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CAPÍTULO 7

PROGRAMAS DE TRATAMIENTO EN TERAPIA FAMILIAR

Programas de Tratamiento en Terapia Familiar


J. Navarro
Ed. Paidós. Barcelona, 1992

1. Problemas infantiles y de adolescentes

Objetivos

- hacer desaparecer, o por lo menos reducir, la conducta sintomática;


- mejorar la relación entre los padres utilizando el trabajo que están llevando
a cabo para ayudar a su hijo en su problema.

Justificación del programa

- se entiende que el síntoma desaparecerá si los padres son capaces de,


trabajando juntos, imponer un cuadro de normas claras que el hijo debe
observar.

El terapeuta no tiene por qué suponer que el hijo presenta problemas


porque los padres son incapaces de ponerse de acuerdo, o porque tienen
conflictos. Hacerlo implica adoptar en la terapia una postura que puede
traducirse en actitudes de culpabilización (o al menos de sospecha). Ambas
cosas pueden ser verdad o no. Lo que el programa entiende es que los
mejores agentes de cambio del hijo son los padres y no el terapeuta; en última
instancia la justificación de tal proceder descansa en su eficacia.

Estrategia del programa

- poner a los padres de acuerdo en:

a) las conductas que van a exigir al hijo;


b) las recompensas y sanciones que se impondrán si el hijo observa o no
las conductas propuesta;

- persuadir a los padres para que se apoyen sin fisuras a la hora de imponer
las nuevas conductas;
- utilizar el trabajo con el hijo para mejorar la relación de pareja;
- resueltos los problemas del hijo, abordar los problemas de la pareja, sólo si
ambos lo piden;
- en el caso del trabajo con adolescentes es necesario tener en cuenta su
criterio cuando los padres tomen decisiones sobre las conductas que le van
a exigir y los castigos y sanciones que le van a imponer. El criterio del
adolescente se irá teniendo progresivamente en consideración a medida
que cumpla las normas acordadas por los padres;
- tomar en consideración al adolescente no significa que sea éste quien en
última instancia decida. La estrategia del programa se orienta a situar a los
padres en una posición de poder con respecto del hijo;
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- en un programa como el que proponemos, el terapeuta toma partido por los


padres frente al hijo y, al mismo tiempo, hace que se tenga en cuenta el
criterio de éste.

Procedimiento

Primera etapa: se consume en una buena investigación de la conducta


sintomática a partir de la cual sea posible trazar una línea base. Necesitamos
saber qué conductas son las perturbadoras y con qué frecuencia se dan.

Igualmente ha de evaluarse lo que la familia considera meta final del


tratamiento. Con mucha frecuencia plantean la total desaparición de la
conducta sintomático, conviene no aceptar esta meta: cierta anomia es normal
en los niños y jóvenes, a través de ella expresan una rebeldía, sana, frente a
los padres. Conviene, más bien, plantear qué cantidad de conducta sintomático
considerarían normal: cuántas veces al mes estarían dispuestos a aceptar que
el hijo no hiciera su tarea, o se hiciera pis en la cama, o se peleara con su(s)
hermano(s), o faltara al colegio, o se negara a comer, o se comportara como si
fuera más pequeño de lo que realmente es, etc. Este paso tiene su importancia
porque seguramente supone, al menos, dos cambios en la forma en que los
padres han venido tratando el problema: primero, cesarán de oponerse
frontalmente a lo que está haciendo. Si el hijo exhibe el síntoma como una
forma de contrariarlos (o de hacer algo que los padres no pueden controlar) no
tendrán más remedio que modificar su conducta y buscar otra forma de
oponerse a ellos. Segundo, al admitir como normal cierto residuo de síntomas,
de alguna forma están dando permiso para que siga ocurriendo. El hijo no
puede oponerse, si es que ésta es su posición, haciendo lo prohibido, ya que
no lo está.

El paso siguiente es pedirles que elaboren cuál sería el cambio mínimo.


¿Qué consideran ellos que el hijo tendría que hacer para entender que el
problema ha empezado a resolverse? Este cambio mínimo constituirá el
objetivo inmediato del tratamiento.

La colaboración con la terapia se mide con dos indicadores: facilidad y


grado de cooperación de la familia para proporcionar información. Grado que
determina la cantidad de esfuerzo que se les podrá demandar. El programa
que estamos proponiendo sólo es aplicable cuando la pareja es capaz de
colaborar.

Esta primera etapa consume al menos la entrevista inicial, más si la familia


ofrece datos poco fiables en cuanto a los problemas, su frecuencia y magnitud,
lo que puede suceder incluso mostrándose colaboradora.

La segunda etapa comienza cuando se les pide que se pongan de acuerdo,


primero, sobre cuál será el orden de prioridades en las conductas que han
definido como problemáticas. Segundo, sobre cuál será la conducta que
plantearán como alternativa a la sintomática. Tal conducta deberá estar
claramente definida. No valen afirmaciones como:

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- que se porte mejor;


- que coma más;
- que termine de comer antes;
- que estudie más;
- que se lave;
- que nos quiera más;
- que sea educado;
- que cuide de sus cosas;
- que me ayude.

Respuestas de este tipo deberán sustituirse por otras más específicas


del siguiente tenor:

- que responda cuando se le habla;


- que coma, por lo menos, la mitad del primer plato, todo el segundo y fruta
en una de las dos comidas principales;
- que sea capaz de comer en 45 minutos;
- que estudie tres horas al día;
- que se duche tras veces por semana y que se lave la cabeza por lo menos
una vez;
- que nos dé un beso al salir de casa por las mañanas y que nos pregunte
una vez al día qué puede hacer para ayudar en casa;
- que diga «buenos días, a la profesora cuando llegue a clase por las
mañanas. Que no diga palabrotas (aquí puede especificarse las palabrotas
que dice y qué quieren que diga en su lugar);
- que forre sus libros, que no pinte las portadas de sus cuadernos, que saque
punta a sus lapiceros, que limpie sus zapatos todas las noches, etc.
- que ponga la mesa los fines de semana, que haga su cama todos los días,
que deje su ropa sucia en el cesto para lavar.

Si los padres no especifican las conductas y el número de veces (por


día, por semana) siempre podrán decir que no se porta lo suficientemente bien.

Tercero, han de ponerse de acuerdo en las consecuencias positivas y


negativas que se derivarán de la observancia o no de las nuevas conductas.
Consecuencias que deberán describirse de forma precisa. A veces los padres
no saben cómo castigar, aparentemente el hijo es incontrolable (o «pasan de
todo», como en el caso de los adolescentes). Resulta un error, muy
comprensible por cierto, que el terapeuta se coloque en la posición
diametralmente opuesta a la de los padres, hacerlo lleva a la exasperación de
unos y otros y a transmitir el mensaje de que son incompetentes, que no
colaboran o que tienen mala voluntad. La postura del terapeuta debe ser la de
una paciente búsqueda, área por área, de qué es aquello que el hijo podría
percibir como un castigo y por lo cuál se decide la pareja. En estos casos es útil
preguntar qué fue lo que se hizo antes que dio resultado. A veces resulta
imprescindible decirles que elijan con libertad un castigo porque estamos
seguros de que no van a maltratar a su hijo y que además sabrán
recompensarle cuando las cosas marchen bien.

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Con frecuencia se olvida hablar de las recompensas. Si la familia no se


ha deteriorado mucho, la recompensa surge de forma espontánea cuando el
hijo hace las cosas bien. Si el deterioro es grande o cuando median malos
tratos hay que insistir en detallar las recompensas. En este último caso también
es preciso ayudar a los padres a imaginar las formas de castigo que no sean
físicas (retirada de privilegios, tiempo fuera, actividades pesadas, etc.).

En todo este proceso de ponerse de acuerdo en las conductas, los


castigos y recompensas, el hijo ha de ser oído, sobre todo si es adolescente.
Pero no debe llegarse a que padres e hijos negocien en pie de igualdad, esto
casi sucederá cuando el adolescente acepte compromisos y los cumpla. En
palabras de Haley (1980), se trata de que aprenda que debe observar ciertas
reglas para poder ser después autónomo, pero esa autonomía se le otorgará
cuando se comporte de forma responsable.

Cuarto, han de ponerse de acuerdo en qué día quieren que empiece el


nuevo orden. Con cierta unanimidad suelen decir que inmediatamente. No está
de más advertirles que poner en marcha esta empresa es harto complicado y
que conviene que piensen muy detenidamente si serán capaces de ser
constantes en su aplicación, si se ablandarán cuando haya que castigar y si se
apoyarán en su aplicación. Obrar de esta forma no es sólo jugar a espolearlos,
responde también a un criterio de seriedad: es mejor que no hagan nada si no
están preparados, en cuyo caso se trabajaría qué tendría que ocurrir para
poder empezar el programa diseñado para el hijo; se previenen faltas de
colaboración preguntando cómo pueden hacer fracasar los acuerdos. Además
de la fecha, tienen que decidir quién se encargará de explicar el nuevo orden.
Se les anima incluso a que escriban los acuerdos y los coloquen en un sitio
bien visible de la habitación del hijo para que no tenga duda alguna de lo que
se le va a exigir.

Quinto, los padres han de comprometerse a ayudarse mutuamente a


cumplir lo pactado. Ese compromiso ha de incluir, por lo menos, que cuando
uno imponga un castigo (dentro de los acordados) el otro no sólo no lo retirará,
sino que manifestará su acuerdo y lo pondrá en vigor como si fuera el otro.

A veces pactar el apoyo resulta dramático, teniéndose que llegar a la


promesa solemne de que, por el bien del hijo, los padres colaborarán. En estos
casos suele haber un problema de pareja grave en virtud del cual uno sabotea
los esfuerzos del otro, o bien no se comunican, permaneciendo en un retiro
hostil desde el que no se brindan apoyo de ningún tipo. Ayudar al hijo puede
ser el primer acto de colaboración que realizan desde hace años, si lo
consiguen y el chico resuelve su problema, la terapia puede derivar hacia la
pareja siempre y cuando lo pidan. En estos casos disponer de la experiencia
previa de que son capaces de ponerse de acuerdo supone alguna garantía.

Tercera etapa: ejecución de los acuerdos. La ejecución implica:

1. Empezar por una o dos conductas para las que regirán los acuerdos sobre
castigos y recompensas.

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2. Poner en marcha un registro de la frecuencia de las conductas indeseables.


El registro constituye el instrumento clínicamente idóneo para conseguir una
información fiable sobre el avance, estancamiento o retroceso del síntoma.
Sobre la información del registro se diseñan nuevas tareas para las
siguientes conductas.

3. Cuando se trata de niños hemos encontrado útil que lleven, igualmente, un


registro de sus síntomas, en tomo al cual sea posible establecer algún tipo
de juego. Nosotros hemos ensayado dos:

- al final de la entrevista tenemos un aparte con él, sin los padres, y le


pedimos que lleve el registro. El registro será un secreto entre él y nosotros,
por tanto no tendrá que enseñárselo a nadie, ni a sus amigos, ni a sus
padres o hermanos, sólo a nosotros en la siguiente entrevista. A los padres,
y en presencia del hijo, les decimos que le hemos mandado una tarea
relacionada con el síntoma que no vamos a revelar porque hemos
descubierto que hacerlo sienta muy mal a lo(a)s chico(a)s de la edad de su
hijo(a), es la edad en que ya les empieza a gustar tener cosas para ellos
mismos (Pereira Miragaia, 1987);

- en la segunda variante dividimos el registro en dos columnas, el niño


rellenará la primera por la mañana nada más levantarse, prediciendo si
durante el día tendrá o no el síntoma. La segunda la rellenará por la noche
y consignará si acertó o no en la predicción que hizo por la mañana (De
Shazer, 1986). Se le ofrecen las instrucciones por escrito, pidiéndole su
compromiso, si dice que sí, ambos, terapeuta y niño, firman el registro en
señal de conformidad.

Este tipo de técnicas funciona mal con adolescentes, sobre todo cuando
son poco colaboradores, lo que suele suceder en la mayoría de los casos.

Una vez se ha entrado en la fase de ejecución las entrevistas tienen un


doble contenido: información de los cambios (suministrada por los registros) y
diseño de nuevas tareas.

Cuarta parte (optativa): una vez resueltos los problemas del hijo los padres
quizás demanden terapia para ellos mismos. El tratamiento de pareja tiene sus
particularidades y será estudiado en este mismo capitulo, pero conserva con
respecto a la estrategia previa que han venido ensayando un punto en común:
negociar acuerdos, esta vez relacionados con su convivencia. Si no hay
demanda se termina en este momento de la forma que se indicará a
continuación.

Quinta etapa: finalización: el procedimiento es el descrito en el capítulo 2,


se resumen los logros y las habilidades de solución de problemas aprendidos,
se fijan objetivos a medio plazo, se les informa que unos seis meses más tarde
recibirán una llamada telefónica en la que se les preguntará por los objetivos y
el estado general de la familia y en particular del hijo. Finalmente se les
advierte sobre la posibilidad de una recaída, que suele ser normal al finalizar el
tratamiento.

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Cuando el programa fracasa el terapeuta sistémico todavía puede utilizar el


procedimiento descrito en la primera parte del libro, al que hemos denominado
procedimiento general y que, en esencia, se reduce a: primero cambiar el nivel
de evaluación (el programa, como se habrá comprobado, utiliza el nivel más
simple) y pasar a otro más complejo (la secuencia o una variante del concepto
de secuencia, como el juego familiar). A partir de esta evaluación la estrategia
pasa por bloquear mediante los procedimientos técnicos descritos en el
capítulo 4 la secuencia hasta producir un cambio.

Técnicas: como se indica en el cuadro 17 (véase página 193) las


técnicas más utilizadas son el entrenamiento en comunicación, en negociación
y el compromiso para ayudarse y sostenerse mutuamente. Las técnicas
componen lo que denominamos un buen modelo de solución de problemas.
Son las mismas que se utilizan en la terapia de parejas y a ellas vamos a
referimos más adelante.

Indicaciones y contraindicaciones del programa: el programa está


indicado para todo tipo de trastornos de conducta, desde hiperactividad hasta
enuresis, pasando por problemas como psicosis, trastornos psicosomáticos,
berrinches, bajo rendimiento escolar, conductas delictivas, adicciones, etc. Se
contraindica cuando hay conflictos muy serios entre los padres que hagan
imposible su colaboración. Igualmente está contraindicado en situaciones de no
colaboración de ambos padres con la terapia. Por contra no es definitivo que el
hijo esté motivado para cambiar (cosa que raramente ocurre), ya que, como se
ha visto, el tratamiento descansa en la habilidad de los padres para imponer
conductas sanas al hijo.

Habilidades terapéuticas requeridas: para llevar adelante un pro grama


como el descrito, el terapeuta debe tener las siguientes habilidades: ser capaz
de transmitir a los padres que confía en que pueden ayudar a su hijo. Para ello
es preciso que perciba la relación entre los problemas del niño y sus padres de
una forma no culpabilizante para los segundos. La Terapia Familiar brinda
fórmulas para ello, por ejemplo entender que los problemas del niño coinciden
con un trabajo absorbente de los padres que hace difícil compatibilizar lo de
dentro de casa con lo de fuera. Fórmulas como la de De Shazer (1986 y 1987),
que centran el tratamiento en descubrir qué es lo que la familia está haciendo
bien. Interpretar el problema en términos de carencias más tarde o más
temprano provoca en el terapeuta una actitud de sospecha y/o culpabilización
en vez de confianza y de ayuda al desarrollo.

Incluso en situaciones donde es patente que el descuido, o la rigidez, o la


misma maldad de los padres están íntimamente relacionados con los
problemas del hijo, el terapeuta se esforzará en encontrar algo positivo en los
padres y si no lo encuentra renunciará al caso.

El terapeuta debe ser capaz de impulsar la negociación entre los padres, lo


que quiere decir mediar entre ellos eligiendo metas en las que sea más fácil
conseguir acuerdos; dirigir la forma en que se comunican para lograr que se
escuchen y sepan qué es lo que el otro ha dicho y negociar sabiendo de

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antemano que, como ocurre en toda negociación, ninguno va a ganar y que


tendrán que hacer concesiones que, no obstante, después ambos deberán
defender.

Este trabajo, por momentos, llega a ser extenuante si la pareja tiene


muchas dificultades en alcanzar compromisos y después se desanima cuando,
en la fase de ejecución, no consiguen resultados inmediatos o simplemente
cosechan fracasos. Si a todo ello se unen las constantes provocaciones
(activas o pasivas) de los adolescentes, la situación puede llegar a constituir un
auténtico reto para el terapeuta. En estos casos se necesita mucha tenacidad y
mucho esfuerzo para animar a la pareja a que sigan negociando y
esforzándose con el hijo, para continuar transmitiéndoles que, contra toda
evidencia, son una pareja con recursos. La postura no consiste en llevarles la
contraria (ellos se empeñan en que fracasaron y el terapeuta en lo contrario), lo
que degeneraría en una lucha por ver quién tiene la razón, sino en encontrar en
el discurso de la familia aquellos elementos positivos en que sustentar su
imagen positiva.

La peor de las situaciones se produce cuando el fracaso se deriva del


incumplimiento de las tareas y, al mismo tiempo, se acusa a la terapia de “no
funcionar”. Ser gentil en estos casos puede resultar insoportable, no obstante lo
cual debe continuarse exhibiendo lo que, a falta de una mejor descripción,
hemos denominado un muro de cordialidad. Básicamente con la metáfora
aludimos a una actitud centrada en la connotación positiva, en la confianza en
las posibilidades de los padres para ayudar a su hijo. Son los casos más
difíciles, psicosis, adicción y delincuencia, los más necesitados de este
mensaje. Persistir en el mensaje mantiene la esperanza en la recuperación y
un resto de autoimagen positiva sobre la que en algún momento es posible que
se construya algo igualmente positivo.

Finalmente, el terapeuta debe ser capaz de mantenerse en un discreto


segundo plano cuando las cosas funcionan y los padres han aprendido la
mecánica de la terapia. De esta forma cumple el presupuesto fundamental de
los modelos sistémicos: convertir al cliente en agente de su propio cambio.

2. Problemas de pareja:

Muchos autores consideran los tratamientos de pareja un área bien


diferenciada de la Terapia Familiar. Lo cierto es que en Terapia Familiar
utilizamos muchas técnicas de pareja, razón por la cual hemos decidido
introducir este epígrafe.

Objetivos

- eliminar los problemas que la pareja pudiera tener;


- hacer que consigan una relación más positiva y mutuamente reforzante.

Justificación del programa: se entiende que las relaciones de pareja descansan


en tres fundamentos: habilidad para comunicarse, habilidad para negociar y un

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buen modelo de solución de problemas. La literatura experimental entiende que


de los tres, las habilidades de comunicación son las más básicas.

Estrategia del programa

- conseguir que aquellos problemas que afectan a la convivencia sean


primero comunicados y después negociados y resueltos;
- aprovechar los problemas de convivencia para mejorar la relación.

Procedimiento

1ª fase. Evaluación de los problemas en términos conductuales,


establecimiento de la línea base, meta final, cambios mínimos y grado de
colaboración con la terapia. Son válidas todas las matizaciones que se hicieron
en el programa anterior para la evaluación.

2ª fase. Negociación de acuerdos relacionados con los problemas. Esta


negociación ha de observar los siguientes pasos:

- orden de prioridades de los problemas;

- acuerdo sobre las conductas alternativas a los problemas. Alternativas que


tienen, de nuevo, que estar definidas de forma muy concreta y que deben
promover conductas positivas y no sólo suprimir las negativas;

- cada miembro de la pareja ha de comprometerse libremente a hacer la


parte que le corresponda. Razón por la cual no ligará su conducta a la
conducta que elicite el otro o a la recompensa que pueda dársele. De forma
que el acuerdo es «A hará X B hará Y» y no si A se compromete a hacer
X, B se compromete a hacer Y. Este último procedimiento, que por otro
lado ha venido siendo el empleado clásicamente, tiene el inconveniente de
ligar la aparición de una de las conductas a la que el otro haga, de modo
que si uno cesa se corre el riesgo de que el otro también cese;

- acuerdo sobre el momento en que empezarán a cumplirse los


compromisos. Las observaciones realizadas en el programa anterior. Sobre
el mismo punto son igualmente pertinentes aquí;

- acuerdo sobre el sistema de recompensas que se otorgarán si se


mantienen los compromisos. Se sugiere que las recompensas no se
negocien junto con los acuerdos, sino cuando los compromisos ya se hayan
puesto en vigor y como premio a que ambos los han cumplido. La razón es
la misma que hemos citado: el compromiso se hace con las conductas de
cada uno, sin hacerlo depender ni de la conducta del otro ni de un sistema
de compensas, por esta razón se sugiere que el refuerzo se aplique a los
dos y no que no refuerce al otro cuando elicite la conducta deseada
(Bornstein y Bornstein, 1988; Liberman, 1987).

3ª fase. Ejecución de los acuerdos: se empieza por conductas fáciles de elicitar


de suerte que su consecución sirva de refuerzo rápido. Los problemas de

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pareja son de una índole tal que necesitan una gran dosis de ánimo para
afrontarlos. Después se hace que la pareja lleve un registro de las conductas
que se comprometieron a realizar. El registro será el instrumento con el que se
decidirán las nuevas tareas. Cuando se cumplimenta una de las conductas se
procede con la siguiente.

4ª fase. La terapia finaliza con el último de los problemas propuestos. El


procedimiento para terminar es el mismo que hemos venido mencionando:
metas a medio plazo, resumen de lo conseguido y de las formas de resolver
problemas, anuncio de una llamada telefónica de seguimiento a los seis meses
y advertencia de que posiblemente se encuentren peor una vez haya terminado
el tratamiento.

Técnicas: se utilizan técnicas directas. Siendo el entrenamiento en


comunicación, en solución de problemas y en habilidades de negociación, las
más importantes. En el cuadro 17, se recogen los dos primeros
entrenamientos.

Cuadro 17. Entrenamiento en comunicación y solución de problemas

ENTRENAMIENTO EN COMUNICACIÓN

1. Elaboración de una lista de problemas (4-5) sobre los que se quiere


dialogar, ordenados de mayor a menor carga emocional. Pueden incluirse
un par de temas totalmente neutros. Las listas son independientes para
cada cónyuge.

2. Los terapeutas muestran a la pareja cómo se realiza el entrenamiento


mediante role-playing. La pareja imita la ejecución.

3. Un miembro de la pareja elige el modo del HABLANTE. Las reglas a


observar en este modo son:

1. Elige el tema del que hablar.


2. Empieza a hablar expresando sus sentimientos: «yo siento... ».
3. No puede preguntar.
4. No puede hablar, ni culpabilizar.
5. Ha de ser conciso y exacto.

4. El otro cónyuge escucha (modo del OYENTE), siguiendo las siguientes


reglas:

1. Debe responder al hablante reflejando sus sentimientos: «tú sientes...»


2. Debe suspender su juicio u opinión. Se limita a reflejar lo que el hablante
dice.
3. No puede preguntar.
4. Debe dar respuestas verbales cortas (1 o 2), con una respuesta no-
verbal congruente-, -el OYENTE oye y refleja, nada más.

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Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

5. Se cambia el modo cuando:

- el hablante discutió adecuadamente el problema;


- el hablante presentó una propuesta que necesita de la aquiescencia del
- oyente para seguir adelante;
- cuando el oyente entiende que debido a sus propias emociones
- no podrá responder empáticamente y necesita, por lo tanto, expresarse;
- para cambiar el modo, el hablante hace un resumen de lo que dijo en una
- sola frase, el oyente refleja esa frase, el hablante reconoce que fue
- correctamente reflejado, tras lo cual se conmuta el modo.

6. Después del entrenamiento, los terapeutas:

- dan una información sobre cómo fue la ejecución;


- modelan las respuestas adecuadas (si fuera necesario);
- hacen repetir las nuevas propuestas;
- no castigan (ni refuerzan negativamente) las ejecuciones mal
hechas.

(Fuente: Wells y Figurel, 1979.)

ENTRENAMIENTO EN SOLUCIÓN DE PROBLEMAS

1. Conciencia de que se está inmerso en un problema.


2. Identificación del problema.
3. Generación de alternativas al problema: se trata, únicamente, de imaginar
alternativas, no de elegir una o de prever sus consecuencias.
4. Elección de una alternativa

- previsión de las metas a conseguir,


- previsión de los medios para conseguir las metas.

5. Ejecución de la alternativa elegida

- auto-evaluación

6. Comparación de los resultados obtenidos con las metas propuestas en el


estadio 4.

- rectificación, si fuera necesario, de la ejecución.

7. Evaluación final de los resultados obtenidos

(Fuente: Craighead, Kazdin y Mahoney, 1981.)

Estas dos habilidades son básicas a la hora de los acuerdos. La


negociación, cuya fórmula hemos explicado en el epígrafe de procedimientos,
se explicita en tareas que la pareja ha de cumplimentar.

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Junto con este bloque de técnicas básicas, existe un segundo bloque


destinado a cumplimentar el segundo objetivo del programa: son las técnicas
de promoción de la relación. Se trata, de nuevo, de tareas directas, algunas de
las más utilizadas de relación a continuación.

- la celebración: se pide a la pareja que hagan una celebración especial por


la razón que sea (normalmente por haber cumplido los acuerdos a que
llegaron y las tareas que los ponían en vigor, se espera que haya varios
cumplimientos de tareas antes de la proposición);
- creación de símbolos estables cuya presencia elicite sentimientos
positivos;
- sorpresa agradable: se les pide que durante la siguiente semana
sorprendan a su pareja con algo agradable pero sutil, sin revelar lo que
hicieron, teniendo que informar en la siguiente entrevista qué fue lo que el
otro hizo;
- “día del amor”: se trata de instaurar un día por semana durante el cual,
pase lo que pase, la pareja ensayará comportarse amablemente con el
otro;
- “pille a su pareja haciendo algo agradable”: consiste en un registro diario,
que cada uno tiene que llevar por separado, sobre el número de cosas
agradables que el otro hace.

La redefinición y la connotación positiva son técnicas cognitivas que se


utilizan habitualmente, junto con ellas es particularmente recomendable durante
la entrevista mantener centrada la conversación en los aspectos positivos de la
pareja (y no sólo en los aspectos positivos de cada miembro por separado).

Indicaciones y contraindicaciones del programa: el programa está indicado para


toda suerte de problemas de pareja. Su funcionamiento depende de un cierto
nivel de compromiso para salvar (o mejorar) la relación, e igualmente se exige
colaboración con el tratamiento. Si ambos requisitos no se dieran el programa
no puede aplicarse.

Un problema particularmente enojoso que tiene la terapia de parejas es


que determinadas técnicas funcionan bien a corto plazo pero después su
eficacia decae. Ocurre, sobre todo, con los acuerdos que por un lado se
erosionan con el tiempo y por otro resultan muy vulnerables a las contingencias
de la vida cotidiana, basta con que la pareja reciba una visita, vayan de
vacaciones o suceda cualquier imprevisto, para que se suspenda su realización
y, con ello, queden en entredicho los acuerdos.

Habilidades terapéuticas requeridas: debido al alto clima emocional con que


suelen discurrir las entrevistas con parejas, quizá la habilidad más exigible sea
la de mantenerse neutral o por lo menos no contaminarse de ambientes muy
sobrecargados emocionalmente. Ser neutral no significa la imposibilidad de
tomar partido, significa que esa toma de partido no debe hacerse de forma
consistente. Si se pierde la neutralidad la situación puede degenerar en una
batalla de dos contra uno.

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También aquí el terapeuta debe comportarse siendo ese muro cordial,


que más allá de los enfrentamientos, la infelicidad y la incomprensión muestre
que todavía es posible el acuerdo, el compromiso y un poquito más de
felicidad.

Específicamente debe ser capaz de ayudarles en la negociación lo que,


resumiendo, significa: capacidad de mediar, de dirigir la comunicación, de
hacerles soportable la idea de que en la negociación no siempre van a ganar y
que además tendrán que perder algo.

Lo mismo que en el programa anterior el terapeuta debe saber


mantenerse en un segundo plano cuando la terapia progresa.

Si el programa estándar fracasa o cuando la propia realidad de la pareja


lo impone, utilizamos el procedimiento general que en sus líneas generales
sería el siguiente:

1ª fase, evaluación: se hace la misma evaluación que servirá ahora como línea
base más los siguientes niveles: momentos del ciclo evolutivo, soluciones
intentadas, secuencia, relaciones de la pareja con sus familias de origen, juego
de pareja (y/o papel que la pareja ocupa en el juego de sus respectivas familias
de origen), juegos que la pareja mantiene con instituciones, si es que tienen
algún tipo de contacto con ellas. Tal y como venimos diciendo, la evaluación se
mantiene en el nivel en que las intervenciones derivadas de ella surtan efecto.

2ª fase, intervención: la intervención se orienta a bloquear el patrón de


interacción habitual y forzar uno nuevo presumiblemente más adecuado que el
anterior.

3ª fase, finalización: se emplea el mismo procedimiento que hemos venido


proponiendo.

Las técnicas a utilizar en estos casos son tareas de tipo paradójico,


rituales e intervenciones metafóricas.

3. Programas de intervención en situaciones de ruptura de la pareja:

La ruptura de la pareja conlleva un tipo de problemas específicos cuyo


tratamiento se hace prioritario si se quiere conseguir remontar la situación. Los
programas que presentaremos están precisamente pensados para abordar
esos problemas, las técnicas que emplean, como se verá, no difieren mucho de
las que hemos venido estudiando.

El programa de intervención depende del momento del proceso de


separación. El cuadro 18 resume las etapas y los problemas ligados a cada
etapa.

Glaser y Bordoin (1986) han identificado tres modalidades de


intervención: psicoterapia (aplicable a cualquier etapa), mediación en el

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divorcio (aplicable cuando la separación es firme) y conciliación realizada en el


mismo juzgado y como paso previo a la vista de la demanda.

Cuadro 18. Etapas de ruptura de la relación marital


(Fuente: Carter y McGoldrick, 1980)

Procesos emocionales de
Fase transición Problemas de desarrollo
Actitudes requeridas
Aceptación de la inhabilidad
Aceptación de la parte de
para resolver los problemas
1. Decisión de divorciarse responsabilidad en el fallo del
maritales y para continuar la
matrimonio;
relación
a) cooperar en los problemas
de custodia, visitas y
2. Planeando la ruptura del Apoyo a un arreglo viable para finanzas;
sistema todas las partes del sistema b) afrontamiento de los
problemas de las familias
extensas con el divorcio;
a) el duelo por la familia
intacta;
b) reestructuración de las
A. Deseos para cooperar en relaciones padres/hijos;
las funciones parentales. adaptación a vivir solo(a)
3. Separación
B. Trabajar para resolver la c) realineamiento de las
relación con el esposo(a) relaciones con la familia
extensa, mantenimiento
del contacto con la familia
extensa del esposo;
a) duelo por la unidad de la
familia; finalización de las
fantasías de reunificación;
Elaboración del divorcio
b) recuperación de las
emocional. Superación de las
4. El divorcio esperanzas, sueños y
heridas, angustias, culpas,
expectativas por el
etc.
matrimonio;
c) permanecer conectado
con las familias extensas

1. Programa de mediación en divorcio: (Milne, 1986) se trata de un tipo de


intervención que se sitúa en el momento en que la pareja se ha separado, o
ha tomado ya la decisión de separarse.

Objetivos

- Se pretende alcanzar acuerdos sobre cuatro áreas básicas:

a) división de propiedades;
b) pensión del esposo sin recursos;
c) mantenimiento de los hijos;
d) arreglos de la custodia y vivitas.

- No es objetivo tratar el impacto emocional de la separación, tema que se


deja para una terapia aparte, paralela o consecutiva;

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Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

- Conseguir una plena autonomía e independencia de ambos miembros de la


pareja.

Justificación: el programa se justifica por la gran importancia que tienen en la


pareja los aspectos contractuales cuya disolución suele complicarse por
reacciones emocionales que hacen muy costosos los acuerdos, prolongando
inútilmente la relación y el dolor.

Estrategia de la intervención: conseguir acuerdos que puedan servir de base a


un ulterior pronunciamiento del juez, lo que se entiende por un divorcio
civilizados

Procedimiento: el programa consta de cuatro fases:

1ª Establecimiento de la necesidad de mediación: comprende la toma de


contacto de la pareja con el mediador, establecer que la pareja desea la
mediación y que sus características lo hacen posible y definir los límites de la
mediación (conseguir un acuerdo amistoso sobre los aspectos contractuales de
la relación).

Una vez han decidido entrar en el programa se les orienta (definición del
contexto) sobre lo que son las Reglas de Mediación Marital (véase cuadro 19).
La aceptación de las reglas se plasma en un contrato suscrito con el otro
miembro de la pareja y, cada uno, con el terapeuta.

Cuadro 19. Reglas que han de observarse en el Programa de mediación en divorcio.


(Fuente. Milne, 1986.)

1. La pareja firma un contrato en el que se compromete a seguir las reglas de


mediación del divorcio hasta alcanzar un acuerdo, asimismo se compromete
a su observancia para cualquier acuerdo post-divorcio que pudiera surgir.
2. Es responsabilidad del centro en el que se efectúa la mediación
proporcionar un mediador y un panel de abogados del que la pareja ha de
seleccionar uno (o traer su propio abogado). No es función del abogado
negociar los términos del acuerdo, sino de traducir en claros términos
legales el resultado de la negociación de forma tal que se maximicen las
ventajas económicas y de impuestos.
3. Ha de resolverse aquella parte del depósito del dinero que no se haya
empleado en las 10 entrevistas: cuando se alcance un acuerdo, en el caso
de que la pareja se reconcilie, se llega a un impasse o se vaya a un arbitraje
por la comisión de expertos. No se devolverá nada cuando la pareja
abandone.
4. El mediador y el consejero legal no mantendrán contacto alguno con la
pareja fuera de las entrevistas, excepto para cambiar el horario de los
encuentros.
5. Se declarará una situación de impasse por el mediador, por una de las
partes si el mediador está de acuerdo, o por una de las partes (sin acuerdo
del mediador) si ya se han agotado las 10 horas de mediación.
6. Es imperativo una declaración total de bienes y de ingresos. Ambas partes
harán las declaraciones por separado.

- 14 -
Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

7. Si tuvieran la edad suficiente se invitará a los hijos a aquellas sesiones en


las que se determine la custodia y las visitas.
8. Ambas partes se comprometen a no discutir las sesiones de mediación
fuera ni entre sí ni con terceros, sin mutua autorización.
9. En la primera sesión se obtendrá un acuerdo sobre la custodia temporal y
sobre pensiones que tendrá una fuerza legal de dos meses. Si no se
alcanzara el acuerdo temporal, el problema pasará inmediatamente a la
comisión de arbitraje.
10. La división de la propiedad incluye todo aquello que se adquirió por ambas
partes durante el matrimonio, se excluyen regalos y herencias.
11. Se determina el mantenimiento de la esposa de acuerdo con sus
necesidades y las posibilidades del mantenedor y no sobre supuestas faltas
cometidas. Durante un periodo inicial, la pensión será mayor para permitir a
quien la percibe llegar a una autosuficiencia. Para estimar la pensión ha de
tenerse en consideración la edad, la condición física y la cantidad de tiempo
fuera del mercado de trabajo, pero tales extremos no deben ser la única
base de decisión.
12. Se recomienda a ambas partes compartir las responsabilidades para con
los hijos.
13. Las líneas de actuación para la custodia de los hijos son las mismas que las
recomendadas por la Asociación Americana de Arbitraje.
14. El padre que mantiene la patria potestad es, en último extremo, quien toma
las decisiones concernientes al hijo, aunque se recomienda a la pareja que
tales decisiones sean tomadas conjuntamente.
15. Las responsabilidades parentales continúan después del divorcio y deben
compartiese conjuntamente. El padre que mantiene la custodia ha de
convenir en comunicar al otro todos aquellos extremos que tengan una
cierta importancia en la vida del hijo.
16. La custodia conjunta es una opción a considerar, aunque puede ser algo
que no sea apoyado por los jueces.
17. Si la controversia sobre la custodia aparece en la primera entrevista, cada
parte ha de rellenar dos presupuestos, uno como custodio y otro como no
custodio. Antes de determinar la custodia, se ha de llegar a un arreglo
Provisional sobre visitas y pensión. El acuerdo sirve para evitar carencias
financieras a los hijos.
18. El mediador tiene el poder de abrir y cerrar problemas. Una vez se ha
resuelto un problema, el mediador cerrará el problema y lo declarará no-
negociable en discusiones futuras.
19. 19. Se entiende que mediador y consejero legal están en una mejor
posición, tienen una información más detallada para evaluar hasta qué
punto es factible un acuerdo. Las partes pueden pedir una evaluación del
acuerdo antes de firmarlo. Si hay revisiones que requieran una negociación
posterior, el mediador puede ofrecer más entrevistas o declarar un impasse
Y pedir un arbitraje.
20. El mediador debe entender que el acuerdo alcanzado es el correcto.
Cuando declara que no es as, la pareja debe esforzarse en conseguir un
acuerdo más paritario.
21. Si las partes y el mediador no son capaces de conseguir un acuerdo sobre
la interpretación de las Reglas de Mediación Marital, el Centro tomará la
decisión final.

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Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

2ª Definición de los problemas: los múltiples problemas que puede tener la


pareja se dividen en varias categorías: tópicos: los que emergen del divorcio;
son los únicos apropiados para la mediación; personales: derivados de la
psicología e historia de cada uno; no son tratados en la mediación; y
relacionales: derivados de la historia de la pareja; no son tratados en la
mediación.

3ª “Procesamiento de los problemas”: se aclaran y redefinen los


problemas. Se trata de pasar de posturas irreconciliables a posiciones que
permitan el acuerdo y la mediación, para lo cual se utilizan extensamente las
habilidades de comunicación (escucha activa, lenguaje personalizado -
utilización del pronombre “yo”-, parafraseo, modelado, inversión de roles, etc.).

4ª Solución de los problemas: fase en la que se alcanzan los acuerdos,


las formas de ejecutar esos acuerdos y las reglas para renovarlos.

La mediación se hace en sesiones semanales de una hora de duración.


En la primera entrevista la pareja suscribe un acuerdo transitorio (dos meses)
sobre medidas económicas y de custodia, de esta forma se estabiliza
temporalmente la relación, dando tiempo para concluir un compromiso más
definitivo. Se les pide una declaración de bienes por separado; de ser posible la
harán conjuntamente. Si la pareja no la consigue durante la segunda entrevista,
el mediador puede dar por terminada la mediación y no restituir la finanza.

Se anima a la esposa a que consiga lo más rápidamente posible su


independencia económica.

Cuando la pareja ha concluido el acuerdo definitivo se convoca al abogado


para que aconseje sobre aspectos legales e impuestos, se establecen
entonces las cláusulas definitivas de la separación consiguiendo con ello un
divorcio por mutuo acuerdo.

Si la pareja fracasa en la mediación, se ve obligada por los contratos que


firmaron a ir a un arbitraje. Los árbitros son profesionales de distintas
competencias. La pareja puede decidir parar el proceso de mediación y
continuar juntos, en ese caso se les devuelve el dinero sobrante. Puede decidir
parar y ponerse en manos de distintos abogados, en cuyo caso pierden el
depósito. Quienes completan el proceso de mediación, reciben el dinero de las
entrevistas no utilizadas (pagan 10 y suelen utilizar 5-7).

El contenido de las entrevistas es el siguiente:

1ª entrevista: se establece un acuerdo temporal por 2 meses. Se reparten los


formularios sobre declaración de bienes.

2ª entrevista: se dedica a la división de las propiedades del matrimonio.

3ª a 6ª entrevistas: se dedica a las propiedades, pensión y custodia de los


hijos. Si no se resuelven los problemas, o se dedican más horas (en este caso

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Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

tienen que hacer un depósito adicional) o se lleva a la comisión de arbitraje.


Cuando se tratan los problemas de custodia, se pide a los hijos que estén
presentes, el mediador ha de pedir que ambos padres den permiso a los hijos
para hablar.

Técnicas: el programa necesita del desarrollo de habilidades para comunicarse.


Igualmente necesita que la pareja aprenda a flexibilizar posturas tal y como
exige toda negociación.

Indicaciones y contraindicaciones: se indica para aquellas parejas que, a pesar


de las circunstancias, sean capaces de un cierto grado de colaboración.

Habilidades requeridas: la función del mediador se ve profundamente afectada


por la precisa reglamentación que hemos reseñado en el cuadro 19, mucho de
su trabajo se ve realizado por las reglas y su papel se limita a hacerlas cumplir.
Hay que tener en cuenta igualmente que no es un terapeuta, ni tampoco un
consejero legal. El no establece los acuerdos, lo hace la pareja, su labor es
facilitarlos, para lo cual tendrá que saber dirigir la comunicación y centrarla en
aquellos problemas concretos objetivos del proceso de mediación. Ha de tener
la habilidad de saber moverse en situaciones fuertemente emocionales, con
una mezcla de sentimientos difíciles de encontrar en otros problemas.
Finalmente, ha de tener la rara habilidad de permanecer neutral y a la vez
impedir acuerdos manifiestamente injustos.

2. Programa para parejas en proceso de divorcio: el divorcio o la separación


no es solo un problema contractual. Su fenomenología de problemas es
compleja y conviene conocerlos para tenerlos en cuenta a la hora de
encarar el tratamiento

Objetivos

- afrontar y resolver las secuelas del divorcio.


- impacto en los hijos;
- impacto en los miembros de la pareja;
- carencia de red social y reinserción laboral.

Estrategias: el terapeuta debe operar mostrando qué implica el divorcio y qué


es lo que tendría que hacer la pareja para poder seguir juntos.

Evaluación y procedimiento: lo primero a tener en cuenta es el tipo de divorcio


que ha sufrido la pareja, lo que suele determinar la intensidad del impacto
emocional (Pittman, 1987):

- separación por infidelidad, son los más traumáticos;


- por deterioro de la convivencia: suelen resultar un alivio para todos;
- por las especiales características de uno de los miembros de la pareja
(psicosis, alcoholismo, adicción, etc.). Suelen ser divorcios tempranos a los
que se llega después de la “luna de miel”, momento en que caen en la
cuenta de la clase de persona con quien se han casado. También producen
cierto alivio, sobre todo en el miembro “sano”.

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En el cuadro 20 se han recogido aquellas circunstancias que se asocian con un


divorcio altamente traumático y las que, por el contrario, son predictoras de
cierto ajuste post-divorcio.

Cuadro 20. Indicadores traumáticos y de ajuste en las situaciones de divorcio.


(Fuente: Pittman, 1987)

Predictores de un divorcio traumático

- un vínculo emocional muy intenso con el ex-esposo;


- sentimientos ambivalentes ante el divorcio;
- desaprobar personalmente el divorcio;
- resultar discriminado como consecuencia del divorcio;
- experimentar desaprobación por parte de personas significativas;
- haber iniciado uno de los esposos el divorcio sin mencionar nada al otro
miembro;
- deseos de castigar al otro cónyuge.

Predictores de ajuste

- estabilidad económica;
- actitud de indiferencia hacia el otro cónyuge;
- tener la oportunidad de desarrollar nuevas relaciones sociales a través del
trabajo y de otras actividades sociales.

Son varias las indicaciones a observar en situaciones de separación y divorcio:

1. A diferencia de otro tipo de problemas cuyo origen y causa no son


conocidos por el cliente, los problemas psicológicos por los que está
pasando tienen un origen claro. El cliente no puede pretender pasar por una
situación tal sin experimentar una cuota de sufrimiento. El mensaje en este
sentido es claro: por un cierto tiempo se encontrará mal, lo que constituye
un mensaje de esperanza: el impacto de la situación pasará.

Es necesario que quienes se van a divorciar conozcan unos cuan- tos


hechos relacionados con el paso que van a dar:

- la mayoría (3/4) de las parejas se arrepienten del divorcio durante el primer


año de separación. Sin embargo, a los dos años sólo 114 siguen
arrepentidas;
- no existe un divorcio total para las parejas con hijos;
- la mayoría de los hijos de padres divorciados vuelven a la normalidad
transcurridos unos años;
- la experiencia del divorcio es terrible y deben estar preparados para lo peor.
No obstante, son miles las parejas que se separan todos los años y
sobreviven.

Las parejas deben saber qué compran y el precio que tendrán que pagar. A
veces cuando son conscientes de todo ello se echan atrás. No vale un

- 18 -
Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

arrepentimiento insincero, si se plantea la reconciliación han de darse pasos


decisivos: el cónyuge que tenga la aventura debe romperla definitivamente, el
que tenga el hábito molesto (drogas, alcohol, etc.) deberá abandonarlo, sólo así
se demuestra la sinceridad.

Algunos autores (Granvold, 1983; Granvold y Jarrant, 1983) proponen,


antes de una separación total, un período transitorio de separación cuyos
objetivos son poner un fin momentáneo al conflicto que vienen arrastrando y
esforzarse en mejorar la relación. Se aconseja la medida en los siguientes
casos:

1. Situaciones de conflicto extremado.


2. Cuando alguno de los esposos no refuerce en absoluto al otro.
3. Cuando determinados sentimientos impiden la convivencia (celos
extremados, rigidez, sentimientos de pertenencia, etc.).
4. Infelicidad sexual o existencia de una tercera persona.
5. Crisis vitales serias.
6. Indecisión con respecto a divorciarse o no.

La separación debe plasmarse en un contrato escrito que contenga los


siguientes acuerdos

1. Duración de la separación
2. No tomar una decisión final con respecto a separarse o no durante el
período de separación transitoria.
3. Compromiso a seguir asistiendo a las sesiones conjuntas con el
terapeuta (o a terapia individual si fuera preciso), una sesión cada
semana o cada dos semanas.
4. Compromiso a verse todas las semanas una o dos veces (no más de
dos veces).
5. Compromiso que regule si podrán o no mantener relaciones sexuales
durante esos encuentros semanales. a propuesta de uno de ellos y
siempre y cuando el otro consienta.
6. Posibilidad de tener encuentros con otras personas.
7. Posibilidad de tener relaciones sexuales con otras personas.
8. Derecho de privacidad.
9. Derecho de visita a los hijos.
10. Apoyo económico.
11. Compromiso a realizar las tareas que el terapeuta pueda proponer.
12. Procedimiento sobre cómo renegociar algún aspecto del contrato.

Contratada la separación por tiempo parcial, la terapia progresa mediante la


aplicación de las siguientes técnicas:

- convenciendo a la pareja para que actúen, en sus encuentras, como si la


relación fuera a mantenerse;
- incrementando el intercambio de conductas positivas y su reconocimiento
mutuo;
- entrenándoles en definir las conductas que desean de forma precisa;

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Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

- entrenándoles en comunicación, solución de problemas y en habilidades de


negociación.

2. Uno de los elementos a tratar son las repercusiones sobre los hijos. El
problema con ellos es doble: por un lado sufren el impacto de la pérdida de
uno de los padres y por otro el padre custodio tarde un cierto tiempo en
aprender a ejercer el rol del padre ausente (que además nunca llegará a
ejercer de la misma forma), tiempo que se prolonga en la medida en que el
impacto le deja en mala situación para aprender algo. Una línea de trabajo
es ayudar al cónyuge custodio a desempeñar el papel del otro, sobre todo si
parte de los problemas que presentan los hijos tienen que ver con esta
carencia, enseñar roles ejecutivos (de disciplina) a la madre y afectivos al
padre.

El problema se complica cuando alguno de los hijos comienza a exhibir


síntomas como un intento de tratar de mediar en el problema de los padres. En
estos casos la meta final es clara: sacar al hijo de ese papel de mediador, con
la siguiente agenda de trabajo (Pittman, 1987):

- un diálogo directo entre padres e hijos sobre su separación inminente;


- aclarar las necesidades de los hijos (y la consiguiente investigación de
cómo pueden cumplimentarse);
- dejar muy claro a los hijos que no son responsables de la separación, ni
tampoco de volver a juntarlos; la relación entre los padres es cosa de ellos.
Pittman (1987) piensa que ya que la situación les va a afectar de forma
poderosa, los hijos tienen derecho a saber por qué el matrimonio de los
padres se va a romper (o se ha roto);
- ayudar a los padres a comprender cómo pueden llegar a manipular a los
hijos en una situación de divorcio;
- obviamente, un trabajo sobre el síntoma que tiene el hijo.

3. Es mejor tratar por separado las repercusiones de cada miembro de la


pareja. El trabajo tiene tres frentes: los sentimientos y ansiedades que
despierta la separación, la creación (o mantenimiento) de la red de
relaciones en quien la pierde y la reinserción social de la esposa que le evite
una penosa dependencia de la pensión del marido. Seria de desear,
además, que esta desgraciada situación no pasara sin que el cliente
aprenda algo de toda la tragedia que ha vivido.

Para conseguir los tres objetivos se utilizan los mismos procedimientos


técnicos que hemos venido citando: fundamentalmente las tareas, la
connotación positiva, la redefinición y la confrontación (enfrentar al cliente con
lo que quiere hacer y el precio que va a tener que pagar por ello).

4. El trabajo con familias reconstituidas: tampoco en este case las técnicas de


cambio son diferentes de las que hemos venido comentando. Pero de
nuevo, el tipo de realidad familiar es, cuando menos, peculiar, peculiaridad
que hace que los problemas en su seno sean potencialmente más
peligrosos y desde luego más complicados. El cuadro 21, en el que se

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Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

recogen las etapas de la reconstitución de una familia, nos servirá de marco


y orientación de lo que vamos a desarrollar.

Cuadro 21. El post-divorcio y la reconstitución de la familia


(Fuente: Carter y McGoldrick, 1980)

La familia en el post-divorcio

Estadios Actitudes requeridas Problemas de desarrollo

A. Familia uni-parental Deseos de mantener el contacto a) Hacer arreglos flexibles de


con la ex-esposa y apoyar los visitas con la ex-esposa/o y
contactos de los hijos con el/la su familia
ex-esposo/a y su familia b) Reconstrucción de la red
social propia
B. El padre-soltero (el padre sin Deseos de mantener un contacto a) Encontrar forma para la
custodia) parental con el/la ex-esposo/a y continuidad de una relación
ayudar en la custodia de los hijos parental efectiva con los hijos
b) Reconstrucción de la red
social.
Reconstrucción de un familia:

1. Creación de una relación Recobrarse de la pérdida del 1er Nuevo compromiso matrimonial y
nueva matrimonio (divorcio emocional) para formar una familia. Estar
preparado para la complejidad y
la ambigüedad;

2. Conceptualizando y Aceptar los miedos propios y los a) Trabajar para evitar la


planificando un nuevo matrimonio de la nueva pareja y de los hijos pseudomutualidad en las
y familia sobre el nuevo matrimonio y la nueva relaciones;
formación de la nueva b) Planificar para mantener la
cooperación en las relaciones
coparentales de los ex-
esposos;
Aceptar la necesidad de tiempo y c) Reestructuración de las
paciencia para el ajuste a la relaciones con la familia
complejidad y ambigüedad de: extensa para incluir a los
1. Los nuevos y múltiples roles nuevos esposos e hijos;
2. Límites: espacio, tiempo, d) Mantener las conexiones de
pertenencia y autoridad. los hijos con la familia
3. Problemas efectivos: culpa, extensa de los ex-esposas;
conflictos de lealtades, deseo
de mutualidad, heridas
pasadas irresolubles.

3. El nuevo matrimonio y la Resolución final de la relación con a) Reestructuración de los


reconstitución de la familia. el esposo previo y con el ideal de límites de la familia para
la familia intacta. permitir la inclusión del nuevo
Aceptación de un nuevo modelo esposo-padrastro
de familia con límites permeables. (madrastra);
b) Realineamiento de relaciones
a través de los subsistemas
para permitir nuevas
relaciones entre sistemas;
c) Crear un espacio para las
relaciones de todos los hijos
con los padres biológicos (sin
custodia), abuelos y otros
parientes de la familia
extensa;
d) Compartir recuerdos e
historias que aumenten la
integración de la nueva
familia.

- 21 -
Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

Objetivos

- restablecer una relación coparental entre los padres separados que les
permita decidir sobre problemas tales como custodia, régimen de visitas, etc.
Decisiones de este tipo no deben ser tomadas por los hijos:

- completar el divorcio emocional;


- ayudar a los hijos a tener y expresar la diferente gama de sentimientos que
les provocan los padres biológicos y los padrastros (Carter y McGoldrick,
1989);
- modificar las creencias, atribuciones y expectativas disfuncionales;
- mejorar las habilidades de la familia en comunicación, solución de
problemas y negociación (Leslie y Epstein, 1988).

Estrategias: Carter y McGoldrick (1989) recomiendan tratar estas familias


observando las siguientes orientaciones:

- levantar un genograma de, al menos, tres generaciones y obtener


información de los matrimonios previos antes de abordar el problema que
motiva la consulta;

- tener en cuenta las dificultades que generan los siguientes problemas: (a)
las diferentes partes de familias que se unen en una nueva pueden estar en
distintas etapas evolutivas; (b) el rol emocional de las mujeres en las
familias debe ser tenido en cuenta a la hora de evaluar sus especiales
dificultades para incorporarse a una familia reconstituida y (c) el tratar de
mantener el mito de la familia perfecta;

- advertir a las familias que es preciso que cumplimenten los prerrequisitos


necesarios para formar una nueva familia antes de dar el paso de
constituirla (por ejemplo, deben admitir que la relación padrastro-hijastro
tarda un cierto tiempo en desarrollarse, tiempo que han de respetar sin
presionar innecesariamente);

- ayudar a las familias a tener paciencia y tolerar durante un cierto tiempo la


ambigüedad sin «sobreactuar», aceptando las respuestas negativas de los
nuevas hijos, sus lealtades divididas, los sentimientos de culpa, etc.;

- incluir al nuevo esposo en aquellas entrevistas (al menos en las primeras)


cuyo objetivo sea mejorar las relaciones del otro esposo con su «ex»;

- los calificativos de “loco(a)” que se aplican a las “ex-parejas” no deben


aceptarse sin más;

- en los casos en que el nuevo matrimonio pone fin a una relación estrecha
entre un padre(madre) y el hijo del matrimonio previo, los sentimientos de
pérdida son intensos y han de tratarse, en estos casos la formación de un
nuevo sistema familiar llevará más tiempo;

- 22 -
Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

- si quien presenta el problema es el hijo hay que tratar de implicar en la


terapia a todos los padres y padrastros tan pronto como sea posible. Las
entrevistas en este caso se orientan hacia la cooperación en el manejo de la
conducta del hijo, no se permite la discusión de problemas maritales;

- si el síntoma tiene que ver con problemas de conducta del hijo, el padre
biológico debe ser el que tome el control de la situación, por lo menos
temporalmente. Si el problema continuara puede entrenarse al padre
biológico para crear un espacio que pueda ocupar el nuevo esposo a título
de esposo, se les advierte que es posible que transcurran años antes de
que el esposo sea percibido como padre. En casos de adolescentes este
cambio puede no darse nunca;

- cuando, de pronto, los padres deciden nuevos arreglos en la custodia,


régimen de visitas, pensiones, etc., el terapeuta debe investigar la -agenda
oculta- que pueden esconder tales movimientos;

- tan pronto como sea posible ha de incluirse el trabajo con las familias de
origen.

Evaluación y procedimiento: Pittman (1987) sintetiza en siete las áreas de


problematicidad de las familias reconstituidas:

1. Uno de los padres biológicos está fuera del hogar mientras que un adulto
del mismo sexo (que no es el padre biológico) está dentro.
2. La mayoría de los hijos de las familias reconstituidas lo son de dos hogares.
3. La definición de los roles de los padrastros no sólo está muy pobremente
definida desde el punto de vista social, sino que además se ve afectada por
un cierto estereotipo negativo.
4. Se necesita una mayor tolerancia de la diversidad en estas familias, ya que
las historias de las que provienen los distintos miembros son diferentes.
5. Las relaciones dentro de la nueva familia necesitan ser “probadas”, no se es
hermano, hijo o padre mientras no se compruebe hasta qué punto tales
lazos no lo son nominalmente.
6. Las familias reconstituidas tienen familias extensas cuyos roles están aún
menos definidos socialmente y para los que no hay ni siquiera estereotipos
negativos. Lo cual no obsta contra el hecho de que los hijos tengan dos
pares más de abuelos.
7. Los arreglos económicos requieren un costo emocional adicional.

El terapeuta ha de tener presente que cualquier tipo de acuerdos, por


extraños que parezcan, son posibles en estas familias. Los problemas más
"cuentes son los siguientes:

1. Intrusiones del ex-esposo: los contactos con el padre biológico se producen


por la custodia de los hijos, por pensiones o por lazos con los parientes
políticos. Dicho contacto puede vivirse como amenazante, o por lo menos
como desconcertante. Para el nuevo esposo resulta siempre molesto e
inevitablemente le provoca celos. Se crea un patrón de protestas muy
característico: la nueva esposa se queja porque su marido se preocupa

- 23 -
Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

excesivamente por su ex-mujer (porque no cuida bien a los hijos, dilapida el


dinero de la pensión, etc.); mientras que, por su parte, el nuevo marido,
puede quejarse de que su nueva esposa no hace más que lamentarse de
que (y en ese sentido recordar) su ex-marido no cumple con la custodia de
los hijos, o que los enfrenta a ella, etc. los antiguos esposos no pueden ser
ni amigos, ni pelearse con auténtica libertad, tienen que mantenerse a una
distancia cauta. En el peor de los casos ambos pueden prolongar tanto las
situaciones de enfrentamiento como las de dependencia en caso de
necesidad de uno de ellos.
2. Amenazas a la continuidad del matrimonio: uno o ambos esposos han
abandonado o han sido abandonados en un matrimonio previo, en este
contexto las amenazas de divorcio suenan más reales.
3. Disputas por las finanzas: las personas que han estado previa- mente
divorciadas suelen mantener cuentas separadas. Los arreglos de dinero
suelen ser idiosincrásicos con profusión de extrañas maniobras derivadas
de la necesidad de salvaguardar a los hijos y de seguir cobrando la pensión
del ex-cónyuge.
4. Salidas y entradas de los hijos: los hijos de padres divorciados pueden tener
dos o más hogares, y pueden sentirse incompletos en los dos. El pasar los
fines de semana en otro hogar suele producir disrupciones en sus
amistades y en su ritmo de vida. Resulta, igualmente, frecuente que los
hijos se conviertan en los informadores, para ambos padres, de lo que hace
el otro.

El padre no custodio suele ser laxo en sus visitas y estar o no con el/los
hijo/s según su conveniencia -y no la conveniencia del/los hijo/s. Los
adolescentes pueden chantajear al padre custodio amenazándole con que se
marcharán con el otro padre si no consiguen determinados privilegios.

5. Autoridades diferentes con diferentes hijos: los hijos tienen que observar
reglas que pueden ser distintas según el matrimonio del que provengan. Si
amenazan con marcharse con el otro padre pueden ganar un cierto control
sobre las reglas.

Otro tema es cómo el nuevo padre debe ejercer la autoridad sobre el hijo
previo de su cónyuge. Es mejor aconsejarle que no trate, de momento, de
ejercer el mismo control que el padre biológico. Durante un cierto tiempo ha de
colocarse a disposición del hijo, sin forzar el contacto, permitiendo que vaya
creándose una relación. En esta etapa el padre biológico debe llevar el control
y la disciplina hasta que al nuevo padre le sea posible ganar algo del papel. A
veces nunca llega a conseguirse un control completo.

6. Realidades financieras diferentes para diferentes hijos de una misma


familia: las diferencias provienen de los acuerdos económicos a los que se
llegó en el matrimonio previo, de suerte que en la misma familia los hijos del
anterior matrimonio pueden tener un status económico y acceder a
determinados privilegios (estudios, viajes, deportes, etc.) a los que el resto
de los hermanastros no pueden acceder, lo que obviamente causa una gran
desigualdad. Si los nuevos padres tratan de poner fin a la desigualdad,

- 24 -
Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

pueden provocar tensiones si los hijos del matrimonio anterior reclaman los
derechos que legalmente poseen.

7. Celos de los padres por las lealtades de los hijos: el padre custodio puede
ver la amistad del(los) hijo(s) con el otro padre como una deslealtad hacia él
(ella) y reaccionar en consecuencia.

8. Pérdida de las barreras sexuales: según algunos expertos el tabú del


incesto es menos acusado en las familias reconstituidas. Los adolescentes
provenientes de distintas familias pueden sentir muy poco este tabú y salir
juntos abiertamente.

9. Diferentes relaciones de los abuelos con diferentes “tipos” de nietos: si los


abuelos no tenían nietos, encontrarse de pronto con ellos puede funcionar.
Pero si tienen dos tipos de nietos: los «reales» y los “adquiridos” es muy
posible que hagan más distinciones que las ya hacen los padres
acentuando la situación de desigualdad.

10. El mito de la familia instantánea (Colapinto, 1987): uno de los problemas


frecuentes en las familias reconstituidas es el de marchar a distintas
velocidades. Generalmente los hijos van más lentos que los padres en la
constitución de sus relaciones mutuas y con el nuevo padre. La explicación
resulta simple: con frecuencia los padres han ido creando su vínculo sin que
los hijos de ambos tuvieran una conciencia clara de la importancia de la
nueva relación. Poco menos que súbitamente, un día se encuentran con
que tienen un padre (o una madre) nuevo(a) a los que, en virtud de su
status, deben un cierto reconocimiento, amor, respeto, obediencia, etc. Sin
embargo, tanto este proceso como el de creación de vínculos, requieren su
tiempo. Lo contrario es forzar unas relaciones que, basadas en el
desconocimiento mutuo, sólo pueden ser ficticias. No porque varias
personas estén juntas forman una familia, no hay nada parecido a lo que
Colapinto (1987) denomina la familia instantánea.

Una de las maneras de sincronizar las dos partes de la familia es hacer a


los hijos partícipes de la historia de cómo se llegó a la nueva pareja, De esta
forma se crea una comunidad basada en los conocimientos, valores y
creencias comunes (la tradición, el mito familiar) que en las familias
«normales» se construye a partir del tiempo (que es el mismo para todos) que
pasan juntos.

11. Cambios estructurales: la unión de dos familias da lugar a profundas


alteraciones en el esquema de poder de los hijos entre sí y de los hijos con
los padres. Los hijos sufren la pérdida de la relación privilegiada que
previamente tenían con sus padres biológicos, ahora tienen que compartirlo
no sólo con otro adulto sino también con otros «hermanos». Además sus
relaciones de poder dentro de los hermanos, que estaban antes de la unión
bien establecidas, sufren, en ocasiones, una profunda alteración: así el
hermano mayor que gozaba de los privilegios de tal, en la nueva familia
puede perder' toda relevancia y quedar relegado a un puesto intermedio
anónimo. El pequeño, mimado igualmente por su posición, puede

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Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

contemplar muerto de rabia, como el hermanito que nace, y que además


ostenta la legitimidad de ser el único que verdaderamente es de la nueva
familia, le despoja de todas las atenciones. Leslie y Epstein (1988)
proponen un plan de trabajo que abarca dos frentes:

1. Modificación de las cogniciones disfuncionales, su tratamiento puede


adoptar ¡os recursos propios de la terapia cognitiva:

a) creencias falsas, del tipo «si un hijo quiere al padre no custodio, no


puede, al mismo tiempo, querer al custodio». Debido a que los miembros
de estas familias tienen orígenes diferentes, resulta frecuente encontrar
conflictos entre los distintos tipos de creencias y valores que sostienen.

Tratamiento: análisis lógico de la creencia, examen de la evidencia


sobre la que se apoya, estimación de las ventajas y desventajas que
implica la creencia, construcción de una nueva y test de realidad del
funcionamiento de la nueva creencia;

b) atribuciones negativas: del tipo, “visita más a su padre porque le da más


regalos y caprichos de los que yo le doy". Son especialmente
perjudiciales para las relaciones familiares aquellas atribuciones que se
hacen a rasgos de personalidad estables, a intenciones maliciosas y a
características negativas en general.

Tratamiento: búsqueda de explicaciones (atribuciones alternativas),


redefiniciones, estimación de la evidencia en la que descansan las
atribuciones y test de realidad tanto de las atribuciones antiguas como
de las nuevas que se pudieran crear;

c) expectativas irreales: por ejemplo, la ya mencionada de la familia


instantánea. Expectativas que fuerzan los tiempos de acoplamiento
familiar y las relaciones en su seno. Las entrevistas con toda la familia
son especialmente adecuadas para identificarlas y modificarlas.

Tratamiento: análisis lógico de la expectativa, evidencias que las apoyan


y test de realidad.

2. Modificación de los problemas conductuales: se utilizan los entrenamientos


en comunicación, solución de problemas y negociación. Los procedimientos
no difieren en nada de los clásicos, únicamente es necesario adaptarlos a
las especiales características de las familias reconstituidas. Junto con estos
entrenamientos se enseñan, igualmente, habilidades relacionadas con W
funciones parentales, con el manejo del tiempo (el vivir en dos hogares
plantea problemas severos de agenda) y con la construcción de relaciones
con la parte nueva de la familia.

4. Programas psicoeducativos: uno de los últimos desarrollos de la Terapia


Familiar son, precisamente, los programas psicoeducativos. La línea
trazada por esta modalidad de terapia es la claridad conceptual, posibilidad
de aplicación institucional, modelos de tratamientos breves bien

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Programas de tratamiento en terapia familiar J. Navarro

sistematizados y localizados en unas cuantos problemas bien definidos. Es


lo más cercano que la Terapia Familiar ha creado a la Modificación de
Conducta, de ella parece haber heredado la claridad, la sistematicidad, la
evaluación científica y la necesidad de informar a los clientes de forma
exhaustiva del problema que les lleva a terapia, añadiendo un espíritu
abierto a la innovación (sin dogmatismos) y la imaginación.

Alguien, en algún momento, tendrá que definir el papel de la imaginación en


la psicoterapia.

1. Programa de tratamiento de la esquizofrenia

Objetivos

- reintegrar al esquizofrénico a un funcionamiento lo más normal posible (no


se ponen límites al grado de recuperación, se ambiciona el mayor grado de
reintegración social posible) con el menor número de recaídas;
- informar a la familia de lo que implica el trastorno psicótico y su papel para
ayudar al paciente.

Justificación: son los estudios empíricos sobre el estilo afectivo y emoción


expresada en las familias de los esquizofrénicos, los que han inspirado el
programa. Se caracterizan esas familias por poseer un estilo afectivo negativo
(críticas, inducción de culpa, intrusión y falta de apoyos positivos) y un alto
grado de expresividad emocional (actitud crítica, sobreimplicación y hostilidad
de unos miembros hacia otros). Cuando las familias puntúan alto en ambas
variables, las posibilidades de recaídas del paciente son mayores. Estos datos
junto con las estadísticas de eficacia que se recogen en la tabla 1, constituyen
la base empírica en la que se asienta el programa.

Tabla 1. Tasas de recaídas en el seguimiento al año y a los dos años de


pacientes esquizofrénicos tratados con distintas formas de terapia.
(Fuente: Anderson et al., 1986; pág. 578.)

RECAÍDAS

Primer año Segundo año

TFP: 19 % TFP: 25 %
EHS. 21 % EHS: 35 %
COM: 0 % COM: 22 %
TIA: 36 % TIA: 57 %

TFP: Terapia Familiar Psicoeducativa


EHS: Entrenamiento en Habilidades Sociales
COM: Entrenamiento en Comunicación
TIA: Terapia Individual de Apoyo

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