Вы находитесь на странице: 1из 236

1

2
“Querer ser libre.
Querer ser yo.
Tratar de hacer que la gente vea.
Y acepte el verdadero yo”.
~ Scott Lentine ~

3
INDICE

Índice 18

Sinopsis 19

1 20

2 21

3 22

4 23

5 24

6 25

7 26

8 27

9 28

10 29
4
11 30

12 31

13 32

14 33

15 Epilogo

16 Autora

17
SINOPSIS

Soy un bicho raro, una inadaptada, un final extraño.


Abandonada y sin amor.
Pero mi felicidad está tan cerca que puedo saborearla.
Hasta que él aparece.
Precioso, caro y todo hombre.
Con tristes ojos marrones y una brillante sonrisa.
Y quiere que vaya con él.
Sus intenciones están ocultas.
Sus motivos no son claros.
Sin embargo, me voy con él porque no hay felicidad aquí.
Lo que promete parece demasiado bueno para ser verdad...
Un castillo. Una fortuna. Y caballos también.
Es demasiado fácil.
Nada en mi vida ha sido fácil.
¿Cuál es el truco?
Siempre hay un truco.

5
NOTA DEL AUTOR

Querido lector,
Hay mucha investigación detrás de este libro. Los personajes en esta
historia son la mezcla perfecta de mis hallazgos durante una extensa
investigación y horas de observar documentales, así como, mi propio giro
creativo. Una cosa que aprendí mientras escribía este libro es que cada
persona es única. No hay dos personas iguales. Y esa es la belleza de las
personas. Ser diferente es asombroso. Aprovechen a esos que no son
como ustedes, porque todos tienen algo que ofrecer.
Espero que disfruten de la lectura.

K Webster

6
PRIMERA PARTE

7
PRÓLOGO
Phillip
Iglesia Freedom Mountain - 25 de diciembre de 1999

El pastor Joe habla sobre el plan de Dios. Todo sucede por una
razón. La vida es una serie de pruebas presentadas por el Señor. Tal vez
hace cinco años, me habría tragado toda esta excusa. Pero no lo hago.
Porque es solo eso, una excusa. Una razón para explicar lo malo. Dios no
nos está vigilando y probándonos. Él está jugando con nuestros
corazones.
Un grito interrumpe el servicio y varios miembros de la iglesia me
miran. Como diácono y miembro de largo tiempo, se esperan ciertas cosas
de mí. ¿Y esto? Esta es una de esas cosas de las que me debo ocupar.
Normalmente, me estaría levantando con gran pesar y un suspiro
saliendo de mis labios. Este domingo por la noche, estoy ansioso.
Quiero escabullirme.
Escapar.
Demostrarle a Dios que no me gusta su plan y que yo dictaré el mío.
Me disculpo bajito y esquivo a varias mujeres que se sientan
convenientemente cerca de mí todos los domingos. Como si estuviera
buscando presas. Maggie solo ha estado muerta un año. Probablemente
8 nunca vuelva a estar al acecho. El plan de Dios era casarme con ella. Y
no importa cuántas escrituras lea, no puedo entender por qué.
Otro chillido me hace acelerar el paso.
Salgo corriendo del santuario hacia el vestíbulo. Estoy a punto de
dirigirme hacia las oficinas y guardería de la iglesia cuando el sonido me
llama desde mi izquierda. Apena fuera de las puertas. Con un gesto de
confusión, salgo.
Esta noche está nevando; apropiado porque es Navidad. Para mí, es
un recordatorio de que necesito conducir con cuidado más tarde. Llevaré
una carga preciosa a cuestas. Helados copos de nieve golpean mi rostro
cuando una ráfaga de viento se arremolina a mi alrededor. Como no tomé
mi abrigo, tiemblo con mi chaleco rojo brillante de Navidad y mi camisa
de vestir blanca. Escaneo el lado de la iglesia y el estacionamiento repleto
de autos. La mayoría de estas personas solo viene una vez al año. Como
si el nacimiento de Jesús fuera un evento trascendental, pero los otros
trescientos sesenta y cuatro días carecieran de importancia. El próximo
domingo, será negocios como de costumbre con la congregación normal
de más de doscientos.
Los chillidos se reanudan y miro estupefacto a la escena del
nacimiento fuera de la iglesia. Quedo congelado, como si el aire frío ya
hubiera llegado a mí, y no me muevo ni un centímetro hasta que veo
movimiento.
Una mano.
Pequeña y feroz.
Balanceándose.
Ve.
La voz en la parte posterior de mi cabeza se parece tanto a la de
Maggie que casi colapso. Mis rodillas tiemblan y me duele el corazón, pero
empiezo a avanzar.
Un bebé.
Hay un bebé, real y vivo, acostado en el pesebre.
Increíble.
Sacudo mi aturdimiento y me apresuro hacia el nacimiento. Cuando
caigo de rodillas en la nieve que ahora cubre la tierra con un par de
centímetros de grosor, mi corazón amenaza con abrirse de par en par.
Dentro del pesebre hay un bebé temblando incontrolablemente por el frío.
El bebé está envuelto en una manta raída. Un pequeño puño azulado se
agita en el aire como si el niño también quisiera saber cuál es el plan de
9 Dios que lo llevó a ser abandonado en la nieve frente a una iglesia. Hay
una nota debajo de una bolsa de sándwich llena de centavos que
revolotea con el viento.
Tiro de la nota y leo la escritura toscamente garabateada.
Su nombre es Casey.
Está enferma.
Esto es todo lo que tengo.
Por favor cuídenla porque yo no puedo.
Las náuseas revuelven mi vientre y casi vomito el festín que tuvimos
antes en la sala de la hermandad. ¿Qué tipo de monstruo enfermo deja a
un niño así? Rápidamente, jalo del bebé a mis brazos para tratar de
calentarlo. Se sacude violentamente. Me levanto y me apresuro hacia el
edificio, todo el tiempo mientras el bebé grazna en mis brazos. Tan pronto
como llego dentro, lejos del frío que te congela los huesos, aparto la
manta para mirar al bebé correctamente.
Deja de gemir y me mira.
Ojos azul pálido.
Conmovedores.
Tristes.
Tanta vida en la expresión de un pequeño.
Trago la emoción y los pensamientos pidiéndome que reclame este
bebé como mío. Si Maggie estuviera aquí, ya estaría hablando por teléfono
tratando de averiguar cómo podríamos adoptar a la niña. El dolor me
atraviesa.
Maggie no está aquí.
Maggie se ha ido.
Ella siempre fue la mitad más fuerte. Sin ella, soy el fantasma de
una persona. Ciertamente, no lo suficientemente fuerte para esto
también. Apenas puedo arreglarme con lo que tengo.
—Lo siento, pequeña. —La abrazo y atravieso las puertas del
santuario—. Joe, llama al novecientos once. Encontré un bebé.
La bebé comienza a llorar nuevamente y me niego a mirarla a los
ojos otra vez.
La pequeña Casey.
Ella irá a un hogar. Un hogar amoroso. Con dos padres devotos. Los
bebés son adoptados todos los días y ella no será diferente.
10 Simplemente no será por mí.
Porque no tengo a mi Maggie.
Y sin ella, esta niña nunca tendría lo que se merece.
Se merece algo más que el abandono de una madre no apta. Se
merece más que un viudo que está enfermo e infectado por el dolor y la
depresión. Se merece vida, justo como esa que parpadeaba en sus ojos.
Ella se merece más.
Y la enviaré de regreso al mundo donde alguien más pueda dárselo.
UNO
Casey
Presente

Clic. Clic. Clic. Clic. Clic. Clic.


—Casey —interrumpió la doctora Cohen; sus ojos entrecerrados con
irritación.
Hago clic con mi pluma una vez más y me encojo de hombros.
—¿Sí?
—Te pregunté cómo iba la escuela. —Está tranquila una vez más,
compuesta después de su breve enloquecimiento. Es mi objetivo en la
vida. ¿Cuántas veces puedo hacer que la doctora Cohen pierda la calma
durante nuestras sesiones?
Hasta ahora, la mayor cantidad fueron cinco.
Y ese día, acortó nuestra sesión.
—La escuela está bien. —Le doy la respuesta enlatada que quiere
escuchar. No le digo que odio a mis maestros. Que odio a los estudiantes.
Que odio todo. Especialmente, no le digo que ayer busqué en Internet
cómo tomar la prueba para obtener mi GED1. Tendré dieciocho en dos
meses y no planeo quedarme después de eso.
—Define bien —alienta, con su pluma preparada para tomar notas.
11 Clic. Clic. Clic.
Intento mirarla. Sus ojos se mueven nerviosamente.
—Como súper bien —digo con impertinencia y luego me río.
Ella descruza las piernas y se inclina hacia adelante.
—Querida, esto no es un juego.
Ahhh, esa será la primera vez que dice esa frase hoy. Siempre la
dice. Siempre.
—La escuela está bien —digo con un bufido—. Aburrida como
siempre.

1GED: o General Educational Development Test (“Examen de Desarrollo de Educación


General”) es una certificación para el estudiante que haya aprendido los requisitos
necesarios del nivel de escuela preparatoria estadounidense o canadiense.
Su ceja oscura se levanta en pregunta.
—¿Aburrida? —Arrastra el archivo en su regazo—. Tu último
informe de progreso dice que tienes un cinco en inglés.
Clic. Clic.
—Sí, ¿y?
Sus labios se juntan.
—Necesitas una mejor calificación. ¿Cómo esperas ir a la
universidad y...?
La interrumpo haciendo clic incesantemente con mi pluma.
Clicclicclicclicclicclicclicclicclicclicclicclicclicclic.
—No voy a ir a la universidad. —Alzo mi barbilla, pero en lugar de
enfrentar su mirada furiosa, miro el reloj. Casi es hora de largarse.
—Es hora de crecer, Casey —reprende. Querida, esto no es un juego.
Sé que quiere decirlo. Sus labios se contraen ya que apenas se encuentra
contenido en su boca.
Sonrío.
—Tengo casi dieciocho.
Si a un psiquiatra se le permitiera poner los ojos en blanco, lo haría
ahora mismo. De alguna manera, a pesar de mi burla, se las arregla para
refrenarse.
—Sabes a lo que me refiero.
Sé a lo que se refiere. Desafortunadamente, ella nunca podría saber
qué tipo de crecimiento he tenido que hacer. Nací de una adicta a la
cocaína y al crack que me abandonó en un pesebre en una iglesia. Es tan
12 cliché, pero esta no es una película de Hallmark con un final feliz. Esta
es mi vida inútil. Resulta que los bebés que nacen de madres adictas
también son adictos. Bajo peso al nacer y cabezas que son pequeñas en
circunferencia. Los bebés con drogas en su sistema comienzan la
abstinencia un par de días después. Sacudones. Llanto incontrolable.
Infelicidad general. Mi madre biológica me envió a este mundo de la
manera más de mierda posible. Me dejó incapaz de valerme por mí
misma, una enana contra otros bebés de mi edad, y con la mayor
desventaja.
Nadie adopta a un bebé como yo.
El único bebé gritando en la sala.
La niña que nadie podría hacer feliz.
Crecí con cuidadores igualmente infelices y cuando tenía edad
suficiente, comencé a rebotar en el sistema como una pelota en una
máquina de pinball. Excepto que yo, no ganaba un premio al final. Nada
de luces parpadeantes y música emocionante. Para mí, siempre era nada.
Cuando cumpla dieciocho, finalmente estaré preparada para salir al
mundo y encontrar mi felicidad. Está ahí. Solo tengo que localizarla.
—No soy lo suficientemente inteligente para ir a la universidad —
admito, mi voz es melancólica.
Ella se ablanda cuando un suspiro se le escapa.
—Querida, eres lo suficientemente inteligente. Simplemente no lo
suficientemente enfocada. ¿Cómo está funcionando el nuevo
medicamento que te receté? ¿Puedes concentrarte?
Aparentemente, ser un bebé del crack también significa que estoy
en desventaja neurológica según la doctora Cohen. Me han diagnosticado
Síndrome del Déficit de Atención y ansiedad.
Clic. Clic. Clic.
Miro el reloj otra vez.
—No me gusta esa medicina. Me adormece.
—Se supone que te haga adormecer. Bueno, que te centre de todos
modos. Se supone que calme los pensamientos aislados que corren
desenfrenados en tu mente para que puedas enfocarte en lo que está
frente a ti.
¿Sería un mal momento decirle que solo tomé uno y luego le vendí
el resto a mi hermano adoptivo?
Probablemente.
13
—Sí, está bien. —Le lanzo una brillante sonrisa que es falsa pero
que me ayuda cuando más la necesito—. Oh, hombre, mira la hora —le
digo con una mueca falsa—. Parece hemos terminado hasta el próximo
mes.
Ella asiente y garabatea algo en su archivo. No espero a que diga
nada más. Ya ha dicho demasiado. Temo mis reuniones con ella. No
ayudan. Corremos en círculos. Ella quiere ayudarme con algo con lo que
no necesito ayuda. Es un desperdicio del tiempo de todos.
Tan pronto como cierro la puerta detrás de mí, me deslizo en el baño
de señoras antes de tener que salir y tratar con mi padre de crianza
temporal, Guy. El peor nombre de todos. A veces lo llamo Amigo2, en su

2Juego de palabras: el personaje se llama Guy y la protagonista lo llama Dude, ambas


palabras pueden traducirse como tío, tipo, amigo.
lugar, solo para joderlo. El tipo es el imbécil más grande en el planeta.
Cómo es que alguien se mete en la tarea de ayudar a niños y adolescentes
cuando claramente los odia, está más allá de mí. Claro, he estado en
algunas casas donde los hombres miran lascivamente, pero generalmente
miran lascivamente a las otras chicas. No a las enanas pequeñas y
desordenadas. La niña duendecilla ligeramente bronceada y rubia pálida
con ojos demasiado grandes para su rostro.
Una vez dentro del baño, coloco mi mochila en el mostrador y echo
un vistazo a mi reflejo. El brillo ha desaparecido de mis labios, así que
hurgo en mi bolso en busca de él. Tomándome mi tiempo, pinto mis labios
de un rosa brillante. A lo largo de los años, he robado maquillaje de
personas y lugares. Es mi especie de terapia, pintarme para ser alguien
que quiero ser. Decido que mi madre biológica se parece a mí y cuanto
más oscuras y dramáticas sean las líneas de mi delineador de ojos, menos
me parezco a ella.
Mi estómago se queja, pero trato de ignorarlo. No le mencioné a la
doctora Cohen que una chica llamada Monique me empuja contra los
casilleros todos los días en clase de gimnasia mientras revisa mi bolso
para llevarse el poco dinero que tengo. Soy demasiado orgullosa para
comer el almuerzo gratis, así que me muero de hambre todos los días en
la escuela. Espero que esta noche Guy cocine algo bueno. Es lo único
para lo que es bueno.
—Dos meses más —me prometo con un suspiro.
Me pongo mi mochila y salgo del baño para ir a buscar a mi tutor.
Él está sentado en la sala de espera, con el ojo puesto en una de las
madres en la habitación. Ella está inclinada tratando de convencer a una
joven que parece unos años mayor que yo. La gente aquí tiene verdaderos
14 problemas psicológicos; y de alguna manera quedé atrapada aquí. Por ser
un bebé del crack y todo eso.
Chasqueando los dedos, hago señas con la cabeza.
—Amigo, vámonos.
La irritación transforma sus facciones, pero luego su mirada regresa
al trasero de la mamá sexy. Me alegro que le gusten las tetas y las curvas
porque eso significa que nunca dirigirá su mirada lasciva hacia mí.
Empujo la puerta y me detengo por un momento. Es principios de
noviembre pero no es excepcionalmente cálido hoy. El sol brilla
cálidamente en mi rostro y tengo la necesidad de sentarme aquí en los
escalones y disfrutar de los rayos.
Nunca puedo mantener el calor. Vivo vistiendo sudaderas con
capucha y vaqueros. Debajo de mantas y cerca de hogueras. Mi médico
dice que es porque, eso es, fui un bebé del crack.
Gracias por eso, ma.
Los coches zumban por delante, pero lo que atrae mi atención es un
centavo brillando en el hormigón. He leído los artículos de cuando me
encontraron. Los medios afectuosamente me llamaron Casey Cocaína, la
misteriosa bebé adicta a las drogas. Una manta, una simple nota y una
bolsa de centavos, eran las únicas cosas a mi nombre. El gobierno, ya
que no pudo ubicar a mi madre biológica, oficialmente me llamó Casey
Doe. Por supuesto, odio ese maldito apellido y opté por uno diferente.
Cuando alguien pregunta, soy Casey White. La bebé encontrada cubierta
de nieve.
Blanca.
Limpia.
Un nuevo comienzo.
Cuando pueda hacerlo legalmente, cambiaré mi apellido a lo que
quiero.
Me acerco al centavo y me inclino para recogerlo, pero alguien lo
recoge antes de que pueda llegar a él.
—¡Oye! —grito.
Levanto mi mirada y encuentro el par de ojos marrones más intensos
que he visto en mi vida. Por un momento, el hombre me mira como si
pudiera ver directamente mi alma. Todas las partes feas y tristes.
No puedo pestañear.
15 No puedo pensar.
Simplemente le regreso la mirada.
Alguien a su lado jadea mientras Guy me toma del codo y me aparta.
—No seas tan bicho raro —dice bruscamente y me lleva a su
camioneta de mierda—. Juro que no puedo llevar tu escuálido trasero a
ninguna parte.
Aparto mi brazo de su agarre y paso al lado del pasajero. Una vez
que estoy en el vehículo, miro hacia arriba para ver al hombre
mirándome. Su brazo está extendido hacia mí y el centavo en su palma
brilla a la luz del sol.
Demasiado tarde, amigo, ahora es tuyo.
Le doy un encogimiento de hombros y un leve saludo mientras Guy
saca el auto del estacionamiento. En el momento en que su música
country comienza a sonar, meto mis auriculares en mis orejas y enciendo
a Meg Myers para que pueda ahogar el mundo. Cierro los ojos y trato de
no contar cada segundo hasta que mi vida finalmente comience.

Dos semanas después…

—¡Casey! —grita Guy desde la sala de estar.


Intento ignorarlo mientras miro el diploma en mis manos y mastico
mi chicle.
Smack. Smack. Smack.
Lo hice. Conseguí mi maldito GED. Por supuesto, tuve que robarle
el dinero a Guy para pagar la tarifa. Lo que él no sabe no lo lastimará.
Me sentí orgullosa cuando lo estampé en el escritorio del consejero en la
escuela y dije que había terminado con su agujero del infierno. Que ya
no era su prisionera. Tomó al director, al consejero y a mi asistente social
determinar que ya no estaba obligada a ir al colegio. Todavía estoy
atascada bajo el cuidado de Guy, por desgracia, hasta Navidad. Entonces,
he terminado.
Smack. Smack. Smack.
—¡Casey! ¡Maldita sea, trae tu trasero aquí!
Resoplo mientras pongo el diploma en mi mochila. La llevo llena de
mis pertenencias mínimas en caso de tener que salir corriendo en
cualquier momento. Con el correr de los años, muy a menudo me
16 sacaban de una casa y me ponían en otra con ninguna advertencia. Al
principio, lloraba por las cosas que dejaba atrás. Ahora, simplemente
estoy lista para llevarlas conmigo. Dejo mi mochila en la cama y agarro
mi gorro de camino afuera del dormitorio que comparto con otra chica.
Un frente frío entró hace unos días e incluso las capas no ayudan a
mantenerme cálida. Me meto la gorra en la cabeza y me dirijo a la sala de
estar.
—Ahhh, ahí está la Pequeña Señorita Rayo de Sol —dice Guy con
orgullo.
Casi me atraganto con mi chicle. ¿Desde cuándo Guy es de tipo
paternal? Con la sospecha tirando de mi interior, lo miro con furia. Sus
bolsillos están abultados y un grueso fajo de billetes sobresale por el
borde.
—Aquí está. Casey Doe. —Guy se acerca a mí y me agarra dándome
un abrazo de costado que hace que mi piel se erice—. Estamos muy
orgullosos de ella. Acaba de obtener su GED.
—Eso es impresionante —murmura una voz baja y profunda.
Muevo mi cabeza hacia el sonido. Al principio todo lo que veo son
zapatos. Negros. Elegantes. Brillantes. Costosos. Mi mirada sigue hacia
arriba, a unos pantalones, a un cinturón asegurado en su cintura, junto
con una elegante corbata negra, y un cuello bronceado. Su mandíbula es
angulosa y cincelada, espolvoreada con cabello oscuro. Cuando mis ojos
aterrizan en su boca, una sonrisa genuina se muestra en sus labios
carnosos. Mi atención se enfoca en sus ojos.
Marrones.
Atractivos.
Curiosos.
Tristes.
Parpadeo con confusión, inmovilizada en su mirada. Es familiar,
como si hubiera mirado sus ojos una vez antes. Aun así, no podía
ubicarlo.
—Soy Tyler Kline —dice con voz suave y cálida—. Encantado de
conocerte.
Observo su mano extendida con desconfianza.
—Hola.
Smack. Smack. Smack.
Ahora que mi chicle ya no se aloja en mi garganta, lo mastico
nerviosamente.
17
Su sonrisa se ilumina.
—Hola.
Smack. Smack. Smack.
Levanto una ceja en pregunta y eso lo impulsa a continuar.
—Vendrás a casa conmigo —dice suavemente. La tristeza parpadea
en sus ojos marrones. Hace que mi corazón se apriete.
—¿Por qué? —exijo y me aparto del abrazo de Guy—. ¿Dónde está
Lola? —Mi trabajadora social siempre está presente durante mis
transferencias.
—Lola dijo que daba el visto bueno —dice Guy, su voz es apretada
por la mentira en su lengua.
Cruzo los brazos sobre mi pequeño pecho y me estremezco. No puedo
decir si es del frío o de la inquietud. De cualquier manera, no iré con este
extraño.
—¿Tienes frío? —pregunta Tyler; hay genuina preocupación
mostrándose en sus rasgos. Algo sobre la acción me tranquiliza un poco.
—Siempre —murmuro.
—Mi casa es cálida. —Sus ojos marrones me suplican.
—Créeme, niña, estarás mucho más feliz en su casa —insta Guy.
Miro a Guy.
—¿Te pagó? —Hago gestos hacia su abultado bolsillo—. ¿Qué está
pasando aquí?
Tyler se pone tenso y da un paso hacia mí. Cuando su mano se cierra
sobre mi hombro, no me encojo o retrocedo. Su mano es cálida y
reconfortante.
—Por favor, Casey.
No niña. Ni cariño. Ni marginada inútil.
Casey.
—Soy Casey White, no Casey Doe —suelto, con ardientes lágrimas
en los ojos.
Tyler da un paso al costado hasta que está frente a mí. Su mano
cálida permanece en mi hombro. Él es mucho más alto que yo y huele
bien.
—Me gusta más ese nombre —confía en un susurro—. Por favor, ven
conmigo. Te daré todo lo que quieras.
18 Lo miro boquiabierta y luego empiezo a reír.
—Quiero un auto nuevo. —Sonrío ante mi audaz demanda.
Tyler me sonríe, mostrando dientes blancos y brillantes, y confianza
en sí mismo.
—Iremos a buscarte uno ahora. El nuevo Mercedes tiene las mejores
calificaciones en seguridad. ¿Qué color preferirías?
—¿Q-qué? —tartamudeo.
—Cualquier cosa.
La palabra sale de mi boca antes de que pueda detenerla.
—Está bien. —¿Está bien? ¿Escaparse con este extraño, que
claramente pagó a tu padre adoptivo, porque te está ofreciendo un coche?
¿Estás loca?
Querida, esto no es un juego.
La doctora Cohen tiene razón. Esto no es un juego. Esta es mi vida
y necesito seguir adelante tan pronto como pueda. Con un auto, puedo
salir disparada en el momento en que cumpla dieciocho años y estar a
medio camino atravesando los Estados Unidos antes de que alguien se
dé cuenta o se preocupe. Mi comienzo en mi nueva vida está tan cerca
que puedo saborearlo.
Me aclaro la garganta y levanto la barbilla.
—Está bien.
Tyler sonríe de nuevo, dándole a mi hombro un apretón de apoyo.
—Gracias, Casey. No te decepcionaré.
No tengo tiempo para procesar sus palabras antes de que Guy
empuje mi mochila en mis brazos y nos saque por la puerta.
Todos me decepcionan, incluida mi madre.
¿Por qué Tyler Kline cree que es diferente?

19
DOS
Tyler
Me he rebajado a un nuevo nivel.
Le pagué a un hombre veinte mil dólares en efectivo para que me
permitiera llevarme a su hija de crianza. Esperaba resistencia o un
cambio de idea. No esperaba entregar el dinero y que diez minutos más
tarde la tuviera en mi auto mientras recorremos la ciudad. Él quiso mi
nombre y mi dirección como su única condición. Con mucho gusto se los
di, junto con el dinero, porque nada más importaba.
Nada más que ella.
Le habría dado todo.
Todo lo que tenía que hacer era pedir.
Mierda.
Esta mierda es ilegal como el infierno.
Tengo treinta y dos años. Ciertamente no soy quien para llevarme a
una adolescente.
Pero tengo mis razones. Son buenas razones. Tienen sentido. Solo
tengo que avanzar con cuidado. Un paso en la dirección incorrecta podría
hacer que todo se estrellara a mi alrededor.
Smack. Smack. Smack.
20 Ella mastica el chicle como si no supiera qué más hacer. Y con un
fuerte agarre se aferra a su mochila raída. Está rota, manchada y quiero
reemplazarla. Quiero darle todo.
Porque necesito todo de ella.
—¿Tienes hambre? —pregunto, lanzando mis ojos a su rostro.
Ella se tensa.
—Sí.
—¿Qué quieres?
Lentamente, su cabeza se dirige hacia mí. Me alegro de que estamos
parados en un semáforo porque puedo inspeccionar correctamente su
rostro. Todavía estoy tratando de entender qué sucede con ella que
atraviesa la oscuridad e incorpora luz. Sus grandes ojos azules
parpadean inocentemente hacia mí. Es tan jodidamente pequeña. Sus
ropas tragan su cuerpo. Su gorro de media llega hasta su ceño, pero a
pesar de toda la ropa, tiene frío. Su nariz está rosa y se estremece.
Me estiro y enciendo la calefacción a pesar del hecho de que estoy
sudando la gota gorda. Estoy en territorio desconocido aquí. Todos los
días hago negocios y amortiguo el futuro de mi familia. ¿Pero esto? Esto,
no lo entiendo.
Hay mucho sobre este mundo, sobre las personas, que no entiendo.
Es algo que simplemente he llegado a aceptar.
—¿Carne? —pregunto.
—No lo sé... —Mira por la ventana y se encoge de hombros—.
¿Quieres la honesta verdad?
Sonrío.
—La honesta verdad.
Su cabeza se vuelve hacia mí y sus fríos ojos azules se clavan en mí.
—Nunca la he probado.
Estoy a punto de reírme de su broma cuando me doy cuenta de que
no es una broma. Esta pobre niña sin amor nunca ha probado algo que
yo doy por hecho. Una de mis comidas favoritas. Enciendo mi
intermitente y me dirijo a uno de los mejores restaurantes de carnes de
la ciudad.
—El Cerdo Boquiabierto —dice mientras lee el letrero—. Suena
apetitoso.
Una risa se me escapa esta vez.
—Es la mejor comida que probarás jamás.

21 —No tomará mucho vencer eso —dice en un tono seco.


Estaciono en un espacio y apago el automóvil.
—Te compraré ropa más abrigada. Tomaremos la cena y luego
iremos al centro comercial. ¿Está bien?
Sus ojos se estrechan mientras trata de leerme.
—¿Qué quieres de mí? —Un rápido destello de miedo baila en sus
ojos.
El terror me inunda. Ni una vez pensé que ella pensaría que la
querría sexualmente. Mierda.
—Um, nada —digo rápidamente—. Bueno —gimo—, está bien, sí
quiero algo.
Ella se pone rígida.
—Tal vez deberías llevarme de regreso. Lo que sea que quieras, no
seré buena en ello. No sé cómo hacer eso. Créeme.
Niego con la cabeza.
—No es eso. Lo prometo. Lo que necesito es mucho más simple. Solo
te necesito a ti.
—No voy a mentir, Tyler. Esto se está volviendo espeluznante.
Frotándome la palma de la mano sobre el rostro, asiento.
—Real y jodidamente espeluznante —estoy de acuerdo—. Prometo
que no soy un bicho raro. Puedes confiar en mí.
—Dice cada hombre que lleva a una jovencita a una furgoneta...
La culpabilidad me molesta porque hay cosas que es mejor si no se
dicen. Algo me dice que las cosas no dichas la molestarían.
—Solo déjame alimentarte, Casey. Eso es todo lo que quiero hacer
ahora mismo.
Ella empuja la puerta del auto y se estremece cuando una ráfaga de
aire frío se precipita dentro.
—Ahora mismo.
Mierda.
Salgo de mi Audi y camino detrás de ella. Para ser un chichón del
piso se mueve rápido. Apenas llega a la elegante entrada cuando llego
detrás de ella. Tomo el picaporte de la puerta del restaurante y la abro
para ella.
—Damas primero.
Ella resopla.
22 —No veo una dama.
—¿Cómo puedo ayudar…? —La anfitriona se detiene al ver a Casey.
Me aclaro la garganta y abro la boca, pero Casey me gana.
—Mesa para dos. Cerca de una salida. Este es un poco sospechoso
y necesito hacer un escape rápido si se pone descarado —dice Casey.
La anfitriona la mira antes de mirarme impotente.
—Dos. Ventana. Ruta de escape a la vista —estoy de acuerdo con
una sonrisa cortés.
Ella agarra dos menús y asiente.
—Por supuesto. Por aquí.
Casey me muestra una sonrisa maliciosa que calienta mi corazón.
Esto. Esto es exactamente el por qué ella está aquí. Puede que no entienda
a la gente, pero ciertamente entiendo esto. La electricidad zumba debajo
de su superficie. Ella no es alguien que encaja dentro de un molde. Las
personas como ella son raras. Las personas como ella merecen encontrar
otras personas que compartan ese mismo zumbido.
Cuando llegamos a la mesa, aparto el asiento de Casey y la invito a
sentarse. Ella me mira con cautela pero se deja caer en la silla. Una vez
que me siento, un mozo se acerca a nosotros.
—¿Qué puedo traerles para beber? —pregunta el hombre.
—Voy a tomar un vaso de su mejor vino. —Su ceja se levanta con
desafío mientras me mira.
Niego con la cabeza.
—Coca Cola. ¿Puede traernos un par de vasos?
El mozo asiente y se va.
—No eres divertido —dice con un suspiro. Se mueve nerviosamente
en su asiento, atrayendo la atención de otros. No me avergüenzo. Nada
me avergüenza.
—Soy un criminal.
Ella levanta una ceja, pero no parece aterrorizada por mi
declaración.
—Traerte aquí conmigo no es exactamente legal, lo que me hace un
total criminal, pero incluso los delincuentes tenemos que trazar la línea
antes de darle alcohol a un menor —digo con una sonrisa.
Ella se relaja y su cuerpo se queda quieto.
—La gente me está mirando.

23 —Déjalos que miren.


—No pertenezco aquí.
—¿Por qué?
—Porque no soy como ellos. Ni como tú.
Froto mi palma en la parte posterior de mi cuello.
—Tienes suerte.
Ella parpadea confundida.
—Debería tenerte miedo.
Ofendido, me mofo:
—¿Por qué?
Una brillante sonrisa se extiende sobre sus labios. Una sonrisa que
cura el alma. Si tan solo lo hiciera.
—Porque eres como la mafia o algo así, ¿verdad? ¿Me vas a vender
de esclava sexual o en el mercado negro por mis órganos? ¿Cierto,
criminal?
Levanto una ceja.
—Bueno, no lo había considerado, pero ahora que lo dices, me
pregunto cuánto me darían por tu hígado.
—Idiota —dice con descaro.
—No voy a explotarte ni venderte. No soy un monstruo.
—De alguna manera lo creo, lo cual me asusta —admite, su voz es
suave mientras mira por la ventana.
—¿Qué quieres comer? —pregunto, cambiando de tema—. Sus
champiñones rellenos son deliciosos. ¿Tal vez podríamos pedirlos como
aperitivo?
Ella frunce el ceño y asiente.
—Está bien, bueno.
Estoy acostumbrado a mantener conversaciones unilaterales, por lo
que su respuesta corta no me molesta.
—Recomendaría el filete. Poco hecho. Un poco de sangre nunca
lastimó a nadie.
—Lo dice el tipo espeluznante que planea vender mis órganos en el
mercado negro.
Me río y señalo el menú.
—Solo elige algo. No voy a matarte.
—Todavía —susurra—. Solo me has conocido media hora. A la
24 mayoría de las personas les toma dos o tres antes de decidir que me
odian.
Mis cejas se juntan y mi corazón se tambalea en mi pecho.
—Odiar es una palabra fuerte. ¿Por qué alguien te odiaría?
Distraídamente, toma su platería enrollada y saca el tenedor. Con
los dientes, toca la copa de vino vacía.
Taptaptaptaptaptaptaptaptap.
Pacientemente, espero a que responda.
—Soy molesta —dice después de una larga pausa llena del incesante
golpeteo que está atrayendo algunas miradas hacia nosotros.
—¿Quién lo dice? —desafío.
Ella detiene su golpeteo para señalar a alguien con su tenedor.
—Él. El calvo allí con el rostro rojo. Él está enojado conmigo. Soy
ruidosa.
Noto que un hombre, en efecto, la está mirando con odio. Con mi
mandíbula apretada, le doy una mirada furiosa y le hago señas para que
se dé la vuelta. Su resoplo es fuerte y exagerado, pero obedece.
—Hmph —murmura ella.
Tap. Tap. Tap.
Más lento esta vez. Más controlado.
—Yo no creo que seas molesta.
Ella se ríe, un lindo sonido musical.
—Mentiroso.
—No miento.
Sus cejas se levantan y casi desaparecen bajo su gorro.
—Entonces, ¿por qué estoy aquí contigo?
—¿La honesta verdad? —pregunto, lanzándole sus palabras.
Sus labios se curvan con una sonrisa.
—La honesta verdad.
—A mi hermano menor le gustas.
Tap. Tap. Tap.
—¿Quién es tu hermano?
—Su nombre es Torin.
—Ese es un nombre extraño.
—Él es un hombre extraño.
25
Sus hombros se ponen rígidos y aparta el tenedor del vaso.
—¿Vas a torturarme?
Sacudo la cabeza con horror.
—Jesús, no. ¿Qué diablos te hacen leer en el colegio?
—Es lo que no me dejan leer —confiesa maliciosamente.
—No voy a torturarte. Solo quiero que vengas a vivir con nosotros.
Solo que estés allí. Que nos hagas compañía —admito, mi corazón
tronando en mi pecho.
Si tan solo fuera así de simple.
—Así que, déjame aclarar esto —dice y me apunta con el tenedor—.
Tú me quieres a mí. —Se señala a sí misma—. ¿Para entretenerte? —Su
tenedor me señala.
—No entretenerme —gruño—. Solo estar.
Ella resopla.
—Acabas de aumentar lo espeluznante un par de grados, Tyler.
—Por favor —suplico, mi voz es un susurro.
La diversión se desvanece de sus rasgos mientras me mira.
—¿Realmente no mientes?
—Nunca.
—No me vas a lastimar.
—Nunca.
—Me vas a comprar un auto, sin condiciones.
—Lo que quieras.
—¿Tengo una habitación con chimenea?
La única habitación que tiene una chimenea es mi habitación, pero
puede tenerla.
—Esa sería mi habitación, pero ahora será tuya.
—¿Cuál es el truco?
Mi hermano.
—Torin —pronuncio—. Él es... —Miro a mi alrededor y frunzo el ceño
a todas las personas que nos miran—. La gente lo mira de la manera que
te miran a ti. —Cuando mi mirada encuentra la de ella, hay lágrimas
brillando en sus ojos.
—No puedo esperar a conocerlo.

26
TRES
Casey
Me gusta Tyler. Él siempre está sonriendo y llega a sus ojos. Detrás
de las sonrisas, sin embargo, alberga una tristeza que se filtra hasta la
médula de mis huesos. No lo conozco lo suficiente como para preguntarle
sobre eso, pero no puedo dejar de preguntarme.
Cuando menciona a Torin, todo su comportamiento cambia.
Orgulloso pero a la defensiva. Me hace preguntarme qué es lo que está
mal con Torin. He estado alrededor de algunos niños con problemas
mentales a través de los años mientras rebotaba a través del sistema, por
lo que no es nuevo para mí. Quizás, él profundizará pronto. Hasta
entonces, voy a disfrutar de mi tiempo en este elegante asador donde no
encajo, sentada frente a un hombre que sería perfecto para mí si
estuviera al otro lado de mi vida. El lado feliz. El lado que sucede el día
que cumpla dieciocho.
—Tomaré un poco de kétchup, por favor —le digo al camarero.
Los ojos del hombre se abren con horror.
Tyler se ríe.
—Traiga un poco de kétchup —le dice al hombre. Tan pronto como
él se ha ido, se acerca y señala mi bistec—. No necesitarás kétchup.
Confía en mí.
27 Levanto una ceja mientras corto la carne sangrienta. Huele bien. En
mis casi dieciocho años, nunca he probado nada como esto. Lo más
elegante fue cuando Guy hizo una receta de carne asada a fuego lento
que le dio una de las mamás en la clínica.
Mientras llevo el bocado de carne a mi boca, Tyler observa con
expectación. Quiere que me guste. Dios, espero que me guste. Lo meto
en mi boca y una sabrosa explosión me asalta de la mejor manera posible.
Un gemido se me escapa mientras mastico con avidez y luego trago.
—¿Buen material?
—El mejor —estoy de acuerdo.
—¿Todavía quieres untarlo en kétchup?
—Mierda, no.
Se ríe y decido en ese momento que me gustan sus risas. Cada
adulto en mi vida ha estado irritado y molesto conmigo. Nunca se
tomaron el tiempo para conocerme o entenderme. Nadie me preguntó qué
quería ni se preocupó por mis pensamientos.
Excepto Tyler.
Él parece anhelar mi felicidad.
No lo entiendo.
Mientras comemos, reflexiono si hay otras razones por las que
quisiera una chica como yo. Podría estar mintiendo sobre el tráfico sexual
o la venta de órganos en el mercado negro. O bien, podría estar diciendo
la verdad. ¿Qué pasaba si era más simple que eso? ¿Quiere tener sexo
conmigo? Por mucho que quiera negarme a esa noción, no niego que sea
agradable. No es que alguna vez haya tenido sexo o que alguien tan
apuesto y exitoso siquiera se haya preocupado por alguien como yo.
—Cuéntame sobre ti, Casey.
Mastico mi bistec. Hay mucho sobre mí. Amo leer. Los libros de
acertijos son mi indulgencia secreta. La música calma mi alma. Amo el
calor. Odio la nieve. Las vacaciones son lo peor porque soy burlada con
todo lo que nunca he tenido. Inglés es mi peor asignatura porque las
historias son aburridas, prefiero el sexo, la sangre y la violencia en mis
libros. Las matemáticas son mi mejor asignatura. Los números tienen
sentido en mi cabeza. Siempre quise una mascota, pero nunca me fue
permitida una en ninguno de mis hogares.
Pero no le cuento nada de esto.
—Me encantan los brownies cósmicos —le digo.
Sus cejas se fruncen.
28
—¿Qué es un brownie cósmico?
—Es por lo que se pelean las guerras. Es sobre lo que colisionan los
universos. Es como se dice felicidad en todos los idiomas. —Le sonrío.
Él sacude la cabeza.
—¿Y dónde consigo estos brownies cósmicos? Espera —gruñe—.
¿Son brownies de marihuana?
Estallo en carcajadas, ganando una desagradable mirada del
hombre del rostro rojo.
—¡No! Se compran en la tienda de comestibles. Guy los compra a
veces, pero nunca duran. Los niños se pelean por ellos.
—Me aseguraré de que Ethel recoja algunos —me asegura.
—¿Ethel? ¿Es tu esposa? —Mi corazón se hunde. Nunca pensé que
podría tener una familia. No vi un anillo, pero eso no significa nada en
estos días.
—No estoy casado, no. Ethel es nuestra cocinera y quien cuida la
casa.
Vaya. Entonces, es rico. Otro recordatorio.
—Ya veo.
—Me dijiste una cosa, pero vi que tu mente estaba trabajando. ¿Esos
pensamientos eligieron no salir o te gusta darle a la gente bocados de ti
misma? —pregunta, sus ojos se entrecierran como si estuviera tratando
de entenderme.
Buena suerte con eso.
Apenas me entiendo yo misma.
—Le digo a la gente lo que generalmente quieren oír —admito.
Sus labios se juntan y me lanza una mirada feroz.
—Casey, voy a necesitar que me cuentes todo.
Bueno entonces.

—Esto es raro —me quejo cuando toco una prenda sedosa con las
yemas de los dedos.
—¿Que te compre ropa?
Asiento pero no lo miro. Cenar fue divertido y relajante. Ahora, la
29 expectativa cacarea en el aire. No sé lo que se supone que debo hacer o
cómo se supone que debo comportarme. La vendedora me sigue dando
miradas desdeñosas. Cuando Tyler le hace preguntas, ella se ilumina. Él
es tan agradable que ni siquiera la nota.
—¿Tienen algo cómodo aquí? —pregunto después de unos minutos.
Se acerca a mí y comprende mientras mira alrededor de nosotros.
—Ah, este no es realmente tu estilo, ¿verdad?
—Nop.
—Perdóname —resopló—. No sé mucho sobre mujeres.
Mis mejillas se calientan ante su insinuación de que soy una mujer.
Me han llamado de todo menos mujer. Niño. Niña. Imbécil. Nunca mujer.
—Vi un lugar al entrar —murmuro mientras salgo apurada de la
costosa tienda.
Él fácilmente me sigue el ritmo con sus largas piernas. Encuentro
un lugar en el centro comercial del que los chicos de la escuela siempre
hablaban, que abastece a las personas como yo. La música rock resuena
desde adentro y las paredes están pintadas de negro. Camisetas de
conciertos y sudaderas con capucha se alinean en los muros. Un tipo con
dos perforaciones labiales y un tatuaje en el pómulo que dice armonía
camina hacia nosotros.
—¿Puedo ayudarles a encontrar algo?
—Ella quiere algo cálido —ofrece Tyler detrás de mí.
Hago un gesto con la cabeza.
—Yo me las puedo arreglar. Gracias.
—Si tú o tu padre necesitan algo, háganmelo saber.
El calor me quema la garganta porque no tengo padre. No tengo a
nadie. Tyler no discute que no soy de él y, por un momento, estoy
agradecida. Mientras compramos, finjo por un momento que soy suya.
—¿Se acerca el invierno? —pregunta mientras sostiene una
sudadera de Jon Snow3.
—No me lo recuerdes —replico con una sonrisa. Siento el interior de
cada sudadera hasta que encuentro una que tiene un forro polar suave—
. Quiero esta.
Levanta la pila hasta que encuentra una pequeña y la sostiene.
—Esta parece como que te quedará.
—Está bien —digo—. Todo listo.
30
Tyler me mira como si hubiera perdido la cabeza.
—Eso es una cosa. No.
Ante eso, me río.
—Está bien, papá.
Él le hace señas al vendedor.
—Quiero una de cada estilo en tamaño pequeño con este forro.
El tipo lo mira boquiabierto.
—Probablemente tengamos al menos veinte con ese forro.

3 Jon Snow: Es un personaje ficticio de la saga de libros Canción de Hielo y Fuego del
escritor estadounidense George R. R. Martin y de su correspondiente adaptación
televisiva, Juego de Tronos.
—Las quiero. ¿Puedes indicarme más cosas cálidas? —pregunta
Tyler.
—Sí, por aquí.
Tyler y yo revisamos todos los calcetines divertidos. Todos de
diferentes colores y estilos. La mayoría son hasta la rodilla, lo cual me
encanta porque serán más calientes. Entonces, nos movemos a los
pijamas tipo mameluco que son simplemente ridículos, pero que me
encantan de todas formas. Incluso encontramos algunos pantalones de
pijama mullidos. El chico nos muestra los vaqueros que tienen y me las
arreglo para elegir algunos pares que realmente me quedan. Para cuando
terminamos, estoy preocupada por el total.
—Casey, ¿puedes ir allí y comprar algunos caramelos Fireball de esa
tienda? Terminaré en un minuto. Siéntete libre de elegir algunas cosas
para ti.
Sé que me está espantando para que no escuche el total.
Francamente, no quiero escucharlo. Agarro los billetes de veinte de su
mano, los meto en el bolsillo de mi sudadera, y salgo de la tienda. La
tienda de dulces se ve encantadora y quiero comprar todo en ella.
Obedientemente, tomo un saco y lo lleno de Fireballs envueltos. Una vez
que lo he atado, agarro otra bolsa. Empiezo a llenarla con Skittles
tropicales cuando siento que alguien me está mirando.
—La suma aumenta rápidamente. Tal vez deberías reducir la
velocidad —dice el viejo detrás del mostrador.
Calculo mentalmente el costo por gramo y sé que Tyler me dio un
montón de efectivo para cubrir el costo. Ignorándolo, continúo llenando
la bolsa con Skittles Tropicales.
31 —Señorita —interrumpe el anciano.
La lleno tanto como es posible y aun así puedo atarla. Pongo esa
bolsa al lado de las Fireballs y me muevo hacia los cereales con chocolate.
—Señorita —espeta de nuevo—. Tendré que pedirle que se vaya.
Lo miro con furia.
—¿Por qué?
—Porque solo está jugando con los dulces. Esta tienda es para
clientes que pueden pagar lo que están comprando. Puedo asegurarle
que…
—Supongo que esto me va a costar unos treinta y ocho dólares —
digo entre dientes apretados mientras ato la última bolsa y comienzo a
colocarlos en la balanza entre nosotros. Golpeo los dos billetes de veinte
en el mostrador.
Él me ignora y teclea. Parece complacerlo cuando el total suma
treinta y nueve en cambio.
—Más impuestos serán cuarenta y uno con cuarenta y tres.
Estoy a punto de decirle que devolveré las bolas de chocolate cuando
alguien golpea dos dólares más. Le disparo a Tyler una mirada de
agradecimiento. El viejo endereza su espalda y rápidamente nos cobra
sin decir una palabra más. Tomo el cambio mientras Tyler levanta las
cuatro bolsas gigantes a sus pies. Él hace un gesto con la cabeza para
que me vaya.
Frunciendo el ceño, agarro los dulces y comienzo a ir hacia la puerta.
—Confío en que nunca volverá a tratar a sus clientes de esa manera
o compraré esta maldita tienda solo para poder despedirle —le sisea
Tyler.
Nunca había sonreído tanto en mi vida.

Me compró un auto. Un auto tan caro, que no le ponen etiqueta con


el precio en el frente. Un automóvil tan elegante que temía arruinarlo solo
por mirarlo. Pero es mío. O al menos, lo será cuando cumpla dieciocho
años. Otra de las promesas de Tyler en las que tengo que creer.
El automóvil será entregado en una semana, dijeron, pero no es
como si supiera cómo conducirlo de todos modos.
Detalles.
—Casey —dice Tyler desde el asiento del conductor.
32
Dirijo mi atención hacia él. Su mandíbula se contrae y sus fosas
nasales se ensanchan. Está tenso. Nervioso incluso. Eso me pone
nerviosa también. Especialmente ahora que hemos abandonado la
carretera principal y estamos viajando por una calle muy oscura, muy
ventosa, y muy arbolada.
—¿Sí?
Se frota la parte posterior del cuello antes de mirarme. El dolor
destella en sus ojos. No malicia. Hace que mi corazón duela por él.
—A Torin podría no gustarle esto. Él está acostumbrado a sus
horarios y rutina, y... —Se detiene y suspira—. Pero lo necesita.
Prométeme que te quedarás. Si algo se vuelve demasiado, vendrás a
hablar conmigo primero antes de hacer algo precipitado.
Ahora es mi turno de caminar sobre alfileres y agujas. Mis dientes
castañean por expectación, no del frío. Él sube la calefacción para
calentarme. El pequeño acto de bondad hace que se desinfle toda la
ansiedad como un globo.
—Lo prometo.
Él me sonríe agradecido y conducimos por unos momentos más en
silencio. Doblamos una curva y quedo boquiabierta ante la casa ante mí.
Una mansión. Es más grande y más costosa que cualquier casa que haya
visto en televisión o en la vida real.
—Vives en un castillo —chillo, mi corazón tronando contra mi caja
torácica. Bueno, la mayoría de los castillos están hechos de piedra, pero
este está hecho de madera. Aun así es un castillo.
Se ríe mientras recorre el camino circular frente a su casa.
—No es exactamente un castillo, pero definitivamente es casa. —Una
vez que estaciona, apaga el auto y alcanza el bolsillo de su chaqueta—.
Aquí tienes. Esto es tuyo.
Tomo de su agarre el iPhone que me ofrece y lo miro fijamente.
—¿Qué es esto?
—Es para poder contactarte todo el tiempo. Es tan... —Frunce el
ceño—. Solo necesito que lo mantengas contigo y que me llames o me
envíes un mensaje de texto si no estoy en casa.
Mi estómago se aprieta, la ansiedad es una dispersión de insectos
en la boca de mi vientre.
—Está bien. —Quiero decirle que me está asustando, pero las
palabras no me salen. Lo miro fijamente. Sus cejas se juntan cuando
33 extiende la mano para cubrir la mía.
—Esto va a funcionar. Tiene que hacerlo.
Con esas palabras ominosas sale del auto. Pronto está de mi lado,
abriéndome la puerta. Un caballero alto y mayor aparece en la parte
superior de los escalones. Me saluda con un movimiento de cabeza y
luego se dirige al maletero del automóvil.
—Un mayordomo. Sofisticado —murmuro en voz baja.
Tyler se ríe.
—No dejes que Ronnie escuche que lo llamas así.
—¿Cuál es el título de su trabajo?
—Encargado de la casa.
—Eso es realmente más elegante que mayordomo.
Mis nervios han disminuido mientras me lleva adentro. La casa está
oscura, pero es cálida. No puedo evitar estar agradecida. Los castillos son
conocidos por ser fríos y no importa lo que Tyler diga, este es un maldito
castillo.
—Está oscuro —observo mientras me conduce a través de un pasillo
hacia un espacio abierto donde hay un fuego encendido en una
chimenea.
Un gigantesco retrato de familia cuelga de la repisa de la chimenea
y reconozco la sonrisa de Tyler. En la imagen, él es pequeño. Tal vez tiene
siete u ocho años. Su hermanito no puede tener más de un año en el
retrato. Todos, aparte del bebé, están sonriendo y lucen felices. Su padre
tiene su brazo amorosamente envuelto alrededor de su linda esposa y su
otra mano descansa protectoramente sobre el hombro de Tyler.
Una familia.
No sabría cómo es eso.
Cálida y feliz. Así es como imagino que se sentiría.
Algún día, tendré una propia.
—Esta casa es vieja —me dice, su voz está ligeramente tensa—. Fue
fabricada a medida por los dueños anteriores.
—Bonita.
Frunce el ceño mientras me mira.
—Casey, no hay ventanas.

34
CUATRO
Tyler
Su expresión está en blanco, pero sus ojos azules parpadean con
miedo. Lanza su mirada rápidamente alrededor de la habitación. Cuando
sus ojos aterrizan en las cortinas, arruga la nariz.
—Hay una justo allí —dice, dejando escapar un suspiro de alivio—.
De verdad me engañaste por un momento.
Me acerco a las cortinas y las aparto hacia un lado. Los paneles de
madera se alinean en esta pared, una de las partes únicas de esta casa,
y detrás de la cortina no es diferente.
—¿Por qué esta casa no tiene ventanas? —Su voz es pequeña.
Aterrorizada. Temblorosa.
Quiero acercarme a ella y estrecharla en mis brazos. Quiero
prometerle que está a salvo.
—Esta casa fue construida en los años treinta. La hija del dueño
sufría una enfermedad. Antes de la tecnología, pensaban que era alérgica
al sol. Él construyó esta casa sin ventanas para que ella pudiera vagar
libremente. No había temor de que se expusiera a los rayos dañinos.
Ella gime.
—Esto acaba de ponerse mil veces más espeluznante, Ty.
Mi corazón se dispara. Ty. Mamá solía llamarme Ty. La repentina
35
punzada de amor ondula a través de mí como un maremoto.
—Esa ni siquiera es la parte espeluznante, cariño.
Su ceño se arquea.
—Tal vez deberías llevarme a casa.
—¿A Guy? No. Tu casa está aquí ahora. —Mi voz es intensa. No es
mi intención sonar duro, pero ahora que está parada en nuestra sala de
estar, ella encaja. Puedo verlo. Él lo verá.
—Sabía que había una trampa —sisea, dando un paso atrás.
Me pellizco el puente de la nariz y cierro los ojos.
—No hay trampa. —La fijo con una mirada—. Es solo un hogar
extraño con personas extrañas. Pero te juro por cada dios que hay que te
cuidaré. No te va a faltar nada, Casey. Nada. Nadie te lastimará. Me
aseguraré de que estés a salvo.
La desconfianza baila en sus ojos, pero asiente.
—Oki doki. ¿Cuál es un factor escalofriante número dos? Estoy lista.
¿Un sótano lleno de ratas?
Me río cuando corro mi palma sobre el panel en la pared. Mis dedos
se hunden en un surco de dos centímetros y medio, y una corriente de
aire frío los baña.
—¿Ves esto?
Ella se acerca e imita mi acción. Luego se inclina hacia adelante y
echa un vistazo.
—Tyler, ¿qué demonios hay allí?
Con ella tan cerca, oliendo tan dulce y perfecta, quiero atraerla a mis
brazos e inhalar su cabello. Abrazarla y contarle historias de mi pasado.
Rogarle cosas de su futuro. En cambio, aprieto los dientes.
—Tyler —pregunta, girando la cabeza para mirarme—. ¿Qué es esto?
Dejo que mis dedos rocen los de ella antes de apartarlos. El contacto
humano es algo que no me di cuenta que estaba ansiando tan
vehementemente. Voy a necesitar refrenar eso realmente rápido.
—Pasadizos ocultos. Van por toda la casa.
—Mierda —susurra—. ¿Por qué?
—El dueño anterior... era rico y tenía que entretener a clientes
pero... —Mi corazón se hunde. Había visto fotos de la pobre niña—. La
condición de la piel de su hija era difícil de mirar y estaba avergonzada.
La pobre niña era sociable, pero estaba aterrorizada de ser vista. Esos
36
pasillos le permitían moverse por la casa y hablar con la gente sin miedo
a la humillación.
Casey parpadea hacia mí, mientras sus ojos azules se llenan de
lágrimas.
—Eso es tan triste.
—Todo sobre esta casa es triste —digo con dientes apretados, la
amargura me ataca rápidamente y me infecta con su disgusto.
—Estoy cansada —dice.
—Vamos. Te mostraré tu habitación.
—Tu habitación —me recuerda.
Me río mientras tomo su mano fría en la mía. Ella no se aparta, lo
que hace que mi corazón truene. La guío a través de la enorme finca de
mil trescientos metros cuadrados hacia mi dormitorio. No he tenido la
oportunidad de hacer los arreglos para hacerlo más cómodo para una
mujer joven, pero tendrá que funcionar por esta noche. Una vez dentro,
estoy agradecido de ver que Ronnie ya encendió el fuego y ha mudado
mis cosas por el mensaje de texto que le envié más temprano. Casey chilla
y corre hacia la chimenea.
—Esto es enorme —exclama mientras cae de rodillas sobre la lujosa
alfombra frente a ella—. Estoy enamorada.
Le sonrío enormemente. Verla aquí, tan viva y receptiva, me llena de
esperanza. La alegría irradia de ella, envolviendo el área con su luz.
Utilizándola como una antorcha, quiero llevarla por toda la casa e
iluminar cada parte oscura de mi mundo. Quiero llenarlo hasta el tope
con ella.
Sabía que era perfecta.
Él también lo sabía.
—El baño está allí. Por favor, siéntete como en casa. Enviaré a Ethel
con algunos bocadillos. Ronnie subirá más tarde con tus cosas.
Cualquier otra cosa que necesites, solo envíame un mensaje de texto.
Mañana por la mañana, tendremos un desayuno familiar.
Ella se pone tensa y quiero estrangularme por llamarlo desayuno
familiar. Ahora que la tenemos, me resultará difícil ir despacio. Voy a
querer pintarla en cada superficie de nuestro mundo. Seguros como la
mierda necesitamos el color en nuestras vidas.
—Casey... —Trago la emoción y me froto el rostro con la palma de la
mano—. Gracias.
Sus labios rosados se separan mientras me mira confusa.
37
—¿Por qué? Todo lo que hice hasta ahora es aceptar regalo tras
regalo de ti. ¿Qué te he dado yo?
A ti.
Nos diste a ti.
—Gracias por hacer el intento —digo en cambio.
Ella asiente.
—Podrías cambiar de opinión sobre mí.
Nunca.
Jodidamente nunca.
—Lo dudo, cariño.
Sus mejillas se ponen rosadas, muy probablemente por el calor del
fuego.
—Nos vemos en la mañana.
Cuando me voy, siento a Torin. Él está observando. Él siempre está
observando.
Debería advertirle.
Pero no lo hago.

—Tyler —dice él mi nombre con un poco de impaciencia, pero estoy


acostumbrado. Glenn Madsen y yo estamos cerca ahora, mucho más
cerca de lo que deberíamos estar. Lo tengo en marcado rápido y siempre
responde.
—Está bien —le aseguro, mi voz igualmente brusca—. Todo está
bien.
—Hace dos meses, nada estaba bien. ¿Por qué el cambio repentino?
—desafía a través del teléfono.
Me reclino en la silla de mi escritorio, ignorando la tremenda
migraña que traquetea dentro de mi cráneo.
—Perspectiva.
—Ya veo. Parece que escuchas una o dos cosas que te digo.
—Dos es estirarlo —bromeo.
Él se ríe.
38 —Eres un sabelotodo como tu padre. —Se queda en silencio por un
momento antes hablar de nuevo—. ¿Cómo está tu hermano?
—Siempre progresando —miento. La mitad del tiempo, no lo creo.
No es como si Torin me dejara entrar para ver si está progresando.
—¿Esa es la evaluación de la doctora Cohen o la tuya? —cuestiona.
—La doctora Cohen dice que podría ser un poco menos terco.
—Ahh, terco como era tu madre.
Ambos nos reímos al recordar a mis padres.
—¿Qué vas a hacer, Tyler? —Sus sombrías palabras son un toque
frío de realidad.
—Ignorar lo que no puedo controlar y concentrarme en lo que sí
puedo.
Él deja escapar un suspiro.
—¿Y la compañía? ¿Crees que deberías estar viajando y dejando a
Torin? Ethel y Ronnie no pueden con él.
—No me estoy yendo. Hay otras cosas que puedo controlar aquí
desde la silla de mi escritorio. —Me reclino con un crujido que hace eco
en mi oficina.
—No puedes pasar el resto de tu vida detrás de un escritorio. Tienes
que salir de esa prisión sin ventanas y disfrutar la vida un poco.
—Lo intentaré. —Lo digo en serio. Verdaderamente, lo hago.
—Todo está bien ahora, Tyler, y estoy feliz...
—Pero —gruño.
—Pero, sabes que no bromeo. Declaro los hechos.
—Una de tus cualidades más entrañables —digo inexpresivo.
—Pronto, todo no estará bien.
La emoción obstruye mi garganta y asiento, a pesar de que no puede
ver el movimiento.
—Y cuando no esté bien, me llamas. Haré lo mejor que pueda. Sabes
que lo haré.
—Por supuesto.
—Lo siento.
—Yo también.
—Ah, mierda. Me están buscando —refunfuña—. Te llamaré más
adelante en la semana para ver cómo van las cosas. Hablamos pronto,
amigo.
39
Cuelgo y doblo mis brazos en la superficie de mi escritorio antes de
descansar mi frente en ellos. Tengo tanto en mi plato y todo está por
derrumbarse a mi alrededor en cualquier momento.
No puede.
Simplemente no puede.
Soy la única persona que tiene Torin, así que me condenaré si tiro
la pelota cuando él más me necesita.
Después de dejar escapar un profundo suspiro, me siento de nuevo
y enderezo los hombros. No hay descanso para los agotados. Tengo
trabajo que hacer. Montones y montones y montones de trabajo por
hacer. Cuando se trata de asegurar que Torin sea cuidado
adecuadamente, no me detendré ante nada.
Ignorando el cegador dolor en mi cabeza, abro mi computadora
portátil y le envío un correo electrónico a mi abogado. Ahora que Casey
está aquí, donde pertenece por derecho, las cosas pueden volverse un
poco complicadas.

40
CINCO
Casey
—Señorita —canturrea una mujer mayor—. El desayuno se servirá
pronto. Mi nombre es Ethel si necesita algo.
Gimo y giro hacia la voz. La luz fluye desde donde mira a través de
la abertura de la puerta de la habitación. Anoche, cuando apagué todas
las luces, me asusté por lo oscuro que estaba todo.
Ninguna ventana.
Me quedé en una casa sin ventanas y sobreviví.
—Oh —hablo con voz ronca—. Bajaré en un minuto.
Ella asiente antes de desaparecer. Rápidamente, salgo de la cama y
enciendo las luces. Mi mochila ha sido vaciada, lo que me deja un ligero
malestar. Pero una vez que abro el primer cajón de la cómoda en la
habitación, estoy agradecida al descubrir que todas mis cosas están bien
metidas dentro.
¿Quién hizo esto y cuándo?
Un escalofrío me recorre. A pesar de tener una chimenea encendida,
esta casa en sí misma me da escalofríos. Busco algunas de mis prendas
habituales, pero opto por una de las nuevas sudaderas que Tyler me
compró. Mi ritmo cardíaco se acelera con expectación de verlo esta
mañana. Anoche, él me asustó un poco pero luego nada sucedió. Sigo
41 esperando algo malo, pero no llega.
Todavía.
Aparto ese pensamiento mientras tomo una ducha rápida. Retuerzo
mi cabello en un moño desordenado y mojado y me pongo la capucha
para mantenerme caliente hasta que pueda secarlo. Me abstengo del
maquillaje, aunque una parte de mí se pregunta si debería detenerme y
arreglarme para Tyler.
Ante ese pensamiento, pongo los ojos en blanco. Él es mucho más
viejo y está muy fuera de mi alcance. Simplemente soy una invitada.
Todavía no sé todas las razones, pero el sexo parece muy lejos en la lista;
ni siquiera estoy segura si está en la lista.
Salgo de la habitación e intento recordar el camino de regreso a la
sala de estar. La casa es enorme y espeluznante. Las sombras se ciernen
por todos lados. Tomo de mi bolsillo el teléfono que Tyler me dio y
compruebo la hora. Ocho y dieciséis de la mañana. Una casa no debería
ser tan oscura a las ocho y dieciséis de la mañana.
Todavía estoy mirando mi nuevo teléfono cuando un panel de la
pared se abre. Grito con sorpresa cuando una persona vuela desde la
pared: Un destello negro con palabras bruscamente murmuradas y
hombros anchos. Un aroma masculino impregna su estela mucho
después de que desaparezca en las sombras.
Es entonces cuando escucho la voz de Tyler, alegre y feliz.
Sigo el sonido hasta que encuentro un comedor. En el otro extremo,
está sentado Tyler con un despliegue de platos de desayuno frente a él.
Él sostiene una taza de café humeante firmemente en su mano mientras
mira fijamente a través de la mesa. Sigo su atención al mismo hombre
que pasó volando a mi lado hace unos momentos. Mientras que Tyler está
relajado y sonriendo, los hombros del otro hombre están rígidos. Está
usando una sudadera con capucha sin mangas, y también tiene puesta
la capucha en la cabeza como yo. Eso inmediatamente me hace sonreír.
—Hola, Tyler —saludo con un gesto.
Su atención se enfoca en mí y sonríe. Ojos marrones como chocolate
derretido brillan con adoración. No puedo evitar sentirme más alta y más
fuerte bajo su mirada.
—Buenos días, Casey.
—Casey-Casey —dice entre dientes una voz profunda, casi de forma
robótica.
Intento atrapar la mirada del hombre, pero está escondido detrás de
su capucha y su cabeza está inclinada mientras corta su gofre en
42 cuadrados precisos.
—Torin —dice Tyler lentamente, su voz está ligeramente tensa—.
Ella es Casey. Se quedará con nosotros un tiempo.
—Casey-Casey —repite Torin, hay irritación en su tono.
Le tiendo mi mano.
—Solo Casey.
—Casey-Casey. —Sus brazos no son excesivamente voluminosos,
pero son musculosos como si ejercitara. Los músculos de sus antebrazos
se tensan y flexionan mientras continúa cortando su gofre.
Le disparo a Tyler una mirada inquisitiva. Su asentimiento es leve y
sus ojos me suplican que entienda. Supongo que entiendo. Algo está mal
con Torin. ¿Qué? No estoy segura.
—Encantada de conocerte —le digo a Torin mientras bajo la mano.
—Casey-Casey.
Bien entonces.
—Ethel traerá tu desayuno —me dice Tyler, la calidez en su voz es
genuina.
No todos los días tienes a alguien que parece feliz de verte. No
entiendo a Tyler en absoluto, pero me doy cuenta de que está agradecido
por mi presencia.
Tiro de mi silla entre ellos y me siento. Tyler comienza a hablarme
de los caballos de Torin, pero lo desconecto mientras le echo un vistazo
a su hermano. Su cabeza todavía está inclinada y sus labios se mueven
mientras dice cosas por lo bajo. Si no me equivoco, está diciendo mi
nombre una y otra vez. Me pone nerviosa.
Y, bueno, cuando me pongo nerviosa, me vuelvo inquieta.
Recojo el tenedor y distraídamente golpeo la superficie de la mesa.
Mis ojos están pegados a Torin mientras intento echarle un vistazo
furtivamente.
—Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
—Su caballo Trueno es un poco estúpido —dice Tyler, riendo—. Rayo
es un amor.
—Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
—Blanco y negro. Tan diferentes como la noche y el día.
43 —Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
—Pero se cuidan el uno al otro. Aunque al principio, no se llevaban
bien.
—Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
Mi mirada está fija en la boca de Torin. Sus labios carnosos son de
un saludable tono rosado y su rostro está ligeramente desprolijo, como si
no se hubiera afeitado en unos días. A pesar del polvo de vello allí, puedo
decir que su mandíbula es fuerte y angular. Desearía poder ver sus ojos.
—Rayo tuvo una caída. Pensábamos que se había roto la pata, pero
era solo un pequeño rasgón de su ligamento. Tomó un poco de terapia,
pero ella se curó milagrosamente. Trueno siempre fue su némesis hasta
que se lastimó. Fue durante esos tiempos que él la consoló y la protegió.
Nadie podría acercarse a Rayo sin que él se volviera loco.
—Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
Ethel deja un plato lleno de comida frente a mí. Dejo de golpetear el
tiempo suficiente para inhalar el delicioso aroma. Un feliz gemido se me
escapa. Mi atención es robada de Torin mientras mi boca se hace agua
sobre la comida que tengo delante.
—¡CASEY-CASEY!
El rugido repentino de Torin, fuerte y feroz, hace que grite de
sorpresa. Giro mi cabeza hacia él y mis ojos se conectan con sus intensos
ojos marrones. Lo recuerdo. Hace dos semanas, en la clínica, lo vi fuera.
Él me robó mi centavo.
—Torin —dice Tyler, su voz es tranquila—. Siéntate y termina tu
gofre.
—Nooooo —grita Torin mientras empuja su plato tan fuerte como
puede. El plato cruza la mesa y choca contra el plato de Tyler.
Miro a Torin, congelada en el lugar, mientras el pánico me atraviesa.
—Por favor —suplica Tyler, con la voz ahogada por la emoción.
Torin rodea la mesa y golpea su puño en uno de los paneles de las
paredes. Se abre, es una entrada al pasillo. Se desliza y lo cierra detrás
de él. Y luego, silencio.
Trago y paso mi mirada hacia Tyler. Sus cejas oscuras se enrollan
juntas y sus hombros están encorvados.
—Lo siento —susurra.
44
Miro hacia la pared.
—¿Se está escondiendo allí?
—Ya habrá recorrido la mitad de la casa.
—¿Qué hay de malo con él?
Él levanta la cabeza, mirándome con una mirada feroz.
—Nada, Casey. No hay nada de malo con él.
Junto mis labios y me concentro en cortar mi gofre. Miles de
pensamientos corren desenfrenados por mi cabeza. No digo ninguno de
ellos.
—Los doctores le dieron algunas etiquetas —admite con un
suspiro—. Pero a Torin, no puedes etiquetarlo. Es diferente, pero es
jodidamente inteligente. Puede que mi hermano no sepa cómo expresar
sus sentimientos, pero sé que siente igual, tanto como tú o yo.
Tomo un bocado de mi gofre. Mucho mejor que cualquier cosa que
Guy haya cocinado. Una vez que trago, hablo.
—No creo que yo le guste.
Tyler se encuentra con mi mirada y me da una aniñada sonrisa
torcida.
—Le gustas. —Se pasa la palma de la mano por la parte posterior
del cuello y me mira como si yo fuera un oráculo que todo lo sabe—. Él
te mira, Casey. Él jodidamente te mira.

El desayuno fue agradable. Aprendí que me gusta el sonido de la voz


de Tyler. Él tiene una forma de ser tranquila, que me consuela. Me reí de
sus bromas estúpidas y me desgarré cuando habló de sus padres.
Pero aun así... algo no cuadra.
—Pensé que podríamos salir de la casa y dar un paseo por la
propiedad. Mostrarte los caballos y el lago. Llevarte a la mina
abandonada en el lado de la montaña. Disfrutar del aire fresco. Ethel nos
preparará el almuerzo. ¿Qué dices?
Hace tiempo que nos retiramos a la sala de estar después del
desayuno. El fuego está encendido y a pesar de la oscuridad de la
habitación, me atrapa en su calidez y seguridad. La mayoría de los días,
estoy nerviosa. Planificando y trazando mi futuro. Preguntándome quién
45 intentará joderme cuando no esté mirando. Pero hoy, hoy estoy en paz.
Es una sensación extraña.
—Me encantaría —digo con una sonrisa.
Tyler se levanta del sofá y me ofrece su mano. Lo tomo, amando la
emoción de su toque mientras se mueve a través de mí, y dejo que me
jale. Soy codiciosa de su afecto y casi hago un puchero cuando me suelta.
—Vístete con algo abrigado. Prepararé algunas cosas —instruye—.
También buscaré a Torin.
Mi sonrisa cae ante la idea de que Torin venga con nosotros. Me pone
nerviosa con sus gritos y su comportamiento antisocial.
—Está bien —digo, sofocando un suspiro.
Sus ojos se iluminan.
—¿En serio? —La esperanza rascando justo debajo de la superficie
hace que me invada la culpa. No conozco a Torin y, sin embargo, ya he
decidido que no me gusta. Y Tyler parece estar esperando mi aprobación.
A veces soy tan perra.
Sonriéndole, asiento.
—En serio.
De repente me tira en sus brazos y me aplasta en su abrazo. Él huele
delicioso: Como a jarabe y jabón masculino. Quiero ofrecer que nos
quedemos y nos abracemos en su lugar.
—Gracias —murmura en la parte superior de mi cabeza antes de
besar mi cabello.
Mi cuerpo aplastado contra el suyo es tan íntimo. Le devuelvo el
abrazo y me relajo contra su pecho firme. ¿Podría mi futuro ser tan
afortunado? ¿Podría alguien como yo terminar con alguien como Tyler
Kline? Antes de que pueda reflexionar sobre esas preguntas, me suelta.
—Diez minutos y saldremos.
Se aleja, con un rebote en su paso, dejándome sola en la sala de
estar. Todavía estoy mirando por donde se fue cuando un escalofrío
recorre mi columna.
Ojos.
Alguien me está observando.
Dirijo mi mirada hacia la pared con paneles y entrecierro los ojos
ante el destello de color entre una de las grietas allí. Mi ritmo cardíaco se
acelera.
—Torin —grazno. Mis terminaciones nerviosas están vivas y son
46 sacudidas por la electricidad.
Crick.
—Casey-Casey. —Las palabras son susurradas y luego el sonido de
crujidos se mueve a lo largo de la sala de estar hasta que me dejan en
silencio otra vez.
Me estremezco y corro por el camino que conozco hasta mi
habitación. Una vez dentro, respiro profundo y me deleito con el hecho
de que la habitación huele como Tyler. Busco en los cajones, procurando
ropa para ponerme encima, cuando algo brillante me llama la atención.
—¿Qué dem...? —murmuro mientras tiro la ropa en el extremo de la
cama.
Recojo un centavo de mi almohada. Alguien lo colocó justo en el
centro. Es brillante; el centavo más brillante que he visto en mi vida. Una
sonrisa tira de mis labios. Algo me dice que fue Torin. Quizás no es tan
malo después de todo. Meto el centavo en mi bolsillo y trato de averiguar
exactamente quién es Torin. Juro en ese momento que haré mi mejor
intento por llegar a conocerlo. En todo caso, eso es lo que Tyler quiere. Y
por extraño que parezca, quiero hacer feliz a Tyler.

Alguien silba en el momento en que salgo por la puerta principal. El


sol brilla hoy, pero el aire es fresco. Tengo un suéter debajo de mi
sudadera y todavía tengo frío. Estoy reconsiderando mi decisión de hacer
esto con Tyler cuando lo veo mirándome fijamente.
Santo cielo.
Es hermoso.
Su sonrisa es más brillante que el sol sobre él y parece más juvenil
de lo normal con un gorro negro sobre la cabeza hasta las cejas. La
sudadera con capucha que lleva puesta muestra su cuerpo esculpido
mucho mejor que sus trajes. Pero lo que me tiene babeando es la forma
en que monta un cuatriciclo con vaqueros oscuros y botas negras. Se ve
delicioso.
—Vamos, cariño, tenemos terreno que cubrir. Estamos
desperdiciando luz del día.
Me río pero me dirijo a él, sin preocuparme por la temperatura. La
idea de sentarme en el cuatriciclo con él hace que mi cuerpo se caliente
varios grados.
—¿Dónde está Torin? —le pregunto una vez que me siento en el
47
cuatriciclo detrás de él. Su espalda dura está caliente y presiono mi pecho
contra ella.
—Llevará a Trueno a dar un paseo. Estoy seguro de que lo veremos
por ahí. —Enciende el motor y aunque es ruidoso, todavía puedo
escuchar a Tyler por encima del ruido—. Agárrate fuerte.
Aprieto mis brazos alrededor de su torso y cuando él se ríe, me
recorren escalofríos de deleite. Nunca he estado así con un hombre.
Diablos, nunca he besado a uno. Algunos chicos lo han intentado, pero
no me gusta besar sapos. Tal vez Tyler es el príncipe por quien siempre
esperé.
Volamos por el patio a una velocidad que azota mi cabello alrededor.
Estoy agradecida de haber tenido la previsión de secarme rápidamente el
cabello y ponerme un gorro así no me congelaría hasta la muerte. Hace
un frío de mil demonios, pero ahora ni siquiera me importa porque Tyler
es cálido y feliz, dos sensaciones de las que nunca me canso.
—Esos son los establos. Tal vez Torin puede enseñarte a montar uno
de los caballos —dice Tyler mientras pasamos volando. Mira dentro de la
puerta abierta del granero y luego dispara el cuatriciclo—. Oh, no, no lo
harás.
Muevo mi cabeza sobre mi hombro a tiempo para ver a Torin salir
de los establos en un caballo negro medianoche. Se ha cambiado a una
sudadera con capucha con mangas, pero la capucha permanece sobre su
cabeza. Sus rasgos están contraídos y su mandíbula apretada mientras
se inclina, claramente decidido en vencer a su hermano. Soy capaz de
atrapar la mirada de Torin por un breve momento antes de que él se
deslice más allá de nosotros y desaparezca en una colina.
—Ese hijo de puta —se queja Tyler, pero su voz lo traiciona. Está
feliz. Tan terriblemente feliz.
Yo también estoy feliz.
Echo la cabeza hacia atrás y miro hacia el cielo, disfrutando del
ardor del aire frío mientras atravesamos la propiedad. Si no estuviera
aquí, estaría en “casa” con Guy mientras él se quejaba por los programas
de entrevistas diurnos. Estaría aburrida y sola. Ahora mismo soy todo
menos eso.
Una vez que llegamos a la cima de la colina, me sorprende la vista.
Un lago gigante, tan lejos como mi ojo puede ver, se estira delante de
nosotros. Es hermoso y me pregunto si nadan en él cuando hace calor.
Montamos por bastante tiempo. Me sumerjo en la vista y los olores. A lo
largo del camino, Tyler me da algunos datos aquí y allá, como mi propio
guía turístico personal. Torin se fue hace tiempo, pero no importa. Tengo
48
a Tyler. Finalmente, cuando llegamos a la ladera de una montaña,
desacelera. Luego apaga el cuatriciclo cuando se detiene. Se baja y me
ofrece su mano enguantada. Su sonrisa es amplia y sus mejillas se han
vuelto rosas rosadas por el viento. Dios, es tan lindo.
Cuando lo alcanzo, su sonrisa se desvanece.
—Tus manos. Mierda.
Miro hacia abajo. Están de color rojo brillante y lastimadas, pero era
eso o no aferrarme a él. Aferrarme a él fue lo más destacado del viaje.
Dejo escapar un jadeo cuando él toma ambas manos y se las lleva a la
boca. Su aliento caliente me hace cosquillas y envía corrientes de deseo
que nadan a través de mí.
—No me di cuenta de que no llevabas guantes —refunfuña—. Lo
siento mucho.
Lo miro y deseo que besara mis manos. Los príncipes besan las
manos de sus princesas, ¿verdad? En lugar de besarlas, se quita los
guantes y comienza a ponerlos en mis manos. Trato de no temblar cada
vez que nuestros dedos se rozan. Una vez que me los ha puesto, me mira
con una sonrisa avergonzada.
—Lo siento. Soy nuevo en todo esto.
Arrugo la frente.
—¿Todo qué?
La culpabilidad brilla en sus ojos y aprieta la mandíbula.
—Nada. Vamos, quiero mostrarte la mina abandonada.
Me bajo del vehículo y mis piernas se tambalean. Él se ríe de mí
cuando tropiezo. Estoy a punto de rechazarlo, pero luego me está
tomando la mano otra vez. Es como si no pudiera evitar tocarme. Y
francamente, me gusta cuando lo hace.
—Hace años, extraían aquí, pero luego una parte colapsó y fue
cerrada.
—¿Diamantes? —pregunto, con entusiasmo en mi tono.
Se ríe.
—Carbón.
—Aburrido —me burlo.
Se detiene en la boca de la cueva y se estira para tocar la roca.
—Aburrido es lo que hizo nuestra fortuna.
—¿El carbón?
—Petróleo. —Me lanza una sonrisa pícara—. Tenemos más
49 plataformas en todo Estados Unidos de lo que puedes contar.
Un príncipe rico, ya veo.
Pero los cuentos de hadas siempre tienen un villano.
Mi estómago se aprieta. Tal vez mi cuento de hadas puede ser
aburrido. Como las plataformas petrolíferas de mi príncipe.
—Genial —miento.
Su risa hace eco en la cueva.
—No deberías mentir, cariño. Es realmente muy obvio.
Juguetonamente lo golpeo en el estómago y me temo que podría
haberme roto un dedo o dos porque santo infierno tiene abdominales de
acero. Él se aleja de mí para escapar de mis puñetazos y se desliza más
profundamente en la cueva. Tiene corrientes de aire y hace mucho más
frío que afuera. Me pone incómoda. De ninguna manera en el infierno
entraré allí.
—Vamos, gato asustado —se burla.
Ya no puedo verlo porque las sombras lo han robado.
—Paso —grito.
—Como quieras —responde, pero suena más distante.
Levanto mis ojos, preocupándome por él en la oscuridad hasta que
me pongo ansiosa. Con un bufido molesto, camino hacia los cálidos rayos
del sol. El viento silba a mi alrededor, pero el sol acaricia mi rostro. Cierro
los ojos e inclino mi cabeza hacia arriba.
Casey-Casey.
Abro los ojos y giro en busca de lo que sonaba como mi nombre
susurrado en el viento. No veo a nadie, pero siento como si pudieran
verme.
—Casey-Casey.
De acuerdo, esta vez sí escuché mi nombre.
—¿Torin?
Viento aullando. Hojas crujiendo. Pájaros trinando.
Paso por el cuatriciclo y me detengo cuando veo un centavo colocado
en el asiento. Una sonrisa tira de mis labios. A la luz del sol, es incluso
más brillante que el centavo anterior.
—¿Torin? —grito—. ¿Esto viene de ti?
Silencio.
—Bien, gracias —murmuro principalmente para mí—. Me encantan
50 los centavos.
Pensar en centavos me hace pensar en mi madre biológica. Odio la
forma en que mi el corazón se aprieta y tiembla cada vez que trato de
imaginar cómo es ella. ¿Me amaba? ¿Se arrepintió de dejarme en ese
pesebre? ¿Quería más para mí de lo que me podría dar?
Su carta lo decía.
La mayoría de los días, no estoy segura de poder creerlo.
Estoy perdida en mis pensamientos cuando las hojas crujen cerca.
Dirijo mi mirada al sonido y enfrento miradas con Torin. Me asusta
porque es muy intenso. Aún no lo he visto sonreír o mostrar cualquier
tipo de emoción. En su mayoría, está irritado todo el tiempo. Desde muy
lejos, está claro que es sin duda un chico atractivo. Alto, más de un metro
ochenta. Hombros anchos que serían perfectos para jugar al fútbol si
tuviera un poco más de peso sobre él. Es delgado y musculoso. Como un
corredor. Y justo ahora, está preparado para correr muy, muy lejos. Los
músculos de su cuello están tensos y su mandíbula se mueve. Sus fosas
nasales se ensanchan con cada respiración que toma.
Es hermoso.
Dos príncipes. Un castillo.
He muerto y he ido al cielo de las princesas.
Sin embargo, hay un villano. Simplemente no lo he descubierto
todavía.
—Oye, Casey, mira esto —llama Tyler desde la cueva.
Torin sale disparado en una carrera corta. Miro con asombro su
velocidad mientras se lanza a través de los árboles hacia su caballo. Con
la gracia y la agilidad de una pantera, se lanza sobre el caballo. Con
movimientos fluidos, se detiene sobre el animal y arranca a través del
bosque en cuestión de segundos.
Bien entonces.
Un cuerpo cálido aparece detrás de mí, bloqueando el viento. No
puedo evitar apoyarme hacia él cuando se acerca. En un movimiento
afectuoso, Tyler me abraza desde atrás. Me relajo en su agarre y trato de
no pensar demasiado en este extraño mundo en el que me he metido. No
soy lo suficientemente ingenua como para pensar que todo esto viene sin
costo. Solo desearía saber cuál es ese costo.
—¿Lista para almorzar? —El aliento caliente me hace cosquillas en
el cabello, haciéndome temblar.
Girando en los brazos de Tyler, lo miro y busco su hermoso rostro
51 por pistas.
—¿Cuál es el truco, Ty?
Sus cejas se juntan y juro que parece que podría llorar. Eso parte
mi corazón a la mitad. Apenas conozco a Tyler, pero me siento cercana a
él. Dos almas que necesitan al otro de alguna manera. Él se estira y
cepilla suavemente mi cabello, apartándolo de mi rostro.
—Tú eres el truco, cariño.
SEGUNDA PARTE

52
SEIS
Torin
Cincuenta y cinco dólares y cincuenta y cinco centavos.
Todo en centavos.
Parpadeo, parpadeo, parpadeo ante ese número en el recibo. Es un
buen número. Un número sólido. Un número digno. El número.
Mis venas siempre vibran con una electricidad extraña que no me
pertenece.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
—¿Todo aquí? —exijo, mi voz aguda incluso en mis oídos. Estoy
mayormente impresionado porque pude sacar mi pregunta en absoluto.
Ciento once rollos.
Cinco sueltos.
Ciento trece gramos por rollo.
Dos punto cuatro nueve por moneda.
Setecientos ochenta y siete punto cincuenta y cuatro en total.
—Cada centavo —dice la cajera, el sonido de su voz recortada. Es el
53 mismo tono que Ethel usa conmigo. Todo lo que hace es hacer que desee
una voz más blanda. Una voz más suave. Una voz como la de Tyler, una
voz que me hable cuando mi cerebro elige ignorar el resto.
No le agradezco porque no quiero esta vez, no porque no pueda. Meto
mi botín en mi bolsa de lona gigante. Es pesada y gruño mientras la tiro
sobre mi hombro antes de salir del edificio sin mirar atrás. Una vez fuera,
me dirijo en línea recta hacia el auto de Tyler, donde me está esperando.
Después de empujar el pesado bolso en la parte posterior, me siento en
el asiento delantero y cierro la puerta. Me balanceo en mi asiento y mi
cuello duele por el movimiento.
Cada viernes.
Cada viernes salimos de la casa para ver a la doctora Cohen y hacer
nuestros recados.
Odio los viernes.
Buzzzzzzzzzz.
—¿Conseguiste lo que necesitabas? —pregunta.
—Casey-Casey —gruño.
Él suelta una bocanada de aire.
—Su cita es el próximo mes. Yo la llevaré. Pensé que tú y yo
podríamos ir solos hoy.
Quiero decirle que la única razón por la que me gustan los viernes
es por él. Está en la punta de mi lengua. Me hace cosquillas y me provoca
para escapar. Mis dientes se tensan. Doblo mi mano en un puño y lo
golpeo en el tablero.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Tyler guarda silencio mientras conduce el auto. La inquietud
aumenta y cae dentro de mí. Como esos juegos de carnaval que solíamos
jugar con papá, donde disparábamos agua en un objetivo y veíamos qué
tan alto podríamos hacer que subieran las ranas. Tyler siempre hacía que
su rana subiera a la cima. Yo nunca podía sacar mi rana del fondo.
—Mientras estés con la doctora Cohen hoy, necesito ir a la tienda de
la esquina. ¿Eso va a estar bien? —Su voz está tensa. Casi temblorosa.
Quiero agarrar a mi hermano por la mandíbula y sonsacarle las palabras
que está escondiendo dentro de él. Se están escondiendo profundas,
fluyendo de él como ondas en la superficie de un lago. Algo está haciendo
que el agua se mueva. Quiero saber qué.
Mis labios se contraen. Las palabras se balancean en mi lengua,
dando vueltas de aquí para allá, pero nunca caen de mi boca. ¿Por qué
54 vas a esa tienda, hermano? Dime por qué.
Buzzzzzzzzzz.
—Tomaré tu silencio como una aprobación. No tardaré mucho
tiempo.
Le doy una mirada. El sudor se acumula en su sien y su piel está
pálida. Tomo una nota mental para investigar un poco cuando llegue a
casa con mi computadora.
—Oh —dice mientras gira por la calle que nos lleva a la doctora
Cohen—. Recibí respuesta de Tucker Shaw. El sitio de Oklahoma que
hemos estado viendo finalmente está en venta. Te enviaré las
especificaciones por correo electrónico.
Sin embargo, no tiene que enviar las especificaciones por correo
electrónico. En el momento en que me envió un correo electrónico
mostrando su interés en la propiedad, investigué todo al respecto.
Archivos del terreno. Información histórica. Actividad sísmica en el área.
Todo. Es lo que hago. Es una de las pocas cosas que me hace sentir
valioso.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
Permanezco en silencio, pero quiero decirle que el sitio es una ganga.
He visto los mapas y han determinado que es un lugar perfecto para
plantar nuestras plataformas y sacar más para nuestra fortuna. A veces
desearía que mi maldita boca funcionara.
Buzzzzzzzzzz.
Tyler se detiene en un lugar del estacionamiento y aparto mi mirada
de mi regazo para lanzarla al frente del edificio. Recuerdo haber visto a
Casey inclinándose por alcanzar el mismo centavo que yo había visto.
Cerrando los ojos, intento recordar su rostro ese día. Sus cejas estaban
juntas y sus labios fruncidos. No podía encontrarle sentido a su
expresión. No puedo entender las expresiones de nadie. Pero cuando
nuestros ojos se encontraron, sentí algo dentro de mí. Quería agarrar su
mano y empujar el centavo en ella. Explicarle la historia del dinero y su
evolución. Mostrarle todas las monedas en mi colección, explicarle el
significado detrás de cada una.
En cambio, simplemente la miré fijamente.
Con mi estúpida boca cerrada con fuerza.
—Casey-Casey —refunfuño.

55 Buzzzzzzzzzz.
Tyler se acerca y me aprieta la rodilla con su mano. Una necesidad
desesperada irradia de él, pero no sé cómo llenarla. Ojalá mi cerebro se
callara durante cinco minutos y buscara una solución. Desearía que los
datos, los números y la información se calmara para que yo pudiera saber
qué es lo que hace que mi hermano esté así. Para escavar dentro de su
mente y sacar sus secretos. Tantos secretos.
—Volveré dentro de quince minutos —me asegura—. Te acompañaré
dentro.
—¡NO! —Mi voz es fuerte y aguda y lastima mis malditos oídos.
Desearía poder arrancarme la lengua para no gritar mierda, pero no
puedo. Las palabras simplemente se escapan cuando quieren y como
quieren.
Quiero decirle que estaré bien. Tengo veinticinco años. Puedo
arreglármelas caminando solo, como lo hago en el banco. En cambio,
grito de nuevo:
—¡NO!
Tyler no se encoge ni retrocede como todos los demás. Simplemente
palmea mi rodilla.
—Está bien, Torin. Regresaré antes de que termine tu sesión.
Abro la puerta y la cierro de un golpe detrás de mí. Mi cuerpo está
tenso y suplica que me vuelva para mirar a mi hermano. Pero mi cerebro
y mi cuerpo luchan uno contra el otro como siempre. Me fijo en el
concreto mientras entro al edificio. Empujo más allá de una mujer y ella
grita cuando mi cuerpo golpea el de ella, casi tirándola. Mis dedos se
contraen para alcanzarla y consolarla, pero no lo hago. Murmuro
palabras que no tienen sentido y me dejo caer en la primera silla que
encuentro en el vestíbulo.
Buzzzzzzzzzz.
La doctora Cohen dice que soy terco. Que si quiero mejorar, lo haré.
Nadie quiere mejorar más que yo. La doctora Cohen es solo una
jodida curandera.
—Torin Kline —grita la recepcionista—. Olvidaste registrarte.
Mi cuerpo finalmente deja que mi mente tome las decisiones y
sacudo la cabeza para mirar hacia afuera de la ventana, buscando a mi
hermano afuera. El auto se ha ido. Y con su ausencia, mi el corazón se
ha ido también.
—Torin Kline…
56 —¡NO! —le grito.
Una niña pequeña comienza a llorar y quiero decirle que no estaba
tratando de asustarla. Pero mi cuerpo está de nuevo perdiendo la
compostura. Me balanceo en mi silla con las manos en puños. La doctora
Cohen vendrá por mí. No tendré que registrarme.
Buzzzzzzzzzz.
Mi garganta está ronca y mis ojos pican.
He leído sobre esto.
Es dolor. Dolor interno. Tristeza. Incertidumbre. Todas las
emociones que “ellos” dicen que no puedo sentir. Las siento todas
jodidamente bien. Simplemente no saben cómo subir a la superficie.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
Me aferro al único control que tengo. Apretando los ojos, vuelvo a
pensar en ayer. De nuevo a la forma en que Casey me miró con una
hermosa sonrisa en su rostro cuando vio el centavo en el asiento del
cuatriciclo.
El zumbido en mis venas se calma.
El constante dolor de los músculos tensos de mi cuello disminuye.
La opresión en mi pecho se relaja.
Te daré todos los centavos, Casey.
Te los daré todos.

57
SIETE
Casey
—Cariño, estamos en casa —grita Tyler tan pronto como se abre la
puerta de entrada.
Salgo de mi asiento en el sofá, abandonando mi libro de Dean
Koontz, y reboto hacia el sonido de su voz. Torin pasa volando a mi lado,
con una bolsa gigante levantada sobre su hombro, y casi me golpea en el
proceso. Tyler se ríe mientras agarra mi codo para evitar que me caiga.
—Has vuelto —pío, tratando de ignorar la forma en que mi brazo
hormiguea donde él tiene su agarre sobre mí.
—Justo a tiempo también —me dice con una amplia sonrisa
mientras deja caer un saco sobre el suelo cerca de la puerta—. Están de
camino para entregar tu auto.
Me había olvidado de mi auto hasta ahora. Él agarra mi mano y me
saca con él. El sol brilla en el cielo, pero es otro día frío. Ojalá hubiera
tomado algo más caliente antes de salir. Como si sintiera que tengo frío,
Tyler me envuelve en un abrazo desde atrás. Me derrito contra su robusto
pecho. El calor surgiendo a través de mí tiene menos que ver con la
temperatura y más con las hormonas. A pesar de que el abrazo es de
naturaleza platónica, no puedo evitar desear que sus palmas vaguen por
encima de mí.
—¿Qué había en la bolsa de Torin? —pregunto, girando levemente
58
para poder mirarlo.
Él me sonríe.
—No estoy seguro.
Nos miramos el uno al otro por un momento. Su cabello está
perfectamente engominado en un estilo imperfecto. Sus ojos marrones
brillan de felicidad. Sin embargo, algo parece apagado. Oscuros círculos
que son prominentes en la luz del día rodean sus ojos.
—¿No estás durmiendo bien?
Su sonrisa se desvanece y sus cejas se fruncen mientras me suelta.
—Mira —murmura mientras señala el camino. Una camioneta con
varios autos cargados aparece a lo largo del camino de entrada. Tomo
nota en este momento para preguntarle sobre eso más tarde. Hasta
entonces, voy a chillar como la adolescente que soy al ver mi auto.
—¡Oh Dios mío!
Tyler se ríe mientras se encuentra con el conductor. Intercambian
palabras y él firma algunos documentos mientras me pregunto cómo van
a bajar mi Mercedes rojo cereza AMG GT Coupe del camión.
Quiero preguntarle cuánto costó, pero me da miedo saber la
respuesta. Eso iluminará lo que sea que esté haciendo aquí, y
seguramente, se dará cuenta de que no estoy ni siquiera cerca del valor
de este auto. Si lo que quiere es que pase el tiempo con él y su hermano,
probablemente merezco un pedazo de basura como la minivan de Guy.
—Te devolveré el dinero —le digo a Tyler—. Conseguiré un trabajo
de camarera o algo así.
El conductor resopla ante mis palabras mientras comienza a
presionar botones en la parte posterior.
—Cariño, vas a tener que hacer mucho más que ser camarera si
alguna vez piensas pagarle a tu papá este cachorro. ¿Por cuánto te salió,
amigo, uno quince?
—Uno-doce —dice Tyler con dientes apretados—. Ella no es mi hija
y no me devolverá el dinero.
El hombre se ríe, profundo y gutural, por años de fumar.
—Oh, ahora lo entiendo. —Nos guiña a los dos—. Si tuviera el dinero,
apuesta tu culo, que sería el viejo forrado de alguna cosita bonita. Sin
juicio aquí. Celoso como el infierno pero sin juicio.
Mi piel se calienta y miro boquiabierta a Tyler con horror. Sus labios
59 están presionados juntos y no parece feliz en absoluto. Cuando el hombre
descarga el auto, agarro la mano de Tyler y tiro de él para llamar su
atención.
—¿Uno-doce? ¿Qué significa eso? Eso no significa lo que creo que
significa, ¿verdad?
Él me mira con una expresión suave.
—Te lo dije, cariño, lo que sea que quieras.
Mis ojos recorren todo su rostro, buscando pistas de que está
mintiendo. Demonios, solo estoy tratando de descubrir su ángulo en este
punto. Pero él me mira con anhelo. Tristeza. Desesperación. No lo
entiendo a él ni a nosotros ni a esto. Es todo tan extraño.
Y sin embargo…
No estoy pidiendo volver con Guy.
No estoy llamando a mi trabajadora social.
Estoy aceptando las llaves del conductor del camión.
Estoy saludando mientras se marcha.
Estoy mirando mi auto que cuesta más que las casas de la mayoría
de las personas.
—Tyler —pronuncio, mi voz es temblorosa—. No sé…
—Solo déjate llevar —pide a medida que pasa junto al auto.
Tyler es tan asombrosamente hermoso que todo lo que puedo hacer
es mirar fijamente. Sus pantalones gris oscuros abrazan su culo firme a
la perfección. Me hacen querer rebotar el centavo en mi bolsillo en su
trasero. Este hombre parece apropiado acercándose a un coche caro,
como si le perteneciera.
¿Yo, sin embargo?
Probablemente parezca que estoy buscando una forma de robarlo.
—¿Sabes cómo manejar una palanca? —grita por encima de su
hombro.
—No. —Cruzo los brazos sobre mi pecho y me estremezco.
—Voy a enseñarte. —Me lanza una sonrisa ardiente—. Súbete,
Casey.

—Estás mejorando. No lo apuraste cuando nos detuvimos.


Estoy más segura. Durante las últimas tres horas, hemos conducido
60 a todas partes. Al principio, era terrible y pensé que el motor iba a
explotar un par de veces. Esperaba que Tyler me gritara. Todo lo que hizo
fue reír y explicarme la forma correcta de hacerlo.
Fue paciente mientras me enseñaba.
Como un padre lo sería con su hija.
Ese pensamiento me confunde. En algunos momentos me siento
atraída por él y me pregunto si quiere sexo. Otras veces, estoy agradecida
por su amistad y afecto. El problema es... no sé cómo leer a Tyler. Es un
enigma. Tiene que estar escondiendo algo. La gente no es tan amable todo
el tiempo.
—Ahí tienes, cariño —dice mientras acaricia mi mano que descansa
sobre la palanca de cambios—. Te sale natural.
El sol se está poniendo cuando salimos del auto y caminamos hacia
la casa. El viento aúlla y puedo oler la promesa de nieve en el aire. Por
primera vez, no me asusta. No habrá largos paseos por la nieve fría hasta
la parada del autobús. No habrá complicados calentadores en hogares de
crianza. No habrá preocupación por el hecho de que mis guantes tienen
un agujero en ellos.
Estaré a salvo.
Estaré caliente.
Estaré en casa.
Una sonrisa se apodera de mis labios hasta que veo la expresión de
Tyler. Él hace una mueca y cierra los ojos.
—¿Estás bien? —pregunto, alcanzando su codo.
Él asiente.
—Dolor de cabeza. Me voy a acostar. Te veré en la cena.
A medida que se apresura en la casa, indicios de inquietud se
apoderan de mí. La casa está increíblemente cálida, que hace que mi
sonrisa lentamente tire de mis labios de nuevo. Estoy comenzando a
aprender las partes principales de la casa y fácilmente regreso a mi
habitación. Lo primero que hago es agacharme frente al fuego ardiente.
Colocado en la chimenea hay un centavo brillante.
Lo recojo y disfruto el hecho de que está caliente al tacto.
—Gracias, Torin.
No estoy segura si está cerca, pero de todos modos le digo las
palabras.

61

—¿Qué es esto? —exijo mientras Tyler empuja un papel doblado


sobre la mesa hacia mí después de la cena. Con su dolor de cabeza
desaparecido hace tiempo, ha vuelto a su normalidad alegre. Torin
permanece en la mesa mucho después de haber terminado de comer por
primera vez desde que he llegado aquí. Quiero seguir robándole miradas
al tipo misterioso, pero estoy preocupada por el papel frente a mí.
—Es una lista. —Tyler levanta una ceja—. Ábrelo.
Abro la solapa y miro. Ingredientes. Tantos ingredientes.
—Ummm, está bien.
—Casey-Casey —pronuncia Torin y golpea la mesa con fuerza.
Sacudiéndome ante el sonido, muevo con brusquedad mi atención
hacia él. Él me arrebata el papel de la mano.

Pavorellenodearándanoscazueladealubiasverdesrollosdemaízpastelde
calabazapuredepatatasconsalsapasteldepecanasmacarronesconqueso —
Torin traquetea todo en una palabra antes de volver a golpear el papel en
la mesa.
—Exactamente —dice Tyler, sonriendo—. Estamos haciendo una
lista para Acción de Gracias. Se acerca y quiero asegurarme de tener los
platos favoritos de todos.
Frunzo el ceño porque Acción de Gracias no es exactamente mi día
festivo favorito. Tyler luce francamente entusiasmado con eso. Me muevo
nerviosamente en mi silla mientras pienso en mis Acciones de Gracias
pasadas. Pavo frío. Puré de patatas llenos de grumos. No lo suficiente
para que alcanzara y quedara satisfecha.
—Genial. —Le doy a Tyler lo que espero sea una sonrisa creíble.
Por supuesto, él ve directamente a través de mí de alguna manera
porque ahora sus cejas se están entretejiendo como si estuviera triste.
—¿Qué sucede?
—Nada.
—No tienes que comértelo todo. Podemos hacer algunos de tus
favoritos también —ofrece Tyler.
—¡HUEVOS RELLENOS! —grita Torin.
Me estremezco ante sus palabras gritadas, mi atención de nuevo en
él. El normalmente estoico y preocupado Torin parece entusiasmado. Sus
62 ojos marrones brillan con una emoción que no le he visto hasta ahora. Él
puede ser todo rasgos afilados y ceño fruncido, pero sus ojos están
sonriendo. Hace que mi corazón se agarrote en mi pecho.
—Una vez, uno de los vecinos de mis padres adoptivos trajeron una
batata de postre. Fue la mejor que la que había probado antes porque le
habían agregado azúcar morena y nueces pecanas en lugar de
malvaviscos. ¿Tal vez podríamos tener eso? —ofrezco, deseando
desesperadamente hacerlos felices a ambos.
—Batatas —susurra Torin, sus ojos marrones disparándose a los
míos y quedándose allí. Su capucha está echada sobre su cabeza, pero
ya no se esconde.
Parpadeo hacia él, como un ciervo atrapado ante un par de faros.
Tener su intensa mirada en mí es paralizante. Tengo mucha curiosidad
sobre él, pero también estoy un poco incómoda porque es tan
impredecible. A pesar de eso, sé que hay más cosas dentro de esa cabeza
suya de lo que deja ver.
Sonriendo a Torin, asiento:
—Suena adorable.
Sus labios se contraen y luego da una palmada en la mesa antes de
entrar precipitadamente en el verdadero Torin. Simplemente aquí un
momento e ido al siguiente. Cuando miro a Tyler, sus rasgos son ojerosos.
Hay gruesas lágrimas en sus párpados, quitándome la respiración.
Nunca lo había visto tan triste.
—¿Q-qué sucede? —me ahogo, mi propia emoción amenaza con
detenerme.
Parpadea la humedad y mira en mi dirección.
—Él te responde. —Su manzana de Adán se menea mientras traga—
. Es mágico, Casey.
Estoy a punto de hablar cuando él cambia de tema, su rostro feliz
de nuevo encendido. Mientras él sigue hablando del libro de cocina de su
madre, estudio a Tyler. Él usa máscaras. Las usa para Torin y ahora para
mí. Por un momento, se resbaló. Ahora que lo pienso, la he visto resbalar
un par de veces. Ahora que sé que está usando una, soy mucho más
consciente.
¿Por qué estás escondiendo al verdadero tú, Tyler Kline?
—... y cocinaremos la comida…
—Espera. Detente ahí. ¿Acabas de decir que cocinaremos la comida?
—suelto—. ¿No es para eso que está Ethel?
Tyler echa la cabeza hacia atrás riendo y hace maravillas para
63 levantar mi estado de ánimo.
—Por supuesto que lo cocinaremos, tonta. De eso se trata Acción de
Gracias. Ethel querrá tener Acción de Gracias con su propia familia, al
igual que Ronnie. Solo seremos tú, yo y Torin. —Sus ojos aterrizan en los
míos—. Mi familia.
Una suavidad se instala en mi corazón. He pasado casi dieciocho
años simplemente arreglándomelas. Flotando de “familia” en “familia”,
nunca realmente instalándome en una. Para variar, he caído en una
familia que parece que me quiere aquí con ellos. Tyler dice que es por la
compañía. Tal vez lo sea. Tal vez vio un alma solitaria y quería que
rondara en esta gran casa escalofriante junto con ellos. Torin y Tyler son
hermanos extraños, sin dudas. Pero yo soy una chica extraña.
Encajamos.
Verdaderamente, lo hacemos.
Y estoy feliz.
La duda, la depresión y la desilusión ya no están en primera fila en
mi mente. No cuento los segundos hasta mi cumpleaños. Estoy
disfrutando la vida con ellos dos.
—Probablemente sea una cocinera terrible —digo con una sonrisa,
amando la forma en que mi sangre corre por mis venas en un subidón
natural.
—Torin es el peor, pero eso es lo que lo hace tan divertido. —Me
sonríe ampliamente—. ¿Arruinarás la cena de Acción de Gracias con
nosotros?
Arrugo la nariz.
—Vas en serio.
—Terriblemente.
—No arruinaremos la cena de Acción de Gracias —le digo con
arrogancia—. No si realmente voy a ser parte de esto.
Tyler se reclina en su silla y sus ojos marrones brillan de alegría.
—¿Sabes cómo cocinar?
Arqueo una ceja.
—Nop, pero aprendo rápido.
—Buena chica. Encuéntrame en mi oficina. Buscaremos recetas allí.
Se levanta y se aleja del comedor con energía en su paso.
Estoy haciendo felices a estas personas. Yo. Casey Cocaína. La niña
abandonada en la nieve porque su madre estaba demasiado chalada para
64 cuidarla. La niña de acogida con el molesto hábito de hacer sonidos
desagradables y decir cosas inapropiadas.
Tal vez mi futuro no está al otro lado de los dieciocho, al otro lado
del país.
Quizás mi futuro esté justo aquí en este lado de los dieciocho y
dentro de esta casa.
Empujo la silla hacia atrás y salto por los oscuros pasillos,
recogiendo centavos por el camino.
Gracias, Torin.
Tengo una cena familiar de Acción de Gracias que planear.
OCHO
Tyler
Hoy es un gran día para comenzar.
Desde el otro lado de mi escritorio, Casey se sienta en la silla,
garabateando palabras en su cuaderno. Se está tomando en serio todo
esto sobre la cena de Acción de Gracias. Desde que lo mencioné hace un
par de días, ha descargado recetas y ha comenzado a hacer una lista de
compras. Para alguien que sufre de TDAH4, sin duda puede enfocarse
cuando le interesa. Me recuerda mucho a Torin, y no puedo evitar
sonreírle.
—Ya has estado aquí hace una semana. Deberíamos celebrar —le
digo.
Ella levanta la vista de su cuaderno y me mira con una expresión
curiosa.
—¿Celebrar cómo?
—¿Pedir pizza y ver películas más tarde? —sugiero.
Sus labios se mueven hacia un lado.
—Mientras miremos algo súper aterrador, estoy dentro. Además, si
pones pimientos en mi pizza, mueres.
Me río.

65 —Anotado, princesa. ¿Alguna otra solicitud?


Ella levanta la barbilla y mastica el extremo de su lápiz. Hoy, ella
está linda como puede estarlo en una enorme sudadera rosada y con el
cabello rubio desordenado. Fue, en un punto, acomodado en un moño,
pero ahora los cabellos se han caído de su lugar y enmarcan su rostro. A
veces, como un maldito bicho raro, me encuentro perdido mirándola
fijamente. Tengo tanta esperanza cuando la miro. Veo un futuro. Una
esposa, hijos, una mujer exitosa. Mi corazón, roto y vacío la mayoría de
los días, late de nuevo a la vida. La bondad que brilla en sus ojos es
adictiva. Quiero beber directamente de la fuente.
—Tú, bicho raro, estás haciendo esa cosa extraña de mirar fijo de
nuevo —dice ella, su tono está lleno de diversión.

4 TDAH: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.


Parpadeo mi aturdimiento.
—Sí, lo siento. Pediremos pizza más tarde. Realmente quería
mostrarte algo hoy.
Ella se anima, su atención íntegra en mí.
—Rueda tu silla hasta aquí para que puedas ver mi computadora —
instruyo.
Curiosa, arrastra la silla hasta que está a mi lado.
—¿Ahora qué?
—Este es un mapa de la propiedad que compraremos en Oklahoma.
—Señalo tres ubicaciones—. Vamos a perforar aquí, aquí y aquí.
—Tu fortuna —dice, recordando nuestra conversación hace unos
días.
—Exactamente.
—Genial, hombre. ¿Te gusta la tarta de nueces pecanas con trocitos
de chocolate? Vi una receta y parece de muerte. No voy a mentir. —Su
atención está de vuelta en su cuaderno, claramente aburrida ya.
—Seguro. Ahora mira esto.
Frunciendo el ceño, ella me mira confundida antes de mirar la
pantalla. Muevo rápidamente montañas de documentación. Hojas de
cálculo con información geológica y datos históricos en ellas. Registros
de tierras de propietarios anteriores. Gráficos de actividad sísmica.
—Es abrumador, lo sé —le digo—. Pero quería que supieras que
Torin ha recopilado esto para mí.
Ella deja caer su lápiz sobre la mesa.
66 —¿Qué? —Ahora tengo su atención.
—Torin y yo somos socios comerciales.
—Pero… él…
—¿No parece inteligente? —bromeo. No la culpo. Es una idea
equivocada común. No es diferente de las personas que asumen que ella
es gentuza irrespetuosa por la forma en que se viste o actúa. La gente no
sabe lo que pasa dentro de sus cabezas. Son individuos complicados.
—No quise decirlo de esa manera —murmura—. Él simplemente...
honestamente, no sé qué pensar de él.
Alcanzo su mano y la agarro.
—Está bien. Él es un hueso duro de roer. Lo entiendo. Solo quería
que supieras que es inteligente. Mucho más inteligente que yo.
Abro mi correo electrónico, y encuentro un correo sin abrir de Torin.
Es una de las pocas cosas que me mantienen cuerdo… ser capaz de
mantener correspondencia con él de esta forma.
Ty, le di un vistazo al costo estimado. Aparte de un problema
de usufructo que podría causar una molestia más adelante con
fines estéticos si eligen plantar algunas líneas eléctricas, diría que
se ve bien. El valor de la tierra está muy por encima del precio
pedido y no está en una zona de inundaciones. Me alegra que lo
hayas encontrado antes que nadie lo hiciera. He hecho las cuentas.
Haremos una jodida cantidad de dinero una vez que comencemos
con la perforación. -Torin
—¿Torin escribió eso? —pregunta, su voz es pequeña e insegura.
—Simplemente no verbaliza bien.
—Sé que evadiste la pregunta antes —dice lentamente, teniendo en
cuenta sus palabras—. ¿Le han diagnosticado algo?
Aprieto los dientes y asiento.
—Él es considerado un autista autónomo. Torin podría vivir solo si
lo deseara. Puede trabajar y cuidarse solo. Pero no tiene que hacerlo
porque me tiene a mí. —Me froto el rostro con mi mano antes de mirarla
con tristeza. Esas no son las únicas razones por las que egoístamente lo
mantengo aquí conmigo—. Ciertas terapias funcionan mejor que otras.
Todo se trata de ensayo y error. Torin pasa por ratos. A veces, es bastante
hablador y parece en control. Casi puedo leer sus emociones en sus
rasgos entonces. Otras veces, su cuerpo atrapa a su mente. Como si fuera
un prisionero y no puede escapar. Cuando era niño, era difícil de
entender y manejar. Papá saltó de un médico a otro después de que
mamá muriera, tratando de ayudar a mi hermano. Con el paso de los
67
años, Torin mejoró cuando empezamos a ver al doctor McCarthy. Su
doctor se jubiló justo alrededor de cuando papá falleció. Hemos estado
con la doctora Cohen desde entonces, pero ha ido progresivamente cuesta
abajo.
—La doctora Cohen es una idiota —me dice, su voz entrecortada—.
Solo digo.
Dejo escapar un suspiro.
—He estado buscando a otros. Lo haré mi máxima prioridad, sin
embargo. Tal vez una vez que cumplas los dieciocho, si no te gusta,
podrías cambiar también.
Ella comienza a golpear su lápiz sobre el escritorio.
Taptaptaptaptaptaptap.
—Nop. Cuando cumpla dieciocho años, me iré de aquí.
Me tenso ante sus palabras
—¿De dónde?
Sus ojos parpadean hacia los míos. La culpa baila en sus ojos azules.
—Olvídalo.
Quiero rogarle que me prometa que se quedará, pero no lo hago.
Ignorando la tensión trepando por la parte posterior de mi cuello y
serpenteando sus tentáculos alrededor de mi cráneo, le respondo a mi
hermano.
Gracias por la info. Envíame cualquier información nueva.
Ahora que la propiedad de Oklahoma está en marcha, creo que voy
a mirar la tierra de Dakota del Norte de nuevo. El contrato que
venció a nuestra oferta, fracasó. ¿Qué piensas?
Él responde rápidamente.
Voy a hacer nuevos números. Mantén tu dedo fuera del gatillo.
No me sentí bien al respecto antes y no estoy muy entusiasmado
con eso ahora.
Le respondo de nuevo.
Esperaré tu análisis. Esta noche pediremos pizza y veremos
películas. Casey quiere ver algo aterrador.
Inmediatamente, él responde.
The Boy. Annabel. IT. El conjuro. Siniestro. Está detrás de ti.
El juego del miedo. El aro. Poltergeist. Exterminio. Esas van a
asustarla como la mierda.

68 Ella se ríe.
—Esto es tan extraño.
—Así es como hablo con mi hermano.
—¿Puedo hablar con él también?
Mi pecho está a punto de explotar.
—Pensé que nunca lo preguntarías.

—Ya veo —murmuro al teléfono. El investigador privado que había


contratado, un antiguo amigo de mi padre, está haciendo bien su trabajo.
Le pagué mucho dinero para que investigara ciertas cosas. Él no solo las
está estudiando, sino que las está diseccionando pieza por pieza. No me
gustan las piezas, pero las necesito. Me entregó un viejo archivo el día
que nos encontramos con Casey, el día en que Torin verdaderamente la
miró. Yo había quedado sorprendido por su pobre vida, pero solo
solidificó cuánto la necesitamos. Cuánto nos necesitaba ella a nosotros.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
—¿Qué quieres que haga ahora? —pregunta con un gruñido.
—Sigue observando.
—Soy bastante caro para que simplemente esté de brazos cruzados.
Aprieto los dientes.
—No te estoy pagando para que estés de brazos cruzados. Te estoy
pagando para que sigas observando.
Él se ríe, su voz es ronca por años de fumar.
—Lástima que mis otros clientes no sean tan fáciles.
—Quiero cada pedazo de información sucia. Lo quiero todo.
—¿Qué vas a hacer con esta información?
Me restriego la mandíbula con la mano.
—La guardaré para cuando la necesite.

Guardé el número de Torin en el teléfono de Casey, pero ella todavía


no le ha enviado un mensaje. Habíamos continuado hablando sobre
Acción de Gracias con gran detalle hasta que tuve que acostarme para
69 deshacerme de la migraña con la que estaba lidiando. Ahora, después de
un puñado de pastillas para el dolor y con la pizza en mi estómago, todo
está bien de nuevo en mi mundo. Una película de terror se reproduce en
la pantalla. Casey observa con los ojos muy abiertos debajo de una manta
en el extremo del sofá, y Torin la mira fijamente.
Yo miro a Torin fijamente.
Su capucha, o armadura, como me gusta molestarlo, está en su
lugar. Él aprieta los dientes y sus orificios nasales se abren. Inusual para
mi hermano, él está completamente quieto. Sin movimientos o espasmos
o alboroto.
Solo mirando fijamente.
—Repugnante —gime Casey mientras mete otro Skittle en su boca—
. Eso es asqueroso.
Sonrío, dándole a la película, El Juego del Miedo, tres segundos de
mi atención antes de contemplar a mi hermano de nuevo. Sus rasgos se
han suavizado casi imperceptiblemente, pero por supuesto yo me doy
cuenta. Por la forma en que lanza su mirada sobre ella, puedo decir que
está tratando de entenderla.
—¿Quieres un poco? —pregunta ella mientras echa algunos
caramelos en su mano y me los ofrece.
—Estoy bien. Torin podría querer algunos. —Un pequeño empujón,
solo para ver.
Ella se levanta del sofá y se mueve campantemente hacia Torin, su
atención aún en la pantalla. Cuando él sujeta su muñeca, rápido como
un rayo, ella chilla sorprendida. Todo su cuerpo está tenso como si
quisiera escapar de su alcance. Pero en lugar de alejarse, ella le permite
girar su muñeca para verter los Skittles Tropicales en su palma.
—Amarillo y azul.
Ella asiente y recoge los otros colores de su palma, dejando solo los
colores que él solicitó. A Torin ni siquiera le gustan los Skittles. Me
pregunto cuál es su juego. En momentos como estos me gustaría poder
entender su cerebro. Ella camina hacia el sofá de nuevo y se acomoda
antes de tirar de la manta de vuelta a su regazo. Torin la observa como
un halcón, su palma todavía se sostiene en alto con los dulces azules y
amarillos en ella. Recojo mi teléfono y le envío un mensaje de texto.
Yo: ¿Azul y amarillo? Pensé que eras un fan de Fireballs, no de
los Skittles.
Al darse cuenta de que su teléfono está zumbando, se guarda los
dulces en el bolsillo antes de mirar su teléfono. Su expresión sigue siendo
70 la misma. Indiferente. Sin emociones. Vacía.
Torin: Azul como sus ojos. Amarillo como su cabello. Los
Fireballs siguen siendo mis caramelos favoritos.
Le arqueo una ceja, pero él nunca mira hacia mí. Sus ojos están en
su pantalla como si estuviera esperando desesperadamente mi
respuesta.
Yo: Es bonita.
Torin: Yo no diría eso.
La decepción surge a través de mí antes de darme cuenta que solo
porque la describo de una forma no significa que él la describiría de la
misma manera.
Yo: ¿Qué DIRÍAS tú entonces, hermano?
Ella se ríe de la película.
—Dios mío, ella en serio acaba de caerse.
Torin: Yo diría que su risa es suave como una pluma
revoloteando a lo largo del suelo de un porche. Quieres recogerla y
tocarla, pero no quieres arruinar su viaje. Es perfecta mientras
avanza, sin ser molestada. El sonido es uno no se puede describir.
Simplemente es. Un sonido que encuentra su camino hacia la
misma médula de tus huesos. Se enraíza dentro y vive allí. Se agita
y tiembla, un recordatorio constante de que está allí.
Mi pecho se aprieta ante sus palabras.
Yo: Y aun así, evitas la pregunta. ¿Crees que es bonita?
Cuando levanto la mirada, él la está mirando una vez más. Su mano
está hecha un puño y los músculos de su cuello se flexionan. Finalmente,
dirige su atención a su teléfono para responder.
Torin: Bonita es una palabra y ella es muchas. Hermosa.
Atractiva. Interesante. Cautivadora. Linda. Deslumbrante.
Delicada. Encantadora. Guapa. Exquisita. Fascinante. Bella.
Preciosa. Agraciada. Agradable. Magnífica. Maravillosa. Vistosa.
Estupenda. Despampanante. Impresionante. Espléndida.
Angelical. Hechizante. Elegante. Divina. Excelente. Tentadora.
Astuta. Justa. Pulcra. Radiante. Arrebatadora. Resplandeciente.
Curvilínea. Hermosa.
Me río y Casey me lanza una sonrisa tímida antes de volver a la
película.
Yo: Dijiste hermosa dos veces.
Torin: Debía decirse dos veces.
—Casey-Casey —suelta abruptamente, la fulmina con la mirada a
71
pesar del infierno de atracción arremolinándose dentro de él.
El estremecimiento de ella es leve, pero sé que Torin lo ve. Me rompe
el corazón por él. Con movimientos bruscos, él se pone de pie y se acerca
a ella. Él empuja su mano en su bolsillo y saca un centavo,
ofreciéndoselo.
La sonrisa que ella le da ilumina nuestra casa sin ventanas como
ninguna otra cosa podría.
Y luego él se ha ido.
NUEVE
Casey
Sigo esperando que el suelo desaparezca de debajo de mí. Semana
tras semana que estoy con Tyler y Torin, me siento cada vez más cómoda.
Pero la ansiedad que se encuentra debajo de la superficie está siempre
presente. Si no odiara tanto a la doctora Cohen, llamaría y pediría
algunos medicamentos para la ansiedad. Es como si mi estómago tuviera
rocas. Pesadas y un recordatorio constante. Estoy nerviosa y preocupada
todo el tiempo.
¿Por qué?
Porque me gusta estar aquí. Me gusta más de lo que debería. Por
una vez, me he instalado en un lugar. Con los hermanos Kline, no tengo
miedo de que quieran entrar en mi habitación por la noche y me obliguen
a hacer cosas que no quiero hacer. No tengo miedo de que no me
alimenten o me roben mis cosas. No tengo miedo de que me den un revés
o me zarandeen de los brazos cuando están enojados.
Simplemente estoy cómoda.
Lo que me hace realmente incómoda.
—¿Cinco cajas? ¿En serio? —Tyler se burla—. No son tan buenos,
princesa.
Me sacudo el aturdimiento para darme cuenta de que le he pasado
72 las cinco cajas de brownies cósmicos del estante. Al escuchar mi nuevo
apodo, con el que a él le gusta molestarme, me relajo. Es extraño porque
me siento como una princesa. Soy continuamente mimada y tratada
como si fuera alguien de valor. Como si realmente me quisieran y fuera
parte de algo.
Tyler nunca se molesta por las cosas que digo o por mis constantes
movimientos inquietos. Nunca dice nada cruel o ridículo. Solo soy
cuidada sin nada más que mi deseada compañía a cambio.
Es raro.
Como súper raro.
Pero he visto cosas más extrañas en mi vida.
—Son muy buenos —discuto.
—¿Mejor que ese pastel de nueces pecanas con chocolate con el que
planeas deslumbrarnos mañana? —desafía, con una sonrisa de
suficiencia en su hermoso rostro.
Pongo los ojos en blanco y le muestro el dedo medio.
—Esto es para aguantarme hasta entonces.
Su teléfono suena y él responde al segundo timbre. Cuando su
sonrisa cae y frunce el ceño, la inquietud se arrastra por mi columna.
—Ya veo. Estaré allí antes de eso. —Cuelga y comienza a empujar el
carro por el pasillo—. Tenemos que irnos.
El cambio repentino de su estado de ánimo me pone en guardia. No
digo una palabra mientras pagamos rápidamente y tiramos en su baúl
solo la mitad de los artículos que conseguimos de nuestra lista. No es
hasta que estamos manejando que suelta un profundo suspiro.
—Tengo que llevarte de vuelta a tu hogar de crianza.
Mi corazón se hunde en mi pecho.
—¿Q-qué? ¿Por qué? —Odio las lágrimas que han surgido en mis
ojos y que mi voz esté temblando—. No quiero volver.
Él toma mi mano y le da un apretón tranquilizador.
—Tu asistente social quería comprobarte antes de Acción de
Gracias. Ella llamó a Guy y estará allí pronto.
Una lágrima caliente rueda por mi mejilla y rápidamente la aparto
con la parte posterior de mi mano.
—¿Cuánto tiempo me tengo que quedar?
—Esperaré en la calle y tan pronto como ella se vaya, podrás
73 regresar a casa con nosotros —me asegura.
A casa.
Trago mi emoción y asiento. El paseo es en silencio y cuando
llegamos, el auto de Lola ya está allí. Tyler se detiene a varias casas y me
mira con una mirada sombría.
—Lo siento. Ojalá no tuviéramos que hacer esto, pero... —Se queda
callado y la culpa destella en sus ojos marrones.
—Lo sé. Lo entiendo.
Empujo la puerta de mi auto para abrirla. El viento se desliza dentro
como un odioso animal vivo, que respira y me estremece hasta el fondo.
Me estremezco, por muchas razones, mientras empiezo a alejarme del
agarre de Tyler para encontrar mi destino. Como si no quisiera soltarme,
su agarre se aprieta y él se lleva mi mano a la boca. Su aliento es caliente
mientras presiona un casto beso en mi carne antes de dejarme ir por
completo.
Un destello de calor tiembla a través de mí y lo miro estupefacta. El
pequeño beso fue íntimo. Posesivo. Una promesa.
¿Una promesa de qué?
—Estaré aquí esperando.
—¿Qué pasa con las cosas frías en el maletero? —desafío, tratando
de aligerar una situación que está a punto de hacerme llorar.
—Eso no importa. —Sus ojos se clavan en los míos—. Tú importas.
Alejando mi cabeza de su penetrante mirada, cierro la puerta y corro
por la acera hacia la casa de Guy. Después de vivir por varias semanas
en un castillo, me dirijo a un calabozo. El sistema de acogida siempre ha
sido una prisión para mí. La casa de Tyler y Torin, a pesar de la falta de
ventanas, era más libertad de la que nunca había experimentado en mi
vida.
Subo los escalones y paso por la puerta principal, haciendo todo lo
posible para lucir natural. Para fingir que no he estado viviendo con dos
hombres, de los que Guy aceptó dinero en efectivo como soborno.
—Bueno, hablando de Roma —dice Guy, con voz tensa—. ¿Dónde
has estado, nena? —Me mira con una mirada severa que me recuerda
que no hablemos sobre nuestro tácito secreto.
Le doy un rápido asentimiento y sonrío.
—Solo dando un paseo.
Lola endereza su espalda y me mira con ojos entrecerrados. Su
elegante cabello castaño ha sido recientemente cortado en un lindo corte
74 por los hombros que hace maravillas para su edad. La mirada
normalmente aburrida en sus ojos verdes se ha iluminado. Ella luce feliz.
Cuando veo el lujoso diamante en su dedo anular, sé exactamente por
qué. Lola está enamorada.
—Hola, Casey —dice con su voz maternal y tranquilizadora. En un
momento, hace algunos años, le supliqué que me adoptara. No fue uno
de mis mejores momentos. Fue embarazoso e increíblemente incómodo
cuando explicó que no podía.
—Hola, Lola.
—Hace un poco de frío para dar un paseo, cariño. —Me sonríe, pero
es una de esas sonrisas que dice ya sé que me estás engañando.
—Me atrapaste —digo con una sonrisa—. Fui a la casa de una amiga
y estábamos viendo una película.
El rígido cuerpo de Lola se relaja.
—¿Cómo estás?
—Bien.
Acostumbrada a mis respuestas recortadas, ella continúa:
—Maravilloso. Estás a casi un mes de cumplir los dieciocho. Hay
algunos documentos que tendremos que revisar, así que planea verme la
semana antes de Navidad. He localizado algunas casas de mujeres para
que consideres quedarte. Además, he compilado una lista de agencias de
empleo para ayudarte a encontrar un trabajo…
—Tengo un trabajo —espeto. Tan pronto como las palabras caen de
mis labios y Guy me lanza una mirada de advertencia, me encojo hacia
atrás en la pared, deseando poder desaparecer por completo.
Lola se pone de pie y camina hacia mí. Ella tiene esta forma de ser.
Huele los problemas. Como asistente social, probablemente es algo bueno
porque ha conseguido sacarme de un par de casas donde no me estaban
tratando bien. Nunca tuve que mencionarlo. Ella simplemente lo sabía.
Pero ahora…
No quiero que lo sepa.
Lo arruinará todo.
—Quería invitarte a Acción de Gracias conmigo —dice suavemente—
. Mi prometido y yo íbamos a ir a la cocina de beneficencia para ser
voluntarios.
Quiero jactarme de que estoy cocinando en Acción de Gracias este
año con Tyler y Torin. Que será el mejor Acción de Gracias de todos los
tiempos. Que he estado buscando recetas y estoy terriblemente
75 emocionada.
—En realidad —interrumpe Guy—. Ella y yo íbamos a cocinar un
festín para los chicos y Allie. —Su rostro está rojo porque claramente
mentir tampoco es su fuerte.
—Sí. Pastel de nueces pecanas con trocitos de chocolate. —
Técnicamente no es mentira. Estoy haciéndolo totalmente.
La piel cerca de la esquina de sus ojos se arruga mientras sonríe.
Lola es bonita cuando sonríe, así que puedo ver cómo se encontró un
prometido.
—Ya veo. Me alegra saber que ustedes dos parecen llevarse bien.
Especialmente porque hace un poco más de un mes, no eran el favorito
del otro.
Guy se ríe y me empuja en un abrazo lateral.
—Es una niña difícil, pero hace que las cosas sean interesantes por
aquí.
Lola frunce el ceño por la forma en que me abraza. Yo me mantengo
rígida y estoy intentando desesperadamente mantener mis rasgos
educados.
—Guy, me gustaría conversar con Casey por un momento. ¿Puedo
molestarlo por algo de café? —pregunta Lola.
—Claro —gruñe y me suelta.
En el momento en que él se va, sus rasgos se vuelven serios cuando
toma mis manos.
—¿Qué está pasando? No estás actuando como tú misma. —Mira
por encima del hombro antes de dirigir su mirada a la mía—. ¿Guy te ha
lastimado o...? —Se calla, y lágrimas nadan en sus ojos—. ¿Te ha tocado?
Mi mandíbula se abre y me burlo.
—Ew, asco. No. Oh Dios mío, Lola. Puaj.
El alivio inunda sus facciones.
—Oh, gracias a Dios. No quería tener que matarlo.
Ambas nos reímos porque Lola es demasiado amable para hacer algo
así.
—Estoy bien. Lo juro —le digo sinceramente—. De hecho, nunca he
sido más feliz. Nunca, Lola. Estoy tan feliz, que no sé qué hacer conmigo
misma.
—¿Por qué el cambio repentino? ¿Porque ya no estás en la escuela?
—La escuela era un lastre, pero no es eso. —Decido ofrecerle un
76 trozo—. Es mi nuevo trabajo. —No es una mentira. Tyler dijo que me
pagaría por ayudarlo con sus asuntos de negocios. Al principio era súper
aburrido, pero en realidad él es muy bueno explicando cosas de una
forma que entiendo. Hace que me dé curiosidad la ciencia de la geología
y el medio ambiente.
—¿Qué tipo de trabajo?
—Por ahora, estoy leyendo contratos de petróleo y gas y aprendiendo
jerga. He observado un poco algunos mapas y gráficos sísmicos. ¿Sabías
que perforar demasiado en un área puede causar terremotos? Oklahoma
ha estado experimentando muchos últimamente.
Ella parpadea con sorpresa.
—Oh, Casey, estas noticias son maravillosas. Felicitaciones. Sabía
que lo tenías en ti.
Enderezo mi espalda y levanto mi barbilla. El orgullo surge a través
de mí. Cuando Tyler y yo estamos trabajando en su oficina, es como dos
amigos descubriendo cosas nuevas. No es exactamente trabajo. Pero
ahora que le digo a mi trabajadora social al respecto, es algo sobre lo que
estar orgullosa.
—Esta es la razón por la que la universidad es importante —dice en
su tono maternal—. Si esto es un interés tuyo, podrías aprender más
aspectos técnicos en la universidad. Por favor considera aplicar para
algunas universidades ahora que te has graduado.
—Lo pensaré. —Y para variar, estoy pensando en ello.
Ella sonríe y se quita un mechón de cabello del rostro.
—Estoy orgullosa de ti, Casey Doe.
Intento no estremecerme al escuchar mi apellido.
—Gracias, Lo.
—Este cambio en ti es bueno. Realmente has madurado desde que
me encontré contigo en tu escuela hace unas semanas. Puedo decir que
disfrutas este trabajo tuyo. Guarda tus cheques de pago y quién sabe, tal
vez pronto tendrás suficiente para un automóvil.
No le digo que ya tengo uno y que mi auto cuesta más de cientos de
miles de dólares.
No parece el momento adecuado.
—Hasta pronto —le digo.
Ella se va sin su café y pronto se marcha. Guy vuelve a salir de la
cocina con una taza de café en la mano.
—Hice esta mierda sin ningún motivo —refunfuña mientras lo deja
77
en la mesa de café—. ¿Le dijiste algo?
—Nop. Adiós, amigo. —Comienzo a irme, pero él se precipita hacia
mí, plantando su palma en la puerta.
—No tan rápido. Necesitamos hablar. —Sus ojos pequeños y
brillantes se mueven de un lado a otro mientras me mira. Una astilla de
miedo se filtra a través de mí.
—Paso, mi transporte está esperando. —Pongo mis manos en las
caderas e indico con mi cabeza que debería dejarme ir.
—Voy a necesitar más dinero. —Frunce los labios como si acabara
de probar algo agrio.
—¿Qué? ¿Por qué? ¡Tyler te dio un montón de dinero en efectivo!
—Shhh —dice entre dientes, mirando por encima del hombro—.
Baja la voz. —Se acerca y su saliva se derrama sobre mí—. Necesito más.
Dile.
—O sino, ¿qué? —desafío.
Él sisea:
—O de lo contrario te mantendré aquí y haré de tu vida una maldita
pesadilla. Ese idiota tiene el dinero, tú y yo lo sabemos. Si estoy
exponiendo mi cuello, porque esta mierda podría enviarme a prisión,
entonces voy a requerir más dinero. Dile, Casey. Dile o se acabó este
juego.
Con manos temblorosas, saco mi teléfono del bolsillo de mi sudadera
y parpadeo para apartar las lágrimas que se forman en mis ojos. ¿Y si
Tyler dice que no? ¿Y si no quiere darle más dinero a Guy? ¿Eso es todo?
¿Es el final?
Rápidamente, le envío un mensaje de texto a Tyler.
Yo: Ella se ha ido. Guy dice que quiere más dinero y luego me
dejará ir. Lo siento.
Cuando él no responde y Guy no retira su mano de la puerta, estallo
en lágrimas. Guy se encoge de hombros cuando nos damos cuenta de
que Tyler no volverá. Salgo corriendo al baño y me encierro dentro.
Necesitando escapar, aparto la cortina de baño y me siento en la bañera
vacía. Mi mente zumba con todos los momentos divertidos que tuve con
Tyler. Sabía que debería haberlos saboreado más. Nada bueno nunca
dura mucho en mi mundo. Lloro mientras me pregunto si me
encontrarían si me escapara. Estoy bastante segura de poder encontrar
el camino de regreso al castillo.
78 Cuando las lágrimas se secan, empiezo a tocar incesantemente la
fibra de vidrio con mi anillo. Un anillo que casi no uso, pero hoy lo vi en
mi cajón y me lo puse. Es un anillo sin piedra. Las puntas arañan el aire
de una manera expectante como si dijera: “¿Dónde está mi diamante?”,
pero me gusta. Me gusta cómo es vacío e imperfecto. Además, las puntas
hacen un tintineo satisfactorio cada vez que golpeteo la bañera.
Clink. Clink. Clink.
Mañana íbamos a cocinar un festín familiar.
Ahora, mi mañana estará llena de las miradas molestas de Guy y
sin esperanzas de pastel de pacanas con trocitos de chocolate.
Clink. Clink.
Sé que Tyler me extrañará. Tenemos una conexión. Simplemente
odio que el dinero tuviera que ser nuestro factor decisivo. Quizás una vez
que cumpla los dieciocho, él me deje ir a vivir allí y nada me retendrá.
Trabajaremos en sus cosas de petróleo y gas durante el día y veremos
películas con Torin por la noche. Cocinaremos comidas juntos y
tomaremos paseos. Tal vez se convertirá en algo romántico. La forma en
que besó mi mano antes se sintió... caliente.
Y caliente es una sensación con la que no estoy familiarizada.
Clink. Clink. Clink. Clink.
Levanto mi teléfono, con la esperanza de que tal vez me perdí su
respuesta. Nada. Y estaba en lo cierto. Ha pasado más de una hora desde
que me encerré en el baño. Otro desagradable sollozo me atraviesa. Lo
trago y golpeteo para distraerme.
Clinkclinkclinkclinkclinkclinkclinkclinkclinkclinkclink.
Abro un mensaje para Torin. Cada día, me vuelvo más y más curiosa
sobre él. He espiado los correos electrónicos que se escribe con Tyler cada
día, pero no puedo conectar a ese Torin con el Torin que yo conozco. A mi
Torin no le gusta hacer contacto visual. Mi Torin es abrupto. Mi Torin
hace sonidos de angustia cuando las películas se ponen demasiado
ruidosas. Mi Torin se comporta de forma errática y no parece darme la
hora aparte de los senderos de centavos que deja por todas partes.
Con el corazón encogido, decido enviarle mi primer mensaje. Mis
dedos vacilan sobre las teclas. No sé qué decirle. ¿Le ruego que razone
con Tyler? ¿Para que vengan a buscarme?
Clinkclinkclinkclinkclinkclinkclinkclinkclinkclinkclink.
El mensaje permanece abierto y vacío. Dios, ni siquiera sé qué
decirle.
Yo: Guy quería más dinero. No creo que Tyler quiera pagarlo.
79
Supongo que no volveré. Gracias por los centavos.
Cuando los puntos comienzan a moverse de inmediato, mi corazón
se agarrota de mi pecho.
Torin: Envíame las instrucciones para una transferencia y tu
ubicación. El dinero y un Uber5 están en camino.
Parpadeo a la pantalla con confusión. Es como si Tyler me estuviera
enviando los mensajes. Este no es el Torin que veo día tras día. El que
lanza sus platos cuando ha comido suficiente y desaparece en las paredes
cuando la conversación es una en la que él no quiere participar.
Yo: No sé cuánto quiere.

5 Uber: es un servicio que proporciona a sus clientes una red de transporte privado, a
través de su software de aplicación móvil (app), que conecta a los pasajeros con los
conductores de vehículos registrados en su servicio.
Torin: No importa. Lo pagaremos.
Cierro los ojos y lágrimas calientes brotan de las comisuras de mis
ojos. Estoy intentando imaginar estas palabras viniendo de Torin y no
cuadran. Mi teléfono zumba de nuevo.
Torin: Maldición, Casey. Envíame la información, ahora.
Estoy mirando boquiabierta mi teléfono cuando la manija de la
puerta del baño empieza a sacudirse. Apenas lo he guardado en mi
bolsillo, lista para sacarle los ojos a Guy, cuando una figura diferente se
cierne sobre mí.
—¿Tyler? —chillo.
Sus ojos marrones son salvajes y frenéticos. El nudo en su corbata
ha sido aflojado alrededor de su garganta. Sombras se ciernen sobre sus
pómulos.
—Ahí estás —arrulla mientras se arrodilla junto a la bañera, tirando
de mí contra su pecho para un abrazo—. Lo resolví tan pronto como pude.
Me derrumbé, superada por la emoción, mientras uno de los
príncipes en mi mundo me alza en sus fuertes brazos. Me aferro
desesperadamente a él mientras sale del baño conmigo en su agarre.
Enterrando mi rostro contra su cuello, me niego a mirar a Guy. Por como
suena, Guy se salió con la suya. Me da asco.
Tan pronto como un aire frío muerde mi piel expuesta, tiemblo.
Estamos fuera de ese agujero infernal y de camino al auto de Tyler.
Finalmente alzo la cabeza para darle otro vistazo a él. Su ceño está
fruncido. Por un momento, me pregunto si se arrepiente de haber pagado
para mantenerme.
—Lo siento —grazno, mi labio inferior tambaleándose.
80
Sus ojos penetran los míos y él se detiene para ponerme de pie cerca
del auto.
—Pagaría cualquier cosa por ti, Casey. Jodidamente cualquier cosa.
—Con esas posesivas palabras, él abre la puerta del auto y me ayuda a
entrar. En el momento en que él también está dentro, arranca y su Audi
despega por el vecindario a una velocidad ilegal. Mi teléfono vuelve a
zumbar y lo saco para ver muchos textos perdidos de Torin.
Torin: Casey, ahora.
Torin: Ahora.
Torin: Rastreé tu teléfono. Sé la dirección, pero necesito las
instrucciones para la transferencia.
Torin: Casey, jodidamente habla conmigo, así sé que estás bien.
Mis emociones amenazan con consumirme. Pasé de tener a nadie a
quien le importaba, aparte de una trabajadora social a quien le pagan
por eso, a tener a dos hombres desesperados por mantenerme a salvo y
segura en su casa. Con manos temblorosas, le respondo.
Yo: Tyler le dio el dinero. Estoy con tu hermano y dirigiéndome
a casa.
Espero que responda, pero nunca lo hace. A pesar de la creciente
decepción surgiendo a través de mí, me distraigo rápidamente cuando
Tyler se estira y toma mi mano en la suya.
Estoy volviendo a casa.

81
DIEZ
Tyler
Todos están sombríos después de ayer. Nuestra pequeña familia
inusual casi fue separada. Me había enfermado cuando me envió un
mensaje de texto que decía que Guy quería más dinero. No es como si
pudiera delatarme por llevarme a su hija adoptiva sin implicarse a sí
mismo. Pero una vez que se dio cuenta de que estaba siendo cuidada y
quería quedarse con nosotros, vio una oportunidad para escaquearse con
más dinero. No es que yo no lo pagaría. Solo que ella se sintiera culpable
por eso. Pero ella se sentía más que culpable. Estaba al límite de la
angustia al no poder volver a casa conmigo. La encontré llorando en la
bañera.
Me rompió.
Tomó todo en mí no lanzarle mi puño a la nariz de esa comadreja
por molestarla.
Malditas estúpidas leyes. Ella está mejor con Torin y conmigo a
cualquier edad que con su padre adoptivo. El idiota es cieno. Sin
mencionar, que sus amenazas eran nauseabundas. Mi investigador
privado tiene más que investigar ahora.
Todavía estoy furioso mientras corto patatas. Después de la tarde
emotiva de anoche, tuvimos que volver a la tienda de comestibles para
terminar de comprar los ingredientes para nuestra comida de Acción de
82 Gracias. Le sugerí que nos olvidáramos de la comida, pero Casey se
mostró inflexible sobre continuar. Entonces, con mis dientes apretados y
sus ojos llorosos, logramos obtener el resto de nuestros artículos.
—Casey-Casey —murmura Torin desde la mesa donde mira
fijamente una receta. Él ha estado apagado desde ayer. Recibí el más
desagradable de los mensajes de texto diciéndome que era mejor que
fuera a traer a “nuestra chica” de vuelta o lo pagaría caro. Nunca he visto
a Torin reaccionando tan emocionalmente sobre nada. Nunca. Ni siquiera
cuando su caballo Rayo se lastimó. Pero su mensaje de texto estaba en
mayúsculas. Estaba enojado. Conmigo. Como si yo fuera el responsable
de alejarla de nosotros.
Anoche, sabiendo que Casey estaba a salvo bajo nuestro techo, me
quedé dormido con la sonrisa más grande en mi rostro. A mi hermano le
gusta. Más que gustarle. Estaba listo para estrangularme y yo no podría
estar más eufórico.
Casey sigue golpeando su rodilla contra el gabinete. No
necesariamente de una forma nerviosa sino más bien de una manera
enérgica. Sus mejillas se han mantenido sonrosadas y sus ojos brillantes.
Torin y yo hemos tenido innumerables Acciones de Gracias que dimos
por sentados, pero este es el primero especial.
Bump-thump. Bump-thump. Bump-thump.
—Casey-Casey.
Los sonidos, las voces, la repetición. Hace milagros para calmar mi
corazón ansioso. Si tan solo funcionaran con los truenos en mi cabeza
también.
—Ustedes dos, niños, pueden manejar esto por un minuto, ¿verdad?
—pregunto mientras alcanzo un mechón del cabello de Casey. Ahora que
está de vuelta, no puedo evitar tocarla a menudo. Es como si me estuviera
volviendo adicto a ella.
Ella me mira con una sonrisa brillante, ya no asustada como estaba
al comienzo. Le paso el pulgar por el pómulo y la miro fijamente por un
momento largo.
—Estoy siendo espeluznante —refunfuño, mis labios se curvan
hacia un lado.
—El más espeluznante —está de acuerdo. Sus ojos brillan con
adoración. Me hace sentir como el jodido King Kong. Quiero golpear mi
pecho y declarar que siempre la cuidaré. Que los idiotas como Guy no
pueden molestarla.
—Casey-Casey —gruñe Torin, su voz tiene un matiz de advertencia.
83
Sorprendido, me alejo de ella y miro a mi hermano. Sus ojos están
sobre los míos. Intensos. Severos. Acusatorios. Me lleva un segundo
darme cuenta de que él es igual de protector. Mi corazón se acelera al ver
la expresión de su rostro.
Llegarás allí, hermanito.
Le guiño un ojo y luego salgo de la cocina. Mis ansiosos pasos se
ralentizan mientras voy a mi oficina donde tengo mi medicamento
escondido en un cajón cerrado con llave. El dolor de cabeza está
empeorando por momentos, así que rápidamente lanzo algunos
analgésicos en mi palma y los tomo en seco. Afortunadamente, esta
mierda funciona.
Por ahora.
Aparto ese pensamiento oscuro y me apresuro de vuelta a la cocina.
Cuando doy la vuelta a la esquina, encuentro a Torin mirando a Casey,
embelesado. Sus rasgos son suaves mientras la comprueba
descaradamente. Ella debe haber tenido calor porque se quitó su
abultada sudadera y está parada frente a la estufa removiendo algo con
menos ropa de la que jamás la he visto. Unos vaqueros que le compré y
una camiseta sin mangas negra. La protuberancia de sus pechos
pequeños es obvia en la camiseta. También me hace darme cuenta qué
tan pequeña es. Diminuta pero no frágil, gracias a todas las comidas
abundantes que me aseguro de que coma.
—Casey-Casey. —Las palabras de Torin son un susurro de
adoración.
Ella se da vuelta para recuperar algo de la nevera. Mi hermano y yo
miramos descaradamente su culo. Es un lindo culo. Los vaqueros le
sientan bien. Cuando mi polla se endurece en mis pantalones, dejo
escapar un sonido ahogado y rápidamente me retiro. Estoy enojado
conmigo mismo todo el camino a mi nueva habitación, que resulta ser mi
dormitorio de la infancia. Me encierro dentro y tiro de mi cinturón. Mi
pene está jodidamente despierto ahora, confundiéndome como el
infierno. Se supone que no debo estar interesado en Casey de esa
manera. Se supone que debo cuidar de ella.
Empujo mis pantalones hacia abajo y luego mis calzoncillos a lo
largo de mis muslos, liberando mi polla adolorida. Está pesada y caliente
en mi mano, palpitando con la necesidad de correrse. Ni siquiera puedo
recordar la última vez que estuve con una mujer. Meses. Meses y meses
y meses desde la última. Mi erección se mueve bruscamente en mi mano,
irritada por el recordatorio. Satisfaciendo mi carne necesitada, tiro de
ella, reprimiendo un gemido. Mis ojos se cierran de golpe y egoístamente
84
recuerdo la forma en que Casey estaba de pie en nuestra cocina. Feliz,
cómoda y libre.
Un siseo se me escapa mientras el placer pulsa a través de mi eje y
hacia arriba a lo largo de mi columna. Agarro el pie de la cama mientras
me follo la mano. Es fácil pretender que estoy en la carne suave de una
mujer. No simplemente cualquier mujer. Ella.
La repugnancia se extiende a través de mí, pero no hace que la visión
desaparezca. Aprieto mi polla y muevo mi puño arriba y abajo más rápido
con cada movimiento. El presemen se filtra de mi punta. Estoy perdido
en mi fantasía, una fantasía donde ella está desnuda y extendida debajo
de mí. Adoro su piel pálida con mi boca. Me tomo mi tiempo explorando
cada parte de ella. La hago sentir querida e importante. Amada.
La vergüenza junto con la amargura crean una tormenta dentro de
mí. Me corro con un fuerte gruñido mientras expulso mi semilla por toda
la colcha. Me toma un momento parpadear para alejar la visión donde
estoy hundido en lo más profundo de “nuestra chica”. Soy un jodido
pervertido.
Corro al baño para limpiarme y luego me vuelvo a poner la ropa de
un tirón. Con la furia burbujeando dentro de mí, arranco la ropa de mi
cama y la tiro al suelo. El dolor me pincha desde adentro hacia afuera.
El dolor siempre presente en mi pecho cobra vida, recordándome que no
siempre obtengo lo que quiero.
El estruendo de la base de mi cráneo se intensifica con mi ira
conmigo mismo. Me consume y me come vivo. Colapso sobre la pila de
ropas manchadas y doblo mis rodillas contra mi pecho.
Lo siento.
Lo siento.
Cerrando los ojos apretadamente, trato de alejar las sensaciones que
se extienden a través de mí. Demasiado. Simultáneamente. Mis
pensamientos me están sofocando. El órgano que late en mi pecho duele
más de lo que mi cabeza jamás podría. Sonsaca un profundo gemido
angustiado desde dentro de las profundidades de mi alma. Lo dejé salir,
sabiendo que Torin y Casey no pueden escucharlo de todos modos.
Lloro.
Grito.
Maldigo a todo el maldito universo.
Lágrimas de las que ni siquiera sabía estaban cayendo por mi rostro.
Pero no estoy llorando. Estoy tranquilo de nuevo. Estoy entumecido.
85
Estoy luchando tan jodidamente tanto con esto que no sé qué hacer.
Parpadeo. Parpadeo. Parpadeo. Parpadeo.
Mi ritmo cardíaco se calma, y en consecuencia, también lo hace el
latido dentro de mi cabeza.
La tranquilidad hace maravillas con mi dolor de cabeza.
Ahora que mi pene se ha calmado y he tenido un colapso, estoy listo
para continuar teniendo la mejor Acción de Gracias de toda mi vida.
Con mi familia.
—Debo decir —le digo a Casey lentamente mientras tomo otro
bocado de su pastel. Sus ojos brillan con entusiasmo y esperanza. Tan
condenadamente linda—. Es el mejor pastel que he tenido el placer de
probar. —Le sonrío antes de tomar otro bocado.
Torin está inusualmente silencioso mientras se sienta frente a mí.
Él ha acabado con su puré de papas y su pavo, pero ha dejado de comer
para mirarme fijamente. La tensión en el aire es espesa y palpable. De
alguna manera, me pregunto si lo sabe.
Me sacudo para apartar ese pensamiento estúpido rápidamente.
Incluso si mi hermano corriera a lo largo de sus pasillos hasta mi
habitación y me viera pajearme, él aun así no se habría enterado de con
qué pensamientos me hice correr.
Pensamientos oscuros.
Pensamientos prohibidos.
Pensamientos repugnantes.
Aparto esos pensamientos e intento memorizar esta cena. Suave
música clásica suena en las bocinas, algo que esperaba que mantendría
a Torin tranquilo y ocupado. Las velas que Casey encendió parpadean
sobre la mesa e incluso admitiré que es un lindo toque. Para tres
personas que no son los mejores cocineros, logramos una maldita buena
comida.
—Ahora supongo que tenemos que planear la Navidad. —Me acaricio
el estómago, que podría estallar en cualquier momento.
Los ojos de Casey se iluminan y ella asiente.
—Jamón. Definitivamente necesitamos jamón.

86 Torin hace sonar su cuello y su capucha cae hacia atrás. Atrapo a


Casey mirándolo fijamente con curiosidad. Su cabello oscuro está
despeinado y cuelga sobre su frente. Le espera otro corte pronto. Sus dos
manos están cerradas en puños y descansan sobre la mesa. Los
músculos de los antebrazos se contraen y flexionan, como si estuviera a
punto de salir huyendo en cualquier momento.
Quédate.
Por favor, quédate con nosotros, Torin.
—En Navidad es el cumpleaños de Casey —dice Torin en un tono
robótico. La forma en que sus ojos color chocolate se muestran me dicen
que no está aburrido como sugiere su voz.
Ella separa sus labios carnosos y parpadea hacia él. Es la primera
oración completa que ha dicho desde que ella está aquí. Sé que puede
hablar hasta por los codos si quiere. El problema es que nunca se sabe
cuándo será eso con mi hermano. Pero esta oración sugiere que la
presencia de ella está haciendo más bien que sus visitas a la terapia
semanal.
—Ahh, sí —dice ella, con las mejillas encendidas.
En este momento, mi corazón se hunde. Una profunda semilla
enterrada de esperanza había hecho su camino dentro de mí, pero puedo
decir que estaba equivocado. Mis instintos originales habían sido
correctos. Necesito enfocarme en por qué la traje aquí en primer lugar,
no en mi propio egoísmo.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
—Casey Cocaína nació el 25 de diciembre de 1999. Dejada en el
pesebre de la iglesia local. La niña estaba al borde de la muerte, pero un
feligrés escuchó sus llantos de angustia y la rescató —recita Torin de un
tirón como si estuviera leyendo un informe de noticias para una cámara.
Y lo conozco. Él la investigó en Internet. Apuesto todos los ahorros de mi
vida que está recitando un video de las noticias que vio y memorizó.
—Torin —interrumpo.
La sonrisa de Casey se ha ido y su cuerpo está tenso. El tenedor en
su mano ha comenzado golpetear el plato.
Clank. Clank. Clank. Clank.
—Fue llevada al hospital donde el personal trabajó incansablemente
para salvar al pobre infante cuya madre la había abandonado —continúa
Torin, sus nudillos se vuelven blancos mientras aprieta sus puños aún
más. Su profunda voz no tiene emoción o inflexión. Sus ojos disparados
de un lado a otro cuentan otra historia. Dolor. Vergüenza. Horror. Él está
triste por lo que le pasó. Diablos, yo también—. Casey Doe, como los
87 agentes judiciales se referían a ella, era adicta al crack. La niña no estaba
temblando por el frío, estaba temblando por la abstinencia. Los oficiales
no están seguros si el milagro de Navidad sobrevivirá la noche.
Un sonido ahogado se escapa de Casey y sus ojos han caído a su
plato donde sigue haciendo golpeteos con el tenedor.
Clank. Clank. Clank.
—Casey —murmuro, alcanzándola.
Torin golpea ambos puños en la mesa y su intensa mirada se clava
en mí.
—Casey Cocaína ha sobrevivido la noche. El hospital fue invadido
por donaciones para el bebé. Padres esperanzados se alinean para
adoptar al ángel que apareció en un pesebre. Harry, esto realmente es un
milagro navideño. Volvemos contigo para el clima.
Clank. Clank. Clank.
—Esto acaba de llegar, Bob —sisea Torin, su voz es ronca—. Casey
Cocaína no está fuera de peligro. Las autoridades médicas dicen que casi
murió en mitad de la noche. Debería darle vergüenza a cualquiera que
deje que su hijo muera adicto a las drogas en la nieve. —Recita los
números precisos para finales de los años noventa de las tasas de
supervivencia de los niños nacidos adictos a las drogas.
Todo lo que puedo hacer es soportar esta tormenta. A Torin le duele
volver a contarlo y Casey sigue haciendo sonar su tenedor mientras las
lágrimas silenciosas ruedan por sus mejillas rojas. Mi pecho jodidamente
duele, pero no sé qué hacer.
—Torin —suplico.
Él golpea sus puños sobre la mesa de nuevo, las aletas de su nariz
se ensanchan.
—Nadie ha adoptado a Casey Cocaína. Bob, ¿sabías que los bebés
nacidos adictos a las drogas son extremadamente quisquillosos? No
duermen toda la noche y lloran continuamente. Gracias a Dios por las
enfermeras y los médicos que tratan a la pobre niña durante este
momento crítico. Quizás cuando esté sana nuevamente, el angelito
encontrará a sus propios ángeles.
Torin se pone en pie de un salto y golpea sus manos sobre la mesa
cerca de ella. Ella salta pero no lo mira. Cuando él quita sus manos, hay
dos centavos en la mesa. Con un rugido frustrado que reconozco de él,
se precipita hacia la pared y la golpea hasta que se abre. Ni siquiera se
molesta en cerrarla detrás de él y sus furiosos rugidos lo siguen mientras
desaparece en las profundidades de la casa.
88 Alcanzo a Casey y ella grita, dejando caer su tenedor en el plato con
un ruido. Todo su cuerpo tiembla cuando se aparta de la mesa y sale
corriendo fuera del comedor, dejando sus dos centavos atrás.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Con una venganza, el trueno en mi cabeza reaparece como una
tormenta inesperada en un día de verano. Violento. Oscuro. Furioso. Se
agita dentro de mí y me agarro del cabello, desesperado porque me rompa
los huesos y escape.
Mierda, cómo me gustaría que se fuera.
Ya sin hambre y vencido por el agotamiento, alejo el postre que
Casey hizo y apoyo mi frente en la fría superficie de madera.
Querido Dios, ayúdame a arreglar esto.

89
ONCE
Casey
Estoy enferma.
Claro, he leído las historias, pero escucharlas en voz alta por alguien
que apenas me ha dicho dos palabras fue devastador. Agrió la deliciosa
cena de Acción de Gracias en mi vientre. Lo arrojé todo y pasé horas
llorando.
¿Por qué?
¿Era alguna broma enferma?
¿Para ridiculizarme y humillarme?
Una vez que terminé de vomitar, me duché, me cepillé los dientes y
me arrastré de vuelta a la cama. Normalmente, tengo frío, pero esta noche
estoy sudada y caliente. Estoy desnuda solo con una camiseta sin
mangas y bragas, eligiendo acostarme sobre las sábanas antes que
debajo de ellas.
Un entumecimiento se ha apoderado de mi cuerpo.
Me duelen el corazón y la cabeza mientras trato de dar sentido al
humillante arrebato de Torin. Tyler no pudo hacer que se detuviera. Me
quedé allí sentada y aguanté el recordatorio de que soy Casey Cocaína.
Huérfana. Un alma triste sin familia.
Lentamente, el sueño envuelve sus tentáculos a mi alrededor y me
90
atrapa. Mis sueños son simples al principio, pero pronto me despierto
con la sensación de estar atrapada. Fijada. Retenida como rehén.
Tomada. Un grito se aloja en mi garganta pero no escapa debido a la
mano sobre mi boca.
¡Despierta!
—Casey-Casey. —El triste susurro en mi sueño me hace calmar
considerablemente. Aun así mi pecho se eleva y cae en una sucesión
rápida, pero ya no me revuelco. El fuego hace tiempo que se ha apagado
y mi habitación está completamente oscura.
Esto es un sueño.
Un sueño muy real.
Ahora soy consciente de que la pesadez sobre mí es un cuerpo.
Fuerte. Musculoso. Duro. Todo hombre. Cuando succiono aire, capto su
aroma. Familiar y masculino. A pesar de estar atrapada por su gran
cuerpo, el deseo chispea en mi núcleo y enciende un fuego. Una de mis
manos está empujada contra el colchón por la suya, pero la otra está
libre. Me estiro en la oscuridad y mis sospechas se confirman cuando
palpo el cabello largo de Torin.
Esto es un sueño.
Su nariz toca mi oreja mientras me inhala. Me pongo rígida y
entrecierro los ojos en la oscuridad, tratando de distinguir su rostro.
Esto no es real.
Una lengua caliente lame mi carne justo debajo de mi oreja, sacando
un gimoteo de mi parte. Mis bragas se humedecen por la forma en que
su aliento me hace cosquillas donde mi piel está húmeda. Algo enorme
se endurece entre nosotros. Santa mierda. Esa cosa es gigante.
Esta vez, cuando gimoteo, es más por miedo que por deseo.
Pero entonces su lengua recorre el costado de mi cuello de nuevo
hasta la parte posterior de mi oreja. Sus labios se rozan a lo largo del
nacimiento de mi cabello y cuando su lengua hace contacto con mi piel,
me estremezco. Intento retorcerme para liberarme, pero él es demasiado
grande y demasiado pesado.
—Casey-Casey. —Sus palabras son tan suaves que más o menos las
siento en lugar de escucharlas. Todo mi cuerpo hormiguea con una
necesidad cruda. Necesidad de qué, no lo sé. Estoy congelada. Atrapada
en su trampa. Estoy atascada en algún lugar entre querer apartarlo de
mí y correr, y tirarlo hacia mí y rogar. Su polla palpita entre nosotros. Él
91 no está usando vaqueros como de costumbre. No hay capucha
separándonos. La piel frotando contra la franja de mi propia piel entre mi
camisa y mis bragas está descubierta.
Descubierto. Desnudo. Caliente.
Esto no es un sueño.
Mi ritmo cardíaco se acelera en mi pecho. Cuando tiro de mi mano
atrapada, su agarre se aprieta. El lamido del costado de mi cuello se
intensifica. Mierda, siento dientes de nuevo. Raspando y mordisqueando.
Torin Kline me está mordiendo. Ligeramente. Suavemente. En una forma
posesiva que no coincide con el hombre que cruelmente entregó la
historia de mi vida como si fuera una emisión de las noticias de la noche.
Cuando recuerdo lo impasible que estaba mientras recitaba esos
feos recordatorios, el horror me inunda. Gimoteo mientras las lágrimas
brotan en mis ojos. Con su mano sujetando mi boca, no puedo gritar por
ayuda. Mi respiración se vuelve errática mientras un gemido aterrorizado
logra escapar de mí.
Torin gime, la frustración en su tono es evidente. Su frente choca
contra la mía y él la descansa allí. Nuestras narices se rozan entre sí
mientras respira sobre mí. Un aroma a menta que me sorprende.
—Casey-Casey.
Sorbo por la nariz mientras mi cuerpo tiembla con sollozos
queriendo ser liberado. Justo cuando pienso podría desmayarme, el gran
peso se levanta. Pasos rápidos golpean los suelos de madera y luego un
crujido. Antes de que pueda registrar lo que sucedió, me doy cuenta de
que se ha ido.
El pánico me sobresalta y me disparo de la cama. Me escapo de mi
dormitorio negro como la boca de un lobo, hacia el pasillo. Por lo que
recuerdo, la habitación de Tyler está cerca. Quiero contarle sobre su
hermano y lo que hizo. Torpemente, choco con cosas mientras tropiezo
en la oscuridad. Eventualmente, me meto en una habitación que huele
como Tyler. Puedo escuchar su respiración pesada mientras duerme.
Busco a tientas la cama, buceo debajo de las sábanas, buscando su
confort y seguridad. En el momento en que mis dedos entran en contacto
con su pecho desnudo, me envuelvo alrededor de él. Se revuelve dormido
y considero despertarlo, pero luego el cansancio se asienta en mis
huesos. Después de mi subidón de adrenalina, estoy débil y cansada.
Me acurruco contra su cuerpo duro y musculoso e intento no clavar
mis uñas en su carne. Solo anhelo seguridad. Torin me asustó
muchísimo. Tan pronto como mi mente se aquieta y mi corazón no corre
a ciento sesenta kilómetros por hora, intento analizar lo que acaba de
92 pasar. ¿Estaba tratando de disculparse? ¿Inmovilizándome en la cama y
lamiéndome? Un escalofrío me recorre.
Tyler murmura mientras duerme, pero luego su brazo se curva a mi
alrededor. Su mano se asienta sobre mi cadera de una manera que parece
pertenecer allí. Yo subo mi muslo a través del suyo. Sus piernas peludas
se sienten inusuales contra las mías suaves. Me hace querer frotarme
más contra él, pero no quiero despertarlo. Después de unos cuantos
minutos, empiezo a cabecear.
Crick.
Gimoteo, de repente alerta.
Unos pasos se alejan, llevándose mi corazón tartamudo con ellos.
Esta vez, me quedo dormida rápidamente, sabiendo que Torin ya no
está alrededor.
Me despierto sudando. Está oscuro, como siempre, pero se siente
como por la mañana. Mientras vuelvo en mí, recuerdo dónde estoy y con
quién. En algún momento durante la mitad de la noche, rodé sobre mi
costado y Tyler se acurrucó detrás de mí. Estoy acurrucada contra las
curvas de su cuerpo. Él respira profundamente, robado por el sueño, pero
su mano está debajo de mi camiseta, palmeándome el pecho.
He llegado a segunda base con una persona que está durmiendo.
La sola idea de Tyler Kline: El magnífico, divertido, inteligente,
exitoso Tyler Kline, durmiendo con su mano en mi teta envía corrientes
de calor que irradian a través de mí. Mis pezones se endurecen ante esta
realización. Su pulgar recorre mi pezón y un sonido estrangulado se me
escapa.
Él va a entrar en pánico cuando se despierte.
Conozco a Tyler. No ha mostrado una chispa de interés hacia mí.
Solo amistad.
Es por eso que debería alejarme, no mover mi trasero contra su
polla. No deleitarme por la forma en que se endurece contra la raja de mi
culo. Definitivamente no contemplar tocar a un hombre en un lugar que
nunca he tocado antes.
Apartarme. Alejarme. Dejar la habitación.
En cambio, me quedo completamente quieta. Un pequeño jadeo
ahogado se me escapa cuando me frota pezón otra vez. Su pene está
ansioso y lucha contra sus boxeadores. Mis bragas están empapadas de
93
mi deseo.
Sé el momento en que se despierta porque su cuerpo tiembla. Sus
labios encuentran mi hombro mientras murmura la palabra “mierda”. Y
luego se está apartando de mí. Desapareciendo en el baño.
Escondiéndose en la ducha por demasiado tiempo. Incapaz de fingir estar
dormida por más tiempo, me incorporo y deslizo las piernas hacia un lado
de la cama. Están desnudas y frías, pero quiero que me vea así.
Espero hasta que él sale del baño con una toalla alrededor de su
cintura.
—Hola —murmuro.
Se detiene en la puerta, con los hombros rígidos. No puedo ver sus
rasgos. La luz del baño se vierte en la habitación desde atrás de él, pero
su rostro permanece en las sombras.
—Hola. ¿Cómo terminaste aquí anoche?
Ojalá pudiera ver si me estaba comprobando o no. Eso haría todo
esto mucho más fácil.
—Yo... —Me voy apagando mientras contemplo si debería decirle o
no sobre Torin.
Él pasa junto a mí hacia su tocador, encendiendo la luz del techo
sobre la marcha, y saca unos pantalones de chándal y una camisa. Estoy
decepcionada cuando vuelve al baño y cierra la puerta detrás de él. Me
levanto y empiezo a irme cuando él vuelve a salir. Con su cabello mojado
y colgando sobre sus ojos, se parece a su hermano más que nunca. La
simple camiseta blanca se extiende sobre su pecho musculoso y el
pantalón de chándal gris esconde poco a la imaginación. Él está desnudo
debajo de ellos y ese pensamiento hace que mis muslos se aprieten.
—Casey. —Su voz es severa. Paternal. Me da ganas de arrojar mis
brazos a su alrededor y hacer que me prometa que todo estará bien.
—¿Sí?
—¿Estás bien?
—A veces tengo pesadillas. —No es una mentira. Pero lo que sucedió
anoche fue real.
Él se ablanda y me acerca para un abrazo. Soy súper consciente de
cada parte dura de su cuerpo. Su polla se empuja contra mi estómago,
enviando una explosión de mariposas que se dispersan dentro de mí.
—Vístete y desayunaremos juntos —suplica, su voz es tensa.
Inclino mi cabeza hacia arriba y admiro sus hermosas facciones.
Labios suaves y blandos. Una cara ligeramente desaliñada. Las cejas
94 juntas como si estuviera adolorido. Son sus ojos, sin embargo, ese
parpadeo con una tristeza indescriptible. Quiero calmar lo que le duele.
¿Soy yo?
¿Yo lo molesto?
—Tengo casi dieciocho —murmuro, mi voz es temblorosa.
Agarra mis bíceps y gentilmente me aleja de él. Sus ojos se han
oscurecido.
—Vístete. Desayuno. Por favor, Casey.
Parpadeo para contener las lágrimas y asiento antes de salir
disparada de su habitación. Una vez dentro de la mía, enciendo las luces
y miro el espacio con sospecha. Mantendré la puerta cerrada con llave
esta noche. Cuando me dirijo a la cama, me asombra ver centavos
arreglados en forma de C.
Con un bufido, los aparto todos hacia el suelo. Ellos hacen ping y se
dispersan mientras mis lágrimas siguen el ejemplo.
Finalmente encuentro mi compostura y tomo una ducha rápida. Sin
embargo, sí me tomo mi tiempo aplicando maquillaje. Desde que he
estado aquí, no he sentido la necesidad de esconderme detrás del
maquillaje. Hoy, solo necesito esa capa. Hago una línea en mis ojos de
una manera dramática y pinto mis labios de un delicioso color carmesí
mate. Mis ojos se ven más anchos y más inocentes, pero mis labios gritan
sexo. No sé lo que intento hacer pero ser vista como una niña no lo es.
Mi cabello se amontona sobre mi cabeza en un moño desordenado. Busco
entre mis atuendos y decido que no tengo mucho que sea femenino.
Eventualmente, me fijo en unos vaqueros ajustados y una camisa
térmica blanca que usualmente uso debajo de las camisetas. Hoy, lo
combino con un sujetador negro con relleno y empujo mis mangas hasta
los codos. Pongo los pies en mis cálidas Uggs Tyler ordenadas para mí
antes de agarrar un puñado de ruidosos brazaletes metálicos para
terminar mi apariencia nerviosa y a pesar de ello sexy. Un pase rápido
junto al espejo me dice que no me veo como la chica en top sin mangas y
bragas hace treinta minutos.
Sigo a mi nariz y encuentro a Tyler en la mesa como de costumbre.
Esta mañana, él no viste un traje marcado. No, parece desaliñado y en
las nubes. Maldición, yo le hice esto. Todavía está usando el mismo
atuendo de antes y todavía se ve sexy como el infierno en eso.
—¿Qué hay para desayunar? —pregunto mientras camino
deliberadamente lento, con la esperanza de llamar su atención.
Él levanta la mirada de su iPad y sus ojos marrones se amplían.
—Uhh...
95
Una sonrisa se ladea en mis labios hacia un lado mientras camino
hacia él. Le robo un trozo de tocino.
—Parece que lo de siempre. Tocino, huevos, gofres, fruta. —Me
entretengo por un momento, suplicando en silencio que me toque.
Cuando estoy segura de que no lo hará y está volviéndose espeluznante
de mi parte, dejo escapar un pequeño suspiro antes de acomodarme en
mi silla.
—¿Está todo bien? —Los círculos debajo de sus ojos son
especialmente oscuros hoy. Me hace preguntarme si yo le estoy haciendo
esto. ¿Lo estreso?
—Estupendo —miento. Cuando las cosas están bien, Tyler está feliz.
Pero es como si fuera un empático o algo así, absorbiendo las emociones
negativas y sintiéndolas junto con todos los que las sufren a su alrededor.
Y eso hace que mi culpa se dispare.
Él deja escapar un suspiro de alivio. Cuando abre la boca para
hablar, el panel en la pared se abre, y Torin sale de ella, sobresaltándome.
Lo miro fijamente mientras avanza hacia su silla. Su capucha está
colocada sobre su cabeza, pero está usando la que no tiene mangas. Me
veo obligada a mirar su marco perfecto y musculoso. A recordar
exactamente cómo se sintió con su cuerpo casi desnudo presionado
contra el mío. Mi centro palpita y yo, internamente, me maldigo por ser
tan estúpida. Los ojos de Torin se levantan para encontrarse con los míos,
una disculpa bailando en ellos.
O tal vez solo estoy viendo cosas porque rompe el contacto y gruñe
la palabra “tocino” como si fuera una orden antes de devorar cada pieza
en su plato.
Dejo escapar un suave suspiro e intento tragarme mi comida. El aire
entre los tres está tenso hoy. No me gusta.
—Casey-Casey.
Cierro los ojos, pero eso es lo peor que podría haber hecho porque
entonces casi puedo sentir su aliento contra mi oreja, la humedad de su
lengua mientras me lame. Cuando abro los ojos, ambos hermanos me
miran con la misma expresión en sus rostros.
Torturados.
Doloridos.
Tristes.
Frunzo el ceño porque quiero saber qué pasa conmigo que a la gente
no le gusta. Qué pasa conmigo que lo encuentran tan repulsivo. Anoche
sentí que Torin me deseaba, pero ahora él me mira con una mirada tan
96
abatida que quiero arrastrarme debajo de la mesa y esconderme.
—Pensé que podríamos salir de la casa hoy. Tal vez montar a caballo
—dice Tyler, su voz es áspera.
—No —espeta Torin y luego hace sonar su cuello.
—Está bien —dice Tyler—. Tal vez podríamos ir a dar un paseo.
—¡No!
Tyler me lanza una mirada impotente.
—Me gustaría salir de esta casa —admito, mi voz es temblorosa.
Torin parpadea hacia mí sorprendido.
—Casey-Casey.
Levanto mi barbilla, ignorando a Torin, y me encuentro con la
mirada de Tyler.
—Por favor, sácame de esta casa.

97
DOCE
Torin
Lo siento.
Lo siento jodidamente tanto.
Mis sentimientos por Casey me confunden. Cada parte masculina
grita que la alcance y acaricie su piel pálida. Que la llene de besos a lo
largo de su garganta y succione su clavícula. El hombre en mí anhela
inmovilizarla y follarla como si fuera mía.
Es como si mis venas estuvieran vivas e intentando liberarse. Mi
zumbido normal se ha ido. Soy diferente a su alrededor. No tan fuera de
control. Mi corazón dentro de mi pecho retumba y golpea como si tuviera
el poder de controlar mi jodido cuerpo estúpido.
Mía. Mía. Mía.
Pero ella no es mía.
De hecho, ella podría ser suya.
La furia contra mi hermano, repentina y feroz, me asalta. Quiero
enfurecerme y lanzar golpes a través de las paredes del comedor. En
cambio, todo lo que puedo hacer es cerrar mis manos en puños. Todo lo
que puedo hacer es mirarla fijamente con la barbilla levantada y las
lágrimas nadando en sus ojos.
Yo hice eso.
98
La molesté.
Estúpidamente, después de investigar todo lo que había que saber
sobre Casey Doe, mi boca trabajó en mi contra y recitó cada detalle que
había aprendido. Había sido vencido con información que necesitaba
escapar, información que tenía sentido una vez que conecté todos los
puntos. Incluso mientras se deslizaba en su silla y sus mejillas se ponían
rosadas de vergüenza, no me detuve. La sometí a algo que claramente la
lastima.
Mierda.
Cuando la comprobé anoche para asegurarme de que estaba bien,
fui atraído por su dulce aroma y los suaves sonidos de su respiración.
Comenzó lo suficiente simple. Quería tocarla. Pasar las yemas de los
dedos a lo largo de su antebrazo. Pero en el momento en que me acerqué,
no tuve control. Demonios, tal vez por una vez tuve el control, porque
necesitaba desesperadamente olerla y saborearla. Nunca he sido
sobrepasado por tal sentimiento carnal antes.
Las disculpas.
Estaban en la punta de mi lengua, rogando y suplicando que las
liberara. Quería arrastrarme sobre ella y susurrárselas al oído. Mi boca
tenía otras ideas. Codiciosamente, mi lengua y mis dientes decidieron
que degustar era más importante que las palabras.
Mierda, ella sabía dulce.
Nunca he estado con una mujer. Claro, lo he querido, pero ¿quién
demonios querría estar con alguien como yo?
¿Pero Casey?
Ella es real y hermosa y está aquí.
Sonriendo, riendo y llenando nuestra casa tranquila con sonidos y
vida.
La deseo tan jodidamente tanto.
Sin embargo, todo lo que hago es arruinar cada encuentro que tengo
con ella. Anoche, la asusté, enviándola corriendo directamente a los
brazos de mi hermano. Y a pesar de que amo que ella también se sienta
cómoda con él, estoy tan celoso que él pueda abrazarla como se merece
ser abrazada.
¿Puedo mirar al margen mientras su relación evoluciona en una
relación romántica?
El pensamiento me enferma.
Amo a mi hermano, pero eso sería una maldita tortura.
99
Ella es mía.
—Casey-Casey —pronuncio, mi voz en carne viva. Una maldita
súplica.
Ella se niega a mirarme. Tyler, con el cabello desordenado y círculos
oscuros bajo sus ojos, parece preocupado por ella pero mayormente
cansado, como si no hubiera dormido bien últimamente. La preocupación
me araña por dentro, pero no tengo tiempo para procesarlo porque él está
mostrando una sonrisa brillante, aunque falsa como la mierda, en su
rostro.
—Vamos a montar.
Ambos se levantan para prepararse. Permanezco sentado,
pensando.
Yo también cabalgaré.
Le haré ver que lo siento. De algún modo. De alguna manera.
No te rindas conmigo, Casey. Lo compensaré.

100
TRECE
Casey
Tyler está callado mientras caminamos hacia los establos. Mi amigo
normalmente afectuoso está manteniendo su distancia. Esta mañana
demuestra que no está interesado en mí. La forma en que su cuerpo
respondió al mío mientras dormía fue puramente físico. Su voz es la voz
normal alegre a la que estoy acostumbrada, pero le falta la misma vida.
Se siente forzada. Una máscara se deslizó en su lugar.
—Rayo es el más tranquilo de los dos caballos. Después de lo que
pasó, y que se lastimara, ella no ha montado igual desde entonces. Le
gusta caminar a su propio ritmo tranquilo y, en ocasiones, cuando se
siente juguetona, trota. Pero me sentiría mejor cabalgando sobre ella —
dice, su tono ligeramente recortado.
Al principio creo que es porque está enojado conmigo. Echo un
vistazo a su rostro y lo veo. Dolor. Desenmascarado. Desolado.
Aplastante.
—¿Qué pasa? —exijo, aferrándome a su mano a pesar de que
claramente no quiere que lo toque.
Su rostro palidece y él niega con la cabeza.
—Maldita migraña. Debería haber recogido algunos medicamentos
antes de irnos. —Aprieta los dientes y mira más allá de mí, al establo.
101 —¿Las tienes a menudo? ¿Las migrañas?
Cierra los ojos y aprieta los labios.
—Sí.
—Tal vez deberías ir al doctor…
—Veo un médico para ellas y tengo medicamentos —dice, distinto
del Tyler que conozco muy bien.
—Bueno.
Sus hombros se relajan y me mira con una mirada suave.
—Lo siento.
—Está bien —miento. No está bien. Quiero curiosear en su mente y
ver qué pasa allí.
—Casey-Casey —gruñé Torin, empujando entre nosotros, golpeando
nuestras manos enlazadas para separarlas.
—¡Grosero! —grito detrás de él. Estoy enojada con él todavía. No es
como si le importara. Observo mientras entra al establo vestido con
vaqueros y un chaquetón negro. El abrigo no tiene capucha, lo cual es
sorprendente, pero se ha puesto un gorro sobre la cabeza. Mientras
camina con confianza hacia el establo, casi lo confundirías por...
¿Alguien normal?
Define normal, Casey.
Me retracto de mis pensamientos. Torin es demasiado complicado
para que lo entienda. Toda la situación con los hermanos Kline es
desordenada y extraña. No sé qué se supone que debo hacer o sentir o
pensar. No entiendo por qué estoy aquí. Honestamente, no creo que Tyler
tampoco lo sepa.
Pero estoy aquí.
—Vamos —dice Tyler mientras seguimos a Torin dentro del establo.
Me detengo, obsesionada con la forma en que Torin prepara a los
dos caballos como si hiciera esto todo el tiempo. Es tan diferente de su
yo normal, que todo lo que puedo hacer es mirar fijamente. Tyler parece
aliviado de que Torin esté haciendo todo el trabajo. Y eso no es normal
para Tyler. Eso me preocupa.
Una vez que Torin tiene todo situado, él se acerca a mí, sus ojos
marrones intensos y centrados en mí. Mi piel se calienta ante su atención.
Me recuerda anoche cuando estaba presionado contra mí, lamiéndome y
mordiéndome. El frío día de noviembre es una añadidura porque soy un
infierno ardiente en este momento. Cuando él me alcanza, me
102 estremezco. No puedo evitarlo. No sé qué esperar con él. Pero en lugar de
ofenderse, me agarra la barbilla con los dedos, mirándome fijamente.
—Trueno.
Tyler gruñe.
—Rayo, conmigo.
—No —gruñe Torin. Él realmente gruñe—. Trueno.
—Maldición, Torin —se queja Tyler, pero su voz es resignada.
Cansada. Triste. ¿Por qué demonios está tan triste?
—No quiero… —empiezo, pero Torin agarra mi muñeca y me arrastra
detrás de él. Él es fuerte y me agarra fuerte. Donde nuestra piel se toca,
la mía quema con interés. Él me lleva al caballo negro que se ve un poco
sospechoso. El agarre de Torin encuentra mis caderas, haciéndome
jadear sorprendida. Antes de que pueda preguntar qué está haciendo, me
sube al caballo como si no pesara nada. Prácticamente me lanza en el
caballo como si no fuera gran cosa. Y luego está subiendo detrás de mí.
Su sólido marco musculoso se apoya contra mi espalda mientras un
brazo se enrosca alrededor de mi cintura y el otro se engancha a las
riendas.
Santa mierda.
Torin Kline me está abrazando de una manera protectora y posesiva
que hace que mi corazón se vuelva loco y mi piel arda con deseo.
Deseo.
Por Torin.
Una oleada de calor me atraviesa y se posa en mi interior. La forma
en que me lamió anoche... la forma en que molió su erección contra mí.
Maldición, fue caliente.
—Casey-Casey —murmura, su agarre se aprieta alrededor de mi
cintura.
Me relajo contra él mientras guía al caballo desde el granero. Tyler
nos observa con una sonrisa brillante, hermosa y puramente eufórica.
Hace que mi pecho se expanda. La felicidad en Tyler es una de las mejores
cosas que he conocido en mi vida. Es contagiosa.
—Mantenla a salvo —grita Tyler—. Regresaré a la casa para
recostarme.
Torin no responde, pero sale de ondas de él. Él me mantendrá a
salvo. Puedo sentir eso con cada parte de mi ser. Asiento a Tyler y saludo
con la mano.
Trueno trota, pero una vez que Torin lo saca a la luz, él hace un
103 sonido y luego insta al caballo a ir más rápido. Trueno debe amar correr
porque pasa del trote al sprint en un abrir y cerrar de ojos. Un chillido
nervioso se me escapa a medida que avanzamos. Torin me mantiene
bloqueada contra él, a salvo. Una vez que determino que no me voy a
caer, trato de disfrutar del viaje. Los árboles nos pasan rápidamente y
pronto comienzo a reír.
Esto es divertido.
Libre. Salvaje. Desenfrenado.
La mano echa un puño de Torin se libera y él extiende su palma
sobre la parte baja de mi estómago. Mi aliento se queda atrapado en mi
garganta. Gimo con anticipación, preguntándome si moverá su mano
más hacia arriba o hacia el sur. La imagen de su mano ahuecando mi
coño es mareante.
El caballo ralentiza y se detiene cerca del lago. Ni siquiera puedo ver
la bonita vista porque estoy conteniendo la respiración, preguntándome
qué hará Torin a continuación. Frota su nariz contra mi cabello y me
inhala. Pronto, algo duro presiona contra mi culo. Su erección. Lo
enciendo. Yo. Casey Cocaína.
Él suelta las riendas y su otra palma se desliza hacia mi cadera.
Estoy cobrando vida bajo su toque. Mi cuerpo vibra con necesidad. Con
sorprendente fuerza, me aplasta con un apretado abrazo. Una disculpa.
Tácita pero ciertamente sentida. Me emociona hasta las lágrimas. Se
acumulan en mis ojos, borrando el hermoso paisaje a mi alrededor, antes
de deslizarse por mis mejillas. Su cuerpo se relaja y también su agarre.
—Me asustaste —admito, mi voz es un susurro ronco.
Su mano sobre mi estómago comienza a doblarse en un puño, pero
la empujo contra mí plana, cubriendo el dorso de su mano con el mío.
—Casey-Casey.
—¿Sí?
Él exhala fuertemente, el aire caliente contra mi cabello.
—Mía.
Antes de que pueda procesar sus palabras, él tira de las riendas y
luego Trueno está cargando a lo largo del lago, a toda velocidad.
Mía.
Santa mierda.
¿Torin acaba de reclamarme?

104

Tres semanas después…

—¿Este? —pregunto mientras señalo un árbol pequeño.


Torin lo inspecciona y sus ojos me dicen que está disgustado.
Tyler se ríe.
—Eso sería un no de mi hermano. —Se acerca al árbol de Navidad
al lado de ese y apunta—: ¿Qué hay de este?
La mirada severa de Torin se desliza sobre ese, evaluando. Una vez
que ha hecho su inspección visual y nos da un asentimiento recortado,
finalmente obtenemos su aprobación. Tyler ha estado tratando de
enseñarme sobre Torin y contándome historias de su hermano a lo largo
de los años. Me ayuda a entenderlo mejor. Estoy tratando de recoger sus
pistas visuales. A pesar de que no muestra emociones externamente, a
veces lo veo a través de la forma en que su vena pulsa en su cuello. Ira y
frustración. O la forma en que sus ojos se iluminan cuando estoy en la
habitación. Interés y deseo. Él no ha venido a mi habitación de nuevo, ni
puso su boca sobre mí. Pero, montamos Trueno todos los días y me
sostiene como si le perteneciera en esos momentos.
Entre la necesidad salvaje de Torin por mí que late bajo la superficie
y las formas externamente afectuosas de Tyler, estos dos hermanos
completan una parte de mí que estaba faltando. La pequeña Casey Doe,
huérfana, finalmente ha encontrado una familia.
En un par de semanas más, cumpliré los dieciocho.
¿Me pedirán que me quede?
Ellos parecen apegados a mí también.
Mis viejos planes de huir y comenzar una nueva vida cuando llegue
a la mayoría de edad son pensamientos del pasado. Ahora, no veo un
futuro sin Tyler y Torin.
—Iré a pagar por el árbol y que lo corten para nosotros. ¿Quieres
encontrarme en la próxima puerta en un momento? —pregunta Tyler,
con las mejillas sonrosadas por el frío. Un copo de nieve aterriza en su
mejilla y, por primera vez, provoca calidez en mi interior.
Alzo la mano, aparto el copo de nieve y lo miro.
—Gracias.
Los ojos marrones de Tyler brillan con emoción.
—Cualquier cosa por ti.
105 Mi corazón se aprieta un poco. Antes de que pueda analizar sus
palabras, se ha ido. Torin gruñe detrás de mí. Le lanzo una rápida
sonrisa, luego comienzo a salir del vivero vendiendo árboles de Navidad.
Una vez en la acera afuera, miro hacia abajo a mis pies mientras camino.
Estos Uggs que Tyler me compró son suaves y cálidos y probablemente
costosos. Él me cuida. Se asegura de que esté equipada.
Creo que incluso puede amarme.
No románticamente, y ni siquiera estoy segura de querer eso yo
misma.
Pero el amor definitivamente se derrama de él. Se desborda y me
satura. El da tan libremente y estoy tan ansiosa por ello, que tomo todo
lo que puedo obtener.
¡Piiiiipppppp!
Me congelo con el sonido de la bocina, pero luego soy tirada tan
fuerte que me quita el aliento. Brazos fuertes y protectores me rodean.
Calientes palabras murmuradas salen a borbotones contra mi cabello
cuando las manos de Torin se deslizan sobre mi estómago en forma
evaluativa. Paso de asombrada por casi ser atropellada por un auto a
derretirme en sus brazos.
—Casey-Casey —susurra, su voz es profunda y gutural—. Mía.
Mía.
Quiero asentir y reconocer su reclamo. Para decirle que me gustaría
serlo. Rogarle que me deje entrar en su cabeza todo el tiempo, no solo
parte del tiempo. En lugar de hablar, ya que sé que no dirá las palabras
que necesito escuchar, me giro en su agarre para enfrentarlo. Un
movimiento audaz, incluso para mí. Lo miro fijamente mientras le
devuelvo el abrazo.
—Gracias.
Sus ojos se traban con los míos. Es como si fuera un conejo atrapado
en una trampa cada vez que su mirada se detiene en mí. Para alguien
que no expresa bien sus sentimientos, a veces caen de él como olas de
calor. Un espejismo de Torin. Caliente. Intenso. Palpable.
Apoya su frente contra la mía y cierra los ojos. Por un momento,
somos una pareja. Dos tortolitos en una calle concurrida durante la
temporada de vacaciones. Normales. Torin que desaparece en las paredes
y dice a borbotones hechos extraños. Casey Cocaína. Dos de las personas
más anormales en la tierra. Sin embargo, ahora mismo, encajamos.
Pertenecemos. Juntos, inventamos algo hermoso.
—Mía —repite, su aliento caliente calienta mi rostro. Él huele a
106 canela, sin duda, acaba de terminar uno de sus dulces favoritos,
Fireball—. Siempre mía.
Los copos de nieve aterrizan en mi carne expuesta, pero no tiemblo
porque estoy cálida en su abrazo. Más que cálida. En llamas. Ardiendo
fuera de control. Un infierno imparable.
—Mi Torin —le susurro, inclinando la cabeza para ofrecerle mis
labios.
Tal vez, solo tal vez, él me besará.
Por favor.
Por favor.
Por favor.
Alguien me golpea por la espalda, robando nuestro momento.
—Hay niños mirando —advierte una mujer mayor cuando pasa
junto a nosotros.
Torin y yo nos separamos. La nieve cae un poco más fuerte. Esta
vez, no soy movida por la nieve. Los copos de hielo envían zumbidos de
incomodidad que me atraviesan cada vez que aterrizan.
Miro a Torin, pero ha vuelto a lo de siempre como de costumbre, con
las manos en puños y los ojos desviados.
Con un suspiro, lo sigo.
Tal vez, solo tal vez, la próxima vez me besará.

107
CATORCE
Tyler

Parpadeo, pero no desaparecerá.


Doble.
Parpadeo. Parpadeo. Parpadeo.
Aún doble.
Mierda.
Mi estómago se voltea y se aprieta. Si vomito una jodida vez más,
voy a estar enojado. Como si pensar en ello lo alentara, la bilis se eleva
en mi garganta. Salto de mi cama y tropiezo. Esta mierda de visión doble
es enloquecedora. A ciegas, estiro el brazo frente a mí mientras me dirijo
al baño. Mi hombro golpea dolorosamente el marco de la puerta y apenas
me pongo de rodillas antes de que el vómito salga arrojado de mí.
Devuelvo incesantemente, expulsando todo el contenido de mi estómago.
No sé qué hora es, pero si no controlo mi mierda pronto, Casey y
Torin se preguntarán dónde estoy. Gimiendo, intento levantarme del
suelo, pero no puedo hacerlo.
Él me advirtió.
Él me advirtió, maldita sea.
La furia fluye dentro de mí, pero no me da la fuerza que necesito.
108 Estoy frustrado y abrumado.
Criiick.
Un brazo fuerte se enrolla alrededor de mi torso y me levanta del
suelo como si no fuera noventa kilos de peso muerto. Torin. Mi Torin. Mi
complicado hermano está aquí. Me lleva de vuelta a la habitación y con
sorprendente gentileza me ayuda a acostarme. Me recuesto contra la
almohada, luchando contra otra ola de náuseas, y miro hacia él. Su
capucha está retirada y su cabello es un desastre. De una forma
evaluadora, sus ojos se ciernen sobre mí. Recuerdo esta misma mirada
cuando tenía diecisiete años y él solo tenía diez. Él había estado teniendo
episodios de gritos que estaban volviendo completamente loco a papá. No
sabíamos cómo ayudarlo. Tres terapeutas en una semana. La mierda era
mala.
Hasta que tuve un accidente automovilístico.
Me rompí la clavícula y me golpeé bastante mal, pero en general
estaba bien. Mi auto por otro lado, estaba destrozado. Cuando papá y
Torin se presentaron en el hospital, mi hermano caminó directamente
hacia mi cama y me miró fijamente. La misma maldita mirada en sus
ojos. Preocupación. Amor. Pude ver las ruedas girando en su cabeza
mientras trataba de arreglarme en su mente. Por extraño que parezca, el
maleficio de los gritos se detuvo después del accidente. También fue la
primera vez que Torin realmente me miró a los ojos.
—Estoy bien —le ofrezco, mi voz tiembla y es un suave murmullo.
Él gruñe y comienza a pasear por mi habitación, sus dedos agarran
su cabello despeinado. Cierro los ojos porque verlo moverse de un lado a
otro está volviendo a enfermarme el estómago. Quiero decirle que estaré
bien, pero no puedo siquiera formar palabras.
Pum. Pum. Pum.
Sus pasos desaparecen y luego se ha ido.
Se me revuelve el estómago y mi cabeza está a punto de explotar. El
incesante palpitar dentro de mi cráneo me está volviendo loco. Me
pregunto qué tan desordenado sería si tomara un martillo y martillara mi
cabeza. Solo abrirle una grieta y aliviar algo de la presión. Mierda, eso es
muy tentador.
—Tyler. —Una voz tan suave. La voz de un ángel. La cama se
presiona a mi lado mientras manos pequeñas y suaves avanzan
sigilosamente sobre mí.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
Intento sonreír, pero no creo que funcione. Las tablas del suelo
109
crujen cuando Torin vuelve a pasearse al lado de la cama.
—¿Es tu cabeza? ¿Puedo llamar a tu médico? —pregunta Casey, su
voz es firme y fuerte.
Con los ojos cerrados, distraídamente la alcanzo y estoy agradecido
cuando ella envuelve sus pequeñas manos alrededor de la mía mucho
más grande. Ella aprieta mi mano antes de besar un nudillo.
—Torin, necesitamos un poco de ginger ale y algunas galletas
saladas. ¿Puedes traerme algunas?
El panel en la pared cruje y luego desaparece, la casa gime mientras
él se mueve dentro de las paredes. Casey comienza a alejarse y el pánico
me atraviesa, agudo y doloroso.
—No me dejes —suplico.
Ella se inclina hacia adelante y presiona un beso en mi frente.
—Vuelvo enseguida.
Mi habitación se queda en silencio, lo que hace maravillas para los
golpes en mi cabeza. Me desvanezco dentro y fuera de un sueño doloroso
hasta que me doy cuenta de que ambos están en la habitación conmigo
de nuevo. Tanto Torin como Casey me están ayudando a sentarme, con
ella susurrándole órdenes a él. Órdenes que él obedece. Quiero
maravillarme de su relación, pero no puedo pensar.
—Toma esta —me insta ella—. Es para el dolor.
Trago la pastilla, una pastilla que reconozco, bajándola con el ginger
ale. Ella me obliga a comer unas cuantas galletas y luego me hace beber
más. Después de unos quince minutos, estoy un poco mejor. Me duele la
cabeza como una hija de puta, pero al menos ya no quiero vomitar. Miro
a Casey. Está vestida con unos pantalones cortos y una camiseta sin
mangas. Él debe haberla despertado. La había visto usando algo similar
el día que la encontré en mi cama. El día que sin saberlo tenía mi mano
encima de su camisa. Miro sus pezones puntiagudos y el disgusto me
atraviesa.
—Tienes frío —murmuro antes de cerrar los ojos y recostarme contra
las almohadas.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
Torin gruñe y luego le lanza algo. Ella deja salir un jadeo
sorprendido. Cuando abro los ojos, veo que él le ha dado su sudadera y
ella se la está poniendo. Le lanzo a él una sonrisa agradecida. No solo
está abrigada ahora, sino que no me siento como un maldito pervertido
mirando su cuerpo semidesnudo.
110 —Tyler —dice Casey; sus palabras son cortantes—. ¿Para qué son
todos estos medicamentos? No son todos para las migrañas.
Sigo la mirada hacia donde está gesticulando en mi mesita de noche.
Tantas botellas de recetas.
—Esos estaban guardados en el cajón de mi escritorio —me quejo.
Sé que hay más guardado en el cajón de ese escritorio. Un día, supongo,
examinará todas las cosas que mantengo escondidas. Ella merece
respuestas. Le debo eso.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
Ella se ríe.
—Trabajo contigo en tu oficina todos los días. Observo cosas, Ty. Sé
dónde guardas la llave.
Una sonrisa toca mis labios, pero no se forma completamente.
Quiero abrazarla contra mí y agradecerle por ser tan perceptiva. Torin
recoge cada botella, leyendo las etiquetas. Una vez que las ha leído todas,
gira la cabeza y lanza destellos de angustia en sus ojos. Confusión.
Enfado.
Mierda.
No hay vuelta atrás ahora.
—Casey —pronuncio—. ¿Puedes darme un momento con mi
hermano?
Ella asiente, frunciendo las cejas de manera preocupada, y deja la
habitación. Tan pronto como ella se va, extiendo la mano hacia mi
hermano. Sus manos ahora son puños mientras me mira. Cuando él no
extiende la mano para tocarme, dejo que mi brazo caiga contra el colchón.
—Torin, hay algo que tengo que decirte.
La habitación se queda en silencio hasta que dejo escapar un
suspiro.
Y cuando sepa ciertas cosas que no estoy listo para divulgar, basado
en su arrebato de Acción de Gracias en el que lastimó los sentimientos
de Casey, él va a perder su mierda por esto.
Esto es más grande.
Esto es peor.

111
QUINCE
Casey
Algo está pasando. Puedo verlo en los ojos de Tyler. Ha pasado una
semana desde que tuvo la migraña que lo debilitó en la que tuvimos que
forzarlo a tomar los medicamentos. Cuando finalmente lo superó unas
horas más tarde, me ignoró cuando comencé a hacerle preguntas. Fue
un frío recordatorio de que no soy parte de su familia.
Solo soy Casey.
Una extraña que puede jugar a la casita con ellos.
Ella juega a la casita, pero no es real.
Fingir.
Taptaptaptaptaptaptap.
—¿Nerviosa? —pregunta Tyler desde el lado del conductor de su
auto.
Dejo de golpear mi anillo sin diamantes en la ventana y lo miro.
Torin, quien está en el asiento trasero, está callado.
—No —miento.
Mi teléfono zumba y miro hacia abajo.
Torin: Lo estás. Golpeteas cuando estás nerviosa. ¿Por qué
mentiste?
112
Haciendo una mueca con mis labios, escribo una respuesta.
Yo: No quiero hablar de eso.
Torin: ¿Hablar de qué?
Yo: Eso.
Torin: ¿Qué es?
Yo: Nada.
Torin: Maldita seas, mujer. No eres coherente.
Una risita se escapa de mí y no puedo evitar mirarlo. Sus rasgos son
insulsos, pero el fuego baila en sus ojos. Está enojado conmigo y es algo
gracioso. Mi teléfono vuelve a zumbar. Tyler me sonríe.
Torin: Amo tu risa.
Mi frecuencia cardíaca tartamudea.
Yo: Nunca escuché la tuya.
Torin: No me río.
Yo: ¿Eso es un desafío?
Torin: No. Me. Río. No puedo. No es físicamente posible.
Yo: ¿Quién es el gran gordo mentiroso ahora?
Torin: No soy gordo.
Yo: Pero eres un mentiroso. ¡Ja!
Gruñe desde el asiento trasero y me río de nuevo.
Yo: Voy a hacerte reír un día.
Torin: Buena suerte con eso.
Yo: Apostemos.
Torin: Las probabilidades están en tu contra...
Yo: Me arriesgaré.
Torin: Trueno.
Yo: ¿¿¿Me darás tu caballo si puedo hacerte reír???
Torin: Trueno siempre será mío porque no me río.
Yo: Desafío aceptado, grandote.

—Estoy tan orgullosa de ti —me dice Lola, con lágrimas en los ojos.
113 Por mucho que ella me agrade como persona, no habría forma de que me
hubiera aguantado viviendo bajo su techo en los últimos años. Soy difícil
y molesta.
El irritado ceño fruncido de Guy lo confirma mientras arranco hilos
de su sofá.
—Gracias —pronuncio—. ¿Eso es todo? ¿Terminamos?
—La documentación está hecha y lista de mi parte. En un par de
días, serás oficialmente una mujer libre. Tengo la dirección de la casa en
la que te alojarás. Es maravilloso que tu empleador te haya ofrecido
quedarte en su casa hasta que te establezcas. Solo sabe que si alguna
vez te metes en una situación difícil o si no estás cómoda, me puedes
llamar. Puedo instalarte en alguna parte. En algún lugar seguro. —Toma
mi mano y la aprieta antes de pararse—. Bien, gracias, Guy. Dejaré de
molestarte ahora.
Me apresuro y la sigo.
—Te acompañaré fuera.
Él me mira con furia, pero lo ignoro. Estaré condenada si me atrapa
en su casa de nuevo e intenta obtener dinero de Tyler. Lola sonríe ante
mi cortesía, completamente inconsciente de la guerra silenciosa entre
Guy y yo.
Cuando salimos al porche delantero, mis ojos buscan el Audi de
Tyler. Está estacionado en la calle de al lado. Camino con ella hasta su
auto y luego la saludo mientras conduce y se aleja. Guy me grita, pero lo
ignoro mientras corro hacia mis chicos.
Mis chicos.
Miro por encima del hombro para ver a Guy caminando por el patio
hacia un auto estacionado al otro lado de la calle. Hasta nunca, imbécil.
Estoy tan contenta de nunca tener que ver a ese idiota de nuevo.
Cuando cumpla dieciocho años, ¿todo esto se vuelve mágicamente
real? ¿Dejaremos de fingir y seremos una familia real?
Intento no tener esperanzas.
La esperanza es una perra de cuidado.

Está nevando.
Pero como no hay ventanas, no tengo que verlo.
Ese es el mejor regalo de cumpleaños que una chica podría pedir.
114 No ser recordada cómo hace dieciocho años, cuando su madre la dejó
para valerse por sí sola. Cierro la aplicación meteorológica en mi teléfono
y lo arrojo a la cama. Me estoy quitando la sudadera para prepararme
para ducharme cuando lo siento.
Un crujido llega a mis oídos y luego mi piel se calienta cuando casi
puedo sentir los ojos de Torin perforándome. Sé que me observa en mi
habitación. Me gusta fingir que no lo noto. Por lo tanto, hago mi trabajo
en mi habitación como si él no estuviera allí. Me desvisto en mi
habitación, manteniendo mis ojos desviados de la apertura en la pared,
detrás de la que sé que él está parado. El aire es frío a pesar de que la
chimenea está encendida y tiemblo. Tiraré algunos troncos y lo avivaré
después de la ducha. De repente, sintiéndome avergonzada, me apresuro
al baño. Una vez bajo el rocío caliente y humeante, me tomo mi tiempo.
Esta noche, Tyler ha planeado una cena agradable aquí en la casa.
Nosotros ya intercambiamos regalos antes. Tyler me regaló una
computadora portátil. Dijo que era de los dos. Apenas podía ocultar mi
decepción de que Torin no me hubiera regalado nada. Con el dinero que
Tyler me ha estado pagando para que trabaje con él, le compré a cada
uno un regalo que pensé que les gustaría. Tyler consiguió un buen reloj
que lucía como él. Torin consiguió una sudadera con capucha que decía:
Esta es mi cara feliz.
Después de la ducha, decido ponerme el vestido que ordené en línea.
Quiero sentirme como una mujer esta noche. Es negro, hasta la rodilla y
se ajusta al cuerpo. Completamente diferente de todo lo que normalmente
uso. Tan pronto como me lo pongo, comienzo a criticarme. Es bonito y
me veo femenina y delicada, pero no sé si se reirán de mí o no.
Levantando mi barbilla, decido que no importa si les gusta. A mí me
encanta. Cuidadosamente, me maquillo. Me seco el cabello y luego lo
aliso en suaves mechones rectos con el alisador de cabello. Con mis
pestañas oscurecidas y mis labios rojos espectaculares, parezco una
estrella de cine. Sexy. Mayor. Seductora.
Salgo del baño y mi corazón se aprieta al ver que alguien ha avivado
mi fuego y brilla con calor. Pero es lo que hay en la mesita de noche lo
que me hace sonreír. Un jarrón lleno de flores blancas. De todos los tipos.
Ni siquiera sé qué tipo de flores son... simplemente son exóticas. El jarrón
es diferente a todo lo que he visto antes y después de una inspección más
cercana, veo que alguien ha pegado las monedas más brillantes por
encima en un patrón. Es perfecto.
Oh, Torin.
Sé que es él.
Saco la tarjeta del recipiente y leo sus pulcras y precisas palabras.
115 No pude elegir un tipo que te represente. Eres todo a la
vez. Cada cosa bonita en un paquete impresionante.
—Gracias —digo en voz alta en la habitación, a pesar de que él no
está aquí. Tengo la sensación de que él puede escucharme.
Las lágrimas nadan en mis ojos y las parpadeo rápidamente para no
arruinar mi maquillaje. Inhalo el encantador aroma antes de caminar
hacia mi tocador para buscar mi anillo favorito. Cuando no lo encuentro,
frunzo el ceño y busco alrededor en el suelo. No tengo tiempo para
buscarlo más. Rápidamente, corro por la casa a reunirme con Tyler.
Todavía hay tantas partes de esta casa gigante que quiero explorar, pero
nunca lo hago. Quizás esta noche Tyler pueda llevarme al tour definitivo.
Cuando llego al comedor, dejo escapar un grito ahogado. La mesa
ha sido preparada con manteles blancos, platos de plata, vasos de cristal
y velas. Muy elegante.
—Vaya —pronuncio en voz alta.
—Podría decir lo mismo —murmura una voz profunda detrás de mí.
Me vuelvo para ver a Tyler vestido con un traje ajustado que abraza
bien su cuerpo. Él ha perdido un poco de peso recientemente, pero con
su traje, no se puede decir. Sus ojos parpadean con hambre, lo que hace
que el calor pique sobre mi piel. Es una expresión que no veo nunca en
él.
—Ven aquí, cariño —dice, sus manos encontrando mi cintura. Me
jala contra su pecho para un abrazo. Su polla está dura entre nosotros.
Más oleadas de calor me atraviesan—. Este culo es divino. —Sus palmas
encuentran mi trasero y lo aprietan. Sorprendida por su atrevido avance,
me congelo en sus brazos. Cuando sigue manoseando mi trasero, me
aparto de él. Nuestros ojos se encuentran y él parpadea varias veces,
sacudiendo la cabeza, como si estuviera tratando de despejarse a través
de una neblina. Se tambalea un poco y su cadera sujeta la mesa. Un
gruñido retumba de él mientras tira de su silla y se cae en ella. Sus dedos
van a sus sienes y masajea la carne allí.
—¿Tyler?
—¿Mmm?
—¿Has estado bebiendo?
Sus ojos se levantan hacia los míos, sus pupilas se estrechan.
—¿Qué?

116 —¿Has estado bebiendo?


—Tomaré un trago, gracias.
El pánico se agita en mi pecho.
—No, estoy preguntando si has estado bebiendo.
Parpadea un poco más, la confusión baila en sus ojos.
—¿Qué?
Antes de que pueda enloquecer, Torin sale de la pared. Y Dios mío
él se ve ardiente. Mi atención es robada momentáneamente mientras
bebo su apariencia. Se ha afeitado el rostro y su cabello ha sido peinado.
El traje que lleva es similar al de Tyler, pero el nudo en su garganta es
apretado y perfectamente atado, a diferencia del de Tyler, que es un
desastre.
Tyler es un desastre.
Algo no tiene sentido.
Si sé algo, es que Tyler nunca es un desastre.
Torin cae en su silla y su intensa mirada está en mí. Apreciativa y
evaluadora. Cuando ve mi expresión preocupada, dirige su mirada hacia
Tyler. La mandíbula de Torin permanece apretada y sus manos están
cerradas en puños sobre la mesa, pero sus ojos parpadean con
preocupación.
—Creo que algo está mal con Tyler —le susurro a Torin.
Los ojos de Torin se abren y su boca se abre como si quisiera decir
algo.
—Camarera, tráigale algo de vino a mi mujer —grita Tyler de repente,
agitando su mano en el aire a nadie.
Torin grita:
—¡No!
Me tenso ante la furia rugiendo desde Torin a pesar de sus facciones
impasibles.
Tyler se burla.
—Apuesto a que un poco de vino la relajaría. Cierto, ¿cariño? Ven y
siéntate en mi regazo y déjame tocar tus tetas turgentes.
La humillación hace que mi piel arda.
—Tyler —me atraganto—. ¿Qué pasa contigo?
¿Esto es todo? ¿Esto es lo que estaban esperando? ¿Qué cumpliera
los dieciocho?
Torin se pone en pie de un tirón y tira del nudo de su corbata.
117 —Dolores de cabeza. Peores por las mañanas. Aumentan con la
actividad.
Lo frunzo el ceño.
—¿Qué?
—Mierda —refunfuña Tyler y se pellizca el puente de su nariz—.
Mierda.
—Convulsiones. Espasmos musculares. Espasmos. —La mirada de
Torin está en su hermano. Acusadora y triste.
—¿De qué estás hablando? —exijo, mi voz se levanta.
—Torin, por favor —suplica Tyler, su voz es dolorida pero familiar.
—Pérdida de la conciencia y funciones corporales que son seguidas
por espasmos y relajación de los músculos. Cambios de personalidad.
Cambios de memoria. Letargo. Náusea. Vómitos. Alteraciones del sueño
—recita Torin de un tirón robóticamente.
Se me revuelve el estómago cuando el miedo se asienta. No miedo
por mí. Miedo a la verdad. Lo que sea que se esconda a simple vista aquí
en esta habitación.
—El paciente puede experimentar algunos de ellos juntos o
posiblemente ningún síntoma en absoluto. Algunos de los síntomas
podrían tener una causa diferente, no relacionada con el tumor cerebral.
—Torin dispara la cabeza en mi dirección mientras continúa entregando
sus palabras, no diferente del día que recitó los artículos de cuando me
encontraron en el pesebre de la iglesia hace dieciocho años—. Los
tumores se forman debido a mutaciones en el ADN de la célula, lo que
interrumpe el ciclo normal. Las células comienzan a dividirse
incontrolablemente, y continúan viviendo, cuando las células normales
morirían. La causa de las mutaciones para comenzar en primer lugar es
difícil de reconocer. Puede ser una variedad de cosas, como factores
ambientales, exposición a la radiación, predisposición genética —escupe
Torin, el veneno goteando de sus palabras.
¿Espera?
¿Qué?
—¿T-tumor? —siseo, mi atención vuelve a Tyler.
Tiene la cabeza inclinada y los hombros caídos hacia adelante.
—Casey...
—En caso de tumor cerebral inoperable hay una variedad de
opciones de tratamiento…
—¿Inoperable? —chillo—. ¡Pueden hacer radiación o quimioterapia
118
o algo así!
Tyler murmura suaves disculpas. Como si necesitara sentirse
apenado por esta mierda. Creo que voy a vomitar.
—El glioblastoma multiforme es un tumor agresivo. Crece y crece,
dañando los nervios cercanos y los tejidos del cerebro, causando
deterioro de la visión, de la audición, de la memoria, del movimiento y de
los pensamientos, temporal o permanente. A veces, el tumor causa
hinchazón en el cerebro que conduce a la acumulación de líquido y
directamente interrumpe el funcionamiento del cerebro —continúa Torin,
con la boca en piloto automático—. Aparición de dolores de cabeza
frecuentes que empeoran en las horas de la mañana. Vómitos frecuentes
y náuseas. Pérdida de memoria temporal debido al tumor en crecimiento.
Convulsiones en los tejidos del cerebro e hinchazón. Dificultad para
concentrarse. Cambios frecuentes en el estado de ánimo y rápidos
cambios de humor. Cambio en el habla, la visión, la audición y el
movimiento. Sensación de parálisis en algunas áreas del cuerpo.
Sensación de cansancio y agotamiento. Funcionamiento incorrecto de las
neuronas y el sistema endocrino.
No.
No.
No.
—Basta —suplico.
—Una vez que se diagnostica la enfermedad, el paciente puede
sobrevivir tres meses sin ningún tratamiento. Pero con el tratamiento y
la consulta médica, el paciente que sufre de glioblastoma multiforme
puede sobrevivir entre uno y dos años. El aumento de la presión
intracraneal y el edema cerebral aumenta el índice de mortalidad. Los
tumores cerebrales son causados debido a que los glioblastomas
multiformes son generalmente malignos por naturaleza y crecen
agresivamente…
—¡Basta!
Tyler levanta su cabeza, sus ojos inyectados en sangre y su labio
inferior temblando. Ninguna palabra sale.
—¿Por qué estoy aquí? —exijo, mi voz es fría.
Torin deja de parlotear hechos y se calla, como si él también quisiera
saber la respuesta.
Una lágrima rueda por la mejilla de Tyler y se necesita todo en mí
para no correr hacia él y consolarlo.
119 —Porque él te necesita. ¿Quién más lo cuidará cuando me haya ido?
—pregunta Tyler con voz ronca.
Ido. Ido. Ido.
Inoperable.
Agresivo.
No tratable.
No.
—¿Cuánto tiempo? —me ahogo.
Torin comienza recitar hechos, pero le grito que se detenga.
Sorprendentemente, lo hace.
Tyler se golpea la mejilla.
—No es tan simple.
—¿Cuánto. Tiempo?
—Ya he estado batallando por un tiempo... —deja escapar Tyler un
suspiro irregular—. Me quedan un par de meses si tengo suerte.
Me pongo en pie de un tirón, mis propias lágrimas corren por mis
mejillas, y le señalo.
—¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿Cómo pudiste dejarme entrar en
tus vidas y amarlos sabiendo que pronto me dejarías? —Mi voz es
estridente, la histeria se hace cargo—. Me dejarás sola como ella lo hizo.
¡Todos jodidamente me dejan!
—Casey, por favor —suplica Tyler.
—¡Casey-Casey!
—Necesito pensar —respondo antes de correr de vuelta a mi
habitación, ciega de lágrimas.

120
DIECISÉIS
Torin
Desde el momento en que Tyler me dijo por qué estaba sufriendo de
dolores de cabeza y su salud había disminuido, me obsesioné y aprendí
todo lo que pude. Una cura. Ellos curan enfermedades todo el tiempo.
Este es el siglo veintiuno. Hemos hecho grandes progresos en el avance
médico. La polio está casi erradicada de la tierra. Ya casi no se habla
sobre el SIDA. Y el cáncer no siempre es mortal si es identificado en
etapas tempranas.
Excepto que mi obstinado hermano no lo identificó desde el
principio. Y cuando finalmente vio a un médico al respecto, ya estaba
fuera de control. Inoperable. Pero no solo inoperable, intocable. Ninguna
de las opciones de tratamiento lo podía tocar. Me seguía aferrando a la
esperanza, aunque era una minúscula, pero todavía tenía esperanza.
Hasta que él me mostró sus escáneres cerebrales. Esa mierda lo está
comiendo vivo. El crecimiento de hace seis meses a hace tres meses era
de más del doble. Mi estómago se retuerce al saber cuánto más ha crecido
desde entonces.
Mi hermano mayor va a morir.
Pronto.
Expresó sus deseos de no pasar sus últimos días más enfermo de lo
que ya está, pasando por la quimioterapia. Quería discutir hasta que
121
investigué y me di cuenta de no ayudaría de todos modos. Tenía razón.
Simplemente empañaría sus últimos días.
—Miau.
Abro los ojos y miro mi techo. Anoche, Casey no tomó bien las
noticias. Después de que corrió y se encerró en su habitación, fui y la
comprobé a través de la pared. Estaba acurrucada en una bola sobre la
cama, todavía con el vestido que me hacía querer sujetarla a la pared y
frotar mi cuerpo contra el suyo, y lloraba con fuertes sollozos feos.
Fue desgarrador.
Mi alma todavía resuena con los ecos de sus llantos.
Viscerales. Emocionales. Desolados.
Todo en mí gritaba que pasara a través de la pared, subiera a su
cama, y la tirara a mis brazos. Ella necesita consuelo y fuerza. Tyler ha
sido muy bueno en darle eso porque yo no puedo.
¿Qué pasa cuando él muera?
Ella se irá.
El pánico se eleva en mí como un tsunami épico listo para aniquilar
a todo un país. La ansiedad me apuñala. Me rasga crudo desde adentro
hacia afuera. Como si estuviera conectada a mi angustia, Misty, mi gata
favorita, salta sobre mi pecho y comienza a ronronear. Sus garras se
retraen y se extienden, atrapando la tela de mi sudadera pero sin perforar
la carne debajo.
Tiro de mi pesada manta y la pongo sobre mi cuerpo, cubriéndome
y a mi gata. Su ronroneo se intensifica a medida que se pone cómoda.
Miau.
Mi teléfono suena y leo un correo electrónico con algo de información
detallada, muy necesaria. Lo sabía. Sabía que el hijo de puta Guy estaba
chantajeando a Tyler. Y ahora sé exactamente por qué. Significa que
pronto estaré pagándole dinero a Guy también hasta que sepa qué hacer
con todo esto.
Miauuuuu.
Mis otros dos gatos, Rainy y Foggy, se unen a nosotros en la cama.
La gata más tranquila, Foggy, se acurruca cerca de mi cabeza,
ronroneando el ruido blanco que necesito para aclarar en mi cabeza.
Rainy se pasea a lo largo del pie de mi cama, buscando un buen lugar
para plantar su culo gordo. Muevo las piernas y finalmente se establece
entre mis pantorrillas separadas. Con mis tres gatos ronroneando al
122 unísono, soy capaz de desacelerar mi acelerado corazón. Soy capaz de
pensar sin dejar que el pánico me atrape.
Casey.
Mis pensamientos vuelven a ella.
La hermosa y perfecta Casey.
Ella amaría a mis gatos, lo sé. Quiero contarle sobre ellos. Quiero
arrastrarla a mi parte de la casa y mostrarle uno de los pocos lugares
donde puedo ser. Uno de los pocos lugares donde estoy tranquilo y soy
libre. Sin embargo, aun así, la mantengo a un brazo de distancia.
Cierro mis manos en puños y cierro los ojos, apretando los dientes.
Misty vuelve a maullar y clava sus uñas en lo profundo, la amenaza
de sus uñas afiladas hacen que mi aliento quede atrapado. Si los gatos
pudieran hablar, ella diría: “Cálmate como la mierda, Torin”.
Abro mi puño y me estiro para acariciarla. Su piel suave me relaja.
La acaricio hasta que me encuentro calmándome de nuevo. Mi mente
evoca fantasías de Casey recostada a mi lado hablando con mis gatos.
Solo el pensamiento de su voz dulce y musical hace que mi pecho se
expanda con felicidad.
Ella no puede irse.
Me he sentido mejor teniéndola cerca. Como si mi cuerpo y mi
maldita boca no estuvieran trabajando tan duro en mi contra. Es como
si tuviera la cura para mí y todo lo que lo que tengo que hacer es
inclinarme hacia adelante y beberla toda.
Mi teléfono zumba en mi bolsillo. Esperando que sea Casey, lo saco
y deslizo la pantalla. Misty maúlla su aparente molestia porque mi
atención indivisa ya no está en ella.
Tyler: ¿Qué hago?
No es frecuente que mi hermano me pida consejo.
Yo: No nos dejes.
Mis ojos queman como si las lágrimas salieran, pero no lo hacen. La
emoción todavía tiene problemas para escapar de mi cuerpo. Permanece
atrapada como el vapor en un hervidor, excepto que este hervidor no tiene
ninguna abertura para silbar. Este hervidor es sólido, de metal e
impenetrable. Una explosión sin esperanza de irrumpir más allá de sus
confines.
Tyler: Ojalá fuera así de simple. Mierda, cómo lo hago.
Yo: ¿Por qué no me lo dijiste hasta el día en que te encontré en
tu baño vomitando tus entrañas?

123 Tyler: Solo quería fingir que no existía. Que no tenía una fecha
de caducidad.
Yo: Entonces, ¿ibas a morir un día sin darme una maldita
explicación?
Tyler: Torin... lo siento.
Yo: ¿Es por eso que ella está aquí? ¿Por mí?
No mientas, Tyler.
Tyler: La forma en que la miraste, realmente la miraste, ese
día en la clínica, lo supe. Ella era la clave para desbloquear una
parte de ti. Ella lo hizo con una mirada. Un segundo, Torin. Ella te
robó de dentro de ti y te sacó. Fue jodidamente increíble. Yo siempre
quise hacer eso por ti. Traer a alguien a tu vida que pudiera
ayudarte mejor de lo que las terapias alguna vez podrían. Cuando
ELLA llegó, fue el destino. ¿No lo ves? Y entonces…
Yo: Ella podría tomar tu lugar como mi cuidador después de tu
muerte.
Tyler: Es más complicado que eso.
Mierda, sí que lo es. He visto la documentación.
Yo: Entonces explícalo.
Tyler: Pensé que podrías amarla.
Frunzo el ceño ante sus palabras, definitivamente no esperaba que
dijera eso. Me distrae de mis pensamientos mientras corro detrás de
otros. Más cálidos. Más felices. Sé que amo a mi hermano. Es algo lógico
y arraigado. Somos hermanos. Familia. Mejores amigos. Cuando pienso
en él dejándome, mi cuerpo duele físicamente. Me duele el corazón. Eso
es amor, ¿verdad? Los libros de texto no explican el amor de una manera
tangible. Son todas teorías, sentimientos y mierda en la que no puedo
poner mis dedos y explorar. Pero con Tyler, el amor tiene sentido. Sentido
lógico.
Con Casey, todo es diferente. Y eso, no lo comprendo. Ella me quita
el aliento a veces. Simplemente por mirarla. Como si solo su presencia
me succionara la respiración directamente desde mis pulmones. Mis
oídos esperan las ondas sonoras en una búsqueda de una risita o un
suspiro o su obsesivo golpeteo. Cuando está cerca, los vellos de mi piel
se elevan. Una sensación de hormigueo recorre mi carne como si ella
llevara una carga eléctrica. Energía magnética que hace que mi cuerpo
reaccione a nivel celular.
Su aroma es adictivo. He leído sobre los adictos. Un adicto a la
124 cocaína desea el subidón. Esnifa la sustancia en sus fosas nasales y
prospera en el camino sensaciones abrumadoras que surgen a través de
su torrente sanguíneo. Así es como es con Casey. Ella es una droga que
quieres esnifar y a la que quedar enganchado. Pero es su sabor lo que me
enloquece más. El día que lamí su cuello, pensé que había muerto y había
ido al cielo. Salado de sudor pero dulce. Oh, tan jodidamente dulce. No
podía obtener suficiente de ella. Quería hundir mis dientes y morderla.
Mierda, sí que la mordí. Quería devorarla porque es tan malditamente
adorable.
Adorable.
Adorable.
Adorable.
Ella es diferente. Hermosa, perfecta y mía. ¿Pero lo es? No entiendo
cómo funciona su mente. Cuando sus ojos azules brillan de emoción, no
sé lo que sucede dentro de su cabeza. Quiero acunar sus mejillas y
suplicarle explicaciones, pero nunca lo hago.
Tyler pensó que podía amarla.
Ni siquiera sé qué es el amor.
Pero podría respirarlalamerlaprobarlatocarlaolerlasentirla.
Podría hacer eso todo el maldito día.
Yo: No sé cómo amar.
Tyler: El amor no es algo que puedas controlar. Él te controla
a ti. Te llena e infecta cada parte de ti hasta que todo lo que puedes
hacer es simplemente vivirlo y respirarlo cada segundo de cada día.
Yo: Suena como una enfermedad.
Tyler: El amor es una cura.

125
DIECISIETE
Tyler
Toco su puerta por tercer día consecutivo, rezando porque ella
responda. Estoy intentando no presionar, pero la extraño. Quiero verla.
Maldición, necesito verla. Cuando ella no viene a la puerta, giro el mango.
Está desbloqueada y dejo escapar un suspiro de alivio.
Empujándome hacia la fría habitación, frunzo el ceño al ver que el
fuego está apagado en la chimenea. Hay un bulto en el medio de la cama
enterrado debajo de las mantas. Me apresuro a la chimenea y me aseguro
de que las llamas sean buenas y altas antes de caminar a su cama.
—Casey. —Mi voz es ronca.
Ella no responde, pero siento que está despierta. El aire está quieto
y tranquilo aparte del cacareo de la chimenea. Finalmente, responde:
—Tyler, duele.
Aprieto los dientes para mantener a raya mi emoción.
—Sé que sí —susurro.
La cama tiembla y luego deja escapar un sonido desgarrador.
Necesitando tocarla, levanto la manta y la busco. Ella no se retira de mí,
así que me acomodo debajo de las mantas, doblando mi cuerpo alrededor
del suyo pequeño. Cuanto más fuerte llora, más fuerte la aprieto. Ojalá
pudiera mejorarlo todo.
126
—Lo siento, Casey. Nunca quise hacerte daño.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
—T-tú m-m-me d-dejaste amarte.
—Amar a alguien no es algo malo —murmuro, mi nariz acariciando
su cabello, tratando de memorizar su olor—. El amor no es algo de lo que
se supone que debes esconderte. Se supone que debes encontrarlo y
agarrarlo, cariño.
—N-nadie me ha amado nunca a-antes. Me s-sentí amada aquí y se
habrá i-ido pronto. —Llora tan fuerte que creo que va a vomitar.
Ojalá pudiera retroceder en el tiempo y hacer las cosas bien para
ella desde el principio. Se merecía algo mejor que lo que la vida le
proporcionó. Las elecciones egoístas de otros la dejaron sola y sin amor.
—Shhh —arrullo—. Eres amada aquí. No se irá a ningún lado. El
amor simplemente no desaparece. Mi mamá y mi papá se han ido, pero
todavía siento el amor que tenían por mí.
Ella llora hasta que se seca y los sonidos que provienen de ella son
gemidos doloridos.
—Nunca tuve una familia. Te burlaste de mí, Tyler. Te burlaste de
mí con lo que no podrías darme.
La culpa me roe. Me duele que la traje a mi vida solo para contarle
que estoy muriendo, pero no me siento mal por tenerla egoístamente con
nosotros el último par de meses. Ella insufló vida a mi muerte inminente.
La tristeza fue eclipsada por ella.
La traje aquí para Torin, pero no me di cuenta de que también la
encontré para mí.
El afecto. Las conversaciones. El contacto visual.
Estar con un hermano que no muestra emoción y negarme a salir
sabiendo que nadie merece estar con un hombre con un pie en una
tumba significaba que estaba solo. Solo necesitaba una conexión. Casey
me conecta a esta vida más que cualquier otra cosa que he hecho
últimamente. Ella me hace enfocarme en las pequeñas cosas. Los sonidos
de la risa. La fría mordida de un copo de nieve en tus mejillas. El sabroso
sabor de un bistec bien cocido. No estoy absorto en hacer crecer nuestra
fortuna para dejarla cuando me haya ido. Estoy centrado en vivir el
momento, y en disfrutar cada segundo de ello.
—No quiero pelear y no puedo perderte —le digo, mi voz se quiebra—
. Te necesito más de lo que alguna vez he necesitado a alguien en mi vida.
Necesito que estés aquí... hasta el final. Intenté darte todo para hacerte
127 feliz, pero todo lo que quiero es una cosa. Una cosa simple que puedes
darme a cambio. Tú. Tus sonrisas. Tu voz. Tu toque. Solamente te
necesito a ti.
Ella suelta un gemido, pero se vuelve en mis brazos, agarrándose
desesperadamente contra mí. Sus dedos se clavan en mi camisa mientras
entierra su cara mojada contra mi cuello. La abrazo fuerte y acaricio su
cabello. Consuelo a mi niña, a nuestra niña, mientras llora.
Egoístamente, la abrazo porque es el único afecto que se me ha concedido
en bastante tiempo.
—Te amo, Casey. Necesitas escuchar eso. Sé que nunca serás mía,
no de esa forma, pero puedes ser mía así. Solo por un rato. —Las lágrimas
corren por mis sienes—. Solo por un momentito.
—Lo siento —murmura contra mi cuello—. No quiero pelear.
También te amo, Tyler.
Mi corazón se hincha y sonrío mientras beso su cabeza.
—Hoy lloraremos esta mierda y luego mañana, quiero pasar mi
tiempo contigo y con Torin. Mi familia.
—¿Cómo estás tan fuerte?
—Nunca me han dado la opción de no serlo —pronuncio—. Me han
dado desafíos toda mi vida. Desafíos no destinados a los débiles.
He estado corriendo y corriendo. Persiguiendo y persiguiendo.
Finalmente tengo todo lo que alguna vez quise envuelto en mis brazos.
Apesta como la mierda que todo terminará pronto.
—¿Como yo? Soy un desafío.
—Tú eres una recompensa, cariño. Eres mi recompensa por esta
vida difícil.
Ella suspira y se le escapa una pequeña risa.
—Me han llamado muchas cosas pero nunca la recompensa de
alguien.
—Eso es porque has estado cerca de la gente equivocada. —Y seré
condenado si alguna vez dejo que eso vuelva a ocurrir—. Finalmente estás
donde perteneces, donde puedes escuchar las cosas que mereces
escuchar.
—¿Cómo voy a seguir adelante sin ti? ¿Para Torin? ¿Es eso lo que
hiciste?
La aprieto.
—Con Torin, cariño. Y eso es exactamente lo que hice cuando
nuestros padres murieron. Seguí adelante con Torin. Él no es una carga.
Él es mucho más fuerte de lo que la gente le da crédito. Un día lo verás.
128
Casey se levanta y me mira fijo. En la habitación oscura, no puedo
distinguir sus rasgos, pero quiero hacerlo. Sus dedos recorren mi cabello.
—Dilo de nuevo, Ty.
—Te amo.
—Yo también te amo.
TERCERA PARTE

129
DIECIOCHO
Casey
Algunos días, Tyler no parece enfermo en absoluto. Su color es
bueno y es enérgico. Son sus sonrisas las que son tan engañosas.
Amplias, brillantes y sin fin. Crecen cada vez que sus ojos se posan en
mí. Me emociona a la vez que me aplasta.
—¿Scrabble? —pregunta Tyler, su oscura ceja levantada en
pregunta.
Torin deja caer la caja sobre la mesa. Sus labios están fruncidos y
su capucha colocada sobre su cabeza, escondiendo sus ojos de nosotros.
—No soy buena en el Scrabble —digo con un gemido—. ¿Qué tal el
Monopoly? Puedo limpiar la casa con ese juego.
—No tenemos el Monopoly —dice Tyler, riendo—. Pero voy a ser
bueno contigo. Torin nos pateará el culo a ambos, así que realmente no
importa.
Los rasgos de Torin permanecen impasibles, pero apuesto a que si
le enviara un mensaje de texto, diría algún comentario presumido.
—Bien —resoplo, disfrutando de la sonrisa de agradecimiento de
Tyler.
Torin robóticamente comienza a configurar el juego en la mesa de
café. Me siento al lado de Tyler en el sofá. Él une nuestros dedos. Ahora
130 que sé que Tyler está enfermo, es como si mis sentimientos que estaban
en ciernes por Torin hubieran quedado en suspenso. No tengo el tiempo
o la paciencia para explorar eso en este momento porque mi tiempo con
Tyler es limitado. No quiero echarlo a perder. El tiempo es un bien
precioso que se vuelve más valioso a cada segundo.
Ausentemente, Tyler lleva nuestras manos enlazadas a su boca y
besa el dorso de la mía. Un escalofrío me recorre. Él aprieta mi mano
antes de dejarla descansar en su regazo. Torin comienza a recitar las
reglas del juego como si estuvieran grabadas en su cerebro. Solo escucho
a medias porque Tyler está frotando círculos en mi mano con su pulgar.
Me recuerda la vez que su pulgar estuvo en mi pezón. Por supuesto, él
estaba dormido, pero aun así. Me ha tocado en un lugar que nadie antes
lo había hecho.
—A medianoche, se supone que debes besar a alguien —dice Tyler—
. Buena suerte para el año nuevo y todo eso.
Torin gruñe y levanta su cabeza hacia nosotros, sus ojos marrones
me perforan con una mirada acalorada que convierte mi interior en
papilla.
Tyler se ríe como si le divirtiera la reacción de su hermano.
—Yo no, hermanito. —Ellos tienen algún código tácito, pero puedo
leer entre líneas. Tyler está insinuando que Torin debería besarme.
—¿Qué pasa si no besas a nadie? —desafío.
—Mala suerte —bromea Tyler—. Mucha y mucha mala suerte.
Torin comienza a repetir las instrucciones del juego, con un borde
irritado en su voz. Pronto, la charla incómoda de los besos a medianoche
se deja de lado cuando nuestro juego comienza. Para no tener el
vocabulario más amplio, me defiendo en Scrabble. Puedo decir que Tyler
está luchando, su cerebro está trabajando en su contra, porque sigue
frotándose las sienes y coloca fichas incorrectas en el tablero. Como estoy
sentada a su lado, lo ayudo a corregirlas. Torin está concentrado e ignora
la niebla mental de su hermano. Recuerdo los síntomas de su cáncer y
este es uno de ellos. Me hace querer instarlo a que se vaya a acostar, pero
él es terco y sé que no lo hará.
Después de varios juegos y la cercanía de la medianoche, Torin se
frustra y comienza a desmantelar el juego.
—Estábamos en el medio de una ronda —me quejo.
Tyler acaricia mi rodilla con su mano.
—Eztá bien —masculla como si hubiera estado bebiendo. Mi corazón
131 se aprieta en mi pecho.
—No está bien. Está siendo un mocoso —resoplo.
Torin levanta su cabeza en mi dirección y me fulmina con la mirada.
—No.
Arqueo una ceja hacia él.
—¿No? Estás actuando enojado y renunciando. Eso es ser un
mocoso.
Aprieta ambas manos y se pone de pie, ya no le interesa guardar el
juego.
—Nooooo.
—Torrrr —murmura Tyler, su cuerpo se relaja contra los cojines.
Torin mira a su hermano por un largo momento antes de huir. Lo
observo abrir la pared y deslizarse detrás del panel, desapareciendo casi
al instante.
Dirijo mi atención a Tyler, quien me sonríe, casi perezosamente. Sus
ojos están medio cerrados, pero su mirada está en mí.
—Tannn bonita —dice con voz densa, levantando su mano para
tocar mi cabello. Parpadea lentamente y sonríe más—. Ez cazi
medianoche.
La ansiedad se tambalea dentro de mí, no porque sea casi
medianoche, sino porque está arrastrando las palabras y comportándose
inusualmente. Como el día en que me jaló hacia él y me agarró el culo.
Por lo que Torin me dijo ese día, será susceptible a tener cambios de
humor.
—Shhh —susurro mientras acaricio su mejilla—. Solo descansa.
Sus cejas se juntan y traga, la angustia brillando en sus ojos.
—Venn aqquí.
Me levanto sobre mis rodillas en el sofá junto a él, sin saber
exactamente lo que quiere. Cuando sus grandes manos encuentran mi
cintura y él me guía hacia su regazo, y me siento obedientemente con mis
muslos a horcajadas sobre sus costados. Él inclina su cabeza y me mira
con asombro, como si fuera lo mejor que haya visto. Hace que mi corazón
golpetee.
—¿Necesitas tu medicina? —pregunto, mis dedos tienen mente
propia mientras le aparto el cabello de la frente.
—Z-zolo t-te n-necesito a tii —balbucea. Sus manos hacen círculos
en mis caderas y el calor parpadea dentro de mí. Quiero que sus manos
132
me exploren en todas partes.
—Estoy aquí —le aseguro—. No me iré a ninguna parte.
Él sonríe, mis palabras lo complacen.
—Él s-se fue. Z-zerá m-medianoche y ze perderá la mejor coza de zu
vida. —Ojos marrones, como chocolate derretido, me beben.
—¿Nunca ha sido besado? —le pregunto.
—N-nunca.
—Yo tampoco.
La claridad encuentra la mirada de Tyler y su mano se levanta para
acariciarme la mejilla. Acaricia mi labio inferior con su pulgar. Entonces,
su mano ahueca la parte de atrás de mi cuello. Lentamente, me acerca a
él. Mi ritmo cardíaco es errático e inestable.
—Una b-bella mujer mereze zer bezada a m-medianoche —
murmura, su pulgar ahora acaricia un lado de mi garganta.
—Tyler —gimoteo. No estoy segura de lo que quiero, pero este
momento significa todo para mí. Mi piel está viva. Mi corazón está fuera
de control. El deseo nada a través de mí como un tiburón en aguas poco
profundas, hambriento y desesperado por alimentarse.
—P-podría bezartee —sugiere—, p-pero... —De nuevo, sus ojos
parpadean con tristeza.
—Pero él se fue. Tú estás aquí. —Me inclino hacia adelante y cierro
los ojos—. Podrías besarme.
El elegante reloj del abuelo llega a medianoche y comienza a sonar.
Me temo que él no me besará, pero luego labios cálidos se rozan contra
los míos. Suaves e inseguros. Como si estuviera probando mi reacción.
Cuando separo mis labios, un pequeño gemido se escapa de él. Él me jala
más cerca hasta que nuestras bocas se fusionan. Nunca me he acercado
lo suficiente a nadie para querer besarlo antes. Los chicos eran idiotas y
no me gustaban las chicas.
¿Pero esto?
¿Este hombre hermoso, amable y amoroso?
Quiero todo lo que pueda darme en este momento.
Sus dedos se deslizan en mi cabello mientras su lengua entra en mi
boca, deslizándose más allá de mis labios para buscar mi propia lengua
de una manera experta. Todo lo que puedo hacer es permitirle besarme
porque estoy segura de que no sé lo que estoy haciendo. Su lengua contra
la mía envía una emoción que me atraviesa. Mis bragas se vuelven
húmedas y la necesidad de mecerme contra su cuerpo es intensa. Me
133 conformo con agarrar sus hombros para mantenerme quieta. Él chupa
mi labio inferior lo suficientemente fuerte para que yo gima, pero luego
su lengua está de nuevo golpeando la mía de una manera desesperada.
Él sabe bien. Huele bien.
Oh Dios.
Su mano se ha movido hacia mi culo y lo agarra con fuerza. La otra
permanece enhebrada en mi cabello para poder guiar nuestros
movimientos. Chupa mi lengua, haciéndome marearme con necesidad.
Si hubiera sabido que besar era como si alguien estuviera robando tu
alma de tu cuerpo, una molécula a la vez, me habría inscrito en esta
mierda hace mucho tiempo.
—Casey —murmura contra mi boca.
Él tira de mi culo hasta que estoy acurrucada contra su polla dura.
Envía corrientes de electricidad sacudiéndose desde mi núcleo por todo
mi cuerpo. Me encuentro rápidamente frotándome contra él a través de
nuestra ropa, buscando más placer. Mis bragas están tan mojadas, me
pregunto si lo sentirá de alguna manera.
Encontramos un ritmo donde me estoy frotando contra él y nuestras
lenguas bailan al mismo ritmo. Los dos estamos gimiendo y respirando
pesadamente. No estoy segura de a dónde va esto, pero sé que no lo
detendré. Quiero lo que sea que él me dé.
Amo a Tyler.
Jodidamente demasiado.
Su palma se desliza debajo de mi sudadera y me aprieta el pecho
sobre mi sostén. Grito de placer. Cuando sus dedos tiran de mi sujetador
para poder frotar su pulgar contra mi pezón, me derrito contra él.
—Oh, Dios —gimoteo contra su boca—. Eso se siente bien.
Él mueve la cabeza hacia atrás y se pone rígido debajo de mí. Me
congelo, preocupada de haber hecho algo mal. Su cuerpo comienza a
sacudirse como si hubiera sido alcanzado por un rayo. Cuando veo que
sus ojos están vueltos hacia atrás en su cabeza y que la baba se está
escapando de su boca, grito.
Un grito espeluznante y penetrante.
Mierda, está teniendo una convulsión.

134 Todo ha sido borroso. La convulsión. La ambulancia. El hospital.


Pero él está vivo. Enfermo, como siempre, pero vivo. Lo mantienen
durante la noche en el hospital en observaciones, pero él era su yo normal
cuando nos rogó a Torin y a mí que nos fuéramos de vuelta a casa,
prometiendo que no era su día para morir. Y como mi alma todavía está
intacta, sé que aún no nos ha abandonado. Incluso mientras estoy
acostada en mi cama con una de sus sudaderas que huele a él. Mañana,
él estará de regreso en casa.
Casa.
Esta es mi casa.
Me ha suplicado que no me vaya una vez que se haya ido.
Le prometí que no lo haría, pero mi corazón es mentiroso a veces.
Me recuesto sobre mi espalda y miro hacia el techo en la oscuridad.
El fuego se ha apagado, pero nada podría calentar mi alma fría en este
punto. Tyler está muriendo y no hay nada que pueda hacer al respecto.
Un día se irá y se llevará mi corazón con él. Nadie respira vida y amor en
mi existencia solitaria como él lo hace.
Torin.
Mi corazón hace un salto en mi pecho. Torin es complicado y difícil.
Justo cuando creo que lo he comprendido, se escapa de mi alcance. Tyler
es mucho más simple. Él usa su corazón en su manga para que yo lo
tome. Torin esconde el suyo en su fortaleza impenetrable.
Hablando del diablo, lo percibo.
Él no hace un sonido, pero puedo sentirlo en mis poros. Torin no es
del tipo que me abraza y me promete que todo estará bien. De hecho, en
el hospital, no dijo una palabra. Tuve que lidiar con los doctores. Rogar
respuestas. Demandar ver a Tyler una vez que estuvo establecido. Tuve
que hacerlo todo. Torin me siguió detrás como si yo estuviera a cargo.
Tengo dieciocho años, nunca he tenido una familia y estoy fuera de
mi elemento.
No soy Tyler. Las cosas que él maneja y soporta, soy incapaz de
hacerlas. Y sin embargo, Torin actúa como si yo fuera la única que
supuestamente tuviera que lidiar con todo esto.
—Casey-Casey.
La cama se hunde y alguien se arrastra hacia mí. A diferencia de esa
noche que me asustó, no me acobardo. En la oscuridad, en mi silencio,
lo desafío a dar un paso adelante. El colchón se hunde a mi alrededor
mientras me enjaula con sus rodillas a cada lado de mis caderas y sus
135 manos cerca de mi cabeza. Él inhala fuerte antes de bajar su rostro al
mío. No me estremezco cuando su nariz se acerca a la mía, muy parecido
a lo que un león haría a su compañera. Una revisión sin palabras para
ver si ella está bien.
Ella. No. Está. Bien.
Un sonido ahogado suena desde mi pecho. Lágrimas se derraman y
luego caen a los lados de mi rostro. Su nariz corre a lo largo de mi carne,
olfateando mis lágrimas, y luego las lame. Lame la humedad salada. Por
alguna razón, este espectáculo íntimo de afecto me hace llorar más fuerte.
Torin es tan difícil de entender, pero lo intenta. Él lo intenta muy
duro. No es su culpa, no hablamos el mismo idioma. Su lengua baja y
baja hasta que está en mi cuello. Gimo cuando sus dientes se arrastran
a lo largo de mi carne. Ellos agarran mi piel y tiran. Es doloroso y a la vez
terrenal. Estoy atrapada en este momento con él, mis pensamientos, por
una vez, no corren desenfrenados.
—Casey-Casey —murmura contra mi piel.
Su cuerpo se aplasta contra el mío y apenas puedo respirar. El peso
sobre mí es extrañamente reconfortante. Algo tangible a lo que puedo
aferrarme. Cuando la emoción me alcanza, envuelvo mis brazos alrededor
de su sólido torso desnudo y lo abrazo fuerte. Él está rígido en mi abrazo,
pero su lengua caliente cuenta una historia diferente. Me lame como si
fuera su misión de vida. Para probar, provocar y adorar. Mis ojos ruedan
hacia atrás cuando el placer zumba a través de mí. Quiero envolver mis
piernas alrededor de él y rogarle que me haga olvidar.
Pero entonces el rostro dulce y sonriente de Tyler aparece en primer
plano en mi mente. Las sensaciones confusas tiran de mi corazón. Dejo
escapar un grito devastador que Torin parece interpretar. Su lamido va
de hambriento a reconfortante de nuevo. Suave. Lento. Dulce. Me relajo
mientras las lágrimas caen sin ninguna esperanza de detenerlas.
Él lame.
Yo lloro.
Él lame.
Yo lloro.
Su pesado cuerpo aplasta el mío mientras el cansancio se apodera
de él. Mis párpados se arrastran cuando el sueño comienza a robarme.
Nuestra respiración se vuelve una. Me aferro firmemente a él, una súplica
silenciosa de que no me deje. Cuando su cuerpo se desliza ligeramente
afuera de mí pero sin soltarme, quiero gritar en victoria.
—Mía —susurra.
136
Incluso en nuestro sueño, nos aferramos desesperadamente el uno
al otro.
Y por una vez, mi Torin no huye.
DIECINUEVE
Torin
Me despierto un poco desorientado. La habitación está más fría de
lo que estoy acostumbrado, más oscura, y extraño los sonidos
reconfortantes usuales. Mis gatos no están cerca, pero tampoco estoy
abrumado por el pánico. Porque incluso en mi estado ligeramente
confundido, la siento. El cuerpo cálido y suave de Casey está envuelto
alrededor del mío. Sus escasos cabellos rubios le hacen cosquillas a mi
rostro mientras respira contra mi cuello. El ritmo es lento y medido, una
indicación de que está durmiendo profundamente.
Anhelo rodearla con mi brazo y acercarla más a mí. Aplastar sus
tetas contra mi pecho y agarrar un puñado de su culo. Como lo haría un
maldito hombre normal. Como Tyler lo haría. Los pensamientos sobre mi
hermano son una mezcla desconcertante de ira, traición y total
devastación.
Se está muriendo.
Muriendo. Muriendo. Muriendo.
No hay escapatoria de eso. Es inevitable.
Pero lo que me hizo perder la cabeza fue observarlos a través del
listón en la pared. La forma en que gravitan el uno hacia el otro, ambos
deseosos de tocarse. Quiero tocar a Casey tan malditamente tanto que
duele, pero mi cuerpo se niega. Diablos, es todo lo que puedo hacer para
137
obligarme a mirarla la mayoría de los días.
La quiero.
Con cada parte de mi ser.
Quiero quitarle la ropa, besar sus labios carnosos y hundir mi pene
profundamente dentro de ella para reclamarla como mía.
Y anoche, tuve que ver como mi hermano metía su lengua en su
garganta porque yo no pude. La sensación punzante de un cuchillo a
través el corazón todavía me quema. Todo lo que podía hacer era
observarlos. Mientras la abrazaba como si ella le perteneciera.
Ella es mía.
Ella siempre ha sido mía.
Su cuerpo se movió con el de él, vacilante e inseguro pero ansioso.
Los celos me invadieron. Quería entrar allí y tirar de ella a mis brazos
en cambio. Todo lo que pude hacer, sin embargo, fue observar
impotentemente. Él trajo a Casey para mí, pero luego la tomó de todos
modos. La furia que ardía a través de mí fue apagada en el momento en
que tuvo un ataque. Su grito aterrorizado me sacudió para entrar en
acción. Estaba asustado a muerte, porque él moriría demasiado pronto.
Pero está volviendo a casa. Hoy, de hecho. Y cuando llegue aquí, me
aseguraré de hacerle saber que Casey no es de él.
Ella es mía.
Un pequeño gemido se escapa cuando ella comienza a despertarse.
Me hace súper consciente de cada parte de ella que me toca. Tenerla
presionada contra mí es más calmante que mis gatos o mi manta pesada.
Simplemente se siente bien. Perfecto. Desearía que hubiera una forma en
que pudiera hacer más para mostrarle cuánto la quiero. Cuando su
muslo se frota contra mi pene, se endurece ante su toque.
Mierda.
Mierda.
Aprieto los ojos y mis manos se tensan automáticamente en puños.
Su pierna se frota contra mí otra vez, enviando placer energético a los
extremos de mis pelos y las puntas de los dedos de mis pies. Imágenes
de mi pene estirándola y poseyéndola me marean con necesidad.
Mi polla palpita y se presiona contra mis bóxeres. Pre semen se filtra
desde la punta de mi polla y gotea en mi carne. Mierda, me correré ahora
mismo si ella no detiene el roce. Pero soy incapaz de alejarla. No he estado
nunca con una mujer. Tengo confianza con mi mano, pero nunca he sido
frotado tan íntimamente.
138 Un gemido ahogado se me escapa. Mi corazón está corriendo en mi
pecho.
—¿Torin? —Ella respira, su voz espesa de sueño.
Su palma se extiende sobre mi pecho y la desliza un poco más abajo
en mi abdomen. Eso es todo lo que necesita. Siseo mientras mi orgasmo
sale de mi polla como una maldita manguera de agua fuera de control.
Me empapa los bóxeres y me inmoviliza a medida que se hace cargo. Mis
caderas se levantan ligeramente de la cama, incluso con ella contra mi
costado, cuando me corro de una manera tan humillante. Las llamas de
la vergüenza me chamuscan desde adentro hacia afuera. Su cuerpo se
pone rígido a mi lado. Probablemente la he asustado muchísimo o la he
disgustado. De cualquier manera, ella no está haciendo un sonido.
—Casey-Casey —digo entre dientes apretados mientras me alejo de
ella.
Ella grita mi nombre y su mano me alcanza, arrastrando las puntas
de los dedos a lo largo de mis abdominales mientras me estoy alejando.
Sin embargo no me quedo. Me tropiezo de la cama hacia la pared y me
deslizo dentro. Su voz hace eco dentro de mi cabeza mientras corro hacia
mi refugio seguro.
Torin. Torin. Torin.
¿Por qué no puedo ser como Tyler, maldición?
Solo quiero sostener, besar y follar a mi mujer.
Ella es mi mujer.
Y no me importa si tengo que escribirles un correo electrónico,
adjuntando una presentación en PowerPoint de cuarenta páginas
explicando que ella es mía, porque lo haré.
Jodidamente lo haré.

139
VEINTE
Casey
—Estoy bien —refunfuña Tyler—. Lo juro.
Torin lo mira fijamente, sin emoción, pero no deja su lado de la
cama. No puedo evitar notar la apariencia diferente de los dos hermanos.
En un momento, Tyler parecía el hermano físicamente más fuerte. Más
viejo, más sabio, saludable. Ahora, está pálido y blanquecino. Débil y
tembloroso. Torin se asemeja a una estatua hecha de piedra, que se eleva
sobre él. Irrompible. Inamovible. Sólido.
Los ojos de Torin se deslizan hacia los míos. La irritación parpadea
en su mirada, a pesar de sus características impasibles. Luego, busca su
teléfono. Momentos después, el mío zumba.
Torin: Él no está bien. Míralo.
Frunzo el ceño mientras respondo.
Yo: Solo necesitamos que coma algo y luego descanse.
Torin: Está bien... y luego tenemos que hablar.
Parpadeando hacia él, trato de averiguar qué estaba pasando por su
cabeza. Torin no es del tipo que habla, así que no estoy segura de qué
quiere hablar. La culpa entristece mi corazón. A menos que él viera a
Tyler y a mí besándonos. Mi cuello se calienta y evito el contacto visual
con Torin. En cambio, deslizo mi mirada a Tyler. Sus ojos están cerrados
140 cuando comienza quedarse dormido.
Me duele el corazón el verlo tan aniquilado. Cuando salimos del
hospital hoy más temprano, tuvo que ser sacado con silla de ruedas. Pero
cuando llegamos a casa, él caminó por su cuenta. Sin embargo, tomó
todo de él. Pensé que iba a desmayarse en cualquier momento.
Aparto su cabello de su frente y sus ojos se abren. Él logra una
pequeña sonrisa antes de cerrarlos nuevamente. Presiono un beso en su
mejilla y luego gateo fuera de la cama. Torin sale de la habitación y tengo
que apresurarme para seguirlo. Una vez que está en la sala de estar, se
sienta en el sofá con los ojos pegados a su pantalla, sus dedos tipeando.
A veces desearía que me hablara como Tyler lo hace.
Zumbido.
Torin: Eres mía.
Sus palabras son tan directas, que me río. Pero él no se está riendo.
Ni siquiera me está mirando.
Torin: No puedes besarlo porque eres mía.
El fuego florece dentro de mi pecho y levanto mi barbilla de una
manera desafiante. Excepto que mis miradas combativas no funcionan
cuando la persona sobre las que deseo usarlas no te mira. Con un bufido,
respondo a través de un mensaje de texto.
Yo: No eres mi padre. Puedo besar a quien quiera.
Torin: A quien sea. Y no. No puedes.
—¿Estás bromeando en este momento? —me burlo.
Su mandíbula se aprieta mientras escribe.
Torin: No. No bromeo. Nunca.
Yo: Señor Serio. Lo entiendo. ¿Alguna otra cosa que no pueda
hacer, Guardabosques?
Torin: Eso es todo por ahora.
—Era una pregunta retórica —espeto, la ira hace que me tiemblen
las manos—. Torin.
Él agarra su teléfono tan fuerte, que parece que podría aplastarlo en
cualquier momento, pero se niega a mirarme. ¿Se niega o no puede? No
sé la respuesta, pero estoy cansada de todo en este momento, incluso
intentar descifrarlo.
—Si me quieres tanto —me burlo—, entonces ven a buscarme. Estoy
justo aquí.
Sus fosas nasales se ensanchan y no puedo evitar notar la dureza
141 en sus vaqueros. Una emoción de calor surge a través de mí. No puedo
dejar de mirar fijamente. Temprano esta mañana, sentí su excitación,
pero luego se fue antes de que las cosas pudieran progresar.
La idea de tener a Torin encima de mí desnudo, sus labios
fusionándose con los míos, es suficiente para hacerme la boca agua. Él
es tan intenso y hermoso, pero no entiendo nada de lo que sucede en su
cabeza.
Y luego está Tyler.
Mi hermoso, enfermo y guapo Tyler.
Su boca en la mía se había sentido tan reconfortante y correcta. Le
habría dado mi virginidad en ese momento. Si él no hubiera tenido un
ataque, podríamos haber llegado al final. Pero tan caliente como fue ese
momento, la culpa perseguía los recovecos de mi mente.
Torin.
No puedo negar nuestra tácita conexión. Es diferente que con Tyler.
Tyler es divertido, amoroso y fácil.
Torin no es divertido. No es amoroso. Y es difícil.
Entonces, ¿por qué hay un tirón tan fuerte hacia él? ¿Por qué mis
ojos lo buscan cada vez que está en la habitación? ¿Cómo es que oro para
que él supere su enfermedad para que haga un movimiento sobre mí?
Cuando puse un pie en esta casa, nunca imaginé que
experimentaría tales emociones confusas.
—Torin —siseé, caminando hacia él y parándome enfrente—. Si me
quieres tanto, estoy justo aquí.
En lugar de mirarme, teclea en su teléfono.
Torin: Te quiero tan malditamente tanto que no puedo pensar
con claridad.
Las lágrimas llenan mis ojos. Esto entre Torin y yo es demasiado
complicado y retorcido. Las cosas que necesito de él, nunca será capaz
de dármelas. Es imposible. Somos imposibles. Y sin embargo, lo intento.
—Tu cuerpo me quiere —digo, gesticulando hacia su polla que se
tensa en sus pantalones.
Gruñe y luego hace sonar su cuello antes de escribir de nuevo.
Torin: Cada molécula en mi cuerpo te quiere. El zumbido que
me enloquece siempre está en silencio en tu presencia. Eres como
la nieve, Casey. No la nieve afuera, sino la nieve en una mala
estación de televisión. Ruidosa. Chirriante. Ensordecedora. Pero es
consistente y relajante. Me encuentro queriendo sentarme justo
142 frente a ti y mirarte fijamente. Quiero mirarte y mirarte y
jodidamente mirarte fijamente.
La emoción obstruye mi garganta y mi labio se tambalea.
—¿Solo mirarme?
Torin: Ojalá supiera cómo hacer más.
Envalentonada, me acerco y le paso los dedos por el cabello. Él se
tensa ante mi toque, pero no me aparta. Lentamente, me ubico sobre sus
muslos y me siento en su regazo. Sus ojos se desvían, incluso cuando le
ahueco la cabeza y le levanto la barbilla para mirarme.
Dios, él es sexy.
Está roto y perdido dentro de esa cabeza suya.
No es mío.
Él dice que me quiere, pero ni siquiera puede mirarme.
Acercándome a él, me deleito con el sonido estrangulado que se le
escapa cuando mi centro se frota contra su polla. Comienzo a hacerlo de
nuevo, pero luego soy tirada al suelo, mi cabeza golpeando contra la mesa
de café. Como un flash, Torin se ha ido. Simplemente desapareció. Sus
sonidos hacen eco mientras me deja una vez más.
En lugar de romper a llorar como quiero, regreso a Tyler.
El seguro, dulce y fácil Tyler.
Me arrastro en la cama junto a él y lo abrazo fuerte. Incluso en su
sueño, él me acaricia de una manera reconfortante. Esto es lo que
necesito. Pasé mucho tiempo sin afecto para ser negada en la primera
relación potencial que he tenido, lo que más he anhelado.
Lo siento, Torin.

Dos semanas después…

—Hice algo —pío desde la puerta de Tyler.


Él deja de fruncir el ceño a su computadora portátil para sonreírme.
—¿Es eso así? ¿Qué clase de algo?
Corriendo hacia él, me tiro en la cama junto a él y muevo la
computadora portátil a la mesa auxiliar que está llena de medicamentos.
Algunas botellas se caen, pero Tyler no se inmuta. Ya está acostumbrado
143 a mí. Un pequeño toro en una tienda de porcelana, dice siempre.
—Bueno, antes de Navidad, presenté una solicitud en línea en una
universidad solo para ver. Mis calificaciones no eran geniales y tengo mi
GED, pero solo quería probar. Ellos me dirigieron a algunas pruebas para
tomar en línea y realmente me fue bien en esas. —Le sonrío
ampliamente—. Entonces me aceptaron.
—¿Qué? —Sus ojos marrones brillan de felicidad—. ¿Entraste en la
universidad?
—Sí. Quiero decir, es solo una universidad en línea, pero tienen
ayuda financiera y...
Con una fuerza sorprendente, me atrae hacia él y me da un fiero
abrazo de oso.
—Estoy tan orgulloso de ti, Casey.
Tontas lágrimas pican en mis ojos. Nadie ha estado orgulloso de mí.
Nunca. Ni una sola persona. Lola dice que está orgullosa, pero nunca lo
sentí en lo más profundo de mi alma como lo hago con Tyler.
Familia.
Así es como reacciona la familia.
—¿Para qué vas a la universidad? —pregunta, sus dedos recorriendo
mi cabello.
Suspiro contra él.
—No estoy segura. Pensé que podrías ayudarme a guiarme en la
dirección correcta. —Me inclino y lo miro—. Trabajar contigo ha sido
divertido e interesante. Me gusta mucho. No sé lo que estoy haciendo,
pero es la primera vez que me sentí parte de algo y en realidad soy buena
en eso.
—Eres como una esponja, cariño. Lo absorbes todo. Todo lo que te
digo, pareces absorberlo. Sé que mantenerse concentrado es difícil, pero
siempre escuchas cuando te enseño cosas. —Su sonrisa se ensancha—.
Deberíamos celebrarlo.
Levanto mi codo para comprobar su coloración. Hoy, sus mejillas
son rosadas y está lúcido. En días como estos, él trabaja y continúa como
si no estuviera muriendo ante nuestros propios ojos.
—¿Celebrar cómo?
—Lo que quieras —dice.
—¿Estás en buena forma para salir de la casa?
—¿Quieres salir? —Sus ojos brillan de emoción.
—Bueno, cuando fui a ver a la doctora Cohen la semana pasada, vi
144
un anuncio de... —Niego con la cabeza. Por supuesto que no puede ir a
hacer eso.
—¿De qué?
—Nada —digo con una falsa sonrisa brillante.
Su ceja se levanta y acaricia un mechón de mi cabello.
—Dime.
Desde la noche que me besé con él y tuvo un ataque, he mantenido
mi distancia. No porque Torin hizo su declaración, sino porque mi
corazón no puede soportar que me vuelva más cercana a Tyler de lo que
ya lo soy.
—Casey —urge.
Arrugo la nariz.
—Vi una cartelera de una sala de juegos local y karts interiores.
Nunca he estado en uno antes y parecía divertido. Sé que no puedes
montar en los karts o cualquier cosa. Probablemente te cansarás de
caminar. Agr, fue una idea estúpida.
Echa la cabeza hacia atrás y se ríe.
—No es estúpida en absoluto. Y podría estar enfermo, pero no estoy
muerto. Vamos a hacerlo. Envíale un mensaje a Torin y dile que nos
vamos en una hora. Una máquina de pinball me está llamando.
Mordiendo mi labio, lanzo mi mirada sobre su carne, buscando
signos de que pueda no sentirse lo suficientemente bien como para ir.
Pero todo sobre él hoy parece normal.
—Está bien —estoy de acuerdo.
Él me guiña un ojo.
—Realmente estoy orgulloso de ti, Casey.
—Gracias. —Una simple palabra que él parece absorber. Lo que
quiero decir es: Gracias por arrancarme de mi terrible vida donde estaba
sola, deprimida y a nadie le importaba. Gracias por llevarme a tu casa y
mostrarme lo que es ser amada. Gracias por no tratarme como una
molestia, sino como un verdadero miembro contribuyente de la sociedad
que es inteligente y tiene valor. Sobre todo, gracias por ser mi amigo y
darme mi primer beso, incluso si terminó con una visita al hospital. Gracias
por ser como eres.
—De nada.
Él lo sabe. Él siempre lo sabe.

145
VEINTIUNO
Torin
Sus ojos brillan como lo hicieron cuando papá le compró un
automóvil para su decimosexto cumpleaños. Orgulloso. Emocionado.
Contento. Sorprendido. Cuando la mira, la contempla como si fuera un
regalo que ha estado esperando durante décadas para abrir.
No me gusta el brillo.
No me gusta la mirada.
Especialmente no me gusta la forma en que ella le devuelve la
mirada.
Como si la hubiera salvado, lo que de alguna manera él hizo.
Como si él sostuviera en la palma de su mano todo lo que ella podría
querer.
Él sostiene todo lo que yo quiero en la palma de su mano. La
pequeña mano de Casey está bloqueada en su agarre mientras caminan
por la sala de juegos. Nunca la he visto lucir tan hermosa. Las luces de
las máquinas hacen brillar tonos rosas, azules y verdes en su cabello
rubio nevado. Como si fuera un parpadeante árbol de Navidad. Nadie en
la sala de juegos le presta atención. Ellos caminan junto a ella como si
no importara.
Para nosotros, los hermanos Kline, ella es lo único que importa.
146
Ojalá fuera como Tyler. Desearía poder agarrar abiertamente su
mano y pavonearla, mostrando a todos a quién pertenece. En cambio,
tengo que esconderme en la esquina con mi sudadera con capucha por
encima de mi cabeza y mis auriculares ahuyentando el ruido en mi
cabeza. Todavía puedo escuchar los sonidos de los juegos y los
adolescentes riendo, pero están silenciados de una manera que no me
hagan cerrarme.
Con Casey, no puedo permitirme el lujo de cerrarme.
Cada momento con ella es un bocado que ansío desesperadamente
devorar.
Incluso mirarla desde lejos mientras ella disfruta del momento de su
vida es suficiente. Esta noche, cuando esté durmiendo en su cama, iré a
verla. Intenté dejarla sola porque ha dejado en claro que no me quiere,
pero no puedo contenerme más.
Estoy nervioso, irritado y frenético.
Solo necesito respirarlalamerlaprobarlatocarlaolerlasentirla.
Alguien me roza y me estremezco. No me gusta cuando me tocan.
Solo hay una persona que quiero que toque cada parte de mí. Una
persona a la que quiero envolver mi cuerpo desnudo. Una persona que
quiero probar y adorar.
Mierda, odio cómo soy.
A veces, he buscado en Internet durante horas. Muriendo por
respuestas. Terapias. Cualquier cosa para ayudarme a ser mejor para
ella. Casey necesita afecto, adoración y risa.
No puedo darle nada.
Me duele el pecho ante esa noción.
Nada.
Nada.
Nada.
Si de alguna manera pudiera hacerle ver lo que siento por ella de
una manera que signifique algo. Una acción audaz. Una declaración
romántica. Algo que muestre que la necesito y que me niego a dejarla ir
nunca.
Mis manos se curvan en puños. Quiero sacar mi teléfono y decirle lo
perfecta que es. Estoy temblando por hacer exactamente eso. Y, sin
embargo, mi cuerpo está trabajando en mi contra ahora. Los sonidos, los
olores y la gente por todos lados me están abrumando como la mierda.
147
Necesito ir a casa, meterme debajo de mi pesada manta, acariciar mis
hermosos gatos, y luego le mandaré un mensaje de texto para avisarle.
Luego.
Luego.
Luego.
Pero, ¿y ahora?
Mis ojos se levantan y la busco. Ella está en la máquina de pinball
golpeando los botones laterales. Tyler está apoyado contra la máquina y
se ríe. Es un recuerdo que quiero guardar dentro de mi cabeza para
siempre. Cuando nunca quieres olvidar, lo guardas bajo llave. Lo
mantienes hasta el final. Tyler y papá nunca pensaron que recordaba a
mamá.
Su olor, dulce como un campo de flores en el verano.
Su risa, gutural y fuerte.
Su tacto, reconfortante.
Mamá se ha ido hace tanto tiempo, pero ella no se ha ido porque en
un momento, puedo evocar las líneas exactas en su rostro. El tono exacto
del verde en sus ojos. Cómo su cabello castaño sedoso parecía atrapar la
luz y brillar con hebras rojas.
Ella no se ha ido.
Ella está aquí.
Como papá.
Al igual que Tyler lo hará.
Casey también.
Todos míos, a salvo dentro de mi cabeza, donde puedo ser la persona
que quiero ser. Puedo reír, abrazar, bromear y llorar. Una familia. Una
familia sin pruebas o dolor. Sin cánceres o muerte o abandono.
Felices.
Felices.
Felices.
Alguien más choca contra mí y me alejo. Mi cuerpo está zumbando
con energía, del tipo negativo.
Buzzzzzzzz.
Buzzzzzzzz.
Buzzzzzzzz.
148 La sensación es enloquecedora. Me gusta la estática que trae Casey.
Suave ruido blanco. Calmante. El caos que se cuela dentro de mí roe mi
ser interior. Le recuerda que este cuerpo es un guardián cruel. Un
castigador de mi espíritu.
Buzzzzzzzz.
Buzzzzzzzz.
—Estás en el camino, idiota —murmura un chico joven. Todo el
mundo a su alrededor se ríe.
—¡NO! —grito. Mi estúpida maldita palabra de vete. Me da ganas de
arrancarme el cabello cada vez que se escapa de mis labios. A veces es la
única palabra que puedo sacar.
—¿Qué mierda dijiste? —exige.
—¡NO!
Buzzzzzzz.
Buzzzzzzz.
CaseyCaseyCaseyCasey.
Anhelo mirarla, calmar la tormenta dentro de mí, pero todo lo que
puedo hacer es enfocarme en mis zapatos. Pelo de gato. Montones y
montones de pelo de gato en mis zapatillas negras. Mientras observo las
hebras grises, blancas o negras, me pregunto a qué gato pertenece cada
pelo. Qué juego sería sentarlos a mi alrededor en mi cama, arrancando
cada folículo de mi zapato y emparejándolo con el animal apropiado.
Buzzzzzzz.
—¡Es un maldito retrasado!
Me estremezco ante la palabra despectiva. No es la primera vez que
me llaman así y algo me dice que no será la última. Quiero meter mi puño
en su nariz, pero no puedo dejar de mirar los pelos en mis zapatos.
—¿Cómo diablos acabas de llamarlo? —La voz es chillona.
Protectora. Furiosa. Mía.
—Lo llamé maldito retrasado, perra fea.
Un chirrido se abre paso a través de mis auriculares ahuyentando
el ruido y se abre camino hacia el centro de mi cerebro. Por un momento,
el zumbido se detiene cuando el ruido blanco se instala a mi alrededor.
Puedo buscarla con mis ojos y concéntrame en su hermoso rostro.
No es fea.
No es fea en absoluto.
Ella es la cosa más perfecta que he visto en mi vida.

149 Cabello muy suave, que anhelo acariciarlo como lo hago con Misty,
Rainy y Foggy.
Labios muy flexibles, en los que anhelo pasar la lengua una y otra
vez, sobre el inferior hasta que la llene de ampollas por el toque repetitivo.
Ojos azules tan brillantes, con los que ella seguramente quemará
agujeros en cada hijo de puta en esta sala de juegos.
Todavía la estoy mirando como si fuera un ciervo esperando ser
golpeado por un camión porque no puedo mirar a otro lado. Ella ataca al
adolescente que es mucho más grande que ella sin ningún miedo en sus
ojos. Tira hacia atrás su brazo y luego golpea al chico justo en su nariz.
¡Pop!
Todo sucede en cámara lenta. Tyler llega y la agarra por la parte de
atrás de su camisa, alejándola. El chico se tambalea, sus manos en su
rostro mientras la sangre se filtra por su nariz. Algunas personas ríen y
dicen:
—¡Acabas de conseguir que te patee el culo una chica!
Tyler casi ha hecho que Casey salga por la puerta cuando el imbécil
gruñe, aunque de forma nasal.
—Voy a patear como la mierda a esa puta.
—¡NO! —rujo, la furia controla mis movimientos ahora.
Sus ojos vuelan hacia los míos y debe sentir algo en mí porque se
queda boquiabierto ante mí. Mis hombros tiemblan de furia y mis puños
se levantan frente a mí. Es una promesa. Lo dejaré en el suelo si él
siquiera piensa en tocarla. La rabia insensibiliza el zumbido y exige
control.
—Torin —grita Tyler—. Vamos, hermano.
Me pongo en acción y paso al idiota al que le acaba de patear el culo
una chica.
Mi chica.
Defendiendo mi honor.
Nunca la dejaré ir.

150
VEINTIDÓS
Tyler
Mierda.
Ahora no.
Ahora jodidamente no.
—Voy a ir a la cama —dice Casey desde la puerta de mi habitación.
Después de golpear a ese imbécil en la galería, su mano se ha
hinchado y ella le ha estado colocando hielo. Nunca había estado tan
orgulloso. Ha habido muchas peleas en las que me he metido para
defender a mi hermano de personas que no lo entienden. Y verla a ella ir
detrás de ese imbécil de la manera en que lo hizo simplemente solidifica
lo perfecta que es para Torin.
Ella cuidará de él.
Lo hará.
Estaba destinada a hacerlo. Siempre lo estuvo.
Mi corazón duele y se aprieta como si hubiera sido apuñalado varias
veces y me estoy desangrando. Pronto. Me desangraré pronto y mi
existencia estará acabada.
—Ven a sentarte por un minuto —le digo, mi es voz ronca.
Casey es una, pero luego se convierte en dos.
151
Dos ángeles caminan hacia mí.
Dos ángeles se suben a mi cama.
Dos ángeles se acurrucan a mi lado.
—Gracias —murmuro, maravillándome de cómo su mano de cinco
dedos ahora tiene diez dígitos. La habitación gira y la bilis se eleva por mi
garganta. A regañadientes cierro los ojos.
—Se lo estaban buscando —refunfuña—. Torin es simplemente
diferente. Ellos no lo comprenden como lo hacemos nosotros.
Y es por eso que la amo.
Ella es uno de nosotros.
Ella encaja.
Familia.
La familia en la que ella nació era una broma. No pertenecía con
ellos. Ella siempre perteneció con nosotros. Siempre.
Su voz es melódica mientras habla. Ella sigue estando enérgica
sobre nuestra salida a la galería. No me puedo concentrar en lo que dice,
solo en cómo lo dice. Me agarro a la cadencia de sus palabras dulcemente
dichas.
Hoy me sentí genial, pero ahora me siento como la mierda.
Glenn me advirtió. Él me advirtió sobre todo. Como mi doctor y
amigo de la familia, ha tratado de hacer que esta dura experiencia fuera
más fácil para mí. Desde recetarme los medicamentos que mejor
funcionan a darme consejos paternos.
Lo seguí todo.
Dejé de trabajar tanto y disfruté de la vida mientras todavía la tenía.
Me reuní con el abogado y resolví los negocios de nuestra familia y
los asuntos personales.
Me aseguré de que aquellos a quienes amo serán atendidos.
Específicamente tomé medidas para asegurarme de que Casey
estuviera adecuadamente protegida.
Glenn y yo tuvimos una acalorada discusión al comienzo de mi
diagnóstico. Hablamos de planes de tratamiento y operaciones riesgosas.
Al final, le dije que me negaba a pasar mis últimos días peor de lo que ya
estoy. Él prometió que estaría cómodo hasta el final.
Una dolorosa migraña comienza a latir a través de mi cráneo. Quiero
ignorarla y concentrarme en Casey. En cambio, todo lo que puedo hacer
es notar cuánto se retuerce y mueve la cama.
152 Mierda, voy a vomitar.
Salgo de debajo de ella y ruedo fuera de la cama. La habitación gira
pero no antes de captar la mirada de mi hermano desde una tablilla en
la pared. Mirando fijamente. Siempre mirando fijamente.
El dolor enloquecedor oscurece mi visión.
Una sacudida surge a través de mí y tiemblo como si hubiera sido
golpeado por un relámpago.
Abajo. Abajo. Abajo.
Estoy cayendo. Estrellándome.
Gritando.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
La dulce Casey grita.
Mi Torin ruge.
Mi familia.
Shhhh.
Mierda, son ruidosos.
La oscuridad es un alivio bienvenido y me aferro desesperadamente
a ella. El dolor punzante no parece tan intenso allí.
Negro. Negro. Negro.
La alcanza.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
Envolverla como una manta.
Dormir.
—¡Tyler!
Voz dulce.
Una voz, pero si pudiera mirarla, ella sería dos ángeles.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
Ella es perfecta.
Ella es perfecta.
Ella es perf…

153
CUARTA PARTE

154
VEINTITRÉS
Casey
Estoy entumecida.
He estado insensible durante una semana.
Haciendo las cosas por inercia, la vida me pasa en un borrón.
Vacía y hueca.
Estoy en shock.
Sigo esperando que decante. Que la comprensión me agarre por la
garganta y me estrangule hasta que no tenga vida. Un aguijón de
lágrimas pica mis ojos, la primera indicación de que estoy comenzando a
descongelar mi congelación mental.
No sobreviviré a esto.
—Señorita Casey —dice Ethel, parada en la entrada de la oficina de
Tyler.
Me giro en su silla de cuero para mirarla a ella y a Ronnie parados
en la jamba de la puerta. Ambos llevan expresiones sombrías.
—Nos vamos. —Los labios de Ethel están presionados en una línea
firme. Ronnie no encuentra mi mirada.
—¿A dónde se van? —pregunto, con confusión en mi tono.
—Nos vamos a casa —responde ella.
155
—¿Cuándo volverán? —Mi labio tiembla mientras el terror se cuela
a través de mí.
Ethel deja escapar un suspiro.
—Cariño, no volveremos nunca.
La habitación se vuelve borrosa cuando se establece la realidad.
—¿Por qué no?
—Sabes por qué.
—No —me ahogo—. No sé por qué. Nosotros aún estamos aquí.
Todavía necesitamos su ayuda para manejar esta casa gigante. —
Revuelvo el talonario de cheques del que ahora soy firmante. Una cuenta
que ha sido puesta a nombre mío y de Torin. Más dinero del que yo podría
gastar jamás—. Puedo pagarles.
Ronnie frunce el ceño.
—Hemos cumplido nuestro tiempo. Somos viejos. No fue tan malo
cuando Tyler estaba alrededor, pero... —se calla.
—No eres tú —ofrece Ethel.
La miro boquiabierta con horror.
—¿Se van porque no pueden lidiar con Torin?
La culpa se refleja en sus ojos y ella mira hacia otro lado.
—Nos jubilamos.
Mentiras. Ella está mintiendo.
Murmuran sus disculpas mientras se van y yo miro hacia abajo a la
chequera estupefacta. Tyler se ha ido y solo soy yo. Yo y Torin. Los dos
en esta casa gigante sin ventanas. Con manos temblorosas, abro mi
correo electrónico y empiezo uno para Torin. Se ha vuelto completamente
silencioso. Escondiéndose y dejando que yo maneje todos los arreglos del
funeral sola. Torin logró llegar al funeral. No derramó una lágrima,
simplemente se quedó mirando fijamente el ataúd, apretando la
mandíbula. En el momento en que llegamos a casa después del funeral,
desapareció.
Estoy sola.
No tengo a nadie.
En momentos como estos me gustaría tener una madre. Alguien que
me susurre palabras dulces de aliento. Alguien que me acaricie el cabello
y me diga que todo estará bien.
Pero no tengo una madre.

156 La soledad que brota dentro de mí es como una ola gigante que sube
y sube. Va a estrellarse sobre mí de nuevo. Me ahogará. Toda mi vida la
he pasado sola. Por un breve momento en el tiempo, estuvo llena y feliz.
No puedo hacer esto de nuevo.
Las lágrimas que aún tenían que caer comenzaron a llenarse y
derramarse. Un grifo con fugas que no hay manera de apagar. Las
paredes crujen cerca. Sé que él está aquí. Sé que no me hablará.
Sola.
Casey Cocaína.
Abandonada.
El frío que me rodea es peor de lo que la nieve podría ser jamás. Me
envuelve en un abrazo helado y se instala en mis huesos.
Iré a donde sea cálido.
Encontraré la felicidad en una playa en algún lado y bloquearé mi
tiempo aquí.
Quizás a alguien le guste. Tal vez nos enamoraremos. Quizás viviré
feliz para siempre.
Pero no aquí.
No sola.
No puedo hacer esto.
Torin,
Lo siento, pero no puedo estar sola otra vez. Me has dejado
fuera. Honestamente, no sé si alguna vez me dejaste entrar. He
vivido aquí durante meses y todavía no he visto tu habitación o
conocido mucho sobre ti. No importa cuánto lo haya intentado, no
puedo hacer que te rías o me abraces. Que reconozcas que me
necesitas aquí tanto como necesito estar aquí.
Estarás bien.
No hay mucho que pueda hacer.
Adiós, Torin.
Casey

Envío el correo electrónico y escucho el zumbido más allá de la


pared. La esperanza se burla de mí mientras rápidamente limpio mis
lágrimas.
Ruégame que me quede.
Sal de tu escondite y abrázame. Prométeme que todo estará bien,
157 como solía hacerlo Tyler. Cuídame, Torin.
Crick.
Mi corazón martilla en mi pecho.
Luego, pesados pasos se alejan.
Tengo mi respuesta.
Mis rodillas se doblan, pero me niego a colapsar y revolcarme en mi
autocompasión. No todavía. Primero, reuniré mis cosas y saldré de aquí.
Me apresuro fuera de la oficina, pero no puedo pasar por la habitación
de Tyler sin detenerme. Su esencia perdura en el aire. El dolor me hace
trizas desde adentro hacia afuera; rogándome que no entre. Como la
masoquista que soy, entro en la habitación. Mis ojos se vuelven hacia la
mancha de sangre en el suelo cerca del baño.
Una convulsión.
Una caída.
Tyler golpeó su cabeza lo suficientemente fuerte que, no solo se cortó
la cabeza, sino que también empujó uno de los tumores que estaba
intrincadamente unido a sus vasos sanguíneos. La hemorragia interna
no se podía detener y murió antes de llegar al hospital.
Alguien llora.
Desgarradoramente.
Suplicante.
Devastador.
Yo.
El mundo se vuelve nublado. Me tropiezo con su silla y arranco su
sudadera de ella. La que se había puesto el día que me llevó a la sala de
juegos. La abrazo mientras camino de regreso a mi habitación.
Este era mi hogar.
Tyler se aseguró de que me sintiera de esa manera.
¿Y ahora?
Se ha ido y estoy tan perdida.
Empujando la puerta para entrar en mi habitación, miro fijamente
el tocador gigante movido frente al panel en la pared. Sé que antes no
estaba allí. Estoy perpleja, pero lo ignoro mientras empiezo a meter mis
cosas en mi mochila. Una mochila que no tuve que llevar conmigo o de
la que depender durante meses. Una mochila que llevó toda mi vida en
ella.
Ahora, parece tan trivial.
158 Mi vida eran Tyler y Torin.
Sin Tyler, mi vida es una vez más incompleta y poco confiable. La
necesidad de tener mi mochila lista es abrumadora. Necesito largarme en
cualquier momento. Cuando me doy cuenta de que todas las cosas que
Tyler me compró no caben en una sola mochila, lloro más fuerte. Tendré
que hacer viajes. Quiero quedarme cada cosa que alguna vez haya
comprado para mí. Que me condenen si dejo siquiera un calcetín detrás.
Clic.
Los sonidos de mis gritos son fuertes, pero lo escucho.
Volviéndome, descubro que la puerta del dormitorio está cerrada.
Muevo mi mochila sobre mi hombro y comienzo a caminar hacia la
puerta. Algo brillante en el suelo atrapa mi atención.
Centavos.
Montones de centavos.
Ellos deletrean una palabra.
La palabra favorita de Torin.
No.
Miro con incredulidad los centavos en el suelo, mis ojos arden por el
llanto. Con un grito, los pateo con mi pie, enviándolos a toda velocidad
hacia el zócalo. Voy a la puerta y giro la perilla.
Está cerrada con llave.
Desde fuera.
¿Por qué demonios está la puerta cerrada desde fuera?
Torin.
Sus centavos decían lo que él no podía.
No.
Oh Dios mío.
—¡Déjame salir de aquí! —grito, mis palmas golpean la puerta.
Ninguna respuesta. Ningún sonido. Nada.
Sola.
Pateo la puerta y la golpeo sin éxito.
La pared.
Nunca tuve ganas de arrastrarme por las paredes como lo hace
Torin, pero estoy segura como el infierno que saldré de esta habitación.
Entonces me doy cuenta, que no puedo. Ese hijo de puta arrastró la
cómoda que pesa mucho más que yo frente a la abertura.
159 Oh Dios mío.
Estoy tan asustada, pero estoy tratando de calmarme. Agarro mi
teléfono de mi bolsillo y leo su respuesta.
No.
Una palabra.
Eso es todo lo que obtengo.
Eso es todo lo que recibiré.
No.
—¡Torin! —grito a pleno pulmón. Sé que está cerca. Puedo sentirlo—
. ¡Déjame salir de aquí antes de que llame a la policía!
Él no responde.
Enfurecida, paso mis dedos sobre la pantalla, con ganas de marcar
el número. Pero aunque estoy enojada y molesta, no llamo a la policía.
Me imagino a Tyler observando esta escena en este momento. Intentaría
desesperadamente arreglarlo. De proteger a Torin.
No pueden arrestar a Torin.
Él perdería la cabeza.
En lugar de llamarlos, respondo su correo electrónico todo con
mayúsculas.
¡NO PUEDES HACERME ESTO!
Su respuesta es instantánea.
No puedo perderte a ti también.
Sucumbiendo a mi histeria, dejo caer mi mochila y luego dejo mi
teléfono en el borde de la mesa antes de meterme en la cama. Tiro las
mantas por encima de mi cabeza y rezo que esto sea una maldita
pesadilla.
Cuando esté tranquila, razonaré con él.
Lo convenceré y llegaré hasta la puerta de entrada y luego me iré.
Nunca miraré atrás.

—Casey-Casey.
La voz me despierta de un sueño profundo. Mi cuerpo se siente
adolorido y cansado. Estoy agotada. Le toma un momento a mi mente
160 ponerse al día.
Tyler se ha ido.
El personal renunció.
Torin me encerró en mi habitación.
Alguien ha agregado troncos a mi chimenea porque la habitación
está cálida y brillante. Una vez que me vuelvo completamente consciente,
fijo los ojos con esa persona.
Torin.
Él se cierne sobre mí, sus rodillas hundiendo la cama a cada lado
de mí y sus palmas presionando el colchón junto a mi cabeza. Las
sombras me han robado sus facciones. Su aroma invade mi nariz y me
canta. Quiero que me tire a sus brazos y se disculpe. Que presione besos
sobre mi rostro mientras me promete que todo va a estar bien, que
todavía podemos ser una familia.
En cambio, me mira fijamente.
Sin palabras.
—Me encerraste aquí —lo acuso, el dolor hace que mi voz se quiebre.
—Casey-Casey.
Se inclina hacia adelante y pasa la nariz por el costado de la mía
antes de enterrarla contra mi cabello, inhalando. Giro la cabeza hacia un
lado y veo que la entrada está abierta.
Puedo irme.
Con un gruñido, empujo contra su pecho para poder deslizarme por
debajo de él y escapar. Pero Torin es músculo sólido. Inamovible. Empiezo
a alejarme, pero sus fuertes manos encuentran las mías y las clava en la
cama. Grito y me retuerzo, pero entonces deja caer todo su peso encima
de mí. Lágrimas brotan de mis ojos mientras lo maldigo al infierno de ida
y vuelta. Su agarre es apretado alrededor de mis muñecas, tan apretado
que sé que tendré hematomas. Mi triste sollozo atraviesa el aire.
—Casey-Casey.
—Déjame ir —suplico a través de mis lágrimas—. Solo quiero irme.
—Mía.
Él me lame las mejillas, tomando la humedad salada. Todo lo que
puedo hacer es llorar más fuerte, proporcionándole más para probar.
Estoy en una situación desesperada. Atrapada en la trampa de un
hombre del que no sé nada.
Su cuerpo es pesado contra el mío mientras se relaja. No puedo
161
luchar contra él. Todo lo que puedo hacer es agradecer que es cálido y
me está tocando. A pesar de lo enojada que estoy con él, no me siento tan
sola en este momento. Él tiene que estar herido en el fondo, como yo, por
la pérdida de Tyler. Puede que esto no sea un abrazo o siquiera sea
normal, pero me aferro al momento desesperadamente.
—Mía —dice de nuevo, su voz es gruesa y posesiva.
No peleo con él porque en este momento, supongo que lo soy.
El sueño me roba y ni siquiera me defiendo.
VEINTICUATRO
Torin
Irse.
Ella iba a irse.
Si no fuera por su advertencia, lo habría hecho.
Pero está aquí ahora.
Mientras duerme, la huelo y la lamo. Froto mi polla contra ella.
Como con Misty, Rainy o Foggy, paso mis dedos por su cabello. Dejo que
los suaves ronroneos que ella hace mientras duerme, me calmen.
Mía.
Mía.
Casey es mía.
Tyler estaría enojado conmigo. Si mi hermano estuviera aquí,
perdería su mierda porque la haya encerrado. Pero es la única forma.
Tyler se fue y ella se iba a ir también.
La necesito.
La necesito como el aire que compartimos.
Necesito succionarla en mis pulmones y vivir de ella.
Necesito respirarlalamerlaprobarlatocarlaolerlasentirla.
162 —Mía —murmuro a nadie.
Ella gime entre sueños. Miedosa y preocupada. Temerosa de mí. Me
carcome por dentro, pero no lo suficiente como para liberar sus muñecas
y soltarla. Casey es mía y me la quedaré. Al igual que Rayo y Trueno. Al
igual que Misty, Rainy y Foggy. Ella es mía. La alimentaré, la bañaré y le
cepillaré el cabello. Me la quedaré.
—Mía.
Todo en mí grita que le arranque la ropa y pase mi lengua por cada
curva cremosa. Sé que sabría muy dulce en todas partes. Pero no lo hago.
Todo lo que puedo hacer es fijarla en la cama y chupar su cuello.
Aferrarme a sus muñecas. Atrapado contra su cuerpo dormido.
Mi polla duele.
Mi corazón duele.
Mi maldita alma duele.
Tyler sabría qué hacer. Él tendría respuestas.
Él se ha ido.
Ido.
Ido.
Pero el zumbido también se fue. Cuando soy capaz de
respirarlalamerlaprobarlatocarlaolerlasentirla, el zumbido se desvanece
cuando la estática alivia mi ser.
La necesito.
La tengo.
Ella es mía.
Otro quejido se escapa de ella mientras duerme. Relajo mi agarre en
sus muñecas pero no la suelto. Mi polla palpita entre nosotros. Ella
todavía está usando vaqueros y una sudadera, pero yo estoy en un simple
bóxer. Muevo mis caderas contra ella, deleitándome con el placer que
surge a través de mí. Presionado contra ella, inhalando su aroma y
escuchando los dulces sonidos que tiemblan de ella, estoy abrumado.
Cierro los ojos y me abstengo de morder su carne. Mis caderas están
fuera de control mientras me froto contra su cuerpo suave. Quiero estar
dentro de ella. Quiero estar en cada parte de ella. El deseo surge
atravesándome y se instala en mis bolas. Hormigueando y palpitando. La
necesidad de correrme es intensa.
—Torin. —Mi nombre en sus labios es el cielo. Fijo mis ojos con los
de ella, el fuego reflejándose en los suyos es poético y hermoso.
—Mía.
163
Las lágrimas bajan por sus sienes otra vez. Quiero lamerlas, pero no
puedo apartar la mirada. Un gruñido estrangulado se arranca de mí
mientras me vengo. El semen caliente sale a chorros de mi polla y empapa
mi bóxer. Ella parpadea, y el miedo brilla en su mirada.
—Por favor, no me hagas daño.
Sus palabras me desgarran y me arrastran a la realidad. La
repulsión me inunda. La inmovilicé y usé su cuerpo para tener un
orgasmo.
Mierda.
Tyler me golpearía el culo por esta mierda.
—Casey-Casey. —No puedo sacar una disculpa o una súplica. Nada.
Solo su maldito nombre.
—Por favor, no me hagas daño —susurra otra vez.
Me alejo bruscamente de ella y corro hacia la puerta, pasando por
la mesa al lado del camino. Antes de que ella pueda detenerme, la
encierro en su habitación. Espero sus gritos. Ellos vendrán. Pronto. Una
vez que ella se da cuenta de lo que hice.
Silencio.
Golpe. Golpe. Golpe.
—¡TORIN!
Miro su teléfono en mi mano. Ahora, no podremos comunicarnos.
Pero no puedo encontrar que me importe porque ella todavía está aquí.
Aún en mi casa. Todavía mía.
Lo siento, Casey.

164
VEINTICINCO
Casey
Me despierto en la habitación oscura. De nuevo. He perdido la
noción del tiempo. Todo el sentido de la realidad. No he comido nada,
aparte de algunos dulces que encontré escondidos en mi habitación.
Cuando tengo sed, tomo agua del grifo del baño.
Estoy en la cárcel.
Sin entretenimiento. Sin ventanas. Sin comida. Sin contacto
humano.
Sin Torin.
La furia me atraviesa. Quiero matarlo. En su cabeza, probablemente
piensa que esto tiene sentido. No tiene sentido. Es psicótico.
Voy a morir.
Mi estómago se queja y me acuerdo de todas las veces que tuve
problemas para tomar comida de las despensas de mis hogares de
crianza. La comida siempre era escasa y tenía que ser distribuida
uniformemente. Desde que llegué a casa de Tyler y Torin, no he tenido
hambre ni una vez. No hasta ahora.
Estoy débil, pero consigo avivar el fuego y luego saltar en la ducha
caliente. Me quedo bajo el rocío por un largo tiempo, contemplando mi
futuro. ¿Torin entrará en razón y me dejará salir? ¿Soy la prisionera de
165 este loco para siempre? Nadie vendrá a buscarme. Soy una adulta ahora.
Se suponía que debía salir de esta ciudad y comenzar mi vida cuando
cumpliera los dieciocho. Resulta que cambié una desgracia por otra. Me
siento bastante mal por mí para cuando el agua se enfría. Seco mi cabello
y para cuando escapo del baño, estoy sobrecalentada, lo cual rara vez me
pasa. Me abstengo de mi sudadera y de los vaqueros habituales, en
cambio opto por una camiseta y pantalones cortos de algodón. Una vez
que estoy vestida, miro fijamente la pared. El pesado aparador está
colocado enfrente. Inamovible y burlón.
Dios, extraño a Tyler.
Él me tiraría contra su costado y me besaría en la parte superior de
la cabeza. Estaría caliente y sería seguro y protector. Ahora, me siento
tan sola.
Sola.
Abandonada.
La ira se acumula dentro de mí otra vez, dándome una oleada de
energía. No soy una damisela que pueda guardarse hasta que muera de
inanición. Puedo entrar en esa pared. Solo tengo que pensar. Intenté
mover el tocador una y otra vez, pero tal vez estoy haciéndolo mal. La
pared es hueca, pero el panel que me da la entrada está cubierto. Me
pregunto si puedo entrar de otra manera.
Camino a lo largo de la pared y paso la punta de mis dedos sobre la
delgada madera. Cuando mis dedos se sumergen en una tablilla, miro
dentro. Un escalofrío me recorre por temor de que lo haga directamente
a los ojos de alguien. Pero todo lo que veo es oscuridad. El fuego crepita
a mi lado y tengo una idea. Reprimiendo un chillido, corro hacia los
atizadores del fuego en la chimenea. Agarro uno que tiene un extremo en
forma de gancho y vuelvo rápidamente al panel en la pared. Se necesita
un poco de esfuerzo, pero logro meterlo en el listón. Cuando tiro del
atizador hacia mí, la madera se astilla y agrieta. Con determinación
recién descubierta, rompo la pared lentamente hasta que puedo agarrarla
con mis manos. Entonces, se desprende fácilmente de los pernos. Una
vez que la apertura es lo suficientemente grande para que encaje dentro,
asomo la cabeza.
El aire es fresco y huele a humedad. Pero la parte aterradora es que
está oscuro. Reprimiendo mis miedos, escalo dentro de la abertura. Si
una niña pequeña podía correr a través de la casa y no tener miedo hace
tantos años, yo también puedo. Con mi atizador apretado en mi agarre,
lista para vencer cualquier cosa espeluznante, comienzo a caminar por el
pasadizo. La madera debajo de mis pies está fría, pero la adrenalina me
166 quema. Camino lentamente, asegurándome cuidadosamente de no caer
en ningún agujero invisible. Cada pocos pasos, descubro listones que me
dan una vista de pájaro a otra habitación. Mi corazón se aprieta un poco
sabiendo que la pequeña niña no solo veía el mundo desde este punto de
vista, sino que también lo hace Torin.
Las lágrimas pican mis ojos, pero las parpadeo rápidamente. Ahora
no es el momento de tenerle lástima. Me encerró y tiró la llave. Me dejó
para que muriera de hambre. Voy a ignorar la punzada en mi corazón
cada vez que lo imaginé observándonos a Tyler y a mí interactuar con
facilidad mientras él nos miraba desde las sombras.
Temblorosa, camino por el pasadizo oculto. Es apenas lo
suficientemente ancho como para que pueda caminar sin girar mi cuerpo,
lo que significa que Torin debe tener que caminar de costado.
Deja de pensar en él.
Pero decirme que deje de pensar en él es como darle a mi cerebro
permiso para evocar la forma en que sus ojos marrones perforan los míos
cuando dice: “Mía”. Mi corazón hace un golpeteo rápido. Me da ganas de
gritar con frustración.
Cuando lo encuentre, voy a patearle el culo.
¿Y entonces qué?
Me iré. Seguro. No hay vuelta atrás ahora. Él es demasiado
impredecible.
Me detengo cuando escucho un sonido. Música. El tono suave y
melódico de una canción que reconozco. En silencio, me apresuro hacia
ella. El pasadizo se divide en diferentes direcciones, pero sigo hacia
adelante en un esfuerzo por encontrar de dónde viene la música. Pronto,
llego a unas escaleras empinadas contra la pared donde la luz se derrama
desde arriba. Brillante, cálida, amarilla. Me apuro a subir los escalones
y miro dentro de una abertura que revela una habitación; en realidad lo
que parece un ático. Es encantador y extravagante. Los azules suaves
repintados en las paredes. Un techo abovedado se extiende desde un
extremo al otro. Las vigas han sido pintadas de blanco.
Comparado con el resto de los tonos oscuros y de madera de la casa,
esta habitación no pertenece. Es brillante y alegre. Acogedora y
reconfortante. Lo más llamativo de la habitación es la forma en que unas
luces blancas de Navidad han sido colgadas del techo. Tantas luces.
Algunas parpadean mientras otras permanecen encendidas. Una
alfombra gruesa y blanca cubre el espacio y muevo los dedos de los pies,
preguntándome si será suave debajo de mis pies. Todavía estoy
asimilando la habitación cuando algo me llama la atención en la cama
que está en el centro.
167
Gatos.
Uno, dos, tres.
Una ira irracional brota dentro de mí. Solo demuestra lo poco que sé
sobre Torin. ¡Nunca me dijo que tenía tres gatos! La música en esta
habitación se está reproduciendo a un buen nivel. Si no estuviera tan
furiosa, me arrastraría directamente a esa cama y me relajaría. Pero estoy
enojada y molesta. Un sonido incoherente se me escapa.
Un cuerpo se incorpora en la cama y la pesada manta que lo cubre
se cae.
Torin.
Torin sin camisa, con el cabello desordenado y sin emociones.
¿Por qué tiene que ser tan sexy? Solo hace que me moleste más.
—¡Tú! —grito mientras salgo del hoyo y entro a la habitación. La
alfombra es increíblemente suave, tomo nota por un breve momento,
antes de atacarlo—. ¡Tú, estúpido!
Sus ojos se abren ante el atizador en mis manos. Los gatos maúllan
y se dispersan cuando corro hacia ellos. Torin no se mueve ni se inmuta,
incluso cuando lo amenazo con golpearlo con el atizador. Y eso solo me
hace explotar de ira. Tan duro como puedo, balanceo el palo de metal
hacia él. Con sorprendentes reflejos, él levanta el brazo y bloquea el
atizador de darle a un costado de la cabeza. Se pone en pie de un tirón,
revelando el hecho de que no está usando nada más que calzoncillos
negros, y casi me congelo para mirar fijamente.
Casi.
Pero estoy demasiado enojada para babear sobre los músculos de su
estómago que lucen demasiado lamibles. Así que vuelvo a balancear el
atizador. Él bloquea el golpe antes de tirarlo de mi agarre. Me sacudo
hacia adelante pero ahora estoy sin mi arma. Ataco con mis garras. Chillo
y araño mis uñas sobre su pecho. Él sisea y me aparta de un golpe, pero
ya estoy atacando de nuevo.
—¡Casey-Casey! —grita, su voz casi imponente.
—¡Te odio! —grito.
Cuando intento abordarlo, lo atrapo por sorpresa. Ambos chocamos
contra el suelo, y los dos gemimos de dolor. La alfombra es súper suave
y solo quiero recostarme en ella, pero estoy en medio de derrotar a Torin
por mantenerme cautiva. Su fuerza me sorprende cuando me da vuelta
sobre mi estómago y presiona su peso contra mí, inmovilizándome. Me
contoneo y me retuerzo, tratando de escapar, pero él es demasiado
pesado. Él acaricia mi oreja con su nariz, y su aliento caliente me hace
168
cosquillas. Me congelo porque me doy cuenta de nuestra ropa. Mi camisa
se ha levantado y mi estómago se frota contra la alfombra afelpada. La
firmeza de los músculos de su pecho desnudo se roza contra mi espalda
donde solo mi delgada camiseta nos separa. Como si se estuviera dando
cuenta de esto también, su polla se endurece contra la grieta de mi culo.
Vuelvo a chillar y trato de salir de debajo de él. Sus manos
encuentran mis muñecas y las sostiene tan apretadas contra el suelo que
me preocupa que se me rompan los huesos. Él respira contra mi cabello,
frenético y salvaje, los latidos de su corazón golpean contra mí.
Me echo a llorar.
Él me olfatea y luego su lengua busca mis lágrimas. Las lame. El
movimiento es íntimo y confuso.
—¡Me dejaste atrapada! —grito, desesperada por aferrarme a mi
enojo que rápidamente se está desvaneciendo mientras estoy bajo su
control.
—Casey-Casey —gruñe—. Mía.
Su polla se sacude ante esa proclamación y mis pezones se
endurecen.
—¡No!
—Mía —gruñe.
—¡No puedes retenerme!
Él aprieta su dura erección contra mí, haciéndome gemir. Mi corazón
está corriendo fuera de control y, sin embargo, una pequeña parte de mí
desea que me bese. Que me haga el amor dulcemente. Que fuera como
su hermano durante cinco minutos para cuidarme y prometerme un
futuro de amor y felicidad.
—Mía —murmura, su mano abandonando el lugar donde su otra
mano agarra mis muñecas. Sus dedos recorren mis costados en su viaje.
Cuando él tira de mis bragas empapadas, lloro. Estas son bajadas por
mis muslos antes de que él está frotándose contra mí otra vez. Otro
gemido se me escapa. La vergüenza me atraviesa. ¿Por qué estoy excitada
por él ahora mismo? Ha sido horrible pero aun así una pequeña parte de
mí espera que podamos conectarnos de una manera en la que nunca he
conectado con nadie.
—Torin —digo ahogándome, las lágrimas ruedan por mi rostro y
empapan la alfombra debajo.
Él hace un sonido desesperado y se acomoda detrás de mí. Luego,
la piel suave de su polla se desliza contra mi grieta. El terror fluye dentro
169
de mí porque nunca he hecho esto antes. Su peso se levanta de repente
fuera de mí. Comienzo a llorar la pérdida pero luego, manos fuertes tiran
de mí, poniéndome de rodillas. La gruesa cabeza de su pene aguijonea mi
resbaladiza apertura por un pequeño segundo. Antes de que pueda
protestar o decir una palabra, él me embiste.
Profundo.
Duro.
Brutal.
Doloroso.
—¡Ahhh! —grito, lágrimas ardientes fluyendo interminablemente por
mis mejillas. El dolor es sobrenatural e intenso. Ni siquiera puedo
recuperar el aliento para tratar de analizar qué está pasando.
Torin está dentro de mí.
Torin me está follando.
Sus dedos clavados en mis caderas son duros e insensibles. El dolor
allí, sin embargo, no es nada en comparación con el fuego furioso que me
rasga desde adentro hacia afuera. Él embiste un total de cuatro o cinco
veces antes de que un sonido estrangulado ruja de él. Más calor me
quema a medida que su orgasmo me inunda. Su polla es arrancada de
mi cuerpo antes de derrumbarse sobre mí, nuestros cuerpos se estrellan
juntos en el suelo.
No puedo respirar.
No puedo pensar.
Todo lo que puedo hacer es llorar.
Su cuerpo está tenso, pero no quiero que me deje aquí. No así. No
mientras el dolor me atraviesa. Necesito que me abrace y me prometa el
mundo.
—Casey-Casey. —El dolor sangra por sus palabras. Todo lo que
puedo hacer es agarrar su mano desesperadamente. Su mano agarra la
mía casi hasta el punto que me temo que los huesos se romperán. Pero
no se rompen. Nos aferramos juntos en este momento. Pegajosa,
sudorosa y goteando con su orgasmo. Nuestro aliento sale desigual y
áspero.
Yo lloro, lloro y lloro.
Torin no me tranquiliza con sus palabras, pero esa lengua suya se
pone a trabajar mientras lame la humedad en mi cara. Su nariz acaricia
mi cabello y canta mi nombre tal vez mil veces. Pierdo la cuenta. Mis
párpados se vuelven pesados. Estoy tan cansada.
170
Su cuerpo se pone rígido y sé que nuestro tiempo es limitado.
—Por favor no me dejes —le suplico, mi emoción me supera.
Olfatea mi cabello una vez más antes de alejarse de mí por completo.
Me quedo sola.
Fría.
Usada.
Cansada.
Sola.
Me despierto cálida y cómoda. Una manta pesada me cubre. Decido
que la manta es lo mejor del mundo. Pero luego recuerdo dónde estoy y
con quién estoy. La ansiedad se propaga a través de mí en una ola
desastrosa. Comienzo a rodar para escapar cuando un gato maúlla como
si estuviera irritado porque me estoy moviendo. Ausentemente, estiro la
mano y acaricio al animal que está acurrucado a mi lado debajo de la
manta. Ronronea y me relajo casi al instante.
Él me movió.
Él me cubrió con su manta.
Mi ritmo cardíaco se acelera ante su gesto pequeño pero cariñoso.
Para todos los demás, eso es algo normal, pero para Torin, es
enorme.
Tiro de las sábanas y hago una mueca de dolor ante las cálidas luces
que centellean arriba. Algo de Mazzy Star suena en el fondo. Me doy
cuenta de que hay tanto que no sé sobre Torin; incluso sus gustos
musicales. Supuse que las personas autistas necesitaban música clásica
para calmarse y, sin embargo, Torin está escuchando algo de música de
los años noventa que incluso la hiperactiva, espástica yo escucha.
Capto el olor a algo delicioso y estoy sorprendida de ver un plato de
avena humeante llena de plátanos picados, colocado en la mesita de
noche. Al lado está mi teléfono. Tomo el teléfono primero y leo un mensaje
de texto.
Torin: Lo siento mucho.
Se me llenan los ojos de lágrimas cuando dejo el teléfono y tomo la
avena. Prácticamente inhalo la comida, ignorando la forma en que
escalda mi lengua y mi garganta. Es dulce con un toque de canela. La
171 avena es pesada y caliente, llenando mi cuerpo y confortando mi alma.
Una vez que casi lamo el cuenco, trago una botella de agua junto a ello.
Recojo el teléfono nuevamente y respondo.
Yo: ¿Por qué? ¿Dónde estás?
Torin: Porque te necesito. Y estoy sentado en tu habitación...
No sabía si querías verme. Después de... ya sabes.
Mi sexo todavía arde y palpita, pero estoy viva.
Yo: Duele.
Torin: Lo siento.
Yo: ¿Siempre duele?
La idea de ir más despacio y besar a Torin durante el sexo hace que
mi centro se apriete.
Torin: No lo sé. Fue mi primera vez.
Me muerdo el labio, una sensación pequeña y satisfecha se filtra a
través de mí. Fui su primera vez. Él fue la mía. Incluso si apestó un poco
y dolió como una hija de puta, aun así fue nuestro momento juntos.
Yo: ¿Volverás?
Torin: No puedo hablar contigo. No como puedo hacerlo así.
Un dolor se forma en mi pecho. Esto es muy difícil.
Yo: Lo extraño.
Torin: Yo también lo extraño.
Yo: ¿Puedes volver y acostarte conmigo?
Él no responde y trato de no decepcionarme. Ahora que no me siento
como un animal enjaulado, estoy desesperada por conocer a Torin.
Nunca he estado tan profundo dentro de él. Nos conectamos físicamente.
Ojalá pudiera encontrar una forma de conectarme con él
emocionalmente.
Miau.
Otro gato salta a la cama, seguido de un tercero. Todos se toman su
tiempo para encontrar un lugar para instalarse en la cama. Una idea
viene a mí y busco una aplicación en mi teléfono. Estoy leyendo sobre eso
cuando lo siento.
Mi Torin.
Su cabeza se asoma por la abertura que encontré antes. Él todavía
está sin camisa y su cabello está parado hacia arriba como si hubiera
estado tirando de él. Hace que mi pecho se estruje. Ojalá supiera lo que
estaba pensando.
172
—¿Puedo ver tu teléfono? —pregunto.
Parpadea pero no reconoce mi pregunta. Él sale de la apertura y se
queda parado frente a esta. Vaqueros oscuros cuelgan de sus caderas,
revelando la banda de sus bóxeres negros. Pero lo que tiene mi atención
es su torso en forma e increíblemente esculpido. Cada músculo parece
ser tallado a mano por Dios. Suave. Perfecto. Duro como la piedra. Los
músculos inferiores del estómago disminuyen en lo que parece una forma
de “V”. Como si este mismo Dios hubiera diseñado en su cuerpo un signo
parpadeante que apunta directamente a donde está su enorme polla.
Mi sexo palpita de nuevo, recordándome que su polla gigante estuvo
desgarrando mi inocencia no hace mucho tiempo.
Crick.
Avanza, silencioso como un gato, hasta que se cierne sobre mí. Su
pecho se mueve mientras toma respiraciones rápidas. Me da su teléfono,
con una mirada inquisitiva en sus ojos marrones.
Localizo la aplicación que estoy buscando, la cargo y luego se lo
devuelvo.
Su atención se dirige al dispositivo y luego sus ojos se alivian una
vez que se da cuenta del propósito.
—¿Por qué me encerraste? —pregunto.
Él toca su teléfono y luego la aplicación habla por él en un tono de
voz femenino.
—Porque no puedo dejarte ir. Ni ahora. Ni nunca. —Sus labios se
contraen ante el sonido de la mujer hablando en su nombre. Unos
momentos más tarde de tocar la pantalla, una voz masculina resuena—.
Siento haberte retenido en esa habitación. No sabía qué más hacer.
Lo miro fijamente. Sus palabras son tristes y suplicantes, pero sus
rasgos son sosos y casi lucen aburridos. Me rompe el corazón cómo lucha
con su propio cuerpo para expresarse.
—Podrías haberme pedido que me quedara —susurro, mi labio
inferior se tambalea.
—Por favor, quédate —dice la voz. Parpadea y frunce ligeramente las
cejas—. Por favor, Casey —chilla la voz en el dispositivo.
—Me gusta cuando me llamas Casey-Casey —admito, con lágrimas
en los ojos.
—Casey-Casey —suelta, robóticamente, pero con su propia voz.
Entonces el dispositivo habla por él después de que escribe algo—.
173 Quédate conmigo. Aquí. Te he extrañado.
Miau.
Uno de sus gatos agita su cola como si estuviera de acuerdo.
—Estaba muerta de hambre —murmuro—. No me alimentaste.
Sus dedos vuelan sobre las teclas, un pliegue ahora se forma entre
sus cejas. La voz habla de nuevo.
—Te retuve y luego me sentí culpable como mierda por todo. He
estado en mi habitación tratando de encontrar una manera de arreglarlo.
No me di cuenta de cuánto tiempo había pasado. Lo siento.
—¿Te gusta aquí, esta habitación?
Su mandíbula se aprieta. Las palabras se derraman desde el
dispositivo.
—Es uno de los pocos lugares donde no siento una ansiedad
abrumadora. Nadie me mira de manera extraña o piensa que soy
diferente. Puedo leer, escuchar música y acariciar a mis gatos. Puedo
trabajar e investigar. Puedo hacer lo que quiera y sentirme como un
jodido humano normal.
—No digas groserías —bromeo.
Sus fosas nasales se ensanchan, pero no se ríe de mi broma. Torin
nunca se ríe.
—Perdí el control antes. Lo siento. —El dolor brilla en sus ojos. Sus
palabras pueden venir a través del teléfono, pero las escucho como si
fuera él quien las dice.
Me estiro hacia adelante y tomo su mano. Está fría y sudorosa en
mi agarre.
—Me gustaría hacerlo de nuevo cuando me sienta mejor, pero
tenemos que abrir las líneas de comunicación. Estoy confundida y
molesta todavía. Solo necesito que me abracen.
Él rechina los dientes.
—No creo que pueda abrazarte.
Inclino mi cabeza y le sonrío.
—Entonces déjame abrazarte a ti.

174
VEINTISÉIS
Torin
La miro fijamente.
La miro, la miro y la miro.
Casey.
Mía.
En mi espacio.
Misty está acurrucada junto a ella y me da su mirada petulante
como desafiándome. Sin embargo, no la desafiaré. Casey pertenece aquí
con nosotros. Quiero que se quede para siempre.
Sus ojos azules perforan los míos mientras observa mis
movimientos. Me encanta la forma en que su cabello rubio cae sobre las
almohadas, como si fuera un ángel enviado solo para mí. Cuando no
aparto la mirada ni me muevo, sus mejillas se tiñen de rosa y da
palmaditas en la cama al lado de ella.
—Aquí.
El zumbido en mi cabeza se ha ido. Solo ella. La nieve. Consistente.
Constante. Casey. Es fácil olvidar quién soy y ser quien quiero ser cuando
estoy atrapado en su mirada. Mi cuerpo, el hijo de puta codicioso,
obedece, y camino alrededor del otro lado de la cama. Foggy y Rainy se
quejan de tener que moverse, pero lo hacen. Una vez que estoy acostado
175
sobre mi espalda, se acomodan en mis piernas. Miro hacia el techo,
aunque todo lo que quiero hacer es darme la vuelta y clavarla debajo de
mí. La cama se mueve cuando ella se desliza más cerca. Cuando su palma
se extiende sobre mi pecho, mis ojos se cierran.
Mierda.
Su toque es todo.
Desearía poder agarrar un puñado de su cabello y atraerla a mi
boca. Desearía poder besarla o murmurar todas las cosas que me
gustaría hacerle. Pero no puedo. Lo que puedo hacer es permanecer
quieto para que ella pueda tocarme. Jesús, cómo deseo que me toque.
Misty se mueve de su lugar y salta de la cama, dejando nada entre
Casey y yo. Casey toma el momento para envolverse a mi alrededor como
solía hacerlo con Tyler. El orgullo surge a través de mí. Así debe haber
sido cómo se sintió cuando ella hacía esto. Como si su mundo estuviera
a punto de explotar. Como si el universo fuera a abrirse a la mitad.
Cósmico y abrumador. Demasiado e insuficiente.
—Tu corazón está acelerado —murmura, sus dedos continúan su
exploración.
No respondo porque no puedo. No ahora. Cierro los ojos y rezo
porque no se detenga. Sus dedos avanzan sobre mi barbilla y recorre la
almohadilla de su pulgar sobre mi labio inferior. Quiero morderlo como a
veces le muerdo el cuello. Aun así, permanezco inmóvil.
—¿Alguna vez alguien te ha dicho que eres sexy? —pregunta, con
irritación en su voz.
Abro los ojos y lanzo mi mirada a la de ella. Nadie. Nadie me dice
que soy atractivo o bien parecido. Me dicen cosas como “retrasado” o
dicen cosas como “deja de mirar, bicho raro”. Nadie, además de mi
hermano, se ha tomado el tiempo de llegar a conocerme.
—Quiero besarte —dice, su voz es triste.
Quiero gritar desde las malditas cimas de las montañas que puede
besarme. Quiero su lengua en mi garganta y sus tetas presionadas contra
mi pecho. Quiero devorarla. Vivir jodidamente en ella.
Presiono mis labios cerrándolos.
Momentos como este me hacen odiar mi jodida vida.
Ella desliza un muslo sobre mi estómago y luego su cuerpo la sigue.
Su cuerpo delicado se extiende sobre el mío. Sus bragas están mojadas,
lo que hace que mi polla cobre vida. Pone sus palmas sobre mis pectorales
y me mira fijamente, su desordenado cabello rubio adorna su rostro.

176 —¿Quieres tocarme?


Con cada maldita fibra de mi ser.
Aprieto mis manos en puños.
Momentos como este hacen que realmente odie mi jodida vida.
Sus mejillas se vuelven rosadas de nuevo, pero ella se sienta
derecha. Por un segundo, temo que me dejará. Me encanta la forma en
que su coño se siente presionado contra mi estómago. Ella no se va, sin
embargo. En cambio, se quita la camiseta y revela su pecho desnudo para
mí.
Mierdamierdamierdamierdamierdamierda.
Mis puños se tensan aún más.
Quiero atacarla. Quiero chupar sus pequeños pezones y dejar un
rastro de marcas de dientes que muestren que ella me pertenece. Quiero
darle la vuelta y follarla hasta que aúlle.
Y, sin embargo, no me muevo.
La ira burbujea dentro de mí. Solo quiero ser normal por cinco
jodidos segundos para poder amar a la chica que ilumina mi mundo
entero. Renunciaría a toda mi fortuna por cinco segundos. Cinco
segundos.
—Torin —murmura—. Quiero que me toques.
Cierro los ojos porque esto es una tortura. Todo en mí grita que
obedezca. Pero no puedo. Simplemente no puedo. Si Tyler todavía
estuviera aquí, podría enviarle un mensaje y preguntarle qué hacer a
continuación. Él estaría ansioso y sería fraternal mientras detallaría
exactamente qué debería hacer. El dolor me atraviesa tan feroz que me
deja cicatrices.
Amor.
El amor es doloroso.
Mi polla golpea mis vaqueros cuando sus pezones se rozan contra
mi pecho y su aliento abanica mis labios. Esto también es bastante
doloroso.
El amor no es una cura.
El amor es una dolencia. Agudo, eviscerado, tortuoso.
—Torin, por favor mírame.
Mis ojos se abren y miro fijamente su triste mirada. Quiero hacerla
feliz. ¿Cómo diablos la hago feliz? Ella toma uno de mis puños y lo lleva
177 a su boca. Suavemente, besa mis nudillos y luego suavemente desenrolla
mis dedos. Cuando coloca mi palma abierta sobre su pecho, dejo escapar
un agudo jadeo.
—Eso era exactamente lo que pensaba —dice con una pequeña
risita.
Mantengo mi palma ahuecando su teta suave y sedosa incluso
después de que ella deja sostenerla allí para alcanzar mi otra mano.
Repitiendo los mismos movimientos, desenrosca mi mano para obligarme
a sostenerla. Esta vez, en su cadera.
Mierda, es tan diminuta.
Pequeña.
Como Campanita de las películas de Disney.
Mi pulgar se contrae con la necesidad de frotar su pezón. El
movimiento es espasmódico, pero logro hacerlo cumplir. Un siseo de aire
se escapa de ella y su cuerpo se sacude. Ella está cada vez más húmeda
a través de sus bragas mientras mece lentamente su cuerpo contra mí.
Perfecta.
Es hermosa y tan jodidamente perfecta.
Su cabello roza mi rostro cuando se inclina hacia adelante. Un
gemido lucha por salir cuando sus dulces labios rozan la comisura de mi
boca. Estoy prácticamente babeando ante la esperanza de meter mi
lengua por su garganta.
Quiero tanto besarla que me da vueltas la cabeza.
—¿Quieres besarme?
Mi mano en su cadera se tensa.
—Tomaré eso como un sí —dice. Sus labios flexibles se presionan
contra los míos. Ella huele a canela y plátanos.
Mi pecho retumba cuando chupa mi labio inferior en su boca.
Nuestros ojos se encuentran y los suyos están ardiendo de deseo. Me
aferro a su cadera para que no me deje. La quiero aquí mismo siempre.
Finalmente, mi cuerpo obedece a mis ruegos porque mi mano en su
cadera agarra sus bragas y empieza a tirar. Las quiero fuera y quiero
estar dentro de ella. De nuevo.
Ella gime y suelto la tela.
—Estoy dolorida desde antes. Dolió mucho.
La culpa me roe. Cuando se había quedado dormida, la limpié con
un paño cálido. La sangre de la pérdida de su virginidad manchó mi
178 alfombra prístina. Tanto como la mancha me molestará en el día a día,
también sentiré una pequeña emoción cada vez que la vea, sabiendo que
ese es el lugar donde también perdí mi virginidad.
Pero dolió.
Fui brusco con ella.
No estoy seguro de cómo no ser brusco con ella.
—Torin —murmura, atrapando mi mirada—. Quiero hacerlo de
nuevo. Simplemente no ahora mismo. —Sus labios se convierten en una
sonrisa dulce y alentadora. Es suficiente para hacer que mi corazón se
dispare. Deslizo mi mano desde su pecho hasta su escaso cabello. Ella
grita cuando aprieto un puñado en la base de su cráneo.
Con calma, Torin.
Me relajo un poco, pero la empujo más cerca de mí con mi mano
echa un puño hasta que nuestras frentes se tocan. Sus respiraciones
están saliendo desiguales e irregulares.
—Casey-Casey —digo entre dientes apretados, mi voz es severa
cuando todo lo que quiero es amable.
Ella gime, sus pezones están duros cuando se rozan contra mi
pecho.
—Mi Torin.
Cierro los ojos, superado por la alegría de escuchar esas palabras.
Cuando su boca se presiona fuerte contra mis labios, abro los míos para
permitir que el gruñido que retumba a través de mí escape. Esto la
estimula porque entra en mi boca con su lengua. Resbaladiza y sabrosa.
Una delicia de canela. Ella chupa mi lengua y mi polla duele por liberarse.
Mi pulgar se clava en su cadera y mi puño se aprieta en su cabello. Ella
muerde, chupa y pasa su lengua sobre la mía. Nunca me han besado así.
Un día, quiero devolverle el beso con la misma ansiedad. Todo lo que
puedo hacer por ahora es aferrarme a ella para que no se escape. Mierda,
nunca la dejaré escapar.
—Mía —digo con voz ronca cuando ella se aleja un poco—. Casey-
Casey.
—Tuya —susurra.
Ella me besa por lo que se sienten horas. Tal vez sea por la eternidad.
Lo que sea que fuera, es como si el tiempo se hubiera detenido. Como si
estuviéramos atrapados en nuestra pequeña burbuja. Lejos de la
sociedad, la muerte y la injusticia.
Solo nosotros.
179
Torin, Casey, Misty, Foggy y Rainy.
Míosmíosmíosmíosmíos.
—¿Alguna vez vas a dejarme ir? —murmura, hay diversión en su
tono.
Mi boca funciona lo suficiente como para tirar de su labio inferior
con mis dientes y pronuncio mi palabra no tan favorita pero muy favorita
en este momento.
—No.
Esta noche y todas las noches, Casey ha dormido en mi cama. La
euforia que surge a través de mí cada noche cuando ella riza su cuerpo
medio desnudo alrededor del mío es indescriptible. A veces, me corro en
mis bóxeres solo porque se frota contra mí. Eso sería vergonzoso, excepto
que sus arrullos y risas lo eclipsan cada vez. Ella no se está burlando de
mí. Es simplemente feliz.
Cuatro noches.
Cuatro noches sin dormir, perfectas.
Ella habla. Yo escucho.
Ella se frota contra mí. Yo intento no gemir como una bestia.
Ella llena mi espacio con ella. Yo inhalo su aroma.
Ella se queda. Yo me quedo también.
Durante los días, ella trabaja en su trabajo universitario mientras
me pongo al día no solo con mi trabajo, sino con la carga de trabajo que
dejó Tyler cuando falleció. El agujero en mi pecho se está llenando
nuevamente.
—¿Torin? —pregunta en la oscuridad, haciendo dibujos con su dedo
en mi pecho.
—Casey-Casey.
Ella suelta una pequeña risita y besa mi pecho.
—Creo que estoy lista. —Al principio no sé a qué se refiere, pero
luego sus dedos comienzan a bailar por mis abdominales. Ella cubre mi
polla con su mano sobre mis bóxeres y se endurece como piedra. Sé
exactamente a lo que se refiere.
—¿Estás listo? —susurra, su aliento caliente me hace cosquillas en
180
el cuello mientras me besa a lo largo de mi mandíbula.
No respondo, pero mis hormonas toman el control. Empujándola
lejos de mí, caigo contra ella, inmovilizando su rostro contra el colchón.
Acabo de bajar sus bragas por sus muslos, mi cuerpo en piloto
automático, cuando ella me detiene.
—Torin, no.
Mi corazón tartamudea hasta detenerse y me sobresalto lejos de ella.
Me siento en la cama, meciéndome adelante y hacia atrás para aclarar
mi mente. Estoy confundido. Pensé que quería sexo. Mierda, cómo quiero
tener sexo. En la oscuridad, puedo sentirla sentándose. Ella se mueve
alrededor y luego está sentada a horcajadas sobre mis muslos.
—No de esa forma —me dice—. De esta manera. Donde puedo
besarte.
—Casey-Casey.
Sus labios presionan los míos y luego me alcanza entre nosotros. En
el segundo en que mi polla está en su mano, casi me corro en ese
momento.
—Quiero que me toques —murmura, su mano abandonando mi
polla dura y encontrando mi propia mano en la oscuridad. Ella se la
acerca y presiona las yemas de mis dedos en su coño.
Ruido blanco.
Nieve.
Silencio.
Mi caos interno se silencia momentáneamente y mis dedos hacen lo
que mi cabeza ofrece. Froto entre los labios de su coño, lo que la hace
gritar. Un buen grito. Un grito por más.
Dios, cómo quiero darle más.
Quiero darle el mundo entero.
—Así —gime—. Sí.
He visto suficiente pornografía para saber lo que les gusta a las
mujeres. Mi problema es ejecutarlo. Con cada intento, mis movimientos
son espasmódicos y desiguales. Me pone nervioso que ella no se correrá
y que tendremos sexo doloroso otra vez.
¿Qué pasa si ella no quiere tener sexo después de eso?
—Torin —dice ella—. Mi dulce, dulce Torin.
Soy distraído por su voz. Tirado en el momento. Jugando en su
nieve.
181 —Mmmm —tararea mientras su cuerpo se tensa contra mí—. No te
detengas.
Quiero morderla.
El pensamiento es repentino y feroz. Abro la boca mientras me
inclino hacia adelante. Mis dientes se conectan con su carne, haciéndola
gemir de nuevo. Tiro de la piel y no la suelto. Intento no enfocarme en lo
que está haciendo mi mano. Todo lo que sé es que ella lo está disfrutando.
Su cuerpo está temblando y retorciéndose ante mi toque.
—¡Torin! —Mi nombre es gritado cuando alcanza su clímax. Es el
sonido más dulce que he escuchado.
Quiero empujarla sobre la cama y embestir profundamente dentro
de ella, pero esta chica hermosasexyperfectamía tiene otros planes. Su
pequeña mano se envuelve alrededor de mi polla de nuevo y luego me
guía a su centro resbaladizo. Soy abrumado con la necesidad de morderla
de nuevo. Mis dientes intentan morder el aire y luego ella se inclina hacia
adelante para darme lo que quiero.
La negrura explota con felicidad blanca cuando su coño resbaladizo
se desliza por mi longitud. Nuestros gruñidos son silenciosos pero
igualmente desesperados por naturaleza.
La muerdo, la muerdo, la muerdo de nuevo.
Mía.
Se acomoda lentamente en mi regazo, mi polla empalándola. Podría
correrme en un instante si ella se mueve, pero no se mueve. Sus palmas
encuentran mis mejillas y su boca está sobre la mía otra vez. Todo lo que
puedo hacer es ofrecerle mi lengua. Ella la chupa con avidez como si yo
fuera lo mejor que ha probado en su vida.
Dios, su boca.
Es perfecta.
Se aleja un poco, pero no quiero que se vaya.
Muerdo el aire y luego mis dientes están en su barbilla. Mordiendo
y tirando. Marcando y reclamando.
Míamíamíamía.
—Tuya —gime, y sus caderas comienzan a moverse.
Su deslizamiento alrededor de mi polla es la mejor sensación que
existe jamás. Quiero llenarla con mi semilla. Hacerla mía para siempre.
Ella toma mi mano y se la lleva al pecho. Me aferro a su deliciosa
teta mientras ella me monta. Las luces se han apagado y deseo, por un
momento, que estuvieran encendidas para poder verla deslizarse arriba
182
y abajo a lo largo de mi polla. La imagen de Casey perfecta y desnuda me
envía al límite. Sus dedos comienzan a frotarse contra ella misma justo
encima de mi polla. Mis caderas empujan por su propia cuenta mientras
persigo el orgasmo que ansío desesperadamente.
—Oh, Dios —grita, su coño de repente agarra mi polla.
Me corro sin previo aviso, caliente y furioso en lo más profundo de
ella. Ella trata de deslizarse para apartarse, pero mis estúpidas manos
funcionan y agarro su cadera con fuerza para mantenerla en su lugar.
Palpito el resto de mi liberación, mi corazón chisporroteando fuera de
control en mi pecho.
—Torin —respira—. Deberíamos habernos retirado. —Puedo
escuchar la indecisión en su voz. La punzada de la esperanza—. ¿Cierto?
Ella se refiere a la falta de protección.
Digo la palabra que ambos queremos escuchar.
—No.

183
VEINTISIETE
Casey
Dos semanas después…

Frunzo el ceño mientras leo las instrucciones en la caja. Todo esto


de cocinar es complicado. He estado leyendo recetas y probando cosas
nuevas, pero a veces fallo. Hoy es uno de esos días. El pastel que hice no
se parece en nada a la imagen. Espero que al menos sepa bien.
Taptaptaptaptaptaptaptap.
El sonido incesante no proviene de mí para variar, sino de parte de
Torin. Está sentado en la barra de la cocina con su computadora portátil
frente a él, enviando un correo electrónico. Suena más largo que
cualquier cosa que me haya escrito y la esperanza de un largo correo
electrónico con sus palabras hace que se me apretuje el corazón.
—¿Qué piensas? —pregunto.
Pausa su mecanografía para agarrar su teléfono. La aplicación
responde por él una vez una vez que lo ha registrado.
—Huele bien.
Le sonrío y corro hacia él para un abrazo. Mi Torin no abraza, pero
últimamente tampoco corre. Si no me confundo, él se inclina en mis
abrazos. Es progreso. Tan pronto como doy la vuelta a la barra, cierra su
184
computadora portátil.
Está tenso cuando lo abrazo por detrás, lo que no significa
necesariamente nada, pero hoy podría ser.
—¿Todo bien?
Sus dientes se juntan y estoy a punto de sacar el tema cuando teclea
en su teléfono.
—Bien. Estoy tratando de resolver un problema.
—¿Un problema de trabajo? —pregunto—. ¿Quizás puedo ayudar?
—Donde Tyler lo dejó, Torin lo ha recogido nuevamente. Le envío
preguntas por correo electrónico y él me explica en detalle sobre la
industria del petróleo y del gas. A veces, es alucinante la cantidad de
detalles que posee encerrados dentro de ese cerebro suyo. Incluso si la
mayoría pasa por mi cabeza, todavía soy superada por la satisfacción de
que se esté tomando el tiempo para explicarme. Sin su hermano, todavía
se las arregla para arar la carga de trabajo y mantener su compañía a
flote. Un día, espero ayudarlo.
Un día.
El pensamiento me emociona.
Ahora que Torin y yo hemos estado encontrando maneras de
comunicarnos, estoy descubriendo que no es tan diferente de su
hermano. Solo tengo que trabajar un poco más duro para encontrar a su
verdadero yo. Al igual que Tyler se esforzó en hacerlo conmigo. Nadie más
jamás se tomó el tiempo de conocerme, de mirar más allá de la superficie
de mi ansiedad y mi TDAH. Ver que era más que una niña adoptiva con
una actitud. Tyler se esforzó. Lo menos que puedo hacer por él es hacer
lo mismo con Torin. Torin lo vale. Debajo de su superficie dura y arenosa
hay un hombre que vale la pena amar. Un hombre que quiere amar tanto
a cambio. Estoy aprendiendo a empujar mis reacciones instintivas hacia
un lado y a analizar por qué está haciendo algo de cierta manera. Presto
atención a las señales no verbales.
Mi Torin es un rompecabezas.
Mi Torin es uno que puedo resolver.
—No puedes ayudar —dice su teléfono en un tono que no coincide
con la voz de Torin en absoluto.
Me río y le golpeo.
—Bien. Pero avíseme si puedo.
—Vuelve a la cocina, mujer.

185 Me tomó un minuto darme cuenta de que la voz en el teléfono hizo


una broma. Torin ha hecho una broma.
—¡Dios mío! —chillo—. ¡Pequeño imbécil!
Él está rígido y sin emoción. Sin siquiera pensarlo, le hago cosquillas
a lo largo de sus costillas de forma juguetona. Todo su cuerpo se aleja de
mí, y una risa juvenil llena el aire. Estoy tan estupefacta por el adorable
sonido, que simplemente lo miro fijamente.
Sus labios.
Su boca perfecta.
Él está sonriendo.
Y tan pronto como está allí, se ha ido. Solo una simple reacción física
a que le hiciera cosquillas. Me echo a llorar. Si tan solo Tyler estuviera
aquí. Me puedo imaginar lo grande y brillante que sería su sonrisa, se
vería igual que la de Torin, ahora lo sé. Ellos comparten la misma sonrisa
perfecta. Juvenil y adorable.
Mientras lloro, Torin se acerca a mí. Cuando él agarra mi muñeca
con su mano y me fulmina con la mirada, la preocupación aleja mi
alegría. Sin advertencia, soy jalada con brusquedad mientras camina por
la casa. Intento frenar, pero se está moviendo demasiado rápido.
Prácticamente tengo que correr para seguirle el ritmo por temor a ser
arrastrada detrás de él.
—¡Torin! —grito cuando abre la puerta de la entrada.
Una ráfaga de aire helado nos asalta. Él me saca por la puerta y la
nieve se arremolina a nuestro alrededor. Los cielos son de color gris
oscuro a medida que la tormenta invernal arrecia a nuestro alrededor.
Oh Dios.
¿Está enojado?
¿Me está dejando aquí fuera?
Ninguno de los dos tiene un abrigo puesto. Solo nuestras sudaderas.
Afortunadamente, ambos estamos usando vaqueros y zapatos. Él
continúa su caminata a través de la nieve, aparentemente ignorando que
estoy tropezando con eso. Tengo pánico y estoy enloqueciendo hasta que
lleguemos al granero. Al menos está caliente allí para los caballos. Todos
los días, sigo a Torin a los establos y lo ayudo a cuidar a Trueno y a Rayo.
Como que entra en trance cuando trabaja con ellos y quedo hipnotizada
cada vez.
Tal vez sea hora de alimentarlos.
Tal vez lo olvidó hasta ahora.

186 Torin es abrupto. Tiene que ser eso.


Entramos en el granero y él me arrastra más allá de Rayo. Trueno
resopla con irritación cuando nos apresuramos hacia él. Al igual que
Torin, Trueno me mira intensamente.
—¿Están hambrientos? —chillo.
Él me libera y comienza a tipear en su teléfono.
—Tuyo.
—¿Mío qué?
Sus fosas nasales se ensanchan mientras responde escribiendo otra
respuesta.
—Tu caballo.
Parpadeo confundida hasta que recuerdo una vieja conversación.
—Te hice reír. Estás cumpliendo nuestra apuesta.
Trueno resopla de nuevo y hace un ruido en su garganta como si no
le gustara ser parte de una apuesta.
La alegre voz en su teléfono dice:
—No pensé que podría. —Parpadea una, y otra y otra vez. Su rostro
normalmente sin emociones está confundido. Entonces su dispositivo
está hablando de nuevo—. Tyler intentó toda mi vida hacerme reír. Me
dijo chistes sin gracia. Hizo cosas tontas. Hizo estúpidos sonidos de
animales. Siempre deseé poder haber reído para él solo para hacerlo feliz.
—Una lágrima rueda por su mejilla, atrapándome por sorpresa—. Me reí
por ti.
Aunque sus palabras llegan a través de la voz de otra persona, las
escucho con su voz. Su inflexión emocional que solo se puede ver a través
de la palabra escrita. Corro hacia él y lanzo mis brazos alrededor de su
cuello. Él no me devuelve el abrazo. Nunca lo hace. Pero lo abrazo con
todo lo que hay en mí. Su cuerpo tiembla mientras silenciosas lágrimas
escapan de él. He llorado más veces de las que puedo contar sobre la
muerte de Tyler. He estado de luto por él. Torin no pareció sentir nada
por la muerte de Tyler. Me doy cuenta ahora, que él siente. Al igual que
siente emociones por mí. Simplemente están atrapadas profundamente
dentro de él.
—Shhh —lo arrullo con mis propias lágrimas—. Él te amaba, y tu
risa puede haber sido importante para él, pero no era lo único que quería
de ti. Eras su mejor amigo. Lo mantenías acompañado en esa casa
gigante y espeluznante. Le diste un propósito. Él solo quería tu felicidad,
Torin. Es por eso que me encontró. Para hacerte feliz.
Sus hombros se flexionan con tensión. Algo en mis palabras lo ha
187
molestado.
—¿Qué? —pregunto, alejándome para mirarlo. Él no está frunciendo
el ceño ni sonriendo. Simplemente me mira fijamente con los ojos rojos y
las mejillas mojadas.
Puedo sentirlo escribiendo en su teléfono detrás de mi espalda.
Entonces, habla por él.
—Me haces muy feliz. —Sus propias palabras son roncas pero
feroces mientras retumban de su garganta—. Casey-Casey, mía.
Un sollozo queda atrapado en mi garganta. Me pongo de puntillas y
beso el costado de su garganta cerca de su oreja.
—Tú también me haces muy feliz.
La tensión se libera y su cabeza se apoya en la mía. Puede que él no
abrace o bese, pero sus pequeñas muestras de afecto son suficientes. Me
aferro a ellas con avidez.
—Gracias por mi caballo —digo con una sonrisa.
Sus dedos encuentran mi cabello y lo agarran de una manera casi
dolorosa. Mi boca se abre cuando él tira de mi cabeza hacia atrás. Sus
penetrantes ojos marrones se clavan en los míos. Dejo que mi mirada
caiga en su boca que se mueve una y otra vez mientras repite una palabra
susurrada.
Hermosa.

Los labios de la doctora Cohen están apretados tan fuertes que


puedo contar sus arrugas. Ocho sobre el labio superior y cuatro en el
inferior.
—Se está comunicando más —le digo, con evidente orgullo en mi
voz—. Hemos descargado una aplicación que lo ayuda a hablar conmigo.
—¿Una aplicación? —corta.
Torin se balancea en la silla a mi lado. Me preocupa porque en el
último mes desde que Tyler falleció, no hemos tenido episodios como este.
Él me sigue alrededor en la tienda de comestibles, lanzando artículos en
el carrito. Vamos al banco así puede retirar sus centavos, algo que
encuentro increíblemente dulce ya que me los regala todos a mí, uno por
uno, después de haberlos pulidos para que parezcan nuevos. Lo he
llevado al centro comercial, a algunos restaurantes, y a la tienda de
188
alimentos para los animales. Cualquier concepto erróneo que tenía sobre
Torin fue aplastado. Él funciona como cualquier otra persona,
simplemente no habla mucho ni expresa sus pensamientos u opiniones.
—Una aplicación —digo firmemente—. Torin, ¿estás bien? —Dirijo
mi atención hacia él, esperando que use su teléfono para responder. En
cambio, él sigue balanceándose. Sus puños están tan apretados, que los
nudillos están blancos. Me pone nerviosa. Tan nerviosa que recojo el
bolígrafo a mi lado y comienzo a hacer clic.
Clicclicclicclicclic.
—Querida, esto no es un juego —me dice la doctora Cohen, mirando
hacia el bolígrafo mi mano. Está molesta conmigo, claramente. Dios, odio
a esta perra.
Clicclicclicclicclic.
—Tiene razón —respondo, incapaz de controlar mis emociones, todo
lo contrario de Torin—. Esto no es un juego. Esta es mi vida, querida.
Clicclicclicclicclic.
Sus ojos se ensanchan sorprendidos.
—Solo pienso que esto. —Agita su mano entre nosotros como si la
molestara—. Sea lo que sea, no es saludable. Es tóxico. Por lo que me
has dicho, ¿Tyler, el hermano de Torin, se acercó a ti para que fueras a
vivir con ellos porque pensó que podías entender a Torin como nadie más
podría hacerlo? —Su voz gotea desdén—. Lo siento, pero no sabes nada
sobre psicología.
Clicclicclicclicclic.
Dejo de hacer clic y me levanto abruptamente. La acción rápida
alarma a Torin porque él también se levanta.
—¡Casey-Casey! —gruñe, hay tensión en su voz.
Señalo con el bolígrafo el rostro de la doctora Cohen.
—Usted es tóxica. Puede que no sepa nada de psicología, pero usted
no sabe nada sobre mi Torin. Él es amoroso, dulce e inteligente. Él es
digno y estamos bien juntos. Muy bien. Lo siento, doctora Cohen, pero
esto no está funcionando entre nosotros. No nos verá a ninguno de los
dos nuevamente porque lo dejamos.
Ella me mira boquiabierta.
—No puedes simplemente renunciar. No funciona así. Esto no es un
juego…
—¡NO! —ruge Torin, haciéndome gritar de sorpresa. Él agarra mi
muñeca y me arrastra pasándola.
189
La doctora Cohen nos llama, pero Torin ha terminado. Mi corazón
se hincha por el hecho de que esté protegiéndome a su manera. Ella nos
sigue por la puerta y al pasillo. Miro por encima de mi hombro y le
muestro el dedo medio, deleitándome con la mirada de disgusto en su
rostro.
Buen viaje, doctora Curandera.

Es fácil perder la pista de los días y las horas en una casa sin
ventanas. O tal vez pasar cada minuto despierta con un hombre
complicado es solo entretenido. Vivo por tocarlo. Cuento hasta despertar
para poder mirar su hermoso rostro durmiente y paso mis dedos sobre
sus rasgos relajados.
—¿Alguna vez pensaste en mudarte? —pregunto, mi aliento caliente
contra su mejilla.
Su cuerpo se pone rígido, entonces sé que está despierto.
—No.
—¿Es esa la respuesta estándar o la respuesta fácil?
Él alcanza su teléfono en la mesita de noche. Sonrío contra su piel
mientras escribe su respuesta.
—Demasiados recuerdos aquí. Mamá, papá, Tyler. No puedo
imaginar vivir en ningún otro lugar.
—Y yo no puedo imaginar vivir en un solo lugar toda mi vida.
—¿Quieres vivir en otro lugar? —dice la voz.
Me levanto sobre un codo para mirarlo. Sus agudos ojos marrones
atrapan los míos. Amo lo desprolijo que está por las mañanas. Cabello
más desordenado que de costumbre. Ojos cansados. Una expresión más
relajada de lo normal en su rostro.
—Siempre quise tener un lugar propio. Uno que podría decorar y
llenar con mis cosas. Realmente nunca he tenido cosas —le digo, mi voz
es triste—. Todo lo que alguna vez tuve cabía dentro de mi mochila. Lo
máximo que he tenido ha estado aquí en esta casa. Pero... —Me callo—.
No importa. —Sonrío y lo beso en la boca. Él no me devuelve el beso.
Nunca lo hace.
—Casey-Casey. —Me encanta su voz real. Incluso puedo sentir sus
tonos ahora si realmente presto atención. Él me está alentando.
190
—Pero nunca me he sentido lo suficientemente cómoda como para
llamar a esto mi casa. Solo soy una visitante.
Él gruñe. El sonido me hace reír.
—¡NO! —grita.
Levanto una ceja.
—¿No, qué?
Sonriendo, veo que su pulgar vuela sobre las teclas. Pronto, la voz
responde por él:
—No, no eres una visitante. Este es tu hogar también. Es nuestro
hogar.
—Tal vez algún día podríamos mudarnos a una casa con ventanas
—bromeo.
Sus labios se contraen de un lado. Me hace desear ver su sonrisa.
Con una sonrisa traviesa, le hago cosquillas con fuerza bajo sus costillas.
Su teléfono cae al piso junto a la cama con un ruido sordo y los gatos se
dispersan, maullando su molestia en el camino. Sin embargo, nada de
eso atrae mi atención.
Él.
Sus brillantes ojos marrones parpadeando.
La risa gutural que convierte mis entrañas en papilla.
Una sonrisa por la que una chica podría desarrollar una adicción.
La embotello y la guardo para cuando no esté, porque desaparecerá
en un instante. Antes de que pueda disfrutarla por mucho tiempo, sus
facciones se relajan y su mirada intensa vuelve a mí.
—Casey-Casey.
Sentándome, me quito mi camiseta y le revelo mi cuerpo desnudo.
Su mirada se oscurece mientras bebe con avidez mi carne desnuda.
Comienzo a montarlo a horcajadas como siempre que tenemos sexo, pero
él me sorprende volteándome sobre mi espalda.
—¿Tendremos sexo así? —pregunto, mi voz entrecortada y mi
corazón martilleando fuera de control.
Él parpadea hacia mí. Entonces, los dientes de Torin salen. El
hombre puede no ser capaz de besar, pero me da mordiscos de amor y
son igual de buenos. Gimo cuando él muerde mi mandíbula una vez antes
de morderme la garganta. Su aliento caliente contra mi carne sensible
hace que el calor inunde mi centro. Envuelvo mis piernas alrededor de
sus caderas y lo atraigo contra mí. Un gemido ondula de mí cuando su
polla dura, apenas contenida en sus bóxeres, presiona contra mi sexo
191
desnudo. Esto lo excita porque sus mordeduras se vuelven más
frenéticas. Más desesperadas. Más dolorosas.
—Oh, Dios. —Lloriqueo.
Quiero que me muerda en todas partes.
Como si estuviera en la misma longitud de onda, él se abre paso.
Más allá de mi clavícula y hacia mi pecho. Grito cuando él tira
bruscamente del pezón puntiagudo. Él no lame el dolor y está bien. Mi
Torin simplemente muerde su camino sobre mi estómago hasta que llega
a la parte de mí que gotea para él.
—Por favor —le ruego. Ni siquiera sé lo que estoy pidiendo.
Él me inhala y un sonido salvaje sale de él. Hambriento. Maníaco.
Posesivo. Sus dientes son más suaves a medida que pasa de morder a
raspar. Él los raspa sobre mi hueso púbico, dejando que sus dientes
superiores corran sobre mi sexo. Me sobresalto por la sensación. Esto lo
excita, su respiración es más intensa, el calor de su respiración me vuelve
salvaje contra mi cuerpo.
—Tócame allí —suplico.
Para mi sorpresa, su lengua se dispara. Como todas las veces que
ha lamido mis lágrimas. Excepto que ahora, está probando mi esencia.
Al principio, es vacilante y curioso. Pero cuando gimo cada vez más
fuerte, se vuelve voraz. Él gruñe contra mí como una bestia momentos
antes de intentar chupar mi clítoris directamente de mi cuerpo. Grito de
placer, mi espalda se arquea fuera de la cama. Necesitando aferrarme a
algo, me aferro a su cabello oscuro y lo animo a seguir.
Morder.
Lamer.
Chupar.
Gemir.
Una y otra y otra vez hasta que estoy mareada de deseo. Estoy
goteando y temblando. Torin puede no ser cariñoso o besar como la
mayoría de la gente lo hace, pero las cosas que me está haciendo en este
momento son increíblemente maravillosas.
—¡Sí, oh, Dios!
—Casey-Casey —gruñe antes de mordisquear mi muslo interno.
Mis nervios están en llamas y estoy temblando con la necesidad de
correrme. Estoy tan cerca. Justo cuando creo que él podría renunciar,
pasa su lengua lenta y dulcemente a lo largo de mi abertura. Es suficiente
para enviarme al límite.
192 Negro. Negro. Negro.
Me corro tan fuerte que veo estrellas. Torin y yo volando entre ellas.
Es cósmico.
Estoy girando lentamente hacia la realidad cuando la punta de su
pene prueba mi apertura. Él se mete con tanta fuerza que la cama
protesta contra el movimiento. Su puño se enreda y se mete en mi cabello
mientras sus penetrantes ojos marrones me clavan en el lugar.
Nos miramos fijamente.
Nos miramos, miramos y miramos.
Sus caderas empujan violentamente contra mí, no muy diferente a
la primera vez que tuvimos sexo. Esta vez, puedo ver que sus ojos brillan
con amor y adoración. Nunca me he sentido tan completa y parte de algo
en toda mi vida. Un equipo de dos personas. El yin y el yang. El sol y la
luna. Trabajamos juntos de alguna manera. De alguna manera extraña.
El destino nos unió y sabía exactamente lo que estaba haciendo. El
pensamiento de que Torin no tiene a nadie por el resto de su vida o
alguien que no lo entienda como yo lo hago, es desgarrador.
Él es mío.
—Mío —murmuro.
Un silbido de placer se escapa de él. En lugar de besarme, él deja
caer su frente a la mía. Sus caderas golpean y golpean contra mí hasta
que su semilla se derrama dentro de mí. Caliente, furiosa, salvaje. Es
irresponsable, probablemente, pero no me importa. Tampoco a él. Más
que a la vida misma, he querido una familia. La familia de Torin ha sido
arrancada de él pieza por pieza. Juntos podemos hacer una nueva, una
familia por la que moriría por proteger.
—Casey-Casey —murmura. Sus labios se arrastran por mi mejilla.
Mi corazón tartamudea en mi pecho porque es muy cálido y cariñoso.
Lágrimas se derraman de mis párpados—. Yo te
respirolamopruebotocohuelosientonecesito.
Sollozo mientras lo aprieto contra mí.
—Yo también te amo, Torin.

193
VEINTIOCHO
Torin
Tres meses después…

Amor.
Tyler trató de explicármelo, pero es indescriptible. Son mil
sensaciones todas en una. Es aire y alimento. Es vida.
Es ella.
Casey.
Ella es tan jodidamente inteligente y hermosa, que casi me vuelve
loco. A veces todo lo que puedo hacer es maravillarme de lo perfecta que
es. Le gusta molestarme y decirme que soy espeluznante, pero no me
inmuto. Si espeluznante es mirar a la chica que amo todo el condenado
día, entonces soy espeluznante.
Y la amo.
Es la única explicación.
—Tengo hambre. —Hace pucheros, su culo se ve demasiado bien en
sus pantalones de yoga.
La miro fijamente por encima de mi computadora portátil, donde
estoy sentado en la barra. Quiero preguntarle si le gustaría ir por tacos
194 en su restaurante favorito en la ciudad, pero estoy demasiado
hipnotizado por su culo.
Ella cierra el refrigerador y se gira para mirarme. Sus manos se
posan en sus caderas. Mi mirada se dirige a mi parte favorita de ella.
Su estómago.
Estoy infinitamente fascinado por el hecho de que un niño está
creciendo dentro de ella. Mi hijo. Juntos, hicimos algo. Por amor. Amor,
un concepto intangible, creó una vida. Es alucinante. He pasado horas,
horas y horas investigando el amor y la concepción. Me hace pensar en
mi regalo para ella. Quizás esta noche, mientras nos acostemos juntos
en la cama, se lo daré.
—¿Puedes pedir pizza? —pregunta, su cadera inclinándose a un
lado.
Arrastrando mi mirada de ella, abro la aplicación de las pizzas.
Internet dice que ella tiene antojos. Es la única forma de explicar la
horrible mierda que le pone a su pizza. No obstante, el bebé lo necesita.
Al menos eso es lo que ella me dice. ¿Quién soy yo para discutir?
Entonces, como hago algunos días de la semana, ordeno pizza.
Champiñones, piña, y aceitunas extra. Justo como ella la requiere.
Ella presiona un beso en la parte superior de mi cabeza antes de
hurgar en los armarios a la caza de algo. A Casey le gusta hornear y lo
hace a menudo. Al principio, quemó muchas recetas o quedaron
pastosas. Me las comí todas para no lastimar sus sentimientos. Pero
ahora, hace postres tan buenos como los que comemos en los
restaurantes o compramos en la panadería de la tienda de comestibles.
El orgullo surge en mi pecho. Ella es feliz aquí conmigo.
Arranco mi mirada de adoración de ella para consultar mi correo
electrónico. En mi bandeja de entrada hay uno de mi investigador
privado, Danny.
Torin,
Han estado en casa de Guy todos los días esta semana. Sé que
sigue recibiendo el dinero que le has enviado, pero algo me dijo que
estaban planeando algo. Y tenía razón. Se dirigen hacia ti. Solicito
instrucciones.
Danny
—El hombre de la pizza está aquí —trina Casey mientras pasa junto
a mí fuera de la cocina.
El terror burbujea dentro de mí y me salgo del taburete en una
misión detrás de ella. No se suponía que debían encontrarnos. Mierda.
195 Acabo de doblar la esquina hacia el vestíbulo cuando ella abre la
puerta. En lugar del hombre de la pizza saludándola, dos rostros
familiares le devuelven la mirada. Son familiares porque me he
obsesionado con ellos. Tyler estaba obsesionado con ellos. Hicimos todo
en nuestro poder, primero él y luego yo, para mantenerlos alejados. Y
ahora están aquí.
—¿Casey? —pregunta la mujer, su mano volando a su boca con
sorpresa—. ¿Eres realmente tú?
La mujer da un paso dentro de la casa y Casey tropieza con dos
hacia atrás. Quiero arrojarla sobre mi hombro, salir corriendo de la casa
con ella en mi agarre. Lejos. Jodidamente lejos. Lejos de estos monstruos
insensibles.
Mi cuerpo lucha contra mí.
Soy obligado a mirar fijamente.
Incapaz de intervenir.
—¿P-puedo ayudarle-e? —tartamudea Casey.
—Soy Mona. —Ella sonríe, revelando los cuatro o cinco dientes que
la metanfetamina no se llevó—. Soy tu madre.
Las rodillas de Casey se doblan. Debería atraparla. Quiero atraparla.
Mi cuerpo se niega a moverse. El hombre al lado de Mona se acerca y
recoge a mi chica en sus brazos antes de que caiga al suelo.
—Oh, Dios mío, cariño —arrulla Mona. Su tono me resulta
desagradable—. Carl, llévala hacia el sofá.
Él toma a Casey en sus brazos y pasa junto a mí. Soy dejado en una
nube de su asqueroso olor a humo que aún persiste por su último
cigarrillo. Mona lo sigue, sintiéndose como en casa en nuestra casa.
Todo lo que puedo hacer es mirar fijamente.
Estas personas están entrando a nuestra casa y no puedo hacer una
maldita cosa al respecto.
—¡No! —grito.
Mona menea la cabeza y frunce el ceño. Su cabello rubio blanco está
en hebras y grasiento, colgando flojo a los lados de su rostro. Los mismos
ojos azules con los que Casey me mira fijamente son los que me miran
ahora. Pero estos son más duros. Calculadores. Oscuros. No me gustan
los ojos de esta perra en absoluto. Necesita irse.
Hazla irse.
Mis manos se abren, pero todo lo que puedo hacer es observar.

196 Carl se arrodilla al lado del sofá y deposita a Casey en los cojines.
—Oh mira, Mona, vamos a ser abuelos. —Su gran mano se extiende
sobre el centro de Casey, haciendo que me encienda de ira.
—¡NO!
Mona susurra en voz alta a Carl, como si yo no pudiera oír.
—Él es el retrasado del que Guy nos estuvo contando. Es bueno que
apareciéramos cuando lo hicimos.
Me duele el pecho con la necesidad de sacar a estos idiotas de esta
casa. Vibro físicamente con el deseo de infligirles violencia. No los quiero
cerca de ella.
—Soy su padrastro Carl. Mi esposa, Mona, y yo hemos estado
buscando a nuestra niña durante mucho tiempo. —Él me sonríe mientras
se pone de pie. También, un desdentado hijo de puta—. ¿No es así, Mo?
Hemos estado tratando de hacerlo bien por ella. Su viejo padre de crianza,
Guy, estaba tratando de jugar con nosotros, sacándonos dinero y
prometiéndonos que nos diría dónde terminó. Su mamá piensa que
podríamos llevar nuestra historia para los ejecutivos de televisión y ellos
harían una película de Lifetime sobre nosotros. Seríamos ricos. Entonces,
realmente podríamos hacer lo correcto por nuestra niña.
—Casey-Casey —digo entre dientes.
Mona asiente antes de hablar alto y lento.
—¿Tienes una enfermera?
La miro con furia.
—No creo que hable inglés, cariño —dice Carl, frunciendo el ceño—
. Demonios, tal vez no es retrasado. Tal vez solo es sordo. Vi en la
televisión una vez que las personas sordas hablan como retrasados, pero
eso es porque no pueden escuchar el sonido de su propia voz.
Estoy burbujeando de furia, una explosión esperando a suceder.
—¿En el canal Discovery? —pregunta Mona.
—Creo que sí, cariño.
—Eres tan inteligente, cariño.
Comparten un momento, mirándose a los ojos de la forma en que
Casey y yo lo hacemos a veces. Entonces, ella se vuelve hacia mí otra vez.
—¿Puedessss darmeeee un minutooo con miiii hijaaaa? —Mona
prácticamente grita mientras arrastra cada palabra para que yo la
entienda.
Mis ojos se dirigen a Casey en el sofá. Está parpadeando para
quitarse el aturdimiento y se frota sus sienes. Quiero sacarla de ese sofá
197
para llevarla a ella y a nuestro hijo no nato lejos de estas personas.
—¡NO! —grito de nuevo.
Carl cruza sus brazos sobre su pecho.
—Ahora esa no es forma de hablarle a mi señora, hijo. Será mejor
que demuestres algo de maldito respeto.
Mona levanta su mano y lo silencia.
—Cariño, está bien. Él no sabe hacerlo mejor.
—Tienen que irse —dice Casey desde el sofá—. Quien quiera que
sean, váyanse.
Mona se acerca al sofá y se sienta al lado de mi mujer.
—Soy tu mamá, cariño.
—No —grazna Casey antes de que su voz se endurezca como el
acero—. Mi madre me abandonó en una iglesia en medio de una tormenta
de nieve.
—Casey Cocaína —grita mi estúpida boca.
La cabeza de Casey se mueve bruscamente hacia mí y su labio
inferior se tambalea violentamente.
—Casey Cocaína —repite, su voz temblando.
Estúpido.
Soy tan jodidamente estúpido.
—El retrasado es malo —se queja Carl.
—¡Deja de llamarlo así! —chilla Casey, las lágrimas cayendo por sus
mejillas—. ¡Fuera de mi casa!
Los ojos de Mona se ensanchan.
—¿Esta es tu casa? Oh, cariño, lo has hecho muy bien sola. Sabía
que lo harías. Después de todo, eres hija de tu madre. —Ella sonríe de
nuevo y es jodidamente espeluznante sin dientes de los que apenas
hablar.
Carl se ríe.
—Tu mamá sabe cómo ganar dinero también. No es cierto, ¿bebé?
—Mueve las cejas de una manera sugestiva como si estuvieran
compartiendo una broma interna.
Saco mi teléfono del bolsillo y lo hago funcionar. La voz no es afilada
como quiero, pero aclaro mi punto.
—Salgan de mi maldita casa. No son bienvenidos aquí.
198 —Bueno, que me condenen, Mo, no es retrasado como dijiste. Es
sordo. ¡Lo sabía! —Carl le sonríe a todos y se rasca la garganta—. Voy a
ir al auto. —Hace un evidente espectáculo de guiñarle un ojo a Mona.
Luego me mira, haciendo que sus palabras sean realmente fuertes—. ¿Te
gusta el cristal?
Parpadeo, parpadeo, parpadeo.
—Corre, Carl —reprende Mona.
Carl se va y Casey me mira, con impotencia por todas partes de su
rostro. Quiero apresurarme hacia ella y arreglar todo esto. Mierda. No sé
cómo.
Mona se acerca y toma la mano de Casey.
—Cariño, lo siento mucho por ese día. Estaba en un mal momento
y todo lo que siempre quise fue que tuvieras una buena vida. Y mírate.
Estás viviendo en este castillo y es más hermoso de lo que podría haber
imaginado. Te convertiste en una princesa.
Casey se relaja y mira hacia abajo a sus manos juntas. Las lágrimas
ruedan de sus ojos como un grifo que ha quedado abierto.
Ve con ella, imbécil.
Aléjala de ellos.
—M-me dejaste —acusa Casey. No hay dolor en su voz como cuando
la encerré en su habitación. Ella está rota. Mi valiente, fuerte y hermosa
Casey está rota.
—Casey-Casey —murmuro. Ella no me escucha.
—Tenía que hacerlo —se atraganta Mona—. No quería, pero tenía
que hacerlo.
Casey levanta su barbilla y mira a su madre.
—¿No querías?
Mona niega con la cabeza con vehemencia.
—Nunca. Eras tan hermosa. Recuerdo pensar en todas las cosas
divertidas que íbamos a hacer, cariño. Solo tú y yo.
La garganta de Casey se agita cuando un sollozo se escapa.
—Pero me dejaste.
—Siempre estaba regresando por ti. —Mona sonríe de nuevo, fea
como la mierda.
—¿En serio?
Quiero correr hacia ellas y gritarle a Casey. Explícale que las mamás
no son así. Mi madre era muy diferente. Amorosa, atenta y considerada.
199 Ella no era manipuladora. Puedo ver lo que Casey no ve ahora. Mona
tenía razón, ella volvió. Por lo que dice mi investigador privado, Danny, y
también confirmado por el investigador privado de Tyler, ella siempre
supo dónde estaba Casey. De una casa a otra, ella siempre lo supo. Esta
ciudad es pequeña y la gente habla. Se suponía que no debía saberlo,
pero siempre parecía averiguarlo de los lugareños.
Todo lo que alguien tenía que hacer era traer a colación al bebé
dejado en el pesebre y el tren de chismes los llevaba directamente al hogar
más nuevo de Casey. Sin embargo Mona nunca, ni una vez fue por ella,
no hasta que surgió la oportunidad. El dinero. En el momento en que
olfateó que Casey había aterrizado con mi hermano y conmigo, ella
comenzó buscar. Danny explicó que estaba recibiendo información de
Guy, quien pensó que de alguna manera podría beneficiarse de lo que
fuera que dos perdedores drogados tenían para ofrecer, y han estado
planeando algo.
Esto.
Venir aquí y atraparla con la guardia baja.
Manipularla.
Está tan claro como el día.
Entonces, ¿por qué Casey la está mirando como si acabara de
encontrar a su perro perdido? ¿Por qué está sonriendo con una sonrisa
esperanzada que solo he visto algunas veces en sus labios?
—¡Mía! —grito, asustando a ambas mujeres.
Mona frunce el ceño mientras le susurra a Casey:
—¿Por qué no está en un hogar?
—¿Un hogar? —pregunta Casey confundida.
Ambas me devuelven la mirada. Hay lástima de la mirada de Casey
y desdén en la de Mona. Eso me vuelve loco. Necesito arreglar esto.
Necesito jodidamente arreglar esto. No puedo hacerlo aquí. No cuando no
puedo hacer que mi cuerpo o mi maldita boca funcionen.
—Necesita ayuda —dice Mona, su voz es suave como si no pudiera
oírla.
Le disparo a Casey una mirada suplicante, una que suplica que lo
entienda.
Y luego desaparezco en la pared.

200
VEINTINUEVE
Casey
Mamá.
Mamá.
Mamá.
Santa mierda.
Tengo tantas emociones, todas en una. Enojo, tristeza y confusión...
y ¿felicidad? El veredicto aún está pendiente en la última. Quizás alivio
sea una palabra mejor. Ver una versión más vieja de mí misma
devolviéndome la mirada es surrealista. Algo que nunca pensé que
alguna vez vería. Había renunciado a toda esperanza.
Pero ahora…
Ahora, la estoy mirando directamente al rostro.
La vida ha sido dura para ella. La edad ha arrugado su rostro. Las
drogas han arruinado su piel, su cabello y sus dientes. Pero sonríe. Sus
sonrisas son contagiosas. Me siento atraída por ellas.
Los nervios me alcanzan y me muevo nerviosamente. Ella toma mi
mano nuevamente. Mis ojos revolotean hacia un brazalete de plata en su
muñeca. Sin pensarlo, me acerco y lo toco con mi uña. Suena. El sonido
alivia mis nervios.

201 Pinpinpinpin.
La miro y todavía está sonriendo.
Pinpinpinpin.
—Pensé que tal vez podríamos pasar un tiempo juntas —dice mi
madre—. ¿Y luego quién sabe? —Su mirada se posa en mi estómago—.
Soy abuela. Esas son noticias maravillosas, cariño.
Mi corazón se encoge con confusión. Por un lado, me atrevo a
esperar un futuro con mi madre en mi vida. Por otro lado, quiero proteger
a mi feto no nacido del abandono de mi madre. Porque, seguramente, no
está aquí para quedarse. ¿Cómo puedo confiar en ella?
—Estoy abrumada —admito, mi uña sigue tocando su joya.
Pinpinpinpin.
—Está bien —me asegura, su tono maternal, tan maternal que
empiezo a llorar—. Ven aquí, cariño.
Soy atrapada en su abrazo y estoy indefensa. Dejé que la mujer que
me dio a luz, me envuelva en sus huesudos brazos. Dejé que me besara
el cabello y cantara una canción de cuna que estoy bastante segura no
tiene sentido. Cierro los ojos y me imagino a los tres años. Cuando tenía
pesadillas y suplicaba que mi mami viniera a salvarme.
Ella está aquí.
¿Salvándome?
Ojalá Tyler estuviera aquí.
El pensamiento es repentino y triste. Él sabría qué hacer. Si alguien
me salvó, fue él. Él siempre se abalanzaba y se ocupaba de las cosas. Un
fuerte sollozo tira de mí. Mis hormonas de embarazo son intensas y a
veces lloro durante horas mientras lamento su muerte.
—Estoy aquí ahora. —Ella acaricia mi cabello—. Puedo venir y
ayudarte a cuidar del bebé. ¿Quién es el padre?
Me aparto y me limpio mis lágrimas, arrojando mi propia pregunta
hacia ella.
—No lo sé. Tú dímelo. Si Carl no es mi padre, ¿quién es?
Su labio se curva.
—Tu papi no valía nada. Ricky fue condenado de por vida después
de haber destripado a un policía. Estaba embarazada de ti cuando lo hizo.
Murió hace unos años. —Me mira—. No te preocupes, cariño, la basura
se sacó sola. Somos solo tú y yo, chica.
No puedo procesar todo esto. Es demasiado. Demasiado loco.
202
—Yo, eh, yo...
—¿El chico sordo es el padre?
¿Chico sordo?
Niego con la cabeza.
—Él no es sordo, él es…
—Vaya, esta casa es grande, Mo —grita Carl mientras entra saltando
en la habitación—. ¿Pero puedes creer que no tiene ventanas?
Mi madre se burla.
—No seas tonto, cariño.
—¡Lo juro por Jesús en un pesebre! —ulula. La referencia del
pesebre me hace estremecer—. Son falsas por fuera. Estuve probando
uno de los cerrojos —dice sonriendo de forma lobuna hacia mí—.
Asegurándome de que estabas protegida, niña. De todos modos, falsas
como el infierno. Volví adentro para investigar y no hay ventanas. ¡Es la
maldita cosa más extraña que he visto!
Comienzo a explicar la historia de la casa, pero las palabras mueren
en mis labios.
—Nosotros ordenamos pizza. ¿Quizás se queden a cenar?
—¡Por supuesto! —gritan al unísono.

Miro hacia abajo a mi pizza sin comer. La bilis se eleva en mi


garganta. Estoy estresada por tener a mi madre biológica y a su esposo
aquí. Aún más estresada porque Torin se haya negado a salir.
—Se está haciendo tarde —observa Carl y luego se inclina más cerca
de mí—. Mona quería preguntar... —Ambos seguimos su mirada hacia mi
madre mientras ella está parada en el fregadero cargando felizmente el
lavavajillas. Quiero conocerla porque es parte de mí, pero estoy asustada.
—¿Qué?
—Bueno, estamos a un par de horas en coche de aquí. Los hoteles
que pasamos eran un poco jodidamente caros. Y dado que la casa es tan
grande y todo... —Se detiene y frunce el ceño—. ¿Hay espacio para que
tu padrastro y tu mamá se queden a pasar la noche?
Mi madre se vuelve para sonreírme otra vez. Desearía tener fotos de
ella cuando era más joven y tenía todos sus dientes. ¿Nos parecíamos?
—Uh, claro —le digo distraídamente—. Les mostraré una de las
203 habitaciones de huéspedes.
—Una de las habitaciones de huéspedes —imita con voz de niña—.
Lujoso.
Fuerzo una sonrisa.
—Vamos. Les mostraré los alrededores y tal vez podamos hablar más
por la mañana. Estoy muy cansada.
Mi madre camina hacia mí y me abraza.
—El bebé necesita descanso. Estaremos aquí en la mañana.

—¿Torin?
Él no está en ninguna parte. He buscado en la casa de arriba a abajo.
Hirió mis sentimientos al desaparecer cuando más lo necesitaba. Solo
necesito un poco de consuelo. Misty maúlla cuando me siento a su lado
en su cama. Acaricio distraídamente su pelaje mientras le envío un
mensaje de texto.
Yo: ¿Dónde estás?
Torin: Trabajando.
Mi corazón se hunde.
Yo: Mal momento, ¿eh? Esa era mi madre biológica. Como que
necesito tu apoyo.
Torin: Ella no es una buena persona.
Yo: ¿Entonces me dejaste sola con ella?
Las lágrimas se acumulan en mis ojos, emborronando la pantalla.
Mis emociones están por todas partes, aumentadas por mi embarazo.
Torin: Revisa tu correo electrónico.
Quiero gritarle y arrojar mi teléfono contra la pared. En cambio, me
quito mis pantalones de yoga y me meto en la cama. El agotamiento se
filtra en mis huesos. Cuando abro mi correo electrónico, me sorprende
encontrar muchos archivos adjuntos de Torin.
Imágenes. Guy encontrándose con mi madre y Carl.
Dinero cambiando de manos por información.
Incluso un clip de sonido de una conversación telefónica entre Carl
y Guy.
Luego, encuentro correspondencia entre Guy y Tyler. Guy
204 chantajeando a Tyler, diciéndole que mantendría mi identidad y
ubicación a salvo de mi madre y Carl mientras el dinero siguiera llegando.
Una vez que Tyler murió, parecería que Guy cambió de bando y trabajaba
con Carl y mi madre con la esperanza de desviar más dinero del nombre
Kline.
Sabía que no podía confiar en ellos.
No importa cuánto quisiera, lo sabía mejor.
La emoción me inmoviliza. Me muero de ganas de encontrarlos en la
habitación de invitados y gritarles para que salgan de nuestra casa. En
cambio, cierro los ojos y dejo que el sueño tome el control.
Me despierto con alguien lamiéndome el cuello. Caliente. Familiar.
Mío. Ahora que estoy embarazada, él es cuidadoso con mi estómago. Él
evita que su cuerpo gigante me estrelle completamente contra la cama
cada vez que lo considera necesario para cuidarme.
Y oh, necesito que me cuiden.
Necesito lo que sea que él de alguna manera me dé y lo necesito en
montones.
Mis dedos se deslizan en su cabello y tiro de su cabeza hasta que
descansa contra la mía.
—Lo siento por las cosas que te dijeron —susurro en la oscuridad.
Sus labios se rozan contra los míos. No es un beso, pero es lo más
cercano cuando estoy con Torin.
—Casey-Casey.
—No merecías eso. Lo siento. Por la mañana —digo, dejando escapar
un suspiro—, haré que se vayan. Sabía que no era real.
Sus dientes encuentran mi labio inferior y tira de él.
—Esto. Es. Real.
Estoy tan aturdida por sus palabras que me ahogo con un sollozo.
Sus labios descansan contra los míos. Dominantes y posesivos. No
necesitamos a la Dra. Cohen ni a mi madre. No necesitamos a nadie
cuando nos tenemos el uno al otro.
—Esto es real —estoy de acuerdo, y mi voz tiembla—. Te amo, Torin.
—Yo te respirolamopruebotocohuelosientonecesito.
Estoy sonriendo por sus palabras mientras me toca la ropa. Pronto,
205 estoy desnuda y él está dentro de mí. Sus toques son más frecuentes en
el dormitorio y menos forzados. Tal vez, con el tiempo, esos toques
también se moverán fuera de la habitación. Quizás algún día él pueda
sostener a nuestro niño en sus brazos y besar su frente.
Algunas personas sueñan con carreras o casas de playa o una vida
elegante.
Yo sueño con esto.
Nosotros.
Felicidad.
—Esto. Es. Real —dice Torin entre dientes apretados, su cuerpo
sudoroso se desliza contra el mío con cada empuje.
Mis dedos se deslizan hacia sus hombros y me aferro a él.
—No te detengas.
—Casey-Casey.
Su cuerpo se frota contra el mío de tal manera que llego al clímax
fuerte y sin advertencia. Esto siempre lo estimula porque dos embestidas
más tarde y él se está derramando dentro de mí. Se desploma sobre mí
pero no me aplasta. Lo busco en la oscuridad y acerco su cara a la mía.
Mis labios se separan para decirle cuánto significa para mí.
Y luego hace lo impensable.
Él presiona sus labios contra los míos firmemente e inserta su
lengua en mi boca. Salvaje, hambriento y descoordinado. Pero está ahí.
Degustando y adorándome. Me derrito bajo su beso.
Eso es exactamente lo que es.
Un beso.
No dura mucho, pero me da esperanza para más en el futuro. A
través de mis lágrimas, le agradezco.
—Tú eres mi familia, Torin.
Gruñe cuando su nariz se acaricia contra la mía.
—Mía.

Me despierto en mitad de la noche; necesito hacer pis y tengo que


salir de debajo de la pesada forma de dormir de Torin. Hago mi camino
más allá de los tres gatos molestos. Y entonces, me pongo una bata. La
casa está oscura, como de costumbre, así que enciendo una vela para
guiarme a través de eso. Una vez que termino mis asuntos en el baño,
206
bajo las escaleras, vela en mano, hacia la antigua oficina de Tyler. A
veces, cuando no puedo dormir por la noche, voy dentro y me siento.
Solía pensar que olía a él y es por eso que me encanta tanto. Ahora, me
doy cuenta de que es un lugar tranquilo donde puedo pensar en él sin
ser molestada. Cuando me siento en el escritorio y dejo la vela, sonrío al
ver un centavo brillante colocado en la superficie.
Mi Torin.
Él es bastante romántico teniendo en cuenta todas las cosas.
Estoy sonriendo mientras me recuesto en la silla de cuero, el centavo
entre mi dedo y mi pulgar.
Crick.
Levanto mi mirada esperando ver a mi amante, mi amigo, mi Torin.
En cambio, veo a Carl. Él no está sonriendo. Detrás de él está mi madre.
La inquietud revolotea en mi pecho.
—No esperaba que estuvieras despierta. —Sus ojos pasan junto a
mí hacia la caja fuerte de Tyler detrás del escritorio.
—¿Necesitaban algo? —Mi tono es cortante. No tengo la energía para
gritarles y mandarlos fuera. Por la mañana, lo haré.
Mi madre entra a la habitación y enciende el interruptor de la luz,
bañándonos en las duras luces por encima. Su sonrisa se ha ido también.
—Necesitamos algo de dinero.
Por supuesto que lo hacen.
Todo lo que Torin me envió antes lo sugería.
—¿Cuánto? —Desafío con una mirada dura a la mujer que me dio a
luz y me dejó para que me muriera.
Sus ojos azules brillan con avaricia.
—Mucho.
—¿Por qué debería darte dinero?
Ella resopla y agita una mano temblorosa hacia mí.
—No me quieres en tu vida, cariño. Esta vida es demasiado bonita y
perfecta. La gente como Carl y yo no pertenecemos. Nos iremos. Puedes
criar a tu bebé con el lento y puedes ser feliz. Mi regalo para ti.
Recojo el bolígrafo en el escritorio y hago clic distraídamente con el
extremo.
—Te daré mil dólares. Solo vete y no vuelvas nunca.
207 Clic. Clic. Clic.
Carl se ríe.
—¿Mil? Tienes que estar jodiéndome ahora mismo. ¿Qué tal veinte
mil? Eso es lo que Guy consiguió y más. ¿Estoy en lo cierto?
—¡No tengo veinte mil dólares! —chillo.
Clicclicclicclic.
—Bueno, eso es lo que tomará —dice Mona. Ella puede haberme
escupido de su cuerpo, pero no es nada para mí.
—¿O qué? —exijo.
Clicclicclicclicclicclicclicclicclic.
—Por el amor de Dios, quítale ese bolígrafo —ordena Mona, su voz
ya no es dulce.
Grito cuando Carl me lo quita de la mano. Él agarra mi muñeca y
tira de mí para que me pare.
—Consíguenos el dinero.
—Torin tiene cámaras de video en todas partes —miento—. La
policía está en camino.
Carl suelta más risas.
—No, no lo hace. Hemos estado en casi cada habitación de esta casa.
La repugnancia me inunda. Dejé que entraran en nuestra casa. Yo
hice esto.
—Por favor, solo váyanse.
Él me lleva a la caja fuerte y apunta.
—Ábrela. Danos lo que queremos y nos iremos.
Aparto mi mano de su agarre y me inclino para teclear los botones
de la caja fuerte. Cuando la abro, él me empuja a un lado.
—Yo me encargaré a partir de aquí.
—Dijiste veinte mil —digo bruscamente.
Mona se ríe detrás de mí.
—Toma todo lo que hay adentro.
—Perra —siseo, volviendo mi mirada hacia ella—. Eres un humano
vil.
—Y solo piensa, podrías haber cargado conmigo toda tu vida —se
burla—. Te hice un favor, cariño.
—Santaaaa mierda —dice Carl con un silbido—. Aquí hay mucho
208
dinero.
Observo con frustración mientras mueve cada paquete de cientos de
la caja fuerte a un bolso. Cuando comienza a meter papeles en la bolsa,
le grito.
—Eso no tiene valor para ti. ¡Déjalo ahí!
Ignorándome, él continúa con su tarea. Le pego en el hombro y él
balancea su brazo, conectando con mis muslos. Es doloroso e
inmediatamente retrocedo para que no lastime al bebé. Las lágrimas
fluyen por mi rostro mientras lo veo vaciar la caja fuerte.
—¿Qué hay allí? —exige y patea el cajón cerrado con llave en el
escritorio.
—Nada —siseo.
Mona se acerca a mí y me mira.
—¿Qué hay adentro?
—Medicina. Más papeles inútiles. Nada de valor para ustedes —digo
entre dientes apretados, con mis brazos protegiendo mi estómago.
—¿Medicina? —dicen los dos al mismo tiempo.
Oh, mierda.
—¡Nada con lo que se puedan drogar! —chillo. Espero que Torin se
despierte y escuche. Pero él no podrá ayudarme. Solo puedo protegerme
y rezar que se vayan pronto.
Carl se arrodilla y saca un cuchillo. Me alejo de él por miedo a que
lo use conmigo, pero lo usa en el cajón del escritorio en su lugar. Con
práctica facilidad, él hace palanca abriendo el cajón y pronto está
paleando todas las viejas botellas de prescripciones de Tyler en la bolsa.
Una vez que se ha llevado todo, saca una carpeta.
—Casey Doe. —Él me mira y sonríe—. ¿Sabías que esto estaba aquí?
—No. Déjalo. Has tomado suficiente —refunfuño—. Por favor.
—Puede ser importante —dice Mona—. Nos lo llevamos.
Él asiente mientras lo empuja dentro de la bolsa. Lo alcanzo, pero él
me empuja. Mi brazo se balancea por agarre. Golpeo algo del escritorio
antes de encontrar el borde. El terror se eleva dentro de mí mientras ellos
se ríen a mi costa. Enderezo mi columna y miro a través de mis pesadas
lágrimas. Ambos imbéciles están sonriendo... hasta que no lo están.
—¡Maldita sea, Carl! —grita Mona—. ¡Mira lo que has hecho!
Sigo sus ojos muy abiertos detrás de mí, esperando ver a Torin. Lo
que veo en cambio detiene mi corazón. Llamas. Enfurecidas llamas
naranja. La vela. Brillantes y crueles se arrastran por la polvorienta
209 cortina falsa en un instante. Tan rápido. Tan malditamente rápido.
Todavía estoy mirando fijamente horrorizada como se extiende a través
de las paredes con paneles de madera cuando alguien agarra con fuerza
mi bíceps.
—¡Detente! —chillo, buscando mi voz—. ¡Torin!
Carl me arrastra desde la oficina y por el pasillo. Salgo de su agarre
y corro a la oficina para ver si puedo apagar el fuego. Pero está creciendo
demasiado rápido. El fuego arrecia los libros de Tyler, quemándolos sin
remordimiento.
—No —me ahogo con mis lágrimas—. ¡Torin!
Carl agarra mi brazo otra vez y me tira detrás de él. Mona está más
adelante en el pasillo con la bolsa gigante llena de dinero colgada del
hombro.
—¿Cómo salimos de aquí? —grita Mona.
Apunto en la dirección correcta antes de gritar:
—¡Torin!
Cuando miro por encima de mi hombro, espesas nubes de humo
negro salen de la puerta de la oficina. El fuego se propaga más rápido de
lo que podemos escapar de él. Nos está persiguiendo por el pasillo.
—¡¿Quién diablos construye una casa sin jodidas ventanas?! —
brama Carl mientras me aleja de las llamas.
—Por aquí —instruye Mona.
Intento liberarme de Carl. Necesito llegar a Torin. Él está dormido.
Me necesita. Oh Dios. El fuego está creciendo.
—¡TORIN!
Oh Dios.
Oh Dios.
Tropiezo y trastabillo, cayendo de rodillas. Estoy agradecida de que
Carl tiene un apretado agarre en mí porque al menos no lastimé al bebé.
Él me tira de nuevo hacia arriba, casi sacando mi brazo del zócalo, antes
de continuar nuestra caminata.
—Torin está en el ático —sollozo—. No puede salir. ¡Tienes que ir a
buscarlo!
—¡No voy a buscar a ese retrasado y arriesgarme a morir! Tienes
suerte de que te estoy salvando el culo —sisea Carl.
Lucho contra él, pero no me suelta. Finalmente llegamos al vestíbulo
y salimos por la puerta principal. El aire es frío esta noche y
210 desesperadamente lo succiono con respiraciones profundas. Dirijo mi
atención de nuevo a la casa y miro con horror que el fuego rápidamente
la supera. Un agujero se abre en el lado de la casa y le da vida al fuego,
humo negro sale de él.
—¡TORIN!
Me libero de las garras de Carl y corro hacia la casa. Acabo de llegar
a la puerta cuando soy arrastrada de vuelta hacia afuera. Grito, lloro y
me retuerzo en vano.
Él va a morir.
Mi Torin va a morir.
No.
Noooooo.
Lo necesito.
—No hay ventanas —sollozo, todo mi cuerpo temblando. Estoy
conmocionada cuando observo cómo el fuego devora la casa tan
increíblemente rápido—. No hay ventanas.
Grietas y gemidos resuenan desde la casa.
Esto no es real. Esto no es real.
Esto. Es. Real.
Las lágrimas me queman las mejillas, más calientes que cualquier
fuego.
Lo estoy perdiendo.
Miro impotente a un lado de la casa que todavía no está envuelto.
Incluso si se despertó, no habría forma de escapar.
No.
Dios no.

211
TREINTA
Torin
Me despierto con un sobresalto. Algo está mal. Mis gatos están
paseando por la cama y haciendo sonidos preocupados. Guturales y en
pánico. Rápidamente enciendo la luz para descubrir que Casey no está
en la cama conmigo.
¿Dónde estás, Casey?
Mi polla se endurece ante el recuerdo de haberla conducido en ella
esta noche. La besé. Jodidamente la besé. Diablos, realmente apesté en
ello, pero al menos me forcé a mí mismo. Mis labios se movieron como se
les dije. Mi lengua obedeció mis órdenes.
Te amo, Casey. Tan jodidamente tanto.
Me pongo unos vaqueros y busco mi teléfono para enviarle un
mensaje de texto para ver a dónde fue. Con esos dos perdedores
quedándose aquí, no confío en que ella esté cerca de ellos. Son malas
personas. Mi dulce y dulce niña necesita mantenerse alejada de ellos.
Miauuuuuu.
Frunzo el ceño a Foggy. Él está rodeando mis pies de una manera
preocupada. Es entonces cuando lo huelo. Humo. Dirigiéndome hacia la
puerta de mi habitación, siseo cuando toco el metal caliente. Hay un
incendio. Mierda, hay un incendio. Recojo mi mochila del suelo y arrojo
212 algunas cosas importantes como mi computadora portátil. Entonces, me
dirijo al pasadizo que se abre a mi habitación.
Casey.
¿Dónde demonios está Casey?
—¡Torin!
Muevo mi cabeza hacia la derecha y escucho. El sonido viene de
afuera. Ella está a salvo. Solo necesito llegar a ella.
—¡Casey-Casey! —grito. Los gatos lloran más fuerte.
Corriendo hacia el pasadizo, mi misión es llegar a ella. Aseguro mi
mochila en mi espalda y luego comienzo a lanzar gatos en la oscuridad.
Salto hacia abajo, evitando por completo las escaleras, y arrastrando los
pies entre las paredes, buscando una salida. El humo se eleva desde las
tablillas de las paredes, así que me agacho para evitar donde se está
acumulando sobre mi cabeza. Se me escapa una fuerte tos, pero no
sucumbo a ella.
—¡Torin!
Su voz está angustiada y horrorizada.
Tengo que llegar a ella.
Ya voy, Casey.
Los gatos, asustados y maullando, permanecen cerca de mí. Tengo
que sacarnos de aquí. Mi mente da vueltas mientras pienso sobre qué
pasillos me llevarán afuera. Estoy tan sobrepasado por esto que casi me
pierdo su vieja habitación.
—Casey-Casey —murmuro antes de subir por el agujero que ella
hizo.
Las llamas entran por la puerta de la habitación y por un momento
estoy hipnotizado por la vista. Misty me sisea desde la abertura en la
pared, y me arrastro nuevamente a la marcha. Busco en su habitación y
reúno lo que puedo antes de volver a través del agujero.
Con dos mochilas a cuestas y tres gatos perdiendo su mierda, mi
caminata es más lenta. Cada pasadizo que intento está bloqueado de
alguna manera. Calor. Fuego. Humo.
Piensa, Torin, piensa.
Vuelvo corriendo por donde llegué, con sus pequeñas patas
golpeándome. Rápidamente, trepo de nuevo por las escaleras hacia mi
habitación. Corro hacia la cama y tomo mi pesada cobija. Mi mente se
precipita sobre los detalles de la etiqueta adjunta. Una etiqueta que he
leído mil veces.
213 Resistente al fuego.
—¡FoggyMistyRainyAsalvo!
Mis gatos chillan y entran en pánico cuando la puerta de mi
habitación se astilla y se agrieta. Más humo. Más fuego. Mierda.
Piensapiensapiensapiensa.
—¡TORIN!
Su voz es muy cercana. De fuera. Tan cerca. Justo más allá de las
paredes. Piensa.
Miauuuuuu.
FoggyMistyRainyAsalvo.
—¡Casey-Casey!
El fuego se enfurece hacia mí.
Estoy atrapado.
Mierda.

214
TREINTA Y UNO
Casey
Mi hogar.
Mi familia.
Mi futuro.
Todo se esfumó.
—Tenemos que irnos, Mona —sisea Carl—. Puedo escuchar las
sirenas.
Sus pasos se desvanecen mientras miro mi peor pesadilla.
Torin.
Mi Torin se ha ido.
Me caigo de rodillas y dejo escapar un sollozo desgarrador, mis
manos buscando lo que nunca volveré a tocar. Las sirenas son cada vez
más fuertes y puedo escuchar a Mona gritándole a Carl para que
arranque el auto. Sigue girando, pero el motor no arranca. Mi propio
automóvil está estacionado delante, sin tocar. No tuve la oportunidad de
agarrar las llaves. Un automóvil es inútil sin llaves.
—¡TORIN! —grito. El dolor en mi pecho duele tanto—. ¡TORIN!
Las llamas están enojadas. Son violentas y furiosas.
Yo miro fijamente y miro y miro.
215
Todo se desvanece a mi alrededor.
Vagamente me doy cuenta de que los bomberos están pasando a mi
lado, pero no me muevo. Un paramédico llega a mi lado y me habla en
tonos relajantes. Lo aparto mientras miro fijamente impotente.
Una explosión gigante explota desde el lado de la casa desde el
segundo piso. La paramédico se pone en cuclillas delante de mí, pero me
pongo de pie para ver más allá de ella. Algo acaba de salir volando de la
casa. No es una explosión. Los bomberos corren hacia ello y yo no estoy
muy atrás. Tres gatos corren a mi lado, casi tirándome. Cuando paso
junto a un bombero, dejo escapar un grito.
Mi Torin.
Mi Torin.
Está vivo.
Su rostro está negro de hollín y su cabello está chamuscado, pero
está tosiendo cuando se escabulle de su manta aún humeante.
—¡Torin! —grito y caigo encima de él. Él tiene una mochila en la
espalda y la mía está atada por delante. La arranco de él y me tiro encima
de su cuerpo caliente.
—Casey-Casey —grazna.
La gente me está gritando, pero no me importa. Todo lo que me
importa es que él está vivo y bien. Acuno sus mejillas y lleno de besos su
cara sucia.
—Te amo. Dios mío —lloro—. Estás vivo.
—Señora —dice alguien—. Necesito que se calme para que podamos
ayudarlo.
Me alejan de él y entonces noto que su pierna está girada en un
ángulo horrible. Su hueso sobresale de su muslo. Me atraganto ante la
vista.
—¡Torin!
—¡Casey-Casey!
Me alejo del hombre y agarro la mano caliente de Torin. La piel es
negra y roja en algunos parches. Los sollozos me ahogan al punto que
creo que voy a hiperventilar.
—Señora…
—¡No lo voy a dejar! —les grito a todos.
Torin me aprieta la mano. Él realmente me aprieta. Sus palabras
216 son lentas en su boca.
—Ella está embarazada.
De repente, volvieron a preocuparse por mí también y somos
separados. Su mirada es intensa. Protectora. Posesiva. Soy llevada lejos
y veo satisfacción en su expresión.
—¡Te amo! —le grito.
—Casey-Casey —dice y luego mi Torin sonríe.

Tres semanas después…


—Yo puedo hacerlo —chilla la voz en el teléfono de Torin.
Dejo de revolotear sobre la cama y alzo las manos en el aire.
—Bien.
—Mujeres —dice el doctor Madsen con una sonrisa—. No puedes
vivir con ellas. Pero tampoco puedes vivir sin ellas. —Sus ojos brillan
cuando mira a Torin—. Al menos eso es lo que tu padre solía decir
siempre.
Torin ignora al viejo amigo de su padre y médico de Tyler, pero sus
ojos encuentran los míos. Perforadores y calientes. Sus ojos hacen
promesas. Una promesa de conectarse en la cama más tarde cuando
estemos solos. Nuestras bocas. Nuestra piel. Su cuerpo hundiéndose
profundamente en el mío.
Torin se dirige al baño, con toda su pierna enyesada, murmurando
mi nombre en el trayecto. Quiero entrar y ayudarlo, pero él es muy
independiente. Han pasado tres semanas desde el incendio y me ha
dicho, a través de su teléfono, en numerosas ocasiones que lo estoy
mimando. Y si hay algo que aprendí sobre Torin, es que no le gusta que
lo mimen.
—Ese niño es un hueso duro de roer —dice el doctor Madsen—. Al
igual que el resto de su familia. Ese hijo suyo también será duro.
Me río.
—¿Hijo?
—Betty espera que sea un niño.
—¿Qué pasa si es una niña?
—Será mejor que a ella le guste el azul porque mi esposa está
217 tejiendo una colcha azul. —Se ríe—. Deberías ir a ver si te cocinará algo
de comer. Tu peso ha bajado desde la última vez que revisamos.
Me froto la barriga.
—Estoy bien. Yo como. El bebé está sano. Lo sé.
Asiente.
—Sabes que esa mujer no estará feliz a menos que te esté
alimentando.
Una sonrisa tira de mis labios. Betty y Glenn nos hospedaron
después del incendio hasta que pudiéramos reconstruir. Han sido un
regalo del cielo. Betty, a diferencia de Mona, es como una verdadera
madre debería ser. Es amable, atenta y cariñosa. Cada vez que me estoy
deshilachando en las costuras, ella me vuelve a coser con sus abrazos y
palabras de aliento. Cuando su hija Liv viene a visitarla y la llama ma,
me sorprendo llamándola ma también. Nadie me corrige.
Hablando de madres.
—Gracias. Bajaré más tarde —le digo a nuestro médico y amigo de
la familia. Le doy un abrazo rápido y una vez que se va, voy al tocador y
abro el archivo que fue recuperado después de que arrestaron a Mona y
a Carl. El archivo que robaron del cajón del escritorio cerrado de Tyler.
Me vuelvo lo suficientemente valiente como para abrirlo, pero
generalmente lo cierro. Algo me dice que no quiero saber lo que hay en el
archivo. Otra parte de mí simplemente quiere saber.
La puerta del baño se abre y Torin emerge. Espero que se recueste,
pero pronto su calor está en mi espalda. Él descansa su barbilla en la
parte superior de mi cabeza. Desde el incendio, Torin ha estado diferente.
Más cariñoso, bueno, tan cariñoso como Torin puede ser. Sus ojos
siempre necesitan estar sobre mí. Él progresa cuando nos tocamos. Y a
pesar de las órdenes del médico de que se lo tome con calma, todavía
encontramos maneras de tener sexo todas las noches.
Casi lo pierdo.
Cuando mecanografió su angustiosa historia para escapar,
literalmente me enfermé. Vomité todo en mi estómago. Él estuvo a las
puertas de la muerte. Si no hubiera sido por la rapidez al pensar, estaría
muerto. Pero mi valiente e inteligente Torin actuó. En vista del peligro,
hizo que su mente y cuerpo trabajaran juntos. No solo se salvó a sí
mismo, sino que salvó a sus gatos. Estaban aterrorizados y Misty aún
sufre de TEPT6, pero de lo contrario, están a salvo. Ahora Misty no
consuela a Torin, ella lo busca por confort a él. Creo que él se enorgullece
de calmarla cuando se pone nerviosa. Él está seguro de que se relajará
218
una vez que nos mudemos a nuestra nueva casa.
—Casey-Casey.
Agarro su mano y entrelazamos nuestros dedos. Él se inclina hacia
mí, su nariz inhalando mi cabello. Así somos nosotros. Somos dos
mitades de un todo. El sol y la luna trabajando juntos en perfecta
armonía.
—Tengo miedo —murmuro—. ¿Qué pasa si...? —Las lágrimas llenan
mis ojos—. Tyler lo ocultó de mí. ¿Qué pasa si no me gusta lo que leo?
Él entierra su rostro contra un lado de mi cabeza y busca mi oreja
con sus dientes. Su aliento caliente envía corrientes de excitación que
corren a través de mí.

6 TEPT: Trastorno de Estrés Postraumático.


—Él —gruñe—. Te. —Otro gruñido—. Amaba.
Una lágrima se derrama por mi mejilla mientras miro el archivo.
—Nunca me dejes, Torin.
—Casey-Casey —susurra, su voz me consuela incluso cuando sus
manos no lo harán.
Paso la primera página y recojo una foto adjunta a un clip en la parte
superior. Una foto mía. Un bebé pequeño envuelto en una manta raída.
El hombre sosteniéndome mira a la cámara sin sonreír. Sus grandes ojos
marrones están tristes, pero su expresión no tiene emociones. Él está
usando un alegre suéter de Navidad, pero no hay nada alegre sobre el
hombre. Varias personas se amontonan alrededor de él para mirar al
bebé. A mí. Mis labios están azules, pero él me acuna contra sí como si
tuviera el poder para calentarme.
—Papá.
Me tenso ante la única palabra de Torin. Papá. Con manos
temblorosas, le doy la vuelta a la imagen.
Iglesia de Freedom Mountain, 25 de diciembre de 1999,
Diácono Phillip Kline.
—Tu padre me encontró.
Parpadeando las lágrimas, hojeo un archivo que es en pocas
palabras un catálogo de mi vida. Correspondencia entre Phillip y un
investigador privado. Fotos mías en la escuela. Varias solicitudes de
comprobación en las casas de acogida sospechosas de las que fui sacada
rápidamente. Me veo crecer. La mayoría de las personas tiene un libro
plegable de recuerdos y yo tengo esto. Algo de documentación al azar de
mi vida de manos de un desconocido.
219
Se saltea varios años hasta el momento en que vine a quedarme con
ellos y entonces es correspondencia entre Tyler y su investigador privado.
Nuevas fotos de mí caminando hacia la casa de Guy. Un fondo de ahorro
para la universidad creado a mi nombre. Una copia de mi GED. La tarjeta
de presentación de la doctora Cohen. Encuentro información sobre mi
madre. Un recorte de una noticia sobre la muerte de mi padre en prisión.
Nada y todo tenía que ver con mi vida. Todo grabado y guardado.
—Torin —me quejo. No sé cómo procesar lo que estoy viendo.
Mientras estuve con Tyler, él sabía quién era yo y nunca me lo dijo.
Me giro en los brazos de Torin, incapaz de mirar el archivo por más
tiempo. Hay más páginas para examinar pero tendré que mirarlas otro
día cuando me sienta más fuerte. Sus dedos se enredan en mi cabello y
tira bruscamente para que lo mire. Los ojos de chocolate derretido se
clavan en los míos.
—Casey-Casey. —Su frente se presiona contra la mía.
Mi corazón está retorcido y sangrando. No entiendo nada de esto.
Solo sé que me siento engañada y confundida. Un sonido ahogado
traquetea desde mi garganta.
—Él. Te. Amaba. —Sus palabras aparecen en rápidos gruñidos—.
Yo. Te. Amo.
Estoy a punto de abrir la boca para preguntar por qué cuando
presiona a propósito sus labios sobre los míos. Su lengua empuja y me
besa de una manera que me derrite desde adentro hacia afuera. Cuando
nos besamos, desesperados y frenéticos, me doy cuenta de que no
importan los por qué. Estoy aquí. Estoy con Torin exactamente como
debería estar.
—Mía —murmura contra mi boca, enviando escalofríos por mi
columna.
—Dilo otra vez.
—Mía.
Gimo contra su beso cuando su mano se asienta en mi cadera. Cada
día hacemos progreso. Un día, sé que estaremos exactamente donde
queremos estar.
—Nunca me dejes —le ruego.
Él gime mientras tira su mano de mi cadera. Supongo que el
momento ha terminado, pero se mete la mano en el bolsillo y saca algo.
—No —gruñe, su palabra es feroz y posesiva—. Nunca.
220
Sonrío cuando su nariz acaricia la mía y él toma mi mano. Desliza
algo en mi dedo. Inmediatamente lo reconozco como mi anillo perdido.
Dejo salir un chillido mientras lo levanto para mirarlo. Ya no es aburrido
ni está rayado. Ya no está vacío. Ha sido pulido y restaurado, al igual que
él lo hace con sus centavos. Mi anillo brilla y reluce.
Es la roca impecable que le ha agregado.
Los engarces son nuevos y fuertes. Tienen que serlo para aferrarse
a un diamante tan puro y hermoso como este.
—¿Para qué es esto? —pregunto, esperando que signifique lo que
creo que significa.
Él lleva mi mano a su corazón y me clava la mirada.
—Mía.
Significa exactamente lo que pensé que significa.
—Sí.
Mi Torin sonríe.

221
TREINTA Y DOS
Tyler
Iglesia Freedom Mountain - 25 de diciembre de 1999

—¡Torin, no! —grita la señorita Belinda con voz áspera.


Levanto la vista de mi Gameboy y frunzo el ceño.
—¿Qué hizo?
En lugar de contestarme, ella le da palmadas en la mano. El adorno
que él había sacado del árbol golpea el suelo de la guardería y se rompe.
La niña pequeña de la señorita Linda, Judith, comienza a gritar desde la
cuna.
—Señorita Belinda —mascullo sorprendido—. ¿Por qué lo golpeó? —
Puede que solo tenga doce, pero sé cuando algo no está bien. Que lo
golpee no es correcto.
Torin comienza a balancearse y a murmurar. Estoy enojado porque
ella le pegó a mi hermano. Él solo tiene cinco años. No es como si se
hubiera dado cuenta de que no debería tocar el árbol. Ella es quien hizo
que lo rompiera.
—No responderé a un niño pequeño. Respeta a tus mayores —
resopla—. Voy a decirle a tu padre. Él los castigará a los dos en
consecuencia.
222
Empujo mi Gameboy en mi bolsillo y corro hacia mi hermano.
Arrodillándome a su lado, rápidamente aparto los fragmentos rotos del
adorno para que no se corte accidentalmente. Mi piel queda perforada
por uno de los fragmentos, pero soy fuerte. No duele. Ignorando la
picadura del dolor, intento hacer contacto visual con mi hermano. Mi
madre solía ser capaz de hacerlo antes de morir, pero papá y yo no somos
tan afortunados.
—Oye, amigo —digo en voz baja, en un tono que también aprendí de
mamá—. ¿Estás bien?
—¡NONONONONONONONONO!
—No te preocupes por ella —le digo.
Judith grita y la señorita Belinda se queja de que nunca trabajará
en la guardería sola otra vez.
Me inclino y le digo en voz baja:
—Es una gran idiota tonta.
Torin deja de balancearse. Él no se ríe. Él nunca se ríe. Pero sí se
calma considerablemente.
—Apuesto a que come sapos para la cena —bromeo—.
Probablemente come gusanos de postre. Santa probablemente nunca
vino a verla. Apuesto a que su casa está hecha de carbón.
Torin grita:
—¡CARBÓN!
—Oh, querido Señor —gime la señorita Belinda.
Le sonrío a mi hermano antes de gritar con él:
—¡Carbón!
—No, tú también…
La puerta se abre de golpe y papá entra. Su mirada salvaje se posa
en la mía primero y luego en Torin. Mi papá es increíble. Estoy bastante
seguro de que es un superhéroe encubierto. ¿De qué otra forma habría
escuchado las cosas malas que estaba diciendo la señorita Belinda?
—Es una casa de locos ahí fuera —dice papá, con voz ronca. Él mira
hacia abajo a lo que está sosteniendo. La angustia destella en sus ojos.
Lo he visto mirar a Torin de esa manera. Lo que sea que esté en sus
brazos es especial.
—¡Buaaaaaa!
223 La cabeza de Torin gira en dirección a nuestro padre y lo miro
sorprendido. ¿Un bebé? ¿Papá nos consiguió un bebé?
La señorita Belinda corre apresuradamente por la guardería
mientras ella y papá intercambian palabras. Estoy demasiado centrado
en nuestro bebé. Corro hacia él y para mi sorpresa, también lo hace Torin.
Lo mira pero no lo toca.
¿Yo?
Necesito tocar al bebé.
Estirándome, acaricio su cabello suave.
—¿Es un chico o una chica?
—Chica —gruñe papá.
—¿Nos conseguiste un bebé? —Sonrío a papá. Él es realmente un
superhéroe.
Su mandíbula se aprieta y él arranca su mirada de la mía. La niña
llora. Quiero sostenerla.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
—Es tan bonita —digo, me duele la boca por sonreír tan grande—.
¿Oíste eso? —la arrullo—. Eres tan bonita, cariño.
Torin suelta un sonido, pero conozco ese sonido. Es su sonido feliz.
Él quiere a la bebé también.
—Ella puede quedarse en mi habitación. Yo me ocuparé de ella,
papá. Le he dado de comer a Judith con el biberón y la señorita Belinda
me permite cambiar todos los pañales. —Le sonrío a mi papá.
Sus cejas se juntan y su labio inferior se tambalea. Él llora mucho
ahora que mamá se ha ido.
—Me temo que no, amigo.
Torin tira de su manta.
—¡MÍA!
—La policía está aquí —grita alguien en la guardería.
¿La policía?
—¡MÍA! —grita Torin cuando papá se para con la bebé.
—Lo siento, chicos. Ella irá a un buen hogar.
Me apresuro a ponerme de pie.
—¿Qué? ¿Un buen hogar? ¡Nuestro hogar es un gran hogar! ¡Papá,
la queremos! —Todos dicen que soy valiente, pero siento que tengo ganas
224 de llorar.
—No es un cachorro —dice papá con dureza—. Ella es un
compromiso. No puedo darle lo que necesita.
—Yo la alimentaré —suplico, y mi voz se quiebra—. Me ocuparé de
ella. ¡Por favor, papi!
Papá niega y se aleja con ella en sus brazos.
Torin grita detrás de él:
—¡¡¡¡MMMMMMIIIIIIIAAA!!!!
Las lágrimas calientes se filtran por mis mejillas. Nunca pido nada.
Soy un buen chico. Quiero el bebé.
—Papi. —Lloro detrás de él—. ¡Papi!
La puerta se cierra detrás de él y la señorita Belinda se para frente
a ella con sus brazos cruzados sobre su pecho.
Con lágrimas corriendo por mis mejillas, agarro a mi hermanito y lo
protejo de ella. Ella tiene la mirada mezquina en sus ojos y no dejaré que
lo golpee de nuevo. Golpearé su enorme y feo estómago si ella siquiera
piensa en tocarlo de nuevo.
Protegerlo. Protegerlo. Debes protegerlo.
—Mía. —La voz de Torin es un susurro.
—Lo siento, amigo. Lo siento mucho.

225
TREINTA Y TRES
Tyler
Unos días antes de morir...

Las palabras que estoy escribiendo están borrosas delante de mí,


pero las escribo. Tengo que escribirlas. Se lo debo. Ella se merece esto y
mucho más. Un día, ella abrirá ese archivo y verá su vida trazada en
imágenes y documentos. Será más de lo que ha tenido, pero aún no es
suficiente. Ojalá pudiera retroceder en el tiempo y convencer a papá de
llevarnos a nuestro bebé a casa.
Ella era nuestra.
Ella es nuestra.
Si tan solo tuviera las agallas para decirle, que podríamos haberla
tenido todo este tiempo. Pero no viviré mucho más tiempo y estaré
condenado si veo esa mirada aplastada en su bonita cara. Solo sonrisas.
A partir de ahora, la haré sonreír tanto como pueda.
Casey,
Entraste en nuestras vidas graznando y rogando por un hogar.
Torin y yo queríamos dártelo.
Pero fuiste apartada de nosotros. Nunca te vimos u oímos de ti
226 otra vez.
Nuestro padre estaba triste y deprimido por la pérdida de
nuestra madre, sin embargo, y decidió en contra de nuestros deseos
de que te quedaras con nosotros. Con los años, le supliqué a papá
que te encontrara. Un día me dijo que te habías mudado a otra
ciudad y que vivías con una buena familia. Quería creer eso.
Ahora entiendo que no era apto para adoptar un niño. Él
mintió para proteger a los que tenía. A pesar de no llevarte a casa,
te siguió la pista. Papá era un buen tipo, simplemente estaba muy
abrumado por la pena.
Dios debe haber tenido un mejor plan para nuestra niña,
porque regresaste a nuestras vidas en el momento perfecto.
Un ángel.
Te envió una vez como una promesa.
Te envió de nuevo como un regalo.
Destino. Casualidad. Karma.
Lo que sea que fuera, estabas de regreso y eras nuestra.
Prácticamente entregada justo a nuestros pies cuando saliste de la
oficina de la doctora Cohen aquel día. Fue mágico, Casey. Torin
sintió la conexión. Yo sentí la conexión. Fue confirmado cuando
hice que mi detective privado investigara quién eras, y que eras, de
hecho, nuestra. Dos semanas después, le pagué a Guy y te subiste
a mi auto.
Viniste a casa.
El pastor Joe solía hablar sobre el plan de Dios. Todo pasa por
una razón. La vida es una serie de pruebas que te presenta el Señor.
Papá nunca lo creyó. Podía verlo en sus ojos. Él pensaba que era
una excusa. Pero yo sí creía. Creía que era más que una excusa.
Más que una razón para explicar lo malo. Dios nos está vigilando y
nos está probando. Está fortaleciendo nuestros corazones.
Esto no es un juego.
Es un plan.
Odio que mi parte del plan esté terminando. Solo fui una
herramienta en la ejecución de dicho plan. Sin embargo, no puedo
decir que haría algo diferente. Los preciosos momentos que he
tenido contigo no han tenido precio. Un regalo de despedida
perfecto.
Papá no era un mal hombre. Solo estaba abatido.

227 Lo siento por tu madre. Ella es horrible y si alguna vez viene,


no confíes en ella. Pero estoy agradecido de que te entregara así
nosotros pudimos tenerte. Llámame bastardo egoísta, pero es la
verdad. No me disculparé por ese sentimiento.
Cuando me haya ido, espero que vivas la vida que siempre
quisiste vivir.
Espero que ames a mi hermano como los dos lo hicimos en el
momento en que pusimos los ojos en ti en ese nevoso día de Navidad
en la guardería de la iglesia.
Si por alguna razón crees que tu vida te espera más allá de
esta casa sin ventanas, lo respetaré. El hogar, el dinero, la
compañía, y los derechos del petróleo y el gas son todos mitad
tuyos. Se encargarán de ti hasta el día de tu muerte.
Hasta que nos encontremos.
De nuevo.
Sucedió una vez antes y sucederá una vez más.
Y te estaré esperando con los brazos abiertos, cariño.
Te amo, siempre.
Tyler

228
EPÍLOGO
Torin
Siete años después…

Los observo desde mi cómodo sillón reclinable en nuestra sala de


estar a través de las gigantes ventanas mientras trabajan en el patio.
Nuestra casa tiene más ventanas que cualquier casa que alguna vez he
visto. Mi esposa la diseñó de esa manera. El orgullo surge a través de mí.
Miaaauuuu.
Misty levanta la cabeza y mira fijamente por la ventana también. Los
gatos ahora tienen una puerta para gatos para que puedan entrar y salir
fácilmente. Saber que tiene un escape rápido ha hecho maravillas por el
TEPT de mi gata. Froto mi pulgar sobre el lugar en su espalda donde ya
no le crece pelaje después de que se quemara.
Su ronroneo me tranquiliza.
Mis caricias la tranquilizan.
Casey arranca algo de una vid y lo sostiene para que nuestro hijo lo
vea. Él está poniéndose tan grande. Se parece a su tío Tyler. Mi pecho se
expande cada vez que lo miro. La boca de Casey se mueve mientras le
explica algo. Él asiente; su expresión es seria mientras escucha.
—Papi.
229
La pequeña que duerme en mi pecho se mueve. Al igual que a mis
gatos, le acaricio el cabello. Es suave como el de un gatito. Ella es
diferente a su hermano. Siento mucho de mí en ella. Solo tiene tres años,
y estamos empezando a ver signos de que puede ser autista. Mi hija
prefiere estar sola. Odia que la abracen y colapsa por completo si la
fuerzas a ello. A menudo, repite sus palabras una y otra vez. El contacto
visual es raro. Y las emociones no son lo suyo.
En el exterior.
Lo que la gente no ve es a la persona que está dentro.
Veo la admiración que tiene en sus ojos a veces cuando ve a los
gatos. Noto cómo murmura el nombre de su madre una y otra vez cuando
está molesta. Me doy cuenta de que solo porque no le gusta que la
abracen no significa que no pueda encontrar formas de conectarse.
Las siestas las pasa en mi pecho. Adora que su cabello sea
acariciado.
El iPad ha sido cargado con aplicaciones para ayudarla a
comunicarse. Glenn dice que mejorará a medida que crezca y pueda leer.
Su hermano es paciente y amable con ella. Y a pesar de que no lo
honra con una sonrisa, el amor se refleja en ella para él. Ella lo observa
jugar y hacer sus deberes. Sus ojos rastrean sus movimientos mientras
alimenta a los caballos y se preocupa por los gatos. La chica adora a su
hermano.
Justo como yo adoré al mío.
Mi hija me agarra la camisa y se retuerce contra mí. Se está
acercando la hora de la cena. Sé que Casey cortará su comida en tamaños
precisos y la arreglará de cierta forma en su plato para que no se enfade.
Mi Casey es una buena madre.
Ella es buena por dentro. A diferencia de esa madre de mierda suya.
Casey es la calma para mi caos. Un arcoíris después de mi tormenta.
Yo la respirolamopruebotocohuelosientonecesito.
Como si pudiera sentir las emociones cayendo a través de mí como
hierbas en el desierto en un ventoso día de primavera, se da vuelta,
haciendo sombra sobre sus ojos azules con la mano, y me sonríe.
—Te amo. —No puedo oír las palabras, pero puedo leerlas en sus
labios. Las siento en mi alma.
Mi Casey.
Dulce, perfecta Casey.
—Papi.
230
Mi atención es robada por el querubín en mis brazos.
—Penny.
—¿Mamá? —pregunta.
Señalo afuera. Ella se da vuelta y reclina la cabeza hacia atrás.
Juntos miramos los soles en nuestro mundo oscuro.
Mi esposa y mi chico saludan.
Penny y yo no respondemos.
Pero sí digo los amo de una manera que ellos entienden.
Sonrío.
FIN

231
CARTA DEL AUTOR

Querido lector,

Espero que te hayas enamorado de estos personajes. Mi Torin, Tyler


y Casey son todos cercanos y queridos por mi corazón. La investigación
de este libro fue reveladora, desgarradora, y hermosa. Muchos conceptos
erróneos que tenía sobre lo que pensaba que sabía fueron aplastados
cuando comencé a despegar realmente las capas de los desórdenes
sacados a la luz en este libro. Me resultó triste ver a personas reales y
sus luchas por encajar. Encontré alegría cuando descubrieron la
felicidad. Me hace ver a los demás con nuevos ojos y espero que tú
también lo hagas.
Gracias por leer.
K Webster

232
PLAYLIST
“Foolish Games” by Jewel
“Oh My” by Big Wreck
“Wild Horses” by Bishop Briggs
“Game of Survival” by Ruelle
“Run, Run, Run” by Tokio Hotel
“The House of the Rising Sun” by The Animals
“Stubborn Love” by The Lumineers
“Where is My Mind?” by Pixies
“Mess is Mine” by Vance Joy
“Way Down We Go” by Kaleo
“Hallelujah” by Jeff Buckley
“Vermillion Pt. 2” by Slipknot
“Madness” by Ruelle
“Crown of Thorns” by Mother Love Bone
“Paper Planes” by M.I.A.
“I Really Want You To Hate Me” by Meg Myers
“Not Afraid Anymore” by Halsey
“The Monster” by Eminem

233 “Are You Alone Now?” by Dead Sea Empire


“Obsession (Cover)” by Golden State
“I Will Possess Your Heart” by Death Cab for Cutie
“Stand By Me” by Ki: Theory
“What’s Up?” by 4 Non Blondes
“Motel” by Meg Myers
“Madness” by Muse
“Mad World (feat. Gary Jules)” by Michael Andrews
“War Baby” by Big Wreck
“Unsteady” by X Ambassadors
“Fix You” by Coldplay
“Make A Shadow” by Meg Myers
“No One’s Gonna Love You” by Band of Horses
“Don’t Walk Away” by The Mayfield Four
“The Funeral” by Band of Horses
“Beast of Burden” by The Rolling Stones
“Glycerine” by Bush
“Tuesday’s Gone” by Lynyrd Skynyrd
“Thunder” by Imagine Dragons
“Fade Into You” by Mazzy Star
“Mr. Jones” by Counting Crows
“What A Wonderful World” by Louis Armstrong
“Where Did You Sleep Last Night” by Nirvana
“Dust in the Wind” by Kansas
“Cocaine” by Eric Clapton
“All Apologies” by Nirvana
“Sunshine Of Your Love” by Cream
“Halah” by Mazzy Star

234
SOBRE LA AUTORA

Es la autora de docenas de libros


románticos en muchos géneros diferentes,
incluyendo romance contemporáneo,
romance histórico, romance paranormal y
romance erótico. Cuando no está pasando
tiempo con su esposo, con el que lleva
casada doce años, y sus dos adorables
hijos, participa activamente en las redes
sociales y se conecta con sus lectores.
Sus otras pasiones además de escribir
incluyen la lectura y el diseño gráfico. A K
siempre se le puede encontrar frente a su
computadora persiguiendo su próxima idea
y tomando cartas en el asunto. Espera el
día en que vea uno de sus títulos en la
pantalla grande.
¡Puedes encontrar fácilmente K
Webster en Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest y Goodreads!

235
236

Вам также может понравиться