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Estudios de Teoría Literaria. Revista digital: artes, letras y humanidades, marzo de 2018, vol. 7, n° 13, pp. 153-155
Giorgio Agamben
Gusto
Buenos Aires
Adriana Hidalgo
2016
70 pp.
Rosalía Baltar1
Recibido: 30/12/2017
Aceptado: 01/02/2018
Publicado: 12/03/2018
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Rosalía Baltar
nen de modo esencial el estatus de la sujeto que conoce; la segunda es que mien-
ciencia (entendida como saber que se tras en la cultura moderna se consolidaban
sabe, del cual se puede dar razón y las ciencias de la naturaleza también sur-
que puede por ese motivo ser apren- gieron y se expandieron esas ciencias se-
dido y transmitido) y el estatus del mióticas “que tomaban por objeto al saber
placer (entendido como un tener so- que no se sabe y al placer que no se goza”
bre el cual no puede fundarse un sa- (53), esto es, el área del significante exce-
ber) (40). dente. Ningún pragmatismo ha permitido,
a fin de cuentas, que la curiosidad por ese
Desde el concepto antropológico de terreno inabordable fuera ocluido definiti-
“significante excedente”, entonces, Agam- vamente: no olvidemos que un placer del
ben relee la historia de esa excedencia in- gusto es el sabor de las cosas y que sa-
compatible con la ciencia y con el placer y ber/sapor son parientes etimológicos. Por
también extiende la noción a disciplinas último: en la reflexión sobre el gusto hay
más allá de la antropología, observando una tensión entre pares opuestos, hay dis-
cómo la diferencia entre conocimiento y tancias y hay uniones que instalan una in-
significación que plantea Lévi-Strauss terrogación profunda respecto de la rela-
puede leerse en, precisamente, el gusto. ción entre un sujeto y lo otro, tal vez la
Retomo: el amor, en Platón, tenía preocupación central de Agamben en todos
cualidades adivinatorias (el adivino sabe sus ensayos.
sin saber), es una manía. Vemos un todo Llamo la atención, para finalizar,
que no está en ninguna de sus partes. De sobre la colección de la editorial Adriana
esa cualidad oracular en declive con el Hidalgo, “filosofía/fundamentales” y su
auge de las ciencias son deudoras algunas presentación, a modo de manifiesto políti-
disciplinas que asumen tanto el saber que co, en la contratapa:
no se sabe como el placer que no se goza:
la estética (cuyo objeto, el significado ex- En tiempos de profunda crisis global,
cedente, llamamos bello), los estudios “fi- la colección fundamentales de
lológicos” (si el objeto es la lectura, ¿quién Adriana Hidalgo editora se dedica a
sabe quién lee?), la economía política (la tratar temas centrales del presente a
forma-valor y el carácter fetiche de la mer- través de destacadísimos pensadores
cancía fundado en el valor de cambio), el y científicos internacionales, espe-
psicoanálisis (el inconsciente). El gusto, cialmente convocados. Cada libro
entonces, se instala en una zona evanes- constituye una lúcida puesta al día,
cente (aquel no se qué formulado por Di- medular y concisa, que al mismo
derot o Montesquieu) que responde a una tiempo se propone combatir el des-
apreciación, conocimiento y goce presente conocimiento cultural, científico y
en esa forma de concebir a Eros que pro- civil.
pone Platón.
Hay tres conclusiones al extenso Sin concesiones, esto nos recuerda
análisis que resumo aquí que considero el mundo en el que estamos viviendo y
centrales: la primera es que la fractura en- cómo todavía podemos apostar a la lectura
tre significación y conocimiento o entre lo filosófica como un mecanismo estratégico
semiótico y lo semántico que se piensa en de resistencia a esa globalización cuyos
el siglo XX no es algo puntual de ese mo- presupuestos teóricos y sus prácticas se
mento y que se produjo fuera del hombre, imponen desde la comunicación y la peda-
sino que es una fractura del propio sujeto gogía para cooptar y estandarizar una mi-
de saber, del hombre en su condición de rada del “sentido común” pasiva y acrítica.
Homo sapiens, lo que proclama, a viva
voz, que todavía no sabemos quién es el
Estudios de Teoría Literaria, 7 (13), “Giorgio Agamben, Gusto”: 153-155 155