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FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR

Salvador Minuchin

Es un libro apasionante por varios motivos: por la cantidad de ejemplos y


situaciones reales que podemos comprobar una y otra vez en nuestro medio, a
pesar de los años y de la distancia. La época del libro y EEUU no coincide en
nada con mi realidad, pero veo la ventaja de tener todos estos ingredientes a la
hora de la terapia familiar.
Está claro que el terapeuta debe tener una serie de valores, herramientas,
experiencia, dominio de sí, sentido común, saber ubicarse y saber manejar
situaciones diversas… porque en esta terapia Minuchin nos está diciendo que
los terapeutas no pueden aplicar libros, recetas y fórmulas aprehendidas de un
sitio u otro, pues cada caso es diferente, pero siempre buscando el camino
directo del individuo dentro de un sistema y de un subsistema que le
condiciona y al que condiciona.
De hecho me sorprende que esta terapia de Munuchin se ha convertido en una
de las modalidades terapéuticas que se practica en los centros de salud mental,
a pesar de tantas posibilidades que hay en países como Estados Unidos o
Europa u otros medios, lejanos al mío, en un sitio perdido de la selva
amazónica de un país pequeño llamado Ecuador y rodeado de varios mundos
entre cuatro grupos indígenas, petroleros, turistas, residentes…
Yo creo que en mi trabajo empleo muchas veces, sin darme excesiva cuenta, la
corriente transicional que trata de amalgamar conceptos nuevos de sistemas con
conceptos dinámicos tradicionales y que en el tratamiento tiene como objetivo
la reestructuración psicológica del paciente, y pone énfasis en la exploración del
pasado, en el contenido de la comunicación y en interpretación y transferencia
como instrumento de cambio.
En otras ocasiones me parece más lógico seguir la corriente existencial
pensando más en el crecimiento y expansión de la persona y en el tratamiento
pone énfasis en la experiencia en el presente entre el terapeuta y los miembros
de la familia, como instrumento de cambio para ambos. Pero es evidente que el
camino más adecuado y del que más disfruto y veo avances es el que busca el
cambio del sistema familiar como contexto social y psicológico de los miembros
de la familia, y en la terapia el énfasis está en la transformación de los procesos
interpersonales en disfunción. Y las disfunciones familiares en mi medio son
muchas y alguna son fáciles de entender sin ver el contexto. Ejemplos de esto
tengo muchos, como el tipo de vivienda, los diversos compromisos o parejas
con varios niños, la ausencia de los padres de la casa por motivos labores o
abandono, etc… Esto facilita, por ejemplo, el abuso sexual y la suplencia de la
familia por otros grupos o estadios afectivos, no siempre buenos entre los que
coloco la droga, alcohol, pandillas, etc.
Me parece muy interesante el planteamiento Bloch sobre el "ego portable'' para
explicar la continuidad del individuo a través de las vicisitudes de la familia ,
aplicando conceptos existenciales y técnicas de escultura. Quizá hay que buscar
herramientas nuevas o al menos diferentes para afrontar esta realidad, pues el
cambio de pareja o de lugar no siempre es sinónimo de cambio de
comportamiento o de mitos o de interrelacionalidad con los miembros de la
familia, incluso con la familia nueva que se ha construido…
Me parece que en un sistema de valores donde se prioriza de manera casi
absoluta el mundo de los derechos de los niños, de las personas… frente a las
obligaciones, estamos construyendo generaciones del facilismo, de la
comodidad, de lo resuelto sin esfuerzo, de la protesta más que de la propuesta,
y eso está creando disfuncionalidades familiares que luego traen patología. El
sistema social y legal no está ayudando mucho en esta línea a las familias que
necesitan derechos y obligaciones, esfuerzo y comodidad, relaciones inter y
extra familiares, diálogo y no monólogos sucesivos, afrontar y no solo
enfrentar… Creo que el aporte de Nagy es bueno en este aspecto, cuando habla
de un sistema ético de obligaciones familiares que se desarrolla a través de las
generaciones.
Para este tema de los roles y aportes de los miembros de la familia, nos podría
ayudar mucho la técnica terapéutica de V. Satir que se llama "escultura de
familia" para que todos los miembros de la familia expresen en posiciones
estáticas o movimientos corporales una metáfora de cómo ven cada uno a la
familia en su conjunto.
Inevitablemente, cuando alguien quiere hacer terapia está hablando “desde su
experiencia” aunque nunca hable “de” su experiencia familiar. Los contextos de
la familia también se viven en la persona del terapeuta, su experiencia ha
ayudado o bloqueado en algunos aspectos y puede contribuir a ser parte
positiva de la terapia. Esto me motiva leer algo más de Bowen, pues explorar el
pasado siempre ayuda a entender el presente, con tal que revolver no significa
anquilosarse en el pasado histórico.
Podemos decir, tanto de la familia que está haciendo la terapia como del
terapeuta que hay que aplicar la teoría y técnicas que estudian al individuo en
su contexto social, sabiendo que al pretendemos modificar la organización de la
familia, porque el ser humano no es aislado sino miembro activo y reactivo de
grupos sociales. De hecho, la experiencia del hombre es determinada por su
interacción con el medio.
En este aspecto me parece muy iluminador el ejemplo o metáfora del terapeuta
como un técnico con lentes graduables. Puede acercarse cuando desea estudiar
el campo intrapsíquico, pero también puede observar con un foco más amplio
En mis estudios de bachillerato me quedó las famosas frases de Ortega y
Gasset: "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo" y
"este sector de la realidad circunstante forma la otra mitad de mi persona: sólo a
través de él puedo integrarme y ser plenamente yo mismo. Aunque es
interesante que Minuchin haga su propia traducción: “un hombre no es él
mismo sin sus circunstancias”. Estoy muy de acuerdo.
Y como las circunstancias son diferentes debemos buscar caminos diferentes,
según los contextos y al estructura familiar, porque los conflictos serán
parecidos pero nunca iguales en ambientes diferentes, pues el contexto afecta
los procesos internos, las modificaciones del contexto producen cambios en el
individuo y la conducta del terapeuta es significativa en este cambio.
Entre los ejemplos que pone el libro me parece muy significativo el tema de
Alicia y de la niña de asma, que no siempre es como parece y que está
relacionada con su contexto. Y adaptarse a esta nueva relación hace que se
cambie muchas de las formas de expresar sus conflictos internos. ¡Cuántas
veces hay dolencias físicas vinculadas a relaciones conflictivas!
Por eso me gusta que la terapia estructural de familia sea de acción, es decir,
modificar el presente, no tanto explorar e interpretar el pasado. La famosa
homeostasis y autoperpetuación debería dejar paso a la capacidad de
transformación, para mejorar la vida y relaciones familiares.
Entre los aspectos interesantes a aplicar es la función de los límites, de las
tareas, de los “sí” y “no” ante lo que les pasa.. porque siempre hay que precisar
las relaciones que están manteniendo a la familia en una situación no deseada,
aunque paralizante, cuando supuestamente debe haber reestructuración. Hay
que definir bien los subsistemas de los miembros de la familia, sus intentos
terapéuticos, los desafíos que enfrentan y los acontecimientos contextuales que
están influyendo para una relación u otra.
Para acabar, me parece muy interesante el elenco que pone el autor de siete
categorías de operaciones reestructurantes: el captar las pautas transaccionales
de la familia, el señalamiento de los límites, el acrecentamiento del stress, la
asignación de tareas, la utilización de los síntomas, la manipulación del humor
y el apoyo, educación o guía.
Seguro que hay más aspectos interesantes a señalar, pero las prácticas
terapéuticas nos podrán ayudar más, con este hermoso libro que necesito leerlo
al menos otra vez, porque creo que hay aspectos que se deben esclarecer más de
mi parte.

JESÚS GARCÍA

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