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Asociación de Mujeres Jueces de Argentina.

Actividades Académicas.
Curso: “DERECHOS HUMANOS Y FEMICIDIO”.
Profesor: Dr. Fernando Ramírez.
Evaluación del aprendizaje.

CASO LIZARRALDE:
APORTE
JURISPRUDENCIAL
EN EL CONCEPTO DE
FEMICIDIO

ATENDIENDO A LA CONSTRUCCIÓN
DEL LENGUAJE.

23 DE NOVIEMBRE DE 2018
ADA PATRICIA REGENI
Poder Judicial de Formosa
Caso Lizarralde: aporte jurisprudencial
en el concepto de femicidio
atendiendo a la construcción del lenguaje.

ÍNDICE
Introducción……………………………………………………………………… Pág. 1

Desarrollo………………………………………………………………………... Pág. 1

1.- Marco conceptual: algunas notas sobre la Teoría de la Acción Comunicativa


y la argumentación jurídica en cuanto a los derechos fundamentales y su
facticidad y validez……………………………………………………. Pág. 1

2.- El caso LIZARRALDE. Detalles de la construcción de lenguaje a través de


los estándares jurídicos………………………………………………. Pag.4

2.a.- La privatización del vínculo……………………………… Pág.5


2.b. Víctima mala………………………………………………. Pág.5
2.c. Sólo un reproche moral…………………………………… Pág.6

Conclusión……………………………………………………………………….. Pág. 7
Fuentes…………………………………………………………………………... Pág. 8

“Por las que están. Por las que no están. Por las que peligran.”
Caso Lizarralde: aporte jurisprudencial
en el concepto de femicidio
atendiendo a la construcción del lenguaje .

INTRODUCCIÓN.
Se ha pretendido un sintético análisis de lo más sobresaliente del caso LIZARRALDE (TSJ, Sala
Penal, Lizarralde, S. N°56, 09/03/2017) a modo de leading case, tomando sólo tres aspectos
sobresalientes que han sido contestados por el Superior Tribunal de Justicia de Córdoba), en tanto
una reinterpretación de los estándares jurídicos establecidos en los tratados de derechos humanos de
la jurisprudencia nacional, como contrapunto al Juicio que había realizado la Cámara Penal en el
Juicio por Jurados que había dictaminado previamente .
Previamente como marco teórico se trajo a HABERMAS con algunas notas respecto de la Teoría
de la Acción Comunicativa, en su variante de la argumentación jurídica conforme la cual se deben
cumplir requisitos de facticidad y validez.

DESARROLLO
1. Marco conceptual: algunas notas sobre la Teoría de la Acción Comunicativa y la
argumentación jurídica en cuanto a los derechos fundamentales y su facticidad y validez.
Una mirada posible a cualquier tipo de discurso social, en particular un fallo como este, en el
cual se tomará en cuenta la argumentación jurídica, sin duda es la Teoría de la Acción Comunicativa
de JÜRGEN HABERMAS (1981), especialmente como aplicación al Derecho cual una categoría de
mediación social entre facticidad y validez del lenguaje (VIDAL REYES, 2014).
Para comprender mínimamente el pensamiento de HABERMAS y poder avanzar en la
articulación que prentendemos con el leading case LIZARRALDE, expondremos sintéticamente
algunos de sus conceptos facilitadores de su aplicación al caso.
Luego de las guerras mundiales, especialmente la segunda, se ha establecido por vía de la
llamada Escuela de Frankfurt una fresca vinculación entre la filosofía, la ciencia y las formas
cognitiva y constructiva el mundo. El desencanto de la modernidad no es suficiente para definir un
concepto ético de progreso. Dicha escuela clasifica o divide el conocimiento que puede provenir del
positivismo lógico del cual participa el saber empírico analítico en una región objetiva, otra
vertiente que es el entendimiento lingüístico formado por el saber histórico hermenéutico y con una
tercer pata en el racionalismo crítico desarrollando el saber crítico social.
Dentro de este saber crítico se hallan los procesos argumentativos donde una comunidad debate
sobre la totalidad de sus ideas y, entonces la comunidad puede llegar a un consenso si sus

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interlocutores se encuentran en contextos similares. Ese acto comunicativo de la relación


intersubjetiva es la idea principal de la Teoría de la Acción Comunicativa. En ella la acción
humana que se da por medio del lenguaje, mediante un proceso comunicativo proviene de un
proceso deliberativo, por lo cual la acción pasó por la criba comparativa de los otros sujetos,
excediendo las subjetividades.
Otro concepto es el del Mundo de la Vida es el mundo de la realidad cotidiana, experimentado
y percibido por los sentidos de las personas en este contexto de naturaleza, sujetos e
intersubjetividad. Entonces, la Teoría de la Acción Comunicativa es una explicación de ese
Mundo de la Vida.
Aunque HABERMAS niega la existencia de la posmodernidad y explica que al elegir un
determinado concepto sociológico de la acción nos comprometemos con suposiciones ontológicas,
plantea la necesidad de una nueva pragmática universal: una ciencia del lenguaje basada en
estructuras universales y válidas en cualquier situación y contexto comunicativo. Esto nos permite
desarrollar un concepto de racionalidad más allá de los postulados subjetivistas e individualistas de
la Filosofía y la Teoría Social Moderna. De este modo elabora una teoría de la sociedad en dos
niveles integrando los paradigmas de sistemas y mundo de la vida. Se trata de analizar como la
acción del individuo se debe al sistema social pues esta impone las normas, valores, ideologías,
haciendo que sea la misma sociedad quien forma la cultura y la personalidad del individuo, ergo
también el modo en que realiza la acción social.
Entonces aborda la reproducción de las estructuras simbólicas del mundo de la vida desde tres
vertientes: funcional del entendimiento (saber válido, tradición y renovación del saber cultural),
coordinación de la acción (o la estabilización de la solidaridad en grupos) y socialización (o la
formación de actores capaces de responder de sus acciones). A cada aspecto le hace corresponder un
elemento estructural del mundo de la vida, la cultura, la sociedad y la personalidad. (VIDAL
REYES, 2014). La cultura, como acervo de sus integrantes, reproduce en una dimensión semántica:
asegura la tradición. La sociedad, como ordenaciones legítimas conforme las cuales los integrantes
regulan sus pertenencias y aseguran la solidaridad, reproduce la dimensión espacial social. La
personalidad como competencias de un sujeto capaz de acción y lenguaje o sea como partícipe del
entendimiento, reproduce la dimensión histórica temporal.

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De esta manera HABERMAS (VIDAL REYES, 2014) define los argumentos como importantes
pues ponen nuestros pensamientos en oraciones enunciativas y como un tipo dialéctico político de
comunicación constructora de convivencia y consenso, para: conjugar la diversidad, la tolerancia,
aliviar la desigualdad generada por el mercado, superar la anomia, y la soledad frente a los nuevos
modos de familia y envejecimiento, a través de la comunicación y participación consciente en la
vida política y social.
En tal sentido HABERMAS (VIDAL REYES, 2.014) identifica como elementos, como
presupuestos para la comunicación de contenido ideal, la facticidad y la validez, ambas
dependientes de las variables tempo espaciales definidas por el contexto. La validez jurídica debe
comportar una validez social (de las normas se determinan por el grado de imposición a los
integrantes de la comunidad), que deberá ser también convencional (de usos, costumbres, derecho
positivo, proviene de una facticidad producida por la amenaza que encarna la sanción jurídicamente
definida y reclamable desde los estrados judiciales), así como del derecho (cuando es legítima).
HABERMAS (VIDAL REYES, 2014) habla entonces del orden jurídico refiriéndose a una
integración social y derecho en la cual el Estado es quien lo expresa:
“Un orden jurídico no solo tiene que garantizar que cada persona sea reconocida en sus derechos
por todas las demás personas; sino que el reconocimiento recíproco de los derechos de cada uno
por todos los demás tiene que descansar en leyes que serán legítimas en la medida en que se
garanticen iguales libertades a todos, de suerte que ‘la libertad del arbitrio de cada uno sea
compatible con la libertad de cada uno de los demás’.
Por otro lado dice también que en el Estado de Derecho, los derechos fundamentales se expresan
y:
“Quedan interpretados y encarnados en órdenes jurídicos concretos: en el nivel del simbolismo
cultural quedan interpretados y encarnados en el derecho constitucional, y en el nivel del
sistema de acción quedan interpretados y encarnados en la realidad constitucional de las
instituciones y procesos políticos”.
El lenguaje construye realidades. El Derecho utiliza el lenguaje a través de la argumentación
jurídica, comunicación racional, que debe tener ciertos elementos de validez social y convencional.
Por lo tanto, la Jurisprudencia como modo de argumentación jurídica construye el Mundo de la
Vida y la interpreta y dirige atenta a los estándares de facticidad y validez convencional y social.

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2. El caso LIZARRALDE. Detalles de la construcción de lenguaje a través de los


estándares jurídicos.
Literalmente, de la propia atenta lectura analítica de la sentencia que se escruta se entiende que
lo que se buscó con el fallo del más alto cuerpo de la provincia de Córdoba no fue agravar el monto
punitivo de Gonzalo Lizarralde ya condenado con cadena perpetua cf. el art. 80 inc. 2do. del CPA,
sino realizar un acción comunicativa relativa a los estándares jurídicos fijados en los tratados de
Derechos Humanos en relación con la construcción de lo que debe entenderse por violencia de
género. En efecto, manifestó:
“… la administración de justicia es la primera línea de defensa en la protección de los
derechos humanos a nivel nacional, incluyendo los derechos de las mujeres. Por dicha razón, la
ponderación de la CIDH sobre el impacto de los estándares del sistema interamericano o
vinculado a asuntos de género comienza con el análisis de sentencias judiciales… el rol destacado
del Poder Judicial en enviar mensajes sociales avanzando la protección y la garantía de los
derechos humanos; en particular las normas encaminadas a proteger a sectores en particular
riesgo a sus derechos humanos como las mujeres”.
Esta es la primera línea de acercamiento de la apelación a los elementos de validez y facticidad
en un tiempo y en un espacio que sigue la argumentación jurídica. La ley penal es ley pero no sólo
por su letra interpretada restrictamente, casi de modo literal, sino a la luz de los derechos humanos
que tienen cabida desde la constitución por medio del art. 75 inc. 22 CN incorporando tratados
internacionales, cuyos estándares jurídicos estamos obligados a respetar y que atraviesan la ley
penal.
De esta casación también surge un compromiso internacional del órgano revisor, quien expresó
con la CEDAW:
“...el de ampliar la interpretación del concepto de los derechos humanos mediante el
reconocimiento formal del papel desempeñado por la cultura y la tradición en la limitación del
ejercicio por la mujer de sus derechos fundamentales… la cultura y la tradición se manifiestan
en estereotipos, hábitos y normas que originan las múltiples limitaciones jurídicas, políticas y
económicas al adelanto de la mujer”

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2.a. La privatización del vínculo.


El fallo redujo el vínculo entre el hombre-agresor que desarrolló la acción típica de “el que
matare a otra”, la mujer-víctima. Dijo que la relación entre ellos no era familiar. La catalogó como
“la relación que entablaron Lizarralde y Paola Acosta fue informal y poco duradera”. Vale decir,
el espacio de las relaciones interpersonales y subjetivas que podían considerarse a la hora de
catalogar a una mujer como víctima de género, sólo se restringía a aquella en que se hubiese sido
pareja, así que como la relación fue efímera, limitada a “dos o tres encuentros sexuales” de cuya
fugacidad, había nacido la niña, hija de ambos, no podía considerarse que fuera parte de los
elementos tipificantes del femicidio (GASTIAZORO, 2018, p. 247).
En cambio el tribunal de apelación entendió tal restricción inaceptable pues “… resulta una
condición no prevista en ninguno de los tratados internacionales examinados, ni en la legislación
nacional. Al contrario, la proyección de la violencia de género es entendida de modo transversal,
en la medida que ésta tenga lugar dentro del grupo familiar o unidad doméstica o en cualquier otra
relación interpersonal –con o sin convivencia del agresor-, en la comunidad y sea perpetrada por
cualquier persona, o que sea perpetrada o tolerada por el propio Estado o sus agentes donde
quiera que ocurra (art. 2 Convención Belém do Pará)....”. Es más, diferencia claramente la
violencia de género de la violencia doméstica al expresar “...pueden o no concurrir
simultáneamente en un caso concreto, pero ninguna de las dos se absorbe completamente...”.
Así en esta hermenéutica que propuso el tribunal revisor, se criticó el sentido común fincado en
la estereotipia de roles en el ámbito dominante de la estructura patriarcal, dejando por fuera de su
interpretación la mera reproducción social funcional a tal paradigma.

2.b. Víctima mala.


A la hora de conceptualizar la asimetría de poder en este caso, el tribunal del juicio relató que
Paola Acosta “…no era una mujer que se colocara a sí misma en el rol fijado socioculturalmente
para el género femenino, que tolerara y soportara toda conducta abusiva del hombre, sino que muy
por el contrario, estaba decidida a defender su derecho y los de su hija...” ni era una “...mujer
vulnerable, sumisa, dominada, víctima de una desigualdad de poder y nos coloca frente a una
mujer fuerte, decidida, pero atacada sorpresiva y alevosamente...”. De este modo desestimó el

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agravante del femicidio, por no ser la víctima lo suficientemente vulnerable (GASTIAZORO,


2.018, p. 247).
El Tribunal revisor replicó admitiendo que la teoría del delito debe abrevar en otras fuentes a la
hora de nominalizar la violencia y repensar el cientificismo como única fuente para abordar la
perspectiva de género:
“… La mayoría de los episodios de violencia, como el que comentamos, son el resultado de una
serie de condicionamientos que no se conforman con los estándares jurídicos clásicos sino que,
según las directrices sentadas en los apartados anteriores, exigen una tarea más profunda por
parte de los órganos judiciales que excede las clásicas categorías de dogmática jurídica, de
modo tal que a partir de ella se logre escrudiñar si el varón aprovecha su situación de poder de
hecho restringiendo total o parcial de los derechos de la mujer de llevar adelante su proyecto
de vida, en cualquiera de sus ámbitos o expresiones…”
Es interesante al respecto lo que el Equipo Latinoamericano de Justicia (ELA, 2015) en cuanto a
la idea, también polar de “víctima mala” que no se identifica totalmente con una “víctima mala” que
fue estigmatizada en el juicio por el solo hecho de no resignarse a lo que el Lizarralde le negaba,
sabedora de sus derechos, luchó por ellos, arrasando con los escollos para acceder a justicia.

2.c. Sólo un reproche moral.


El fallo puesto en crisis ante el Superior Tribunal de justicia admitió que había existido por parte
del imputado distintos tipos de violencia dispuestos en la lista no taxativa del art. 5 de la ley
nacional 26.485: económica (inc. 4), no se había hecho cargo de los gastos pre y pos natales
desentendiéndose de sus obligaciones legales; psicológica (inc. 2), había “ninguneado” tanto a la
madre como a la hija, al no admitirles la entidad que tenían obligándolas a ser reconocidas por
medios judiciales, hasta el punto de costos personales en Paola Acosta como fue perder su trabajo
por tales cargas; y, violencia simbólica (inc.2) al no estar comprendida dentro de los parámetros
socioculturales descriptos por el propio Gonzalo Lizarralde. Sin embargo a pesar de tal admisión
agregó que esto no significaba un agravante para el tipo penal que se le pretendía endilgar,
rematando que todo esto no podía ser más que un reproche moral (GASTIAZORO, 2018, p. 248).
El Superior Tribunal objeto a esto que “… No es el caso que se recrimine o castigue a
Lizarralde por un puro reproche moral a su no aceptación inicial de la paternidad y demás, sino

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que todo lo consignado es claramente demostrativo de que éste no quería que las damnificadas
tuvieran injerencia en su ritmo vital, lo que refuerza y es plenamente coherente con la prueba sobre
la que se sostiene su participación en los hechos que se le endilgan...”.

CONCLUSIÓN
La Teoría de la Acción Comunicativa aplicada en su especie, la argumentación jurídica, ha
rectificado en la Casación de la Instancia a través del Superior Tribunal de Justicia de Córdoba, los
elementos de facticidad y validez del Mundo de la Vida en el fallo LIZARRALDE de la Cámara de
Juicio de Córdoba, no atesorados, pues la dogmática penal clásica, aplicada con rigurosidad, ladeó
los estándares jurídicos internacionales a los que la República Argentina se ha comprometido en el
encuadre constitucional de los Derechos Humanos. Todo ello sin ánimo de una justicia retributiva
sino cautelando con la construcción del lenguaje la aplicación de la tipificación correcta conforme
el agravante previsto en el art. 80 inc. 11 CPA, que aunque no explicita la palabra femicidio, lo
describe.
En esto finca la construcción del lenguaje de derecho positivo encarnada por la sanción jurídica
adecuada según los estándares constitucionales que fundó la validez convencional y legal de la
sentencia.
El fallo de la Alzada, vía los argumentos jurídicos analizados, también construyó una validez
social a la luz de la sociedad Patriarcal, rectificando su asimetría, desvelándola, en la singularidad
del caso, asumiendo el compromiso del consenso orgánico del orden jurídico en acción,
desprivatizando el vínculo, no jerarquizando innecesariamente el vínculo como fugaz, y refutando
el aparente reproche moral. Expresó su fin práctico: emancipar la memoria de Paola Acosta, no
como una víctima poco dócil, de una clase diversa a la de su agresor, sino como una mujer que por
reclamar lo debido, sin poder ser doblegada fue oprimida.

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Fuentes.
✔ ELA (2015). La interpretación del femicidio frente al ideal de buena víctima Recuperado de
http://www.ela.org.ar/a2/index.cfm?muestra&codcontenido=2290&plcontampl=12&aplicacion=app187&cnl=4&opc=50
✔ HABERMAS, J. (1981) “Teoría de la acción comunicativa, II. Crítica de la razón
funcionalista” pp 427-562. Recuperado (2.018-06-11) de
https://lideresdeizquierdaprd.files.wordpress.com/2016/06/22-HABERMAS-teora-de-la-accion-
comunicativa.pdf
✔ Revista de Ciencias Sociales y Humanas. RevIISE N°11 Vol 11. abril - septiembre 2018-
“Dossier “Hacia un buen vivir feminista”. ISSN: 2250-5555. Argentina. pp.241-252.
GASTIAZORO, M.E. “Des-privatizar el sentido común sobre la violencia de género, Análisis de
casos de femicidio en Córdoba, Argentina”. (2.018-18-10) recuperado de
http://www.ojs.unsj.edu.ar/index.php/reviise/article/view/228/pdf
✔ SENTENCIA NÚMERO CINCUENTA Y SÉIS, Año 2.017, Tomo 2, Folio 435. Sala Penal.
Tribunal superior de Córdoba. Expediente 2015401- LIZARRALDE, GONZALO MARTÍN –
CAUSA CON IMPUTADOS. Recuperado (2.018- 18-10) de
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2017/03/fallos45070.pdf
✔ VIDAL REYES, J. L. (2.011-05-02) “El Derecho como categoría de la mediación social
entre facticidad y validez: Jürgen HABERMAS” pp 1-8. Recuperado (2.108-06-11) de
http://www.pensamientopenal.com.ar/buscarsearch_api_views_fulltext=FACTICIDAD+Y+VALID
EZ&op=

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