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“Querer ser libre.
Querer ser yo.
Tratar de hacer que la gente vea.
Y acepte el verdadero yo”.
~ Scott Lentine ~
3
INDICE
Índice 18
Sinopsis 19
1 20
2 21
3 22
4 23
5 24
6 25
7 26
8 27
9 28
10 29
4
11 30
12 31
13 32
14 33
15 Epilogo
16 Autora
17
SINOPSIS
5
NOTA DEL AUTOR
Querido lector,
Hay mucha investigación detrás de este libro. Los personajes en esta
historia son la mezcla perfecta de mis hallazgos durante una extensa
investigación y horas de observar documentales, así como, mi propio giro
creativo. Una cosa que aprendí mientras escribía este libro es que cada
persona es única. No hay dos personas iguales. Y esa es la belleza de las
personas. Ser diferente es asombroso. Aprovechen a esos que no son
como ustedes, porque todos tienen algo que ofrecer.
Espero que disfruten de la lectura.
K Webster
6
PRIMERA PARTE
7
PRÓLOGO
Phillip
Iglesia Freedom Mountain - 25 de diciembre de 1999
El pastor Joe habla sobre el plan de Dios. Todo sucede por una
razón. La vida es una serie de pruebas presentadas por el Señor. Tal vez
hace cinco años, me habría tragado toda esta excusa. Pero no lo hago.
Porque es solo eso, una excusa. Una razón para explicar lo malo. Dios no
nos está vigilando y probándonos. Él está jugando con nuestros
corazones.
Un grito interrumpe el servicio y varios miembros de la iglesia me
miran. Como diácono y miembro de largo tiempo, se esperan ciertas cosas
de mí. ¿Y esto? Esta es una de esas cosas de las que me debo ocupar.
Normalmente, me estaría levantando con gran pesar y un suspiro
saliendo de mis labios. Este domingo por la noche, estoy ansioso.
Quiero escabullirme.
Escapar.
Demostrarle a Dios que no me gusta su plan y que yo dictaré el mío.
Me disculpo bajito y esquivo a varias mujeres que se sientan
convenientemente cerca de mí todos los domingos. Como si estuviera
buscando presas. Maggie solo ha estado muerta un año. Probablemente
8 nunca vuelva a estar al acecho. El plan de Dios era casarme con ella. Y
no importa cuántas escrituras lea, no puedo entender por qué.
Otro chillido me hace acelerar el paso.
Salgo corriendo del santuario hacia el vestíbulo. Estoy a punto de
dirigirme hacia las oficinas y guardería de la iglesia cuando el sonido me
llama desde mi izquierda. Apena fuera de las puertas. Con un gesto de
confusión, salgo.
Esta noche está nevando; apropiado porque es Navidad. Para mí, es
un recordatorio de que necesito conducir con cuidado más tarde. Llevaré
una carga preciosa a cuestas. Helados copos de nieve golpean mi rostro
cuando una ráfaga de viento se arremolina a mi alrededor. Como no tomé
mi abrigo, tiemblo con mi chaleco rojo brillante de Navidad y mi camisa
de vestir blanca. Escaneo el lado de la iglesia y el estacionamiento repleto
de autos. La mayoría de estas personas solo viene una vez al año. Como
si el nacimiento de Jesús fuera un evento trascendental, pero los otros
trescientos sesenta y cuatro días carecieran de importancia. El próximo
domingo, será negocios como de costumbre con la congregación normal
de más de doscientos.
Los chillidos se reanudan y miro estupefacto a la escena del
nacimiento fuera de la iglesia. Quedo congelado, como si el aire frío ya
hubiera llegado a mí, y no me muevo ni un centímetro hasta que veo
movimiento.
Una mano.
Pequeña y feroz.
Balanceándose.
Ve.
La voz en la parte posterior de mi cabeza se parece tanto a la de
Maggie que casi colapso. Mis rodillas tiemblan y me duele el corazón, pero
empiezo a avanzar.
Un bebé.
Hay un bebé, real y vivo, acostado en el pesebre.
Increíble.
Sacudo mi aturdimiento y me apresuro hacia el nacimiento. Cuando
caigo de rodillas en la nieve que ahora cubre la tierra con un par de
centímetros de grosor, mi corazón amenaza con abrirse de par en par.
Dentro del pesebre hay un bebé temblando incontrolablemente por el frío.
El bebé está envuelto en una manta raída. Un pequeño puño azulado se
agita en el aire como si el niño también quisiera saber cuál es el plan de
9 Dios que lo llevó a ser abandonado en la nieve frente a una iglesia. Hay
una nota debajo de una bolsa de sándwich llena de centavos que
revolotea con el viento.
Tiro de la nota y leo la escritura toscamente garabateada.
Su nombre es Casey.
Está enferma.
Esto es todo lo que tengo.
Por favor cuídenla porque yo no puedo.
Las náuseas revuelven mi vientre y casi vomito el festín que tuvimos
antes en la sala de la hermandad. ¿Qué tipo de monstruo enfermo deja a
un niño así? Rápidamente, jalo del bebé a mis brazos para tratar de
calentarlo. Se sacude violentamente. Me levanto y me apresuro hacia el
edificio, todo el tiempo mientras el bebé grazna en mis brazos. Tan pronto
como llego dentro, lejos del frío que te congela los huesos, aparto la
manta para mirar al bebé correctamente.
Deja de gemir y me mira.
Ojos azul pálido.
Conmovedores.
Tristes.
Tanta vida en la expresión de un pequeño.
Trago la emoción y los pensamientos pidiéndome que reclame este
bebé como mío. Si Maggie estuviera aquí, ya estaría hablando por teléfono
tratando de averiguar cómo podríamos adoptar a la niña. El dolor me
atraviesa.
Maggie no está aquí.
Maggie se ha ido.
Ella siempre fue la mitad más fuerte. Sin ella, soy el fantasma de
una persona. Ciertamente, no lo suficientemente fuerte para esto
también. Apenas puedo arreglarme con lo que tengo.
—Lo siento, pequeña. —La abrazo y atravieso las puertas del
santuario—. Joe, llama al novecientos once. Encontré un bebé.
La bebé comienza a llorar nuevamente y me niego a mirarla a los
ojos otra vez.
La pequeña Casey.
Ella irá a un hogar. Un hogar amoroso. Con dos padres devotos. Los
bebés son adoptados todos los días y ella no será diferente.
10 Simplemente no será por mí.
Porque no tengo a mi Maggie.
Y sin ella, esta niña nunca tendría lo que se merece.
Se merece algo más que el abandono de una madre no apta. Se
merece más que un viudo que está enfermo e infectado por el dolor y la
depresión. Se merece vida, justo como esa que parpadeaba en sus ojos.
Ella se merece más.
Y la enviaré de regreso al mundo donde alguien más pueda dárselo.
UNO
Casey
Presente
19
DOS
Tyler
Me he rebajado a un nuevo nivel.
Le pagué a un hombre veinte mil dólares en efectivo para que me
permitiera llevarme a su hija de crianza. Esperaba resistencia o un
cambio de idea. No esperaba entregar el dinero y que diez minutos más
tarde la tuviera en mi auto mientras recorremos la ciudad. Él quiso mi
nombre y mi dirección como su única condición. Con mucho gusto se los
di, junto con el dinero, porque nada más importaba.
Nada más que ella.
Le habría dado todo.
Todo lo que tenía que hacer era pedir.
Mierda.
Esta mierda es ilegal como el infierno.
Tengo treinta y dos años. Ciertamente no soy quien para llevarme a
una adolescente.
Pero tengo mis razones. Son buenas razones. Tienen sentido. Solo
tengo que avanzar con cuidado. Un paso en la dirección incorrecta podría
hacer que todo se estrellara a mi alrededor.
Smack. Smack. Smack.
20 Ella mastica el chicle como si no supiera qué más hacer. Y con un
fuerte agarre se aferra a su mochila raída. Está rota, manchada y quiero
reemplazarla. Quiero darle todo.
Porque necesito todo de ella.
—¿Tienes hambre? —pregunto, lanzando mis ojos a su rostro.
Ella se tensa.
—Sí.
—¿Qué quieres?
Lentamente, su cabeza se dirige hacia mí. Me alegro de que estamos
parados en un semáforo porque puedo inspeccionar correctamente su
rostro. Todavía estoy tratando de entender qué sucede con ella que
atraviesa la oscuridad e incorpora luz. Sus grandes ojos azules
parpadean inocentemente hacia mí. Es tan jodidamente pequeña. Sus
ropas tragan su cuerpo. Su gorro de media llega hasta su ceño, pero a
pesar de toda la ropa, tiene frío. Su nariz está rosa y se estremece.
Me estiro y enciendo la calefacción a pesar del hecho de que estoy
sudando la gota gorda. Estoy en territorio desconocido aquí. Todos los
días hago negocios y amortiguo el futuro de mi familia. ¿Pero esto? Esto,
no lo entiendo.
Hay mucho sobre este mundo, sobre las personas, que no entiendo.
Es algo que simplemente he llegado a aceptar.
—¿Carne? —pregunto.
—No lo sé... —Mira por la ventana y se encoge de hombros—.
¿Quieres la honesta verdad?
Sonrío.
—La honesta verdad.
Su cabeza se vuelve hacia mí y sus fríos ojos azules se clavan en mí.
—Nunca la he probado.
Estoy a punto de reírme de su broma cuando me doy cuenta de que
no es una broma. Esta pobre niña sin amor nunca ha probado algo que
yo doy por hecho. Una de mis comidas favoritas. Enciendo mi
intermitente y me dirijo a uno de los mejores restaurantes de carnes de
la ciudad.
—El Cerdo Boquiabierto —dice mientras lee el letrero—. Suena
apetitoso.
Una risa se me escapa esta vez.
—Es la mejor comida que probarás jamás.
26
TRES
Casey
Me gusta Tyler. Él siempre está sonriendo y llega a sus ojos. Detrás
de las sonrisas, sin embargo, alberga una tristeza que se filtra hasta la
médula de mis huesos. No lo conozco lo suficiente como para preguntarle
sobre eso, pero no puedo dejar de preguntarme.
Cuando menciona a Torin, todo su comportamiento cambia.
Orgulloso pero a la defensiva. Me hace preguntarme qué es lo que está
mal con Torin. He estado alrededor de algunos niños con problemas
mentales a través de los años mientras rebotaba a través del sistema, por
lo que no es nuevo para mí. Quizás, él profundizará pronto. Hasta
entonces, voy a disfrutar de mi tiempo en este elegante asador donde no
encajo, sentada frente a un hombre que sería perfecto para mí si
estuviera al otro lado de mi vida. El lado feliz. El lado que sucede el día
que cumpla dieciocho.
—Tomaré un poco de kétchup, por favor —le digo al camarero.
Los ojos del hombre se abren con horror.
Tyler se ríe.
—Traiga un poco de kétchup —le dice al hombre. Tan pronto como
él se ha ido, se acerca y señala mi bistec—. No necesitarás kétchup.
Confía en mí.
27 Levanto una ceja mientras corto la carne sangrienta. Huele bien. En
mis casi dieciocho años, nunca he probado nada como esto. Lo más
elegante fue cuando Guy hizo una receta de carne asada a fuego lento
que le dio una de las mamás en la clínica.
Mientras llevo el bocado de carne a mi boca, Tyler observa con
expectación. Quiere que me guste. Dios, espero que me guste. Lo meto
en mi boca y una sabrosa explosión me asalta de la mejor manera posible.
Un gemido se me escapa mientras mastico con avidez y luego trago.
—¿Buen material?
—El mejor —estoy de acuerdo.
—¿Todavía quieres untarlo en kétchup?
—Mierda, no.
Se ríe y decido en ese momento que me gustan sus risas. Cada
adulto en mi vida ha estado irritado y molesto conmigo. Nunca se
tomaron el tiempo para conocerme o entenderme. Nadie me preguntó qué
quería ni se preocupó por mis pensamientos.
Excepto Tyler.
Él parece anhelar mi felicidad.
No lo entiendo.
Mientras comemos, reflexiono si hay otras razones por las que
quisiera una chica como yo. Podría estar mintiendo sobre el tráfico sexual
o la venta de órganos en el mercado negro. O bien, podría estar diciendo
la verdad. ¿Qué pasaba si era más simple que eso? ¿Quiere tener sexo
conmigo? Por mucho que quiera negarme a esa noción, no niego que sea
agradable. No es que alguna vez haya tenido sexo o que alguien tan
apuesto y exitoso siquiera se haya preocupado por alguien como yo.
—Cuéntame sobre ti, Casey.
Mastico mi bistec. Hay mucho sobre mí. Amo leer. Los libros de
acertijos son mi indulgencia secreta. La música calma mi alma. Amo el
calor. Odio la nieve. Las vacaciones son lo peor porque soy burlada con
todo lo que nunca he tenido. Inglés es mi peor asignatura porque las
historias son aburridas, prefiero el sexo, la sangre y la violencia en mis
libros. Las matemáticas son mi mejor asignatura. Los números tienen
sentido en mi cabeza. Siempre quise una mascota, pero nunca me fue
permitida una en ninguno de mis hogares.
Pero no le cuento nada de esto.
—Me encantan los brownies cósmicos —le digo.
Sus cejas se fruncen.
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—¿Qué es un brownie cósmico?
—Es por lo que se pelean las guerras. Es sobre lo que colisionan los
universos. Es como se dice felicidad en todos los idiomas. —Le sonrío.
Él sacude la cabeza.
—¿Y dónde consigo estos brownies cósmicos? Espera —gruñe—.
¿Son brownies de marihuana?
Estallo en carcajadas, ganando una desagradable mirada del
hombre del rostro rojo.
—¡No! Se compran en la tienda de comestibles. Guy los compra a
veces, pero nunca duran. Los niños se pelean por ellos.
—Me aseguraré de que Ethel recoja algunos —me asegura.
—¿Ethel? ¿Es tu esposa? —Mi corazón se hunde. Nunca pensé que
podría tener una familia. No vi un anillo, pero eso no significa nada en
estos días.
—No estoy casado, no. Ethel es nuestra cocinera y quien cuida la
casa.
Vaya. Entonces, es rico. Otro recordatorio.
—Ya veo.
—Me dijiste una cosa, pero vi que tu mente estaba trabajando. ¿Esos
pensamientos eligieron no salir o te gusta darle a la gente bocados de ti
misma? —pregunta, sus ojos se entrecierran como si estuviera tratando
de entenderme.
Buena suerte con eso.
Apenas me entiendo yo misma.
—Le digo a la gente lo que generalmente quieren oír —admito.
Sus labios se juntan y me lanza una mirada feroz.
—Casey, voy a necesitar que me cuentes todo.
Bueno entonces.
—Esto es raro —me quejo cuando toco una prenda sedosa con las
yemas de los dedos.
—¿Que te compre ropa?
Asiento pero no lo miro. Cenar fue divertido y relajante. Ahora, la
29 expectativa cacarea en el aire. No sé lo que se supone que debo hacer o
cómo se supone que debo comportarme. La vendedora me sigue dando
miradas desdeñosas. Cuando Tyler le hace preguntas, ella se ilumina. Él
es tan agradable que ni siquiera la nota.
—¿Tienen algo cómodo aquí? —pregunto después de unos minutos.
Se acerca a mí y comprende mientras mira alrededor de nosotros.
—Ah, este no es realmente tu estilo, ¿verdad?
—Nop.
—Perdóname —resopló—. No sé mucho sobre mujeres.
Mis mejillas se calientan ante su insinuación de que soy una mujer.
Me han llamado de todo menos mujer. Niño. Niña. Imbécil. Nunca mujer.
—Vi un lugar al entrar —murmuro mientras salgo apurada de la
costosa tienda.
Él fácilmente me sigue el ritmo con sus largas piernas. Encuentro
un lugar en el centro comercial del que los chicos de la escuela siempre
hablaban, que abastece a las personas como yo. La música rock resuena
desde adentro y las paredes están pintadas de negro. Camisetas de
conciertos y sudaderas con capucha se alinean en los muros. Un tipo con
dos perforaciones labiales y un tatuaje en el pómulo que dice armonía
camina hacia nosotros.
—¿Puedo ayudarles a encontrar algo?
—Ella quiere algo cálido —ofrece Tyler detrás de mí.
Hago un gesto con la cabeza.
—Yo me las puedo arreglar. Gracias.
—Si tú o tu padre necesitan algo, háganmelo saber.
El calor me quema la garganta porque no tengo padre. No tengo a
nadie. Tyler no discute que no soy de él y, por un momento, estoy
agradecida. Mientras compramos, finjo por un momento que soy suya.
—¿Se acerca el invierno? —pregunta mientras sostiene una
sudadera de Jon Snow3.
—No me lo recuerdes —replico con una sonrisa. Siento el interior de
cada sudadera hasta que encuentro una que tiene un forro polar suave—
. Quiero esta.
Levanta la pila hasta que encuentra una pequeña y la sostiene.
—Esta parece como que te quedará.
—Está bien —digo—. Todo listo.
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Tyler me mira como si hubiera perdido la cabeza.
—Eso es una cosa. No.
Ante eso, me río.
—Está bien, papá.
Él le hace señas al vendedor.
—Quiero una de cada estilo en tamaño pequeño con este forro.
El tipo lo mira boquiabierto.
—Probablemente tengamos al menos veinte con ese forro.
3 Jon Snow: Es un personaje ficticio de la saga de libros Canción de Hielo y Fuego del
escritor estadounidense George R. R. Martin y de su correspondiente adaptación
televisiva, Juego de Tronos.
—Las quiero. ¿Puedes indicarme más cosas cálidas? —pregunta
Tyler.
—Sí, por aquí.
Tyler y yo revisamos todos los calcetines divertidos. Todos de
diferentes colores y estilos. La mayoría son hasta la rodilla, lo cual me
encanta porque serán más calientes. Entonces, nos movemos a los
pijamas tipo mameluco que son simplemente ridículos, pero que me
encantan de todas formas. Incluso encontramos algunos pantalones de
pijama mullidos. El chico nos muestra los vaqueros que tienen y me las
arreglo para elegir algunos pares que realmente me quedan. Para cuando
terminamos, estoy preocupada por el total.
—Casey, ¿puedes ir allí y comprar algunos caramelos Fireball de esa
tienda? Terminaré en un minuto. Siéntete libre de elegir algunas cosas
para ti.
Sé que me está espantando para que no escuche el total.
Francamente, no quiero escucharlo. Agarro los billetes de veinte de su
mano, los meto en el bolsillo de mi sudadera, y salgo de la tienda. La
tienda de dulces se ve encantadora y quiero comprar todo en ella.
Obedientemente, tomo un saco y lo lleno de Fireballs envueltos. Una vez
que lo he atado, agarro otra bolsa. Empiezo a llenarla con Skittles
tropicales cuando siento que alguien me está mirando.
—La suma aumenta rápidamente. Tal vez deberías reducir la
velocidad —dice el viejo detrás del mostrador.
Calculo mentalmente el costo por gramo y sé que Tyler me dio un
montón de efectivo para cubrir el costo. Ignorándolo, continúo llenando
la bolsa con Skittles Tropicales.
31 —Señorita —interrumpe el anciano.
La lleno tanto como es posible y aun así puedo atarla. Pongo esa
bolsa al lado de las Fireballs y me muevo hacia los cereales con chocolate.
—Señorita —espeta de nuevo—. Tendré que pedirle que se vaya.
Lo miro con furia.
—¿Por qué?
—Porque solo está jugando con los dulces. Esta tienda es para
clientes que pueden pagar lo que están comprando. Puedo asegurarle
que…
—Supongo que esto me va a costar unos treinta y ocho dólares —
digo entre dientes apretados mientras ato la última bolsa y comienzo a
colocarlos en la balanza entre nosotros. Golpeo los dos billetes de veinte
en el mostrador.
Él me ignora y teclea. Parece complacerlo cuando el total suma
treinta y nueve en cambio.
—Más impuestos serán cuarenta y uno con cuarenta y tres.
Estoy a punto de decirle que devolveré las bolas de chocolate cuando
alguien golpea dos dólares más. Le disparo a Tyler una mirada de
agradecimiento. El viejo endereza su espalda y rápidamente nos cobra
sin decir una palabra más. Tomo el cambio mientras Tyler levanta las
cuatro bolsas gigantes a sus pies. Él hace un gesto con la cabeza para
que me vaya.
Frunciendo el ceño, agarro los dulces y comienzo a ir hacia la puerta.
—Confío en que nunca volverá a tratar a sus clientes de esa manera
o compraré esta maldita tienda solo para poder despedirle —le sisea
Tyler.
Nunca había sonreído tanto en mi vida.
34
CUATRO
Tyler
Su expresión está en blanco, pero sus ojos azules parpadean con
miedo. Lanza su mirada rápidamente alrededor de la habitación. Cuando
sus ojos aterrizan en las cortinas, arruga la nariz.
—Hay una justo allí —dice, dejando escapar un suspiro de alivio—.
De verdad me engañaste por un momento.
Me acerco a las cortinas y las aparto hacia un lado. Los paneles de
madera se alinean en esta pared, una de las partes únicas de esta casa,
y detrás de la cortina no es diferente.
—¿Por qué esta casa no tiene ventanas? —Su voz es pequeña.
Aterrorizada. Temblorosa.
Quiero acercarme a ella y estrecharla en mis brazos. Quiero
prometerle que está a salvo.
—Esta casa fue construida en los años treinta. La hija del dueño
sufría una enfermedad. Antes de la tecnología, pensaban que era alérgica
al sol. Él construyó esta casa sin ventanas para que ella pudiera vagar
libremente. No había temor de que se expusiera a los rayos dañinos.
Ella gime.
—Esto acaba de ponerse mil veces más espeluznante, Ty.
Mi corazón se dispara. Ty. Mamá solía llamarme Ty. La repentina
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punzada de amor ondula a través de mí como un maremoto.
—Esa ni siquiera es la parte espeluznante, cariño.
Su ceño se arquea.
—Tal vez deberías llevarme a casa.
—¿A Guy? No. Tu casa está aquí ahora. —Mi voz es intensa. No es
mi intención sonar duro, pero ahora que está parada en nuestra sala de
estar, ella encaja. Puedo verlo. Él lo verá.
—Sabía que había una trampa —sisea, dando un paso atrás.
Me pellizco el puente de la nariz y cierro los ojos.
—No hay trampa. —La fijo con una mirada—. Es solo un hogar
extraño con personas extrañas. Pero te juro por cada dios que hay que te
cuidaré. No te va a faltar nada, Casey. Nada. Nadie te lastimará. Me
aseguraré de que estés a salvo.
La desconfianza baila en sus ojos, pero asiente.
—Oki doki. ¿Cuál es un factor escalofriante número dos? Estoy lista.
¿Un sótano lleno de ratas?
Me río cuando corro mi palma sobre el panel en la pared. Mis dedos
se hunden en un surco de dos centímetros y medio, y una corriente de
aire frío los baña.
—¿Ves esto?
Ella se acerca e imita mi acción. Luego se inclina hacia adelante y
echa un vistazo.
—Tyler, ¿qué demonios hay allí?
Con ella tan cerca, oliendo tan dulce y perfecta, quiero atraerla a mis
brazos e inhalar su cabello. Abrazarla y contarle historias de mi pasado.
Rogarle cosas de su futuro. En cambio, aprieto los dientes.
—Tyler —pregunta, girando la cabeza para mirarme—. ¿Qué es esto?
Dejo que mis dedos rocen los de ella antes de apartarlos. El contacto
humano es algo que no me di cuenta que estaba ansiando tan
vehementemente. Voy a necesitar refrenar eso realmente rápido.
—Pasadizos ocultos. Van por toda la casa.
—Mierda —susurra—. ¿Por qué?
—El dueño anterior... era rico y tenía que entretener a clientes
pero... —Mi corazón se hunde. Había visto fotos de la pobre niña—. La
condición de la piel de su hija era difícil de mirar y estaba avergonzada.
La pobre niña era sociable, pero estaba aterrorizada de ser vista. Esos
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pasillos le permitían moverse por la casa y hablar con la gente sin miedo
a la humillación.
Casey parpadea hacia mí, mientras sus ojos azules se llenan de
lágrimas.
—Eso es tan triste.
—Todo sobre esta casa es triste —digo con dientes apretados, la
amargura me ataca rápidamente y me infecta con su disgusto.
—Estoy cansada —dice.
—Vamos. Te mostraré tu habitación.
—Tu habitación —me recuerda.
Me río mientras tomo su mano fría en la mía. Ella no se aparta, lo
que hace que mi corazón truene. La guío a través de la enorme finca de
mil trescientos metros cuadrados hacia mi dormitorio. No he tenido la
oportunidad de hacer los arreglos para hacerlo más cómodo para una
mujer joven, pero tendrá que funcionar por esta noche. Una vez dentro,
estoy agradecido de ver que Ronnie ya encendió el fuego y ha mudado
mis cosas por el mensaje de texto que le envié más temprano. Casey chilla
y corre hacia la chimenea.
—Esto es enorme —exclama mientras cae de rodillas sobre la lujosa
alfombra frente a ella—. Estoy enamorada.
Le sonrío enormemente. Verla aquí, tan viva y receptiva, me llena de
esperanza. La alegría irradia de ella, envolviendo el área con su luz.
Utilizándola como una antorcha, quiero llevarla por toda la casa e
iluminar cada parte oscura de mi mundo. Quiero llenarlo hasta el tope
con ella.
Sabía que era perfecta.
Él también lo sabía.
—El baño está allí. Por favor, siéntete como en casa. Enviaré a Ethel
con algunos bocadillos. Ronnie subirá más tarde con tus cosas.
Cualquier otra cosa que necesites, solo envíame un mensaje de texto.
Mañana por la mañana, tendremos un desayuno familiar.
Ella se pone tensa y quiero estrangularme por llamarlo desayuno
familiar. Ahora que la tenemos, me resultará difícil ir despacio. Voy a
querer pintarla en cada superficie de nuestro mundo. Seguros como la
mierda necesitamos el color en nuestras vidas.
—Casey... —Trago la emoción y me froto el rostro con la palma de la
mano—. Gracias.
Sus labios rosados se separan mientras me mira confusa.
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—¿Por qué? Todo lo que hice hasta ahora es aceptar regalo tras
regalo de ti. ¿Qué te he dado yo?
A ti.
Nos diste a ti.
—Gracias por hacer el intento —digo en cambio.
Ella asiente.
—Podrías cambiar de opinión sobre mí.
Nunca.
Jodidamente nunca.
—Lo dudo, cariño.
Sus mejillas se ponen rosadas, muy probablemente por el calor del
fuego.
—Nos vemos en la mañana.
Cuando me voy, siento a Torin. Él está observando. Él siempre está
observando.
Debería advertirle.
Pero no lo hago.
40
CINCO
Casey
—Señorita —canturrea una mujer mayor—. El desayuno se servirá
pronto. Mi nombre es Ethel si necesita algo.
Gimo y giro hacia la voz. La luz fluye desde donde mira a través de
la abertura de la puerta de la habitación. Anoche, cuando apagué todas
las luces, me asusté por lo oscuro que estaba todo.
Ninguna ventana.
Me quedé en una casa sin ventanas y sobreviví.
—Oh —hablo con voz ronca—. Bajaré en un minuto.
Ella asiente antes de desaparecer. Rápidamente, salgo de la cama y
enciendo las luces. Mi mochila ha sido vaciada, lo que me deja un ligero
malestar. Pero una vez que abro el primer cajón de la cómoda en la
habitación, estoy agradecida al descubrir que todas mis cosas están bien
metidas dentro.
¿Quién hizo esto y cuándo?
Un escalofrío me recorre. A pesar de tener una chimenea encendida,
esta casa en sí misma me da escalofríos. Busco algunas de mis prendas
habituales, pero opto por una de las nuevas sudaderas que Tyler me
compró. Mi ritmo cardíaco se acelera con expectación de verlo esta
mañana. Anoche, él me asustó un poco pero luego nada sucedió. Sigo
41 esperando algo malo, pero no llega.
Todavía.
Aparto ese pensamiento mientras tomo una ducha rápida. Retuerzo
mi cabello en un moño desordenado y mojado y me pongo la capucha
para mantenerme caliente hasta que pueda secarlo. Me abstengo del
maquillaje, aunque una parte de mí se pregunta si debería detenerme y
arreglarme para Tyler.
Ante ese pensamiento, pongo los ojos en blanco. Él es mucho más
viejo y está muy fuera de mi alcance. Simplemente soy una invitada.
Todavía no sé todas las razones, pero el sexo parece muy lejos en la lista;
ni siquiera estoy segura si está en la lista.
Salgo de la habitación e intento recordar el camino de regreso a la
sala de estar. La casa es enorme y espeluznante. Las sombras se ciernen
por todos lados. Tomo de mi bolsillo el teléfono que Tyler me dio y
compruebo la hora. Ocho y dieciséis de la mañana. Una casa no debería
ser tan oscura a las ocho y dieciséis de la mañana.
Todavía estoy mirando mi nuevo teléfono cuando un panel de la
pared se abre. Grito con sorpresa cuando una persona vuela desde la
pared: Un destello negro con palabras bruscamente murmuradas y
hombros anchos. Un aroma masculino impregna su estela mucho
después de que desaparezca en las sombras.
Es entonces cuando escucho la voz de Tyler, alegre y feliz.
Sigo el sonido hasta que encuentro un comedor. En el otro extremo,
está sentado Tyler con un despliegue de platos de desayuno frente a él.
Él sostiene una taza de café humeante firmemente en su mano mientras
mira fijamente a través de la mesa. Sigo su atención al mismo hombre
que pasó volando a mi lado hace unos momentos. Mientras que Tyler está
relajado y sonriendo, los hombros del otro hombre están rígidos. Está
usando una sudadera con capucha sin mangas, y también tiene puesta
la capucha en la cabeza como yo. Eso inmediatamente me hace sonreír.
—Hola, Tyler —saludo con un gesto.
Su atención se enfoca en mí y sonríe. Ojos marrones como chocolate
derretido brillan con adoración. No puedo evitar sentirme más alta y más
fuerte bajo su mirada.
—Buenos días, Casey.
—Casey-Casey —dice entre dientes una voz profunda, casi de forma
robótica.
Intento atrapar la mirada del hombre, pero está escondido detrás de
su capucha y su cabeza está inclinada mientras corta su gofre en
42 cuadrados precisos.
—Torin —dice Tyler lentamente, su voz está ligeramente tensa—.
Ella es Casey. Se quedará con nosotros un tiempo.
—Casey-Casey —repite Torin, hay irritación en su tono.
Le tiendo mi mano.
—Solo Casey.
—Casey-Casey. —Sus brazos no son excesivamente voluminosos,
pero son musculosos como si ejercitara. Los músculos de sus antebrazos
se tensan y flexionan mientras continúa cortando su gofre.
Le disparo a Tyler una mirada inquisitiva. Su asentimiento es leve y
sus ojos me suplican que entienda. Supongo que entiendo. Algo está mal
con Torin. ¿Qué? No estoy segura.
—Encantada de conocerte —le digo a Torin mientras bajo la mano.
—Casey-Casey.
Bien entonces.
—Ethel traerá tu desayuno —me dice Tyler, la calidez en su voz es
genuina.
No todos los días tienes a alguien que parece feliz de verte. No
entiendo a Tyler en absoluto, pero me doy cuenta de que está agradecido
por mi presencia.
Tiro de mi silla entre ellos y me siento. Tyler comienza a hablarme
de los caballos de Torin, pero lo desconecto mientras le echo un vistazo
a su hermano. Su cabeza todavía está inclinada y sus labios se mueven
mientras dice cosas por lo bajo. Si no me equivoco, está diciendo mi
nombre una y otra vez. Me pone nerviosa.
Y, bueno, cuando me pongo nerviosa, me vuelvo inquieta.
Recojo el tenedor y distraídamente golpeo la superficie de la mesa.
Mis ojos están pegados a Torin mientras intento echarle un vistazo
furtivamente.
—Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
—Su caballo Trueno es un poco estúpido —dice Tyler, riendo—. Rayo
es un amor.
—Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
—Blanco y negro. Tan diferentes como la noche y el día.
43 —Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
—Pero se cuidan el uno al otro. Aunque al principio, no se llevaban
bien.
—Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
Mi mirada está fija en la boca de Torin. Sus labios carnosos son de
un saludable tono rosado y su rostro está ligeramente desprolijo, como si
no se hubiera afeitado en unos días. A pesar del polvo de vello allí, puedo
decir que su mandíbula es fuerte y angular. Desearía poder ver sus ojos.
—Rayo tuvo una caída. Pensábamos que se había roto la pata, pero
era solo un pequeño rasgón de su ligamento. Tomó un poco de terapia,
pero ella se curó milagrosamente. Trueno siempre fue su némesis hasta
que se lastimó. Fue durante esos tiempos que él la consoló y la protegió.
Nadie podría acercarse a Rayo sin que él se volviera loco.
—Casey-Casey.
Taptaptaptaptaptaptap.
Ethel deja un plato lleno de comida frente a mí. Dejo de golpetear el
tiempo suficiente para inhalar el delicioso aroma. Un feliz gemido se me
escapa. Mi atención es robada de Torin mientras mi boca se hace agua
sobre la comida que tengo delante.
—¡CASEY-CASEY!
El rugido repentino de Torin, fuerte y feroz, hace que grite de
sorpresa. Giro mi cabeza hacia él y mis ojos se conectan con sus intensos
ojos marrones. Lo recuerdo. Hace dos semanas, en la clínica, lo vi fuera.
Él me robó mi centavo.
—Torin —dice Tyler, su voz es tranquila—. Siéntate y termina tu
gofre.
—Nooooo —grita Torin mientras empuja su plato tan fuerte como
puede. El plato cruza la mesa y choca contra el plato de Tyler.
Miro a Torin, congelada en el lugar, mientras el pánico me atraviesa.
—Por favor —suplica Tyler, con la voz ahogada por la emoción.
Torin rodea la mesa y golpea su puño en uno de los paneles de las
paredes. Se abre, es una entrada al pasillo. Se desliza y lo cierra detrás
de él. Y luego, silencio.
Trago y paso mi mirada hacia Tyler. Sus cejas oscuras se enrollan
juntas y sus hombros están encorvados.
—Lo siento —susurra.
44
Miro hacia la pared.
—¿Se está escondiendo allí?
—Ya habrá recorrido la mitad de la casa.
—¿Qué hay de malo con él?
Él levanta la cabeza, mirándome con una mirada feroz.
—Nada, Casey. No hay nada de malo con él.
Junto mis labios y me concentro en cortar mi gofre. Miles de
pensamientos corren desenfrenados por mi cabeza. No digo ninguno de
ellos.
—Los doctores le dieron algunas etiquetas —admite con un
suspiro—. Pero a Torin, no puedes etiquetarlo. Es diferente, pero es
jodidamente inteligente. Puede que mi hermano no sepa cómo expresar
sus sentimientos, pero sé que siente igual, tanto como tú o yo.
Tomo un bocado de mi gofre. Mucho mejor que cualquier cosa que
Guy haya cocinado. Una vez que trago, hablo.
—No creo que yo le guste.
Tyler se encuentra con mi mirada y me da una aniñada sonrisa
torcida.
—Le gustas. —Se pasa la palma de la mano por la parte posterior
del cuello y me mira como si yo fuera un oráculo que todo lo sabe—. Él
te mira, Casey. Él jodidamente te mira.
52
SEIS
Torin
Cincuenta y cinco dólares y cincuenta y cinco centavos.
Todo en centavos.
Parpadeo, parpadeo, parpadeo ante ese número en el recibo. Es un
buen número. Un número sólido. Un número digno. El número.
Mis venas siempre vibran con una electricidad extraña que no me
pertenece.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
—¿Todo aquí? —exijo, mi voz aguda incluso en mis oídos. Estoy
mayormente impresionado porque pude sacar mi pregunta en absoluto.
Ciento once rollos.
Cinco sueltos.
Ciento trece gramos por rollo.
Dos punto cuatro nueve por moneda.
Setecientos ochenta y siete punto cincuenta y cuatro en total.
—Cada centavo —dice la cajera, el sonido de su voz recortada. Es el
53 mismo tono que Ethel usa conmigo. Todo lo que hace es hacer que desee
una voz más blanda. Una voz más suave. Una voz como la de Tyler, una
voz que me hable cuando mi cerebro elige ignorar el resto.
No le agradezco porque no quiero esta vez, no porque no pueda. Meto
mi botín en mi bolsa de lona gigante. Es pesada y gruño mientras la tiro
sobre mi hombro antes de salir del edificio sin mirar atrás. Una vez fuera,
me dirijo en línea recta hacia el auto de Tyler, donde me está esperando.
Después de empujar el pesado bolso en la parte posterior, me siento en
el asiento delantero y cierro la puerta. Me balanceo en mi asiento y mi
cuello duele por el movimiento.
Cada viernes.
Cada viernes salimos de la casa para ver a la doctora Cohen y hacer
nuestros recados.
Odio los viernes.
Buzzzzzzzzzz.
—¿Conseguiste lo que necesitabas? —pregunta.
—Casey-Casey —gruño.
Él suelta una bocanada de aire.
—Su cita es el próximo mes. Yo la llevaré. Pensé que tú y yo
podríamos ir solos hoy.
Quiero decirle que la única razón por la que me gustan los viernes
es por él. Está en la punta de mi lengua. Me hace cosquillas y me provoca
para escapar. Mis dientes se tensan. Doblo mi mano en un puño y lo
golpeo en el tablero.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Tyler guarda silencio mientras conduce el auto. La inquietud
aumenta y cae dentro de mí. Como esos juegos de carnaval que solíamos
jugar con papá, donde disparábamos agua en un objetivo y veíamos qué
tan alto podríamos hacer que subieran las ranas. Tyler siempre hacía que
su rana subiera a la cima. Yo nunca podía sacar mi rana del fondo.
—Mientras estés con la doctora Cohen hoy, necesito ir a la tienda de
la esquina. ¿Eso va a estar bien? —Su voz está tensa. Casi temblorosa.
Quiero agarrar a mi hermano por la mandíbula y sonsacarle las palabras
que está escondiendo dentro de él. Se están escondiendo profundas,
fluyendo de él como ondas en la superficie de un lago. Algo está haciendo
que el agua se mueva. Quiero saber qué.
Mis labios se contraen. Las palabras se balancean en mi lengua,
dando vueltas de aquí para allá, pero nunca caen de mi boca. ¿Por qué
54 vas a esa tienda, hermano? Dime por qué.
Buzzzzzzzzzz.
—Tomaré tu silencio como una aprobación. No tardaré mucho
tiempo.
Le doy una mirada. El sudor se acumula en su sien y su piel está
pálida. Tomo una nota mental para investigar un poco cuando llegue a
casa con mi computadora.
—Oh —dice mientras gira por la calle que nos lleva a la doctora
Cohen—. Recibí respuesta de Tucker Shaw. El sitio de Oklahoma que
hemos estado viendo finalmente está en venta. Te enviaré las
especificaciones por correo electrónico.
Sin embargo, no tiene que enviar las especificaciones por correo
electrónico. En el momento en que me envió un correo electrónico
mostrando su interés en la propiedad, investigué todo al respecto.
Archivos del terreno. Información histórica. Actividad sísmica en el área.
Todo. Es lo que hago. Es una de las pocas cosas que me hace sentir
valioso.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
Permanezco en silencio, pero quiero decirle que el sitio es una ganga.
He visto los mapas y han determinado que es un lugar perfecto para
plantar nuestras plataformas y sacar más para nuestra fortuna. A veces
desearía que mi maldita boca funcionara.
Buzzzzzzzzzz.
Tyler se detiene en un lugar del estacionamiento y aparto mi mirada
de mi regazo para lanzarla al frente del edificio. Recuerdo haber visto a
Casey inclinándose por alcanzar el mismo centavo que yo había visto.
Cerrando los ojos, intento recordar su rostro ese día. Sus cejas estaban
juntas y sus labios fruncidos. No podía encontrarle sentido a su
expresión. No puedo entender las expresiones de nadie. Pero cuando
nuestros ojos se encontraron, sentí algo dentro de mí. Quería agarrar su
mano y empujar el centavo en ella. Explicarle la historia del dinero y su
evolución. Mostrarle todas las monedas en mi colección, explicarle el
significado detrás de cada una.
En cambio, simplemente la miré fijamente.
Con mi estúpida boca cerrada con fuerza.
—Casey-Casey —refunfuño.
55 Buzzzzzzzzzz.
Tyler se acerca y me aprieta la rodilla con su mano. Una necesidad
desesperada irradia de él, pero no sé cómo llenarla. Ojalá mi cerebro se
callara durante cinco minutos y buscara una solución. Desearía que los
datos, los números y la información se calmara para que yo pudiera saber
qué es lo que hace que mi hermano esté así. Para escavar dentro de su
mente y sacar sus secretos. Tantos secretos.
—Volveré dentro de quince minutos —me asegura—. Te acompañaré
dentro.
—¡NO! —Mi voz es fuerte y aguda y lastima mis malditos oídos.
Desearía poder arrancarme la lengua para no gritar mierda, pero no
puedo. Las palabras simplemente se escapan cuando quieren y como
quieren.
Quiero decirle que estaré bien. Tengo veinticinco años. Puedo
arreglármelas caminando solo, como lo hago en el banco. En cambio,
grito de nuevo:
—¡NO!
Tyler no se encoge ni retrocede como todos los demás. Simplemente
palmea mi rodilla.
—Está bien, Torin. Regresaré antes de que termine tu sesión.
Abro la puerta y la cierro de un golpe detrás de mí. Mi cuerpo está
tenso y suplica que me vuelva para mirar a mi hermano. Pero mi cerebro
y mi cuerpo luchan uno contra el otro como siempre. Me fijo en el
concreto mientras entro al edificio. Empujo más allá de una mujer y ella
grita cuando mi cuerpo golpea el de ella, casi tirándola. Mis dedos se
contraen para alcanzarla y consolarla, pero no lo hago. Murmuro
palabras que no tienen sentido y me dejo caer en la primera silla que
encuentro en el vestíbulo.
Buzzzzzzzzzz.
La doctora Cohen dice que soy terco. Que si quiero mejorar, lo haré.
Nadie quiere mejorar más que yo. La doctora Cohen es solo una
jodida curandera.
—Torin Kline —grita la recepcionista—. Olvidaste registrarte.
Mi cuerpo finalmente deja que mi mente tome las decisiones y
sacudo la cabeza para mirar hacia afuera de la ventana, buscando a mi
hermano afuera. El auto se ha ido. Y con su ausencia, mi el corazón se
ha ido también.
—Torin Kline…
56 —¡NO! —le grito.
Una niña pequeña comienza a llorar y quiero decirle que no estaba
tratando de asustarla. Pero mi cuerpo está de nuevo perdiendo la
compostura. Me balanceo en mi silla con las manos en puños. La doctora
Cohen vendrá por mí. No tendré que registrarme.
Buzzzzzzzzzz.
Mi garganta está ronca y mis ojos pican.
He leído sobre esto.
Es dolor. Dolor interno. Tristeza. Incertidumbre. Todas las
emociones que “ellos” dicen que no puedo sentir. Las siento todas
jodidamente bien. Simplemente no saben cómo subir a la superficie.
Buzzzzzzzzzz.
Buzzzzzzzzzz.
Me aferro al único control que tengo. Apretando los ojos, vuelvo a
pensar en ayer. De nuevo a la forma en que Casey me miró con una
hermosa sonrisa en su rostro cuando vio el centavo en el asiento del
cuatriciclo.
El zumbido en mis venas se calma.
El constante dolor de los músculos tensos de mi cuello disminuye.
La opresión en mi pecho se relaja.
Te daré todos los centavos, Casey.
Te los daré todos.
57
SIETE
Casey
—Cariño, estamos en casa —grita Tyler tan pronto como se abre la
puerta de entrada.
Salgo de mi asiento en el sofá, abandonando mi libro de Dean
Koontz, y reboto hacia el sonido de su voz. Torin pasa volando a mi lado,
con una bolsa gigante levantada sobre su hombro, y casi me golpea en el
proceso. Tyler se ríe mientras agarra mi codo para evitar que me caiga.
—Has vuelto —pío, tratando de ignorar la forma en que mi brazo
hormiguea donde él tiene su agarre sobre mí.
—Justo a tiempo también —me dice con una amplia sonrisa
mientras deja caer un saco sobre el suelo cerca de la puerta—. Están de
camino para entregar tu auto.
Me había olvidado de mi auto hasta ahora. Él agarra mi mano y me
saca con él. El sol brilla en el cielo, pero es otro día frío. Ojalá hubiera
tomado algo más caliente antes de salir. Como si sintiera que tengo frío,
Tyler me envuelve en un abrazo desde atrás. Me derrito contra su robusto
pecho. El calor surgiendo a través de mí tiene menos que ver con la
temperatura y más con las hormonas. A pesar de que el abrazo es de
naturaleza platónica, no puedo evitar desear que sus palmas vaguen por
encima de mí.
—¿Qué había en la bolsa de Torin? —pregunto, girando levemente
58
para poder mirarlo.
Él me sonríe.
—No estoy seguro.
Nos miramos el uno al otro por un momento. Su cabello está
perfectamente engominado en un estilo imperfecto. Sus ojos marrones
brillan de felicidad. Sin embargo, algo parece apagado. Oscuros círculos
que son prominentes en la luz del día rodean sus ojos.
—¿No estás durmiendo bien?
Su sonrisa se desvanece y sus cejas se fruncen mientras me suelta.
—Mira —murmura mientras señala el camino. Una camioneta con
varios autos cargados aparece a lo largo del camino de entrada. Tomo
nota en este momento para preguntarle sobre eso más tarde. Hasta
entonces, voy a chillar como la adolescente que soy al ver mi auto.
—¡Oh Dios mío!
Tyler se ríe mientras se encuentra con el conductor. Intercambian
palabras y él firma algunos documentos mientras me pregunto cómo van
a bajar mi Mercedes rojo cereza AMG GT Coupe del camión.
Quiero preguntarle cuánto costó, pero me da miedo saber la
respuesta. Eso iluminará lo que sea que esté haciendo aquí, y
seguramente, se dará cuenta de que no estoy ni siquiera cerca del valor
de este auto. Si lo que quiere es que pase el tiempo con él y su hermano,
probablemente merezco un pedazo de basura como la minivan de Guy.
—Te devolveré el dinero —le digo a Tyler—. Conseguiré un trabajo
de camarera o algo así.
El conductor resopla ante mis palabras mientras comienza a
presionar botones en la parte posterior.
—Cariño, vas a tener que hacer mucho más que ser camarera si
alguna vez piensas pagarle a tu papá este cachorro. ¿Por cuánto te salió,
amigo, uno quince?
—Uno-doce —dice Tyler con dientes apretados—. Ella no es mi hija
y no me devolverá el dinero.
El hombre se ríe, profundo y gutural, por años de fumar.
—Oh, ahora lo entiendo. —Nos guiña a los dos—. Si tuviera el dinero,
apuesta tu culo, que sería el viejo forrado de alguna cosita bonita. Sin
juicio aquí. Celoso como el infierno pero sin juicio.
Mi piel se calienta y miro boquiabierta a Tyler con horror. Sus labios
59 están presionados juntos y no parece feliz en absoluto. Cuando el hombre
descarga el auto, agarro la mano de Tyler y tiro de él para llamar su
atención.
—¿Uno-doce? ¿Qué significa eso? Eso no significa lo que creo que
significa, ¿verdad?
Él me mira con una expresión suave.
—Te lo dije, cariño, lo que sea que quieras.
Mis ojos recorren todo su rostro, buscando pistas de que está
mintiendo. Demonios, solo estoy tratando de descubrir su ángulo en este
punto. Pero él me mira con anhelo. Tristeza. Desesperación. No lo
entiendo a él ni a nosotros ni a esto. Es todo tan extraño.
Y sin embargo…
No estoy pidiendo volver con Guy.
No estoy llamando a mi trabajadora social.
Estoy aceptando las llaves del conductor del camión.
Estoy saludando mientras se marcha.
Estoy mirando mi auto que cuesta más que las casas de la mayoría
de las personas.
—Tyler —pronuncio, mi voz es temblorosa—. No sé…
—Solo déjate llevar —pide a medida que pasa junto al auto.
Tyler es tan asombrosamente hermoso que todo lo que puedo hacer
es mirar fijamente. Sus pantalones gris oscuros abrazan su culo firme a
la perfección. Me hacen querer rebotar el centavo en mi bolsillo en su
trasero. Este hombre parece apropiado acercándose a un coche caro,
como si le perteneciera.
¿Yo, sin embargo?
Probablemente parezca que estoy buscando una forma de robarlo.
—¿Sabes cómo manejar una palanca? —grita por encima de su
hombro.
—No. —Cruzo los brazos sobre mi pecho y me estremezco.
—Voy a enseñarte. —Me lanza una sonrisa ardiente—. Súbete,
Casey.
61
68 Ella se ríe.
—Esto es tan extraño.
—Así es como hablo con mi hermano.
—¿Puedo hablar con él también?
Mi pecho está a punto de explotar.
—Pensé que nunca lo preguntarías.
5 Uber: es un servicio que proporciona a sus clientes una red de transporte privado, a
través de su software de aplicación móvil (app), que conecta a los pasajeros con los
conductores de vehículos registrados en su servicio.
Torin: No importa. Lo pagaremos.
Cierro los ojos y lágrimas calientes brotan de las comisuras de mis
ojos. Estoy intentando imaginar estas palabras viniendo de Torin y no
cuadran. Mi teléfono zumba de nuevo.
Torin: Maldición, Casey. Envíame la información, ahora.
Estoy mirando boquiabierta mi teléfono cuando la manija de la
puerta del baño empieza a sacudirse. Apenas lo he guardado en mi
bolsillo, lista para sacarle los ojos a Guy, cuando una figura diferente se
cierne sobre mí.
—¿Tyler? —chillo.
Sus ojos marrones son salvajes y frenéticos. El nudo en su corbata
ha sido aflojado alrededor de su garganta. Sombras se ciernen sobre sus
pómulos.
—Ahí estás —arrulla mientras se arrodilla junto a la bañera, tirando
de mí contra su pecho para un abrazo—. Lo resolví tan pronto como pude.
Me derrumbé, superada por la emoción, mientras uno de los
príncipes en mi mundo me alza en sus fuertes brazos. Me aferro
desesperadamente a él mientras sale del baño conmigo en su agarre.
Enterrando mi rostro contra su cuello, me niego a mirar a Guy. Por como
suena, Guy se salió con la suya. Me da asco.
Tan pronto como un aire frío muerde mi piel expuesta, tiemblo.
Estamos fuera de ese agujero infernal y de camino al auto de Tyler.
Finalmente alzo la cabeza para darle otro vistazo a él. Su ceño está
fruncido. Por un momento, me pregunto si se arrepiente de haber pagado
para mantenerme.
—Lo siento —grazno, mi labio inferior tambaleándose.
80
Sus ojos penetran los míos y él se detiene para ponerme de pie cerca
del auto.
—Pagaría cualquier cosa por ti, Casey. Jodidamente cualquier cosa.
—Con esas posesivas palabras, él abre la puerta del auto y me ayuda a
entrar. En el momento en que él también está dentro, arranca y su Audi
despega por el vecindario a una velocidad ilegal. Mi teléfono vuelve a
zumbar y lo saco para ver muchos textos perdidos de Torin.
Torin: Casey, ahora.
Torin: Ahora.
Torin: Rastreé tu teléfono. Sé la dirección, pero necesito las
instrucciones para la transferencia.
Torin: Casey, jodidamente habla conmigo, así sé que estás bien.
Mis emociones amenazan con consumirme. Pasé de tener a nadie a
quien le importaba, aparte de una trabajadora social a quien le pagan
por eso, a tener a dos hombres desesperados por mantenerme a salvo y
segura en su casa. Con manos temblorosas, le respondo.
Yo: Tyler le dio el dinero. Estoy con tu hermano y dirigiéndome
a casa.
Espero que responda, pero nunca lo hace. A pesar de la creciente
decepción surgiendo a través de mí, me distraigo rápidamente cuando
Tyler se estira y toma mi mano en la suya.
Estoy volviendo a casa.
81
DIEZ
Tyler
Todos están sombríos después de ayer. Nuestra pequeña familia
inusual casi fue separada. Me había enfermado cuando me envió un
mensaje de texto que decía que Guy quería más dinero. No es como si
pudiera delatarme por llevarme a su hija adoptiva sin implicarse a sí
mismo. Pero una vez que se dio cuenta de que estaba siendo cuidada y
quería quedarse con nosotros, vio una oportunidad para escaquearse con
más dinero. No es que yo no lo pagaría. Solo que ella se sintiera culpable
por eso. Pero ella se sentía más que culpable. Estaba al límite de la
angustia al no poder volver a casa conmigo. La encontré llorando en la
bañera.
Me rompió.
Tomó todo en mí no lanzarle mi puño a la nariz de esa comadreja
por molestarla.
Malditas estúpidas leyes. Ella está mejor con Torin y conmigo a
cualquier edad que con su padre adoptivo. El idiota es cieno. Sin
mencionar, que sus amenazas eran nauseabundas. Mi investigador
privado tiene más que investigar ahora.
Todavía estoy furioso mientras corto patatas. Después de la tarde
emotiva de anoche, tuvimos que volver a la tienda de comestibles para
terminar de comprar los ingredientes para nuestra comida de Acción de
82 Gracias. Le sugerí que nos olvidáramos de la comida, pero Casey se
mostró inflexible sobre continuar. Entonces, con mis dientes apretados y
sus ojos llorosos, logramos obtener el resto de nuestros artículos.
—Casey-Casey —murmura Torin desde la mesa donde mira
fijamente una receta. Él ha estado apagado desde ayer. Recibí el más
desagradable de los mensajes de texto diciéndome que era mejor que
fuera a traer a “nuestra chica” de vuelta o lo pagaría caro. Nunca he visto
a Torin reaccionando tan emocionalmente sobre nada. Nunca. Ni siquiera
cuando su caballo Rayo se lastimó. Pero su mensaje de texto estaba en
mayúsculas. Estaba enojado. Conmigo. Como si yo fuera el responsable
de alejarla de nosotros.
Anoche, sabiendo que Casey estaba a salvo bajo nuestro techo, me
quedé dormido con la sonrisa más grande en mi rostro. A mi hermano le
gusta. Más que gustarle. Estaba listo para estrangularme y yo no podría
estar más eufórico.
Casey sigue golpeando su rodilla contra el gabinete. No
necesariamente de una forma nerviosa sino más bien de una manera
enérgica. Sus mejillas se han mantenido sonrosadas y sus ojos brillantes.
Torin y yo hemos tenido innumerables Acciones de Gracias que dimos
por sentados, pero este es el primero especial.
Bump-thump. Bump-thump. Bump-thump.
—Casey-Casey.
Los sonidos, las voces, la repetición. Hace milagros para calmar mi
corazón ansioso. Si tan solo funcionaran con los truenos en mi cabeza
también.
—Ustedes dos, niños, pueden manejar esto por un minuto, ¿verdad?
—pregunto mientras alcanzo un mechón del cabello de Casey. Ahora que
está de vuelta, no puedo evitar tocarla a menudo. Es como si me estuviera
volviendo adicto a ella.
Ella me mira con una sonrisa brillante, ya no asustada como estaba
al comienzo. Le paso el pulgar por el pómulo y la miro fijamente por un
momento largo.
—Estoy siendo espeluznante —refunfuño, mis labios se curvan
hacia un lado.
—El más espeluznante —está de acuerdo. Sus ojos brillan con
adoración. Me hace sentir como el jodido King Kong. Quiero golpear mi
pecho y declarar que siempre la cuidaré. Que los idiotas como Guy no
pueden molestarla.
—Casey-Casey —gruñe Torin, su voz tiene un matiz de advertencia.
83
Sorprendido, me alejo de ella y miro a mi hermano. Sus ojos están
sobre los míos. Intensos. Severos. Acusatorios. Me lleva un segundo
darme cuenta de que él es igual de protector. Mi corazón se acelera al ver
la expresión de su rostro.
Llegarás allí, hermanito.
Le guiño un ojo y luego salgo de la cocina. Mis ansiosos pasos se
ralentizan mientras voy a mi oficina donde tengo mi medicamento
escondido en un cajón cerrado con llave. El dolor de cabeza está
empeorando por momentos, así que rápidamente lanzo algunos
analgésicos en mi palma y los tomo en seco. Afortunadamente, esta
mierda funciona.
Por ahora.
Aparto ese pensamiento oscuro y me apresuro de vuelta a la cocina.
Cuando doy la vuelta a la esquina, encuentro a Torin mirando a Casey,
embelesado. Sus rasgos son suaves mientras la comprueba
descaradamente. Ella debe haber tenido calor porque se quitó su
abultada sudadera y está parada frente a la estufa removiendo algo con
menos ropa de la que jamás la he visto. Unos vaqueros que le compré y
una camiseta sin mangas negra. La protuberancia de sus pechos
pequeños es obvia en la camiseta. También me hace darme cuenta qué
tan pequeña es. Diminuta pero no frágil, gracias a todas las comidas
abundantes que me aseguro de que coma.
—Casey-Casey. —Las palabras de Torin son un susurro de
adoración.
Ella se da vuelta para recuperar algo de la nevera. Mi hermano y yo
miramos descaradamente su culo. Es un lindo culo. Los vaqueros le
sientan bien. Cuando mi polla se endurece en mis pantalones, dejo
escapar un sonido ahogado y rápidamente me retiro. Estoy enojado
conmigo mismo todo el camino a mi nueva habitación, que resulta ser mi
dormitorio de la infancia. Me encierro dentro y tiro de mi cinturón. Mi
pene está jodidamente despierto ahora, confundiéndome como el
infierno. Se supone que no debo estar interesado en Casey de esa
manera. Se supone que debo cuidar de ella.
Empujo mis pantalones hacia abajo y luego mis calzoncillos a lo
largo de mis muslos, liberando mi polla adolorida. Está pesada y caliente
en mi mano, palpitando con la necesidad de correrse. Ni siquiera puedo
recordar la última vez que estuve con una mujer. Meses. Meses y meses
y meses desde la última. Mi erección se mueve bruscamente en mi mano,
irritada por el recordatorio. Satisfaciendo mi carne necesitada, tiro de
ella, reprimiendo un gemido. Mis ojos se cierran de golpe y egoístamente
84
recuerdo la forma en que Casey estaba de pie en nuestra cocina. Feliz,
cómoda y libre.
Un siseo se me escapa mientras el placer pulsa a través de mi eje y
hacia arriba a lo largo de mi columna. Agarro el pie de la cama mientras
me follo la mano. Es fácil pretender que estoy en la carne suave de una
mujer. No simplemente cualquier mujer. Ella.
La repugnancia se extiende a través de mí, pero no hace que la visión
desaparezca. Aprieto mi polla y muevo mi puño arriba y abajo más rápido
con cada movimiento. El presemen se filtra de mi punta. Estoy perdido
en mi fantasía, una fantasía donde ella está desnuda y extendida debajo
de mí. Adoro su piel pálida con mi boca. Me tomo mi tiempo explorando
cada parte de ella. La hago sentir querida e importante. Amada.
La vergüenza junto con la amargura crean una tormenta dentro de
mí. Me corro con un fuerte gruñido mientras expulso mi semilla por toda
la colcha. Me toma un momento parpadear para alejar la visión donde
estoy hundido en lo más profundo de “nuestra chica”. Soy un jodido
pervertido.
Corro al baño para limpiarme y luego me vuelvo a poner la ropa de
un tirón. Con la furia burbujeando dentro de mí, arranco la ropa de mi
cama y la tiro al suelo. El dolor me pincha desde adentro hacia afuera.
El dolor siempre presente en mi pecho cobra vida, recordándome que no
siempre obtengo lo que quiero.
El estruendo de la base de mi cráneo se intensifica con mi ira
conmigo mismo. Me consume y me come vivo. Colapso sobre la pila de
ropas manchadas y doblo mis rodillas contra mi pecho.
Lo siento.
Lo siento.
Cerrando los ojos apretadamente, trato de alejar las sensaciones que
se extienden a través de mí. Demasiado. Simultáneamente. Mis
pensamientos me están sofocando. El órgano que late en mi pecho duele
más de lo que mi cabeza jamás podría. Sonsaca un profundo gemido
angustiado desde dentro de las profundidades de mi alma. Lo dejé salir,
sabiendo que Torin y Casey no pueden escucharlo de todos modos.
Lloro.
Grito.
Maldigo a todo el maldito universo.
Lágrimas de las que ni siquiera sabía estaban cayendo por mi rostro.
Pero no estoy llorando. Estoy tranquilo de nuevo. Estoy entumecido.
85
Estoy luchando tan jodidamente tanto con esto que no sé qué hacer.
Parpadeo. Parpadeo. Parpadeo. Parpadeo.
Mi ritmo cardíaco se calma, y en consecuencia, también lo hace el
latido dentro de mi cabeza.
La tranquilidad hace maravillas con mi dolor de cabeza.
Ahora que mi pene se ha calmado y he tenido un colapso, estoy listo
para continuar teniendo la mejor Acción de Gracias de toda mi vida.
Con mi familia.
—Debo decir —le digo a Casey lentamente mientras tomo otro
bocado de su pastel. Sus ojos brillan con entusiasmo y esperanza. Tan
condenadamente linda—. Es el mejor pastel que he tenido el placer de
probar. —Le sonrío antes de tomar otro bocado.
Torin está inusualmente silencioso mientras se sienta frente a mí.
Él ha acabado con su puré de papas y su pavo, pero ha dejado de comer
para mirarme fijamente. La tensión en el aire es espesa y palpable. De
alguna manera, me pregunto si lo sabe.
Me sacudo para apartar ese pensamiento estúpido rápidamente.
Incluso si mi hermano corriera a lo largo de sus pasillos hasta mi
habitación y me viera pajearme, él aun así no se habría enterado de con
qué pensamientos me hice correr.
Pensamientos oscuros.
Pensamientos prohibidos.
Pensamientos repugnantes.
Aparto esos pensamientos e intento memorizar esta cena. Suave
música clásica suena en las bocinas, algo que esperaba que mantendría
a Torin tranquilo y ocupado. Las velas que Casey encendió parpadean
sobre la mesa e incluso admitiré que es un lindo toque. Para tres
personas que no son los mejores cocineros, logramos una maldita buena
comida.
—Ahora supongo que tenemos que planear la Navidad. —Me acaricio
el estómago, que podría estallar en cualquier momento.
Los ojos de Casey se iluminan y ella asiente.
—Jamón. Definitivamente necesitamos jamón.
89
ONCE
Casey
Estoy enferma.
Claro, he leído las historias, pero escucharlas en voz alta por alguien
que apenas me ha dicho dos palabras fue devastador. Agrió la deliciosa
cena de Acción de Gracias en mi vientre. Lo arrojé todo y pasé horas
llorando.
¿Por qué?
¿Era alguna broma enferma?
¿Para ridiculizarme y humillarme?
Una vez que terminé de vomitar, me duché, me cepillé los dientes y
me arrastré de vuelta a la cama. Normalmente, tengo frío, pero esta noche
estoy sudada y caliente. Estoy desnuda solo con una camiseta sin
mangas y bragas, eligiendo acostarme sobre las sábanas antes que
debajo de ellas.
Un entumecimiento se ha apoderado de mi cuerpo.
Me duelen el corazón y la cabeza mientras trato de dar sentido al
humillante arrebato de Torin. Tyler no pudo hacer que se detuviera. Me
quedé allí sentada y aguanté el recordatorio de que soy Casey Cocaína.
Huérfana. Un alma triste sin familia.
Lentamente, el sueño envuelve sus tentáculos a mi alrededor y me
90
atrapa. Mis sueños son simples al principio, pero pronto me despierto
con la sensación de estar atrapada. Fijada. Retenida como rehén.
Tomada. Un grito se aloja en mi garganta pero no escapa debido a la
mano sobre mi boca.
¡Despierta!
—Casey-Casey. —El triste susurro en mi sueño me hace calmar
considerablemente. Aun así mi pecho se eleva y cae en una sucesión
rápida, pero ya no me revuelco. El fuego hace tiempo que se ha apagado
y mi habitación está completamente oscura.
Esto es un sueño.
Un sueño muy real.
Ahora soy consciente de que la pesadez sobre mí es un cuerpo.
Fuerte. Musculoso. Duro. Todo hombre. Cuando succiono aire, capto su
aroma. Familiar y masculino. A pesar de estar atrapada por su gran
cuerpo, el deseo chispea en mi núcleo y enciende un fuego. Una de mis
manos está empujada contra el colchón por la suya, pero la otra está
libre. Me estiro en la oscuridad y mis sospechas se confirman cuando
palpo el cabello largo de Torin.
Esto es un sueño.
Su nariz toca mi oreja mientras me inhala. Me pongo rígida y
entrecierro los ojos en la oscuridad, tratando de distinguir su rostro.
Esto no es real.
Una lengua caliente lame mi carne justo debajo de mi oreja, sacando
un gimoteo de mi parte. Mis bragas se humedecen por la forma en que
su aliento me hace cosquillas donde mi piel está húmeda. Algo enorme
se endurece entre nosotros. Santa mierda. Esa cosa es gigante.
Esta vez, cuando gimoteo, es más por miedo que por deseo.
Pero entonces su lengua recorre el costado de mi cuello de nuevo
hasta la parte posterior de mi oreja. Sus labios se rozan a lo largo del
nacimiento de mi cabello y cuando su lengua hace contacto con mi piel,
me estremezco. Intento retorcerme para liberarme, pero él es demasiado
grande y demasiado pesado.
—Casey-Casey. —Sus palabras son tan suaves que más o menos las
siento en lugar de escucharlas. Todo mi cuerpo hormiguea con una
necesidad cruda. Necesidad de qué, no lo sé. Estoy congelada. Atrapada
en su trampa. Estoy atascada en algún lugar entre querer apartarlo de
mí y correr, y tirarlo hacia mí y rogar. Su polla palpita entre nosotros. Él
91 no está usando vaqueros como de costumbre. No hay capucha
separándonos. La piel frotando contra la franja de mi propia piel entre mi
camisa y mis bragas está descubierta.
Descubierto. Desnudo. Caliente.
Esto no es un sueño.
Mi ritmo cardíaco se acelera en mi pecho. Cuando tiro de mi mano
atrapada, su agarre se aprieta. El lamido del costado de mi cuello se
intensifica. Mierda, siento dientes de nuevo. Raspando y mordisqueando.
Torin Kline me está mordiendo. Ligeramente. Suavemente. En una forma
posesiva que no coincide con el hombre que cruelmente entregó la
historia de mi vida como si fuera una emisión de las noticias de la noche.
Cuando recuerdo lo impasible que estaba mientras recitaba esos
feos recordatorios, el horror me inunda. Gimoteo mientras las lágrimas
brotan en mis ojos. Con su mano sujetando mi boca, no puedo gritar por
ayuda. Mi respiración se vuelve errática mientras un gemido aterrorizado
logra escapar de mí.
Torin gime, la frustración en su tono es evidente. Su frente choca
contra la mía y él la descansa allí. Nuestras narices se rozan entre sí
mientras respira sobre mí. Un aroma a menta que me sorprende.
—Casey-Casey.
Sorbo por la nariz mientras mi cuerpo tiembla con sollozos
queriendo ser liberado. Justo cuando pienso podría desmayarme, el gran
peso se levanta. Pasos rápidos golpean los suelos de madera y luego un
crujido. Antes de que pueda registrar lo que sucedió, me doy cuenta de
que se ha ido.
El pánico me sobresalta y me disparo de la cama. Me escapo de mi
dormitorio negro como la boca de un lobo, hacia el pasillo. Por lo que
recuerdo, la habitación de Tyler está cerca. Quiero contarle sobre su
hermano y lo que hizo. Torpemente, choco con cosas mientras tropiezo
en la oscuridad. Eventualmente, me meto en una habitación que huele
como Tyler. Puedo escuchar su respiración pesada mientras duerme.
Busco a tientas la cama, buceo debajo de las sábanas, buscando su
confort y seguridad. En el momento en que mis dedos entran en contacto
con su pecho desnudo, me envuelvo alrededor de él. Se revuelve dormido
y considero despertarlo, pero luego el cansancio se asienta en mis
huesos. Después de mi subidón de adrenalina, estoy débil y cansada.
Me acurruco contra su cuerpo duro y musculoso e intento no clavar
mis uñas en su carne. Solo anhelo seguridad. Torin me asustó
muchísimo. Tan pronto como mi mente se aquieta y mi corazón no corre
a ciento sesenta kilómetros por hora, intento analizar lo que acaba de
92 pasar. ¿Estaba tratando de disculparse? ¿Inmovilizándome en la cama y
lamiéndome? Un escalofrío me recorre.
Tyler murmura mientras duerme, pero luego su brazo se curva a mi
alrededor. Su mano se asienta sobre mi cadera de una manera que parece
pertenecer allí. Yo subo mi muslo a través del suyo. Sus piernas peludas
se sienten inusuales contra las mías suaves. Me hace querer frotarme
más contra él, pero no quiero despertarlo. Después de unos cuantos
minutos, empiezo a cabecear.
Crick.
Gimoteo, de repente alerta.
Unos pasos se alejan, llevándose mi corazón tartamudo con ellos.
Esta vez, me quedo dormida rápidamente, sabiendo que Torin ya no
está alrededor.
Me despierto sudando. Está oscuro, como siempre, pero se siente
como por la mañana. Mientras vuelvo en mí, recuerdo dónde estoy y con
quién. En algún momento durante la mitad de la noche, rodé sobre mi
costado y Tyler se acurrucó detrás de mí. Estoy acurrucada contra las
curvas de su cuerpo. Él respira profundamente, robado por el sueño, pero
su mano está debajo de mi camiseta, palmeándome el pecho.
He llegado a segunda base con una persona que está durmiendo.
La sola idea de Tyler Kline: El magnífico, divertido, inteligente,
exitoso Tyler Kline, durmiendo con su mano en mi teta envía corrientes
de calor que irradian a través de mí. Mis pezones se endurecen ante esta
realización. Su pulgar recorre mi pezón y un sonido estrangulado se me
escapa.
Él va a entrar en pánico cuando se despierte.
Conozco a Tyler. No ha mostrado una chispa de interés hacia mí.
Solo amistad.
Es por eso que debería alejarme, no mover mi trasero contra su
polla. No deleitarme por la forma en que se endurece contra la raja de mi
culo. Definitivamente no contemplar tocar a un hombre en un lugar que
nunca he tocado antes.
Apartarme. Alejarme. Dejar la habitación.
En cambio, me quedo completamente quieta. Un pequeño jadeo
ahogado se me escapa cuando me frota pezón otra vez. Su pene está
ansioso y lucha contra sus boxeadores. Mis bragas están empapadas de
93
mi deseo.
Sé el momento en que se despierta porque su cuerpo tiembla. Sus
labios encuentran mi hombro mientras murmura la palabra “mierda”. Y
luego se está apartando de mí. Desapareciendo en el baño.
Escondiéndose en la ducha por demasiado tiempo. Incapaz de fingir estar
dormida por más tiempo, me incorporo y deslizo las piernas hacia un lado
de la cama. Están desnudas y frías, pero quiero que me vea así.
Espero hasta que él sale del baño con una toalla alrededor de su
cintura.
—Hola —murmuro.
Se detiene en la puerta, con los hombros rígidos. No puedo ver sus
rasgos. La luz del baño se vierte en la habitación desde atrás de él, pero
su rostro permanece en las sombras.
—Hola. ¿Cómo terminaste aquí anoche?
Ojalá pudiera ver si me estaba comprobando o no. Eso haría todo
esto mucho más fácil.
—Yo... —Me voy apagando mientras contemplo si debería decirle o
no sobre Torin.
Él pasa junto a mí hacia su tocador, encendiendo la luz del techo
sobre la marcha, y saca unos pantalones de chándal y una camisa. Estoy
decepcionada cuando vuelve al baño y cierra la puerta detrás de él. Me
levanto y empiezo a irme cuando él vuelve a salir. Con su cabello mojado
y colgando sobre sus ojos, se parece a su hermano más que nunca. La
simple camiseta blanca se extiende sobre su pecho musculoso y el
pantalón de chándal gris esconde poco a la imaginación. Él está desnudo
debajo de ellos y ese pensamiento hace que mis muslos se aprieten.
—Casey. —Su voz es severa. Paternal. Me da ganas de arrojar mis
brazos a su alrededor y hacer que me prometa que todo estará bien.
—¿Sí?
—¿Estás bien?
—A veces tengo pesadillas. —No es una mentira. Pero lo que sucedió
anoche fue real.
Él se ablanda y me acerca para un abrazo. Soy súper consciente de
cada parte dura de su cuerpo. Su polla se empuja contra mi estómago,
enviando una explosión de mariposas que se dispersan dentro de mí.
—Vístete y desayunaremos juntos —suplica, su voz es tensa.
Inclino mi cabeza hacia arriba y admiro sus hermosas facciones.
Labios suaves y blandos. Una cara ligeramente desaliñada. Las cejas
94 juntas como si estuviera adolorido. Son sus ojos, sin embargo, ese
parpadeo con una tristeza indescriptible. Quiero calmar lo que le duele.
¿Soy yo?
¿Yo lo molesto?
—Tengo casi dieciocho —murmuro, mi voz es temblorosa.
Agarra mis bíceps y gentilmente me aleja de él. Sus ojos se han
oscurecido.
—Vístete. Desayuno. Por favor, Casey.
Parpadeo para contener las lágrimas y asiento antes de salir
disparada de su habitación. Una vez dentro de la mía, enciendo las luces
y miro el espacio con sospecha. Mantendré la puerta cerrada con llave
esta noche. Cuando me dirijo a la cama, me asombra ver centavos
arreglados en forma de C.
Con un bufido, los aparto todos hacia el suelo. Ellos hacen ping y se
dispersan mientras mis lágrimas siguen el ejemplo.
Finalmente encuentro mi compostura y tomo una ducha rápida. Sin
embargo, sí me tomo mi tiempo aplicando maquillaje. Desde que he
estado aquí, no he sentido la necesidad de esconderme detrás del
maquillaje. Hoy, solo necesito esa capa. Hago una línea en mis ojos de
una manera dramática y pinto mis labios de un delicioso color carmesí
mate. Mis ojos se ven más anchos y más inocentes, pero mis labios gritan
sexo. No sé lo que intento hacer pero ser vista como una niña no lo es.
Mi cabello se amontona sobre mi cabeza en un moño desordenado. Busco
entre mis atuendos y decido que no tengo mucho que sea femenino.
Eventualmente, me fijo en unos vaqueros ajustados y una camisa
térmica blanca que usualmente uso debajo de las camisetas. Hoy, lo
combino con un sujetador negro con relleno y empujo mis mangas hasta
los codos. Pongo los pies en mis cálidas Uggs Tyler ordenadas para mí
antes de agarrar un puñado de ruidosos brazaletes metálicos para
terminar mi apariencia nerviosa y a pesar de ello sexy. Un pase rápido
junto al espejo me dice que no me veo como la chica en top sin mangas y
bragas hace treinta minutos.
Sigo a mi nariz y encuentro a Tyler en la mesa como de costumbre.
Esta mañana, él no viste un traje marcado. No, parece desaliñado y en
las nubes. Maldición, yo le hice esto. Todavía está usando el mismo
atuendo de antes y todavía se ve sexy como el infierno en eso.
—¿Qué hay para desayunar? —pregunto mientras camino
deliberadamente lento, con la esperanza de llamar su atención.
Él levanta la mirada de su iPad y sus ojos marrones se amplían.
—Uhh...
95
Una sonrisa se ladea en mis labios hacia un lado mientras camino
hacia él. Le robo un trozo de tocino.
—Parece que lo de siempre. Tocino, huevos, gofres, fruta. —Me
entretengo por un momento, suplicando en silencio que me toque.
Cuando estoy segura de que no lo hará y está volviéndose espeluznante
de mi parte, dejo escapar un pequeño suspiro antes de acomodarme en
mi silla.
—¿Está todo bien? —Los círculos debajo de sus ojos son
especialmente oscuros hoy. Me hace preguntarme si yo le estoy haciendo
esto. ¿Lo estreso?
—Estupendo —miento. Cuando las cosas están bien, Tyler está feliz.
Pero es como si fuera un empático o algo así, absorbiendo las emociones
negativas y sintiéndolas junto con todos los que las sufren a su alrededor.
Y eso hace que mi culpa se dispare.
Él deja escapar un suspiro de alivio. Cuando abre la boca para
hablar, el panel en la pared se abre, y Torin sale de ella, sobresaltándome.
Lo miro fijamente mientras avanza hacia su silla. Su capucha está
colocada sobre su cabeza, pero está usando la que no tiene mangas. Me
veo obligada a mirar su marco perfecto y musculoso. A recordar
exactamente cómo se sintió con su cuerpo casi desnudo presionado
contra el mío. Mi centro palpita y yo, internamente, me maldigo por ser
tan estúpida. Los ojos de Torin se levantan para encontrarse con los míos,
una disculpa bailando en ellos.
O tal vez solo estoy viendo cosas porque rompe el contacto y gruñe
la palabra “tocino” como si fuera una orden antes de devorar cada pieza
en su plato.
Dejo escapar un suave suspiro e intento tragarme mi comida. El aire
entre los tres está tenso hoy. No me gusta.
—Casey-Casey.
Cierro los ojos, pero eso es lo peor que podría haber hecho porque
entonces casi puedo sentir su aliento contra mi oreja, la humedad de su
lengua mientras me lame. Cuando abro los ojos, ambos hermanos me
miran con la misma expresión en sus rostros.
Torturados.
Doloridos.
Tristes.
Frunzo el ceño porque quiero saber qué pasa conmigo que a la gente
no le gusta. Qué pasa conmigo que lo encuentran tan repulsivo. Anoche
sentí que Torin me deseaba, pero ahora él me mira con una mirada tan
96
abatida que quiero arrastrarme debajo de la mesa y esconderme.
—Pensé que podríamos salir de la casa hoy. Tal vez montar a caballo
—dice Tyler, su voz es áspera.
—No —espeta Torin y luego hace sonar su cuello.
—Está bien —dice Tyler—. Tal vez podríamos ir a dar un paseo.
—¡No!
Tyler me lanza una mirada impotente.
—Me gustaría salir de esta casa —admito, mi voz es temblorosa.
Torin parpadea hacia mí sorprendido.
—Casey-Casey.
Levanto mi barbilla, ignorando a Torin, y me encuentro con la
mirada de Tyler.
—Por favor, sácame de esta casa.
97
DOCE
Torin
Lo siento.
Lo siento jodidamente tanto.
Mis sentimientos por Casey me confunden. Cada parte masculina
grita que la alcance y acaricie su piel pálida. Que la llene de besos a lo
largo de su garganta y succione su clavícula. El hombre en mí anhela
inmovilizarla y follarla como si fuera mía.
Es como si mis venas estuvieran vivas e intentando liberarse. Mi
zumbido normal se ha ido. Soy diferente a su alrededor. No tan fuera de
control. Mi corazón dentro de mi pecho retumba y golpea como si tuviera
el poder de controlar mi jodido cuerpo estúpido.
Mía. Mía. Mía.
Pero ella no es mía.
De hecho, ella podría ser suya.
La furia contra mi hermano, repentina y feroz, me asalta. Quiero
enfurecerme y lanzar golpes a través de las paredes del comedor. En
cambio, todo lo que puedo hacer es cerrar mis manos en puños. Todo lo
que puedo hacer es mirarla fijamente con la barbilla levantada y las
lágrimas nadando en sus ojos.
Yo hice eso.
98
La molesté.
Estúpidamente, después de investigar todo lo que había que saber
sobre Casey Doe, mi boca trabajó en mi contra y recitó cada detalle que
había aprendido. Había sido vencido con información que necesitaba
escapar, información que tenía sentido una vez que conecté todos los
puntos. Incluso mientras se deslizaba en su silla y sus mejillas se ponían
rosadas de vergüenza, no me detuve. La sometí a algo que claramente la
lastima.
Mierda.
Cuando la comprobé anoche para asegurarme de que estaba bien,
fui atraído por su dulce aroma y los suaves sonidos de su respiración.
Comenzó lo suficiente simple. Quería tocarla. Pasar las yemas de los
dedos a lo largo de su antebrazo. Pero en el momento en que me acerqué,
no tuve control. Demonios, tal vez por una vez tuve el control, porque
necesitaba desesperadamente olerla y saborearla. Nunca he sido
sobrepasado por tal sentimiento carnal antes.
Las disculpas.
Estaban en la punta de mi lengua, rogando y suplicando que las
liberara. Quería arrastrarme sobre ella y susurrárselas al oído. Mi boca
tenía otras ideas. Codiciosamente, mi lengua y mis dientes decidieron
que degustar era más importante que las palabras.
Mierda, ella sabía dulce.
Nunca he estado con una mujer. Claro, lo he querido, pero ¿quién
demonios querría estar con alguien como yo?
¿Pero Casey?
Ella es real y hermosa y está aquí.
Sonriendo, riendo y llenando nuestra casa tranquila con sonidos y
vida.
La deseo tan jodidamente tanto.
Sin embargo, todo lo que hago es arruinar cada encuentro que tengo
con ella. Anoche, la asusté, enviándola corriendo directamente a los
brazos de mi hermano. Y a pesar de que amo que ella también se sienta
cómoda con él, estoy tan celoso que él pueda abrazarla como se merece
ser abrazada.
¿Puedo mirar al margen mientras su relación evoluciona en una
relación romántica?
El pensamiento me enferma.
Amo a mi hermano, pero eso sería una maldita tortura.
99
Ella es mía.
—Casey-Casey —pronuncio, mi voz en carne viva. Una maldita
súplica.
Ella se niega a mirarme. Tyler, con el cabello desordenado y círculos
oscuros bajo sus ojos, parece preocupado por ella pero mayormente
cansado, como si no hubiera dormido bien últimamente. La preocupación
me araña por dentro, pero no tengo tiempo para procesarlo porque él está
mostrando una sonrisa brillante, aunque falsa como la mierda, en su
rostro.
—Vamos a montar.
Ambos se levantan para prepararse. Permanezco sentado,
pensando.
Yo también cabalgaré.
Le haré ver que lo siento. De algún modo. De alguna manera.
No te rindas conmigo, Casey. Lo compensaré.
100
TRECE
Casey
Tyler está callado mientras caminamos hacia los establos. Mi amigo
normalmente afectuoso está manteniendo su distancia. Esta mañana
demuestra que no está interesado en mí. La forma en que su cuerpo
respondió al mío mientras dormía fue puramente físico. Su voz es la voz
normal alegre a la que estoy acostumbrada, pero le falta la misma vida.
Se siente forzada. Una máscara se deslizó en su lugar.
—Rayo es el más tranquilo de los dos caballos. Después de lo que
pasó, y que se lastimara, ella no ha montado igual desde entonces. Le
gusta caminar a su propio ritmo tranquilo y, en ocasiones, cuando se
siente juguetona, trota. Pero me sentiría mejor cabalgando sobre ella —
dice, su tono ligeramente recortado.
Al principio creo que es porque está enojado conmigo. Echo un
vistazo a su rostro y lo veo. Dolor. Desenmascarado. Desolado.
Aplastante.
—¿Qué pasa? —exijo, aferrándome a su mano a pesar de que
claramente no quiere que lo toque.
Su rostro palidece y él niega con la cabeza.
—Maldita migraña. Debería haber recogido algunos medicamentos
antes de irnos. —Aprieta los dientes y mira más allá de mí, al establo.
101 —¿Las tienes a menudo? ¿Las migrañas?
Cierra los ojos y aprieta los labios.
—Sí.
—Tal vez deberías ir al doctor…
—Veo un médico para ellas y tengo medicamentos —dice, distinto
del Tyler que conozco muy bien.
—Bueno.
Sus hombros se relajan y me mira con una mirada suave.
—Lo siento.
—Está bien —miento. No está bien. Quiero curiosear en su mente y
ver qué pasa allí.
—Casey-Casey —gruñé Torin, empujando entre nosotros, golpeando
nuestras manos enlazadas para separarlas.
—¡Grosero! —grito detrás de él. Estoy enojada con él todavía. No es
como si le importara. Observo mientras entra al establo vestido con
vaqueros y un chaquetón negro. El abrigo no tiene capucha, lo cual es
sorprendente, pero se ha puesto un gorro sobre la cabeza. Mientras
camina con confianza hacia el establo, casi lo confundirías por...
¿Alguien normal?
Define normal, Casey.
Me retracto de mis pensamientos. Torin es demasiado complicado
para que lo entienda. Toda la situación con los hermanos Kline es
desordenada y extraña. No sé qué se supone que debo hacer o sentir o
pensar. No entiendo por qué estoy aquí. Honestamente, no creo que Tyler
tampoco lo sepa.
Pero estoy aquí.
—Vamos —dice Tyler mientras seguimos a Torin dentro del establo.
Me detengo, obsesionada con la forma en que Torin prepara a los
dos caballos como si hiciera esto todo el tiempo. Es tan diferente de su
yo normal, que todo lo que puedo hacer es mirar fijamente. Tyler parece
aliviado de que Torin esté haciendo todo el trabajo. Y eso no es normal
para Tyler. Eso me preocupa.
Una vez que Torin tiene todo situado, él se acerca a mí, sus ojos
marrones intensos y centrados en mí. Mi piel se calienta ante su atención.
Me recuerda anoche cuando estaba presionado contra mí, lamiéndome y
mordiéndome. El frío día de noviembre es una añadidura porque soy un
infierno ardiente en este momento. Cuando él me alcanza, me
102 estremezco. No puedo evitarlo. No sé qué esperar con él. Pero en lugar de
ofenderse, me agarra la barbilla con los dedos, mirándome fijamente.
—Trueno.
Tyler gruñe.
—Rayo, conmigo.
—No —gruñe Torin. Él realmente gruñe—. Trueno.
—Maldición, Torin —se queja Tyler, pero su voz es resignada.
Cansada. Triste. ¿Por qué demonios está tan triste?
—No quiero… —empiezo, pero Torin agarra mi muñeca y me arrastra
detrás de él. Él es fuerte y me agarra fuerte. Donde nuestra piel se toca,
la mía quema con interés. Él me lleva al caballo negro que se ve un poco
sospechoso. El agarre de Torin encuentra mis caderas, haciéndome
jadear sorprendida. Antes de que pueda preguntar qué está haciendo, me
sube al caballo como si no pesara nada. Prácticamente me lanza en el
caballo como si no fuera gran cosa. Y luego está subiendo detrás de mí.
Su sólido marco musculoso se apoya contra mi espalda mientras un
brazo se enrosca alrededor de mi cintura y el otro se engancha a las
riendas.
Santa mierda.
Torin Kline me está abrazando de una manera protectora y posesiva
que hace que mi corazón se vuelva loco y mi piel arda con deseo.
Deseo.
Por Torin.
Una oleada de calor me atraviesa y se posa en mi interior. La forma
en que me lamió anoche... la forma en que molió su erección contra mí.
Maldición, fue caliente.
—Casey-Casey —murmura, su agarre se aprieta alrededor de mi
cintura.
Me relajo contra él mientras guía al caballo desde el granero. Tyler
nos observa con una sonrisa brillante, hermosa y puramente eufórica.
Hace que mi pecho se expanda. La felicidad en Tyler es una de las mejores
cosas que he conocido en mi vida. Es contagiosa.
—Mantenla a salvo —grita Tyler—. Regresaré a la casa para
recostarme.
Torin no responde, pero sale de ondas de él. Él me mantendrá a
salvo. Puedo sentir eso con cada parte de mi ser. Asiento a Tyler y saludo
con la mano.
Trueno trota, pero una vez que Torin lo saca a la luz, él hace un
103 sonido y luego insta al caballo a ir más rápido. Trueno debe amar correr
porque pasa del trote al sprint en un abrir y cerrar de ojos. Un chillido
nervioso se me escapa a medida que avanzamos. Torin me mantiene
bloqueada contra él, a salvo. Una vez que determino que no me voy a
caer, trato de disfrutar del viaje. Los árboles nos pasan rápidamente y
pronto comienzo a reír.
Esto es divertido.
Libre. Salvaje. Desenfrenado.
La mano echa un puño de Torin se libera y él extiende su palma
sobre la parte baja de mi estómago. Mi aliento se queda atrapado en mi
garganta. Gimo con anticipación, preguntándome si moverá su mano
más hacia arriba o hacia el sur. La imagen de su mano ahuecando mi
coño es mareante.
El caballo ralentiza y se detiene cerca del lago. Ni siquiera puedo ver
la bonita vista porque estoy conteniendo la respiración, preguntándome
qué hará Torin a continuación. Frota su nariz contra mi cabello y me
inhala. Pronto, algo duro presiona contra mi culo. Su erección. Lo
enciendo. Yo. Casey Cocaína.
Él suelta las riendas y su otra palma se desliza hacia mi cadera.
Estoy cobrando vida bajo su toque. Mi cuerpo vibra con necesidad. Con
sorprendente fuerza, me aplasta con un apretado abrazo. Una disculpa.
Tácita pero ciertamente sentida. Me emociona hasta las lágrimas. Se
acumulan en mis ojos, borrando el hermoso paisaje a mi alrededor, antes
de deslizarse por mis mejillas. Su cuerpo se relaja y también su agarre.
—Me asustaste —admito, mi voz es un susurro ronco.
Su mano sobre mi estómago comienza a doblarse en un puño, pero
la empujo contra mí plana, cubriendo el dorso de su mano con el mío.
—Casey-Casey.
—¿Sí?
Él exhala fuertemente, el aire caliente contra mi cabello.
—Mía.
Antes de que pueda procesar sus palabras, él tira de las riendas y
luego Trueno está cargando a lo largo del lago, a toda velocidad.
Mía.
Santa mierda.
¿Torin acaba de reclamarme?
104
107
CATORCE
Tyler
111
QUINCE
Casey
Algo está pasando. Puedo verlo en los ojos de Tyler. Ha pasado una
semana desde que tuvo la migraña que lo debilitó en la que tuvimos que
forzarlo a tomar los medicamentos. Cuando finalmente lo superó unas
horas más tarde, me ignoró cuando comencé a hacerle preguntas. Fue
un frío recordatorio de que no soy parte de su familia.
Solo soy Casey.
Una extraña que puede jugar a la casita con ellos.
Ella juega a la casita, pero no es real.
Fingir.
Taptaptaptaptaptaptap.
—¿Nerviosa? —pregunta Tyler desde el lado del conductor de su
auto.
Dejo de golpear mi anillo sin diamantes en la ventana y lo miro.
Torin, quien está en el asiento trasero, está callado.
—No —miento.
Mi teléfono zumba y miro hacia abajo.
Torin: Lo estás. Golpeteas cuando estás nerviosa. ¿Por qué
mentiste?
112
Haciendo una mueca con mis labios, escribo una respuesta.
Yo: No quiero hablar de eso.
Torin: ¿Hablar de qué?
Yo: Eso.
Torin: ¿Qué es?
Yo: Nada.
Torin: Maldita seas, mujer. No eres coherente.
Una risita se escapa de mí y no puedo evitar mirarlo. Sus rasgos son
insulsos, pero el fuego baila en sus ojos. Está enojado conmigo y es algo
gracioso. Mi teléfono vuelve a zumbar. Tyler me sonríe.
Torin: Amo tu risa.
Mi frecuencia cardíaca tartamudea.
Yo: Nunca escuché la tuya.
Torin: No me río.
Yo: ¿Eso es un desafío?
Torin: No. Me. Río. No puedo. No es físicamente posible.
Yo: ¿Quién es el gran gordo mentiroso ahora?
Torin: No soy gordo.
Yo: Pero eres un mentiroso. ¡Ja!
Gruñe desde el asiento trasero y me río de nuevo.
Yo: Voy a hacerte reír un día.
Torin: Buena suerte con eso.
Yo: Apostemos.
Torin: Las probabilidades están en tu contra...
Yo: Me arriesgaré.
Torin: Trueno.
Yo: ¿¿¿Me darás tu caballo si puedo hacerte reír???
Torin: Trueno siempre será mío porque no me río.
Yo: Desafío aceptado, grandote.
—Estoy tan orgullosa de ti —me dice Lola, con lágrimas en los ojos.
113 Por mucho que ella me agrade como persona, no habría forma de que me
hubiera aguantado viviendo bajo su techo en los últimos años. Soy difícil
y molesta.
El irritado ceño fruncido de Guy lo confirma mientras arranco hilos
de su sofá.
—Gracias —pronuncio—. ¿Eso es todo? ¿Terminamos?
—La documentación está hecha y lista de mi parte. En un par de
días, serás oficialmente una mujer libre. Tengo la dirección de la casa en
la que te alojarás. Es maravilloso que tu empleador te haya ofrecido
quedarte en su casa hasta que te establezcas. Solo sabe que si alguna
vez te metes en una situación difícil o si no estás cómoda, me puedes
llamar. Puedo instalarte en alguna parte. En algún lugar seguro. —Toma
mi mano y la aprieta antes de pararse—. Bien, gracias, Guy. Dejaré de
molestarte ahora.
Me apresuro y la sigo.
—Te acompañaré fuera.
Él me mira con furia, pero lo ignoro. Estaré condenada si me atrapa
en su casa de nuevo e intenta obtener dinero de Tyler. Lola sonríe ante
mi cortesía, completamente inconsciente de la guerra silenciosa entre
Guy y yo.
Cuando salimos al porche delantero, mis ojos buscan el Audi de
Tyler. Está estacionado en la calle de al lado. Camino con ella hasta su
auto y luego la saludo mientras conduce y se aleja. Guy me grita, pero lo
ignoro mientras corro hacia mis chicos.
Mis chicos.
Miro por encima del hombro para ver a Guy caminando por el patio
hacia un auto estacionado al otro lado de la calle. Hasta nunca, imbécil.
Estoy tan contenta de nunca tener que ver a ese idiota de nuevo.
Cuando cumpla dieciocho años, ¿todo esto se vuelve mágicamente
real? ¿Dejaremos de fingir y seremos una familia real?
Intento no tener esperanzas.
La esperanza es una perra de cuidado.
Está nevando.
Pero como no hay ventanas, no tengo que verlo.
Ese es el mejor regalo de cumpleaños que una chica podría pedir.
114 No ser recordada cómo hace dieciocho años, cuando su madre la dejó
para valerse por sí sola. Cierro la aplicación meteorológica en mi teléfono
y lo arrojo a la cama. Me estoy quitando la sudadera para prepararme
para ducharme cuando lo siento.
Un crujido llega a mis oídos y luego mi piel se calienta cuando casi
puedo sentir los ojos de Torin perforándome. Sé que me observa en mi
habitación. Me gusta fingir que no lo noto. Por lo tanto, hago mi trabajo
en mi habitación como si él no estuviera allí. Me desvisto en mi
habitación, manteniendo mis ojos desviados de la apertura en la pared,
detrás de la que sé que él está parado. El aire es frío a pesar de que la
chimenea está encendida y tiemblo. Tiraré algunos troncos y lo avivaré
después de la ducha. De repente, sintiéndome avergonzada, me apresuro
al baño. Una vez bajo el rocío caliente y humeante, me tomo mi tiempo.
Esta noche, Tyler ha planeado una cena agradable aquí en la casa.
Nosotros ya intercambiamos regalos antes. Tyler me regaló una
computadora portátil. Dijo que era de los dos. Apenas podía ocultar mi
decepción de que Torin no me hubiera regalado nada. Con el dinero que
Tyler me ha estado pagando para que trabaje con él, le compré a cada
uno un regalo que pensé que les gustaría. Tyler consiguió un buen reloj
que lucía como él. Torin consiguió una sudadera con capucha que decía:
Esta es mi cara feliz.
Después de la ducha, decido ponerme el vestido que ordené en línea.
Quiero sentirme como una mujer esta noche. Es negro, hasta la rodilla y
se ajusta al cuerpo. Completamente diferente de todo lo que normalmente
uso. Tan pronto como me lo pongo, comienzo a criticarme. Es bonito y
me veo femenina y delicada, pero no sé si se reirán de mí o no.
Levantando mi barbilla, decido que no importa si les gusta. A mí me
encanta. Cuidadosamente, me maquillo. Me seco el cabello y luego lo
aliso en suaves mechones rectos con el alisador de cabello. Con mis
pestañas oscurecidas y mis labios rojos espectaculares, parezco una
estrella de cine. Sexy. Mayor. Seductora.
Salgo del baño y mi corazón se aprieta al ver que alguien ha avivado
mi fuego y brilla con calor. Pero es lo que hay en la mesita de noche lo
que me hace sonreír. Un jarrón lleno de flores blancas. De todos los tipos.
Ni siquiera sé qué tipo de flores son... simplemente son exóticas. El jarrón
es diferente a todo lo que he visto antes y después de una inspección más
cercana, veo que alguien ha pegado las monedas más brillantes por
encima en un patrón. Es perfecto.
Oh, Torin.
Sé que es él.
Saco la tarjeta del recipiente y leo sus pulcras y precisas palabras.
115 No pude elegir un tipo que te represente. Eres todo a la
vez. Cada cosa bonita en un paquete impresionante.
—Gracias —digo en voz alta en la habitación, a pesar de que él no
está aquí. Tengo la sensación de que él puede escucharme.
Las lágrimas nadan en mis ojos y las parpadeo rápidamente para no
arruinar mi maquillaje. Inhalo el encantador aroma antes de caminar
hacia mi tocador para buscar mi anillo favorito. Cuando no lo encuentro,
frunzo el ceño y busco alrededor en el suelo. No tengo tiempo para
buscarlo más. Rápidamente, corro por la casa a reunirme con Tyler.
Todavía hay tantas partes de esta casa gigante que quiero explorar, pero
nunca lo hago. Quizás esta noche Tyler pueda llevarme al tour definitivo.
Cuando llego al comedor, dejo escapar un grito ahogado. La mesa
ha sido preparada con manteles blancos, platos de plata, vasos de cristal
y velas. Muy elegante.
—Vaya —pronuncio en voz alta.
—Podría decir lo mismo —murmura una voz profunda detrás de mí.
Me vuelvo para ver a Tyler vestido con un traje ajustado que abraza
bien su cuerpo. Él ha perdido un poco de peso recientemente, pero con
su traje, no se puede decir. Sus ojos parpadean con hambre, lo que hace
que el calor pique sobre mi piel. Es una expresión que no veo nunca en
él.
—Ven aquí, cariño —dice, sus manos encontrando mi cintura. Me
jala contra su pecho para un abrazo. Su polla está dura entre nosotros.
Más oleadas de calor me atraviesan—. Este culo es divino. —Sus palmas
encuentran mi trasero y lo aprietan. Sorprendida por su atrevido avance,
me congelo en sus brazos. Cuando sigue manoseando mi trasero, me
aparto de él. Nuestros ojos se encuentran y él parpadea varias veces,
sacudiendo la cabeza, como si estuviera tratando de despejarse a través
de una neblina. Se tambalea un poco y su cadera sujeta la mesa. Un
gruñido retumba de él mientras tira de su silla y se cae en ella. Sus dedos
van a sus sienes y masajea la carne allí.
—¿Tyler?
—¿Mmm?
—¿Has estado bebiendo?
Sus ojos se levantan hacia los míos, sus pupilas se estrechan.
—¿Qué?
120
DIECISÉIS
Torin
Desde el momento en que Tyler me dijo por qué estaba sufriendo de
dolores de cabeza y su salud había disminuido, me obsesioné y aprendí
todo lo que pude. Una cura. Ellos curan enfermedades todo el tiempo.
Este es el siglo veintiuno. Hemos hecho grandes progresos en el avance
médico. La polio está casi erradicada de la tierra. Ya casi no se habla
sobre el SIDA. Y el cáncer no siempre es mortal si es identificado en
etapas tempranas.
Excepto que mi obstinado hermano no lo identificó desde el
principio. Y cuando finalmente vio a un médico al respecto, ya estaba
fuera de control. Inoperable. Pero no solo inoperable, intocable. Ninguna
de las opciones de tratamiento lo podía tocar. Me seguía aferrando a la
esperanza, aunque era una minúscula, pero todavía tenía esperanza.
Hasta que él me mostró sus escáneres cerebrales. Esa mierda lo está
comiendo vivo. El crecimiento de hace seis meses a hace tres meses era
de más del doble. Mi estómago se retuerce al saber cuánto más ha crecido
desde entonces.
Mi hermano mayor va a morir.
Pronto.
Expresó sus deseos de no pasar sus últimos días más enfermo de lo
que ya está, pasando por la quimioterapia. Quería discutir hasta que
121
investigué y me di cuenta de no ayudaría de todos modos. Tenía razón.
Simplemente empañaría sus últimos días.
—Miau.
Abro los ojos y miro mi techo. Anoche, Casey no tomó bien las
noticias. Después de que corrió y se encerró en su habitación, fui y la
comprobé a través de la pared. Estaba acurrucada en una bola sobre la
cama, todavía con el vestido que me hacía querer sujetarla a la pared y
frotar mi cuerpo contra el suyo, y lloraba con fuertes sollozos feos.
Fue desgarrador.
Mi alma todavía resuena con los ecos de sus llantos.
Viscerales. Emocionales. Desolados.
Todo en mí gritaba que pasara a través de la pared, subiera a su
cama, y la tirara a mis brazos. Ella necesita consuelo y fuerza. Tyler ha
sido muy bueno en darle eso porque yo no puedo.
¿Qué pasa cuando él muera?
Ella se irá.
El pánico se eleva en mí como un tsunami épico listo para aniquilar
a todo un país. La ansiedad me apuñala. Me rasga crudo desde adentro
hacia afuera. Como si estuviera conectada a mi angustia, Misty, mi gata
favorita, salta sobre mi pecho y comienza a ronronear. Sus garras se
retraen y se extienden, atrapando la tela de mi sudadera pero sin perforar
la carne debajo.
Tiro de mi pesada manta y la pongo sobre mi cuerpo, cubriéndome
y a mi gata. Su ronroneo se intensifica a medida que se pone cómoda.
Miau.
Mi teléfono suena y leo un correo electrónico con algo de información
detallada, muy necesaria. Lo sabía. Sabía que el hijo de puta Guy estaba
chantajeando a Tyler. Y ahora sé exactamente por qué. Significa que
pronto estaré pagándole dinero a Guy también hasta que sepa qué hacer
con todo esto.
Miauuuuu.
Mis otros dos gatos, Rainy y Foggy, se unen a nosotros en la cama.
La gata más tranquila, Foggy, se acurruca cerca de mi cabeza,
ronroneando el ruido blanco que necesito para aclarar en mi cabeza.
Rainy se pasea a lo largo del pie de mi cama, buscando un buen lugar
para plantar su culo gordo. Muevo las piernas y finalmente se establece
entre mis pantorrillas separadas. Con mis tres gatos ronroneando al
122 unísono, soy capaz de desacelerar mi acelerado corazón. Soy capaz de
pensar sin dejar que el pánico me atrape.
Casey.
Mis pensamientos vuelven a ella.
La hermosa y perfecta Casey.
Ella amaría a mis gatos, lo sé. Quiero contarle sobre ellos. Quiero
arrastrarla a mi parte de la casa y mostrarle uno de los pocos lugares
donde puedo ser. Uno de los pocos lugares donde estoy tranquilo y soy
libre. Sin embargo, aun así, la mantengo a un brazo de distancia.
Cierro mis manos en puños y cierro los ojos, apretando los dientes.
Misty vuelve a maullar y clava sus uñas en lo profundo, la amenaza
de sus uñas afiladas hacen que mi aliento quede atrapado. Si los gatos
pudieran hablar, ella diría: “Cálmate como la mierda, Torin”.
Abro mi puño y me estiro para acariciarla. Su piel suave me relaja.
La acaricio hasta que me encuentro calmándome de nuevo. Mi mente
evoca fantasías de Casey recostada a mi lado hablando con mis gatos.
Solo el pensamiento de su voz dulce y musical hace que mi pecho se
expanda con felicidad.
Ella no puede irse.
Me he sentido mejor teniéndola cerca. Como si mi cuerpo y mi
maldita boca no estuvieran trabajando tan duro en mi contra. Es como
si tuviera la cura para mí y todo lo que lo que tengo que hacer es
inclinarme hacia adelante y beberla toda.
Mi teléfono zumba en mi bolsillo. Esperando que sea Casey, lo saco
y deslizo la pantalla. Misty maúlla su aparente molestia porque mi
atención indivisa ya no está en ella.
Tyler: ¿Qué hago?
No es frecuente que mi hermano me pida consejo.
Yo: No nos dejes.
Mis ojos queman como si las lágrimas salieran, pero no lo hacen. La
emoción todavía tiene problemas para escapar de mi cuerpo. Permanece
atrapada como el vapor en un hervidor, excepto que este hervidor no tiene
ninguna abertura para silbar. Este hervidor es sólido, de metal e
impenetrable. Una explosión sin esperanza de irrumpir más allá de sus
confines.
Tyler: Ojalá fuera así de simple. Mierda, cómo lo hago.
Yo: ¿Por qué no me lo dijiste hasta el día en que te encontré en
tu baño vomitando tus entrañas?
123 Tyler: Solo quería fingir que no existía. Que no tenía una fecha
de caducidad.
Yo: Entonces, ¿ibas a morir un día sin darme una maldita
explicación?
Tyler: Torin... lo siento.
Yo: ¿Es por eso que ella está aquí? ¿Por mí?
No mientas, Tyler.
Tyler: La forma en que la miraste, realmente la miraste, ese
día en la clínica, lo supe. Ella era la clave para desbloquear una
parte de ti. Ella lo hizo con una mirada. Un segundo, Torin. Ella te
robó de dentro de ti y te sacó. Fue jodidamente increíble. Yo siempre
quise hacer eso por ti. Traer a alguien a tu vida que pudiera
ayudarte mejor de lo que las terapias alguna vez podrían. Cuando
ELLA llegó, fue el destino. ¿No lo ves? Y entonces…
Yo: Ella podría tomar tu lugar como mi cuidador después de tu
muerte.
Tyler: Es más complicado que eso.
Mierda, sí que lo es. He visto la documentación.
Yo: Entonces explícalo.
Tyler: Pensé que podrías amarla.
Frunzo el ceño ante sus palabras, definitivamente no esperaba que
dijera eso. Me distrae de mis pensamientos mientras corro detrás de
otros. Más cálidos. Más felices. Sé que amo a mi hermano. Es algo lógico
y arraigado. Somos hermanos. Familia. Mejores amigos. Cuando pienso
en él dejándome, mi cuerpo duele físicamente. Me duele el corazón. Eso
es amor, ¿verdad? Los libros de texto no explican el amor de una manera
tangible. Son todas teorías, sentimientos y mierda en la que no puedo
poner mis dedos y explorar. Pero con Tyler, el amor tiene sentido. Sentido
lógico.
Con Casey, todo es diferente. Y eso, no lo comprendo. Ella me quita
el aliento a veces. Simplemente por mirarla. Como si solo su presencia
me succionara la respiración directamente desde mis pulmones. Mis
oídos esperan las ondas sonoras en una búsqueda de una risita o un
suspiro o su obsesivo golpeteo. Cuando está cerca, los vellos de mi piel
se elevan. Una sensación de hormigueo recorre mi carne como si ella
llevara una carga eléctrica. Energía magnética que hace que mi cuerpo
reaccione a nivel celular.
Su aroma es adictivo. He leído sobre los adictos. Un adicto a la
124 cocaína desea el subidón. Esnifa la sustancia en sus fosas nasales y
prospera en el camino sensaciones abrumadoras que surgen a través de
su torrente sanguíneo. Así es como es con Casey. Ella es una droga que
quieres esnifar y a la que quedar enganchado. Pero es su sabor lo que me
enloquece más. El día que lamí su cuello, pensé que había muerto y había
ido al cielo. Salado de sudor pero dulce. Oh, tan jodidamente dulce. No
podía obtener suficiente de ella. Quería hundir mis dientes y morderla.
Mierda, sí que la mordí. Quería devorarla porque es tan malditamente
adorable.
Adorable.
Adorable.
Adorable.
Ella es diferente. Hermosa, perfecta y mía. ¿Pero lo es? No entiendo
cómo funciona su mente. Cuando sus ojos azules brillan de emoción, no
sé lo que sucede dentro de su cabeza. Quiero acunar sus mejillas y
suplicarle explicaciones, pero nunca lo hago.
Tyler pensó que podía amarla.
Ni siquiera sé qué es el amor.
Pero podría respirarlalamerlaprobarlatocarlaolerlasentirla.
Podría hacer eso todo el maldito día.
Yo: No sé cómo amar.
Tyler: El amor no es algo que puedas controlar. Él te controla
a ti. Te llena e infecta cada parte de ti hasta que todo lo que puedes
hacer es simplemente vivirlo y respirarlo cada segundo de cada día.
Yo: Suena como una enfermedad.
Tyler: El amor es una cura.
125
DIECISIETE
Tyler
Toco su puerta por tercer día consecutivo, rezando porque ella
responda. Estoy intentando no presionar, pero la extraño. Quiero verla.
Maldición, necesito verla. Cuando ella no viene a la puerta, giro el mango.
Está desbloqueada y dejo escapar un suspiro de alivio.
Empujándome hacia la fría habitación, frunzo el ceño al ver que el
fuego está apagado en la chimenea. Hay un bulto en el medio de la cama
enterrado debajo de las mantas. Me apresuro a la chimenea y me aseguro
de que las llamas sean buenas y altas antes de caminar a su cama.
—Casey. —Mi voz es ronca.
Ella no responde, pero siento que está despierta. El aire está quieto
y tranquilo aparte del cacareo de la chimenea. Finalmente, responde:
—Tyler, duele.
Aprieto los dientes para mantener a raya mi emoción.
—Sé que sí —susurro.
La cama tiembla y luego deja escapar un sonido desgarrador.
Necesitando tocarla, levanto la manta y la busco. Ella no se retira de mí,
así que me acomodo debajo de las mantas, doblando mi cuerpo alrededor
del suyo pequeño. Cuanto más fuerte llora, más fuerte la aprieto. Ojalá
pudiera mejorarlo todo.
126
—Lo siento, Casey. Nunca quise hacerte daño.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
—T-tú m-m-me d-dejaste amarte.
—Amar a alguien no es algo malo —murmuro, mi nariz acariciando
su cabello, tratando de memorizar su olor—. El amor no es algo de lo que
se supone que debes esconderte. Se supone que debes encontrarlo y
agarrarlo, cariño.
—N-nadie me ha amado nunca a-antes. Me s-sentí amada aquí y se
habrá i-ido pronto. —Llora tan fuerte que creo que va a vomitar.
Ojalá pudiera retroceder en el tiempo y hacer las cosas bien para
ella desde el principio. Se merecía algo mejor que lo que la vida le
proporcionó. Las elecciones egoístas de otros la dejaron sola y sin amor.
—Shhh —arrullo—. Eres amada aquí. No se irá a ningún lado. El
amor simplemente no desaparece. Mi mamá y mi papá se han ido, pero
todavía siento el amor que tenían por mí.
Ella llora hasta que se seca y los sonidos que provienen de ella son
gemidos doloridos.
—Nunca tuve una familia. Te burlaste de mí, Tyler. Te burlaste de
mí con lo que no podrías darme.
La culpa me roe. Me duele que la traje a mi vida solo para contarle
que estoy muriendo, pero no me siento mal por tenerla egoístamente con
nosotros el último par de meses. Ella insufló vida a mi muerte inminente.
La tristeza fue eclipsada por ella.
La traje aquí para Torin, pero no me di cuenta de que también la
encontré para mí.
El afecto. Las conversaciones. El contacto visual.
Estar con un hermano que no muestra emoción y negarme a salir
sabiendo que nadie merece estar con un hombre con un pie en una
tumba significaba que estaba solo. Solo necesitaba una conexión. Casey
me conecta a esta vida más que cualquier otra cosa que he hecho
últimamente. Ella me hace enfocarme en las pequeñas cosas. Los sonidos
de la risa. La fría mordida de un copo de nieve en tus mejillas. El sabroso
sabor de un bistec bien cocido. No estoy absorto en hacer crecer nuestra
fortuna para dejarla cuando me haya ido. Estoy centrado en vivir el
momento, y en disfrutar cada segundo de ello.
—No quiero pelear y no puedo perderte —le digo, mi voz se quiebra—
. Te necesito más de lo que alguna vez he necesitado a alguien en mi vida.
Necesito que estés aquí... hasta el final. Intenté darte todo para hacerte
127 feliz, pero todo lo que quiero es una cosa. Una cosa simple que puedes
darme a cambio. Tú. Tus sonrisas. Tu voz. Tu toque. Solamente te
necesito a ti.
Ella suelta un gemido, pero se vuelve en mis brazos, agarrándose
desesperadamente contra mí. Sus dedos se clavan en mi camisa mientras
entierra su cara mojada contra mi cuello. La abrazo fuerte y acaricio su
cabello. Consuelo a mi niña, a nuestra niña, mientras llora.
Egoístamente, la abrazo porque es el único afecto que se me ha concedido
en bastante tiempo.
—Te amo, Casey. Necesitas escuchar eso. Sé que nunca serás mía,
no de esa forma, pero puedes ser mía así. Solo por un rato. —Las lágrimas
corren por mis sienes—. Solo por un momentito.
—Lo siento —murmura contra mi cuello—. No quiero pelear.
También te amo, Tyler.
Mi corazón se hincha y sonrío mientras beso su cabeza.
—Hoy lloraremos esta mierda y luego mañana, quiero pasar mi
tiempo contigo y con Torin. Mi familia.
—¿Cómo estás tan fuerte?
—Nunca me han dado la opción de no serlo —pronuncio—. Me han
dado desafíos toda mi vida. Desafíos no destinados a los débiles.
He estado corriendo y corriendo. Persiguiendo y persiguiendo.
Finalmente tengo todo lo que alguna vez quise envuelto en mis brazos.
Apesta como la mierda que todo terminará pronto.
—¿Como yo? Soy un desafío.
—Tú eres una recompensa, cariño. Eres mi recompensa por esta
vida difícil.
Ella suspira y se le escapa una pequeña risa.
—Me han llamado muchas cosas pero nunca la recompensa de
alguien.
—Eso es porque has estado cerca de la gente equivocada. —Y seré
condenado si alguna vez dejo que eso vuelva a ocurrir—. Finalmente estás
donde perteneces, donde puedes escuchar las cosas que mereces
escuchar.
—¿Cómo voy a seguir adelante sin ti? ¿Para Torin? ¿Es eso lo que
hiciste?
La aprieto.
—Con Torin, cariño. Y eso es exactamente lo que hice cuando
nuestros padres murieron. Seguí adelante con Torin. Él no es una carga.
Él es mucho más fuerte de lo que la gente le da crédito. Un día lo verás.
128
Casey se levanta y me mira fijo. En la habitación oscura, no puedo
distinguir sus rasgos, pero quiero hacerlo. Sus dedos recorren mi cabello.
—Dilo de nuevo, Ty.
—Te amo.
—Yo también te amo.
TERCERA PARTE
129
DIECIOCHO
Casey
Algunos días, Tyler no parece enfermo en absoluto. Su color es
bueno y es enérgico. Son sus sonrisas las que son tan engañosas.
Amplias, brillantes y sin fin. Crecen cada vez que sus ojos se posan en
mí. Me emociona a la vez que me aplasta.
—¿Scrabble? —pregunta Tyler, su oscura ceja levantada en
pregunta.
Torin deja caer la caja sobre la mesa. Sus labios están fruncidos y
su capucha colocada sobre su cabeza, escondiendo sus ojos de nosotros.
—No soy buena en el Scrabble —digo con un gemido—. ¿Qué tal el
Monopoly? Puedo limpiar la casa con ese juego.
—No tenemos el Monopoly —dice Tyler, riendo—. Pero voy a ser
bueno contigo. Torin nos pateará el culo a ambos, así que realmente no
importa.
Los rasgos de Torin permanecen impasibles, pero apuesto a que si
le enviara un mensaje de texto, diría algún comentario presumido.
—Bien —resoplo, disfrutando de la sonrisa de agradecimiento de
Tyler.
Torin robóticamente comienza a configurar el juego en la mesa de
café. Me siento al lado de Tyler en el sofá. Él une nuestros dedos. Ahora
130 que sé que Tyler está enfermo, es como si mis sentimientos que estaban
en ciernes por Torin hubieran quedado en suspenso. No tengo el tiempo
o la paciencia para explorar eso en este momento porque mi tiempo con
Tyler es limitado. No quiero echarlo a perder. El tiempo es un bien
precioso que se vuelve más valioso a cada segundo.
Ausentemente, Tyler lleva nuestras manos enlazadas a su boca y
besa el dorso de la mía. Un escalofrío me recorre. Él aprieta mi mano
antes de dejarla descansar en su regazo. Torin comienza a recitar las
reglas del juego como si estuvieran grabadas en su cerebro. Solo escucho
a medias porque Tyler está frotando círculos en mi mano con su pulgar.
Me recuerda la vez que su pulgar estuvo en mi pezón. Por supuesto, él
estaba dormido, pero aun así. Me ha tocado en un lugar que nadie antes
lo había hecho.
—A medianoche, se supone que debes besar a alguien —dice Tyler—
. Buena suerte para el año nuevo y todo eso.
Torin gruñe y levanta su cabeza hacia nosotros, sus ojos marrones
me perforan con una mirada acalorada que convierte mi interior en
papilla.
Tyler se ríe como si le divirtiera la reacción de su hermano.
—Yo no, hermanito. —Ellos tienen algún código tácito, pero puedo
leer entre líneas. Tyler está insinuando que Torin debería besarme.
—¿Qué pasa si no besas a nadie? —desafío.
—Mala suerte —bromea Tyler—. Mucha y mucha mala suerte.
Torin comienza a repetir las instrucciones del juego, con un borde
irritado en su voz. Pronto, la charla incómoda de los besos a medianoche
se deja de lado cuando nuestro juego comienza. Para no tener el
vocabulario más amplio, me defiendo en Scrabble. Puedo decir que Tyler
está luchando, su cerebro está trabajando en su contra, porque sigue
frotándose las sienes y coloca fichas incorrectas en el tablero. Como estoy
sentada a su lado, lo ayudo a corregirlas. Torin está concentrado e ignora
la niebla mental de su hermano. Recuerdo los síntomas de su cáncer y
este es uno de ellos. Me hace querer instarlo a que se vaya a acostar, pero
él es terco y sé que no lo hará.
Después de varios juegos y la cercanía de la medianoche, Torin se
frustra y comienza a desmantelar el juego.
—Estábamos en el medio de una ronda —me quejo.
Tyler acaricia mi rodilla con su mano.
—Eztá bien —masculla como si hubiera estado bebiendo. Mi corazón
131 se aprieta en mi pecho.
—No está bien. Está siendo un mocoso —resoplo.
Torin levanta su cabeza en mi dirección y me fulmina con la mirada.
—No.
Arqueo una ceja hacia él.
—¿No? Estás actuando enojado y renunciando. Eso es ser un
mocoso.
Aprieta ambas manos y se pone de pie, ya no le interesa guardar el
juego.
—Nooooo.
—Torrrr —murmura Tyler, su cuerpo se relaja contra los cojines.
Torin mira a su hermano por un largo momento antes de huir. Lo
observo abrir la pared y deslizarse detrás del panel, desapareciendo casi
al instante.
Dirijo mi atención a Tyler, quien me sonríe, casi perezosamente. Sus
ojos están medio cerrados, pero su mirada está en mí.
—Tannn bonita —dice con voz densa, levantando su mano para
tocar mi cabello. Parpadea lentamente y sonríe más—. Ez cazi
medianoche.
La ansiedad se tambalea dentro de mí, no porque sea casi
medianoche, sino porque está arrastrando las palabras y comportándose
inusualmente. Como el día en que me jaló hacia él y me agarró el culo.
Por lo que Torin me dijo ese día, será susceptible a tener cambios de
humor.
—Shhh —susurro mientras acaricio su mejilla—. Solo descansa.
Sus cejas se juntan y traga, la angustia brillando en sus ojos.
—Venn aqquí.
Me levanto sobre mis rodillas en el sofá junto a él, sin saber
exactamente lo que quiere. Cuando sus grandes manos encuentran mi
cintura y él me guía hacia su regazo, y me siento obedientemente con mis
muslos a horcajadas sobre sus costados. Él inclina su cabeza y me mira
con asombro, como si fuera lo mejor que haya visto. Hace que mi corazón
golpetee.
—¿Necesitas tu medicina? —pregunto, mis dedos tienen mente
propia mientras le aparto el cabello de la frente.
—Z-zolo t-te n-necesito a tii —balbucea. Sus manos hacen círculos
en mis caderas y el calor parpadea dentro de mí. Quiero que sus manos
132
me exploren en todas partes.
—Estoy aquí —le aseguro—. No me iré a ninguna parte.
Él sonríe, mis palabras lo complacen.
—Él s-se fue. Z-zerá m-medianoche y ze perderá la mejor coza de zu
vida. —Ojos marrones, como chocolate derretido, me beben.
—¿Nunca ha sido besado? —le pregunto.
—N-nunca.
—Yo tampoco.
La claridad encuentra la mirada de Tyler y su mano se levanta para
acariciarme la mejilla. Acaricia mi labio inferior con su pulgar. Entonces,
su mano ahueca la parte de atrás de mi cuello. Lentamente, me acerca a
él. Mi ritmo cardíaco es errático e inestable.
—Una b-bella mujer mereze zer bezada a m-medianoche —
murmura, su pulgar ahora acaricia un lado de mi garganta.
—Tyler —gimoteo. No estoy segura de lo que quiero, pero este
momento significa todo para mí. Mi piel está viva. Mi corazón está fuera
de control. El deseo nada a través de mí como un tiburón en aguas poco
profundas, hambriento y desesperado por alimentarse.
—P-podría bezartee —sugiere—, p-pero... —De nuevo, sus ojos
parpadean con tristeza.
—Pero él se fue. Tú estás aquí. —Me inclino hacia adelante y cierro
los ojos—. Podrías besarme.
El elegante reloj del abuelo llega a medianoche y comienza a sonar.
Me temo que él no me besará, pero luego labios cálidos se rozan contra
los míos. Suaves e inseguros. Como si estuviera probando mi reacción.
Cuando separo mis labios, un pequeño gemido se escapa de él. Él me jala
más cerca hasta que nuestras bocas se fusionan. Nunca me he acercado
lo suficiente a nadie para querer besarlo antes. Los chicos eran idiotas y
no me gustaban las chicas.
¿Pero esto?
¿Este hombre hermoso, amable y amoroso?
Quiero todo lo que pueda darme en este momento.
Sus dedos se deslizan en mi cabello mientras su lengua entra en mi
boca, deslizándose más allá de mis labios para buscar mi propia lengua
de una manera experta. Todo lo que puedo hacer es permitirle besarme
porque estoy segura de que no sé lo que estoy haciendo. Su lengua contra
la mía envía una emoción que me atraviesa. Mis bragas se vuelven
húmedas y la necesidad de mecerme contra su cuerpo es intensa. Me
133 conformo con agarrar sus hombros para mantenerme quieta. Él chupa
mi labio inferior lo suficientemente fuerte para que yo gima, pero luego
su lengua está de nuevo golpeando la mía de una manera desesperada.
Él sabe bien. Huele bien.
Oh Dios.
Su mano se ha movido hacia mi culo y lo agarra con fuerza. La otra
permanece enhebrada en mi cabello para poder guiar nuestros
movimientos. Chupa mi lengua, haciéndome marearme con necesidad.
Si hubiera sabido que besar era como si alguien estuviera robando tu
alma de tu cuerpo, una molécula a la vez, me habría inscrito en esta
mierda hace mucho tiempo.
—Casey —murmura contra mi boca.
Él tira de mi culo hasta que estoy acurrucada contra su polla dura.
Envía corrientes de electricidad sacudiéndose desde mi núcleo por todo
mi cuerpo. Me encuentro rápidamente frotándome contra él a través de
nuestra ropa, buscando más placer. Mis bragas están tan mojadas, me
pregunto si lo sentirá de alguna manera.
Encontramos un ritmo donde me estoy frotando contra él y nuestras
lenguas bailan al mismo ritmo. Los dos estamos gimiendo y respirando
pesadamente. No estoy segura de a dónde va esto, pero sé que no lo
detendré. Quiero lo que sea que él me dé.
Amo a Tyler.
Jodidamente demasiado.
Su palma se desliza debajo de mi sudadera y me aprieta el pecho
sobre mi sostén. Grito de placer. Cuando sus dedos tiran de mi sujetador
para poder frotar su pulgar contra mi pezón, me derrito contra él.
—Oh, Dios —gimoteo contra su boca—. Eso se siente bien.
Él mueve la cabeza hacia atrás y se pone rígido debajo de mí. Me
congelo, preocupada de haber hecho algo mal. Su cuerpo comienza a
sacudirse como si hubiera sido alcanzado por un rayo. Cuando veo que
sus ojos están vueltos hacia atrás en su cabeza y que la baba se está
escapando de su boca, grito.
Un grito espeluznante y penetrante.
Mierda, está teniendo una convulsión.
139
VEINTE
Casey
—Estoy bien —refunfuña Tyler—. Lo juro.
Torin lo mira fijamente, sin emoción, pero no deja su lado de la
cama. No puedo evitar notar la apariencia diferente de los dos hermanos.
En un momento, Tyler parecía el hermano físicamente más fuerte. Más
viejo, más sabio, saludable. Ahora, está pálido y blanquecino. Débil y
tembloroso. Torin se asemeja a una estatua hecha de piedra, que se eleva
sobre él. Irrompible. Inamovible. Sólido.
Los ojos de Torin se deslizan hacia los míos. La irritación parpadea
en su mirada, a pesar de sus características impasibles. Luego, busca su
teléfono. Momentos después, el mío zumba.
Torin: Él no está bien. Míralo.
Frunzo el ceño mientras respondo.
Yo: Solo necesitamos que coma algo y luego descanse.
Torin: Está bien... y luego tenemos que hablar.
Parpadeando hacia él, trato de averiguar qué estaba pasando por su
cabeza. Torin no es del tipo que habla, así que no estoy segura de qué
quiere hablar. La culpa entristece mi corazón. A menos que él viera a
Tyler y a mí besándonos. Mi cuello se calienta y evito el contacto visual
con Torin. En cambio, deslizo mi mirada a Tyler. Sus ojos están cerrados
140 cuando comienza quedarse dormido.
Me duele el corazón el verlo tan aniquilado. Cuando salimos del
hospital hoy más temprano, tuvo que ser sacado con silla de ruedas. Pero
cuando llegamos a casa, él caminó por su cuenta. Sin embargo, tomó
todo de él. Pensé que iba a desmayarse en cualquier momento.
Aparto su cabello de su frente y sus ojos se abren. Él logra una
pequeña sonrisa antes de cerrarlos nuevamente. Presiono un beso en su
mejilla y luego gateo fuera de la cama. Torin sale de la habitación y tengo
que apresurarme para seguirlo. Una vez que está en la sala de estar, se
sienta en el sofá con los ojos pegados a su pantalla, sus dedos tipeando.
A veces desearía que me hablara como Tyler lo hace.
Zumbido.
Torin: Eres mía.
Sus palabras son tan directas, que me río. Pero él no se está riendo.
Ni siquiera me está mirando.
Torin: No puedes besarlo porque eres mía.
El fuego florece dentro de mi pecho y levanto mi barbilla de una
manera desafiante. Excepto que mis miradas combativas no funcionan
cuando la persona sobre las que deseo usarlas no te mira. Con un bufido,
respondo a través de un mensaje de texto.
Yo: No eres mi padre. Puedo besar a quien quiera.
Torin: A quien sea. Y no. No puedes.
—¿Estás bromeando en este momento? —me burlo.
Su mandíbula se aprieta mientras escribe.
Torin: No. No bromeo. Nunca.
Yo: Señor Serio. Lo entiendo. ¿Alguna otra cosa que no pueda
hacer, Guardabosques?
Torin: Eso es todo por ahora.
—Era una pregunta retórica —espeto, la ira hace que me tiemblen
las manos—. Torin.
Él agarra su teléfono tan fuerte, que parece que podría aplastarlo en
cualquier momento, pero se niega a mirarme. ¿Se niega o no puede? No
sé la respuesta, pero estoy cansada de todo en este momento, incluso
intentar descifrarlo.
—Si me quieres tanto —me burlo—, entonces ven a buscarme. Estoy
justo aquí.
Sus fosas nasales se ensanchan y no puedo evitar notar la dureza
141 en sus vaqueros. Una emoción de calor surge a través de mí. No puedo
dejar de mirar fijamente. Temprano esta mañana, sentí su excitación,
pero luego se fue antes de que las cosas pudieran progresar.
La idea de tener a Torin encima de mí desnudo, sus labios
fusionándose con los míos, es suficiente para hacerme la boca agua. Él
es tan intenso y hermoso, pero no entiendo nada de lo que sucede en su
cabeza.
Y luego está Tyler.
Mi hermoso, enfermo y guapo Tyler.
Su boca en la mía se había sentido tan reconfortante y correcta. Le
habría dado mi virginidad en ese momento. Si él no hubiera tenido un
ataque, podríamos haber llegado al final. Pero tan caliente como fue ese
momento, la culpa perseguía los recovecos de mi mente.
Torin.
No puedo negar nuestra tácita conexión. Es diferente que con Tyler.
Tyler es divertido, amoroso y fácil.
Torin no es divertido. No es amoroso. Y es difícil.
Entonces, ¿por qué hay un tirón tan fuerte hacia él? ¿Por qué mis
ojos lo buscan cada vez que está en la habitación? ¿Cómo es que oro para
que él supere su enfermedad para que haga un movimiento sobre mí?
Cuando puse un pie en esta casa, nunca imaginé que
experimentaría tales emociones confusas.
—Torin —siseé, caminando hacia él y parándome enfrente—. Si me
quieres tanto, estoy justo aquí.
En lugar de mirarme, teclea en su teléfono.
Torin: Te quiero tan malditamente tanto que no puedo pensar
con claridad.
Las lágrimas llenan mis ojos. Esto entre Torin y yo es demasiado
complicado y retorcido. Las cosas que necesito de él, nunca será capaz
de dármelas. Es imposible. Somos imposibles. Y sin embargo, lo intento.
—Tu cuerpo me quiere —digo, gesticulando hacia su polla que se
tensa en sus pantalones.
Gruñe y luego hace sonar su cuello antes de escribir de nuevo.
Torin: Cada molécula en mi cuerpo te quiere. El zumbido que
me enloquece siempre está en silencio en tu presencia. Eres como
la nieve, Casey. No la nieve afuera, sino la nieve en una mala
estación de televisión. Ruidosa. Chirriante. Ensordecedora. Pero es
consistente y relajante. Me encuentro queriendo sentarme justo
142 frente a ti y mirarte fijamente. Quiero mirarte y mirarte y
jodidamente mirarte fijamente.
La emoción obstruye mi garganta y mi labio se tambalea.
—¿Solo mirarme?
Torin: Ojalá supiera cómo hacer más.
Envalentonada, me acerco y le paso los dedos por el cabello. Él se
tensa ante mi toque, pero no me aparta. Lentamente, me ubico sobre sus
muslos y me siento en su regazo. Sus ojos se desvían, incluso cuando le
ahueco la cabeza y le levanto la barbilla para mirarme.
Dios, él es sexy.
Está roto y perdido dentro de esa cabeza suya.
No es mío.
Él dice que me quiere, pero ni siquiera puede mirarme.
Acercándome a él, me deleito con el sonido estrangulado que se le
escapa cuando mi centro se frota contra su polla. Comienzo a hacerlo de
nuevo, pero luego soy tirada al suelo, mi cabeza golpeando contra la mesa
de café. Como un flash, Torin se ha ido. Simplemente desapareció. Sus
sonidos hacen eco mientras me deja una vez más.
En lugar de romper a llorar como quiero, regreso a Tyler.
El seguro, dulce y fácil Tyler.
Me arrastro en la cama junto a él y lo abrazo fuerte. Incluso en su
sueño, él me acaricia de una manera reconfortante. Esto es lo que
necesito. Pasé mucho tiempo sin afecto para ser negada en la primera
relación potencial que he tenido, lo que más he anhelado.
Lo siento, Torin.
145
VEINTIUNO
Torin
Sus ojos brillan como lo hicieron cuando papá le compró un
automóvil para su decimosexto cumpleaños. Orgulloso. Emocionado.
Contento. Sorprendido. Cuando la mira, la contempla como si fuera un
regalo que ha estado esperando durante décadas para abrir.
No me gusta el brillo.
No me gusta la mirada.
Especialmente no me gusta la forma en que ella le devuelve la
mirada.
Como si la hubiera salvado, lo que de alguna manera él hizo.
Como si él sostuviera en la palma de su mano todo lo que ella podría
querer.
Él sostiene todo lo que yo quiero en la palma de su mano. La
pequeña mano de Casey está bloqueada en su agarre mientras caminan
por la sala de juegos. Nunca la he visto lucir tan hermosa. Las luces de
las máquinas hacen brillar tonos rosas, azules y verdes en su cabello
rubio nevado. Como si fuera un parpadeante árbol de Navidad. Nadie en
la sala de juegos le presta atención. Ellos caminan junto a ella como si
no importara.
Para nosotros, los hermanos Kline, ella es lo único que importa.
146
Ojalá fuera como Tyler. Desearía poder agarrar abiertamente su
mano y pavonearla, mostrando a todos a quién pertenece. En cambio,
tengo que esconderme en la esquina con mi sudadera con capucha por
encima de mi cabeza y mis auriculares ahuyentando el ruido en mi
cabeza. Todavía puedo escuchar los sonidos de los juegos y los
adolescentes riendo, pero están silenciados de una manera que no me
hagan cerrarme.
Con Casey, no puedo permitirme el lujo de cerrarme.
Cada momento con ella es un bocado que ansío desesperadamente
devorar.
Incluso mirarla desde lejos mientras ella disfruta del momento de su
vida es suficiente. Esta noche, cuando esté durmiendo en su cama, iré a
verla. Intenté dejarla sola porque ha dejado en claro que no me quiere,
pero no puedo contenerme más.
Estoy nervioso, irritado y frenético.
Solo necesito respirarlalamerlaprobarlatocarlaolerlasentirla.
Alguien me roza y me estremezco. No me gusta cuando me tocan.
Solo hay una persona que quiero que toque cada parte de mí. Una
persona a la que quiero envolver mi cuerpo desnudo. Una persona que
quiero probar y adorar.
Mierda, odio cómo soy.
A veces, he buscado en Internet durante horas. Muriendo por
respuestas. Terapias. Cualquier cosa para ayudarme a ser mejor para
ella. Casey necesita afecto, adoración y risa.
No puedo darle nada.
Me duele el pecho ante esa noción.
Nada.
Nada.
Nada.
Si de alguna manera pudiera hacerle ver lo que siento por ella de
una manera que signifique algo. Una acción audaz. Una declaración
romántica. Algo que muestre que la necesito y que me niego a dejarla ir
nunca.
Mis manos se curvan en puños. Quiero sacar mi teléfono y decirle lo
perfecta que es. Estoy temblando por hacer exactamente eso. Y, sin
embargo, mi cuerpo está trabajando en mi contra ahora. Los sonidos, los
olores y la gente por todos lados me están abrumando como la mierda.
147
Necesito ir a casa, meterme debajo de mi pesada manta, acariciar mis
hermosos gatos, y luego le mandaré un mensaje de texto para avisarle.
Luego.
Luego.
Luego.
Pero, ¿y ahora?
Mis ojos se levantan y la busco. Ella está en la máquina de pinball
golpeando los botones laterales. Tyler está apoyado contra la máquina y
se ríe. Es un recuerdo que quiero guardar dentro de mi cabeza para
siempre. Cuando nunca quieres olvidar, lo guardas bajo llave. Lo
mantienes hasta el final. Tyler y papá nunca pensaron que recordaba a
mamá.
Su olor, dulce como un campo de flores en el verano.
Su risa, gutural y fuerte.
Su tacto, reconfortante.
Mamá se ha ido hace tanto tiempo, pero ella no se ha ido porque en
un momento, puedo evocar las líneas exactas en su rostro. El tono exacto
del verde en sus ojos. Cómo su cabello castaño sedoso parecía atrapar la
luz y brillar con hebras rojas.
Ella no se ha ido.
Ella está aquí.
Como papá.
Al igual que Tyler lo hará.
Casey también.
Todos míos, a salvo dentro de mi cabeza, donde puedo ser la persona
que quiero ser. Puedo reír, abrazar, bromear y llorar. Una familia. Una
familia sin pruebas o dolor. Sin cánceres o muerte o abandono.
Felices.
Felices.
Felices.
Alguien más choca contra mí y me alejo. Mi cuerpo está zumbando
con energía, del tipo negativo.
Buzzzzzzzz.
Buzzzzzzzz.
Buzzzzzzzz.
148 La sensación es enloquecedora. Me gusta la estática que trae Casey.
Suave ruido blanco. Calmante. El caos que se cuela dentro de mí roe mi
ser interior. Le recuerda que este cuerpo es un guardián cruel. Un
castigador de mi espíritu.
Buzzzzzzzz.
Buzzzzzzzz.
—Estás en el camino, idiota —murmura un chico joven. Todo el
mundo a su alrededor se ríe.
—¡NO! —grito. Mi estúpida maldita palabra de vete. Me da ganas de
arrancarme el cabello cada vez que se escapa de mis labios. A veces es la
única palabra que puedo sacar.
—¿Qué mierda dijiste? —exige.
—¡NO!
Buzzzzzzz.
Buzzzzzzz.
CaseyCaseyCaseyCasey.
Anhelo mirarla, calmar la tormenta dentro de mí, pero todo lo que
puedo hacer es enfocarme en mis zapatos. Pelo de gato. Montones y
montones de pelo de gato en mis zapatillas negras. Mientras observo las
hebras grises, blancas o negras, me pregunto a qué gato pertenece cada
pelo. Qué juego sería sentarlos a mi alrededor en mi cama, arrancando
cada folículo de mi zapato y emparejándolo con el animal apropiado.
Buzzzzzzz.
—¡Es un maldito retrasado!
Me estremezco ante la palabra despectiva. No es la primera vez que
me llaman así y algo me dice que no será la última. Quiero meter mi puño
en su nariz, pero no puedo dejar de mirar los pelos en mis zapatos.
—¿Cómo diablos acabas de llamarlo? —La voz es chillona.
Protectora. Furiosa. Mía.
—Lo llamé maldito retrasado, perra fea.
Un chirrido se abre paso a través de mis auriculares ahuyentando
el ruido y se abre camino hacia el centro de mi cerebro. Por un momento,
el zumbido se detiene cuando el ruido blanco se instala a mi alrededor.
Puedo buscarla con mis ojos y concéntrame en su hermoso rostro.
No es fea.
No es fea en absoluto.
Ella es la cosa más perfecta que he visto en mi vida.
149 Cabello muy suave, que anhelo acariciarlo como lo hago con Misty,
Rainy y Foggy.
Labios muy flexibles, en los que anhelo pasar la lengua una y otra
vez, sobre el inferior hasta que la llene de ampollas por el toque repetitivo.
Ojos azules tan brillantes, con los que ella seguramente quemará
agujeros en cada hijo de puta en esta sala de juegos.
Todavía la estoy mirando como si fuera un ciervo esperando ser
golpeado por un camión porque no puedo mirar a otro lado. Ella ataca al
adolescente que es mucho más grande que ella sin ningún miedo en sus
ojos. Tira hacia atrás su brazo y luego golpea al chico justo en su nariz.
¡Pop!
Todo sucede en cámara lenta. Tyler llega y la agarra por la parte de
atrás de su camisa, alejándola. El chico se tambalea, sus manos en su
rostro mientras la sangre se filtra por su nariz. Algunas personas ríen y
dicen:
—¡Acabas de conseguir que te patee el culo una chica!
Tyler casi ha hecho que Casey salga por la puerta cuando el imbécil
gruñe, aunque de forma nasal.
—Voy a patear como la mierda a esa puta.
—¡NO! —rujo, la furia controla mis movimientos ahora.
Sus ojos vuelan hacia los míos y debe sentir algo en mí porque se
queda boquiabierto ante mí. Mis hombros tiemblan de furia y mis puños
se levantan frente a mí. Es una promesa. Lo dejaré en el suelo si él
siquiera piensa en tocarla. La rabia insensibiliza el zumbido y exige
control.
—Torin —grita Tyler—. Vamos, hermano.
Me pongo en acción y paso al idiota al que le acaba de patear el culo
una chica.
Mi chica.
Defendiendo mi honor.
Nunca la dejaré ir.
150
VEINTIDÓS
Tyler
Mierda.
Ahora no.
Ahora jodidamente no.
—Voy a ir a la cama —dice Casey desde la puerta de mi habitación.
Después de golpear a ese imbécil en la galería, su mano se ha
hinchado y ella le ha estado colocando hielo. Nunca había estado tan
orgulloso. Ha habido muchas peleas en las que me he metido para
defender a mi hermano de personas que no lo entienden. Y verla a ella ir
detrás de ese imbécil de la manera en que lo hizo simplemente solidifica
lo perfecta que es para Torin.
Ella cuidará de él.
Lo hará.
Estaba destinada a hacerlo. Siempre lo estuvo.
Mi corazón duele y se aprieta como si hubiera sido apuñalado varias
veces y me estoy desangrando. Pronto. Me desangraré pronto y mi
existencia estará acabada.
—Ven a sentarte por un minuto —le digo, mi es voz ronca.
Casey es una, pero luego se convierte en dos.
151
Dos ángeles caminan hacia mí.
Dos ángeles se suben a mi cama.
Dos ángeles se acurrucan a mi lado.
—Gracias —murmuro, maravillándome de cómo su mano de cinco
dedos ahora tiene diez dígitos. La habitación gira y la bilis se eleva por mi
garganta. A regañadientes cierro los ojos.
—Se lo estaban buscando —refunfuña—. Torin es simplemente
diferente. Ellos no lo comprenden como lo hacemos nosotros.
Y es por eso que la amo.
Ella es uno de nosotros.
Ella encaja.
Familia.
La familia en la que ella nació era una broma. No pertenecía con
ellos. Ella siempre perteneció con nosotros. Siempre.
Su voz es melódica mientras habla. Ella sigue estando enérgica
sobre nuestra salida a la galería. No me puedo concentrar en lo que dice,
solo en cómo lo dice. Me agarro a la cadencia de sus palabras dulcemente
dichas.
Hoy me sentí genial, pero ahora me siento como la mierda.
Glenn me advirtió. Él me advirtió sobre todo. Como mi doctor y
amigo de la familia, ha tratado de hacer que esta dura experiencia fuera
más fácil para mí. Desde recetarme los medicamentos que mejor
funcionan a darme consejos paternos.
Lo seguí todo.
Dejé de trabajar tanto y disfruté de la vida mientras todavía la tenía.
Me reuní con el abogado y resolví los negocios de nuestra familia y
los asuntos personales.
Me aseguré de que aquellos a quienes amo serán atendidos.
Específicamente tomé medidas para asegurarme de que Casey
estuviera adecuadamente protegida.
Glenn y yo tuvimos una acalorada discusión al comienzo de mi
diagnóstico. Hablamos de planes de tratamiento y operaciones riesgosas.
Al final, le dije que me negaba a pasar mis últimos días peor de lo que ya
estoy. Él prometió que estaría cómodo hasta el final.
Una dolorosa migraña comienza a latir a través de mi cráneo. Quiero
ignorarla y concentrarme en Casey. En cambio, todo lo que puedo hacer
es notar cuánto se retuerce y mueve la cama.
152 Mierda, voy a vomitar.
Salgo de debajo de ella y ruedo fuera de la cama. La habitación gira
pero no antes de captar la mirada de mi hermano desde una tablilla en
la pared. Mirando fijamente. Siempre mirando fijamente.
El dolor enloquecedor oscurece mi visión.
Una sacudida surge a través de mí y tiemblo como si hubiera sido
golpeado por un relámpago.
Abajo. Abajo. Abajo.
Estoy cayendo. Estrellándome.
Gritando.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
La dulce Casey grita.
Mi Torin ruge.
Mi familia.
Shhhh.
Mierda, son ruidosos.
La oscuridad es un alivio bienvenido y me aferro desesperadamente
a ella. El dolor punzante no parece tan intenso allí.
Negro. Negro. Negro.
La alcanza.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
Envolverla como una manta.
Dormir.
—¡Tyler!
Voz dulce.
Una voz, pero si pudiera mirarla, ella sería dos ángeles.
Protegerla. Protegerla. Debes protegerla.
Ella es perfecta.
Ella es perfecta.
Ella es perf…
153
CUARTA PARTE
154
VEINTITRÉS
Casey
Estoy entumecida.
He estado insensible durante una semana.
Haciendo las cosas por inercia, la vida me pasa en un borrón.
Vacía y hueca.
Estoy en shock.
Sigo esperando que decante. Que la comprensión me agarre por la
garganta y me estrangule hasta que no tenga vida. Un aguijón de
lágrimas pica mis ojos, la primera indicación de que estoy comenzando a
descongelar mi congelación mental.
No sobreviviré a esto.
—Señorita Casey —dice Ethel, parada en la entrada de la oficina de
Tyler.
Me giro en su silla de cuero para mirarla a ella y a Ronnie parados
en la jamba de la puerta. Ambos llevan expresiones sombrías.
—Nos vamos. —Los labios de Ethel están presionados en una línea
firme. Ronnie no encuentra mi mirada.
—¿A dónde se van? —pregunto, con confusión en mi tono.
—Nos vamos a casa —responde ella.
155
—¿Cuándo volverán? —Mi labio tiembla mientras el terror se cuela
a través de mí.
Ethel deja escapar un suspiro.
—Cariño, no volveremos nunca.
La habitación se vuelve borrosa cuando se establece la realidad.
—¿Por qué no?
—Sabes por qué.
—No —me ahogo—. No sé por qué. Nosotros aún estamos aquí.
Todavía necesitamos su ayuda para manejar esta casa gigante. —
Revuelvo el talonario de cheques del que ahora soy firmante. Una cuenta
que ha sido puesta a nombre mío y de Torin. Más dinero del que yo podría
gastar jamás—. Puedo pagarles.
Ronnie frunce el ceño.
—Hemos cumplido nuestro tiempo. Somos viejos. No fue tan malo
cuando Tyler estaba alrededor, pero... —se calla.
—No eres tú —ofrece Ethel.
La miro boquiabierta con horror.
—¿Se van porque no pueden lidiar con Torin?
La culpa se refleja en sus ojos y ella mira hacia otro lado.
—Nos jubilamos.
Mentiras. Ella está mintiendo.
Murmuran sus disculpas mientras se van y yo miro hacia abajo a la
chequera estupefacta. Tyler se ha ido y solo soy yo. Yo y Torin. Los dos
en esta casa gigante sin ventanas. Con manos temblorosas, abro mi
correo electrónico y empiezo uno para Torin. Se ha vuelto completamente
silencioso. Escondiéndose y dejando que yo maneje todos los arreglos del
funeral sola. Torin logró llegar al funeral. No derramó una lágrima,
simplemente se quedó mirando fijamente el ataúd, apretando la
mandíbula. En el momento en que llegamos a casa después del funeral,
desapareció.
Estoy sola.
No tengo a nadie.
En momentos como estos me gustaría tener una madre. Alguien que
me susurre palabras dulces de aliento. Alguien que me acaricie el cabello
y me diga que todo estará bien.
Pero no tengo una madre.
156 La soledad que brota dentro de mí es como una ola gigante que sube
y sube. Va a estrellarse sobre mí de nuevo. Me ahogará. Toda mi vida la
he pasado sola. Por un breve momento en el tiempo, estuvo llena y feliz.
No puedo hacer esto de nuevo.
Las lágrimas que aún tenían que caer comenzaron a llenarse y
derramarse. Un grifo con fugas que no hay manera de apagar. Las
paredes crujen cerca. Sé que él está aquí. Sé que no me hablará.
Sola.
Casey Cocaína.
Abandonada.
El frío que me rodea es peor de lo que la nieve podría ser jamás. Me
envuelve en un abrazo helado y se instala en mis huesos.
Iré a donde sea cálido.
Encontraré la felicidad en una playa en algún lado y bloquearé mi
tiempo aquí.
Quizás a alguien le guste. Tal vez nos enamoraremos. Quizás viviré
feliz para siempre.
Pero no aquí.
No sola.
No puedo hacer esto.
Torin,
Lo siento, pero no puedo estar sola otra vez. Me has dejado
fuera. Honestamente, no sé si alguna vez me dejaste entrar. He
vivido aquí durante meses y todavía no he visto tu habitación o
conocido mucho sobre ti. No importa cuánto lo haya intentado, no
puedo hacer que te rías o me abraces. Que reconozcas que me
necesitas aquí tanto como necesito estar aquí.
Estarás bien.
No hay mucho que pueda hacer.
Adiós, Torin.
Casey
—Casey-Casey.
La voz me despierta de un sueño profundo. Mi cuerpo se siente
adolorido y cansado. Estoy agotada. Le toma un momento a mi mente
160 ponerse al día.
Tyler se ha ido.
El personal renunció.
Torin me encerró en mi habitación.
Alguien ha agregado troncos a mi chimenea porque la habitación
está cálida y brillante. Una vez que me vuelvo completamente consciente,
fijo los ojos con esa persona.
Torin.
Él se cierne sobre mí, sus rodillas hundiendo la cama a cada lado
de mí y sus palmas presionando el colchón junto a mi cabeza. Las
sombras me han robado sus facciones. Su aroma invade mi nariz y me
canta. Quiero que me tire a sus brazos y se disculpe. Que presione besos
sobre mi rostro mientras me promete que todo va a estar bien, que
todavía podemos ser una familia.
En cambio, me mira fijamente.
Sin palabras.
—Me encerraste aquí —lo acuso, el dolor hace que mi voz se quiebre.
—Casey-Casey.
Se inclina hacia adelante y pasa la nariz por el costado de la mía
antes de enterrarla contra mi cabello, inhalando. Giro la cabeza hacia un
lado y veo que la entrada está abierta.
Puedo irme.
Con un gruñido, empujo contra su pecho para poder deslizarme por
debajo de él y escapar. Pero Torin es músculo sólido. Inamovible. Empiezo
a alejarme, pero sus fuertes manos encuentran las mías y las clava en la
cama. Grito y me retuerzo, pero entonces deja caer todo su peso encima
de mí. Lágrimas brotan de mis ojos mientras lo maldigo al infierno de ida
y vuelta. Su agarre es apretado alrededor de mis muñecas, tan apretado
que sé que tendré hematomas. Mi triste sollozo atraviesa el aire.
—Casey-Casey.
—Déjame ir —suplico a través de mis lágrimas—. Solo quiero irme.
—Mía.
Él me lame las mejillas, tomando la humedad salada. Todo lo que
puedo hacer es llorar más fuerte, proporcionándole más para probar.
Estoy en una situación desesperada. Atrapada en la trampa de un
hombre del que no sé nada.
Su cuerpo es pesado contra el mío mientras se relaja. No puedo
161
luchar contra él. Todo lo que puedo hacer es agradecer que es cálido y
me está tocando. A pesar de lo enojada que estoy con él, no me siento tan
sola en este momento. Él tiene que estar herido en el fondo, como yo, por
la pérdida de Tyler. Puede que esto no sea un abrazo o siquiera sea
normal, pero me aferro al momento desesperadamente.
—Mía —dice de nuevo, su voz es gruesa y posesiva.
No peleo con él porque en este momento, supongo que lo soy.
El sueño me roba y ni siquiera me defiendo.
VEINTICUATRO
Torin
Irse.
Ella iba a irse.
Si no fuera por su advertencia, lo habría hecho.
Pero está aquí ahora.
Mientras duerme, la huelo y la lamo. Froto mi polla contra ella.
Como con Misty, Rainy o Foggy, paso mis dedos por su cabello. Dejo que
los suaves ronroneos que ella hace mientras duerme, me calmen.
Mía.
Mía.
Casey es mía.
Tyler estaría enojado conmigo. Si mi hermano estuviera aquí,
perdería su mierda porque la haya encerrado. Pero es la única forma.
Tyler se fue y ella se iba a ir también.
La necesito.
La necesito como el aire que compartimos.
Necesito succionarla en mis pulmones y vivir de ella.
Necesito respirarlalamerlaprobarlatocarlaolerlasentirla.
162 —Mía —murmuro a nadie.
Ella gime entre sueños. Miedosa y preocupada. Temerosa de mí. Me
carcome por dentro, pero no lo suficiente como para liberar sus muñecas
y soltarla. Casey es mía y me la quedaré. Al igual que Rayo y Trueno. Al
igual que Misty, Rainy y Foggy. Ella es mía. La alimentaré, la bañaré y le
cepillaré el cabello. Me la quedaré.
—Mía.
Todo en mí grita que le arranque la ropa y pase mi lengua por cada
curva cremosa. Sé que sabría muy dulce en todas partes. Pero no lo hago.
Todo lo que puedo hacer es fijarla en la cama y chupar su cuello.
Aferrarme a sus muñecas. Atrapado contra su cuerpo dormido.
Mi polla duele.
Mi corazón duele.
Mi maldita alma duele.
Tyler sabría qué hacer. Él tendría respuestas.
Él se ha ido.
Ido.
Ido.
Pero el zumbido también se fue. Cuando soy capaz de
respirarlalamerlaprobarlatocarlaolerlasentirla, el zumbido se desvanece
cuando la estática alivia mi ser.
La necesito.
La tengo.
Ella es mía.
Otro quejido se escapa de ella mientras duerme. Relajo mi agarre en
sus muñecas pero no la suelto. Mi polla palpita entre nosotros. Ella
todavía está usando vaqueros y una sudadera, pero yo estoy en un simple
bóxer. Muevo mis caderas contra ella, deleitándome con el placer que
surge a través de mí. Presionado contra ella, inhalando su aroma y
escuchando los dulces sonidos que tiemblan de ella, estoy abrumado.
Cierro los ojos y me abstengo de morder su carne. Mis caderas están
fuera de control mientras me froto contra su cuerpo suave. Quiero estar
dentro de ella. Quiero estar en cada parte de ella. El deseo surge
atravesándome y se instala en mis bolas. Hormigueando y palpitando. La
necesidad de correrme es intensa.
—Torin. —Mi nombre en sus labios es el cielo. Fijo mis ojos con los
de ella, el fuego reflejándose en los suyos es poético y hermoso.
—Mía.
163
Las lágrimas bajan por sus sienes otra vez. Quiero lamerlas, pero no
puedo apartar la mirada. Un gruñido estrangulado se arranca de mí
mientras me vengo. El semen caliente sale a chorros de mi polla y empapa
mi bóxer. Ella parpadea, y el miedo brilla en su mirada.
—Por favor, no me hagas daño.
Sus palabras me desgarran y me arrastran a la realidad. La
repulsión me inunda. La inmovilicé y usé su cuerpo para tener un
orgasmo.
Mierda.
Tyler me golpearía el culo por esta mierda.
—Casey-Casey. —No puedo sacar una disculpa o una súplica. Nada.
Solo su maldito nombre.
—Por favor, no me hagas daño —susurra otra vez.
Me alejo bruscamente de ella y corro hacia la puerta, pasando por
la mesa al lado del camino. Antes de que ella pueda detenerme, la
encierro en su habitación. Espero sus gritos. Ellos vendrán. Pronto. Una
vez que ella se da cuenta de lo que hice.
Silencio.
Golpe. Golpe. Golpe.
—¡TORIN!
Miro su teléfono en mi mano. Ahora, no podremos comunicarnos.
Pero no puedo encontrar que me importe porque ella todavía está aquí.
Aún en mi casa. Todavía mía.
Lo siento, Casey.
164
VEINTICINCO
Casey
Me despierto en la habitación oscura. De nuevo. He perdido la
noción del tiempo. Todo el sentido de la realidad. No he comido nada,
aparte de algunos dulces que encontré escondidos en mi habitación.
Cuando tengo sed, tomo agua del grifo del baño.
Estoy en la cárcel.
Sin entretenimiento. Sin ventanas. Sin comida. Sin contacto
humano.
Sin Torin.
La furia me atraviesa. Quiero matarlo. En su cabeza, probablemente
piensa que esto tiene sentido. No tiene sentido. Es psicótico.
Voy a morir.
Mi estómago se queja y me acuerdo de todas las veces que tuve
problemas para tomar comida de las despensas de mis hogares de
crianza. La comida siempre era escasa y tenía que ser distribuida
uniformemente. Desde que llegué a casa de Tyler y Torin, no he tenido
hambre ni una vez. No hasta ahora.
Estoy débil, pero consigo avivar el fuego y luego saltar en la ducha
caliente. Me quedo bajo el rocío por un largo tiempo, contemplando mi
futuro. ¿Torin entrará en razón y me dejará salir? ¿Soy la prisionera de
165 este loco para siempre? Nadie vendrá a buscarme. Soy una adulta ahora.
Se suponía que debía salir de esta ciudad y comenzar mi vida cuando
cumpliera los dieciocho. Resulta que cambié una desgracia por otra. Me
siento bastante mal por mí para cuando el agua se enfría. Seco mi cabello
y para cuando escapo del baño, estoy sobrecalentada, lo cual rara vez me
pasa. Me abstengo de mi sudadera y de los vaqueros habituales, en
cambio opto por una camiseta y pantalones cortos de algodón. Una vez
que estoy vestida, miro fijamente la pared. El pesado aparador está
colocado enfrente. Inamovible y burlón.
Dios, extraño a Tyler.
Él me tiraría contra su costado y me besaría en la parte superior de
la cabeza. Estaría caliente y sería seguro y protector. Ahora, me siento
tan sola.
Sola.
Abandonada.
La ira se acumula dentro de mí otra vez, dándome una oleada de
energía. No soy una damisela que pueda guardarse hasta que muera de
inanición. Puedo entrar en esa pared. Solo tengo que pensar. Intenté
mover el tocador una y otra vez, pero tal vez estoy haciéndolo mal. La
pared es hueca, pero el panel que me da la entrada está cubierto. Me
pregunto si puedo entrar de otra manera.
Camino a lo largo de la pared y paso la punta de mis dedos sobre la
delgada madera. Cuando mis dedos se sumergen en una tablilla, miro
dentro. Un escalofrío me recorre por temor de que lo haga directamente
a los ojos de alguien. Pero todo lo que veo es oscuridad. El fuego crepita
a mi lado y tengo una idea. Reprimiendo un chillido, corro hacia los
atizadores del fuego en la chimenea. Agarro uno que tiene un extremo en
forma de gancho y vuelvo rápidamente al panel en la pared. Se necesita
un poco de esfuerzo, pero logro meterlo en el listón. Cuando tiro del
atizador hacia mí, la madera se astilla y agrieta. Con determinación
recién descubierta, rompo la pared lentamente hasta que puedo agarrarla
con mis manos. Entonces, se desprende fácilmente de los pernos. Una
vez que la apertura es lo suficientemente grande para que encaje dentro,
asomo la cabeza.
El aire es fresco y huele a humedad. Pero la parte aterradora es que
está oscuro. Reprimiendo mis miedos, escalo dentro de la abertura. Si
una niña pequeña podía correr a través de la casa y no tener miedo hace
tantos años, yo también puedo. Con mi atizador apretado en mi agarre,
lista para vencer cualquier cosa espeluznante, comienzo a caminar por el
pasadizo. La madera debajo de mis pies está fría, pero la adrenalina me
166 quema. Camino lentamente, asegurándome cuidadosamente de no caer
en ningún agujero invisible. Cada pocos pasos, descubro listones que me
dan una vista de pájaro a otra habitación. Mi corazón se aprieta un poco
sabiendo que la pequeña niña no solo veía el mundo desde este punto de
vista, sino que también lo hace Torin.
Las lágrimas pican mis ojos, pero las parpadeo rápidamente. Ahora
no es el momento de tenerle lástima. Me encerró y tiró la llave. Me dejó
para que muriera de hambre. Voy a ignorar la punzada en mi corazón
cada vez que lo imaginé observándonos a Tyler y a mí interactuar con
facilidad mientras él nos miraba desde las sombras.
Temblorosa, camino por el pasadizo oculto. Es apenas lo
suficientemente ancho como para que pueda caminar sin girar mi cuerpo,
lo que significa que Torin debe tener que caminar de costado.
Deja de pensar en él.
Pero decirme que deje de pensar en él es como darle a mi cerebro
permiso para evocar la forma en que sus ojos marrones perforan los míos
cuando dice: “Mía”. Mi corazón hace un golpeteo rápido. Me da ganas de
gritar con frustración.
Cuando lo encuentre, voy a patearle el culo.
¿Y entonces qué?
Me iré. Seguro. No hay vuelta atrás ahora. Él es demasiado
impredecible.
Me detengo cuando escucho un sonido. Música. El tono suave y
melódico de una canción que reconozco. En silencio, me apresuro hacia
ella. El pasadizo se divide en diferentes direcciones, pero sigo hacia
adelante en un esfuerzo por encontrar de dónde viene la música. Pronto,
llego a unas escaleras empinadas contra la pared donde la luz se derrama
desde arriba. Brillante, cálida, amarilla. Me apuro a subir los escalones
y miro dentro de una abertura que revela una habitación; en realidad lo
que parece un ático. Es encantador y extravagante. Los azules suaves
repintados en las paredes. Un techo abovedado se extiende desde un
extremo al otro. Las vigas han sido pintadas de blanco.
Comparado con el resto de los tonos oscuros y de madera de la casa,
esta habitación no pertenece. Es brillante y alegre. Acogedora y
reconfortante. Lo más llamativo de la habitación es la forma en que unas
luces blancas de Navidad han sido colgadas del techo. Tantas luces.
Algunas parpadean mientras otras permanecen encendidas. Una
alfombra gruesa y blanca cubre el espacio y muevo los dedos de los pies,
preguntándome si será suave debajo de mis pies. Todavía estoy
asimilando la habitación cuando algo me llama la atención en la cama
que está en el centro.
167
Gatos.
Uno, dos, tres.
Una ira irracional brota dentro de mí. Solo demuestra lo poco que sé
sobre Torin. ¡Nunca me dijo que tenía tres gatos! La música en esta
habitación se está reproduciendo a un buen nivel. Si no estuviera tan
furiosa, me arrastraría directamente a esa cama y me relajaría. Pero estoy
enojada y molesta. Un sonido incoherente se me escapa.
Un cuerpo se incorpora en la cama y la pesada manta que lo cubre
se cae.
Torin.
Torin sin camisa, con el cabello desordenado y sin emociones.
¿Por qué tiene que ser tan sexy? Solo hace que me moleste más.
—¡Tú! —grito mientras salgo del hoyo y entro a la habitación. La
alfombra es increíblemente suave, tomo nota por un breve momento,
antes de atacarlo—. ¡Tú, estúpido!
Sus ojos se abren ante el atizador en mis manos. Los gatos maúllan
y se dispersan cuando corro hacia ellos. Torin no se mueve ni se inmuta,
incluso cuando lo amenazo con golpearlo con el atizador. Y eso solo me
hace explotar de ira. Tan duro como puedo, balanceo el palo de metal
hacia él. Con sorprendentes reflejos, él levanta el brazo y bloquea el
atizador de darle a un costado de la cabeza. Se pone en pie de un tirón,
revelando el hecho de que no está usando nada más que calzoncillos
negros, y casi me congelo para mirar fijamente.
Casi.
Pero estoy demasiado enojada para babear sobre los músculos de su
estómago que lucen demasiado lamibles. Así que vuelvo a balancear el
atizador. Él bloquea el golpe antes de tirarlo de mi agarre. Me sacudo
hacia adelante pero ahora estoy sin mi arma. Ataco con mis garras. Chillo
y araño mis uñas sobre su pecho. Él sisea y me aparta de un golpe, pero
ya estoy atacando de nuevo.
—¡Casey-Casey! —grita, su voz casi imponente.
—¡Te odio! —grito.
Cuando intento abordarlo, lo atrapo por sorpresa. Ambos chocamos
contra el suelo, y los dos gemimos de dolor. La alfombra es súper suave
y solo quiero recostarme en ella, pero estoy en medio de derrotar a Torin
por mantenerme cautiva. Su fuerza me sorprende cuando me da vuelta
sobre mi estómago y presiona su peso contra mí, inmovilizándome. Me
contoneo y me retuerzo, tratando de escapar, pero él es demasiado
pesado. Él acaricia mi oreja con su nariz, y su aliento caliente me hace
168
cosquillas. Me congelo porque me doy cuenta de nuestra ropa. Mi camisa
se ha levantado y mi estómago se frota contra la alfombra afelpada. La
firmeza de los músculos de su pecho desnudo se roza contra mi espalda
donde solo mi delgada camiseta nos separa. Como si se estuviera dando
cuenta de esto también, su polla se endurece contra la grieta de mi culo.
Vuelvo a chillar y trato de salir de debajo de él. Sus manos
encuentran mis muñecas y las sostiene tan apretadas contra el suelo que
me preocupa que se me rompan los huesos. Él respira contra mi cabello,
frenético y salvaje, los latidos de su corazón golpean contra mí.
Me echo a llorar.
Él me olfatea y luego su lengua busca mis lágrimas. Las lame. El
movimiento es íntimo y confuso.
—¡Me dejaste atrapada! —grito, desesperada por aferrarme a mi
enojo que rápidamente se está desvaneciendo mientras estoy bajo su
control.
—Casey-Casey —gruñe—. Mía.
Su polla se sacude ante esa proclamación y mis pezones se
endurecen.
—¡No!
—Mía —gruñe.
—¡No puedes retenerme!
Él aprieta su dura erección contra mí, haciéndome gemir. Mi corazón
está corriendo fuera de control y, sin embargo, una pequeña parte de mí
desea que me bese. Que me haga el amor dulcemente. Que fuera como
su hermano durante cinco minutos para cuidarme y prometerme un
futuro de amor y felicidad.
—Mía —murmura, su mano abandonando el lugar donde su otra
mano agarra mis muñecas. Sus dedos recorren mis costados en su viaje.
Cuando él tira de mis bragas empapadas, lloro. Estas son bajadas por
mis muslos antes de que él está frotándose contra mí otra vez. Otro
gemido se me escapa. La vergüenza me atraviesa. ¿Por qué estoy excitada
por él ahora mismo? Ha sido horrible pero aun así una pequeña parte de
mí espera que podamos conectarnos de una manera en la que nunca he
conectado con nadie.
—Torin —digo ahogándome, las lágrimas ruedan por mi rostro y
empapan la alfombra debajo.
Él hace un sonido desesperado y se acomoda detrás de mí. Luego,
la piel suave de su polla se desliza contra mi grieta. El terror fluye dentro
169
de mí porque nunca he hecho esto antes. Su peso se levanta de repente
fuera de mí. Comienzo a llorar la pérdida pero luego, manos fuertes tiran
de mí, poniéndome de rodillas. La gruesa cabeza de su pene aguijonea mi
resbaladiza apertura por un pequeño segundo. Antes de que pueda
protestar o decir una palabra, él me embiste.
Profundo.
Duro.
Brutal.
Doloroso.
—¡Ahhh! —grito, lágrimas ardientes fluyendo interminablemente por
mis mejillas. El dolor es sobrenatural e intenso. Ni siquiera puedo
recuperar el aliento para tratar de analizar qué está pasando.
Torin está dentro de mí.
Torin me está follando.
Sus dedos clavados en mis caderas son duros e insensibles. El dolor
allí, sin embargo, no es nada en comparación con el fuego furioso que me
rasga desde adentro hacia afuera. Él embiste un total de cuatro o cinco
veces antes de que un sonido estrangulado ruja de él. Más calor me
quema a medida que su orgasmo me inunda. Su polla es arrancada de
mi cuerpo antes de derrumbarse sobre mí, nuestros cuerpos se estrellan
juntos en el suelo.
No puedo respirar.
No puedo pensar.
Todo lo que puedo hacer es llorar.
Su cuerpo está tenso, pero no quiero que me deje aquí. No así. No
mientras el dolor me atraviesa. Necesito que me abrace y me prometa el
mundo.
—Casey-Casey. —El dolor sangra por sus palabras. Todo lo que
puedo hacer es agarrar su mano desesperadamente. Su mano agarra la
mía casi hasta el punto que me temo que los huesos se romperán. Pero
no se rompen. Nos aferramos juntos en este momento. Pegajosa,
sudorosa y goteando con su orgasmo. Nuestro aliento sale desigual y
áspero.
Yo lloro, lloro y lloro.
Torin no me tranquiliza con sus palabras, pero esa lengua suya se
pone a trabajar mientras lame la humedad en mi cara. Su nariz acaricia
mi cabello y canta mi nombre tal vez mil veces. Pierdo la cuenta. Mis
párpados se vuelven pesados. Estoy tan cansada.
170
Su cuerpo se pone rígido y sé que nuestro tiempo es limitado.
—Por favor no me dejes —le suplico, mi emoción me supera.
Olfatea mi cabello una vez más antes de alejarse de mí por completo.
Me quedo sola.
Fría.
Usada.
Cansada.
Sola.
Me despierto cálida y cómoda. Una manta pesada me cubre. Decido
que la manta es lo mejor del mundo. Pero luego recuerdo dónde estoy y
con quién estoy. La ansiedad se propaga a través de mí en una ola
desastrosa. Comienzo a rodar para escapar cuando un gato maúlla como
si estuviera irritado porque me estoy moviendo. Ausentemente, estiro la
mano y acaricio al animal que está acurrucado a mi lado debajo de la
manta. Ronronea y me relajo casi al instante.
Él me movió.
Él me cubrió con su manta.
Mi ritmo cardíaco se acelera ante su gesto pequeño pero cariñoso.
Para todos los demás, eso es algo normal, pero para Torin, es
enorme.
Tiro de las sábanas y hago una mueca de dolor ante las cálidas luces
que centellean arriba. Algo de Mazzy Star suena en el fondo. Me doy
cuenta de que hay tanto que no sé sobre Torin; incluso sus gustos
musicales. Supuse que las personas autistas necesitaban música clásica
para calmarse y, sin embargo, Torin está escuchando algo de música de
los años noventa que incluso la hiperactiva, espástica yo escucha.
Capto el olor a algo delicioso y estoy sorprendida de ver un plato de
avena humeante llena de plátanos picados, colocado en la mesita de
noche. Al lado está mi teléfono. Tomo el teléfono primero y leo un mensaje
de texto.
Torin: Lo siento mucho.
Se me llenan los ojos de lágrimas cuando dejo el teléfono y tomo la
avena. Prácticamente inhalo la comida, ignorando la forma en que
escalda mi lengua y mi garganta. Es dulce con un toque de canela. La
171 avena es pesada y caliente, llenando mi cuerpo y confortando mi alma.
Una vez que casi lamo el cuenco, trago una botella de agua junto a ello.
Recojo el teléfono nuevamente y respondo.
Yo: ¿Por qué? ¿Dónde estás?
Torin: Porque te necesito. Y estoy sentado en tu habitación...
No sabía si querías verme. Después de... ya sabes.
Mi sexo todavía arde y palpita, pero estoy viva.
Yo: Duele.
Torin: Lo siento.
Yo: ¿Siempre duele?
La idea de ir más despacio y besar a Torin durante el sexo hace que
mi centro se apriete.
Torin: No lo sé. Fue mi primera vez.
Me muerdo el labio, una sensación pequeña y satisfecha se filtra a
través de mí. Fui su primera vez. Él fue la mía. Incluso si apestó un poco
y dolió como una hija de puta, aun así fue nuestro momento juntos.
Yo: ¿Volverás?
Torin: No puedo hablar contigo. No como puedo hacerlo así.
Un dolor se forma en mi pecho. Esto es muy difícil.
Yo: Lo extraño.
Torin: Yo también lo extraño.
Yo: ¿Puedes volver y acostarte conmigo?
Él no responde y trato de no decepcionarme. Ahora que no me siento
como un animal enjaulado, estoy desesperada por conocer a Torin.
Nunca he estado tan profundo dentro de él. Nos conectamos físicamente.
Ojalá pudiera encontrar una forma de conectarme con él
emocionalmente.
Miau.
Otro gato salta a la cama, seguido de un tercero. Todos se toman su
tiempo para encontrar un lugar para instalarse en la cama. Una idea
viene a mí y busco una aplicación en mi teléfono. Estoy leyendo sobre eso
cuando lo siento.
Mi Torin.
Su cabeza se asoma por la abertura que encontré antes. Él todavía
está sin camisa y su cabello está parado hacia arriba como si hubiera
estado tirando de él. Hace que mi pecho se estruje. Ojalá supiera lo que
estaba pensando.
172
—¿Puedo ver tu teléfono? —pregunto.
Parpadea pero no reconoce mi pregunta. Él sale de la apertura y se
queda parado frente a esta. Vaqueros oscuros cuelgan de sus caderas,
revelando la banda de sus bóxeres negros. Pero lo que tiene mi atención
es su torso en forma e increíblemente esculpido. Cada músculo parece
ser tallado a mano por Dios. Suave. Perfecto. Duro como la piedra. Los
músculos inferiores del estómago disminuyen en lo que parece una forma
de “V”. Como si este mismo Dios hubiera diseñado en su cuerpo un signo
parpadeante que apunta directamente a donde está su enorme polla.
Mi sexo palpita de nuevo, recordándome que su polla gigante estuvo
desgarrando mi inocencia no hace mucho tiempo.
Crick.
Avanza, silencioso como un gato, hasta que se cierne sobre mí. Su
pecho se mueve mientras toma respiraciones rápidas. Me da su teléfono,
con una mirada inquisitiva en sus ojos marrones.
Localizo la aplicación que estoy buscando, la cargo y luego se lo
devuelvo.
Su atención se dirige al dispositivo y luego sus ojos se alivian una
vez que se da cuenta del propósito.
—¿Por qué me encerraste? —pregunto.
Él toca su teléfono y luego la aplicación habla por él en un tono de
voz femenino.
—Porque no puedo dejarte ir. Ni ahora. Ni nunca. —Sus labios se
contraen ante el sonido de la mujer hablando en su nombre. Unos
momentos más tarde de tocar la pantalla, una voz masculina resuena—.
Siento haberte retenido en esa habitación. No sabía qué más hacer.
Lo miro fijamente. Sus palabras son tristes y suplicantes, pero sus
rasgos son sosos y casi lucen aburridos. Me rompe el corazón cómo lucha
con su propio cuerpo para expresarse.
—Podrías haberme pedido que me quedara —susurro, mi labio
inferior se tambalea.
—Por favor, quédate —dice la voz. Parpadea y frunce ligeramente las
cejas—. Por favor, Casey —chilla la voz en el dispositivo.
—Me gusta cuando me llamas Casey-Casey —admito, con lágrimas
en los ojos.
—Casey-Casey —suelta, robóticamente, pero con su propia voz.
Entonces el dispositivo habla por él después de que escribe algo—.
173 Quédate conmigo. Aquí. Te he extrañado.
Miau.
Uno de sus gatos agita su cola como si estuviera de acuerdo.
—Estaba muerta de hambre —murmuro—. No me alimentaste.
Sus dedos vuelan sobre las teclas, un pliegue ahora se forma entre
sus cejas. La voz habla de nuevo.
—Te retuve y luego me sentí culpable como mierda por todo. He
estado en mi habitación tratando de encontrar una manera de arreglarlo.
No me di cuenta de cuánto tiempo había pasado. Lo siento.
—¿Te gusta aquí, esta habitación?
Su mandíbula se aprieta. Las palabras se derraman desde el
dispositivo.
—Es uno de los pocos lugares donde no siento una ansiedad
abrumadora. Nadie me mira de manera extraña o piensa que soy
diferente. Puedo leer, escuchar música y acariciar a mis gatos. Puedo
trabajar e investigar. Puedo hacer lo que quiera y sentirme como un
jodido humano normal.
—No digas groserías —bromeo.
Sus fosas nasales se ensanchan, pero no se ríe de mi broma. Torin
nunca se ríe.
—Perdí el control antes. Lo siento. —El dolor brilla en sus ojos. Sus
palabras pueden venir a través del teléfono, pero las escucho como si
fuera él quien las dice.
Me estiro hacia adelante y tomo su mano. Está fría y sudorosa en
mi agarre.
—Me gustaría hacerlo de nuevo cuando me sienta mejor, pero
tenemos que abrir las líneas de comunicación. Estoy confundida y
molesta todavía. Solo necesito que me abracen.
Él rechina los dientes.
—No creo que pueda abrazarte.
Inclino mi cabeza y le sonrío.
—Entonces déjame abrazarte a ti.
174
VEINTISÉIS
Torin
La miro fijamente.
La miro, la miro y la miro.
Casey.
Mía.
En mi espacio.
Misty está acurrucada junto a ella y me da su mirada petulante
como desafiándome. Sin embargo, no la desafiaré. Casey pertenece aquí
con nosotros. Quiero que se quede para siempre.
Sus ojos azules perforan los míos mientras observa mis
movimientos. Me encanta la forma en que su cabello rubio cae sobre las
almohadas, como si fuera un ángel enviado solo para mí. Cuando no
aparto la mirada ni me muevo, sus mejillas se tiñen de rosa y da
palmaditas en la cama al lado de ella.
—Aquí.
El zumbido en mi cabeza se ha ido. Solo ella. La nieve. Consistente.
Constante. Casey. Es fácil olvidar quién soy y ser quien quiero ser cuando
estoy atrapado en su mirada. Mi cuerpo, el hijo de puta codicioso,
obedece, y camino alrededor del otro lado de la cama. Foggy y Rainy se
quejan de tener que moverse, pero lo hacen. Una vez que estoy acostado
175
sobre mi espalda, se acomodan en mis piernas. Miro hacia el techo,
aunque todo lo que quiero hacer es darme la vuelta y clavarla debajo de
mí. La cama se mueve cuando ella se desliza más cerca. Cuando su palma
se extiende sobre mi pecho, mis ojos se cierran.
Mierda.
Su toque es todo.
Desearía poder agarrar un puñado de su cabello y atraerla a mi
boca. Desearía poder besarla o murmurar todas las cosas que me
gustaría hacerle. Pero no puedo. Lo que puedo hacer es permanecer
quieto para que ella pueda tocarme. Jesús, cómo deseo que me toque.
Misty se mueve de su lugar y salta de la cama, dejando nada entre
Casey y yo. Casey toma el momento para envolverse a mi alrededor como
solía hacerlo con Tyler. El orgullo surge a través de mí. Así debe haber
sido cómo se sintió cuando ella hacía esto. Como si su mundo estuviera
a punto de explotar. Como si el universo fuera a abrirse a la mitad.
Cósmico y abrumador. Demasiado e insuficiente.
—Tu corazón está acelerado —murmura, sus dedos continúan su
exploración.
No respondo porque no puedo. No ahora. Cierro los ojos y rezo
porque no se detenga. Sus dedos avanzan sobre mi barbilla y recorre la
almohadilla de su pulgar sobre mi labio inferior. Quiero morderlo como a
veces le muerdo el cuello. Aun así, permanezco inmóvil.
—¿Alguna vez alguien te ha dicho que eres sexy? —pregunta, con
irritación en su voz.
Abro los ojos y lanzo mi mirada a la de ella. Nadie. Nadie me dice
que soy atractivo o bien parecido. Me dicen cosas como “retrasado” o
dicen cosas como “deja de mirar, bicho raro”. Nadie, además de mi
hermano, se ha tomado el tiempo de llegar a conocerme.
—Quiero besarte —dice, su voz es triste.
Quiero gritar desde las malditas cimas de las montañas que puede
besarme. Quiero su lengua en mi garganta y sus tetas presionadas contra
mi pecho. Quiero devorarla. Vivir jodidamente en ella.
Presiono mis labios cerrándolos.
Momentos como este me hacen odiar mi jodida vida.
Ella desliza un muslo sobre mi estómago y luego su cuerpo la sigue.
Su cuerpo delicado se extiende sobre el mío. Sus bragas están mojadas,
lo que hace que mi polla cobre vida. Pone sus palmas sobre mis pectorales
y me mira fijamente, su desordenado cabello rubio adorna su rostro.
183
VEINTISIETE
Casey
Dos semanas después…
Es fácil perder la pista de los días y las horas en una casa sin
ventanas. O tal vez pasar cada minuto despierta con un hombre
complicado es solo entretenido. Vivo por tocarlo. Cuento hasta despertar
para poder mirar su hermoso rostro durmiente y paso mis dedos sobre
sus rasgos relajados.
—¿Alguna vez pensaste en mudarte? —pregunto, mi aliento caliente
contra su mejilla.
Su cuerpo se pone rígido, entonces sé que está despierto.
—No.
—¿Es esa la respuesta estándar o la respuesta fácil?
Él alcanza su teléfono en la mesita de noche. Sonrío contra su piel
mientras escribe su respuesta.
—Demasiados recuerdos aquí. Mamá, papá, Tyler. No puedo
imaginar vivir en ningún otro lugar.
—Y yo no puedo imaginar vivir en un solo lugar toda mi vida.
—¿Quieres vivir en otro lugar? —dice la voz.
Me levanto sobre un codo para mirarlo. Sus agudos ojos marrones
atrapan los míos. Amo lo desprolijo que está por las mañanas. Cabello
más desordenado que de costumbre. Ojos cansados. Una expresión más
relajada de lo normal en su rostro.
—Siempre quise tener un lugar propio. Uno que podría decorar y
llenar con mis cosas. Realmente nunca he tenido cosas —le digo, mi voz
es triste—. Todo lo que alguna vez tuve cabía dentro de mi mochila. Lo
máximo que he tenido ha estado aquí en esta casa. Pero... —Me callo—.
No importa. —Sonrío y lo beso en la boca. Él no me devuelve el beso.
Nunca lo hace.
—Casey-Casey. —Me encanta su voz real. Incluso puedo sentir sus
tonos ahora si realmente presto atención. Él me está alentando.
190
—Pero nunca me he sentido lo suficientemente cómoda como para
llamar a esto mi casa. Solo soy una visitante.
Él gruñe. El sonido me hace reír.
—¡NO! —grita.
Levanto una ceja.
—¿No, qué?
Sonriendo, veo que su pulgar vuela sobre las teclas. Pronto, la voz
responde por él:
—No, no eres una visitante. Este es tu hogar también. Es nuestro
hogar.
—Tal vez algún día podríamos mudarnos a una casa con ventanas
—bromeo.
Sus labios se contraen de un lado. Me hace desear ver su sonrisa.
Con una sonrisa traviesa, le hago cosquillas con fuerza bajo sus costillas.
Su teléfono cae al piso junto a la cama con un ruido sordo y los gatos se
dispersan, maullando su molestia en el camino. Sin embargo, nada de
eso atrae mi atención.
Él.
Sus brillantes ojos marrones parpadeando.
La risa gutural que convierte mis entrañas en papilla.
Una sonrisa por la que una chica podría desarrollar una adicción.
La embotello y la guardo para cuando no esté, porque desaparecerá
en un instante. Antes de que pueda disfrutarla por mucho tiempo, sus
facciones se relajan y su mirada intensa vuelve a mí.
—Casey-Casey.
Sentándome, me quito mi camiseta y le revelo mi cuerpo desnudo.
Su mirada se oscurece mientras bebe con avidez mi carne desnuda.
Comienzo a montarlo a horcajadas como siempre que tenemos sexo, pero
él me sorprende volteándome sobre mi espalda.
—¿Tendremos sexo así? —pregunto, mi voz entrecortada y mi
corazón martilleando fuera de control.
Él parpadea hacia mí. Entonces, los dientes de Torin salen. El
hombre puede no ser capaz de besar, pero me da mordiscos de amor y
son igual de buenos. Gimo cuando él muerde mi mandíbula una vez antes
de morderme la garganta. Su aliento caliente contra mi carne sensible
hace que el calor inunde mi centro. Envuelvo mis piernas alrededor de
sus caderas y lo atraigo contra mí. Un gemido ondula de mí cuando su
polla dura, apenas contenida en sus bóxeres, presiona contra mi sexo
191
desnudo. Esto lo excita porque sus mordeduras se vuelven más
frenéticas. Más desesperadas. Más dolorosas.
—Oh, Dios. —Lloriqueo.
Quiero que me muerda en todas partes.
Como si estuviera en la misma longitud de onda, él se abre paso.
Más allá de mi clavícula y hacia mi pecho. Grito cuando él tira
bruscamente del pezón puntiagudo. Él no lame el dolor y está bien. Mi
Torin simplemente muerde su camino sobre mi estómago hasta que llega
a la parte de mí que gotea para él.
—Por favor —le ruego. Ni siquiera sé lo que estoy pidiendo.
Él me inhala y un sonido salvaje sale de él. Hambriento. Maníaco.
Posesivo. Sus dientes son más suaves a medida que pasa de morder a
raspar. Él los raspa sobre mi hueso púbico, dejando que sus dientes
superiores corran sobre mi sexo. Me sobresalto por la sensación. Esto lo
excita, su respiración es más intensa, el calor de su respiración me vuelve
salvaje contra mi cuerpo.
—Tócame allí —suplico.
Para mi sorpresa, su lengua se dispara. Como todas las veces que
ha lamido mis lágrimas. Excepto que ahora, está probando mi esencia.
Al principio, es vacilante y curioso. Pero cuando gimo cada vez más
fuerte, se vuelve voraz. Él gruñe contra mí como una bestia momentos
antes de intentar chupar mi clítoris directamente de mi cuerpo. Grito de
placer, mi espalda se arquea fuera de la cama. Necesitando aferrarme a
algo, me aferro a su cabello oscuro y lo animo a seguir.
Morder.
Lamer.
Chupar.
Gemir.
Una y otra y otra vez hasta que estoy mareada de deseo. Estoy
goteando y temblando. Torin puede no ser cariñoso o besar como la
mayoría de la gente lo hace, pero las cosas que me está haciendo en este
momento son increíblemente maravillosas.
—¡Sí, oh, Dios!
—Casey-Casey —gruñe antes de mordisquear mi muslo interno.
Mis nervios están en llamas y estoy temblando con la necesidad de
correrme. Estoy tan cerca. Justo cuando creo que él podría renunciar,
pasa su lengua lenta y dulcemente a lo largo de mi abertura. Es suficiente
para enviarme al límite.
192 Negro. Negro. Negro.
Me corro tan fuerte que veo estrellas. Torin y yo volando entre ellas.
Es cósmico.
Estoy girando lentamente hacia la realidad cuando la punta de su
pene prueba mi apertura. Él se mete con tanta fuerza que la cama
protesta contra el movimiento. Su puño se enreda y se mete en mi cabello
mientras sus penetrantes ojos marrones me clavan en el lugar.
Nos miramos fijamente.
Nos miramos, miramos y miramos.
Sus caderas empujan violentamente contra mí, no muy diferente a
la primera vez que tuvimos sexo. Esta vez, puedo ver que sus ojos brillan
con amor y adoración. Nunca me he sentido tan completa y parte de algo
en toda mi vida. Un equipo de dos personas. El yin y el yang. El sol y la
luna. Trabajamos juntos de alguna manera. De alguna manera extraña.
El destino nos unió y sabía exactamente lo que estaba haciendo. El
pensamiento de que Torin no tiene a nadie por el resto de su vida o
alguien que no lo entienda como yo lo hago, es desgarrador.
Él es mío.
—Mío —murmuro.
Un silbido de placer se escapa de él. En lugar de besarme, él deja
caer su frente a la mía. Sus caderas golpean y golpean contra mí hasta
que su semilla se derrama dentro de mí. Caliente, furiosa, salvaje. Es
irresponsable, probablemente, pero no me importa. Tampoco a él. Más
que a la vida misma, he querido una familia. La familia de Torin ha sido
arrancada de él pieza por pieza. Juntos podemos hacer una nueva, una
familia por la que moriría por proteger.
—Casey-Casey —murmura. Sus labios se arrastran por mi mejilla.
Mi corazón tartamudea en mi pecho porque es muy cálido y cariñoso.
Lágrimas se derraman de mis párpados—. Yo te
respirolamopruebotocohuelosientonecesito.
Sollozo mientras lo aprieto contra mí.
—Yo también te amo, Torin.
193
VEINTIOCHO
Torin
Tres meses después…
Amor.
Tyler trató de explicármelo, pero es indescriptible. Son mil
sensaciones todas en una. Es aire y alimento. Es vida.
Es ella.
Casey.
Ella es tan jodidamente inteligente y hermosa, que casi me vuelve
loco. A veces todo lo que puedo hacer es maravillarme de lo perfecta que
es. Le gusta molestarme y decirme que soy espeluznante, pero no me
inmuto. Si espeluznante es mirar a la chica que amo todo el condenado
día, entonces soy espeluznante.
Y la amo.
Es la única explicación.
—Tengo hambre. —Hace pucheros, su culo se ve demasiado bien en
sus pantalones de yoga.
La miro fijamente por encima de mi computadora portátil, donde
estoy sentado en la barra. Quiero preguntarle si le gustaría ir por tacos
194 en su restaurante favorito en la ciudad, pero estoy demasiado
hipnotizado por su culo.
Ella cierra el refrigerador y se gira para mirarme. Sus manos se
posan en sus caderas. Mi mirada se dirige a mi parte favorita de ella.
Su estómago.
Estoy infinitamente fascinado por el hecho de que un niño está
creciendo dentro de ella. Mi hijo. Juntos, hicimos algo. Por amor. Amor,
un concepto intangible, creó una vida. Es alucinante. He pasado horas,
horas y horas investigando el amor y la concepción. Me hace pensar en
mi regalo para ella. Quizás esta noche, mientras nos acostemos juntos
en la cama, se lo daré.
—¿Puedes pedir pizza? —pregunta, su cadera inclinándose a un
lado.
Arrastrando mi mirada de ella, abro la aplicación de las pizzas.
Internet dice que ella tiene antojos. Es la única forma de explicar la
horrible mierda que le pone a su pizza. No obstante, el bebé lo necesita.
Al menos eso es lo que ella me dice. ¿Quién soy yo para discutir?
Entonces, como hago algunos días de la semana, ordeno pizza.
Champiñones, piña, y aceitunas extra. Justo como ella la requiere.
Ella presiona un beso en la parte superior de mi cabeza antes de
hurgar en los armarios a la caza de algo. A Casey le gusta hornear y lo
hace a menudo. Al principio, quemó muchas recetas o quedaron
pastosas. Me las comí todas para no lastimar sus sentimientos. Pero
ahora, hace postres tan buenos como los que comemos en los
restaurantes o compramos en la panadería de la tienda de comestibles.
El orgullo surge en mi pecho. Ella es feliz aquí conmigo.
Arranco mi mirada de adoración de ella para consultar mi correo
electrónico. En mi bandeja de entrada hay uno de mi investigador
privado, Danny.
Torin,
Han estado en casa de Guy todos los días esta semana. Sé que
sigue recibiendo el dinero que le has enviado, pero algo me dijo que
estaban planeando algo. Y tenía razón. Se dirigen hacia ti. Solicito
instrucciones.
Danny
—El hombre de la pizza está aquí —trina Casey mientras pasa junto
a mí fuera de la cocina.
El terror burbujea dentro de mí y me salgo del taburete en una
misión detrás de ella. No se suponía que debían encontrarnos. Mierda.
195 Acabo de doblar la esquina hacia el vestíbulo cuando ella abre la
puerta. En lugar del hombre de la pizza saludándola, dos rostros
familiares le devuelven la mirada. Son familiares porque me he
obsesionado con ellos. Tyler estaba obsesionado con ellos. Hicimos todo
en nuestro poder, primero él y luego yo, para mantenerlos alejados. Y
ahora están aquí.
—¿Casey? —pregunta la mujer, su mano volando a su boca con
sorpresa—. ¿Eres realmente tú?
La mujer da un paso dentro de la casa y Casey tropieza con dos
hacia atrás. Quiero arrojarla sobre mi hombro, salir corriendo de la casa
con ella en mi agarre. Lejos. Jodidamente lejos. Lejos de estos monstruos
insensibles.
Mi cuerpo lucha contra mí.
Soy obligado a mirar fijamente.
Incapaz de intervenir.
—¿P-puedo ayudarle-e? —tartamudea Casey.
—Soy Mona. —Ella sonríe, revelando los cuatro o cinco dientes que
la metanfetamina no se llevó—. Soy tu madre.
Las rodillas de Casey se doblan. Debería atraparla. Quiero atraparla.
Mi cuerpo se niega a moverse. El hombre al lado de Mona se acerca y
recoge a mi chica en sus brazos antes de que caiga al suelo.
—Oh, Dios mío, cariño —arrulla Mona. Su tono me resulta
desagradable—. Carl, llévala hacia el sofá.
Él toma a Casey en sus brazos y pasa junto a mí. Soy dejado en una
nube de su asqueroso olor a humo que aún persiste por su último
cigarrillo. Mona lo sigue, sintiéndose como en casa en nuestra casa.
Todo lo que puedo hacer es mirar fijamente.
Estas personas están entrando a nuestra casa y no puedo hacer una
maldita cosa al respecto.
—¡No! —grito.
Mona menea la cabeza y frunce el ceño. Su cabello rubio blanco está
en hebras y grasiento, colgando flojo a los lados de su rostro. Los mismos
ojos azules con los que Casey me mira fijamente son los que me miran
ahora. Pero estos son más duros. Calculadores. Oscuros. No me gustan
los ojos de esta perra en absoluto. Necesita irse.
Hazla irse.
Mis manos se abren, pero todo lo que puedo hacer es observar.
196 Carl se arrodilla al lado del sofá y deposita a Casey en los cojines.
—Oh mira, Mona, vamos a ser abuelos. —Su gran mano se extiende
sobre el centro de Casey, haciendo que me encienda de ira.
—¡NO!
Mona susurra en voz alta a Carl, como si yo no pudiera oír.
—Él es el retrasado del que Guy nos estuvo contando. Es bueno que
apareciéramos cuando lo hicimos.
Me duele el pecho con la necesidad de sacar a estos idiotas de esta
casa. Vibro físicamente con el deseo de infligirles violencia. No los quiero
cerca de ella.
—Soy su padrastro Carl. Mi esposa, Mona, y yo hemos estado
buscando a nuestra niña durante mucho tiempo. —Él me sonríe mientras
se pone de pie. También, un desdentado hijo de puta—. ¿No es así, Mo?
Hemos estado tratando de hacerlo bien por ella. Su viejo padre de crianza,
Guy, estaba tratando de jugar con nosotros, sacándonos dinero y
prometiéndonos que nos diría dónde terminó. Su mamá piensa que
podríamos llevar nuestra historia para los ejecutivos de televisión y ellos
harían una película de Lifetime sobre nosotros. Seríamos ricos. Entonces,
realmente podríamos hacer lo correcto por nuestra niña.
—Casey-Casey —digo entre dientes.
Mona asiente antes de hablar alto y lento.
—¿Tienes una enfermera?
La miro con furia.
—No creo que hable inglés, cariño —dice Carl, frunciendo el ceño—
. Demonios, tal vez no es retrasado. Tal vez solo es sordo. Vi en la
televisión una vez que las personas sordas hablan como retrasados, pero
eso es porque no pueden escuchar el sonido de su propia voz.
Estoy burbujeando de furia, una explosión esperando a suceder.
—¿En el canal Discovery? —pregunta Mona.
—Creo que sí, cariño.
—Eres tan inteligente, cariño.
Comparten un momento, mirándose a los ojos de la forma en que
Casey y yo lo hacemos a veces. Entonces, ella se vuelve hacia mí otra vez.
—¿Puedessss darmeeee un minutooo con miiii hijaaaa? —Mona
prácticamente grita mientras arrastra cada palabra para que yo la
entienda.
Mis ojos se dirigen a Casey en el sofá. Está parpadeando para
quitarse el aturdimiento y se frota sus sienes. Quiero sacarla de ese sofá
197
para llevarla a ella y a nuestro hijo no nato lejos de estas personas.
—¡NO! —grito de nuevo.
Carl cruza sus brazos sobre su pecho.
—Ahora esa no es forma de hablarle a mi señora, hijo. Será mejor
que demuestres algo de maldito respeto.
Mona levanta su mano y lo silencia.
—Cariño, está bien. Él no sabe hacerlo mejor.
—Tienen que irse —dice Casey desde el sofá—. Quien quiera que
sean, váyanse.
Mona se acerca al sofá y se sienta al lado de mi mujer.
—Soy tu mamá, cariño.
—No —grazna Casey antes de que su voz se endurezca como el
acero—. Mi madre me abandonó en una iglesia en medio de una tormenta
de nieve.
—Casey Cocaína —grita mi estúpida boca.
La cabeza de Casey se mueve bruscamente hacia mí y su labio
inferior se tambalea violentamente.
—Casey Cocaína —repite, su voz temblando.
Estúpido.
Soy tan jodidamente estúpido.
—El retrasado es malo —se queja Carl.
—¡Deja de llamarlo así! —chilla Casey, las lágrimas cayendo por sus
mejillas—. ¡Fuera de mi casa!
Los ojos de Mona se ensanchan.
—¿Esta es tu casa? Oh, cariño, lo has hecho muy bien sola. Sabía
que lo harías. Después de todo, eres hija de tu madre. —Ella sonríe de
nuevo y es jodidamente espeluznante sin dientes de los que apenas
hablar.
Carl se ríe.
—Tu mamá sabe cómo ganar dinero también. No es cierto, ¿bebé?
—Mueve las cejas de una manera sugestiva como si estuvieran
compartiendo una broma interna.
Saco mi teléfono del bolsillo y lo hago funcionar. La voz no es afilada
como quiero, pero aclaro mi punto.
—Salgan de mi maldita casa. No son bienvenidos aquí.
198 —Bueno, que me condenen, Mo, no es retrasado como dijiste. Es
sordo. ¡Lo sabía! —Carl le sonríe a todos y se rasca la garganta—. Voy a
ir al auto. —Hace un evidente espectáculo de guiñarle un ojo a Mona.
Luego me mira, haciendo que sus palabras sean realmente fuertes—. ¿Te
gusta el cristal?
Parpadeo, parpadeo, parpadeo.
—Corre, Carl —reprende Mona.
Carl se va y Casey me mira, con impotencia por todas partes de su
rostro. Quiero apresurarme hacia ella y arreglar todo esto. Mierda. No sé
cómo.
Mona se acerca y toma la mano de Casey.
—Cariño, lo siento mucho por ese día. Estaba en un mal momento
y todo lo que siempre quise fue que tuvieras una buena vida. Y mírate.
Estás viviendo en este castillo y es más hermoso de lo que podría haber
imaginado. Te convertiste en una princesa.
Casey se relaja y mira hacia abajo a sus manos juntas. Las lágrimas
ruedan de sus ojos como un grifo que ha quedado abierto.
Ve con ella, imbécil.
Aléjala de ellos.
—M-me dejaste —acusa Casey. No hay dolor en su voz como cuando
la encerré en su habitación. Ella está rota. Mi valiente, fuerte y hermosa
Casey está rota.
—Casey-Casey —murmuro. Ella no me escucha.
—Tenía que hacerlo —se atraganta Mona—. No quería, pero tenía
que hacerlo.
Casey levanta su barbilla y mira a su madre.
—¿No querías?
Mona niega con la cabeza con vehemencia.
—Nunca. Eras tan hermosa. Recuerdo pensar en todas las cosas
divertidas que íbamos a hacer, cariño. Solo tú y yo.
La garganta de Casey se agita cuando un sollozo se escapa.
—Pero me dejaste.
—Siempre estaba regresando por ti. —Mona sonríe de nuevo, fea
como la mierda.
—¿En serio?
Quiero correr hacia ellas y gritarle a Casey. Explícale que las mamás
no son así. Mi madre era muy diferente. Amorosa, atenta y considerada.
199 Ella no era manipuladora. Puedo ver lo que Casey no ve ahora. Mona
tenía razón, ella volvió. Por lo que dice mi investigador privado, Danny, y
también confirmado por el investigador privado de Tyler, ella siempre
supo dónde estaba Casey. De una casa a otra, ella siempre lo supo. Esta
ciudad es pequeña y la gente habla. Se suponía que no debía saberlo,
pero siempre parecía averiguarlo de los lugareños.
Todo lo que alguien tenía que hacer era traer a colación al bebé
dejado en el pesebre y el tren de chismes los llevaba directamente al hogar
más nuevo de Casey. Sin embargo Mona nunca, ni una vez fue por ella,
no hasta que surgió la oportunidad. El dinero. En el momento en que
olfateó que Casey había aterrizado con mi hermano y conmigo, ella
comenzó buscar. Danny explicó que estaba recibiendo información de
Guy, quien pensó que de alguna manera podría beneficiarse de lo que
fuera que dos perdedores drogados tenían para ofrecer, y han estado
planeando algo.
Esto.
Venir aquí y atraparla con la guardia baja.
Manipularla.
Está tan claro como el día.
Entonces, ¿por qué Casey la está mirando como si acabara de
encontrar a su perro perdido? ¿Por qué está sonriendo con una sonrisa
esperanzada que solo he visto algunas veces en sus labios?
—¡Mía! —grito, asustando a ambas mujeres.
Mona frunce el ceño mientras le susurra a Casey:
—¿Por qué no está en un hogar?
—¿Un hogar? —pregunta Casey confundida.
Ambas me devuelven la mirada. Hay lástima de la mirada de Casey
y desdén en la de Mona. Eso me vuelve loco. Necesito arreglar esto.
Necesito jodidamente arreglar esto. No puedo hacerlo aquí. No cuando no
puedo hacer que mi cuerpo o mi maldita boca funcionen.
—Necesita ayuda —dice Mona, su voz es suave como si no pudiera
oírla.
Le disparo a Casey una mirada suplicante, una que suplica que lo
entienda.
Y luego desaparezco en la pared.
200
VEINTINUEVE
Casey
Mamá.
Mamá.
Mamá.
Santa mierda.
Tengo tantas emociones, todas en una. Enojo, tristeza y confusión...
y ¿felicidad? El veredicto aún está pendiente en la última. Quizás alivio
sea una palabra mejor. Ver una versión más vieja de mí misma
devolviéndome la mirada es surrealista. Algo que nunca pensé que
alguna vez vería. Había renunciado a toda esperanza.
Pero ahora…
Ahora, la estoy mirando directamente al rostro.
La vida ha sido dura para ella. La edad ha arrugado su rostro. Las
drogas han arruinado su piel, su cabello y sus dientes. Pero sonríe. Sus
sonrisas son contagiosas. Me siento atraída por ellas.
Los nervios me alcanzan y me muevo nerviosamente. Ella toma mi
mano nuevamente. Mis ojos revolotean hacia un brazalete de plata en su
muñeca. Sin pensarlo, me acerco y lo toco con mi uña. Suena. El sonido
alivia mis nervios.
201 Pinpinpinpin.
La miro y todavía está sonriendo.
Pinpinpinpin.
—Pensé que tal vez podríamos pasar un tiempo juntas —dice mi
madre—. ¿Y luego quién sabe? —Su mirada se posa en mi estómago—.
Soy abuela. Esas son noticias maravillosas, cariño.
Mi corazón se encoge con confusión. Por un lado, me atrevo a
esperar un futuro con mi madre en mi vida. Por otro lado, quiero proteger
a mi feto no nacido del abandono de mi madre. Porque, seguramente, no
está aquí para quedarse. ¿Cómo puedo confiar en ella?
—Estoy abrumada —admito, mi uña sigue tocando su joya.
Pinpinpinpin.
—Está bien —me asegura, su tono maternal, tan maternal que
empiezo a llorar—. Ven aquí, cariño.
Soy atrapada en su abrazo y estoy indefensa. Dejé que la mujer que
me dio a luz, me envuelva en sus huesudos brazos. Dejé que me besara
el cabello y cantara una canción de cuna que estoy bastante segura no
tiene sentido. Cierro los ojos y me imagino a los tres años. Cuando tenía
pesadillas y suplicaba que mi mami viniera a salvarme.
Ella está aquí.
¿Salvándome?
Ojalá Tyler estuviera aquí.
El pensamiento es repentino y triste. Él sabría qué hacer. Si alguien
me salvó, fue él. Él siempre se abalanzaba y se ocupaba de las cosas. Un
fuerte sollozo tira de mí. Mis hormonas de embarazo son intensas y a
veces lloro durante horas mientras lamento su muerte.
—Estoy aquí ahora. —Ella acaricia mi cabello—. Puedo venir y
ayudarte a cuidar del bebé. ¿Quién es el padre?
Me aparto y me limpio mis lágrimas, arrojando mi propia pregunta
hacia ella.
—No lo sé. Tú dímelo. Si Carl no es mi padre, ¿quién es?
Su labio se curva.
—Tu papi no valía nada. Ricky fue condenado de por vida después
de haber destripado a un policía. Estaba embarazada de ti cuando lo hizo.
Murió hace unos años. —Me mira—. No te preocupes, cariño, la basura
se sacó sola. Somos solo tú y yo, chica.
No puedo procesar todo esto. Es demasiado. Demasiado loco.
202
—Yo, eh, yo...
—¿El chico sordo es el padre?
¿Chico sordo?
Niego con la cabeza.
—Él no es sordo, él es…
—Vaya, esta casa es grande, Mo —grita Carl mientras entra saltando
en la habitación—. ¿Pero puedes creer que no tiene ventanas?
Mi madre se burla.
—No seas tonto, cariño.
—¡Lo juro por Jesús en un pesebre! —ulula. La referencia del
pesebre me hace estremecer—. Son falsas por fuera. Estuve probando
uno de los cerrojos —dice sonriendo de forma lobuna hacia mí—.
Asegurándome de que estabas protegida, niña. De todos modos, falsas
como el infierno. Volví adentro para investigar y no hay ventanas. ¡Es la
maldita cosa más extraña que he visto!
Comienzo a explicar la historia de la casa, pero las palabras mueren
en mis labios.
—Nosotros ordenamos pizza. ¿Quizás se queden a cenar?
—¡Por supuesto! —gritan al unísono.
—¿Torin?
Él no está en ninguna parte. He buscado en la casa de arriba a abajo.
Hirió mis sentimientos al desaparecer cuando más lo necesitaba. Solo
necesito un poco de consuelo. Misty maúlla cuando me siento a su lado
en su cama. Acaricio distraídamente su pelaje mientras le envío un
mensaje de texto.
Yo: ¿Dónde estás?
Torin: Trabajando.
Mi corazón se hunde.
Yo: Mal momento, ¿eh? Esa era mi madre biológica. Como que
necesito tu apoyo.
Torin: Ella no es una buena persona.
Yo: ¿Entonces me dejaste sola con ella?
Las lágrimas se acumulan en mis ojos, emborronando la pantalla.
Mis emociones están por todas partes, aumentadas por mi embarazo.
Torin: Revisa tu correo electrónico.
Quiero gritarle y arrojar mi teléfono contra la pared. En cambio, me
quito mis pantalones de yoga y me meto en la cama. El agotamiento se
filtra en mis huesos. Cuando abro mi correo electrónico, me sorprende
encontrar muchos archivos adjuntos de Torin.
Imágenes. Guy encontrándose con mi madre y Carl.
Dinero cambiando de manos por información.
Incluso un clip de sonido de una conversación telefónica entre Carl
y Guy.
Luego, encuentro correspondencia entre Guy y Tyler. Guy
204 chantajeando a Tyler, diciéndole que mantendría mi identidad y
ubicación a salvo de mi madre y Carl mientras el dinero siguiera llegando.
Una vez que Tyler murió, parecería que Guy cambió de bando y trabajaba
con Carl y mi madre con la esperanza de desviar más dinero del nombre
Kline.
Sabía que no podía confiar en ellos.
No importa cuánto quisiera, lo sabía mejor.
La emoción me inmoviliza. Me muero de ganas de encontrarlos en la
habitación de invitados y gritarles para que salgan de nuestra casa. En
cambio, cierro los ojos y dejo que el sueño tome el control.
Me despierto con alguien lamiéndome el cuello. Caliente. Familiar.
Mío. Ahora que estoy embarazada, él es cuidadoso con mi estómago. Él
evita que su cuerpo gigante me estrelle completamente contra la cama
cada vez que lo considera necesario para cuidarme.
Y oh, necesito que me cuiden.
Necesito lo que sea que él de alguna manera me dé y lo necesito en
montones.
Mis dedos se deslizan en su cabello y tiro de su cabeza hasta que
descansa contra la mía.
—Lo siento por las cosas que te dijeron —susurro en la oscuridad.
Sus labios se rozan contra los míos. No es un beso, pero es lo más
cercano cuando estoy con Torin.
—Casey-Casey.
—No merecías eso. Lo siento. Por la mañana —digo, dejando escapar
un suspiro—, haré que se vayan. Sabía que no era real.
Sus dientes encuentran mi labio inferior y tira de él.
—Esto. Es. Real.
Estoy tan aturdida por sus palabras que me ahogo con un sollozo.
Sus labios descansan contra los míos. Dominantes y posesivos. No
necesitamos a la Dra. Cohen ni a mi madre. No necesitamos a nadie
cuando nos tenemos el uno al otro.
—Esto es real —estoy de acuerdo, y mi voz tiembla—. Te amo, Torin.
—Yo te respirolamopruebotocohuelosientonecesito.
Estoy sonriendo por sus palabras mientras me toca la ropa. Pronto,
205 estoy desnuda y él está dentro de mí. Sus toques son más frecuentes en
el dormitorio y menos forzados. Tal vez, con el tiempo, esos toques
también se moverán fuera de la habitación. Quizás algún día él pueda
sostener a nuestro niño en sus brazos y besar su frente.
Algunas personas sueñan con carreras o casas de playa o una vida
elegante.
Yo sueño con esto.
Nosotros.
Felicidad.
—Esto. Es. Real —dice Torin entre dientes apretados, su cuerpo
sudoroso se desliza contra el mío con cada empuje.
Mis dedos se deslizan hacia sus hombros y me aferro a él.
—No te detengas.
—Casey-Casey.
Su cuerpo se frota contra el mío de tal manera que llego al clímax
fuerte y sin advertencia. Esto siempre lo estimula porque dos embestidas
más tarde y él se está derramando dentro de mí. Se desploma sobre mí
pero no me aplasta. Lo busco en la oscuridad y acerco su cara a la mía.
Mis labios se separan para decirle cuánto significa para mí.
Y luego hace lo impensable.
Él presiona sus labios contra los míos firmemente e inserta su
lengua en mi boca. Salvaje, hambriento y descoordinado. Pero está ahí.
Degustando y adorándome. Me derrito bajo su beso.
Eso es exactamente lo que es.
Un beso.
No dura mucho, pero me da esperanza para más en el futuro. A
través de mis lágrimas, le agradezco.
—Tú eres mi familia, Torin.
Gruñe cuando su nariz se acaricia contra la mía.
—Mía.
211
TREINTA
Torin
Me despierto con un sobresalto. Algo está mal. Mis gatos están
paseando por la cama y haciendo sonidos preocupados. Guturales y en
pánico. Rápidamente enciendo la luz para descubrir que Casey no está
en la cama conmigo.
¿Dónde estás, Casey?
Mi polla se endurece ante el recuerdo de haberla conducido en ella
esta noche. La besé. Jodidamente la besé. Diablos, realmente apesté en
ello, pero al menos me forcé a mí mismo. Mis labios se movieron como se
les dije. Mi lengua obedeció mis órdenes.
Te amo, Casey. Tan jodidamente tanto.
Me pongo unos vaqueros y busco mi teléfono para enviarle un
mensaje de texto para ver a dónde fue. Con esos dos perdedores
quedándose aquí, no confío en que ella esté cerca de ellos. Son malas
personas. Mi dulce y dulce niña necesita mantenerse alejada de ellos.
Miauuuuuu.
Frunzo el ceño a Foggy. Él está rodeando mis pies de una manera
preocupada. Es entonces cuando lo huelo. Humo. Dirigiéndome hacia la
puerta de mi habitación, siseo cuando toco el metal caliente. Hay un
incendio. Mierda, hay un incendio. Recojo mi mochila del suelo y arrojo
212 algunas cosas importantes como mi computadora portátil. Entonces, me
dirijo al pasadizo que se abre a mi habitación.
Casey.
¿Dónde demonios está Casey?
—¡Torin!
Muevo mi cabeza hacia la derecha y escucho. El sonido viene de
afuera. Ella está a salvo. Solo necesito llegar a ella.
—¡Casey-Casey! —grito. Los gatos lloran más fuerte.
Corriendo hacia el pasadizo, mi misión es llegar a ella. Aseguro mi
mochila en mi espalda y luego comienzo a lanzar gatos en la oscuridad.
Salto hacia abajo, evitando por completo las escaleras, y arrastrando los
pies entre las paredes, buscando una salida. El humo se eleva desde las
tablillas de las paredes, así que me agacho para evitar donde se está
acumulando sobre mi cabeza. Se me escapa una fuerte tos, pero no
sucumbo a ella.
—¡Torin!
Su voz está angustiada y horrorizada.
Tengo que llegar a ella.
Ya voy, Casey.
Los gatos, asustados y maullando, permanecen cerca de mí. Tengo
que sacarnos de aquí. Mi mente da vueltas mientras pienso sobre qué
pasillos me llevarán afuera. Estoy tan sobrepasado por esto que casi me
pierdo su vieja habitación.
—Casey-Casey —murmuro antes de subir por el agujero que ella
hizo.
Las llamas entran por la puerta de la habitación y por un momento
estoy hipnotizado por la vista. Misty me sisea desde la abertura en la
pared, y me arrastro nuevamente a la marcha. Busco en su habitación y
reúno lo que puedo antes de volver a través del agujero.
Con dos mochilas a cuestas y tres gatos perdiendo su mierda, mi
caminata es más lenta. Cada pasadizo que intento está bloqueado de
alguna manera. Calor. Fuego. Humo.
Piensa, Torin, piensa.
Vuelvo corriendo por donde llegué, con sus pequeñas patas
golpeándome. Rápidamente, trepo de nuevo por las escaleras hacia mi
habitación. Corro hacia la cama y tomo mi pesada cobija. Mi mente se
precipita sobre los detalles de la etiqueta adjunta. Una etiqueta que he
leído mil veces.
213 Resistente al fuego.
—¡FoggyMistyRainyAsalvo!
Mis gatos chillan y entran en pánico cuando la puerta de mi
habitación se astilla y se agrieta. Más humo. Más fuego. Mierda.
Piensapiensapiensapiensa.
—¡TORIN!
Su voz es muy cercana. De fuera. Tan cerca. Justo más allá de las
paredes. Piensa.
Miauuuuuu.
FoggyMistyRainyAsalvo.
—¡Casey-Casey!
El fuego se enfurece hacia mí.
Estoy atrapado.
Mierda.
214
TREINTA Y UNO
Casey
Mi hogar.
Mi familia.
Mi futuro.
Todo se esfumó.
—Tenemos que irnos, Mona —sisea Carl—. Puedo escuchar las
sirenas.
Sus pasos se desvanecen mientras miro mi peor pesadilla.
Torin.
Mi Torin se ha ido.
Me caigo de rodillas y dejo escapar un sollozo desgarrador, mis
manos buscando lo que nunca volveré a tocar. Las sirenas son cada vez
más fuertes y puedo escuchar a Mona gritándole a Carl para que
arranque el auto. Sigue girando, pero el motor no arranca. Mi propio
automóvil está estacionado delante, sin tocar. No tuve la oportunidad de
agarrar las llaves. Un automóvil es inútil sin llaves.
—¡TORIN! —grito. El dolor en mi pecho duele tanto—. ¡TORIN!
Las llamas están enojadas. Son violentas y furiosas.
Yo miro fijamente y miro y miro.
215
Todo se desvanece a mi alrededor.
Vagamente me doy cuenta de que los bomberos están pasando a mi
lado, pero no me muevo. Un paramédico llega a mi lado y me habla en
tonos relajantes. Lo aparto mientras miro fijamente impotente.
Una explosión gigante explota desde el lado de la casa desde el
segundo piso. La paramédico se pone en cuclillas delante de mí, pero me
pongo de pie para ver más allá de ella. Algo acaba de salir volando de la
casa. No es una explosión. Los bomberos corren hacia ello y yo no estoy
muy atrás. Tres gatos corren a mi lado, casi tirándome. Cuando paso
junto a un bombero, dejo escapar un grito.
Mi Torin.
Mi Torin.
Está vivo.
Su rostro está negro de hollín y su cabello está chamuscado, pero
está tosiendo cuando se escabulle de su manta aún humeante.
—¡Torin! —grito y caigo encima de él. Él tiene una mochila en la
espalda y la mía está atada por delante. La arranco de él y me tiro encima
de su cuerpo caliente.
—Casey-Casey —grazna.
La gente me está gritando, pero no me importa. Todo lo que me
importa es que él está vivo y bien. Acuno sus mejillas y lleno de besos su
cara sucia.
—Te amo. Dios mío —lloro—. Estás vivo.
—Señora —dice alguien—. Necesito que se calme para que podamos
ayudarlo.
Me alejan de él y entonces noto que su pierna está girada en un
ángulo horrible. Su hueso sobresale de su muslo. Me atraganto ante la
vista.
—¡Torin!
—¡Casey-Casey!
Me alejo del hombre y agarro la mano caliente de Torin. La piel es
negra y roja en algunos parches. Los sollozos me ahogan al punto que
creo que voy a hiperventilar.
—Señora…
—¡No lo voy a dejar! —les grito a todos.
Torin me aprieta la mano. Él realmente me aprieta. Sus palabras
216 son lentas en su boca.
—Ella está embarazada.
De repente, volvieron a preocuparse por mí también y somos
separados. Su mirada es intensa. Protectora. Posesiva. Soy llevada lejos
y veo satisfacción en su expresión.
—¡Te amo! —le grito.
—Casey-Casey —dice y luego mi Torin sonríe.
221
TREINTA Y DOS
Tyler
Iglesia Freedom Mountain - 25 de diciembre de 1999
225
TREINTA Y TRES
Tyler
Unos días antes de morir...
228
EPÍLOGO
Torin
Siete años después…
231
CARTA DEL AUTOR
Querido lector,
232
PLAYLIST
“Foolish Games” by Jewel
“Oh My” by Big Wreck
“Wild Horses” by Bishop Briggs
“Game of Survival” by Ruelle
“Run, Run, Run” by Tokio Hotel
“The House of the Rising Sun” by The Animals
“Stubborn Love” by The Lumineers
“Where is My Mind?” by Pixies
“Mess is Mine” by Vance Joy
“Way Down We Go” by Kaleo
“Hallelujah” by Jeff Buckley
“Vermillion Pt. 2” by Slipknot
“Madness” by Ruelle
“Crown of Thorns” by Mother Love Bone
“Paper Planes” by M.I.A.
“I Really Want You To Hate Me” by Meg Myers
“Not Afraid Anymore” by Halsey
“The Monster” by Eminem
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SOBRE LA AUTORA
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