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Baltar, Rosalía. “Reseña bibliográfica: Giorgio Agamben, Gusto”.

Estudios de Teoría Literaria. Revista digital: artes, letras y humanidades, marzo de 2018, vol. 7, n° 13, pp. 153-155

Giorgio Agamben
Gusto
Buenos Aires
Adriana Hidalgo
2016
70 pp.

Rosalía Baltar1

Recibido: 30/12/2017
Aceptado: 01/02/2018
Publicado: 12/03/2018

Que no cabe en mí cuanto en vos veo bre la diferencia de Pierre Bourdieu o el


Garcilaso, soneto V pequeño libro de Giorgio Agamben). Se
trata de un problema multifacético en cu-
yos modos de aproximación situamos la
El “gusto”: una forma de placer que sabe y filosofía y la sociología, pero, especial-
de saber que goza. Un algo que se describe mente, la estética y la ética, dentro de un
con una metáfora que recurre al más opaco espectro muy extendido de miradas en
de los sentidos –el gusto.1 En la columna torno a esto que es sentido y es regla, que
vertebral del pensamiento de Occidente, el es exterioridad e interiores, que puede ser
gusto o una piedra en el zapato del puro subjetividad o consenso. En este caso,
placer y la pura apariencia (lo bello) y una Agamben saca el máximo provecho a una
estocada a la razón argumentativa que nos escasa bibliografía fundamental (Platón,
llevaría a la verdad y el ser. En definitiva, Campanella, Ludovico, Kant, Marx,
poca explicación para lo que el gusto es, Nietzsche, Diderot, Rousseau, Lacan, Lé-
pese a los gruesos volúmenes que, desde vi-Strauss) y recorre lo que llamará situa-
múltiples perspectivas, lo ven, lo escuchan, ción del gusto a través del análisis exhaus-
lo miden, lo pesan, lo racionalizan, lo estu- tivo de la cita, el ojo atento a la filigrana de
dian (pongamos de ejemplo el tratado so- la etimología y el sometimiento del lengua-
je a una búsqueda de precisión aguda, to-
1
Doctora en Letras (UNMDP). Contacto: dos aspectos característicos de su política
rosalia.baltar@gmail.com

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Rosalía Baltar

de escritura y lectura, compartida con otros ja: la visibilidad de lo invisible, la apari-


textos suyos. ción sensible de la idea. En esta paradoja
El historiador americanista Ruggie- halla su sustento la teoría del amor en Pla-
ro Romano (1923-2002), un intelectual al tón, una forma de conocimiento que arrai-
que tuvimos oportunidad de disfrutar en ga en el concepto de la visibilidad de la
Mar del Plata en ocasión de un seminario belleza. El amor estará a mitad de camino
que dictara para nuestros posgrados en entre la belleza y la verdad: constituirá el
octubre de 1997, dirigió la Enciclopedia nexo entre ambas y por ello mismo expon-
Einaudi, un proyecto que intentó, con op- drá su diferencia. El nexo entre verdad y
timismo, repensar el saber enciclopédico a belleza y la posición paradojal está en el
partir de proponer voces y recorridos mul- núcleo de la teoría platónica: la belleza no
tidisciplinarios que, a su vez, demandaron puede ser conocida y la verdad no puede
la participación activa de sus lectores. Al ser vista. ¿Es posible zanjar esta paradoja?
joven filósofo Giorgio Agamben se le de- Ahí está el amor para mediar y arribar a la
legó escribir la entrada “Gusto” en 1979 y posibilidad de comprender un saber que
que se traduce hoy en una de las coleccio- sea susceptible del goce y un placer que se
nes de Adriana Hidalgo. Agamben se abre apropie del saber. Este origen solidario
paso con un tema particular en un contexto entre ciencia y placer es desconocido o
de discusión y de auge del estructuralismo: ignorado en la tratadística sobre el gusto
con un atrevimiento casi sin límites, diría del siglo XVIII.
que tal vez las hipótesis que recorren el El amor une belleza y verdad (apa-
texto están constitutivamente atravesadas riencia y ser) y, al mismo tiempo, exhibe la
por ese presente que es posible reconocer diferencia entre ambas: tal la tarea que
en la lingüística, en la economía política, Platón le asigna a la teoría del amor y su
en el psicoanálisis y en la antropología. En intento por instituir un “saber distinto” y
todas esas disciplinas se observa que algo “una salvación de los fenómenos entre la
del todo no es meramente la suma de las invisibilidad de la evidencia (la verdad) y
partes; hay algo excedente, sobrante, por la evidencia de lo invisible (belleza)” (19).
encima (o por debajo), algo que se escapa Además, Eros, para Platón, no es sólo un
al pensamiento lógico de la ciencia, una “saber distinto”, sino “otro placer”. El gus-
falta. A partir de allí, me parece, y no al to será un enigma que surge en los intersti-
revés, como el recorrido cronológico de cios entre saber y placer:
Platón a Lacan lo sugeriría, es que se lee
para atrás la relación entre belleza y ver- El concepto de gusto [es] la cifra en
dad, entre placer y saber, en medio de la la que la cultura occidental ha fijado
cual se aloja la reflexión sobre el gusto. el ideal de un saber que se presenta
El diminuto tratado de Agamben como el conocimiento más pleno en
propone enfrentar la estética entendida en el instante mismo en el cual se sub-
su tradición, históricamente cerrada, y co- raya su imposibilidad. Un saber se-
mo un campo, a una situación del gusto, mejante, en el cual vendría a suturar-
oportunidad en la que se da la fractura en- se la escisión metafísica entre sensi-
tre verdad y belleza y entre conocimiento y ble e inteligible, es, en efecto, un sa-
placer que constituye el pensamiento occi- ber que el sujeto propiamente no sa-
dental, de Platón en adelante. La verdad es be, porque no puede dar razón de él,
invisible y la belleza, señala el filósofo un sentido que falta o que es excesi-
griego en el Fedro, tiene la cualidad de vo, que se sitúa en la interferencia de
poseer imágenes de la visión; allí radica la conocimiento y placer (de aquí su
división entre apariencia y ser, es decir, un designación metafórica con el nom-
problema metafísico de arranque. Así, la bre del sentido más opaco), cuya fal-
belleza platónica se expresa en una parado- ta o cuyo exceso sin embargo defi-

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Rosalía Baltar

nen de modo esencial el estatus de la sujeto que conoce; la segunda es que mien-
ciencia (entendida como saber que se tras en la cultura moderna se consolidaban
sabe, del cual se puede dar razón y las ciencias de la naturaleza también sur-
que puede por ese motivo ser apren- gieron y se expandieron esas ciencias se-
dido y transmitido) y el estatus del mióticas “que tomaban por objeto al saber
placer (entendido como un tener so- que no se sabe y al placer que no se goza”
bre el cual no puede fundarse un sa- (53), esto es, el área del significante exce-
ber) (40). dente. Ningún pragmatismo ha permitido,
a fin de cuentas, que la curiosidad por ese
Desde el concepto antropológico de terreno inabordable fuera ocluido definiti-
“significante excedente”, entonces, Agam- vamente: no olvidemos que un placer del
ben relee la historia de esa excedencia in- gusto es el sabor de las cosas y que sa-
compatible con la ciencia y con el placer y ber/sapor son parientes etimológicos. Por
también extiende la noción a disciplinas último: en la reflexión sobre el gusto hay
más allá de la antropología, observando una tensión entre pares opuestos, hay dis-
cómo la diferencia entre conocimiento y tancias y hay uniones que instalan una in-
significación que plantea Lévi-Strauss terrogación profunda respecto de la rela-
puede leerse en, precisamente, el gusto. ción entre un sujeto y lo otro, tal vez la
Retomo: el amor, en Platón, tenía preocupación central de Agamben en todos
cualidades adivinatorias (el adivino sabe sus ensayos.
sin saber), es una manía. Vemos un todo Llamo la atención, para finalizar,
que no está en ninguna de sus partes. De sobre la colección de la editorial Adriana
esa cualidad oracular en declive con el Hidalgo, “filosofía/fundamentales” y su
auge de las ciencias son deudoras algunas presentación, a modo de manifiesto políti-
disciplinas que asumen tanto el saber que co, en la contratapa:
no se sabe como el placer que no se goza:
la estética (cuyo objeto, el significado ex- En tiempos de profunda crisis global,
cedente, llamamos bello), los estudios “fi- la colección fundamentales de
lológicos” (si el objeto es la lectura, ¿quién Adriana Hidalgo editora se dedica a
sabe quién lee?), la economía política (la tratar temas centrales del presente a
forma-valor y el carácter fetiche de la mer- través de destacadísimos pensadores
cancía fundado en el valor de cambio), el y científicos internacionales, espe-
psicoanálisis (el inconsciente). El gusto, cialmente convocados. Cada libro
entonces, se instala en una zona evanes- constituye una lúcida puesta al día,
cente (aquel no se qué formulado por Di- medular y concisa, que al mismo
derot o Montesquieu) que responde a una tiempo se propone combatir el des-
apreciación, conocimiento y goce presente conocimiento cultural, científico y
en esa forma de concebir a Eros que pro- civil.
pone Platón.
Hay tres conclusiones al extenso Sin concesiones, esto nos recuerda
análisis que resumo aquí que considero el mundo en el que estamos viviendo y
centrales: la primera es que la fractura en- cómo todavía podemos apostar a la lectura
tre significación y conocimiento o entre lo filosófica como un mecanismo estratégico
semiótico y lo semántico que se piensa en de resistencia a esa globalización cuyos
el siglo XX no es algo puntual de ese mo- presupuestos teóricos y sus prácticas se
mento y que se produjo fuera del hombre, imponen desde la comunicación y la peda-
sino que es una fractura del propio sujeto gogía para cooptar y estandarizar una mi-
de saber, del hombre en su condición de rada del “sentido común” pasiva y acrítica.
Homo sapiens, lo que proclama, a viva
voz, que todavía no sabemos quién es el
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