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La religiosidad y los jóvenes

En los estudios sobre la religiosidad se percibe la pluralidad y diversidad de


realidades, pero no es verdad que las generaciones actuales sean peores a la
anteriores1. El papel de lo religioso está en constante configuración, si ofrecía
cohesión social, identidad y cumplía una función integradora, ahora puede dar
sentido a las preguntas existenciales e inspirar conductas humanas de bien común.
Un sector en constante reconfiguración subjetiva y que nos puede ayudar a
entender el momento son los jóvenes. Ellos expresan en formas diversas su
agregación juvenil, actualmente más importante que las. En estas agregaciones
conviven y se responden sus preguntas «dónde me identifico», «donde soy joven».
Ser joven nunca fue fácil, pero parece que hoy es especialmente difícil, ante
la falta de empleo, educación, violencia, pobreza, el desempleo, precariedad,
inseguridad y criminalización de la juventud, hacen parte de la experiencia cotidiana
y subjetiva de millones de jóvenes en América Latina. Esta experiencia engloba a la
indignación, la rabia, la tristeza, pero al mismo tiempo, expresa la dimensión política,
recupera el protagonismo juvenil y sus formas de expresión, el arte, la música, el
grafiti, en colectivos, participación en distintas causas, y acciones sociales2.
¿En qué creen los jóvenes? Los jóvenes creen en sí mismos, en sus amigos; creen
en el dios «Hoy»; creen en «su familia», tangible y les trasciende la soledad. Muchos
creen en YouTube y Facebook, porque ahí son visibles; creen en la Virgen como
madre que les acompaña y cuida; en la música que divierte; creen que su vida se
agota cada día y cada día reinventan un motivo para seguir adelante. Creen que su
nombre e identidad les da el poder para cambiar eso real que los agota.
Para Rossana Reguillo en la diversidad lo juvenil en México, con estudios de
las culturas juveniles y sus vínculos ante lo religioso en la contemporaneidad de
América Latina, hace una segmentación3:
Los jóvenes excluidos, población enorme, viven en riesgo por sus carencias,
están descolgados del sistema, sin esperanza de incorporación al estudio o trabajo;
son carne de cañón para el narcotráfico, y presa fácil de las sectas que los fanatizan,
es la más precarizada en pobreza en todos los sentidos, con una religiosidad
popular especialmente en la virgen de Guadalupe, vinculada a mitos.
Los jóvenes desesperanzados, son muchos y están violentados por la
realidad y a punto de irse a la exclusión, mantienen vínculos con la familia y las
instituciones; pero estos vínculos están a punto de erosionarse por la realidad,
andan en busca de identidades de tipo contestatario (punks, góticos, darks, tribus

1
«Los jóvenes de hoy no son como los de otras épocas; aquellos eran respetuosos con sus mayores, generosos
y honrados, pero los contemporáneos están invadidos por la disolución, son de ánimo blando, resbaladizo,
fáciles de prender en los engaños…, amancebados, jugadores y despilfarradores», estas afirmaciones
parecerían escritas hoy, pero son de Salustio (Conjuración de Catilina, XIII, 2-3, XIV, pp. 5-6; año 43 a.C.)
2
Reguillo, Ser joven nunca fue fácil, 2013)
3
Reguillo, Culturas juveniles y la pastoral juvenil en México 1, 2009)
urbanas…y grafitis, piercing, etc.), y conservan un sentido religioso4 de tipo
mistérico y muy tenue.
Los jóvenes incorporados, son activos colaboradores de las instituciones, y
por su afán de diversión son vulnerables de riesgo, pertenecen a sectores medios
aunque hay de clases bajas, se adscriben a instituciones educativas, religiosas y
laborales, aportan económicamente a las familias, se agrupan por lo lúdico y lo
riesgoso (música, barras deportivas, antros, alcohol y droga), algunos son apolíticos
y otros están afiliados a organizaciones políticas, se vinculan a proyectos culturales
(ecología, justicia y paz) y muchos son universitarios.
Y los jóvenes globalizados, desvinculados de su país5, jóvenes en
condiciones privilegiadas, estudian en instituciones en el extranjero, vinculados al
arte y a las redes sociales, sus objetivos principales son viajar y vivir el momento.
Esto lleva a preguntarnos sobre la experiencia, conductas o prácticas ante lo
religioso de los jóvenes. Se constata que las nuevas generaciones tienen una
experiencia de fe problemática por la diversidad de culturas y creencias. Perciben a
las instituciones y entre ellas la Iglesia, muy lejanas de sus preferencias. Admiran a
Jesús y los valores que propone, sin asumirlos. Son sensibles a la solidaridad, a la
marginación, a la ecología; pero apenas logran comprometerse en acciones
solidarias. Se indignan ante la guerra, aborrecen la violencia, sobre todo si provoca
encarcelamientos o muertes6.
Muchos de ellos tienen una formación religiosa deficiente, reducida al
catecismo infantil o «vacunada» en colegios católicos. Sus creencias son
sincréticas, responden a su necesidad interior o a la emoción del momento. Buscan
experiencias de intimidad y de paz interior, con resultados inmediatos, pero sin
responsabilizarse; son proclives al pensamiento mágico; lo importante es sentir, ahí
está la norma moral de actuación, les incomodan las reglas que vengan de fuera y
más si no les parecen adecuadas a sus necesidades o les quieren limitar 7.
Si bien la fe de los jóvenes no está desapareciendo, si está teniendo otros
matices y prácticas, sus prácticas son marginales a las instituciones, con nuevos
símbolos, narrativas y ritualidades, bienes e imaginarios de salvación con sentido
comunitario, atractivas para ellos8. ¿Cómo acompañar sus experiencias y ayudarles
a descubrir en medio de ellas a Jesús que da sentido a la existencia?

4
Reguillo.. 2009.
5
Reguillo, Culturas juveniles y la pastoral juvenil en México 1, 2009.
6
Virginia Insingrini, Formar en estos tiempos difíciles. Itinerarios pedagógicos a partir del coloquio personal,
Ediciones Paulinas: México, 2011.
7
Virginia Insingrini, Formar en estos tiempos difíciles, 2011.
8
Néstor García Canclini, 2012.

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