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Comentario sobre la fotografía mostrada el día 08/03/2019.

El juego de luz y sombras es lo obvio, sin embargo, la función de dicho recurso va más allá del
juego de ocultamiento-alumbramiento, revelación-misterio, que podría presentarse como primer
recurso. Pues dicha fotografía entrevé fines mucho menos cristianos y platónicos –la relación
oscuridad y revelación propia de subjetividad profética y mística del arte sacro-, tales fines tienen
que ver, creo, con el movimiento, la composición del cuerpo y su devenir roca, por ello la ficción
escultórica y piedrística que forma el cuerpo cuando lo refleja la luz. Por ende, el juego de luz y
sombras es únicamente el medio para expresar ese devenir piedra.

¿Qué es un devenir? El guerrero jaguar, devenía jaguar cuando se ponía su piel sobre su cabeza, no
lo imitaba, sino que su cuerpo entraba en una disposición tal de relación de movimiento y reposo
como la del jaguar, esto es, de composición. Un bailarín no imita al cisne para bailar a Tchaikovsky,
sino que tiene que disponer las partes de su cuerpo de tal manera que sean las mismas partes de
movimiento y reposo del cisne, no una simple analogía, sino componerse con la potencia del cisne.
Es justo esto lo que la fotografía logra: disponer de ese semblante y convertirlo en piedra, tratar de
expresar su movimiento: el impresionismo buscaba transmitir la esencia de los paisajes móviles, en
movimiento. A la inversa, la fotografía alcanza a captar –aunque suene paradójico- el movimiento
de la piedra. La mano presume los tendones tensos. Además, las curvas del cuerpo tan
pronunciadas dan el aspecto de un gato dormido y estirado, sin embargo, cuando subes te
encuentras que no hay rostro que nos diga que hay un SUJETO, UN YO. Y que la mano está tensa:
por ende la combinación entre el juego de distensión (del cuerpo) y tensión total (de la mano) es lo
que constituye la verdadera dialéctica de la fotografía. Dialéctica que se nutra también del contraste
del suave relieve de la forma del cuerpo y su dura superficie.

Ahora, claro que la oscuridad profundiza los relieves y destacan los alumbramientos, pero al no
haber rostro lo que nos dice es que es una declaratoria del cuerpo, para y desde el cuerpo. Ahora bien,
la corporeidad es el señalamiento de un reino por desprecio a otro: el reino de lo que puede un
cuerpo, sus capacidades, su motricidad, lo salvaje, su POTENCIA. Por encima del reino de la
palabra, de la mirada, del reconocimiento del gesto del rostro, de lo humano, del alma, de la
persona, de la subjetividad, es decir: de su pensamiento.

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