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Daniela Buitrago Rojas

Programa de sociología VIII semestre


Sociología contemporánea

Reseña capítulo 3. La empresa red: cultura, instituciones y organizaciones de la economía


informacional.
Manuel Castells nació en Hellín, Albacete – España, en 1942. Estudió Derecho y Ciencias
Económicas en la universidad de Barcelona entre 1958 y 1962. Durante su juventud se destaca su
activismo estudiantil durante la dictadura franquista. Obtuvo el diplomado en Ciencias Sociales del
Trabajo por el Instituto de Ciencias sociales del Trabajo de la Universidad de París en 1965.
También cursó un Master en Sociología por la Escuela Práctica de Altos Estudios de París en 1966.

En el tercer capítulo de su obra La era de la información Vol. 1 La sociedad Red, titulado La


empresa red: cultura, instituciones y organizaciones de la economía informacional, hace algunas
acotaciones sobre los rasgos distintivos o característicos de la economía informacional global, así
como también considera algunas de las trayectorias organizativas que han precedido la transición
hacia el denominado informacionalismo.

En un primer momento menciona que la característica del desarrollo de la economía informacional


y global es que surge en contextos sociales diferentes; por un lado, se da en los diferentes países y,
por otro, a nivel global, afectándolos a todos al estar inmersos en esa red sobre la que hace énfasis
el autor. Esto, sin embargo, no impide que se haya una matriz común a las formas organizativas
del proceso de producción. El posicionamiento de la economía informacional está caracterizado
por el desarrollo de una nueva lógica organizativa que se relaciona con el proceso de cambio
tecnológico, aunque no depende de él. Por tanto, el cimiento de la economía informacional es la
interacción entre el nuevo paradigma tecnológico y dicha nueva lógica de organización. (Castells,
2000, sp.).

No obstante, para Castells es importante considerar las diferentes trayectorias organizativas que
hicieron parte de la reestructuración del capitalismo y que abrieron paso hacia la transición al
postindustrialismo. De acuerdo con el autor, hay varias interpretaciones sobre los cambios
organizativos o lo que algunos señalan como crisis de las formas organizativas. Empero, hay cinco
puntos de encuentro. 1) Desde los años 70’s se dio un cambio en la organización de la producción
y en los mercados de la economía global. 2) Los cambios en la organización de la producción se
encontraron con el auge de la tecnología de la información, pero estos fueron predecesores e
independientes del mismo. 3) Los cambios en la organización de la producción se fundamentaron
en hacer frente a la incertidumbre a causa del acelerado cambio en lo económico, institucional y
tecnológico de la empresa. Vino entonces la flexibilidad en las relaciones de producción. 4) L estos
cambios tuvieron la intención de reestructurar tanto el proceso de trabajo como el de contratación,
el pretendido ahorro de mano de obra mediante la automatización, eliminación de deberes y
eliminación de puestos de dirección. 5) La gestión del conocimiento y procesamiento de la
información son fundamentales para el rendimiento de las organizaciones dentro de la economía
informacional global (Castells, 2000, sp).

Castells (2000) expone el desarrollo de diferentes trayectorias organizativas para no caer en la idea
de una ‘sola tendencia evolutiva’ mediante las anteriores interpretaciones generales de procesos de
cambio que son diferentes entre sí. De tal modo que es muy cuidadoso con esto, aunque plantea
unas ideas eje que ayudan a la interpretación y comprensión de la economía informacional.

En primer lugar, se refiere a la transición de la producción en seria a la producción flexible. Sobre


esto anota que el ritmo del cambio tecnológico dejó obsoleta la forma organizativa de la integración
vertical y la división social y técnica institucionalizada del trabajo. En sus propias palabras, el
sistema de producción en serie se volvió rígido y costoso. El advenimiento de la producción
flexible, que ha sido interpretada como la artesanía industrial, la producción personalizada y la
producción flexible de alto volumen, se hizo inminente.

En segundo lugar, hace una aclaración sobre el mito y la realidad existentes con respecto a las
pequeñas empresas y la crisis de las grandes compañías. Al respecto menciona que a menudo estas
últimas se asocian con la crisis y las primeras, con la flexibilidad. Aquellas han sido vistas como
agentes de innovación y fuentes de creación de empleo. Sin embargo, comenta que, aunque es
cierto que las empresas pequeñas y medianas son formas de organización que se adaptan bien al
sistema de producción flexible de la economía informacional, su dinamismo está aún supeditado a
las grandes empresas. Estas siguen estando en el centro del poder económico, como lo sostiene
Castells, lo que quiere decir que las grandes empresas no han desaparecido y más bien es el modelo
de organización tradicional que las caracteriza el que está en crisis.
Seguidamente, se detiene en el Toyotismo, definiéndolo como una forma organizativa que marcó
una revolución en la gestión, adaptada a la economía global y el sistema de producción flexible.
Esta se basa en la idea de los “cinco ceros” (cero defectos, cero fallos, inventario cero, retraso cero,
papeleo cero), constituyendo un sistema ideado para reducir la incertidumbre y no para fomentar
la adaptabilidad, pues ésta está en el proceso más no en el producto. El carácter distintivo,
respectivamente, se encuentra en medio de la gestión y los trabajadores (Castells, 2000).

Como un cuarto punto aparece la interconexión entre las empresas, en donde Castells (2000) señala
dos nuevas formas de flexibilidad, con la característica ambas de los vínculos interempresariales.
1) Para empresas pequeñas y medianas, el modelo de redes multidireccionales, que se basa en redes
en los mercados mundiales; 2) Para la gran empresa, el modelo de franquicia y subcontratación, el
cual está dado por la concesión de franquicias para la distribución de productos de una marca bajo
estricto control de unos patrones a seguir y en donde hay un centro de distribución y definición de
las tendencias de mercado.

En cuanto a las alianzas estratégicas de las grandes empresas, que de acuerdo con Castells (2000)
constituye un sexto patrón de organización, es posible observar un entrelazamiento de grandes
empresas en alianzas estratégicas, vínculos que, como bien asevera el autor, no evitan que la
competencia aumente. Dichas alianzas son elementos importantes para la competencia. La
implacable competencia por la cuota de mercado en otro lugar del mundo y, como allí está inmersa
la subcontratación, los subcontratistas se ven también afectados.

Castells (2000) afirma que el cambio principal se halla en el tránsito de la organización vertical a
la gran empresa horizontal, caracterizado por 7 ejes: 1) la organización está en torno al proceso, no
a la tarea; 2) la jerarquía es plana; 3) la gestión es en equipo; 4) la satisfacción del cliente es la
medida de resultados; 5) hay recompensas de acuerdo a los resultados del equipo; 6) hay una
maximización de los contactos con los proveedores y clientes; 7) información, formación y
reciclaje de los empleados en todos los niveles. En sí, la empresa horizontal es una red dinámica y
estratégicamente organizada, de unidades autoprogramadas y autodirigidas que se basan en la
descentralización, la participación y la colaboración.

Retomando el tema de la crisis de la gran empresa vertical y el consiguiente desarrollo de redes


empresariales, el autor afirma que las redes de subcontratación se diferencian de las redes
horizontales de empresas pequeñas y medianas. Sin embargo, aunque haya formas organizativas
diferentes y diferencias culturales, aquellas se basan en redes y comenta “las redes son el elemento
fundamental del que están y estarán hechas las nuevas organizaciones” (Castells, 2000, sp.).

Trae a colación entonces el tema de redes de redes, con referencia al modelo Cisco, el cual define
como un “modelo empresarial conectado en una red global” propuesto por la empresa Cisco
Systems, siendo este una expresión de la organización y estrategia empresarial. De acuerdo con
Castells, este modelo se caracteriza porque la relación de una compañía con sus componentes puede
ser un elemento diferenciador para la competencia (como sus productos o servicios); la manera en
que una empresa comparte información es determinante para la solidez de sus relaciones; las
relaciones empresariales y las comunicaciones que intervienen en una compañía tienen que
constituir un tejido “conectado en red” (Castells, 2000, sp.).

En lo que respecta al noveno punto, tecnología de la información y la empresa red, Castells (2000)
sostiene que el cambio organizativo surgió como respuesta a la necesidad de hacerle frente a un
modus operandi evolutivamente dinámico. En efecto, la interacción entre la crisis organizativa,
mencionada anteriormente, y las nuevas tecnologías de la información abrió paso a una nueva
forma organizativa característica de la economía informacional a nivel global. ¿Por qué? El autor
parte de un planteamiento empírico: la empresa red se ha consolidado en el mismo proceso de
formación de la nueva economía y ha funcionado. “La empresa red materializa la cultura de la
economía informacional global: transforma señales en bienes mediante el proceso del
conocimiento” (Castells, 2000, sp.).

Como ejemplificantes, Castells toma el caso de la cultura, las instituciones y organización


económica del este asiático. Según este, los hallazgos son importantes para una teoría general
porque, en primer lugar, los modelos de organización empresarial en el este asiático son producto
de la interacción de la cultura, la historia y las instituciones, siendo esta ultimas fundamentales para
la materialización de sistemas comerciales específicos; en segundo lugar, porque el rasgo común
de los sistemas empresariales de Asia oriental está en que se basan en redes, aunque tengan
diferencias.

En lo relacionado con el punto sobre empresas multinacionales, las grandes empresas


transnacionales y las redes internacionales, dentro de unas series de argumentos expuestos por el
autor, es posible rescatar la referencia que el mismo hace sobre los supuestos de Dieter Ernst sobre
la formación de redes entre compañías a nivel global. En ese orden de ideas, menciona que gran
parte de la actividad económica de las empresas se basa en cinco tipos de redes: 1) redes de
proveedores, que incluye acuerdos de subcontratación. 2) Redes de productores, que se basa en la
colaboración para ampliar la gama de productos y la cobertura. 3) Redes de clientes, las cuales se
basan en los vínculos entre las compañías, los distribuidores, los canales de mercado, los
revendedores y los usuarios finales, tanto interna como externamente. 4) Las coaliciones de
normalización tienen que ver con los que determinan las normas globales con el fin de reunir
compañías en una especie de patente. 5) Redes de cooperación tecnológica. Pero la hipótesis central
de Castells es que a medida que avanza y progresa el proceso de la globalización, hay una evolución
de empresas multinacionales a redes internacionales. No obstante, la desaparición de las empresas
multinacionales y la dependencia de estas a sus bases nacionales es una discusión abierta y no un
supuesto dado por hecho.

Finalmente, para Castells (2000) el tema del ensayo de Max Weber sobre la ética protestante y el
espíritu del capitalismo constituye una guía metodológica fundamental para comprender la esencia
de las transformaciones culturales e institucionales subyacentes a las formas de organización
económica y sus cambios. De esta manera, destaca los elementos relacionados a la nueva forma
organizativa del informacionalismo. En primer lugar, las redes empresariales a las que no escapan
las diferente formas, contextos y manifestaciones culturales. En segundo lugar, las herramientas
tecnológicas, como las redes de telecomunicaciones, ordenadores personales, nuevo software,
aparatos de comunicación portátiles, etc. En tercer lugar, la competencia global, que obliga a la
innovación constante. En cuarto lugar, el Estado, que toma el papel de desarrollista, agente
mediador, coordinador y mensajero. En quinto lugar, el surgimiento y consolidación de la empresa
red, en sus diferentes presentaciones (Castells, 2000, sp.).

Vale la pena rescatar dos ideas importantes que sobre este último tema Castells (2000) plantea. La
primera es que por primera vez en la historia la unidad central de la organización económica no es
un actor individual o colectivo; es la red, compuesta por diferentes sujetos y organizaciones, la cual
se modifica constantemente. La segunda tiene que ver con la respuesta al interrogante de qué es el
espíritu del informacionalismo, a lo que Castells responde:

Es una cultura, en efecto, pero una cultura de efímero, una cultura de cada decisión estratégica,
un mosaico de experiencias e intereses, más que una carta de derechos u obligaciones. Es un
cultura multifacética y virtual, como las experiencias visuales creadas por los ordenadores en el
ciberespacio mediante el reordenamiento de la realidad.

(Castells, 2000, sp.).

Este capítulo constituye, sin duda, un aporte valioso para el análisis de la sociedad contemporánea
y muchas de las dinámicas por las que las ciencias sociales se interesan a menudo. Sin duda, la
característica más destacada de los tiempos actuales es la interconexión global, tanto a nivel
económico, como político (aunque hayan bastas diferencias entre países, regiones y continentes)
así como cultural. El denominado orden mundial, en efecto, se basa en el sistema de relaciones en
red, en el que a su vez hay juegos de poder, interdependencias, dependencias, alianzas y
colaboraciones. Es importante considerar que el detallado y amplio análisis brindado por Manuel
Castells es una puerta de entrada obligada para la comprensión de lo mencionado anteriormente.
Esto, es sin duda, lo que configura nuestra realidad, nuestro tiempo socio-histórico.

Bibliografía:

Castells, M. (2000). La era de la información: economía, sociedad y cultura Volumen I La


sociedad red. Alianza Editorial, S.A., Madrid.

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