (cf. p. 114). Por caso, no cualquier nivel alberga la posible
motivación para el juicio ‘X es marrón’ o ‘X es color’, sino que la posibilidad de
tales teorizaciones quedan restringida a una determinada esfera de realidad: los
diferentes pasos en el proceso de “depotenciación vital” se revelan, en cada
caso, como poseedores de una vinculación específica respecto de un determina-
do nivel de vivencia. En cambio, la teorización formal resulta, como tal, libre,
es decir, no queda vinculada a un determinado nivel, lo que, a su vez, posee una
triple consecuencia, a saber: 1) la motivación de la teorización meramente for-
mal es cualitativamente diferente; 2) no forma parte, como tal, de la secuencia de
pasos correspondiente a los niveles específicos de “depotenciación vital”; y 3) la
teorización formal no debe ser confundida con aquella otra teorización que
constituye la cima, el punto más alto, dentro del proceso de “depotenciación
vital” (cf. p. 114).
Esta distinción entre una “teorización objetivante” que posee un carácter vi-
talmente depotenciador, por un lado, y una “teorización meramente formalizan-
te”, por el otro, posee, a juicio de H., una importancia decisiva, pues apunta a
15 Para dar cuenta del peculiar modo en que H. piensa la relación de la filosofía con la vida
fáctica, en su misma ejecución, Gethmann (1987) p. 41 ss. ha descripto la posición de H. en tér-
minos de lo que denomina una “teoría ejecutiva del significado” (Vollzugstheorie der Bedeutung). En
este mismo sentido, véase también Rodríguez (1997) p. 173 s., que, siguiendo a Gethmann, enfa-
tiza la identidad de vida e interpretación, comportamiento e interpretación categorial, que caracte-
riza a la concepción de H.
280 Alejandro G. Vigo
I. “algo” pre-teórico
(das vortheoretische Etwas)
a. “algo” pre-mundano, “proto-algo” b. “algo” mundano
(das vorweltliche Etwas, Uretwas) (das welthafte Etwas)
II. “algo” teórico
(das theoretische Etwas)
Aquí, I.b corresponde al “algo”, tal como éste constituye un momento bási-
co de determinadas esferas de vivencia en la “vivencia del mundo circundante”,
mientras que II.b es el “algo” que funciona como correlato del acceso teórico-
constatativo, en sus diferentes posibles formas. El tránsito desde I.b hasta II.b
constituye, pues, un proceso de “depotenciación vital” (Ent-lebung) por vía de
objetivación, dentro del cual cada paso de creciente objetivación queda, como
ya se dijo, necesariamente vinculado a un determinado nivel de vivencia. En sus
diversos pasos, este proceso trae consigo, por cierto, un creciente distancia-
miento respecto de la “vivencia del mundo circundante” y, con ello, también
respecto del genuino mundo que se ofrece en tal vivencia. Pero ello no impide
que obtenga su propia motivación justamente a partir de ese mismo mundo.17
16 Véase Kisiel (1997) p. 26. El esquema elaborado por Kisiel para reflejar la concepción del
“algo” en KNS se basa, además del texto de la lección, en las anotaciones tomadas por F. J.
Brecht, G. Walter y O. Becker.
17 Como es sabido, en el análisis del mundo de SZ el tránsito del trato práctico-operativo con
En cambio, el tránsito desde I.a hasta II.a no tiene lugar por vía de objetivación,
sino, más bien, por vía de formalización. I.a es el “algo” pre-mundano, también
designado por H. como el “proto-algo”, y constituye, como tal, un momento
estructural o categorial básico de la vida, en general. Por vía de formalización,
puede ser objetivado en sus diversas posibles modalidades. Pero tal “objetiva-
ción formal” (formale Vergegenständlichung) es libre, en el sentido de que no queda
vinculada a un determinado nivel de vivencia, y ello ya por la sencilla razón de
que todo nivel de la vivencia del mundo circundante puede ser considerado, co-
mo tal, de modo puramente formal (formaliter) (cf. p. 114). En tal sentido, ex-
plica H., todo lo “mundano” (das Welthafte) –como es el caso, por ejemplo, de lo
que “pertenece al mundo circundante” (das Umweltliche), lo que se muestra como
“dotado de valor” (das Wertgenommene) y lo que “posee validez” (das Gültige)– es
un “algo” y puede ser considerado de modo puramente formal: en su sentido
puramente formal, el “algo” no significa otra cosa que aquello que, en general,
resulta accesible en una vivencia (Erlebbares überhaupt) (cf. p. 115).
Que H. se refiera aquí a un “algo” pre-mundano se comprende, cuando se tie-
ne en cuenta que se trata, en este caso, de una estructura objetiva de carácter for-
mal, que subyace a cada una de las diferentes modalidades del “algo” mundano,
y que, como tal, es avistada y experimentada con cada una de ellas, aunque de
modo tan sólo concomitante y atemático. Dicha estructura formal puede ser
objetivada a través de una intención expresamente tematizante. Pero, a diferen-
cia de toda forma de “objetivación de contenidos”, esta objetivación puramente
formal, que apunta, como tal, a la estructura formal-objetiva del “algo” que sub-
yace a cada nivel de vivencia, no viene motivada por la correspondiente “viven-
cia del mundo circundante”, en su plena concreción, sino, más bien, por la pro-
pia estructura formal del “algo” que le subyace, es decir, por el “proto-algo”,
como tal. Esto explica, a su vez, el hecho de que la “objetivación formal” no
quede vinculada ella misma a un determinado nivel de vivencia. En efecto, no
depende de las determinaciones de contenido correspondientes a una determi-
nada modalidad de experiencia, sino que queda referida, más bien, a aquel ca-
rácter puramente formal-estructural que distingue a una determinada experien-
cia, justamente como experiencia. Con ello se vincula también el hecho de que, a
diferencia de lo que ocurre con la objetivación teoretizante, la “objetivación por
vía de formalización” no trae consigo una correspondiente “depotenciación vi-
tal”. Formalmente considerado, el “algo”, como aquello que, en general, puede
hacerse accesible en una vivencia, no es el mero residuo de un proceso de radi-
cal de teorización y “depotenciación vital”, sino que constituye, más bien, un
momento esencial de la vida, en y por sí misma, que se encuentra estrechamen-
debe buscarse allí donde el trato práctico-operativo ya no puede tener lugar de modo no impedi-
do, de modo tal que lo “a la mano” emerge de su habitual “no llamatividad”. Véase SZ § 16.
282 Alejandro G. Vigo
18 A partir de esto resulta comprensible el hecho de que la caracterización del “algo” formal-
logico como “absolutamente privado de mundo” o “extraño al mundo”, ofrecida por H., no en-
tra en contradicción con la afirmación según la cual la formalización no constituye, como tal, un
paso dentro del proceso de “depotenciación vital”, en la medida en que no queda vinculada a un
determinado nivel de vivencia. Ahora bien, justamente tal falta de vinculación a un determinado
nivel trae consigo, al mismo tiempo, la posibilidad de formalizar también aquellos niveles del pro-
ceso de “depotenciación vital” en los cuales más avanzada está la “depotenciación vital” a través
de “objetivación teoretizante”. Bajo el predominio de la tesis tradicional del “primado de lo
teórico”, la ontología formal se ha orientado una y otra vez –i. e. también en el caso de Husserl!–
precisamente a partir de aquellos objetos meramente residuales que, desde el punto de vista es-
tructural, operan como correlato de las diferentes formas de la actitud teórica. Según el diagnósti-
co de H., tal como se formula también en la lección del semestre de invierno 1920/21 (véase aba-
jo p. 289 ss.), esto condujo a un drástico estrechamiento de la problemática ontológica, ya que se
obtuvo, una y otra vez, las categorías a partir del ámbito de aquello que resulta teóricamente acce-
sible como “objeto” de carácter “cósico”. Tal estrechamiento no procede, pues, simplemente del
intento de formalización, sino, más bien, del hecho de que se adopta en él, de modo expreso o
inexpreso, la tesis del “primado de lo teórico”. La formalización aquí aludida no es, pues, ella mis-
ma responsable del estrechamiento tradicional de la problemática ontológica. Sin embargo, hay
que subrayar, al mismo tiempo, que la formalización tampoco puede conducir a la fenomenología
hermenéutica que H. tiene en vista, sino que provee, más bien, el método propio de la ontología
formal, en el sentido de Husserl. Lo que H. echa de menos en la formalización así entendida es,
como muestra claramente la lección del semestre de invierno de 1920-21, la posibilidad de hacer
justicia a la dimensión ejecutiva en la constitución del sentido. En esa medida, exactamente, el modo
de acceso característico de la ontología formal no deja de ser de carácter teórico: apunta exclusi-
vamente a la correlación estructural entre el ‛sentido referencial” y el ‛sentido de contenido”, y
deja tendencialmente fuera de consideración el aporte imprescindible del ‛sentido ejecutivo” a la
constitución de la correspondiente totalidad de sentido (véase también abajo p. 286 ss.).
19 El pasaje recuerda a la caracterización ofrecida en SZ de las estructuras apriorísticas que la
fenomenología hermenéutica pretende convertir en tema de una elucidación expresa: según dicha
caracterización, es propio de tales estructuras ofrecerse en la actitud natural no de modo temáti-
co, sino tan sólo de modo “precedente y concomitante” (vorgängig und mitgängig) Véase SZ § 7 A p.
31.
Fenomenología y hermenéutica 283
“entrega” (Hingabe) a aquello que se experimenta en ella, recuerda a la caracterización laskiana del
conocimiento, en general, como una “entrega” al objeto y la verdad (cf. Lask, LvU p. 396; LPh p.
82 s.). Para el empleo de este motivo en Lask, véase Glatz (2001) p. 205 ss.
23 Como es sabido, ya antes de la aparición de las lecciones en la Gesamtausgabe, Gadamer pu-
so de relieve el importante papel que había jugado la distinción escolástica entre el actus exercitus y
el actus signatus en el pensamiento de H. en la época de Marburgo. Para este punto, véase Gada-
mer, MT p. 200 ss. y EHA I p. 21 (el pasaje citado falta, en cambio, en EHA II).
286 Alejandro G. Vigo
La problemática vinculada con la tesis del primado del acceso ejecutivo, como
forma originaria de la experiencia de sentido, juega un papel central en la lec-
ción del semestre de verano de 1920 titulada “Phänomenologie der Anschau-
ung und des Ausdrucks”. El subtítulo de la lección “Theorie der philosophi-
schen Begriffsbildung” muestra ya que también en este caso el problema de la
relación entre filosofía y vida fáctica ocupa el centro de la atención (cf. PhAA §
5 c)). H. parte aquí de un contraste entre dos tendencias o “direcciones signifi-
cativas” (Bedeutungsrichtungen) propias de la vida en sí misma, a saber: por un la-
do, una tendencia a la objetivación y la exteriorización, que caracteriza a la vida
como un proceso de configuración; por otro, una tendencia a la interiorización
y la apropiación, que caracteriza a la vida como un experimentar en el modo de
la “vivencia” (Erleben), un “recoger en sí” (Einholen) y un “aprehender” (Erfas-
sen) (cf. § 4).25 Mientras que la dirección de objetivación conduce al problema
del “apriori” de la cultura, en sus diferentes formas históricas de manifestación,
la dirección de interiorización se refiere al problema de lo irracional, es decir, de
aquello que, en tanto esencialmente individual, se sustrae a todo intento de ob-
jetivación. La tensión estructural entre ambas tendencias o direcciones resulta
constitutiva para la vida, como tal.
24 El desarrollo de este punto exigiría un trabajo independiente. Baste con observar aquí que
26 Para una discusión del modo en que H. practica aquí la así llamada “destrucción”, tanto
con referencia al problema del ‛apriori” (§§ 6-10) como también, posteriormente, con referencia al
problema de la ‛vivencia” (§§ 11-19), véase Berciano Villalibre (2001) p. 111-131.
288 Alejandro G. Vigo
27 En los §§ 16-19 se discute desde esta perspectiva, sobre todo, las posiciones de Dilthey y
Natorp. La concepción de Natorp es, a los ojos de H., especialmente importante, desde el punto
de vista metódico, y recibe un primer tratamiento, bastante detallado, en los §§ 13-14.
Fenomenología y hermenéutica 289
una superación del modo en que cada una esas dos concepciones filosóficas se
comprendía habitualmente a sí misma: por una parte, el ámbito fenoménico al
que queda referido toda genuina filosofía no se halla sino en la propia vida fác-
tica; por otro lado, no menos cierto es que tal ámbito fenoménico no puede re-
sultar accesible en sus estructuras fundamentales más que para una fenomeno-
logía rectamente entendida.
metódico fundamental ya en la lección del semestre de verano de 1920. Véase PhAA § 10 p. 85:
“La indicación formal tiene una importancia inevitable dentro de la filosofía, que se puede hacer
comprensible, pero sólo cuando la indicación formal y lo indicado por medio de ella no es hipos-
tasiado y convertido en fin y objeto de la consideración filosófica, sino que queda, en un modo fi-
jamente determinado, al servicio de la tarea de la filosofía: el ‛comprender originario” (Ursprungs-
verstehen) que despierta la atención, es decir, <cuando>, al mismo tiempo, está genuinamente
motivado a partir de lo concreto y fáctico, no como lo común a lo fáctico (das dem Faktischen Ge-
meinsame), sino como un toque prefigurativo de lo fáctico (vorzeichnende Antastung des Faktischen),
que no prejuzga (nicht präjudizierende), pero que tampoco provee rendimientos decisivos (nicht ent-
scheidend leistende)”.
290 Alejandro G. Vigo
tránsito que va desde un “algo dotado de contenido” (inhaltiches Etwas) (vgr. “ro-
jo”, “color”, “cualidad sensible”) a una determinación formal-cateorial (vgr.
“esencia”), que, como tal, ya no designa un determinado contenido (cf. p. 58).
La “generalización” permanece, en su ejecución, esencialmente vinculada a un
determinado ámbito objetivo, por cuanto la serie de las sucesivas “instancias de
generalización” (Generalitäten), que corresponden al género y las especies, está
determinada, como tal, en su contenido objetivo. Por el contrario, desde el pun-
to de vista de la actitud que la posibilita, la ‛formalización” está libre de toda su-
jeción a un determinado contenido objetivo. Así, una predicación formal del
tipo ‘X es un objeto (Gegenstand)’ no presenta ningún tipo de sujeción a determi-
nados contenidos objetivos. No queda, como tal, limitada a una determinada
región ontológica, como puede ser la región de las cosas materiales, ya que ni si-
quiera presupone que el objeto que recibe predicativamente la correspondiente
determinación formal sea considerado en su contenido objetivo específico. A
ello se añade, además, el hecho de que, dentro de una determinada región de
objetos, tal tipo de predicación formal puede ser ejecutada en cada uno de los
niveles correspondientes a las diferentes posibles determinaciones de contenido
objetivo: el predicado formal “un objeto” puede ser declarado tanto de “pie-
dra” como de “cuerpo”, sin que ello obligue a recorrer toda la serie que va des-
de los niveles más bajos hasta los más altos de universalidad. En tal sentido, la
“predicación formal” está libre de toda sujeción no sólo a determinados conte-
nidos objetivos, sino también a toda secuencia de niveles (cf. p. 58). Esta falta
de sujeción a contenidos objetivos no implica, sin embargo, que la “predicación
formal” careciera, sin más, de toda motivación. Por el contrario, ella posee su
propia motivación, que surge a partir del sentido propio del modo de referencia de
la correspondiente actitud relativa al objeto (Einstellungsbezug): se deja fuera de
consideración el contenido objetivo y se apunta exclusivamente al hecho de que
el objeto es un objeto dado, aprehendido en el modo correspondiente a una determinada
actitud (ein gegebener, einstellungsmäßig erfaßter <sc. Gegenstand>) (cf. p. 58). La “for-
malización” surge, por tanto, a partir del “sentido referencial” propio de la me-
ra actitud relativa al objeto, como tal, y no a partir del “contenido objetivo”
(Wasgehalt), en general (cf. p. 58 s.). La multiplicidad de diferentes formas del
“sentido referencial” (Bezugssinns-Mannigfaltigkeit) que adquiere expresión en las
diferentes categorias formal-ontológicas no hace, en el fondo, sino circunscribir
la actitud teórica impropia en su “sentido referencial”, pero no en su ejecución
originaria (cf. p. 59).
Más allá de todas las diferencias, la “generalización” y la “formalización” tie-
nen, sin embargo, algo en común, a saber: el hecho de que ambas quedan refe-
ridas a lo universal. En cambio, la “indicación formal” no tiene nada que ver
con la “universalidad” (cf. p. 59). En la noción de “indicación formal” se apela
a un significado de “formal” que es más originario que aquel que caracteriza a
292 Alejandro G. Vigo
31 H. remite aquí al lógos, en el sentido del verbum internum, y ello, en contraste con cualquier
forma de “logización” (Logisierung) (cf. p. 63). Esta inequívoca referencia a la doctrina agustiniana
de la “palabra interior” aparece justamente en un contexto en el cual se trata de la fundamenta-
ción metódica de una fenomenología hermenéutica, y no por azar, si se tiene en cuenta que poco
después, en el esbozo sinóptico del desarrollo de la hermenéutica contenido en los §§ 2-3 de la
lección del semestre de verano de 1923, Agustín es presentado como el pensador que ha produci-
do la primera hermenéutica de gran estilo (cf. Ontologie § 2 p. 12). Como se sabe, también Gada-
mer llamó la atención sobre la decisiva importancia que la doctrina agustiniana del verbum interius
tuvo para su concepción de la hermenéutica. Para este punto, véase Grondin (1990) y (2001a) p.
9 s., 50-59. En lo que concierne al esquema tripartito “sentido de contenido” (Gehaltssinn)/ “sen-
tido referencial” (Bezungssinn)/“sentido ejecutivo” (Vollzugssinn), en la lección sobre Aristóteles
Fenomenología y hermenéutica 293
6. A modo de conclusión
to de su propia esencia, pues ésta reside, más bien, en el hecho de que la filoso-
fía, justamente, como despliegue de la genuina autocomprensión ejecutiva pro-
pia de la vida fáctica, se realiza siempre en una constante lucha contra las ten-
dencias encubridoras ancladas en la vida fáctica misma. En su esencia, la filoso-
fía es, pues, una suerte de “dispositivo de defensa” frente al impulso a la objeti-
vación, que despliega, como tal, su eficacia, justamente, en la medida en que
permite mantener despierta la atención dirigida a la dimensión originaria de la
experiencia ejecutiva del sentido.
4) Lo anterior guarda una conexión directa también con el problema del ori-
gen y la legitimidad de la formación de conceptos filosóficos. Tanto en su ori-
gen como en su referencia de sentido, los conceptos filosóficos remiten a la di-
mensión originaria de experiencia que se abre de modo inmediato en y con la
vida fáctica. Por la misma razón, si han de ser genuinos conceptos filosóficos,
no pueden poseer un carácter objetivante, sino que deben ser obtenidos a partir
de la dimensión ejecutiva que es propia de toda experiencia originaria de senti-
do, y, a su vez, ellos mismos deben dar expresión a dicha dimensión originaria,
de modo tal, que el sentido abierto en ella originaria y ejecutivamente no quede
degradado al estatuto de lo que tiene el carácter de mero “objeto”.
5) Por último, con este mismo aspecto se conecta también el problema on-
tológico fundamental de las “categorías” de la vida fáctica. La orientación unila-
teral a partir del acceso teórico ha conducido en la filosofía a un desconoci-
miento de la peculiaridad categorial del ámbito ontológico de la vida fáctica
misma. La estructura ontológica fundamental de dicho ámbito ontológico ha si-
do falsificada a través de una retroproyección acrítica de categorías no específi-
296 Alejandro G. Vigo
32 Esta idea, que posee una gran importancia también para la concepción de SZ, se desarrolla
ulteriormente también en la lección del semestre de verano de 1923 (cf. Ontologie §§ 11-13), donde
H. introduce de modo expreso incluso la distinción terminológica entre “categorías” (Kategorien) y
“existenciarios” (Existenzialien) (cf. § 3 p. 16; § 13 p. 66).