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Resumen: Este artículo analiza hermenéuticamente la figura literaria del no-muerto presente en la lite-
ratura romántica inglesa -sobre todo en Frankenstein o El moderno Prometeo y Dráctda- e intenta explicitar en
qué medida responde, desde el mito, a una indagación existencial antropológica acerca del sentido de la vida
y de la muerte, causante de la angustia, agudizada en la modernidad por la desaparición del ámbito cultural
de un ideal capaz de responder al gran enigma que es el hombre.
Abstract: The literary figure of no-death found in romantic English literature - particularly in Franken-
stein: Or the Modern Prometheus and Dracula - is analyzed hermeneutically in this article. The author attempts
to explain to what extent it responds, in the myth, to an anthropological existential inquiry into the meaning
of life and death, which is at the root of the anguish intensified in the modem age by the disappearance of an
ideal from the realm of culture that is able to respond to the great mystery that is man.
Résumé: Cet árdele analyse, d'un point de vue herméneutique, la figure littéraire du non-mort présente
dans la littérature romantique anglaise - surtout dans les oeuvres Frankenstein ou Le Moderne Prométhée et
Dracula - et il cherche à expliciter dans quelle mesure, en partant du mythe, cette figure répond à une investi-'
gation existentielle anthropologique sur le sens de la vie et de la mort, celle-ci causant l'angoisse accentuée à
l'époque de la modernité par la disparition d'un idéal capable de répondre à la grande énigme: Qu'est-ce que
l'homme? Or cet idéal a disparu de notre milieu culturel.
Profesor de Historia del Pensamiento y de Teon'a de la Comunicación en ia Universität Abat Oiiba CEU Recibido: 2008 - 06 - 06
de Barceiona, España, {jmartinez@uao.es). A p r o b a d o : 2008 - 11 - 06
en algo que no existe, de aprender de nosotros criptivo, es la condición negativa para que se
mismos a través de un personaje del cual po- dé un modo más fundamental de referencia"'",
demos afirmar, ante todo, que es un muerto-vi- que se hará explícita, al nivel del texto, no ya
viente, se apoya en lo que podríamos llamar la a través de las disciplinas lingüística o lógica,
referencia metafórica. En el espacio específico de sino mediante una labor hermenéutica. "El arte
los textos de ficción nos encontramos con que de poner de manifiesto lo que llamaré desde
no existe la pretensión de verdad directa con ahora 'mundo del texto' es una interpretación,
respecto al mundo. Recordemos la distinción y la hermenéutica se define como la ciencia que
lógica hecha por Frege entre el sentido {Sinn) de estudia las reglas de interpretar los textos"".
una proposición descriptiva y su referencia o de-
notación (Bedeutung). El sentido es lo que dice una Si tenemos en cuenta todos estos elemen-
proposición, mientras que la referencia es aquello tos teóricos, que parecen abrir un paso entre
sobre lo que dicha proposición dice el sentido. Es de- el mundo del texto y nuestro mundo, parece
cir, que en el lenguaje existen dos niveles: uno lícito un cierto diálogo entre las novelas prota-
ideal -en el sentido de que no pertenece ni al gonizadas por no-muertos y nuestra inquietud
mundo físico ni psíquico- y otro referencial -en existencial debida a la angustia que, en la mo-
el sentido de que: "esperamos que la propia dernidad, parece agudizarse por la falta de res-
proposición tenga una referencia" y "nos incita puestas presentes en la cultura a esta petición
a avanzar hacia la referencia una exigencia veri- antropológica de sentido que quiere tener en
tativa"^. Es verdad que el lenguaje utilizado en cuenta el dato de la muerte. Y más en el sub-
la novela moderna no tiene la intencionalidad género dramático de las novelas de terror, que
de hacer referencia a nuestro mundo de modo temafizaría la angustia convirtiéndola metafó-
directo. Sin embargo, si ampliamos el concepto ricamente en miedo del lector al personaje.
de referencia según lo apuntado por Ricoeur,
más allá de las proposiciones descriptivas, nos
Ricoeur ha formulado la relación circular
encontramos con que es posible afirmar que el
entre narración y experiencia de modo genial
lenguaje poético sí nos habla del mundo, aun-
en su Tiempo y narración: "entre la actividad de
que de un modo metafórico. Nos dice Ricoeur:
narrar una historia y el carácter temporal de la
"Mi tesis (...) consiste en que la capacidad re-
existencia humana existe una correlación que
ferencial no es una característica exclusiva del
no es puramente accidental, sino que presenta
discurso descriptivo, sino que también las obras
la forma de necesidad transcultural. Con otras
poéticas designan un mundo"^.
palabras: el tiempo se hace tiempo humano en
la medida en que se articula en un modo narra-
¿Cómo se produce esta referencia poética o tivo, y la narración alcanza su plena significa-
metafórica? El mecanismo es similar al de la me- ción cuando se convierte en una condición de
táfora^. En primer lugar se debe producir la sus- la existencia temporal"^^.
pensión de la referencia primaria, para dejar apa-
recer, en segimdo lugar, lo que Jakobson llama Partiendo de la hipótesis de esta relación
la referencia poética como referencia desdoblada. Es existente entre el no-muerto y nuestra expe-
decir, "la suspensión de la referencia, en el sen- riencia de la angustia existencial, intentemos ya
tido definido por las normas del discurso des- adentramos en el estudio de los no-muertos que
aparecen en las citadas novelas. Quizás así, a
G. Frege, "Sobre sentido y referencia", en Estudios sobre semántica, Bar-
celona, Ariel, 1971, p. 60.
través del ejercicio de la hermenéutica, podamos
P. Ricoeur, "Filosofía y lenguaje", en Historia y narratividad, Barcelona, conocer un poco mejor el tipo de relación del
Paidós, 1999, p. 52. hombre moderno con el significado de su vida.
Recordamos su definición clásica: "La metáfora consiste en trasladar
a una cosa un nombre que designa otra, en una traslación de género
a especie, o de especie a género, o de especie a especie, o según una 10 Ricoeur, "Filosofía y lenguaje", en Historia i/ narratividad, ob. cit., p. 53.
analogía." Aristóteles, Poética, 1457b 6-9. Para una profundización del
11 Ibidem, p. 54
tema de la metáfora en el nivel de la frase: cfr. P. Ricoeur, La metáfora
viva, Madrid, Cristiandad, 2001. 12 P. Ricoeur, Tiem^w y narración (Vol. 1), Madrid, Cristiandad, 1987, p. 117.
que es capaz de dominar, de mensurar, es decir, criatura feliz que, unos años atrás, amando a to-
sólo reconoce a la materia como objeto de sus dos y querido por todos, no conocía ni el dolor
pensamientos y como eje de coordenadas de su ni la preocupación"^'.
acción en el mundo. Aparece así una vida que
ya no es vida-vida, porque no es un don divino, Pero la dicha va a durar poco. La reali-
con su componente espiritual, en relación con dad va a empezar a pasar factura en la vida
un alma inmortal, sino una vida originada des- de Víctor Frankenstein. La muerte que cientí-
de el conocimiento de la materia inerte, de los ficamente él ha consagrado como principio de
productos de la muerte. Se trata, pues, de una la vida va a invadir su día a día, empezando a
vida construida con la muerte, hecha de des- desgranar un rosario de asesinatos entre sus se-
hechos re-constituidos por el humano artífice res queridos, cometidos o inducidos por su en-
y re-animados por las fuerzas de la naturaleza, gendro. Primero su hermano pequeño William;
estrictamente cognoscibles por el científico. En después su querida criada Justine -que será
palabras de Francisco Umbral: "sé que la vida ahorcada injustamente por la prueba inculpato-
está dentro de la muerte como el hueso dentro ria que el monstruo depositará en su vestido-;
de la después su amigo Clerval; y tras él, la mujer de
Frarikenstein, Elisabeth, poco después de casar-
Sin embargo, vamos a dejar el tema del se; su padre, que no morirá asesinado, pero sí
no-muerto para más adelante, ya que, a nues- golpeado por la realidad y su continuo infor-
tro entender, es ésta la figura que acredita una tunio; y, como colofón, el propio Frankenstein
excedencia mítica en Frankenstein con respecto morirá extenuado, en plena persecución ártica;
a Prometeo, y vamos a seguir, por el momen- mientras que el mismo monstruo, al final del
to, con el itinerario prometeico sobre el cual se libro, parece que decide suicidarse, volviendo a
apoya la construcción de la trama de la novela la madre muerte.
de M. Shelley.
Mientras que el castigo de Prometeo fue
Poco después de ser creado, el monstruo eterno, Frankenstein parece tener fecha de ca-
desaparece de escena y da espacio a la recupe- ducidad. Mientras Prometeo sigue encadenado
ración física y moral de Frankenstein, que se a una piedra, donde, día tras día, un buitre de-
nos cuenta en el capítulo 5 del primer libro. Lo vora su hígado, que incansablemente se regene-
curioso es que tal mejoramiento no consiste en ra, Frankenstein sólo tiene que morir para ter-
un afrontamiento del problema, sino en el olvi- minar con su inaguantable suplicio producido
do. Cuando la razón racionalista desencanta el por la culpabilidad. Mientras los hombres se-
mundo tiene que fugarse al orbe de los senti- guimos disfrutando del fuego robado a los dio-
mientos y de los afectos, para reencantarse. El ses por Prometeo, de la historia de Frankens-
exceso de luz ciega y sólo el abrazo del amigo tein no gozamos de otro beneficio que el de
Clerval parece apaciguar los miedos que en- poder releer su historia. Un castigo eterno es lo
gendra la razón humana autoconcebida como justo a cambio de un bien que perdura a lo lar-
la creadora del mundo: "(...) Clerval supo ha- go del tiempo. Un castigo temporal, la muerte,
cer renacer en mí mis mejores sentimientos. De es lo propio a cambio de un bien que no tiene
nuevo me inculcó el amor por la naturaleza y más que una realidad narrativa. Sin embargo,
por los alegres rostros de los niños. ¡Qué gran quizás, en el caso del moderno Prometeo, el
amigo! Cuan sinceramente me amaba y se es- castigo no sea tal. Quizás en la novela, lo qué
forzaba por elevar mi espíritu hasta el nivel del empieza siendo un castigo -la muerte de los
suyo. Un objetivo egoísta me había disminuido seres queridos-, al besar la muerte, finalmente,
y empequeñecido hasta que su bondad y cariño los labios del protagonista, se convierte en libe-
reavivaron mis sentidos. Volví a ser la misma ración, felicidad o descanso. Se nos ocurre esto
28 R Umbral, Mortal y rosa, Madrid, Cátedra, 1995, p. 197. 29 M. W. Sheiley, Frankenstein o El moderno Prometeo, ob. cit., pp. 182-183.
prestando atención a las últimas palabras del males y desgracias (...) Consideraba a este ser
monstruo. Si la vida está hecha exclusivamente con el que había afligido a la humanidad, este
de materiales mortales, ésta se convierte en una ser dotado de voluntad y poder para cometer
enfermedad que sólo adquiere cumplimiento horrendos crímenes, como el que acababa de
en la muerte. La vida tiene ahora como único realizar, como mi propio vampiro, mi propia
destino a la muerte: "Yo, el infeliz, el proscri- alma escapada de la tumba, destinada a des-
to, soy el aborto, creado para que lo pateen, lo truir todo lo que me era querido"^\ Así, el men-
golpeen, lo rechacen. Incluso ahora me arde la saje de Frankenstein, pronunciado por boca
sangre bajo el recuerdo de esta injusticia. (...) de su aciaga descendencia sería, traduciendo:
Pero es cierto que soy despreciable. He asesina- el hombre, en una cultura que se concibe a sí
do lo hermoso y lo indefenso; he estrangulado a misma como el desenmascaramiento de Cristo
inocentes mientras dormían, y he oprimido con como estrictamente humano, empieza a conce-
mis manos la garganta de alguien que jamás bir la vida, no como la vida-vida, sustentada
me había dañado, ni a mí ni a ningún otro ser. en la resurrección -solamente posible por la
He llevado la desgracia a mi creador, ejemplo divinidad de Cristo-, sino como una vida que
escogido de todo cuanto hay digno de amor y progresivamente se va disolviendo en la todo-
admiración entre los hombres; lo he perseguido poderosa muerte, que aparece como la única y
hasta convertirlo en esta ruina. Ahí yace, pálido budista felicidad.
y entumecido por la muerte. (...) No se necesi-
ta su muerte ni la de ningún otro hombre para
consumar el drama de mi vida, y cumplir aque- El no-muerto de Frankenstein parece por-
llo que debe cumplirse; sólo se requiere la mía. tador de un mensaje que excede el mito de
(...) Moriré, dejaré de padecer la angustia que Prometeo. Mientras que el antiguo Prometeo
ahora me consume, y de ser la presa de senti- acreditaba la relación del hombre con lo divino,
mientos insatisfechos e insaciables. Ha muerto el moderno Prometeo, si lo entendemos como la
aquél que me creó; y, cuando yo deje de existir, unión entre Frankenstein y su monstruo, pone
el recuerdo de ambos desaparecerá pronto. Ja- ante nosotros al no-muerto, como el resultado de
más volveré a ver el sol, ni las estrellas, ni a sen- la desvinculación del hombre de Dios, por certi-
tir el viento acariciarme las mejillas. Desapare- ficación de la muerte de este último. El hombre
cerán la luz, las sensaciones, los sentimientos; y se convierte así, como nos dice el monstruo, en
entonces encontraré la felicidad"^. el aborto, en un "todavía-no-muerto". Pero va-
mos a ver si en la novela encontramos elementos
para sustentar esta figura anti-crística.
Leyendo esta última declaración del pro-
ducto de la acción y mentalidad de Frankenstein,
de su hijo, de su legado al mundo, lino tiende a Más allá del mito de Prometeo
pensar que esta voz es la que entona el men-
saje que secretamente anidaba en el intento de El mito que encontramos en Frankenstein,
su padre, de su autor. Si, en coherencia, hurta- como hemos visto, excede con creces al clási-
mos el discurso del monstruo y lo entendemos co mito prometeico, y lo hace, sobre todo, en
como remotamente entonado por Frankenstein esa figura nueva del no-muerto, que parece
-que, curiosamente, en la evolución cultural convenir tan netamente al modo de ser propio
del relato ha prestado su nombre al monstruo-, del hombre moderno. La secularización de la
la densidad del mensaje es mucho mayor, casi cultura, la inmanenfización del poder'^ ambas
metafísica. Además, no se trataría de un truca- sucedidas en la modernidad, son interiorizadas
je de la obra, sino que el mismo Frankenstein ahora por el hombre que, a través de su seve-
afirma en ella: "Había lanzado al mxmdo un en- ra civilización aprende a mirar una realidad
gendro depravado, que se deleitaba causando
31 Ibidem, p. 190.
32 Cfr. J. Barraycoa, Sobre el poder en la modernidad y la posmodernidad, Bar-
30 Ibidem, pp. 343-344. celona, Scire, 2002, pp. 47-84.
sin Dios, sin significado a la altura de su "co- dice: "Eso no es la muerte, sino los muertos o lo
razón inquieto"''^ deseoso de una satisfacción que queda de los vivos. Esos huesos son el di-
total. El resultado poético de este proceso es el bujo sobre que se labra el cuerpo del hombre; la
no-muerto, el monstruo, un ser que no recibe muerte no la conocéis, y sois vosotros mismos
nombre por estar excluido de la cadena de los vuestra muerte, tiene la cara de cada uno de vo-
seres, que marca la frontera entre el hombre y sotros y todos sois muertes de vosotros mismos;
su abolición, según se nos va anunciando a lo la calavera es el muerto y la cara es la muerte
largo del siglo XX en los pensamientos de es- y lo que llamáis morir es acabar de morir y lo
tructuralistas como Lévi-Strauss, psicoanalistas que llamáis nacer es empezar a morir y lo que
como Lacan, o en los de Althusser y Foucault. llamáis vivir es morir viviendo, y los huesos es
lo que de vosotros deja la muerte y lo que le
La primera descripción de ese no-muerto sobra a la sepultura. Si esto entendiérades así,
que tiene la pretensión de señalar ontológica- cada uno de vosotros estuviera mirando en sí
mente a ese hombre evolucionado es la que hace su muerte cada día y la ajena en el otro, y viéra-
Frankenstein tras dar vida a su monstruo: "Sus des que todas vuestras casas están llenas della y
miembros estaban bien proporcionados y había que en vuestro lugar hay tantas muertes como
seleccionado sus rasgos por hermosos. ¡Hermo- personas, y no la estuviérades aguardando, sino
sos!: ¡santo cielo! Su piel amarillenta apenas si acompañándola y disponiéndola. Pensáis que
ocultaba el entramado de músculos y arterias; es huesos la muerte y que hasta que veáis ve-
tenía el pelo negro, largo y lustroso, los dientes nir la calavera y la guadaña no hay muerte para
blanquísimos; pero todo ello no hacía más que vosotros, y primero sois calavera y huesos que
resaltar el horrible contraste con sus ojos acuo- creáis que lo podéis ser"''^.
sos, que parecían casi del mismo color que las
pálidas órbitas en las que se hundían, el rostro La primera evidencia narrativa de que el
arrugado, y los finos y negruzcos labios"^. La no-muerto es algo que incide profundamente
materia muestra su incapacidad para igualarse en la vida del hombre moderno, como una ace-
con lo humano. No falta nada del mecanismo chanza perpetua, es la inmediata aparición de la
humano en el monstruo, el hombre-máquina se muerte también en los sueños de Frankenstein,
yergue ante nuestros ojos en toda su potencia como en los de Quevedo. El inconsciente del
física poblada de vacío, preñada de una ausen- hombre va a ser colonizado por sus fantasmas
cia de alma que hace aparecer el cuerpo en toda y sus miedos. En este caso un temor o miedo
su decrepitud mortal y gore. que, como en el caso de la angustia heidegge-
riana, no tiene otro "ante qué"^^ que el propio
Se podría aducir que este no-muerto tiene ser-en-el-mundo en tanto que ser-para-la-muerte,
precedentes en el barroco español, por lo me- o, según una forma a caballo entre el existencia-
nos. Sin embargo, el no-muerto de Quevedo, en lismo y el romanticismo, en tanto que todavia-
Los sueños, no es más que un reclamo para que no-muerto. Por ello, tras la creación de la criatu-
los mortales reenfoquen su vida y la encaminen ra, leemos: "Finalmente, el cansancio se impuso
hacia el significado de ésta, algo que, en aquel a mi agitación, y vestido me eché sobre la cama
momento y lugar histórico, culturalmente no en el intento de encontrar algunos momentos
había demasiados problemas en identificar con de olvido. Mas fue en vano; pude dorfnir, pero
Cristo y la Iglesia. Pero escuchemos lo que Que- tuve horribles pesadillas. Veía a Elisabeth [su
vedo decía, pues su discurso, pese a ser ante novia], rebosante de salud, paseando por las
todo una advertencia moral, no es menos con- calles de Ingolstadt. Con sorpresa y alegría la
tundente que el de Frankenstein. Así, la Muer- abrazaba, pero en cuanto mis labios rozaron los
te, hablando de los esqueletos y los cadáveres. suyos, empalidecieron con el tinte de la muerte;
33 San Agustín, Confesiones (trad. José Cosgaya), Madrid, BAC, 1988,1,1,1. 35 F. Quevedo, Los sueños, Madrid, PML, 1995, p. 144.
34 Shelley, Frankenstein o El moderno Prometeo, ob. cit., p. 169. 36 Cfr. Heidegger, Ser y Tiempo, ob. cit., pp. 205-209.
SUS rasgos parecieron cambiar, y tuve la sensa- que mortal del todopoderoso impulso de muer-
ción de sostener entre mis brazos el cadáver de te que, palmo a palmo, come el terreno a la hu-
mi madre; un sudario la envolvia, y vi cómo manidad del hombre, sumiéndola en el olvido
los gusanos reptaban entre las dobleces de la de la materia. Así, ni bien el monstruo empieza
tela"^''. Y poco después, Frankenstein afirma: a cobrarse víctimas, habiendo matado al peque-
"Los sueños que durante tanto tiempo habían ño Frankenstein y nada más morir Justine en su
constituido mi sustento y descanso se me con- ejecución, el rescoldo humano del protagonista
vertían ahora en un infierno; ¡y el cambio era entona la siguiente lamentación, que describe
tan brusco, tan total!"^^ En este sentido, podría- cómo su convicción de hacerse él mismo; es de-
mos entender los sueños como la retaguardia cir, su engendro va arrastrándolo a una tierra
psicológica, como el trasforido ontológico de la de desesperación de la que ya nadie le puede
percepción que el hombre tiene de sí mismo y sacar. Dice: "Justine murió; descanso; pero yo
del mundo. seguía viviendo. La sangre circulaba libremen-
te por mis venas, pero un peso insoportable de
Nada más crear al monstruo ya se impone remordimiento y de desesperación me oprimía
una amenaza. El amor que el hombre desea para el corazón. No podía dormir, deambulaba como
sí es, como dice el Cantar de los Cantares, fuerte alma atormentada, pues había cometido inena-
"como la Muerte"^'. Como bien decía G. Marcel, rrables actos horrendos y malvados, y tenía el
uno no puede amar verdaderamente sin decir- convencimiento de que no serían los últimos.
le a la persona amada: "tú no morirás"''". Pero Sin embargo, mi corazón rebosaba amor y bon-
cuando el amor da curso en su acción a su pre- dad. Había comenzado la vida lleno de buenas
tensión de ser origen de la realidad, lo humano intenciones y aguardaba con impaciencia el mo-
se materializa, se convierte en masa cárnica, en mento de ponerlas en práctica, y convertirme en
amasijo molecular, en bulto antropomorfo. La algo útil para mis semejantes. Ahora todo que-
promesa de amor infinito hecha por la madre daba aniquilado. En vez de esa tranquilidad de
en su abrazo gratuito se demuestra falsa, en- conciencia, que me hubiera permitido rememo-
gañosa, imposible, porque "el corazón que en rar el pasado con satisfacción y concebir nue-
la experiencia originaria ha gustado el absoluto vas esperanzas, me azotaban el remordimien-
no puede reconciliarse con la muerte"''^ Por eso, to y los sentimientos de culpabilidad que me
en su sueño, Frankenstein descubre entre sus empujaban hacia un infierno de indescriptibles
brazos el cadáver de su madre. El mayor signo torturas"''^. En sus palabras se insinúa de nuevo
para el niño de un amor infinito se trasmuta en un cambio de horizonte cultural. La redención
hedionda carnaza, en criadero de malvas. ya no es posible. El único capaz de vencer la
maldad, la limitación, la muerte, ya no está en
Pero sigamos abundando en la novela, el escenario en que se representa el teatro del
porque es ella la que va desgranando una feno- mundo, ni siquiera entre bambalinas. Por tanto,
menología del no-muerto. Ya hemos dicho que el error pasado, la creación del monstruo será
Frankenstein y su monstruo son dos caras de un tormento, un infierno meramente terrenal y
la misma moneda, son los dos rostros del no- temporal mientras la vida dure.
muerto que, como en el caso de El extraño caso
del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson, luchan Pero no sólo la propia maldad se ha he-
por prevalecer, por apropiarse de la totalidad cho invencible. Otros elementos fundamentales
del personaje. El instinto de vida padece el ata- también han sido alterados. Justo tras la muerte
37 Shelley, Frankenstein o El moderno Prometeo, ob. cit., p. 170.
de Justine, Frankenstein intenta buscar el re-
38 Ibidem, p. 171. poso que necesita en un viaje a los Alpes. Allí,
39 Cantar de ¡os Cantares (trad. Fray Luis de León), Madrid, Gredos, parece que la naturaleza, con toda su belleza y
1994, 8, 6.
sublimidad, pueda calmar sus ansiedades. Sin
40 G. Marcel, «La Structure de l'Espérance», en Dieu Vivant, No. 19,1951,
pp. 79-80.
41 M. Borghesi, El sujeto ausente, Madrid, Encuentro, 2005, p. 105. 42 Shelley, Frankenstein o El moderno Prometeo, ob. cit., p. 207.
embargo, también ésta, mirada en profundi- nado narrador implícito de la novela muestra
dad, parece arrojarle una evidencia nada hala- ser digno hijo de la mentalidad que radiografía
güeña. Todo lo que conmueve al protagonista en el monstruo, y esto lo percibimos en cómo
parece convertirse en signo de la nada, del puro lo construye narrativamente. Por ejemplo, en
cambio heraclíteo. Prueba de ello, al ritmo de ese pasaje en que el mismo engendro explica,
la descripción hecha por M. W. Shelley de los durante su etapa de formación, la progresión de
tesoros naturales alpinos, se entona el recitado su mente: "Durante una de mis acostumbradas
del poema Mutability, escrito por su marido, salidas nocturnas al bosque, donde me procu-
Percy B. Shelley, que suena: "Descansamos; una raba alimentos para mí y leña para mis protec-
pesadilla puede amenazar nuestro sueño./ Des- tores, encontré una bolsa de cuero llena de ropa
pertamos; un pensamiento errante nos empaña y libros. Cogí ansiosamente este premio y volví
el día./ Sentimos, concebimos o razonamos; reí- con él a mi cobertizo. Por fortuna los libros es-
mos o lloramos./Abrazamos una tristeza queri- taban escritos en la lengua que había adquirido
da o desechamos nuestra pena;/ Todo es igual; de mis vecinos. Eran El paraíso perdido, un vo-
pues ya sea alegría o dolor,/ El sendero por el lumen de Las vidas paralelas de Plutarco y Lfls
que se alejará está abierto./ Ayer el hombre no desventuras del joven Werther de Goethe""^. Por
será jamás igual a su mañana./ ¡Nada es dura- lo menos las dos novelas son libros de culto
dero salvo la mutabilidad!""^ Es decir, si la con- en el mundo romántico al que pertenece Mary
sistencia de la belleza, de la realidad, es fruto Shelley. Así, el autodidactismo del monstruo,
de la medida humana, la materialidad entona además de proyectar una experiencia perso-
su eternamente nostálgico tempus fugit, que evi- nal de la novelista en la biblioteca de su padre,
dencia la incapacidad de lo humano, por sus William Godwin, es re-alimentado por lecturas
propios medios, para la eternidad. Así, la belle- que hablan del poderoso atractivo del mal y de
la tragedia del destino humano en soledad. Por
za, de ser signo de la Belleza, pasa a ser eviden-
eso dice de estos libros: "Con ellos estudiaba y
cia especialmente lancinante de la muerte, que
ejercitaba la mente, mientras mis amigos reali-
todo lo invade y descompone.
zaban sus quehaceres cotidianos""*.
Y todo este cambio en la concepción del
mundo del monstruo, que lo va dibujando con Pero, siguiendo con la fenomenología del
el perfil del no-muerto, parece que se mani- no-muerto, al no tener a Dios como creador, sino
fiesta en el narrador implicito"^ de la novela que, al limitado homo mensura, al no funcionar ya las
cuando nos cuenta el proceso de formación de metafísicas de la participación de los atributos
éste, muestra a las claras estar convencido de la divinos con mayúsculas, el monstruo se mira al
posibilidad de que el hombre se haga a sí mis- espejo y se percibe como una etapa de disolu-
mo. El self-made man brilla aquí con una luz es- ción humana más avanzada que la que encar-
pecialmente lúgubre, porque, tal y como se nos na su creador. Es un grado más en el proceso
describe el rousseauniano desarrollo del mons- involutivo del hombre hacia la mera materia.
truo, parece que el elemento social del hombre Por eso afirma: "Dios, en su misericordia, creó
sea un complemento posterior a la naturaleza al hombre hermoso y fascinante, a su imagen y
humana y no algo que la activa, que la permite semejanza. Pero mi aspecto es una abominable
imitación del tuyo, más desagradable todavía
crecer, primero desde su afecto y después des-
gracias a esta semejanza""^.
de el intercambio humano al que el niño accede
lentamente, entrando a formar parte de la co-
munidad lingüística, que devendrá en una es- Poco a poco, el monstruo va siendo con-
pecie de útero de sus posteriores capacidades, firmado en su desesperanza con respecto al
orientaciones y posibilidades. Así, el mencio- mundo. La muerte avanza marchitando todo
45 Shelley, Frankenstein o El moderno Prometeo, ob. cit., p. 245.
43 Ibidem, p. 215.
46 Ibidem, p. 246.
44 Cfr. W. C. Booth, Vie Rethoríc of Fiction, Chicago, Chicago University
Press, 1961. 47 Ibidem, p. 248.
lo humano, todo alimento de la vida. E inclu- ficado como origen único del problema. La afir-
so lo que empieza siendo una posibilidad de mación del psicoanalista Anatrella^", según el
felicidad, la compañía de la familia con la que cual la soledad narcisista se va cargando de una
convive a hurtadillas, deviene espejismo y se pulsión sado-masoquista, que clama venganza
disuelve en la fatídica realidad de los hechos. por el agravio de la existencia, se nos confirma
Cuando el monstruo se decide a abandonar su ya, claramente, en estas líneas.
escondrijo y a mostrarse a la familia con el de-
seo de ser acogido, ésta lo juzga exclusivamen- Pero la vida no se contenta con castigarle
te por su aspecto horroroso, por su apariencia. de ese modo y, para colmo de la verificación,
Así, el reconocimiento que todo hombre nece- acaece el encuentro con la niña en el bosque, a la
sita para saberse como alguien querido y, por que salva de morir ahogada. Como premio a su
tanto, bueno, a pesar de la propia apariencia y benéfica acción, el campesino que acompañaba
de los propios actos o capacidades, en este caso a la niña le arranca de los brazos a la criatura y
no llega, porque cuando se reconoce a alguien por puro miedo le dispara con una escopeta. El
como digno, lo que se está afirmando es su monstruo lo explica del siguiente modo: "Había
origen bueno, cosa que el hombre -en función salvado de la destrucción a un ser humano, en
de su educación- no siempre sabe ver. Por eso premio a lo cual ahora me retorcía bajo el dolor
vemos cómo también desaparece del horizonte de una herida que me había astillado el hueso.
del no-muerto el fenómeno comunitario como Los senfimientos de bondad y afecto que expe-
algo capaz de sostener al hombre en su huma- rimenté pocos minutos antes se transformaron
nidad. No es que sea Frankenstein el único y ex- en diabólica furia y rechinar de dientes. Tortu-
clusivo creyente en esa quimera de la indepen- rado por el daño, juré odio y venganza eterna
dencia humana, el resto de la sociedad, incluso a toda la humanidad. Pero el dolor me vencía;
gente medianamente cultivada y humilde, cae sentí cómo se me paraba el pulso, y perdí el co-
en esa postura de desconfianza con respecto a nocimiento"^\ De nuevo aparece la conclusión
la alteridad que tanto caracteriza al individua- aplastante, que para la autora, como ya se ha
lismo de nuestros días. Llegado este momento dicho antes, forma parte de un razonamiento
de rechazo y posterior huida de sus vecinos, rousseauniano: el hombre es bueno por natu-
el engendro enuncia la clara conciencia de su raleza, pero la sociedad lo pervierte y hace que,
condición, cada vez menos humana: "Permane- tantas veces, se revuelva, inocentemente, contra
cí en el cobertizo el resto del día, en un estado ésta. Por eso el monstruo reconoce: "Mi deseo
de completa desesperación. Mis protectores se de venganza aumentaba de día en día; una ven-
habían ido y con ellos el único lazo que me ata- ganza implacable y mortal, que compensara la
ba al mundo"*^. Su sospecha con respecto a la angustia y los ultrajes que yo había padecido.
maldad del mundo se ve de nuevo confirmada. (...) La felicidad me parecía una burla, un insul-
Ante ese desapacible mundo y el rechazo de to a mi desolación, y me hacía sentir más agu-
sus congéneres, la profecía del origen absurdo damente que el gozo y el placer no se habían
de su existencia se va a confirmar y sus iras se hecho para mí"^^. Nosotros creemos identificar
el problema no en la perversión sucedida en el
van a dirigir hacia aquél que conoce como úni-
monstruo por la irrupción de lo social, sino, más
co responsable de su existencia. "Desde aquel
bien, por la carencia de lo social desde un inicio
momento -nos dice- declararía una guerra sin
y por la verificación de una cultura dominante
fin contra la especie, y en particular contra aquel
que invita a juzgar estrictamente por lo aparen-
que me había creado y obligado a sufrir esta in- te, no siendo capaz de valorar la realidad según
soportable desdicha""*'. Lo que empezó siendo un criterio fuerte, distinto al meramente instin-
una revuelta contra Dios, se trasmuta ahora en fivo y animal.
una violenta venganza contra el hombre, identi-
50 Cfr. T. Anatreiia, Contra la sociedad depresiva, Santander, Sai Terrae, 1994.
48 Ibidem, p. 257. 51 Sheiley, Frankenstein o El moderno Prometeo, ob. cit., p. 260.
49 Ibidem, p. 256. 52 Ibidem, pp. 260-261.
Vemos aqui aparecer ese resentimiento tan en sus cuitas individuales. Lo que el engendra-
comentado por el pensamiento moral nietzschea- do le pide al engendrador es una compañera,
no y que luego Scheler explicará de un modo, una Eva de sus mismas características. Más
quizás mucho más académico. Recordemos lo racionalismo encamado. En vez de mendigar
que decia en su obra El resentimiento en la moral: el amor como un don, lo reclama como un de-
"En la significación general francesa de la pa- recho so pena de venganza caso de no recono-
labra, hallo dos elementos. El primero es que cérsele: "Me vengaré de mis sufrimientos, si no
en el resentimiento se trata de una determinada puedo inspirar amor, desencadenaré el miedo;
relación emocional frente a otro, reacción que y especialmente a ti, mi supremo enemigo, por
sobrevive y revive repetidamente, con lo cual ser mi creador te juro odio eterno. Ten cuidado:
ahonda y penetra cada vez más en el centro de me dedicaré por entero a la labor de destruir-
la personalidad, al par que se va alejando de la te, y no cejaré hasta que te seque el corazón, y
zona expresiva y activa de la persona. Este con- maldigas la hora en que naciste"^. Ante esa ca-
tinuo revivir y sobrevivir de la emoción es muy rencia afectiva que lo asedia, el engendro pare-
distinto de un recuerdo meramente intelectual ce idear una especie de plan científico de auto-
de ella y de los procesos a que 'respondió'. Es socialización para su felicidad, que enuncia del
un volver a vivir la emoción misma; un volver siguiente modo: "Si no estoy ligado a nadie ni
a sentir, un re-sentir. En segundo lugar, la pa- amo a nadie, el vicio y el crimen deberán ser,
labra implica que la cualidad de esta emoción forzosamente, mi objetivo. El cariño de otra
es negativa, esto es, expresa un sentimiento persona destruiría la razón de ser de mis críme-
de hostilidad. Quizá la palabra 'rencor' fuera nes, y me convertiría en algo cuya existencia to-
la más apropiada para indicar este elemento dos desconocerían. Mis vicios son los vastagos
fundamental de la significación. El 'rencor' es, de una soledad impuesta y que aborrezco; y
en efecto, ese enojo retenido, independiente de mis virtudes surgirían necesariamente cuando
la actividad del yo, que cruza oscuro el alma y viviera en armonía con un semejante. Sentiría el
acaba formándose cuando los sentimientos de afecto de otro ser y me incorporaría a la cadena
odio u otras emociones hostiles reviven repeti- de existencia y sucesos de la cual ahora quedo
damente; no contiene todavia ningiin designio excluido"^^.
hostil determinado, pero nutre con su sangre
todos los designios posibles de esta clase"^^. En un inicio Frankenstein accede a la peti-
Una y otra vez el engendro re-siente la punzada ción, porque le parece la posibilidad de librarse
causada por la humillación que es la existencia, del problema, pero con la reflexión y el tiempo
de ahí su frialdad y aplicación en el plan de en- se va a dar cuenta del peligro de generar una
contrar a su creador y vengarse. En un inicio no nueva estirpe monstruosa. Ante la consiguien-
sabe cómo, pero llegada la situación va a saber te negativa del científico, el monstruo va a ini-
improvisarlo de maravilla. ciar una nueva carrera criminal, va a desatar su
cólera no contra su creador, sino contra todos
Pero, cometida ya una primera retahila de aquellos que él ama, para hacerle experimen-
asesinatos orientados a ensombrecer la vida de tar también a él un mundo absurdo. Mientras
Frankenstein, se produce el encuentro del Mon- viva, Frankenstein va a ir experimentando una
tanvert, y alli, curiosamente, vemos cómo la lec- creciente cercanía del aciago vaticinio sobre su
ción no se ha aprendido y el modo de afrontar existencia. Al final, como hemos visto, su muer-
la dificultad en la vida del monstruo es la huida te, provocada por la extenuación física, va a
hacia delante. Da igual que el origen de todo desencadenar el suicidio de su vastago tecno-
haya sido el racionalismo convertido en ser a científico. Sin embargo, ese dúo formado por el
través de la técnica. Los personajes no se han científico y el engendro no-muerto va a prose-
apercibido del origen del problema, atrapados
54 Shelley, Frankenstein o El moderno Prometeo, ob. cit., p. 264.
53 M. Scheler, £/ resentimiento en la moral, Madrid, Caparros, 1998, p. 17. 55 Ibidem, p. 266.
guir su camino mítico en la historia de la litera- Aquí, sin embargo, vamos a centrarnos en
tura. Veamos cómo. una novela moderna, el Drácula de Bram Stoker
(1897), que, quizás, fue la que consiguió ateso-
rar un mayor éxito y pasar a la posteridad, pese
El conde Drácula a que el siglo XIX está plagado de vampiros,
por lo menos en lo que a literatura se refiere.
Hyde: el puente entre Algunas de sus encamaciones son: El vampiro,
Frankenstein y Drácula de John William Polidori (1819); El vampiro, de
Hoffman (1828); El vampiro de bien, de Charles
En la historia de las culturas vemos cómo Nodier (1831); Berenice, de Edgar Allan Poe
"el retorno de los difuntos necesitados de sangre (1835); Vij, de Gogol (1835); La muerte amorosa,
que vienen a buscarla a la tierra ha sido y sigue de Théophile Gautier (1836); ¿Quién era?, de
siendo, sin duda, una idea universal"^^. Roux O'Brien (1859); Loki, de Mérimée (1869); El Hor-
nos habla de los kiang-kuei chinos, de los istral la, de Maupassant (1887). Pudiéndose aplicar
búlgaros, de los beregyni, los rusalki y los upu- muchos de los elementos que utilizaremos en
ri eslavos^^. Gubem menciona otros tantos: los el análisis del mito creado por Bram Stoker al
mesopotámicos Akakarm, los lamias griegos o los resto de relatos vampíricos modernos, vamos a
desarrollar únicamente el estudio en el más di-
"sacerdotes fetiches de Loango". "Los vampiros,
fundido de entre los de este subgénero.
con nombres diversos, se hallan en las tradicio-
nes griega, china, árabe, hindú, etc., mostran-
Se podría decir que Drácula es el resultado
do la universalidad de su figura"^**. La historia
de dos mitos modernos ya mencionados. Por
variopinta de los diferentes vampiros se puede
un lado, el Frankenstein, donde se produce la
sintetizar del siguiente modo: "un hombre malo aparición del no-muerto como originado por
muere, es enterrado, vuelve por la noche, pro- la acción del hombre vivo, de modo que el en-
voca la muerte de los vivos al debilitarlos y es gendro queda ligado a su creador, llevándolo a
necesario desenterrarlo para, mediante mutila- su terreno, es decir, la muerte. Y, por otro lado,
ción, retirarle su nefasto poder"^'. Así, el vam- está la novela de R. L. Stevenson, El extraño caso
piro es "un fantasma' o el cuerpo reanimado de del Dr. Jekyll y Mr Hyde, donde se opera la uni-
un muerto que sale de su tumba, vaga por la ficación del Dr. Frankenstein y su monstruo en
noche y viene a chupar la sangre de personas la interioridad psíquica del personaje. Vamos
dormidas, con lo cual las lleva rápidamente a la a hacer un escueto recorrido por esta pequeña
muerte. Al alimentarse de la sustancia vital de historia deficciónpara explicitar en qué consis-
un ser vivo, de su Alma -para hablar como en te la evolución del no-muerto.
la Antigüedad- se ínantiene en buen estado, al
margen de la descomposición que normalmen- El Dr. Jekyll -curiosamente también un
te se produce después de la muerte. Accesoria- científico- postula "que el hombre no es verda-
mente es un individuo fuertemente sexuado, deramente uno, sino verdaderamente dos. Digo
dos, porque el estado actual de mi conocimiento
o, lo que viene a ser lo mismo, sin sexo deter-
no me permite ir más allá"^^ Según describe el
minado -no nos atrevemos a decir bisexuado-, propio Jekyll, tenemos una parte más espiritual
que se une carnalmente a los vivos en abrazos y otra más corporal, un lado bueno y uno malo.
inacabables que terminan por consumirlos"*"". Y él se plantea el modo de separarlos: "era la
maldición del género humano que estuviesen
56 J.P. Roux, La sangre. Mitos, simbolos y realidades, Barcelona, Península,
1990, p. 204.
así atadas estas dos incongruentes gavillas, que
57 Ibidem. incesantemente hubieran de luchar estos dos
58 R. Gubem, Máscaras de laßccion, Barcelona, Anagrama, 2002, p. 324.
59 Roux, La sangre. Mitos, simbolos y realidades, ob. cit., p. 206. 61 R.L. Stevenson, El extraño caso del Dr. jekyll y Mr. Hyde (trad, de Car-
60 Ibidem, p. 209. men Garcia Trevijano), Madrid, Cátedra, 2005, p. 162.
gemelos polares en las torturadas entrañas de yo fuera consciente (mientras portaba aquella
la conciencia. ¿Cómo, entonces, disociarlos?"^^. forma) de un más generoso aflujo sanguíneo; y
Y lo consigue: "no sólo logré percatarme de que comencé a barruntar el peligro de que, si aque-
mi cuerpo natural no es más que simple aura y llo se prolongaba más de la cuenta, pudiera
efluvio de alguna de las potencias que consti- destruirse permanentemente el equilibrio de
tuyen mi espíritu, sino que acerté a componer mi naturaleza, perderse mi poder de cambiar
una droga por la que estas potencias podrían voluntariamente y tomarse en irrevocablemen-
ser destronadas de su supremacía, mientras te mío el carácter de Hyde"^^. Es decir: "todas
aquél era substituido por una segunda forma y las cosas parecían indicar, por tanto, que estaba
semblante no menos naturales para mí, por ser perdiendo lentamente el control de mi yo ori-
la expresión y portar el sello de elementos infe- ginal y mejor y que, lentamente, se me estaba
riores de mi alma. (...) Me sentí joven, más lige- incorporando mi segundo y peor yo"''^.
ro, más feliz en cuanto al cuerpo"^^. La ciencia,
por tanto, de nuevo permite al hombre fáusüco Poco a poco, esa dualidad va a ser invadida
actuar sobre su misma esencia y, en principio, por Hyde, pese a todos los intentos de Jekyll por
parece ofrecer garantías de control de la situa- alejarse de la droga, que se va a ir imponiendo
ción y del experimento. Es fácil observar esta palmo a palmo. Y ese otro yo va a tener unas
obsesión, convicción y militancia fáusticas en características monstruosas. Por eso leemos esta
la conversación que Jekyll mantiene con su co- afirmación: "He observado que cuando portaba
lega, el Dr. Lanyon, donde, antes de revelarle la figura de Edward Hyde, nadie podía acercar-
su descubrimiento, afirma cosas como: "(...) si se a mí sin que se estremecieran sus carnes"^''. O
usted prefiere elegirlo, una nueva provincia del bien esta otra, que lo define como mera materia,
conocimiento y nuevas avenidas conducentes incluso inorgánica: "Ahora había vi^sto toda la
al poder y a la fama se abrirán ante usted, aquí, deformidad de esa criatura que compartía con
en esta habitación, y en un instante. Y sus ojos él algunos fenómenos de la consciencia y era co-
quedarán obnubilados por un prodigio capaz heredera con él de la muerte; y por encima de
de dar al traste con la incredulidad de Satanás. aquellos comunes vínculos, que eran la parte
(...) Lanyon, recuerda lo que has juramentado: más dolorosa de su desdicha, pensaba en Hyde,
lo que va a suceder queda sellado por el secreto con todas sus energías vitales, como algo no sólo
de nuestra profesión. Y ahora, tú, que durante infernal sino inorgánico. Esto era lo escandaloso;
tiempo te has vinculado a los puntos de vista que el limo del pantano emitiera gritos y voces;
más estrechos y materiales, tú que has negado que el polvo amorfo gesticulara y pecara; que lo
la virtud de la medicina trascendental, tú que te que era muerto y no tenia forma usurpara los oficios
has mofado de tus superiores, ¡observa!"". de la vida"^^. He aquí la figura camuflada del no-
muerto de nuevo. Y como vemos en el propio li-
Sin embargo, el lado malo y menos desa- bro, se trata de un no-muerto que no sólo elirriina
rrollado, Hyde, en la medida en que encuentra progresivamente a Jekyll, sino que, en tanto que
tiempo para crecer en sus momentos de eman- evidencia de que la niuerte es más fuerte que la
cipación con respecto a la parte más espiritual vida, o, mejor dicho, de que la vida se sustenta
dominante, lo aprovecha, y leemos: "aquella sobre la todopoderosa muerte, se comunica fa-
parte de mí que yo tenía el poder de proyectar talmente también al Dr. Lanyon, que empieza a
había tenido, en la última temporada, sobra- morir lentamente tras la demostración científica
das ocasiones de ejercitarse y nutrirse; parecía- de la mera materialidad del hombre. Él mismo,
me últimamente como si el cuerpo de Edward al terminar su confesión, apunta cómo la muerte
Hyde hubiese aumentado de estatura, como si
65 Ibidem, p. 171.
62 Ibidem, p. 163. 66 Ibidem, p. 172.
63 Ibidem, p. 164. 67 Ibidem, p. 166. También cfr. ibidem, pp. 103-104 y 155-156.
64 Ibidem, p. 159. 68 Ibidem, p. 182.
en Hyde claramente, con la citada degenera- de la convivencia cofidiana, a través del culfi-
ción del Dr. Lanyon, producida por su conoci- vo del hombre que se hará en nuestra cultura.
miento del extraño caso^^. Pero, en el caso de El no-muerto se inoculará más fácilmente en la
Drácuia, se hace especialmente claro en varios vida de las mujeres frivolas, como Lucy Wes-
momentos de la novela. Por ejemplo, el pasaje tenra, mientras que encontrará mayor dificul-
en el que Drácuia hace beber su sangre a Mina tad en aquellas que atesoren virtud e inteligen-
Harker evidencia claramente cómo la amenaza cia, como Mina Harker. Sin embargo, tarde o
vampírica se descentra del conde y re-apare- temprano, Mina culminará su metamorfosis ya
ce en diferentes frentes sociales, incluso en los iniciada''^ y la condición de "todavía-no-muer-
más íntimos y familiares. Lo dicen las mismas to" se extenderá por todo Occidente inelucta-
palabras pronunciadas por el conde: "Ahora ya blemente, ya que Drácuia fiene la mencionada
sabes, y ellos también lo saben en parte (aun- ventaja del tiempo, tal y como lo reconoce Van
que dentro de poco lo sabrán íntegramente), lo Helsing cuando le argumenta a Mina la razón
que significa cruzarse en mi camino. Deberían para emprender el camino de Transilvania, a la
reservar sus energías para utilizarlas en casa. caza del vampiro: "(...) él puede vivir durante
Porque mientras ellos se las ingeniaban contra siglos, y en cambio usted no es más que una
mí (...), yo los contraatacaba. Y tú, su ser más simple mortal. A partir de ahora el fiempo es
querido, eres ahora para mí carne de mi carne, nuestro peor enemigo... desde que el conde le
sangre de mi sangre, vastago de mi propio li- hizo esa marca en el cuello"^^ La amenaza no
naje, mi generoso trujal durante algún fiempo, es únicamente la plaga que contagia el vampi-
y más tarde mi compañera y ayudante. Te ven- ro sino la concepción del mundo que implica
la alienación en su nuevo fiempo. Lo vemos en
garás de todos ellos, pues ni uno solo podrá ne-
alguna de las descripciones que hace Jonathan
garte nada de lo que les exijas"''^.
Harker en su diario. Por ejemplo, cuando habla
del ocaso, en plena persecución: "Esos momen-
Y, más adelante, les lanza a sus persegui- tos se están convirtiendo en un serio motivo
dores esta amenaza, en la que habla de que el de angustia para todos nosotros, ya que cada
proceso de colonización del mundo social será amanecer y cada crepúsculo trae consigo un
lento pero implacable: "Pensasteis que ibais a nuevo peligro... un nuevo pesar"*". El tiempo
detenerme... con vuestros rostros pálidos, pues- cíclico, sin telos, aparece como trasfondo de un
tos en fila como corderos en el matadero. ¡Pero neo-paganismo.
lo lamentaréis, cada uno de vosotros! Creéis que
me habéis dejado sin un sitio donde descansar
tranquilo; pero tengo más. ¡Mi venganza aca- Pero el fiempo no es la única ventaja con
ba de empezar! La prolongaré durante siglos, la que cuenta el monstruo. También hay, en la
el tiempo está de mi parte. Las mujeres que cultura occidental, catalizadores de su poder: la
amáis son ya mías; y a través de ellas, lo seréis voluptuosidad y el racionalismo. Ambos cons-
también vosotros y otros muchos... seréis mis piran para que el proyecto de invasión del mun-
do por los no-muertos se realice. El racionalis-
criaturas y cumpliréis mis órdenes, y cuando
mo reduce la realidad y su significado a aquello
quiera alimento seréis mis chacales"^. El mal
que de antemano el hombre ha decidido que es
y la angusfia de vivir se introducirán así lenta
verdadero, es decir: lo que conocemos a través
e ínadverfidamente en nuestras vidas, a través
del método empírico-matemáfico. Por tanto,
este racionalismo induce a pensar que sólo lo
75 Es curioso cómo se produce un paralelismo entre el Dr. Lanyon de £í
e.xtraño caso del Doctor jekyll y Mr. Hyde y Jonathan Harker. Este último, material es real. Lo cual, si es aplicado a las per-
en la novela de Drácuia, también queda envejecido tras su encuentro
en Transilvania con el conde, aunque no acaba muriendo debido a dos
sonas, nos las revela como un mero cuerpo y
factores. Al principio, porque su psique utiliza el olvido como auto-te- como un amasijo de pulsiones que pugnan por
rapia, y después, cuando reconoce al Conde en Londres, porque tiene
a su mujer y a un grupo de amigos, que le creen y que le permiten
afrontar la posibilidad de combatir al vampiro. 78 Cfr. ibidem p. 549.
76 Ibidem, p. 501. 79 Ibidem, p. 537.
77 Ibidem, p. 527. 80 Ibidem, p. 557.
liberarse. Aquí es donde se pone en juego la vo- contraposición entre razón y fe que descubri-
luptuosidad. De ser sólo uno de los elementos mos en algunos pasajes de la novela de Stoker,
propios de las relaciones amorosas, se convier- nos hace pensar que el mismo autor está ino-
te en el único, a la vez que en instrumento de culado de la mentalidad común moderna que
poder. Así, aquellos que saben que el hombre lleva a la afirmación, desde la razón, de que el
no es más que materia, los no-muertos, tien- hombre no es más que materia viva o civilizada
tan al hombre, lo atraen, poniendo en juego la en camino hacia la mera muerte. Esta concep-
voluptuosidad o generando la ilusión de ésta. ción que podríamos llamar racionalista y dua-
Ante ella, parece que no sólo ceden fácilmente lista la detectamos en el siguiente pasaje de un
mujeres que jugaban a flirtear con sus encan- discurso de Van Helsing: "(...) en principio, de-
tos, como Lucy, sino que también experimen- bemos confiar en la superstición; antiguamente
tan esa atracción casi irresistible la mayoría de era la única creencia del hombre, y en ella tiene
los personajes (Jonathan, Mina, Holmwood). todavía sus raíces la fe"^l Vemos, pues, cómo,
El mismísimo Van Helsing, ante las novias de pese a ser nominalmente católico, el profesor
Drácula, sólo es salvado por la voz de Mina. Van Helsing concibe la fe como algo supersti-
Lo leemos cuando el doctor entra en el mau- cioso, como algo que no es razonable, algo que
soleo donde duermen las vampiras y destapa no nos parece en consonancia con la verdadera
una tumba: "en ella yacía una de las mujeres fe católica, que se concibe a sí misma en sinergia
durmiendo su sueño de vampiro, tan llena de con la razón humana**. Así, dándonos cuenta de
vida y de voluptuosa belleza, que me estreme- esto, vemos que la intuición de Stoker, que pone
cí como si hubiese ido a cometer un asesinato.
en boca de Van Helsing el peligro de la mentali-
(...) Sí, me sentí conmovido -yo. Van Helsing,
dad ilustrada de los sabios, es mucho más verda-
a pesar de mi firme propósito y de todos mis
dera de lo que él podía llegar a imaginar. En cier-
motivos para odiarla-, tan conmovido que me
to modo, podríamos decir, el monstruo contra el
vino un deseo irresistible de demorar mi plan,
que parecía paralizar mis facultades y entorpe- que él nos advierte, tiene ya puesta la mesa en su
cer mi l ^ ^ casa, para cuando venga a cenar.
al llegarle su hora, la muerte, que es el destino cosas más aterradoras de ese ser maligno es que
común de los humanos por sanción divina, la está profundamente enraizado en todo lo que
convertiría en un ser como él. ¡Eso no debe su- es bueno: no puede descansar en suelo despro-
ceder! Todos nosotros hemos jurado que eso no visto de vínculos sagrados"'^. Es una cierta co-
ocurrirá. Asi que somos ministros de la volun- rrupción de algo divino. Lo cual es importante
tad de Dios: que el mundo y los hombres por señalar aquí, ya que cuando lo divino desapa-
quienes Su Hijo murió, no sean entregados a los rezca como foco de sustento del no-muerto, el
monstruos, cuya misma existencia le desacredi- titanismo que vemos en Drácula, cargado de
ta. Ya nos ha permitido redimir un alma, y va- poderes sobre-humanos, desaparecerá, legan-
mos a intentar redimir más, como los antiguos do al imaginario colectivo la degeneración in-
cruzados. Como ellos partiremos hacia oriente; frahumana, en todos los sentidos, del zombi.
y como ellos, si perecemos, será por una buena Pero esto queda para más adelante.
causa"«^
Vamos ahora a intentar enumerar algunas
Lo interesante es que en Drácula todavía de las características que durante la novela se le
existe la conciencia del propio origen maléfico van atribuyendo al monstruo, que tiene una se-
del vampirismo. El conde es claramente anti- rie de rasgos evolucionados con respectos a los
crístico. Lo vemos en multitud de detalles de no-muertos hasta ahora comentados. A la feno-
su caracterización y en el modo que utilizan menología del no-muerto que hemos iniciado
Van Helsing y compañía para combatir a todos en la novela de Mary Shelley podemos ahora
los de su estirpe^^. Algunos ejemplos de ello añadir lo que sigue.
los encontramos en el momento en que, como
acabamos de leer, Drácula hace beber su sangre En primer lugar, Drácula y sus descen-
a Mina, como una especie de anti-comunión^^ dientes, se caracterizan por no ser libres. Si la
o, como dice Van Helsing, le es administrado libertad es entendida como la posibilidad de
"el bautismo de sangre del vampiro"^^; cuan- satisfacción de lo humano, la reducción de la
do esterilizan los ataúdes que el conde tiene esperanza producida por una visióh de la vida
diseminados por todo Londres introduciendo según la cual la muerte tiene la última palabra,
en ellos hostias consagradas^" o cuando Mina supone la eliminación de la mayor aspiración,
queda marcada por una de ellas en la frente'^; anhelo o deseo de los hombres, la de encon-
en las continuas alusiones a misales^^ a frases trar un amor más fuerte que la muerte, que
evangélicas'^ a la misericordia de Dios^*, a in- sería lo único en función de lo cual se puede
dulgencias'^ etc. conseguir la vida-vida, es decir, la vida capaz de
afrontar la muerte sin perder la hunianidad, es
Sin embargo, el monstruo no sólo necesita decir, la esperanza. Como ya hemos dicho, sin
para existir la sangre de los vivos, su tiempo, la evidencia de este amor en nuestra cultura, la
como hemos dicho antes, sino que, curiosa- muerte no sólo zanja la vida sino que la infec-
mente, debe dormir en suelo sagrado. Su poder ta con la amenaza constante de la muerte, de
está ligado pues, de algún modo, a lo divino. la finitud de todo, con una angustia que crece,
Como nos dice Van Helsing: "Pues una de las dejando a la libertad sin objeto, sin presencia en
función de la cual desear el infinito. En esta si-
86 Ibidem, pp. 545-546. tuación adoleceríamos de una neurosis que nos
87 Ibidem, p. 433. privaría de libertad'^. Así lo leemos en Drácula,
88 Cfr. Ibidem, pp. 501-502. cuando Van Helsing describe al monstruo con
89 Ibidem, p. 548.
toda la versatilidad y el poder de la materia, y
90 Cfr. Ibidem, p. 515.
al final afirma: "¡Ah!, pero escuchen hasta el
91 Cfr. Ibidem, p. 513.
92 Cfr. Ibidem, p. 398.
93 Cfr. Ibidem, p. 448. 96 Ibidem, p. 435.
94 Cfr. Ibidem, p. 446. 97 Cfr. C. Rise, El padre. El ausente inaceptable, Madrid, Tutor, 2006, pp.
95 Cfr. Ibidem, p. 390. 107-108.
final. Aunque puede hacer todas esas cosas, aunando ima "perversión devoradora"^"^ -que
sin embargo no es libre"'^. Y todo esto porque, psicoanalíticamente podríamos explicar como
como le decían sus novias: "Tú nunca amaste. una regresión a la fase oral- con una "perver-
¡Nunca amas!"^^ sión sádica" ^"^ fruto del no reconocimiento de
la figura paterna o de la autoridad que encar-
Otro de los rasgos que resulta interesante na el ideal. Así se explica el impulso criminal,
reseñar es el infantilismo del monstruo. Pese a endémico por no ser libre, del monstruo, que
tener una edad muy superior a la de todos sus se registra en la siguiente explicación de Van
perseguidores, según Van Helsing, Drácula tie- Helsing: "Es inteligente, astuto e ingenioso;
ne una psicología infantil. En ese sentido, pare- pero su cerebro no alcanza el nivel de un adul-
ce encajar en la descripción que hacen algunos to. En muchos aspectos es un cerebro infantil.
teóricos contemporáneos del modo de ser del Ahora bien, nuestro criminal está predestinado
hombre posmodemo. Se dice de éste que es también al crimen; tiene también un cerebro in-
narcisista^™, es decir, que no ha superado esa fantil, y es propio de un niño hacer lo que ha
etapa del desarrollo psicológico que se debe hecho"'"^. Como vemos, sin embargo, eso no
atravesar para acceder a la vida adulta, tras la quiere decir que no sea inteligente. Lo es y mu-
adolescencia. Narciso es alguien que se con- cho^"^. Sólo que su razón funciona solamente en
funde a sí mismo con su ideal y que, por tanto, el plano empírico, racionalista. Él no entiende
tiene dificultades para sacrificarse por los de- su inteligencia como una relación con el signifi-
más, pues no tiene nada distinto de su placer cado total, sino como una dominación y reduc-
que le permita argumentar o sublimar ese es- ción de la materia a conocimiento. Es decir, su
fuerzo o sufrimiento. Sin un ideal presente que racionalidad se restringe a la científico-técnica.
evidencie la posibilidad de la libertad humana, Por eso dice de él Van Helsing: "Los pajaritos,
que buscaría satisfacerse en él, las energías hu- los pececitos, el animal pequeño no aprende a
manas no encuentran un canal a través del que base de principios, sino empíricamente; y cuan-
volcarse en un proyecto de construcción perso- do aprende algo, lo utiliza como plataforma
nal y social, por lo cual tienen que liberarse de para aprender
un modo egoísta y sádico. Algo de esto leemos
en esto que dice Van Helsing: "¡Ay! Tengo la es- Aun nivel cultural nos parece también muy
peranza de que nuestros cerebros adultos, que interesante la tematización que se hace en la no-
lo han sido desde hace tanto tiempo y no han vela de la eutanasia. Dentro de la concepción del
perdido todavía la gracia de Dios, acabarán im- mundo del no-muerto, ésta se convierte en algo
poniéndose a su cerebro infantil, que yace en positivo. Si la vida es sólo para la muerte, adelan-
su tumba desde hace siglos, que todavía no ha tar la muerte es adelantar el destino, el hombre
alcanzado el nivel de los nuestros, y que única- no es más que un aborto, como ya vimos en el
mente actúa por móviles egoístas y por tanto final de Frankenstein. Incluso el supuestamente
mezquinos "101 católico Van Helsing está dispuesto a prestarle
a Mina ese auxilio liberador en función de un
Es este menguado desarrollo de su psi- bien mayor, cuando ésta se lo pide. Por eso le
cología también el responsable de que la alte- dice: "Hija mía, cuente usted con ese amigo, si
ridad no tenga ningún significado para él. Por fuera por su bien. Yo mismo asumiría la res-
eso Drácula entiende al prójimo como mero ali- ponsabilidad ante Dios de proporcionarle esa
mento para su desarrollo. Libera sus energías eutanasia, incluso en estos precisos momentos,
de un modo violento y sádico hacia los demás si eso fuese lo mejor para usted. Es decir, ¡si fue-
98 Stoker, Drácula, ob. cit., p. 432. 102 Cfr. Rise, El padre. El ausente inaceptable, ob. cit., pp. 98-99.
99 Ibidem, p. 152. 103 Cfr. Ibidem, pp. 99-101.
100 Cfr. C. Lasch, La cultura del narcisismo, Santiago de Chile, Andrés Bello, 104 Stoker, Drácula, ob. cit., pp. 574-575.
1999; y Anatrella, Contra la sociedad depresiva, ob. cit. 105 Cfr. Ibidem, p. 521.
101 Stoker, Drácula, ob. cit., pp. 572-573. 106 Ibidem, p. 575.
ra necesario!"^°^ Y más adelante encontramos ta de la frente de Mina. Por eso, en agonía, les
todavía más clara la petición de Mina: "Cuan- dice a sus compañeros: "¡Demos gracias a Dios
do se convenzan de que he cambiado tanto, que de que no haya sido todo en vano! ¡Miren! ¡Su
es preferible que muera a que siga viviendo. frente está tan inmaculada como la nieve! ¡La
Cuando mi cuerpo haya muerto, sin mayor di- maldición ha desaparecido! (...) Y, con amargo
lación me atravesarán con una estaca y me cor- pesar nuestro, el valiente caballero murió con
tarán la cabeza; ¡o harán todo lo necesario para una sonrisa y en silencio"'".
proporcionarme el descanso etemo!"^°^ Y, ante
esto, el Dr. Seward, gran amigo de Mina, llega a Así culmina la novela de Brarh Stoker. La
afirmar: "¡Eutanasia es una palabra excelente y maldición, la amenaza vampírica es eliminada
reconfortante! ¡Estoy muy agradecido a quien- en la medida en que se consigue suprimir su
quiera que la inventase!"^"^ Vemos, por tanto, origen, el conde. Sin embargo, en la historia de
cómo en una cultura de la muerte, la eutanasia las narraciones de ficción, el mito del no-muerto
se puede convertir en una especie de bendición, continúa. Y esa continuación, no es fruto de una
gracias a la transvaloración, antes ya comenta- supuesta supervivencia de Drácula -que sigue
da, entre vida y muerte. Si la vida prevalece so- poblando el imaginario colectivo- sino de una
bre la muerte, aquella tiene un valor absoluto. posibilidad real que queda por explorar en este
Pero si, por el contrario, es la muerte la que ven- mito: la de que el nodo de maldad o de mortali-
ce el pulso, la vida deja de tener un valor abso- dad no sea único, sino múltiple. La pregunta es:
luto y la dignidad pasa a ser un atributo no ya ¿qué sucedería si muriendo Drácula no se extir-
de la vida sino de la muerte, pasándose a hablar para el vampirismo, sino que cada uno de los
de una muerte digna, de una buena muerte, de infectados, de los no-muertos, tuviese una exis-
una eu-thanasia. tencia independiente con respecto a su origen?
Siendo la característica de Drácula la de no tener
Por últirrio, me gustaria hacer mención del señor, ¿no podría ser esa misma característica
final de Drácula. Para acabar con él, la compa- trasmitida a su supuestos hijos? Si contestáse-
ñía de amigos (Jonathan, Holmwood, Seward mos positivamente a esta pregunta, tendríamos
y Morris) tiene que luchar contra los cíngaros la clave de la aparición de un nuevo espécimen
que le protegen. Es en ese duelo final cuando se en la saga de los no-muertos: el zombi.
produce el desenlace: "(...) inmediatamente Jo-
nathan descargó el machete que esgrimía. Grité
al ver cómo le seccionaba el cuello, al mismo Conclusión: el zombi
tiempo que el señor Morris le hundía en el cora- como último no-muerto
zón su cuchillo bowie. (...) Ante nuestros ojos, y
en menos de lo que se tarda en exhalar un suspi- Nuestra idea es que tanto Frankenstein
ro, el cuerpo entero se pulverizó y desapareció como Drácula han tenido éxito no sólo por to-
de nuestra vista""°. Acto seguido Morris mue- car las teclas más profundas de lo humano, lo
re, herido en la escaramuza, pero muere dentro cual se refleja en el éxito en cuanto al número
de una historia con sentido fuerte. Ha sacrifi- de lectores que han tenido en los siglos XIX y
cado su vida evidenciando que lo más queri- XX, sino porque aciertan en el retrato de cómo
do no es la vida cercenada y amenazada por la se empieza a percibir a sí mismo el hombre
muerte, sino la vida-vida, una vida consciente moderno. Lo enuncia con absoluta claridad
de la potencialidad que alberga para atravesar Kappler cuando nos habla del vampiro: "si el
la muerte. Cosa que comprueba justo antes de vampirismo fascina, es porque representa con
morir, al ver cómo desaparece la señal maldi- enorme fuerza una imagen del hombre con-
temporáneo", la imagen de uri muerto en vida.
107 Ibidem, p. 505. "El simbolismo del vampiro es el de la vida en
108 Ibidem, p. 560. la muerte, pero de una vida opaca, triste, eter-
109 Ibidem, p. 567.
110 Ibidem, p. 624-625. 111 Ibidem, p. 625-626.
ñámente frustrada""^. El vampiro es, pues, un de ser un atleta sin par. Hyde también exhibe
"hombre que ha elegido la salvación imposible un tono físico fuera de lo común, y nunca con-
de su cuerpo antes que.la del alma, en la que ya sigue deshacerse totalmente de su lado bueno,
no cree, hombre que no se diferencia de los que lo cual le liga en todo momento a una mora-
vivian en' el sheol hebreo, en los infiernos babi- lidad que en Jekyll no parece depender de un
lónicos, romanos, chinos, en el país de la noche anhelo total de ser -más bien semeja una reco-
eterna""^. Como leemos en el Libro de Job, el pilación de formas victorianas-. Mientras que
sheol es "una región de lobreguez como, las tinie- el último paso, el de Drácuia, es el que más des-
blas espesas, de sombra de muerte, y sin orden ligado está de ese deseo de infinito. El conde sí
alguno, y en la cual la luz es como oscuridad""*. que muestra su titanismo en ese dominio que
O, como leemos en un autor contemporáneo, tiene sobre todo lo material -genera tormentas,
ítalo Calvino: "El infierno de los vivientes no es se metamorfosea en lobo, en murciélago, en ra-
algo que vendrá: ya hay uno, es el que ya está tas, hipnotiza, subyxxga-, pero no desea ser algo
aquí, el infierno en el que habitamos todos los que no es, sino que básicamente quiere sobrevi-
días, el que creamos viviendo jvintos. Hay dos vir y extender su plaga, su condición"^. Ni que
maneras de no sufrirlo. La primera les resulta decir tiene que sus discípulos, pese a mantener
fácil a muchos: aceptar el infierno y sumirse en muchas de las capacidades de su pater, son in-
él hasta el punto de no verlo ya [zombis]. La feriores y encajan, cada vez más, en lo que po-
segunda es arriesgada y exige atención y un dríamos llamar la alienación. Su voluntad ya no
aprendizaje continuo: buscar y saber reconocer es suya, sino la de Drácuia, que, como hemos
quién y qué, en medio del infierno, no es infier- comentado,' no es libre, lo cual quiere decir que
no y darle espacio, hacer que permanezca""^. El no aspira a una satisfacción total de sí mismo, y
no-muerto que el moderno admira en estos dos que el vampirismo es algo así como la voluntad
monstruos míticos es aquél que no sufre en el de poder nietzscheana, que enajenaría impo-
infierno, porque se sume en él de modo que no niéndose y se impondría enajenando.
lo ve ya más, es decir, no se da cuenta de su eter-
na desdicha. La única felicidad está en no sentir Es a partir de ese momento que la tradi-
la infelicidad nunca. El cumplimiento de la vida ción literaria proporciona los materiales nece-
es la misma muerte. sarios para la elaboración imaginativa de un
nuevo personaje de la saga de los no-muertos.
Sin embargo, este viaje hacia la incons- Podríamos decir que el no-muerto está maduro
ciencia del propio corazón, esta adunación de en el imaginario colectivo para llegar a conver-
olvido que se registra en la pseudo-conciencia tirse en zombi. La imaginación es regulada, es
del no-muerto, es algo que se produce progresi- libre, pero fvmciona según unas determinadas
vamente en la historia de la literatura. El mons- leyes. Veamos muy sintéticamente cómo lo ex-
truo de Frankenstein manifiesta su titanismo plica Ricoeur en el campo narrativo.
en el hecho de dar espacio todavía al regurgi-
tar de su anhelo de ser. Lo vemos, por ejem- Como hemos dicho antes: "la narración
plo, cuando, en el diálogo con su creador, en el alcanza su plena significación cuando se con-
Montanvert, afirma: "Amo la vida, aunque sólo vierte en una condición de la existencia tempo-
sea una sucesión de angustias""^. Pero también ral""^. Esto es precisamente lo que éste llama
lo vemos en su exhibición de dones físicos. El mimesis III o lo que Gadamer llamaría la apli-
engendro resiste como ningún otro hombre las cación de la narración, es decir, la intersección
condiciones extremas y las privaciones, además del mundo configurado por la narración con el
mundo en el que la acción efectiva se despliega,
112 C. Kappler, Le monstre. Pouvoir de l'imposture, Paris, PUF, 1980, p. 119. actividad que podemos llamar refiguración, lo
113 Roux, La sangre. Mitos, simbolos y realidades, ob. cit., p. 21 i.
114 /of), X, 21.
117 Se trata de la etemización de la falta de correspondencia, de una de-
115 1. Caivino, Las ciudades invisibles, Madrid, Siruela, 2004, p. 137. sesperanza infinita, de un absoluto sinsentido.
116 Shelley, Frankestein o el moderno Prometeo, ob. cit., p. 217. 118 Ricoeur, Tiempo y narración (Vol. ¡), ob. cit., p. 117.
cual sucede a través de la experiencia de la "lec- que aquí se trata consiste en la ampliación de la
tura""^. En ella, dos rasgos del acto configuran- legibilidad previa que la acción debe a los intér-
te que es mimesis II, el "esquematismo"^^" y la pretes que trabajan ya en ella"^^^.
"tradicionalidad"^^^ hacen evidente un pasaje
bidireccional del mundo del texto hacia el mun- Hecha esta breve explicación teórica, vol-
do de la acción, y de la actividad lectora hacia vamos a su aplicación al no-muerto. Hoy, la
la operatividad de la escritura. Es decir, propor- Real Academia de la Lengua Española registra
cionan las líneas directrices para el encuentro el sustantivo zombi con el siguiente significado:
entre el texto y su lector. "Persona que se supone muerta y que ha sido
reanimada por arte de brujería, con el fin de do-
El esquematismo consiste en que "la cons- minar su voluntad". Son precisamente éstas las
trucción de la trama engendra igualmente la características fundamentales del zombi: el ser
inteligibilidad mixta entre (...) el tema, el "pensa- un no-muerto, cuyo culmen es la alienación.
miento" de la historia narrada, y la presentación
intuitiva de las circunstancias, de los caracteres, Independientemente de las reelaboracio-
de los episodios y de los cambios de fortuna que nes cinematográficas que se han producido en
crean el desenlace"'^. Y este esquematismo se el imaginario colecfivo de las figuras del mons-
constituye en tradición, entendida ésta como truo de Frankenstein y de Drácula, que darían,
"la transmisión viva de una innovación capaz por sí mismas, para otro artículo, queremos
de reactivarse constantemente por el retomo a ahora sólo mencionar las dos películas donde,
los momentos más creadores del hacer poético", según la crítica, aparece en toda su potencia el
y, por tanto, presupone "el juego de la innova- sub-género zombi, de tan frecuente presencia
ción y de la sedimentación"'^. Esto nos permite hoy en nuestras carteleras. Éstas son: Invasión of
descubrir el pasaje entre mimesis II y III, entre the Body Snatchers (1956), de Don Siegel, y Night
configuración y refiguración, ya que: "el acto de of the Living Dead (1968), de George A. Romero.
leer también acompaña al juego de la innova- La primera fue rodada en pleno auge del McCa-
ción y de la meditación de los paradigmas que rthysmo y del miedo que se quería azuzar ante
esquematizan la construcción de la trama". la posible alienación comunista. La segunda, en
ocasión de la guerra del Vietnam y de la Rebe-
Así, podemos decir con Ricoeur, que "el lión de los niños. También desde aquí se abre
texto sólo se hace obra en la interacción de texto otra posible línea de investigación sobre la alie-
y receptor "^^^ momento en el que la pimta de nación politica que ahora no podemos apurar.
lanza que es toda narración vuelve al mundo,
"re-significando lo que ya se había pre-signifi- Desde lo explicado hasta el momento sólo
cado en el plano del obrar humano"^^^. Mime- queremos sugerir una hipótesis. La génesis y
sis III, así, desemboca o provoca, a la vez que el desarrollo narrafivos del no-muerto parecen
modifica, las posibilidades de mimesis I -pre- estar en circulación, a través de una espiral mi-
figuración-, ya que, como nos dice Ricoeur, "el mética, con la génesis y el desarrollo de un nue-
ser-en-el-mundo es, según la narratividad, un vo modelo de hombre en la modernidad y la
ser en el mundo marcado ya por la práctica del posmodemidad. Ricoeur describe esta relación
lenguaje correspondiente a esta pre-compren- entre tiempo y relato, entre experiencia y narra-
sión [mimesis I]. La ampliación icónica de la ción, del siguiente modo: "vina espiral sin fin
que hace pasar la meditación varias veces por el
119 Cfr. Ibidem, pp. 151ss. mismo punto, pero a una altura diferente"^^^. Por
120 Ibidem, p. 140. eso podemos afirmar que el círculo hermenéuti-
121 Cfr. Ibidem, pp. 140-141. co entre el texto y la acción es un círculo sano.
122 Ibidem, p. 140.
123 Ibidem, p. 141.
124 Ibidem, p. 152. 126 ídem.
125 Ibidem, p. 158. 127 Ibidem, p. 145.
El no-muerto titánico coincide con el mo- esta creación de la era técnica que reduce a pa-
delo de hombre que propone la modernidad. cotilla las obras del espíritu (o, como se dice en
Alguien que quiere darse a sí mismo la inmor- América, de entertainment). Y la vida guiada
talidad, dejando a Dios relegado en el olvido o por el pensamiento cede suavemente su lugar
matándolo, como si fuese un fantasma subjeti- al terrible y ridículo cara a cara del fémático con
vo. Mientras ese plan se extiende históricamen- el
te, vamos asistiendo, de la mano de los narra-
dores de historias de ficción a un diagnóstico Sin embargo, no queremos acabar sin
del problema y a una observación de los efectos lanzar también una hipótesis sobre la posible
del avance de dicho plan. El monstruo es cada solución a la plaga. En las novelas que hemos
vez menos libre, hasta que llega el momento comentado se observa una cierta evolución tam-
en que no sólo pierde la libertad, sino que se bién a este respecto. Frankenstein muere con
convierte en esclavo y es pilotado desde fuera, su engendro, Jekyll bebe el cianuro con Hyde.
como el zombi. Sin embargo, Drácula ya es aniquilado por una
compañía de hombres que siguen un ideal di-
El zombi, como se ha dicho, no existe. vino y presente en su propia amistad. Si obser-
No es posible encontrar su referencia prima- vamos los filmes de zombis, descubrimos que,
ria, porque su referencia es desdoblada. Nos en muchos de ellos, la posibilidad de supervi-
habla metafóricamente del Narciso de hoy, de vencia del hombre pasa por la aparición de una
ese hombre que se tiene a sí mismo como ideal, comunidad que toma conciencia del problema
cuya vida es esclava de sus apetitos en cada ins- que se plantea y decide combatir unitariamen-i
tante y que, por tanto, va perdiendo su identi- te, cuando no se produce una selección natural
dad, es decir, la tensión de un relato unitario entre ellos sobreviviendo algún determinado
que la posibilita, para pasar a fragmentarse personaje en tanto que defensor o encamación
pulsionalmente. El super-mercado posmoder- de determinados principios.
no parece irle como anillo al dedo a este mode-
lo narcisista para sostenerlo en su modo de ser. Así, la única respuesta pasa pues por el
El sistema se constituye así en la Gran Madre verdadero antídoto del narcisismo, que Camus
que permite al Narciso vivir perpetuamente en describía del siguiente modo en sus Carnets:
la apariencia del vientre materno, donde es el "Reconocí que es verdad que existen algunas
centro, tiene todo lo que necesita y no precisa personas más grandes y auténticas que otras. Y
tomar conciencia de la realidad. Ésta es la tesis que forman a través del mundo una sociedad
que parece hilar ima de las últimas películas del invisible y visible que justificaba el vivir"^^^.B
sub-género zombi, Shaun of the Dead (2004), de
Edgar Wright, que al final parece tener que reír-
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