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Reconoce el artículo 657 del Código Civil que “los derechos a la sucesión de una persona
se transmiten desde el momento de su muerte”, para impedir que haya períodos temporales
durante los cuales el patrimonio del difunto quede sin dueño.
Nuestro sistema contempla el derecho a la herencia como una prolongación del derecho a
la propiedad, pues, de acuerdo con el artículo 33 de la Constitución Española, resultan
heredables todos los bienes que sean susceptibles de propiedad durante la vida del
causante, incluidos los medios de producción.
La sucesión mortis causa, aquella que tiene lugar tras la muerte, implica la entrada de una o
varias personas (sucesores) en la posición jurídica de la persona que fallece (causante), sin
que las relaciones jurídicas sufran modificaciones pese al cambio de sujeto (salvo la buena o
mala fe posesoria).
Clases:
Cuando la persona que sucede sustituye al causante en todas las relaciones jurídicas
transmisibles de las que aquél era titular antes de su muerte, se habla de sucesión mortis
causa universal, que es la regla general siempre que fallece una persona.
Por ejemplo, A otorga testamento en virtud del cual deja todos sus bienes a sus hijos, en
calidad de herederos universales. En tal caso, los hijos de A pasarán a ser titulares de todas
las relaciones jurídicas del causante tras su fallecimiento. Por ejemplo, si A era propietario
de una casa y un coche, sus hijos adquirirán la propiedad de esos bienes. Ahora bien, si A
tuvo que solicitar un préstamo para adquirir la casa, tras la muerte de A sus hijos también
pasarán a ser los nuevos deudores.
La sucesión mortis causa particular, cuando lo transmitido mortis causa sea un concreto
bien, derecho o relación jurídica. Para que ello suceda, se requiere una disposición expresa,
que puede provenir tanto de la propia voluntad del causante (por ejemplo, B otorga
testamento, en el que, junto a otras disposiciones, lega el piano de cola a su sobrino X).
Dependiendo de cuál sea la fuente que regula el fenómeno sucesorio, la sucesión mortis
causa voluntaria (cuando es la voluntad del causante la que regula quién, en qué y cómo
se va a suceder) o legal (cuando es la ley que establece, cuando fallece el causante, qué
sujetos y en qué porcentaje han de suceder). La sucesión voluntaria es prioritaria.
La sucesión forzosa o necesaria, criterios sucesorios que la ley impone a veces, incluso
en contra de la voluntad del causante. La sucesión forzosa no constituye un supuesto
específico de sucesión, sino un límite a la facultad de disposición del causante. Así, existe
una porción de la herencia de la que no puede disponer libremente el causante (la legítima),
por estar atribuida por la ley a determinados familiares (herederos forzosos o legitimarios).
Por ejemplo, B, que está viudo, pretende otorgar testamento a favor de sus tres hijos, pero
también quiere reconocer a su hermana las atenciones que la ha prestado durante su
enfermedad. Pues bien, B sólo podrá dejar a su hermana un tercio de la herencia (tercio de
libre disposición), porque, según, el artículo 808 del Código Civil, los otros 2/3 forman
parte de la legítima y, por tanto, han de ir destinados a sus legitimarios (sus tres hijos).
La legítima no sólo constituye un límite a la facultad de testar, sino que también supone
una limitación a las donaciones realizadas en vida. Nadie puede dar ni recibir por vía de
donación más de lo que podría dar o recibir por vía de testamento, tratando de evitar así
que las donaciones puedan ser utilizadas por el causante como un cauce para lesionar en
vida la legítima de los herederos forzosos.
15.1.2. La herencia:
Definición:
La herencia puede ser definida como el conjunto de relaciones jurídicas (bienes, derechos y
obligaciones), que no extinguen a la muerte de su titular. Así, pues, la herencia está
compuesta por todo el patrimonio del fallecido: tanto por activo (bienes y derechos) como
por pasivo (cargas, obligaciones, deudas), e, incluso, puede estar integrada sólo por pasivo
(denominándose, entonces, herencia onerosa, lo que sucederá cuando una persona tenga en
su patrimonio más deudas que bienes).
Dentro de los derechos patrimoniales, los derechos reales forman parte y se transmiten por
la herencia, aunque con ciertas excepciones: el derecho de usufructo y los derechos de uso
y habitación.
La transmisibilidad mortis causa de los derechos de crédito; en otras palabras, los derechos
de crédito forman parte de la herencia y se transmiten a los herederos, a no ser que el pacto
o la ley digan lo contrario. Esto quiere decir que si A y B celebran un contrato y uno de
ellos muere, sus herederos estarán obligados a cumplir las prestaciones puestas a cargo de
su causante y que no fueron ejecutadas por éste antes del fallecimiento, salvo que sean
personalísimas.
Otros derechos:
Tampoco forman parte de la herencia los derechos derivados de la seguridad social por el
hecho del fallecimiento (pensión de viudedad), ni el capital que ha de entregar la compañía
aseguradora cuando exista un seguro de vida por causa de muerte, puesto de este capital ha
de ser entregado a los beneficiarios del seguro, que pueden concebir, o no, con los
herederos.
Existen también algunos derechos (el derecho a subrogarse en el arrendamiento de la
vivienda) que la legislación especial atribuye a ciertas personas por causa de la muerte con
independencia de que reúnan la cualidad de herederos y que, por tanto, tampoco integran la
herencia. Por último, los títulos nobiliarios tampoco forman parte de la herencia, aunque se
transmitan a la muerte de su titular.
15.2. El testamento:
15.2.1. Concepto y caracteres:
Según el artículo 667 del Código Civil, se llama testamento al “acto por el cual una persona
dispone para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de ellos”.
Lo que se pretende es afirmar que el testamento es el único negocio jurídico mortis causa
reconocido por el Código Civil; o, en otras palabras, que si alguien quiere distribuir sus
bienes tras su muerte, ha de otorgar un testamento, pues, en derecho civil común, a
diferencia de lo que sucede en los derechos forales o autonómicos, se encuentra muy
restringida la sucesión contractual.
El artículo 667 del Código Civil diga, de manera imprecisa, que se trata de un acto, el
testamento es un negocio jurídico con una eficacia post mortem por lo que el testamento
no surte efecto mientras que el causante no fallezca. Se trata, además, de un negocio
jurídico unilateral, pues basta la voluntad del causante para que se perfeccione, y de carácter
no recepticio, para que surtan efecto las declaraciones de voluntad testamentarias, no han
de llegar al conocimiento de los favorecidos por las mismas.
El artículo 669 del Código Civil prohíbe el testamento mancomunado (un único
testamento otorgado conjuntamente por varios sujetos, tanto si se favorecen
recíprocamente como si benefician a un tercero, por ejemplo, un matrimonio otorga un
testamento en el que los cónyuges favorecen al hijo de ambos).
Otro de los rasgos propios del testamento en derecho civil común es su carácter
personalísimo. La facultad de testar, como regla general, es indelegable: es decir, salvo, en
supuestos excepcionales no se puede autorizar a un tercero para que otorgue testamento en
lugar del causante. El testamento redactado por un tercero carecerá de validez.
El artículo 662 del Código Civil consagra la regla general al respecto: “pueden testar todos
aquellos a quienes la ley no lo prohíbe expresamente”. El artículo 663 del Código Civil
completa la afirmación anterior al señalar la incapacidad para testar tanto del menor de
catorce años, como de aquel que “habitual o accidentalmente no se hallare en su cabal
juicio”.
Tampoco pueden testar quienes no se hallen en su cabal juicio, expresión que hace
referencia a una situación de hecho y que no ha de ser identificada con la incapacitación
judicial. Se puede estar incapacitado para testar y no haber sido incapacitado por sentencia
judicial (por ejemplo, por estar bajo la influencia de drogas, alcohol, etc.).
El Código Civil regula diversas clases de testamentos, que comparten en común las notas
enumeradas con anterioridad. El artículo 767 del Código Civil, que “el testamento puede
ser común o especial”. “El común puede ser ológrafo, abierto o cerrado”. Por su parte, se
consideran testamentos especiales el militar, el marítimo y el otorgado en país extranjero.
Los testamentos abiertos y cerrados han de ser autorizados por el notario competente para
actuar en el lugar de otorgamiento. La principal diferencia entre ambos radica en la
publicidad de su contenido. El contenido del testamento abierto resulta conocido por
ciertas personas aquellas ante las que ha de otorgarse: notario, y, en su caso testigos,
intérpretes, en el testamento cerrado la voluntad testamentario no es conocida ni por los
testigos ni por el fedatario público, pues se entrega al notario la declaración de voluntad en
un sobre sellado y lacrado.
15.3. La legítima:
15.3.1. Concepto, sujetos y cuantía:
La legítima constituye una cuota en el patrimonio del causante que la ley atribuye a
determinados sujetos (los herederos forzosos o legitimarios), que la percibirán a su muerte,
salvo que la hayan recibido ya en vida a título gratuito (por ejemplo, mediante una
donación).
La legítima es un mínimo al que tienen derecho los legitimarios, con independencia del tipo
de sucesión de que se trate: es decir, la legítima concurre tanto en la sucesión testada, como
en la intestada.
Los legitimarios, que aparecen enumerados en el artículo 807 del Código Civil, son los
descendientes, los ascendientes y el cónyuge. Los descendientes excluyen a los
ascendientes, pues ambos no pueden ser legitimarios al mismo tiempo.
Si el causante falleció sin descendientes pero con ascendientes vivos, estos últimos serán
sus legítimos. La extensión de la legítima de los ascendientes dependerá de con quién
concurran a la herencia. Si concurren solos a la herencia (es decir, sin otros legitimarios), la
legítima se extiende a la mitad del patrimonio del causante (la otra mitad, por tanto, será de
libre disposición para el causante); si concurren con el cónyuge, la legítima asciende a 1/3.
Ejemplo: La legítima reservada a los padres se dividirá entre los dos a partes iguales; en el
caso de que uno de ellos haya muerto, se atribuirá toda al sobreviviente. Cuando el testador
no deje padre ni madre, pero si otros ascendientes de igual grado, aunque de diferente línea
(por ejemplo, un abuelo paterno y una abuela materna) se dividirá la legítima por mitad
entre ambas líneas. Si los ascendientes fueran de diferente grado (por ejemplo, sobreviven
al causante un abuelo y un bisabuelo), la legítima corresponderá por entero al pariente más
próximo en grado (es decir, en el ejemplo anterior, recibirá la legítima íntegramente el
abuelo).
Evitar que el causante defraude los derechos de los legitimarios, realizando en vida
donaciones excesivas a extraños con el fin de que no quede nada en la herencia
para los legitimarios en el momento de abrirse la sucesión. El artículo 636 del
Código Civil prohíbe que se pueda disponer por donación de más de lo que se
puede disponer por testamento.
Comprobar si a alguno de los legitimarios se le ha pagado en vida la legítima
mediante una donación.
La desheredación no puede ser por cualquier causa, sino que sólo se admiten por los
motivos tasados en el Código Civil (haber negado, sin motivos legítimo, los alimentos al
sujeto que deshereda; haber maltratado al ascendente de obra o injuriado gravemente de
palabra; haber incumplido grave y reiteradamente los deberes conyugales). Nuestro Código
Civil exige, además, que el testador indique la concreta causa legal que justifica la
desheredación. No cabe desheredación tácita: hay que desheredar expresamente en
testamento mencionando la causa, que ha de ser una de las enumeradas por el Código Civil.
Si no se cumplen estas exigencias, la desheredación será considerada injusta y podrá ser
impugnada por los legitimarios desheredados.
Así, es posible que el testamento haya sido otorgado, pero desde su origen sea nulo por no
respetar las formalidades legales o, incluso, que haya perdido después su validez. Por
ejemplo, el testamento ológrafo perderá su validez si después no se protocoliza. En ambos
casos se abrirá la sucesión intestada.
La sucesión intestada tiene carácter subsidiario, es decir, sólo entrará en juego cuando no
exista o sea inoperante la voluntad expresada en vida por el causante a través de
testamento.
Sea cual sea el fundamento, cuando alguien muere sin testamento, la ley llama para
sucederle a ciertas personas (sus herederos legales o herederos abintestato), de acuerdo con
el siguiente orden. En primer lugar, son llamados los descendientes (hijos, nietos,
bisnietos…). A falta de descendientes son llamados los ascendientes (padres, abuelos,
bisabuelos…). A falta de los anteriores, el cónyuge pasa a ser heredero abintestato. Si no
hay descendientes, ascendientes ni cónyuge, son herederos abintestato los parientes
colaterales hasta el cuarto grado (parientes que tienen un ascendiente común con el
causante: hermanos, tíos, primos). En defecto de parientes y de cónyuge, se llama a la
herencia al Estado.
Concretamente, dentro de los herederos legales, el Código Civil prevé el siguiente orden de
llamamiento, que operan unos en defecto de otros:
15.4.1. Llamamiento a favor de la línea recta descendente (artículos 930 a 934 del
Código Civil):
Los hijos son los primeros en suceder y éstos excluyen en la sucesión intestada a sus
propios hijos (nietos del causante). Por regla general, cuando concurran sólo hijos, la
herencia se dividirá por partes iguales (“por cabezas”).
Por ejemplo, B fallece intestado con un caudal relicto de 9 y con tres hijos: X, Y, Z; a cada
uno de los hijos le corresponderá 3. El resultado será el mismo aunque alguno de los hijos
tenga, a su vez, hijos, pues constituye una regla general en materia de sucesión intestada, la
de que los parientes de grado más próximo excluyen a los de grado más remoto.
Si alguno de los hijos muere antes que el causante (le premuere) y deja hijos, se dice que los
hijos del premuerto “representan” a su padre en la herencia de su abuelo, y, en
consecuencia, se les entregará la misma porción de herencia que la hubiera correspondido a
su padre. Esa porción luego deberán repartírsela entre ellos a partes iguales.
Esta misma solución resultará aplicable cuando los hijos del difunto concurran con nietos
que descienden de hijos que no pueden suceder, por haber sido desheredados en
testamento o cuando sean considerados indignos para suceder, por la realización de una
conducta especialmente reprobable desde un punto de vista moral o ético.
Por ejemplo, si A, hija de B, atenta contra la vida de su progenitor, incurrirá en la causa de
indignidad y en consecuencia, no podrá suceder a su padre. Pero si A tiene hijos, a éstos les
corresponderá la legítima, por derecho de representación.
15.4.2. Llamamiento a favor de la línea recta ascendente (artículos 935 a 942 del
Código Civil):
Los ascendientes sólo serán llamados a la herencia si no hay descendientes. En este caso se
aplica con rigor y sin excepciones la regla de que el ascendiente más próximo excluye al
más lejano. En otras palabras, en la línea recta ascendiente ningún pariente puede
“representar” a otro.
En consecuencia, toda la herencia de A será para su padre, por ser el pariente más próximo
en grado. Así pues, en la línea recta ascendente, primero heredan los padres, por partes
iguales y, en caso de que sólo sobreviva uno de ellos, éste sucederá en toda la herencia.
A falta de padre y madre, le sucederán los ascendientes más próximos en grado, en cada
una de las dos líneas (maternas y paterna). Si los ascendientes de grado más próximo
pertenecen a una misma línea (sus dos abuelos maternos), la herencia será repartida por
partes iguales. Por el contrario, si los ascendientes que sobreviven son del mismo grado
pero de distinto línea, el reparto se hace primero por líneas y, en cada línea, por partes
iguales (“por cabezas).
Por ejemplo, si el causante le sobreviven su abuelo patento y sus dos abuelos maternos, el
caudal relicto (8) se repartirá primero por líneas (4 irán a la línea paterna y los otros 4 a la
línea materna) y luego, en cada línea, se repartirá por partes iguales (4 para su abuelo
paterno y 2 cada abuelo materno).
15.4.3. Llamamiento a favor del cónyuge (artículos 944 y 945 del Código Civil):
El artículo 944: “En defecto de ascendientes y descendientes, y antes que los colaterales,
sucederá en todos los bienes del difunto el cónyuge sobreviviente”.
El artículo 945: “No tendrá lugar el llamamiento a que se refiere el artículo anterior si el
cónyuge estuviere separado legalmente o de hecho.”
15.4.4. Llamamiento a favor de los parientes colaterales (artículos 946 a 955 del
Código Civil):
Aunque todos los parientes colaterales hasta el cuarto grado son herederos legales, el
Código otorga preferencia a los hermanos del fallecido. Sí, tras el fallecimiento de la
persona intestada, le sobreviven todos sus hermanos, éstos se repartirán la herencia a partes
iguales, salvo que concurran hermanos de doble vínculo (de padre y de madre) con
hermanos de vínculo simple (sólo de padre o sólo de madre), pues en tal caso los dos de
doble vínculo heredarán del doble. Por ejemplo, A fallece intestado sin descendientes,
ascendientes ni cónyuge. Al causante le sobreviven un hermano de doble vínculo y un
hermano de vínculo simple: al hermano de padre y madre le corresponderán 2/3 de la
herencia y al “medio hermano” le corresponderá 1/3.
Si alguno de los hermanos no puede suceder (porque han premuerto), sus hijos (sobrinos
del causante) resultarían preferentes respecto a otros colaterales y concurrirán a la herencia
con sus otros tíos.
15.4.5. Llamamiento a favor del Estado (artículos 956 a 958 del Código Civil):
El artículo 956: “A falta de personas que tengan derecho a heredar conforme a lo dispuesto
en las precedentes Secciones, heredará el Estado quien, realizada la liquidación del caudal
hereditario, ingresará la cantidad resultante en el Tesoro Público, salvo que, por la
naturaleza de los bienes heredados, el Consejo de Ministros acuerde darles, total o
parcialmente, otra aplicación. Dos terceras partes del valor de ese caudal relicto será
destinado a fines de interés social, añadiéndose a la asignación tributaria que para estos
fines se realice en los Presupuestos Generales del Estado”.
El artículo 957: “Los derechos y obligaciones del Estado serán los mismos que los de los
demás herederos, pero se entenderá siempre aceptada la herencia a beneficio de inventario,
sin necesidad de declaración alguna sobre ello, a los efectos que enumera el artículo 1023”.
El artículo 958: “Para que el Estado pueda tomar posesión de los bienes y derechos
hereditarios habrá de preceder declaración administrativa de heredero, adjudicándose los
bienes por falta de herederos legítimos.”