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INTRODUCCION
La vida de un ser humano constituye la suma de factores que permiten mantener con “vida” a las células
que lo constituyen. Así, el conjunto de células forman tejidos, los cuáles a su vez forman órganos y estos
constituyen aparatos y sistemas, que completan la persona.
Para que una célula tenga “vida”, se requiere energía, la misma que involucra la producción de calorías y
cuyo concepto de base se reporta como la existencia de movimiento. Esta energía química de la célula,
está interpretado como el movimiento químico de los enlaces covalentes, pues todo el ser humano es la
suma de elementos químicos, asociados en estructuras que agrupan grandes familias, que clásicamente
se conocen como nutrientes.
Nutriente se denomina a una estructura química que tiene la capacidad de ser útil para el organismo. Así,
los grandes nutrientes son: hidratos de carbono, proteínas y lípidos. Los pequeños nutrientes son:
vitaminas y elementos minerales (excepto calcio) – Tabla 1.
Pero adicionalmente debemos destacar que los nutrientes, además de su función energética, también son
importantes para cumplir funciones estructurales, como es el caso del Colesterol y Lípidos Complejos
(membrana celular), aminoácidos (membrana celular), calcio (hueso); pero además, los nutrientes son
funcionales, es decir cumplen una función: hierro (hemoglobina), vitaminas (coenzimas del metabolismo),
etc.(1)
Algunos nutrientes pueden cumplir varias funciones: ser energético, estructural e incluso funcional. Cada
uno de estos nutrientes, cumple funciones establecidas, de acuerdo a las necesidades fisiológicas del
organismo. Estas necesidades fisiológicas del organismo, son diferentes de acuerdo a la edad y
especialmente al estado fisiológico en la persona: lactante, niño/a, adolescente, adulto/a, tercera edad.
En el caso de la mujer, cada una de estas etapas, puede tener diferentes etapas fisiológicas, como es el
embarazo y la lactancia, situaciones que por sus propias características exigen cambios nutricionales,
pues sus demandas energéticas, funcionales y estructurales se encuentran incrementadas.
Frente a esta realidad, a continuación describiremos las necesidades de nutrientes para las etapas previas
al embarazo, durante el embarazo y la lactancia.
La salud de cada persona es un proceso permanente, la misma que se construye en el día a día, gracias a
su alimentación, la misma que es la base en cada una de las etapas del ciclo vital y que se interrelaciona
con otros factores no nutricionales, destacándose la condición socioeconómica, pues constituye el eje
para acceder a la alimentación.
El embarazo y la lactancia, presenta una gran vulnerabilidad desde el punto de vista de la salud y
nutrición e impone al organismo materno un gran esfuerzo de adaptación fisiológica y nutricional.
NUTRICION PRECONCEPCIONAL
Esta etapa es importante en el campo nutricional, pues cada vez con más frecuencia se conoce de
patologías que acompañan desde el inicio del embarazo (post concepcional), debido a la deficiencia o
carencia de nutrientes específicos y que pueden condicionar el desarrollo del mismo. Es así que existen
evidencias del beneficio que podría llevar la administración previa de algunos nutrientes, los mismos que
se sospechan estarán disminuidos. Especialmente se hacen referencia a los más importantes, en términos
de la importante función que desempeñan:
Niveles de Hemoglobina:
Dependiendo del nivel de alimentación de la población (clase socio económica), la prevalencia de anemia
puede ser importante antes de la gestación. Lamentablemente la corrección de la anemia, requiere de
varias semanas hasta lograr el nivel de hemoglobina normal (establecido por la altura de la residencia de
la población) y este tiempo es crucial en el desarrollo y el crecimiento fetal, pues todos conocemos que el
transporte del oxígeno realizado por la hemoglobina, constituye el eje fundamental en la producción de
energía celular y por lo tanto de la duplicación celular, eje básico del crecimiento fetal. Es importante
aclarar que cuando existe anemia, estamos frente a una carencia de hierro (ferritina menor a 12 ug/l).
Pero adicionalmente debemos considerar que la hemoglobina puede ser normal y la paciente ser
portadora de deficiencia de hierro (ferritina entre 12 a 50 ug/l). En estos casos, la anemia puede
instalarse en el curso del embarazo, perjudicando igualmente el desarrollo del mismo.
Se conoce que la mujer no deficiente de hierro debe tener más de 500 mg de hierro de reserva (50 ug/l
de ferritina), pues esa cantidad se requiere para incrementar la masa de glóbulos rojos que sucede en el
embarazo, pues es conocido que en las primeras 8 a 9 semanas, por la retención normal de agua, se
produce hemodilución y la hemoglobina disminuye. Ello conlleva un efecto “obligado” de incrementar el
número de glóbulos rojos, con el fin de evitar el desarrollo de anemia gestacional.
Con este conocimiento, nosotros cuantificamos las reservas de hierro en mujeres jóvenes, estudiantes del
segundo año de Medicina, las mismas que tenían ciclos normales y eran nuligestas. Este valor tuvo una
media de 320 mg de hierro de reserva (34 ug/l de ferritina), valor que indicaba que eran portadoras de
una deficiencia de hierro. El 62% de las estudiantes universitarias, tenían un valor inferior a 500 mg de
hierro de reserva. Ello permitía concluir, que si sus reservas son deficientes el 62% de las estudiantes se
encontraba con el potencial de riesgo de desarrollar anemia durante su gestación.(2)
La absorción del hierro en el tubo digestivo es muy escasa (falta de hierro biodisponible en la
alimentación en general) y por lo tanto se requiere que la suplementación sea por lo menos de 60 días
previos al inicio del embarazo, con la finalidad de aumentar las reservas del oligoelemento y prevenir el
aparecimiento de anemia durante el embarazo.
La carencia de ácido fólico se produce generalmente al debido ingreso alimentario escaso en vegetales
verdes no cocidos (hojas), las mismas que tienen dosis generosas de folatos. Por lo tanto, las dietas
predominantes de esta población es rica en hidratos de carbono, macronutriente que no tienen o
disponen de mínimas cuantías de ácido fólico para ser absorbido.(4)
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En este sentido, se debe establecer un grupo de población, con sospecha de ser portadora de una
deficiencia y/o carencia de ácido fólico. Este grupo podría ser identificado por los siguientes antecedentes:
Es indudable que la pobreza y el bajo nivel social y económico, que predomina en nuestra población, es
un justificativo importante para realizar esta suplementación preconcepcional, pues además por ser una
vitamina altamente hidrosoluble no produce toxicidad y es de fácil eliminación.
Los problemas del tubo neural se producen en el período periconcepcional, específicamente alrededor de
los días 23 al 25 del ciclo, es decir cuando la mujer no conoce que se encuentra embarazada, pues aún
no existe el retraso en el ciclo menstrual. Este problema se presenta por falta en la duplicación celular,
debido a la carencia de ácido fólico, que es la coenzima fundamental para proveer grupos metil (CH3),
durante la síntesis de las bases púricas (adenina, guanina) y pirimidínicas (timina), bases nitrogendas
indispensables en los componentes de los ácidos nucleicos.(1) Así, la falta ácidos nucleicos conlleva la
deficiente o falta de duplicación celular y por lo tanto el desarrollo de los problemas descritos en el tubo
neural (anencefalia y espina bífida).
El ácido fólico ingresa en la dieta en forma de poliglutamatos, los cuáles se degradan hacia
monoglutamatos y se absorben mediante receptores intestinales, que pueden saturarse y por lo tanto
bloquear la absorción si existe ingesta excesiva de los mismos. Se conoce que los receptores se saturan
con una ingesta superior a 1,5 mg por día. Posterior a su absorción intestinal, se vuelve a formar
poliglutamatos para su almacenamiento hepático.(1)
Otros nutrientes
Todos los nutrientes, tienen la capacidad de ser almacenados (generalmente a nivel hepático). Así como
el hierro se almacena en el hígado (en forma de ferritina), el ácido fólico (en forma de poliglutamatos),
también otras vitaminas y oligoelementos pueden ser administrados previa a la gestación, para lograr su
almacenamiento y por lo tanto aumentar sus reservas. Sin embargo debemos tomar en cuenta, que los
ingresos no sean superiores a las recomendaciones que existen en el embarazo, pues dosis no
consideradas prenatales, podrían ser tóxicas durante el embarazo que está por iniciarse. Específicamente
hacemos referencia al Retinol (Vitamina A), nutriente que puede ser muy tóxico y hasta teratogénica en
el embarazo.(5)
Con estos antecedentes, si debemos suplementar hierro y ácido fólico, nosotros recomendaríamos la
suplementación previa a la gestación de vitaminas prenatales, pues tienen una adecuada cantidad de
hierro y ácido fólico y además tienen las vitaminas y elementos que beneficiarán a las reservas orgánicas,
sin llegar a la toxicidad.
El estado nutricional de un individuo inicia en su concepción, el mismo que es afectado por el déficit
nutricional de la madre, déficit que con seguridad viene desde sus períodos fetal, infantil y de
adolescente.(6) Por ello es común el desconocimiento del peso habitual previo al embarazo, fenómeno
que en latino américa varía en porcentajes tan amplios, como es el 15 al 70%.(7)
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El crecimiento intrauterino del feto y sus anormalidades son aspectos de enorme interés en la
obstetricia actual porque el peso neonatal constituye el indicador más importante de la mortalidad
perinatal. Los factores maternos tienen gran influencia sobre el crecimiento fetal. El crecimiento del
feto en peso y talla está determinado sobre todo por la edad gestacional. El crecimiento prenatal es
justamente por una combinación de potencial genético, ambiente materno y uterino.(8)
Los factores maternos que influyen sobre el crecimiento fetal son: factores preconcepcionales y de la
infancia, características socio-demográficas, actividad física y estrés, antecedentes obstétricos,
factores antropométricos y nutrición materna.(9)Sin embargo, el feto en desarrollo es influido
directamente por el estado nutricional de la madre antes de la concepción y durante el embarazo . La
talla materna pequeña, que se ve influida por factores biosociales de bajo estado socioeconómico,
familia numerosa, desnutrición y enfermedades crónicas, a menudo se vuelve intergeneracional. Así
por ejemplo las mujeres que tuvieron restricción del crecimiento como recién nacidos, tienden a tener
hijos que también presentan restricción del crecimiento. Existen variados y múltiples factores que
favorecen el desarrollo de un niño pequeño, pero en forma indudable las características nutricionales
de la madre y la ingesta nutricional durante el mismo es determinante.(9)
Los humanos ingresamos en general siete clases de nutrientes: hidratos de carbono, lípidos,
proteínas, vitaminas, elementos minerales, oligoelementos y agua. Analizaremos brevemente cada
uno de ellos, con especial referencia a los trabajos de investigación realizados por nuestro equipo en
la Unidad de Salud Reproductiva del Centro de Biomedicina, Facultad de Ciencias Médicas de la
Universidad Central del Ecuador.
HIDRATOS DE CARBONO
Los hidratos de carbono constituyen la fuente primaria de energía para el incremento de las demandas
energéticas que sucede durante la gestación. Por ello, antes de presentar una visión descriptiva y
específica sobre la importancia durante el embarazo, realizaremos un análisis científico sobre el tema del
metabolismo de los carbohidratos, con especial énfasis en los procesos metabólicos y hormonales
involucrados, tanto en el embarazo, como fuera de él.
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La glucosa plasmática por efecto de la insulina ingresa a las células y experimenta transformación
metabólica inmediata siendo su destino principal:
Almacenamiento como glucógeno
Oxidación por la vía glucolítica (anaerobia) a piruvato y lactato
Oxidación por medio del ciclo de Krebs a CO2
Conversión a ácidos grasos y almacenamiento como triglicéridos (lipogénesis) y
Liberación de la célula como glucosa libre.
Los principales tejidos en los cuáles se metaboliza la glucosa son el hígado, el músculo, el tejido
adiposo y el cerebro. En general, el cerebro es el sitio de oxidación aerobia a CO2 y el tejido adiposo
es el sitio de conversión de glucosa en glicerol y de la síntesis de ácidos grasos. En el músculo
también se sintetiza glucógeno durante el reposo, después de las comidas y entre ellas. El ejercicio
estimula la oxidación aerobia y anaerobia. En el hígado cada uno de los posibles destinos finales de la
glucosa está representado por una vía metabólica activa.(6,8)
El control del metabolismo del glucógeno presenta varios principios reguladores característicos de
diversos ciclos metabólicos:
Los pasos enzimáticos que intervienen en la síntesis y degradación son totalmente diferentes. Así
se logra la inversión biológica de pasos termodinámicamente irreversibles.(3)
Las señales hormonales que estimulan la degradación del glucógeno (ej: adrenalina y glucagón) al
activar la fosforilasa causan una inhibición simultánea de la enzima glucógeno-sintetasa,
ocurriendo a la inversa con las señales que activan la glucógeno sintetasa (ej: insulina o glucosa).
De esta forma se produce un incremento en el turn over de glucógeno sin acumulación neta, ni
degradación.
Por estos mecanismos anotados, las pacientes gestantes depositan importante cantidad de triglicéridos
(grasa), la misma que es reserva energética para cuando el embarazo tenga mayor edad gestacional.
Pero igualmente, la insulina mantiene su acción sobre la síntesis proteica. La acción anabólica general de
la insulina deriva de su capacidad de inhibir el metabolismo de las proteínas, es decir las proteínas u
aminoácidos no son catabolizados para dar energía, sino más bien usadas en la formación de nuevas
proteínas (membrana celular).
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Las demandas siempre crecientes de nutrientes del feto drenan substratos energéticos de la madre en
forma progresiva a lo largo de la gestación. Este drenaje progresivo requiere mayor almacenamiento
materno de nutrientes durante la alimentación, para poder satisfacer los requerimientos energéticos del
feto durante el ayuno. Así, es posible esperar una acentuación del anabolismo y catabolismo durante el
embarazo.
En circunstancias normales, las células beta del páncreas responden a la resistencia a la insulina
aumentando la cantidad de insulina liberada durante una estimulación con nutrientes (debido al
hiperestrogenismo gestacional). Así mismo, las hormonas placentarias como la progesterona pueden
ejercer un pequeño efecto directo para aumentar la secreción de insulina. Como consecuencia de la
compensación de las células B pancreáticas, la tolerancia a la glucosa suele deteriorarse solo en forma
ligera hacia las últimas etapas del embarazo, pese a la notoria alteración de la acción de la insulina
que tiene lugar hacia el tercer trimestre. La ventaja adaptativa de esta combinación de resistencia a la
insulina, hiperinsulinemia y aumento de los niveles postprandiales de glucosa durante el embarazo
puede ser doble:
Primero una ligera elevación de los niveles de glucosa de la madre después de la alimentación
puede aumentar el flujo de glucosa hacia el feto, incrementando así el anabolismo fetal. (12)
Segundo la mayor resistencia a la insulina del músculo esquelético respecto al tejido adiposo,(13)
puede servir para alejar los carbohidratos ingeridos del músculo esquelético y dirigirlos hacia el
tejido adiposo, lo que también aumenta el anabolismo materno.
A medida que el embarazo progresa y aumenta la masa fetal, la utilización de glucosa del feto puede
repercutir directamente sobre la homeostasis de la glucosa materna. Incluso en el embarazo, el
recambio de la glucosa basal durante el tercer trimestre esta aumentado respecto a las mujeres no
gestante, lo que presumiblemente refleja una contribución significativa del uso fetal de la glucosa. En
este período, los niveles de glucosa después del ayuno nocturno son de alrededor de 10 mg/dl más
bajos que los niveles no gestacionales, y la prolongación del ayuno por mas de 6-8 determina un
descenso de la glucosa en las embarazadas, pero no en las mujeres no gestantes. (17)
El hecho de que los niveles de glucosa después del ayuno nocturno sean bajos en el embarazo
avanzado, mientras que los niveles de insulina son similares a los de la mujer no gestante, sugiere
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que el umbral glicémico para la liberación de insulina esta reducida en las etapas tardías del
embarazo. El menor umbral para la liberación de insulina puede contribuir a la glicemia más baja
después del ayuno nocturno.
Otra adaptación importante al ayuno durante el embarazo es un rápido cambio del catabolismo de
carbohidratos al catabolismo de lípidos. Estudios in vitro sugieren que hormonas placentarias como el
lactógeno placentario (HPL) favorecen este cambio catabólico estimulando la lipólisis en el tejido
adiposo.(18) Es posible esperar que este efecto lipolítico aumente durante toda la gestación en
paralelo con los crecientes niveles de HPL y hormonas catabólicas relacionadas. Los efectos
catabólicos son contrarrestados durante la alimentación por las exageradas respuestas de insulina, de
modo que se produce un almacenamiento de grasa durante la ingesta. Sin embargo a medida que
caen los niveles de insulina después de la alimentación, aparece lipólisis a un ritmo acelerado, lo que
permite que la madre obtenga de los lípidos, en forma de cetonas, una proporción significativa de los
requerimientos energéticos para su sistema nervioso central. Como resultado de este catabolismo
acelerado de la grasa, se reduce la degradación de proteínas para gluconeogénesis y se mantiene al
mismo tiempo la función cerebral.
La captación continua de glucosa por la unidad fetoplacentaria da lugar a una tendencia al descenso
de la glicemia materna en situaciones de ayuno (entre 55 y 65 mg/dl), lo que produce una
disminución de la secreción de insulina, que a su vez condicionará un incremento de la lipólisis con el
aumento secundario de los ácidos grasos libres.(20)
Esta serie de fenómenos, con frecuencia se ven potenciados por la menor ingestión de alimentos
debido a la náusea o de francos vómitos que ocurren en el primer trimestre de la gestación. Los
ácidos grasos libres no atraviesan la barrera placentaria, por lo que no son utilizados como
combustibles para el feto: al aumentar su concentración en la sangre materna se produce su
metabolismo hepático mediante el proceso de la beta-oxidación mitocondrial, con un incremento en
la síntesis de acetil-CoA que derivara hacia la formación de cuerpos cetónicos. La placenta si es
permeable a los cuerpos cetónicos, y estos pueden ser utilizados por el sistema nervioso fetal,
condiciones de ayuno.(21)
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glucosa insulino-dependiente de la madre al feto. La tasa de transporte por estas moléculas GLUT
insulino-dependiente es proporcional a las concentraciones circulantes de glucosa, de modo que la
elevación o el descenso de los niveles de glucosa materno provocan cambios paralelos del aporte de
glucosa al feto.
Los aminoácidos atraviesan la placenta mediante transporte activo; en el feto son utilizados para la
síntesis proteica, y en menor medida, intervienen en la gluconeogénesis. Esta captación placentaria da
lugar a una disminución en los niveles de la mayor parte de los aminoácidos en la circulación materna
hasta el final de la gestación, momento en que las proporciones maternas y fetales son similares. (26)
Esta situación metabólica conlleva a una disminución de los substratos para la gluconeogénesis,
especialmente la alanina, favoreciendo la predisposición a la hipoglicemia en la gestante.
Hormonas Diabetogénicas
El lactógeno placentario es una hormona polipeptídica de 191 aminoácidos, producido por el
sincitiotrofoblasto a partir de la décima semana de gestación y se incrementa según avanza el
embarazo. Esta hormona tiene reconocidas acciones lactogénicas y somatotróficas, pero su potencial
de activación del crecimiento es la centésima parte de la GH hipofisiaria (tiene homología al lactógeno
placentario del 86%) y su actividad lactogénica oscila entre el 20 y 100% respecto a la prolactina. (29)
Se ha comprobado en esta hormona una acción activadora de la lipólisis con aumento de los ácidos
grasos libres, lo que favorecerá la resistencia periférica a la insulina, tanto exógena como endógena.
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insulina, manteniéndose sin cambio las concentraciones de glicemia, manifestación inequívoca de
insulino-resistencia.(31)
Si bien los niveles séricos de cortisol se duplican durante el embarazo avanzado, gran parte del
aumento es atribuible a hormonas sin actividad biológica unidas a la transcortina o globulina fijadora
de corticosteroides, la cual a su vez está aumentada por la influencia de los estrógenos. Sin embargo,
se produce un aumento significativo de los niveles plasmáticos y urinarios de cortisol libre con un
ritmo circadiano normal durante el embarazo avanzado.(33)
El análisis precedente, de tipo metabólico, tanto en el embarazo como fuera de él, nos permite
comprender los diversos procesos fisiológicos que se producen durante la gestación. De ahí, que
podemos sintetizar los mismos, en los siguientes conceptos, muchos de ellos plenamente establecidos,
y que han sido objeto de varias publicaciones.
Los factores maternos que influyen sobre el crecimiento fetal son: factores preconcepcionales y de la
infancia, características socio-demográficas, actividad física y estrés, antecedentes obstétricos,
factores antropométricos y nutrición materna.(9)Sin embargo, el feto en desarrollo es influido
directamente por el estado nutricional de la madre antes de la concepción y durante el embarazo . La
talla materna pequeña, que se ve influida por factores biosociales de bajo estado socioeconómico,
familia numerosa, desnutrición y enfermedades crónicas, a menudo se vuelve intergeneracional. Así
por ejemplo las mujeres que tuvieron restricción del crecimiento como recién nacidos, tienden a tener
hijos que también presentan restricción del crecimiento. Existen variados y múltiples factores que
favorecen el desarrollo de un niño pequeño, pero en forma indudable las características nutricionales
de la madre y la ingesta nutricional durante el mismo es determinante.(9)
Por ello, el costo energético materno durante el embarazo aumenta, pudiendo ir este desde cero hasta
120.000 kcal (aproximadamente 300 Kcal/día en forma extra), cantidad que varía dependiendo del estado
nutricional pregestacional materno (reservas de grasa), disponibilidad de alimentos adicionales y de la
capacidad para reducir el gasto de energía.(37) Por lo tanto no existe un método cuantitativo para calcular
los requerimientos energéticos prenatales en base a las características maternas; sin embargo se puede
valorar un equilibrio energético individualizado mediante el estudio de prácticas dietéticas, gasto de
9
energía y aumento de peso materno.(38) Lógicamente este análisis individualizado debe ser establecido de
acuerdo a la su ritmo de vida y su ocupación, por cuanto los requerimientos energéticos durante el
embarazo se relacionan necesariamente con las actividades que cumplen en su vida diaria.
El aumento de las necesidades energéticas maternas durante el embarazo, con la finalidad de suplir el
crecimiento (tanto de los tejidos maternos como fetales, en este último fundamentalmente síntesis de
proteínas de membrana para las nuevas células que sucede durante el crecimiento), el aumento de las
reservas de grasas maternas y el incremento de la tasa metabólica para estas actividades, produce como
resultado que el costo calórico acumulativo de la gestación sea de 85.000 Kcal,(39) cifra que dividida para
los 280 días de gestación da como resultado un promedio de 300 Kcal/día adicionales,(40) que pueden ser
distribuidas aproximadamente así: 150 Kcal/día durante el primer trimestre y 350 Kcal/día durante el
segundo y tercer trimestre.(41) Aunque es cierto, que el cálculo anotado es puramente matemático, lo
cierto es que durante el primer trimestre de la gestación, las necesidades energéticas son menores frente
al segundo y tercer trimestre gestacional, debido básicamente a que las necesidades de crecimiento
celular en el embarazo de mayor edad gestacional, siempre será mayor y por lo tanto sus requerimientos
(Tabla 2).
Salvando los criterios matemáticos establecidos en el párrafo anterior, se ha podido establecer que las
85.000 Kcal se distribuyen así: 41.000 Kcal para depósito de grasa y tejido magro; 36.000 Kcal son
requeridas para metabolismo o mantenimiento de tejidos y 8.000 Kcal se utilizan en la conversión de
energía de la dieta en energía metabólica (Tabla 3).(35) Recordemos que el metabolismo durante el
embarazo es esencialmente anabólico, es así que el balance de energía y nitrógeno es positivo.(42,43,44)
De aquí podemos establecer, que un gran porcentaje de las calorías referidas, se destinan a la formación
del depósito de grasa y tejido magro, hecho fundamental que explica el natural aumento de peso de la
mujer gestante, lógicamente diferenciando el aumento de peso debido al crecimiento fetal y otros
factores que describiremos más adelante.
Tabla 3: Distribución del gasto energético en la mujer gestante con IMC igual a 20.
Procesos moleculares Gasto energético
Depósito de grasa 41.000 Kcal
Metabolismo y mantenimiento de tejidos 36.000 Kcal
Conversión a energía metabólica 8.000 Kcal
La demanda de energía de la madre es máxima durante el segundo y tercer cuarto del embarazo; la
mayor demanda fetal se presenta en el último cuarto gestacional.(35) Esta demanda energética materna
se ve condicionada en forma importante por los niveles de actividad física (frecuencia, intensidad y
duración del ejercicio) que desarrolla la gestante durante su embarazo,(36) pues la energía metabólica
diaria, es importante sea trasladada al feto en crecimiento y no en el gasto energético producido por las
actividades de la madre. Por ello, se conoce que la mejor forma de ahorrar energía para ser transportada
hacia el crecimiento fetal es el reposo y naturalmente aquella condición depende de la ocupación de la
paciente y del tiempo disponible para descansar.
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placentaria es menor, hay menor circulación de estrógenos y la madre consumo su glucosa,
disminuyendo su oferta hacia el feto. Estos cambios hormonales se reflejan en los movimientos fetales. A
mayor movimiento fetal, existe mayor producción de energía y es un indicador del bienestra fetal.
Justamente, si la madre durante sus actividades sufre períodos de hipoglicemia, este fenómeno es mayor
en el feto y debido a su insulina, la hipoglicemia fetal es más aguda e incluso puede producir muerte
súbita. Estos efectos son más profundos, a mayor edad gestacional, debido a la gran diferencia de
producción estrogénica existente, entre las condiciones de reposo y las condiciones de actividad materna
(Gráfico 1).
Muerte Súbita
FETAL
Gráfico 1: Procesos moleculares involucrados en el metabolismo de la Glucosa Gestacional.
El gasto energético del metabolismo se clasifica en metabolismo basal y las actividades diarias que
forman un conjunto de gasto energético y que establecen todo su gasto energético. El metabolismo basal
(cantidad de energía requerida para mantener las funciones vitales) por lo general constituye el 50% del
total de energía diaria. En el embarazo, este porcentaje debe ir cambiando en forma progresiva de
acuerdo a la edad gestacional. Así, si el embarazo es temprano, casi no existe variación, pese a que ya se
inicia los depósitos de grasa, para constituir reserva energética, especialmente para el tercer trimestre.
Con el paso del tiempo y el aumento de la edad gestacional, se requiere mayor porcentaje de calorías
dedicadas al metabolismo basal, por cuanto el crecimiento fetal es parte de este, que lógicamente no es
controlado por la voluntad de la paciente (como en el caso de gasto energético por actividades). Incluso a
medida que avanza la edad gestacional las actividades diarias van disminuyendo, ya sea por incomodidad
física, e incluso por precautelar complicaciones de la gestación, hecho evidente que se traduce por un
ahorro energético, a favor del metabolismo basal y crecimiento celular fetal y materno. Este aumento del
metabolismo basal durante la gestación, se traduce justamente por una sintomatolgía típica y que es
referida por toda mujer gestante: el aumento de la eliminación de calor. Se calcula que pasadas las 34 a
35 semanas, la producción energética diaria es de casi 3000 Kcal, de las cuáles 2100 Kcal es para el
metabolismo basal, cantidad que es casi similar al gasto enrgético diario de una persona no gestante
(Gráfico 2).
2500
2000
1500
1000
500
0
12 16 20 24 28 32 36 38
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LÍPIDOS - TRIGLICERIDOS
Los requerimientos fetales para su metabolismo y aporte tisular durante el tercer trimestre del embarazo
se encuentran alrededor de 43 Kcal/Kg/día.(45) Esta energía proviene en un 70 - 80% de la glucosa, 20%
de los aminoácidos y el porcentaje restante de los ácidos grasos (gráfico 3).(46) Por ello se explica la gran
importancia que tiene el acumulo de un peso adicional de aproximadamente 3.5 - 3.8 Kg de grasa que
deben depositarse antes de las 30 semanas de gestación.(47) Esta reserva grasa tiene una distribución
centrípeta y puede ser valorada de acuerdo al grosor del pliegue cutáneo a nivel del abdomen y la región
postero-superior de los muslos, a diferencia de lo que ocurre a nivel de los brazos y del área inferior del
muslo, en los cuales no existe este depósito y se produce más bien una disminución.(48)
70 - 80 % Glucosa
20 % aminoácidos
10 % ácidos grasos
Este estímulo de depósito adicional de grasa durante el embarazo responde, no solo al control de los
centros del apetito sino fundamentalmente a un cambio en el control del balance energético,
probablemente causado por la progesterona.(49) Las madres con bajo depósito de grasa durante la
gestación necesitan una mayor ingesta calórica, siendo necesarias 750 Kcal/día adicionales,(41) las cuales
en caso de no ser suplementadas pueden llevar a un estado de cetonemia, producida por el catabolismo
de grasas,(50) pese a que cerca del término de la gestación se produce una reducción considerable de la
necesidad fetal de ácidos grasos (1.7 g/día).(45)
Al respecto de los ácidos grasos, el ácido linoleico, un ácido graso esencial, es fundamental al inicio y
durante todo el curso de la gestación, por cuanto se encuentra estrechamente relacionado con el
metabolismo de los lípidos de membrana, en especial de las células del sistema nervioso central,(45,47,48)
de ahí que su aporte en la alimentación diaria es fundamental, si conocemos que las células del sistema
nervioso central (neuronas) solo se multiplican durante la vida fetal. Es importante anotar, que la fuente
diaria dietética de lípidos y ácidos grasos, constituye los aceites y mantecas que acompañan a la
preparación de nuestros alimentos, siendo por lo tanto importante que la paciente ingrese ácidos grasos
esenciales durante su etapa prenatal.
Es importante el conocimiento del metabolismo graso durante el embarazo. Así entre las 0 - 20 -28
semanas existe una hiperlipidemia que generalmente se manifiesta a partir del tercer mes a causa de una
hiperplasia de las células beta y un aumento de la secreción de insulina, que produciría como resultado
un aumento de la síntesis de grasa, hipertrofia del adipocito e inhibición de la lipólisis; posteriormente
entre las semanas 24 -28 a las 40 semanas se produce un incremento de lipólisis debido al aumento del
lactógeno placentario, (Gráfico 4) lipólisis que provee energía adicional para el crecimiento fetal. Por otro
lado se produce un cambio metabólico por el aumento del cortisol, llevando como resultado un
incremento en la lipogénesis postprandial y una acelerada cetosis durante el ayuno.(51)
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Triglicéridos
0 - 24 – 28 semanas: hiperlipidemia -
hiperplasia de células beta.... Aumento de
insulina:
3. Inhibición de la lipólisis
Triglicéridos
28 - 40 semanas:
Si debemos referirnos al depósito de grasa (triglicéridos) durante el embarazo, esta reserva calórica es
importante y naturalmente proviene de los hidratos de carbono, vía gliceraldehido –3- fosfato y
dihidroxiacetona fosfato. La enzima de intercambio entre estas dos triosas es la triosa fosfato isomerasa,
enzima incrementada en el embarazo y que facilita el depósito de triglicéridos (antes de la semana 28) y
la posterior lipólisis (en el tercer trimestre) (Gráfico 5).
Depósito de grasa
Controlado por: Por los centros del apetito
Gliceraldehido - 3 - fosfato
Dihidroxiacetona Fosfato
Triglicéridos
PROTEINAS
En el metabolismo biológico general, la única fuente segura de nitrógeno constituye el aporte de éste en
los aminoácidos de la dieta. En forma general, las fórmulas químicas de los aminoácidos, revelan que
aquellos denominadas esenciales, tienen en su estructura química mayor número de grupos amino. Así,
13
por ejemplo el aminoácido esencial para el crecimiento, arginina, tiene en su estructura 4 grupos amino,
mientras que los aminoácidos no esenciales, como la glicina, alanina, etc, son aminoácidos con un solo
grupo amino. Por ello, resulta que la importancia del ingreso proteico y su calidad, depende de la oferta
de nitrógenos y su balance general (positivo o negativo).
Por este antecedente, es importante considerar que las necesidades proteicas durante el embarazo no
están necesariamente referidas a la cantidad en gramos, sino además a la calidad y utilización biológica
proporcionada por la concentración de aminoácidos esenciales y no esenciales de cada proteína. Es
conocido el mayor poder biológico de las proteínas de origen animal, porque el aporte de aminoácidos de
estas proteínas animales es de mejor calidad, a diferencia de las proteínas vegetales que apenas aporta
con un 50-65% de aminoácidos esenciales; sin embargo es recomendable la combinación de los dos tipos
de proteínas.(52)
Las proteínas de la dieta en la embarazada son utilizadas en dos requerimientos: nitrógeno aminado (-
NH2) y aminoácidos esenciales, cuya funcionalidad está incrementada en la síntesis fetal, soporte
placentario y tejidos maternos y como combustible del metabolismo fetal.(36,53)
Según la FAO/OMS en aquellas gestantes que reciben dietas con una calidad proteica del 80%, se
recomienda una ingesta adicional de 11 g/día durante la segunda mitad del embarazo;(41,54) sin embargo
estudios del balance nitrogenado durante la gestación recomiendan que la ingesta proteica adicional sea
mayor, llegando a niveles de 30 g extras por día.(55,56)
Del total de peso ganado en el embarazo, 0.9Kg (925 g) corresponden a las proteínas, de las cuales el
50% se depositan en el feto, especialmente en las últimas 10 semanas de gestación. El 25% en el útero,
10% en la placenta y el 15% restante en sangre y líquido amniótico.(57) Así, el 60% como mínimo, del
total de proteínas pasan a formar parte de los productos de la concepción.(55,57) Los productos de la
concepción, es especial el feto, acumulan las proteínas, en la formación de la síntesis de membranas de
las células duplicadas para su crecimiento. Por ello, como el crecimiento fetal es mayor durante el tercer
trimestre, se explica que la mayor demanda de proteínas se encuentre justamente en este período del
embarazo (Gráfico 6).
La utilización del nitrógeno durante el embarazo es calculado de acuerdo al aporte total de proteínas
acumuladas, correspondiendo el 16% para el nitrógeno. La retención de nitrógeno en la mitad del
embarazo se calcula en 0.9 g/día,(58) mientras que otros autores consideran que durante la semana 29 se
alcanza una cifra de 1.80 - 1.90 g/día,(59) calculando una retención total que varía desde 148 a 250
gramos durante todo el embarazo luego de deducir el nitrógeno fetal y la pérdida placentaria.(60)
En la mujer gestante existe una disminución del nivel plasmático y urinario del nitrógeno ureico, debido a
una disminución en la producción de urea, fenómeno explicable por un gran consumo de nitrógeno
aminado en la síntesis de nuevos tejidos (por el estado anabólico gestacional), antes que por
14
desaminación o metabolismo ulterior del carbón óseo.(60) Se ha determinado que las concentraciones
plasmáticas de nitrógeno ureico en el segundo y tercer trimestre del embarazo son de 8.7 mg/dl, en
comparación a los 13.1 mg/dl de la no gestante.(61) Igualmente existe una disminución del 40% en la
síntesis de urea en la gestante, en comparación con la puérpera.(62)
Cuando se ha producido una ingesta proteica importante en la dieta, durante las próximas 24 horas
existirá una mayor producción de urea, ya que aquel metabolito es la principal forma de eliminación de
los productos nitrogenados, como las proteínas. Pero, en forma general, si la dieta se mantiene estable,
como todos los días, los niveles de urea disminuirán en su producción, y por lo tanto en su eliminación.
Durante el embarazo, existe una mayor demanda de aminoácidos para sintetizar nuevas proteínas
(celulares). Por este mecanismo se comprende que exista una disminución de la urea plasmática y por lo
tanto urinaria. Normalmente, los aminoácidos que no van a ser utilizados y que han sido ingeridos en la
dieta, son eliminados principalmente vía ciclo de la urea. Pero, en el embarazo, los aminoácidos
ingresados en la dieta, van a ser utilizados en la síntesis anabólica propia del embarazo, disminuyendo la
oferta de aminoácidos que ingresarán al ciclo de la urea.
Otro metabolito que permite la eliminación del nitrógeno constituye la creatinina, pero su cuantificación
con este objetivo encontraría dificultades, por cuanto es importante conocer la masa muscular de la
persona, con la finalidad de obtener un índice real. Por todos es conocido que la creatina es un
metabolito de eliminación de la fosfocreatina, el cuál constituye una reserva de almacenamiento de
energía para el tejido muscular.
Tabla 4: Evolución del peso al primer mes de vida: Ganancia o Pérdida de percentiles.
Pérdida (n = 41) Ganancia (n = P
35)
Edad (años) 31.0 ± 6.4 29.7 ± 5.3 0.39
Glicemia Basal (mg/dl) 76 ± 6.8 73 ± 5.5 < 0.05
Edad Gestacional (sem) 38.4 ± 1.3 39.2 ± 1.3 <0.01
Peso RN (g) 3181 ± 423.1 2963 ± 325.7 <0.03
Perímetro Cefálico ( cm) 34.2 ± 1.2 33.8 ± 0.9 0.15
Peso Placenta (g) 471 ± 113 432 ± 69 0.12
El análisis del peso al primer mes de vida encontró 41 lactantes que disminuyeron en el percentil de peso
más allá del límite normal. Este análisis por ritmo de crecimiento del peso permite concluir claramente,
que si bien los recién nacidos que decrecieron en su percentil de peso tuvieron menor edad gestacional
(p<0.05) y nacieron con mayor peso (p<0.03), provenían de madres gestantes con mayores niveles de
glucosa sanguínea materna (p<0.05). Igualmente, el mismo análisis para el perímetro cefálico permite
arribar a parecidas conclusiones, aunque no tan contundentes como los obtenidos con el análisis de la
15
evolución del peso. Estos resultados, comprueba nuestra hipótesis, por cuanto los recién nacidos de
mayor peso, en la vida postnatal pierden más peso y aquellos provienen de madres con mayor glicemia.
A.2. Proteínas
La dosificación del nitrógeno ureico (BUN) ha sido ampliamente utilizado,(39,63) pero su metodología y
costos de dosificación son limitantes. Por ello decidimos dosificar urea plasmática materna a las 28 y 36
semanas, como un metabolito de eliminación del nitrógeno. Así, planteamos que una buena alternativa es
cuantificar la urea plasmática como una interpretación de la ingesta proteica diaria, la misma que se
reduce en forma normal hasta en un 40%.(20,40) Estos resultados, fueron comparados con diferentes
parámetros del control clínico y con la antropometría del recién nacido.
Así decidimos cuantificar en las pacientes incluidas en todos nuestros estudios, los niveles de urea,
explicando a las pacientes, que el día anterior debían tener una dieta normal, la “dieta de costumbre”.
Estos resultados, fueron comparados con diferentes parámetros del control clínico.
Estos resultados se presentan en la Tabla 5:
Los cálculos toman en cuenta que la ganancia de peso normal para una gestante con IMC = a 20 es de
12 Kilos. Los datos numéricos obtenidos anteriormente fueron realizados mediante una regla de tres:
calculamos el IMC y si el resultado era 20, es igual a 100 % de distribución de peso para la talla. Si la
paciente tenía un valor superior a 20, realizamos igual cálculo para obtener su distribución de peso para
la talla. De esta manera calculamos, cuál sería la ganancia de peso para cada paciente, dependiendo de
su distribución corporal de peso para la talla.
Fuera de la condición de embarazo, se considera normal un IMC más amplio (19 – 24), pero en el caso
del embarazo, esta condición revelaría depósitos de grasa existentes, los mismos que deben sumarse o
disminuir durante la gestación.
Igualmente, solicitamos la dosificación de urea en las semanas 28, 32 y 36 de edad gestacional. Al final
obtuvimos el peso del recién nacido, para evaluar si la ganancia de peso, de acuerdo a la talla contribuía
a obtener un niño con peso adecuado para la edad gestacional.
Los datos obstétricos y la edad materna, no fueron diferentes (pNS), pero si clasificamos por niveles de
urea a las 28 y 36 semanas, tenemos los siguientes resultados:
16
Urea < 30 mg/dl Urea >30 mg/dl
36 semanas P
(n=420) (n=295)
Altura uterina (cm) 34.8 ± 1.3 35.6 ± 1.2 <10-4
Perímetro umbilical (cm) 102 ± 6.8 104 ± 7.1 <10-3
Peso RN (g) 2985 ± 204 3145 ± 196 <10-6
Talla RN (cm) 46.8 ± 1.3 48.4 ± 1.4 < 10-6
La tabla precedente, demuestran que el peso del recién nacido es superior para el grupo de pacientes
que tuvieron un nivel de urea mayor a 30 mg/dl a las 28 semanas de edad gestacional (p<10 -4). La
talla y el peso placentario son significativamente mayores en el mismo grupo (p<10 -4). Igual
interpretación existe para la altura uterina y el perímetro umbilical.
Por ello pensamos que la urea ratifica su poder de oferta dietética del nitrógeno y por lo tanto de
favorecer el crecimiento fetal. La altura uterina es un buen indicador de alta sensibilidad para medir
directamente el crecimiento fetal. El perímetro umbilical tiene sus limitaciones, debido a la mayor
variabilidad en la medida.
Al conocer que la ingesta proteica es importante durante la gestación, por los aminoácidos requeridos
para la duplicación celular, se concluye que la urea plasmática materna es un indicador directo de la
ingesta proteica y se puede observar los resultados beneficiosos en el recién nacido que produce este
tipo de dieta. Sin embargo, no debemos olvidar que las proteínas que ingresamos en la dieta de hoy,
no se almacenan y la porción no utilizada es eliminada mañana. Por ello, siempre que realizamos esta
dosificación la paciente debe tener su dieta habitual los días precedentes.
En conjunto con la dieta proteica, se debe aconsejar a la paciente ingresar también hidratos de
carbono, con la finalidad de que los aminoácidos que fácilmente atraviesan la placenta, ingresen en su
estado anabólico de síntesis proteica gracias a la energía metabólica proveniente de la oxidación de
los carbohidratos.
Si buscamos resumir los resultados obtenidos, podemos realizar las siguientes conclusiones:
La ganancia de peso durante el embarazo no puede y no debe ser generalizada a toda paciente. La
ganancia es individualizada y depende del IMC, el cual revela el exceso o la falta de peso (grasa) en
cada persona.
Incluir la medida de la altura uterina y del perímetro umbilical, medidas que se pueden obtener con
solo una cinta métrica inextensible, en forma uniforme y realizada por el mismo profesional, con la
finalidad de disminuir la variabilidad interindividual.
Para seguir el crecimiento fetal, dependiente en forma directa de la oferta de proteínas y calorías,
recomendamos dosificar la urea plasmática para conocer sus cuantías. Si existe disminución o valores
fisiológicos bajos (cercanos a 20 mg/dl), la ingesta proteica es la mínima necesaria, siempre y cuando
el crecimiento fetal y la ganancia de peso sea adecuada. Pero, si encontramos que la urea es baja y
se acompaña de crecimiento fetal menor al medido para cada edad gestacional, se puede concluir
que el problema es la deficiencia de ingesta proteica en la dieta. Debemos por lo tanto recomendar
este tipo de dieta a la paciente. Por lo general estas pacientes tienen pesos menores a los normales o
normales. En estos casos es necesario acompañar una ingesta adecuada de hidratos de carbono,
para facilitar la energía que requiere la duplicación celular.
Si la urea se encuentra en niveles fisiológicos altos (40 a 50 mg/dl), nos quedamos tranquilos si el
crecimiento fetal está en los límites normales. Pero, si la urea se encuentra en los niveles anotados,
con un crecimiento fetal menor a los establecidos por la altura uterina y perímetro umbilical, entonces
se encuentra un proceso de falta de utilización de los aminoácidos en la síntesis de nuevas proteínas
por falta de energía. En estos casos es necesario incrementar los hidratos de carbono en la dieta.
LA SUPLEMENTACIÓN DE VITAMINAS
La suplementación de vitaminas es una práctica muy extendida en la mujer gestante. Sin embargo, es
importante destacar que no todas las vitaminas disponibles son similares. Por ello, la vitamina para la
mujer gestante es clasificada como PRENATAL y solo aquella tiene las concentraciones aceptadas para los
cambios metabólicos que suceden durante la gestación.
17
Como se ha descrito en las páginas precedentes, el incremento del metabolismo, “ordenado” por las
hormonas placentarias (insulina, estrógenos, progesterona, cortisol y hCG), es dirigido hacia el
anabolismo; pero, para que exista anabolismo (síntesis de proteínas, entre las cuáles se incluye las
enzimas), debe existir un incremento del catabolismo (es decir de la producción energética: ATP), para
que se lleva a efecto este anabolismo. Es así, que la velocidad de las reacciones catabólicas, también
deben incrementarse, para poder sostener la velocidad de crecimiento celular del feto (especialmente en
el tercer trimestre gestacional).
Por lo tanto es muy importante incrementar la velocidad de las reacciones catabólicas y anabólicas y para
ello es indispensable contar con todos los elementos que participan en una reacción: enzimas, coenzimas
y cofactores. Las enzimas son proteínas de origen genético, que por el anabolismo gestacional, ya se
encuentra incrementadas; pero las coenzimas y los cofactores debemos suministrarlos para que la
velocidad de las reacciones no se vea afectada. Las coenzimas son las vitaminas y los cofactores son los
elementos minerales (Fe, Ca, Zn, I, Cu, Se, etc.).
Entonces revisemos brevemente su papel molecular, así como sus dosis. Finalmente realizaremos un
breve resumen del verdadero papel metabólico de las vitaminas.
Retinol (Vitamina A)
Aparte de sus funciones ya conocidas, el retinol interviene en la síntesis de diversos esteroides, en
particular de la progesterona. Esta acción metabólica sería responsable de la producción de progesterona
y sus consecuencias en el embarazo inicial (amenaza de aborto) así como en el embarazo de mayor edad
gestacional (amenaza de parto pretérmino).(64,65) Igualmente, estudios experimentales ponen en evi-
dencia, que la disminución o carencia de retinol pueden conducir a un cuadro clínico de anemia, debido a
una falta de movilización del hierro de reserva (ferritina).(66)
En la gestante se recomienda un aumento del 25% de retinol que corresponde a 1100 ug de retinol (±
5.000 UI); dosis mayores en su ingesta son teratogénicas, especialmente de tipo renal.(46,67) Las dosis
tóxicas y teratogénicas, son superiores a 80.000 UI, cantidad que resulta imposible de recibir por
intermedio de las vitaminas prenatales. En todo caso, el retinol de la vitamina prenatal, siempre debe ser
menor de 5000 UI. Ello garantiza seguridad.
Calciferol (Vitamina D)
La vitamina D tiene un rol fundamental en el metabolismo del calcio y del fósforo. Todas sus acciones
(intestinales, óseas y renales) tienen como finalidad aumentar el "pool" fosfocálcico disponible para la
mineralización de los huesos.(47)
Las dosis recomendaciones para la gestante son de 400-600 UI. En los países con bastante sol, la
deficiencia de la vitamina D es rara. Pero, como la vitamina D realiza sus actividades metabólicas y
funcionales con el calcio, es justamente este elemento que se encuentra deficiente en su ingesta
alimentaria.
Tocoferol (Vitamina E)
Tiene una acción antioxidante que permite mantener la estabilidad de los lípidos de membrana. Actúa
junto a la glutation peroxidasa, catalasa y superoxidasa desmutasa (hemocupreína), para proveer una
línea de defensa contra moléculas peroxidantes, tales como peroxidasa, superoxidasa y moléculas libres
afines. La vitamina E tiene también una acción antihemolítica y antiagregante. Las administración diaria
promedio para las gestantes varía entre 10 - 15 mg.
18
Naftoquinona (Vitamina K)
La vitamina K es indispensable para la activación a nivel hepático de los factores de coagulación: II, VII,
IX y X.34 En los recién nacidos el valor de protrombina es bajo, el cual continúa disminuyendo y alcanza
los niveles mínimos al tercer día. Este efecto se debe a la ausencia de vitamina K, porque esta vitamina
pasa de la madre al feto con gran dificultad a través de la barrera placentaria, especialmente al final del
embarazo y también porque el intestino del recién nacido no posee la flora bacteriana intestinal para
sintetizar la vitamina.(57,70)
Las dosis diaria para una gestante es de 70 a 140 ug. La vitamina K se produce fundamentalmente a
nivel de la flora bacteriana, la misma que desaparece en tratamiento con antibióticos, que pueden ser
necesarios en mujeres gestantes. En estos casos se recomienda una suplementación adicional.(58)
19
La gran mayoría de la vitamina se encuentra bajo la forma de coenzima A (Co A) intracelular. Su
importancia metabólica es fundamental, por ser el constituyente esencial de la Co A, la cual representa la
única forma funcional conocida de la vitamina. En la forma de Acetil Co A es el centro de numerosas vías
metabólicas: ciclo de Krebs, síntesis de ácidos grasos, cetogénesis y síntesis de colesterol.(47,74) Las
recomendaciones de su administración diaria para las pacientes embarazadas es de 7 a 10 mg. Su
carencia es excepcional. En el embarazo se ha relacionado su deficiencia con restricción del
crecimiento intrauterino, seguramente por su importante papel coenzimático en la provisión de
energía metabólica.(47,74,76,77)
Su deficiencia en fases tempranas del embarazo causarían defectos en la formación de ácidos nucleicos,
alteraciones en el crecimiento y replicación celular y daño sobre el feto y la placenta que pueden conducir
al aborto, anomalías congénitas y menoscabo del crecimiento fetal.(3)Las recomendaciones de su
administración diaria en la gestante es de 600 - 800 ug. Debemos recomendar que las altas dosis de
ácido fólico (superiores a 1200 mg – 1500 mg, saturan los receptores intestinales y bloquean su
absorción). Por ello justamente la dosis de una vitamina prenatal se encuentra en rangos aceptables de
600 a 800 ug/día, pues se garantiza que a pesar de la ingesta en la dieta, la dosis administrada en la
vitamina no superará la dosis de saturación de los receptores.
Las cantidades y el aumento de cada vitamina, así como un resumen de las funciones coenzimáticas que
cumplen, se encuentran en la Tabla 7.
20
Niacina 17- 20 mg Nicontin Amida Dinucléotido (NAD)
Acido Pantoténico 7 – 10 mg Coenzima A
Piridoxina 4 – 10 mg Cofactor de Transmianasas
Acido Fólico 600 - 800 ug Grupos Metil para bases púricas y Timina
Cobalamina 2.2 - 4 ug Cofactor de isomerización y transmetilación
y = 7,338x + 64,437
y = 2,4841x - 52,92
Retinol (ug/l)
Retinol (ug/l)
p<0.01
p<0.001
Progesterona (ng/ml)
Progesterona (ng/ml)
Gráfico 7: Análisis de regresión entre retinol y progesterona, en la amenaza de aborto y parto prematuro.
21
Hemoglobina (g/dl) 37 semanas 13,1 1,4 13,7 1,3 <0.01
Ferritina (ug/l) 28 semanas 24,6 2* 20,9 2,3* <0.01
Ferritina (ug/l) 37 semanas 36,1 3* 37,3 3,2* NS
Hb cordón umbilical (g/dl) 15,3 ± 1,2 16,2 ±1,8 NS
Ferritina cordón umbilical (ug/l) 118 ± 1,4 125 ± 1,5 <0.01
Peso Recién Nacido (gramos) 2860 ± 165 3011 ± 260 <0.01
*corrección logarítmica
Los resultados demuestran que las pacientes que recibían vitaminas (con hierro y ácido fólico),
presentan un nivel de hemoglobina superior, frente a las pacientes que recibían solo hierro. Igual
comportamiento se observa en referencia al peso del recién nacido. Los niveles de hemoglobina
fueron mayores en el grupo de pacientes que recibió multivitaminas, seguramente porque se produce
mayor absorción y movilización hepática de hierro, gracias al ácido ascórbico y retinol presente en las
vitaminas.(66)
Tabla 10: Relación entre concentraciones séricas de ácido fólico materno y del recién nacido.
Edad Gestacional Acido fólico materno p
20 semanas (n = 179) 4.51 ± 1,74 <0.000001
28 semanas (n = 178) 3.52 ± 1.17 <0.000001
36 semanas (n = 179) 3.51 ± 1.09 <0.000001
20 – 36 semanas (n = 177) 4.03 ± 2.11 <0.000001
Es interesante anotar que la deficiencia de folatos es reportada alta, especialmente durante el sexto mes
de la gestación, incluso en pacientes con buen estado nutricional, deficiencia que continúa en cantidades
mayores, hacia el final de la gestación.(78) Nosotros efectivamente encontramos que en la semana 28 de
gestación, la deficiencia de ácido fólico fue del 36.7%, mientras que a la semana 36 la deficiencia
disminuye al 32.4%. Igualmente, el análisis de regresión linear con el ácido fólico encuentra una relación
positiva linear, permitiendo una predicción oportuna en la evolución del futuro peso del recién nacido
(Tabla 10).
22
Casos Controles
p
(n=42) (n=42)
Edad (años) 22,8 + 5,8 23,2 + 5,8 NS
Gestas ( No.) 2,4 + 1,8 2,3+ 1,4 NS
Edad gestacional (FUM) 33,4 + 2,7 32,8 + 2,6 NS
Acido ascórbico 0,74 + 0,5 1,04 + 0,5 0,007
Observamos que el ácido ascórbico en plasma reporta una diferencia estadísticamente significativa
(p<0.007) entre los casos y los controles, siendo visible niveles menores en el grupo de pacientes que
presentaban RPM frente al grupo de pacientes sin esta patología.
Pero además, es importante destacar que las vitaminas son estructuras biológicas individuales. No existen
cadenas de vitaminas (como por ejemplo el almidón es cadena de hexosas, las proteínas son cadenas de
aminoácidos). Esta característica produce labilidad a su destrucción mediante el calor. La elevación de la
temperatura permite el ingreso de moléculas de agua en los enlaces covalentes de toda estructura
orgánica. En el caso de las proteínas y aminoácidos, permite “desunir” a las hexosas y aminoácidos, para
que sean utilizados por el organismo (pues a nivel digestivo solo se absorbe unidad por unidad).
Lamentablemente el proceso de cocción de los alimentos al elevar la temperatura, facilita la destrucción
de las vitaminas (por ingreso de agua en su estructura química). Así, podemos manifestar que la
alimentación diaria que es sometida a cocción, no posee vitaminas utilizables, pues se encuentran
destruidas.
Por estos antecedentes, es importante que la mujer gestante reciba todo el tiempo vitaminas prenatales,
pues adiciona las cantidades requeridas para justificar el aumento del metabolismo que sucede en el
embarazo. Por lo general se acepta que estas vitaminas deberían ingresar a partir de las semana 14, pues
antes de dicha edad gestacional aumenta la producción de ácido clorhídrico gástrico, situación que por lo
general agrava los síntomas digestivos que suelen estar presentes en las mujeres embarazadas.
Con los últimos avances científicos se ha demostrado que la Vitamina C (ácido ascórbico), está
involucrado en el metabolismo del tejido colágeno y por lo tanto en el caso de la mujer gestante en la
formación y estructura de las membranas amnióticas. Se ha visto que para cumplir adecuadamente esta
función se requiere una administración extra de ácido ascórbico de al menos 500 mg, pues solo el 20%
de dicha vitamina se absorbe a nivel digestivo. Así, el ácido ascórbico presente en la vitamina prenatal,
sirve fundamentalmente para ayudar a absorber los componentes de la vitamina (pues todo se absorbe
en pH ácido). Pero la administración adicional de ácido ascórbico debe garantizar una buena estabilidad
de las membranas amnióticas. Esto se consigue administrando adicionalmente a la vitamina prenatal,
ácido ascórbico + Zinc (involucrado en la síntesis de ADN, para la multiplicación celular), a partir de la
semana 22 – 24, para disminuir el riesgo de ruptura prematura de membranas. Es importante destacar
que el ácido ascórbico, por ser una vitamina hidrosoluble, tiene un almacenamiento hepático muy corto -7
días – y por lo tanto la suplementación debe considerar esta premisa. Idealmente se debe suplementar
una semana seguida, una semana suspendida, etc., hasta el final del embarazo.
23
mismo.(85,86)
Si bien el calcio es uno de los elementos de mayor reserva en el organismo (constituye el 2% del peso
corporal y el 99% está en los huesos), su metabolismo durante el embarazo no permite tenerlo como
fuente molecular. En una persona con balance neutral de calcio, la ingesta de 1000 mg (considerada
normal), se elimina el 80% por vía digestiva y el 20% por vía renal (que es el porcentaje que se
absorbe). Sin embargo, además de su conocida función ósea, el calcio cumple funciones celulares
importantes (difusión transmembrana, intercambio de Na / K, cofactor de reacciones enzimáticas,
etc.) que en el caso del embarazo son indispensables.
Se ha demostrado que durante el embarazo, el calcio no puede ser obtenido de una fuente ósea, sino
que depende de la ingesta dietética. El hueso demuestra dos etapas en el embarazo:
Desde el inicio del embarazo, hasta el final del primer trimestre, se demuestra una pérdida de calcio
óseo, mientras que en el segundo y tercer trimestre, no existe salida de calcio del hueso y más bien
podría incluso encontrarse una ganancia de tejido óseo, siempre y cuando la ingesta generosa de
calcio lo permita.(87,88,89)
Este explicación es netamente molecular, pues por todos es conocido el efecto protector del hueso
que tienen los estrógenos, pese a que la Paratohormona, se encuentra elevada, debido al incremento
de los estrógenos placentarios, no se puede obtener calcio del hueso. Así, en general, el embarazo no
es un factor de riesgo para baja masa ósea o fracturas.(90,91)
Así, la ingesta diaria de calcio, al producir hipercalcemia, la calcitonina lo deposita en el tejido óseo y
disminuye el calcio plasmático. Este calcio disminuido no es una fuente segura de calcio intracelular,
llamado calcio iónico y que cumple funciones vitales, especialmente durante el embarazo (permite la
formación de oxido nítrico, al ser cofactor de la enzima NO sintetasa, para catalizar la reacción desde
arginina hacia óxido nítrico).(92)
Así establecido, siempre se cataloga al embarazo como un estado fisiológico negativo para el mineral,
siendo por lo tanto necesaria su ingesta extra, la misma que es de 1200 mg por día.
En vista que la función molecular del calcio iónico es muy importante, se han venido desarrollando
múltiples estudios, que demuestran que en poblaciones con bajas ingestas de calcio, el riesgo para
desarrollar preeclampsia está incrementado.
En 1980 Belizan y Villar,(104) propusieron “la asociación causal entre deficiencia de calcio” y desórdenes
hipertensivos durante el embarazo y el “papel causal de la deficiencia de calcio en la ocurrencia” de
enfermedad hipertensiva durante la gestación. Posteriormente, estos autores concluyeron que la
importancia de su observación fue que un aumento en la ingesta de calcio en poblaciones con déficit
24
podía reducir la incidencia de preeclampsia. Estos autores observaron que en Colombia, Jamaica e India,
la ingesta diaria de calcio fue baja (menos de 350 mg), mientras que la incidencia de eclampsia fue alta
(1.59-12.0%). En contraste en Guatemala, Etiopía, Inglaterra y Estados Unidos, donde la ingesta
promedio diaria de calcio fue de 800 mg o más, la incidencia de eclampsia fue relativamente baja
(0.06-0.9%). Así, en 1988, nuevamente Belizán y Villar postularon un mecanismo de acción según el cual
“las poblaciones con una ingesta de calcio más baja que la requerida durante la gestación tenían una
incrementada concentración sérica de hormona paratiroidea” y recomendaron la implementación de un
gran ensayo clínico randomizado en un grupo de mujeres primíparas jóvenes en alto riesgo.(105)
En efecto, los primeros estudios conducidos por Villar y Belizan,(105,106) encontraron que la
suplementación diaria con uno o dos gramos de calcio, a partir de la décimo quinta semana de gestación,
se asoció respectivamente con una significativa atenuación y disminución de la presión arterial diastólica
durante el tercer trimestre de la gestación, al compararse con el grupo control que recibió placebo. Estos
autores al analizar sus resultados encontraron que la respuesta era dependiente de la dosis de calcio
administrado.
En nuestro medio, Weigel y cols,(107) mediante la aplicación de una encuesta nutricional a jóvenes
gestantes de la zona andina ecuatoriana, determinaron que la ingesta de calcio era muy reducida, apenas
70% de la recomendada por la Organización Mundial de la Salud.(108) Esta deficiencia fue particularmente
grave entre las adolescentes embarazadas, que constituyeron un tercio de la muestra estudiada y entre
las cuales la incidencia de preeclampsia fue notablemente mayor. Estos autores observaron además, que
las mujeres que desarrollaron preeclampsia consumían un promedio de 100 mg/día menos de calcio que
las gestantes que permanecieron normotensas.
A continuación López-Jaramillo y cols., realizaron en Ecuador dos ensayos clínicos con el objeto de
investigar el efecto del suplemento de calcio en la incidencia de preeclampsia en mujeres con una ingesta
deficiente del mineral. En el primer estudio,(109) doble ciego, incluyó 106 primigrávidas sanas, jóvenes,
residentes en Quito, se observó que la administración de 2 gramos por día de calcio elemental a partir de
las 24 semanas de gestación hasta el día del parto, produjo una incidencia de HIE de 4.1% en el grupo
tratado, frente a 27.9% en el grupo que recibió placebo (p<0.001). Se asoció el incremento del calcio
iónico sérico a las 4 semanas de iniciada la suplementación y alcanzó niveles estables a lo largo del resto
de la gestación en valores similares a los observados en el post-parto; en el grupo placebo el calcio iónico
sérico disminuyó a lo largo de la gestación hasta alcanzar el menor valor a las 32 semanas de edad
gestacional y mantenerse en valores significativamente menores (p<0.05) en toda la gestación, en
relación tanto a los valores post-parto, como en relación a los valores observados en el grupo
suplementado con calcio. Los valores promedio de tensión sistólica y diastólica durante el embarazo y
post-tratamiento, fueron significativamente más bajos en el grupo que recibió calcio que en el grupo
placebo.(109) El grupo que recibió calcio tuvo un promedio de peso al nacimiento 265 gramos mayor que
el del grupo placebo y una duración de la gestación significativamente más prolongada (p<0.05) en el
grupo suplementado (39.3 semanas) que en el grupo placebo (38.7 semanas).
El segundo ensayo clínico,(110) incluyó 56 primigrávidas de iguales características a las anteriores, pero
que fueron consideradas de alto riesgo de desarrollo de HIE por presentar una prueba del cambio de
decúbito (roll over test) positiva. En este ensayo clínico, el suplemento con calcio redujo sensiblemente la
frecuencia de HIE, que fue 71% en el grupo placebo a 14% en el grupo con suplemento. Además, el
suplemento con calcio se asoció con una mayor duración de la gestación y un mayor peso del recién
nacido. Estos resultados confirmaron informes previos de que el suplemento con calcio baja la tensión
arterial materna durante el embarazo.(105,106)
Finalmente, cuando Belizan y cols.,(114) publicaron su gran estudio con una población de 1194 nulíparas
argentinas, de las cuales 593 recibieron 2 gramos diarios de calcio, demostraron que esta medida
25
dietética redujo significativamente la incidencia de HIE de 14.8% en el grupo placebo a 9.8% en el grupo
suplementado. Evidentemente los resultados obtenidos por López-Jaramillo y cols.,(109,110) lucían más
evidentes, situación que puede deberse a que nuestra población andina consume menor cantidad de
calcio que la argentina o norteamericana. Estos hallazgos fueron posteriormente confirmados por López-
Jaramillo y cols., en un tercer estudio clínico llevado a cabo en adolescentes embarazadas.(115) Este
estudio incluyó 260 pacientes y demostró que la suplementación con calcio se asoció con una significativa
disminución del riesgo de preeclampsia (p<0.001).
Carrolli y cols.,(116) en un meta análisis reportaron una revisión sistemática de seis estudios
randomizados, incluyendo a más de 1700 mujeres. La suplementación con calcio se asoció a disminución
del riesgo de HIE, mientras que el riesgo de preeclampsia fue entre un 45 y 75% menor en las mujeres
que recibieron calcio. En otro meta análisis Bucher y cols.,(117) revisaron 14 estudios randomizados
incluyendo a 2459 mujeres y determinaron que el Odds radio para desarrollar preeclampsia en las
mujeres que recibieron calcio en comparación a las que tomaron placebo fue 0.38. Estos dos meta
análisis concluyen que la suplementación con calcio durante el embarazo se acompaña de una importante
reducción en el riesgo de desarrollar preeclampsia.
Sin embargo, el estudio que fue realizado por Levine y cols.,(118) en los Estados Unidos, no encontró
efectos significativos de la suplementación con calcio sobre la HIE, preeclampsia u otra situación
relacionada al embarazo, a pesar que la incidencia de hipertensión y preeclampsia fueron numéricamente
menor en el grupo suplementado con calcio.
Finalmente, Villar y Belizan,(119) en un análisis sobre estas disparidades en los estudios clínicos de
suplementación con calcio durante el embarazo, hablan de que un mismo nutriente puede estar
involucrado en diferentes hipótesis y mencionan que los nutrientes (como un suplemento a la dieta) son
administrados a poblaciones con una ingesta aumentada o aquellos con una deficiencia (para prevenir o
tratar problemas relacionados a esa deficiencia) o para obtener un efecto farmacológico, en lugar del
nutricional, en individuos con una adecuada ingesta del nutriente en mención.
Estos múltiples estudios sobre el calcio en el embarazo, llevó a la Base de Datos Cochrane a efectuar una
revisión de la evidencia, concluyendo que la suplementación de calcio en pacientes gestantes con ingreso
dietético menor a la recomendación (1200 mg por día), disminuye significativamente el riesgo de
desarrollar hipertensión gestacional y/o preeclampsia. El RR es de 0,35.(120)
L -a rg in in a + NOS
V a so O2 L -cLitru
-c itru
lin alin a
NNOO
S a n g u ín eo
NO
C é lu la GCS
M u sc u la r GM Pc
GTP
L isa
V a so d ila ta c ió n
26
HIERRO: un problema de Salud Pública
La deficiencia de hierro es un trastorno nutricional frecuente en los países subdesarrollados. Entre el 15 al
25% de la población mundial, es portador de este problema nutricional. En el Ecuador el Estudio Nacional
Nutricional,(121) permitió identificar a las anemias nutricionales como un problema de Salud Pública.
Investigaciones ecuatorianas realizadas por Freire W.,(122) encuentran un 60% de pacientes gestantes
portadoras de anemia y por Calle A. y cols.(123) reportan 46% de anemia y 68% de deficiencia de hierro
en pacientes primigestas al final de la gestación. Diversas evidencias sugieren que la deficiencia de hierro,
aún en ausencia de un estado de anemia, afecta la salud de los individuos, además de las alteraciones
que se producen en las pacientes embarazadas.
El organismo necesita hierro para reponer las pérdidas fisiológicas habituales y para compensar las
demandas de situaciones fisiológicas que incrementan las necesidades, como en la gestación, lactancia y
crecimiento.(124) Durante la gestación aumenta la demanda de hierro para cubrir las necesidades
referentes al desarrollo fetal y placentario, hipervolemia materna, aumento de la masa eritrocitaria y
pérdidas sanguíneas durante el parto.(125)Estos requerimientos se superponen a las necesidades básicas
de la mujer embarazada.
Un aumento promedio del volumen total de eritrocitos circulantes de unos 450 ml durante el embarazo
significa la necesidad de cerca de 500 mg de hierro, porque un mililitro de hematíes normales contiene
1,1 mg de hierro. El contenido de hierro en el feto al nacer se aproxima a los 300 mg.(126,127,128)(Tabla
12)
La anemia del embarazo ocupa un lugar muy importante entre los factores de mortalidad y morbilidad
infantiles. El 10 al 20% de defunciones maternas es atribuida a la anemia.(131) La embarazada anémica
tiene menor resistencia contra las hemorragias graves. Además las pacientes gestantes con anemia,
presentan mayor incidencia de parto prematuro, nacimiento de feto muerto y mortalidad perinatal. La
hipoxia probablemente es la responsable de la mayor tasa de mortalidad perinatal cuando la anemia
materna es importante.(132)Igualmente se ha relacionado la concentración de hemoglobina materna y el
peso del feto al nacer. Es conocido que la tasa de mortalidad neonatal y perinatal aumenta conside-
rablemente cuando disminuye el peso al nacer. Resulta pues evidente la influencia de la anemia materna
en la mortalidad infantil.(131)
27
La anemia predispone a ciertos trastornos patológicos durante la gestación. Se considera que la
anemia ferropriva se acompaña de escasa tensión de oxígeno en el líquido amniótico,(133)hipertrofia
placentaria,(134) e insuficiencia placentaria.(135)Actualmente se utilizan de una manera arbitraria los valo-
res establecidos por la OMS como límites de referencia, pero estos valores subestiman los casos de "ane-
mia" en las poblaciones asentadas en las altitudes. La altitud determina un incremento de 1 gramo de
hemoglobina por cada 3 a 4% de disminución en la saturación de oxígeno arterial. Por ello, en un trabajo
clásico Hurtado y cols.,(136) establecieron una corrección de la curva de hemoglobina, aumentando su
valor en 4% por cada 1000 metros de altura sobre el nivel del mar. En la Tabla 13 se presentan los
puntos de corte del valor de hemoglobina, para establecer la presencia de anemia gestacional.
La ferritina sérica es utilizada en los estudios de población, para apreciar con gran precisión el tamaño de
las reservas de hierro. Por ello la determinación de ferritina del suero es el método más sensible para
identificar la deficiencia del oligoelemento.(137) Al respecto la OMS,(138) afirma brevemente:
“...probablemente la determinación de ferritina del suero es el procedimiento más eficaz para valorar el
estado del hierro en diferentes grupos de población, especialmente en la que no prevalece la anemia".
Así, varios estudios han confirmado que la concentración de ferritina sérica es directamente proporcional
a las reservas del hierro del organismo y que sus concentraciones varían paralelamente con las reservas
corporales del mismo.
Finalmente recordemos que la absorción del hierro a nivel digestivo es mínima. Se calcula que solo el 5%
del hierro ingerido es absorbido, siempre y cuando el pH sea ácido, pues se requieren los H+ del ácido
clorhídrico para reducir al hierro++. Por ello, debemos evitar administrar después de las comidas o
incluso administrar con productos que cambian el pH ácido del estómago (por ejemplo con leche). El
hierro no reducido, es quelado o se vuelve insolubrle. Igualmente debemos anotar que existen factores
alimentarios que inhiben la absorción del hierro: cafeína, teofilina, teobromina, así como fitatos y oxalatos
presentes en legumbres. (Gráfico 9).
28
Absorción del hierro
29
Tabla 15: Parámetros Bioquímicos del Estado de Hierro de las Gestantes de los dos grupos
Grupo 1 Grupo 2
Inicio Final Inicio Final
Parámetros p p
(n = 43) (n = 43) (n = 44) (n = 44)
Hemoglobina 12.8 ± 13.6 ± 12.9 ± 12.5 ±
<0.02 NS
(g/dl) 1.9 1.5 1.7 1.7
Fe Sérico
121 ± 27 123 ± 42 NS 121 ± 28 115 ± 38 NS
(mg/dl)
19.9 ± 39.8 ± 19.9 ± 15.8 ±
Ferritina (ug/l)* < 10-6 < 10-6
1.9 1.9 1.9 1.9
* Media Geométrica; NS = No significativo
Se observa que las pacientes que recibieron hierro y ácido fólico tuvieron una ganancia de peso superior,
que nos hace suponer existió un efecto benéfico en el mayor aumento del peso de la madre y que se
refleja en el peso del recién nacido (p<0.001), probablemente debido a la mayor tasa de hemoglobina
(p<0.02), que facilita la oxigenación celular y por lo tanto todos sus procesos metabólicos.
Estos datos permiten confirmar los bien conocidos efectos de la suplementación con hierro y ácido fólico
en el embarazo, sobre los valores de hemoglobina al finalizar el mismo, los mismos que reportan niveles
elevados de hemoglobina al momento del parto en mujeres suplementadas con hierro y ácido fólico.
Estos valores reflejan los datos encontrados sobre el comportamiento del hematocrito.
Los niveles de ferritina mejoran sensiblemente en el grupo 1; efecto opuesto existe en el Grupo 2. Estos
hallazgos confirman que la administración de hierro en el embarazo, previene la pérdida de las reservas
del elemento y que probablemente en mujeres que inician el embarazo con ferritina en valores normales
y reciben suplementación, mantienen o incrementan sus niveles. En nuestro estudio con la dosis diaria de
hierro y ácido fólico administrada logramos un aumento de los niveles de ferritina al finalizar el embarazo;
en tanto que, en el grupo que recibió placebo la ferritina disminuyó, datos también reportados por
diversos autores.
Pensamos que la suplementación de hierro a partir de las 28 semanas de embarazo, si mejoran el peso
vital y los otros parámetros de crecimiento, especialmente porque este rápido crecimiento ocurre durante
las 20 últimas semanas de gestación, y que por la experiencia de esta investigación, el crecimiento fue
también importante, pese a que la suplementación se inició al comenzar el tercer trimestre de gestación.
Los valores de hemoglobina fetal, no presentan diferencias significativas en los dos grupos (pNS),
probablemente debido a que la hemoglobina y el hematocrito del feto no varían, porque la placenta
obtiene hierro de la madre en cantidades suficientes para el feto y establece niveles normales de hemato-
crito y hemoglobina, aún cuando la madre sufra una grave anemia ferropénica.
El descenso del zinc plasmático en la gestación normal, se ha explicado por diferentes factores:
hemodilución, disminución de la albúmina, aumento de los niveles hormonales, aumento de los
eritrocitos que se sugiere por un aumento de la síntesis de anhidrasa carbónica y aumento de las
necesidades de zinc para el desarrollo y crecimiento ovular.(150) En investigaciones clínicas realizadas
en mujeres gestantes se comprobó que la concentración plasmática de zinc disminuye a lo largo de la
gestación normal, encontrándose una correlación lineal negativa entre los niveles plasmáticos y la
semana de gestación.(151)
Algunos autores refieren que la concentración sérica del zinc en el recién nacido es independiente de
los niveles maternos; además la concentración de zinc del recién nacido es independiente de la
concentración amniótica en el embarazo a término.(151,152) También se ha reportado una correlación
30
positiva entre el peso fetal y el zinc plasmático materno, existiendo una correlación lineal entre peso
fetal y concentración de zinc en el líquido amniótico; iguales reportes existen entre la talla fetal y
niveles de zinc del líquido amniótico.(147,152) En evaluaciones de zinc sérico durante el parto y en el
recién nacido se descubrió que los valores de zinc fueron significativamente más altos en sangre de
cordón umbilical que en sangre materna.(153)
Las mujeres fumadoras tienen un mayor riesgo de deficiencia de zinc.(159) El consumo de alcohol
también puede disminuir la concentración de zinc, ya que aumenta su excreción y disminuye su
concentración plasmática.(160) Se manifiesta además que existe relación entre la deficiencia de zinc y
alcoholismo crónico y entre el estado de zinc bajo en embarazos y malformaciones fetales y bajo peso
al nacer.(161)
La deficiencia de zinc conduce por un lado al descenso de la acción de la timidina quinasa, seguido de
fallos en la actividad de DNA dependiente, RNA polimerasa, causando daños en la síntesis de ácidos
nucleicos y proteínas apareciendo afectos diversos órganos y tejidos en diferentes
localizaciones.(162,163) También el requerimiento de zinc por muchas enzimas involucradas en la
expresión genética podrían explicar el efecto inmediato de la deficiencia en el crecimiento y reparación
celular.(158) Varios estudios evalúan los niveles de zinc con el peso del recién nacido, los cuales
comprueban una correlación significativa con el peso al nacimiento.(155,160,164)
La deficiencia de Zinc como mecanismo de patogenia de RPM, establece los siguientes parámetros:
producción disminuida de proteínas esenciales - inducción de muerte celular- alteración de reacción
mediada por células - patrones anormales de contracción - alteración de la síntesis de prostaglandinas -
mayor suceptibilidad de infecciones vaginales.(167)
Las pacientes tuvieron una media de edad de 26.6 ± 5.5 años, tuvieron recién nacidos con una media
de 3075 ± 343 gramos. Para cumplir los objetivos del trabajo, analizamos los resultados en las
siguientes tablas:
31
Tabla 16: Niveles de Zinc maternos, Peso y Talla del Recién Nnacido
Peso Talla
Zinc< 0.7 ( n = 9 ) 2880 ± 340* 47.1 ± 0.9*
Zinc> 0.7 y < 1.2 ( n = 31 ) 3099 ± 338* 48.0 ± 3.9*
Zinc > 1.2 ( n = 8 ) 3206 ± 315* 49.1 ± 1.2*
* p<0.05 (Kruskal-Wallis)
Si relacionamos los niveles de zinc maternos con el peso de los recién nacidos encontramos una
asociación estadísticamente significativa (p<0.05), fenómeno que también ha sido demostrado en
otros estudios ya citados. Está asociación positiva confirmaría la influencia de los niveles de zinc
maternos en el peso de los recién nacidos (p<0.05). Igual resultado se presenta con relación a la talla
de los neonatos (p<0.05).
Los dos grupos son comparables (pNS), a excepción de la edad gestacional por razones obvias.
Encontramos un valor de zinc sérico materno significativamente mayor (p<10-6) en el grupo control
frente al grupo de casos, datos que podrían revelar un factor nutricional importante en los casos de
ruptura prematura espontánea de membranas amnióticas, confirmando los estudios realizados por
Sikorski.171 Además la concentración sérica de zinc del grupo control está en los rangos establecidos
como normales, pero los niveles obtenidos en el grupo con RPM se encuentran bajo este rango de la
normalidad.
La nutrición de la mujer gestante debe plantear objetivos fundamentales referidos a la salud materna y
sobre todo a la salud fetal. Es conocido que el peso del feto y por lo tanto del recién nacido son los
mejores indicadores de un buen desarrollo gestacional. Por lo tanto en el control prenatal debemos
recalcar que la ganancia de peso de la madre, si bien es un indicador indirecto de la ganancia de peso
fetal, debe ser establecida por el Índice de masa corporal de la madre. Pero además debemos utilizar
medidas complementarias, como las descritas a continuación.
32
a. Ganancia de peso materno: calculado de acuerdo al índice de masa corporal.(173) La valoración de
la ganancia de peso durante el embarazo puede ser un método de diagnóstico útil para identificar a
gestantes con un embarazo que no tiene un desarrollo normal, pero es necesario tener en cuenta la
composición del cuerpo materno, considerando parámetros como el crecimiento fetal (altura uterina y
métodos ecográficos),(170,172,175) que influye en los cambios de tejidos maternos al incrementar tejido
magro, grasa y/o agua corporal.(176) (Gráfico 10)
Ganancia de peso
Gráfico 10: Esquema ideal de ganancia de peso en el embarazo. Paciente con IMC=20
33
b. medida de la altura uterina con cinta métrica, método con una alta especificidad (gráfico 12).
(apenas 10% de falsos positivos).(170,171) Nosotros encontramos una correlación significativa entre el
peso fetal y la altura uterina, ratificando que este parámetro es de fácil utilización práctica, verifica en
forma sensible el verdadero crecimiento fetal, el mismo que puede o no ser reflejado en el aumento de
peso materno.(172,173,174)
c. perímetro abdominal materno, medido con cinta métrica siempre a nivel del ombligo,
independientemente de la edad gestacional (gráfico 13). Cuantifica el volumen uterino. Nuestros estudios,
revelan que constituye un parámetro importante, pero de menor sensibilidad que la altura uterina, debido
a la variabilidad de la medida entre pacientes. Pero resulta valioso si el análisis se realiza en conjunto con
la altura uterina y el peso materno.(172,173,174)
d. Niveles de Urea: el análisis en conjunto con el peso de la gestante (ingreso de hidratos de carbono)
y el crecimiento fetal (proteínas), se deben analizar en conjunto con los niveles de urea materna
(cuantificada en ayunas, en un día previo con la misma dieta habitual). Estos tres parámetros ayudan en
forma determinante para conocer cómo se encuentra el crecimiento fetal (realice sus ejemplos).
34
Para evaluar el crecimiento fetal, adicionalmente se puede ayudar con:
e. Ecografía: básicamente referido a los parámetros que permiten calcular el peso del feto, los mismos
que siempre serán útiles, siempre y cuando el operador del equipo de ecografía, sea calificado y con la
experiencia necesaria en estos casos. Sin embargo, este parámetro ecográfico no es determinante en el
peso, pues si existe edad gestacional, esta debe ser la base para calcular su crecimiento.
No olvidar sin embargo, que se debe considerar los siguientes factores, los mismos que influyen en forma
directa en la calidad del embarazo y por lo tanto el crecimiento fetal
f. Aspectos Sociodemográficos
Es importante considerar los aspectos sociodemográficos, estilo de vida, antecedentes patológicos y
preferencias dietéticas, que permiten establecer una detección oportuna de potenciales problemas
nutricionales y de factores que pudieran contribuir a ellos, identificando así mujeres que requieran mayor
valoración y atención nutricional, para promulgar el establecimiento de programas tendientes a mejorar
su nutrición.(177)
Quizá en muchos casos nuestra recomendación nutricional podría quedar en el conocimiento, pues las
pacientes requieren de recursos económicos para adquirir alimentos requeridos diariamente en el
embarazo, como las proteínas de origen animal. Pero es nuestra obligación científica poner en
conocimiento de la paciente y naturalmente buscar las medidas que puedan suplir estas necesidades.
g. Hábitos durante el embarazo: el tabaquismo produce recién nacidos de bajo peso y aumenta el
metabolismo y las necesidades de vitamina C y cobalamina.181 En pacientes fumadoras se ha
establecido un estado de vasoconstricción placentaria, fenómeno que explica con facilidad el escaso
peso de los recién nacidos. Además se ha determinado que en pacientes fumadores se podría ocasionar
daños a nivel de placenta, embrión y feto e incluso en el niño postnacimiento.
La cafeína atraviesa la placenta y el desarrollo del feto está limitado a la habilidad de metabolizar la
cafeína.298 Por estas razones se aconseja un consumo de café en cantidades mínimas en el embarazo
(menos de 150 mg por día). Recordemos que una taza de café posee aproximadamente 85 mg. (178)
Estudios relacionados al consumo de cafeína (superior a 150 mg/día) durante la gestación, han
demostrado un aumento del riesgo de aborto espontáneo, comparado con pacientes que consumían
una menor cantidad a la anotada.(179)
h. La actividad física: este parámetro requiere de estudios más profundos para establecer el beneficio
del ahorro de energía en la mujer embarazada, sin embargo es indudable que el reposo es la mejor
condición para ahorrar energía metabólica y favorecer la energía anabólica para el crecimiento fetal.
Recordemos que el crecimiento fetal es multiplicación celular, y para que esta duplicación se produzca se
requiere de energía anabólica, la misma que es mayor si la paciente se encuentra en reposo, pues no
estará consumiendo ella esta energía. Si la paciente gestante se encuentra realizando actividades, la
energía metabólica que requiere para ello, involucra restar la energía para el feto.
35
Durante el embarazo se retiene nitrógeno y por lo tanto incluso disminuye la síntesis de urea. Por
ello, en casos en los cuáles se sospechen un menor crecimiento fetal para la edad gestacional,
nosotros hemos demostrado, que la dosificación de urea plasmática materna es una buena
alternativa para conocer la cantidad de ingesta proteica. Claro, es importante recordar que las
proteínas y sus aminoácidos no se almacenan. La ingesta de hoy, se elimina al siguiente día como
productos nitrogenados (urea).
Los lípidos son necesarios durante la gestación, pero en especial los ácidos grasos, como el ácido
linoleico, el cuál por su papel en la formación de los lípidos de membrana, en especial de aquellas
células del sistema nervioso central, las neuronas, son necesarios con la finalidad de realizar un
crecimiento celular del sistema nervioso central ininterrumpido.
La medida de la altura uterina y el perímetro umbilical como indicadores del crecimiento fetal
directo se ha demostrado en varios trabajos y nosotros también demostramos su gran utilidad con
este objetivo. Trabajar con cintamétrica es una medida sin costo, que no requiere alta tecnología
y que con solo un entrenamiento y estandarización previa, llevará resultados positivos a nuestra
interpretación clínica – perinatal del crecimiento fetal.
La ecografía obstétrica es de gran ayuda diagnóstica, especialmente cuando la FUM es
desconocida, pero idealmente debe ser realizada antes de las 14 semanas de gestación. Posterior
a este período, su interpretación tiene índices de variabilidad importante y por lo tanto deben ser
considerados. Está justificado un recurso ecográfico de rutina a las 13 semanas (screnning), a las
24 semanas (anatómico y percentiles) y a las 37 u 38 semanas, para verificar perfil biofísico fetal,
índice de Líquido amniótico y madurez placentaria, además del peso del feto.
El ingreso de vitaminas, hierro y calcio es una necesidad metabólica y fisiológica durante el
embarazo. Si recordamos la fisiología de la absorción del hierro, es necesario un pH ácido con el
fin de optimizar su ingreso a las reservas orgánicas, más aún conociendo que es justamente este
oligoelemento, uno de los más difíciles de ingresar por su baja disponibilidad. Este punto es
básico para recomendar que la toma de la tableta de hierro o de la tableta de vitaminas con
hierro, se realice de preferencia con estómago vacío, es decir previa a la alimentación. Escoger un
adecuado tipo de sal de hierro también resulta fundamental.
No se justifica “aliviar” los efectos gástricos de la toma de hierro, recomendando ingerir la tableta
con un vaso de leche. El pH alcalino de la leche bloquea la absorción del hierro e incluso forma
coprecipitados insolubles entre el hierro y calcio. Así, los dos elementos no se absorben y terminan
eliminándose por las heces.
En general la administración de suplementos durante la gestación se fundamentan en las necesidades
incrementadas de aquellos. Casi todas las gestantes reciben prescripción de vitaminas y minerales.
Para ello es importante administrar siempre vitaminas prenatales.
El calcio es un elemento mineral de gran importancia metabólica en el curso de la gestación. Sus
requerimientos se incrementan notablemente y los mismos deben tener una fuente alimentaria
segura. No debemos esperar que los multivitamínicos provean este recurso nutricional por cuanto sus
cuantías son limitadas con respecto a los requerimientos diarios.
El hábito de tomar leche durante el embarazo es necesaria en las pacientes gestantes. Muchas de
ellas tienen intolerancia a la lactosa, que produce diarrea. Este efecto es debido a la insuficiencia de
la enzima denominada lactasa, la cual es una enzima inducida y que por lo tanto requiere la presencia
del sustrato (leche). En estos casos, se aconsejará a la paciente iniciar la toma de leche, poco a poco,
para crear la enzima y evitar estos problemas.
En vista, que la acidez es una causa común de náuseas y vómitos e incluso dolor epigástrico, es
recomendable que la leche sea ingresada en estos momentos, a temperaturas bajas (fría y/o helada),
efecto que produce vasoconstricción y disminuye la producción de acidez gástrica.
Siempre será mejor la leche como complemento nutricional de calcio durante la gestación (mínimo un
litro al día, espaciado en varias tomas), más aun conociendo que la leche tiene cantidades generosas
de arginina, aminoácido esencial del crecimiento y que se encuentra ligado directamente con la
producción de óxido nítrico, que es un potente vasodilatador y que se ha encontrado disminuido en
las pacientes que han desarrollado preeclampsia y/o eclampsia.
Finalmente, muchas de las conductas expuestas en por nuestra experiencia, pueden quedar en la
teoría, porque lamentablemente la nutrición en general se encuentra ligada a situaciones económicas.
Pero, nosotros los especialistas debemos buscar el reto de cambiar las conductas nutricionales, con la
finalidad de poder incluir consejos prácticos basados en los conocimientos científicos. Para ello, será
necesario que en el control prenatal se incluya una pequeña encuesta sobre la alimentación que
36
recibe la paciente y aún más sobre las costumbres de la misma. En nosotros está el reto de optimizar
los pocos recursos que disponen, producto de la crisis social y económica que se agrava con el paso
diario de nuestras vidas.
COLOFON
El ciclo de la vida femenina tiene diferentes etapas cruciales en su desarrollo fisiológico, pero muy
especialmente aquellas etapas referidas a su vida reproductiva y su máxima expresión representada por
el embarazo. Estar nutricionalmente preparada para iniciar un embarazo, es una decisión crucial en el
desarrollo del mismo. Así, los procesos educativos que cada vez son más frecuentes, deben trabajar para
informar científicamente de la importancia de “prepararse” para iniciar un embarazo. Efectuar un chequeo
médico previo al mismo se va constituyendo en un asunto de responsabilidad. Nosotros los profesionales
debemos valorar su estado de salud en general y clasificar sus riesgos, los mismos que nutricionalmente
son muy frecuentes y producto de las malas prácticas alimentarias existentes y por “consejos” no
apegados a la realidad científica. Por lo general la suplementación de ácido fólico es la norma, aunque por
lo general podrías ser también acompañado de hierro. Pero en conocimiento que los nutrientes requieren
ciertas condiciones para ser ingresados, sería ideal que la suplementacion fuese de vitaminas prenatales,
las mismas que contienen hierro y ácido fólico, pero además contiene los nutrientes que ayudan en sus
metabolismos, tanto de absorción, como de función. Este período al menos debería ser de 60 días previo
al embarazo.
Suplementar a partir del segundo trimestre hasta el final de la gestación es ideal. Recordemos que los
ingresos de vitaminas en la dieta diaria de una persona son muy limitados, pues las mismas se destruyen
durante la cocción y el embarazo a medida que avanza en edad gestacional requiere mayor velocidad de
metabolismos para proveer la energía que requiere el crecimiento fetal. Justamente esta regulación es
realizada por las vitaminas prenatales.
Una vez que el embarazo ha terminado, todos se preocupan del recién nacido. Sin embargo la madre ha
perdido en forma normal sangre y por lo tanto sus niveles de hemoglobina disminuyen. Pero inicia una
etapa de gran gasto calórico en la producción de leche materna y la misma involucra procesos de síntesis
de nutrientes (proteínas) que egresan con la leche, la misma que además debe disponer de los nutrientes
necesarios para el crecimiento psicomotor e intelectual del lactante. Así, la baja de peso por el consumo
energético de los triglicéridos almacenados durante el embarazo, son regulados por las viataminas y
además salen en la leche materna, beneficiando a su recién nacido.
Si observamos detenidamente las vitaminas en general no tiene adecuadas cantidades de calcio. Por ello,
suplementar calcio en el embarazo y en la lactancia debe ser una opción terapéutica que siempre
debemos considerar.
Finalmente recordemos que no todas las vitaminas son las mismas. Las cantidades están diseñadas para
cada etapa fisiológica de de la persona. Por ello se insiste que estamos en la obligación de prescribir
Vitaminas Prenatales y no vitaminas generales, pues las cuantías de cada micronutriente son diferentes y
en algunos casos incluso podrías ser no recomendadas en el embarazo y la lactancia.
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