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Milagros de Jesús en el evangelio de Juan

Introducción

Uno de los hechos más significativos del evangelio de Juan es la presentación de Cristo. La atención de Juan al presentar pocos
relatos de los milagros de Jesús, es porque centra su atención en el mesianismo de Jesús y su condición de Hijo. El carácter
mesiánico de Jesús más de una vez fue el tema de discusión entre los judíos (Juan 7:26, 27; 10:24).

En el 1 Corintios 12: 24 – 27 se registran estas confesiones del mesianismo de Jesús. Para el autor Jesús era el cumplimiento de
todas las esperanzas mesiánicas del pueblo judío. En total armonía con esto se encuentra la frecuente apelación al testimonio del
Antiguo Testamento. Aun más característico del Evangelio es Jesús como Hijo de Dios. Muchas veces Jesús presenta su propia
relación filial con el Padre. Si bien este aspecto no está ausente en los Sinópticos, es especialmente notable en Juan por la
frecuente aparición del término “Hijo” sin mayor descripción. Sin embargo en el evangelio de Juan no escaparon los detalles, de
milagros realizados por Jesús y que no se encuentran en los otros evangelios.

Además, hay muchas indicaciones de la perfecta humanidad de Jesús en este Evangelio. Experimentó emociones humanas,
hambre, sed y cansancio. Nunca la exaltada cristología debe disminuir la perfecta humanidad de Jesús. Pero siempre mostró su
poder como Dios al realizar los milagros relatados en este evangelio.

Las siguientes citas del evangelio de Juan nos ayudan a identificar los milagros o relatos sobrenaturales descritos por el apóstol en
su evangelio, y que tipo de suceso sobrenatural ocurrió.

1.- Convirtió el agua en vino en las bodas de Caná de Galilea

Juan 2: 1 – 11

Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas
Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún
no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua,
conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas
tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el
maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó
al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; más tú has
reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos
creyeron en él.

2.- Jesús sana al hijo del oficial

Juan 4:46 – 54

Entonces vino otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había allí cierto oficial del rey cuyo hijo estaba
enfermo en Capernaúm. Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicaba que bajara y
sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte. Jesús entonces le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis. El oficial
del rey le dijo*: Señor, baja antes de que mi hijo muera. Jesús le dijo*: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le
dijo y se fue. Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía. Entonces les preguntó a qué hora
había empezado a mejorar. Y le respondieron: Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre. El padre entonces se dio cuenta que fue a
la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él y toda su casa. Esta fue la segunda señal que Jesús hizo cuando fue de Judea a
Galilea.

3.- Jesús sana al enfermo del estanque de Betesda

Juan 5:1 – 15

Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las
ovejas, un estanque que en hebreo se llama Betesda y que tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos,
cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua; porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y
agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier
enfermedad que tuviera. Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado
allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo*: ¿Quieres ser sano? El enfermo le respondió: Señor, no tengo
a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo. Jesús le dijo*:
Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar. Y aquel día era día de
reposo. Por eso los judíos decían al que fue sanado: Es día de reposo, y no te es permitido cargar tu camilla. Pero él les respondió:
El mismo que me sanó, me dijo: “Toma tu camilla y anda.” Le preguntaron: ¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu camilla y
anda”? Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sigilosamente, se había apartado de la multitud que estaba
en aquel lugar. Después de esto Jesús lo halló* en el templo y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda
algo peor. El hombre se fue, y dijo a los judíos que Jesús era el que lo había sanado.

4.- La alimentación de los cinco mil

Juan 6:1 – 14

Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. Y le seguía una gran multitud, pues veían las señales
que realizaba en los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los
judíos. Entonces Jesús, alzando los ojos y viendo que una gran multitud venía hacia El, dijo* a Felipe: ¿Dónde compraremos pan
para que coman éstos? Pero decía esto para probarlo, porque El sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios
de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo* a
Jesús: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos? Jesús dijo: Haced
que la gente se recueste. Y había mucha hierba en aquel lugar. Así que los hombres se recostaron, en número de unos cinco mil.
Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados; y lo mismo hizo con los
pescados, dándoles todo lo que querían. Cuando se saciaron, dijo* a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobran, para que no
se pierda nada. Los recogieron, pues, y llenaron doce cestas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que
habían comido. La gente entonces, al ver la señal que Jesús había hecho, decía: Verdaderamente este es el Profeta que había de
venir al mundo.

5.- Jesús camina sobre las aguas

Juan 6:16- 22

Al atardecer, sus discípulos descendieron al mar, y subiendo en una barca, se dirigían al otro lado del mar, hacia Capernaúm. Ya
había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos; y el mar estaba agitado porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían
remado unos veinticinco o treinta estadios, vieron* a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca; y se asustaron. Pero
El les dijo*: Soy yo; no temáis. Entonces ellos querían recibirle en la barca, e inmediatamente la barca llegó a la tierra adonde iban.
Al día siguiente, la multitud que había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había más que una barca, y que
Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían ido solos.

6.- Jesús sana a un ciego

Juan 9:2 – 7

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus
padres, para que naciera ciego? Jesús respondió: Ni éste pecó, ni sus padres; sino que está ciego para qu

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