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FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL


ALTIPLANO
FACULTAD DE MEDICINA HUMANA

CATEDRA DE BIOQUÍMICA
DOCENTE. DR. DAVID MOROCO CHOQUEÑA
ESTUDIANTES:
FLORES CHOQUE JOHAN EDUARD 130981
CRUZ QUISPE CESAR ENRIQUE 120277
MAMANI MAMANI RONALD ANGEL 120724
TISNADO RAMOS RICHARD SYMON 092426

PUNO- PERU

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FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

Contenido
Introducción ........................................................................................................................................ 4
Ácidos grasos insaturados ................................................................................................................... 6
Ácidos grasos Omega-3 en la diabetes ................................................................................................ 7
Efecto del omega-3 sobre la hipertrigliceridemia ......................................................................... 10
Prevención de la enfermedad cardiovascular y del colesterol ..................................................... 10
Aterosclerosis y omega-3 .............................................................................................................. 11
Arritmias cardiacas y omega-3 ...................................................................................................... 12
Ácidos grasos Omega 3 y lípidos plasmáticos ............................................................................... 12
Ácidos grasos Omega-3 en la hipertensión arterial ...................................................................... 14
Ácidos grasos Omega-3 en la hemostasia ..................................................................................... 15
Otros efectos de los ácidos grasos Omega-3 ................................................................................ 16
Resumen............................................................................................................................................ 20
Estatinas y ácidos grasos omega-3. Disminución de la mortalidad cardiovascular dependiente e
independiente de la reducción de la colesterolemia .......................................................................... 20
EFECTO CARDIOPROTECTOR DE LOS ACIDOS GRASOS POLIINSATURADOS OMEGA-3:
ESTUDIOS CLINICOS .................................................................................................................... 23
El estudio GISSI-Prevenzione......................................................................................................... 26
MECANISMOS DEL EFECTO CARDIOPROTECTOR DE LOS ACIDOS GRASOS OMEGA-3 ................. 29
Efectos antiarrítmicos ................................................................................................................... 31
Efectos sobre el perfil lipídico ....................................................................................................... 32
Efectos en la hemostasia/trombosis/fibrinólisis ........................................................................... 37
Mejora de la función endotelial .................................................................................................... 39
Actividad antiinflamatoria ............................................................................................................. 41
CONCLUSIONES ............................................................................................................................ 42
Ácidos grasos omega 6 ...................................................................................................................... 44
Ácidos grasos omega-6 y riesgo cardiovascular ............................................................................ 46
ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES ............................................................................................................ 49
CONCLUSIONES ............................................................................................................................ 50
BIBLIOGRAFIA .................................................................................................................................... 51

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Introducción

Las grasas constituyen uno de los componentes más importantes del reino
animal y vegetal. Dentro del reino animal se les encuentra formando grandes
vacuolas en el citoplasma de las células adiposas localizadas en el tejido
subcutáneo y visceral, y en el reino vegetal, en las semillas y flores de
numerosas plantas.

En el hombre sirven como fuentes de energía y se distribuyen en 3 regiones del


cuerpo; la gluteofemoral, la subcutánea y la intraabdominal, esta última
caracteriza a la obesidad como factor de riesgo de enfermedades
cardiovasculares.

Las grasas están compuestas por monoglicéridos, diglicéridos y triglicéridos y


estos a su vez están constituidos por una molécula de glicerol a la que se unen
1, 2 o 3 ácidos grasos (AG). Los fosfolípidos y los ésteres del colesterol también
contienen AG.

Los AG son un grupo de compuestos orgánicos formados por una cadena


hidrocarbonada y un grupo carboxílico que son los que les confieren las
propiedades físico-químicas a las grasas. Los AG presentes en los seres vivos
poseen en su mayoría un número par de átomos de carbono y se clasifican en:
saturados, cuando no tienen dobles enlaces e insaturados, cuando tienen dobles
enlaces, estos últimos pueden ser monoinsaturados o poliinsaturados, según
presenten uno o varios dobles enlaces.

Un ácido graso es una biomolécula orgánica de naturaleza lipídica formada por


una larga cadena hidrocarbonada lineal, de número par de átomos de carbono,
en cuyo extremo hay un grupo carboxilo. Cada átomo de carbono se une al
siguiente y al precedente por medio de un enlace covalente sencillo o doble. Al

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átomo de su extremo le quedan libres tres enlaces que son ocupados por átomos
de hidrógeno (H3C-). Los demás átomos tienen libres dos enlaces, que son
ocupados igualmente por átomos de hidrógeno (... -CH2-CH2-CH2- ...).

En general (aunque a veces no), podemos escribir un ácido graso genérico como
R-COOH, en donde R es la cadena hidrocarbonada que identifica al ácido en
particular. Los ácidos grasos forman parte de los fosfolípidos y glucolípidos,
moléculas que constituyen la bicapa lipídica de todas las membranas celulares.
En los mamíferos, incluido el ser humano, la mayoría de los ácidos grasos se
encuentran en forma de triglicéridos, moléculas donde los extremos carboxílico
(-COOH) de tres ácidos grasos se esterifican con cada uno de
los grupos hidroxilos (-OH) del glicerol (glicerina, propanotriol); los
triglicéridos se almacenan en el tejido adiposo (grasa).

Se llaman ácidos grasos esenciales a algunos ácidos grasos, como el linoleico,


linolénico o el araquidónico que el organismo no puede sintetizar, por lo que
deben obtenerse por medio de la dieta.

Tanto la dieta como la biosíntesis suministran la mayoría de los ácidos grasos


requeridos por el organismo humano, y el exceso de proteínas y glúcidos
ingeridos se convierten con facilidad en ácidos grasos que se almacenan en
forma de triglicéridos.

No obstante, muchos mamíferos, entre ellos el hombre, son incapaces de


sintetizar ciertos ácidos grasos poliinsaturados con dobles enlaces cerca del
extremo metilo de la molécula En el ser humano es esencial la ingestión de un
precursor en la dieta para dos series de ácidos grasos, la serie del ácido linoleico
y la del ácido linolénico

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Ácidos grasos insaturados


Los AG insaturados pueden ser clasificados de varias maneras. La de
mayor utilidad por su significación patogénica en la aterosclerosis es aquella
que los agrupa por el número del carbono donde se ubica el primer doble enlace,
antecedido por la letra griega omega (w). Así se identifican los AG omega-9
(w9) como el oleico presente en grasas vegetales y animales, los omega-6 (w6),
cuyo principal representante es el linoleico presente en los aceites vegetales, y
los omega-3 (w3) cuyo AG principal es el a-linolénico presente en los aceites
marinos y en algunos aceites vegetales.

Los AG insaturados pueden ser cis o trans, en dependencia de la configuración


espacial que adopten. La forma cis se produce cuando los 2 carbonos del doble
enlace se sitúan espacialmente del mismo lado y los trans cuando los carbonos
están situados en dirección opuesta.

Los AG trans se conforman como consecuencia del calentamiento o la


hidrogenación de los AG y ostentan el mismo poder aterogénico que los AG
saturados. Las margarinas obtenidas por hidrogenación de aceites vegetales o
marinos pueden contener AG trans, condición que debe aparecer en las etiquetas
de los envases de estos productos. Los AG cis no son aterogénicos.

El ácido a-linolénico (ù3) no puede obtenerse de la dieta, pero de él derivan los


ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) que se encuentran
en los pescados de aguas profundas llamados pescados de carne azul. Las
especies más ricas en AG w-3 (EPA/DHA) por cada 100 g de pescado crudo
son: 9 sardina - 3,3 g; macarela -2,5; arenque- 1,7; anchoa- 1,4; salmón- 1,4 y
sable -1,4.
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Los concentrados de aceites de pescado con mayor contenido en EPA/DHA por


cada 100g de aceite son: promega- 44,2 g; MaxEPA.29, 4; aceite de salmón .19,
9; aceite de hígado de bacalao. 18,5 y aceite de arenque .11, 4.

El consumo de pescados de carne azul disminuye la incidencia de cardiopatía


isquémica. Dyerberg fue el primero en reportar esta asociación tras sus
observaciones de los esquimales, quienes ingieren en promedio 7 g/d de EPA,
mientras los daneses consumen menos de 0,1 g/d. La prevalencia de cardiopatía
isquémica en los esquimales es la quinta parte de la de los daneses.

Desde entonces se ha recomendado incrementar el uso de pescado en la dieta


en sustitución de las carnes rojas. Sin embargo, la multiplicidad de cambios
producidos por los AG w -3 en el metabolismo lipídico y glucídico, en
las funciones de las membranas celulares, en los mecanismos trombogénicos y
en la respuesta inmune e inflamatoria 12 han hecho necesario revisar el balance
beneficio-perjuicio que estas sustancias pudieran provocar y establecer
recomendaciones dentro de las estrategias propuestas para reducir la morbilidad
y la mortalidad por enfermedadescardiovasculares.

Ácidos grasos Omega-3 en la diabetes

La relación entre diabetes mellitus y aceites de pescado fue señalada por Sagild,
Kromann y otros, quienes observaron en los esquimales una menor incidencia
de cardiopatía isquémica y diabetes que en la población danesa. Por otra parte,
han suscitado gran interés los efectos de los AG w-3 en los diabéticos porque
esta enfermedad se asocia, frecuentemente a dislipidemias y a un mayor riesgo
de aterosclerosis, con frecuencia se prescriben los ácidos grasos w 3 en la
diabetes y las dislipidemias.

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Se han reportado múltiples investigaciones en diabéticos y no diabéticos, en las


cuales se ha evaluado el efecto que los AG w-3 producen sobre la glucemia.

Aunque no todos los resultados concuerdan, existe en la actualidad


suficiente información para hacer algunas consideraciones.

Glauber y otros reportan en 6 hombres de edad media con diabetes tipo 2,


efectos deletéreos sobre el control glucémico después de 1 mes de
laadministración suplementaria de 5,5g de AG ù -3 en forma de aceite de
pescado concentrado (MaxEpa). Resultados similares han sido reportados por
Friday y otros. En un estudio comparativo con gliburide en diabéticos tipo 2,
los 8g diarios de AG ù -3 durante 4sem incrementaron significativamente la
glucemia en ayunas.

En un interesante meta-análisis de 26 estudios publicados entre los años 1984 y


1993, Friedberg y otros, encuentran en diabéticos tipo 1 disminución
significativa de la glucemia en ayunas, mientras en diabéticos tipo 2, una ligera
elevación estadísticamente no significativa. Estos autores estiman que en las
revisiones del tema se tiende a exagerar los efectos adversos de la
administración de aceites de pescado sobre el control glucémico. En este meta-
análisis se recogen ensayos muy variables en número de pacientes, duración del
tratamiento y dosis diaria de EPA/DHA. Estos resultados han sido confirmados
en 2 recientes ensayos aleatorizados, a doble ciegas y controlado con grupo
placebo.

Eslandrit y otros reportan en 28 individuos hipertrigliceridémicos no diabéticos


sometidos a bypass coronario, menor reducción de la glucemia en ayunas en el
grupo tratado con 3,4 g/d de AG w-3 durante 6 meses, que en el grupo control.
En otro ensayo efectuado en sujetos no diabéticos con hiperlipidemia

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combinada, tratados con 3,4 g/d no se afectó la glucemia, la insulinemia ni la


proinsulinemia en ayunas en relación con los valoresbasales.

El efecto de los AG w-3 en la insulinorresistencia fue evaluado por Rivellese y


otros, quienes reportan no deterioro del control glucémico ni mejoría de
la resistencia a la insulina en diabéticos tipo 2 que recibieron 2,7 g/d de
EPA/DHA; Berry concuerda con eso y añade que neutraliza la
hipertrigliceridemia, la hipertensión y la ganancia de peso asociadas a este
síndrome. Resultados similares obtienen Fasching y otros con
la administración diaria de 3,8/2,5 g de EPA/DHA.25 Dos estudios recientes
corroboran estos resultados: Los AG w -3 no modifican la sensibilidad de
lostejidos periféricos a la insulina, pero inhiben la gluotrosisis y la secreción de
insulina y aumentan la producción hepática de glucosa.

También se ha señalado que los aceites de pescado pueden aliviar los efectos
negativos que producen los productos finales de la glucosilación avanzada sobre
la relajación del endotelio, mediada por el óxido nítrico.

La administración de concentrados de aceites de pescado (EPA/DHA) como


suplemento dietético en los diabéticos dependerá de la dosis diaria del mismo,
se ha señalado que dosis elevadas (7,5 g/d) elevan la glucosa en ayunas mientras
dosis bajas (4g/d) no la modifican, mientras hay quienes proponen su uso sólo
en diabéticos con hipertrigliceridemia.

La Asociación Americana de Diabetes recomienda que el concentrado de aceite


de pescado en la dieta de los pacientes diabéticos con severa
hipertrigliceridemia debe hacerse con supervisión médica y dietética y no debe
establecerse como una recomendación a diabéticos en general.

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En resumen, el consumo de pescado fresco se recomienda en la preparación de


una dieta antiaterogénica, tanto en diabéticos como en no diabéticos y no deben
extrapolarse sus beneficios a la administración de concentrados de EPA/DHA,
estos estarán indicados preferiblemente en diabéticos hipertrigliceridémicos, sin
estar formalmente excluidos de sus beneficios los diabéticos no
hipertrigliceridémicos, en dosis no mayores de 3 g diarios y bajo control de la
glucemia en ayunas.

Efecto del omega-3 sobre la hipertrigliceridemia

La reducción de los lípidos plasmáticos (especialmente los triglicéridos)


generada por el consumo de AGPI-CL Omega-3 es uno de los efectos con
mayor evidencia tanto en humanos como en animales.(1)

Los aceites de pescado han demostrado que disminuyen el colesterol plasmático


y las concentraciones de triglicéridos, inhibiendo la biosíntesis de lipoproteínas
de muy baja densidad (VLDL) y de triglicéridos en el hígado, e incrementando
ligeramente la de lipoproteínas de alta densidad (colesterol HDL).(2) El efecto
sobre las concentraciones plasmáticas de triglicéridos, colesterol HDL y LDL
es inverso cuando se ingieren aceites ricos en AGPI-CL Omega-6, lo que indica
que la relación ácidos grasos Omega-3/ Omega-6 actuaría como un sensor
hepático para la regulación del metabolismo lipídico y el colesterol.

Prevención de la enfermedad cardiovascular y del colesterol

Los resultados de los estudios epidemiológicos y de intervención indican que el


consumo de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPI-CL) Omega-
3 puede afectar favorablemente a la salud cardiovascular y al colesterol: The Seven

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Countries Study (20 años de duración) concluyó que los hombres que
consumían 30 g/d de pescado reducían el riesgo de mortalidad por enfermedad
coronaria en un 50% en relación a los voluntarios que no consumían pescado;(3)
el Tite Western Electric Study, que los hombres que consumían más de 35 g/d
de pescado presentaban un riesgo relativo de mortalidad por enfermedad
coronaria de 0,62 en comparación con los que casi nunca consumían pescado(4)
y el estudio sobre Prevención de Aterosclerosis Coronaria Mediante
Intervención con Ácidos Grasos Omega-3 de Origen Marino (SCIMO)
demostró una reducción en el desarrollo de la aterosclerosis al administrar 1,6
g/d de AGPI Omega-3;(5) el Diet And Reinfarction Trial (DART) determinó
que dosis de 2-3 g/sem de AGPI-CL Omega-3 reducían el riesgo de sufrir un
episodio coronario secundario y producían un descenso del 30% en la
mortalidad a causa de enfermedad cardiovascular(6) y en el GISSI-Prevenzione,
el consumo de un suplemento nutricional de DHA y EPA de 1 g/d disminuyó
en un 17% el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular, en relación
con el grupo control que no consumió el suplemento.(7)

Aterosclerosis y omega-3

La aterosclerosis es un proceso fisiopatológico de origen multifactorial en el que


destacan dos componentes principales: la dislipidemia (triglicéridos y colesterol
elevados) y la inflamación. El consumo de AGPI-CL Omega-3 mejora el perfil
lipídico en plasma: dosis bajas de aceite de pescado pueden reducir la
concentración plasmática de triglicéridos e incrementar ligeramente las de
colesterol HDL.(10,11) El efecto sobre las concentraciones plasmáticas de
triglicéridos, colesterol HDL y LDL es inverso cuando se ingieren aceites ricos
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en AGPI-CL Omega-6 (12), lo que indica que la relación ácidos grasos Omega-
3 / Omega-6 actuaría como un sensor hepático para la regulación del
metabolismo lipídico y del colesterol.
El efecto ateroprotector de los AGPI-CL Omega-3 también proviene de su
incorporación a los fosfolípidos de las células, donde sustituyen parcialmente al
ácido araquidónico como sustrato inicial para la producción de eicosanoides
menos protrombóticos y vasoconstrictores.(13)

Arritmias cardiacas y omega-3

Además de sus efectos sobre la dislipidemia y la arteriosclerosis, los AGPI-CL


Omega-3 podrían tener efectos antiarrítmicos.(14) Su acción reguladora
cardiaca estaría relacionada con su capacidad para inhibir los canales de calcio
tipo-L en las células cardiacas, lo que a su vez prolongaría el periodo refractario,
haciendo al miocardio menos sensible a las arritmias
cardiacas peligrosas.(9,14,15)

Ácidos grasos Omega 3 y lípidos plasmáticos

Desde los estudios de Kinsell, Keys, Ahrens y otros se conoce la influencia que
el tipo de grasa de la dieta produce sobre el otrosesterol plasmático, no así sobre
las lipoproteínas. Sin embargo, el efecto de los AG w -3 sobre los lípidos y
lipoproteínas plasmáticas adquirió relevancia a partir de los trabajos de
Dyerberg en los esquimales a quienes encontró niveles de otrosesterol y
triglicéridos del 20 y 60%, respectivamente menores que en los daneses, y lo
relacionó con la marcada diferencia en el consumo dietético de pescado.

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Los AG w-3 disminuyen las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDLc) y los
triglicéridos del plasma, tanto en sujetos normales35 como en los
hipertrigliceridémicos y suprimen la lipemia postprandial representada por los
quilomicrones remanentes, tanto para las dietas ricas en grasa como para las
ricas en carbohidratos, consideradas aterogénicas. Los efectos sobre las
lipoproteínas de baja densidad (LDLc) y las lipoproteínas de alta densidad
(HDLc) son variables. La HDLc generalmente no cambia. Este efecto es dosis
dependiente en relación con los TG y con las VLDLc Se han reportado
incrementos de la HDL a expensas de la fracción HDL2.

La reducción de la hipertrigliceridemia será mayor, cuanto mayor sea el nivel


basal de triglicéridos, tanto cuando se administran dosis bajas de AG w-3
durante largo tiempo como cuando se ofrece una dosis única muy alta. Por otra
parte se ha reportado reducción de lipoproteína(a) [Lp(a)] en pacientes
sometidos a dieta rica en AG w-3 durante 6 meses.

El mecanismo por el cual los AG w-3 reducen la hipertrigliceridemia es


múltiple: la reducción de la síntesis hepática de TG, incremento de su
aclaramiento plasmático y a través de los receptores activadores de la
proliferación de peroxisomas (PPAR). La ligera elevación de las LDL con AG
w-3 parece estar relacionado con la más rápida convertibilidad de las VLDLc a
LDLc, lo que ha sido probado en cerdos pequeños, pero no en seres humanos.

Aparentemente, los AG w-3 producen una partícula de VLDL más pequeña que
es más susceptible de convertirse en LDLc No se conoce el mecanismo por el
cual ocurre la reducción o no modificación de las HDLc y se sugiere que en
parte depende de la dosis, la reducción es mayor a dosis mayores.

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Ácidos grasos Omega-3 en la hipertensión arterial

Los efectos de los AG w-3 en pacientes hipertensos han sido estudiados en


varios ensayos clínicos en los que se han observado reducciones de
la presiónarterial, tanto la sistólica como la diastólica y la presión arterial media,
se han utilizado tanto concentrados de EPA/DHA en dosis entre 3 y 4g diarios
como con raciones de pescado, en períodos que oscilaron entre 4 sem y 1 año.
Se han administrado dosis más altas (6,6g/d) sin observarse efectos sobre el
diámetro luminal y el porcentaje de estenosis medido por angiografía coronaria.

Aunque los AG w-3 reducen la presión arterial moderada, en ocasiones sólo


asociados a cambios en el estilo de vida, se ha señalado que en algunos
individuos aumenta el riesgo de apoplejía por hipertensión arterial por el
consumo de aceites de pescado concentrados, provocado por una respuesta
vasopresora exagerada mediada por catecolaminas.

En los meta-análisis de Apple, Morris y otros, en los que se agruparon 17 y 31


ensayos, respectivamente, estos autores concluyeron que el suplemento
dietético con AG w-3 tiene un efecto hipotensor en pacientes hipertensos. Ellos
encontraron que la reducción de la tensión arterial puede ser en el orden de -3/-
1,5 (TAS/TAD), en uno de ellos observaron un efecto dosis-respuesta con
reducciones de -1,3/-0,7 con dosis <3g/d, -2,9/-1,6 con dosis de 3,3.7g/d y -8,1/-
5,8 con dosis de 15g/d.

Se ha sugerido que el aceite de pescado produce incremento de


la compliance arterial y de la respuesta de los barorreceptores, además de una
mayorproducción de eicosanoides vasodilatadores y antiagregantes.

Los AG w-3, contenidos en los concentrados de aceites de pescado, pueden


usarse en dosis menores de 3g diarios como terapéutica coadyuvante a los

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fármacos hipotensores para reducir los niveles de presión arterial en personas


hipertensas. Aunque el incremento dietético del pescado de carne azul supera
estos beneficios.

Ácidos grasos Omega-3 en la hemostasia

Un estudio en La Habana(Cuba) que involucró más de 15 000 participantes,


evaluó el efecto de los w-3 sobre varios factores hemostáticos y encontró una
relación inversa entre el consumo y el fibrinógeno, factor VIII y factor de Von
Willebrand y asociación positiva con la proteína C reactiva, sin embargo, en
otro estudio de 120 pacientes con claudicación intermitente seguidos por 2 años
no se encontró diferencia entre los grupos que usaron w-3 y placebo con
respecto a la viscosidad plasmática, hematócrito, fibrinógeno, dímero D y
factor de Von Willebrand. El efecto mejor demostrado de los w-3 en la
hemostasia, modula la respuesta vascular y plaquetaria ante daños bioquímicos
o físicos y disminuye la agregación de estas últimas por varios
mecanismos: modulación de la síntesis de prostaglandina plaquetaria,
inhibición de la respuesta proliferativa vascular mediada por macrófagos o
citoquinas e incrementa la actividad del factor relajante del endotelio, todo esto
básicamente por la sustitución de ácido araquidónico por EPA y DHA en los
fosfolípidos de membrana.

No hubo diferencias en la actividad del inhibidor del activador del


plasminógeno-1 (PAI-1) entre individuos que consumieron w 3 y los que
consumieron placebo, en un estudio realizado con 224 hombres de edad media
no fumadores y saludables. En una revisión de 17 estudios que incluyeron 935
participantes, sólo en 2 de ellos se demostró aumento de la actividad del PAI-1

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atribuible al suplemento de w 3, por lo que no hay evidencias concluyentes de


un efecto desfavorable al respecto.

Por tanto, con el suplemento parece haber una reducción de algunos factores
hemostáticos y de la actividad protrombótica del plasma; sin embargo, se ha
detectado un incremento de la actividad proinflamatoria expresada por aumento
de las moléculas de adhesión e-selectina y la molécula de adhesión celular
vascular-1, resultado del incremento de la peroxidación lipídica, así como
también se ha comprobado incremento de la IL6 y TNF-alfa, lo cual aumenta la
actividad proinflamatoria.59 No se han encontrado efectos diferentes de los w -
3 sobre el factor VII y la homocisteína entre grupos con w -3 y placebo.

Otros efectos de los ácidos grasos Omega-3

A los ácidos grasos w-3 se les han atribuido efectos antiarrítmicos62 porque
indicados a cardiópatas se reduce el riesgo de paro cardíaco. Por otra parte, su
consumo disminuye el riesgo de cáncer de mama y colon. Se ha observado un
incremento de la actividad de aminotransferasa sérica durante el suplemento de
aceites de pescado así como efecto antiinflamatorio de las vías aéreas.Se
relacionan con la aterosclerosis no sólo por las modificaciones que producen
sobre las lipoproteínas del plasma, sino que lo hacen además mediante otros
factores que intervienen en los cambios estructurales que ocurren en la pared
arterial como en las citoquinas, los leucotrienos, los factores activadores y los
relajantes, radicales libres y otros.

En conclusión, la ingestión de pescados de carne azul constituye una


recomendación dietética tanto para la población general como para quienes
padecen de hipertensión arterial, diabetes mellitus y dislipidemias.
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El consumo de concentrados de aceites de pescado que contienen hasta 3g


diarios EPA/DHA, mejora la hipertrigliceridemia de los diabéticos y la de los
no diabéticos y reduce la hipertensión arterial sistólica y diastólica en
hipertensos. El consumo de altas concentraciones de EPA/DHA por un largo
período puede conducir a hipervitaminosis A o D, así como elevar la glucemia
en diabéticos, la presión arterial en hipertensos susceptibles y las LDLc

Adicionalmente, los AG w -3 disminuyen la agregación plaquetaria y reducen


la síntesis de mediadores químicos de la inflamación que intervienen en la
formación de la placa de ateroma. Por tanto se recomienda primero, el consumo
de pescados de carne azul 2 o 3 veces por semana en sustitución
de alimentos que contienen grasas saturadas y la administración de
concentrados de aceites de pescado pueden indicarse sólo a dosis bajas.

Se exponen a continuación algunas de las conclusiones sobre su uso dadas en


la Biblioteca Cochrane, para algunas áreas de la salud en las que se ha
investigado.

 Diabetes mellitus tipo 2: La administración de suplementos AGPI omega-3


para diabetes tipo 2 disminuye los triglicéridos y el colesterol VLDL, pero
puede aumentar el colesterol LDL (aunque los resultados no fueron
significativos en subgrupos) y no posee ningún efecto estadísticamente
significativo en los controles glucémicos o en la insulina en ayunas. Se
necesitan ensayos que midan como variables principales de
resultado eventos vasculares o muerte.

 Enfermedad de Crohn : Los ácidos grasos omega 3 son seguros y pueden ser
efectivos para el mantenimiento de la remisión en la EC cuando se
administran en cápsulas con cubierta entérica. Sin embargo, no hay
suficientes datos para recomendar el uso sistemático de los ácidos n-3 para
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el mantenimiento de la remisión en la EC. El número pequeño de pacientes


en los estudios incluidos justifica la realización de más estudios clínicos
aleatorizados de mayor tamaño.

 Colitis ulcerosa: No existen pruebas a favor del uso de ácidos grasos omega-
3 para el mantenimiento de la remisión en la colitis ulcerosa. Se justifica la
realización de estudios adicionales sobre las cápsulas de cubierta entérica.

 Claudicación intermitente: Los ácidos grasos omega-3 parecen tener


beneficios hematológicos limitados en las personas con claudicación
intermitente, pero no hay pruebas de una mejora sistemática en las medidas
de resultado clínicas, que constituyen las medidas de resultado primarias de
esta revisión (calidad de vida, hallazgos angiográficos). La administración de
suplementos también puede tener efectos adversos como el aumento en los
niveles de colesterol total y LDL. Se necesita investigación adicional en este
tema para evaluar los efectos a corto y a largo plazo sobre las medidas de
resultado clínicamente más pertinentes.

 Prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares: No está


claro si el consumo de ácidos grasos omega-3 en la dieta o como suplementos
altera la mortalidad total, los eventos cardiovasculares combinados o los
casos de cáncer en las personas con (o en alto riesgo de presentar)
enfermedades cardiovasculares, o en la población general. No existen
pruebas para recomendar que las personas dejen de consumir aquellas fuentes
ricas en ácidos grasos omega-3, pero se necesitan ensayos adicionales de
alta calidad para confirmar el efecto protector de los ácidos grasos omega-3
en la salud cardiovascular.

 Fibrosis quística: Aunque las pruebas son insuficientes para establecer


conclusiones firmes o recomendar el uso sistemático de los suplementos de
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ácidos grasos omega-3 en pacientes con fibrosis quística, esta revisión halló
que dichos suplementos pueden proporcionar algunos beneficios con
relativamente pocos efectos adversos. Esta revisión destacó la ausencia de
datos para muchos de los resultados con probabilidad de ser significativos
para las personas en tratamiento o que están tomando decisiones sobre el
mismo acerca de la fibrosis quística. Se necesita un estudio controlado
amplio, a largo plazo, multicéntrico y aleatorio para determinar si existe un
efecto terapéutico significativo y para evaluar la influencia en la gravedad de
la enfermedad, la dosis y la duración del tratamiento. Los investigadores
futuros deben tener en cuenta la necesidad de enzimas pancreáticas
adicionales.

 Trastorno bipolar: Los resultados de un estudio mostraron efectos positivos


de los ácidos omega 3 como tratamiento adyuvante para los síntomas
de depresión, pero no para la manía en el trastorno bipolar. Estos hallazgos
deben interpretarse con cautela debido a la escasez de datos disponibles. Se
necesitan con urgencia ensayos controlados aleatorios bien diseñados y
realizados de forma adecuada en esta área.

 Prevención de la demencia : Existe un creciente cúmulo de pruebas a partir


de estudios biológicos, observacionales y epidemiológicos que sugiere un
efecto protector de los omega 3 contra la demencia. Sin embargo, hasta que
se disponga de datos de ensayos aleatorios para el análisis, no existen pruebas
de calidad para apoyar el uso dietético o suplementario de omega 3 para la
prevención del deterioro cognitivo o la demencia.

 Esquizofrenia: la administración de suplementos de omega-3 parece producir


efectos beneficiosos pero aún no se han realizado suficientes investigaciones.

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Resumen
Se hizo una revisión del efecto beneficioso y perjudicial de los ácidos grasos
omega-3 en sujetos que padecen de diabetes mellitus, hipertensión arterial y
dislipidemias y sus efectos sobre la hemostasia y otros órganos y sistemas. Se
concluyó que la ingestión de pescados de carne azul 2 o 3 veces por semana, es
una recomendación dietética para toda la población y que el consumo de aceites
de pescado en dosis moderadas (hasta 3 g al día), es beneficioso para los
diabéticos, hipertensos e hipertrigliceridémicos como tratamiento coadyuvante,
que además disminuye la agregación plaquetaria y reduce la síntesis de
mediadores químicos de la inflamación. Dosis elevadas de aceites de pescado
pueden resultar perjudiciales sobre el control glucémico, la hipertensión arterial
en personas susceptibles y los niveles séricos de lipoproteínas de baja densidad
(LDL) y lipoproteínas de alta densidad (HDL).

Estatinas y ácidos grasos omega-3. Disminución de la mortalidad


cardiovascular dependiente e independiente de la reducción de la
colesterolemia

En los últimos años, diferentes estudios experimentales, epidemiológicos y


clínicos han subrayado el papel de los lípidos en las enfermedades
cardiovasculares1. Las concentraciones elevadas de colesterol y de
triglicéridos son factores de riesgo independiente que poseen gran valor
predictivo en el cálculo del riesgo cardiovascular. Esta realidad ha contribuido
al éxito de los fármacos hipolipidemiantes; en particular, de los inhibidores de

20
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

la HMG-CoA reductasa (estatinas), que son los más avalados por estudios
clínicos que demuestran su eficacia para reducir la morbimortalidad
cardiovascular. Aunque el efecto clínico de estos fármacos se atribuye
principalmente a la reducción de las concentraciones plasmáticas de colesterol
unido a lipoproteínas de baja densidad (cLDL), algunos estudios clínicos y
muchos estudios experimentales indican que parte de su actividad
cardioprotectora puede deberse a una combinación de efectos pleitrópicos 2.
Estos efectos pleiotrópicos, independientes de la reducción de colesterol, son
específicos y se deben a que estos fármacos modulan la biodisponibildiad de
otros compuestos que intervienen en diversas funciones celulares.

Aunque sólo a mediados de la década de los noventa, con la publicación del


estudio 4S3, se tuvo evidencia clínica de la importancia de controlar
farmacológicamente los concentraciones de lípidos plasmáticos, diferentes
estudios epidemiológicos ya habían demostrado la importancia de las
concentraciones de colesterol y triglicéridos en la fisiopatología de los
síndromes coronarios agudos. Así, en la década de los setenta, científicos
daneses observaron que, a pesar de que los esquimales de Groenlandia
consumían una dieta muy rica en grasas, la tasa de incidencia de enfermedades
coronarias era muy baja4. Bang et al5descubrieron que esa baja incidencia de
cardiopatía isquémica se correlacionaba con concentraciones plasmáticas
elevadas de ácidos grasos poliinsaturados (AGPI), sobre todo del ácido graso
omega-3 eicosapentanoico (EPA), procedentes del elevado consumo de
pescado5. Posteriormente, varios estudios demostraron las propiedades
cardioprotectoras de los alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 y
establecieron que hay una relación inversa entre el consumo de pescado y
ácidos grasos omega-3 y la mortalidad cardiovascular6-12. Los ácidos grasos

21
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

omega-3 ejercen múltiples efectos sobre el sistema cardiovascular, pues


reducen las concentraciones de triglicéridos, disminuyen la agregabilidad
plaquetaria y la trombosis, y favorecen la fibrinólisis, reducen la presión
arterial y ejercen efectos antiaterogénicos y antiinflamatorios13. Ante los datos
crecientes del efecto cardiosaludable de los ácidos grasos omega-3, diferentes
sociedades científicas han recomendado que se debe aumentar su consumo. La
American Heart Association recomienda que los pacientes con cardiopatía
isquémica consuman aproximadamente 1 g/día de EPA + docosahexanoico
(DHA) y, en ausencia de esta enfermedad, se debería consumir aceite de
pescado al menos 2 veces a la semana. En las recomendaciones de la European
Society of Cardiology para el tratamiento del infarto agudo de miocardio
(IAM) con elevación del segmento ST, la suplementación con 1 g de ácidos
grasos omega-3 se clasificó como una recomendación de clase tipo I. La
ingesta diaria de ácidos grasos omega-3 recomendada por la Sociedad
Española de Nutrición Comunitaria es de 2,2 g (2 g alfalinolénico [ALA] +
0,2 DHA).

En este artículo revisamos algunos paralelismos entre las estatinas y los AGPI
omega-3, cuyas propiedades hipolipidemiantes, frente a la hipercolesterolemia
o la hipertrigliceridemia, respectivamente, pueden producir efectos
complementarios sobre el perfil lipídico, y cuyos efectos cardioprotectores
independientes de la reducción de las concentraciones de lípidos también
podrían ser aditivos cuando se administran conjuntamente.

22
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

EFECTO CARDIOPROTECTOR DE LOS ACIDOS GRASOS


POLIINSATURADOS OMEGA-3: ESTUDIOS CLINICOS

El estudio Zutphen6 fue uno de los primeros en los que se puso de manifiesto
que el consumo de pescado podría ejercer un efecto cardioprotector. Este
estudio estableció que los varones que no consumían o consumían poco
pescado presentaban una mayor tasa de enfermedad coronaria que los que
consumían pescado más de una vez a la semana. Posteriormente, otros estudios
contribuyeron a apoyar el efecto cardioprotector del consumo de pescado y de
los ácidos grasos omega-37-12.

Debe destacarse el estudio Diet and Reinfarction Trial (DART), que estableció
una reducción del 29% en la mortalidad por todas las causas en varones que
consumían pescado o aceites de pescado y que habían presentado previamente
un IAM7. El estudio se llevó a cabo en 2.033 varones no diabéticos de edad <
70 años que se habían recuperado de un IAM reciente. Este estudio suscitó
gran interés ante la eventualidad de que una dieta rica en aceite de pescado
pudiera reducir la muerte súbita por causas cardiacas; además, la relativa
prontitud (a los 2 años) con la que se observó una llamativa reducción en la
mortalidad tan llamativa señaló que podría tratarse de un potencial efecto
antiarrítmico o antitrombótico, más que de un efecto sobre la ateroesclerosis,
cuya manifestación clínica sería más tardía. Posteriormente, el estudio Lyon
Diet Heart Trial comparó la dieta mediterránea rica en ácidos omega-3 con la
dieta tipo 1 de la American Heart Association en pacientes con IAM, y
determinó que la primera producía una reducción de episodios
cardiovasculares del 76%8. El US Physicians Health Study9, realizado entre
20.551 médicos americanos durante 11 años, concluyó que el consumo de

23
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

pescado al menos una vez por semana reducía el riesgo de muerte súbita
cardiaca. Más recientemente, el Nurses Health Study, que incluyó a un total
de 84.688 enfermeras durante un período de seguimiento de 16 años,
determinó que el riesgo de muerte por enfermedad coronaria era menor en las
mujeres que consumían mayor cantidad de pescado y ácidos grasos omega-
310, protección que también se evidenciaba en un subgrupo de mayor riesgo
compuesto por mujeres diabéticas. Con estos antecedentes, Albert et
al12 realizaron un estudio prospectivo de casos y controles entre varones
aparentemente sanos seguidos durante 17 años en el US Physicians Health
Study y determinaron que en estos individuos sin enfermedad coronaria
previa, las concentraciones circulantes de ácidos grasos omega-3 se
correlacionaban de forma inversa con el riesgo de muerte súbita cardiaca12.

En la figura 1 se resumen los resultados de un metaanálisis reciente realizado


por He et al14con los datos de 11 estudios que analizaron el efecto del consumo
de pescado sobre la mortalidad por cardiopatía isquémica. La principal
conclusión es que el consumo de pescado se relaciona inversamente con la
mortalidad por cardiopatía isquémica y que por cada 20 g/día de consumo de
pescado se reduce el riesgo relativo de muerte por cardiopatía isquémica un
7%.

24
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

Fig. 1 . Reducción del riesgo relativo (RR) de cardiopatía isquémica (CI) de


acuerdo con el consumo de pescado. Se muestra el resultado del metaanálisis
realizado por He et al14, que incluyó a 222.364 pacientes (89.102 varones y
125.873 mujeres) con 3.032 episodios clínicos. No se observaron diferencias
significativas entre varones y mujeres. El promedio de seguimiento de los 11
estudios fue de 11,8 años y en 5 de ellos fue superior a 12 años. Se indica el
consumo de pescado en número de veces por semana. Un aumento de 20 g/día

25
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

en el consumo de pescado se relacionó con una reducción del riesgo de muerte


por CI del 7%. Se muestra el RR y el intervalo de confianza del 95%.

Por tanto, múltiples estudios indican que el consumo de más pescado o la


ingesta de ácidos grasos omega-3 en forma de complementos pueden ser una
forma barata y de bajo riesgo de reducir la enfermedad cardiovascular.
Teniendo en cuenta que el aporte de ácidos grasos omega-3 de la dieta habitual
de muchos países occidentales está muy por debajo de las cifras recomendadas
por las sociedades científicas, parece evidente la necesidad de incrementar el
consumo de ácidos grasos omega-3 en las dietas occidentales. Por otra parte,
la limitada capacidad del ser humano de sintetizar EPA y DHA a partir de su
precursor natural el ácido alfalinoleico (ALA) y las evidencias que indican que
estos ácidos grasos poseen una mayor actividad biológica y mayor potencia
como fármacos «cardioprotectores» que su precursor son la base de las
estrategias farmacológicas cuyo objetivo es complementar el aporte dietético
de EPA y DHA.

El estudio GISSI-Prevenzione

Los datos epidemiológicos y los resultados de los estudios clínicos y


experimentales comentados anteriormente fueron la base para el diseño de un
estudio clínico cuyo objetivo fue demostrar el efecto de los ácidos grasos
poliinsaturados (AGPI) omega-3 en la morbilidad y mortalidad cardiovascular
en pacientes que habían tenido un IAM. El grupo italiano para el estudio de la
supervivencia tras infarto agudo de miocardio (GISSI) realizó el estudio
GISSI-Prevenzione15,16, un estudio multicéntrico, aleatorizado, diseñado para
analizar el impacto del Omacor® en prevención secundaria. Se incluyó a un
total de 11.324 pacientes, aleatorizados en 172 centros. La mediana de tiempo

26
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

transcurrido entre el IAM y la asignación aleatoria fue de 16 días. Además del


Omacor® (1 g/día), se estudió el efecto de la vitamina E (300 mg/día) sola o
en combinación con Omacor®, de modo que el estudio lo componían 4 grupos.
Se plantearon 2 variables de valoración principal: la tasa acumulada de
mortalidad total, IAM no fatal e ictus no fatal, y la tasa acumulada de
mortalidad cardiovascular, IAM no fatal e ictus no fatal. La media de
seguimiento fue de 3,5 años. El Omacor® produjo una reducción significativa
de ambas variables de valoración principal. Los análisis secundarios revelaron
reducciones del 21, 30, 32 y 45% en el riesgo de mortalidad total, mortalidad
cardiovascular, mortalidad coronaria y mortalidad por muerte súbita 17. El
efecto positivo del Omacor® sobre la supervivencia se puso de manifiesto a
los pocos meses de iniciado el estudio y se mantuvo durante todo el período
de seguimiento (fig. 2). Estos resultados del GISSI, reducción de la mortalidad
total pero no en la frecuencia de infarto de miocardio no fatal, están en
consonancia con lo observado en el estudio DART7, así como con los datos de
estudios observacionales. Se ha hipotetizado que el beneficio observado en el
estudio GISSI, en una población como la italiana con dieta mediterránea y con
un riesgo cardiovascular relativamente bajo, podría haber sido superior en
otras poblaciones de mayor riesgo.

27
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

Fig. 2. Mortalidad total en el estudio GISSI-Prevenzione. Se observó una


reducción de la mortalidad total estadísticamente significativa al cabo de 3
meses. Datos procedentes de Marchioli et a

Debe subrayarse que los pacientes recibían tratamiento estándar de prevención


secundaria; por lo tanto, Omacor® aportó un beneficio adicional sobre el
tratamiento farmacológico que incluía antiagregantes, inhibidores de la
enzima de conversión de la angiotensina (IECA), bloqueadores beta y
estatinas. Respecto a las concentraciones plasmáticas de lípidos, no se
observaron variaciones significativas, excepto en las concentraciones de
triglicéridos, que disminuyeron un 3,4% en el grupo tratado con Omacor®. En
relación con las estatinas, debe considerarse que cuando comenzó el estudio
GISSI, los hipolipidemiantes no eran tratamientos recomendados, de modo

28
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

que a medida que se incorporaron a la práctica clínica durante los años


siguientes su uso aumentó del 5% al inicio del estudio a casi un 50% al final
de éste.

MECANISMOS DEL EFECTO CARDIOPROTECTOR DE


LOS ACIDOS GRASOS OMEGA-3

Los ácidos grasos omega-3 procedentes de la dieta se distribuyen virtualmente


por todas las células del organismo, intervienen en diferentes procesos
fisiológicos y pueden ejercen efectos beneficiosos sobre varias enfermedades
crónicas. Los mecanismos a través de los cuales ejercen estos efectos pueden
ser diversos, ya que afectan a la composición y la función de la membrana
plasmática de las células, modulan la síntesis de eicosanoides, la señalización
celular y la expresión génica (fig. 3).

29
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

Fig. 3. Vías en las que intervienen los ácidos grasos en la célula y potenciales
mecanismos a través de los que los ácidos grasos omega-3 regulan la expresión
génica. Los ácidos grasos libres (AGL) circulan en el plasma débilmente
unidos a la albúmina y penetran en las células con ayuda de un transportador
de ácidos grasos (TAG). Dentro de las células se unen a una proteína de unión
a ácidos grasos (FABP, fatty acid-binding protein), pueden intercambiarse con
los AG de los fosfolípidos de las membranas (en los lipid rafts o «balsas
lipídicas»), y pueden ser activados al unirse a la coenzima A (AG-CoA) para
sintetizar triglicéridos o bien para su catabolismo (betaoxidación). Los ácidos
grasos omega-3 pueden activar factores de transcripción a los que se unen
como ligandos (PPAR). El ácido docosahexanoico (DHA) también puede
unirse a RXR. Mediante flechas se indican los procesos de activación (flechas
continuas) y de inhibición (flechas discontinuas).

Aunque no se ha establecido de forma clara el mecanismo causante del


beneficio clínico, se cree que podría deberse a sus propiedades
antiarrítmicas15,16,18,19, aunque también podría ser el resultado de una
combinación de los múltiples efectos cardioprotectores relacionados con la
reducción de las concentraciones de triglicéridos plasmáticos, la hemostasia y
la trombosis, la reducción de la presión arterial y otros efectos antiaterogénicos
y antiinflamatorios13,20,21 (tabla 1). Sin embargo, normalmente estos efectos se
evidencian con dosis de ácidos grasos omega-3 superiores a la utilizada en el
estudio GISSI.

30
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

A continuación se relacionan los potenciales efectos de los AGPI omega-3 y


su posible complementación o interacción con los efectos cardioprotectores de
las estatinas.

Efectos antiarrítmicos

En la década de los ochenta, McLennan et al22 realizaron los primeros estudios


en modelos animales que demostraban que los ácidos grasos omega-3
aumentaban el umbral para el desarrollo de arritmias ventriculares.
Posteriormente, otros estudios en diferentes modelos animales confirmaron
estos resultados. Los resultados de los estudios clínicos avalan la hipótesis de
que los mecanismos antiarrítmicos son probablemente el principal mecanismo
del beneficio clínico de estos compuestos15,16,18. Este efecto de los AGPI es
independiente de su actividad hipolipidemiante y parece relacionado con la
capacidad de los AGPI omega-3 de estabilización eléctrica de los miocitos,
debido a su acción sobre los canales iónicos de la membrana19,23. El potencial

31
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

de los ácidos grasos como supresores de arritmias ventriculares y


supreventriculares se comenta más extensamente en otro capítulo de esta
monografía.

Varios estudios indican que las estatinas también reducen la incidencia de


arritmias en diferentes situaciones clínicas, como en pacientes con enfermedad
coronaria a los que se implantó un desfibrilador o después de intervenciones
de bypass coronario24,25. Estos efectos parecen ser independientes de la
reducción de las concentraciones de colesterol y, teóricamente, podrían
sumarse a los efectos antiarrítmicos de los ácidos grasos omega-3 en un
tratamiento combinado con ambos compuestos; sin embargo, en la actualidad
no se dispone de datos en este sentido.

Efectos sobre el perfil lipídico

En el estudio GISSI, una dosis baja de AGPI omega-3 (1 g/día; una cápsula de
Omacor®) produjo una discreta reducción de las concentraciones circulantes
de triglicéridos (aproximadamente del 4,6%) sin que se modificasen otros
parámetros séricos, como las concentraciones de colesterol total y colesterol
unido a lipoproteínas de baja (cLDL) y alta densidad (cHDL)15,16. Sin
embargo, los resultados de otros estudios en los que se han utilizado dosis
superiores de AGPI omega-3 indican que éstos reducen las concentraciones
plasmáticos de triglicéridos de forma dependiente de la dosis. En una revisión
exhaustiva de los estudios en humanos, Harris et al 20 comunicaron que la
ingesta de 4 g/día de ácidos grasos omega-3, contenidos en el aceite de
32
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

pescado, reduce los triglicéridos en un 25-30%. La administración de


Omacor® (4 g/día) reduce eficazmente y de forma consistente (24-45%) las
concentraciones de triglicéridos en pacientes con hipertrigliceridemia grave.
Esta reducción se asocia normalmente con un descenso de las concentraciones
de VLDL. El efecto de Omacor® sobre las concentraciones de otras
lipoproteínas es mucho menos consistente; por ejemplo, sólo en algunos
estudios se ha observado un ligero incremento de las HDL26,27, aunque al
analizar las subfracciones de HDL se ha podido constatar un aumento selectivo
de la fracción de HDL2 y de la actividad de la enzima paraoxonasa, a la que
se atribuyen la actividad antioxidante de las HDL27.

En la tabla 2 se muestra los resultados más relevantes de un reciente


metaanálisis que pone de manifiesto que el efecto beneficioso de los ácidos
grasos omega-3 es independiente de la reducción de la colesterolemia28. En
este análisis se observa que, aunque los ácidos grasos omega-3 tan sólo
reducen las concentraciones de colesterol un 2% como promedio, su efecto
sobre la mortalidad total y la mortalidad cardiovascular es tan patente o más
que el de las estatinas, que como promedio reducen un 20% las
concentraciones plasmáticas de colesterol. Lógicamente, en esta reducción del
riesgo cardiovascular se han de tener en cuenta las indicaciones específicas de
cada tratamiento, así como las distintas características de las poblaciones
objeto de estudio, no sólo en lo que a concentraciones de lípidos circulantes se
refiere. En la tabla 2 se incluyen los fibratos, fármacos eficaces para
incrementar los concentraciones de HDL y reducir los triglicéridos, aunque los
datos combinados de los 17 estudios con fibratos incluidos en dicho
metaanálisis no mostraron una reducción significativa de la mortalidad total.
De hecho, la ligera reducción de la mortalidad cardiovascular producida por

33
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

los fibratos era anulada debido a un aumento concomitante de la mortalidad


por causas no cardiovasculares28.

Por el contario, si analizamos comparativamente los datos de varios estudios


clínicos con estatinas se observa una estrecha relación entre la disminución de
la tasa de episodios cardiovasculares y la reducción de los concentraciones de
colesterol. En la figura 4 se muestra cómo se reduce la tasa de episodios según
disminuyen las concentraciones de cLDL en varios ensayos clínicos de
prevención secundaria con estatinas. Esta relación se observa no sólo
interestudios, sino también cuando en un mismo estudio se utilizan 2 dosis de
un mismo fármaco con poder hipolipidemiante netamente diferente, como en
el caso del estudio TNT (Treating to New Targets study), que comparó dosis
de 10 y 80 mg de atorvastatina29. Esta reducción del riesgo cuando nos
desplazamos hacia concentraciones de colesterol del orden de 100 mg/dl o
inferiores ha sido la base para que el Third Report of the National Cholesterol
Education Program (NCEP) Adult Treatment Panel30 y las recomendaciones
más recientes de la Third Joint Task Force of European and Others Societies
on Cardiovascular Disease Prevention in Clinical Practice31 hayan

34
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

considerado que en los pacientes de alto riesgo deberían alcanzarse


concentraciones de colesterol < 100 mg/dl.

Fig. 4. Tasa de episodios según los concentraciones de colesterol unido a


lipoproteínas de baja densidad (cLDL) en varios ensayos clínicos de
prevención secundaria con estatinas. La tasa de episodios de los estudios HPS,
CARE y LIPID se refieren a muertes debidas a cardiopatía isquémica e infarto
no fatal. La tasa de episodios de los estudios 4S y TNT también incluyen la
reanimación después de paro cardiaco. CARE: Cholesterol and Recurrent
Events; HPS: Heart protection Study; LIPID: Long-term Intervention With
Pravastatin in Ischaemic Disease; 4S: Scandinavian Simvastatin Survival
Study; TNT: Treating to New Targets study. Datos procedentes de LaRosa et.

35
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

Por tanto, los mecanismos básicos mediante los cuales los AGPI omega-3 y
las estatinas ejercen efectos sobre la mortalidad cardiovascular parecen
básicamente diferentes. Ante ello es lógico plantearse la pregunta de si la
administración conjunta de AGPI omega-3 y estatinas nos permitiría obtener
un mayor beneficio clínico. En este sentido, es frecuente que los pacientes que
desarrollan cardiopatía isquémica presenten hipercolesterolemia e
hipertrigliceridemia, lo que obliga a actuar farmacológicamente sobre ambos
factores de riesgo, ya que en muchos de los pacientes con hiperlipidemia
combinada la monoterapia con fármacos hipolipidemiantes reduce las
concentraciones de colesterol, pero no las de triglicéridos o a la inversa. En
estos pacientes de alto riesgo se suele combinar una estatina y un fibrato; sin
embargo, esta combinación puede producir en algunos pacientes mialgias y
elevación de las enzimas hepáticas, por lo que su uso tiende a disminuir
progresivamente. Los resultados de varios estudios epidemiológicos y de
ensayos clínicos con Omacor®señalan que los AGPI omega-3 pueden ser una
estrategia terapéutica alternativa para reducir las concentraciones de
triglicéridos, particularmente en pacientes con hipertrigliceridemia de tipo IIb
y III32. Varios estudios demuestran que la asociación de Omacor® con estatinas
(pravastatina y simvastatina) es segura y efectiva como tratamiento combinado
para reducir los triglicéridos y el cLDL en pacientes de alto riesgo
cardiovascular que presentan hipertrigliceridemia grave con o sin enfermedad
coronaria establecida33-36. En estas asociaciones, Omacor® reduce eficazmente
la hiperlipidemia posprandial32. Cuando se ha asociado con atorvastatina se
han obtenido resultados similares: disminución significativa de los
triglicéridos, ligero aumento de las HDL y mejora de la hiperlipidemia
posprandial37. La mayoría de estos estudios ha sido de corta duración (entre 2
y 12 semanas); sin embargo, en un estudio más prolongado (un año) con
36
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

pacientes diabéticos con enfermedad coronaria establecida e hiperlipidemia


mixta, que recibían tratamiento con simvastatina, se observó que Omacor® era
un tratamiento bien tolerado que reducía eficazmente las concentraciones
plasmáticas de triglicéridos (20-30%) y de VLDL (30-40%)36. Teniendo en
cuenta que los AGPI omega-3 parecen tan eficaces como los fibratos para
reducir las concentraciones de triglicéridos y aparentemente más eficaces que
éstos para reducir la mortalidad total, la combinación entre omega-3 y estatinas
parece la mejor elección en pacientes en los que se deben controlar las
concentraciones de colesterol y triglicéridos.

En la medida en que no disponemos de datos procedentes de estudios más


amplios y de mayor duración que los mencionados anteriormente, lo que
podemos afirmar de los resultados publicados hasta el momento es que
Omacor® es una alternativa segura y eficaz para reducir los triglicéridos, tanto
cuando se utiliza en monoterapia como cuando se asocia con una estatina.
Actualmente se están realizando varios estudios cuyo objetivo es evaluar el
impacto de la combinación de ácidos grasos omega-3 y estatinas sobre la
mortalidad, entre ellos el estudio JELIS (Japan EPA Lipid Intervention Study)
y el GISSI Heart Failure Trial38. Los datos preliminares del estudio JELIS
indican que, efectivamente, la asociación de una estatina con el consumo de
ácidos grasos omega-3 aumenta la reducción de episodios coronarios graves

Efectos en la hemostasia/trombosis/fibrinólisis

Los ácidos grasos omega-3 reducen la agregabilidad plaquetaria y modulan la


trombosis a través de mecanismos independientes de su actividad sobre los

37
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

triglicéridos. Los AGPI omega-3 no son buenos sustratos para las enzimas
ciclooxigenasa (COX) y lipooxigenasa (LOX) que regulan la síntesis de
prostanoides/tromboxanos y leucotrienos/hidroxieicosatetranoides,
respectivamente. Los productos que se originan cuando estas enzimas utilizan
como sustrato AGPI omega-3, por ejemplo, el tromboxano A3 (TXA3) y el
leucotrieno B5 (LTB5), son mucho menos activos que sus equivalentes
TXA2 y LTB4 procedentes de la transformación del ácido araquidónico. Se
produce, por tanto, una disminución de los eicosanoides más activos
(eicosanoides de la serie 2 y leucotrienos de la serie 4) que son potentes
agentes proagregantes, vasoconstrictores y proinflamatorios40. El consumo de
AGPI omega-3 también podría aumentar las concentraciones de antitrombina
III y producir hipocoagulabilidad al reducir las concentraciones de fibrinógeno
y factor V41. Además, podrían incrementar la actividad fibrinolítica a través de
una reducción de las concentraciones de PAI-142, aunque este efecto no se ha
observado de forma consistente en todos los estudios. Los efectos de los ácidos
grasos omega-3 sobre la agregabilidad plaquetaria y la trombosis se comentan
extensamente en un capítulo específico de esta monografía.

Las estatinas también poseen actividad antitrombótica, que es independiente,


al menos en parte, de su efecto hipolipidemiante, como se ha demostrado en
varios modelos animales y en humanos43,44. Además, diferentes estudios han
constatado un potencial efecto profibrinolítico que se manifiesta, por ejemplo,
en la reducción de las concentraciones plasmáticas de PAI-1, probablemente
como consecuencia de la reducción de la expresión de este gen en el
endotelio45.

38
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

Los mecanismos a través de los cuales los ácidos grasos omega-3 y las
estatinas actúan como antiagregantes, antitrombóticos o profibrinolíticos son
básicamente distintos y podrían ser aditivos cuando ambos compuestos se
administran conjuntamente. Sin embargo, se desconoce si estos efectos son
relevantes con la dosis utilizada en el estudio GISSI-Prevenzione (1 g/día), y
hay pocos estudios en los que se haya evaluado el efecto de su combinación
sobre estos parámetros. Nordoy et al35 demostraron que en pacientes tratados
con simvastatina (20 mg/día), al administrar un complemento de ácidos grasos
omega-3 (3,36 g/día) durante 5 semanas se producía una reducción
significativa de la fracción libre de inhibidor de la vía del factor tisular (TFPI)
y una inhibición de la activación del factor VII. Recientemente, en un estudio
con un reducido número de pacientes, Zeman et al 46observaron que el
complemento con ácidos grasos omega-3 (3,6 g/día) durante 3 meses en
pacientes con dislipidemia diabética tratados con una estatina y un fibrato,
además de reducir las concentraciones de triglicéridos, también dismi-nuía las
concentraciones plasmáticas de homocisteína, que es un reconocido factor de
riesgo aterotrombó-tico.

Mejora de la función endotelial

La disfunción endotelial desempeña un papel crítico en el inicio y la


progresión de la ateroesclerosis, denominador común de la enfermedad
isquémica coronaria, vascular periférica, cerebrovascular y de la muerte súbita
por causas isquémicas47,48. Diferentes estudios indican que los ácidos grasos
omega-3 mejoran la función endotelial.

39
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

En adultos jóvenes, las concentraciones circulantes de DHA se han


correlacionado positivamente con una mejora de la respuesta de la arteria
braquial a la dilatación mediada por flujo (Flow Mediated Dilatation
[FMD])49, lo que indica que ligeras variaciones en las concentraciones
fisiológicas de DHA pueden modular la función endotelial. De hecho, estudios
de intervención dietética han revelado que la suplementación con 1,2 g/día de
DHA mejora la FMD en niños con hiperlipidemia50 y que el tratamiento con
EPA/DHA (Omacor®, 4 g/día) durante 4 meses también mejora la función
endotelial de pacientes hipercolesterolémicos51. En el mecanismo por el que
los ácidos grasos omega-3 mejoran la función endotelial parece desempeñar
un papel la capacidad de estos compuestos para modificar la composición de
las membranas celulares y favorecer la síntesis/liberación de óxido nítrico
(NO) por el endotelio52.

Íntimamente ligado con la mejora de la función endotelial en varios estudios


clínicos y experimentales, se ha observado una reducción de las
concentraciones de moléculas de adhesión. En una cohorte de 727 mujeres de
43 a 69 años del estudio Nurses' Health Study se estableció que la ingesta de
ácidos grasos omega-3 se correlaciona inversamente con las concentraciones
circulantes de varias moléculas de adhesión (ICAM-I, VCAM-I y E-selectina)
y de la proteína C reactiva (PCR)53. En otros estudios, como el DOIT (Diet
and Omega-3 Intervention Trial), realizado en 563 pacientes de edad avanzada
con hiperlipidemia, se ha descrito que el consumo de ácidos grasos omega-3
(2,4 g/día) reduce las concentraciones circulantes de ICAM y
trombomodulina54. Finalmente, varios estudios mecanísticos realizados en
células en cultivo confirman la capacidad de los ácidos grasos omega-3 de
regular la expresión de las moléculas de adhesión a través de la modulación

40
FMH BIOQUIMICA -MONOGRAFIA

de vías de señalización y factores de transcripción, como los PPAR


(peroxisome proliferator-activated receptor) y el NF-κB. De hecho, los ácidos
grasos omega-3 reducen la actividad de NF-κB, a través de un mecanismo
indirecto dependiente de PPAR-α55.

Probablemente la mejora de la función endotelial por las estatinas sea uno de


los llamados efectos pleitrópicos de estos fármacos mejor estudiado y más
ampliamente reconocido2. Es fácil presuponer que el beneficio clínico
asociado con una mejora de la función endotelial podría aumentar en la
combinación de tratamiento de AGPI omega-3 y tratamiento con estatinas; sin
embargo, hasta el momento no hay datos a este respecto.

Actividad antiinflamatoria

En apartados anteriores hemos comentado que los ácidos grasos omega-3


reducen la síntesis de los eicosanoides, que son más activos como mediadores
de la inflamación, lo que contribuye a reducir la respuesta inflamatoria, y
disminuyen la expresión de moléculas de adhesión que intervienen en la
interacción de los monocitos con el endotelio vascular. Los efectos
antiinflamatorios de los ácidos grasos omega-3 también podrían contribuir a
su beneficio clínico. En este sentido, en un estudio reciente llevado a cabo
entre pacientes que iban a recibir una endarterectomía coronaria se observó
que el consumo durante 42 días de aceite de pescado rico en AGPI omega-3
inducía cambios en la composición de las lesiones: menos inflamación, menor
contenido de macrófagos y cubiertas fibrosas menos delgadas56. Aunque los
resultados de este estudio deberían confirmarse en un ensayo que incluyese un
mayor número de pacientes, el hecho de que se observasen cambios en la
composición de las lesiones en un plazo tan corto indica que el consumo de

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AGPI omega-3 puede aumentar la estabilidad de las placas, lo que podría


contribuir a explicar la reducción de los episodios cardiovasculares en estudios
como el GISSI.

Las estatinas también poseen propiedades antiinflamatorias, atribuibles, al


menos en parte, a mecanismos independientes de la reducción de las
concentraciones plasmáticas de colesterol, como se ha demostrado en
múltiples estudios57. Aunque no hay estudios en los que se haya analizado el
efecto combinado de las estatinas y los ácidos grasos omega-3 sobre la
mayoría de estos parámetros, sí debe destacarse que en un estudio reciente se
ha observado que los AGPI omega-3 (3 g/día) no sólo reducen eficazmente las
concentraciones de triglicéridos al cabo de 2 meses de tratamiento, sino que
también contribuyen a disminuir las concentraciones de PCR, marcador
sistémico de inflamación, cuando se asocia con una estatina58.

CONCLUSIONES

Los ácidos grasos omega-3 procedentes de la dieta se distribuyen virtualmente


por todas las células del organismo y ejercen efectos beneficiosos en diferentes
procesos fisiológicos. Múltiples estudios avalan sus propiedades
cardioprotectoras, que parecen relacionadas fundamentalmente con su
actividad antiarrítmica en los miocardiocitos, pero que también podrían
deberse a una combinación de efectos sobre los hepato-citos (reducción de
triglicéridos), la pared vascular (función endotelial) y las células circulantes
que intervienen en la aterogénesis (antiagregantes plaquetarios y efectos
antiinflamatorios sobre los monocitos). Los ácidos grasos omega-3 ejercen
estos efectos sin afectar prácticamente a las concentraciones de colesterol. La
asociación del consumo de AGPI omega-3 con el tratamiento con estatinas,

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fármacos que además de reducir los concentraciones de colesterol también


poseen efectos cardioprotectores independientes de su efecto
hipolipidemiante, está indicada en el tratamiento de las hiperlipidemias tipos
IIb y III. El paralelismo entre muchos de los efectos biológicos de los ácidos
grasos omega-3 y los llamados efectos pleitrópicos de las estatinas permite
suponer que la asociación de ambos tratamientos podría potenciar tales efectos
cardioprotectores independientes de su acción hipolipidemiante. Sin embargo,
se necesitan más estudios que determinen la naturaleza y la extensión de los
potenciales efectos aditivos o sinérgicos de la combinación de AGPI omega-3
y estatinas en la función vascular. En este contexto, y teniendo en cuenta el
diferencial entre el consumo de ácidos grasos omega-3 en muchos países
desarrollados y las recomendaciones dietéticas actuales, el potencial impacto
que el incremento del consumo de estos ácidos grasos puede tener en la salud
pública puede ser importante. Debe subrayarse, sin embargo, que actualmente
no hay estudios en los que se demuestre con claridad que la combinación de
estatinas y AGPI omega-3 aumente el beneficio clínico, en términos de
reducción de la mortalidad. En este sentido los resultados preliminares del
estudio JELIS presentados en el congreso de la American Heart Association
del pasado año indican que, efectivamente, la asociación de una estatina con
el consumo de ácidos grasos omega-3 aumenta la reducción de episodios
coronarios graves39. Además, en un futuro próximo, los resultados de otros
estudios como el GISSI Heart Failure Trial38, todavía en fase de selección de
pacientes, pueden aportar nuevos datos sobre los efectos de la terapia
combinada en la mortalidad cardiovascular.

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Ácidos grasos omega 6

Los ácidos grasos omega-6, son al igual que los conocidos omega-3, un tipo
de ácidos grasos insaturados esenciales, que en este caso se encuentran
presentes en la grasa de ciertos alimentos muy variados o en animales (en sus
pieles). Los niveles que ingerimos de este tipo de ácidos grasos deben
encontrarse en equilibrio con la ingesta de omega-3, pues de tomar en exceso
con respecto a ω3, existiría un alto riesgo de padecer diferentes enfermedades.
Son ácidos esenciales y beneficiosos para nuestro organismo pero deben
encontrarse en todo momento en un correcto equilibrio proporcional con
respecto a los ácidos grasos omega-3, pues de lo contrario podrían llegar a
causar daños.

En la actualidad, las dietas que se siguen cuentan por lo general con una
proporción de 10 a 1 (10:1) de ácidos grasos omega-6 con respecto a omega-3,
algunas dietas incluso con una diferencia muy superior, con los riesgos que esto
comporta. La proporción ideal sería de 4:1 o inferior. Una alta concentración y
un elevado consumo se encuentra estrechamente asociado con problemas de
corazón, osteoporosis, cáncer, problemas de sobrepeso, problemas psíquicos,
problemas en articulaciones, etc. Así la gran parte de las medicinas actuales que
tratan las enfermedades y afecciones mencionadas se basan en controlar o
contrarrestar los efectos producidos por este tipo de ácidos grasos.

Químicamente, los ácidos grasos omega-6, son uno de los tipos de ácidos grasos
insaturados, debido a que poseen dobles enlaces en las estructuras de las
cadenas carbonadas que los constituyen, en este caso, el primero de los dobles
enlaces que aparece en la cadena se encuentra situado en la posición 6 y de ahí
su nombre. Metabolicamente, existen diversas funciones en nuestro organismo
que utiliza los ácidos grasos, suelen requerir estructuras con cadenas largas, de
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manera que los ácidos grasos omega-6 que tienen unos 18 carbonos y un simple
enlace, son alargados hasta cadenas de 20 carbonos, que contarán con cuatro
enlaces de tipo doble, como ocurre con el ácido araquidónico, o también
cadenas formadas por 22 carbonos, con 6 enlaces tipo doble en este caso, como
puede ser el caso del ácido docosahexaenoico.

Existen diferentes tipos de ácidos grasos omega-6, siendo el más corto como
cadena carbonada el ácido linoleico, un ácido esencial para nuestro organismo,
que cuenta con una cadena de 18 carbonos con dos dobles enlaces. Partiendo
del ácido linoleico, se pueden llegar a sintetizar algunos otros como puede ser
el araquidónico y el ácido γ-linoleico, por lo que se dice que es realmente
esencial.

Los ácidos grasos omega-6 de origen vegetal suelen ser altamente ricos en
linoleico y γ-linoleico. Partiendo de estos, se consiguen formar las
prostaglandinas, las cuales tienen una función esencial en el papel
antiinflamatorio. Estos ácidos grasos consiguen hacer más fluid la sangre lo que
hace que baje el posible riesgo a sufrir trombosis, haciendo mejor la circulación
sanguínea y por lo tanto, mejoran la capacidad cardiovascular.

En cuanto a los ácidos grasos omega-6 con origen animal, suelen presentarse
como ácido graso araquidónico, el cual es precursor de otro tipo de
prostaglandinas, concretamente la serie 2, que llamaremos “malas”, pues tienen
el efecto totalmente opuesto a las que cuentan con un origen vegetal,
incrementando los efectos inflamatorios y provocando coagulación en la sangre.
Estos ácidos grasos no es que sean malos en sí, pues tienen funciones
importantes, pero no hay que ingerirlos en exceso.

La dieta occidental tiene una proporción elevada y desproporcionada de omega-


6 con respecto a omega-3, debido en parte a la aparición de estos en los
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alimentos elaborados y precocinados. Estos se encuentran en algunos frutos


secos, cereales, harinas integrales, aceite vegetal, aguacates, huevos, algunas
aves, además de en las grasas de origen animal y vegetal, etc. Por lo cual, una
vez más comprobamos los beneficios de llevar una dieta equilibrada.

Ácidos grasos omega-6 y riesgo cardiovascular


Los efectos saludables del consumo de ácidos grasos omega-3 son conocidos y
aceptados por la comunidad científica, pero con los omega-6 se mantiene la
controversia.

Los ácidos grasos omega-6 se han considerado, tradicionalmente, los


promotores de la enfermedad cardiovascular por el hecho de ser precursores de
determinadas sustancias relacionadas con la inflamación. Sin embargo, un
artículo reciente publicado por la Asociación Americana del Corazón determina
que los efectos negativos de los omega-6 no son tales. Es más, afirma que el
consumo de un determinado porcentaje de la energía diaria a partir de ácidos
grasos omega-6 (5-10%) reduce el riesgo de sufrir una enfermedad
cardiovascular.

Los ácidos grasos omega-6, igual que los ácidos grasos omega-3, son grasas
poliinsaturadas, es decir, contienen dos o más dobles enlaces en su estructura
química, aunque difieren en la posición del primer doble enlace: en el átomo de
carbono terminal no carboxílico número 6 o número 3, respectivamente.

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y omega-6 más frecuentes en cuanto


a su presencia en los alimentos y, por tanto, con más repercusión en la
alimentación humana son:

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• Omega-3: alfa-linolénico, eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico


(DHA).

• Omega-6: linoleico y araquidónico, entre otros.

El alfa-linolénico se encuentra en los aceites de lino, colza y soja, así como en


las nueces. El EPA y DHA están presentes en animales acuáticos (peces y
mariscos) y en varias algas marinas. El linoleico se encuentra en los frutos secos
y, sobre todo, en los aceites de semillas: girasol, maíz, cártamo, germen de trigo,
pepita de uva, soja y cacahuete. Los alimentos que contienen grasas de origen
animal proporcionan cantidades apreciables de ácido araquidónico.

Es sabido que los omega-3 tienen un papel en la prevención de las enfermedades


cardiovasculares y un efecto antiinflamatorio y hay un creciente interés sobre
su rol en la prevención de algunos tipos de cáncer, en la respuesta inmunitaria,
en la diabetes y en determinados trastornos mentales.

Pero, ¿qué pasa con los omega-6?

Nuevas recomendaciones para los omega-6

En el ámbito de la nutrición y la salud cardiovascular, los omega-6 tenían, hasta


hace poco, una considerable "mala prensa", por lo que se recomendaba una
reducción en su consumo. Sin embargo, el pasado mes de enero, la Asociación
Americana del Corazón publicó una revisión de más de dos docenas de estudios
controlados y observacionales sobre la evidencia que relaciona los omega-6 con
el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.

Su conclusión es que el consumo de al menos un 5-10% de la energía total


procedente de ácidos grasos omega-6 reduce el riesgo de enfermedad
cardiovascular, comparado con ingestas más bajas. El trabajo va más allá, y
afirma que reducir la ingesta de omega-6 por debajo de estos niveles podría
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incrementar el riesgo de enfermedad cardiovascular, y no, como se venía


creyendo, disminuirlo.

En resumen, la Asociación Americana de Corazón recomienda una ingesta de


omega-6 de un mínimo del 5-10% del aporte energético total, o lo que es lo
mismo, entre 12 y 22 gramos al día, dependiendo de la edad, el género y el nivel
de actividad física. Esoo sí, en un contexto basado en un estilo de vida saludable
y adoptando unos hábitos alimentarios también saludables que incluyan un
consumo bajo de grasas saturadas y trans.

No es difícil conseguir las cantidades recomendadas de omega-6 con alimentos


habituales. Si se eligen estos alimentos se puede alcanzar sin dificultad las
recomendaciones dietéticas de consumo:

• Un puñado de nueces y almendras: (6,2 g de omega-6)

• Un puñado de cacahuetes (3,2 g de omega-6)

• Porción de queso manchego curado (5 g de omega-6)

• 100 g de chuleta de cerdo (2,2 g de omega-6)

• 100 g de sardinas (2,6 g de omega-6)

• Una cucharada sopera de margarina (2 g omega-6)

• Una cucharada sopera de aceite de girasol (2 g de omega-6)

(Fuente: Mataix J, Gil Á, coord. Libro blanco de los omega-3. Instituto omega-
3.

Granada: Puleva Food)

La controversia

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El debate acerca de los efectos perjudiciales de los omega-6 surgió debido a que
el ácido linoleico y el ácido araquidónico, ambos omega-6, son el sustrato para
la producción de eicosanoides, moléculas inflamatorias, vasoconstrictoras y/o
proagregantes plaquetares, como la prostaglandina E2, el tromboxano A2 y el
leucotrieno B4, que incrementan el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Pero también es cierto que los ácidos grasos omega-6 elevan otros eicosanoides
antiinflamatorios y antiagregantes (prostaciclina, lipoxina A4,11 y ácidos
epoxyeicosatrienoicos), por lo que, tal y como afirma la Asociación Americana
de Corazón, es injusto e incorrecto considerarlos sólo como ácidos grasos
proinflamatorios y, por lo tanto, no cardiosaludables. Las futuras
investigaciones se dirigirán, probablemente, a concretar el consumo de ácidos
grasos omega-6 según su actividad proinflamatoria o antiinflamatoria, de
manera que podamos beneficiarnos de sus efectos positivos y evitar, al mismo
tiempo, los perjudiciales para la salud cardiovascular.

ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES


Dentro de los citados ácidos grasos se encuentran los denominados ácidos
grasos esenciales, que se definen como aquellos que deben suministrarse a
través de la alimentación, ya que nuestro propio organismo no es capaz de
sintetizarlos. Entre los ácidos grasos esenciales están tanto componentes de la
serie omega-6 (linoleico), como de la serie omega-3 (alfa-linolénico). En teoría,
el EPA y el DHA no son esenciales, porque el organismo es capaz de convertir
el ácido alfa-linolénico en EPA y en menor medida en DHA, aunque parece ser
que dicha capacidad es limitada. Los ácidos grasos omega-6 y omega-3,
componentes importantes de las membranas celulares, resultan necesarios para
el crecimiento y la reparación de las células y son precursores de muchas otras
sustancias del organismo, responsables de regular la presión arterial, la
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respuesta inflamatoria o la coagulación sanguínea. Por ello, el hecho de


consumir o no estos ácidos grasos puede tener repercusiones en nuestra salud.

CONCLUSIONES

Los ácidos grasos omega-3 procedentes de la dieta se distribuyen virtualmente


por todas las células del organismo y ejercen efectos beneficiosos en diferentes
procesos fisiológicos. Múltiples estudios avalan sus propiedades
cardioprotectoras, que parecen relacionadas fundamentalmente con su
actividad antiarrítmica en los miocardiocitos, pero que también podrían
deberse a una combinación de efectos sobre los hepato-citos (reducción de
triglicéridos), la pared vascular (función endotelial) y las células circulantes
que intervienen en la aterogénesis (antiagregantes plaquetarios y efectos
antiinflamatorios sobre los monocitos). Los ácidos grasos omega-3 ejercen
estos efectos sin afectar prácticamente a las concentraciones de colesterol. La
asociación del consumo de AGPI omega-3 con el tratamiento con estatinas,
fármacos que además de reducir los concentraciones de colesterol también
poseen efectos cardioprotectores independientes de su efecto
hipolipidemiante, está indicada en el tratamiento de las hiperlipidemias tipos
IIb y III. El paralelismo entre muchos de los efectos biológicos de los ácidos
grasos omega-3 y los llamados efectos pleitrópicos de las estatinas permite
suponer que la asociación de ambos tratamientos podría potenciar tales efectos
cardioprotectores independientes de su acción hipolipidemiante. Sin embargo,
se necesitan más estudios que determinen la naturaleza y la extensión de los
potenciales efectos aditivos o sinérgicos de la combinación de AGPI omega-3
y estatinas en la función vascular. En este contexto, y teniendo en cuenta el

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diferencial entre el consumo de ácidos grasos omega-3 en muchos países


desarrollados y las recomendaciones dietéticas actuales, el potencial impacto
que el incremento del consumo de estos ácidos grasos puede tener en la salud
pública puede ser importante. Debe subrayarse, sin embargo, que actualmente
no hay estudios en los que se demuestre con claridad que la combinación de
estatinas y AGPI omega-3 aumente el beneficio clínico, en términos de
reducción de la mortalidad. En este sentido los resultados preliminares del
estudio JELIS presentados en el congreso de la American Heart Association
del pasado año indican que, efectivamente, la asociación de una estatina con
el consumo de ácidos grasos omega-3 aumenta la reducción de episodios
coronarios graves39. Además, en un futuro próximo, los resultados de otros
estudios como el GISSI Heart Failure Trial38, todavía en fase de selección de
pacientes, pueden aportar nuevos datos sobre los efectos de la terapia
combinada en la mortalidad cardiovascular.

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